Infierno
Capítulo Seis: Vadea
"Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha"
(Enrique Bunbury)
La luz del balcón se filtra a través de la cristalera. Suavemente, el cortinaje pálido ondea a placer.
Estoy sentada frente al tocador, intentando elegir los polvos más apropiados para disimular la larga cicatriz de mi mejilla. Desgraciadamente, mi poción no ha surtido tal y como a mi me habría gustado: tarda demasiado en borrar las huellas de la ira.
Suspiro, porque siento como si mi cuerpo pesase más de lo normal. Me miro en el espejo y veo tristeza; acabadas, mis pupilas destilan sumisión.
Suspiro, descargando una derrota al aire impuro de mi habitación, aceptando las cosas como siempre he hecho. Tal vez, solo tal vez, mi ansia guerrera haya desaparecido.
El elfo doméstico que se encarga de nuestros aposentos asoma la cabeza por la puerta. Frunzo el ceño: esa criatura me inspira una desconfianza ciega, sin fundamentos. Debe ser mi intuición de mujer, que me avisa (clandestina) del peligro que conlleva dejar que mi vasallo admire todos mis movimientos. ¿Dónde estaba esta alerta la primera vez que Lucius me sonrió?
Me levanto lentamente y me encamino hacia la puerta, que cierro con mis manos blancas, de delicados dedos largos. Luego me encamino hacia el balcón, arropándome en la bata de seda blanca.
El pelo cae sobre el pecho, liberándose del rodillo que lo aprisiona.
Con una acusada sensación de derrota, dejo que mi frente se apoye en la cristalera del balcón. Mientras, mis ojos se pasean entre la luz vespertina , que tiñe las hoja de los árboles de verde dorado, muy traslúcido.
Siento que todo es bello, pero una ilusión lo envuelve: casi como si no pudiese despertar de un sueño muy profundo, pero lo intentase.
Quiero escapar, eso es lo que siento. Deseo irme de aquí, deseo dejar de sufrir. No soy egoísta, nadie me llorará.
Abro los ventanales, avanzo muy despacio. Mi mirada se abstrae en el fondo de mi alma, retraída y sola, temblando como un niño: mi conciencia.
Abajo está todo mi anhelo. Abajo, muy abajo. Saltaré. Saltaré para salvarme.
