Mientras conducía camino a casa, Lori sentía una extraña paz interior, aquellas últimas palabras que había escupido con asco hacía la suplicante Rita le habían hecho sentir como si se quitase un extraño peso de encima, ni siquiera se había puesto a pensar en las repercusiones de lo que había hecho y realmente no le importaban, en ese momento era ella y la brisa entrando por su ventana abierta mientras chocaba con su cara y provocaba que su pelo se ondulase con el viento.

En ese instante no existían sus hermanas, los problemas ni nada, era solamente ella y el viento, nada más.

Ni siquiera el recuerdo de ver a Rita tirada en el piso era algo en lo que se estuviese enfocando pese al intenso odio que se había acumulado en su interior desde aquella fatídica noche en la que vio a su padre por última vez, algo que solo creía de discusión en discusión con Rita y sintió que ya le consumía aquel día en el hospital cuando escucho el final de su veredicto referente a Lola, nada de eso, ninguno de esos pensamientos que dominaban su mente desde que despertaba hasta que se dormía surcaban su mente.

Por primera vez en años, se sintió libre, realmente libre.

Cuando llego a su hogar incluso pensó por un momento no detenerse allí, quería más de aquella agradable sensación, el viento contra su rostro, la calma de su alma y la ignorancia en su mente, pero aun con todo termino por apagar el motor del vehículo y encaminarse hasta su hogar, notando al ingresar que Luna estaba sentada en la escalera, como si le estuviese esperando.

- Lori, finalmente, ¿Todo está bien?

- Si Luna, dejé a Rita en el hospital y me vine.

- Pero y la…

- Ellos le atenderán como corresponde, o lo que sea que busque hacer Rita, no me importa.

- Lori, sigue siendo…

- ¿Una hermana? ¿Una vida? ¿Acaso le importa eso a Rita?

- Precisamente porque a ella no le interesa es que…

- ¿Es que qué?

Luna podía con su hermana cuando estaba molesta, lo había hecho más de una vez en el pasado cuando sentía que se sobrepasaba, incluso cuando comenzó toda su pesadilla aun sentía que podía llegar al corazón de Lori de alguna forma u otra, pero aquellas palabras de su hermana, el frío y desinterés con las que las pronunciaba, era diferente a todo lo anterior, algo que no termino de agradarle, ni siquiera eso, le preocupo todavía más si era posible, pues, había sonado tal como Rita.

- Y..Yo… temo por esa criatura.

- Entonces ve a quedarte tú con Rita al hospital, ya estuve demasiado tiempo allí hoy.

Luna solo pudo quedarse en silencio mientras era observada por su hermana quien solo la corrió ligeramente para poder pasar a su lado y subir la escalera, no hubo acto de desprecio ni fue un movimiento brusco, con la misma gentileza que Lori siempre las había tratado la hizo a un lado y se dirigió a su habitación, la castaña solo se quedo unos minutos más allí, pensando en todo lo que había ocurrido ese día antes de ir volver a su cama, ignorante por completo que dos de los menores ni siquiera se encontraban en ese hogar.

La mañana siguiente

Como nunca lo había hecho en su vida, Howard se levantó temprano de su cama mientras observaba con intranquilidad su alarma en la mesita de noche junto a la cama, ignorando por completo los ronquidos de su esposo a su lado antes de levantarse y vestirse, comenzando a preparar muy temprano el desayuno, más de lo que nunca lo había hecho.

Aunque la conversación que tuvo con Harold le había ayudado a calmarse, el pensar que esos dos niños estaban en una casa sin ninguna supervisión adulta y para peor, sabiendo el shock por el que paso el pequeño peliblanco solo le causaba más miedo, era cosa de pensar en su hijo, Clyde. No iba a negar que sobre atendían algunos asuntos relacionados con él, pero era porque estaba seguro de que su pequeñín no sabría lidiar con muchas de esas problemáticas y necesitaba de él y su esposo, ahora, ese niño, no sabía mucho de él, no tenía idea sobre él, pero si era como Clyde…

Termino quebrando mal el huevo culpa de ese pensamiento, la mitad en el sartén y la otra mitad en la mesa, eso le hizo suspirar pesadamente antes de escuchar unos pasos detrás suyo.

- ¿Papá?

- Oh, cielito, estás despierto.

- ¿No es un poco temprano para que hagas el desayuno?

- Eh, si, creo, bueno, no, tengo mis motivos.

- ¿Es por lo que estaban conversando anoche?

- No, no, no, no… bueno, sigh, si mi calabacita, ¿Cuánto escuchaste?

- No mucho, pero creo haber escuchado algo de lo que paso con los vecinos.

- ¿Estabas en casa cuando ocurrió?

- Si, parecía sacado de una serie de la televisión con todas las patrullas y el señor de la casa siendo sacado mientras se resistía.

- Válgame dios…

- Si, estuvieron un buen rato en eso hasta que cercaron la casa y se fueron, ¿Y que tiene que ver eso con nosotros papá?

- Bueno… eso es… anoche me tope con el nieto de ese señor.

Aquello frunció un poco el ceño de Clyde, sabía perfectamente de quien estaba hablando.

- ¿Y?

- Bueno, los deje en la casa de ese señor, aunque no sabía que había pasado se veía algo afectado y les invite a tomar desayuno hoy a él y su hermanita.

- ¿Hermanita?

- ¿Sí?

- Pero si él no tiene hermanas.

- ¿Eh? Pero si anoche estaba acompañado por una, o bueno, se trataron como si lo fueran.

Clyde en silencio se quedo pensando sobre ello, los rumores siempre habían dicho que el peliblanco no tenia familia, incluso que la poca que tenía estaba envuelta en cientos de problemas y que por eso lucía mal cada cierto tiempo, razón por la que incluso había comenzado a sospechar del anciano que tenían por vecino y que sintió tenia razón cuando vio la redada a esa casa, además… no se sentía a gusto con ese chico.

Había sido hace años, pero el primer regaño que tuvo fue por su culpa, ni siquiera recordaba la razón y tampoco es que le importase, pero no podía evitar mirarlo con recelo en clase de vez en cuando, o las ocasiones donde conversaba con Zach sobre los miembros de la clase. Lincoln era alguien que destacaba por dos cosas: ser uno de los mejores del club de artes del cual nadie entendía por que abandono y por ser un chico que se codeaba con "los populares", fuera de eso solo era destacable su cabello blanco y los comentarios sobre no tener familia, unos que incluso habían sido reemplazado por el hecho de que se había unido a una pandilla de motociclistas, algo que él hubiera creído si no fuera porque sabia que ese anciano era su vecino.

Realmente no le gustaba la idea, pero si su padre le había invitado a desayunar no podía hacer mucho para contrariarlo, por lo que simplemente no le dirigiría la palabra y ya. Una vez estuvo listo, su otro padre se levanto victima del apetitoso olor del tocino recién preparado mientras su padre Howard salía de la casa, muy probablemente camino a donde ese niño, duda que no duro demasiado pues a los pocos minutos este regreso acompañado de dos niños, uno peliblanco y una pelinegra, dos niños que se veían sumamente disparejos en cuanto a apariencia, pero de lo que podía destacar, el chico no tenía una mirada afable en su rostro.

- Clyde, cariño, estos son los chicos que les comenté anoche.

El robusto hombre se acercó a estos, y al notar que ninguno tenía una buena expresión, este hablo.

- Bueno chicos, estoy al tanto de que debieron de pasar un muy mal rato anoche, así que por ahora siéntanse en su casa y coman bastante, ¿Ok?

- Gracias señor McBride. – Dijo con calma Lincoln.

Lucy solo asintió con su cabeza, llevando tímidamente una de sus manos hasta pellizcar la polera de Lincoln.

- H..Hola.

Clyde saludo con algo de incomodidad, siendo observado por ambos niños unos momentos.

- Hola. – Dijo Lincoln en un tono algo neutro mientras Lucy volvía a asentir con la cabeza.

El ambiente se sintió algo denso, pero eso no evito que los adultos intentasen sacar temas de conversación banales con los que hacer hablar a los niños, pues sabían que Clyde era algo tímido y ahora tenía a dos niños desconocidos frente, su principal meta era sacar un tema que los niños pudiesen seguir y eliminar la tensión, pero aquello era difícil pues Lincoln respondía principalmente con monosílabos mientras Lucy solo movía la cabeza, algo que termino molestando un poco a Clyde.

- Entonces, ¿Cómo durmieron anoche?

Si bien la pregunta del pelirrojo no tenía ninguna malicia, ambos niños de forma casi instintiva bajaron la mirada sabiendo bien que esa no había sido una buena noche para ninguno, pues ambos tenían mucho en que pensar y el entorno en que se encontraban no los ayudo a encontrar la suficiente calma para poder hacerlo, siendo lo peor para el ambiente el que la expresión de ambos pudo ser notada por todos los miembros de la mesa.

La familia McBride se miraba nerviosa, sobre todo al enfocarse en el pequeño peliblanco quien tenía la mirada perdida en el vaso de jugo de naranja que le habían servido, por lo que tras unos minutos de silencio comenzaron a comer sin conversar, siendo la pequeña quien se unió un poco después de estos, pero el pequeño peliblanco simplemente observaba la mesa, pensativo.

Había estado toda la noche pensándolo, rebatiendo aquellas burlas que su propia cabeza le hacía con las palabras que el ancianos se había dedicado a grabarle sobre como debía comportarse una persona, debatiendo si estaba haciendo lo correcto o si tenía que sentirse mal, pues su corazón ardía, era un dolor conocido por él, aquella sensación cuando todo comienza a desmoronarse y el solo puede observar cómo su entorno cambia, había ocurrido con Lynn, luego con el profesor y ahora con el anciano, levantaba la mirada solo para observar a los adultos a los ojos y preguntarse si ellos serían los próximos o esa señora que le había abrazado el día de ayer, era un sentimiento vicioso y desgastante que le había hecho levantarse de la cama solo para ver si buscaba algo que le ayudase a evitar sentirlo.

Todo podía ser útil, toda acción, no importaba por banal o ridícula que fuese, simplemente… no quería pensar, incluso desayunar con gente que no le conocía, al niño moreno a su lado lo recordaba de la escuela lo suficiente para saber que no haría nada serio, la niña a su lado la conocía de ayer, hermana o no, no sabe nada de ella más que el hecho de que no se ha separado de él en ningún momento y que era menor que él, si bien se había comportado mejor que todas las otras, no se explicaba el por que le seguía, incluso ahora mientras comían podía sentir como cada ciertos instantes la chica le buscaba con la mirada, al final, se rindió a seguir pensando o sentirse mal y comenzó a comer para relajo del adulto pelirrojo.

Durante el desayuno hubo nuevos intentos de retomar una conversación, pero ninguno logro establecer un ambiente más ameno, pues ambos chicos solo respondían a monosílabos, peor cuando quisieron indagar un poco en lo ocurrido el día anterior, al final ya con todos alimentados, Clyde comenzó a prepararse para ir a clases.

- Entonces chicos, ¿Trajeron sus cosas para ir a clases?

- Ah… no…

El robusto adulto no aprobaba aquello, pero tampoco podía juzgarlo.

- N..No creo que vaya hoy, necesito saber que ocurrirá con el anciano.

- Cariño, esas son cosas de adultos, no deberías preocuparte por eso.

- Solo lo tengo a él, por favor, no me obligue a ir.

Harold quería rebatirle, pero la mirada de suplica en el rostro del muchacho podía con él, en una ocasión normal se hubiese impuesto y le hubiese llevado igualmente a la escuela, pero sabía un poco de lo que había pasado y sobrecargar al niño en esa situación llevándolo a la escuela era algo que no le terminaba de convencer. Si hubiese sido Clyde en este momento lo tendría en la cama dándole helado mientras esperaba que la doctora López le diese una hora, pero el chico solo tenía a su hermana, al menos dejarlo descansar por ese día no debía de ser un enorme problema.

Dicho eso, ambos niños agradecieron el desayuno y se despidieron, dejando aquella casa y a dos adultos seriamente preocupados.

- ¿Entonces irás a la comisaría?

- Tengo que hacerlo, quiero hablar con el anciano.

- ¿Y si no te dejan?

- Tengo que intentarlo.

- Bueno… yo…

Nuevamente Lincoln pudo sentir una diminuta fuerza tirando su polera, volteándose solo para ver como la pequeña agachaba la mirada mientras sujetaba tímidamente su ropa.

- No quiero volver a casa, déjame quedarme contigo por favor.

La noche anterior no lo había pensado bien, la chica había dormido en el sofá con algunas sabanas que le había dado y no había terminado de pensar en ello, simplemente le había seguido y ya, no tenia cabeza para haberlo debatido como es debido, pero la chica estaba allí, podía sentirla, ella no estaba bien… ella… le recordaba a él.

- Bien, pero solo hasta que pueda hablar con el anciano, después no te prometo nada.

- Es suficiente para mí… aunque…

- ¿Qué?

- Yo…

Casa Loud, horas después

La casa se encontraba en silencio, mucho más del que parecía comenzaba a apoderarse del hogar cada día más, casi pareciendo un extraño recuerdo los días donde esa casa era una acumulación de jugarretas infantiles o discusiones banales, teniendo un aspecto mucho más lúgubre.

La puerta que había sido rota el día de ayer se encontraba pobremente parchada, apenas si parecía cerrar debidamente el acceso y la nula presencia de personas o animales no ayudaba a minorar dicho efecto, o al menos, la que parecía ser aquel abandono por parte de sus residentes.

Desde el segundo piso, Lisa observaba su mundo, un mundo que no lograba definirse, lleno de manchas difuminadas de varios colores que más por instinto lograba hacerse una idea de lo que era, tanto como el hecho de que, nuevamente, se habían olvidado de ella.

No lo comprendía bien, pero si algo pudo notar de lo que escuchaba a su alrededor era que no servía de mucho quejarse, lo había entendido hace tiempo y la cadena de acciones que podía continuar a eso tampoco era útiles, tampoco entendía el porque la casa había cambiado tan radicalmente de comportamiento, lo poco que estaba entendiendo de la vida se volvía tan borroso como lo era su visión, era la única certeza que tenía después de tanto pensar en su soledad… Y lo peor, esa mañana ni siquiera le habían dado su desayuno para empezar el día.

Así que, en ese momento, tal como muchas veces había pasado antes, se encontraba frente a la escalera, buscando el pasamanos con el que apoyarse ya que sabía que sus ojos eran traicioneros y no quería arriesgarse a caerse otra vez, lo había aprendido hace mucho y por suerte esa vez alguien le vio, ese día aprendió que todo era ensayo y error y pudo desarrollar una forma de bajarlas, peldaño por peldaño, pero al final podría llegar a la cocina y obtener el sustento que su cuerpo le demandaba.

Cada paso era una travesía diferente para la pequeña, pues era incapaz de distinguir correctamente el limite de cada peldaño y sus cortas piernas no ayudaban a que pudiese prescindir de sus ojos para bajar, tomándole algo de tiempo hasta que, finalmente, pudo sentir que el pasamanos se había terminado una vez más, indicándole que se hallaba en el primer piso.

- Espero quede algo de la cena en la nevera.

Tal como era habitual en ella comenzó a caminar despacio, no quería volver a chocar con otro mueble en su travesía por alimentarse o golpearse nuevamente con algún saliente que no distinguió a tiempo, dejando la mayor cantidad de tiempo a lo que mejor sabía hacer: pensar.

Pensaba muchas cosas, no confiaba en su vista así que había aprendido a oír bien, había escuchado muchas cosas que pasaban en la casa y, tal como había pasado antes, si preguntaba posiblemente le darían un rodeo o le ignorarían, así fue que aprendió que no debía preguntar, sino que debía pensar, cuestionándose lo que oía, lo que sentía, lo que palpaba, todo lo que pudiese estar ligado a alguno de sus sentidos que no fuese su traicionera visión, ayer había sido aquella bestia terrorífica que asusto a sus hermanas mayores la cual le hizo dudar de bajar antes, pues nada le garantizaba que no iba a estar de nuevo por ahí, siendo ella la próxima victima de su furia, pero el vació en su estomago había ganado y ahora estaba intentando llegar a la nevera una vez más.

- (Pensando) Solo debo encontrar algo comestible y volveré arriba, solo eso, aquella bestia no aparecerá otra vez.

Todo se resumía en su esperanza por estar a salvo, la ilusión de seguridad o de ser ignorada, ni siquiera le importaba si era uno o lo otro, mientras eso le hiciera sentir que estaría bien todo debería de estar bien.

O eso esperaba cuando sintió un golpe seco en la puerta de entrada.

Su mente asimilo el último recuerdo, aquella experiencia con la bestia de ayer que tanto aterro a sus hermanas mayores termino asustando a la pequeña quien se hallo indefensa en aquella gran habitación, escuchando como la madera de la puerta crujía suavemente, pero lo suficiente para saber que alguien o algo estaba allí, deseoso de entrar.

Sintió su respiración alterarse mientras retrocedía hasta que su espalda impacto con la nevera y su corazón comenzaba a palpitar con fuerza mientras su mente aun escuchaba las suplicas de Leni por que su castigo se detuviese, imaginándose a ella en esa posición al punto de sentir como se le escapaba un quejido asustado el cual intento tapar inútilmente con su mano, algo que ella entendía era inútil, aquel lamento ya había sido pronunciado y el sonido en la puerta se había apagado, dejándola sola una vez más.

Levantándose como pudo con sus piernas aun temblando se dirigió hasta donde su visión le permitía considerar era el acceso a la cocina, encaminándose con la esperanza de abandonar su misión por alimentos y refugiarse en su cuarto una vez más, pero en ese momento pudo sentir lo que era madera, madera debilitada y algo húmeda, era la puerta que daba al patio trasero, se había equivocado de dirección y ahora tendría que reencaminarse hasta dar con la escalera, pero el mismo golpeteo de antes pudo ser escuchado esta vez desde esa puerta.

Aquello que la acechaba estaba justo frente a ella.

Y ella no tenía donde huir.

Simplemente salir corriendo no serviría, posiblemente chocaría con algo.

Gritar tampoco serviría, nunca sirvió, no tenía sentido gritar ahora.

Podía sentir sus inútiles ojos llenarse de lágrimas mientras sus piernas fallaban en la única tarea que tenían que realizar, Lisa estaba desesperada y solo podía imaginarse una bestia digna de sus pesadillas atacándola desenfrenadamente, cerrando sus ojos mientras agachaba la cabeza e intentaba cubrirla con sus manos, rezando por lo que todo pasase de una vez, algo que empeoro cuando pudo escuchar como el seguro de la puerta cedió ante el intruso.

- Te lo dije, nunca cerramos esta puerta.

- Aun así…

La pequeña castaña no se atrevía a aflojar el agarre sobre su cabeza, las húmedas líneas que caían por su rostro comenzaban a manchar a su polera mientras intentaba imaginar algún lugar más agradable, escuchando como sus verdugos se habían detenido ante ella y la observaban, muy seguramente dispuestos a atacarle.

- ¿Lisa?

Lisa pudo reconocer esa voz, abriendo tímidamente sus ojos con algo de su recién adquirida esperanza, pudiendo observar a la hermana con la que, irónicamente, más había compartido durante su vida.

- ¿Lu… snif… cy?

- (Preocupada) ¿Estás bien?

- Yo… yo… snif…

Como si de un enorme peso se tratase, pudo sentir como su corazón se calmaba al ver a alguien conocido, ver a la tétrica chica que muchas veces le había ayudado en el pasado le trajo la paz suficiente para sentir que el terror había pasado, tal como había pasado cuando Luan le había abrazado el día anterior, Lisa se sintió protegida solo de saber que aquella persona estaba cerca y no la bestia del día anterior, dejándose llevar por su miedo se encamino hasta aquella fuente sonora, aferrándose a sus piernas mientras todo el pánico que se había acumulado en su cuerpo comenzaba a abandonarle en forma de llanto.

No le importaba si era una ilusión o lo que fuese, era alguien en quien confiaba y estaba allí.

Lucy por su parte se encontraba paralizada, aquella reacción y bienvenida era algo que no había esperado, su plan de llegar a casa para buscar algunas cosas aprovechando que deberían estar en la escuela era precisamente para evitar contacto con sus hermanas y aquellas horribles miradas que ahora le dirigían, sin embargo, ahora se encontraba con la pequeña aferrada a ella desahogándose de lo que sea que le hubiese pasado, pero… ¿Qué podía hacer en una situación así?

Esa era su mayor duda, y solo se le ocurrió una cosa, imitar a su única figura materna, Lori.

- Ya, ya, todo está bien Lisa.

Su tono era rígido y las palmadas que le dio en la cabeza no tenían aquel suave toque que esperaría un infante para aliviar su pena, pero eso no le importaba mucho a Lisa quien poco a poco estaba controlando los temblores de su cuerpo, Lincoln por su parte solo observaba incomodo la escena, en silencio, el como la niña comenzaba a calmarse, algo que duro unos minutos hasta que la niña castaña volvió a su tono normal como si nada hubiese pasado.

- Gracias por llegar.

- ¿Ya estás mejor?

- Si, solo estaba asustada, ayer una bestia salvaje entro en la casa y creía que había vuelto.

- ¿Bestia? – Aquello extraño a Lincoln, pues no acostumbraba a escuchar excentricidades así.

- ¿Uh? – La voz de Lincoln termino llamando la atención de Lisa, quien le dio una aguda mirada intentando distinguir alguna facción del origen de esa voz que desconocía. - ¿Quién es?

Por más que el tono de la chica sonaba serio, esta se había escondido usando el cuerpo de Lucy como barrera en un intento de protegerse de aquel desconocido, observándole como podía con una expresión bastante agresiva, incomodando todavía más al joven peliblanco.

- Lisa, él es Lincoln, es… familia.

- ¿Familia?

La voz de la pequeña parecía confundida, pero la mirada con la que esta le estaba observando era similar al de un depredador que esta por atacar a su presa, razón por la que Lincoln termino retrocediendo más y esta vez si fue notado por Lucy.

- No te preocupes, nos mira así a todos.

- Y..Ya veo, ¿Te parece si mejor vamos a buscar tus cosas?

- Ah, claro.

Dicho eso, Lucy separo de su cuerpo a Lisa, quien seguía mirando fijamente al chico y solo retrocedió sin opinar, permitiendo a ambos chicos entrar a la casa.

Lincoln observaba la sala, cuando entro el día anterior realmente no le había prestado mucha atención al lugar debido a todo lo ocurrido, pero ahora que la podía ver bien había comenzado a pensar en otras cosas, principalmente lo que había conversado con la muchacha le había hecho pensar en algo que había logrado estar un tiempo sin que rondase su mente, esa voz molesta que llevaba un tiempo sin escuchar, el recuerdo de su padre comenzó a apoderarse de su mente, pues ya lo había conversado con su abuelo y lo había imaginado más de una vez, la vida que llevaba Lynn cuando no estaba con él, las chicas que más de una vez le había reclamado por la "atención" que "robo" o el pensamiento tan diferente que tenía él del que tenia la chica que estaba a su lado o cualquiera de las hermanas, son cosas que ya había imaginado en su mente, pero ahora que veía el lugar no podía evitar imaginárselo en el lugar, ocupando los muebles, caminando de un lado para otro, viviendo una vida cómoda en un lugar que era casi el doble de grande que el "hogar" donde le tenía viviendo.

Le molestaba, pero simplemente negaba con molestia aquel pensamiento de su mente, no quería pensar en él y que su mente le traicionara otra vez, que aquella sombra se riese de él por ponerse a llorar.

Si hacía eso, ¿Qué pensaría el anciano de él?

Solo podría escuchar esa molesta risa y contener sus ganas de querer golpear su rostro.

- ¿Lincoln?

- ¿Qué paso?

- ¿Estás bien?

Aquella expresión fue sorpresiva para el muchacho, observando a la pequeña quien, pese a tener sus ojos cubiertos, podía notar en su rostro que estaba preocupada, observando de reojo el reflejo de su rostro en un espejo que encontraba en la sala, notando su ceño totalmente fruncido, como si estuviese a nada de gritar un insulto o golpear a alguien, suspirando una vez más antes de relajar su rostro.

- Perdón, estaba pensando en algo molesto.

- De por si estamos en un lugar que no me gusta, entiendo lo que es estar cerca de algo molesto, si quieres puedes contarme.

- No lo sé, es algo personal.

- ¿No confías en mí?

- Te conocí ayer.

Lucy resintió aquella frase, deteniendo su avance por un momento para meditar aquella frase.

No lo podía culpar y tenía toda la razón, ella le conocía desde hace un tiempo, le había observado desde la distancia y se había hecho más de una idea con lo que escuchaba tanto en la escuela como en casa, siendo su punto decisivo de confianza cuando se mostraron frágiles el uno al otro, sentía que podía apoyarse en una persona así que, de hecho, era familia suya… pero tal vez el no lo veía de la misma forma, levantando la mirada otra vez para ver como el chico comenzó a subir la escalera.

Ella quería subir junto a él, aun con todo se sentía segura a su lado, su idea era continuar a su lado para no pensar en ello, pero entre más miraba la escalera más larga se le hacía, más pensaba en lo que ella había causado en ese lugar y sus piernas flaqueaban en avanzar, intento usar su boca para detener al muchacho y que le ayudase a subir, pero sus palabras morían en su boca y sentía como un sudor frío comenzaba a caer por su frente.

- ¿Estas bien?

No supo en que momento, pero el chico se devolvió a su lado y estaba frente a ella, tapando la escalera mientras le observaba.

- Yo… yo…

Instintivamente elevo su mano, encontrando nuevamente la polera del muchacho la cual jalo, no fue un agarre fuerte, era lo suficiente para sentir el contacto con él, que estaba junto a ella.

- Levanta las manos y respira, céntrate en respirar, no pienses en nada más.

Lucy hizo caso, no tenía motivos para desconfiar y comenzó a sentir algo de calma, evitando mirar la escalera, centrándose solamente en los ojos verdes del muchacho quienes estaban centrados en ella.

- Suspira si es necesario, uno exhala más aire así.

- S..Suspiro… - Aquella frase termino exhalando una gran cantidad de aire, suspirando mientras la mencionaba.

- No es necesario que lo digas.

- Suspiro…

- Si te ayuda…

Pasaron un par de minutos hasta que Lucy se calmó, momento en el que la muchacha se tranquilizo lo suficiente para poder hablar con él.

- Muchas gracias, no sabía cómo…

- Era un ataque de pánico, mejor dicho, estabas por tener uno, si lo controlas rápido te evitas todo lo que sigue después.

- ¿Cómo lo sabías?

- (Serio) Eso no importa.

- ¿Puedes leer la mente?

De la nada pudieron escuchar una voz detrás de ellos, volteándose para ver a Lisa quien solo estaba asomando su cabeza al dejar oculto su cuerpo detrás de la pared que separaba las habitaciones, mirándole con una expresión todavía más severa que la anterior al peliblanco muchacho.

- Los mayores parecían que pueden leer la mente de los menores, mamá Lori lo hacía muy seguido, en ocasiones el señor que venía lo hacía, yo no puedo hacerlo con nadie, ¿Cómo lo haces?

- ¿Leer la mente?

- ¿Cómo sabes lo que los otros están pensando? Tiene que haber una explicación, y ni mamá Lori ni el señor me explicaban.

- Eso no…

- ¡Dímelo!

En ese momento el estomago de la niña dio un fuerte gruñido, uno que tanto Lincoln como Lucy pudieron escuchar.

- ¿Quieres comer algo?

- (Molesta) ¡¿Cómo lo sabes?!

- Lucy, - Ahora Lincoln se volteo nuevamente hacía la pelinegra. - ¿Te importa si veo la nevera?

- No…

- Bien, además, creo que lo mejor sería si no subes por un rato mientras te calmas.

Entonces el muchacho se adentró en la cocina mientras Lisa seguía preguntando, una pregunta que también surgió en Lucy.

- (Pensando) ¿Por qué me ayudo?

Centro de Royal Woods, en ese momento

- (Imponente) Siéntate.

- Pero… papá.

- Siéntate.

Leo obedeció, no era capaz de desobedecer a su padre cuando usaba ese tono con él, era así desde pequeño, si bien cuando era joven su padre era mucho más liberal y permisivo, cuando estaba molesto era una persona diferente, una personalidad que extrañaba, pero sabía que había muerto cuando su hermano menor le dio la espalda a su padre, por lo que se sentó frente a este quien no dejaba de mirarle fijamente, algo que le causaba algo de incomodidad, puesto que su padre era un hombre de mar, más cuando se encerró en su trabajo tras ser rechazado por Lynn.

- Te di ordenes claras.

- Pero papá, yo…

- Te dije que no te metieras con Albert, te dije que te centraras en rescatar a mi nieto y, sinceramente creo que era obvio, pero debías evitar a todos los demás.

- Pero yo…

- ¿Crees que soy idiota? Se que te llevas viendo con esa muchacha desde hace tiempo, y ahora que te llamo urgentemente vienes como si no importara nada en su auxilio.

- ¿Cómo…

- Llevo un tiempo en aquí, he seguido los pasos de esa familia y los tuyos, y déjame decirte que me decepcionas Leo.

Leo apretó con fuerza su puño, pero termino bajando su mirada sin ser capaz de reclamar.

- Solo era una orden, ¿Quieres hacer tantas estupideces como Lynn? Ya viste como termino por culpa de eso.

- Mi hermano solo siguió lo que creyó era lo mejor.

- Y eso lo hizo alejarse de su familia, morirse solo y darle recursos a una zorra, y tú por lo visto vas hacía el mismo camino con esa chica que parece te tiene encantado.

- Lori es una chica especial, podrá parecerse a Rita, pero en el fondo es como mi hermano.

- ¿Y crees que Rita no hizo algo parecido para encantar a Lynn? Abre los ojos Leo, ella solo descubrió tu debilidad y la esta usando para acercarse a ti, no te vas a dar cuenta cuando vas a dejar todo lo que has logrado en tu vida para cumplir sus caprichos.

- ¡Pero…

- (Imponente) Nada de peros.

Leonard dio un fuerte golpe a la mesa, asustando inclusive a los otros comensales del lugar.

- No quería involucrarme mucho y por eso espere pacientemente, pero ahora Albert está en la cárcel y mi nieto disponible, vamos a hacer nuestra jugada ahora y nos olvidaremos para siempre de este maldito pueblo.

- ¿En la cárcel? ¿Cómo?

- No tengo idea, pero hizo algo estúpido y se lo llevaron, solo me informaron que de esta no va a salir fácilmente.

- ¿Y Lincoln?

- Con Rita.

Aquello ennegreció la expresión de Leo.

- Esa mujer…

- Lo sé, tampoco creo que sea sencillo quitarla del camino.

- No creo… esta Lori.

- ¿Vas a seguir con esa estúpida idea?

- Lori odia a Rita, tanto como nosotros, quizás más, ella podría ayudarnos a deshacernos de ella, según ella, Rita ha sido bastante negligente como madre, si logramos acusarla por todo lo que ha hecho sería fácil quitarle la custodia de todos.

- Deja a esa niña Leo, solo nos interesa mi nieto.

- Pero…

- No lo repetiré, olvídate de Lori.

Leonard al decir eso tomo su taza y sorbio parte del café, indiferente a la expresión molesta de su hijo quien termino hablándole con un tono de clara ira contenida.

- ¿Sabías que una de tus nietas murió hace poco?

El anciano de prominente barba no dijo nada, simplemente termino de sorber su café.

- Contesta.

- Eso fue una lástima, pero solo me da más motivos para pensar que Rita es peligrosa.

- ¿Realmente no te interesa lo que pueda pasarle a las demás, aunque sea por piedad?

- No las conocemos Leo, no sabemos que tanto de esa familia tienen.

- ¿Lo mismo se aplica a Lincoln no?

Ahora era Leonard quien tenía una expresión sombría, una que Leo contemplaba fijamente sin vacilar.

- Como no sabemos nada de él, no sabemos nada de las demás, y se lo que vi en esa familia, he escuchado y visto su dolor, ¿Crees que puedo ser indiferente ante su sufrimiento sabiendo que también son mis sobrinas?

El silencio consumió la conversación, el sonido de los otros comensales y sus conversaciones banales era lo único que podían escuchar padre e hijo, quienes no eran capaces de verse a los ojos, algo que se prolongo por varios minutos hasta que Leonard se levantó, dejo el valor de su pedido y se retiró sin siquiera despedirse de su hijo.

Leonard se dedico a caminar por el lugar, aunque muchas cosas habían cambiado desde que se había ido aun podía reconocer varios lugares, pensaba tanto en los buenos tiempos cuando su esposa estaba viva y tenia un buen lazo con sus dos hijos como en los malos tiempos cuando fue rechazado por su propia sangre por una oportunista que le lavo el cerebro, caminando hasta un lugar el cual no pensó que visitaría tan pronto, pero era algo que necesitaba realizar.

El proceso fue conversado con calma con los encargados, siendo dirigido a una sala donde espero pacientemente hasta que escucho una puerta de acero abrirse y vio entrar a un hombre siendo escoltado.

- Tienen 10 minutos.

Luego de eso, ambos hombres fueron dejados solos en la habitación, pero aquel que había sido escoltado no pronunciaba palabra alguna, de hecho, ni siquiera observaba a Leonard, quedándose en silencio por casi un minuto.

- ¿No vas a insultarme al menos?

- ¿Qué quieres?

- Ofrecerte un trato.

- (Desinteresado) Aha.

- ¿No quieres volver a estar con tu nieto Albert?