Silver Card: Para todo el que esté leyendo! (después de miles e inconvenientes) El octavo capítulo de esta historia! (al fin ¬ ¬). Espero lo disfruten al igual que los anteriores.

GRACIAS POR SUS MARAVILLOSOS REVIEWS!

Capítulo 8:
En la oscuridad de Moria

"Cuánto tiempo crees que tarde en encontrar la contraseña?" –preguntó Pippin con cierto tono de aburrimiento en su voz.

"Pip, no tengo ni idea... Ojala sea pronto; a decir verdad me está entrando sueño" –respondió Kate con los ojos cerrados. Ya había pasado una hora y las puertas de Durin no se habrían.

"No podríamos entrar por algún otro lado?" –preguntó una vez más el hobbit

"Lo dudo..." –respondió Kate incorporándose. Tenía sueño, pero estaba cansada de estar sentada. Estar en esa posición era lo único que podía hacer cuando la compañía estaba despierta; se suponía que sus heridas tenían que recuperarse y no podía hacer esfuerzo alguno- "Y si existiese otra entrada, pienso que estaría un tanto lejos"

"Kate!" –se oyó exclamar a Aragorn a lo lejos- "Debes aprovechar el descanso; será mejor que te sientes" –agregó mientras se acercaba

"No, no, no" –respondió Kate quedándose de pié- "Ya he tenido demasiado descanso para mi gusto y lo último que deseo es seguir sentada"

Aragorn rió levemente. Varias veces Kate le había dicho lo mismo pero él siempre lograba que se sentara de nuevo "Tus heridas han tardado mucho en sanar y pienso que su demora se debe a que no quieres estar sentada"

"Tal vez" –respondió Kate mientras observaba al resto de la compañía; Frodo se encontraba sentado al lado de Gimli; Legolas permanecía de pié mirando las puertas de la mina; Pippin y Merry discutían sobre la posibilidad de encontrar otra entrada; Sam hablaba con el pony Bill, el cual tendría que marcharse de regreso a casa y Boromir botaba piedrecillas a la laguna que estaba cerca de ellos- "Pero sabemos que Bill tendrá que partir y entonces voy a tener que caminar no? Por eso es mejor que me vaya acostumbrando desde ahora, ya que he de suponer que tu no pensabas en la posibilidad de que los hombres de la compañía me llevasen como un saco de papas"

"Bueno..." –vaciló en decir el montaras- "Esa hubiera sido una buena forma de atravesar Moria sin que te esforzaras demasiado"

Kate rió levemente para no llamar la atención de nadie- "Estás loco si piensas que voy a permitir eso"

"Kate..." –dijo Aragorn seriamente- "Podríamos turnarnos. Yo te cargaría por un rato; luego Boromir y después Legolas. Nos rot-

"Ni se te ocurra que me voy a dejar cargar por nadie y mucho menos por Legolas" –interrumpió Kate en el mismo tono de Aragorn- "Lo último que quiero es que ESE Elfo me toque"

Aragorn guardó silencio. Sabía perfectamente lo que pasaba entre Kate y Legolas. Pero él conocía muy bien a ESE Elfo y también sabía que existía otro sentimiento en su corazón escondido muy bien; tan bien que ni casi el mismo montaras pudiera haberlo reconocido. Aunque para fortuna de algunos e infortunio de otros, el hijo de Arathorn no solo pensaba que tal sentimiento oculto fuese sólo de Legolas; también intuía que la joven maga estaba sintiendo algo muy parecido.

"Entonces haremos lo que tu deseas" –respondió volteándose para ir a donde Gandalf- "Irás a pié pero al momento en que vea que no puedes caminar; haremos lo que yo propuse..." –y al decir esto se volteó la cabeza un poco para mirar a la joven- "Sin reproche alguno" "Entonces no diré ni una palabra en Moria" –respondió Kate con una leve sonrisa en su rostro.

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Kate miraba al cielo despejado de la noche. Las estrellas una vez más aparecían para darle un poco de fuerzas a la joven maga. En el fondo esperaba que el paso por Moria fuese corto; después de todo, una mina no podía ser demasiado grande. Le preocupaba que algo malo pudiera suceder dentro, y no se refería a un ataque de lobos o algún otro ser de los ejércitos de Sauron. Cada vez se hacía más presente la extraña posibilidad de ser atacados por algo sumamente peligroso fuera del control del mismo Sauron y decidido a atacar a cualquiera a su alrededor, fuese bueno o malo.

Pero eso no era lo único en la mente de la joven, que ahora contemplaba la laguna frente a ella. Desde aquel último encuentro con Legolas había deseado hablar con él sin importar si fuese peleando (lo usual entre ellos dos). El Elfo no había cruzado ni una palabra con ella desde aquel día y la maga hallaba eso demasiado extraño; usualmente algún comentario sarcástico aparecía entre los dos mientras la compañía avanzaba; pero durante estos días nada parecía generar ni una palabra entre ambos.

"No crees que halla un remota posibilidad de q-

"Pippin, si vuelves a preguntarme sobre la posibilidad de que exista otra puerta vas a conocer un lado mío que no te va a agradar para nada, te lo aseguro" –respondió Kate antes de que el hobbit pudiese terminar de hablar.

El mediano guardó silencio por un momento. Ahora sí que había logrado enfadarla. La verdad es que no quería que ella lo tratase como lo hacía con Legolas, ya que estaba seguro de que ése era el lado oscuro del que la joven hablaba. "En ese caso será mejor q-

"Mellon!" -Exclamó Gandalf en al fondo mientras el ruido de una gran puerta abriéndose invadía el lugar y todos volteaban a ver la entrada- "Después de todo, la contraseña estaba inscrita en la puerta; sólo que la traducción tenía que haber sido 'Di amigo y entra'; solo tuve que pronunciar amigo en Élfico y las puertas se abrieron" –dijo Gandalf con una gran sonrisa.

Pero la felicidad de la compañía duró poco. En el instante en el que Gandalf pisó la entrada un gran ruido se escuchó mientras la 'apacible' laguna cerca de ellos se movía frenéticamente produciendo grandes ondas que llegaban hasta la orilla.

"No debiste perturbar la laguna, Boromir" –dijo Kate recordando el momento en el que Boromir había tirado las pequeñas piedras al centro de la misma.

Entonces la laguna parecía que comenzaba a hervir y unos grandes tentáculos salían de ella, llegando hasta el borde de la misma. Todos parecían encadenas al piso y nadie se movía debido al shock en el que se encontraban. Gandalf comenzó a gritar que se movieran y entraran a la mina, pero su llamado había llegado tarde, Frodo había sido capturado por uno de los tentáculos verdosos.

El asombro de Kate era tal que sino hubiese sido porque Pippin la había jalado y la llevaba hacia la puerta, nunca se hubiese movido de aquel lugar y probablemente hubiera acabado como Frodo. La maga vio a Boromir y Aragorn sacando sus espadas para cortar los grandes tentáculos, mientras que Legolas apuntaba sus flechas y las lanzaba directo al centro de la cabeza de aquella horrenda criatura. Pronto, el pequeño hobbit se liberó de sus ataduras, justo a tiempo para correr con el resto a la entrada de la mina. Todos retrocedieron al ver que los tentáculos se acercaban a la entrada y se alejaron aún más cuando estos comenzaron a destrozar las puertas de Durin.

Hubo un profundo silencio entre todos cuando se hallaron encerrados dentro de Moria; sumidos en una gran y fría oscuridad.

"Bueno, bueno" –dijo Gandalf en la oscuridad- "Ahora el pasadizo está cerrado a nuestras espaldas y hay una sola salida... del otro lado de la montaña"

Mientras, Kate trataba de ubicarse en la oscuridad tanteando las paredes; no tenía ni idea si tenía o no a alguien delante. Para su sorpresa, tratando de caminar en la oscuridad se chocó contra la espalda de Legolas quien, a diferencia de ella, podía ver en medio del manto negro.

"Hey!" –Exclamó Legolas en sorpresa mientras se volteaba y se encontraba con una muy desubicada Kate- "Kate..." –dijo con voz monótona- "Quédate quieta"

"Lo siento" –murmuró Kate de mala gana, mientras retrocedía solo para tropezarse con algo extraño en el piso y caer estrepitosamente sobre el mismo.

En ese instante, Gandalf había logrado hacer un poco de luz en medio de tan espesa oscuridad e iluminó enseguida toda la entrada a la mina; la cara de todos en la compañía adquirió una expresión llena de espanto horror al observar el desgarrador y terrorífico paisaje. Decenas de esqueletos se encontraban alrededor de ellos, llenos de flechas negras y espadas rotas a su alrededor; describiendo una mortífera batalla luchada tiempo atrás.

"Esto no es una mina!" -exclamó Boromir- "Es una tumba!"

Y Kate abrió sus ojos solo para encontrarse encima de uno de ellos. Un esqueleto lleno de telarañas y un tanto húmedo; atravesado por una flecha y casi desecho por el peso de la maga. Un grito ahogado por el miedo intentó salir de la garganta de la joven mientras aterrorizada retrocedía desbaratando los últimos huesos de lo que una vez fue un enano.

"Mu... mu... muerte!" –dijo con la voz entrecortada. Legolas volteó para encontrarse con la frágil figura de la joven que temblaba ante la imagen frente a ella. Era cierto que todos estaban demasiado impresionados con las oscuras y crueles imágenes frente a ellos, pero Kate parecía mucho más perturbada que el resto. El elfo no entendía la razón por la cual la joven se encontraba en ese estado, pero verla así le generaba un gran pesar y tristeza en su corazón, lo único que deseaba era abrazarla y decirle que todo estaba bien; pero ya alguien se había adelantado.

"Kate..." –susurró Boromir mientras abrazaba fuertemente a la maga- "Cálmate... son sólo esqueletos de seres que, esperamos vivan en paz ahora"

"No, Boromir" –dijo Kate casi en un susurro- "Sufrieron demasiado... no debieron haber pasado por esto; ni ellos ni nadie más"

"Pero de qué hablas?" –Preguntó Boromir sin comprender- "No has estado aquí; su muerte pudo haber sido rápida y sin dolor; no entiendo tus palabras"

Kate guardó silencio por un instante. Los fuertes brazos de Boromir la hicieron regresar a la realidad. Por un momento se había visto en la última batalla que sufrieron aquellos seres; y había vivido el dolor que sufrieron al morir por defender su morada. Los había visto agonizar frente a ella; tal como William agonizó una vez frente a su mirada; sintió como si una herida cerrada por el tiempo, había vuelto a reabrirse en un abrir y cerrar de ojos.

"Siempre se sufre al morir en manos de la oscuridad" –dijo con voz seria y grave mientras se levantaba. Todos en la compañía callaron en aquel momento; las palabras de Kate se oían muy razonables pero existía algo más detrás de aquella simple oración; un secreto que solo pocos conocían de ella y que otros comenzaban a sospechar.

"Será mejor que avancemos" –dijo Gandalf rompiendo el silencio- "Esperemos que el paisaje mejore un poco al avanzar mientras alejo la oscuridad con la poca luz de mi báculo"

Y así todos emprendieron un viaje a tientas en medio del pesado ambiente de las minas de Moria. Gimli iba adelante con Gandalf y lo seguían Aragorn y Boromir. Más atrás iban Pippin y Merry, seguidos por Kate, Sam y Frodo. Legolas era el último en la línea, siempre cuidando la retaguardia. No pasó mucho antes de que se sentaran comer un poco en un recinto pequeño que era alumbrado completamente por la luz de Gandalf. Para esos momentos, la mente de Kate estaba menos aturdida y había comenzado a pensar en lo bueno que hubiera sido tener su magia en ese momento; con ella hubiera sido posible iluminar la habitación otro poco más y la compañía dejaría de caminar tan lento por los pasadizos para evitar las grietas en el piso.

Grietas que se hicieron más comunes después del descanso, y mucho más anchas en cuanto más avanzaban. Las cosas para Kate estaban bien hasta que Gimli habló mencionando la profundidad de aquellos huecos.

"Las profundidades Moria son tan grandes que pueden llegar hasta el centro de la misma tierra, joven Kate" –dijo como si estuviera orgulloso de tal hazaña

"Ah?" –dijo Kate con sorpresa.

Justo en ese instante una gran grieta de por lo menos 2 metros de ancho apareció en el camino de la compañía. Todos frenaron en seco al ver tal magna prueba de las palabras de Gimli; en verdad parecía que la grieta no tuviese fin.

"Si uno de nosotros cayese por una grieta como esta, todavía se estuviera preguntándose cuándo golpearía fondo" –dijo Aragorn reafirmando las palabras de Gimli.

Kate retrocedió unos cuantos pasos tropezándose una vez más con el Elfo en la retaguardia.

"Últimamente te chocas demasiado conmigo no crees, Kate?" –dijo Legolas con una leve sonrisa de burla en su rostro.

Pero esta vez Kate no prestó atención al comentario. Poco le importaban las palabras del Elfo cuando se veía enfrentada a un problema mayor: Las alturas. Toda su vida había sufrido de una gran fobia a las grandes alturas y por consiguiente a las grandes profundidades. Su miedo era tal que para montarse en un avión se tomaba un par de calmantes; esa había sido la única razón por la cual pudo viajar a África; todavía recordaba que por un momento había planeado irse por mar; sólo que Elizabeth y Dave la obligaron a tomar un avión.

"Legolas, cómo voy a saltar?!" –fue lo único que pudo decir mientras se aferraba fuertemente al brazo del elfo; ya todos en la compañía habían comenzado a pasar la grieta.

La cara de Legolas mostró una gran sorpresa al ver la forma en la que Kate se agarraba desesperadamente a su brazo y se negaba rotundamente a dar un paso más. Nunca antes, la joven había estado tan cerca de él por voluntad propia y esto era bastante extraño para el elfo. Además, jamás había conocido a alguien que le tuviera miedo a las alturas y esto le causaba aún más sorpresa.

"Pero por los Valar, Kate!" –Dijo saliendo de su trance- "Qué es lo que estás haciendo?! Soltadme ya y salta!"

"No, no, no, no" –respondió Kate aferrándose más al brazo del príncipe del Bosque Negro- "Ni se te ocurra que voy a saltar sobre ese abismo" –agregó jalándolo hacia atrás

"Quién dijo que eso era un abismo?!" –replicó Legolas mientras los otros los miraban del otro lado de la grieta. Los hobbits comenzaban a reírse levemente de la situación- "Son sólo dos metros! No te vas a caer!"

"Dos metros para ti no son problema!" –Respondió Kate quieta en su lugar- "Eres un Elfo! De milagro no vuelas, Legolas!"

Ante esto, todos en la compañía no pudieron evitar la risa; hasta Gandalf sonreía ampliamente ante el comentario.

"Kate!" –Exclamó Legolas ahora con la cara roja de la rabia y la pena que le causaba ser el centro de atención- "Sólo salta; si Aragorn lo pudo hacer, tu también lo harás!"

"A Aragorn no le decían 'trancos' por nada, Legolas" –Dijo Kate con voz seria- "tiene zancos en vez de piernas. Me niego a saltar y punto!"

"Pero Kate!" –exclamó Legolas que ahora no se sentía tan mal por los comentarios de Kate ya que había incluido a Aragorn en ellos.

"No y no, Legolas!" –Respondió la joven firmemente- "Tendrán que atarme para que salte. Necesito un calmante!!! Algo!!! Un valium!!!" –exclamó desesperada.

"Mujer Terca" –susurró Legolas- "Tú lo pediste" –y al terminar la frase; tomó a Kate por los brazos y la cargó sobre sus hombros.

"Legolas, Bájame!" –Gritó Kate enfurecida mientras daba patadas con sus piernas- "Bájame ya Elfo!"

"No hasta que pasemos la grieta" –respondió Legolas seriamente mientras tomaba impulso.

"LEGOLAS!!!" –gritó Kate desesperadamente al ver que nada daba resultado. Todos en la compañía miraban atónitos la imagen ante ellos. Un Elfo un tanto exasperado cargando a una joven mujer histérica y amenazante; la situación no podía ser más extraña.- "Ahh!!!" –gritó una vez más la maga cuando Legolas saltó sin ningún inconveniente aquella grieta y llegó al otro lado aterrizando como un sigiloso gato en el suelo de piedra.

La joven maga no habló en aquel momento. No se movía y ni si quiera parpadeaba; sólo miraba al vacío aún cargada por Legolas. Todos miraban asombrados a la pareja mientras el Elfo trataba de evitar algún comentario. Lentamente, Kate fue tranquilizándose mientras que Legolas la ayudaba a bajarse sosteniéndola por la cintura. Los brazos del Elfo eran firmes pero delicados, procurando no hacerle daño a la maga mientras la dejaba en el piso. La joven parpadeó unas cuantas veces y respiró profundamente; por unos segundos se había imaginado la posibilidad de que Legolas y ella hubiesen caído por aquel pequeño abismo. Ahora se encontraba sana y salva del otro lado y toda la compañía guardaba silencio.

"Creo que será mejor que sigamos?" –Sugirió Merry al ver que nadie hablaba- "Después de todo; esperemos que no haya más sorpresas en el camino" –agregó avanzando un poco.

Lentamente la compañía fue avanzando por los caminos de Moria dejando atrás el incidente de Kate y Legolas que ahora iban más callados que de costumbre. El ambiente de aquellas minas parecía empeorar con cada paso que daban; el olor a humedad y el aire viejo y sofocante aumentaban mientras avanzaban y aunque todos sentían gran fatiga por el viaje, ninguno se atrevía a detenerse en un ambiente tan hostil y oscuro. Kate, que tenía a Frodo a su lado, comenzaba a observar ciertos cambios en él. El pobre caminaba con mucho pesar y su mirada se notaba en exceso cansada y perdida. La situación le preocupaba de sobremanera a Kate, que decidió acercarse a Gandalf para comentarle lo que veía en el mediano. "Frodo no se encuentra bien, Gandalf" –susurró Kate al acercarse al mago

Gandalf guardó silencio antes de responder- "No se ha encontrado bien desde que el anillo se encuentra con él, joven Kate"

"Pero..." –vaciló Kate- "Se encuentra muy débil. Sé que nadie quiere detenerse a descansar; pero creo que este hobbit lo necesita más que nadie"

Gandalf suavizó su mirada ante las palabras de la joven –"Siempre preocupándote por todos, Kate" –dijo con una sonrisa- "Tu idea no me parece del todo mal ya que, de todas formas, tendremos que hacer un alto en nuestro camino"

"Por qué?" –indagó Kate confundida

Gandalf se detuvo y se volteó para que toda la compañía lo pudiese escuchar y ver. "No tengo ningún recuerdo de este sitio" –dijo casi titubeando- "Estoy demasiado cansado para decidir y supongo que todos ustedes estarán tan cansados como yo, o más. Mejor que nos detengamos aquí por lo que queda de la noche" –continuó sentándose sobre una roca- "Se que me entendéis! Aquí está siempre oscuro, pero fuera la Luna tardía va hacia el oeste y la medianoche ha quedado atrás"

Kate se sentó a descansar junto a Merry, Pippin y Gimli, dejando descansar a Frodo y Sam que cayeron dormidos en el instante. Las conversaciones de los dos hobbits y el enano, aunque básicamente sobre comidas, mantenían la mente de Kate ocupada en otras cosas mientras miraba a su alrededor. Todo estaba completamente oscuro a excepción del sitio donde acampaba la compañía. A lo lejos se veían grandes fosas que llegaban hasta Dios sabía donde y eso era algo un tanto intranquilizante para la joven. Aragorn y Boromir se hallaban a lo lejos habando de una posible mejoría a las defensas de la compañía (tema que surgió desde el accidente de la maga) y Legolas se encontraba al final del campamento, vigilando siempre que nada sucediese a su alrededor. Kate le sorprendía ver lo poco que se cansaba el Elfo y la escasez de sueño que tenía. Era de los que menos descansaba en la compañía, pero tal vez era de los menos agotados dentro de la misma.

Pero de qué hablaba ella? Ahora mismo sería la que menos habría dormido en todo el viaje del Caradhras hasta Moria. Practicando con la espada había olvidado lo que era un buen descanso y había estado tan ocupada pensando (la primera cosa en la que se parecía a un verdadero mago ahora que lo pensaba) que ni si quiera se había inmutado en dormir; aunque en el fondo sabía que la falta de sueño cobraría su cuenta más adelante.

"Lo tengo!" –dijo Gandalf levantándose de la roca- "No me gusta la idea del camino del medio, y no me gusta el olor del camino de la izquierda: El aire está viciado allí, o no soy un guía. Tomaré el pasaje de la derecha. Es hora de que volvamos a subir.

Y entonces toda la compañía su puso de pié y volvió a caminar. La maga no se había dado cuenta de cuánto tiempo había pasado hasta que volvieron a descansar. Sin duda alguna sus piernas pedían a gritos que reposara sentada, pero ella había decidido no escucharlas desde hacía mucho tiempo. Su mente divagaba en otros pensamientos un tanto más preocupantes que los de sus extremidades; ahora sentía que se acercaba una amenaza cada vez más grande y comenzaba a sentir un poco de miedo en la oscuridad, cosa que nunca le había sucedido antes en su vida (a excepción de aquellos sueños con el gran ojo), pero que ahora comenzaba a hacerse presente. Siempre se había sentido cómoda en la luz o en la oscuridad ya que en ambos estados, siempre veía las auras que la rodeaban y nunca se sentía sola... pero... y ahora?

"Ahora no veo luces ni energía" –pensó tristemente mientras la compañía volvía a avanzar- "Ahora siento como si avanzara con una venda en mis ojos; me siento ciega completamente"

"Qué os preocupa, joven Kate?" –se oyó preguntar a Boromir, que ahora caminaba al lado de la maga- "Su rostro se nota un tanto triste, diría yo"

Kate sonrió levemente; ya estaba comprobado: Toda la compañía la leía como un libro abierto- "Nada más de lo que pueda preocuparte a ti o a cualquiera de la compañía, Boromir" –mintió. La verdad era que sus preocupaciones jamás pasarían por la mente de cualquiera en la compañía a excepción quizá de Gandalf- "Y al igual que todos, espero que tales dudas se disipen pronto"

"Con la llegada de la luz del Sol, esperemos" –dijo Boromir mirando el alto techo de Moria, tal vez buscando algo una grieta que diera al cielo- "La oscuridad de Moria comienza a afectarme más de lo usual"

"No eres el único" –dijo la joven en tono reflexivo- "Estoy segura de que toda la compañía se siente afectada por este lugar; inclusive Gandalf el gris"

"Esperemos que tal afección no confunda nuestro camino" –agregó el caballero de Gondor

"Con un guía como el nuestro?" –dijo Kate- "Lo dudo muc-

"Una bóveda!" –se oyó gritar a Merry detrás- "Vamos!"

La compañía hizo un alto por un momento al llegar al frente de una gran bóveda iluminada levemente por la luz del día. Para los ojos de la compañía, la tenue luz era enceguecedora después de tanta oscuridad, y parpadearon fuertemente al entrar a lugar. Arriba del techo podía verse una pequeña ventana cuadrada que daba al cielo azul afuera de la montaña. Todos sonrieron ante la imagen frente a ellos; pero es misma sonrisa se les borró de la cara al ver el paisaje desolador en aquel recinto.

Una tumba se hallaba en el centro de la bóveda y Gandalf se acercó rápidamente para leer lo que decía su lápida. "Son runas de Daeron, como se usaban antiguamente en Moria" –dijo en voz baja- "Dice aquí en lengua de los hombres y los enanos: 'Balin hijo de Fundin, señor de Moria'"

"Está muerto entonces" –susurró Frodo con pesar- "Temía que fuera así"

Kate volteó su mirada al enano al lado de ella. Habían sido tantas las historias que habían salido de la boca de él; contando las aventuras de su pueblo y de su primo. Tanta la alegría que mostraron sus ojos al oír que partían a Moria. Tanta la felicidad con que cantaba las canciones de su pueblo... tanta la tristeza que ahora se veía en su rostro.

"Gimli..." –susurró Kate mientras se agachaba penosamente; sus heridas le volvían a molestar- "Lo siento mucho"

El enano no respondió; se había puesto la capucha para ocultar su rostro, pero Kate sabía que las lágrimas ahora cubrían su cara. La pena había invadido el corazón de la maga al ver la situación de su amigo. Lentamente puso sus brazos alrededor del enano y lo abrazó tratando de pasarle toda su fuerza para superar tan duro golpe. Todos en la compañía guardaron silencio al ver a la joven abrazando al enano; la imagen era tan conmovedora que más de uno tuvo que voltear la mirada para no dejar que las lágrimas cayeran de sus ojos. Legolas miraba, aparentemente impávido, a los dos seres frente a él; pero dentro, su corazón dolía con la pena del enano y la congoja en el corazón de la joven mujer.

"Que la paz de mis sencillas palabras llegue a tu corazón, querido Gimli" –susurró Kate al enano- "Dejad a un lado la congoja puesto que el valiente Balin está ahora en un reino más grande y armonioso que este oscuro lugar"

El enano permanecía callado, pero Kate intuía ahora que sus palabras lograban calmar un poco la tristeza en su alma y que Gimli pronto volvería con mucha más fuerza y determinación para vencer a las fuerzas de Sauron. Ya todos en la compañía comenzaban a recorrer el salón en búsqueda de algo que pudiese explicar lo sucedido en aquel lugar. Todos se detuvieron al escuchar la voz de Gandalf.

"'Echamos a los orcos de la gran puerta y el cuarto de guar', supongo que diría: 'guardia'; Luego continúa: 'Matamos a muchos a la brillante luz del valle. Una flecha mató a Flói. Él derribó al grande bajo la hierba junto al lago espejo': sigue una línea o dos que no puedo leer y luego dice: 'Hemos elegido como vivienda la sala vigésimo primera del lado norte. Balin se ha aposentado en la comarca de Mazarbul' "–Dijo el mago y después hizo una pausa.

"La cámara de los registros" –interrumpió Gimli- "sospecho que aquí estamos ahora"

Gandalf continuó leyendo cada uno de los fragmentos del libro casi a punto de desintegrarse. Todos escuchaban atentamente a las palabras del mago mientras se formaban una vaga idea de lo ocurrido; el silencio rondaba en aquel lugar mientras un escalofrío subía por la columna de Kate al ir reviviendo cada una de las escenas de la batalla, de la muerte de Balin a manos de un orco, del fin de las minas de Moria... del desasosiego en las mentes de aquellos valientes enanos.

Pero la voz de Gandalf se vio interrumpida por un estruendoso ruido de inexplicable origen, aparentemente. Un crescendo de latas y cadenas golpeando la sólida roca invadieron el lugar y el silencio alrededor de la compañía se interrumpió en aquel instante. Todos voltearon al origen de aquel ruido y no encontraron a otro más que al pequeño hobbit Pippin. Una extraña sonrisa, resultado de una mezcla entre nerviosismo y terror, ocupaba su rostro.

"Tuk Estúpido!" –Exclamó Gandalf al ver la expresión del mediano- "Éste es un viaje serio y no una excursión hobbit. Tírate tu mismo la próxima vez, y no molestarás más!" –dijo con una mirada amenazante en su rostro- "Ahora quédate quieto!"

Pero Pippin no pudo responder. Justo después de las palabras de Gandalf un estruendoso 'Bum Bum' se escuchó a las afueras del lugar. Todos guardaron silencio mientras escuchaban el ruido de muchas pisadas seguidas por el constante sonido de tambores y cuernos de guerra. Kate miró desesperada a su alrededor; esos ruidos no podían ser más que de los que destruyeron a los enanos de Moria; esos seres inmundos de los que la compañía hablaba tanto. La mirada de la joven maga se tornó nublada y preocupada al igual que la del resto de la compañía.

"Se acercan!" –gritó Legolas detrás de Kate.

"No podemos salir" –dijo Gimli en tono frustrado

"Atrapados!" –continuó Gandalf mientras dejaba el libro a un lado. Kate abrió los ojos en terror cuando los pasos de al parecer, una tropa completa se dirigían hacia ellos.

Boromir corrió a cerrar las puertas, dejando abiertas solo las salidas al Este. Todos comenzaban a retroceder mientras se preparaban para recibir el ineludible ataque. La manos de Kate comenzaron a temblar una vez más al ver a Aragorn y a Boromir sacar sus espadas y a Legolas apuntar su arco a la entrada. Vio cómo la espada de Frodo, Dardo, brillaba en la oscuridad con una luz tenue helada; ella, al igual que el resto de la compañía sabía lo que significaba esto: Orcos muy cerca.

"No, Kate; esta vez no vas a quedarte sin hacer nada" –se dijo para sí mientras calmaba el temblor de sus manos. Las heridas en sus piernas le recordaron el dolor que tuvo que vivir al ser atacada y no lo iba a permitir una vez más.

Unos pies pesados resonaron en el corredor. Boromir se lanzó contra la puerta y la cerró con el hombro; Lugo la sujetó, acuñándola con hojas rotas de espadas. La compañía retrocedió unos pasos más, mientras los hobbits se colocaban detrás de los más grandes. Kate volteó a mirar a Sam por unos momentos.

"Es hora de mostrar lo aprendido, querido Sam" –susurró sólo para él

Los ojos del hobbit dejaron de mostrar miedo para ahora mostrar preocupación por la joven maga "No se haga daño, joven Kate; o este hobbit nunca se lo perdonaría" –dijo en voz baja y entrecortada

Kate sonrió levemente y regresó su mirada a la puerta. Ahora estaba decidida y con la fuerza suficiente para enfrentarse a quién fuera. Los pedazos de espada comenzaron a caerse de la tranca cuando la maga corrió al lado de Aragorn.

"Dame una espada" –demandó con seguridad en su voz

Aragorn se volteó y la miró con la misma preocupación de Sam "Kate, no has practicado en mucho tiempo. Sería un gran riesgo dejarte pelear así" –dijo en tono serio- "Será mejor que vayas atrás con los hobbits"

"Aragorn hijo de Arathorn" –respondió la joven decididamente- "Es la última vez que te lo pido: Entregadme una espada; mi lugar no está fuera sino dentro de la batalla"

El montaras guardó silencio por un instante. Boromir y Legolas, que se encontraban detrás, callaron también al oír las demandas de Kate; se encontraban sorprendidos al escuchar tales exigencias. Sabían que la última persona que desearía pelear era Kate; pero ahora todo parecía lo contrario.

"Aquí tienes una" –respondió Aragorn entregándole una gran espada de acero- "úsala para protegerte, pero al menor indicio de problemas, llámanos"

"Gracias" –dijo Kate tomando la espada con suma destreza; algo que nadie pudo observar ya que en aquel mismo instante, las puertas cedieron y las primeras flechas de Orcos salieron dirigidas hacia la compañía.

La joven maga respiró profundamente mientras se encomendaba a los grandes maestros de su orden. Necesitaría mucha fuerza y valor para soportar lo que iba a suceder; pero usaría toda su energía y acabar con aquella amenaza. Sus ojos se abrieron de para en par al ver lo que entraba por aquellas puertas. Decenas de orcos invadieron el lugar infestándolo, no solo con su hedor correspondiente y sus voces temibles; había algo más que afectaba a Kate enormemente: La densa energía que traían con ellos.

Al principio, la joven no reacción y sólo veía a las horrendas criaturas en frente a ella. Las flechas de Legolas atravesaban a cuanto orco pasara frente a él. Las espadas de Aragorn y Boromir destruían brazos y cabezas por doquier; Gimli esgrimía su hacha al lado de Gandalf y acababan con más de las oscuras bestias. Los hobbits, gritando en nombre de la comarca, se defendían con gran valor. Kate...

Sufría de un detestable dolor de cabeza producido por las oscuras energías provenientes de aquellos seres oscuros. La carga era tan fuerte que los sentidos de maga, debilitados por el viaje al pasado, habían podido detectarlos. En otra ocasión, este síntoma hubiese causado una gran alegría a la joven, que entendería que su magia había comenzado a recuperarse; más ahora, la sensación de agobio causada por la percepción de tales energías era desesperante.

"Kate!" –se oyó gritar a Legolas detrás de la maga- "Cuidado!"

La joven, en medio de su desasosiego alcanzó a ver a un orco apuntar una larga flecha negra directo a ella. Pero esta vez no tardó en reaccionar y, a pesar de sus dolencias, esquivó la flecha instantáneamente. Ya no podía permitir que aquellos seres espantosos la atormentaran más; era hora de pelear.

"Ahh!!!" –gritó Kate al momento de blandir su espada y acabar con el orco frente a ella. El penetrante hedor de los servidores de Sauron llenaba el lugar y mientras Kate peleaba trataba de cubrirse la nariz para no sentirlo.

"Pippin, cuidado!" –volvió a gritar al ver a un orco acercarse peligrosamente al hobbit. La joven maga peleaba con todas sus fuerzas para defenderse y defender a todo el que estuviera cerca. Pero a penas vencía a los orcos a su alrededor, como una plaga incesantes, decenas más llenaban el lugar. Pronto los brazos de Kate comenzaron a cansarse y su cabeza se sentía explotar con la cantidad de energía negra a su alrededor.

"Por qué no se acaban?!" –se preguntaba mientras trataba de abrirse camino entre aquellos monstruos- "Ahh!" –gritó mientras caía arrodillada en el piso. Sus piernas habían fallado completamente; se había dedicado a pelear tanto que se la habían olvidado sus heridas aún sin sanar completamente, y ahora estaba pagando por ello: Sus piernas no reaccionaban.

"Ayuda!!" –gritó la joven a todo pulmón, buscando que su voz fuese escuchada entre los gritos de orcos y otras criaturas de la misma calaña.

'Bum, bum... bum, bum' se escuchaban grandes y estruendoso pasos acercándose a la bóveda. Hasta los orcos atacantes guardaron silencio momentáneamente; un gigantesco troll entraba en la escena llenando de espanto todo el lugar. Kate dejó de respirar por un instante al ver tan grande criatura, y sus ojos se abrieron aún más al ver el mazo gigante que traía en sus manos. El arma comenzó a batirse intentando acabar con cualquier miembro de la compañía; incluida Kate, que no podía moverse e intentaba defenderse de los orcos alrededor de ella.

"Apártate!! Ayudaaa!!!! Aragorn!!! alguien!!!" –grita casi sin voz, tratando de llamar la atención de alguno en la compañía; pero al parecer, lo único que hacía era atraer más orcos. Ahora el dolor era mayor y comenzaba a marearse; sus heridas abiertas clamaban por un descanso, pero ella más que nadie sabía que no podía tomarse uno.

"Ahh!!" –gritó una vez más al sentir el filo de una espada cortarle levemente el antebrazo. Las gotas de sudor no dejaban de caer.

En ese momento apareció Aragorn detrás de los orcos atacantes; y como la esperanza que renace de la nada; Kate se sintió nuevamente a salvo al ver como caían los orcos uno por uno frente a ella. No muy lejos, Legolas se encontraba derribando al Troll que había llegado hacía poco. El combate estaba llegando a su fin.

"Te encuentras bien?" –preguntó Aragorn mientras se acercaba a Kate, apartando los cuerpos de orcos caídos en su camino.

"Yo?" –dijo Kate casi sin voz- "A buena hora apareciste"

Aragorn sonrió levemente "Sigues con tu sentido del humor intacto, Kate" –dijo mientras la ayudaba a levantarse- "Pero no puedo decir lo mismo de tus piernas o tu brazo"

"Bah" –respondió la joven tragándose el dolor- "Comienzo a acostumbrarme. Será mejor reunirnos con los demás"

Era extraño ver cómo después de una batalla, el silencio que aparecía era tan pesado y abrumador, que cualquiera podría enloquecer estando solo. Todos en la compañía se reunieron cerca de una columna donde se hallaba Frodo, tendido en el piso; al parecer estaba herido.

"Frodo!" –exclamó Kate acercándose al hobbit- "Santo Dios qué te ha pasado?"

El hobbit no respondió. Sólo apartó un poco de su camisa para revelar una singular sorpresa.

"Mithril!" –exclamó Gandalf con sorpresa- "Al parecer este hobbit nos tiene algunas sorpresas"

Pero no había tiempo de conversar ni sentarse a descansar. Lo último que necesitaban eran ser emboscados una vez más. Rápidamente la compañía recogió las cosas y huyeron por las puertas del Este.

Legolas miraba de lejos a Kate. Se veía claramente que la joven sentía mucho dolor, pero era increíble la manera en como lo intentaba esconder. Corría tan rápido como podía, pero algunas veces la compañía parecía avanzar más rápido que ella. El elfo se detenía en aquellos instantes y esperaba a que la joven maga los alcanzara; pero la situación se les complicó más al llegar a una gran sala con inmensos arcos tallados en la piedra misma. La compañía venía siendo perseguida por un ejército de criaturas del bajo mundo y ahora estaban sitiados por cientos de orcos. Todos apuntaban sus armas a los monstruos frente a ellos; pero la desventaja era muy grande.

"Esto era lo que nos faltaba!" –pensó Kate con frustración y pesar mientras apuntaba su espada a un desagradable orco frente ella.

En ese momento, un extraño ruido invadió el inmenso lugar. Cada estancia de la gran sala comenzaba a iluminarse y todas las criaturas que rodeaban a la compañía huyeron despavoridas al sentir la energía de un ser no muy agradable cerca de ellos. La maga percibió la gigantesca energía de algo que causaba terror, no solo a buenos, sino a malos; algo tan oscuro como una noche sin Luna ni estrellas; algo del bajo mundo, antiguo y peligroso. Esta, sin duda alguna, era la amenaza que ella había estado temiendo desde hacía mucho tiempo.

Al parecer, Kate no era la única que había sentido tal poderío. Legolas había dejado caer la flecha que hacía unos momentos apuntaba a los orcos amenazantes. Ahora una mirada de terror y sorpresa cruzaba por sus ojos.

"Un Barlog!" –gritó con miedo en su voz. Esto impactó aún más a Kate; si Legolas tenía miedo era porque las cosas estaban muy mal

"El daño de Durin!" –dijo Gimli dejando caer el hacha a sus pies y cubriéndose la cara. Kate estaba silenciosa ante estas palabras. Qué era lo que se acercaba a ellos y por qué diablos no corrían?!

"Un Barlog" –murmuró Gandalf para sí- "Ahora entiendo. Huid todos; este es un enemigo que supera todos vuestro poderes!"

La compañía comenzó a movilizarse dejando atrás la temible amenaza. Pero las minas de Moria no eran tan fáciles de atravesar, y para llegar al puente de Khaza-Dum habían muchas escaleras por cruzar. Altas y empinadas escaleras cuyos lados mostraban la gran profundidad de la morada de los enanos mineros. Kate dejó de respirar al ver el largo trecho que tendrían que recorrer. Su corazón dejó de latir en aquel instante y el dolor de sus heridas era ahora reemplazado por el súbito pánico, seguido por un escalofrío que recorrió cada una de sus vértebras. Esto era lo último que se había imaginado encontrar en unas minas.

"Kate, vamos!" –dijo Merry jalándola del brazo- "Qué esperas!"

"No, no" –susurraba la maga con los ojos llenos de lágrimas- "No puedo... no" "Puedes hacerlo" –dijo Boromir detrás de ella- "Sostente de mi brazo y saldrás de aquí enseguida"

Sin saber qué hacer; Kate siguió las instrucciones del Caballero, cerrando sus ojos con temor. Sus manos y piernas temblaban y no era capas de mirar abajo. Pronto la compañía se hallaba cruzando las grandes escaleras. Una gran grieta los separaba de donde se encontraban, al gran puente. Uno a uno fueron saltando, mientras Kate permanecía inmóvil; esto era lo más difícil que había podido vivir en Tierra Media. Ya no respiraba ni se movía; parecía una estatua pálida y no tenía interés alguno en cambiar de posición.

"Vamos, Kate!" –gritó Legolas del otro lado- "Salta"

La maga no respondía. Frodo y Aragorn se encontraban detrás de ella esperando a que saltara y Boromir ya había pasado la grita llevando consigo a Pippin y Merry. Era su turno y todavía no se movía.

"Salta, joven Kate!" –gritó Gimli frente a ella- "No es mucho el espacio que hay!"

"Kate, salta. Debes hacerlo!" –gritó Gandalf animándola- "Una persona como tu debe vencer sus miedos!"

"Miedos" –pensó Kate- "Vence tus miedos"

"Juro por los Valar hacer lo que me pidas, si saltas Kate!" –exclamó Legolas entando en desesperación.

"Debo hacerlo..:" –pensó cerrando los ojos, tomando impulso y saltando hacia los demás. Los fuertes brazos de Legolas la atraparon sin ningún problema. La maga se sintió una vez más segura junto al Elfo y por un momento olvidó la rabia que tenía contra él. Frodo y aragorn saltaron justo antes de que la piedra cayese y un gran suspiro y relax siguió aquel momento de tensión y una vez más Kate se movió con el resto de la compañía hacia el puente.

El cruce del Khaza-Dum fue mucho más sencillo para la maga, ya que el salto anterior sirvió para romper la fobia a las alturas y esto fue de mucha ayuda para la compañía y ella; ahora podían ir más rápido y al cabo de unos minutos; todos habían cruzado... todos excepto un miembro.

Gracias a la alegría que sentía Kate al poder cruzar el puente; su magia no detectó algo más: El Barlog no había desaparecido y ahora Gandalf lo enfrentaba en la mitad del puente. El mago desafiante se encontraba mirando al enorme monstruo frente a él sin retroceder un milímetro; estaba dispuesto a impedirle el paso a la bestia de fuego y su espada Glamring brillaba mientras la blandía en el aire; pero había algo en esa escena que inquietaba a Kate.

"Hay mucha energía" –pensó mientras miraba asombrada- "Gandalf..."

Los sentidos de la maga se encontraban abrumados ante la cantidad de energía que percibía en el lugar. Gran parte de esa fuerza pertenecía a la bestia Barlog y estaba dispuesta a utilizarla para acabar con Gandalf.

"No pasarás" –Gritó Gandalf apoyando su báculo en el puente. Kate presentía lo que iba a suceder. Pronto se levantó desesperada "Gandalf!" –gritó con todas sus fuerzas

La Bestia Barlog comenzó a caer hacia las profundidades de Moria; mientras Kate rogaba porque volviera su energía; todos en la compañía sonrieron al ver que el monstruo caía pero la maga presentía que no era el final.

"Vuelve!!" –gritaba para sus adentros con lágrimas en los ojos; abría sus manos de par en par para provocar algún indicio de energía, pero nada sucedía "Estúpida Magia!... estúpido viaje!!! vuelve!!!" –se decía para sí con mayor frustración.

En ese momento el látigo de Barlog se estiró una vez más tomando consigo uno de los pies de Gandalf y jalándolo hacia la oscuridad. Todos en la comunidad miraron impactados la escena; nadie había pensado que algo así sucedería.

"Nooo!!!" –gritó Kate mientras comenzaba a correr; pero pronto fue detenida por los fuertes brazos de Legolas, que le impedían avanzar. Más atrás se escuchaban los gritos de Frodo que se lamentaba por lo sucedido. El mago se había sostenido con sus manos del borde de la roca "Corran insensatos!" –exclamó antes de caer en las profundidades de la mina.

Kate utilizaba toda su fuerza para soltarse de Legolas; pero el elfo no permitía que la joven avanzase; sabía perfectamente que Kate se tiraría con Gandalf sólo para salvarlo y no podría soportar una segunda pérdida. Pronto, la compañía comenzó a movilizarse y salir por las puertas del este; pero Kate seguía Gritando, llena de frustración.

"Noo!!! Gandalf!!!! Suéltame Legolas!! Suéltame!!" –decía mientras apretaba sus manos en los brazos del elfo y hundía las uñas en su ropa- "Puedo hacer algo!"

"Kate..." –era lo único que podía decir el Elfo en aquellos momentos de pesar y dolor.

"GANDALF!!" –Volvió a exclamar con lágrimas en el rostro- "No por favor... no me hagan esto..." –comenzó a susurrar entre sollozos.

"Kate..." –murmuró Legolas abrazando a la joven fuertemente- "Debes dejarlo ir. Pronto estará con los Valar una vez más" –dijo con voz entre cortada. Todos en la compañía yacían ahora en el suelo cubierto de nieve; nadie podía levantarse. La joven estaba abrazada al elfo y no quería soltarlo; sus lágrimas mojaban la ropa de Legolas mientras este tenía la mirada fija en el horizonte; sus ojos no botaban lágrima alguna, pero una gran tristeza se enmarcaba en ellos.

"Estará bien..." –murmuró una vez más.

"Tierra Media a perdido a un gran mago..." -dijo Kate cerrando los ojos y hundiéndose en el pecho del Elfo- "quizás el más importante de todos..."

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