Can´t turn back time
Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.
"..." los personajes hablan
'...' los personajes piensan
Sus piernas se movieron tan rápidamente como nunca antes lo habían hecho. Ella sabía que era su última oportunidad para ser feliz. Y quería ser feliz. Pero tenía miedo en su corazón pues, llevaba ya varios minutos corriendo en la dirección en la que vio desaparecer a Inuyasha y aun no había dado con él. Y, lo peor de todo, es que se sentía perdida en la inmensidad de ese bosque. No reconocía la zona, y el hecho de que fuera una noche oscura bajo la sombra de los árboles, mezclado con el temible conocimiento de la posible presencia de demonios acechándola, hacían que su corazón no dejara de latir con angustia.
Cansada y desesperada se dejó caer sobre la hierba, descansando sus pies descalzos y doloridos. En ese momento se maldijo por no acordarse de traer algún tipo de calzado. 'Es que solo a mi se me ocurre venir descalza aquí!' se reprochó. Había dado vueltas sin parar y no había conseguido localizar al medio demonio al que tanto amaba. Desolada, dejó escapar libremente las lágrimas, mientras se abrazaba a sí misma, tomándose por las rodillas, dejando que sus recuerdos vagaran libremente sobre esa misma noche, momentos antes, notando cada roce, cada beso, cada mirada, cada sentimiento…
Un ruido por entre los arbustos la alertó, despejando su mente de cualquier pensamiento, y, agudizando al máximo sus sentidos, se movió hasta colocarse en posición de combate, como tantas otras veces había visto hacer a Inuyasha delante del enemigo. El ruido cesó y entonces fue cuando dejó que su cuerpo se relajara. Sin embargo, el miedo que la había embriagado no desaparecía y, en ese momento, echó de menos su arco y sus flechas.
Consciente del peligro que corría al caminar por ese paraje desconocido ella sola, se dispuso a intentar volver sobre sus pasos camino al pozo o, en su defecto, localizar, al menos, algún lugar seguro en el cual resguardarse durante la noche. Su cabeza era un torbellino de ideas pero una única pregunta es la que se hacía presente una y otra vez. 'Dónde estás Inuyasha?'.
Unos ojos de color rojo brillante la observaban desde cierta distancia. Escrutó el aire a su alrededor, notando simplemente el aroma de un humano. Se relamió. Por su figura no iba a darle muchos problemas y, desde luego haría una cena fabulosa esa noche con la chica. Bajó silenciosamente de la rama sobre la cual estaba apoyado y esperó hasta que ella estuviese solo a unos pasos de distancia para hacer notar su presencia.
Tan ensimismada iba en sus pensamientos que no se percató de la figura que estaba postrada delante de ella hasta casi chocar con tan temible ser. Levantó su vista alarmada para encontrarse con un demonio de mirada feroz, que la escrutaba minuciosamente, una mandíbula plagada de largos y afilados dientes dispuestos a desgarrarla sin contemplación, y las garras que poseía amenazaban con abalanzarse sobre ella en cualquier momento. La mirada de pánico no se hizo esperar e, intentando a la desesperada una huida, echó a correr tan rápido como le dieron sus piernas. El demonio era rápido pero poco ágil y eso lo aprovechó Kagome cruzándose en su carrera con árboles y matorrales, haciendo su huida más difícil pero consiguiendo sacar ventaja con respecto a su perseguidor. Sin embargo, su mala suerte quiso que una piedra se interpusiera en su camino, de forma que al pisar erróneamente sobre la misma, provocó, en la caída, que se torciera el tobillo, impidiéndole escapar. El demonio se paró a una cierta distancia, liberando un temible sonido a modo de risa, relamiéndose, sabiendo que, al fin, había conseguido cazar a esa presa tan escurridiza. "Ya no podrás huir de mí" dijo socarronamente. Un timbre de voz que hacía que le dolieran los oídos. Pánico invadiendo todo su cuerpo. Estaba perdida y lo sabía. Vio, con temor, como una de esas temibles garras de uñas afiladas se alzó peligrosamente sobre su cabeza y, en ese mismo instante en el que desafiante el monstruo dejó caer para darle el golpe final, ella, instintivamente, alzó una mano contra ese ser endemoniado, notando ligeras cosquillas en su palma, y gritó a pleno pulmón a la vez que cerraba los ojos "Inuyasha!…"
El medio demonio de orejas de perro llevaba caminando toda la noche, vagando sin rumbo y con el corazón destrozado. El encuentro con Kagome había provocado sentimientos tan contradictorios en su ser…Alegría por verla, tocarla, besarla…no se había dado cuenta de cuanto había necesitado de ella hasta que la tuvo de nuevo entre sus brazos. Sin embargo, también el dolor se filtró en su alma. Era demasiado tarde para pedir perdón y lo sabía. Se llevó sus dedos a los labios, para recordar la sensación que había dejado en ellos ese dulce beso que le había robado. Se había sentido tan bien, tan querido…A veces es tan complicado entender como dejamos escapar lo más preciado para nosotros, creyendo que hacemos lo justo, para luego darnos cuenta, a nuestro pesar, que estábamos equivocados pero que ya no hay vuelta de hoja, y que ese error que marcó nuestras vidas pesaría sobre nuestras cabezas eternamente. Y así es como se sentía Inuyasha.
Algo llegó a su nariz. Un aroma familiar mezclado con otro olor más desagradable. Sus ojos se abrieron de sorpresa y preocupación al distinguir que, aquello que chocaba contra sus sentidos olfativos no era otra cosa que la sangre de Kagome. El pánico le invadió y echó a correr hacia el lugar del cual provenía semejante olor. Rogando y deseando porque ella estuviera bien y, a su vez, sintiendo inmensa ira por el ser que se había atrevido a herirla. Porque ella estaba viva. Tenía que estar viva. Dios! Deseaba que estuviera viva!
Kagome notó como gotas de sangre caían libremente por su brazo y, aunque este le dolía horrores por las marcas de garras que había dejado el demonio aquel, se sentía feliz por seguir viva. Abrió los ojos para escrutar la zona, encontrándose a su perseguidor tirado a varios metros lejos de ella, inmóvil. Kagome podría decir que estaba muerto. Se miró la mano sorprendida viendo como salían pequeñas señales de humo, símbolo de que había vuelto a utilizar sus poderes de sacerdotisa como aquella primera vez en el pozo devora-huesos. Ruido de pasos la alarmaron temiendo que fuera otro demonio pues sabía que, en esta ocasión, no tendría oportunidad de salir tan airadamente. Pero un gran suspiro escapó de sus labios cuando una figura con ropajes rojos, cabellera plateada y unas encantadoras orejas de perro aparecieron tras los árboles.
Inuyasha, al ver a Kagome tirada en el suelo y con el brazo sangrando, se acercó a ella para comprobar su estado. Su voz preocupada lo delató.
"Kagome! Qué ha pasado? Estás bien? Quién te ha hecho esto? Mataré a quien haya sido! Te duele algo? Estás bien?"
Kagome no pudo evitar dejar escapar una sonrisa cariñosa al ver la ansiedad en los ojos del medio demonio.
"Estoy bien Inuyasha" dijo lo más dulce y tranquilizadora posible. Con un gesto de cabeza le señaló donde seguía tendido el ser que la había atacado. Inuyasha se acercó desafiante, pero enseguida volvió al lado de la chica tras confirmar que el individuo estuviera muerto.
No hablaron mucho más. Él se sentó al lado de ella y le examinó el brazo. De pronto, y sin que ella pudiera reaccionar, empezó a lamerle la herida limpiándola cual animalito. Kagome no pudo evitar un sonrojo en sus mejillas por tan tierno gesto. Ella se quitó la chaqueta que le cubría del frío y con ella Inuyasha procedió a vendárselo.
La alzó en brazos, habiendo notado su tobillo bastante inflamado, y se adentraron en el bosque hasta encontrar una cueva bastante escondida y donde podrían estar a salvo.
Él la depositó cuidadosamente, cuidando de no dañar ni el brazo ni el tobillo, y se fue a recoger unas cuantas ramas para poder hacer un fuego que los mantuviera seguros y calientes.
Varios minutos después, una hoguera iluminaba la zona. Kagome recostada sobre las rocas con el haori de Inuyasha protegiéndola del frío. Él, observándola, sentado en frente suyo. El silencio se hizo presente pues ninguno había hablado desde que llegaron a la cueva.
"Te duele?"
"No, ya no. Gracias por curarme. Ahora estoy mucho mejor"
"Me alegro" y el silencio se volvió a hacer presente. Solo se podían escuchar el crepitar del fuego. Minutos después…
"Pensé que volverías a casa, Kagome"
"Y volvía" Inuyasha la miró incrédulo.
"Entonces? Qué pasó?"
"No podía" más sorpresa no se podía reflejar en el rostro de nuestro héroe.
"Por…por qué" preguntó con miedo.
Ella se tomó su tiempo antes de contestar. Era el momento decisivo. El todo o nada. El ahora o nunca. Así que se armó de valor, tomó aire y muy seria comenzó ha hablar.
"Inuyasha, las cosas nunca fueron fáciles para nosotros. Ya no solo por Kikyo. También estaba Naraku, todos esos demonios y enemigos a los que nos enfrentábamos. Yo soy del futuro. Tú eres del pasado. Nuestra relación simplemente no puede ser"
Inuyasha bajó la vista triste. Sabía que la había perdido hacía mucho tiempo, pero el simple hecho de oír dicha verdad de los labios de la chica le dolía demasiado. Quería comentar, decir algo…Ella, sencillamente, no le dejó.
"Pero…yo no puedo olvidarte. Lo he intentado, de veras que puse todo mi empeño, pero no pude. No puedo dejar de amarte Inuyasha. Yo…no puedo. No me pidas que lo haga" lágrimas surcaban su rostro.
"Kagome…" se levantó pesadamente y se acercó a la chica rodeándola con sus brazos para darle apoyo. Si había algo que no podía soportar es ver a una mujer llorar, menos a ella.
"Te amo Inuyasha" musitó ella desde su pecho, lugar en el que se había apoyado para paliar las lágrimas.
"Yo también te amo Kagome" respondió en un sonido lastimero.
"Entonces…por qué no podemos solo ser? Tú y yo?"
"Todo lo que has dicho antes…tienes razón. Hay muchas cosas que nos separan. Además yo…"
"Tú que?" preguntó ella alzando la vista hacia su rostro preocupada.
"Yo soy un medio demonio. No soy un demonio completo. Tampoco soy un humano"
Ella sonrió notando el dolor en sus ojos. Sabía que él temía ser rechazado por su condición. Ella acarició una de sus mejillas.
"Yo te quiero tal cual eres Inuyasha. No como humano, no como demonio. Te quiero por ser tú"
Él la miró embelesado. Antes de que ninguno de los dos se diera cuenta, sus labios se unieron en el beso más apasionado que jamás se habían dado dos personas antes.
"Muchas cosas nos separan" dijo él una vez roto el momento pero sin dejar de abrazarla y sus narices todavía rozándose.
"Las superaremos juntos" contestó ella. Inuyasha vio la determinación en sus ojos. Sonrió.
"Eres increíble."
"Ya lo se. Acaso dudabas de lo maravillosa que soy?" contestó Kagome bromeando para aminorar la tensión del momento. Inuyasha rió agradecido.
"Sabes que te quiero?" preguntó una vez se hubo recompuesto.
"Tanto como yo a ti" Entonces sus miradas se cruzaron y otro beso se hizo presente. Un beso que dio paso a otros tantos. El aire empezó a calentarse y de pronto Kagome se encontró con su espalda contra el piso e Inuyasha regalándole un sin fin de caricias. Un mordisco en su cuello la hizo saber que su amante la había marcado posesivamente. Y antes de dar paso a la lujuria él le susurró al oído.
"Eres mía Kagome. Ahora, siempre serás mía"
Ella, antes de dejarse vencer por la pasión, contestó.
"Siempre lo fui" y ambos se rindieron al momento, realizando un acto lleno de amor, de deseo…sellando su inquebrantable lazo que los mantendría unidos para siempre.
Bueno, aqui llegamos al final de esta cortita historia. Siento haber tardado en actualizar pero es que no se me ocurrian ideas y el tener los examenes cerca no ayuda mucho. Espero que les haya gustado, me encantaria saber que es lo que piensan, asi ayuda a mejorar para futuras historias. Ahora me dedicare a terminar las dos que tengo pendientes de Ranma. En fin, reviews please!
Dedico este fic a todos vosotros que me habeis apoyado: sesshi23, kagome-Artemis, Willnira, AomeHb, lorena, Inuangelp, gisel, jessy aome, Mitsuki Himura, KaRiNa LaMaS, Anyara y, sobretodo, a mi gran amiga Itnia, que siempre la apoyare para que se digne a satisfacer nuestras plegarias con algun fic. Un beso a todos!
