Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de su autor Masashi Kishimoto. Yo solo los utilizo con fines recreativos.


CAPÍTULO 1

VESTIGIOS DE GUERRA

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Era lunes por la mañana en la Aldea de la Arena. Desde temprano, las calles comenzaron a llenarse de comerciantes que buscaban vender sus mercancías a los civiles que caminaban bajo el implacable sol del desierto; la mayoría de ellos dirigiéndose a sus respectivas actividades rutinarias. Abrumada, Sari Mikoshi caminó entre la corriente humana, moviéndose presurosa hacia su destino. Para tristeza de los comerciantes, no eran muchas las personas que se detenían en los puestos de los mercaderes para llevar algo, de hecho, hacía un buen rato que venía siendo así. Específicamente, desde la pérdida del Cuarto Kazekage.

Sari aún podía recordar el fatídico día como si hubiese sido ayer: el día en que las tropas de la Arena regresaron derrotadas ante las fuerzas de Konoha. Habían pasado meses desde aquel terrible acontecimiento y Suna aún no había logrado recuperarse. Las heridas de la pérdida seguían abiertas y familias enteras se habían quedado sin la persona que regresaba a casa con comida para servir en la mesa. Muchas de esas familias ni quiera habían conseguido recuperar los cuerpos de sus seres queridos; las madres aún lloraban sobre la tumba de sus hijos, las novias rogaban por el regreso de sus novios muertos y las hermanas y hermanos veían como un mundo frío y lleno de crueldad se cernía sobre ellos ante la orfandad.

Las fuerzas militares de la aldea se habían reducido casi por la mitad después de la invasión a Konoha. La escasez de ninjas era grande y el señor feudal del País de Viento había optado por contratar los servicios de aldeas aledañas en lugar de poner en riesgo sus misiones enviando a genins recién graduados de la academia. La aldea se encontraba en una situación de desventaja ante las demás naciones y la molestia entre los civiles comenzaba a incrementarse como consecuencia de la falta de un líder que diera la cara por ellos ante la situación.

En resumen, la Aldea Oculta de la Arena se encontraba viviendo una de las peores crisis económicas a las que se había enfrentado en años y su fuerza militar dejaba mucho que desear en cuanto a las nuevas generaciones de ninjas que se graduaban de la academia. Esto, por supuesto, Sari podría atribuirlo a la escasez de personal ninja capacitado para entrenarlos. Los shinobis activos que quedaban marchaban en las pocas misiones que el Señor Feudal decidía otorgarles. Claro está que no tenían tiempo para quedarse en la academia enseñando a un montón de niños que querían jugar a ser ninjas.

Debido a esto, ella y sus compañeros de generación intentaban arreglárselas para convertirse en ninjas dignos de defender a su aldea. Si bien eran muchos los obstáculos que tenían en su contra, sabían que si se esforzaban lo suficiente, podían llegar a convertirse en shinobis dignos de representar a su aldea frente a las demás naciones. Por ello, la noche anterior decidió que despertaría más temprano para dirigirse a los campos de entrenamiento de la academia. Su nivel de puntería estaba que daba pena y seguramente no conseguiría graduarse si no podía darle al blanco al menos una vez.

—¡Mikoshi! —una voz a sus espaldas llamó su atención. Giró la cabeza para poder ver a la persona que la estaba llamando y se encontró con un rostro bastante familiar—. ¿Recibiste el mensaje del consejo Jounin? —preguntó Ittetsu, caminando despreocupado hacia ella.

Sari le devolvió una mirada confundida.

—¿Mensaje? —repitió, deteniéndose para que el chico pudiera alcanzarla—. ¿Qué mensaje? —cuestionó extrañada.

—Ayer recibí un mensaje en casa —comenzaron a caminar juntos, saliendo del tramo de la aldea donde las calles se encontraban abarrotadas—. Nos citaron en los campos de entrenamiento de la academia hoy —informó con aire pensativo, tenía las manos entrelazadas bajo su nuca mientras avanzaban.

—¡Ah! —la verdad era que no tenía idea de lo que Ittetsu estaba hablando, pero no quería hacerlo parecer muy evidente—. Claro… te refieres a eso —Sari frunció el ceño.

—Será mejor que nos apresuremos —indicó, acelerando un poco el paso—. La reunión debe comenzar en unos minutos.

La joven asintió y siguió al muchacho.

Conocía a Ittetsu desde hacía un par de años y a pesar de la diferencia de edad entre ellos, ambos habían comenzado la academia al mismo tiempo y en más de una ocasión habían sido compañeros de entrenamiento en los campos de la academia.

A decir verdad, había muy poca gente con la que Sari se sintiera en confianza para entrenar e Ittetsu era una de ellas. Bueno, en realidad, era la única. Se apoyaban mutuamente para volverse más fuertes, a pesar de que ninguno de los dos era lo suficientemente sobresaliente.

Continuaron su camino durante un par de minutos. No les tomó mucho tiempo llegar a su destino. Cuando ella e Ittetsu estuvieron en el punto de reunión, ya había un gran grupo de estudiantes aglomerados en el área.

Se escuchaban murmullos por todo el lugar. Todo el mundo susurraba entre ellos, preguntándose el motivo por el cual los habían convocado, pero nadie parecía tener respuesta.

"¿Qué está pasando aquí?", se preguntó Sari a sí misma.

Antes de que pudiera hacerse más preguntas, una nube de humo nubló su campo de visión y para cuando ésta se había disipado, un grupo de ninjas de rango Jounin apareció frente al grupo en compañía de un par de integrantes del consejo de la aldea.

—Buenos días —habló uno de ellos. Era un hombre alto y moreno, llevaba la mitad del rostro cubierta por un turbante y la cara pintada con líneas rojas—. No tenemos mucho tiempo, así que hablaré claro —su voz era firme y seria. Todo el mundo en el lugar guardó silencio ante su imponente presencia—. Como saben, Suna está pasando por un momento difícil en cuanto a su fuerza militar respecta, esto ha provocado que perdamos misiones importantes y los ingresos económicos de la aldea han ido decayendo poco a poco. La situación de la aldea es crítica y los civiles están comenzando a ponerse tensos. Es por ello que necesitamos poner un alto a esto de forma inmediata.

Baki cerró los ojos durante un segundo y recordó la discusión que había tenido con el consejo de la aldea la semana anterior.

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La reunión había comenzado entrada la noche en Suna. La luna llena se alzaba imponente en lo alto del cielo, apenas cubierta por un par de nubes grisáceas que disipaban su luminiscencia. Durante los últimos años, la luna llena había sido sinónimo de malas noticias para la aldea. Baki la observaba impasible desde el gran ventanal del salón mientras todas las sillas de la gran mesa redonda eran ocupadas por los altos mandos de la aldea.

Una vez que todos ocuparon su lugar en la sala, el más viejo de los presentes alzó la voz en medio del silencio.

—Buenas noches a todos y muchas gracias por acompañarnos una vez más en una reunión tan importante como esta.

Baki, impaciente como solía serlo, se llevó las manos a las sienes y esperó que fueran al grano rápidamente. Todos los presentes en el lugar sabían el motivo de aquella junta y no veía razón para posponer el tema principal de la misma con formalismos.

—Esta noche han sido convocados para decidir el futuro de Sunagakure de una vez por todas. La pérdida del Cuarto Kazekage ha dejado la aldea devastada y es hora de que tomemos las riendas para reponernos de tan terrible situación. No podemos seguir así por más tiempo.

—¿Han tomado una decisión? —interrumpió Baki, yendo directamente a donde quería llegar.

—Estamos aquí para eso —respondió Ebizo, con voz tranquila—. Los últimos meses hemos barajado los perfiles de los posibles candidatos a ocupar el puesto de Kazekage. Lo cierto es que ningún shinobi de la aldea cumple con las cualidades necesarias para convertirse en el líder de nuestra nación.

Baki negó con la cabeza.

Hace un par de días los miembros del consejo habían considerado seriamente ponerlo a él a la cabeza de la aldea. Por supuesto, Baki había rechazado rotundamente la propuesta. Era una decisión precipitada que podría traer mayores consecuencias que beneficios dada la situación que estaba viviendo la aldea. No obstante, siendo la primera opción del consejo para ocupar el puesto, sabía que su opinión sería escuchada por los ancianos a pesar de parecer disparatada; por lo cual durante la reunión anterior propuso el nombre de Sabaku no Gaara como candidato a ocupar el puesto del Quinto Kazekage de la Aldea de la Arena.

Baki conocía las intenciones de su alumno de convertirse en Kazekage y a pesar de su pasado oscuro y el desastre en el que se había convertido su participación durante la invasión a Konoha, Gaara se había esforzado incansablemente para convertirse en alguien importante dentro su aldea. Más del cincuenta por ciento de los ingresos que obtenía Suna venían de las misiones que él lideraba desde que se unió a las fuerzas regulares. Era una pieza clave dentro de la fuerza militar de la aldea y estaba seguro de que era la persona con mayor capacidad para proteger a Suna.

—¿Qué es lo que proponen? —preguntó Baki, dispuesto a escucharlos.

—Sabaku no Gaara —con tan solo mencionar su nombre, el salón se llenó de murmullos de protesta e inconformidad—. ¡Basta! Guarden silencio —ordenó el anciano con voz severa. Ebizo no permitiría que la reunión se saliera de control una vez más—. Sabaku no Gaara será puesto a prueba para ocupar el puesto de Kazekage.

—¿Puesto a prueba? —espetó uno de los miembros del consejo—. ¿En serio creen que ponerlo a prueba será suficiente?¡Gaara es peligroso! ¡Es un monstruo!

—Joseki-san, mantenga la calma, por favor —pidió Ebizo—. Entendemos la desconfianza que esto les genera. No estamos diciendo que será nombrado Kazekage inmediatamente o que realmente llegará a serlo. El chico tendrá que pasar por un periodo de aprobación para poder convertirse en el líder de Suna.

—¿De cuánto tiempo estamos hablando? —preguntó Baki al líder del consejo.

—Un año por lo menos.

—Un año es demasiado tiempo, Ebizo-sama —refutó Baki, tensándose—. La aldea y su estabilidad están cayendo a pedazos.

—No podemos arriesgarnos. No sabemos si sigue siendo peligroso, además, la gente de la aldea ni siquiera confía en él —protestó Joseki una vez más—. Le tienen miedo —finalizó, contundente.

—Necesitamos alguien que dé la cara por Suna.

—Lo que necesitamos es asegurarnos de que la aldea no esté en riesgo con él en el cargo, Baki-san —debatió Ebizo, diplomáticamente.

—Además, Gaara sigue siendo un niño —intervinó su hermana Chiyo, con voz rasposa y cansada—. Y uno muy inestable, por cierto —agregó.

—¿Qué edad tiene?

—Cumplió catorce el pasado 19 de enero —las voces inconformes llenaron la sala nuevamente antes de que Baki volviera a hacer una intervención. Bueno, al menos podía decir que había logrado que el nombre de su alumno desfilara entre los candidatos para el puesto—. ¿Y bien? —cuestionó—. ¿Cuál será la prueba?

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—El día de hoy han sido convocados porque necesitamos nuevos ninjas que se integren como apoyo a las fuerzas regulares de la aldea. La mayor parte de ustedes son jóvenes, pero no podemos seguir esperando. Debido a la situación en la que se encuentra la aldea, no tenemos un instructor que pueda ayudarlos en su entrenamiento; las graduaciones de genins quedaron estancadas y necesitamos incrementar la fuerza militar de la aldea —explicó con voz firme y se preparó para continuar con lo que realmente importaba. Ir al grano—. Esto nos ha llevado a tomar la decisión de que cada uno de ustedes pasará a formar parte de un grupo de tres liderado por uno de los jounins de las fuerzas regulares de la aldea —dicho esto, se escucharon murmullos entre el grupo de estudiantes ante la inesperada noticia, pero la voz de Baki los hizo callar nuevamente—. No serán genins como tal, pero recibirán entrenamiento adecuado para convertirse en uno. Estarán bajo la supervisión de personas capacitadas para ello. Sus instructores serán sus guías y deberán seguir al pie de la letra sus indicaciones para mantenerse con vida.

Baki no estaba bromeando. Los estaban llevando por un camino peligroso, pero habían llegado a la conclusión de que aquello era necesario para que esos chiquillos abrieran los ojos ante la situación que estaba viviendo la aldea en esos momentos. Querían ser ninjas. Ya era momento de que comenzarán a portarse como tal.

—Su líder de equipo tiene la obligación de protegerlos —informó, a lo que muchos de ellos soltaron suspiros de alivio—. Por favor, entrenen duro y no vuelvan esto una tarea complicada. Ustedes deben convertirse en un apoyo y no en una carga.

Una vez terminado el discurso de Baki, el lugar comenzó a llenarse de voces que susurraban en voz queda para no ser escuchados. En ese momento otro de los Jounin del grupo, llamado Satoshi, alzó la voz.

—¡Silencio! —gritó cuando el sonido de las voces se volvió más fuerte, impidiendo que pudiera tomar la palabra. La molestia en su tono de voz hizo que todos guardaran silencio de forma inmediata—. Comenzaré a nombrarlos por equipo y deberán reunirse en el aula asignada para encontrarse con su instructor.

Sari escuchó atentamente cada uno de los nombres que salían de su boca, hasta que por fin fue llamada al terminar de nombrar a sus compañeros de equipo.

—Ittetsu, Matsuri y… Sari Mikoshi —con los ojos abiertos como platos, observó a Ittetsu, quien ya se encontraba unos metros adelante reunido con la chica de nombre Matsuri. Él le devolvió la mirada incrédula—. ¿Sari Mikoshi? —repitió—. ¿No está? —increpó el Jounin con molestia. Sari asintió con la cabeza y alzó el brazo, caminando de forma presurosa hacía sus nuevos compañeros de equipo.

—¡Sí, señor! —la joven llegó a trompicones hasta donde estaban reunidos.

Satoshi alzó una ceja.

—¿Edad? —preguntó con el ceño fruncido, observándola de pies a cabeza.

—D-Doce —respondió, sintiéndose intimidada por la mirada insistente del joven. No esperaba que su edad fuera un impedimento para formar parte de los equipos, ya que la mayoría de sus compañeros compartían los mismos años que ella.

Satoshi se giró hacía Baki, había algo en su expresión que indicaba que algo le molestaba

—¿Ella? —cuestionó. Baki asintió con la cabeza—. Es demasiado joven.

Sus compañeros de equipo tenían catorce y quince años respectivamente y tanto Baki como él conocían perfectamente el destino de aquel equipo. Fuera lo que fuera, no pintaba bien para ella y no quería ser el responsable si algo le pasaba a esa niña. Bueno, a cualquiera de los tres, pero tener a un menor de trece años en el equipo lo volvería todo más complicado.

Sari tragó saliva, nerviosa.

Hubo un silencio largo e incómodo.

—Aula 34-B —intervino Baki al notar la inconformidad de Satoshi con la más pequeña del grupo.

—Baki —advirtió Satoshi.

—Muévanse —ordenó con decisión, haciendo un ademán con la cabeza para indicarles que se apresuraran—. Ahora.

Desconcertados los miembros del nuevo equipo se integraron rápidamente para dirigirse al aula indicada y esperar a quien sería su instructor. Sari conocía a Ittetsu y se llevaba bien con él, no obstante, la incertidumbre del momento mantenía al trío aguardando en silencio.

Le preocupaban muchas cosas y no sabía qué pensar al respecto. Todo había sido tan repentino. Apenas ayer era una simple estudiante de academia y ahora podía decirse que estaba a prueba para convertirse en ninja. Una prueba real. Con misiones y entrenamientos reales. Nada de juegos.

Los días de academia se habían terminado de un momento a otro y ella tendría que esforzarse al máximo para demostrar que sería un buen ninja.

—No puedo fallar —pensó para sí misma— Tengo que ser una kunoichi digna.

De un momento a otro, la puerta se abrió interrumpiendo sus cavilaciones y un chico de cabello rojo y revuelto apareció bajo el umbral de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho y la mirada clavada en ellos.


¡Hola todos! No sé como presentarme, así que por ahora mantendré mi seudónimo "Eadlyn". Les presento mi primera historia de Naruto, ha estado rondando muchos años mi cabeza y es tanto el cariño que le tengo que por fin me he animado a terminar el primer capítulo. La línea temporal comienza después de la huida de Sasuke, por lo cual ha pasado un buen rato desde la invasión de la aldea de la Arena a Konoha.

La intención de esta historia es darle a Gaara el puesto de Kazekage como se merece. He utilizado personajes originales del manga no tan conocidos, pero todos son de la aldea de la Arena. Las edades de todos según el databook de Naruto y la línea temporal que sigue la historia son las siguientes:

- Gaara: 14 años.

- Sari Mikoshi: 12 años (por cumplir 13).

- Matsuri: 15 años.

- Ittetsu: 14 años

- Temari: 16 años.

- Kankuro: 15 años.

Si leyeron el capítulo y les gustó me gustaría saber su opinión, sé que no es una pareja muy conocida (Sari y Gaara) aún así poder hacerla convincente y que les guste.

¡Saludos!

Publicado: 19/Agosto/2019, 12:41 p.m.

Última edición: 21/Agosto/2022, 11:00 a.m.