Infierno

Capítulo Dos: Perversión

"El poder hace de los hombres viles marionetas:

loúnico verdadero es la conciencia"


Amor. Qué palabra tan bien definida, tan bien encasillada: el amor es puro, devoto y solidario. Por amor se es capaz de morir, tal es el grado de abnegación. ¡Es un torrente de luz que salva a los desgraciados, un milagro de éxtasis plañidero!

Es mentira.

Mi amor no es más que una intrincada red de superficiales anhelos, un intento de ser y no poder realizar, una fe truncada hasta el paroxismo. Pobre Yo, mi corazón es tan árido como la tierra estéril de los desiertos.

De acuerdo, admitámoslo, quizá no tanto. Quizá no sea una víctima completa, quizá yo misma haya tensado la cuerda y saltado hacia abajo, más hondo.

Quiero llamar la atención en este Club y lo he conseguido. Sin esperar menos, cierto hombre que conozco muy bien ha osado posar la mirada sobre la piel reluciente y pálida de la esposa de Lucius Malfoy. Y no podría ser otro que este que se me acerca, pienso con maldad impresa de alevosía, porque él no debería estar aquí. Si llegan a descubrirlo, no solo irá a Azkaban, sino que me arrastrará consigo. Es la imagen de lo prohibido.

Es perfecto que sea Rodolphus Lestrange, porque el delicioso veneno que saborearé me dará más fuerza, más ansia para consumar mi venganza.

Se me acerca lentamente, caminando con esa pasividad que se me hace tan tentadoramente sexy: mi hermana tiene tanta suerte que, ahora mismo, no me importaría ser ella de nuevo.

Tengo que desterrar este amor platónico por Bellatrix o acabaré volviéndome loca.

Pero esta vez, sin embrago, me encanta que sea él el primero que halla caído: mi hermana es mi ideal, pero por eso mismo la odio incluso más que a Lucius: no soporto que me supere de esa forma.

Por un instante, la imagen de Draco se me pasa por la mente y flaqueo¿Qué pensará ese niño de su madre si llega a saber lo que está a punto de hacer? No dudaría en apedrearme. Pues bien: yo misma le daré donde rebuscar para saciarse.

Lestrange ha llegado hasta donde yo estoy. Me sonríe: es frío y tajante, seguro de sí mismo y hasta cruel dentro del morbo, sí.

Me ha preguntado el por qué de mi soledad con esa voz profunda y excitante y le he dicho que, últimamente y aunque a él le parezca inverosímil, he estado pensando seriamente.

Él, tan caballero como cuando lo conocí, me asegura que no es extraño en mi, que soy muy inteligente.

Me encanta que me halague, aunque sea tan serenamente.

Yo le dedicó una sonrisa, para alentarlo y que no se aburra. Abro mis piernas disimuladamente y remuevo el contenido de mi copa de Cienfuegos con pasividad.

Él está esperando a que vuelva a hablar y yo le complazco: le pregunto por mi hermana. Él me asegura que está muy bien: en una reunión de negocios.

Los ojos de Lestrange me miran con avidez y deseo, muy disimulados bajo una expresión hierática. Soy tan distinta a su esposa que es por esa misma razón por la que le atraigo.

Nos retiramos a un lugar más íntimo y lo hacemos: yo sentada en la mesa del bibliotecario (que esa noche no se encuentra en su puesto) y él dentro de mi, empujando con fuerza animal.

No me besa, no hace falta: yo tampoco lo deseo. Sólo necesito que su pene me penetre una y otra vez, para que la injuria sea más grave y así, la venganza personal (y que por el momento solo yo sabré) resulte mucho más dulce, más fría y calculada.

Otra vez pienso en Draco, pero no experimento ninguna culpa: por un momento he odiado a mi hijo, ese ser que me esclaviza en la incomprensión absoluta del instinto maternal.

Llego a casa tan tarde que Lucius ha desistido de esperarme. Supongo que, como no lo veo en salón, descansa tranquilamente en la cámara de ambos, ajenos a mi falta. Es muy gracioso: su honor ha sido mancillado y él todavía es ajeno a ello.

Me encanta.

Si entro en la habitación lo despertaré: sé que tiene el sueño ligero y me reconocerá. Tendré que tener sexo con él y no me apetece: Lestrange es mucho más complaciente que Lucius, es una pena no haberlo probado antes.

Me retiro a la habitación de invitados y, lentamente, me duermo en silencio.

Mañana tendré que responder a muchas preguntas y debo estar descansada.

Mi lado Black comienza a nacer. Bellatrix estaría muy orgullosa, desde luego.