Despertar a la mañana siguiente fue una extraña combinación de sentimientos y todo comenzando porque fue una de las mejores noches de sueño que pudo tener en mucho tiempo, lo cual aunado a la calidez que invadía su pecho al sentir como el menor lo abrazaba mientras esté seguía completamente dormido le parecía demasiado tierna, por otra parte estaba ese sentimiento de que no debería estar haciendo aquello pues eso solo aumentaba sus falsas esperanzas de terminar siendo algo más para el chico, era un despertar agridulce en su interior. Y aunque no quería hacerlo tuvo que llamar al menor, ya que aun quería investigar un poco más el cómo fue que llegaron a ese mundo y el cómo pueden irse de ahí.
—Oi, Mugiwara-ya —le habló en un tono suave— Despierta, necesito investigar un par de cosas.
Aun así contrariamente a lo que este quería el monito solo siguió durmiendo ignorando completamente las palabras del contrario e incluso acomodándose mejor en el pecho del tatuado, por lo que esté al final pensando un poco mejor en lo que había pasado la noche anterior y la "razón" por la que decidió cumplir el capricho del menor por ello pensó que lo mejor sería dejarlo dormir un poco más, pues su estado anoche no parecía ser el mejor, por lo que sin mayor esfuerzo creó un pequeño room para intercambiar su lugar con el de una almohada que usó como reemplazo de su cuerpo.
Lo siguiente que este hizo fue darse una ducha rápida y arreglarse para salir, pero una vez estuvo listo no pudo evitar apreciar lo adorable que se veía el menor aferrándose a su reemplazo como si fuera un enorme osito de felpa, pues Luffy la estrujaba entre sus brazos como si fuera la cosa más importante en su vida, algo que lo alegró demasiado y sin pensarlo mucho se acercó al monito y beso su frente con cariño antes de retirarse de la habitación tras notar lo que acababa de hacer, mientras cubría su boca con su mano al tiempo que el sonrojo se hacía más evidente.
Cuando finalmente estuvo más calmado salió del hotel con una dirección en mente, el bosque donde cayeron, pues si no podía conseguir información sobre las frutas del diablo, este mínimo pensaba que podría obtener algo buscando pistas, aunque fuera lo más insignificante para regresar a su hogar nuevamente, no negara que adoraba pasar tiempo con su aliado, pero la verdad también estaba preocupado por todo lo que podría estar sucediendo en Zou o incluso con los demás Mugiwaras, no podía negarlo estaba bastante preocupado por lo que podría pasar si no regresaban rápido.
En el camino hacia allá fue viendo varios tipos de destrozos, entre los cuales estaban los restos de lo que antes parecía haber sido una pequeña montaña, árboles caídos con una enorme y visible prueba en su tronco de quien había sido su asesino, todo esto lo vio con una pequeña sonrisa en sus labios. Una vez pasó todo el desastre ocasionado por Luffy y llegó a su destino comenzó a analizar todos y cada uno de los rincones del sitio que había visto hace tan solo cuatro días atrás, claro no sin antes agradecer que su aliado no haya llegado justamente a el lugar exacto, ahí realmente no encontró casi nada, más que un par de espirales que se unían el punto exacto donde habían caído, casi como si un hubiera sido un enorme remolino doble el que los trajo al lugar.
Pero tras un rato de seguir buscando encontró muy cerca del lugar una espiral más, pero esta era al contrario de la que dé antes era sencilla, fue ahí donde las palabras de Luffy volvieron a su mente y el cómo aseguraba con ímpetu que había hablado con él en aquel callejón hace un par de días atrás y con esto en mente lo que el otro idiota le comento ese día se hizo ahora una preocupación mayor, pues no eran los únicos que había llegado a la isla aquella tarde.
Ahora por otro lado el Trafalgar originario de aquel mundo no se había podido sacar en toda la noche los acontecimientos de la fábrica del día anterior por lo que en cuanto se levantó para iniciar sus actividades decidió que iría nuevamente al lugar, pues su orgullo y su sentido de la verdad y justicia le decían que aquello no había sido un simple accidente como los bomberos y los idiotas de sus subordinados afirmaban. Por ello luego de cumplir con sus obligaciones diarias y dejar todo en orden volvió a la zona de fábricas, con la intención de continuar sus investigaciones, pero ahora sin que nada lo interrumpiera.
Y volviendo al hotel, cuando Luffy se despertó no encontró a Torao por ningún lado luego de haberlo buscado por toda la habitación, lo cual de hecho lo molesto un poco por lo que luego de gritar molesto que lo habían dejado atrás salió refunfuñando del hotel, de la misma forma que lo había hecho ya tantas veces atrás, por la ventana, casi chocando con una chica que iba pasando y luego de disculparse por su torpeza solo comenzó a correr por la ciudad en busca del tatuado mientras gritaba su nombre sin descanso pensando que de esta forma el contrario vendría a él sin tantos problemas.
Aun así cuando su plan falló y ya estaba cansado de gritar el nombre de Torao por todas partes hizo lo que le terminó pareciendo lo más lógico al final y ocupó su haki de observación, descubriendo que de hecho "Torao" estaba más cerca de lo que pensaba, pues solo estaba a un par de calles de su posición, por lo que ahora con una combinación de alegría y molestia se dirigió al lugar donde lo había ubicado momentos atrás y cuando finalmente lo encontró no dudo en saltar a los brazos de este, algo que el tatuado esquivo.
—¡Oye! ¿Por qué hiciste eso Torao? —pregunto ofendido al mayor, el cual de nueva cuenta tenía ese "tonto" abrigo de plumas sobre sus hombros.
—Tal vez no lo sepas —comenzó a decir el otro con un tenue tono de molestia— pero no soy muy afecto a las muestras de cariño.
—¿Ehhh? ¿De qué hablas Torao? ¡Nunca me habías reclamado nada de eso!
—Kufufu, realmente eres un idiota ¿No es así, Manzanita? —soltó en tono burlón el emplumado.
—¿Qué me dijiste? —frunció el ceño fastidiado— ¡¿A quién diablos le dices manzanita?!
—¿Eso es lo que te molestó? —tarareo divertido— Como sea… Aunque me gustaría divertirme contigo primor, la verdad es que estoy ocupado.
—¡Oye! ¿Por qué me dejaste solo en la mañana? ¡No es justo! —Se detuvo un momento para observar al contrario de pies a cabeza— ¿Otra vez el abrigo idiota? —preguntó en voz alta antes de cubrirse la boca con ambas manos recordando que la ocasión pasada eso provocó que él se molestara— Quiero decir… Perdón por decir eso la vez pasada —mencionó mientras clavaba su mirada en el piso— No te estaba insultando a ti… Solo al abrigo.
—Olvida eso bebé… La verdad es que tuve mucho tiempo para olvidarme de eso —se encogió de hombros mientras intentaba ponerse nuevamente en marcha.
—¡Espera! —mencionó el chiquillo mientras se aferraba a las ropas del mayor a quien le tembló una ceja porque estaba comenzando a desesperarse un poco— ¿Puedo ir contigo?
El emplumado se quedó unos momentos en silencio mientras observaba al mocoso con ese rostro de súplica que lo hacía ver como una presa débil ante sus ojos. Aún no podía creer que el chiquillo fuera tan fuerte, pero había tenido que aceptarlo tras haber logrado observar por mera casualidad la noche en que este destruyó una tienda con una enorme roca. El asunto en sí le había divertido de sobremanera, pues se notaba lo imprudente que podía ser como para robar ropa de forma tan "sutil".
—¿Tanto quieres estar conmigo? —se rio por lo bajo mientras colocaba su dedo índice bajo la barbilla del chiquillo para después trazar una línea desde ese punto pasándolo por su cuello hasta el hombro mientras se relamía los labios— Seguro… Aunque no creo que te guste el lugar al que voy.
—Oh no…—mencionó mientras inflaba sus mejillas y volvía a fruncir el ceño— ¿La biblioteca idiota otra vez? ¡Creí que no habías encontrado nada! ¿Por qué iremos allí de nuevo?
—¿De nuevo?
—Sí… —asintió con la cabeza mientras comenzaba a caminar con sus palmas detrás de su nuca— Estabas tan molesto por encontrar pura información inútil de las frutas del diablo.
—Kufufufu —río entretenido mientras lo seguía— ¿Recuerdas sí mencioné algo que no fuera información basura?
—Mmmm… —el chiquillo se colocó en una pose pensativa mientras intentaba recordar el camino de vuelta al hotel— Dijiste algo de que… Lo único medio interesante fue la sección de noticias provocadas por usuarios de fruta del diablo en la última de… dec… ¿De qué?
—¿Década?
—¡Sí! ¡Eso! ¿No lo recuerdas Torao? Dijiste que lo hubieras leído de no ser porque no era lo que te interesaba.
—Ya veo —sonrió complacido mientras rodeaba al menor por los hombros pegándolo a su cuerpo mientras continuaba con su andar— Creo que después de todo si tengo algo de tiempo libre.
«Porque me ahorraste horas de búsqueda» pensó para sí mismo mientras reía por lo bajo.
—¿Qué quieres hacer amor?
—¿Amor?
—Sí, lindo… ¿A dónde quieres que te lleve?
—¿Por qué me hablas tan extraño desde hace rato? —detuvo su andar mientras volvía a colocar ese rostro de disgusto y fastidio— ¿Qué te pasa?
—No sé de qué hablas precioso.
—¡De eso! ¡Esos apodos! ¡¿Por qué te refieres a mí con esos apodos tan raros?! —refunfuñó mientras cruzaba sus brazos a la altura de su pecho— ¿Lindo? ¿Manzanita? ¿Precioso? ¿Bebé? ¡No me gustan! —replicó— ¡Sobre todo el de bebé! ¡No soy un bebé!
—Yo creo que son adorables, bebé —recalcó la parte final divirtiéndose con hacerlo exasperar— Aunque si quieres mi opinión… Mi favorito es manzanita —mencionó mientras rodeaba al chiquillo por la cadera, juntándose a su cuerpo, al momento que bajaba su rostro a la altura del contrario pegando sus narices en el proceso— Las manzanas son jugosas, deliciosas… Y tan codiciadas a lo largo de la historia por ser el símbolo del pecado —se rio por lo bajo al sentir el menudo cuerpo estremeciéndose entre sus brazos— Te queda tan bien.
—To… Torao… Qué estás… —antes de que Luffy pudiera terminar su pregunta, abrió sus ojos enormemente por la impresión al notar que el mayor tomaba su mejilla derecha, para después posar su lengua en la barbilla del este y lentamente comenzar a subir hasta la boca del menor, donde con todo el placer del mundo comenzó a succionar su labio inferior antes de morderlo suavemente acto que sorprendió aún más al monito y finalmente unir ambas bocas de manera hambrienta— To…dao— intentó pronunciar entre el beso acto que el mayor aprovechó para meter su lengua en la cavidad bucal del menor, comenzando a juguetear con la lengua de este.
Todo esto mientras su mano libre comenzaba a delinear el cuerpo de Luffy, comenzando por su espalda alta, recorriendo lenta y suavemente cada pequeña curva que sus músculos bien tonificados le obsequiaban, al llegar a la cadera del más pequeño no pudo evitar comenzar a acariciar esta con suaves movimientos circulares, jugando con sus dedos sintiendo como el monito temblaba sutilmente por sus caricias, lo que solo le ocasionó que una sonrisa surcara sus labios aun en medio del beso, que cada vez comenzaba a ser más demandante por parte del Donquixote.
Ante las ansias de seguir disfrutando del menor, se separó ligeramente para retomar casi de forma inmediata aquel beso que realmente lo estaba inclusive comenzando a excitar un poco, pero ahora la posición de sus manos fue modificada con el afán de regocijarse incluso aún más, por lo que movió la mano que mantenía en el rostro del monito a la nuca de este, con la clara intención de profundizar más aquello mientras que la de su cintura comenzó a ser lentamente deslizada a su entrepierna, en donde nuevamente comenzó a juguetear con sus dedos la zona en cuestión.
Realmente quería continuar, pero el deseo de algo más lo obligó a separarse, pero claro no solo iba a alejarse así sin más, por lo que terminó morder el labio superior de Luffy antes de chuparlo y succionarlo, para al final cuando decidió que era suficiente, se separó siendo unidos únicamente por un delgado hilo de saliva. El emplumado descubrió lo divertido que fue el probar aquellos labios debido a su cuerpo de goma, pues la sensación recibida fue algo único, por lo que aún deseoso de más de eso, se acercó al cuello del pequeño para lamerlo desde la clavícula hasta la oreja de este y finalmente morderla con gula.
Luffy ni siquiera pudo reaccionar ante la impresión de lo que estaba sucediendo en ese preciso instante. Claro que sabía lo que era un beso, y esos toqueteos extraños tampoco le eran del todo indiferentes, no era tan idiota como para desconocer esas extrañas muestras de afecto que hacían algunas personas que decían estar enamoradas. Cuando era niño muchas veces atrapó a Shanks y Makino haciendo aquello cuando pretendían estar solos. Por supuesto, al menor en ese momento le daba asco ver dichas escenas por lo que sólo sacaba la lengua en gesto de disgusto y después se largaba a otro lugar prefiriendo jugar a seguir presenciando esa grotesca escena.
Más adelante, cuando él tenía alrededor de unos doce años y Ace ya estaba en los quince, lo había seguido hasta la ciudad pues últimamente estaba comportándose de una manera de lo más sospechosa. Su hermano había estado desapareciendo repentinamente de su vista y regresaba horas después, incluso se había esforzado por tomar caminos más largos y llenos de obstáculos para evitar que Luffy lo encontrara, pero cuando por fin pudo seguirle el rastro resultó que el pecoso había estado yendo a ver a una muchacha en las afueras de la ciudad de reino Goa. Allí encontró a Ace besándose y tocándose con una chica rubia, acto que le disgustó en gran medida a lo que el pecoso terminó por darle una paliza a su hermanito una vez que descubrió que estaba siendo observado. Sin embargo, esa misma noche el pecoso tomó en serio su papel como hermano mayor y le explicó en palabras simples lo que era un beso y por qué las personas lo hacían cosa que en su momento no prestó real atención pues le parecía un acto inútil.
»—Escucha, Luffy… —Había dicho Ace con tono muy serio— Nunca, nunca, pero nunca de los nuncas dejes que alguien te toque o te bese a menos que tú de verdad lo quieras y tampoco hagas eso con nadie a no ser que esa persona también esté de acuerdo— El tono de voz del pecoso sonaba tan severo que incluso Luffy recordaba eso— Los besos en la mejilla pueden ser dado por amigos, pero… Es importante que si vas a besar a alguien en los labios ambas partes estén de acuerdo y que sea con alguien que de verdad te guste.
—¿Alguien que me guste? —frunció el ceño confundido— Ace me gusta… ¡Pero no quiero besarlo! —sacó la lengua demostrando su disgusto ante la idea.
—Eso es diferente Luffy… Me quieres como hermano… Yo hablo de otro tipo de gustar —se rascó la cabeza intentando pensar en cómo explicarlo— Como Shanks y Makino —mencionó el pecoso— Shanks y Makino se quieren de forma especial así que por eso ellos se besan ¿Lo entiendes?
—Creo que sí.
—¡Bien! Y esto es muy importante Luffy así que presta atención —su rostro se oscureció de pronto— Si alguien se atreve a intentar besarte o tocarte de alguna manera que no te guste ¡Tienes absolutamente permitido patearle el trasero a ese maldito bastardo!«
«¿Patearle el trasero a Torao? ¿Tengo que hacerlo? ¿Esta es la situación de la que Ace me estaba intentando hablar en el pasado? ¡Pero no quiero patear a Torao!» pensó el monito al notar como el mayor se separaba del beso aún con un hilo de saliva uniéndolos.
—Tú… Tú… Tú… —empezó a balbucear mientras su rostro se ponía rojo cual remolacha e intentó retroceder, pero la mano del mayor se posó en su cintura nuevamente antes de que este hiciera nada— ¡Estás actuando muy raro! —gritó al momento que logró zafarse del agarre del contrario y se echó a correr siendo agarrado por la muñeca antes de que pudiera alejarse— ¡¿Qué?! —gritó completamente nervioso.
—Espera un momento —mencionó mientras se quitaba su largo abrigo emplumado y lo colocaba encima de los hombros del menor divirtiéndose porque el chiquillo casi parecía nadar en la prenda— Te lo regalo… Sé que dijiste que te desagradaba, pero…
—¿Por qué me lo das? —preguntó confundido mientras tocaba las plumas entreteniéndose con lo suaves que eran.
—¿No lo quieres?
Luffy se quedó unos momentos así, pensativo, al momento que observaba la prenda con mayor detenimiento. Pensándolo mejor no era tan fea, sólo la había detestado porque le había recordado al estúpido de Mingo, pero esta no era de ese horrible color rosa chillón así que podía ignorar la similitud. Además, el abrigo era acolchado, suave, calientito y era divertido usarlo como si fuera la capa de algún superhéroe.
—¡Sí! —asintió con la cabeza mientras empezaba a corretear con la capa de plumas, arrastrándola en el proceso por lo grande que le quedaba— ¡Es divertido! —sonrió entretenido— ¡Gracias Torao! — mencionó girándose a ver al mayor sólo para notar que este se encontraba nuevamente a escasos centímetros de su rostro— ¿Ahora que sucede? —preguntó con un suave rosa sobre sus mejillas.
—Antes de irme —soltó volviendo a besar al monito, solo que esta vez siendo uno rápido y superficial, aunque eso no lo detuvo de lamer los labios de este para finalmente separarse— Gracias por la comida —se burló mientras se limpiaba la boca con el pulgar, para al final cubrirle la cabeza completamente con el abrigo de plumas y cuando el menor se librero de este solo pudo descubrir que delante de él ya no había nadie.
—¿Eh? ¿Ahora a dónde se fue? —preguntó fastidiado solo para recordar lo que había pasado segundos antes y volver a sonrojarse mientras tocaba sus labios aún sin saber qué demonios debía de hacer ahora.
Mientras tanto, la mano derecha de Doflamingo se había quedado a observar al chiquillo desde el tejado de una casa divirtiéndose por lo encantador que se veía usando su abrigo y jugueteando con este cual niño chiquito sólo para después detenerse y poner ese rostro de extrema confusión que lo complació de sobremanera pues sin poder evitarlo, se sintió orgulloso por haber reclamado los labios del menor antes que nadie. Una vez que volvió a relamerse los labios recordando el sabor del chiquillo procedió a alejarse rumbo a la biblioteca para buscar aquel libro que su manzanita le comentó.
Unas dos horas después, alrededor de las 2:30 p.m., nuestro Trafalgar ya había salido del bosque. Estuvo observando las zonas cercanas a su punto de aparición y aparte de esas dichosas marcas en el piso había encontrado algunos rastros de que alguien había acampado en las zonas cercanas lo cual era evidente por las ramas amontonadas que mostraban que se había hecho una fogata, así como los restos de huesos de animal que encontró abandonados cerca de las orillas del mar.
—Maldición —murmuró por lo bajo mientras se dirigía hacia la sede para buscar al marine— Debí haber tomado más en serio las palabras de Mugiwara-ya —mencionó tras chasquear la lengua pues ahora estaba seguro de que sí había un tercer Trafalgar.
No tardó mucho en encontrar al hombre de blanco quien paseaba por las calles de la ciudad, al parecer estaba haciendo sus patrullas diarias. Tras soltar un largo suspiro se acercó a su contraparte quien no tardó en notarlo.
—¿Qué pasa Torao-kun? —preguntó el marine— ¿No estás con Luffy-ya?
—Tenemos que hablar —aseveró provocando que el contrario también se pusiera serio al notar que era algo importante.
Después de contarle lo que había encontrado en el bosque el marine pareció fruncir el ceño, pues poco a poco las cosas comenzaban a hilarse en su cerebro. Si había un tercer Law en la ciudad, lo lógico sería pensar que este último era probablemente el responsable de la destrucción de la fábrica hace dos noches. Ahora tenía un principal sospechoso, pero el problema es que seguía sin encontrar una causa aparente de por qué razón este tercer Trafalgar tendría interés en destruir una simple fábrica de plásticos.
—¿En qué carajo estás pensando? —refunfuñó el tatuado pues odiaba que lo dejaran de lado.
—¿Recuerdas que te mencioné sobre la destrucción de una fábrica la misma noche que Luffy-ya robó la tienda? —el contrario asintió con la cabeza— Empiezo a creer fuertemente que fue este tercer individuo, pero… Simplemente no logro entender por qué lo haría ya que este ni siquiera es su universo —analizó— No le beneficiaría en lo absoluto destruir ese lugar a no ser que… ¿Hay algo detrás de todo esto?
—Si es como nosotros, lógicamente debe de haber algo detrás de sus acciones… Siempre tenemos algo entre manos —mencionó mientras su expresión se endurecía.
—Y eso es lo que más me preocupa —suspiró el marine —Mi isla era tan pacífica ¿Por qué está pasando esto? —lloró por lo bajo.
—Como sea… Tenemos que buscar a ese tipo para saber sus intenciones. Seguramente también está buscando la manera de regresar a su mundo y aún no nos queda claro si es aliado o enemigo.
—¡¿Te preguntas eso después de que destruyó una fábrica?! —gritó exasperado— ¡Es obvio que está loco!
—¿Quieres tranquilizarte? Solo fue una estúpida fábrica vacía… Como sea, si tenemos el mismo objetivo tal vez pueda ayudarnos —mencionó rogando por cualquier maldita pista que lo ayudara a salir de ese lugar.
—¡No me digas que sólo fue una fábrica! ¡Pudo haber gente lastimada! —replicó ahora más disgustado— ¡Ustedes los piratas nunca se preocupan por las cosas que destrozan a su alrededor! ¡Son unos salvajes!
—¡Ja! —respondió sarcásticamente mientras ponía una expresión de aburrimiento— No me vengas a ladrar tus mierdas, maldito perro del gobierno… Bien sabemos que tu lado no es el mejor —endureció su mirada— La maldita marina está corrupta y rota por dentro, prefiero hacer mis propias reglas a tener que servir a un sistema corrupto, el cual sólo quiere hacerse pasar por la verdadera "justicia".
—¡Claro que sé que el sistema está corrupto! —se defendió— ¡Por eso pretendo cambiarlo desde adentro! ¡Yo elegí el camino recto en lugar del fácil!
—¡No me vengas a decir que mi camino fue fácil! —explotó furioso— ¡No sabes nada de mí!
—¡Y tú tampoco sabes nada de mí!
Mientras los dos empezaban a gruñir mutuamente, de repente se escuchó a lo lejos un canto bastante peculiar que era sencillo saber de dónde venía pues sólo había un tonto que podía ir por la vida tarareando el segundo verso de su canción en donde mencionaba a las islas del norte y por qué todos en dicho lugar eran idiotas.
Escuchar al menor fue suficiente para que ambos Trafalgar ignoraran su pelea a lo que después giraron su cabeza en dirección hacia donde provenía la voz sorprendiéndose de sobremanera con lo que sus ojos captaron. Allí, a mitad de la calle, el pequeño monito iba brincoteando feliz aun tarareando su canción mientras jugaba con una rama, pero lo bizarro de la escena no era eso, sino que el pequeño iba por la vida campante arrastrando ese gran abrigo de plumas negras posicionado firmemente sobre sus hombros.
«El abrigo de Rosinante… ¿Por qué mierda Luffy está usando el abrigo de Cora-san?» pensaron ambos hombres mientras sus rostros se desencajaban entre la confusión, el pánico y la nostalgia al mismo tiempo. No había forma humanamente posible en que el chiquillo pudiera haber tomado específicamente esa prenda de alguna tienda cercana… No… Además ¿Por qué escogería justamente eso entre todos los abrigos que pudo haber tomado? El menor nunca conoció a Rosinante, ni sabía de su existencia y una coincidencia tan enorme era obviamente una estupidez, no…. Esto era un mensaje directo para ambos hombres.
Era como si ese maldito bastardo hubiera anunciado a los cuatro vientos que él estaba en la isla desde el inicio y qué incluso había tenido que mostrarse por cuenta propia de forma descarada sólo para que vieran lo estúpidos y descuidados que podían ser al no haberse percatado antes de su presencia. Lo peor de hecho es que había establecido contacto a través de Luffy en ya dos ocasiones y esto no era una buena señal pues significaba que dicho individuo sabía lo que sentían por el menor por lo que lo había usado de cebo para hacer llegar su retorcido mensaje.
—¡Mugiwara-ya! —gritó el tatuado mientras corría hasta su lado casi aplastando al marine en el proceso quien seguía en shock— ¡¿Qué estás haciendo con eso puesto?! ¡¿Quién te lo dio?! ¡¿En dónde está ese bastardo?!
—¿Mmm? —exclamó extrañado mientras lo miraba como si estuviera loco— Pero si tú me lo diste.
«¿Esto de nuevo?» pensó exasperado pues creyó que el mensaje le había quedado claro al chiquillo cuando le dijo que no eran la misma persona, pero parecía ser que al final fue un idiota idealista al creer que Luffy podría ser capaz de entender una mierda.
—¡¿Olvidaste lo que te dije la ocasión pasada?! —gritó exasperado.
—¿La ocasión pasada? —preguntó mientras colocaba un rostro de confusión— ¿De qué hablas?
—La promesa que te hice…
—Promesa… —Luffy cerró sus ojos para recordar y después de unos cuantos segundos pudo darse cuenta de por qué su aliado estaba molesto— ¡Es cierto! ¡Me prometiste que tú no habías sido el del abrigo! —gritó por lo alto pues ahora se sentía estúpido por no haberse dado cuenta hasta ahora— Un momento… —pronunció por lo bajo ahora más intrigado— Si ese no eras tú… Entonces… Oh no… —susurró mientras colocaba su mano encima de su boca intentando asimilar toda la nueva información que conllevaba el saber que ese tipo no había sido su Torao— Debí hacerle caso a Ace —concluyó.
—¡Luffy-ya! —gritó el marine mientras tomaba al chiquillo por los hombros agitándolo con preocupación— ¿De dónde sacaste ese abrigo? ¿Qué pasó?
—Esto me lo dio… —se quedó pensando por una milésima de segundo, antes de finalmente contestar— ¡Toramingo! ¡Él me lo dio!
—¿Toramingo? —preguntó el marine mientras el tatuado sólo endurecía su mirada pues no le había pasado desapercibida la reacción anormal de su aliado que le indicaba que algo malo había pasado para que este mencionara a su hermano al final de la oración.
—¡Sip! ¡Toramingo dijo que me lo regalaba! —mencionó mientras daba una vuelta sobre su propio eje para modelar su atuendo— Pensé que estaría más molesto porque la vez pasada le dije que lucía idiota con esto puesto.
—¡¿Estaba usando esto desde la ocasión pasada?! ¡¿Por qué no lo mencionaste antes?! —explotó el tatuado logrando que el chiquillo se encogiera en su posición acto que molestó al hombre de blanco.
—¡No le grites a Luffy-ya! ¡No es su culpa!
— ¡Cierra la boca! ¡Esto es algo importante!
—Sí, y no resolverás nada perdiendo el control como lo estás haciendo —rodó los ojos con fastidio— Dios… Pensar que mi otra versión actúa como un niño irracional, hasta yo sé que a Luffy-ya le cuesta notar este tipo de detalles —mencionó mientras lo resguardaba entre sus brazos como mamá gallina protectora— Guarda tu rabia para el verdadero culpable en lugar de desquitarte con Luffy-ya— concluyó con un tono severo.
«Hijo de puta» pensó el capitán de los piratas de corazón, pues sabía que se estaba intentando hacer el salvador para quedar bien como Mugiwara-ya mientras él quedaba como el malo. Al ver dicha escena, todo el poco respeto que pudo haber tenido hacia el marine quien los había estado ayudando hasta el momento se perdió, pues nunca de los nunca aceptaría que alguien se tomara tantas confianzas con su aliado.
—¡¿Quieres soltarlo?! —escupió mientras jalaba a Luffy lejos del marine y ahora lo abrazaba él.
Mientras tanto el monito seguía observando la escena un tanto confundido. Podía notar que Torao estaba molesto, pero no debía estarlo tanto ya que ahora lo estaba abrazando ¿No es así? Podría seguir pensando en el asunto, pero la verdad estaba mucho más interesado en sentir el calor que le proporcionaba el cuerpo ajeno, por lo que, en lugar de quejarse se dedicó a girar su cuerpo para devolverle el abrazo a Law con mayor fervor, lo que descolocó al tatuado por unos segundos pues no se esperaba eso.
—Bastardo suertudo… —susurró el marine por lo bajo mientras se acuclillaba comenzando a hacer círculos con la tierra del piso.
—Mugiwara-ya —llamó el mayor mientras acariciaba el cabello del chiquillo, ya bastante más calmado por el abrazo recibido— ¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —preguntó una vez que el menor lo miró con esos enormes ojos chocolate que tanto le encantaban.
—Mmmm… —se quedó en silencio dudando en si debía o no contarle lo sucedido, cosa que descartó por el momento pues de alguna manera no quería que él se enterara— Nada… Sólo me dio el abrigo y después se fue porque dijo que estaba ocupado.
—¿Ocupado? —frunció el ceño— ¿Te mencionó a dónde iba?
—Mmm…. —se esforzó por recordar— ¡Ah sí! ¡Dijo que iría a la biblioteca!
—Debe estar buscando la forma de regresar igual que tú —agregó el marine una vez que se recompuso de su depresión.
—Pero de todas formas sabemos que ese camino no lo regresara a casa —respondió el tatuado, pensando en qué es lo que realmente quería hacer ese tipo, pues dudaba mucho que no se hubiera enterado ya de la situación con las frutas del diablo en aquel lugar— ¿En qué demonios estará pensando?
Luego de soltar aquella pregunta al aire, el capitán de los piratas de Corazón se quedó inmerso en sus pensamientos mientras dirigía su vista al cielo con un ligero toque de preocupación, todo esto mientras seguía siendo abrazado por Luffy.
—Bien, sé que tenemos que hablar de todo esto Torao-kun —comenzó a decir el marine, ya recuperado, el cual solo veía la escena delante de él con un poco de recelo— pero también tengo mucho papeleo atrasado debido a estar con ustedes por tres días seguidos así que tengo que irme al cuartel, tal vez los vea más tarde o incluso hasta mañana, así que los dejo par de tortolos enamorados.
—¿Qué? —aquellas palabras solo hicieron sonrojar al tatuado el cual solo volteo a ver como el otro se iba del lugar con una sonrisa traviesa dibujada en el rostro— ese maldito— murmuró por lo bajo— Oi Mugiwara…
Antes de que Trafalgar pudiera decir algo el estómago de Luffy gruñó fuertemente, lo cual distrajo al mayor quien solo pudo soltar un suspiro ante lo ocurrido. Si bien no era extraño que el menor tuviera hambre, a veces no dejaba de tomarlo por sorpresa lo mucho que este comía a pesar de tener ese cuerpo tan pequeño. Por lo que tras observarlo por unos segundos y gracias a lo fuerte que sonó aquel ruido no quedó más remedio que preguntarle si ya había comido algo.
—No, no lo hice —negó este con la cabeza— te estaba buscando para ir a desayunar juntos cuando me encontré con Toramingo, pero cuando desapareció estaba tan feliz porque pensé que Torao me había hecho un regalo que simplemente lo olvidé.
—¡¿No has comido nada?! —preguntó sorprendido.
—Nope.
Tal vez Law jamás lo admitiría, pero que Luffy haya olvidado comer por pensar en él le daba cierta felicidad indescriptible. Es decir, el chico sólo pensaba en comer la mayor parte del tiempo, así que no podía creer que se hubiera distraído tanto sólo porque pensó que le había dado un obsequio y tras analizarlo sólo podía pensar ¿Cuántas horas lleva sin comer? ¿Desde qué hora se despertó? ¿Cómo había logrado ignorar a su estómago por tanto tiempo?
Debían dirigirse al cuartel a comer pues al tatuado no le gustaba saber que su niño estuviera con el estómago vacío. Luffy celebró dicha acción y comenzó a seguir al mayor al comedor de la base, no sabía si los cocineros se molestarían por llegar a destiempo, pero sinceramente tampoco le importaba del todo aquello, mientras él fuera feliz no le importaba otra cosa.
—Por cierto, Mugiwara-ya —mencionó el tatuado un tanto receloso mientras miraba al menor de reojo— ¿Cuánto tiempo piensas llevar "eso" puesto? —preguntó mientras le temblaba una ceja por el evidente enojo que empezaba a sentir— Creí que habías dicho que era un abrigo estúpido.
—Sí, lo era —respondió sinceramente sin notar la molestia en la voz del mayor— Pero ya no lo es… Pensé que era estúpido porque me recordaba a Mingo, pero ahora que lo usé veo que es muy calientito shishishi —sonrió dulcemente— Además, se siente como si fuera un héroe patrullando la ciudad —comenzó a balancear su cuerpo de un lado a otro mientras daba aquella afirmación— ¿Verdad que es genial?
—No, no lo es —respondió más irritado pues ciertamente ese abrigo representaba un montón de recuerdos dolorosos para Law— Quítatelo —exigió sabiendo que tampoco le gustaba saber que esa cosa se lo había dado un sujeto extraño con dudosas intenciones.
—¡No! —respondió mientras fruncía el ceño.
—¿Qué?
—Es suave y me hace lucir genial ¿Por qué me lo quitaría? —le restó importancia— Además fue un regalo, Nami dice que debes apreciar los regalos que te hacen.
—¡Pero ni siquiera conoces a ese sujeto! ¡Pensé que habías dicho que te gusto porque pensaste que YO te lo había dado! —gritó celoso sin detenerse a pensar en lo que andaba diciendo.
—Estaría más feliz si Torao me lo hubiera dado, pero… Es lo más similar que tengo a un regalo tuyo ¿No? —mencionó sin percatarse que sus palabras le dolían un poco al tatuado— Es decir… Nunca me has regalado nada.
—Tú tampoco me has dado nada —se defendió.
—¡Cierto! —respondió impresionado— Como sea… Nami siempre me dice que usar las cosas que te obsequian es una forma de demostrar agradecimiento así que… Me lo quedaré un rato más.
—¿Le agradeces? ¿Le agradeces por darte un abrigo que considerabas feo?
—Mmmm… No lo sé —se encogió de hombros— Toramingo es extraño y hace cosas aún más molestas —mencionó recordando lo ocurrido una vez más— Así que no entiendo por qué me regalaría algo cuando ni siquiera tú lo has hecho… Bueno, me has dado comida, pero nada que pueda usar… ¡Incluso Torarine también nos regaló ropa! —recordó— Como sea… No me gusta despreciar los obsequios que me dan.
Law ya no contestó nada más pero no pudo evitar sentirse herido con toda esa situación. Entendía que para Luffy no significaba gran cosa utilizar algo que le habían obsequiado, pues era su forma de demostrar lo humilde que era y que apreciaba cuando las personas hacían cualquier mínima consideración hacia su persona, pero por otra parte también le lastimaba saber que Luffy sentía que él no le había dado nada, cuando muchas veces en el pasado se había dedicado a cumplirle varios de sus caprichos egoístas, lo cual a su parecer, era mucho menos valioso para Luffy que un simple regalo realizado por dos sujetos que apenas si había conocido.
Sí…. Luffy jamás había dicho que no apreciaba lo que Law hizo por él hasta ahora… Pero así se sintió y el capitán de los piratas de corazón era en realidad mucho más sensible de lo que aparentaba por lo que esa espinita de dolor seguiría clavada por un tiempo considerable.
Después de su calmada comida, los dos "viajeros" comenzaron a dar un paseo por los alrededores al, literalmente, no poder hacer nada más que esperar a que el marine les diera noticias sobre la estúpida enciclopedia de las frutas del diablo. Law odiaba esperar y fungir como espectador, pero realmente ya no podía hacer nada hasta no saber de cual estúpida fruta se trataba, lo cual realmente lo molestaba, pero al menos podría disfrutar un poco de pasar un rato con Mugiwara-ya a solas.
Y mientras Trafalgar se encontraba tranquilo y pensativo, Luffy estaba corriendo de un lado a otro, siempre intentando llamar la atención del más alto, el cual solo sonreía ligeramente ante esto, intentando ignorar la conversación de hace rato, pero de un momento a otro la voz de Luffy llamando a su otro yo lo termino sacando de sus pensamientos
—Oh mira Torao, ¡Es Torarine! —le dijo a su aliado para en seguida soltar un grito con la intención de que el antes mencionado, mientras agitaba el brazo para que lo enfocara más rápido— ¡Ooooi! ¡Torarine! ¡Por aquí!
El de ropas blancas volteo en dirección a la voz del de rojo y sonrió al verlo, realmente le parecía algo lindo las actitudes del joven y entendía por esto como era tan fácil que la gente se encariñara con este, mientras analizaba a su acompañante el cual lo veía con cierta molestia y tras soltar una risita entre dientes se acercó hacia estos sin más.
—¿Qué sucede Luffy-ya? —pregunto una vez estuvo lo suficiente cerca— ¿Necesitabas algo?
—No, solo te vi y pensé que podríamos pasar otro rato juntos.
—¿Qué haces aquí de nuevo? ¿No se supone que tenías papeleo pendiente? —reprocho el de gorro moteado con molestia, pues pensaba que ya se habría deshecho de ese payaso por al menos el resto del día, pero no, ahora este estaba ahí nuevamente.
—Claro, tengo algo de papeleo que llenar —comenzó a decir con tranquilidad— pero también tengo que patrullar de vez en cuando la ciudad, hay un loco suelto por ahí, ¿Lo olvidas?
Ante estas palabras el tatuado solo chasqueo la lengua y rodó los ojos con fastidio, resignándose a que tendría que pasar tiempo nuevamente con ese pesado de su otro yo, pero sin saber del todo en qué momento y tras un leve atisbo de distracción Luffy y ese idiota ya se habían adelantado bastante y ahora estaban charlando alegremente, por lo que comenzó a seguirlos ahora más irritado.
—Oye Luffy-ya —comenzó a hablar el marine al ver qué Torao se había quedado atrás— ¿Te parece bien si nos vemos hoy en la noche? —susurró sabiendo que su otro yo estaba lo suficientemente lejos como para escuchar su conversación.
—¿Eh? ¿Otra vez?
—Si —respondió— hay algo que quiero hablar contigo nuevamente, ¿Está bien si nos vemos en el mismo lugar a la misma hora?
—Supongo que está bien —confirmó Luffy con una sonrisa.
—No le digas a Torao-kun… Ya sabes que no le agrado demasiado —rio por lo bajo.
—Mmmm… Claro —se encogió de hombros.
—Oi Mugiwara-ya ¿Por qué me dejaste atrás? —reclamó su aliado un poco molesto.
—Lo siento —respondió para luego reírse — ¡Es que quería saludar a Torarine!
Antes de que comenzara otra pelea de pareja, el hombre de blanco se adelantó, pues no mentía cuando dijo estar ocupado.
—Bueno chicos, realmente me gustaría seguir charlando, pero aún tengo cosas que hacer así que los dejo solos —dijo este para inmediatamente dar media vuelta y marcharse del lugar.
Continuará…
