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Mis más sinceras disculpas. Han pasado meses desde la última actualización de éste Fanfic, y no poseo ninguna excusa para remediar este descaro cometido, pero espero que ojalá no les moleste, tomando riendas y volver a escribir los capítulos, esta ves como meta para acabarlo. No prometo nada, ya que por razones del destino está versus mi creatividad literaria. No sé ustedes, pero creo que la calidad de redacción, narración y calidad cambie a comparación con los demás capítulos, y si lo notan, digan si para bien o peor.
Lo haré especialmente largo para quitar algo de culpabilidad en mi delirio, y agradezco a Liuny, en especial, ya que me pidió continuarlo si, ella tenía la oportunidad, o yo, aunque digo que se pueden dos, y a NieA, ya que fue la que me dio el permiso para empezar desde su idea "Nueva Identidad".
Ya sé cómo se sintió Miguel de Cervantes, cuando decidió continuar su obra gracias a otro.
¡Y bien! Ya dejo/emos nuestra/s lamentaciones (¡Ya pueden bajar las antorchas! ¬¬) y volvamos con la bonita rutina!
Nota de la autora:
Todo lo que este entre en cursiva, (ejemplo: ¡Hola!) esta hablado en Parcel.
Aprovechando, ya tengo ideas claras gracias al sexto libro, y pondré poquitos SPOILERS, pero nada relevantes, sólo que ya se sentó la historia y sé una idea más clara para seguir.
Bueno, y para poner más en orden la historia, haré un cambio algo drastiquito. Sé que en capítulo seis estaban en un sábado (al acabarse). Imaginen de que es viernes o algo por el estilo ¿Sí? Todo pasó muy en la mañana (los de sexto tienen más horas libres)... es un cambio que no afecta a nadie ¡y así habrá clases! Sólo ésta vez (son los problemas de no actualizar por meses, ya saben...).
¡Sin más que decir, que empiece la función! He renacido de las cenizas, he presenciado un siguiente día, he (bramidos de la multitud) seh, seh...
Este capítulo va dedicado a NieA, Liuny, Safrie, Florence Rose, Uialwen, Kat Basted, Dark Sly, AIOV, Socralo, Monyk, Wlrine, Nuinardiel Lupin Riddle, Nariko-Chan, Layla Kyoyama, Miranda Evans, Ithae e Isilwen. Enjoy them!
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Cap. VII.
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— ¡Por favor, señor Potter, entre y siéntase como en su casa! —exclamó Tom, lo suficientemente alto cerrando la puerta que comunicaba el despacho a su habitación, con la intención que cierta serpiente albina sobre su cama cantando "It's Hard Life" de Queen no interfiriera.
Harry pensó unos segundos que en su casa le ordenarían a sentarse en el suelo, así que dudó unos instantes para acomodarse en el sillón café frente al escritorio. Tom estaba encantado, con la sonrisa de oreja a oreja, como hombre que sueña cosas despiertas sin creérselas realmente.
Harry dijo "Qué bonito despacho", comparando con el desagradable Snape por el hecho de estar en las mazmorras, pareciendo más bien una antigua y bien cálida biblioteca.
Idiota.
— ¿Quiere té, pastel o algo de comer?
— Pero si acabamos de desayunar, ¿cómo me ofrece eso?
— ¿Porque soy considerado y te doy una última cena? —pensó irritado—. Alguien me dijo una vez: "Nadie puede estar conforme sin una taza de té en la mano".
Harry frunció el ceño.
— Pero eso es costumbre inglesa ¿no, y usted es alemán...
— ¡Soy nuevo en Gran Bretaña! —corrigió sorprendido— quiero familiarizarme con mis estudiantes y las pongo en práctica.
Cuando Ginkly, el elfo domestico, se fue luego de traer una taza de chocolate, Tom aprovechó para sentarse sobre su escritorio frente al mártir con los brazos cruzados sobre el pecho, moviendo imperceptiblemente una pierna. Era la oportunidad de oro, la oportunidad de darle fin a todo y ser el Lord seguro de toda Europa, todo bajo las narices de Dumbledore ¡Estaba a su merced!
Así que disfruto el momento.
— ¿Sabes, Harry? Desde que llegué al colegio tenía ganas de conocerte —le confesó el Riddle.
— ¿A mi, señor? —dijo sorprendido— ¿Y por qué?
¡El cabrón todavía pregunta!
— Porque eres el niño más famoso de Inglaterra —dijo como si fuera lo más obvio ¡D'uh!— eres tan nombrado acá desde Alemania hasta Dinamarca, un lugar que nadie sabe dónde está pero siempre nombran. Harry, es un placer ser tú maestro. Eres muy talentoso.
— ¿Así que... —comenzó nervioso, jugando con sus manos—... no está enojado de que en la quinta clase yo, accidentalmente, mi hechizo pegó un estante haciendo que se desparramara medio mundo sobre su cabeza?
— No —dijo inaudible, con sonrisa de maniaco.
— Jeje, pues con el grito que pegó... sonó frío, hasta familiar...
Tom abrió los ojos.
— ... me recordó al gato de Hermione.
— ¿Qué?
— ¡Nada! —sonrisa inocente.
Disfruta el momento, disfruta el momento...
— Bien, decía usted que estaba orgulloso de mí... —dijo, no pudiendo suprimir un dejo de grandeza que Voldemort tuvo tentado a lanzarle una patada.
— Sí... por el hecho de que derrotaste, en ese entonces, a uno de los más grandes y poderosos magos que hayan existido nunca sobre la faz de la tierra. Fue toda una noticia que alguien —endurece la voz— que ni siquiera supiera caminar ni hablar lo haya... dejado casi sin vida.
— Me está diciendo algo que apenas recuerdo —dijo el cara rajada algo cohibido. Tom parpadeó.
— ¿Apenas? No sabes cómo lo derrotaste ni nada?
— Noup. Pero me doy una idea: Que mi madre me aventó un no-sé-qué de escudo antes de morir cargado de amor, esperanza y menuda sarta de cursilerías que hizo PAF contra la maldición asesina rebotando el rayo verde al ser que mandó el hechizo, alguien horripilante, horroroso, espantoso y deforme mago oscuro, despreciado por todos y todas hasta la eternidad, con consecuencia que, sobre mi hermosa cara, dejándome una cicatriz de forma extravagante que me ha llenado de grandeza, y él medio-muerto, e hicieron fiesta el siguiente día que duró como ocho días, hasta hace un cuarto de año, que fue anunciado en un periódico amarillista de poca monta del mundo mágico.
— ...
— ¿Señor? Qué pasa? Por qué tan pálido mirando con ojos perdidos la nada?
Disfruta el momento ¡DISFRÚTALO...!
— Harry... hace un rato me querías preguntar algo... ¿qué es? —caminó para estar detrás del sillón del pendejo, el cual se movió y asomaba la cabeza.
— Bueno... señor... yo...
— ¡Llámame Tom, Harry, Tom! —dijo con su voz más sedosa que nunca. Total ¡EL CHICO ESTABA MUERTO! De eso se encargaba, dentro de una hora... o menos... ¿qué más le daba si le decía Papá o Chacha? Se abstenía a atacarlo ¡Que el MOCOSO imbécil revelase sus secretos...! la simple delicia de poder al hacerlo... ¿Quién sabe? Algún secreto de la Orden, alguna debilidad del Viejo Sentimentalista o...
— ¿Sabe algo para revivir muertos?
— ¿Qué?
Él se especializaba en robar vidas ¡No en recuperarlas!
— Que si sabe algo para revivir a los muertos... usted sabe... es el profesor de Defensa...
— ¿Qué —suprime grosería— estás diciendo?
— ¡No debí decirle! —gimió el pendejo, levantándose ¡Merlín! Qué imprudente era! Y si le avisaba al director que le había prohibido buscar maneras de recuperar a su padrino? O si se reiría de él? Y sí había pero estaba como todo el mundo en un complot? — Por favor, señor ¡No le diga nada de esto al director! Si le molesto, me voy, ya que...
— ¡No, no! —dijo Tom, tapando la puerta—. No te vayas, no le diré a nadie. Siéntate y tranquilízate. Eso es. Sé un poco sobre lo que dices, pero quiero que te sientes, mires al frente y respira... ¡respira!
— ¿En serio sabe sobre lo que dije? —preguntó casi sollozando, pero de alegría, cuando se hubo "calmado". ¡Tanta agonía que sufrió en el verano para ser como Hermione-esclava-de-la-biblioteca, y encontraba lo que quería en no mas de dos semanas con el nuevo maestro golpeadores-de-Snapes-idolatrado-por-Ron.
Luego, Tom no le quedó de otra que escuchar toda la plática del aburrido Niño Que Vivió ¡Era aburrido! Clasificó al Salvador del Mundo Mágico como un sicótico con desorden mental. Trastornado por la muerte del perro que aventó Bellatrix por un velo ¿ÉSE era el Salvador del Mundo Mágico? Un niño con azúcar en la sangre, abstraído y todo lo demás!
Pero bueno: Él había venido para matarlo. Levantó su varita por detrás del sillón. Sólo un hechizo y se libraría de todo. Todo. Se iría a su casa y descansaría un par de días. Empezó a reír quedamente ¡Qué fácil sería aquél trabajo! Lamentaría no estar ahí y ver la cara de DumbleDORK al ver a su precioso niño amado que parloteaba como gallina sobre... momento. El sicótico ese platicaba sólo, mirando al frente, con cara contorsionada, sobre sus maravillosos pensamientos homosexuales de su recién vivito padrino con él en una casa del campo con el novio licántropo llamado Remus (?), que preparaba la comida, vestida de madre sobre el pellejo de Severus Snape imitando a una alfombra de oso, al lado de la chimenea donde había muchos bebés elfitos hijos de Papá Doddy (¿qué no era el de Malfoy?) y Mamá Winky (¿El de Crounch?) alimentándolos con unos biberones gigantescos cargados de la leche de una cabra que hacía el amor con el Anciano Sentimentalista a plena sala.
A veces, ser innato en legeremancia tiene sus desventajas...
Ya había pronunciado la mitad del peor Hechizo Imperdonable cuando un PUF, muy parecido a un cañón, surgió de la nada. El elfo Ginkly les miró, primero curioso y luego extrañado de Tom a Harry. Leddir ocultó su varita.
— ¡Señor profesor Thomas Leddir! —chilló el elfo saltando delante de él— ¡El señor director Albus Dumbledore ocupa de su presencia ahora mismo para discutir un artecado hecho en el comedor esta mañana con el señor profesor Severus Snape! Pidió a Ginkly decir personalmente el mensaje ¡Ginkly cumplió! Ginkly quiere que lo escolte?
Tom soltó un grito.
Harry y Ginkly lo miraron, extrañados.
— Señor, ¿es un mal momento?
— No, Potter... regresa mañana, ¿bien?
— ¡Por supuesto!
Salió de la habitación, algo deprimido pero muy feliz de poder platicar a alguien sus fantasías.
El Lord, furioso, miró a Ginkly.
— ¡Nagini, tú desayuno!
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Snape sintió una larga mirada divertida del maestro de Defensa cuando bajaba las escaleras que daban al despacho del director. Apretó los puños. Ni siquiera se detuvo a saludarlo, y si algo iba a recibir ese tal Thomas Leddir (menudo nombre muggle y barato) sería una maldición de su varita, pero caminó tan rápido que ni tiempo le dio hacerlo.
Y aunque se hubiese ido caminado despacio, tampoco lo habría echo. En sus oídos todavía estaban retumbando las palabras coléricas del director. Nunca lo había encontrado tan alterado. No, no a él. Estaba irritado, furioso, y apenas lo dejó hablar. Ya sabía por qué era el único capaz de hacer temblar al mismísimo Voldemort. Se imaginó a él mismo matando tanto a Voldemort como a Dumbledore con sus propias manos.
Tan fuerte que cuando Tom pasó a su lado frunció el ceño, teniendo la sensación que ése espía suyo le dirigía a él. Le hizo sonreír más, si es posible, pensando que era sólo ser "Thomas Leddir". De haber estado más atento y no tan sonriente...
"Me disgusta ese complejo tuyo de superhéroe ¿cuál es tú problema, Snape?"
El directo hacía años que no le decía por su apellido, que en sus labios, sonó como la peor de las sandeces. Y lo peor de todo, se revelaba contra a él... ¡él! Quizá... no... Dumbledore era la única persona que lo había tratado bien en aquellos veinte años, puesto que en colegio apenas le miraba a no ser en los castigos con los Merodeadores de amplitudes descomunales, pero era también el único que lo apoyaba en su totalidad, que lo hacía sentir bien. La única persona en que confiaba sin réplica alguna. La única que lo defendía.
Y ahora salía con eso de "¿Cuál es tú problema, Snape?"
¡Qué demonios!
Se sentía mal, muy mal. Pero hacia los demás, hacia él, el ingerido de Leddir y en especial hacia Dumbledore. Entró en un pasillo, mientras respiraba con agitación por el grandioso humor de ese día, encontrando a un pequeño Gryffindor de primero que pasaba por ahí por casualidad, al pedir permiso a la profesora McGonagall para salir al baño.
— ¡Setenta puntos menos, Gryffindor!
— ...!
— ¡Y serán veinte más si no se larga! —ladró.
El pobre niño patinó. Dedujo que ya debía de estar a tres pisos de distancia.
Escupió amargamente al suelo, sabiendo de que más tarde una furiosa Minerva McGonagall le reclamaría una explicación por traumatizar a una pobre criatura en sus primeros días. Eso y los setenta puntos perdidos sin razón, aprovechando los otros cuarenta en sus clases y antes o después de la cena.
Pateó la base de una de una armadura que estaba cerca, esta agitó los brazos y cayó precipitadamente, lloviendo sus partes por todos lados.
— Miau...
— Ahora no, estúpida gata —siseó en dirección a la señora Norris. Ésta bufó con violencia, pero no se atrevió a atacar al profesor. Sólo se erizó y salió en Filch. Cuando este llegó vio el yelmo de la armadura, moviéndose dramáticamente sobre el hueco para el cuello, muy triste. El profesor ya había entrado a su salón, clase de sexto entre Gryffindors y Slytherins. Vio con asco, de soslayo en su entrada aun más dramática, a los Gryffindors. Ya estaba bastante arto con ellos. Tantos de ellos como Slytherin. Bola de patanes...
— ¡Profesor! —exclamó alguien desagradable cuando se sentó de mala gana en su silla— Potter y Weasley han...
— ¡Treinta puntos menos, Malfoy!
Toda la clase levantó la cabeza, escépticos. Draco, aun teniendo la mano alzada, balbuceó algunas palabras. Miró su mano y luego la empezó bajar, despacio, como si dudase qué hacer en esos momentos.
— ¡Próximo en hablar detención! —bramó. Mas de uno se abstuvo de respirar.
— Jajajaja —murmuró en voz baja Ron a Harry y Hermione—, apuesto que Dumbledore le dio un escarmiento a Snape ¡Yes! Miren ¡hasta está temblando!
— Para mi que de ira, Ron...
— Ssshhhh... cállense —dijo con algo de miedo Hermione, pensando que si le había quitado como si nada a Malfoy treinta puntos por articular cinco palabras, para ellos sería un castigo propio a la Pena Capital.
— ¡Es mi ídolo ese Leddir!
— Ron, Hermione tiene razón ¡cállate!
— Harry, no me calles.
— Ssshhhh...
— Hermione...
— Cállate...
— Pero...
— ¡Ron...!
— ¡POTTER!
Todo Hogwarts debió de ser capaz de escuchar el bramido. Harry se congeló, no queriendo mirar al frente, por que sabía que debía encontrar a una furia encarnecida que lo que más deseaba en ese momento era arrancarle a alguien la cabeza de un mordisco ¿quién mejor que a él?
— ¡Detención! Lo espero mañana en mi despacho.
— ¿Qué? —recordó su cita con Leddir— Mañana no...
— ¡Setenta puntos menos para Gryffindor! Más le vale que cierre la boca, Potter, o serán detenciones hasta el final del año escolar.
No contestó, pero maldijo con toda su alma a la persona despreciable que estaba frente a él.
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Paralelamente a todos esos hechos, en lo que Snape llegaba aun pasillo y arremetía en un niño de primero toda su furia, Tom ya había tocado con educación la puerta, asomando su cabeza antes de entrar.
No se atrevió a sonreír o algo parecido, por respeto al hombre que estaba furioso y se calmaba con magistral actitud helada en su silla, clavando sus largas y gruesas uñas en el escritorio de cedro.
— Pasa, Tom —dijo con suavidad.
Tom Riddle miró por un instante al fénix se había erizado apenas asomó la puerta, o quizá antes, al mismo instante que le devolvía una mirada penetrante a los cuadros, que murmuraron entre sí cosas inteligibles, pero muy acaloradas. El Anciano les ignoró, aun así miró con curiosidad a su ave, que preparaba sus garras al más mínimo movimiento brusco para atacar.
— Me parece raro que otra vez Fawkes esté así. La primera tiene sentido: un desconocido, ¿pero y esta, Tom? Usted es maestro de Defensa ¿qué me dice de la actitud de Fawkes?
— Que no me quiere, Albus.
El aludido soltó una risita.
Hubo un momento de silencio, donde Tom se sentó lo más alejado posible de la amenazadora ave. Esta chilló con brusquedad, moviéndose tan rápido sobre su percha que inconscientemente le empezaba a sacar espinas. Albus parpadeó, desconcentrado. Le intentó calmar, pero parecía tal alterada que casi le muerde la mano.
Fantástico.
Tom miraba con genuino miedo a que fuese descubierto. Era afirmativo. Los animales lo reconocían, tal vez eran engañados por su visión, pero los animales son seres súper sensoriales que por otros medios sabían quién era él.
Una amenaza.
El enemigo.
Alguien que estaba sentado con pose tranquila frente a su más grande Némesis, enemigos mortales en una habitación intercambiando sus copas de vino traídos directamente de sus lados.
Uno se lo empinaba sin precaución. El otro sólo lo sostenía cerca de los labios, observando como gota por gota se introducían por la garganta.
Eso era lo que murmuraban los cuadros, tanto y tan bajo, cada vez que pasaba frente a uno. Una frase, la de los vinos y el cuarto compartido, de un lado la cama, suave, limpia, acolchonada, rodeadas por paredes altas de madera, y féretro.
Una Tumba Blanca.
— Me preocupa la relación entre usted y el profesor Snape —la voz tranquila de Dumbledore le sacó de sus pensamientos.
— A mi también, Albus —mintió, con un tono de voz que todo cree. El director frunció el ceño.
— Pues como fue esta mañana, ciertamente lo dudo.
— Fue defensa... verá, señor: yo soy alemán. Ya conoce a los alemanes. Siempre a la defensiva, recibiendo y dando golpes por todos lados... cada vez que nos agrieden, tenemos la mala costumbre de responder.
— Es muy malo eso, Tom.
— Lo sé, señor, muy irresponsable, pero fue el quién empezó.
— Hace un instante, el profesor Snape alegó que fue usted quién empezó. Tengo dos versiones ¿cuál es la suya, Tom?
Tom se calló. Poner en agresión a Snape era peligroso, y sin dura riesgoso, ya que era nuevo. Decidió declinar.
— Tiene razón, señor. Yo empecé la pelea —Dumbledore le vio sobre sus lentes de media luna—. Hice un comentario ofensivo a su persona, al contraatacarme verbalmente, le empujé y me tiró el puñetazo que todos vieron y fue ahí donde lo patee. Esa debe ser también la versión del señor Snape, si no, realmente no sabría qué más decir.
— Sí, esa es también al versión de él, sólo que conociéndolo, siempre, siempre exagera todo. Es un mal que tiene —dijo tras un silencio, al compararlas. Tom sonrió mientras no le miraba, y Fawkes se le lanzó a la cara.
Pegó un gritó tan alto que no dejó nada que envidiar al de Snape cuando bramó el apellido de Harry. Se hizo para atrás y se cayó con todo y sillón, tapándose la cara con sus brazos de la poderosas garras que y picotazos deliberados que hacían el sonido de pinzas a presión cada vez que se cerraban. Intentó alargar su mano al bolsillo de su túnica desgarrada para coger la varita, pero no pudo, y se volcó boca abajo al primer libramiento seguro, cuando Dumbledore detuvo a su ave cogiéndola por el cuello y vientre. Fawkes chilló si es más posible, pero no atacó a su amo, aunque si lo suficiente para liberarse y volar en círculos por todo el techo. Dumbledore ayudó a que se levantara. Tenía algunas cortadas pero nada permanente que Pomfrey no pudiese arreglar con algunos hechizos. Su ropa, por el contrario, estaba arruinada y traía todo el pelo despeinado.
— ¿Le duele el pecho? —preguntó preocupado, porque a los segundos de levantarlo dirigió su mano derecha apresando con fuerza una especie de colar con algo negro que no alcanzó a apreciar bien.
Tom sabía que NO debía de ver ESO. Se preguntaría por qué demonios alguien tendría ese artefacto impregnado de magia negra en su poder. Era el equitativo de que un niño de siete años sostuviese en su cabeza la Piedra Filosofal, en medio de la calle.
— No. Es el susto, siento que el corazón se me va a salir.
— Ve a la enfermería —dijo de forma paternal, mientras le dirigía una mirada al ave que asechaba desde arriba—. Ya está terminaba la visita. Sólo pido que no más peleas y platiques con el profesor Snape para que ya nunca vuelca ocurrir.
— Lo haré, Albus y... gracias por su confianza en mi.
Éste sonrió, asintiendo, cerrando su puerta tras de él. El fénix se postró en la silla del director, dándole una mirada tan penetrante que parpadeó. Volteó al cuadro de más cercano a él, el cual era de nada menos que Phineas Nigellus.
— Albus, no hagas pacto con el diablo. Su vino es el venenoso. Hazle caso al príncipe.
Dumbledore ciertamente no entendió aquello, pero no pudo escuchar la advertencia otra vez, ya que Phineas se volteo a su lado y cuchichearon de nuevo, para fingir al instante que dormían, a pesar de ser las 12 de la mañana.
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— ¡Hola, Tommy! Cómo te sientes hoy?
— Mmm...
— Tommy, ya sabes que no hablo humano, pero lo tomaré como un gruñido ¡Tom, hora de levantarse!
— Mmmm... ¡con una...! Cru... cru...
— ¿Crujiente, Cruposo, Cruce?
— Cruuu... aaah... ci...
— ¡Crujiente! Ssssssssíiiii... ¡pan crujiente! Llamaré un elfo domestico ¡Tengo hambre! Ah! Y de una vez tu pan crujiente! Ahora... ¿cómo es que se llama a un elfo? No veo ningún timbre! Yo no hablo humano! Tommy, iré a la cocina, ¿qué quieres aparte de tu pan crujiente?
Tom levantó la cabeza pesadamente.
— ¿Ahhh...?
— ¡Ya vengo, escalaré por la percha a la rejilla del techo! —raptó por el piso perdiéndose tras la puerta.
Tom Riddle levantó con pereza la cabeza en dirección donde la reptil loca se había marchado. Articuló un "Ahh..." y se tumbó boca debajo de nuevo en la cama, tapándose con la sábana, aplastando su cabeza en la suave almohada. Maldición. Había perdido el sueño. Se hizo ovillo. Se sentía mal, le dolía la cabeza, haciendo tum-tum. Se volteó y miró el techo gris oscuro de su habitación. Tum-tum. Sus ojos se sentían cansados, irritados, pero no tenía sueño, y si los volvía a cerrar sólo de producían escozor. Tum-tum. Tenía los síntomas de una resaca, y no había bebido nada desde su llegada. Tum-tum. Se cogió con dolor el estómago. Tum-tum. Algo le pasaba, algo no normal; debía de tener ese libro cuando antes. Tum-tum. Ayer, sábado, fue fatal: Harry no se presentó por culpa de Snape, y había sido tal derroche que también estaría ese domingo, y la reunión... ¡huy! Sintió una arcada. Corrió al baño. Tum-tum. Cayó de rodillas frente al retrete. Tum-tum. Vomitó su escasa cena, bilis y con horror de su dolorosa mente de si era verdad o no, sangre. Tum-tum. Se recargó en la pared, pálido como el mármol, de un desagradable color lechoso. Tum-tum. Un estruendo se escuchó en su despacho.
Se mojó la cara, notando que estaba caliente. Tenía fiebre, o al menos eso parecía. Pero su mente le decía que algo estaba mal. Muy mal, y la respuesta estaba en ese libro.
Se maldijo. Lo pidió hace dos días ¿por qué no había llegado? Ni siquiera en el diario El Profeta salía nada sobre ataques de mortífagos. Hoy debería de decir algo. Tenía qué... ya serian tres días si no. Algo no marchaba bien.
Nagini se sobó el golpe. La percha tenía una pata suelta y se había caído cuando por fin había quitado la rejilla y se apresuraba por el ducto de ventilación. Vio a su joven (en apariencia) amo recargado a un lado de la puerta, mirándola como perdido, algo extremadamente extraño para cualquier otro, pero común si se estaba sólo con su serpiente. Realmente la apreciaba aunque nunca lo había dicho.
Total, ella tenía encima parte de la alma de él. Estaba muy identificado.
— ¡Hola, Tom! —saludó mientras intentaba esconder la percha detrás del sofá, muy inocente— ¿alguien te ha dicho de que ves bien así en ropa de dormir?
— Yo no uso ropa de dormir.
— ¿Entonces cómo llamas lo que usas?
— Harapos.
— ¿Sabes de que eres raro? —le preguntó, con tono de reproche.
— Y ahí va la pregunta del millón —bufó, mientras se devolvía al cuarto.
— Jum, con estos amos, ¿para qué quieres sirvientes? —dijo sarcástica, viendo si podía reparar la percha.
— Te escuché.
— Sssssssssss.
Se terminó de cambiar, luego de una ducha fría. Se colgó la piedra negra en el cuello, oculta debajo de sus ropas. Agarró su varita. Tal vez hoy en el desayuno llegase el libro o al menos un anuncio de su interés en el periódico amarillento.
Nada. Con desgana, lo arrojó a un lado. El diminuto ese chillón, no recordaba el nombre, lo cogió.
— Pero sí sólo viste los titulares, si buscas algo debes abrirlo, Tom.
— Lo que yo busco tendría que ir en la primera página. Te lo aseguro...
— ¿Saben algo? —la bola de grasa de la casa idiota habló en alto, audible para todos los profesores— hoy he hecho un descubrimiento asombroso en mi invernadero.
— ¿Hongos venenosos? —soltó inconscientemente Tom.
— Algo bueno, quise decir. Bien, como sea, sí, son hongos, pero no, no son venenosos.
— ¿Y si se comen crudos? —volvió a articular con desgana, apoyando su aburrido aspecto sobre una mano.
— ... ¿Cómo sabes eso? A nadie se lo he dicho...
¡Estúpida legeremancia innata! A veces era confuso. Era como si escuchara cosas de forma muy sutil cuando no prestaba atención, con la voz respectiva de la persona que lo pensaba. Había escuchado un susurro "Esos hongos Cantal harán maravillas para Pomfrey, se lo voy a decir...".
— Pero... sí me lo dijiste...
— No, no recuerdo —dudó.
— ¡Sí! Murmuraste algo sobre "Hongos Cantal" cuando entrabas al comedor, yo detrás de ti... bueno, no me lo dijiste directamente, pero sí lo dijiste.
— No lo recuerdo... ¿en serio?
— Te lo juro.
— Bien, tal vez debí de hacerlo... —ya no habló el resto del desayuno, por miedo a que no se acordara si lo había dicho o no. Severus miró mal toda la escena, desconfiado.
Para empezar, Leddir había entrado antes que Sprout, pero estaba tan callado que nadie se dio cuenta, pues se agachó para agujetarse un zapato, sin embargo, el escuchó perfectamente una arcada. Cuando se irguió otra vez, se hizo el desentendido. Aprovechó de que ese cretino se volteara para recoger el diario. Había bilis ahí. Y ahora con aquél detalle que nadie notó, sacó la siguiente deducción:
Él era un legeremántico.
Pero ni siquiera habló, apenas abriendo la boca a su escaso y monótono desayuno de pan tostado con mermelada y algo de café negro. Odiaba la carne, era vegetariano. Y sólo lo hacía cuando era estrictamente necesario. Hubo un ululeo de lechuzas que bajaban como cascada desde los grandes ventanales abiertos en par en par, y formó una mueca.
Pero cuando una lechuza carmesí se detuvo justo enfrente de él la miró como quién lo haría un niño travieso con el primer encuentro con una serpiente.
Interesante...
Cogió la carta que le estiraban y la guardó en su túnica, arrojándole una esquina de su pan al ave hambrienta. Lo degulló y se fue inmediatamente de ahí.
Tom frunció el ceño, como todos, pero más pronunciado que ninguno. ¿Cuáles eran las posibilidades más amplias? Que ese ermitaño recibiese correo o que uno de sus sirvientes no le trajese NADA?
— Severus —dijo Dumbledore, llenó de curiosidad— ¿De quién es la carta?
— No sé —informó secamente, queriendo dar fin a la conversación.
— ¡Ábrela entonces! —dijo con aquél tono feliz tan irritante.
— Después, director.
— No seas malo... ¿no te da curiosidad?
— Sí —cooperó Minerva también. Seguía enojada por aquellos 120 puntos que perdió sin razón hace dos días—. Qué tu recibieras algo es trascendental ¿de quién es?
— ¡No les importa! —siseó, mirando con odio a los dos, lo cual, sorprendió al director. Se levantó y salió con paso lento de ahí.
— Qué genio... —murmuró el director todavía extrañado, ¿Severus mirándole con odio...? A ÉL? Ya investigaría después por qué. Por el momento centró toda su atención a Tom, el cual, luego de ver que la lluvia de lechuzas disminuía desparramándose sólo sobre los alumnos, suspiró cansado, estrellando su frente sobre la mesa.
¡Voy... a matar... a Bulltrone!
Cuando de repente resonó un grito, proveniente de las lechuzas. Varias soltaron sus paquetes de libros, revistas, cartas o ingredientes de pociones por accidente sobre los niños más desafortunados. Se hizo silencio en el salón, comenzando al instante varios gritos de horror y espanto. Tom gruñó. Ni en su delirio podía estar en paz. Ya iba a gritar un "¡Cállense, estúpidos!" cuando algo grande, muy grande, y pesado y rápido aterrizó justo frente a su cabeza acostada, que la mesa dio un rebote como si Hagrid hubiera brincado en ella. Con algo de desconcentración, levantó quietamente la cabeza.
Un enorme buitre adulto estaba ahí plantado, luciendo sus largas alas abiertas en par en par como si fuese de que todas la miradas estaba sobre él. De ancho, era mínimo tres metros de plumas negras como el ébano, luciendo en largo 130. Su pelona cabeza la mantenía alzada frente a su amo, como si sonriese, de un color rosa violoncelo líquido. El augurio hizo una reverencia al hombre que tenía la boca desencajada, perdiendo el último tinte de color (y de vida) al ver que de su cuello colgaba su collar característico, grabados las letras "L.V." Se hizo silencio. Riddle estaba que no respiraba. Albus se le quedó mirando, escéptico, al igual que todo, todo, todo el salón entero. Miró dirección a sus pies. Tenía entre sus garras una gran caja de cedro con terminaciones de hierro forjado, con una cerradura cerrada mágicamente. Adentró estaba el libro, le decía la parte aun viva de su cerebro.
El buitre ladeó la cabeza, ¿acaso no iba a decirle "Ya es todo, Ripper, lárgate"? Y por qué no agarraba su paquete? No se atrevió ni a tocarlo, no vaya que saque su varita...
Pero aunque se veía muy, muy diferente, sabía el buitre que él era SU amo.
— Profesor Leddir —empezó Dumbledore en el incómodo silencio—, ¿puede explicar qué es eso?
— Es de... ¡Es de mi hermano! Leddir... Leddir, Volgüez! —anunció, mirando a la ave, la cual volvió a ladear la cabeza ¡No era propiedad de ningún Volgüez Leddir!
— Ehm... verán... —¡Lo voy a matar, lo voy a matar!— mi hermano vive al otro del canal de la Mancha, y tiene a un buitre como máscota cuando un viajero, amigo de él, regresó de la costa ibérica. Era un huevecito... lo entrenó como lechuza por el extremoso clima cuando se comunicaba con su novia la cual hizo viaje a Holanda ¡Eso es! —exclamó sonriente— y como seria una tortura mandar de aquí hasta Berlín una lechuza, dejó que Philips —apunta al ave— me trajese correo familiar, y seguramente algún otro amigo.
— Philips —repite el semi gigante. Ripper se herizó.
— Sí, Hagrid.
— Qué... encantadora mascota... es como el cuervo de Severus... —la anciana leona tembló, ligeramente.
— Parece feliz... —comentó Dumbledore cuando Philips metió su pelona cabeza en el plato de enano chillón, devorando a pedazos un gran filete. El enano chillón lanzó un gritito y desapareció.
— Sí, es muy bonita... ¿qué me traes, querido? —el ave se le quedó mirando, incrédula "¿Querido?"... ¡Querido! Acaso... ¿ése era su amo? sólo estiró dejó la cja justo en frente. Leddir rápidamente la cogió, y para no levantar sospechas, se comió el resto de su plato en medio del silencio sepulcral. Se levantó, produciendo un penetrante chillido por la fricción de la madera contra el lustroso piso de piedra y caminó a zancadas con la caja entre las manos, tarareando una cancioncita. Ripper chilló, extendió sus enormes alas golpeando en el proceso a la bola de grasa de la casa idiota y voló sobre su amo. Este estaba tan pálido que dio una sensación de estar moribundo, y allá arriba el augurio de muerte lo seguía.
— ¡Yo le percibo un buen futuro! —la voz de la profesora Trewlandey fue lo único que se escuchó los segundos siguientes.
Tom le lanzó una mirada al buitre cuando se encontraban ya en las mazmorras, lejos de todos y todas. Suerte que Snape se había ido. En más de una ocasión había visto a su imponente mensajera cuando se aferraba a una falfeizar. Aunque no estaba muy preocupado de que ahora la viese, la verdad. Su atención estaba sobre la cama. Ripper se postró en una percha que estaba cerca de la puerta, como si alguien al fin la hubiese puesto toscamente. Apenas puso su peso a la percha se le cayó la pata, otra vez, y fue al dar al suelo.
— ¡SSSSSSSSSS!
— ¡AARKKK!
— ¡Silencio!
Las dos mascotas se encogieron. Riddle mandó un hechizo a la percha, y se armó de nuevo. Se tumbó en la cómoda silla detrás del escritorio. Abrió la caja.
Adentro estaba un viejo, gruesa y gran libro color azabache con varias inscripciones acabadas que parecía ser oro. Arriba de esta, una gran carta grande y de más fino pergamino, sellada con cera y enrolada de un listón color roja sangre. Le miró curioso. Alargó su mano más no tenía nombre, pero era obvio de quién era.
Se acomodó mejor, y la abrió, dispuesto a leer.
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I know, I know... ¡no tienen que prenderme fuego, en serio! Ya estoy acá luego de... ehm... quién sabe... pero más de un mes, se lo aceguro...
¡Estoy decidida a terminar la historia! Ya tengo resolución y algo más de madurez y admito que a mi me encanta! Pronto el siguiente cap, que lo estoy empezando (puras ideas).
Luego diré el detalle de Hedwig. Ok, de una vez, pero también lo pongo más tarde a sí que de una vez, pero mejor ustedes deduzcan: Acá es visible frente a TODO el colegio que el avesón del buitre lo toman como "De Berlín a Hogwarts. Para una lechuza imposible o muy peligroso". Si Hedwig regresó con Harry al día siguiente de entregar el mensaje de Voldemort ¿cómo es posible el fenómeno? xD ¿qué comentaría Hermione en ese caso? (yo ya tengo, lo juro, pero quiero que tomen en cuanta el detalle).
Ojalá les haya gustado y lo consideren 'aceptable' luego de larga espera xD (Dios, sueno patética) pero intenté hacerlo largo y buen ¡Díganle un Hola a Ripper! Por favor pongan en el review si debe ser la siguiente mascota de Voldemort, aunque a mi me gustó, deseo por su bien que se quede ¡y qué espero! Mejor contesto los reviews... Nagini me mata...
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Sacralo. Si en la anterior tardé un "poquito"... ojalá sigas leyendo el fic polvoriento este (quita una telaraña) estaba algo traumada mientras escribía la disculpa, y sorry por la confusión de sexo ¡suele pasar! Y gracias por el review!
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Miranda Evans. Jeje, sorry! Vi que tu review lo escribiste hace un uff! Ojalá lo vuelvas a leer ¡Gracias por el review!
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Nariko Chan1. ¡Jajajaja! Me reí al leer tu review. Yo siempre e visto a Voldemort carismático, es de mis favoritos de la saga ¡es muy lindo! Y todo, y puede decirse que aborrece a Snape (y dudo mucho que aprecie a alguien, ciertamente), pero aprovechó el momento x) jajaja, yo también quiero ver a Severus cubierto de... bueno de 'eso', aunque pobre, pero di modo ¡así es su vida...!
¡Gracias por el review!
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Antiope Black. ¡Gracias por el review!
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Ithae. ¡Me siento culpable! Sorry! Ya estoy volviéndolo a revivir! Ojalá lo leas también! Y bueno, no te culpo, jejeje! Y grax por el cumplido x) me halagas. Qué bueno que aprecies cómo pongo a Tom ya que está algo diferente, y ojalá le respete (pero obvio es que no lo respetan) ¡Haz una vuelta por aquí y gracias por el review!
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Layla Kyoyama. Yey! De nada ¡Gracias por el review!
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Safrie. Seh... menos mal que aun la sigo... ejem, digo, quiero decir ¡Gracias!
En realidad Sevie no tiene la culpa, casi casi ya está tachado de loco cuando dice cosas... no tan "COMUNES" para él. Ejemplo ¿quién lo peló sobre el asunto del primero, segundo, tercero, cuarto, QUINTO y quién lo peló siquiera en el SEXTO? Nadie! Nadieee! Y claro que es irritable y todo en extremo con Tom, pero piensan que es por no tener el puesto de Defensa. Tom es querido, algunos son seguidores y tiene cautivados a los profes y al mismo dire! Piensan que es envidia o algo así, en espacial por el repentino trato especial que tiene el Viejo Sentimentalista hacia Leddir.
Y sí, actualicé pronto...
¿Por qué todos los reviews dicen eso? (berrinche en un estado de delirio) Buaaaaa!
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NieA. Harigato! Me alegro de que te haya gustado la pelea de Tom/Severus y que te encante Nagini (yo la veo un amor!) Y no, para desgracia de Leddir aun no puede matar a Harry ¡El fic sería muy corto, jejeje! Aunque eso me haya puesto en el mayor-punto-de-su-lista-negra.
No me dejaré matar (otra vez) así que toy todavía acá! Ojalá te guste este cap ¡Y Gracias por el review!
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Leuke Selene. ¡Gracias por el review!
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Florence Rose. Wow! Muchos reviews juntos, y se nota que te gustó el fic. Je, proeza hace uno cuando logra hacer que una persona le guste un personaje o al menos lo vea de una manera muy diferente, como el que te agrade una serpiente o Tom Riddle ¡Estoy profundamente halagada por eso! Gracias por decirlo. Pues, lo de la revista de pulgas, sinceramente no tiene mucho sentido, pero ocupaba que Lupin se fuese a Gales por que si no iba ser el profe de Defensa. Pensó en todo el muy ca... nijo!
We! Tom es lindo (pero Tom-Tommy papá y Tom-Tommy hijo), según en el Príncipe Meztizo, Tom Riddle heredó toda la belleza del padre, que era un gran y hermoso joven, ya que la madre fea. Por eso, digo, Tom TIENE que ser alguien bonito ¡y lo es...! me fascina ese tipo! (Como Tom-Tommy-Voldemort).
Sí, grax por el cumplido sobre la clase de Snape. Es mi favorito de TODA la saga ¡Número 1! First 4ever! Quería ponerlo como lo haría, haciendo cliché de cómo sale en el primer libro (puras referencias...), y de la clase de Tom... ¡Gracias! Aunque espero poner otras clases, ya que al fin y acabo, sí sabe enseñar.
Me siento culpable... XD tardé un poco!
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Wlrine. ¡Jajajajajajaja! Tom te habría golpeado por reclamarle sobre beber pociones sin tomar en cuenta los efectos secundarios! Pero está muy ocupado haciendo retortijones en la cama para hacerlo, y es un placer verlo así! Lindo! (toma compostura... sin mucho éxito) ¡En fin! Tom sí quiere mucho a Nagini (a su manera) ya que de no ser así ni siquiera le trasmitiría parte de su alma a ella (no diré mucho más por si no has leído el Príncipe Mestizo) pero el chiste es que sí la quiere xD y sólo cuando está solo con ella, le mira así. Me parece tierna, como una niña, es inocencia de animal... pero es peligrosa, por supuesto, por su instinto.
Pobre Snapey... da algo de pena ¡pero claro que va a atacar! O al menos a su manera por ahora (recuerda que aun recuerdo eso se la broma, tal vez antes o después decida actuar... o cuando nadie le vea)... sólo que sería una sentencia de muerte si se atreve a acercársele a su Amo mientras le tira un hechizo... hay que rezarle...
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Liuny. Pos yo te doy permiso... pero ahí decidirás tú la resolución, ojalá te guste, jejeje ¡Y gracias por el review!
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Okey... no me maten y dejen review! Realmente ocupo subir el ánimo... ¡y ojalá les haya gustado el cap vienos/nuevos lectores! El próximo en proceso.
