Capítulo 43- De camino a Shikoku


Cuando Atsushi finalmente se hizo presente en la planta baja, Yanagida se adelantó un poco. Salieron del sitio, rumbo al estacionamiento. Los dos autos estaban estacionados de lado a lado. Abrió la puerta de su coche y, viendo a Atsushi antes de entrar, le hizo unas señas.

—Atsushi, ¿te parece si nos mantenemos en contacto mediante llamada? La verdad es que apenas conozco el camino hasta el sur de Shikoku. Voy a ir detrás de ti, pero aun así, por si acaso.
—De acuerdo. Aunque yo tampoco estoy muy seguro de la ruta… Pediremos indicaciones en caso de que el GPS falle.
—Bien.

Cerciorándose de que todo estuviera en orden, echaron a andar los automóviles. El recorrido hasta su destino apenas comenzaba. Ambos tenían mucho qué pensar durante el trayecto. No sabían qué dirían o qué harían, y no había mucho tiempo para preocuparse por ello. El día había llegado.

Se suponía desde un principio que el plan era encontrarse con el padre de Atsushi en el juzgado, se trataría el asunto y con ayuda de un abogado lo someterían a más tiempo en la cárcel. Es decir, que no se acortara su tiempo y que se viera forzado a cumplir con su condena principal. No obstante, la situación había cambiado. Ahora habían tenido que viajar hasta Shikoku para visitar la cárcel donde, todavía en confinamiento, Atsushi podría intercambiar algunas palabras con su padre mientras los oficiales seguían presentes. Al día siguiente de ello, visitarían el jurado que se encontraba en Osaka y terminarían con todo, si tenían suerte, de manera exitosa.

La penitenciaría se encontraba al sur de Shikoku, en medio de un frondoso bosque que se encontraba rodeado de un enorme lago. Estaba bastante alejado de la ciudad, escondido entre la zona natural. Se pretendía que estuviesen apartados del "mundo real" y que, en base a ello, pudieran rehabilitarse de una mejor manera. Rara vez aquello lograba obtener frutos en los reclusos, pero era parte de la ley. No era un sitio muy cruel, a diferencia de otros. En un principio, Atsushi se sentía confundido respecto a este último dato. Creía que era injusto que su padre, quien había cometido viles actos en el pasado, no sufriera y pagara por ello como era debido. Por otra parte, le aliviaba saber que su dolor no era inconmensurable; después de todo, era su padre. Esos sentimientos de ambivalencia siempre le hicieron sentir culpable de todo, como un simple cómplice más, aun cuando él formaba parte de las víctimas de los crímenes.

Ese lugar tenía sus propias reglas. Una o dos veces al año, los reclusos podían salir a la zona a realizar diferentes labores. Si se era bien portado dentro de las instalaciones, hasta podían obtener ciertas recompensas. Obviamente contaban con supervisión especial por parte de la gente que ofrecía sus servicios al lugar. No obstante, el sitio poseía bastantes derechos que podían resultar ser deprimentes y hasta denigrantes para las víctimas de dichos criminales. Que dicha gente estuviera en la isla sagrada era impensable. Era una cárcel más "humana" a comparación del resto del mundo, lo cual no quiere decir que fuera un sitio agradable. Aunque la penitenciaría estuviese localizada en una zona preciosa, por dentro no lo era tanto. Se respiraba aire fresco y puro, sí, pero por dentro las condiciones de vida no eran las mejores, por lo que, ganarse ese día especial fuera de las instalaciones —aunque aún bajo estricta vigilancia— solía ser el objetivo principal de todo el mundo allí.

Muchas veces Atsushi pensaba en ello, y se le ocurría que con algún permiso especial podría solicitar ver a su papá. Se preguntaba estúpida e inocentemente: "¿se estará esforzando por mejorar ahí dentro?"
Pero cuando los repentinos recuerdos volvían a él, descartaba toda posibilidad. Realmente sabía que lo que más le convenía era huir de él; del pasado que le amarraba a la infelicidad. Y, nuevamente, volvía a la realidad. Sabía que, aunque tuviese ciertos sentimientos de remordimiento por aquel hombre, no podía permitirle la libertad. Ya no debía actuar como su hijo. Había dejado de serlo desde que dejó de usar su apellido. Solo había un objetivo: ayudar a Yanagida a zanjar el caso que caía sobre sus hombros, y que salvaría a Kaede.

El camino era largo. Yanagida y Atsushi se habían estado hospedando al norte de Shikoku, en Takamatsu. Durarían un tiempo en llegar hasta el lugar de reclusión, en Uwajima.
Cuando llevaban casi una hora conduciendo, Atsushi se vio distraído por una llamada entrante. Era Yanagida. Atendió la llamada de inmediato sin mucho problema; no conducía a una velocidad peligrosa.

—¿Qué sucede?
—Atsushi, desde hace un momento comenzaste a bajar la velocidad. ¿Lo haces a propósito? ¿Estás seguro de que vamos a la dirección correcta?
—Estoy seguro. El GPS no puede fallar.
—Bien… Mi tanque está lleno, pero agradecería si aumentas un poco la velocidad. Parece que vamos de excursión.
—Hey, no hay prisa. Solo vamos a intercambiar palabras con el alcalde de la institución y con mi padre. Mañana es el verdadero problema…
—¿Intercambiar palabras con tu padre por diez minutos un día antes del juicio te da tanto miedo?
—A ti también te daría si tuvieras que hacerlo.
—Voy a hacerlo.
—Pero no es tu papá. No sabes lo que siento.
—¡Vamos, Atsushi! Anímate. Era algo que debía pasar más tarde o más temprano.
—En fin. Si es todo lo que tenías que decir voy a colg…
—No cuelgues —lo interrumpió—. Atsushi, la verdad es que me alivia saber que no negaste que sientes un poco de miedo por ver a tu padre. Es solo… mi manera de ser. Lo siento. También estoy nervioso, pero estoy decidido. Pero, siento que, si no hablo contigo de lo que sea, la ansiedad va a comerme vivo. En serio, intenté escuchar música, pero la radio no logra distraerme desde hace una hora.
—De acuerdo —Atsushi suspiró pesadamente—. ¿De qué quieres hablar?
—De lo que sea, me da igual.
Luego de pronunciar aquellas palabras, Atsushi no añadió nada. No sabía de qué hablar. Creyó por un momento que el tiempo se encargó de que, entre ellos, no volviese a existir otra posibilidad de entablar una conversación sin que alguna problemática saliera a flote. Sintió pena al cavilar sobre ello. El silencio por la línea era incómodo y hasta aterrador. Yanagida fue quien terminó hilando la conversación otra vez.
—Atsushi, ¿no has… recordado nada nuevo?
—¿Eh?
—Como, eh, no lo sé, ¿sobre tu madre, tal vez?
—¿Por qué preguntas sobre ella?
—No lo sé. —Repentinamente el tono de voz de Yanagida se volvió cortante.
—Mi madre… —dijo en un susurro.
—Atsushi, cuando vuelvas a casa, arregla las cosas con To-, quiero decir, con… tu novio.
—Puedes decir su nombre, ya es agua pasada.
—Y también habla con Futsuumaru-kun. Dile que yo se lo pedí. —Yanagida siguió hablando casi como si no estuviese interesado en conocer las respuestas de Atsushi.
—¿Hablar? ¿De qué?
—Solo díselo. Yo ya no voy a estar contigo para ayudarte con eso. Tengo planes de casarme pronto.
—¿Qué? A ver, espera, ¿de qué estás hablando?
Yanagida guardó silencio un momento. Después dijo:
—Me preocupa la manera en que has estado viviendo todo este tiempo, mientras no nos vimos. Ha pasado tanto… Diez años es mucho, Atsushi.
—¿Fueron diez años?
—Mira, tu comportamiento puede verse alterado por culpa del pasado por un lapso de tiempo. Eso conlleva a que no te lleves bien con cualquiera. Quizá por eso tú… —Se quedó callado a mitad de la frase. Cambió el tema con habilidad—. Por cierto, Atsushi, quería quejarme contigo. No sé por qué tengo un presentimiento desde ayer por la tarde. —Atsushi no respondió, se encontraba tan confundido que no podía creerse capaz de responder a cada frase que el moreno soltaba. Yanagida siguió diciendo—: ¿Acaso soy peor que tú? Me acusaste tan solo cuando supiste lo que le hice a… Todomatsu. Pero, ¿los actos se juzgan de buenos o malos basándose en la reacción de la "víctima"? Si él no se hubiese negado, ¿yo no habría hecho algo malo?
—Tus preguntas son siempre tontas.
—Pero, ¿es así?
—¡Claro que no! Lo que está mal está mal.
—Mmm…
—Oye, Yanagida, hoy estás muy hablador. Y la verdad es que no te entiendo. Nada de nada.
—Solo tenía el presentimiento de que, lo que hice, lo hiciste tú también.
—¿El qué?
—¡El beso! Si no, no estarías tan molesto. Uno odia a alguien que se le parece. No aplica siempre, pero con nosotros dos siempre ha sido así. Siento que a veces te detesto porque te pareces a mí, y creí que tú pensabas lo mismo. O, no me digas que tampoco te acuerdas…
—Yanadiga, explícate.
—Me dijiste: "Aprovecharte de la confianza de alguien es cruel". Creo que esas palabras se las dijo Kaede una vez a tu papá. Me hizo sentir mal. Entonces, se me ocurrió que los tres nos parecemos. No Kaede, sino tu viejo, tú y yo.
Hubo silencio un momento por parte de Atsushi.
—No creas, lo he pensado también. Pero Kaede ya dijo que no es así. Ella me dijo que lo único que compartimos es la altura.
—Ja, ja, ja. ¡Qué dulce!
—Entonces…
—Atsushi, ¿no será que el primer beso que tuviste con Todomatsu fue también un beso robado?
Atsushi palideció al hacer memoria. Yanagida al percatarse del silencio sonrió ligeramente, pues supo que dio en el clavo. Siguió hablando.
—Yo me doy cuenta de estas cosas. Creo que es de familia. Queremos conseguir todo a la fuerza, porque los sentimientos de amor o posesión pueden con nosotros. Soy así, y supuse que eso debía notarse más contigo, porque eres el hijo de un sujeto que se basa en esa filosofía de mierda. "El más fuerte es el que vence".
—¿C-Cómo supiste… tal cosa? Yo… No era intención mía.
—Solo lo deduje. En ese momento, si Todomatsu te hubiese rechazado, serías tan culpable como yo. Seguramente fuiste igual o mucho más rudo que yo. Por eso digo que, ¡no te enojes conmigo! Me gustaría que nos viésemos como iguales. Como antes.
La voz de Yanagida se escuchaba suplicante de afecto.
En ese momento, ambos atravesaban un puente que estaba repleto de rocas pequeñas. A su vez, unos ciervos cruzaban. Hicieron una breve pausa. Siguieron conduciendo poco después.
Para este punto, Atsushi había confirmado varias cosas. Uno: Yanagida era muchísimo más inteligente de lo que suponía. Dos: en efecto, el destino se estaba asegurando de que entre ellos no hubiese ni la más mínima posibilidad de sostener de nuevo una conversación casual sin involucrar a nadie más. Tres: quizás, Kaede se había equivocado. Compartía varias características con su padre, tras juzgar sus propios actos impulsivos.
—Ya no estoy enojado contigo —dijo Atsushi tras un largo tiempo—, pero la amargura del corazón no desaparece tan fácil. Creo que eso tú también lo sabes.
—Lo sé.
Aunque no podía verlo, por el simple tono de voz Atsushi podía decir que Yanagida estaba sonriendo.
Justo iban pasando por una zona más verde que el resto. Durante el camino habían visto montones de casas de té y templos, sin embargo, por alguna razón de la vida a Yanagida le había apetecido detenerse recién.
—Atsushi, detén la llamada. Quiero pasar por ese templo de allí.

Estaban recién adentrándose a Kochi. Cuando estacionaron sus autos justo afuera del templo, entraron luego de saludar a los dioses.

—He oído hablar de este templo. Se llama Chikurinji —dijo Yanagida—. Deberíamos descansar un momento aquí. Tenías razón, llevar prisa no nos servirá de nada.

Era un lugar bonito, rodeado de la naturaleza. Solo el canto de las aves o la flauta de algunos ancianos residentes se hacía escuchar. Tras un momento de caminar por los alrededores sin intercambiar gran variedad de palabras, se adentraron poco a poco a lo desconocido. Cuando se dieron cuenta de que ya había transcurrido un buen tiempo, decidieron volver. Antes de eso, Yanagida, en silencio, juntó ambas manos y cerró sus ojos. Estaba ofreciendo una plegaria. Atsushi estaba tan meditabundo que no lo había imitado. No podía pensar en otra cosa que no fuera en su padre, o en Todomatsu. Le parecía irreal; el hecho de estar fuera de casa, junto a un familiar que no había visto desde hace mucho y con el que no podía tratar, en medio de un asunto irregular. No parecía que nada fuera de verdad. En ese momento, jamás se le ocurrió orar, porque no le parecía posible. No creía poder pensar en nada más que en aquellas dos personas, y en sí mismo. Lo único que había podido hacer, era observar a su acompañante encomendándose al cielo.
No fue cosa de mucho tiempo. Apenas un minuto o menos.
Cuando hubo terminado, Yanagida se giró hacia Atsushi y le ofreció una amplia sonrisa. Antes de ese momento, Atsushi no se había percatado de que Yanagida tuviese hoyuelos en las mejillas.

—Es que me apetecía rezar un poco —dijo el moreno como excusándose.
Atsushi asintió a modo de respuesta. Quiso sonreír, pero no pudo. Yanagida se preguntaba si Atsushi tendría el atisbo de que había pedido por él, entre tantas cosas. De repente sintió vergüenza. La verdad era que, Atsushi estaba tan absorto como para querer imaginar por qué Yanagida había estado rezando. "Habrá pedido que no ocurra algo desfavorable en el camino", había pensado vagamente, sin sumirse más en ello.
Tomándose su tiempo, ambos caminaron hacia las afueras de Chikurinji.
Finalmente, Atsushi abrió la boca.

—Yanagida —Era la primera vez que mencionaba su nombre desde el día anterior—, ¿qué vas a hacer después?
—¿Luego de todo esto?
—Sí.
—No estoy seguro. Dedicarme al trabajo… y después, voy a casarme. Ya ha aceptado —dijo mientras alzaba su mano, mostrando su anillo de compromiso—, pero todavía no hay fecha para la boda. ¿Quién sabe? Puede que un bebé llegue después. No lo sé. El deseo de ser padre me invadió de repente hace ya un tiempo. ¿Por qué?
—Me preguntaba qué debería hacer yo.
—Pues, sigue haciéndolo como hasta ahora. Y por favor, habla con Futsuumaru-kun.
—¿Por qué?
—Ya te lo he dicho —dijo mientras seguía caminando, con los brazos cruzados y sin verle a la cara—, es cosa que tiene que decirte él. Es tu amigo de la infancia-adolescencia. Y si me preguntas cómo sé de él, pues, hace mucho me dijiste que habías conseguido un amigo. Cuando ambos visitábamos a Nishida-sensei. Ojalá yo tuviera un amigo como él.

Atsushi decidió no hablar más. Lo único que conseguía al hablar con su primo era confundirse más y más. La presión en su pecho se agravaba cada vez que intercambiaba palabras y a cambio recibía un puñado de frases que no comprendía. Encima, cuando Yanagida había mencionado su trabajo, había pensado en el suyo propio, y el estrés se apoderó de su mente al pensar en sus futuras acciones. No quería pensar en ello… No quería pensar en nada.

En el momento en que cada uno volvió a su auto, sin saberlo, ambos razonaron en que habría sido mejor viajar en uno solo. Platicar mientras uno de ellos conducía y el otro se ocupaba de cambiar la estación de radio… habría sido más agradable. Sin embargo, ninguno de ellos se habría tragado su orgullo para sugerir aquello abiertamente con el miedo del rechazo.

Siguieron conduciendo luego de su descanso de casi 40 minutos. Mientras seguían andando, Yanagida llamó a Atsushi brevemente para decirle que en la radio había una canción que a ambos les gustaba mucho. Ambos la sintonizaron.
De repente Atsushi sintió que su corazón se derretía; aquella canción trajo recuerdos de su infancia que ya estaban casi olvidados. Pronto "Heart Of Glass" los acompañó en su viaje rumbo a un destino incierto.

Yanagida cantaba al ritmo de la canción:

Once I had a love and it was a gas
Soon turned out had a heart of glass
Seemed like the real thing, only to find
Mucho mistrust, love's gone behind…

Atsushi por su parte, tarareaba:

Once I had a love and it was divine
Soon found out I was losing my mind
It seemed like the real thing, but I was so blind
Mucho mistrust, love's gone behind…

No pasó mucho para que el dolor de la infancia lo afligiera de nuevo. Le resultaba difícil concentrarse en el presente. Se preguntó: "¿Por qué momentos que me hicieron feliz alguna vez, me llenan de tristeza con solo recordarlos?"
Consideró que sería mejor apagar la radio y sumirse de nuevo en el silencio de la naturaleza, pero una parte de él quería sentir esa nostalgia dolorosa. Sus ojos se llenaron de lágrimas sin poder derramarse. La canción sonaba tan lejana, como de un mundo distinto… Un mundo al cual no había ya retorno.

In between
What I find is pleasing and I'm feeling fine
Love is so confusing there's no peace of mind
If I fear I'm losing you. it's just no good
You teasing like you do…

El camino por el que pasaban estaba tapizado de pétalos rojizos de los árboles de ciruelas. Era todavía temprano, sin embargo, a Atsushi le parecía que aquel paisaje era digno de un bello atardecer. Se imaginaba el sitio bañado del color carmesí del cielo otoñal.

Once I had a love and it was a gas
Soon turned out had a heart of glass
Seemed like the real thing, only to find
Mucho mistrust, love's gone behind…

Tenía de vez en cuando la esperanza de que Todomatsu le llamase, pero dicha llamada seguía sin llegar.
Supo entonces que el menor de verdad estaba molesto. Cualquiera que hubiese estado sumido en una tristeza sólida e inconmensurable podría estar entonces tan enojado con alguien como para querer olvidarle.

Lost inside
Adorable illusion and I cannot hide
I'm the one you're using, please don't push me aside
We coulda made it cruising, yeah

Al final, escuchó la canción completa.

[ …. ]

9:40 am.

Todomatsu no tenía trabajo todavía puesto que se hallaba en sus días inhábiles e involuntarios. Estaba ansioso, sin embargo, estaba intentando descansar tal y como el gerente se lo había pedido.

Decidió que levantarse tarde era una buena idea. Los días anteriores desde que había estado solo en casa se había dedicado únicamente a descansar debidamente. Hacía la comida de vez en cuando de manera elaborada, y otras no tanto.
Con Atsushi nunca había estado viviendo al día, sin embargo, con su ausencia y con su propio escaso trabajo en el hogar, la nevera estaba casi vacía, así como la alacena. El día anterior había ido a comprar los ingredientes para la cena, y ahora de nuevo debía pensar en qué sería bueno para comer. Optó por un ramen instantáneo sin mucho sabor.

A veces sentía la necesidad de seguir escuchando las grabaciones de Takeuchi, pero no estaba muy de humor para ello. También quería hablar con Futsuumaru o con sus hermanos, pero las posibilidades de que se cansara de tener que convivir con la visita eran muy altas. Decidió que lo mejor sería salir a comprar ingredientes para la cena, pues de verdad, tanto él como Atsushi habían sido muy descuidados y solo habían estado sacando comida de la cocina sin reponerla después.

Antes de ello le apetecía descansar un poco más. Cuando fue a encender el televisor, se dio cuenta de que éste no encendía.

—¿Eh?
Intentó varias veces más, pero no encendía. Creyó que se trataba de una falla en el aparato. Pesadamente soltó un suspiro y se echó hacia atrás en el respaldo del sofá.
Sin muchos ánimos fue a la cocina dispuesto a comer antes de salir a comprar la comida. Además del ramen instantáneo comió unas galletas que había guardado el día anterior. No es que la cocina estuviera extremadamente vacía, pero con los ingredientes que había ya no podía cocinar una comida propiamente de su gusto.

10:30 am.

Estaba saliendo de casa rumbo al supermercado para abastecerse adecuadamente. En cierta parte sentía molestia por tener que poner todo de su bolsa, pues últimamente su paga no estaba siendo muy buena, pero con Atsushi ausente no había mucho que hacer.
Cuando hubo por fin hecho la compra, subió al tren con las bolsas cargando. Pesaban de verdad. El recorrido de regreso fue un poco más rápido que de ida, afortunadamente.

11:20 am.

Había acomodado todo en la alacena y en el refrigerador. Ya por la tarde podría por fin comer algo que no lo mantuviera con apetito hasta la noche.
Después de terminar con ello, una de las últimas bolsas resbaló y explotó. Era la bolsa que contenía los tomatillos y demás verduras.

—¡Rayos! —Todomatsu se manchó las manos con el jugo de los tomates accidentalmente. Cuando fue a lavarse las manos, giró varias veces la llave del agua, y para su sorpresa, no salía agua de ella—. No me digas que… —Siguió intentando, pero fue en vano. Había olvidado pagar la factura del agua, y además, también la factura de la luz. Comprendía por fin el por qué el televisor no encendía por la mañana. El tan solo pensar que tendría que salir de nuevo hizo que soltara un pequeño gemido de estrés—. ¡No puede ser! ¡No!

No tenía caso que se negase a aquella tarea. Debía hacerlo. Ni siquiera sabía cuándo volvería Atsushi. Cuando fue casi el medio día, salió de casa, de nuevo.
Estaba yendo a pagar las facturas con molestia. El solo pensar que estaba ya en casa luego de salir, y que ahora estaba nuevamente afuera, le hacía enloquecer de ira contra sí mismo.

Luego de que terminase, iba de rumbo a casa.
Como había pasado cerca de la universidad de Futsuumaru, decidió que sería buena idea darle una visita después de todo. Si tenía suerte, aquel día su amigo nomás habría ido por algún taller extra que tuviese por las mañanas. Cuando solicitó verlo, le permitieron el paso y encontró a su amigo entre un grupo de gente. Ambos se saludaron con emoción, pues, aunque no hubiese pasado mucho tiempo, se estimaban demasiado.

—¡Todomatsu! No esperaba para nada verte aquí. Que coincidencia… Pensaba visitarlos un día de estos. —Con "visitarlos" se refería a Todomatsu y a Atsushi, por supuesto.
—Yo también tenía muchas ganas de verte, Maru. Eh, ¿te quedas hoy hasta tarde?
—No, ¡qué va! Salgo en una hora. Si quieres puedes esperar en la cafetería de la planta baja. O, puedes adelantarte.
—Voy a esperar abajo.

Y así quedaron. Cuando hubo pasado una hora, se encontraron de nuevo y caminaron hacia la casa de Atsushi juntos. Todomatsu le contó en el camino su terrible travesía acerca de las facturas que había dejado olvidadas. Futsuumaru rió a carcajadas, provocando que sus hombros se sacudieran.

Cuando llegaron a la casa y por fin Todomatsu pudo dar un suspiro tras comprobar que el servicio de luz y agua marchaba correctamente, prepararon té y se sentaron en la sala de estar. Ese día era frío, por lo que el ventanal se mantuvo cerrado, aunque con las cortinas corridas.
Luego de abarcar varios temas triviales, Todomatsu le hizo saber a Futsuumaru que se encontraba "vetado" del trabajo pero que volvería al día siguiente por la tarde. Habían transcurrido tres días desde entonces.
El pecoso le platicaba también datos suyos, como que al igual que su olvidadizo amigo, él había olvidado presentar un importante examen que casi lo deja reprobado de la materia. También le contó que pensaba vivir en un apartamento diferente junto a su novia, y que su perro había estado en el veterinario por una semana entera porque había ingerido algo que no debía, pero que ya se encontraba mejor.

1:00 pm.

Al final de todo, como siempre solía suceder, el nombre de Atsushi salió a flote.

—¿Y Atsushi sigue tan ocupado en el trabajo como siempre?
—Eso creo. No estoy seguro, la verdad.
—¿Por qué lo dices, Totty?
—Bueno, después de que hablé contigo sobre… lo de antes, no lo sé. Creo que él podría estarse viendo con alguien. Una mujer. Pero se comporta siempre tan raro… En fin, creo que él le hizo algo malo a un familiar suyo y que anda haciendo cosas extrañas. ¿A ti no te ha dado esa corazonada?
—Para nada. Eh, si me lo permites decirlo, Atsushi siempre ha sido… raro. Pero no es malo ser raro. Solo es algo peculiar. Me agrada. Atsushi es buena gente.
—Mmm…
—No pienses mucho en ello. Simplemente está muy dedicado a sus asuntos. No creo que esté viendo a nadie tampoco. —Futsuumaru sonrió—. Siempre fue muy educado con las damas. Debe ser eso. Además, hoy en día las empresas están repletas de ellas. Que no te parezca raro si se engancha con una mujer. Deben ser asuntos del trabajo. —El muchacho de cabello rizado explicaba con naturalidad, sin malicia en sus palabras, pero Todomatsu no lograba sentirse convencido con sus aclaraciones—. Y, por cierto, ¿a qué hora vuelve hoy? Hace tiempo que no lo veo.
—No va a volver.
—¿Eh?
—Al menos no hoy. Está en un viaje de negocios, supongo. Aunque sigo sin poder creerlo. —Atinó a susurrar casi para el mismo—: Debió ir a divertirse con esa Kaede…
—¿Perdón?
—Oh, nada, nada. Pensaba en voz alta —sonrió.
—Bien —Futsuumaru sonrió también—. Qué lástima, esperaba que los tres pudiésemos ver una película juntos o algo.
—Algún día será.
—¡O podríamos organizar algo con tus hermanos de nuevo!
—¡Oh, pero no aquí! Siempre hacen un desastre. En especial Osomatsu nii-san y Jyushimatsu nii-san —dijo con pesar en su tono de voz.
—En mi casa, entonces.
—¡De verdad te agradan!
—Son buenas personas. Además, me da la sensación de que, si no los miro seguido, voy a terminar olvidando quién es quién.
—¡Ja, ja! ¿Y cómo sabes que estás hablando conmigo, Todomatsu, y no con otro de los Matsuno?
—¡No me asustes!
Ambos se rieron.
—¡En fin! Cuando Atsushi-kun vuelva de Shikoku, podemos quedar todos juntos y organizar algo. Pero, por el bien del idiota de Osomatsu nii-san, no deberíamos comprar mucho alcohol.
En ese momento, la sonrisa de Futsuumaru se borró instantáneamente. Su rostro que siempre estaba irradiando una expresión de alegría, ahora estaba estático. A Todomatsu le pareció extraño, pero no le dio tanta importancia. Siguió hablando con normalidad.
—¿Sabes algo? Odio las personas rodeadas de misterio. No sé por qué Atsushi-kun tuvo que comenzar a comportarse extraño los últimos meses. Parece como si fuese su gemelo malvado el que ha estado viviendo conmigo. Aunque, alguien con cinco hermanos gemelos no debería hablar de eso, ja, ja…
Futsuumaru no dijo nada. Estaba sumido en sus pensamientos. Aunque intentaba prestar atención, se notaba claramente que cavilaba sobre algo.
—¿Sucede algo, Maru? ¿Te duele la cabeza de repente o…?
—¿Dijiste "Shikoku"?
—Eh, sí, eso dije. Es el lugar donde Atsushi se encuentra ahora. ¿Por qué?
—No puede ser… —hablaba de manera baja.
—Pues, está algo lejos, sí, pero es un sitio bonito. Digo, nunca he estado ahí, pero muchos la reconocen por ser algo mística.
—No, no me refiero a eso, es solo que… Ah, es muy pronto.
—¿Pronto para qué?
—Todomatsu, ¿Atsushi se fue solo?
—Uh, pues, no lo sé. Dijo una fecha, pero no puedo recordarlo… No era demasiado tiempo.
—Hmh, ya veo. Espero que las cosas… marchen bien.
—¿Crees que es un pesado trabajo?

Futsuumaru no ofreció ninguna respuesta. Apenas pudo sonreírle a su amigo y hacer de lado el tema a como pudo.
Para Todomatsu todo resultaba extraño de repente. Justo como el ejemplo del gemelo malvado, ahora creía que era Futsuumaru quien tenía un gemelo malvado también. Su semblante alegre había desaparecido con una sola palabra.

En un instante cuando devolvió las tazas vacías de té a la cocina, observó la cadenita que llevaba colgando en el pecho. Miró con detalle el dije en forma de corazón —una sola mitad, en realidad— que compartía con Atsushi. Jamás podría adivinar que su amado también la llevaba puesta en aquel momento. Aquella cadenita que habían intercambiado hacía ya unos años atrás, cuando su amor recién florecía. Cuando su amor no estaba tan quebrantado.

Ofreció más té a su amigo, pero Futsuumaru ya no quiso más. Dijo que debía volver pronto a casa, por lo que solo se quedaría un momento más con él. No se quedó a comer.

1:30 pm.

Cuando Todomatsu seguía estando con su amigo viendo la televisión o platicando sobre asuntos fáciles de olvidar, de vez en cuando recordaba a Atsushi. Se preguntaba cuáles eran los sentimientos que albergaba el corazón del otro, y a su vez, intentaba descifrar los propios.
En ese momento no sabía si el enojo que sentía se había ido, pues de repente lo único que sentía era desamparo y cierto tipo de decepción. Y sumando el halo de misterio en el que todo el mundo parecía estar envuelto mientras lo dejaban a él de lado, sus sentimientos negativos se acrecentaban.
Miraba allí, de reojo a Futsuumaru, y se preguntaba en sus adentros: "Futsuumaru, ¿tú también vas a ocultarme algo?"

No era muy tarde ni muy temprano. Era el momento del día en el que no sabes si debes relajarte o comenzar a ir más rápido para tener un día rendidor. Todomatsu había optado por tomárselo con calma, aunque su amigo no parecía querer hacer lo mismo. Suspiró. Pocos minutos después Futsuumaru anunció con una sonrisa que debía irse a casa.

El joven Matsuno se quedó solo de nuevo.

Jamás imaginaría que, ese preciso momento que representaba una efímera paz para él, estaba siendo para Atsushi uno de los peores episodios de su vida.