Cuando Trafalgar D. Water Law se despertó esa mañana, sinceramente no se esperaba la situación en la que se encontraba ahora. Su sueño esa noche había sido particularmente tranquilo y se sentía bastante cómodo en la posición que estaba. No es como que al capitán de los piratas de corazón le costará levantarse en las mañanas, pero ese día, su cama parecía particularmente cómoda por lo que no quería abrir los ojos pues de forma inconsciente seguía aferrándose a aquella misteriosa fuente de calor.

Cuando su cabeza le empezó a exigir que se levantara tuvo que abrir sus ojos aún con la pesadez de sus párpados. Pero lo que pudo apreciar fue algo que a su cerebro le tomó bastante tiempo procesar, pues nunca esperó encontrarse a Luffy recostado a su lado de esa manera. El chiquillo se encontraba totalmente destapado, llevaba puesto sólo su pantalón pescador y no tenía su camisa permitiendo ver su torso completamente al aire. Se ubicaba justo a su costado, al momento que acomodaba su cabeza encima de su hombro y lo rodeaba en un gran abrazo de oso. Las piernas del chiquillo estaban también enredadas entre las del mayor.

Trafalgar se hallaba recostado boca arriba sorprendiéndose así mismo, pues su brazo izquierdo rodeaba la cintura del menor mientras este respiraba acompasadamente sin moverse de su posición. Al girar su rostro lo primero con lo que se topó fue con la cabeza del monito pudiendo oler aquel aroma característico de tierra mojada y hojas lo que le hizo fácil adivinar a dónde había ido anoche. Lo peor del asunto es que el mayor siempre solía dormir en ropa interior pues detestaba acostarse con su ropa puesta lo cual sólo hacía la situación aún más incómoda para él, pues se sentía completamente expuesto y necesitó del uso de todo su control mental para no pensar cosas impuras que ayudarán a su "amigo" a despertar.

Cuando pudo reaccionar su primer instinto fue alejarse lo que provocó que resbalara de la cama llevándose al chiquillo consigo pues parecía negarse a soltarlo lo que provocó que este cayera encima de su cuerpo sacándole el aire en el proceso. Mientras Law intentaba recomponerse, Luffy comenzó a despertar ahora un tanto disgustado por el repentino movimiento.

No le tomó demasiado tiempo abrir los ojos para notar que ahora se encontraban en el piso y él seguía arriba de su aliado lo que lejos de importarle sólo le provocó un largo bostezo antes de volverse a acurrucar en el pecho del hombre quien estaba lanzando un montón de pequeñas maldiciones por lo bajo. Una vez que este último recuperó el aire, tomó al monito por los hombros e intentó alejarlo, pero este sólo frunció el ceño y se aferró con mayor vehemencia al cuerpo contrario, lo que provocó que los brazos de este se estiraran, pero sin poder alejarlo.

—¡Mugiwara-ya quítate de encima! —ladró molesto.

—¡No! ¡Tengo sueño aún!

—¡No soy tu almohada! —se quejó mirándolo con fastidio topándose con los ojos chocolate del pequeño los cuales parecían desafiarlo— ¿Qué tienes allí? —preguntó mientras achicaba los ojos para observar con mayor detenimiento notando una pequeña mancha de suciedad en su nariz— ¡¿Eso es tierra?! —gritó con disgusto mientras miraba el cuerpo del contrario con mayor detenimiento notando lo sucio que estaba— ¡¿Te metiste a la cama conmigo estando así de mugroso?! —explotó mientras tapaba su rostro con sus manos intentando reprimir un grito de frustración pues era un maldito adicto a la limpieza.

—No es nada… Ayer me puse a entrenar en el bosque y me llené de tierra.

—¡Quítate de encima! ¡Bájate ahora! — exigió.

Luffy se aferró al hombre por unos segundos más antes de resignarse y levantarse, mientras observaba como el contrario empezaba a observarse a sí mismo, buscando todo aquél pequeño rastro de porquería que se podría haber pegado a su cuerpo mientras estaba dormido. Pudo notar como una gran vena roja se asomaba en su frente antes de empezar a sacudir el polvo imaginario de su piel.

Law se sentía asqueroso en ese momento y lo único que deseaba era ir a darse una larga ducha, puesto que no podía dejar de sentir los escalofríos que le provocaba el imaginar los millones de bacterias que debían de estar teniendo una fiesta en su cuerpo en ese mismo instante. Mientras tanto Luffy no había dejado de mirarlo con esos enormes ojos llenos de inocencia y curiosidad, pues no entendía por qué su aliado estaba haciendo tanto drama por una tontería.

—¡Te bañaras! ¡En este instante! —ordenó con un tono de voz más grueso de lo normal provocado por la frustración acumulada.

—¿Qué? —Alcanzó a balbucear antes de que sintiera como el mayor comenzaba a empujarlo por la espalda rumbo al baño.

—¡No te permitiré salir a ningún lado sin bañarte antes! ¡Estás asqueroso!

—¡No! ¡Hoy no me toca baño!

—¡Me importa un carajo! ¡Báñate para que después pueda meterme yo! —mientras seguía empujando de repente tropezó con un objeto aún no identificado lo que provocó que chasqueara la lengua, fastidiado para observar qué mierda se había atorado en su pie— ¡¿Qué demonios hiciste Mugiwara-ya?! —gritó tras ver la montaña de ropa ahora esparcida por toda la habitación.

—¿Eh? ¿A qué te refieres? —respondió sin comprender.

—¡¿De dónde sacaste toda esta ropa?! ¡¿Y por qué está tirada por todos lados?! ¡¿Qué tanto hiciste anoche?!

—¡Ah, eso! —sonrió— Fui a buscar ropa a la zona comercial porque ayer dijiste que necesitabas cambiarte.

—¿Cómo? ¿Simplemente la tomaste? ¡¿Alguien te vio?! ¡¿Qué pasó?!

—Nadie me vio… No sabía qué te gustaba así que traje un poco de todo —mencionó mientras empezaba a rebuscar entre la bolsa plástica— ¡Ten! —lanzó un objeto en el aire que Law tuvo que cachar.

—Esto es… —Observó la caja con cepillos y pasta dental.

—¡También lo conseguí! shishishi ¿Estás orgulloso de mí?

Trafalgar ya no sabía cómo sentirse. Por una parte, sentía el estrés en su cuerpo en el punto máximo al saber que el chiquillo nuevamente se había metido en un montón de problemas, los cuales tendrían que aclarar para poder seguir paseando tranquilamente por la isla sin que los marines los persiguieran, pero por otro lado… Todo el asunto era jodidamente lindo… Luffy había hecho todo eso por él. Para que pudiera sentirse más cómodo. Su aliado había sido considerado con otro ser humano y eso lo hacía endemoniadamente feliz.

—Solo un poco… —respondió mientras desviaba la mirada tratando de ocultar su vergüenza— ¡Pero aún tienes que bañarte!

—¿Ehhhhhhh? ¡Qué fastidió! —exclamó encaprichado.

Por otro lado, antes de que todo esto pasara, dos enormes grupos de marines esperaban a su capitán, incluso se podría decir que con impaciencia. El primer grupo se encontraba esperando en la zona comercial y recibió a su capitán mientras le explicaban la situación de cómo una enorme roca había destrozado una tienda de ropa, donde para terminar de joder a la dueña, luego de hacer un inventario completo descubrió que le habían robado cerca de 25 millones de berries en mercancía.

Ese día Torarine se había despertado con un fuerte dolor de cabeza y cuando el den den mushi sonó y le dieron los informes sabía que no iba a ser un buen día para él, pero claro que el ver aquella roca de tamaño descomunal que había aplastado la mitad de la tienda sólo ocasionó que su jaqueca se hiciera aún más fuerte y para terminar de empeorarlo, aún tenía que ir a al otro lugar donde el reporte recibido fue el que más le sorprendió.

En primera instancia dejó que el resto de sus hombres se encargarán de la investigación sobre la tienda de ropa, ya que realmente tenía algo mucho más importante que atender. Rápidamente creó un room intercambio su lugar con una pequeña piedra que estaba en las cercanías de la zona industrial y comenzó a caminar en dirección a la fábrica de artículos plásticos, la cual incluso ahora aún desprendía algo de humo debido al enorme incendio que se había provocado alrededor de las 5 de la madrugada.

Aquella situación podría haberse hecho aún más grande si no fuera por el eficiente cuerpo de bomberos quienes supieron controlar la situación lo mejor posible, pues en el peor de los casos aquel fuego pudo haberse descontrolado y haber acabado con toda la isla en cuestión de horas. El jefe de bomberos le dio su reporte sobre lo que parecía haber sido la causa aparente pero aún ante su explicación, el capitán de los marines realmente no estaba del todo seguro de que eso hubiese ocurrido de aquella manera. En palabras del jefe, el incendio había sido provocado por un simple fallo eléctrico lo que ocasionó tal destrucción, pero Law ya había revisado toda la escena y había muchas cosas que no terminaban de convencerlo porque simplemente no terminaban por parecerle coherentes.

Sus sospechas iniciaron por el simple hecho de que, si este hubiera sido un incendio normal, la fábrica de al lado posiblemente también hubiese ardido pues esta contenía artículos más inflamables ya que era la fábrica de productos de unicel, la cual ya había tenido un par de incidentes similares en el pasado en cuyos casos había terminado por arrastrar a un par de fábricas más consigo. Pero en esta ocasión, aun cuando la fábrica de productos de unicel se encontraba literalmente pegada a la de plástico, la situación en la segunda parecía estar casi demasiado bien controlada, lo cual no dejaba de parecerle extraño. Pero aún más raro fue cuando en el interior del lugar había objetos que parecían haber sido golpeados con una fuerza descomunal o simplemente cortadas por algo demasiado filoso, pues el corte era bastante limpio. Igualmente, cuando revisó el punto de ignición parecía que algo andaba un poco mal con este.

Intentó continuar con sus investigaciones, pero como el fuego había terminado por consumir la mayor parte de la evidencia no podía hacer demasiado y mucho menos con el idiota del dueño de la fábrica quien no dejaba de interrumpir una y otra vez a Trafalgar pidiendo que se liberara su terreno lo antes posible, pues "no quería perder más dinero de lo que ya estaba perdiendo en esos momentos". Claramente esto había terminado por fastidiar al capitán de los marines el cual no podía siquiera concentrarse en lo que estaba a su alrededor debido a su maldito dolor de cabeza que no hacía más que aumentar minuto a minuto. Además, debido al reporte del jefe de bomberos, todo aquello había sido catalogado como "accidente" lo cual no terminaba de convencer al pelinegro.

Sinceramente en esos momentos solo quería ir a descansar y olvidarse de todo pues ya había pasado más de cuatro horas desde que había ido a la maldita fábrica y alrededor de siete desde que había sido llamado, no pudo tener sus preciadas ocho horas de sueño debido a un idiota que se le ocurrió llegar a destruir y saquear una de las principales distribuidoras de ropa de la maldita isla, como para también tener que lidiar con un imbécil pirómano que le gusta destruir cosas y desgraciadamente tenía en mente a un par de tortolos que se estaban hospedando en la isla como principales sospechosos en el primer caso.

—Ahh, mierda —dijo en un suspiro con sus manos sobre su rostro, el cual estaba viendo al cielo— les pedí que no hicieran desastres.

Y tras esto, comenzó a despejar la zona de chismosos, marines y bomberos, para finalmente decirle al dueño que intentaría tener la investigación terminada lo antes posible para así poder desacordonar el área y devolverle sus terrenos, claro que eso hizo enojar al hombre en cuestión, pero realmente no le importaban los berreos de un imbécil que solo se preocupaba por el dinero en lugar de la seguridad y estabilidad de sus empleados, realmente odiaba a ese tipo de personas, pues al final le recordaban un poco a "esa persona".

Al final termino por irse de ahí también, dejando nuevamente a sus hombres encargarse de lo que quedaba del trabajo, pues él ya había hecho todo lo que estaba en su poder, ahora solo iba a el hotel donde se estaba quedando ese par, esperando en el fondo de todo su ser que realmente sus suposiciones estuvieran erróneas y que ellos se hayan quedado toda la noche en su habitación durmiendo como las personas normales, pero cuando llegó al lugar todo en lo que estaba pensando se fue al caño cuando unos segundos antes de tocar la puerta de la habitación escuchó claramente lo siguiente.

—Quítate esos pantalones —escuchó decir a su otro yo.

—Está bien —respondió Luffy despreocupado.

«¿Qué carajos están haciendo esos dos?» se preguntó el marine al escuchar esas simples dos frases, solo esperaba que no fuera realmente lo que estaba pensando pues si era eso, realmente no quería estar ahí para presenciar aquello, no estaba mentalmente preparado para eso. Fue cuando de pronto escuchó algo más.

—Oh… Está muy grande —mencionó el monito por lo bajo.

—Te lo dije… Pero no quisiste hacerme caso.

—Espera… Sé que puedo hacerlo

—No, —comenzó a decir el mayor— no lo hagas de esa forma, vas a lastimarte.

«¡¿Qué demonios?! ¡Qué demonios! ¡Maldición! ¡Maldita mierda! ¡¿Cuándo se hicieron tan cercanos?!» pensó el marine mientras los colores se le subían al rostro y repentinamente se preguntaba si debía largarse de allí o interferir. Tal vez fue curiosidad… Tal vez fue morbo, pero quiso quedarse a escuchar un poco más sólo para asegurarse de que realmente estaba pasando lo que creía que estaba pasando.

—Como pensaba, no se ve bien —suspiró su otro yo.

—¡Pero dijiste que te gustaba!

—Espera un momento… Quédate quieto, voy a intentar algo.

—Torao… No quiero que me pongas eso.

—¡Cierra la boca y déjame hacerlo! ¡Te dije que no te movieras!

«¡Eso no está bien! ¡Es un delito! ¡Maldito pervertido! ¿Qué piensas hacerle a Luffy-ya?» chilló mientras se decidía a girar el pomo de la puerta la cual para su buena fortuna estaba abierta lo que sólo le hizo maldecir más a su contraparte por ser un maldito degenerado y ni siquiera tener la decencia de cerrar la puerta con seguro para hacer sus cochinadas. Tal vez el asunto no era de su incumbencia, pero simplemente no podía dejar que se aprovecharan de la inocencia de ese pobre niño.

—¡Alto allí! —gritó el marine con los ojos cerrados, intentando no ser testigo de tales actos— ¡No te permitiré que lo hagas! ¡¿Cómo te atreves a intentar dañar algo tan puro?! ¡Tú! ¡Maldito degenerado!

—¿Qué? —preguntó el tatuado mientras arqueaba una ceja— ¿De qué demonios estás hablando? ¡¿Y por qué mierda entras aquí así?!

—¡Tú me obligaste a hacerlo! —respondió el marine mientras se daba valor para abrir sus ojos y enfrentarse con el abusador— ¡Trafalgar Law estás detenido por acoso sexual!

—...

—Torao… ¿Qué es acoso sexual? —preguntó Luffy.

—¡Luffy-ya ya estás a salvo! —respondió el marine por fin animándose a ver al chico quien lo miraba con una expresión de genuina confusión.

Allí estaba el menor parado en el centro de la habitación con unos pantalones de mezclilla que evidentemente no eran de su talla pues parecía nadar en ellos con un Trafalgar intentando colocar un cinturón para ajustarlo a su cuerpo. El tatuado ahora tenía una expresión digna para hacer un poema, su boca estaba en una mueca rara, mientras un leve sonrojo adornaba sus mejillas, sus ojos abiertos cuan grandes eran debido a la impresión y su ceño fruncido como era costumbre mientras un sudor frío resbalaba por su sien. Parecía molesto… Bastante en realidad.

—Ah… Eh… ¿Qué está pasando aquí? —Alcanzó a preguntar el marine mientras retrocedía tres pasos, un poco intimidado.

—¡¿Se puede saber qué mierda estabas pensando?! —escupió molesto.

—¡Nada! —respondió rápidamente mientras comenzaba a negar con la cabeza— absolutamente nada.

Fue en ese momento que pudo ver encima de la cama una cantidad increíble de ropa, a la cual se le quedo viendo por largo rato hasta que al parecer sus neuronas reaccionaron conectando los acontecimientos sucedidos con anterioridad y pudo recordar a qué había venido realmente, por lo que luego de soltar un largo suspiro para intentar tranquilizarse soltó un largo grito de frustración en donde ninguno de los otros dos presentes pudo entender qué carajos le había sucedido de la nada.

—¿Y ahora qué demonios te sucede maldito lunático? —preguntó el tatuado.

—¡¿Qué me sucede?! —gritó enfurecido mientras sentía un nuevo pinchazo en su sien provocado por su agravado dolor de cabeza— ¡¿Me preguntas qué me sucede?! ¡¿En serio?! ¡Vete a la mierda Trafalgar! —soltó mientras le mostraba el dedo medio con su rostro completamente deformado por la ira.

—¿Qué? —Tanto Luffy como el tatuado se quedaron sorprendidos pues nunca lo habían visto tan molesto.

—¡Me prometieron que no causarían problemas! ¡¿Qué putas les pasa por la cabeza?! ¡¿Saben los problemas que me han causado?! ¡Con que me enteré de que también tienen algo que ver con lo de la fábrica los encerraré ahora mismo! ¡¿Pueden explicarme por qué destruyeron esa maldita tienda de ropa?!

—¿Destrucción de una tienda? —preguntó el otro Law mientras volteaba a ver al monito quien pareció comenzar a sudar frío— Mugiwara-ya… ¿Qué diablos hiciste?

—¡Yo no hice nada! —se defendió mientras comenzaba a silbar mirando a un costado sin atreverse a ver a ninguno de los Trafalgar directamente a los ojos.

—Luffy-ya ¡¿Fuiste tú?!

—¡No es mi culpa! ¡Torao necesitaba ropa! —se excusó Luffy sintiéndose un poco ofendido.

—¿Qué? ¡No me eches la culpa a mí! ¡Yo jamás te pedí que salieras a robar una tienda!

—¡Dijiste que te sentías incómodo y que querías cambiarte!

—¡Eso no significa que te haya pedido que hicieras nada de esto!

Ante la breve explicación del monito, el marine volvió a sacar otro sonido gutural que era una entremezcla de un grito de frustración, desesperación, enojo y ¿Llanto? y a continuación había caído de rodillas al piso mientras comenzaba a golpearlo con su puño, intentando contener su vocabulario de insultos que tenía ganas de escupir en ese momento.

—O… Oye… —Habló el tatuado quien empezó a sentirse un poco responsable por todo ese desastre, pues no es como que hubiera detenido a Luffy de volverse a escapar en la noche— Podemos regresar la ropa… No es necesario que te pongas así.

—¿Y qué se supone que le diga a la pobre dueña de la tienda que se quedó sin su negocio por la enorme roca que le aventaron?

—¿Roca? ¿Tienda destrozada? —preguntó sorprendido mientras comenzaba a entender la reacción del marine— Luffy… ¿De qué está hablando?

—Yo solo encontré una manera de entrar a buscar lo que me pediste Torao —se excusó volviendo a desviar la mirada— La tienda estaba cerrada así que… Le aventé una pequeña piedra a una de las ventanas para poder entrar.

—¡¿Pequeña?! ¡Esa cosa medía como diez metros de alto y cinco de ancho!

—Santa mierda…. —expresó Law mientras se golpeaba la frente con la palma de su mano.

—Oh no… ¿Qué voy a hacer? ¡Se llevó 25 millones de berries en mercancía! ¡Más los gastos de reparación de la tienda! ¡Yo no tengo ese dinero! —chilló mientras se hacía bolita en el piso cubriendo su rostro para que no vieran sus lágrimas de frustración— Debería encerrarlo, pero… ¡No puedo hacerle eso a Luffy-ya!

«Ay dios, no, mi isla era tan tranquila antes de que ellos llegaran, ¿A dónde fue esa hermosa paz de la que tanto me enorgullezco? Estos malditos idiotas me van a sacar canas ¿Por qué a mí? ¡Dios! ¡Ya que se vayan, por favor! ¡Luffy-ya ayúdame!» pensó el pobre marine aun en el suelo al borde del colapso.

Al ver dicha escena… Incluso el capitán de los piratas de corazón no pudo evitar sentir lástima por su doble. A diferencia de él y de los nakamas de Luffy. El chico parecía ser de buen corazón y bastante bonachón, pues si hubiera estado Nami-ya presente, el chiquillo ya estaría en el piso lleno de chichones y contusiones. Esa mujer era bastante salvaje pero no la culpaba con el capitán que tenía. También a él lo había metido en problemas en tantas ocasiones que ya hasta había perdido la cuenta de ello y sinceramente, no le deseaba a nadie tener que pasar por una experiencia similar. Lidiar con Monkey D. Luffy sin duda no era una tarea sencilla.

—Entiendo cómo te sientes —murmuró el tatuado mientras comenzaba a darle pequeñas palmaditas en la espalda comprendiendo su dolor— Respecto a la ropa… Podemos devolverla.

—¡No! —gritó Luffy ofendido— ¡La conseguí para ti Torao! ¡No vamos a regresarla!

—¡¿Quieres dejar de hablar de una maldita vez?! ¡¿No ves lo que provocaste?!

—Pero… —bajó la mirada un tanto triste— Yo solo quería hacer feliz a Torao.

«Dios… ¿Por qué no nos dejas odiarte a gusto?» pensaron ambos hombres al verse derrotados por la inocencia del chico.

Después de eso… El pobre marine tuvo que tomar unas pastillas pues ya no aguantaba la jaqueca que no dejaba de empeorar desde esa mañana. Dios… ¡Solo quería morir ahora mismo! ¡¿Por qué esos dos habían venido a su isla a destrozar su tranquilidad?!

Continuará…