Silver Card: Si… estoy de vuelta y no con una nota de autor, sino con nada más y nada menos que ¡un capítulo de mi fanfic! Si… es cierto, por favor créanlo: He publicado un capítulo más de 'Encuentra el destino' Extraño… claro; después de casi un año de no publicar nada he regresado con la continuación de mi historia para todos aquellos (pocos, creo) que han continuado leyendo esta historia. Caray, de verdad estoy muy contenta de haber continuado con mi escrito y espero que ustedes se sientan igual de felices que yo por leer algo de esta historia nuevamente )

Desde luego, no espero que mucha gente haya continuado leyendo; pero le dedico este capi a todos aquellos que me han dejado reviews llenos de buenas energías y todo su apoyo para continuar esta historia. Por esta misma razón, he decido mandarle un gran saludo a:

Luz (Pad… que más puedo decir? Mtfbwu always!)

Aless (Amiga… increíble pero cierto, continué con esta locura)

Bichito (Gracias a ti me parece que la gente de Mexico es maravilloso! Gracias por tu apoyo!)

Lothmenel (tu amenazante review definitivamente despertó mi ánimo por seguir escribiendo jaja)

También un saludo a: Bunny1986, Walkyria, Nmp, Alexia, Aqaue, marieLos, Bony, Nataval, Minechan, Sakawaii, SaMaNtHa, Fena de Weasly, Candy Bloom, Eresse, Anabela, First-ayanami. Mil gracias por sus reviews, espero que algunos de ustedes sigan leyendo!

Ahora, para los que continúan leyendo esta notilla de autor; debo avisarles algo: Este capítulo va a ser un abrupto cambio en mi historia. Sé que con esto me estoy jugando la calidad de mi historia pero de veras necesitaba darle otro giro a esta trama antes de que se convirtiera en un cliché más en todo el (entenderán que la historia 'Legolas-joven humana' en muy común y no deseo pertenecer al bloque de lo usual). Por otra parte, hay este giro muy interesante y sumamente inesperado; y de todo corazón espero les guste o por lo menos llene sus expectativas remotamente jeje.

Sin más por decir, prefiero dejarles con este capítulo; eso si, mantengan su mente abierta y pónganse atentos al manejo de los tiempos a partir de ahora. (Nota: los flash backs se manejarán en italicas de ahora en adelante)

Aquí está…

Capítulo 17:

Un nuevo despertar

El constante ruido producido por la pequeña máquina al lado de la cama anunciaba sin pausa y con perfecta exactitud cada latido de la joven que dormía en la habitación. Su ritmo era lento y constante, mostrando que finalmente la ocupante de la cama estaba completamente estable.

El cuarto era amplio y de tonos claros, con techo alto y un hermoso balcón con vista a la ciudad. En el aire se podía percibir un delicado aroma a incienso de sándalo y las sábanas de la cama se encontraban perfectamente tendidas. Con excepción de la máquina, nada más hacia ruido en el lugar… inclusive la respiración de la joven era casi imperceptible: Un sueño profundo la hacía recuperarse de todo lo sucedido.

"Iremos a guerra..." – Interrumpió Kate, tratando de anticipar lo obvio.

"No..." –negó Aragorn ligeramente sorprendido ante la afirmación de la joven maga- "Partiremos al Abismo de Helm" –el silencio de Kate era suficiente como para entender que ella no tenía ni idea de qué era aquel lugar- "Una fortaleza construida en roca sólida, de altas paredes impenetrables que han permanecido erguidas por siglos. El Abismo de Helm ha servido como refugio en incontables ocasiones, y esta no será una excepción"

·.··.·

… "Qué no lo entiendes Legolas? YO seré la que recuerde todo; yo seré la que sufra, la que viva el resto de sus días con este sentimiento. Tú no recordarás nada… en cuanto me valla esto ni si quiera será un sueño para ti" – sus lágrimas mojaron el hombro del elfo. De repente nada valía la pena para ella, ni si quiera el sentirlo tan cerca, sentir su corazón latir con el suyo.

·.··.·

"No debería estar con ustedes, Gandalf! Mi papel era al lado de Frodo. Debía protegerlo hasta el final… cómo puedo ayudarlo estando al otro extremo de Tierra Media? Cómo pude estar tan ciega durante tanto tiempo?" -La noche caía sobre la basta llanura y la joven maga se encontraba sin esperanza alguna. De qué serviría pelear en Minas Tirith cuando el portador del anillo no tenía ayuda alguna?

"No había forma de saberlo. Nadie en Tierra Media podría haber entendido este acertijo. Nadie en Tierra Media podría haber comprendido tu verdadera labor" –La voz de Gandalf sonaba reflexiva pero aún así llena de pesar; de alguna u otra forma sentía que había cometido su primera gran falla en la guerra contra Sauron – "Los pergaminos nunca debieron quedar en manos de Saruman…"

·.··.·

"Podré nunca más verte… pero jamás olvidarte, Legolas Hojaverde" –Su mano acarició las suaves facciones del elfo dormido apaciblemente en medio de sábanas blancas – "Que toda la gracia que existe en mi ser te acompañe siempre… y que mi protección jamás abandone tu lado" –Una lágrima corrió por su rostro mientras los primeros rayos del Sol tocaban el gran ventanal de la torre. Temiendo despertarlo, partió de la habitación sin darle un último beso.

·.··.·

"Nunca pedí tu corazón, Legolas" –café con azul se mezclaron en una sola mirada

El cálido azul se tornó hielo -"Nunca pregunté si querías recibirlo o no"

·.··.·

Sus ojos cafés se abrieron de par en par. Su mente de repente alerta a todo lo que la rodeaba. Aquel último pensamiento aún rondaba en su cabeza y la delicada pero profunda voz del portador de aquellas palabras erizó la piel de la joven que recordaba la frase.

-"Nunca pregunté si querías recibirlo o no"

Una punzada de dolor recorrió su columna rápidamente y llegó a su cabeza en un instante. No, no sería sabio moverse en aquel momento. No cuando su costilla se sentía tan delicada. Dónde estaba?

"Señorita Kate" –Una suave y tranquila voz interrumpió el desconcierto de la joven. Kate volteó ligeramente su cabeza para ver quien era- "Ha tenido usted un descanso bastante prolongado, es una alegría verla de nuevo despierta" –El viejo señor cerró la puerta con mucha sutileza, como no queriendo hacer ruido alguno. Con él traía una pequeña bandeja con jugo de naranja recién hecho y unas tostadas.

Kate parecía no poder articular palabra alguna. Su boca se abría y cerraba como la de un pez en el agua y su mente, por más rápido que quería comprender lo que sucedía, no podía dar con una conclusión lógica ante los eventos que estaba viviendo.

El viejo canoso sonrió ampliamente. Oh! la señorita Kate siempre necesitaba un tiempo extra para asimilar una sorpresa. Aunque de repente su sonrisa se vio opacada recordando la situación en la que se encontraban todos ahora: Esta vez la joven Kate tenía todo el derecho del mundo para estar confundida… y algo le decía que las cosas no se aclararía por un buen tiempo.

"Joe?" –La voz quebradiza de Kate se oyó resonar por la habitación, rompiendo el monótono ruido de la máquina al lado de la cama – "Eres tu?" –Agregó sonando un poco más segura de sí. Al parecer hacía mucho no hablaba.

El anciano sonrió una vez más. A pesar del asombro en el rostro de Kate y de su obvia confusión, aún podía notar un toque de alegría en sus ojos cuando mencionó su nombre "De nuevo a sus servicios, señorita Kate" –pronunció solemnemente.

"Yo… estoy de vuelta?" – ahora la voz de Kate se escuchaba temerosa. Sus ojos viajaban de un punto de la habitación a otra; recorriendo las altas paredes y reconociendo las pinturas y muebles dentro del cuarto… su cuarto "Estoy en mi casa?"

Joe intentaba buscar una respuesta adecuada para el momento. Claro que estaba en casa, pero la señorita Kate parecía no comprender del todo lo que sucedía. Como si hubiese pensado que despertaría en algún otro sitio distinto. El mayordomo aún no conocía toda la historia sucedida, ni Elizabeth o Dave habían tenido tiempo suficiente para explicarle lo que había pasado los días anteriores "Señorita Kate… está es su casa… en New York" –el anciano dejó a un lado la bandeja con el desayuno, para dirigirse lentamente a la cama de la joven.

La joven comenzaba a entender un poco. Por su mente pasaban a toda velocidad imágenes sobre la Batalla en el Abismo de Helm; podía recordar claramente al mar de orcos que atacaban la gran fortaleza, el hedor de la batalla, la atmósfera pesada que la rodeaba, el cansancio de sus piernas y brazos; la desesperación en medio de la multitud… la visión de Gandalf el Blanco descendiendo hacia los enemigos seguido por un regimiento de Rohirrims dispuestos a terminar el sangriento encuentro… el final de la batalla.

… Y una flecha.

Los ojos de la joven se abrieron de par en par y con sus manos palpó sus costillas; allí, donde el dolor se hacía más fuerte, un vendaje cubría delicadamente una profunda herida. Kate levantó su mirada hacia el anciano frente a ella; sus ojos ligeramente humedecidos "regresé…"

El viejo mayordomo asintió ligeramente, comprensión y sinceridad en sus ojos.

La visión de unos bellos y profundos ojos azules invadió los pensamientos de Kate. La maga subió su mano y la puso sobre su corazón "Lo abandoné…"

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"Por los … dioses… Eliza…beth!" –Kate casi no podía pronunciar palabra alguna debido al abrazo tan fuerte que su amiga le estaba dando- "También … estoy feliz… de verte"

"Dios, Kate! Nos tenias demasiado preocupados! No sabíamos cuándo despertarías! El tiempo pasaba y no regresabas y te juro: fueron los cinco minutos más largos de mi existencia!" –Elizabeth no soltaba a la maga y sus ojos pronto se habían llenado de lágrimas de alegría.

"Lo… sé" –Kate decía mientras sonreía ligeramente- "Eli… creo que"

"Elizabeth que la vas a asfixiar!" –Replicó Dave entrando a la habitación con rapidez; tanto él como Elizabeth habían llegado hacia unos minutos al edificio, pero la amiga de Kate había subido antes de que él parqueara el carro, dejándolo atrás en el instante- "Elizabeth"

"Ehh… lo siento…" –sonrió levemente la joven mientras limpiaba las lágrimas de su rostro- "No puedo evitar emocionarme…" –ahora sus claros ojos azules miraban con alegría a la joven maga.

Kate sonrió ampliamente, por un segundo olvidando su partida de Tierra Media –"Los extrañé mucho a ambos" –dijo suavemente, mientras se colocaba un poco más recta sobre la cama; sentía su cuerpo pesado y débil, y su respiración era difícil y forzada. Aún debía reposar más.

Era extraño cómo para Dave y Elizabeth habían transcurrido tan solo unos minutos en el tiempo, mientras que para Kate se sentía que había transcurrido una eternidad sin verlos. Todo estaba exactamente como lo había dejado pero el espíritu de la maga había cambiado ampliamente, al igual que sus facciones, su mirada, su forma de usar la magia… sus sentimientos.

"Kate… qué pasó en Tierra Media?" –indagó Elizabeth lentamente, como si estuviera poco segura sobre preguntar o no sobre ese tema – "A quien… dejaste?"

La mirada de Kate se tornó melancólica y sus ojos cafés se aclararon ligeramente. La maga sentía demasiadas cosas en un mismo momento. Su mente daba vueltas mientras su corazón intentaba expresarse de mil maneras. Era como irse en contra de una pared sin poder evitar el golpe. No lograba articular palabra alguna, pero su mirada decía miles de cosas: confusión, dolor, ausencia, silencio, cansancio, desamor, angustia, desesperanza… impotencia.

"Eli…" –susurró el guardián mirando con suavidad a su pareja. Elizabeth lo miró y rápidamente entendió su pedido.

"Iré a buscar un poco de café abajo… seguro que debes extrañarlo también" –dijo mirando a su amiga mientras se levantaba de la cama. El café de la pequeña cafetería abajo del edificio era uno de los favoritos de Kate.

Dave le sonrió levemente mientras abandonaba la habitación, a lo largo de los años Elizabeth y él habían logrado construir un lazo tan fuerte que pocas veces eran necesarias las palabras para expresar lo que quería decir. Pronto sus ojos verdes volvieron a centrarse en una persona: Kate Connors. Aquellas órbitas verdes se mostraban serias pero a la vez comprensivas; dispuestas a buscar en lo profundo de la mirada de la maga, para entender todo lo que había sucedido.

"Kate… cómo te encuentras?" –dijo mientras tomaba asiento en el borde de la cama, cuidando que no perturbara a la joven maga.

Kate respiró profundamente; sabía que por más que deseara guardar silencio y esconderse en sus pensamientos, no podía evitar hablar con Dave: Él necesitaba saber lo que había sucedido; él y todo el Concilio Blanco. Pero cómo explicar algo que ni ella lograba recordar completamente? "Debemos hablar de esto ahora, Dave?"

El guardián asintió con pesar. Si fuera su decisión, le daría todo el tiempo del mundo a Kate para que descansara y organizara sus pensamientos. Pero desafortunadamente el Concilio Blanco demandaba una urgente respuesta debido a los acontecimientos tan importantes en el mundo de la magia; y Kate debía aclarar lo sucedido lo más pronto posible. Aun así, no era eso lo que impulsaba al joven guardián a preguntarle a Kate lo sucedido; había algo más: Algo que temía sobremanera.

"Lo siento Kate, pero al menos necesito saber en qué estado te encuentras. El concilio ha estado preguntando por ti" –respondió seriamente.

'preguntando por mi?' –pensó Kate detenidamente. Cuánto tiempo había pasado desde el regreso a su Era?- "Dave… hace cuánto tiempo regresé?"- preguntó tocando su costado levemente, ahí estaba la tan temida herida.

"Hace cuatro días…" –respondió mientras miraba a la joven frente a él: cómo había cambiado en tan poco tiempo- "Y por cuatro días has dormido profundamente…"

"Comprendo…" –dijo Kate mirando al vacío.

"Kate… qué sucedió en Tierra Media?" –esta vez el tono de Dave era un poco más grave. La maga intentaba evadir su mirada.

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Elizabeth veía como el señor Wang, dueño de la panadería donde Kate solía comprar su café diario, llenaba delicadamente los envases marrones que contenían el delicioso líquido. Aquel hombre canoso se había vuelto un amigo muy cercano de Kate; era extraño cómo la joven hallaba mayor facilidad en relacionarse con gente de edad, en vez de personas de su misma generación.

"Con dos terrones de azúcar, tal como le gusta a la joven Kate" –dijo alegremente el viejo chino- "Nada como un buen café colombiano para dar fuerzas después de la tormenta" –agregó regresando a sus labores. Elizabeth guardó silencio; aquel señor bajito y regordete parecía comprender lo que sucedía alrededor de él, pero nunca daba señales directas de saber lo que pasaba. Algo le decía a la joven que este personaje era mucho más importante en la vida de Kate de lo que parecía.

"Oh no…" –dijo el viejo sacudiendo su mano mientras Elizabeth colocaba dos billetes de 5 dólares en el mostrador- "Estos van por cuenta de la casa"

La joven sonrió alegremente "Muchas gracias señor Wang, Kate estará muy contenta de beber su café nuevamente" –agregó mientras enfocaba su mirada en un bello cuadro chino colgado en la pared.

-- Flash Back --

"Dave… ya han pasado cuatro minutos… algo no anda bien" –dijo Elizabeth levantándose del pequeño banco en el que estaba sentada, su rostro preocupado decía más que sus palabras.

"Eli debes calmarte, estoy seguro de que ella regresará… lo hará" –respondió el joven guardián empuñando sus manos; su rostro se mostraba igualmente preocupado, por lo que poco o nada tranquilizaron sus palabras a Elizabeth.

Un frío viento corrió por la terraza del alto edificio, alertando a ambos ocupantes. Pero la fría corriente anunciaba algo más que un posible aguacero… la brisa era tan fuerte que pronto pequeños escombros y papeles volaban por el aire.


"Daaaave! Qué está pasando!" –gritó Elizabeth agarrándose de un muro cercano. El guardián de Kate, amplio conocedor del elemental viento, conjuró su magia para intentar calmar el vendaval; pero justo antes de que pudiese hacer algo, la brisa cesó.

Un punto de luz apareció en medio de la azotea, y pronto fue estirándose y llenando de luz blanca y amarilla el lugar. En unos instantes un brillante portal estaba en frente de Elizabeth y Dave. Un radiante destello encegueció a ambos. Cuando abrieron sus ojos… ella estaba allí.

"Ha regresado" –dijo el guardián agradeciéndoles a los dioses mentalmente por tenerla de vuelta. Elizabeth estaba muda.

"Acabó… todo acabó" –susurraba Kate tambaleándose levemente. Su ropa estaba impecable pero aún así se veía mal herida y desaliñada. Su vestimenta en tonos verdes y cafés, completamente diferente a la de la Era actual, se veía ligeramente desgastada pero conservaba una especial elegancia y pulcritud. La joven levantó su cansada mirada, sus ojos cafés húmedos y rojizos- "Eli… oh Eli… todo acabó" –repitió tambaleándose más aún; pronto Elizabeth corrió a su lado, llegando justo antes de que la maga cayera al piso

"Kate! Dioses, Kate que ha pasado!" –indagó con grave preocupación la joven amiga, sus ojos comenzando a humedecerse otra vez

"Ha terminado…"-respondió Kate mientras volteaba su cansada mirada hacia Dave, el joven guardián estaba al lado de ella ahora sosteniendo su mano. Estaba callado, analizando la llegada de la que fue su pupila alguna vez.

"Kate…" –dijo el joven de ojos verdes tomando la mano de la maga.

La mirada de la joven estaba perdida en el espacio; su corazón latiendo con fuerza mientras a su mente llegaba el recuerdo de unos ojos azules como el cielo, profundos como el mar… Oh Dioses! Cuánto había dejado atrás "Lo siento…" –dijo mirando levemente a su guardián. "He fallado, Dave; he fallado" –Dave frunció el ceño. Habría fallado en la misión? Kate comprendió su confusión en medio del dolor –"Como maga, Dave… como maga: He fallado"

El guardián miró con cautela los ojos de la joven, conectándose en un instante con ella… mirando a través de aquel café y percibiendo un sentimiento que no debía estar en el corazón de la maga… que no debía estar en el corazón de ningún mago de su clase. En aquel momento dejó caer su mano y abrió sus ojos en sorpresa y pesar "No…"

-- End of Flash Back --

"Señorita Elizabeth?" – Ahora el señor Wang agitaba ágilmente su mano en frente del rostro de la joven- "Señorita Elizabeth?"

"Ah?" –respondió la joven saliendo de sus pensamientos.

"Necesita algo más?" –indagó el viejo con una amable sonrisa… una atmósfera de tranquilidad podía percibirse alrededor de él.

"No… eh.. nada más, señor Wang. De nuevo, muchas gracias" –dijo la joven tomando los vasos con cafés y echando una última mirada al cuadro chino en la pared. Cuán extraña resultaba la vida en tan solo unos días.

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"Sé que tu misión fue un éxito" –dijo Dave intentando hacer hablar a Kate. La joven maga no deseaba responder pregunta alguna y el silencio que comenzaba a presentarse en la habitación se hacía insoportable. Era extraño para el guardián, sentirse tan alejado de ella; siempre habían tenido un especial vínculo entre ellos, no sólo mágico sino de amistad; una gran amistad que rara vez ocultaba algún sentimiento; pero esta vez Kate Connors intentaba guardar lo que sentía muy adentro de ella, y evitar a toda costa que él lo percibiera.

"Cómo sabes que fue un éxito?" –indago Kate con curiosidad; ella misma deseaba comprender qué había pasado. En su mente, sus últimos recuerdos eran de la batalla en el Abismo, en plena guerra del anillo. En qué momento había terminado su misión? En qué momento destruyeron el anillo? Por qué no recordaba nada de eso?

"El Concilio ha reunido a los más importantes magos de ambos hemisferio. Adam estuvo presente y fue él quien precedió la reunión" –Al mencionar el nombre de Adam, Kate levantó su mirada con interés; se notaba que deseaba saber algo sobre su gran amigo, el guardián del Este, aquel que estuvo a cargo de la protección de ambos hemisferios en su corta, pero peligrosa ausencia- "No se detectó presencia oscura alguna en toda la tierra; es decir, no más de la usual" –aclaró el guardián- "Los ataques a magos blancos cesaron, y nuevamente se retornó al precario equilibrio con el que vivimos día a día, Kate. Tu misión fue un éxito"

Aun así la joven no entendía cómo podía ser un éxito algo que ella no recordaba "Pero… yo" –las palabras no llegaban a su boca.

"Qué recuerdas de tu viaje? Qué sucedió en Tierra Media?" –Dave nunca había preguntado tantas veces lo mismo en toda su vida.

Kate lo miró fijamente "No lo recuerdo" –ante esto, Dave frunció el ceño- "Es decir… Yo… yo estaba en el abismo de Helm; estábamos en plena batalla y Gandalf… Gandalf estaba llegando con refuerzos" –Kate movía sus manos levemente, como si con señas pudiese expresar lo que estaba pensando- "Había caído el flanco derecho de la fortaleza… Aragorn estaba a la entrada con el rey y yo… La flecha!" –terminó tocando su costilla y recordando la punzada de dolor que sintió al momento en que la flecha cortó dentro de ella.

Dave frunció el ceño aún más. Abismo de Helm? Pero… la historia no acababa allí! Qué estaba pasando?

"La flecha" –repitió Kate cerrando sus ojos. Oh… cómo le dolía la cabeza; por más que intentaba traer a su mente lo que pasó después de ese instante, su mente la llevaba al momento en que despertó en su cama; como si nada más hubiese sucedido; como si su viaje al pasado hubiese acabado allí y la historia de Tierra Media y la batalla del anillo hubiese continuado sin ella. Como si hubiese partido dejándolos atrás… Dejándolo atrás- "Legolas…" –susurró dejando que una lágrima cayera por su mejilla. La maga bajó su rostro intentando esconder su tristeza.

Dave escuchó su nombre claramente; pudo ver la lágrima que Kate quería esconder correr por su mejilla quemada por el Sol; pudo percibir el pesar en la voz de la maga, el cambio en la energía de su aura, el vacío en su corazón. Algo más había sucedido en aquel viaje; algo que había herido gravemente a Kate, más que una flecha… y tenía que ver con Legolas: el elfo del Reino del Bosque Negro que acompañaba a la Comunidad del Anillo.

"Dime que no lo hiciste, Kate" –fue lo único que pudo decir el guardián mientras colocaba una mano sobre el hombro de ella- "Dime que no permitiste que sucediera"

La maga levantó su mirada mientras se limpiaba las lágrimas "No pude evitarlo, Dave… no sabes cuánto intente… por los dioses! Cuánto traté de apartarme de él… de borrar cualquier sentimiento" –dijo dejando que las lágrimas volvieran a caer- "Pero fallé, Dave… fallé y estoy pagando mi error con cada segundo que pasa de mi vida" –agregó abrazándolo con fuerza

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-- Flash Back --

"Debes comprender que todo mago de tu rango tiene prohibido enamorarse. A lo largo de la historia del mundo se han visto casos desastrosos de magos que deciden tomar ese camino, Kate" –dijo Dave seriamente mientras sostenía en sus manos un largo objeto envuelto en suave terciopelo- "Todo mago que decida enamorarse deberá entregar sus poderes"

"Entonces entregaré los míos cuando llegue el momento" –interrumpió Kate mientras observaba la insignia en su muñeca- "No pedí este tipo de poderes y no es de mi interés usarlos... lo haré solo porque tu no dejarás de molestarme hasta que los use"

"Kate..." –dijo el guardián en tono exasperado- "Tu caso es muy especial y por ende tiene una aplicación distinta de la ley"

"Con eso quieres decir..."

"Naciste con una misión demasiado importante. Y es por eso que dicha ley varía al momento de ser aplicada a los de tu clase. Ni siquiera los de tu rango nacen con poderes tan específicos como los tuyos y solo dos magos son aptos para ocupar unos puestos tan importantes en la Orden del mundo mágico, Kate. Para ti, no es posible negar la magia... ni tampoco aceptar algún otro sentimiento distinto a ella"

-- End of Flash Back --

"Eliges la magia… renuncias a amar; así de simple" –murmuró Kate en medio de la fría noche. El vapor que emanaba de su nariz contrastaba con el helado clima de la ciudad de New York; eran casi las 12 y la vida nocturna de la capital del mundo comenzaba a activarse mientras Kate contemplaba la urbe desde su balcón.

"Uff… vaya frío el que hace en este lugar, ah?" –Dijo Elizabeth sobando sus brazos con fuerza al entrar al balcón- "Deberías entrar, este clima es inhumano" –concluyó mientras tomaba una manta blanca que estaba cerca.

Kate sonrió levemente. A su mente se vino el recuerdo del frío Carahdras de Tierra Media, comparable solo con las nieves perpetuas de los grandes picos de nevados –"He sentido peores climas, Eli… creo que podré soportarlo" –dijo volteándose para verla; su amiga se veía exactamente igual a como la había dejado; de sonrisa infantil pero fuerte mirada.

"¿Demasiado frío en Tierra Media?" –indagó la joven arropándose aún más.

"Más frío que el mismo infierno de Dante, Eli; nunca vi una montaña tan inclemente como el Carahdras" –respondió Kate recordando lo sucedido allí… el frío, la hipotermia, su desmayo

… la voz agitada de Legolas al verla inconciente en el frío.

"¡Oh¡Reconozco ese nombre!" –Exclamó la amiga con entusiasmo- "Todavía se me hace tan extraño que tu hayas estado en esos paisajes tan increíbles de Tierra Media… nunca pensé que ese lugar hubiera existido" –continuó mirando el horizonte; comenzaba a acostumbrarse al frío- "¿Es Lothlórien tan bello como lo describen en el libro?" –preguntó con interés.

Kate no salía de un recuerdo para entrar a otro. Ahora no era Legolas despertándola del frío sueño en el Carahdras; sino Legolas besándola sobre un Talan del Bosque de Oro –"¿Qué día es hoy en nuestro calendario, Eli?" –Interrumpió la joven maga… ya no quería hablar más de Tierra Media.

Elizabeth entendió la indirecta y de cierta forma se sintió culpable de haber traído a Tierra Media en la conversación. Le dolía ver a su amiga en ese estado; le dolía saber que dentro de Kate existía un sentimiento tan fuerte como el que ella sentía por Dave, pero que mientras a ella la hacía la persona más feliz del mundo… a Kate la hacía sentir la más miserable.

"12 de Octubre" –respondió Elizabeth después de unos segundos. Por un tiempo, el balcón se llenó de un inesperado silencio. Los ojos grisáceos de la joven amiga comenzaron a detallar el rostro de la maga. Cuánto había cambiado… era como si en aquellas facciones hubiese pasados los años en vez de los minutos; inclusive aún más tiempo que el que estuvo en Tierra Media. No se veía vieja; pero si más adulta, madura, cansada… de cierta forma más sabia; como si la vida no tuviese más sorpresa que brindarle.- "Sé que eres más fuerte que todo esto, Kate; sé que podrás salir adelante" –dijo suavemente Elizabeth mientras tomó la mano de la joven maga.

Los ojos cafés de la maga se encontraron con los grises de su amiga; había tanto que quería decirle… "Yo… -

"Vaya que si cambiaste en tan poco tiempo…" –se oyó una voz a la entrada del balcón. En seguida ambas jóvenes voltearon para ver quién era- "Debo decir que ahora si luces como maga" –agregó un alto joven de cabellos negros y ojos claros y brillantes como la miel. Su piel blanca contrastando con sus gruesas cejas negras.

Kate abrió los ojos en grata sorpresa –"¡Adam!" –exclamó dándole un fuerte abrazo. Dioses ¡cuánto había extrañado a su compañero en la magia! Sus brazos no eran capaces de soltar al joven que había sido su apoyo en incontables ocasiones y que cuidó de la Tierra en su ausencia- "¡Qué bueno es verte de nuevo!"

Adam sonrió ampliamente al recibir tan efusivo saludo; no podía evitar encontrar la ironía de un saludo como ese, sabiendo que paramazos de tan alto nivel en la escala energética, el protocolo exigía saludos serios y acordes al status que tenían como magos. El joven abrazó con fuerza a la maga ahora detectando algo más en su efusivo comportamiento… algo en Kate Connors había cambiado.

"Grata noticia el ver que estás de vuelta, Kate" –dijo mientras el abrazo se disolvía y ahora ambos magos se miraban con alegría- "Es bueno saber que no tendré que lidiar con toda la tierra yo solo¿no?" –dijo riendo levemente, su profunda voz tenía un toque alegre al hablar.

"¿Cómo iba a dejarte a ti encargado, ah?" –Respondió la maga mirando a Elizabeth también- "No es mi interés dejar que se destruya la tierra ¿Sabes?"

"Ah dioses… al menos el humor no le ha cambiado" –exclamó Adam mirando al cielo- "¿De casualidad no se burla de ti también, Elizabeth?" –indagó el joven mirando a la amiga de Kate arroparse con fuerza

"Todo el tiempo Adam… todo el tiempo" –respondió la joven dándole un espaldarazo al mago antes de salir del balcón. Había demasiado frío y Elizabeth prefería acomodarse frente al fuego de la chimenea, que ver como sus dedos se ponían morados con cada minuto de su estancia en el balcón.

"Dave está preparando un poco de chocolate, dile que me guarde un poco, Eli" –agregó el joven antes de verla partir.

"¿Un buen chocolate para una larga noche?" –dijo Kate sentándose lentamente en una de las hermosas sillas de madera oscura del balcón. El chocolate caliente era la bebida favorita de Adam y aún recordaba las noches en que juntos estudiaban y se preparaban para las pruebas que los ratificarían como magos En plena noche, Adam solía ir a la cocina y preparar dos buenas tazas de chocolate caliente; siempre diciendo una y otra vez que lo mejor del mundo era un 'buen chocolate para una larga noche'.

"Hay ciertas cosas que nunca cambian" –dijo el mago tomando una silla cercana- "Como el dulce sabor del chocolate, el frío de una noche otoño... y el silencio que haces cuando sabes que las cosas andan mal… ¿no?" –terminó mirando seriamente a los ojos de Kate. Aquellas grandes y expresivas órbitas entre café y amarillo se encontraban con la mirada vacía de Kate.

"Quizás tome más de una noche contar una historia tan accidentada como la que he tenido, Adam" –comentó Kate mientras cerraba los ojos buscando un poco de descanso- "Saldría el Sol por el Oriente antes de que pudiera terminarla" –agregó volviendo a mostrar su mirada café tras aquellos cansados párpados.

"Oh… entonces te regalo este y todos los amaneceres del oriente que sean necesarios para que cuentes porqué Tierra Media te ha cambiado tanto" –dijo el joven mago sabiamente, mientras se acomodaba en su silla una vez más. Siempre había sido un buen escucha y gran confidente de Kate Connors. La maga recurría a él cada vez que la frustración tocaba a su puerta y solo él sabía de aquellos secretos que ni el mismo guardián de la 'Estrella del Oeste' llegaba a conocer.

La mirada de Kate se tornó un poco más tranquila después de escuchar las palabras de su amigo. Aunque había pasado casi una semana desde su despertar; y le decía constantemente a su guardián y a su amiga que no deseaba hablar de Tierra Media; la verdad era que en el fondo ansiaba desahogarse con alguien… contarle todo lo que estaba sucediendo en su alma y entregar por un momento sus preocupaciones y volver a ser ella por algunos instantes. No había nadie mejor que Adam para esa labor… sólo él llegaría a comprender todo lo que le estaba pasando y tal vez él le ayudaría a recordar lo que su mente se negaba a contarle… y prepararla para hablar con el Concilio.

Adam cruzó sus largas manos y se dispuso a escuchar… ahora solo la suave voz de Kate podía oírse. Sus ojos cafés comenzaron a brillar cuando detallaba los bellos paisajes de Rivendell y él, en medio de la maravilla y la armonía de su mirada, guardaba para sí cada palabra que su amiga decía… cada gesto que mostraba cuán diferente era ahora la mujer frente a él. Tenía nuevos ademanes y expresiones que parecían haber estado dormidos en ella, y que con aquel largo viaje despertaron de su largo sueño. Fue Adam, el guardián, el amigo, el consejero; quien se dio cuenta que el toque de los Elfos de Lórien, de aquellos libros de Tolkien, ahora se encontraba presente muy sutilmente en cada detalle de aquella mujer que se encontraba ante sus ojos.

… Una leve sonrisa casi imperceptible se formó en sus labios. ¡Cuántos misterios traía el destino y cuántas sorpresas le esperaban en el camino!

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Dave cerró su libro de historia de la magia y dejó vagar su mirada hasta llegar al balcón en el que Adam y Kate se encontraban hablando desde hacía un par de horas. Sólo había interrumpido la conversación de los magos las dos veces que entró a dejar unas tazas con buen chocolate y el resto de la noche se la había pasado leyendo y meditando sobre lo que sucedía a su alrededor. Ahora Elizabeth se encontraba durmiendo en el cuarto de huéspedes y el guardián mágico comenzaba a pensar que también era hora de que él se durmiera.

Por su mente no dejaban de pasar fragmentos de lo poco que había hablado con Kate sobre su viaje. No estaba molesto de que ella conversara más con Adam que con él. Al contrario, Dave sabía perfectamente que Kate solo sería completamente sincera con el mago del Este; y es que con el paso de los años, aquel joven de cabello oscuro como la noche era la única persona que había logrado ganarse la total confianza de Kate Connors. Dave lo sabía… Kate confiaba en él, su guardián; pero él siempre sería su guardián, su guía. Adam era su gran amigo… su alma gemela en el mundo de la magia.

Ya con la mente más tranquila, el joven guardián se levantó y dejó su libro de magia en una mesita cercana. Sus ojos miraron una vez más al par de magos del balcón y de Kate pasaron a Adam. Aquel chico también había sufrido una gran pérdida como la de Kate…

Adam Striedinger, de padre Alemán y madre Turca, nació al sur de Alemania una fría noche de invierno. Al igual que Kate, pertenecía a una adinerada familia y pocas veces tuvo que pensar en dinero; pero a diferencia de ella, él siempre fue un niño y joven paciente, tranquilo y amante de la lectura que rara vez decidía emprender una cruzada contra el mundo: algo muy común en la joven maga frente a él.

Y es que aquel niño de ojos miel y tez blanca siempre convivió con la idea de la magia. Su madre más de una vez le hablaba de aquella energía que movía el mundo y de la sutil belleza de la naturaleza… aún más cuando con tan solo 5 años se fue a vivir a China con sus padres: nada como un traslado a la tierra del gran imperio asiático para comprender que su destino sería el de ser mago. Allí aprendió, conoció y vivió la magia con gran pasión; teniendo siempre la táctica aceptación de sus padres y la guía de un maravilloso maestro; aquel gran ser que la vida le quitaría años más tarde para enseñarle que el dolor y la alegría se llevaban muy de la mano entre los cambios del destino.

Pero aún así, Adam seguía siendo tan distinto de Kate como lo es el agua del aceite. La paciencia del oriente y la sabiduría que solo un anciano maestro podía tener, convirtieron al joven en adulto en un abrir y cerrar de ojos. Lo convirtieron en un mago no solo capaz de resguardar el Oriente con su fuerza, sino de aconsejar y comprender a una maga que a veces cargaba con más peso que el que le correspondía.

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"Es imposible, Kate" –aseguró Adam dejando la taza vacía encima de la mesa. Una ligera expresión molesta al darse cuentaque no había más chocolate- "Tu misión no pudo haber acabado allí… algo me dice que tu jugaste un papel aún más importante dentro de esta historia"

Kate ya comenzaba a tener otro dolor de cabeza –"Adam… está en blanco. Mi memoria está en cero; desde el Abismo de Helm, lo que continúa es mi despertar aquí en New York" –respondió la joven sobando su rostro.

Adam frunció el ceño levemente –"Pero tu estado físico dice otra cosa; estás mucho más débil que lo esperado. Kate, puede que no recuerdes, pero eso no significa que no haya pasado nada"

Kate miró fijamente al mago del Oriente por un instante –"Adam, prefiero entonces no recordar. ¿Para qué buscar en la memoria algo que solo traerá recuerdos de lo que no pudo ser?"- La joven maga se levantó de la silla: demasiado tiempo sentada para su gusto.

La mirada de Adam se llenó de pesar. Ya conocía todo lo sucedido. Ya sabía sobre Legolas Hojaverde, sobre su mirada profunda y seria, sobre su forma de hablar y lo serio de su carácter. Sabía de las discusiones entre él y Kate Connors… y sobre la forma en que logró tomar el corazón de la maga –"Tienes razón… Tal vez todo esto sea lo mejor" –Su mano buscó la larga y bronceada mano de Kate- "Magia y pasión no deben llevarse de la mano" –la mano de su joven amiga estaba fría como el hielo

Kate soltó su mano con suavidad y se dirigió a la entrada del balcón; ya era muy tarde -"Conoce a un elfo y pensarás lo contrario"

Adam percibió una fuerte onda de tristeza romper en su corazón. La magia de Kate comenzaba a manifestarse en nuevas y más fuertes formas "Lo siento, Kate" – la sombra de la maga desapareció tras las cortinas.

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Kate dejó caer su cuerpo sobre la tibia cama blanca de su habitación. El silencio del cuarto solo era comparable con el que podía percibirse sobre un Talan cuando el Sol despuntaba en el horizonte. La joven maga se sintió transportada momentáneamente a aquellos remotos paisajes y una leve sonrisa se formó en su rostro.

"Lothlórien… ¿cuándo te volveré a ver?" –su voz era suave y delicada… un tenue canto en medio de la oscuridad de la habitación

Sus cansados ojos fueron a parar al reloj en su mesa de noche "3:57 a.m. Je… Buena hora para dormir" –agregó tomando el vaso con agua que estaba al lado del aparato. De un trago bebió todo su contenido. Su mirada se posó en el gran ventanal del cuarto: La ciudad seguía tan despierta como hacía dos horas.

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Sus manos buscaban con desesperación quitar la delicada tela que cubría sus hombros. Encontrar la forma de abrir aquel vestido que se volvía un estorbo con el paso de los segundos. Su respiración agitada bañaba su cuello mientras las largas hebras de finos cabellos rubios acariciaban sin cesar la poca piel que había al descubierto.

Legolas nunca había sentido tanta ansiedad en su vida. Nunca el deseo le había nublado tanto los sentidos… "Te quiero… mía" –su voz profunda y baja sonaba dulcemente mortal para los oídos de Kate.

La maga sintió una tibia corriente subir por su columna y erizar su piel. Abajo podía escucharse la alegre música sonar y las voces de un par de hobbits cantar en medio de la celebración por la caída de Isengard. Todo eso parecía insignificante cuando la respiración entrecortada de Kate fue reemplazada por un sutil gemido de la maga al sentir los hábiles dedos de Legolas romper el seguro del largo vestido de terciopelo que la cubría.

"Quiero amar cada centímetro de tu cuerpo" – El elfo presionó con fuerza su cuerpo contra la pared, encerrando el cuerpo de la joven en una dulce trampa. Sus labios quemaban sobre la piel.

Kate intentaba mantenerse coherente en aquellos instantes "Legolas, no podemos… no… debemos" –su voz se perdía en medio de la rápida respiración del elfo.

Aquellos ojos azules se tornaron oscuros como la noche -"Es muy tarde para decir eso" – El largo vestido vinotinto cayó al frío piso, perdiéndose entre las sombras de un elfo y una humana.

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El vaso de vidrio cayó al piso quebrándose en cientos de pedazos. Los ojos de Kate se encontraban abiertos de par en par y su agitada respiración solo podía compararse con la rapidez de los latidos de su corazón. Había sentido su aliento, su mirada, sus manos quemar su cuerpo. Había escuchado su voz y había recordado el olor de su piel mientras vivía un recuerdo.

La joven maga no era capaz de pronunciar una palabra… aún sentía su cuerpo encendido por la memoria de un encuentro furtivo… de un encuentro con él.

En otro lugar… en otro tiempo, un par de ojos azules tan profundos como el mar y tan brillantes como el cielo se abrieron con lentitud. La tenue brisa de la mañana movía con delicadeza las sábanas blancas. La suave tela acariciaba un cuerpo desnudo que comenzaba a despertarse de su corto sueño.

Aquellos ojos azules, cansados y somnolientos, recorrieron la gran habitación con lentitud… Solo estaban él y el viento.

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Silver Card: Dios, espero que les haya gustado y ahora no me vayan a decapitar por este cambio. No os preocupéis os digo! Prometo explicar todo lo sucedido y créanme que lo que pasó en Tierra Media será contado a medida que pasen los capítulos; aún queda mucho por decir de la vida de Legolas, Aragorn y todos aquellos miembros de la comunidad del anillo. Espero de verdad les haya gustado… sino sniff sniff perdón (cara triste) Aún así, espero uno que otro review.

Con cariño… la autora (o sea yo! Jeje)