Holas! Me extrañaron? Se estaran preguntando como es q actualizo tan rapido, la respuesta es xq ya tengo escrito la mitad del fict, pero no pienso publicarlo hasta q me dejen rr, asi q si no me mandan, pueden olvidarse del final (muajajaja……. Soy mala). Oks, aca tienen el cap 4, q lo disfruten!

Capitulo 4

Una visita al mundo subterráneo.

-Entonces, ¿tu no eres su madre?-preguntó Sirius, mientras tachaba uno de los quinientos nombres de la lista que su padre le había dado.

-No,-respondió Hestia, su tía-estuve con Neville esa noche, pero no recuerdo haber tenido ningún hijo…

-…hija-corrigió Sirius.

-Menos aún…-respondió su tía.

El dios del sol suspiró. Todavía debía preguntarle a la mitad del reino de los dioses y ni hablar del reino de los mortales.

-¿Quieres una sugerencia?-preguntó Hestia.

-Cualquier cosa para no tener que recorrerme medio mundo…

-Las moiras conocen todo sobre todo… Ellas deben saberlo.

-¿Las moiras? ¿Dónde las encuentro?

-Debes arreglar una cita con ellas. Viven en el Inframundo. Hades es tu tío… seguro que te atenderán.

-Voy ahí ahora mismo-exclamó Sirius, enrollando la lista de tres metros de personas con las que su padre había estado la noche de la boda de Peleo-¡Te agradezco!

Unos días ya habían pasado desde la llegada de James a Hosgmeade. La paz entre ésta y Hogwarts era inminente, sin embargo, el amor que invadía al príncipe y a Lily era cada vez mayor. Se encontraban usualmente en el bosque de Hogsmeade, pero no era suficiente… Necesitaban compartir su amor con el mundo. Esta fue la razón por la cuál Lily fue a visitar a James a su habitación esa noche.

-No podemos seguir así-murmuró en voz muy baja, para que nadie del castillo los escuchara.

-¿Qué podemos hacer?-preguntó el príncipe, desconcertado por la visita nocturna y algo dormido.

-No lo sé… cualquier cosa, menos continuar con este profundo secreto.

Lily miró a James, esperanzada, creyendo que tendría algún plan, sin embargo el príncipe evitó su mirada.

-Hay una forma…

-¿De qué hablas?

-Podemos huir.

Hubo un momento de silencio durante el cual la reina no dejó de mirar a su enamorado. ¿Escapar y dejar su ciudad? ¿Renunciar al castillo de Hogsmeade? ¿Abandonar a su esposo? Eso definitivamente provocaría la guerra entre las dos ciudades que, en ese momento, intentaban establecer la paz. James debía estar medio dormido aún, no podía darse cuenta del caos que provocaría todo eso.

-No es posible.

-¿Por qué no?-quiso saber el príncipe.

-James, mi vida ya está construida aquí… No puedo dejar mi hogar, ni a mi esposo… y tu… tienes una ciudad que gobernar junto con tu hermano.

-Pero, Lily, todo eso no sería nada sin ti… ¿podrías vivir tranquila si supieras que nunca podremos estar juntos? Yo no lo soportaría. Mi vida no tendría sentido.

-La mía tampoco, James, pero, ¿qué podemos hacer?

El chico la miró, como si nunca la hubiese visto.

-Lily, ¿tú me amas?

La joven también lo miró, aunque sorprendida. Sabía lo que le seguiría a esa pregunta, fuese cual fuese la respuesta. Le hubiera gustado no haber entrado nunca a la habitación de su amante. No quería mentirle, pero si le decía la verdad sus vidas correrían peligro, sin mencionar la vida de los habitantes de Hogsmeade y Hogwarts.

-Te amo como nunca amé a nadie-respondió, tímida pero decididamente.

Sirius esperaba impacientemente a la orilla de la laguna Estiga a que el viejo barquero, Caronte, apareciese. Sin embargo, su demora ya era notable y, si tardaba unos minutos más, el dios de las predicciones llegaría tarde a su cita con las moiras.

De pronto, una sombra surgió de la niebla. Un esqueleto que usaba una capa negra remaba un bote, pero no era Caronte. Sirius no lo reconoció hasta que su barca se arrimó a la orilla.

-Tu no eres Caronte, ¿verdad?-preguntó Sirius, mientras se subía al bote tenebroso y pagaba las dos monedas que eran el peaje entre el mundo subterráneo y el exterior.

-Soy su primo lejano, Bubus-respondió el esqueleto, guardándose las monedas en el bolsillo de la capa-. Mi primo está enfermo, de modo que voy a reemplazarlo. Así que, ¿moriste hace mucho?

-No, no,-replicó Sirius, lanzando una carcajada. Para un dios, la palabra "muerte" se consideraba una broma-mi nombre es…

-¡No me digas!-exclamó Bubus animado-. Eres Cedric… sabía que vendrías a visitarnos algún día. Aquí, en el Inframundo hace falta algo de amor… Ahora, hay un alma muy simpática que…

-No, no soy Cedric-rió Sirius, atronadoramente. ¿Cómo había podido Bubus confundirlo con aquel dios inmaduro? Se notaba que no sabía nada de divinidades.

-Entonces… no me digas… ¡Hefesto! No te reconocía… hace mucho tiempo que no hablamos…

-No, tampoco soy Hefesto. Él es mi medio hermano (quién NO es tu medio hermano?)

-Oh, bueno. ¡Ya sé quién eres! ¡Narciso!

-¡NO soy Narciso!-Sirius comenzó a preocuparse, ¿cómo era posible que Bubus no supiese quién era él?-. Mi nombre es Sirius Black, dios del sol, de las artes, de la música y del oráculo de Delfos; hermano de Luna Loovegod, diosa de la caza y de los bosques; hijo de Zeus, mi padre, dios del trueno y del rayo, rey de los Olímpicos; hijo, también de Leto, diosa de...

-Ya, ya, hijo, no hace falta que me digas todo tu árbol genealógico para que te reconozca…

-No me reconocías antes-señaló el dios.

-Bueno, aquí, en el inframundo, no hay sol, ni artes, ni oráculos, y no tengo idea de qué es la música…

-Es un sonido que…

-Bueno, hace mucho que no uso mis oídos, ¿ves?-indicó. El chico se asomó a la oreja de Bubus y alcanzó a ver un par de telarañas.

Media hora después, la barca tenebrosa volvió a acercarse a la orilla. Sirius se despidió del primo lejano de Caronte, pensando que, quizá sería una buena idea crear un sol, poner un museo y una ópera y fundar un oráculo bajo tierra.

-Sobrino querido-saludó Víktor Krum, al ver llegar al hijo de su hermano-. ¿Cómo estuvo el viaje?

-Nada mal-respondió Sirius-. ¿Ya llegaron las moiras?

-Te están esperando. Sube las escaleras, de ahí ve al fondo a la derecha.

El dios de las predicciones obedeció a su tío. Pasó cerca de Fluffy, el perro de tres cabezas y cola de dragón de Viktor Krum y del río de almas, donde todos los espíritus descansaban.

Finalmente entró a una habitación oscura… en realidad no se la podía llamar habitación, era, más bien, una cueva. Dos mujeres con cuerpo de ave y un solo ojo hablaban.

-¿Qué es lo que ves, Atropo?-preguntó una que se hacía llamar Laquesis.

-Un dios… sí, sí, es un dios. Viene hacia nosotras para que le respondamos preguntas… sí, sí, unas muy interesantes preguntas que…

-Hola-saludó Sirius, las tres moiras se sobresaltaron.

-¡Ese dios se parecía mucho a él!-exclamó Atropo.

-Mi nombre es Sirius Black, dios del sol, de las artes, de la música y del oráculo de Delfos; hermano de Luna Loovegod, diosa de la caza y de los bosques; hijo de Zeus, mi padre, dios del trueno y del rayo, rey de los Olímpicos; hijo, también de Leto, diosa de...

-¿Puedes hablar un poco más alto? Estamos un poco sordas-confesó una de aquellas criaturas.

Sirius tomó aire y volvió a empezar.

-Dije que mi nombre es Sirius Black, dios del sol, de las artes, de la música y del oráculo de Delfos; hermano de Luna Loovegod, diosa de la caza y de los bosques; hijo de Zeus, mi padre, dios del trueno y del rayo, rey de los Olímpicos; hijo, también de Leto, diosa de...

-Suficiente, suficiente, hijito-interrumpió Laquesis-. Ya sabemos quién eres…

-¡Porque lo sabemos todo!-exclamó Atropo, orgullosa.

-Bien,-dijo Sirius, contento de que alguien, por fin pudiera responder su pregunta-entonces podrán decirme… Quiero saber quién es la madre de Casandra, diosa del destino, hija de Neville.

-Oh, lo lamento mucho, hijito-murmuró Laquesis-. Clotilde, a quien apodamos Cloto, es quien ve el pasado. Nosotras solo podemos adivinar el futuro-señaló a su compañera-o el presente-hizo una seña para indicar que era ella quién podía predecir el tiempo actual.

-Entonces, ¿no pueden ayudarme?-preguntó Sirius, desilusionado.

-No,-contestó Atropo-a menos que quieras saber quién será el presidente en los Estados Unidos en el año 2005…

-¿Dónde?

-¡Atropo, cállate tonta, sabes que no se nos permite revelar el futuro!-gritó su compañera, luego se volvió al dios-. Nada, nada, solo es un continente que no se ha descubierto aún.

-Oh-fue lo único que supo decir Sirius-. ¿Qué le pasó a la otra…? ¿Qué me dijeron que son ustedes?

-Las moiras-respondieron las dos criaturas.

-Cloto tiene una indigestión-dijo, con melancolía Atropo, a continuación, su compañera se lanzó a sus hombros, a llorar-. Ya, ya, no te preocupes, ella va a estar bien-intentó calmarla la moira.

En medio de ese trágico momento para aquellas criaturas, Sirius no tuvo más remedio que irse.