La mañana siguiente (domingo) las cuatro amigas se pusieron a buscar vestidos en los catalogos de moda, tanto brujos como muggles. Lily se encaprichó de un vestido nergro, corto, y con unos guantes magníficos. Alba iría de blanco con el vstido que le regaló su madre las navidades pasadas, Alice de rosa y Lincy… no lo sabía aún. Quería ir especial, pero no se decidía. Le había encantado un vestido verde claro, semitransparente, con la espalda desnuda y una diadema blanca, pero…

Al fin se decidió escribió su siscripición y la envió, esperando que el verde le quedara bien.

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Las vacaciones de navidad empezaron muy bien, y la tarde del día venticuatro, las cuatro amigas fueron a su habitación a prepararse para el gran baile. Lincy se provó su vestido, y vio con satisfacción que le quedaba bien. Se había rizado el pelo, y recogido con la diadema, y el pelo castaño le caía en cascada sobre los hombros desnudos.

Bajó las escaleras después de despedirse de sus amigas, y se dispuso a salir de la sala común, cuando Sirius la alcanzó.

- Aún podemos ir juntos – dijo poniendo sus manos sobre los hombros de la chica i acariciandolos. – Estás preciosa… - besó su hombro derecho, haciendo que Lincy se estremeciera.

- NO iría contigo ni que fueras el último hombre.

Y dicho esto salió de la sala común, donde encantró a Severus con unos pantalones negros, camisa azul osura y una rosa blanca en la mano.

- Nunca has estado tan preciosa. – le besó la fente, y puso la rosa en su pelo. – Vamos?

Ella asintió, y Severus le rodeó los hombros con un brazo.

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Caminaron juntos hasta el gran comedor, y se sentaron en una mesa de dos, con un mantel blanco y una vela en medio. A su alrededor había muchas parejas ya sentada; algunas de dos en dos, otras solas. Lincy saludó a Alba y Alice cuando entraron juntas con sus parejas, Remus y Amos. Los cuatro la saludaron, y Amos miró con desconfianza a Severus, pero a Lincy no le importó.

El chico miró a su pareja. Realmente estaba muy bonita, con el vestido verde claro, con la espalda desnuda, y las puntas de la falda blanca, igual que el pecho. El pelo rizado, recogido con la diadema i la flor blancas, le caía sobre los hombros desnudos. Le cogió la mano, y ella sonrió, y le besó en la mejilla, justo en el momento que entraba Sirius. Iba realmente muy guapo, con sus pantalones tejanos ajustados y la camisa blanca semitransparente, el pelo despeinado con una naturalidad excitadora, y la sonrisa por la que tantas veces había suspirado. Iba con una chica de quinto, Melissa Adams, si Lincy no se equivocaba. Melissa llevaba un vestido rosa, muy corto, de tirantes, y unas bailarinas blancas. El pelo era rubio, y los ojos azules, pero no le pareció guapa, sinó más bien antinatural. Lincy miró a Sirius, que no le dirigió la mirada, y seguidamente su atención se fijó en James, que iba con Marta Jonson, la compañera de aritmancia de Lincy. El pelo castaño estaba recogido con un elegante moño, y el vestido blanco le sentaba realmente bien sobre la piel morena. Lily entró al poco con Justin, y se sentaron cerca de la otra pareja. Dio comienzo la cena, que consistia en excelentes manjares que se tenían que elegir señalando los manjares que habían en el variado menú con la varita. Después de la cena, empezó a sonar la música, y Severus miró a Lincy, que parecía muy interesada en su café.

- ¿Bailas? - preguntó el chico levantandose.

Ella asintió y fueron hasta la sala de baile. Lincy rodeó el cuello de su pareja, y él la cogió por la cintura. Bailaron una lenta, y otra, y otra, cada vez más cerca sus ojos, cada vez más cerca sus labios, pero Lincy no quería ir demasiado rápido, no quería que Severus se sintiera mal, y apartó los labios cuando estaban a punto de besarse.

Mientras tanto, Lily y Justin habían ido al jardín, ya que a la pelirroja no le gustaba bailar. Ella estaba sentada sobre su regazo, y él en la hierba. Sus labios se pegaron una, dos, tres veces. Lily no podía evitar ser feliz, aunque sabía muy bien que un ciervo los observada desde la oscuridad, y sabía perfectamente quien era ese ciervo.

James se transformó otra vez y entró en la sala de baile. Bailó con Mel, y acabó pidiendole para salir, sabiendo que así seria más fácil olvidar a la pelirroja.

En la otra sala de la fiesta, en el salón, Remus y Alba estaban sentados el uno contra el otro, la cabeza de la chica apoyada en el hombro de Remus, escuchando su respiración…