— ¡Harry!
Hermione subió al tercer piso después de varios minutos, se supone que desde hace meses Harry desayunaba y cenaba con Lily, pero no había bajado, así que decidió ir a buscarlo.
— Harry, es hora de desayunar.
Harry abrió la puerta justo antes de que Hermione volviera a tocar.
— ¿Hermione? —Harry se extrañó al escuchar a Hermione, este no era el día del mes en que ella se presentaba para atosigarlo con las cosas que debería o no hacer.
— ¡Oh, Harry! ¿Te quedaste toda la noche trabajando? —cuestionó al ver la expresión cansada de su amigo, incluso pensó que hace mucho no lo veía así.
— No, es decir, sí. ─Corrigió de inmediato. No quería que su amiga preguntara más y tuviera que contarle algunas cosas.
Hermione arqueó una ceja. Sabía que Harry estaba tratando de ocultar algo y aunque su curiosidad la presionaba para cuestionar a su amigo, decidió ser fuerte y no preguntar más.
— Bueno, es hora del desayuno.
— No desayunaré, gracias.
— Lily te está esperando...
— Dile a Draco que...
— Draco ya se fue. ─Interrumpió la bruja.
— ¿Qué? ─Estaba punto de cerrar la puerta, pero al escuchar aquella afirmación se quedó en el umbral mirando con el ceño fruncido a la castaña.
— Draco se fue desde hace rato.
— ¿Cómo que se fue? ¿A dónde? ─El pánico comenzó a hundir su corazón.
— Renunció, Harry. Me dijo que estuviste de acuerdo...
Sin poder creer en las palabras de su amiga, salió de la habitación y fue directamente al segundo piso, específicamente a la habitación del rubio. Cuando ingresó, miró al rededor. Todo estaba en perfecto orden. Limpio de las cosas de Draco, aunque su perfume aún permanecía tenue en el ambiente.
Pero todavía no podía creer que Draco en efecto se había ido. Dio la vuelta para salir de la habitación topándose de frente con el tocador, dónde la rosa roja que le había obsequiado en su cumpleaños yacía.
La tomó con el dedo medio e índice y la levantó lentamente. Draco había sonreído mucho al recibirla, claramente le había gustado pues Harry se lo obsequió con la intención de hacerle ver que había estado prestando atención a sus palabras. Y después de aquello inició el baile.
No fue un baile como tal, únicamente fue invitada Lily y Draco, pero la habían pasado muy bien y el rubio había dejado que le colocara la rosa en el ojal de su traje muggle, presumiendo toda la noche el objeto, tal como había dicho que haría con el reloj.
— Harry...
Llamó Hermione desde el umbral de la puerta.
Harry volvió a dejar la rosa dónde estaba y salió de la habitación, cerrándola con magia sin varita.
— ¿Puedes desayunar con Lily, por favor? Tengo trabajo que hacer.
Hermione asintió mientras veía a su amigo volver a su refugio.
— Draco, levántate de esa cama o tendré que desaparecerla para siempre —amenazó Pansy. Draco ni siquiera se movió.
» ¿Lo ven? Ha estado así desde que volvió del empleo de niñera.
— Me gustaría saber con quién estuvo trabajando ─dijo Theo preocupado.
Pansy se encogió de hombros.
— Jamás me lo quiso decir.
— Tal vez sí le decimos a Astoria, ella nos de la dirección —sugirió Blaise, quien ya sospechaba de quien se trataba, pero no había querido decir nada para no alborotar al resto del grupo.
— O todos podrían quedarse callados y dejarme dormir —agregó Draco.
— ¡Draco! —Los tres amigos se acercaron y subieron a la cama.
— ¿Qué fue lo que te pasó? ─preguntó Theo.
— Llamaré a Astoria para que nos dé esa dirección. ─Agregó Pansy con firmeza.
— No busquen más, estuve trabajando para Harry Potter.
Sus amigos quedaron anonadados. Blaise simplemente suspiró, tenía razón.
— Y no, no me hizo nada, yo fui el estúpido que cometió el error más grande de mi vida.
— ¿Qué error? ─preguntó Pansy intrigada.
— Me enamoré de él.
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— Lily ha tenido un retroceso bastante significativo, debes buscar...
— Es culpa de Malfoy.
— ¿Qué es lo que estás diciendo? —preguntó sorprendida.
— Vamos, Hermione, acepta que desde que Malfoy se fue, Lily ha estado actuando de esa manera.
La castaña asintió, no de acuerdo con Harry, más bien porque ya iba comprendiendo qué es lo que había sucedido entre ellos.
— Bueno, no creo que Malfoy tenga la culpa. Estoy segura de que si no hubieras hecho lo que sea que le hiciste, él seguiría aquí.
— Entonces es mi culpa...
— No sé, tú dime.
Harry bufó, se sentó tras su escritorio y se tomó el Whiskey que le quedaba en su vaso de un solo trago.
— Ya te dije lo que pienso.
Hermione negó con la cabeza.
— Está bien, dejemos el tema —respondió con convicción—. Malfoy tomó sus decisiones, ahora está... Haciendo otras cosas, pero tú debes mirar hacia el futuro y pensar en Lily, ella te necesita, Harry. Eres su padre, por Dios, eres lo único que le queda en la vida. Haz algo por ella...
Mientras Hermione hablaba, Harry recordó el día en que Draco irrumpió en su oficina para decirle palabras muy similares. Desde entonces el acercamiento había comenzado. Harry se decidió a desayunar y cenar con ellos. También acurrucaba a Lily antes de dormir y jugaba con ella un par de horas durante la tarde. Pero entonces Draco se había ido y dejó de hacer las cosas importantes sólo porque era estúpido y creyó que eso era lo adecuado.
— Tienes razón —Hermione se quedó callada, pensando que las palabras eran para ella, pero no, en realidad eran para Draco, tan hermoso y benevolente, cuando eran niños jamás imagino que el rubio se convertiría en una ser tan excepcional. Lo sabía, el rubio no tuvo culpa de nada, más bien fue él mismo, sus inseguridades y sus traumas que no lograba superar, pero si había algo que Draco había hecho, le dio el ánimo para seguir adelante, no iba a desperdiciar eso.
— ¿Harry? —llamó la castaña.
— Voy a hablar con Lily. Desde hoy haremos las cosas diferentes en esta casa. —Y sonrió al final. Hermione correspondió a la sonrisa con una propia a pesar de estar severamente desconcertada.
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─ Es estúpido que te hagan creer que cuando formas una pareja te corresponde hacer cambiar al otro y viceversa. No, por supuesto que no, dependen de cada uno de nosotros cambiar y no es responsabilidad de nadie más. Eres un imbécil, entonces date de golpes hasta que dejes de serlo, estás traumado, entonces ve a terapia, odias tu corte de cabello, entonces ve con el maldito estilista y cambia de imagen. Siempre tuve razón, pero quise creer que no, actué como un tonto. Yo no puedo cambiar a Potter, no puedo hacer de él una mejor persona, únicamente depende de él y si quiere continuar siendo un idiota, es su problema, yo no voy a vivir con eso.
─ ¿Me estás diciendo que es mentira que el poder del amor puede cambiar a las personas? ─preguntó Blaise con los ojos entrecerrados.
Draco soltó una carcajada.
─ Eres estúpido ─dijo mientras le lanzaba una almohada.
─ No tanto como el que se enamoró de Potter.
Draco gruñó.
─ ¿Entonces qué sigue? ─preguntó Blaise.
El rubio se encogió de hombros.
─ La vida. Tengo que hacer cosas, sanar, empezar de nuevo. Ahora sé que no debí enamorarme de Potter, no al menos de ese Potter que no puede afrontar la pérdida de su esposa, que depende de sus amigos para sobrevivir, que no puedo aceptarse a sí mismo y que no me ama del mismo modo que yo le amo. Merezco ser amado con tanta intensidad que el resto del mundo sienta envidia de ello, merezco ser feliz y principalmente, merezco ser tratado con dignidad. Y si, extraño a Lily y la quiero mucho, pero no es mi hija, no me corresponde ayudarla a sanar, así que seguiré con lo que me incumbe. Mi vida.
Blaise sonrió y se acercó para abrazarlo. Draco correspondió mientras cerraba los ojos con fuerza. Afrontar las situaciones vividas no iba a ser nada fácil, pero siempre que tuviera disposición y el apoyo de sus amigos, lo lograría.
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Draco desempacó sus cosas. Por supuesto, no había sacado nada de las maletas que trajo consigo cuando renunció al trabajo de niñero, pero tal como le había dicho a Blaise, era momento de seguir adelante, por lo que desempacar y organizarse era uno de los pasos más importantes.
Comenzó a acomodar su ropa en el pequeño closet, parte integral de la habitación que le prestaba Pansy. Luego que sus atuendos estuvieron perfectamente doblados y colgados, se dedicó a seleccionar sus cosas. Realmente no había llevado mucho a casa de Potter. Un buen bloque de libros, productos de belleza y un par de fotografías de sus padres. Estaba la varita que alguna vez fue de él. Acarició el estuche con cariño y lo sacó para colocarla en la mesita junto a la cama.
Volvió a mirar la maleta y vio un estuche plateado, inmediatamente pensó en el reloj que Potter y Lily le obsequiaron en su cumpleaños. No lo sacó, lo mantuvo en su lugar, pero la presencia de aquel objeto le hizo recordar la rosa carmesí de cristal que Harry le regaló en su cumpleaños.
─ ¿Dónde la puse? ─Se preguntó mientras rebuscaba entre las cosas que aún se encontraban en la maleta. Incluso abrió el estuche del reloj, pero únicamente se encontraba tal objeto, ningún rastro de la rosa─. ¡Dónde está! ─Exclamó mientras iba hacia el closet, recordaba habérselo quitado esa noche antes de acostarse, pero cabía la posibilidad de que no lo hubiera hecho, por tal motivo, buscó el traje y al mirar el ojal y verlo vacío sintió angustia. Comenzó a buscar entre los bolsillos de cada prenda, pero no había nada─. No puede ser. ─ ¿Lo habré dejado en su casa?
Aunque estaba dispuesto a deshacerse de su amor por Potter. No quería olvidar esos pequeños momentos tan agradables, eran parte de su vida y los atesoraría como nunca. Y una parte importante de todo ello, era esa flor que usó que aquella noche, era un regalo especial, era el símbolo de que Harry lo escuchó y estuvo allí para él como un amigo.
Suspiró apesadumbrado.
─ ¿Estás buscando algo? ─preguntó Pansy asomando la cabeza, pero sin entrar a la habitación.
Draco negó con la cabeza.
─ Olvidé algo en la casa de Potter.
─ ¿Es importante?
El rubio volteó a ver los atuendos dentro del closet, concentrando su mirada específicamente en el traje esmeralda que usó aquella noche, luego volvió a mirar a Pansy.
─ Si, lo es.
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─ ¡Papá! ─Lily saltó sobre Harry cuando lo vio llegar a la Madriguera. Ella había sido llevada esa mañana por Hermione para que jugara con sus primos, ahora, Harry era el encargado de ir a recogerla.
─ ¡Hola, preciosa! ¿Te divertiste?
─ Si ─respondió contenta mientras era levantada en brazos por el moreno.
─ Cada vez pesas más ─gimió mientras la levantaba con esfuerzo.
─ O cada vez eres más viejo.
Harry bufó.
─ Lo siento, niña, pero cuando seas mayor te darás cuenta que estar en los treintas no es una edad demasiado avanzada.
Lily sonrió y se encogió de hombros.
─ ¡Harry! ¡Qué gusto me da verte! ─Exclamó Molly entrando a la estancia─. Te quedarás para la cena.
─ Claro, me encantaría ─dijo con una sonrisa y la señora Weasley correspondió encantada.
Conforme pasaba el tiempo, la actitud de Harry iba cambiando para mejor. Molly estaba contenta, al igual que Ron y Hermione, quienes nunca dudaban en decirle lo orgullosos que estaban de él.
Todos los presentes fueron a la mesa.
Estaban cenando agradablemente, entre risas y chistes tontos hasta que al señor Weasley se le ocurrió hacer una pregunta inocente, pero que sin saberlo afectó a Harry.
─ Entonces, ¿cómo va esa película de su amigo Finnigan? La que está protagonizando Malfoy.
El semblante de Harry cambió completamente. Su sonrisa se esfumó enseguida. A pesar de que su vida iba bien en general, el tema de Draco era algo que todavía no podía superar.
─ ¿Me disculpan un momento?, iré al sanitario.
Se puso de pie inmediatamente y salió por el corredor que llevaba a los pisos superiores.
Hermione y Ron se miraron mutuamente.
─ Eh… ─el pelirrojo se puso de pie, pero Hermione colocó su mano sobre la de él suavemente.
─ Iré yo, tú quédate con tus padres. ─Y con una sonrisa agregó─. Tú platícale a Arthur sobre la película de Seamus.
Ron asintió y volvió a sentarse.
─ ¡Oh!, bueno… en realidad apenas van a iniciar las grabaciones. La próxima semana, de hecho.
─ ¿Y cuánto tiempo tardarán para hacer esa película?
─ Alrededor de un año y…
Lo anterior fue lo último que alcanzó a oír la castaña antes de subir para buscar a Harry. Afortunadamente no tuvo que andar demasiado por la casa. El mago se encontraba en la habitación que compartió con Ron incontables ocasiones.
─ Ron y yo nos hemos estado preguntando al respecto ─dijo al entrar.
Se sentó en la cama frente a él y esperó a que Harry decidiera decir algo.
─ ¿A qué te refieres?
La bruja se rio.
─ Por favor, Harry, eres más inteligente de lo que aparentas. Sabes que te veíamos, notamos cómo lo mirabas y esa reacción de hace un momento nos confirmó todo.
Harry sonrió. Jugó un momento delineando con el dedo índice los patrones de la sábana. Parecía que ya no iba a decir nada cuando de pronto habló.
─ Me enamoré de él, Hermione.
La castaña bajó la mirada, sabía que Harry no quería que lo mirara con lastima.
─ Y lo extraño demasiado.
Dudó por un segundo, pero ella tenía que hablar, tenía que reprenderlo por ser tan tonto.
─ Entonces has algo, búscalo, no es demasiado tarde.
─ Lo he pensado, pero no sé si pueda perdonarme.
─ ¿A qué te refieres? ─preguntó con curiosidad.
─ La última vez que nos vimos fui un imbécil con él. Lo traté tan mal y en ese momento no me di cuenta de lo cretino que fui. Quise echarle la culpa de todo, pero la realidad es que no puedo culparlo de nada, sé que yo soy el culpable, soy el que lo arruinó.
Hermione bufó.
─ Está bien, pero ¿qué vas a hacer para remediarlo? ¿Vas a quedarte aquí simplemente a lamentarte por ser un imbécil? Vamos, Harry, no es la primera vez que lo arruinas con Malfoy y al final, de alguna manera vuelven a coexistir.
Harry sonrió. Se acercó a la bruja y colocó una mano en su hombro.
─ No te preocupes, Mione, ya estoy haciendo algo al respecto, te lo aseguro.
Gracias por su apoyo, nos leemos en el próximo capítulo. Se les quiere.
