A pesar de que tanto Luffy como Trafalgar tenían sueño por no haber dormido correctamente la noche anterior debido a su discusión, ninguno de los dos llegó a dormir en realidad. El capitán de los piratas de corazón no deseaba interrumpir su sueño en la noche así que esperaría que fuera una hora decente para irse a acostar y Luffy se encontraba demasiado feliz como para pensar en dormir. Había logrado hacer las paces con su aliado y eso era suficiente para que se le olvidara su conversación con el marine la noche anterior. Estaba claro que Torao era un buen tipo y no se iría así nada más aún cuando vencieran a Kaido ¡Él era su aliado después de todo! ¡Le había comprado comida e incluso se había disculpado con él! Luffy no recordaba cuándo fue la última vez que alguien le dio la razón de esa manera, generalmente las discusiones daban por finalizadas con Nami dándole una golpiza, no con una disculpa.

Ese día habían cenado los restos de onigiris que el monito había ordenado esa mañana. En realidad, quedaban bastantes ya que el mayor no comía demasiado y sólo había tomado tres bolitas de arroz y le había regalado el resto al glotón quien no esperó en zambutírselos todos de un solo bocado acto que ya no le sorprendía para ese momento. Al principio Luffy se había molestado un poco al pensar que Torao no había comido su regalo de disculpa, pero se había calmado cuando éste le explicó que no tenía el estómago tan grande y jamás podría ingerir la misma cantidad monstruosa de comida que él así que había decidido guardar el resto para compartirlo con él.

Eran alrededor de las cinco treinta de la tarde y Law había decidido recostarse un rato en lo que el monito invadía su espacio personal y se sentaba en una de las orillas de la cama observándolo con un brillo de curiosidad. El contrario intentó ignorar su presencia colocando su gorro encima de su rostro para suprimir su deseo de mirarlo y volver a pensar cosas innecesarias sin embargo esa acción no le ayudó de mucho pues seguía sintiendo la mirada penetrante del chiquillo.

—¿Qué pasa? —preguntó por fin.

—Torao… ¿Te vas a dormir?

—No.

—¿Estás muy cansado?

—Un poco —confesó recordando la montaña rusa de emociones por la que había tenido que pasar en tan poco tiempo —Encontré una biblioteca en la ciudad, pero no pude investigar lo suficiente como para averiguar cómo sacarnos de aquí —omitió la parte de que no pudo concentrarse por lo celoso que estaba de imaginarlo en su cita.

—¿Estás preocupado por regresar?

—¿Tú no? —preguntó mientras se quitaba el gorro del rostro y miraba a su aliado con una ceja arqueada— Es decir… Tenemos una misión que cumplir y tus nakamas deben estar preocupados.

—¡Ellos están bien! Shishishi, son muy fuertes así que no me necesitarán por un tiempo.

—Creo que eres el único que piensa de esa manera.

—¿A qué te refieres?

—¿Es que acaso no te das cuenta de lo dependientes que son de ti? —mencionó en tono burlón mientras pensaba en cómo la tripulación de los Mugiwara debía estar moviendo mar y cielo por encontrar a su atolondrado capitán al que adoraban más que a su propia vida— Dudo que puedan estar tranquilos hasta encontrarte.

—Estuvimos dos años separados, estoy seguro de que pueden arreglársela por unos días.

—Si… Claro —dejó el tema de lado pues no tenía deseos de explicarle al contrario lo preciado que era para todos a su alrededor hasta el punto de sobreprotegerlo.

—¿Y qué me dices de ti?

—¿Qué hay de mí?

—¿Extrañas a tus nakamas?

¿Qué si extrañaba a sus nakamas? ¡Mierda sí! Hace tanto que no los veía. Su misión de infiltración había sido más larga de lo que esperaba y aún si Trafalgar podía parecer una persona solitaria a simple vista, la verdad es que disfrutaba de la compañía de sus allegados. Especialmente la de sus mejores amigos Bepo, Sachi y Penguin a quienes conocía desde hace ya bastantes años y eran prácticamente su familia. Todos y cada uno de sus nakamas habían sido invitados a unirse a su tripulación porque de alguna manera cuando el capitán de los piratas de corazón los observó, él pudo percibir lo solos que estaban lo que inevitablemente le hizo recordar su infancia y sentir empatía por su situación por lo que les ofreció la opción de iniciar de nuevo tal y como Cora-san lo había hecho con él. Sus nakamas lo eran todo para él, pero no estaba seguro de poder decirle todo eso al menor pues era bastante fastidioso ponerse sentimental y más con lo vulnerable que se mostraba ya de por sí con el chiquillo.

—Si —respondió tajantemente no queriendo que este siguiera preguntando.

—Debe ser duro para ti —mencionó mientras se recostaba a su lado sin siquiera preguntarle si estaba bien hacerlo— Cuando estuve lejos de mis nakamas fue muy doloroso —confesó mientras ponía una expresión triste— Rayleigh estuvo conmigo un tiempo, pero… Después tuve que quedarme en esa isla y aunque Hancock y las demás venían de vez en cuando, la mayor parte del tiempo estuve solo —hizo una pausa mientras recordaba aquellos días— Odio estar solo.

Oh la soledad… La maldita soledad era una perra cuando te acostumbrabas a tener personas a tu lado. Law sólo podía llegar a imaginar todas las noches que su aliado estuvo llorando por su cuenta mientras intentaba superar la muerte de su hermano a la vez que luchaba contra el deseo de reunirse con sus amigos a quienes ni siquiera se les dio la oportunidad de estar al lado de su capitán cuando este más los necesitó. Debió ser difícil para todos ellos… Law comprendía completamente ese sentimiento de pérdida y dolor pues toda su infancia había estado rodeada por la muerte y sangre por lo que no podía evitar sentir pena por su compañero.

—A nadie le gusta la soledad —confirmó mientras clavaba su mirada en el techo tratando de no girar el rostro para no encontrarse con el rostro del monito quien seguía recostado a su costado.

—Como pensaba eres un buen tipo.

—¿Otra vez eso? —preguntó curioso aun negándose a mirarlo— ¿Por qué siempre andas repitiendo que soy un buen tipo como si fueras un loro?

—¡Porque lo eres! —se apresuró a responder mientras se levantaba de su posición recargándose en su codo para obligar a su aliado a mirarlo fijamente a los ojos— ¡Mis nakamas se negaban a confiar en ti al principio a pesar de lo mucho que les repetía que eras bueno!

—Tus nakamas tenían razón en desconfiar.

—¡Por supuesto que no! —reclamó— ¡Me salvaste la vida! ¡Y siempre te estaré agradecido por eso!

—Eso… Eso no fue nada —contestó tímidamente tratando de que no se notara el leve sonrojo en sus mejillas pues, aunque no lo admitiera lo hacía feliz cuando alguno de sus pacientes le agradecía por su duro trabajo.

—¡Claro que sí! Yo no quería morir y si no fuera por ti no habría podido reunirme con mis nakamas de nuevo. Muchas personas me ayudaron en la guerra y tú eres uno de ellos… Por eso confío en ti.

«Tan simple» Pensó el cirujano mientras sonreía enternecido. El chico era como el agua de un lago totalmente transparente, brindando vida allá a donde fuera. Mugiwara-ya no tenía miedo de expresar sus emociones, él simplemente iba por la vida regalando su amor y afecto a diestra y siniestra como si no hubiera nada que temer. A él no le preocupaban las estúpidas etiquetas sociales, simplemente decía lo que pensaba así fuera su felicidad, su enojo o su tristeza… Era completamente sincero y eso era algo que Law admiraba de él pues jamás podría entender cómo alguien podía llegar a sincerarse de esa manera sin temer ser lastimado por los demás. Era demasiado riesgo que tomar para un cobarde como él.

—Oye Torao… ¿Cuál es la parte aburrida de una cita? —preguntó el monito desviándose de su tema de conversación como era normal gracias a su poca capacidad de atención.

—¿De dónde viene eso?

—¿Tú lo dijiste no? Dijiste que tendríamos una cita evitando la parte aburrida ¿A qué te referías con eso?

—¡¿Qué?! —preguntó mientras su mandíbula se desencajaba de la impresión solo para repentinamente sentir como su sangre comenzaba a hervir— ¿Cuándo pasó eso? ¡¿Ese estúpido marine te dijo aquello?!

—¿Torarine? No… No fue él… Lo dijiste en el callejón ¿recuerdas? —frunció el ceño— ¿Ya lo olvidaste?

—Mugiwara-ya… Ya te dije que ese no era yo. No sé cuánto se parecía esa persona a mí, pero te prometo que no fui yo.

—¿Lo prometes? —repitió la pregunta sorprendido pues Law casi nunca le prometía nada— ¿De verdad no eras tú?

—De verdad… Es por eso que necesito que me digas todo lo que pasó —contestó seriamente pues ahora tenía más ganas de asesinar a esa misteriosa persona.

—Pues… Me encontré con ese sujeto y pensé que eras tú así que me acerqué, pero él sólo me dijo eso acerca de la cita, aunque no entendí a qué se refería. —hizo un puchero— Después lo llamé estúpido y tras hacer un rostro extraño desapareció después de expulsar su haki.

—¿Se fue así de repente?

—Sip… Dijo algo de que me arrepentiría de decir eso y después se marchó.

—¿Decir qué?

—Mmmm…. —puso una pose pensativa mientras cerraba sus ojos— En realidad no lo recuerdo… Sólo insulté su ropa —Law dudaba que esto fuera por la ropa.

—Como sea… No vuelvas a acercarte a él, tengo un mal presentimiento.

—Seguro —le restó importancia— Como sea… ¡Vamos a hacer algo! ¡Estoy aburrido!

—¿Algo como qué?

—¡Enséñame la parte divertida de una cita!

—¡¿Quieres olvidarte de eso de una buena vez?! —gritó al momento que su rostro se coloreaba de rojo.

—¿Ehhhhh? ¿Pero por qué? ¡Yo quiero divertirme! —resopló un poco ofendido.

—Olvídalo… Sólo te estaban tomando el pelo —le dio la espalda intentando que no notara la vergüenza en su rostro.

—¿Por qué no regresamos tú y yo al parque? ¡Aún no me había subido a la montaña rusa!

—Ya es tarde…Dudo que podamos disfrutar mucho.

—Ahhh… ¡Yo quería subirme a la montaña rusa! —mencionó con un tono de voz triste.

—Mañana iremos a la biblioteca a investigar la fruta del diablo que nos trajo aquí.

—¡No quiero! ¡Llévame al parque mañana!

—¡Por supuesto que no! ¡Tenemos que investigar cómo regresar a nuestro mundo!

—¡Pero si acabamos de llegar!

—¡Y ya me quiero ir! —contestó un poco fastidiado al momento que soltaba un largo suspiro.

—¡Pero si nos vamos no podremos regresar al parque y subir a la montaña rusa!

—¡Fuiste hoy al parque!

—No es lo mismo…

—¿Ah? ¿Y por qué no?

—Ya te lo había dicho… Torao tonto… —ante dicha respuesta a Trafalgar no le quedó opción más que voltear a ver una vez más a su aliado el cual ahora lo observaba con esa expresión enojada que lejos de ser intimidante lo hacían ver más tierno.

—¿Tan aburrido es el marine idiota?

—Mmmm… No lo sé… Me compró mucha comida, pero… No era lo mismo.

—¿Por qué mejor no me acompañas mañana a la biblioteca? En serio necesito investigar eso…

—¿Biblioteca? —frunció la nariz en un gesto de desagrado— ¿Y qué se supone que haga allí? ¿Leer? ¡Buen chiste Torao!

—También hay libros con dibujitos —rió divertido.

—¡No quiero!

—Entonces te quedarás aquí.

—¡No! ¡Tampoco quiero! ¡Quiero pasar el rato con Torao! ¡Pero no en la biblioteca! ¡Llévame a otra parte!

—¡Deja de ser tan egoísta!

—Será divertido shishishi —respondió al momento que su estómago volvía a gruñir.

—Como suponía esos onigiris no bastaron para saciar tu barril sin fondo.

—Perdón…

—Rayos… Tendremos que aceptar la estúpida oferta de ese idiota —suspiró fastidiado mientras se enderezaba al momento que se rascaba la cabeza en desesperación— Vamos al cuartel…

—¡Ohhhh! —exclamó entusiasmado mientras pegaba su rostro al del contrario al punto de rozar sus narices acto que descolocó al mayor— ¡Sí que estás usando el curita! ¡Yo pensé que tendría que buscar uno nuevo!

—¿Tanto te alegra eso?

—Sip… Porque yo te curé.

Law hizo un esfuerzo para que no se notara la felicidad en su rostro y a continuación se preparó para salir del hotel junto al monito quien estuvo brincoteando todo el camino hacia el cuartel mientras platicaba una de sus tantas anécdotas graciosas que solían pasar en su barco de forma continua. La historia de esta ocasión era acerca de la vez cuando Zoro se quedó encerrado en la alacena tras perderse en el barco y tuvo que quedarse a dormir allí hasta que Sanji abrió a la mañana siguiente y ya no quedaba ni una sola gota de sake en las provisiones por lo que se enfadó bastante.

Al llegar al cuartel de la marina pudo notar como todos los marines lo miraban con extrañeza pues a pesar de haber sido informados de la situación parecían apenas estar comprobando que en realidad existía una persona exactamente igual a su capitán. Law jamás pensó que estaría paseando entre marines de manera tan relajada como ahora y sinceramente la sensación era extraña. Eran alrededor de las 6:58 cuando todos los hombres empezaron a salir de su entrenamiento para dirigirse hacia el comedor al cual Luffy ya andaba corriendo pues podía oler el aroma a comida desde kilómetros de distancia.

Rápidamente se formaron para obtener las porciones del día, pero en cuanto fue el turno de Luffy este se quejó por lo "tacaños" que eran con las porciones y comenzó a armar un escándalo que empezó a molestar a más de uno pues estaba afectando con el horario de la cena. Por supuesto, el capitán de la marina no tardó en aparecer y tras susurrarle algo a la cocinera esta empezó a servirle más comida al chiquillo lo cual hizo que algunos de sus subordinados especialmente cierto oso y otros dos sujetos con sombreros extraños miraran la escena recelosos pues ni con ellos era tan considerado.

Trafalgar realmente no tenía hambre así que tras comer su sopa de miso empezó a picotear un poco el arroz junto a algunos trozos de carne que terminó por dejar de lado pues ya había tenido suficiente con los sobrantes de esa mañana. Además, le habían dado una jodida rebanada de pan que tuvo ganas de aventar lejos, pero ni siquiera tuvo oportunidad de hacerlo pues Luffy al notar la pieza se lo había zambullido pues estaba consciente de cuánto le disgustaba. Así que Trafalgar le permitió terminar el resto de su comida mientras él mordía su manzana desinteresadamente.

Pudo notar que el estúpido marine quiso acercarse a ellos, pero no podía librarse de la horda de preguntas de esos extraños sujetos que los habían visto mal momentos atrás. Tras echar un vistazo se sorprendió de reconocer a Bepo, Sachi y Penguin lo que hizo que casi se levantara de su lugar con un grito de fastidio pues no podía creer que ahora sus nakamas también eran perros del gobierno.

Al mismo tiempo Luffy estaba llamando excesivamente la atención no solo por ser uno de los rostros más buscados actualmente por el gobierno mundial sino porque prácticamente estaba acabando con las raciones de la cocina al mismo tiempo que estiraba sus brazos de goma de una manera bastante perturbadora robando más de algún bocado de los cadetes quienes empezaban a fastidiarse con toda la situación porque su capitán no hacía nada.

Cuando regresaron al hotel el monito ya se encontraba un poco más tranquilo pues había llenado su estómago por lo que Law estuvo a punto de encerrarse en su habitación cuando el contrario lo detuvo.

—¿Ahora qué? —preguntó fastidiado.

—¿A dónde vas?

—¿Al cuarto? —respondió con un toque sarcástico.

—¿Te volverás a encerrar? —mencionó triste mientras hacía un puchero— ¿Por qué?

—¿Por qué es mi cuarto? Y necesito privacidad.

—¿Por qué no podemos dormir juntos? —preguntó decepcionado.

—¿Qué?

—Siii… Yo duermo al lado de mis nakamas todo el tiempo, no entiendo por qué debemos hacerlo separados ¡Es tonto!

—Eso es diferente… Tú duermes en un cuarto compartido… Esto es un hotel, no hay necesidad de eso.

—Pero incluso cuando dormimos afuera ¡Lo hacemos juntos! —hizo una pausa— Bueno… Todos menos Robin y Nami… Sanji dice que las mujeres deben descansar aparte.

—Ustedes son más extraños que la mierda… ¿Por qué diablos harían eso?

—¡Es divertido! ¡Generalmente todo termina en lucha de almohadas empezadas por Zoro y Sanji! ¡Chopper una vez terminó noqueado! Jajaja

—Si bueno… No haremos eso —cerró la puerta en la cara del monito mientras este empezaba a tocar de forma desesperada.

—¡Oye! ¡No es justo! ¡No seas aguafiestas!

—Voy a dormir… Me siento asqueroso con la ropa sucia y sin cepillo de dientes ni pasta… Prefiero dormir para evitar pensar en ello.

—¡Pero si sólo ha pasado un día!

—Son dos —corrigió.

—Bueeeeeno… Dos días, pero… ¿Quién necesita bañarse a diario?

—¡Yo!

—Que nenaza —susurró recordando lo que el espadachín solía decir sobre el rubio quien era el único de los hombres que también se bañaba a diario a parte de las mujeres.

—Escuché eso —reprochó a lo que el monito sólo mostró su lengua a la puerta sabiendo que eso no podría verlo.

—¡Y deja de sacar la lengua!

—¿Qué? ¿Cómo supiste?

—Eres demasiado predecible…

Después de eso el monito se apresuró a quitar el seguro de la ventana hacia el balcón y volvió a saltar hacia la calle lo que extrañó al capitán de los piratas de corazón quien rápidamente volvió a levantarse de la cama para asomarse en la habitación contigua justo a tiempo para observar cómo el menor desaparecía en la oscuridad.

—¿Otra vez? —pensó fastidiado— ¿A dónde rayos va ahora? —suspiró— Bueno, que haga lo que quiera —le quitó importancia y se regresó a su habitación olvidándose en esta ocasión de poner el seguro.

Fue así como el monito regresó una vez más a la ciudad y tras analizar un poco en lo que podía hacer rápidamente pensó en alguna forma de animar a Torao quien parecía una montaña rusa de emociones desde que llegaron allí y eso no había sido pasado por alto por el menor. En la ciudad aún podía verse algunas personas caminando por las calles lo que era lógico dado que aún era temprano. Pensando en que debía esperar a que se hiciera un poco más tarde se dirigió rumbo al bosque pues consideraba que nunca estaba de más entrenar sus músculos así que fue en busca de algún reto.

Lo primero que hizo fue concentrar su haki para percibir si había alguna criatura poderosa en los alrededores, pero lo único que pudo identificar fue algunos animales salvajes los cuales no le suponían un reto pues eran mucho más débiles que con los que tuvo que entrenar en Rusukaina donde desarrolló su cuarta marcha. De manera que en lugar de entrenar con animales débiles prefirió hacer su propia rutina al momento que cubría sus puños con haki de armamento y empezaba a soltar golpes al aire destrozando más de un árbol en el proceso.

Una vez que se cansó de destrozar cosas procedió a calentar corriendo por los alrededores brincando en los árboles y escalando la montaña con sus puños desnudos asegurándose de no usar sus poderes de goma para impulsarse pues sino no valdría la pena el entrenamiento. Todo el proceso de escalado le resultaba bastante fácil así que en cuanto llegó a la cima volvió a bajar de un solo brinco no importando donde pudiera aterrizar pues su cuerpo de goma lo protegería de cualquier manera. En algún punto algunos lobos salvajes lo intentaron atacar, pero este los había calmado de un movimiento usando solo un poco de su haki del rey y los había domado al instante por lo que estos empezaron a perseguirlo a lo largo del ancho bosque como si fueran sus mascotas.

Aun así, Luffy no se sentía para nada cansado y recordando los entrenamientos de Zoro pensó si debía de hacer algunas lagartijas, abdominales y sentadillas para variar pero al pensarlo mejor no tenía realmente ningún peso importante que le representara algún impedimento así que tras destrozar una pequeña montaña en medio del lugar, había tomado uno de los enormes pedazos de roca de los que quedaron regados entre sus brazos. La piedra era casi o igual de grande que uno de los tantos escombros que habían caído a la ciudad cuando su espadachín había destrozado a pica en Dressrosa. Una vez que tuvo el peso extra encima retomó su ejercicio haciendo sentadillas y volvió a escalar la montaña una vez más pero ahora intentando cargar también con el peso de la roca.

Una vez que estuvo lo suficientemente satisfecho de entrenar su fuerza bruta había regresado a la ciudad para comprobar si esta se encontraba más despejada y se alegró de ver que ya no había ninguna persona paseando. Esto le dio una enorme felicidad y tras sonreír se dispuso a poner en marcha su plan. Ese día Torarine le había mostrado los alrededores en la primera parte de su cita y aunque estaba algo aburrido había logrado aprenderse la ubicación de la zona comercial por lo que dirigiéndose hacia ese lugar se aseguró de estar solo nuevamente y una vez que se sintió lo suficientemente seguro aventó la enorme roca con la que momentos atrás estuvo entrenando hacia una de las ventanas de una tienda de ropa lo que le permitió acceder a esta sin cortarse.

Una vez dentro ignoró los pedazos de vidrios rotos en el piso, así como los restos de concreto destrozado y en lugar de eso se dirigió hacia la zona de hombres en donde empezó a ver las prendas con algo de aburrimiento. Recordando lo que usaba Torao sólo pudo pensar en los pantalones de mezclilla y las camisetas junto a sus largos abrigos que parecía adorar. Luffy no era un experto en moda así que lo único que hizo fue ubicar todos los pantalones de la tienda y llevárselos sin siquiera fijarse en la talla para después tomar unas camisetas, abrigos y algunos zapatos que no encontró tan horrendos.

Mientras miraba las camisas, comenzó a separar las que le parecían agradables de las que le parecían aburridas y las lanzó en el piso junto al resto de pantalones que ya había decidido se llevaría consigo y una vez que se acumuló una montaña de ropa se preguntó cómo rayos se llevaría todo eso de regreso al hotel. Por lo que empezó a rebuscar en el resto de la tienda pudiendo encontrar algunas bolsas plásticas las cuales comenzó a llenar y aún sin estar conforme con su trabajo se aseguró de destrozar también una farmacia en donde agarró un puño de cepillos dentales, pasta, y también un montón de curitas por si necesitaba volver a curar a Torao.

Una vez que cargó con su botín en la espalda corrió de nuevo a su habitación y tras estirar su brazo para alcanzar la baranda subió hasta la ventana correspondiente y votó la bolsa sin preocuparse porque la mayoría de las prendas robadas se cayeran al piso. Después se dirigió al baño y tras hacer sus necesidades se quitó su chaleco el cual ahora era un desastre por el entrenamiento pasado quedándose solo en pantalones, luego miró nuevamente hacia la habitación de su aliado esperando que como antes, Torao hubiera quitado el seguro.

Sonrió triunfante cuando el pomo de la puerta giró y pudo acceder a los aposentos del tatuado quien ya se encontraba dormido pues no pareció reaccionar ante la presencia extraña. El monito miró a sus alrededores antes de acercarse a la cama del hombre quien aún dormido tenía el ceño fruncido. Tras observar su rostro por unos segundos sonrió y decidió meterse entre las sábanas junto al mayor buscando el calor del contrario.

Para Luffy no era extraño dormir acompañado de alguien más pues siempre había sido así cuando estaba en la villa Foosha. Cuando Sabo aún estaba con ellos, este era el que había tomado el papel de mamá gallina y dejaba que Luffy durmiera aferrado a su espalda cual bebé koala. Una vez que Sabo ya no estuvo, Luffy seguía buscando compañía al dormir, acto que le había costado mucho trabajo aceptar a cierto pecoso pues a diferencia de Sabo este era bastante tímido y no le gustaba expresar afecto abiertamente pues esto lo hacía sentir vulnerable o "poco hombre".

La incomodidad de Ace, sin embargo, sólo había durado unas cuantas semanas y de un momento a otro había empezado a ser más amable con Luffy así que rápidamente tomó el lugar del rubio y también se dejó utilizar como almohada personal de su hermanito. Al final todo mundo lo había mimado hasta el grado de que al chico no le gustaba dormir solo pues incluso en su barco, siempre se encontraba en la misma habitación que sus nakamas. Cuando Franky inició con la construcción del barco éste quiso construirle una "habitación especial de capitán" pero fue el mismo capitán de los Mugiwara el que se negó pues prefería dormir junto al resto ya que detestaba estar solo. Es por eso que para Luffy no era extraño acurrucarse en la cama junto a su aliado, buscando el calor corporal ajeno mientras se aferraba al contrario en un gran abrazo de koala, justo como había hecho tantas veces de niño con sus hermanos.

No tardó mucho en quedarse dormido al sentirse repentinamente relajado.

Continuará…