Capitulo 2
Una difícil decisión
-¿QUÉ?-preguntó Sirius. Normalmente, en una relación, él era el que cortaba con las chicas y siempre lo hacía porque acababa de ver a alguna mejor-. Pero, ¿por qué?
-Es que… hay otra persona-dijo Dafne, sin mirarlo.
-¿Me estás diciendo que soy un cuernudo?
-No, es por eso que quiero cortar, Sirius, no quiero que ninguno de los dos salga herido de esta situación…
-Pero es que…-comenzó el dios, pero en ese momento, Tetis pasó detrás de Dafne-…bueno-aceptó, y sin decirle nada a su ex novia se retiró de Gruimmlaud Place, siguiendo a la divinidad que acababa de pasar.
-¡Una manzana dorada!-exclamó Minerva, dando por terminada su conversación acerca de la música moderna.
-¿Qué es lo que dice?-preguntó Siniestra.
-Para la más bella…-leyó Trawenley, admirando el descubrimiento.
-Entréguenmela-ordenó Minerva-. Yo la encontré, de modo que es mía.
-¡Pero yo soy la madre del niño del que se festeja el bautismo! No cabe duda de que es un regalo para mí… es decir, para mi hijo-se corrigió automáticamente Siniestra.
-¡Eso es mentira!-exclamó Trawenley, enojada-. ¡Tu solo la quieres para ti! Dice "para la más bella" y yo soy la diosa de la belleza… ¡ES MÍA!
Así comenzó la discusión entre las tres diosas. Cada una tenía un argumento para reclamar la manzana. La pelea empeoró hasta tal punto que todos comenzaron a mirarlas. Finalmente, aburrida de esa discusión, Casandra se acercó a las tres diosas e intentó hacerlas razonar:
-¿POR QUÉ MI… SE PELEAN VIEJAS DEL…? ME TIENEN RE… ASI QUE O ME EXPLICAN QUE LES PASA O SE VAN A LA REP…
-Ellas quieren robarse mi manzana-respondió Siniestra, conmocionada por el trato de la diosa del destino.
-¡No es tuya!-reclamó Trawenley.
-¡Tengo una idea!-exclamó Minerva, por lo cuál nadie se sorprendió, ya que era la diosa de la inteligencia y estaba acostumbrada a tener ideas-¿Por qué no le pedimos su opinión a los mortales? Estoy segura que ellos nos ayudarán a decidir. La diosa que elijan se quedará con la manzana.
-¡Estoy de acuerdo!-aprobó Trawenley.
-Pero el numero tres es de mala suerte…-aportó Siniestra, siempre con sus pensamientos negativos.
Las tres diosas miraron a Casandra.
No muy lejos de allí, el príncipe de Hogwarts James se encontraba conversando con su amigo de la infancia, Sirius, que después de haber pasado un tiempo divertido con Tetis había decidido ir a contarle a James sus problemas con su ex novia.
-Y cuando dejé a Tetis, vi a Dafne con un laurel. ¿Me entiendes? ¡Un laurel! Me dejó por un árbol. Lo peor es que Victor Krum me contó que se convertirá en un árbol para que su figura de ninfa no los separe.
-Y, ¿por qué llevas hojas en la cabeza?-quiso saber James.
-La verdad, no sé-comentó Sirius, al notar las ramas-. Luna me dijo que, para mostrarle mi amor me pusiera hojas de laurel y que prometiera no quitármelas nunca…
-Pues, estás ridículo-confesó James.
De pronto, una luz proveniente del cielo hizo que los dos amigos se volvieran. Al hacerlo, descubrieron cinco diosas que descendían de las alturas. Hermione, con sus sandalias aladas, se acercó al príncipe de Hogwarts y le habló:
-No temas, James. Soy la enviada de los dioses para que hagas vencedora a una de ellas. Debes elegir a la más bella. Aquí tengo una manzana-le mostró la increíble manzana de oro-. Entrégasela a la diosa de tu preferencia.
James y Sirius miraron a las cuatro divinidades: Trawenley, Siniestra, Minerva y Casandra. El dios del sol observaba principalmente a la heroína del destino, con una sonrisa que su amigo podía interpretar con facilidad.
Minerva pudo ver el deslumbro de los dos jóvenes ante Casandra, de modo que se acercó a James, le tomó la mano y le susurró al oído:
-Si me eliges, poderoso príncipe, tendrás la inteligencia infinita. Conocerás todo sobre todo… Haré de ti un príncipe invencible.
-¡Espera!-gritó Siniestra, al descubrir lo que su adversaria estaba haciendo-. No necesitas la inteligencia. ¡Yo soy la esposa de Neville! Si me eliges a mí, tendrás el poder sobre todos los mortales.
Durante ese tiempo, Trawenley había pensado algo mejor que todas sus rivales:
-Si me eliges a mí, príncipe James, te daré lo más importante: obtendrás el amor de la mujer más hermosa del mundo: Lily.
Lily era cortejada por todos los caballeros del mundo. Era tan bella que numerosos hombres habían intentado conseguir su amor, pero ninguno lo había logrado.
James miró a Casandra, esperando que le ofreciera algo. Sirius había estado mirándola todo el tiempo, de modo que siguió con su actividad. A pesar de eso, la diosa, que había estado limándose las uñas, aburrida exclamó:
-Yo no tendría que estar aquí. Me están haciendo perder el tiempo. ¿Tienen idea de cuántos destinos puedo arruinar en cinco minutos? ¡Con ustedes he perdido diez! Así que no te daré nada.
Después de escuchar a Casandra, James no dudó. Se acercó a Trawenley y le entregó la manzana a una de sus contrincantes: Minerva.
No muy lejos de allí, en el reino de Hogsmeade, Lily debía tomar una difícil decisión: escoger un esposo. Numerosos pretendientes se encontraban allí, ansiosos.
-Hermana, debes elegir ya-dijo su hermana, Petunia-. Todos los reyes del mundo están aquí, ¿por quién vas a decidirte?
-Querida Petunia, es muy difícil mi decisión. Comprende que ya ha habido varios conflictos a causa de mi belleza. No soportaría provocar otra catástrofe… (es igual que yo: no tengo novio porque no puedo soportar la idea de que se peleen por mi…)
-Entonces-interrumpió Lupin, uno de los pretendientes (es un traidor! James era su AMIGO!)-hagamos un pacto: respetaremos todos la decisión de Lily y nos uniremos para perseguir a quien intente secuestrarla y, de esta forma, separarla de su esposo.
Todos estuvieron de acuerdo, y, finalmente, Lily tomó como esposo a Snape, rey de Hogsmeade (QUE BUEN GUSTO! Yo hubiera hecho lo mismo… emm seee).
James llegó a su hogar, esa noche, cansado de tanto trato con los dioses. Saludó a su hermano, Albus, uno de los habitantes más valientes de Hogwarts, y se dirigió al encuentro con su padre, Godric Griffyndor, quien lo había mandado a llamar por la mañana.
-James, hijo-exclamó su padre, al verlo-. Tengo una misión para encomendarte: he pensado en enviar un embajador al rey Snape, en Hogsmeade. Tu sabes… para mejorar el trato entre nosotros (para mi q los dos eran medio raritos). ¿Podrías ir tu?
-De acuerdo padre. ¿Cuándo debo marchar?-aceptó James.
-Mañana. Los esclavos están preparando tus cosas.
Después de aquella conversación con su padre, el agotado príncipe se dirigió a su habitación a descansar luego de un largo día. Mientras se acostaba en su suave cama de un millón de talentos (moneda de los antiguos griegos y romanos), se preguntaba si había tomado la decisión correcta. No era fácil decidir entre cuatro diosas ya que su elección podría despertar la ira de alguna de las no elegidas y perjudicarse a sí mismo o a su pueblo.
"Tu no elegiste a la mejor"le dijo una voz en su cabeza"seleccionaste a la que mejores cosas te ofreció".
Luego de haber pensado un rato, le pareció que la promesa de Minerva se había cumplido, ya que su personalidad infantil e inmadura se había vuelto, en tan solo unas horas, sabia e inteligente.
