Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer y la historia es de la increíble Drotuno. AlePattz tiene su permiso para la traducción al español, pero debido a su situación de salud, un grupo de personas estamos colaborando para aligerar la carga que esto le pueda causar ;)

[Traducido por EriCastelo en apoyo a AlePattz]


Gravity Series 5: Heaven & Earth

By: Drotuno

Capítulo 35 - Epílogo

BELLA

—¡Tío Edward! ¿Te gusta esto? — llamó Caleb desde un costado del nuevo granero.

No pude evitar soltar una ligera carcajada porque parecía que Edward había puesto a todos los niños a trabajar en la pintura del nuevo granero. Y sí, era rojo con ribetes blancos porque todos los niños habían dicho que ese era el color que debían tener los graneros, así que tía Kate se limitó a reírse y a hacerles señas para que siguieran adelante.

Nos acercábamos al final de las vacaciones de verano de los niños. Habíamos terminado en Seúl, pero todos nos quedamos descansado en Alaska. Eso había dado tiempo a que los medios de comunicación se calmaran por los sucesos de la Torre Twi, a que todo el mundo colaborara para terminar de reconstruir el granero de la tía Kate y a que todos nos relajáramos por toda la mierda a la que habíamos sobrevivido.

—Sí, así está bien—, indicó Edward con una dulce y paciente sonrisa y un asentimiento.

Estaba pintando las molduras blancas, y había construido un andamio temporal para que pintar la parte superior del granero fuera más fácil para todos los implicados. Mi marido se había superado a sí mismo con este proyecto. No solo había reconstruido el granero, sino que había sustituido el apartamento de Tom. Había nuevos establos para los caballos, un pajar más grande y más fuerte, y un pequeño taller de madera para cuando Edward tuviera futuros proyectos.

Eché un vistazo al patio delantero mientras me sentaba junto a Lock y Load en los escalones del porche. Las tiendas militares habían desaparecido, al igual que los prisioneros de Eleazar. Tuve el presentimiento de que Ji-Yun, la madre del hijo de Kim, desaparecería de repente en el viento junto con sus padres y su pequeño. Seguro que era el programa de protección de testigos de Carlisle Cullen y Eleazar Platt el que actuaba allí, y eso estaba perfectamente bien.

—¡No, Marcus! — Oí a Bethy reírse. —¡Estás goteando!

—No es a propósito—, replicó con una carcajada.

Sonriendo, negué con la cabeza. Dean y su familia se estaban curando, y se adaptaban como si siempre hubieran estado allí. Él y Miranda se habían vuelto a casar casi al minuto de regresar de Seúl. Para empezar, nunca habían querido divorciarse, así que simplemente estaban corrigiendo la situación. Sin embargo, estaban considerando mudarse a Forks para estar más cerca de Gravity.

Oí que se abría la puerta mosquitera y sonreí a Esme, que tomó asiento a mi lado.

—¿No vas a ayudar? —, se burló, señalando el granero.

—Hoy no. No voy a interrumpir eso. Los necesita—, le dije. —Necesita perderse entre los niños y la tontería y la pureza de todo ello.

Esme tarareó como señal de que me había oído, y sus ojos eran cálidos mientras disfrutaba de la actividad en el granero: Sammy se agachaba cuando Katelyn le lanzaba pintura, Caleb y Bethy cantaban alguna canción mientras pintaban, y Abby y Marcus se amenazaban mutuamente con brochas rojas cargadas de pintura. Era la perfección.

—Se parece tanto a Elizabeth—, oímos a nuestras espaldas, y tía Kate atravesó la puerta mosquitera para apoyarse en la barandilla. —Se parece más a ella que a Carlisle, aunque durante un tiempo perdió esa parte de sí mismo. Pero Liz... Utilizaba a Edward para mejorar todo lo malo. Le enseñaba a montar a caballo o a salvar ardillas bebés que se caían del nido. Vivía para llevarlo de excursión y de picnic en el bosque. Se lo llevaba a la cocina para que hiciera un desastre horneando galletas. Necesitaba a ese niño, probablemente más que a Carlisle.

Había una nostalgia en su tono que hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas. Ella echaba de menos a su mejor amiga, pero amaba al hijo de su mejor amiga. Simplemente amaba realmente a Edward, y había hecho todo lo posible por amarlo en ausencia de Elizabeth.

—Edward hace eso con ellos. Con todos ellos, pero especialmente con Sammy y Bethy.

A pesar de lo que Edward había llegado a creer antes de salvarme del sótano de Miller, él era la personificación del amor y el consuelo. Él era la paciencia y la protección. Se perdió un poco, pero siempre estuvo ahí. Siempre iba a ser ese chico dulce y tartamudo que conocí hace tanto tiempo.

Y era esa parte de él la que enseñaba a todos los niños a pintar, pero no solo eso, era una lección mayor. Era una lección de responsabilidad; la limpieza de la propiedad de tía Kate debía hacerse porque nosotros habíamos traído la suciedad. Fue una lección de trabajo en equipo, de trabajar juntos como una unidad impecable para un gran objetivo. Y, lo supiera Edward o no, fue la lección de que la familia no siempre significa sangre.

Después de haber perdido a toda mi familia sanguínea, sabía el consuelo que podía dar mi familia elegida. Verlos a todos reír y trabajar juntos era tan curativo para mí como para Edward.

Esta última misión, que se nos había impuesto por todo tipo de razones, nos había pasado factura a todos. Habíamos perdido a Félix y a Boris, y muchos de nosotros habíamos resultado heridos. Podía haber acabado muy mal, pero de alguna manera, todos nos esforzamos por encontrar la fuerza para seguir adelante, para acabar con lo que tenía que acabar. Cho ya no estaba, y Kim Min-Jun ya estaba de camino a Cuba. Twi Tech se estaba limpiando y reconstruyendo poco a poco; de hecho, Carlisle y Alec estuvieron allí unos días para comprobar las cosas y conseguir que los empleados volvieran al edificio y al trabajo.

Pero era Jacob Black a quien todos queríamos vigilar constantemente. No solamente vigilado, sino completa y totalmente monitoreado. Y Alice estaba feliz de hacerlo. Por mucho que quisiéramos chipear al pendejo de mi ex con un rastreador GPS, ella decidió vigilarlo a través de cada maldito dispositivo que tuviera. El móvil, el portátil y el computador de mesa estaban todos bajo su control. Incluso su oficina en Twi Tech era de ella para vigilar. Diablos, creí que había hackeado su red doméstica en su apartamento, por lo que su Kindle, Alexa, y el maldito televisor inteligente eran de ella. Ese pensamiento me hizo sonreír. Lo más divertido, o tal vez lo más kármico, fue que cuando Billy se enteró del porqué los trasladaban repentinamente a Nueva York, se negó rotundamente a ir, ni dejó que JW fuera.

Tras una larga charla con Carlisle, Billy decidió dejar que su hijo se enfrentara solo a su destino. Y lo retó a discutir. JW quería quedarse en Seattle con su abuelo. Ninguno de nosotros tenía problemas con eso. Sin embargo, las visitas tendrían que ser en Nueva York. Jake no podía venir a visitar a su hijo.

Había una parte de mí que conocía a mi ex. Sabía que al final metería la pata. Él odiaba demasiado a Edward y a Carlisle. También me odiaba a mí, pero esa era una situación del tipo de uvas agrias (1), o tal vez había crecido más allá de eso. Sabía que acabaría poniendo a prueba los límites que le habíamos dado, porque Jacob simplemente no podía hacer lo que se suponía que debía hacer. No podía ser fiel a su pareja, no podía dejar su tono burlón con respecto a su jefe, y lo más probable es que no fuera leal a Twi Tech.

Sinceramente, si decidía poner a prueba esos límites, entonces estaba solo. Y sabía a ciencia cierta que Carlisle y Edward volarían a Nueva York por "negocios" sin mucha discusión. Sería un Kenny Porter (2) de nuevo, y no me preocupaba ni un poco.

Respiré hondo, dejándolo salir lentamente. Las risas de los niños llegaron a mis oídos y no pude resistirlas más. Tía Kate y Esme charlaban sobre lo que querían hacer antes de que todos empacáramos y nos fuéramos.

Pero me puse en pie, cepillándome las manos en los vaqueros, y me dirigí hacia el granero cuando Sammy me llamó.

—¡Mamá! ¡Mira, ya casi hemos terminado con este lado! — Sammy señaló con entusiasmo, y su sonrisa feliz y torcida y su gorra de béisbol hacia atrás lo hacían parecer un Edward en versión más joven.

—Ya lo veo, amigo. Un trabajo impresionante, chicos—. elogié, entrando en el establo y apoyándome en un puesto vacío.

—Hola, dulzura—, dijo Edward, lanzando una mirada hacia mí mientras pintaba el borde blanco de la puerta. —¿Todo bien?

—Mmhm—, tarareé, mi mirada recorriendo a mi marido.

Estaba sencillamente delicioso: vaqueros ajustados, desgastados y ahora salpicados de pintura, camiseta negra ajustada y gorra de béisbol al revés. Sin embargo, fueron sus ojos los que finalmente encontré y los que hicieron que la sonrisa subiera por mi cara. Por fin se había relajado y bajado de esta última misión. Se había quitado el peso de los hombros, sus ojos estaban brillantes y felices, y su sonrisa era dulce, pero se convertía en algo carnal y mortal.

—¿Dulzura? —, volvió a decir.

—¿Qué?

—Te pregunté si querías ayudar a los niños a pintar—, dijo con una risa entrecortada.

—¡Oh! Sí, claro.

Su ceño se arrugó y dejó la brocha en el suelo. Se acercó a mí y enseguida me acarició la cara.

—¿Estás bien, cariño? —, preguntó, sus ojos escudriñando los míos, y probablemente buscaba pánico o restos de mierda.

Asintiendo, me incliné para besarlo suavemente. —Sí, creo... creo que esta vez soy yo quien no puede bajar de esta mierda.

Dejó caer su frente sobre la mía. —Bien. ¿Qué podemos hacer al respecto?

—No lo sé. Es que... estoy dudando en dejar que Jake sobreviva. No estoy segura de cuál es mi posición respecto a ir a casa y regresar a Gravity. Es que... no sé, Edward—. Acaricié su cara, rozando otro beso sobre sus labios. —Esto fue tan condenadamente grande, y siento que estuvimos corriendo y persiguiendo y luchando durante un maldito año—, solté en un susurro y entre dientes apretados. —Rusia no fue tan malo como esto, y eso fue simplemente... ugh.

La boca de Edward se levantó un poco en una sonrisa. —Sí. Todo eso, dulzura. Y lo entiendo. De verdad.

Me incliné hacia él, respirando profundamente y dejándolo salir lentamente. Realmente no quería interrumpir su tiempo con los niños, pero tampoco estaba segura de poder alejarme de él. Asentí en señal de que lo había oído, pero no dije nada.

Edward rozó sus labios con los míos. —Por experiencia, Bella, podría decirte que te concentres en otra cosa, en algo que no requiera investigación ni pelea ni preocupación—. Una sonrisa carnal y malvada se dibujó en su rostro, y añadió: —Yo diría que te acostaras, dulzura, pero anoche...

Me eché a reír. —No, ese no es mi problema. Como siempre, Edward.

Su sonrisa era gloriosamente hermosa y arrogante. —Es bueno saberlo, amor.

Los recuerdos de la noche anterior parpadearon en mi mente. Me había amado a fondo, profundamente. Me había amado hasta que mi cuerpo aún lo sentía con cada movimiento, cada vez que me sentaba.

Edward volvió a acercarse a mi cara, estudiándome. —Ven—, ordenó, tomándome de la mano y guiándome hacia el lado opuesto del granero, donde se había montado otro andamio provisional. —Coge una brocha y un bote de pintura blanca, dulzura.

Hice lo que me dijo, pero me llevó de nuevo al lado donde estaban todos los niños.

—Puedes ayudarme con las molduras, cariño—, me susurró al oído. —Quiero que te tomes tu tiempo, y quiero que te concentres solo en esto de aquí—. Golpeó el pedazo de recorte frente a mí. —Eso es todo. Nada de trabajo, nada de Jake, nada de Gravity. Y luego, mientras lo haces... Simplemente escúchalos.

Mi mirada recorrió la moldura y los laterales, sin olvidar la X del centro. —¿Empiezo por arriba? — le pregunté, y él sonrió.

—No lo pienses demasiado, cariño. Por lo que a mí respecta, puedes empezar por el maldito centro.

No estoy segura de que pudiera amarlo más, pero lo hice. Vi que me estaba dando algo que le ayudaba; estaba usando su experiencia aquí. Y honestamente, lo necesitaba.

Siendo yo, no podía empezar por el medio como él había bromeado, así que subí al andamio para empezar por arriba, de izquierda a derecha. Me imaginé que podría ir bajando. Edward se quedó abajo el tiempo suficiente para verme empezar, y luego volvió a las puertas.

Las molduras eran un trabajo meticuloso. Eran líneas limpias y rectas, y como se trataba de esas cosas, tenía que prestar atención. Pero Edward también tenía razón en otro punto. El parloteo de los niños era simplemente... todo.

—Entonces, ¿todos nos vamos a llevar un gatito a casa?— preguntó Abby.

—¡Diablos, sí! — respondió Caleb. —Voy a llamar al mío Tiger (3).

—Yo no puedo decidir qué nombre le pondré al mío—, dijo Sammy, con el ceño fruncido mientras daba una palmada de pintura en la pared.

—Pensé en Ariel para el mío, pero no es un pez, así que...— Bethy se interrumpió, y oí el humor de su padre. —Quiero algo femenino. Va a ser esponjosa y blanca.

Abby se rio de ella. — Marshmallow.

Luego se convirtió en una lista de nombres que me hizo luchar contra mi sonrisa.

—¿Ghost?

—¿Qué tal Princess?

—Cloud.

—He dicho femenino, no... eso—, espetó Bethy, y entonces sí que sonó como su padre.

Entonces, mi hijo intervino con decisión. —Creo que me voy a decidir por Max—. Todos se rieron, pero él se encogió de hombros. —¿Qué? Max es un buen nombre.

Resoplé, negando con la cabeza, pero fue el movimiento de abajo lo que hizo sonreír a Edward. Fue una ceja levantada y una mirada de advertencia para que no dijera una puta palabra, porque más de una vez había defendido nombres de mascotas como Steve la vaca o Pete el perro exactamente de la misma manera. Le hice un gesto para que se fuera, y él volvió a su propio cuadro con una profunda risa.

—Max es bueno—, reflexionó Bethy en voz baja, sumergiendo la brocha en su pintura. —Tal vez Molly. Max y Molly. ¿Sí?

Me encantaba, pero no interrumpiría esta lluvia de ideas ni por todo el dinero del mundo. Ni por asomo. Era todo lo que había estado necesitando. Y simplemente me hizo amar a Edward aún más por saber que ayudaría.

—Me gusta, Bethy—. La voz de Sammy era suave pero firme.

—Huh. A mí también—, respondió ella.

—Entonces me quedo con Ariel, porque sigue siendo la mejor princesa—, decidió Abby con una sonrisa.

Tras esa afirmación, comenzó el debate sobre la mejor película de Disney. Fue divertidísimo y sorprendentemente acalorado. Me recordó a nuestro equipo y a las estúpidas conversaciones que manteníamos en los momentos más duros: cuál trasero podría hacer rebotar monedas, si Katniss acabó con el chico adecuado o cualquier otra cosa que debatiéramos. Y me di cuenta de lo mucho que se parecían a nosotros.

Para cuando terminé el ribete blanco de la mitad superior, los chicos habían terminado con el rojo de ese lado del granero, y la tía Kate nos llamó para que tomáramos un descanso para comer. Edward se reunió conmigo en el otro extremo del andamio y me bajó al suelo.

—Gracias por eso—, susurré, con el ceño fruncido.

—Sí, lo entiendo—, admitió, asintiendo una vez y presionando con besos mi frente y luego mis labios. —Eres bienvenida a volver aquí después del almuerzo.

—Probablemente lo haré.

—Bien, porque normalmente pierdo su ayuda con la televisión y los videojuegos después del almuerzo.

Me reí. —Lo que necesites, Edward.

—Entonces... ¿Max y Molly?— preguntó, pasando un brazo por mis hombros mientras caminábamos hacia la casa.

—¿Qué? Son buenos nombres—, defendí, sonando como nuestro hijo.

Edward se rio, ladeando un poco la cabeza. —Sí—, dijo suave y lentamente, también sonando como Sammy. —Creo que esperaré a que volvamos a casa para construir cosas para gatos. Algo solo con ellos.

Asintiendo, me giré y le besé la mejilla. —Suena bien. Eres el mejor padre del mundo.

Soltó una dulce carcajada y me besó la sien. —Gracias, dulzura.

~o~H&E~o~

EDWARD

Me di una vuelta por el helicóptero mientras el combustible era bombeado. La mayoría de nuestras cosas estaban cargadas, y nos íbamos a casa tan pronto como todos estuvieran listos. Al subirme al asiento del piloto, volví a comprobar los indicadores y esbocé una sonrisa al ver que estaba en problemas.

—¡Oh, no lo creo! No vas a hacer eso sin mí—. Bethy era tan feroz como su madre cuando quería.

Sonriendo, me encogí de hombros mientras ella subía al puesto de copiloto. —Tienes que cumplir con el horario, pequeña dulzura. Si no puedes seguir el ritmo...

—Basta ya—. Me señaló con el dedo. —Puedo seguir el ritmo perfectamente. Dile a tía Kate que no puedo darle abrazos y averigua qué pasa.

Mis ojos se abrieron de par en par con miedo mientras lanzaba una mirada a través del patio hacia la casa. —Ni hablar. Estás perdonada. Prepárala entonces, Bethy.

—Mmhm, eso pensé.

Era increíble ver a mi niña. Después de que su Poppy había utilizado sus habilidades de pilotaje para venir en mi ayuda en la cima de los senderos de Denali, supe que estaba hecha para volar. Y aunque todavía llevaba todo ese rosa y sus cositas de pelo de niña, también llevaba una gorra de béisbol al revés, estudiando todo lo que tenía delante como si llevara veinte años haciéndolo.

Tenía once años. Y era el primer éxito sorprendente de Bella y mío. Su belleza empezaba a desprenderse de ese aspecto de —niña pequeña— y adquiría una versión más adulta. Tenía mi carácter, mi tolerancia cero a las tonterías, pero era metódica e inteligente como Bella. Tenía unos ojos verdes que todos decían que eran míos, pero en realidad eran los ojos de mi madre. Cálidos y dulces, amables y gentiles, estudiaban a la gente y las cosas que sucedían a su alrededor, y se quedaba callada como Bella hasta que llegaba a la opinión que decidía.

Nuestro segundo éxito más impresionante era capaz de volar su dron alrededor del patio delantero, a través del nuevo granero, y apuntar hacia mí. Sammy había heredado toda mi timidez de cuando yo tenía su edad, pero su tranquila inteligencia era de Bella. Le encantaban los aparatos y los juegos, le gustaba el aire libre y era el único niño del creciente grupo de niños de Gravity que ya se conocía bastante bien a sí mismo. Se sentía cómodo en su propia piel, conocía sus limitaciones y eso provenía únicamente de su madre, porque ella era exactamente igual. Me reí al ver al pequeño gatito negro acurrucado felizmente en la parte delantera de su sudadera con capucha parcialmente cerrada.

—¿Dónde está tu gatito? — le pregunté a Bethy.

Su sonrisa era tan familiar mientras abría un poco el bolsillo delantero de su enterizo. Unas patas blancas y esponjosas se estiraron y volvieron a meterse dentro, y el ronroneo fue lo suficientemente fuerte como para que pudiera oírlo en la cabina del helicóptero.

Me reí, sacudiendo la cabeza no solamente por su sonrisa torcida que coincidía con la mía, sino por el hecho de que mis hijos se habían ganado de mí su amor por los animales, que había aprendido de mi madre. A Bella le encantaban los animales, pero no había crecido con mascotas, solo con los caballos que había montado de pequeña. Esto era diferente. Esto era crecer rodeada de cosas no humanas que se convierten en compañeros de juego, protectores y amigos.

Pero mientras observaba a mi hija, una pregunta salió de mi boca sin pensarlo. —Cuando tengas tu licencia de piloto, ¿qué vas a hacer con ella, pequeña dulzura?

Su sonrisa era hermosa, pero se encogió de hombros. —No lo sé. No creo que quiera unirme a la Fuerza Aérea como tú. Quiero decir, es genial, pero da miedo. ¿Sabes? Quiero decir, me contaste lo de tu accidente y todo eso. Y luego vimos esa película sobre el Blackhawk... No sé. No creo que quiera ser un soldado... no de esa manera.

Volviéndome hacia ella, le cogí la cara. —Piloto comercial es un buen trabajo si encuentras la compañía adecuada. Diablos, volar turistas sobre Alaska es un buen trabajo. Por no hablar de los helicópteros de evacuación médica. Solo tenía curiosidad, Bethy. Tienes ganas de volar desde que sabes hablar.

Bethy soltó una risita. —¿Qué harías con tu licencia de piloto si no tuvieras todo esto? —, preguntó, señalando toda la granja. —Si no tuvieras un trabajo de mercenario o a Gravity…

Mi ceño se frunció porque, sinceramente, no tenía una respuesta. Me incliné hacia ella y le besé la frente. —No lo sé. Volar era lo único que quería cuando tenía tu edad, y lo hice. Me esforcé mucho en ello, siguiendo los pasos de Poppy. Ahora...— Tragué grueso. —Ahora, volar es como conducir un coche, solo es un medio de transporte, porque si no tuviera todo esto...— Imité su barrido del brazo sobre la granja. —No tendría nada, pequeña dulzura. Es que... Uustteedees y maamáá sonn mmucho mmás immpoorttanttes qque ccuallqquierr trrabbajjo, vvolaanddo o nno.

Bethy dejó de juguetear con todo y me miró. Aquella mirada era toda de Bella, la comprensión de que mi tartamudeo significaba que estaba nervioso de verdad.

Pero se inclinó hacia mí y me besó la mejilla. —¿Puedo mantenerla firme en el camino a casa?

Riendo, asentí con la cabeza. —Sí, señora. Deja que termine de llenar el depósito y podremos despedirnos.

Me deslicé hasta el cojín, tirando de la manguera de combustible. Una vez que el helicóptero estuvo listo para funcionar, volví hacia la casa. Papá y Alec ya estaban de vuelta en Seattle, y Emmett, Rose y Caleb habían volado con ellos porque Rose tenía que empezar con sus citas médicas de control. Sarah y Abby se habían ido esa mañana con Mack, que estaba ansiosa por empezar su reconciliación con Wes. Dean y su familia ya habían volado de vuelta porque querían empezar a buscar lugares a los qué mudarse en Forks. Mickey, Obie y Katelyn se iban a quedar el resto de la semana con tía Kate. Alice y Jasper se dirigían a Texas para ver cómo estaba su padre.

Bella quería estar un par de semanas solamente con los niños y conmigo antes de que empezaran las clases, y mientras la veía despedirse de todos, aún podía ver la tensión, el ceño fruncido y quizá un toque de ansiedad. Todavía no había superado del todo esta última misión, si es que puede llamarse misión. Parte de ella se había disipado cuando pintamos el granero, pero no toda, y no le había dado a nadie una respuesta sobre Gravity. Les había dicho a todos que se tomaran su tiempo, que regresaríamos al inicio del curso escolar.

Algo estaba retrasando a mi chica, y aunque lo entendía perfectamente, no podía esperar a llegar a casa para hablar con ella de ello. Si tuviera que ponerle un nombre, diría que estaba a punto de sufrir un ataque de pánico, pero conocía a mi chica; esperaría, aguantaría esa mierda hasta que estuviéramos solos. O se aferraría a sí misma hasta que finalmente pueda dejarla salir a flote.

Ese pensamiento me hizo fruncir el ceño, pero lo enterré en la parte posterior de su cabello mientras ella hablaba con tía Kate.

—Edward Anthony, ven a abrazarme—, ordenó tía Kate, extendiendo los brazos. Una vez que la envolví en un abrazo, le besé la mejilla, pero ella añadió: —No tenías que hacerlo, pero quiero agradecerte por el granero y el apartamento de Tom. Tu padre, sin embargo, todavía me debe un nuevo césped y unos malditos árboles.

Me desternillé, besando su cabeza. —Me aseguraré de transmitirlo.

Ella sonrió, cogiendo mi cara mientras la sonrisa se desvanecía tan rápido como había aparecido. —Deberías saber, Edward... Tu madre estaría muy orgullosa de ti. Más allá de tu aspecto, hijo, veo mucho de ella en ti.

Asentí con la cabeza y miré mis zapatillas, pero luego volví a mirarla a ella mientras me quitaba la gorra de béisbol y me pasaba los dedos por el pelo. Una vez puesta la gorra, susurré: —Gracias, tía Kate.

—Mmhm. Ahora avísame cuando aterricen a salvo.

—Sí, señora—. Me giré para ver a Bella ayudando a Sammy a subir al helicóptero, y solté un agudo silbido. —¡Lock y Load!

Cuatro huskies salieron del granero a toda velocidad, haciéndome sonreír con su entusiasmo. —Solo los míos—, dije con una risa, alborotando las cabezas de Ada y Zeke.

Levanté a Lock y Load por la puerta y me giré hacia Bella. —¿Todo listo, dulzura? — pregunté, y ella sonrió y asintió, pero chilló cuando la levanté de repente y puse su trasero en el borde. Me quedé frente a ella y no pude resistirme a darle un beso rápido. —Te amo, Bella.

El zumbido y la sonrisa contra mis labios me hicieron reír.

—Yo también te amo, Edward.

La besé suavemente una vez más, apartándome para que ella pudiera cerrar la puerta lateral. —Bien, Bethy, hagamos esto.

~o~H&E~o~

La casa estaba tranquila el sábado por la mañana. Los niños estaban todos en casa de Poppy en Forks para el fin de semana. Hacía una semana que habíamos vuelto de Alaska, pero había una película imprescindible que todos los niños tenían que ver, así que Poppy y Nanny se encargaban de consentirlos.

Le di un sorbo a mi café, pasando la página del periódico. Ya había salido a correr con Lock y Load, los gatitos dormitaban felizmente en la nueva torre para gatos que los niños no solo habían diseñado, sino que me habían ayudado a construir. Yin y Yang, blanco y negro, macho y hembra, y oficialmente Max y Molly. Tenían que ir al veterinario la semana que viene para las vacunas y agendarse las futuras dosis.

Una mano lenta y furtiva se deslizó por mi visión, alcanzando mi taza de café.

—Sabes, mujer, hay una jodida jarra llena de café.

Dios, vivía para la puta risa que recibí. Lo era todo para mí.

—Sí, pero este ya está arreglado, todo dulce y demás.

—Ya te enseñaré yo lo dulce y demás—, murmuré, sonriendo ante otra risita. Me giré para mirarla; se había deslizado hasta el taburete contiguo al mío en la barra de la cocina. —Buenos días, hermosa. ¿Quieres desayunar?

—¿No has comido?

—No. Estaba esperando a que mi preciosa cita sacara por fin ese dulce y perezoso culo de la cama—, me burlé de ella, besando el centro de su frente.

—Me disculparía, pero no lo lamento—, dijo entre un adorable bostezo. —Dormir hasta tarde es fantástico. Deberías probarlo alguna vez, señor que se levanta antes de que salga el sol.

No me estaba engañando. Había tenido algunas pesadillas, así que su sueño era irregular en el mejor de los casos. Algo de todo lo que acabábamos de pasar la estaba presionando mucho. Me planteé preguntarle, obligarla a hablar de ello, pero los años que llevaba con ella me habían enseñado que tenía que superar esta mierda por sí misma. Tenía que esperar.

—Oh, me encanta dormir hasta tarde, dulzura. Pero me gusta más que nada en el mundo una Bella desnuda antes del amanecer.

Ella resopló, sorbiendo más café. —El desayuno, Edward. Luego negociaremos la desnudez.

—Ese sí que es un plan jodidamente bueno para el día—, canté, levantándome de la encimera. —¿Qué tal huevos, papas fritas y salchicha?

—Perfecto. Te ayudaré—, se ofreció, dejando la taza en la encimera.

Parecía que no tenía que esperar mucho, porque en el momento en que abrió la puerta del sótano para bajar por las papas, ese ataque de pánico la golpeó como un puto tren de mercancías. No había habido ninguna cebolla descompuesta cuando guardé las bolsas abajo hace dos días, pero seguro que ahora había por lo menos una. Fue un punzón para los sentidos.

—Ed...—, jadeó, con los ojos desorbitados y las manos buscando mi cuerpo.

—Está bien, está bien, está bien—, canté tranquilamente, sin importarme una mierda que sonara como Alice. —Te tengo, dulzura—, le dije, cogiéndola en brazos y llevándonos al sofá, manteniéndola en mi regazo. —No te atrevas a dejar que gane, mi niña fuerte.

Sabía que necesitaba el tacto, mi voz, sentirme en sus manos. Tomé sus palmas y puse una en mi pecho y la otra en mi cara.

—Estás bien. Estás a salvo. Lo juro, Bella—. Pasé las manos por su pelo, por su espalda y por sus brazos en un circuito constante. Era un desastre tembloroso y jadeante, así que añadí: —Respira, cariño. Respira para mí. Inhala toda la mierda buena, exhala la mierda mala. Entra por la nariz, sale por la boca. Vamos, dulzura... Tú puedes.

Acaricié su cara, acercando su frente a la mía. —Te amo mucho, Bella. Sé que puedes oírme. Déjalo ir, amor.

Finalmente, el pánico dio paso a las lágrimas y a los sollozos desgarradores. Dejé escapar una lenta respiración mientras la rodeaba con mis brazos, anclando todo su cuerpo al mío.

—Todo está bien. Te tengo. Siempre.

—Yo...

—Si te disculpas, Bella...

Oí una risa corta y forzada, pero de repente se diluyó.

—Lo he intentado... quería... podría haber perdido todo mi puto mundo, Edward—, murmuró en el pliegue de mi cuello. Sentí lágrimas calientes contra mi piel y los dedos clavándose en mis hombros. —En la Torre Twi y en la granja. Todo mi mundo.

—Oye—, susurré contra su hombro, tratando de apartarla para poder ver su cara. —Cariño, déjame verte. Vamos, dulzura.

Ella se echó hacia atrás, manteniendo sus manos apoyadas en mi pecho, y todavía podía sentir el temblor en su tacto. Lloró un poco y frunció el ceño. —Estoy tan... jodidamente enfadada, Edward. Como si acabar con Cho no fuera suficiente, como si no tuviera ganas de acabar con Jake yo misma...

Asintiendo en señal de comprensión, le acomodé el pelo detrás de las orejas y luego le limpié las lágrimas con mis pulgares. —Sácalo, dulzura. Todo. Porque si no lo haces, te prometo que se convertirá en parte de ti: la ira, la amargura, el odio. Se pegará a ti, te poseerá. No quiero eso para ti.

No hizo ningún movimiento para dejar mi regazo, y se quedó callada durante un minuto. —Sé que la parte racional de mí puede ver que todos están bien, pero yo solo...— Se encogió un poco de hombros. —Hemos perdido a dos personas, cariño. Dos. Ambas nos protegían, y pienso en lo cerca que estuvimos de perder más...— Sacudió la cabeza.

—Tienes razón. Estuvimos a punto de perder a alguien—, le di la razón. —Pero, dulzura, necesito que veas lo que pudimos salvar—. Cuando sus ojos se fijaron en los míos, sonreí un poco. —Hubo un par de momentos en los que pensé que te había perdido, en los que un trozo de metralla en el brazo...— Me incliné, empujando un poco la manga de su camiseta para poder besar la pequeña cicatriz que había recibido cuando el barco explotó en Port Angeles. —Donde la metralla era mucho mejor que la puta alternativa.

—Lo entiendo, amor. Lo entiendo. He vivido este sentimiento. Se convirtió en algo fácil permanecer jodidamente enfadado—. Besé sus labios suavemente. —Pero entonces conocí a esta hermosa castaña que me enseñó que estar enfadado no era siempre la respuesta, que estar enfadado no ayudaba cuando alguien necesitaba amor y paciencia. Solía decirte que siguieras enfadada, que usaras la rabia, que la centraras en el problema para poder seguir adelante, pero no. Bella, no es así como debe ser, no con todo. La ira forma parte del proceso de duelo, y en ocasiones puede alimentar la determinación y la motivación, pero no dejes que se quede, cariño. Por favor. Si alguna vez confías en algo de lo que digo, confía en eso. Yo... B-Bella, yo-yo ess-toy haa-blando po-por e-experiencia.

Más lágrimas de las que podía capturar brotaron y cayeron por su hermoso rostro. —Te amo—, dijo apenas en voz alta entre mocos e hipos.

Sonriendo, besé sus labios suavemente. —Y eso fue lo mejor que escuché la primera vez que lo dijiste, dulzura. Ni siquiera bromeaba. Nunca envejece, nunca suena tonto o trillado, y nunca suena menos que la primera vez. Y es lo que me hace seguir adelante. Si no te tuviera a ti o a los niños, sería un hijo de puta enojado y miserable.

Ella esbozó una sonrisa... por fin.

—Lo veías venir—. Era una afirmación más que una pregunta.

—Lo hice, amor. Me gustaría pensar que conozco a mi chica, pero también sé que esto fue grande... más grande que las tonterías habituales en las que nos vemos envueltos—, expliqué, besándola de nuevo. —No te culpo por haberte aguantado, pero, por favor, no dejes que te posea, Bella. Eres demasiado cariñosa, inteligente y hermosa para dejar que el odio eche raíces. ¿De acuerdo?

Bella asintió, y sus dedos trazaron suavemente mi tatuaje de la Fuerza Aérea, a lo largo de cada línea, cada estrella y la escritura. Pasó al escudo de los Cullen en mi brazo, haciendo exactamente lo mismo. Esperé a que sus ojos se encontraran con los míos. Sinceramente, estaba agradecido de que las lágrimas hubieran cesado.

Cuando los cálidos ojos chocolate se encontraron por fin con mi cara, sonreí y recorrí su dulce rostro con los dedos.

—Estamos bien. Tú y yo, los niños, Carlisle y Esme, el equipo. Todos estamos bien. Yo solo...— Se interrumpió, encogiéndose de hombros. —Esto fue...

—Grande—, terminé por ella, y asintió. —Sí. Como dije, dulzura, lo entiendo totalmente—. La mantuve en mi regazo hasta que todo su ser dio un escalofrío, como si sus músculos pudieran finalmente soltarse un poco. —Ahora, todavía quiero desayunar, pero vas a sentar este precioso culo en el mostrador. Hoy no habrá trabajo ni tareas. De hecho, como los niños no volverán hasta mañana, hoy podemos quedarnos en pijama todo el puto día.

Ella soltó una adorable carcajada. —De acuerdo.

—Bien. Nos quedaremos en el sofá, o podemos debatir sobre la situación de desnudez de la que te burlaste, o podemos planear cómo darle un golpe a Jake.

Bella se descojonó. —Claro, Edward.

—¡Excelente! — Me levanté con ella aún en brazos, llevándola a la cocina y dejándola en el taburete. —Me alegro de que veas las cosas a mi manera, dulzura.

~o~H&E~o~

—Tienen todos los útiles de sus listas, ¿verdad? —. Preguntó Bella a los niños mientras llegábamos al colegio el primer día.

—Sí—, respondió Sammy a su manera lenta mientras palmeaba la mochila nueva.

—Estamos bien, mamá—, le aseguró Bethy, mirando por la ventana. —Abs está aquí. Voy a entrar con ella.

Sonriendo a Bella, me di la vuelta. —Muy bien, chicos. Que tengan un buen día. Y si pueden vigilen a Katelyn... Es su primer día de guardería. Y Caleb empieza aquí este año.

—Todos estamos aquí este año—, dijo Sammy con una sonrisa. —Excepto Marcus. Va a empezar en la escuela secundaria de Forks.

Bethy se acercó a la puerta, al igual que Sammy, pero Bella los detuvo. —Chicos, ¿qué he dicho sobre la escuela este año?

Bethy puso los ojos en blanco, pero se detuvo al ver mi ceja levantada. —Vale, vale, vale. Si alguien se mete con alguno de nosotros, se lo decimos a un profesor.

—¿Y?

—Nada de peleas—, añadió Sammy.

—Pueden defenderse, pero no destapen una lata de mierda solo porque alguien les ponga la zancadilla y se enfaden—, les dije, y Bella resopló, negando con la cabeza. —Más vale que haya una maldita buena razón para que empiecen a golpear. No estoy bromeando.

—Ni siquiera sé para qué tenemos un tarro de groserías si tú ni Alec van a pagar por ninguna palabrota—, refunfuñó ella, pinchándome el brazo.

Ambos chicos rompieron en el mejor sonido: la risa completa. —Los amamos. Tengan cuidado—, dijeron, saliendo del coche.

—Los amamos—, les respondimos, pero ya estaban saludando a sus amigos.

Bella estaba tranquila mientras volvíamos a casa. Todos deberían llegar a la oficina de Gravity esta mañana. Les habíamos dado a todos la oportunidad de curarse y relajarse de verdad. Bella y yo habíamos hecho cosas con los niños y sin ellos, porque Poppy también quería pasar tiempo con todos los niños.

El último día de las vacaciones de verano de los niños había sido con una barbacoa en nuestra casa. Fue una oportunidad para convocarlos a todos, fijar una fecha de inicio para que volviéramos al trabajo y dejar que los niños se volvieran locos por última vez antes de que las cosas volvieran a ser serias. Y todos habíamos decidido que el primer día de clase sería el primer día de vuelta al trabajo. Parecía funcionar para todos.

Entré en la calzada y aparqué el Volvo, dirigiéndome a Bella. —¿Estás preparada para esto, dulzura? — Le pregunté suavemente, colocándole el pelo detrás de la oreja para poder ver esa hermosa cara.

Por fin había dejado atrás el estrés, la ansiedad de todo el asunto con Kim Min-Jun. Había tardado más de lo que esperaba, pero al menos el único ataque de pánico había sido el que le produjo el sótano.

Sonrió y me encaró. —Sí, entremos.

La oficina de Gravity estaba en su habitual barullo de caos y ruido. Alice estaba en la sala de ordenadores, y sonreí brevemente al ver que observaba a Jacob Black mucho más de cerca de lo que yo apostaba que él sabía. Mack estaba frente a un ordenador, revisando los correos electrónicos y los mensajes en la página web. Rose estaba al teléfono con posibles clientes. Alec, Jasper, Emmett y Dean estaban sentados ante la mesa con tazas de café y sus teléfonos móviles fuera. Mickey entraba detrás de nosotros.

—Excelente, ya están todos aquí—, le dije a Bella, dando un breve silbido.

—Chicos, vengan a sentarse. Quiero decirles algo antes de empezar—, les dijo Bella.

Una vez que todos se sentaron alrededor de la mesa, ella permaneció de pie. —En primer lugar, quiero darles las gracias a todos por su esfuerzo y determinación para sacar adelante este último trabajo—. Sonrió ante las burlas y las miradas de reojo, pero continuó. —Sé que la broma que corría con Carlisle era que tenía que retirarse, pero sus razones para no retirarse me han dado qué pensar.

»—Carlisle y mi padre trabajaron juntos durante muchos años haciendo muchas cosas, y a veces esas cosas vuelven. Como él seguía siendo el director general de Twi Tech, pudimos hacer de barrera entre una de esas cosas y el resto del mundo—. Respiró profundamente, y lo dejó salir lentamente mientras miraba a todos y cada uno de los miembros del equipo. —No puedo imaginar lo que habría pasado si no hubiéramos estado involucrados...— Se interrumpió un poco, pero se encontró con mi mirada. —Sé que nos hemos etiquetado como IP (4) y seguridad personal. Sé que no queremos sobrecargarnos de trabajo hasta el punto de que nuestras vidas y las de nuestras familias se resientan. Hay un mundo de cosas buenas ahí fuera, y quiero animarlos a todos a que las disfruten.

»—Pero no estoy en condiciones de decirles o prometerles que algo así no podría volver a suceder. Sencillamente, no puedo hacer que esa sea la verdad, por mucho que desee que sea así—, les dijo encogiéndose de hombros. —Así que necesito saber si alguno de ustedes se quiere retirar. De ninguna manera se los echaría en cara. Y Carlisle, Edward y yo les escribiríamos a todos ustedes brillantes cartas de recomendación, en caso de que las necesitaran.

Se enfrentó a Dean. —Esto también va por ti, Dean. Me doy cuenta de que eres nuevo, y sé que las circunstancias de cómo llegaste aquí son un poco duras, pero en lo que respecta a Edward y a mí, has demostrado tu lealtad.

—¿Hablas en serio, Bellísima? — le preguntó Alec, mirando hacia mí y luego hacia ella.

—Lo digo muy en serio—, respondió ella. —Realmente me costó lo ocurrido en la Torre Twi y en casa de tía Kate, y estoy dispuesta a ofrecer a cualquiera de los presentes un respiro, una salida.

—No, ni de coña—, afirmó Emmett, negando con la cabeza.

—No, cariño—, dijo Jasper con su habitual tono de voz. —Estamos bien—, añadió, señalando a una Alice que asentía, que coreaba: —Seguro, seguro, seguro.

—Bellsy, no. Estoy bien—. Makenna le hacía señas para que se alejara.

—¿Rose? — Le pregunté, echando un vistazo a su todavía pequeño pero obviamente redondeado estómago.

Ella se rio. —De ninguna manera. Me apunto.

—¿Qué demonios voy a hacer si no? — se burló Mickey, pero negó con la cabeza.

Todos miramos a Dean porque había estado callado durante toda la reunión.

Soltó una carcajada, pero se aclaró la garganta. —Hacía mucho tiempo que no trabajaba con un grupo de personas en las que confiara tanto como en mi equipo de Raiders. Ustedes salvaron a mi familia incluso cuando pensaban que yo era el enemigo. No... No, me apunto. Estoy muy bien.

Sonriendo, incliné la cabeza hacia Bella. —Ahí tienes, dulzura.

Había un toque de emoción en su cara, pero sonrió a mi manera, asintiendo una vez.

—Bien entonces, pongámonos a trabajar. Vamos a resolver nuestro próximo caso.


(1) "Uvas agrias" es una metáfora usada en la Biblia, Jeremías 31:29 expresa: "Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera". Es decir, comer uvas agrias es lo equivalente a sentir envidia.

(2) Kenny Porter fue el sujeto que secuestró a Bethy y Abby [Serie Gravity 2: Sin & Innocence]. De camino a Guantánamo, Edward se coló y lo mató. Todo bajo la mirada de Eleazar.

(3) Los nombres discutidos por los niños son Tigre, Ariel (por La sirenita), Malvavisco, Princesa, Nube, Max y Molly. Siendo finalmente elegidos Tiger/Tigre por Caleb, Ariel por Abby, Max por Sammy y Molly por Bethy.

(4) IP es la abreviatura para investigadores privados.


Nota de la autora: Parece que algunos de ustedes tienen la impresión de que este es el FIN... como si no hubiera Gravity nunca más. Pero sinceramente quería dejar esto abierto no solo a la interpretación, sino a ese final —por si acaso— ;) Hace tiempo que aprendí a no decir nunca, así que simplemente diré que, si Mercward decide contar otra historia, volveré a escribir felizmente con él.


N.T.: Terminar esta traducción fue un reto personal para mí porque empecé a apoyar a Ale con la primera historia de Gravity en el año 2014 y no quería que la historia de Mercward quedara inconclusa. Anhelo el regreso de Ale y que sea ella quién traduzca de manera correcta estos cuatro capítulos que Noemí y yo osamos traducir. Muchas gracias, Noemí, por todo tu apoyo a pesar de tus propias traducciones y la vida real que no da tregua.

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Fiel a la costumbre de AlePattz, mucho les agradecería dediquen unos minutos de su tiempo, incluyendo a los lectores anónimos, para darle las gracias a la autora de esta maravillosa historia/serie Drotuno mediante un review en su historia. Pueden usar sus propias palabras, en español, o si saben inglés y quieren hacerlo así, ¡por favor!

Para las que quieran alguna sugerencia, aquí les dejo una:

Hi there :) Thank you so much for allowing AlePattz to translate this wonderful story into Spanish, we really enjoyed reading about this Mercward, Sweetness, Bethy, Sammy and all the crew and their children, thank you!

Regards from (el nombre de tu país de origen)

El link de la historia original está en este perfil y en el de AlePattz, también será fijado en la parte superior del grupo de Facebook 'The World of AlePattz'.

Por favor, sean agradecidos.