Después de que el marine hizo su drama, se quedó tirado en el piso por varios minutos lamentándose de su sola existencia, después se levantó fingiendo estar bien al momento que trataba de disimular que segundos antes había estado llorando como nena. Mientras tanto nuestro Law sólo se había dedicado a doblar la ropa y guardarla nuevamente en la bolsa facilitando el trabajo al marine, pues había sentido mucha pena por él. Luffy sólo se quedó sentado en una esquina con el ceño fruncido mientras observaba a su aliado regresar la ropa que con tanto cariño había conseguido para él. La verdad es que seguía negándose a devolverla, pero no podía hacer nada pues ya había sido regañado por el mayor y sólo le quedaba observar la escena con una expresión molesta tratando de que Law cambiara de opinión al verlo, cosa que definitivamente no funcionaría.

—Bien —comenzó a decir el marine en un suspiro cuando logró recuperarse lo mejor que pudo, pues la falta de sueño junto a su maldita jaqueca ya le estaba afectando demasiado— Torao-kun necesito que me des todo lo que Luffy-ya se llevó, ya veré qué excusa darle a Nori-ya y no terminar metiéndolos en problemas. Mientras tanto necesito que se preparen, iremos de compras en un par de horas para evitar que algo así vuelva a pasar en el futuro.

—¿Qué? —preguntó el tatuado algo sorprendido— ¿Aún piensas gastar más dinero en nosotros? —su rostro denotaba confusión y un poco de desconfianza— ¿Por qué haces esto? —el marine observó a su contraparte por unos segundos antes de soltar un largo suspiro y responder.

—Porque no puedo abandonarlos… Sé que si yo hubiera sido mandado a otra dimensión en contra de mi voluntad también me hubiera gustado recibir ayuda.

Las siguientes horas fueron una tortura para el marine pues tuvo que explicarle a Noriko, la dueña de la tienda una clara y obvia mentira. Al marine no le alegraba demasiado tener que mentir ya que su padre Rosinante le había enseñado a siempre ser honesto con las demás personas por lo cual odiaba tener que engañar a los ciudadanos y más aún tener que proteger a los criminales. Aun así, sabía que era más blando de lo normal por tratarse de una versión alterna de Luffy de quien estaba enamorado. Además, en el fondo sabía que el chiquillo había actuado por una buena causa, una mal ejecutada, sí, pero al final de cuentas fue para demostrarle a alguien cuánto lo apreciaba. Aunque sinceramente no podía negar que eso le daba un poco de envidia, pues el Luffy del marine siempre lo apartaba y le reclamaba una y otra vez lo "molesto" que podía llegar a ser.

El hombre de blanco no sabía que podía tener tan malo para que su futuro esposo lo rechazara con tanta insistencia, pues él solo quería demostrarle sus sentimientos, al contrario. Aunque ciertamente aun cuando él ha aprendido a ser un poco más abierto que su contraparte expresando sus emociones y a pesar de haber tenido muchas oportunidades en el pasado, siempre ha dudado en decir aquellas palabras que posiblemente lo condenarían ya sea a un rechazo absoluto o a la felicidad más grande que podría tener jamás. Sabía de antemano que Luffy-ya, SU Luffy-ya, no lo odiaba pues si esto fuera así posiblemente ya lo hubiera intentado matar o estaría encerrado en un profundo calabozo en algún lugar, ya que él era el segundo al mando de los revolucionarios, siempre tan recto y sincero, ante todo, algo que admiraba de él.

Aun así, estaba casi seguro de una cosa. Su amor parecía ser unilateral y por esa razón le tenía un poco de envidia a su otro yo, él la tenía tan fácil, pues el menor ya había demostrado demasiado su interés de manera abierta, casi tanto como él mismo hacía, pero de una forma más inocente e incluso podría decir inconsciente, pues al parecer el pequeño monito no sabía qué era lo que sentía por su aliado. Aún así no juzgaba a Torao-kun pues no le fue indiferente el cómo al tatuado le costó demasiado trabajo decidir si debería de ir a confortarlo o no, parecía ser que cada que tenía que mostrar algo de amabilidad o empatía con otro ser humano era una guerra interna para él y es por eso que logró entender por qué no se había consolidado una relación entre esos dos, pues al parecer "Torao" era un tipo al que le costaba demasiado demostrar sus sentimientos.

Volviendo al tema de la tienda de ropa, la mayoría de los ciudadanos se ofrecieron voluntarios para ayudar a la reconstrucción del local de Nori-ya, acto que le alegró en demasía, pues al final no tendría que poner mucho dinero para que esta volviera a funcionar y todo regresaría a la normalidad. Por eso amaba ser el encargado de cuidar esa isla, todas las personas eran muy amigables, empáticas y solidarias y siempre que había algún incidente se unían para apoyarse mutuamente. Y con eso "solucionado" sentía un poco menos de presión sobre sus hombros.

Ahora que ese asunto estaba en teoría controlado. El marine se preguntó si estaría bien ir a dar otro vistazo a la investigación de la fábrica, pero a decir verdad no se sentía con las suficientes energías para volver a ello y menos después de que lo catalogaron como un accidente. La investigación podía esperar hasta mañana, así que por el momento regresaría a su apartamento a dormir un rato antes de tener que acompañar a Luffy-ya y Torao-kun a hacer las compras, por lo menos estaba tranquilo sabiendo que no armarían otro escándalo dado que estos mencionaron que estarían en la biblioteca investigando la manera de regresar a su mundo.

Mientras el marine se disponía a descansar, nuestro Trafalgar ya se había dirigido nuevamente hacia la biblioteca local con Luffy pisándole los talones. Ya habían desayunado y ahora tenía deseo de ponerse a trabajar aún en contra de los deseos del chiquillo quien seguía repitiendo su deseo de volver a ir al parque de diversiones, cosa que el mayor ignoró rotundamente pues no es como que Mugiwara-ya estuviera en su derecho de exigir cosas después de todos los problemas que ocasionó hasta ahora. Aun así, no se pudo deshacer del menor quien insistió en acompañarlo aún si él quería estar en ese lugar tan "aburrido" según las palabras de Luffy.

Una vez que llegó al lugar se apresuró a pedir ayuda a la encargada para que pudiera brindarle todas las referencias de libros que estuvieran relacionados al funcionamiento de frutas del diablo, de preferencia la enciclopedia de frutas. La señorita sólo frunció el ceño un poco consternada y simplemente mencionó que no contenían esta última pero que podría buscarle algunos libros relacionados a lo que el tatuado se dedicó a agradecer y después de obtener los libros se dirigió a una de las mesas centrales en la biblioteca, lugar en donde tomó asiento antes de comenzar a hojear las páginas.

—Hey Torao —habló el monito quien se encontraba de cuclillas a su lado observando fijamente al rostro— ¿Encontraste algo?

—Mugiwara-ya… ¿Quieres bajar la voz? —susurró el mayor mientras fruncía el ceño— Estás en una biblioteca, no tienes permitido hablar.

—¡Pero me aburro! —reclamó fastidiado.

—¡Shhhh! —exclamó mientras llevaba su dedo índice a sus labios para indicarle que se callara— Acabamos de llegar, aún no reviso nada así que… ¿Por qué mejor no te vas a buscar alguno de los libros ilustrados para ver si te entretienes un poco? —volvió a susurrar mientras con su dedo señalaba la sección infantil al otro lado de la biblioteca.

—Pero…

—Hazlo —regañó

—Bieeeeeen —respondió resignado mientras se dirigía a la maldita sección infantil a conseguir un jodido libro.

Tras deshacerse del escandaloso, Law volvió a centrar su mirada en las palabras del libro frente a él. Se apresuró a ojear rápidamente la introducción sobre cómo se decía que las frutas del diablo tenían el poder de demonios dentro que otorgaban al usuario todo tipo de habilidades misteriosas a cambio de ganarse el odio del mar quien como castigo los privaba de la habilidad de nadar. También mencionaba que hasta el momento era desconocido el número de frutas en existencia y que eran un gran misterio hasta la fecha.

—Genial… Muy útil toda esta información —rodó los ojos fastidiado, al momento que se saltaba toda esa parte.

Sin embargo, al seguir con su lectura lo único que pasó es que Trafalgar volvió a fastidiarse por la sarta de información inútil que contenía ese ejemplar. No hablaba como tal del tipo y funcionamiento de las frutas, sino que era una recopilación de noticias provocadas por usuarios de frutas del diablo alrededor del mundo durante el último decenio.

«¿Y esto para qué mierda me sirve?» pensó fastidiado mientras dejaba el libro a un lado para ir por el próximo.

—¡Torao! —escuchó el grito del menor mientras este se abalanzaba encima de su espalda colgándose de su cuello— ¡Léeme esto! —exigió al momento que extendía un libro de ilustraciones con el título de "La leyenda del hombre que obtuvo todo en este mundo" y un personaje en la portada que parecía ser el rey pirata.

—¡Mugiwara-ya! —gritó por lo bajo mientras intentaba soltarse de su agarre— ¡No te me lances así!

—¡Shhhhhhhhhhhhhhhh! —exclamaron tres o cuatro personas quienes intentaban leer tranquilamente y no podían por el escándalo de esos dos.

—Lo siento shishishi —se rio mientras se sentaba en la banca a su lado— Anda, léeme esto —volvió a pedir mientras soltaba esa enorme y estúpida sonrisa deslumbrante.

—¿Qué eres? ¡¿Un niño?! —se sobó el puente de la nariz— Hazlo por tu cuenta, sabes leer ¿no?

—¡Por supuesto que sé! —volvió a gritar.

—¿Quieren callarse? —se quejó una muchacha.

—Qué ruidosos —respondió otro sujeto tras chasquear la lengua.

—Te dije que no grites —volvió a regañar intentando modular mucho su tono de voz.

—Lo siento —volvió a reír entretenido— Sí se leer —contestó de manera indiferente mientras observaba el largo de sus uñas— Makino me enseñó, pero… Quiero que tú lo hagas por mí.

—¡¿Por qué diablos haría eso?! —replicó obteniendo más malas miradas por parte de los presentes— ¿Por qué diablos haría eso? —volvió a preguntar esta vez modulando su tono de voz.

—Mis hermanos solían leerme cuando éramos pequeños… Leerlo por mi cuenta es aburrido, pero cuando ellos lo hacían me divertía.

—Mugiwara-ya… No te voy a leer una mierda, te dije que estábamos aquí para investigar cómo regresar a nuestro mundo. Si quieres saber de qué habla este libro léelo por tu cuenta.

—¡Pero Torao!

—¡¿Quieren callarse de una buena vez?! —exclamó un hombre musculoso sentado en una de las mesas del fondo.

—¡¿Qué dijiste desgraciado?! ¡Repite eso! ¡Te patearé el trasero! —respondió el chiquillo bastante irritado.

—¡Mugiwara-ya! —exclamó mientras jalaba a su aliado del codo obligándolo a tomar asiento nuevamente— Te dije que esto es una biblioteca… —Le mencionó en el oído logrando que el menor se estremeciera al sentir el aliento caliente del contrario chocar contra su oreja— Así que por favor compórtate.

—Uh… Sí… —asintió con la cabeza mientras acariciaba su oreja en la zona afectada sin poder evitar sonrojarse un poco, cosa que Law no notó por tener sus ojos clavados en la montaña de libros.

Después de eso el monito estaba tan confundido tratando de entender por qué su corazón ahora se encontraba palpitando tan deprisa que ni siquiera se molestó en volver a dirigirle la palabra a su aliado por los próximos 7 minutos. Tiempo que Law aprovechó para abrir el segundo libro y tras volverse a saltar la parte introductoria sobre qué eran las frutas del diablo, comenzó a leer el contenido el cual era aún más inútil que el anterior pues era un libro de leyendas sobre frutas míticas y obviamente inventadas, pura ficción inútil. Tras desechar el segundo se apresuró a mirar el tercero aprovechando que su aliado se encontraba inusualmente tranquilo, pero nuevamente tuvo que dejarlo de lado pues era una novela romántica acerca de un usuario con la habilidad de enamorar a todas las chicas menos a la que le interesaba.

«¡¿Qué no hay nada útil aquí?!» gritó internamente mientras volvía a descartar el libro a un lado, esta vez con algo de rabia acumulada.

—Hey Torao…

«Oh no… Aquí va de nuevo» pensó el tatuado mientras soltaba un leve gruñido intentando adivinar con qué estupidez saldría ahora el chiquillo.

—Me gustan tus ojos…

—¿Eh? —exclamó sorprendido mientras ponía una expresión de completa sorpresa— ¿Qué dijiste?

—Tus ojos… Son bonitos —repitió mientras recargaba su barbilla en la mesa sin dejar de mirar a su aliado en ningún momento— son grises, me gustan.

—Qu… ¿Qué?... ¿De dónde viene eso? —preguntó avergonzado sin darse cuenta de que había vuelto a levantar su tono de voz.

—No lo sé… Te estaba mirando… Y me dieron ganas de decirlo shishishi.

«¿Me estaba mirando? ¿A mí? ¿Le gustan mis ojos? ¿Por qué diablos me hace feliz esta tontería?» se preguntó mientras echaba la cabeza hacia atrás y cubría su rostro con ambas manos tratando de ocultar el tono rojizo de su rostro gracias a la sangre acumulada en dicha zona.

—¡Oye! ¡No hagas eso! —se quejó el menor mientras tomaba la mano de Law tratando de observar su rostro más de cerca.

—¡¿Qué estás haciendo?! —se quejó mientras ponía fuerza en su brazo para tratar de seguir manteniendo su rostro oculto pues se sentía bastante avergonzado en este punto.

—¡Te dije que te estaba observando! ¿Por qué te cubres? —reprochó el monito mientras inflaba sus mejillas.

—Dios… ¿Quieren irse a un maldito hotel? —susurró otro individuo tras soltar un quejido de disgusto.

—Este no es lugar para coquetear… —mencionó una mujer a lo que otra le siguió.

—Oh vamooos… ¡Es lindo! —dijo la segunda mientras reía enternecida.

—Ven a la biblioteca decían… Será entretenido decían… Sólo quiero estudiar para mi puto examen —respondió otro muchacho flaco de lentes.

Ante las quejas del resto de clientes, Trafalgar no pudo hacer más que sentirse aún más humillado con toda la situación. Quería que la puta tierra se lo tragara para siempre y nunca más volver a mostrar su rostro en público ¿Por qué el mundo se esforzaba por fastidiarlo tanto? ¡Sólo quería investigar las malditas frutas del diablo! ¡¿Por qué su aliado siempre encontraba nuevas formas de torturarlo?! ¿Por qué tenía que ser tan malditamente sincero? ¿Siquiera era consciente de lo que provocaban sus comentarios en él? ¡Dios, quería besarlo!

«Ok Trafalgar… Cálmate, sólo te dio un cumplido, no es la gran cosa… No significa nada» Trató de autoconvencerse mientras se planteaba seriamente si debía de invocar un room para largarse del lugar pues ciertamente se sentía acorralado en ese instante.

—¡Torao! ¡Toraaaaaaaaao! ¿Qué pasa? ¿Por qué te cubres? —seguía reclamando el chiquillo mientras fruncía el ceño— ¿Te sientes bien?

—¡Ustedes dos! —Gritó una mujer redonda con unos lentes feos, ropa de abuela y peinada con un chongo— ¡No pueden hacer ruido en la biblioteca! ¡Si quieren hablar vayan a una de las habitaciones privadas! —refunfuñó mientras sacaba aire de la nariz cual toro salvaje.

—Pero yo…

—¿Quién es esta vieja gorda? —preguntó Luffy en voz alta mientras Law rápidamente se apresuró a cubrirle la boca y correr a uno de los cubículos tras tomar los libros con su mano libre y desaparecer al momento obteniendo un breve festejo por parte del resto del público.

—¡¿Por qué no puedo llevarte a ningún lado sin que llames la atención innecesariamente?! —gritó el tatuado una vez que estuvieron en una sala aparte.

—¡Yo no hice nada! Te dije que las bibliotecas eran aburridas… Ni siquiera nos dejan hablar.

—¡Por supuesto que no! ¡Las bibliotecas no son para eso!

—Sí, sí… Son para leer —rodó los ojos fastidiado —Pero tampoco quieres leerme nada —mencionó mientras volvía a extender su libro de ilustraciones— Dijiste que buscara algo con qué entretenerme y lo hice… Así que léelo.

—Por todos los cielos, eres desesperante —murmuró por lo bajo mientras golpeaba su frente contra su palma.

—Entonces… ¿Si lo lees? —ignoró su comentario.

—Mugiwara-ya…

—¡No! —interrumpió.

—Todavía no he dicho nada.

—¡Vas a decir que quieres volver a leer tus cosas aburridas!

—Esas "cosas aburridas" servirán para que vuelvas a ver a tus nakamas… ¿Es que no quieres regresar?

—¡Por supuesto que sí! —respondió ofendido— ¡Pero también quiero esto! —le puso el libro enfrente de la cara haciendo que el mayor tuviera que retroceder un poco pues no veía una mierda.

—¡Ahhhhg! —gritó frustrado— ¡Está bien, leeré el maldito libro! —los ojos del menor se iluminaron— Con una condición —aclaró.

—¡Heeeey! ¡No es justo!

—Si quieres que te lea será bajo mis condiciones —hizo una pausa sólo para observar como el monito hacia un intento de reclamar, pero optó por callarse y escucharlo— Te leeré el libro sólo si te comportas hasta que termine de revisar estos libros —señaló la pila de textos sobrantes— Si te quedas quieto y me dejas terminar, sacaremos copias del cuento y te lo leeré… En el hotel —sentenció mientras esperaba que el menor asintiera con la cabeza— Bien —suspiró una vez que Luffy accedió a sus condiciones y procedió a recostarse en el piso cual niño pequeño mientras agitaba sus piernas.

El resto de la mañana se fue en revisar el resto de los tomos faltantes. Al final ninguno de los libros le resultaron útiles, pues no venía nada de información acerca de los tipos y clasificaciones de frutas. Después de unas horas Luffy se quedó dormido en el piso y Law llamó nuevamente a la bibliotecaria para preguntarle si había algún texto que hablara específicamente del funcionamiento de las frutas, pero esta simplemente negó con la cabeza y le aclaró que le había dado todos los libros relacionados a lo que buscaba, por lo que no podía ayudarlo más si es que no encontró lo que quería. Ante dicha respuesta, el mayor apretó los dientes y se apresuró a despertar al monito para salir rápidamente del lugar aun maldiciendo por lo bajo pues eso había sido una maldita pérdida de tiempo.

—¿Ya sabes cómo regresar? —preguntó el monito a lo que él volvió a gruñir por lo bajo.

—No…

—¿Entonces para qué fue todo eso? —preguntó fastidiado.

Law estaba a punto de reclamar nuevamente cuando un grito a lo lejos lo hizo girar la cabeza. Resulta que el marine había venido a buscarlos para comprarles la dichosa ropa que les hacía tanta falta. Sinceramente, esa fue una buena noticia entre tanto desastre. Law realmente agradecía el gesto del marine pues ciertamente no estaba obligado a hacerles tantos favores y sin embargo, allí estaba ayudándolos aún después de que aquél idiota había hecho su desastre anoche.

Solo por esa razón Law no se aprovechó de su generosidad, y consiguió sólo lo esencial para su subsistencia, asegurándose de igual forma que el monito también llevará consigo todo lo necesario muy a su pesar, pues este sólo quería llevar dos mudas de ropa ya que no se bañaba seguido, cosa que al hombre con TOC le desagradó y lo obligó a conseguir más cosas, ya que definitivamente no dejaría que el chiquillo fuera un maldito cerdo mientras estuvieran allí.

Luffy se quejó cuando le tocó probarse ropa, pues, generalmente era Nami la que se encargaba de conseguirle sus prendas del día a día, ya que ella se había aprendido de memoria su talla y sabía lo que le gustaba. Por lo que eso de andar pasando de tienda en tienda probándose cosas, descartando y volviendo a cambiarse era algo que odiaba pues por lo general escogía el mismo tipo de pantalones pescadores junto a algunas camisas y chalecos variados, sus sandalias y el resto le daba igual.

—Pareces disgustado Torao-kun —mencionó el marine mientras observaba al monito peleando por abotonarse una camisa— ¿Encontraste algo?

—Ni una maldita mierda… —escupió por lo bajo.

—Lo suponía —mencionó mientras asentía con la cabeza, casi como si fuera la cosa más lógica del mundo.

—¿Lo suponías? —arqueo una ceja— ¿A qué te refieres?

—No sé cómo sea en tu mundo, pero… Aquí está estrictamente prohibido investigar la procedencia y funcionamiento de las frutas del diablo… Es debido a eso que la información de los libros públicos suelen ser más cuentos infantiles, leyendas, o cosas ya conocidas por la población como acontecimientos históricos.

—¡¿No pudiste mencionarlo antes?! —escupió el pirata mientras lo fulminaba con la mirada.

—Pensé en hacerlo, pero… Creí que sería más fácil que lo comprobaras por ti mismo —mencionó mientras ponía sus ojos en blanco —Las enciclopedias de frutas del diablo son muy escasas y están custodiadas por el gobierno mundial… Son muy pocas las personas que tienen acceso al contenido restringido.

—¡Hey Torao!… ¿También quieres que me pruebe esto? —preguntó el chiquillo mientras notaba la pila de abrigos acumulados.

—Sí… Escoge alguno que te sirva por el momento —respondió sin prestar real atención, sonriendo un poco al notar el rostro de fastidio del chiquillo.

—Qué lindo es —mencionó el marine sin despegar su vista del monito a lo que el contrario sólo lo amenazó con la mirada— Oye, tranquilo tigre —levantó ambas manos en señal de paz— No estoy diciendo nada que sea mentira… Tu Luffy-ya es bastante encantador —se encogió de hombros— Digamos que el mío es un tanto más… Serio —se rio por lo bajo mientras sonreía dulcemente— Aunque eso no quita que también sea lindo.

—Sobre las enciclopedias —desvió el tema pues no le gustaba la dirección en la que estaba girando la conversación— ¿Quiénes tienen acceso a ellas?

—Los altos cargos y funcionarios del gobierno mundial, algunos de los grandes de la marina y por supuesto… Los Tenryuubito.

—¡¿Qué?! —gritó fastidiado— ¿Cómo se supone que consiga una entonces?

—Intenté buscar en la biblioteca de la sede para ayudarlos, pero tampoco encontré nada de utilidad —confesó— Pero… Intentaré hacer unas llamadas —mencionó mientras soltaba un largo suspiro— Pero no te prometo que sea pronto… Esa persona suele estar muy ocupada, tardaré en ponerme en contacto.

—Tú… —volvió a guardar silencio tras ver cómo nuevamente estaba recibiendo ayuda del contrario sin necesidad de pedirlo cosa que lo hizo sentir un poco mal pues este era demasiado amable y no sabía bien cómo responder a ello— Gracias.

—No hay problema —contestó sonriente— Sé que ustedes harían lo mismo por mí.

«¡Mierda, no!¡Yo no soy tan malditamente servicial!» pensó el tatuado mientras se preguntaba cómo es que su yo alterno y él eran tan diferentes en ese aspecto. Él no era del tipo que brindaba su ayuda a cualquier persona, siempre tenía que haber una razón de peso por detrás de sus acciones o no movería ni un solo dedo. Después de todo era un pirata, sus deseos y ambiciones estaban por encima de las necesidades del resto.

Después de terminar con las compras, ambos hombres acompañaron al marine hacia la sede para tomar su cena y después regresaron al hotel sin muchos ánimos mientras cargaban las bolsas de compra consigo. Nada más llegar Luffy se lanzó sobre su cama saltando sobre el colchón a lo que el ojeroso se preguntó cómo diablos podían tener tanta energía aún. Contrario al menor, lo primero que hizo Trafalgar al llegar fue dirigirse al baño, lavar sus dientes y su cara, a lo que después arrastró sus pies hasta su habitación, en donde ni siquiera pudo entrar pues el monito ya se había colocado enfrente de la puerta deteniéndole el paso.

—¿Qué? —preguntó un poco fastidiado.

—¡No lo harás otra vez! —reclamó.

—¿Hacer qué?

—¡Encerrarte en tu habitación!

—Quiero recostarme —suspiró cansado— ¿Podrías apartarte?

—¡No! ¡Dijiste que leerías para mí!

«¡Mierda, lo había olvidado!» maldijo por lo bajo al momento que nuevamente volvía a llevar su mano a su frente. Eso sólo había sido una jodida excusa para que lo dejara concentrarse en la biblioteca, pero sabía que el chiquillo no se daría por vencido hasta obtener lo que quería.

—Bien… —respondió resignado— Pero debes prometer que no te escaparás de nuevo esta noche —mencionó mientras fruncía el ceño— no quiero tener que tratar con otra noticia de que destrozaste algún otro punto de la ciudad.

—Claro —sonrió complacido mientras se metía a la habitación del mayor pues prefería dormir allí.

—Oye.. ¿Qué estás haciendo? —lo siguió.

—Me acomodo —dijo al momento que se recostaba entre las cobijas de la cama del mayor, las cuales ya habían sido cambiadas en la tarde por la mucama, por lo que estas ya no estaban llenas de tierra.

—Ahh… Como sea —se rascó la cabeza en un gesto de desesperación— ¿Dónde rayos dejaste las copias del libro?

—¡Allí! —señaló una de las bolsas de compra que ahora estaban tiradas en el piso, por lo que el tatuado la recogió entre sus manos sacando los papeles ahora un poco doblados.

—Tienes suerte de que dejaran sacar fotocopias de manera gratuita —murmuró por lo bajo mientras acercaba una silla para posicionarse enfrente de la cama y después acomodar las hojas entre sus manos, todo ante la atenta mirada de Luffy quien se recostó boca abajo mientras recargaba su barbilla sobre sus manos y clavaba su mirada en el rostro de su aliado— ¿Es necesario que me observes así? —preguntó un tanto incómodo.

—¡Si! —contestó entusiasmado.

Tras soltar un último suspiro, el mayor comenzó a aclarar su garganta antes de empezar a relatar la historia, al momento que cuidaba su entonación, el ritmo, las comas y las emociones expresadas de los personajes porque sí… Era un maldito perfeccionista hasta para leer de forma adecuada. Luffy sin embargo, no estaba prestando real atención a los esfuerzos de Law para leer adecuadamente pues estaba más interesado en observar las facciones del rostro de su aliado.

Al principio el chiquillo se concentró en el tono de voz calmado de su aliado el cual le sonaba absolutamente encantador, era como una hermosa melodía que lo hacía sentir calmado y feliz, algo similar a lo que le pasaba cuando escuchaba alguna de las canciones de Brook, sólo que en ese momento no sentía la necesidad de bailar y/o cantar. Después enfocó sus enormes orbes achocolatados en esos preciosos ojos grises que le habían llamado la atención hace unas horas en la biblioteca y es que no había mentido cuando dijo que le gustaban. Ése color grisáceo profundo le parecía hipnotizante, de alguna manera no podía evitar perderse en ellos mientras observaba también el largo de sus pestañas y esas leves ojeras debajo de ellos tampoco es que le desagradaran, sino que de alguna manera sentía que le quedaban geniales.

Mientras seguía observando su rostro repentinamente se sintió interesado también por su nariz, era demasiado… Cómo decirlo… ¿Recta? Era casi perfecta, no como la de Usopp que era bastante graciosa de ver. Igual le gustaba las patillas y la barba de su aliado, cosa que le parecía curiosa pues no es como que le gustara mucho cómo se veía el vello facial en el rostro de las personas, pero de alguna manera sentía que a Torao le quedaba bien. Sus labios eran delgados y tampoco pudo apartar su mirada mientras este seguía relatando su historia, de alguna manera llamaban su atención aunque no entendía muy bien a qué se debía esa extraña sensación de… ¿Hambre? ¿Acaso tenía hambre? Pero si ya había comido.

Mientras se quedaba embelesado observando a su aliado repentinamente volvió a sentir lo mismo que le pasó en la biblioteca. No entendía por qué su estúpido corazón ahora se estaba acelerando tanto, así como tampoco sabía por qué repentinamente sentía las manos sudorosas y esa extraña sensación de insectos caminando en su estómago. Tal vez se estaba enfermando porque eso jamás le había pasado antes y era una sensación de lo más extraña e incómoda.

La cosa es que… Dicha enfermedad parecía agravarse en tanto más observaba a Torao, pero a pesar de que empezaba a sentirse extraño, seguía sin poder separar su vista del contrario quien de un momento a otro había detenido su lectura para verlo con una expresión de… ¿Preocupación? ¿Por qué Torao estaba preocupado?

—¿Estás bien? —preguntó el mayor mientras dejaba las hojas a un lado y se acercaba al menor arrodillándose para estar a su altura mientras colocaba la palma de su mano en la frente de Luffy— Tu rostro está muy rojo.

—¿Eh? ¿Ah? —Balbuceó sin comprender por qué el tacto de la mano de Law contra su piel quemaba tanto.

—¿Tendrás fiebre? —mencionó preocupado, mientras se lamentaba por no tener sus instrumentos médicos consigo.

—Me siento bien —respondió mientras se alejaba un poco pues sentir a su compañero cerca no hacía más que empeorar sus síntomas— O por lo menos… Eso creo… ¿Cómo me siento? —se preguntó así mismo mientras ladeaba la cabeza confundido.

—Esto no me gusta… Tendré que revisarte… Iré a la sede a pedirle al idiota que me preste algunos instrumentos y después…

—¡No! —gritó mientras agarraba la camisa del chico evitando que este se marchara— ¡No me dejes solo!

—¿Qué? —preguntó sorprendido— No será mucho tiempo…

—¡No! ¡No quiero!

—Pero…

—Quédate —mencionó con esos enormes ojos de cachorro suplicante que lo doblegaron al momento pues se sentía mal de abandonarlo.

—Bien —accedió mientras tocaba la mejilla del menor aún con ese rostro de preocupación pues no le gustaba pensar que pudiera ponerse peor— Pero si veo que es grave te llevaré conmigo a revisión.

—Estoy bien… —mintió.

—Deberías recostarte… Iré a humedecer algunas toallas para bajarte la temperatura —mencionó mientras se dirigía hacia el baño dejando que el menor acatara sus órdenes.

—¿Tengo fiebre? —preguntó curioso.

—No lo sé a ciencia cierta porque no tengo un termómetro conmigo pero prefiero prevenir, así que haz lo que te digo.

—Si… —asintió con la cabeza esperando a que el chico regresara a su lado— Torao… ¿La fiebre también hace que sientas insectos en la panza?

—¿Insectos? —preguntó mientras fruncía el ceño— ¿Te duele el estómago? ¿Será una intoxicación? ¿Comiste algo extraño? No puede ser, estuvimos todo el rato juntos… — pensó mientras recordaba si comieron algo diferente y lo único que pudo recordar fue ese maldito alimento del demonio— ¿Sería el pan? ¡Maldita cosa del infierno! —maldijo por lo bajo.

—¿El pan me hizo daño?

—No te preocupes, no creo que sea algo serio. Si el dolor empeora dímelo, mientras tanto traeré un balde por si tienes ganas de devolver el estómago.

—No tengo náuseas…

—No te estaba preguntando.

Después de colocar todo lo necesario para tratar con un posible malestar estomacal y cambiar la toalla húmeda en la frente del menor, Law estaba a punto de dirigirse a la habitación contigua para dejarlo descansar cuando se vió nuevamente detenido por el chiquillo, el cual dijo algo que lo obligó a usar todo su maldito autocontrol.

—Torao… Duerme conmigo.

—No —se apresuró a contestar— Tienes que descansar y…

—Por favooooor —suplicó mientras ponía una cara de inmensa tristeza, la cual le rompió el corazón en mil pedazos.

«¡Maldita sea! ¡¿Por qué es tan lindo?! ¿Qué clase de prueba es esta?» pensó mientras sentía su corazón saltando en su pecho al momento que debió reprimir un grito.

—Mmm… —exclamó mientras la lucha interna en su cerebro continuaba sólo para después responder— Está bien… ¡Pero sólo porque estás enfermo y debo cuidar de ti! —aclaró rápidamente.

—¡Sí! —gritó entusiasmado mientras se lanzaba a los brazos del mayor quien se apresuró en atraparlo antes de que este pudiera caerse.

—¡No hagas eso! ¡Podrías lastimarte! —regañó al momento que lo recostaba en la cama para después volver a acomodar la toalla en su frente y cubrirse con las sábanas tratando de mantenerse lo más lejos posible del menor, pues no se sentía lo suficientemente fuerte como para quedarse quieto si seguían poniéndolo a prueba.

El esfuerzo de Law se fue al carajo cuando Luffy giró su cuerpo en su dirección y después tomó su mano entre las suyas antes de cerrar los ojos para intentar dormir acto que fue suficiente para que Trafalgar muriera de ternura.

Continuará…