Cap11
FINAL DE CURSOAhora que Buck había partido, de lo único que se preocuparon nuestros jóvenes magos era de estudiar. James y Sirius seguían con su habitual instinto competitivo. Siempre peleaban (amistosamente claro) por quien hizo un milímetro de más en su pergamino. Remus les decía que si le dedicaran más tiempo a los estudios que a esas tontas competencias, serian unos genios. Claro que estos comentarios eran recibidos por dulces almohadazas de lo aludidos.
Peter se había cambiado a la habitación de los muchachos. Y se la pasaban cada noche jugando: con naipes explosivos (en más de una ocasión casi incendian el dormitorio), guerra de almohadas ( que siempre terminaban con un Peter noqueado en el suelo), lanzamiento de dardos a una foto caricatura de Snape y compañía ( Esa lo hacían cada noche), etc.
Claro que James y Sirius no habían olvidado de su deseo de ingresar al equipo de Quidditch de Gryffindor. Se hicieron amigos del Capitán del Equipo: Dorian Lipzchit que iba en cuarto año. Era uno de los chicos más codiciados en Hogwarts. Ellos sabían que no era solo por el hecho de que Dorian fuera bello, sino por ser buen amigo y alumno. James y Sirius querían ser como su futuro capitán.
Ellos practicaban quidditch cada ves que Remus no los llevaba a la biblioteca. Su lugar favorito era la sala común de los Gryffindor. Ya todos sabían que sí el Prefecto: Ted Tonks gritaba era por causa suya. Ted era un muchacho de cuarto año y siempre andaba reprendiendo a Sirius y James por alguna cosa. Era el pan de cada día.
Ted era muy serio y seguro, pero cuando se cruzaba con la prima de Sirius: Andrómeda Black, perdía la noción del tiempo, el espacio y hasta su nombre olvidaba. Obviamente Sirius y compañía de daban cuenta de esto y lo usaban como artimaña para librarse de Ted. Claro que Andrómeda no se daba cuenta de nada. Ella era muy buena y dulce, aunque un poco distraída. Cursaba el cuarto año, al igual que Ted y Dorian. Se llevaba muy bien con Sirius, y este la adoraba. Ella era su punto débil. Sirius siempre obedecía a Andrómeda sin chistar.
James se divertía mucho viendo como Andrómeda se llevaba a Sirius para que lo ayudara en alguna cosa. Aunque esa sonrisa se esfumaba cuando veía a Lily conversar animadamente con sus amigas. Cada noche trazaba "estrategias" para hablarle. Desde temas sutiles como el clima, hasta sí le gustaba alguien. Pero todos sus planes fallaban para frustración del pequeño James.
Dejando de lado la vida amorosa de los protagonistas, pasemos al trato con los profesores. Se llevaba bien con la mayoría de los profesores, pero el que si no los pasaba ni con agua era Hartely, el profesor de pociones. En cada clase los miraba de tal forma, que ellos comenzaron creer que respirar era un delito.
Obviamente su clase favorita era la de Defensa Contra las artes Oscuras. El Profesor " D" (así quería que lo llamaran) siempre usaba un pasamontañas. Él decía que tenia una fuerte maldición y no quería que nadie viera su rostro. Cuando ya se iba a acabar el curso anuncio que ese seria su ultimo año en Hogwarts. Habían descubierto una nueva cura al Noroeste de Egipto y quería ir a tratarse. Era algo que los apenaba ya que era muy buen profesor.
La profesora McGonagall, jefa de los Gryffindor, Estaba muy complacida con su desempeño en clase, ya afuera de ella era otra cosa. Para mala suerte de ellos, a la profesora nada ni nadie la podía poner nerviosa.
Y así entre: juegos de cartas, lanzamientos de almohadas, practicas de quidditch, los gritos y cambio de color de las mejillas de Ted Tonks, la dificultad de Sirius para pronunciar la palabra no, las estrategias de James, las clases de Hartely y McGonagall, y así entre muchas cosas más, llego por fin el día de fin de curso.
Aquella noche todos comentaban las vacaciones de veranos y hacían planes para ellos. Cuando llegaron al Gran Comedor, Dumbledore y el resto del profesorado los esperaba. Todo estaba adornado con los colores de los Gryffindor. James y compañía se habían esforzado mucho para recuperar los puntos que perdían por causa de los Slytherin. Les habían ganado por un solo punto. Sumando cuatrocientos cincuenta y uno para Gryffindor y Cuatrocientos cincuenta para Slytherin.
– Bueno – dijo Cuando todos los alumnos ya estaban en sus lugares más calmados–, bueno. Estamos ansiosos por salir lo antes posible ¿no?. Espero que este año haya sido provechoso para cada uno de ustedes. Veo que han hecho muy buenos amigos – James, Sirius, Remus y Peter se miraron– y algunos no tan buenos –no pudieron reprimir una mirada de odio a los Slytherin–. Me da gusto saber que han ampliado sus conocimientos aun más. Para los de séptimo: nunca olviden que Hogwarts es su hogar, y siempre lo será, nosotros siempre estaremos aquí para recibirlos cuando quieran. Para los de primero: sé que este año ha sido un año de muchos cambios y muchas aventuras –miro la mesa de lo Gryffindor sin poder contener una sonrisa–, un año interesante. La bondad del corazón de los más jóvenes siempre nos conmueven –James sentía que sus mejillas se ponían coloradas–. Ahora es momento de degustar nuestro paladar con estas exquisitas delicias ¡Qué comience el banquete!.
El Gran Comedor se volvió a llenar de murmullos. James, Sirius y Remus miraron a Dumbledore que alzo la copa en dirección a ellos.
– ¿por qué ha hecho eso el director? –pregunto Peter. No se había perdido ni un detalle de ese gesto.
– porque nos esta diciendo: "buen provecho" –dijo Sirius y comenzó a llenar su plato con todo lo que tenia a mano.
– Eres un barril sin fondo – Remus lo miraba mitad risueño y mitad sorprendido.
– Gracias –dijo Sirius sonriendo alegremente.
James reía de las ocurrencias de su amigo. Y pensó en que estaría haciendo Buck en ese momento. Una sonrisa cruzo por sus labios al imaginarlo sobre una colina mirando la puesta del sol. Esperaba ansioso el día en que lo volvería a ver.
– ¿Me pasas la ensalada? –dijo una voz sacándolo de sus pensamientos.
James mira a su derecha y menuda sorpresa se llevo al ver que, en el lugar de Sirius esta Lily. Sentía que sus mejillas iban a estallar. Cogió el tazón de ensalada y se lo doy a Lily. Volteo a buscar a Sirius y vio que Remus estaba entre ellos dos. James lo miro con los ojos bien abiertos. Y este le sonrió para luego fijarse detenidamente en la decoración del techo. James estaba seguro de algo: cuando subieran al expreso de Hogwarts amarraría a Sirius a las vías del tren.
– ¿James? –dijo Lily– ¿pasa algo?
James negó con la cabeza y hundió la mirada en su plato. Lily lo seguía mirando. En eso una luz lo ilumino. ¿Qué estaba haciendo? ¿No había pasado meses haciendo planes y estrategias para hablarle a la muchacha que tenia a su lado? ¿Es que acaso esa no era la oportunidad que estaba esperando?.
James tomo aire, la miro y dijo:
– ¿Me pasas la salsa? – ahora a quién quería atar a las vías del tren era a si mismo.
– claro –dijo ella.
Cuando james cogió el tazón de salsa. Sus dedos tocaron los de Lily y casi hace que se le cayera de las manos.
– ¿seguro que estas bien?
– ¡De maravilla! – era su única oportunidad. Él lo sabia. Era ahora o nunca. ¡Dios era solo hablar y no pedirle matrimonio! – ¿Y que vas a hacer en las vacaciones?
– pues estudiar y pasarlo bien. – ella le sonrió– ¿Y tu?
– estudiar –el ardor de sus mejillas iba bajando– y supongo que me reunirme con mis amigos para ver que hacemos.
– me imagino – Lily le sonrió– adivina que
–¿qué? –dijo James, sus mejillas ya casi estaban del color de siempre.
– ¡La madre de Tara nos llevara a conocer el Venecia!
– Me alegro por ti – ahora las palabras salían de su boca sin atropellarse–, Venecia es una linda ciudad.
– ¿la conoces?
– no, pero me gustaría conocerla.
– Te escribiré contándote lo que vea.
– ¿enserio? –dijo muy emocionado– digo – se puso serio–... sí tu quieres.
– ¡Claro! –le contesto–, pero tu también me escribirás. De acuerdo.
– de acuerdo –James sonrió.
Se pasaron casi todo el banquete hablando. James se entero de muchas cosas de ella aquella noche, por ejemplo: vivía cerca de Londres, era hija de padres muggles y que le daban miedo las películas de terror. Fue una noche maravillosa, se había hecho amigo de Lily y había sido tan fácil. Atar a Sirius a las vías del tren ya no era buena idea.
sSsSsSsSsSsSsSsSsSsSsSs
Sentado en su compartimiento del expreso de Hogwarts, James pensaba en la primera vez que se subió, y en como conoció a Sirius. Miro a Sirius y este, al parecer, pensaba lo mismo. Comenzaron a reírse.
– ¿Y ahora cual es el chiste? –pregunto Remus. Estaba leyendo: trasformaciones segundo nivel.
– es que recordábamos la primera vez que nos conocimos –dijo James.
– ¿y como fue? –pregunto Peter.
– James me busco problemas.
– si... Momento ¡Yo! ¡Fuiste tú!
– ¡Oye tu te metiste en mi sitio!
– ¡Vas a comenzar!
Ambos se pararon y luego se cayeron en sus asientos, muertos de risa.
– ah sido un año muy loco – dijo Sirius– quien diría que terminaríamos como amigos.
– sí, quien lo diría –dijo James–. Supongo que nos escribiremos o nos encontraremos ¿no?
– no lo sé –dijo Peter– casi siempre paso vacaciones fuera del país.
– Escríbenos entonces.
Peter asintió. Remus también y Sirius miro la ventana.
El tren paro y los padres de James fueron a los primeros que vieron.
Los señores Potter saludaron efusivamente a los compañeros de su hijo. Estuvieron conversando por un momento hasta que vieron llegar a los padres de Remus y luego a la mamá de Peter. Pero a Sirius lo vino a recoger un hombre que al verlo se inclino. Sirius sin presentar al desconocido, se despidió de sus amigos y se fue. Lo mismo hicieron Remus y Peter. James se despidió y cruzo el anden. Cuando se encaminaba junto a sus padres pensó que ser mago era lo mejor del mundo y esperaba ansioso su próximo año en el colegio Hogwarts de magia y hechicería.
Yeste es el final de mi fic...
¡Ja! q creían, q iba a escribir eso. ¡Están locos! Jeje p
El fic sigue, y me alegra tener aunque sea unos gatos q me maúllen.
¡Gracias gatos! ¡Son los mejores!
