Silver Card: Qué puedo decir que no haya dicho antes??? Me siento tan contenta con los reviews que me han enviado (creo que me he hecho adicta a leerlos) que cada ves que termino de leer uno, automáticamente me siento a escribir un rato *_*.

En este capítulo, vamos a explorar un poquito la mente de Kate y de algunos personajes de la historia. Aunque todavía no van a llegar a Moria; pido paciencia a los lectores, ya que necesito crear una historia con buenas bases y una trama coherente. A todos los que han mandado reviews (desde los que comenzaron conmigo desde un principio hasta los más nuevos) quiero decirles que no se preocupen; Kate pronto volverá a tener magia; aunque les advierto no será en el siguiente capítulo.

De nuevo MIL GRACIAS a todos y espero que disfruten el siguiente capítulo.

Capítulo 7:
El corazón de una guerrera

La tarde había pasado en relativa calma. Todos en la Compañía descansaban bajo un pequeño fuego; aprovechando cada minuto de la tarde y la noche para reponerse del cruel Caradhras. Aragorn y Legolas conversaban a unos metros de la loma donde se encontraban protegidos por el círculo de piedras formado alrededor de la comunidad. Gandalf observaba a los pequeños hobbits, Merry y Pippin, aprendiendo a manejar la espada con Boromir. Lo más cerca del fuego posible se encontraban Kate, Frodo, Sam y Gimli. La joven maga trataba de no prestarle mucha atención a los hobbits practicando ya que su autoestima había sufrido un golpe bastante grande al ver que lo hacían mejor que ella.

En general todos estaban tranquilos y se reían de algunas bromas de los hobbits hacia Boromir, excelente espadachín pero no tan paciente maestro. Pero Kate, cansada por lo ocurrido en el pasado Nevado quería mirar el cielo al lado del calor del fuego. Tenía que admitir que había pensado en Legolas más de una vez desde el descenso; todavía le parecía increíble que después de todo la ayudara allá arriba, esto sin duda era algo confuso. En aquel momento estar con él le había dado mucha paz y tranquilidad en medio del frío. La joven trataba de recordar lo que él había dicho en aquellos momentos; sabía que muchas cosas se las había dicho a ella, pero en su estado de inconciencia sólo había podido escuchar fragmentos de frases en donde, con voz llena de preocupación, le pedía que despertara pronto.

"Después de todo, ese elfo no debe ser tan mala gente como yo pensaba" –pensó Kate mirando al cielo, ahora cubierto de nubes blancas y grises- "Pero aún así, no viste cómo se comportó después del descenso Kate?" –se preguntó bajando su mirada.

Y era cierto; desde que bajaron a la llanura; legolas hizo como si nada hubiese sucedido; ni una palabra o mirada alguna. La había ignorado completamente y actuaba de manera tan arrogante como antes. Esta actitud decepcionó a Kate en gran manera; la maga había guardado ilusiones de tener una buena amistad con Legolas; pero había comprobado lo contrario.

"Si él ha decidido actuar así; entonces yo también seré-

"En qué piensas, Kate?" –se oyó preguntar a la voz de Frodo, que se encontraba desde hace rato observando a la maga meditar.

Kate volvió la mirada al hobbit con una leve sonrisa- "Nada en particular, Frodo; tal vez un pequeño recuento de lo sucedido hasta ahora"

Frodo sonrió levemente; cada vez que le preguntaba a Kate lo que pensaba, le daba una respuesta muy similar a la anterior. Siempre se encontraba haciendo un recuento de las cosas que sucedía. Había llegado a comprender que la joven era alguien muy diferente a cualquier humano que haya podido o pudiera conocer. Nunca antes había visto a una mujer meditar tanto; casi siempre observaba a Kate inmersa en sus pensamientos y debía admitir que, cuando hablaba con alguien, siempre lo hacía prestando completa atención a lo que decían.

"Te la pasas haciendo recuentos. Algo muy inusual en los de tu raza" –dijo Frodo comiendo un poco de pan.

"Digamos que a veces me olvido de que soy humana" –respondió Kate regresando a mirar al cielo- "No eres el único que me ha dicho eso"

"Me lo imagino..." –dijo Frodo pensativamente- "Además de la gran dualidad en ti"

Kate volvió a mirar al hobbit un tanto confundida. Dualidad??? Ella???

"A qué te refieres, Frodo?" –preguntó con curiosidad

Frodo se notó pensativo por un momento "Bueno..." –vaciló en decir- "La verdad es que a veces puedes ocultar lo que piensas con mucha facilidad, pero en otras ocasiones tu mirada puede llegar a revelarte como un libro abierto" –dijo el mediano

Kate rió por un momento. –"En eso tienes mucha razón, mi apreciado amigo; a veces puedo llegar a ser bastante extraña si me lo propongo"

"Digamos que de por sí, todos nos hallamos en un viaje bastante extraño. No todos los días se ven 4 hobbits, 3 humanos, un elfo, un enano y un mago" –continuó- "Todos aquí tenemos derecho a ser un poco distintos al resto de Tierra Media" –dijo el pequeño con sarcasmo.

"De eso estoy segura..." –dijo Kate volviendo a mirar al cielo, solo para regresar sus ojos al hobbit. Ahora que lo observaba veía que él había cambiado a lo largo del viaje. Se notaba más cansado y sus bellos y grandes ojos azules, siempre vivos en el lejano Rivendel; ahora se notaban apagados y tristes. Se podía ver a Frodo con una gran carga; algo tan serio y peligroso que hacía de él alguien que todo el tiempo usara sus fuerzas para evitar que dicho mal lo manejase.

Kate entendía la situación de Frodo. Aún podía recordar los días que se consumieron tan lentamente en aquella tragedia pasada. Podía recordar todo lo que tuvo que pasar para poder alejar al mal de ella... para apartarlo de su vida. Todo lo que hizo por permanecer en el lado blanco de la magia consumió sus fuerzas y esperanzas; y acabó con la vida de alguien muy preciado para ella. Nunca pensó que tendría que dejarlo ir, y mucho menos de esa manera; siempre pensó que El Concilio Blanco no había hecho lo suficiente por salvarlo, pero ahora comenzaba a pensar que ya no había salvación para él y que ella no hubiese podido hacer nada para sacarlo de las tinieblas. William permanecería en sus recuerdos por el resto de sus días; así como el anillo permanecería en la mente de Frodo por siempre; pero ambos tendrían que vivir con aquellas cargas, dejándolas de lado en lo más profundo del alma.

"Pero no soy la única con problemas en este lugar" –dijo después de pensar un rato- "Qué es lo que tanto te aflige día tras día, Frodo?" –preguntó observándolo con una mirada llena de compasión- "Temo saber la respuesta, pero creo que el anillo no es lo único que te afecta"

Comenzaba a oscurecer un poco y Sam y Gimli se encontraban hablando sobre platos de comida del otro lado del fuego. Al parecer el hobbit jardinero y el enano se la llevaban muy bien. Frodo miró al fuego por un momento, como buscando la mejor forma de expresar sus ideas - "En gran parte, el anillo es mi mayor preocupación; y temo que algún día pueda causar algún efecto en mi" –respondió en voz baja- "Pero no es lo único en mi mente. Sigo preguntándome si seré capaz de realizar esta tarea y si no estaré llevando a esta compañía a la perdición"

Kate sintió un gran pesar en su corazón. Aquel pobre hobbit era el que peor se debía sentir en la compañía; y sin embargo, siempre mostraba una gran fortaleza tanto física como mentalmente; no se quejaba como ella y siempre estaba dispuesto a seguir a los demás a donde fueran. Eso era algo muy importante en las cualidades de aquel hobbit; algo que no se veía en muchos otros seres.

"Todos estamos aquí por un motivo muy especial, Frodo Bolson" –dijo Kate con la voz más suave y armoniosa que pudo encontrar- "Tomamos nuestras propias decisiones de acuerdo a lo que creemos correcto; pero siempre existe un motivo universal que nos mantiene aquí; y nos da las fuerzas necesarias para continuar nuestro viaje" –dijo con una leve sonrisa que buscaba reconfortar al pequeño.

Frodo guardó silencio y asimiló cada una de las palabras de Kate. Se encontraba maravillado con aquellas simples frases que causaron un repentino alivio en su corazón. A Frodo siempre le había gustado el tono de voz y la forma en la que la joven hablaba; siempre expresaba lo que sentía con aquella voz; a veces preocupada, otras alegre, pero siempre armoniosa. Pero Ahora la había escuchado más suave, dulce y armoniosa de lo usual; era como si por un momento hubiese estado halando con un elfo en vez de un humano. Estaba feliz de sentir esa pequeña alegría en su corazón.

"Por un momento pensé que hablaba con una elfa" –dijo Frodo interrumpiendo los pensamientos de Kate

"Perdón?" –dijo Kate que no había prestado atención al mediano- "Qué dijiste?"

Frodo sonrió levemente; otra vez tenía de vuelta a la despistada Kate "No te preocu-

Pero el hobbit fue interrumpido por el inesperado aullido de un lobo. Todos callaron en aquel instante y un repentino miedo lleno los corazones de todos en la compañía. Ahora se escuchaban más aullidos de lobos que sonaban más cerca que al principio. Gandalf se levantó de inmediato y Legolas y Aragorn regresaron al círculo.

"Rápido, echad combustible al fuego!" –gritó Gandalf a los pequeños hobbits y a Kate- "Desenvainad y poneos espalda contra espalda!" –dijo mientras miraba a la oscuridad con preocupación en sus ojos.

"Desenvainad???!!!" –gritaba Kate en su mente- "Vienen hacia nosotros??!!" –pensaba ahora con una mirada no tan armoniosa

"Vamos!" –gritaba Legolas que apuntaba su arco a la oscuridad- "No hay tiempo que perder, júntense!" –continuó mientras soltaba una flecha a la mitad de la nada, pronto se escuchó el ruido de un lobo ayudando de dolor. Kate miraba sombrada a su alrededor, sin poder moverse todavía. Todos corrían a avivar el fuego y a preparase.

"Qué clase de lobos son estos?!" –se preguntó Kate mientras retrocedía hacia donde estaban los demás.

"Toma" –dijo Aragorn entregándole una espada a la joven maga- "Úsala sin miedo y defiéndete con ella" –continuó con una mirada que trataba de calmarla un poco; el montaraz veía claramente el desasosiego de Kate.

"Ah?" –fue lo único que Kate pudo articular al recibir el arma. Ahora tendría que utilizar lo que sabía para defenderse- "Pero quién dijo que yo era apta para defenderme con esto?!"- pensó con gran preocupación- "Dios!!!! Dónde está mi magia???!!!" –gritó para sus adentros

Y en ese instante aparecieron muchas sombras grises de grandes animales que se acercaban peligrosamente a la compañía. Las manos de Kate comenzaron a temblar al igual que sus piernas "Fuerza, Kate!!! Fuerza!!!" – se decía a si misma. Ahora más sombras aparecieron detrás de ellos y los estaban rodeando lentamente. Pronto se pudieron ver claramente los cuerpos de muchos lobos extremadamente grandes que cerraban a la compañía.

"Estos no son lobos!!!!" –gritó Kate para sus adentros- "Qué clase de bestias son?!!- continuaba mientras se acercaban más hacia ellos.

Entonces Aragorn lanzó una estocada y le atravesó la garganta a uno de los lobos. Fue ahí cuando comenzó todo. La gran manada corrió al ataque mientras la compañía se defendía en la oscuridad, iluminados por la pequeña luz del fuego. Gimli esgrimía su hacha con gran destreza mientras que Boromir y Aragorn manejaban la espada a la perfección. Los hobbits peleaban con sus pequeñas espadas gritando ferozmente a los lobos. El arco de Legolas cantaba constantemente, botando sagitas a toda bestia cerca o lejos de él. Kate... ella

Ella solo miraba aterrorizada a su alrededor. Aquellas bestias parecían más mitológicas que reales. Nunca pensó que en la tierra hubiesen existido tales animales; al ser maga sabía que la magia negra podría crear cosas horribles, pero nunca había visto muestra de aquello. Lo más cercano que ella reconocía como bestia eran los grandes depredadores salvajes en el África; pero esto era completamente distinto, aterrador, oscuro y mortal.

En medio de su impresión no pudo ver a un lobo acercándose detrás de ella. Gimli, que era el que se encontraba de espalda a ella, la había dejado para pelear con algunos lobos bajo la loma. Ahora se encontraba sola y no sabía del peligro que la asechaba. Sintiendo que un par de ojos la miraban, volteó su cuerpo solo para encontrarse con la gigante bestia que no vaciló un instante en atacarla.

Todos estaban concentrados en su defensa y no se habían dado cuenta de lo que estaba sucediendo. La joven maga no reaccionó lo suficientemente rápido como para prevenir el ataque del lobo y lo único que pudo hacer fue rodarse un poco para que la bestia terminara cayendo a sus pies. Durante la caída, Kate soltó la espada y esta cayó a poco más de un metro delante de ella; haciendo casi imposible su alcance. El lobo solo tomó unos segundos para recuperarse y apoyarse firmemente sobre las piernas de la maga enterrando sus garras en la suave piel de la joven, lo que causó un grito de dolor por parte de Kate, quién ahora tenía lágrimas en los ojos.

El grito alertó a un segundo lobo que se encontraba cerca. El olor a sangre fresca lo atrajo inmediatamente y al encontrar que la presa ya tenía dueño, aulló al primer lobo para que soltase a Kate. Ambas bestias comenzaron a batallar por el cuerpo de la joven, y ésta, que al principio no sabía que hacer, aprovechó la pelea entre ambos lobos para salir del área. El resto de la compañía se encontraba loma abajo acabando con los lobos y ella se encontraba aún arriba. El dolor en sus piernas era grande y no pudo levantarse, así que lo único que podía hacer era arrastrarse lentamente sin ser detectada por los lobos.

Pero las bestias no eran tan ingenuas y al ver que la joven presa escapaba de su alcance corrieron tras ella. Kate gritó una vez más al ver que ambos lobos se abalanzaban rápidamente sobre ella; cerró los ojos dejando salir un par de lágrimas contenidas por el miedo; pero nada pasó.

Tanto Aragorn como Boromir habían llegado al lugar apenas escucharon los gritos de Kate y ahora habían neutralizado la amenaza. Ambos, con sus espadas, atacaron a los lobos impidiendo que llegaran al cuerpo herido de Kate.

La joven maga abrió sus ojos y se encontró con los dos, el montaraz y el caballero, acabando con las bestias en un segundo. Un inmenso alivio corrió por sus ser y un suspiro salió de su boca. Todo había pasado pero ahora sentía sus heridas arder impresionantemente; no podía mover sus piernas sin sentir aquel dolor, pero no lloraría como una niña chiquita. Enseguida, Aragorn y Boromir se acercaron a la joven para ver si estaba bien. Los ojos de Boromir se abrieron en sorpresa al encontrar la marca de una garra en cada pierna de Kate; se habían hundido en la carne y ahora brotaba sangre sin parar de ambas heridas.

"Por los reyes de Gondor!" –exclamó Boromir al ver las heridas- "Si llegamos unos segundos después no te hubiéramos encontrado viva"

"Debiste permanecer con nosotros, Kate" –dijo Aragorn mientras la ayudaba a sentarse, apoyada en una roca.

"Pude haberlos vencido fácilmente" –dijo Kate ocultando el dolor por sus heridas- "Les estaba dando solo una pequeña ventaja" –continuó en son de burla

"Pues creo que tu plan no funcionó como querías" –dijo Aragorn con una leve sonrisa; le agradaba saber que Kate aún conservaba su buen sentido del humor

"Estoy... ah... segura de que los reyes de Gondor... ay... también opinarían lo mismo" –continuó mientras apretaba los puños para no llorar.

En ese momento subió el resto de la compañía que inmediatamente se acercó a donde estaban Aragorn, Kate y Boromir. Legolas fue el último en llegar con Gimli y Gandalf, ya que los tres estaban terminando de destruir a los últimos lobos. Había sido el Elfo el que había alertado a el montarás y al hijo del Senescal de Gondor sobre el grito de Kate, ya que entre los aullidos de las bestias nadie, a excepción del príncipe del Bosque negro, había escuchado la voz de la joven.

"Qué sucedió?" –preguntó Pippin con preocupación. Había sido el primero en hablar después de haber visto las heridas.

"Me enfrenté a unos 10 o 15 lobos... y éste fue el resultado" –dijo Kate cerrando los ojos para no ver las caras que ahora tenían los miembros de la compañía.

"Así ha sido?" –preguntó Pippin incrédulamente.

Boromir volteó a mirar al hobbit con los ojos llenos de frustración debido a semejante pregunta; todos habían entendido claramente que era una broma, y sin embargo este hobbit lo creía verdad.

"No Pippin, eso hu –ay- biese sido impo- ah!- sible" –dijo Kate mientras hablaba con palabras entrecortadas por el dolor.

"Debes guardar silencio y reposo; las explicaciones se darán luego" –dijo Gandalf mirando a Kate con preocupación- "Tus heridas están en un sitio muy difícil del cuerpo y no son tan sencillas"

"Yo -ah- no duelen tanto" –respondió Kate mordiéndose la lengua.

"Mentiras, cualquiera debe sentir gran dolor por culpa de esas garras; traeré algunas hierbas secas para ayudar a la cicatrización" –dijo Aragorn partiendo del lugar.

Kate bajó la mirada; cualquier intento que hiciera por ocultar el dolor era imposible. A penas Aragorn se levantó las heridas volvieron a sangrar y sintió varias punzadas de dolor seguidas por ligeros espasmos musculares; casi no podía contener las lágrimas y el resto de la compañía se estaba dando cuenta de que las cosas no estaban bien. Todos hablaban entre sí y se preguntaban sobre lo ocurrido; miraban a Kate con preocupación pero la maga no devolvía la mirada; no quería enfrentar los rostros de consternación de los hobbits, ni la condescendiente mirada de Gimli. No quería ver el desconcierto en los ojos de Boromir; el pesar en los de Gandalf; la burla en los de Legolas.

Pero la maga jamás se dio cuenta de la mirada en los ojos del Elfo. Un profundo pesar y dolor se veían en aquellos ojos azules que ahora miraban a la joven con profunda melancolía. Era como si sintiera que había sido su culpa aquel accidente; le había dicho tantas cosas a Kate y ahora ella resultaba herida de verdad, y él se sentía demasiado mal. Instintivamente sabía que la joven no miraba a nadie para poder ocultar lo que sentía; hasta él sabía que aquellos ojos cafés siempre revelaban la verdad de sus sentimientos. Sabía que él estaba causando una mayor incomodidad en la situación, puesto que presentía que la última persona a la que Kate querría ver sería a él; así que por más que quiso quedarse, decidió alejarse de ella y descansar sobre una piedra en el otro extremo de la loma.

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Pero a pesar de todo; la compañía seguía hablando y preocupándose por la maga, que ahora trataba de apaciguar todo con una sonrisa. Fue cuando Gandalf les pidió a todos que la dejaran descansar, que partieron a donde se encontraba Legolas y el mago blanco pudo estar a solas con Kate.

"Cómo te encuentras, Kate?" –preguntó tomando asiento en una piedra al lado de la maga

La joven bajó la mirada. Aragorn todavía no regresaba con las hierbas medicinales y los vendajes que cubrían sus heridas le causaban más dolor. Aunque temblaba menos que antes, todavía sus manos se movían frenéticamente y le costaba trabajo respirar.

"Veo que el ataque te ha afectado más de lo que pensaba" –dijo Gandalf mirando al cielo, ahora estrellado.

Kate no pudo contener el llanto por más tiempo; dejó caer sus lágrimas por las mejillas, ahora sin vergüenza de ser vista; simplemente ya no podía resistir más. Sus sollozos eran bajos y entrecortados, para que nadie los escuchara; pero cada vez que trataba de ahogar su llanto parecía que este se resistía a morir. A lo lejos, Legolas, entre las conversaciones de la compañía, podía escuchar aquel sollozo que, inadvertido para los demás, lograba ser percibido perfectamente por el Elfo, causándole aun más pesar.

"Soy un completo desastre" –dijo con en voz baja y entrecortada- "No soy una guerrera como ustedes, y ni siquiera soy una buena maga" –continuó con decepción en su voz- "Mi magia no sirve y sin ella moriré tarde o temprano en esta tierra"

Gandalf escuchó en silencio las palabras de Kate. Nunca se había conocido a un mago que pasara por tantas dificultades; la mayoría eran siempre arrogantes con sus poderes y bastante egocéntricos cuando se lo proponían; pero Kate nunca se consideraba lo suficientemente buena. Eso por un lado mostraba la gran humildad que existía en el corazón de la maga; pero era un punto débil en su carácter.

"Debes dejar de subestimarte, Kate" –dijo el mago finalmente- "No puedes permitir que esto te venza; dentro de ti hay una fuerza muy grande y poderosa" –continuó en tono serio pero suave- "Y es tu deber utilizarla en la lucha contra el mal"

Kate respiró profundamente intentado calmar el dolor y el llanto –"Entiendo lo que dices, Gandalf; pero no me encuentro en mi Era y lo que veo aquí jamás lo hubiese llegado a imaginar en mi hogar" –dijo ahora más calmada- "En esta tierra hay seres tan sublimes y hermosos como los Elfos, pero también existen criaturas tan horrendas como aquellos lobos. Los últimos no existen en mi Era. No conozco a los Orcos ni los Goblims; pero sé que no será fácil enfrentarlos. Son detestables criaturas, oscuras como el mismo mal"

"Lo que te sucede es algo comprensible, y en el camino encontrarás a muchos seres repugnantes que te causarán una terrible sensación de asco y terror" –dijo Gandalf haciendo una pausa para mirar a la joven- "Pero todos venimos con una misión en especial y debemos cumplirla de acuerdo a las decisiones que creamos correctas. Todos venimos con las herramientas necesarias para enfrentar a nuestros enemigos; sólo debemos encontrarlas"

Kate rió levemente; Gandalf repetía los mismos consejos que ella le había dado a Frodo. Era increíble cómo ella podía ayudar a los demás y no a sí misma.

"A veces pienso que esto es demasiado para mí..." –dijo en voz baja- "Pero siempre hay alguien que dice lo contrario. Comienzo a pensar que tal vez tengan razón" –declaró limpiándose las lágrimas de los ojos.

"Debes ser fuerte, joven maga" –dijo Gandalf con una sonrisa- "Solo los fuertes y nobles de corazón son los que llegan a vencer sus propios miedos y la oscuridad que los rodea"

"Sus propios miedos" –pensó Kate meditativamente- "Hablas la verdad, Gandalf el Gris. Agradezco enormemente tu consejo; es de un valor incalculable"

Gandalf volvió a sonreír. Era la primera vez que oía a un mago agradecer a otro por un consejo de esa manera. Kate nunca dejaba de sorprender al hechicero.

"Joven Kate" –dijo levantándose- "Cada día que pasa, me doy cuenta de que eres mucho más de lo que aparentas ser"

Kate sonrió una vez más "Espero algún día creer esas palabras"

En ese momento llegó Aragorn con algunas hierbas y nuevos vendajes. Lenta y delicadamente limpió y vendó las heridas que parecían sangrar menos. Aún ardían demasiado para Kate, pero mordiéndose la lengua contuvo las ganas de gritar, para así no alertar más a la compañía. Lo único malo era que el dolor le impedía caminar y esto no la hacía sentir muy bien; ya era demasiado no saber pelear y ahora se sentía como una verdadera carga para la compañía.

El montaraz la levantó suavemente del piso y la colocó cerca al fuego. Ya casi toda la compañía estaba descansando excepto Sam, al que le correspondía la primera guardia. Legolas dormía de espalda al fuego, o por lo menos parecía hacerlo; y Gandalf fumaba su pipa en un intento por descansar.

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La maga miró sus dos piernas; las vendas cubrían unos diez centímetros de sus pantorrillas, pero al menos ya no sentía el mismo dolor del principio. Después de pensar un poco se dio cuenta de que esa había sido la primera vez en que de verdad había sido herida gravemente. Siempre había pensado que las graves heridas la llevarían a un hospital y por eso, rara vez se acercaba a sus oponentes cuando había alguna batalla entre magos; había logrado desarrollar una especie de escudo con su magia, que le permitía mantenerse lejos de los golpes y contusiones.

Pero ahora sin magia no había escudo, y sin escudo aumentaban las posibilidades de herirse. Ya era hora de dejar de quejarse y utilizar las pocas herramientas que tenía para sobrevivir. No le importarían sus heridas ni su cansancio; era una maga y tenía que probarlo. Tarde o temprano recuperaría sus poderes y mientras eso sucediera; aprendería a pelear como una guerrera. No más condescendencia de Aragorn o Gandalf; no más burlas de Legolas. No importaría el dolor; tomaría la espada y pelearía por Frodo, por Tierra Media, por su Era, por la magia blanca; por su dignidad.

"No más debilidad..." –susurró Kate con los ojos llenos de fuerza y valor- "No importa lo que encuentre; ese anillo no sobrevivirá... O dejaré de llamarme Estrella del Oeste"

"Se encuentra bien, joven Kate" –preguntó Sam al ver la tan extraña cara que tenía Kate

La joven volteó la mirada para encontrarse con el pequeño hobbit que la observaba atentamente. Gracias a sus divagaciones se le había olvidado que ella no era la única en el lugar "Oh, Sam!" –Exclamó con una sonrisa- "Se me ha olvidado que siempre hay alguien despierto. Solo pensaba un poco en qué hacer"

"Me alegra que se encuentre mucho mejor" –dijo Sam acercándose y hablando en voz baja para no despertar a nadie- "No sabe lo preocupados que estábamos por usted"

Kate miró con gran cariño al hobbit "Parece que hago que la compañía se preocupe más de lo debido, Sam" –dijo mientras se acomodaba bien contra una roca- "Aunque os prometo que de eso tendrán poco de ahora en adelante"

La cara de Sam mostró señales de confusión "A qué se refiere? Usted es muy valiosa para la compañía y en especial para nosotros, los hobbits. Nunca dejaremos de preocuparnos por una humana como usted"

Kate volvió a sonreír. Los hobbits eran muy especiales para ella; todos tenían una característica en única que los hacía muy importantes. Sam era un ser que, según lo que pensaba Kate, solo pocas personas tenían suerte de encontrarse. Era un hobbit excepcional; gran amigo y muy fiel. Esas cualidades pocos lograban tenerlas y por eso se valoraban tanto. A la maga le gustaba mucho conversar con este hobbit en especial ya que además de sus excelentes cualidades, tenían muchas cosas en común; entre ellas la cocina y las conversaciones sobre la vida y las grandes historias. Era muy agradable para la joven hablar con alguien así; con un corazón tan noble.

"Lo sé, Sam" –respondió después de pensar un rato- "Pero creo que esta compañía tiene ya algo en qué preocuparse, y ese es el anillo. Mi deber es ayudar a destruirlo y no causar más problemas; así que eso es lo que voy a hacer"

Estas palabras, en vez de aclarar las dudas del hobbit, parecieron enredarlo aun más "Entonces qué es lo que va a hacer?" –Preguntó con gran duda sobre si entendía o no las palabras de la joven- "...si se puede saber" –agregó sonando muy educado

Kate tomó una larga respiración y exhaló mientras miraba al cielo. Luego sus ojos volvieron a mirar al pequeño hobbit "Sam, viejo amigo" –dijo apoyándose en sus manos para levantarse- "Tú me ayudarás a resolver unos cuantos inconvenientes personales"

Los ojos cafés del mediano se tornaron aún más confusos (si eso era posible) al ver a la maga levantándose del piso forzosamente. Las manos le temblaban y se notaba, estaba haciendo una fuerza muy grande para ponerse de pie. El hobbit estaba tan asombrado que no se movía de donde se encontraba. Aragorn y Boromir le habían dicho claramente a Kate que no se levantara, ni intentara caminar por un largo tiempo; y ya se había tomado la decisión de llevarla sobre el pequeño pony Bill para que no tuviese que esforzarse. Y ahora veía a la joven levantarse sin ayuda de nadie y desobedeciendo las órdenes de Aragorn.

Kate miró al joven hobbit mientras se apoyaba en una roca alta para no caerse. Se podía ver en la cara de la joven el gran dolor que le causaban las heridas al estar de pié; pero la decisión había sido tomada y el dolor quedaría a un lado desde ahora. Las piernas le temblaban y por un momento pareció que iba a caerse. Pero Kate no se iba a dejar vencer tan fácilmente y con fuerza se sostuvo en la roca.

"Planeas quedarte mirándome así, Sam?" –dijo en voz baja pero sin perder el tono sarcástico- "Pensaba que de pronto podrías ayudarme" –terminó con una sonrisa burlona.

El hobbit analizó por un momento las palabras de Kate y en seguida se levantó del piso como impulsado por un rayo "Pero claro, joven Kate!" –dijo mientras le brindaba una mano para apoyarse- "Aunque sigo sin entender lo que intenta hacer"

"Lo que intento hacer, Sam Gamgy" –dijo Kate enderezándose completamente- "Es no hacerle caso a Aragorn y Boromir; seguir las instrucciones de Gandalf, aunque no de la manera en que él quisiera; dejar a Legolas como un zapato y pensar un poco como Gimli" –continuó en tono reflexivo- "Ahora tienes idea de lo que me refiero?"

"Bueno..." –dijo Sam procesando toda la información- "Entiendo la razón por la cual quiere dejar al maese elfo como 'un zapato'; pero no veo el motivo por el cual quiera desobedecer las órdenes de Aragorn o los consejos de Gandalf"

"Querido Sam" –respondió Kate dando unos cuantos pasos mientras se mordía el labio inferior para contener el dolor- "Entiendo el porqué de la preocupación y consejos de Aragorn y Gandalf; pero ninguno de los dos es mi papá para obligarme a hacer algo. Se que ambos tienen buenas intenciones pero también es hora de que tome mis propias decisiones"

Sam sonrió; ése era el espíritu libre e independiente de Kate. Nunca le había gustado que nadie la mandara y por eso nunca dejaba que el maese Legolas la hiciera quedar mal; aunque a los ojos del hobbit, la relación entre el elfo y la joven era algo más de lo que aparentaba ser. Había algo entre ese par que no existía en ninguna de las otras relaciones entre los miembros de la compañía y eso causaba cierta curiosidad en el mediano. Pero después de todo él era solo un jardinero para andar haciendo esas suposiciones.

"Me gusta su forma de pensar, joven Kate" –dijo con una sonrisa- "Pero no me agrada la idea de que salga lastimada, y pienso que al resto de la compañía tampoco"

"No planeo salir lastimada, Sam" –respondió Kate deteniéndose- "Planeo vencer esta amenaza con la ayuda de toda la comunidad del anillo. No vine aquí a quejarme de dolencias ni a ser el centro de burlas sin sentido. Vine a pelear como el resto de ustedes"

"Y cómo planea hacerlo?" –Preguntó Sam mirando a la joven- "No es por irrespetarla, joven dama; pero no le ha ido muy bien con la espada. De eso toda la compañía se ha dado cuenta"

"Lo sé" –respondió Kate ya con tono más serio- "Es por eso que necesito practicar. Aragorn ha dejado de lado la tarea de enseñarme y por ahora no lo hará hasta que me vea recuperada. Es por eso que tendré que hacerlo yo sola... y ahí entra tu parte, Sam"

"Mi parte?" –dijo Sam con emoción y confusión- "Para qué trabajo me necesita?"

Kate guardó silencio por un momento. Sam sería el perfecto para aquella tarea. Por más que fuera; no podría practicar sola; sin que alguien vigilara que nadie la viera o que le avisara cuando alguien llegase. Necesitaba alguien con quien hablar y descargar su frustración cuando no pudiese manejar la espada. Este hobbit sería el ideal.

"Planeo mejorar mi manejo de la espada; pero sola" –dijo en tono serio- "Pero necesito a alguien que sepa o que estoy haciendo y vigile que nadie se entere. A veces, necesitas hacer las cosas por ti mismo para obtener verdaderos resultados"

Al fin el pequeño hobbit entendió todo lo que decía Kate y estaba totalmente dispuesto a ayudarla. Se sentía honrado de haber sido elegido por la joven como cómplice de su práctica; aunque no dejaría de preocuparse por aquella decisión tomada. No estaba seguro de lo que sucedería si la joven Kate se hiciera daño tratando de convertirse en guerrera.

"Dejad la preocupación de lado, amigo" –dijo Kate animándolo un poco- "No es que me vaya a enfrentar con los tales orcos mañana mismo" –continuó colocándole una mano en el hombro- "Aunque supongo que tarde o temprano lo tendré que hacer"

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Y desde ese día comenzó la exhaustiva práctica de Kate. Durante el día y mientras la compañía estaba en movimiento, Kate permanecía sobre Bill y se hacía pasar como una joven que se estaba recuperando de sus heridas. Por la noche y cuando todos descansaban; se apartaba un poco del sitio donde acampaban y tomaba la espada; mientras, Sam se hacía el dormido cuando vigilaba que nadie se acercara a donde estaba Kate.

No fue sencillo. Las primeras veces fueron casi mortales para ella. Las heridas no la dejaban moverse fácilmente y le dolían y ardían las piernas inmensamente; la espada, pesada y larga, constituía en una gran carga para la maga. Constantemente se caía y se raspaba los brazos y piernas levemente. Las manos se le ampollaron por el exceso de práctica y había optado por amordazarse la boca para no gritar cuando el dolor era muy fuerte. Debido a las largas jornadas con la espada, la maga poco dormía y casi siempre se tambaleaba en el pequeño pony cuando sus ojos se cerraban por cortos periodos durante la larga marcha. En esas ocasiones; Sam se le acercaba y le despertaba para que siguiera adelante; lo último que le haría falta a Kate era caerse de un pequeño caballo.

Además, gracias a que no tenía el reposo necesario; sus heridas no cerraron rápidamente, como se suponía debía ser; sino que se demoraron en cicatrizar; algo que le llamaba la atención a Aragorn de sobremanera, ya que era de esperarse que con la ayuda de un poco de medicina Élfica, las heridas sanasen rápidamente; pero en el caso de Kate, era lo contrario; en especial cada vez que se levantaban después de haber 'dormido' un poco.

Cada vez que el montaraz le decía a la joven que le parecía extraño la evolución de aquellas heridas; Kate le decía que siempre le había costado cicatrizar cuando tenía algún accidente. Pero por dentro sabía que las heridas no sanarían hasta que dejara la práctica; cosa que no haría por ahora. Lo bueno, si se veía con actitud positiva, era que ya se estaba acostumbrando al dolor y que ya no necesitaba amordazarse para no gritar. Ahora practicaba libremente y después de cada jornada se limpiaba sus heridas sin que Aragorn se diera cuenta. Además, de tanto manejar la espada; sus brazos dejaron de dolerle y sus manos habían creado la suficiente resistencia como para que las ampollas dejaran de aparecer. La joven estaba logrando dominar el arte de la esgrima y ya era lo suficientemente buena como para defenderse de unos cuantos ataques; por lo menos ataques por parte de lobos.

Sam Gamgy; su hobbit de confianza, se sentía muy contento de ver aquel magno avance en la habilidad de Kate. Ahora dormía por las noches sin necesidad de vigilar a la joven (lo cual era algo excelente para el pobre que estaba sujeto al horario de la maga); ya que la maga había decidido que podría estar pendiente ella sola de que nadie se acercase; la práctica de la espada le había desarrollado, no solo su manejo de la misma, sino sus 5 sentidos. Era como si hubiese abierto una caja secreta dentro de su mente. Ahora escuchaba sonidos que otros no alcanzaban a identificar y olía esencias que otros no podían percibir. Desde luego, tal habilidad no superaba las de Aragorn o Legolas, pero aún así eran un gran avance.

La espada empezaba a volverse su gran aliada; ahora la manejaba como si lo hiciese desde hacía mucho tiempo. No la maniobraba tan bien como los hombres de Tierra Media; pero para ser una maga del siglo XXI, era algo asombroso. La joven se sentía muy contenta con aquella mejora.

"Bueno" –pensó estirando sus brazos en medio de la noche- "Demos por terminada la lección de hoy" –dijo mientras miraba al cielo. Se encontraba en un pequeño claro no muy lejos de la compañía y ya era hora de regresar- "Kate Connors. Regresemos al campamento y allá le echaremos un ojo a tus piernas" –pensó regresando con mucho cuidado por el camino de vuelta.

A lo largo del camino a Moria había aprendido a caminar sigilosamente; sin hacer ruido alguno. Muchas veces Frodo y el resto de hobbits le habían dicho que empezaba a parecerse a un elfo. No solo comenzaba a desarrollar sus sentidos como los de ellos, sino que caminaba muy parecido a Legolas. Esto, obviamente, no le hacía mucha gracia al príncipe del Bosque Negro; pero Kate lo tomaba como un cumplido al pensar en los Elfos de Rivendel.

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No había llegado al campamento cuando divisó la figura de alguien recostada cerca a un árbol casi al lado de la compañía. Kate se acercó lentamente pensando en la posibilidad de un intruso o algún vigilante de Sauron. Desenvainó la espada sin generar ruido alguno, ya que después de varias cortadas en la pierna durante las prácticas, había aprendido a guardarla y sacarla correctamente sin lastimarse. La silueta de la joven era delineada por la suave luz de la Luna que pronto volvería a ocultarse con la llegada del amanecer; su corazón comenzaba a latir más rápido de lo normal ante la presencia de un posible extraño. Pero todo esto desapareció al darse cuenta de que aquella figura pertenecía a Legolas; que reposaba en ese lugar.

La maga se acercó un poco más con curiosidad por ver cómo dormía el elfo; pero su sorpresa fue mayor al ver que sus ojos se encontraban casi abiertos y un tanto acuosos, reflejando la luz de las estrellas en ellos.

"Ahh!" –gritó Kate y enseguida se puso la mano en la boca tratando de apagar el grito. La imagen de Legolas en aquel instante parecía más la de un zombi, que la de un Elfo.

El príncipe del Bosque negro se levantó enseguida al oír la voz alarmada de Kate. Su reacción fue tan rápida que no le dio tiempo a la joven de salir corriendo y esconderse para no ser vista. Se levantó en un segundo y la miró a los ojos fijamente; había sacado un puñal Élfico y ahora lo apuntaba a la maga, ya que no reconocía quién era debido al susto que él también tuvo con el grito de la joven.

"Legolas!" –Dijo Kate en voz baja pero aún llena sorpresa- "Dios! qué susto me diste!"

El elfo guardó al instante el puñal. Miró a Kate con los ojos fríos pero, extrañamente, ocultando algún otro sentimiento provocado por el inesperado encuentro.

"Kate, qué estás haciendo aquí?" –Dijo manteniendo firme la mirada- "Y qué haces con una espada?"

Kate se mordió el labio inferior y tartamudeó un poco antes de hablar "Yo... eh... No podía dormir y decidí caminar un poco" –dijo con una sonrisa fingida y nerviosa

Legolas levantó la ceja derecha sin creer una palabra de lo que decía la joven maga "Y tú qué haces caminando cuando deberías guardar reposo por tus heridas?" –indagó.

Kate trataba de evadir la mirada penetrante de Legolas "Mis heridas? pero si están mucho mejor!" –exclamó dando un pequeño brinco para demostrar su estado; aparentaba estar bien, aunque por dentro el dolor al que ya se había acostumbrado, volvía a salir.

Legolas cruzó los brazos y miró las piernas de Kate; si no hubiera sido por aquellos pantalones bagguis que ahora estaban un poco sucios; se hubiera dado cuenta de que los vendajes de Kate estaban rojos por la sangre que salía de las heridas que una vez más se habían abierto levemente.

"Mientes" –dijo con voz seca- "Aragorn se ha estado preguntando por qué tus heridas no han cerrado todavía, y tú dices que estás perfectamente bien"

"Aragorn tiende a preocuparse demasiado" –dijo la maga mientras se recostaba a un árbol- "Yo soy la que tengo las heridas y yo digo que estoy bien"

Legolas la miró escépticamente "Y hablando de arrogancia..." –dijo con cierto dejo en su voz

"Hey... vas a comenzar?" –preguntó Kate sarcásticamente- "Duerme un rato más 'orejitas'" –continuó volviendo a enderezarse para regresar al campamento.

Pero no pensó que sus piernas fallarían. Había estado ocultando el dolor tan bien, que por un momento pensó que no existía alguno. Pero el ardor y los espasmos en los músculos seguían, y al tratar de enderezarse una vez más, sus piernas perdieron fuerza para mantenerla de pié. Todo sucedió como en cámara lenta mientras Kate pensaba en el golpe que venía en aquel instante,

Aunque nunca llegó a tocar el suelo...

"Y dices que estás bien" –dijo la voz de Legolas, quien trataba de ocultar la preocupación que surgía ante la falla en las piernas de Kate. En un elegante y rápido movimiento, digno de un elfo, había alcanzado a agarrarla antes de caer.

Kate volteó los ojos mientras hacía una mueca con su cara (algo que Legolas no alcanzó a ver). No se había dado cuenta del tono de preocupación en la voz de Legolas y consideraba aquella frase otra burla más. "Estoy bien; eso es definitivo" –respondió con voz seca mientras se esforzaba por levantarse. El elfo todavía no la soltaba.

"Si estás bien, por qué la caída?" –preguntó Legolas dejando pasar el comentario de Kate. En estos momentos no le importaba si parecía amable. Sabía que la joven no se encontraba bien; podía percibirlo perfectamente.

"Suélame, Legolas" –dijo Kate con voz seria pero con un tono de dolor; no se le hacía muy fácil ocultar lo que sentía en verdad.

"Está bien" –respondió el elfo soltándola suavemente mientras la dejaba de pié- "Como desees"

"Gracias" –dijo Kate de mala gana, sacudiéndose la ropa un poco- "Ahora, si me lo permites, regresaré al campamento.

Legolas no respondió. Solo la vio partir y la siguió con la mirada hasta que llegó a donde se encontraba el resto de la compañía y penosamente se sentaba en el piso. Los ojos del elfo lograban ver con detalle la cara de la joven; claramente se observaba el dolor que ahora no era ocultado por la maga, pensando que nadie la veía.

"Cómo puedes tener el alma de una guerrera y el corazón tan lleno de dolor y pesar?" –susurró para sí el Elfo- "De dónde sacas tan asombrosa entereza, joven de tierras lejanas?"- y diciendo esto partió de regreso al campamento.

* * *

Silver Card: Y eso es todo!. De nuevo les pido que tengan un poquitín de paciencia. Como avance les digo que el siguiente capítulo es de la llegada a Moria ( y la partida de Gandalf =( *sinf*); y no se preocupen que pronto tendremos a nuestra Kate con magia en la historia! Please. Dejen sus reviews y díganme si les gustó. Chau!