Kiero aclarar q yo no soy rowling, es más, ni siquiera la conozco, solo soy una pobre chica aburrida con aficciones literarias q pretend pasar un buen rato, es eso tan malo como para recibir una demanda? Todos los días de la semana estudio biología y hago mi tarea de lengua (este fict es la prueba). Alguna keja xq me divierta escribiendo esto? Eh? Eh? Algo q decir?

En resumen: estos personajes NOOOOOOOOOOOOOO son mios

Capitulo 5

Caos en Hogwarts y una competencia.

-James, no puedo creer que hayas hecho esto-dijo Gryffindor, decepcionado-. Lo único que te pedí en toda tu vida fue hacer este viaje para entablar relaciones… y lo único que haces es generarnos una guerra.

-No es una guerra, papá…-se defendió el príncipe.

-No aún. Espera a que Snape se entere…

De pronto, una esclava entró corriendo en la habitación.

-Su majestad-le dijo a Gryffindor-. Un mensajero del rey de Hogsmeade está aquí… Dice que la guerra está declarada y que ya están enviando mensajes a los pretendientes de la bella Lily.

Hubo un momento de silencio.

-Gracias, Winky-fue lo único que pudo decir antes de que la sirvienta se fuera-. Y gracias, James. Justo cuando tengo suficientes problemas, me traes esto.

-No hace falta que te pongas así… Nuestro reino…

-De esto quería hablarte desde hace mucho…-interrumpió su padre.

-¿De qué querías hablarme?-la intriga de James hizo que se olvidara de la frase que iba a decir.

-De tu madre…-hubo un silencio tenso: la primera esposa del rey había muerto hacía ya veintiún años dando a luz al príncipe-. Antes de tenerte-explicó Gryffindor-tuvo un sueño. Soñó que paría una snitch de fuego que caía sobre Hogwarts, destruyéndola…

-¿Qué significa eso?-preguntó James, conociendo la respuesta.

-Será mejor que vayas con Lily-dijo el rey, ignorando la pregunta de su hijo-. Está en tu habitación, durmiendo. Debe estar cansada por el viaje, pero cuando despierte va a necesitar apoyo moral.

James dejó a su padre. ¿Podía se posible que aquel sueño de su madre predijera que él, el príncipe de Hogwarts sería el causante de la destrucción de la ciudad? Por suerte, unos momentos divertidos y excitantes con Lily, en su habitación, le hicieron olvidar todos sus problemas (se imaginan qué hicieron, no?).

Por otro lado, no muy lejos de allí, en el monte Grimmlaud Place, el decepcionado Sirius, que acababa de volver del mundo subterráneo, caminaba entre las nubes del lugar, pensando las respuestas de la moiras.

De pronto, algo llamó su atención. Se trataba de Casandra, diosa del destino. Se encontraba hablando con un dios bastante atractivo. No hacía falta mucha inteligencia para darse cuenta de que se trataba de Ares: tenía el cabello oscuro y largo, ojos grises y una armadura que combinaba con su espada. El dios del sol no pudo contenerse. Se acercó a ellos, furioso: ¿cómo podía la diosa elegir a aquella divinidad antes que a él? Después de todo era el ser del monte Grimmlaud que más atraía a las mujeres mortales o inmortales.

-¿Algún problema, Casandra?-preguntó Sirius, poniendo cara de "protector masculino que llega a salvarte".

-Sí,-contestó la chica, de mal humor-acabas de llegar-Sirius la ignoró.

-¿Tu eres…?-preguntó Ares, con una mirada desagradable.

El chico comenzó a presentarse tan sencillamente como lo hacía siempre:

- Soy Sirius Black, dios del sol, de las artes, de la música y del oráculo de Delfos; hermano de Luna Loovegod, diosa de la caza y de los bosques; hijo de Zeus, mi padre, dios del trueno y del rayo, rey de los Olímpicos; hijo, también de Leto, diosa de…

-¿Tienes tu algún problema conmigo? Por que ya me estás fastidiando-interrumpió la chica.

-¡Solo hablamos dos veces!-se defendió el dios.

-Es suficiente para hartarse de ti…-murmuró la chica.

Ares miró a Sirius, al parecer molesto por su llegada.

-Vamos, Casandra, yo se que te gusto-continuó el dios de las artes, sonriendo mordazmente-. Solo hace falta que dejes de ser tan tímida para rechazar mis invitaciones y que aceptes salir…

-¿Crees que soy tonta?-preguntó la chica, con sarcasmo-. Todas las personas que salen contigo terminan realizando procesos por el cual procrean los organismos o células de origen animal y vegetal.

Ambos dioses la miraron perplejos, sin entender las palabras de la persona que tenían enfrente.

-Es decir que terminan en la cama contigo-aclaró Casandra.

-Oh, bueno, puedes ser una de esas afortunadas-sonrió Sirius.

La diosa del destino lo miró furiosa, al igual que Ares.

-Si se te ocurre hacerle algo-murmuró el dios de la guerra-terminarás mal.

-¡TU NO TE METAS!-gritó Casandra-. Tampoco quiero salir contigo.

-¿Por qué no?-preguntó Ares. (Para mi q la chica es medio rarita)

-¡Porque tu también me caes mal!-respondió la chica y, sin dar más explicaciones, dio media vuelta y se marchó.

Sirius, testarudo, la siguió. En cambio, el dios de la guerra se fue, derrotado.

-Ya se qué podemos hacer…

-No haremos nada-exclamó Casandra, mientras caminaba.

-No eres de carácter pasivo, ¿no?-preguntó Sirius, con sarcasmo-. Hay un baile mañana en la nube de Cedric, podemos ir jun…

-NO IRÉ CONTIGO-parecía que la furia de la diosa estaba a punto de explotar-. Tu irás por un lado, y yo iré por el otro… ¡PERO NO JUNTOS! ¿Entendiste?

-Solo será un par de horas… vas a ver, te gustará…

-¡No me gusta nada que se relacione contigo!

La diosa seguía caminando, pero cada vez a paso más rápido, con el objetivo de controlar su bronca.

-Tengo una idea-dijo Sirius, al comprobar que esa diosa sí que era difícil.

-Ya era hora…-murmuró la chica.

-Haremos una competencia: si yo gano, me das una oportunidad y vienes conmigo al baile…

-Y si yo gano-Casandra se paró y, por primera vez, miró a Sirius a los ojos, probablemente para comprobar si decía la verdad-, ¿me dejarás en paz y no volverás a mostrarme tu cara en el resto de mi inmortal vida?

Al ver la cara de la chica tan cerca, el dios acercó un poco la suya, pero Casandra se alejó, como si el chico fuera leproso.

-Te lo prometo-aceptó Sirius, después de pensar un minuto, viendo que no tenía más posibilidades.

-Genial-festejó Casandra, con muy poco ánimo-. Será un torneo de predicciones…

-Seguro, para que tú ganes-murmuró Sirius, divertido-. Mejor que sea de arquería…

-Qué conveniente-interrumpió la chica-. ¿No es tu símbolo el arco y la flecha?

-Tiene que ser algo que no nos favorezca a ninguno-pensó Sirius, en voz alta.

-¿Qué tal una competencia de discos?-sugirió Casandra.

-¿Competencia de qué?-preguntó el dios.

-¿Qué? ¿No lees el Papiro Griego?-preguntó la chica, incrédula, refiriéndose al diario que comentaba las noticias-. ¿No has oído del chico ese…? ¿Cuál era su nombre? ¡Ah! Perseo. Es un campeón de discos.

-¿Y cómo se supone que se hace eso?

-Tienes que tirar un disco lo más lejos que puedas. El que lo tira más lejos gana.

-No le veo mucha gracia-dudó Sirius-. Pero si es la única forma de que admitas que estás loca por mí…

-¡NO ESTOY LOCA POR TI!-gritó la chica desesperada-Y NUNCA DIRÉ SEMEJANTE IDIOTEZ… solo, si ganas, iré al baile contigo, pero solo eso… ¿entendiste?

El joven Voldemort se hallaba con su prima, Bellatrix Lestrange. Le enseñaba el arte del uso de la espada. Ella lo hacía con bastante habilidad, pero no lo suficiente como para entrar en una guerra, lo cual era su propósito.

-Lo estás haciendo muy bien-aprobó Voldemort. Bellatrix se sintió halagada.

-Gracias, primo-agradeció.

Muchos estarán preguntándose por qué cuento esto. La razón es que Voldemort es hijo de la diosa Tetis y de Peleo. Su madre no quería que sus hijos fueran simples mortales como su padre. A los siete que tuvo antes de Voldemort (no perdieron tiempo), intentó volverlos inmortales. Con ese fin, introducía a cada uno en el fuego para que quemara esa humedad portadora de corrupción y que hace que los humanos no sean una pura llama; pero siempre el fuego los consumía. El pobre Peleo estaba desolado. Por eso, al nacer Voldemort, intentó salvarlo. Cuando su madre se disponía a arrojarlo al fuego, intervino para rescatarlo. El fuego solo rozó sus labios y un hueso del talón, que murió. Sin perder tiempo, Peleo fue al monte Pelión a desenterrar el cadáver de un centauro llamado Firenze. Le quitó el talón y se lo colocó a Voldemort.

Pero esos tiempos ya habían pasado y el joven Voldemort se había convertido en un guerrero digno de ir a la guerra de Hogwarts. Un muchacho llamado Peter Petegrew se presentó en el hogar del héroe. Tan sigiloso era que ni siquiera la atenta Bellatrix había logrado detectarlo.

-Si lucharas así en una guerra, no saldrías con vida-advirtió Peter Petegrew a la chica.

Los dos primos se voltearon. Al hacerlo, Voldemort le pidió a su prima que se marchara. Luego, se volvió a Petegrew.

-Peter Petegrew, buen amigo, ¿qué te trae por aquí?

-Una guerra, por desgracia.

-¿Una guerra?-repitió Voldemort, sin poder creerlo-. ¿Cómo es eso?

-No lo sé-respondió Peter, que, para variar no sabe nada-. Solo respondo las órdenes de mi señor, Lucius Malfoy. A su hermano, Snape, le han arrebatado a su prometida, la hermosa Lily. Antes de casarse, todos los prometidos de la chica se propusieron defenderla si algún hombre intentaba secuestrarla. (No era q no sabía?)

-Déjame adivinar-interrumpió Voldemort-. Ese día ha llegado-Peter asintió-. ¿Quién es el secuestrador?

-James Potter, príncipe de Hogwarts.

Después de esas palabras, el buen Voldemort tomó su caballo y junto con Peter y su prima Bellatrix, partió hacia Hogsmeade, para reunirse con el ejército.

-¿Estás lista?-preguntó Sirius a su media hermana.

-Nunca lo estuve más-respondió Casandra, en tono desafiante.

-Pues, entonces, empecemos…

Se encontraban en el pie de el Monte Grimmlaud Place (en realidad el Monte Olimpo es una montaña, ¿sabían?). Habían descendido inmediatamente después de su discusión, puesto que a Sirius se le había ocurrido que, tal vez, después de aquella pelea, Casandra podría escaparse y no volver a verla en varios días. Después de todo, le había costado bastante encontrarla antes de ir a visitar a las moiras.

Habían pedido al buen Perseo, que se encontraba en un momento muy emotivo en su vida (acababa de matar a su abuelo por accidente), que les prestara los dos discos que tan famoso lo habían vuelto.

-Las damas primero-dijo Sirius, haciéndole una seña a Casandra para que pasara. La chica puso los ojos en blanco y tomó el disco.

No podía evitar estar algo nerviosa: nunca había hecho algo semejante. Su medio hermano la miraba, expectante. Eso la ponía más perturbable.

Movió varias veces el disco, como si estuviese practicando. Por último lo tiró. No fue muy lejos. Cayó a cinco centímetros de la chica, quién decepcionada, se quedó mirándolo unos minutos.

-Nos vemos en el baile-dijo burlonamente Sirius, mientras tomaba el segundo disco.

-¡Todavía no has ganado!-le reclamó la chica.

-No va a ser muy difícil superarte…

El dios del sol lanzó su disco, que cayó a la misma altura que el de su media hermana. Al igual que Casandra, Sirius se quedó unos minutos mirándolo.

-"No va a ser muy difícil superarte"-se burló la chica.

-Espera…-interrumpió Sirius. Se acercó lentamente a los discos, que se encontraban en el piso, con una cinta métrica (existían las cintas métricas?)-. ¡GANE!

-¿Qué?

-Lo que te dije: ¡GANE!

-Eso no es posible…

Casandra, confundida, se acercó a los discos con la cinta métrica. No podía creerlo. ¡El disco de Sirius había caído un centímetro adelante del suyo!

-Como te dije… ¡Nos vemos en el baile!-exclamó el dios antes de marcharse, dejando a Casandra perpleja y confundida, sabiendo que, cuando la chica se recuperase, le gritaría tanto que, no podría ir al baile por un serio problema auditivo.