Coincidencias.
Capitulo 2: Empezando con el pie izquierdo…
El sol en sus ojos, les hizo cerrarlos con fuerza, buscando con desesperación el sueño que iban pediendo, el cual reencontraron bajo el cobertor con el que cubrieron sus cabezas, reconfortándose a si mismos con la calidez de la oscuridad.
Levántense perezosos. Hoy será un buen día -. La voz alegre de su madre parada junto a la cortina amarrada, les indicó que ya era un horrendo nuevo día.
¿Es necesario? -. Le salió la voz adormilada a Ishizu, acomodándose la bata sobre el camisón.
Hoy eligieran su cuarto- Una cara idéntica a la de su madre se asomó se asomó por sobre el hombro de su progenitora -, he iremos a comprar las cosas para amueblar y decorar sus respectivas habitaciones.
Los tres ocupantes de la habitación suspiraron hasta que vieron los rostros emocionados de las albinas, mirándose a lo ojos.
¡Wiiiiii! -Ambas madres se abrazaron - ¡Compras!
Ya era oficial, ese sería un día de pesadilla.
· · ·
Hastiado miró las hojuelas que se hundían grumosamente en la leche de su plato ¿Cuánto tiempo llevaban ya en ese comedor? No estaba seguro, pero sabía que prefería morir, ser comido por las ratas, vomitado y resucitar para hacer de ello un ciclo sin fin, a continuar ahí, escuchando los planes de su madre y tía referente a las habitaciones, o a ambos padres, hablando de los viejos tiempos.
Colmo era ver a sus primos mirándolos como si de repente les hubieran salido dos brazos más, un tentáculo, un tercer ojo en la frente y una segunda boca en la barbilla.
¿Podría haber algo peor?
¿Se te perdió algo en mi cara? –Soltó entonces harto, Mariku.
¿Qué va? Nada. Sólo me preguntaba como es que existan criaturas tan grotescas como tú, pensé que Green Peace había abolido la experimentación en animales. –Bakura entrecerró los ojos al terminar su respuesta, mirando de frente a Mariku, sonriendo con esa sorna que su madre le había heredado. Fue entonces cuando un codo se clavó en sus costillas, mientras su hermano Malik le miraba con recelo, pues Mariku y él eran casi una copia a calca. – El albino rodó sus ojos, terminando su viaje por el techo, cuando regresó su vista a su hermano. - ¿Qué? Cómo si fueras atractivo.
Un pisotón bajo la sencilla mesa redonda occidental donde ellos comían, le hizo recordar a Bakura, que su hermano solía apoyar de lleno el peso de su cuerpo sobre el pie que utilizaba para torturarlo.
Mariku sonrió ante la escena, mirando a sus padres a dos mesas de distancia. – Vamos descolorido, hazle caso al morenito, parece ser más juicioso que tú. Digo, una neurona a dos, es una clara diferencia… -iba a continuar, pero una descarga eléctrica que comenzó desde su rodilla, le hizo detenerse a temblar ligeramente. Unos dedos bajo la mesa le cosquilleaban con su tacto apenas sensible. Los ojos avellanos lo miraron con aprensión, evitando cualquier comentario sarcástico, cínico o hiriente.
Papá te matará si sigues hablándoles así.
El moreno se mantuvo en silencio, temiendo más a aquellos ojos castaños, que a los regaños exagerados de su progenitor. Sí, mucho más miedo.
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Cuando uno escucha la frase "Elegirán su cuarto" normalmente podría fácilmente imaginarse a sí mismo recorriendo las habitaciones para encontrar una a su agrado.
Lastima que en esa familia la terminología de los diccionarios, era lo más alejado a su interpretación.
La libre elección no incluye nunca a un padre señalando tres habitaciones juntas, punteando al azar y diciendo con todo el cinismo de la palabra optar en su boca con un: - Tú aquí, tú ahí y tú allá.
¿Habría algo acaso más desafortunado que eso? Sí, las habitaciones estaban frente a la de sus clónicos primos. Quienes no estaban más contentos que ellos.
Como siempre, Ryou no dijo nada, conformándose con aquello, Mariku se mostró alterado e Ishizu maldijo por lo bajo. Sin duda, mejores lugares había para que ellos estuvieran, no veían el caso de mantenerse ahí, en aquellos molestos (aunque espaciosos) cuartos.
¿Por qué? –la pregunta se lanzó al aire, sin importar mucho de quien fuera.
Porque sí. –respuesta más tonta no pudo haber.
Porque necesitan convivir entre sí. - Bueno, en realidad sí había una respuesta más estúpida. Esa.
No me interesa convivir con ellos, estar cerca de ellos, ni respirar el mismo maldito aire que ellos... - el albino mayor calló al instante con el golpe seco tras su cabeza. Gracias al cielo que tenía mucho cabello que amortiguara la fuerza de la mano.
Cállate, tonto –Sae habló con su acostumbrada autoridad. - . Llevan aquí menos de un día y ya tienes todo contra ellos. Me vale un carajo partido por la mitad lo que me dijiste ayer, es MI casa y YO decido lo que se hace en ella, donde se acomodan o que es lo que respiran.
Pero lo eligió mi tío -. Defendió Malik, que se estaba cansando de su poca participación en este problema.-. Lo más sensato sería preguntarnos al menos si estamos de acuerdo. Y antes de que digas nada madre, yo tampoco estoy muy contento con todo esto. – Los adultos parpadearon a la par, no era común que ese chico se revelara. De Bakura podían esperar lo que fuera, incluso de Odion podían recibir un reclamo o una queja indiferente, pero de su lindo Malik, era una verdadera sorpresa.
Por mí está bien. - Las mujeres sonrieron encantadas, mirando con orgullo al "pequeño" albino, después de su apoyo ante el tema. Luego de eso, cambiaron la dirección de su escudriño, centrando su vista en los quejumbrosos. Y ellos ya no dijeron nada, sólo miraron molestos la expresión clásica de las madres con más de un hijo.
"¿Lo ven?" – Se podía leer en su expresión – "Aprendan de él lo que ustedes nos saben".
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Si le preguntaban una vez más en que prefería dormir, de que color quería su habitación y si quería plantas en ella, podría jurar que gritaría.
Mariku, hijo ¿qué ...
¡Cama, Azul y no quiero plantas! – gritó sobresaltando a su madre, quien dio un paso atrás con un rostro asustado. La tienda entera los miraba, y parecía que el mundo entero había callado ante su grito. Todo quieto y en silencio, su respiración y los pasos de su padre saliendo de la sección de herramientas, era lo único que podría escucharse. Por un momento no supo si tener terror a su rostro enojado, o al regaño que ya venía burbujeando en su boca.
¿Qué coño crees que haces¿Cómo carajos te has atrevido a gritarle a tu madre? Yo te he dado educación, y no la estás usando para nada ¿Dónde fregados la dejaste? El que estés enojado no te da derecho a faltarle el respeto así a las personas, y mucho menos a tu madre... - Si el espectáculo que había dado con el grito había acabado, su padre, con su regaño a media tienda departamental, había empezado otro. Quiso suspirar y cerrar los ojos, pero si lo hacía, su progenitor deduciría que no le estaba haciendo caso, y las cosas terminarían peor, si es que ser criticados por todo el lugar no fuera suficiente ya. Y al parecer no lo era, un chico con la mano levantada en alto, apuntándolo acusadoramente con el dedo índice, se burlaba a carcajada viva a lo lejos, en un pasillo solitario en donde nadie más que él lo veía. El maldito de Bakura se estaba divirtiendo con esto. Sus ojos se centraron en Bakura, cerrándolos tan horizontalmente como un gato en media caza, con ese odio incontrolable que comenzaba a eferbecer en sus entrañas. Ya en la camioneta había sufrido de sus pisotones, miradas rencorosas e insultos lanzados al aire obviados para él - … y no vuelvas a gritarle a tu madre otra vez, que bien le dolió parirte y se lo mal agradezcas faltándole al respeto – y la perorata paterna seguía ahí, ya ni vergüenza que sentir, sólo la espera a que se le cansara la boca. Ahora sabía que había repetido el mismo discurso pero con otras palabras ya al menos dos veces. Suspiró, y rebajando su orgullo, hizo lo único que podría para cerrar la boca del hombre.
Lo siento papá.
Sana suspiró, y Ptah, su padre, cerró el discurso como si nada hubiera pasado. Minutos después la gente retomó sus actividades, casi como si todo hubiera sido olvidado, claro, salvo por las miradas que les mandaba el tumulto en cajas, cuando no se daban cuenta.
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Desde que se habían vuelto a casa, su hermano estaba algo raro, y eso que su madre no le había vuelto a regañar. No es como si pensara que Bakura se sentía mal cuando lo regañaban y meditaba las cosas como tantas veces su padre le pedía de forma amable. Sino todo lo contrario, pero esta vez, desde que habían bajado de la camioneta, que no decía palabra alguna. Él no era de los que estaban callados por nada, y si lo estaba, siempre tenía aquella cara malévola signo inequívoco de que alguna treta iba a hacer.
Pero ahora estaba sentado en su cama, con la música de su modular apenas audible, mirando hacía ningún lugar en especial.
¿Estás bien? – preguntó al fin el moreno, sin contenerse el silencio en los pulmones un minuto más.
Hai. – Bakura ni quiera le miró.
No te creo ¿Qué te pasa, Baku?.
El otro alzó su blanquecina ceja, mirándole esta vez. No siempre le hablaba así su hermano, por minutos mayor.
Nada, Malik, no me pasa nada.
El bronceado le miró con ojos pardos, seguro de que le mentía, por algo eran mellizos, por algo habían compartido cuna, por algo llevan la misma cantidad de años aguantándose hasta hacerse buenos amigos, aunque no siempre lo demostraran. Su hermano menor tenía algo, y a él le perturbaba verlo perturbado.
Sé que algo te pasa, y aunque no me lo quieras decir ahora, sabes que pronto lo sabré – Se levantó del suelo, donde estaba sentado y caminó hasta Bakura, sujetándolo suavemente de los hombros –Dime.
Iie – murmuró el albino, un poco molesto por la actitud tan metiche de su hermano.
Dime. – volvió a insistir, pero no obtuvo respuesta esta vez. Sólo el repentino exabrupto de su hermano tomándole del cuello de la camisa, para arrastrarlo a la puerta de la habitación.
Baka. –Murmuró el albino, y lo arrojó fuera de su 'territorio'. Cerrando de un portazo brusco.
Malik suspiró, siempre hacía eso, y siempre, indirectamente terminaba contándole las cosas en cuanto se encontraban 'accidentalmente' en el viejo duraznero en el jardín.
Se levantó sacudiendo sus pantalones, iría al árbol a esperar su encuentro, preguntándose como es que nunca podían hacer las cosas fáciles. Así le rogara al dios de su padre, al de su madre o al de su abuelo, su mellizo siempre se iba por el lado empedrado.
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Le había molestado la corta insistencia de Malik por saber que le pasaba, realmente le fastidiaba cuando lo miraba raro y hacía eso siempre ¿Qué le importaban a él sus problemas¡Por algo eran suyos!
Pero era verdad, algo le ocurría, y aquella imagen no había salido de su cabeza desde que había arribado a casa, donde al fin había podido meditar bien lo que le ocurría.
Pero no podía hacerlo bien, no cuando sentía aún esos ojos mirarle con aquella inteligible expresión hacia él. Lo único expresable era la profundidad castaña en ellos. Asechándolo en la diversión de ver humillado a un semejante.
No, nadie es igual a mí. – se dijo para distraer su tema un poco, era siempre lo mismo, se obligaba a pensar y después de un rato, ya quería olvidarse de lo que ocurría.
Suspiró sonoramente, mirando hacia la nada por un momento, ir a pasear por el duraznero le refrescaría las ideas un poco.
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Caminaba demasiado aprisa para su gusto, como si escapara de ella mientras se dirigían por el auto compacto bien guardado en la cochera, mas sin embargo, se detuvo una vez en la puerta que daba al mentado cuarto.
Ishizu suspiró aliviada. Odion al fin había aguardado por ella mientras abría con su llave la puerta. No era como si realmente la esperara, pero al menos había podido darle alcance.
¿Por qué no me esperaste? – le cuestionó malhumorada, recobrando el oxigeno que había liberado durante su maratónica persecución por los amplios pasillos de la casa. Odion siquiera la miró. Indiferente. Como una ley del hielo. – Contéstame. - Ordenó. Él otro se mantuvo impávido. El carácter de Ishizu la hizo rabiar por lo bajo.
El 'click' de la cerradura al ceder ante el poder de la llave, y la vuelta dada al pomo, le hicieron parpadear un tanto sorprendida, el chico, como si nada, continuó con su camino, cerrando la puerta tras de sí, sin esperarla nuevamente...como si no existiera.
La chica abrió la puerta rápidamente, para encontrar que estaba por subirse al pequeño Atos azul metálico estacionado ahí, junto a los otros tres autos. – ¡Espera! – y nuevamente la carrera que sus botas con altos tacones de aguja no podían ganar por más esfuerzo que hiciera, menos aún con su falda larga y pegada, que le impedía aún más el movimiento.
Para fortuna de una y desgracia de otro, Ishizu le alcanzó antes de que arrancara el auto para dirigirse a la Universidad. Por alguna razón, él nunca la había soportado, de niña era molesta y chillona y ahora era…molesta y chillona. ¿Qué el tiempo no había pasado por ella?
Puso al fin en marcha el vehículo, cuando ella se hubo subido en el asiento de copiloto, procurando guardar silencio por lo menos hasta verse en una velocidad razonable. Para su mala suerte, ambas madres habían acordado meterla en la misma Universidad en la que él cursaba sus estudios. Mismo espacio, mismo aire, misma vitalidad en un espacio demasiado pequeño para ambos. Asfixiante. Siquiera había entablado una decente conversación con ella, y ya le era desesperante escucharla hablar. Porque siempre había sido igual. El mismo carácter, las mismas creencias. Por ello le molestaba cuando niña. Para que se le bajaran los humos de la grandeza de la cabeza, y aprendiera a ser humilde. Pero...¿Era él humilde?
Su cavilación tocó fondo antes de lo planeado, el poco trafico de esa mañana, había provocado su temprano arribo en las instalaciones universitarias, que, a pesar de las tempranas horas, se encontraba ya con suficientes alumnos como para no sentirse solos. Aparcó su auto lo más cerca que pudo de la entrada, como si en cualquier momento de necesidad, tuviera que escapar despavorido de la voz chillona que no había parado de parlotear y chacharear durante el trayecto. Gracias a Kami que el nunca hacía mucho caso a los que decían las mujeres. Porque si no, su vida hubiera sido regida desde hacía ya mucho tiempo.
¿Me acompañas a mi primera clase? No tengo idea de donde queda ese salón. – Y entonces Ishizu lo miró con aquellos ojos grandes y azules suyos, como zafiros buscando el sol con que brillar. Y se sintió asqueado de pronto. Ante tanta confianza ahora de parte de la mujer, sentía repugnancia por lo dulce que había llegado a ser con tan sólo un segundo de descuido. Como si no existiera la mujer gritona, chillona y regañona que le había llamado bruto el día pasado por no haberle sostenido la puerta de la casa para que ella pasara.
Vio la salvación en un chico cualquiera que caminaba despreocupado silbando como imbécil. De aquellos que se veían, sólo iban a calentar los lugares por no tener nada mejor que hacer.
¡Hey, tú! – Le llamó, el muchacho no pudo más que doblar la espalda, y es que no hablaba mucho, pero cuando lo hacía, realmente Odion daba miedo – Hazme el favor de llevar a esta señorita al aula que ella te indique.
Ni protestar podría el chico, mirando el tamaño del otro muchacho, suponiendo también el grado mayor de estudio al que de seguro iba. Se mareó sólo de ver la mirada dorada que el otro clavó en él, su espina temblando como un ratón asustado bajo su piel. Y accedió. Murmurando las palabras, pero aceptó.
El mayor quiso exteriorizar un suspiro, pero lo contuvo en sus pulmones, evitando el gesto débil, mas, sintiendo lastima por el novato que tendría que soportar a la muchacha que observaba la escena con una tanto de rabia. Y no le importó en lo más mínimo lo que ella pensara. Porque ahora no le importaba nada, más que estar lejos de sus ojos deliberadamente furiosos. – Tómalo… como un favor personal que te pagaré algún día. –le habló tan bajo, que dejo un escalofría más grande que tuvo que soportar la pobre espina hecha nudo del muchacho. Y sin más, tan fácil como le pareció al neófito que vino, se fue sin más palabras.
Ishizu exhaló con desespero, antes de comenzar a andar con el muchacho pisando sus talones. Decidió deslizar el desconforme de su piel, y le dedicó una sonrisa a su guía.
Y...¿Cómo te llamas? –El muchacho tragó saliva, y se dedicó a contestar.
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Pasos y más pasos. Incesantes e inestables, enredándose en las calles por un camino largo que sólo perdía más. Dados simplemente para esa intención. El desconcierto. Mientras caminaba, Bakura señalaba un mapa en su mente, con esa misma ruta a seguir para dificultarles más las cosas a los indeseados.
Malik, dando manotadas a su pelo para aplacarlo ante el viento, le siguió el juego a su mellizo, sabiendo lo que este traía entre manos. Ni quejas ni reclamos. Era lo mismo que él tenía planeado hacer. Y aunque se cansara, andaría tres días ese camino, para que los otros lo gravaran como verdadero atajo.
Volteó la vista sin disimular en nada su disgusto, mientras los otros dos les seguían examinando el trazo de dirección para recordar el sendero. Los puestos, y las casas, y las esquinas, y los semáforos, y la inconforme disposición de sus parientes...casi como una trampa. Pero nada podían hacer. Obligación era obligación. Y las obligaciones debían de...bueno de incumplirse.
Pero la mirada rojo furia de su padre estaba tatuada en sus mentes, sabiendo la reprimenda que este causaría si llegasen a escaparse, o a no obedecer a sus primos. Devastador era poco, si se comparaba con la miradas del su progenitor, quien sabían capaz si no de todo, de mucho. Y ese mucho, siempre era perjudicante para ellos.
Sin discusión, las obligaciones...debían de cumplirse ésta vez.
Otra vuelta a una esquina, y les pareció desesperante el no haber llegado todavía. ¿El tiempo contaba en aquella caminata?
No desesperen, ya casi llegamos.
La voz casi cavernosa de la inconformidad en la garganta del albino, saco de golpe la frustración acumulada con los pasos, como si cada pisada, fuera una gota menos de paciencia en el contenedor de su histeria.
Más te vale que sea cierto.- le sentenció como advertencia Mariku, con las manos bien metidas en los bolsillos, estrujando el dinero que serviría para sus nuevos uniformes.
Ni aspirar podía en ese momento, no mientras no quisiera que la fragancia del perfumado cuerpo blanco y rudo llegara a penetrarle los sentidos. Humillante y desquiciante, ante la necesidad de vestir las prendas enemigas. Cerrando los ojos y sintiendo su fricción en la piel.
Controversialmente irritante.
Dos minutos más de avance y los alumnos de la escuela comenzaron a divisarse algo lejanos, más el edificio erguido les dio más ánimos para acelerar y comenzar el acabose de su pesadilla.
Hasta aquí. –señaló el moreno de apariencia pequeña, deteniéndose de pronto, con los ojos recorriendo alrededor. – El colegio está allá, no pueden perderse, y si lo hicieran, serían unos idiotas.
Ryou ensanchó ligeramente sus ojos avellanos ante la rudeza de esas palabras. Dio un pequeño paso al frente, pero una brazo le detuvo en ello, Mariku encarando a ambos primos – No vale la pena.
El albino más pequeño en estatura no dijo nada, de todas formas, no iba a protestar al calificativo de "idiotas" con el que les había moteado su primo, ciertamente, no valía la pena.
¿Qué esperan? Largo.
Mariku se encogió de hombros, obedeciendo a Bakura, no por el gusto del albino, sino por su propia satisfacción de no verle cerca. Su mano tomó la de Ryou, y ante el leve sonrojo de desconcierto de este, lo arrastró colegio adentro, directo a las oficinas donde debían tener una platica con el director.
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Iban ya al menos diez minutos en que habían corrido a sus primos de su lado, y Bakura permanecía callado. No en silencio, el albino parloteaba y escupía groserías a diestra y siniestra, más lo importante, lo que Malik realmente quería saber, no había salido nunca de su boca.
Ni siquiera en el duraznero. –Suspiró de pronto, denotando decepción.
Su hermano apenas lo volteó a ver, pestañeando confundido ante aquel comentario, cita, frase, oración o lo que sea que haya sido aquello.
Nada, bobo, nada.
Idiota. – murmuró el blancuzco chico, metiendo las manos en los bolsillos hasta un recubierto en el fondo, a través de una discreta abertura, acariciando con las yemas de sus dedos, la navaja que siempre traía consigo en su uniforme. Aquello le relajaba a mares.
Y…¿A ti no te cansan nuestros primos? – Puso tema Malik, mirándolo de soslayo, mientras cruzaban por la reja recién abierta, desviando su camino a las aulas, para pasar por la arboleda del colegio. Claro, el camino estaba siendo guiado por el moreno mellizo.
Bakura le miró ladeando el rostro hastiado, con aquella mirada penetrante y desinteresada marcando su gesto - ¿Tú que crees?
Que sí. – Miró las hojas verdes que se extendían sobre ellos, suspirando entrecortado. – ¿No te molesta como el tonto de Ryou intenta ganarse la simpatía de mamá?
No sabes como detesto eso. – el albino apretó la correa de su mochila, recordando las maravillas del chico que su madre le había contado esa mañana, mientras se ponía los zapatos en el recibidor.
Y el tonto de Mariku... con su tonta posición de chico rebelde. Papá me sermoneó ayer por lo que dije en la mañana de los cuartos, y en cuanto volví a reclamar por no pedir nuestra opinión, mamá me canceló la mesada.
Siempre es injusta. –murmuró el albino, rogando en su mente, por que su hermano no le pidiera prestado.
Siguieron caminando un rato más, ahora sí en silencio absoluto, esperando a que la campana sonase. Era bien sabido, que a ese par de mellizos, les molestaba entrar al salón a tan temprana hora. En su opinión, si iban a sofocarse dentro¿por qué adelantar la agonía?
Realmente no les daba la mayor importancia entrar a la escuela, pero beneficios obtenían al poder ir. Malik, sus amigos y el deporte. Bakura... estar fuera de su casa...y lejos de su madre.
Un suspiro corto, y la boca de Malik se abrió ante una petición que le quemaba las entrañas, decidido al fin por hablar. – Préstame din...-
¡Apresurémonos! –Interrumpió su hermano, echando a correr con fuerza - ¡Las clases van a empezar!
Malik rabió por lo bajo, corriendo para alcanzar a su gemelo, ya sabía él que no sería fácil pedirle dinero.
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Quince minutos de clase y ya estaban fastidiados, era normal, siempre que las clases empezaban con historia, se le iba el tiempo como miel entre las manos. Lenta, angustiosa y desesperantemente, incluso podían percibir el pegajoso empalago de las palabras redundas que la maestra pronunciaba. Una y otra vez. Hablando de la misma cosa y sin decir nada. Estresante y agónico.
La puerta del salón sonó en el letargo del aburrimiento, y la maestra detuvo el discurso de golpe. Alivio del cielo seguro. Tal vez una junta, o un llamado de atención. Mientras levantaba el rostro para saber que pasaba, y apartando uno de sus blancuzcos mechones de su blancuzca tez, pudo distinguir a varios de sus compañeros orando discretamente por que una repentina reunión se llevara a cabo, y la maestra pudiera darles la hora libre. Mas las cosas fueron diferentes, e increíblemente negativas para el y su mellizo, quien miraba atento con sus serenos ojos violetas, hacia la entrada del aula.
¡Maldición! – gritó a pulmón, lleno de ira; frente a la profesora, con su inconfundible presencia, se hallaban dos rostros, uno agraciado con una sonrisa perlada en labios y el otro con la más repugnada de las expresiones que hubiera visto nuca en otro rostro que no fuera el propio.
La institutriz giró el rostro, centrando su atención en un Bakura parado y apuntando con el dedo hacia ellos. Cosa que sin duda alentó a los alumnos a voltear a donde el albino miraba de manera entre aterrada y disgustada, logrando la maestra apenas cerrar la puerta ante las miradas.
Segundos después, una profesora con una sonrisa expandida entre el encanto y la sorpresa, entró en el aula haciendo silenció con un su palma, pidiendo la aplicación del alumnado.
Alumnos, me es grato informarles, que tenemos nuevos compañeros en la clase a partir del día de hoy y en adelante. – Su mirada se centró en la puerta abierta, y en el acto, los dos chicos entraron, parándose justo frente a la pizarra. Ambos hicieron una reverencia corta, obviamente, uno con más ganas que el otro a hacer ello. La maestra volvió a sonreír con gesto amable, pidiendo a ambos que se presentaran.
Nosotros venimos de Akihabara, a razón de un traslado en el trabajo de nuestro padre. – Cabe señalar, que aunque el chico hablaba con gentileza, nadie prestaba verdadera atención a sus maneras corteses, sino que los miraban asombrados ante el parecido arrollador que compartían con los mellizos Ishtar.
Un silbido pequeño cortó el aire junto a su espacio, mientras unos mechones rubios, acompañados de un rostro bronceado por la jornada diaria, se acercaban a él, jalando sus mechones blancos para llamar más su atención. - ¿Cuándo abrieron la fabrica de clones¡Yo quiero uno! – Yugi y compañía comenzaron a reír más que discretamente ante el comentario de Wheleer, pudiendo Bakura, sólo apretar los dientes con coraje.
¿Alguien igual de idiota¡Buena idea! Al fin podrías tener una conversación a tu nivel.
Las risas se intensificaron de una manera cauta, cuidando que la maestra no se diera cuenta de las burlas. Y, aun que Bakura estuviera bromeando, en sus pensamientos permanecía la incertidumbre de tener a dos chicos, parientes suyos, presentándose frente a la clase.
…Mi nombre es Mariku Ishtar. –Alcanzó a escuchar al final el albino de rudas acciones, entendiendo por terminada la presentación. Los comentarios no se hicieron esperar, y ya adivinaba la cantidad de notitas que circularían por el aula, apenas la estúpida y aburrida institutriz se girara dando la espalda retomando su estúpida y aburrida clase de historia.
Y hablando de la mujer detestable, ella dio la vuelta mientras escribía los nombres de los nuevos alumnos en el pizarrón, sonriendo aún más complacida al admirar a Ryou. – Bien, parece que nuestros compañeros tienen parentesco con dos integrantes de este grupo. – dijo, y tanto como Bakura como Malik fruncieron el ceño con disgusto. Cosa que la maestra ignoró, más no dio explicaciones. De quien eran parientes, saltaba a lo obvio. – Mariku, puedes sentarte tras de Wheleer, a la izquierda de Gardner. Y tú, Ryou, siéntate a la derecha de Taylor, frente al señor Kaiba.
Por vergonzoso que pareciera para el último, levantó la mano para que se ubicaran cada uno en sus nuevos puestos. Aunque claro estaba, conociendo a la chica castaña, su mano entusiasta se meció en el aire, gritando un ligero – ¡Aquí, aquí! – haciendo que Mariku se dirigiera un tanto apenado hacía donde le habían indicado, desparramándose bruscamente en el asiento nada más llegar. Por su parte, su albino mellizo caminó sereno hacia su puesto sentándose calmadamente en este, acomodando sus cosas y prestando atención al frente inmediatamente, dando solamente una rápida ojeada a las cosas desperdigas de su hermano, que habían encontrado ya hogar en el piso.
Suspiró resignado y demasiado tranquilo para el parecer de sus primos, que no dejaban de mirarlo con recelo. Un día largo... ese sería un día muy largo…
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No había pasado ni la mitad del día, y ya la habían bañado en halagos de todas clases. Y es que ya era una sensación en la universidad. Bella, inteligente y talentosa. Además de una mujer agradable. Y verdaderamente, no le molestaba en lo absoluto que la alabaran de aquella manera. No por soberbia, sino por… bueno, sí, realmente por soberbia, pero ¿A quién le importaba?
Su sonrisa se acercó más al encanto, mientras miraba al profesor que continuaba su clase de antropología, fingiendo no prestar atención a las miradas que sus compañeros le lanzaban, tratando de no llamar demasiado la atención del profesor, al contemplarla tan centrada. Una mentira que ella estuviera concentrada a las palabras del anciano maestro, pero eran cosas realmente sin importancia. Especialmente cuando en tu cabeza, todo el conocimiento revelado por los labios bigotudos del experto que enseñaba la materia, ya estaba presente de una manera hasta más correcta.
Sus ojos se entrecerraron entonces, con aquel gesto felino suyo, que se formaba con aquellas muecas típicas mientras pensaba. Si analizaba uno de los acontecimientos ocurridos a partir de esa mañana. Podía deducir que su primo había huido de ella.
Se rió.
Lo hubiera catalogado como un maldito, de no ser por la agradable consecuencia: Shigure.
Por un momento pensó en él, como se piensa de un vago. Un flojo bueno para nada que no serviría más que de mal ejemplo. Pero se había equivocado. Las apariencias engañan y ese chico simplemente la había despistado con la pinta de su disfraz. Astuto el muchacho para no llamar la atención. Y con sólo dos minutos de plática mientras caminaban por los corredores, la había prendado con interés a sus comentarios, amplios puntos de vistas e impresionantes razonamientos. Afortunadamente, cursaban casi las mismas especialidades.
Sonrió tratando se ser discreta, conmocionada con la vista de perfil que su compañero de asiento le regaló. Sin duda, Shigure era increíble...
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El primer receso fue insoportable, pues apenas tocaron, mandaron a llamar a los inútiles de sus primos. Ni siquiera pudieron platicar brevemente con sus compañeros para conocerse. La secretaría personalmente los había escoltado de vuelta a la dirección.
Bakura ya iba a victorear por ello, cansado de las notitas circulando por el salón a todas horas. Preguntando cosas entre estúpidas, interesadas e insinuantes. Notas bobas que exasperaban su paciencia.
Y cuando apenas su hubo cerrado la puerta, tras la secretaria. Todo el grupo se lanzó contra él y su mellizo.
¿Son hermanos suyos?
¿Son sus primos?
¿Por qué se parecen tanto?
Ryou es lindo… ¿Qué le gusta comer?
El ceño fruncido de los gemelos no pareció impórtale mucho a sus compañeros de curso, puesto que siguieron inundándolos con preguntas, que todas juntas, simulaban una parvada de loros chillando al mismo tiempo. Bakura se desesperó. Muchas dudas y poca paciencia. Malik no estaba muy alejado de ello.
Un gruñido como de bestia resonó en el aula y antes de que alguien pudiera reaccionar, los mellizos ya se habían dado a la fuga.
Cuando Malik y Bakura hubieron pegado la espalda al frondoso tronco del árbol al que nunca se interesaron por saber el nombre (a pesar de que siempre había sido normado por su grupo como 'Gran Roble' sin que este lo fuera), su respiración comenzó a acompasarse en sus pechos, clamando la paz por pedazos, claramente calmos.
¿Y bien?
La voz les hizo saltar en su sitio, espantados giraron el rostro. Viendo ahí, recargado en el mismo tronco, sólo que en el lado inverso y mirando expectante la lejana pared del segundo gimnasio, al rubio que hacía apenas la primera hora, había tratado de fastidiarlos. Pronto, unido a ellos, llegó el grupo de los optimistas.
No podían quejarse, por mal que les pesara, ellos eran sus amigos. A la fuerza o no, lo eran.
¿Bien qué?
Vamos chicos –sonrió con camaradería el rubio, mientras abrazaba por el cuello a los hermanos - ¿Por qué no nos contaron que sus primos se inscribirían aquí?
Para empezar¿por qué no nos contaron siquiera que tenían primos? Tampoco tan parecidos a ustedes. –La chica se abrazó a si misma con un escalofría simulado.
No sabíamos que vendrían –gruñó el albino.
Mamá nos lo dijo el sábado. Día en el que llegaron.
Vaya. – Taylor frunció ceñudo el rostro – ¿Y como es que se parecen tanto? Semejan copias a calca de ustedes dos.
Quien sabe. – Se encogió de hombros Malik. – Aunque realmente tengo mi propia teoría.
¿Cuál?
Nuestra madre y la suya son gemelas.
Eso explicaría el tremendo parecido que tiene Ryou con Bakura, pero y tú y Mariku, también parecen espejos.
Bakura gruñó, cruzándose de brazos mientras se dejaba caer sentado en el suelo polvoroso – Ha de ser porque su padre y el nuestro son hermanos...creo que mi tío le lleva un año a mi padre.
Vaya, eso explicaría el porque de su parecido animal... y no digo que parezcan bestias...
Excepto Bakura, que sí asimila una cabra.- Interrumpió la chica, provocando que Bakura le mirara con rencor, cosa que poco le importó.
Decía...- retomó la palabra Yuugi – Pero parecen de la misma edad.
Es porque lo somos. –Cortó Malik – Somos el producto de una segunda luna de miel. Se fueron en grupo de cuatro, y regresamos en grupo de ocho.
Nos llevamos por dos días. –Concluyó el albino, mal humorado.
¿Ustedes o ellos primero? – Joey se arrodilló junto al albino, abrazándole nuevamente por sobre los hombros. Su mirada viajó sin querer a la ventana de su salón, jurando haber visto algo en ella.
Ellos.- Contestó Malik, rascándose la nuca sin tanto interés. – De hecho, Bakura es el mas pequeño de los cuatro.
El aludido le pellizcó el tobillo a su hermano. Si dejar de mostrar su molestia. Malik sólo lo pateó y pisoteó un tanto el suelo, levantando el polvo para molestar a su hermano. Tanto Bakura como Joey, estornudaron tallándose los ojos.
Ryou parece ser una buena persona. Me cae bien.
No sabes lo que dices Tea, es una persona de lo peor. Es tan amable, tan agradable, tan tierno y simpático, que se convierte en algo realmente repugnante.
La chica comenzó a reírse, sus manos en las caderas, tentada a sujetar su estomago. – Lo...lo has de decir porque estás celoso, Bakura… Hahahaha… me parto de la risa.
Bueno, pues por su culpa ya me han castigado. Sólo espero que Odion no tenga problemas con Ishizu.
¿Ishizu?
Hai. La hermana de Ryou y Mariku. – Malik volvió a zapatear el piso mientras contestaba.
Así que no son dos, sino tres – Tristan colocó una mano en el mentón, pareciendo pensativo – .Interesante.
Para ti interesante es escuchar como enseñan el 'ka ki ku ke ko' mientras dedican el programa al número diez.
Calla Wheleer, que no quiero hablar aquí de tus intereses. Digo; como si no se notara la revista para adultos que escondes entre tus cuadernos.
Un Joey sonrojado se levantó del suelo, para pellizcarle al otro una mejilla. Simulando la normalidad mientras contestaba al comentario. – Había olvidado regresártela, lo siento, cuando regresemos al salón te devuelvo tu 'PlayGirl'.
Tea suspiró, alejándose disimuladamente de ellos, para hablar con Malik sintiéndose segura. - ¿Y cómo es ella?
¿Cómo que cómo es?
Sí, tu sabes, alta, baja, bonita, fea, simpática, apática.
Hahaha…- Bakura comenzó a reír ahora, levantándose del piso - ¿Qué como es¡Je! Tan o más insoportable que sus hermanos. Es una maldita presumida, que se la pasa tratando de simpatizar a todos. Como papá y madre.
No puede ser tan mala. – Yuugi defendió a la mujer, aunque no la conociera. No por nada tenía de amigos a Bakura y Malik, sabía que a veces solían exagerar las cosas.
Es una bruja.
Yuugi sonrió con una gota resbalando tras su cabeza, y prefirió no hablar más.
Tengo hambre. Mejor vamos a comer.
Todos asintieron a las palabras de la chica del equipo, prefiriendo todos ir a la cafetería a almorzar.
Oye, Yuugi...
El muchacho volteó, una mano morena apretando su hombro con camaradería.
Préstame dinero…
· · ·
Ya estoy harto. –murmuró en un gruñido el muchacho, andando con impaciencia por los corredores del instituto. Su madre les había llamado por teléfono, y el director les había retenido mientras hablaba con ella, como si su presencia fuera estrictamente necesaria. Un 'cuidense' y 'buena suerte' no eran razón de alarde.
Calma, no fue tan malo. Al menos no estamos dentro del salón, soportando las preguntas de todas esas personas.
Mariku entendió que su hermano tenía razón. Prefería el estar encerrado en esa oficina, que estar soportando todas esas miradas fijas en ellos, como si de animales raros se tratase. Él no estaba en un zoológico (ni su hermano tampoco) como para que no dejaran de admirarlos a toda hora, cada momento. Fastidioso. Al menos habrían podido sus padres, haber arreglado el papeleo para que quedaran en otra aula. Más sin embargo, y no importando el viento, la marea, la lluvia o los sobornos, esa era la única con cupo de sobra.
"Los cambiaremos de grupo cuando termine el curso, no falta tanto" había tratado de recompensar su madre. Pero no era para nada alentador tener que esperar a tanto.
Maldito el día en que tuvieron esa suerte.
Una mano tomando la suya, le hizo despertar, notando que estaba enojado. Más el pulgar repasando las líneas de su mano palpables en el agarre, le hizo regresar a lo de hacía dos noches. Olvidando todo, para concentrar nuevamente el tacto en su piel trazando en sus sentimientos confundidos. Implorando una clama que las manos mismas quitaban.
No debes preocuparte Mariku, las cosas tiene que ser así… supongo.
Y la calida sonrisa de deferencia se pintó en los labios color gentileza de su hermano. Como odiaba olvidar todo mal con aquel truco. Porque eso era a final de cuentas, un chantaje para obligarlo a borrar los negativos sentimiento y plantar en medio la duda.
Quiero preguntarte algo otra vez.
Mariku volteó atento a las palabras del mellizo, centrando sus liliáceos ojos en los avellanos de su hermano. Grave error. Si el roce de sus manos ya era demasiado, mirando a los ojos a aquel chico de apariencia celestina, ya era una tentación… Pero… ¿Tentación de qué?
¿Quién te golpeo, quien es el nuevo líder en Akihabara?
¿Qué importa? Estamos aquí.
Pude haberte servido de ayuda, realmente odio que te lastimen, eres mi único hermano.
¿E Ishizu?
Con ella es diferente, es nuestra hermana mayor, nunca se metería en peleas.
Y si lo hiciera, atacaría con arañazos.
Ambos rieron ante el la imagen mental de su hermana defendiéndose con garras frente a alguna eventualidad. Mas la mano blanca apretó más la morena. Frenando la carcajada.
Ya dime. ¿Quién fue? Pude haberte ayudado, o al menos detener el ritual, si íbamos a irnos, no había razón para el enfrentamiento.
Tú sabes que no es cierto. Porque el líder debe tener carácter. Así mismo tu la apoyaste la ultima vez.
Pero era broma, nunca pensé que la tomaran en serio.
¿Ya vez¿Para que hablas sin pensar? De todas formas, así me hice jefe, venciendo al anterior.
Ryou apretó nuevamente la mano, dando un paso para colocarse frente a su hermano, y, con un rápido movimiento, apretar justo donde recordaba, Mariku tenía un moretón. El otro se dobló de dolor.
Eres buen torturador. – Murmuró cuando el otro le acarició el rostro pidiendo perdón.
No por nada aprendí del mejor.
O el mejor aprendió de ti.
El pequeño albino se puso serio, su rostro contraído en una mueca carente de tantas cosas. Y el silencio predominó, y aunque fuera por un instante, se marcó desmedido en ellos, mientras se miraban nuevamente a los ojos.
…y entonces me dijo que era la chica más linda que había visto en su vida…
¿En serio¿Y qué le dijiste?...
Que se fuera al demonio.
Hahaha, bien hecho, al parecer, ese no aprende.
Mariku soltó rápidamente a su hermano, empujándolo ligeramente antes de que las chicas, que irían a doblar por el pasillo, los vieran. Ryou se sintió extrañado, pero guardó cualquier comentario. Captando su atención en las muchachas.
Buenos días. – Saludó entonces, haciendo una reverencia, las muchachitas devolvieron el saludo, sonriendo encantadoramente ante la simpatía de ese tierno muchacho. Se fueron las dos riendo como tontas, murmurando que el chico era muy lindo.
Voy a la cafetería¿Quieres venir?
No gracias, Mariku, iré a la azotea, necesito aire fresco.
Como quieras, aún así, te compraré el almuerzo.
Ryou asintió, dando la media vuelta. No necesitaba decirle a su hermano que era lo que quería de comer, sabía que el otro lo conocía lo suficiente como para elegir algo de su agrado. Así pues, se retiró rumbo a la parte alta de la escuela.
· · ·
Acostado boca arriba, con los ojos cerrados y pegado a la pared, se encontraba el albino mal humorado. Tratando de relajarse, si era posible, de aquel mal día. A final de cuentas, cuando los demás había dirigido su camino a la cafetería, él había optado por un lugar más tranquilo y menos concurrido.
Se estiró bostezando, sin querer abrir los ojos aún. Echaría una siesta mientras tocaban la campana. – No será mi culpa si no la escucho y no entro a clases, culpa de la escuela por no poner una acá arriba. - Y se dispuso a dormir.
El ambiente relajado le ayudó a despejarse lo suficiente como para adormilarse rápido. Con el viento fresco, el barullo del patio hecho murmullo ahí arriba, el sol posicionado sobre su cuerpo, calentando su piel de forma agradable mientras sus parpados, ante su vista cerrada dando cara al astro, se mostraban rojos, ardiéndole de una forma agradable.
Tan concentrado en la nada estaba, que el abrir y cerrar de la puerta no le perturbó la dicha, hasta que un amago de sombra tapó su sol, y los ojos dejaron de arderle.
Gruñó con disgusto, dispuesto a golpear al invasor de su mundo apacible. Y, abriendo los ojos, se encontró con una mirada tan avellana como la suya. La curva de su boca se fue hacia abajo, mientras la otra curveó hacia arriba.
Konnichiwa.
Largo.
Vamos, no sabía que estabas aquí, no es mi culpa. – El intruso se sentó junto al cuerpo tendido en el suelo.
Largo –gruñó de nuevo - . Mejor ve con tus amigos.
No tengo amigos.
¡Pues ve a hacerlos!
Ryou suspiró despacio, clamando paciencia al cielo. Su primo era una persona muy difícil de tratar.
Empezamos mal todos, quiero remediarlo. No es nuestra culpa estar aquí, sinceramente, estábamos mejor en Akihabara, pero conoces lo terco que es mi padre.
Habla con quien le importe lo que digas, enclenque.
Lo había pensado, y era cierto. Su primo era un tipo que no sabía escuchar, un completo idiota.
Bueno, me voy si no me quieres aquí –Le sonrió amablemente, levantándose muy despacio. -. Pero te pido de favor que no molestes a Mariku.
Ya te dije que hables con quien le importen tus palabras.
El albino menor sacudió la cabeza, sabiendo que la del otro chico estaba dura. Y ahí sí, sin decir más, se retiró dejando la amenaza en el aire, disfrazada en el manto de petición. Realmente pensaba ya, que su congen no le agradaba nada.
· · ·
Terminadas las clases habían decidido retirarse de inmediato, los crispados nervios de uno de los nuevos alumnos, no aguantarían por mucho la insistente impertinencia de parte de su nuevo grupo. Demasiadas chicas, demasiados rostros, demasiadas preguntas…y muy poco aire.
El cosquilleó de unos dedos en los suyos, lo había jalado hasta quedar parado, y juntos corrieron a la salida, donde sus primos les esperaban con la misma cara de fastidio, que su rostro había formado desde que llegaran a vivir a su casa.
¿Ya nos vamos o quieren seguir con sus admiradoras?
Vamonos –Murmuró indiferente el moreno mayor, sin querer mirar atrás. Ryou le siguió por poca distancia tras él.
¿Ya se van, chicos?
Tea les cerró el camino, sonriéndoles de una manera amistosa. Tras ella, Yuugi, Joey y Tristan.
¿Por qué no nos vamos juntos? –Dijo Yuugi, su mirada centrada en los nuevos.
No, no queremos. – Murmuró Bakura, pasando de largo al cuarteto frente a él.
¿Quién te habla a ti, mono de circo albino? Les decíamos a tus primos.
Mariku no dijo nada, pero ante el comentario, sintió que el tal Taylor le iba a caer muuy bien.
Vamos, siempre regresamos juntos a casa. ¿Por qué ahora no?
Porque hoy no queremos, Joey.
No sería mala idea.
¿Lo vez? El albinito si quiere... ¿Cómo te llamas?
Ryou.
Eso, Ryou quiere volver con nosotros. No seas malito, Bakura, al menos una vez en tu vida.
Malik fue el que fulminó primero con la mirada al impertinente de Wheleer, por muy amigo que fuera, no tenía derecho a meterse en esas cosas.
Vamos pues. – Las palabras salieron apretadas de entre los dientes de Bakura, comenzando a andar con su maletín a cuestas. Su mellizo le siguió con la misma mirada de vilipendio.
Todos comenzaron a andar entonces, intentando ser amables con los primos si parecer insistentes. Cosa que agradó a los otros, teniendo hasta la punta del copete los acosos en el salón.
¿Huh?
¿Qué pasa Mariku?
Taylor le preguntó al muchacho cuando este se detuvo extrañado, como examinando el camino.
Es más corto. – Intervino Ryou, mirando también el recorrido, viendo ya cercanas las calles aledañas a su nueva casa.
¿Corto qué? – La chica del grupo ahora dejó de andar, mirando hacia los otros, Marik y Bakura muriéndose de rabia.
El camino, es mucho más corto de lo que recorrimos en la mañana. Tardamos casi una hora en llegar a la escuela, en cambio ahora…
Y se detuvo, mirando con desprecio a la pareja de gemelos que no había parado de caminar. Ira creciendo en su estomago, revolviéndolo con repugnancia.
¡Hijos de pe…
¡Calla! – Gritó el pequeño moreno, cortando la frase de su primo – Mi madre es hermana de la tuya, y si ha salido de perrera, ha sido de la misma que tu madre.
Maldito engendro clonado.
Deja en paz a mi hermano. –Bakura intervino.
¿Y si no quiero?
Te las verás conmigo.
Mariku quedó en un silencio tan profundo, como lo es el océano, mirando sin expresión a Bakura, quien con el puño levantado protegía con la otra mano a un Malik qué, no queriendo ser defendido, gruñía en desacuerdo, manoteando para que su hermano dejara de cubrir su camino hacia su primo.
De pronto, en un estruendo frío y cortante, cual retumbar del trueno en el mar de la ironía, una carcajada cruel y burlesca, rompió con el silencio.
No falta decir que Bakura perdió el "porte de buen caballero" y sin importar que o quien estuviera ahí; se lanzó sobre su primo.
Ryou corrió a auxiliar a su mellizo, su rostro pintado con una desesperación desentrañable, más sus ojos brillando con una chispa confina, que se borró cuando Tea, con su brazo levantado impidiéndole el paso, le negó con la cabeza.
El desahogo siempre es bueno. – Le sonrió, tomando del brazo al muchacho para que se tranquilizara, alejándose un poco cuando, entre golpes, ambos primos cayeron al suelo, aún sin soltarse.
Dale, dale. Tú puedes Bakura.
No te dejes Mariku.
Yuugi bajó la mirada. Una gota de sudor resbalando por su nuca mientras apreciaba el arranque de violencia humano. Más vergonzoso era todavía más, el apoyar la pelea como sus amigos hacían, cual si contemplaran una pelea de gallos o una de perros.
No debo quejarme, hacen lo mismo cada vez que pasan cosas parecidas. – suspiró de manera desentendida, sabiendo que nada podía hacer. Lo había intentado más que un par de veces, y siempre terminaban en lo mismo. – Si quieren matarse, es su problema.
Volteó el rostro hacia el grupo, y sin preocuparse de que si lo oían o no, se despidió de todos, doblando después por una esquina, cercana a la casa de los Ishtar. Tea suspiró, sabiendo que debía seguirlo, así que volteando el rostro hacía Ryou, y apretando aún más su brazo, le sonrió en despedida, diciendo que había sido un gusto conocerlo y que lo vería mañana en clases.
Los otros dos siguieron alentando a la pelea, casi apostando a cual ganaría. Y lo hubieran hecho, a no ser por la patrulla que circuló por esos lares, alertándolos con la sirena de que. Algún vecino inconforme con el barullo del pleito, había decidido dar parte a las autoridades.
Fue entonces cuando los seis comenzaron a correr, dos en direcciones diferentes, cuatro hacia la misma casa.
TBC…
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Hasta aquí llego esta vez. Pido mil perdones por el retraso, según yo, iba a actualizar una vez por semana, pero la verdad se me acumularon lad cosas y ya no me fue posible. Aún así, les hice este capitulo largote, para recompensar el tiempo de espera que algunos tuvieron. Ya saben, esperenm,e sentados siempre. uu
Ahora ando un poquito más desahogada, hace poco tuve un proyecto que me llevó mucho tiempo. ¡Al fin pude actuar, dirigir, y presentar una de mis propias obras, aunque la inconformidad de las maestras ante el tragico final, me obligaron a cambiarlo y a editar las partes más tristes o violentas. Quedando al final en un 'hazme reír' de algo que pudo haber sido bueno. Pero ni modo, al menos tengo diez en la asignatura nñU.
Bueno, espero les haya gustado el capitulo, intentaré tener pronto el tercero.
Por cierto, espero hayan entendido lo de la familia y el por que se parecen tanto entre ellos. No fue complicado después de todo. Jejeje, recuerdo que para saber si era posible, le pregunté a la maestra de Biología, aprovechando que estábamos con el tema de la genética. Al principio como que se sacó de onda, o n o entendió mi pregunta (Maestra¡¿Cómo¡Para empezar está mal que se casen entre hermanos, eso es incesto! °Tania compone la pregunta° Maestra: Ah, bueno, puede darse el caso, si los rasgos son muy marcados) Después nos pusimos a bromear, y desde entonces, me cae bien.
Recuerdo a todos, que este fic está hecho para Baku-Chan, (a quien extraño mucho y espero que su problema computacional pronto sea resolvido TT) y que realmente espero que lo disfrute mucho. Recuerda que aquí todos esperamos tu pronta reintegración a los fics y a las platicas por Msn.
Ahora si, a contestar reviews:
Baku-Chan: ¡Por supuesto que tú eres la favorita! Si por algo dediqué la historia a ti. El que le sigue de favorito es… mejor no digo, no vaya a ver inconformidades nnU. ¿Salir todos al mismo tiempo? Malik¡si tu madre es humana, no Elastigirl! Trata de pasar algo del tamaño de una sandía, por una abertura del tamaño de un limón. Bien, ahora imagina sacar dos sandías a la vez. ¡Duele! Oo.
Jejeje, a mi también me agradan los padres regañones de la historia, porque, bueno, por que eso es tener carácter. Aunque los otros también tienen lo suyo. Sae y Ptah son muy estrictos, pero Sana y Thot son la parte compresible y humanitaria que siempre tiene la familia. Y por lo de las edades, perdóname Bakura, te tocó ser el más chico, y a Ryou-Chan, el más grande. Pero esas cosas pasan. Tú comprendes ¿Verdad? nñU (para mi que este fue mi ultimo día de vida . ) En fin, lo de el flan, pronto lo sabremos. No estoy segura ya. Muchisicmas gracias por leerme, Baku, y me da inmensa alegría el saber que te ha gustado nn.
Florchi: tu amiga del almaBesitos, besos y besotes para ti, muchas gracias por leerme. Sí, hay muy poco Malik/Marik en el medio, por eso debemos aliarnos todas las escritoras y comenzar a producir más de esta pareja, el Ryou/Bakura también es poco, deberíamos hacer más de eso también. Demasiado Seto/Joey (que me encantan, pero no hay que abusar nñU). Bueno, espero no te hayas podrido ya, que de seguro ya moriste de desesperación. Eso de encontrarse un primo igual a ti, me suena algo bizarro, y por ello me encantó la idea. Debe ser frustrante tener un pariente idéntico al que todo mundo simpatice. O al menos que tus padres le hagan más caso (suele pasar con los hermanitos, pero es un caso algo aparte). Muchas gracias por leerme. Trataré de no tardarme tanto esta vez en actualizar (aún no he terminado los de Yu Yu Hakusho TTTT) Pero si le hecho ganas, seguro mi cerebro procesará rápido los capítulos. De nuevo muchas gracias por leerme, y nos vemos luego nn.
ALEJAMOTO DIETHEL¿Encuentros de que tipo? Oo. Si es de lo que estoy pensando, entonces sí, pero eso será más adelante. Las cosas se dan a su debido tiempo, y si se apresuran, siempre terminarán en embarazo o ruptura (más la segunda, porque la primera… bueno, a menos que uno sea mujer y no se haya dado cuenta, no podrá pasar) Muchas graciar por tu review, y ojalá puedas poner otro en este capitulo nn (¿Qué! Lo intenté Hiei: ¬¬)
Quiclla ampiDeberías visitar la sección M (antes R) para entretenerte, hay historias realmente buenas. Gracias por tu comentario ¿Qué te llamaron la atención mis notas? Eso si que es raro, a veces creo que soy de lo más común de la comunidad de los comunistas. Nada fuera del comunismo común comunizado. ()Espero haya entrado a mi Bio, y encontrado algo de tu agrado, siempre estoy aquí para entretener al lector, así que con confianza nn. El Marik/Mail también es una de mis parejas favoritas, lamentablemente, están en peligro de extinción. Así que hemos decidido, hacerle una habitad natural en el cautiverio de un zoologico, y exhibirlos en su estado habitual de comportamiento, para que los miremos y digamos "Mira Mamí, ya no hay de esas parejas en lugares libres, que bueno que hacen estos lugares" jejeje, ni yo misma me entendí xP. Bueno, ojalá leas esto y muchísimas gracias por leerme y por el review.
Ahora sí, pues me despido, deseando que pronto, lean más cosas, no solo mías, sino de otros autores también. Me despido pues, deseando que se la pasen bien, y que apoyen el habito de la lectura.
Sayônara Bye, Bye
