ERO
Caos
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Hay muchas razones por las que el mundo es un caos. Todas ellas están cargadas del peso de la incertidumbre; todas, excepto tu caos. Tu caos es como el calor ardiente del sol en verano que me invita a cerrar los ojos y retozar. Tu caos es el afluente suave del agua y la cascada cuando rompe. Eres tú, rozando mi piel con tu piel, de este modo maravillosamente excitante que conoces.
Descanso mis manos sobre tu cadera y guío un movimiento lento que crea el roce que poco a poco nos va llevando a la unión, en tanto dejas besos en mis labios que no me atrevo a intentar describir.
—Quiero más —te confieso y te arrastro por sobre mi cuerpo a la espera de que me dejes entrar.
Sonríes en medio del beso que me das, noto el gesto que acompaña al sonido travieso de tu respiración.
—Kagome —insisto, buscando tu cuello para besarlo, mientras alzas de forma ligera el torso y me dejas ver tu pecho reposado sobre mi pecho.
En ese momento mis resistencias se acaban.
Mis manos bajan de tu cadera al inicio de tus muslos y separo tus piernas que hasta entonces han descansado sobre las mías. Sonríes con sorpresa y ese deje de expectativa que siempre me invita a seguir. Muevo la cadera, suavemente, de arriba abajo y suspiro al sentir que la punta de mi sexo se encuentra con tu entrada.
Entonces tu caos se apodera de mí.
Te empujas hacia mi erección y siento como te abres, recibiéndome. Tus ojos castaños se oscurecen preciosamente por la lujuria y te alza con las palmas de las manos abiertas sobre mi pecho. Tu respiración se agita y los pezones se te inflaman y sonrosan del modo hermoso en que suelen hacerlo cuando la excitación te aborda de golpe.
Te atraigo y respondes al balanceo con más intensidad, creando aquellos movimientos que siempre evoco cuando deseo la entrega. El vaivén suave de tu pecho me invita a tocarlo, a llenarme las manos con su peso y la boca con su sabor. Me alzo lo suficiente para saborear un pezón y te escucho gemir mi nombre como un regalo por mi bien actuar.
InuYasha —vuelves a murmurar, arrastrando cada sílaba, recordándome que el placer también está en esos detalles.
Mi sexo se endurece aún más. Estoy decidido a encontrar en ti más de esos susurros agónicos. Presiono los talones sobre el futón que nos cobija, para hacer de tus idas y venidas algo más poderoso, capaz de llevarte poco a poco a la debilidad; hasta que ya no puedas sostener el ardor en este hermoso pequeño cuerpo que posees.
Me tocas, me ves, me sientes y sé que reconoces el punto de total unidad al que nos vamos acercando. Murmuro tu nombre, lo siseo y lo acaricio en cada sílaba.
Kagome.
Hay un instante de extrema armonía en nuestras respiraciones caóticas y adoro el momento en que la ansiedad se vuelve insoportable y nuestras miradas coinciden y me pides, en silencio, que te ayude a encontrar la rabiosa pasión de un orgasmo.
Te abrazo y ruedo sobre ti, apoderándome así de tu caos.
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N/A
Un momento más de ERO, que intenta tomar lo visceral y hermoso del amor cuando se entrega plenamente.
Espero que les gustase.
Gracias por leer y comentar.
Anyara
