Dieciocho.
Esmeralda.
Vaya, qué ironía. Tantos y tantos años de querer conocer a Taro Misaki para que al final me saliera con esto...
El Hombre se la ha pasado diciéndome que Taro no me merece, que si se deja llevar por las apariencias y prejuzga sin conocer todos los hechos, entonces no vale la pena.
Pero yo lo amo. Y eso no lo puedo evitar.
Sin embargo, siempre hay una recompensa para aquellos que no tienen nada que temer...
Una tarde, el Hombre me pidió que lo acompañara a tomar un café junto con un viejo amigo suyo. Tal parecía que el hijo menor de tal señor venía de visita a Francia y el Hombre deseaba que yo le hiciera compañía. Qué mas daba, después de todo juré que ningún hombre me volvería a enamorar.
Francois era encantador, debo reconocerlo. Era más o menos de mi misma edad y era un abogado exitoso, por no mencionar que era galante, cortés y todo un caballero. Y poseía una gran fortuna, según me recalcó mi padre en voz baja. Como diría Lily: hello con su hello...
Mi padre me había dicho que Esmeralda La Salle era una mujer hermosa.- me dijo en cierto momento Francois.- Pero me mintió: no eres hermosa. Eres bellísima.
Gracias.- sonreí levemente. Ese tipo de comentarios ya no despertaban ninguna emoción en mí.
Nos encontrábamos en un puente sobre el río Sena. Nuestros padres se habían quedado tomando el café en un sitio cercano para "hablar de negocios". Bien que sé que estaban planeando el casarnos muy pronto...
¿Por qué tengo la impresión de que no termino de agradarte, Esmeralda?.- preguntó Francois al notar mi silencio.- Por más que intento tal parece ser que no consigo acercarme a ti.
Lo siento, Francois.- respondí.- Realmente me pareces un hombre encantador pero mi corazón no tiene sitio para nadie más, porque siempre estará ocupado por un solo hombre...
Entiendo.- murmuró Francois.- Solo espero que él consiga hacerte feliz...
Lo dudo mucho.- suspiré.- Ya no desea ni siquiera verme...
La bufanda que traía alrededor del cuello se escapó, impulsada por el viento. Yo corrí tras ella, dejando a Francois parado a mitad del puente. Y de pronto, la prenda fue atrapada por una ágil mano que le pertenecía a alguien a quien no esperaba encontrarme...
¿Perdió su bufanda, señorita?.- Taro Misaki me sonreía al tiempo que sostenía mi bufanda.
Yo me quedé paralizada a pocos metros de él.
Gracias.- dije, al tiempo que le arrebataba mi bufanda.- Le estoy agradecida.
Y me di la vuelta. Ey, es cierto que amo a Taro, pero tengo mi orgullo.
¡Esmeralda, espera, por favor!.- gritó Taro.- ¡Tengo que hablar contigo!
¡No tengo nada que hablar contigo!.- grité.- ¡Lárgate de mi vista!
No, por favor, no te vayas.- Taro llegó hasta mí, me tomó por el brazo y me hizo girar para quedar frente a él.
Ninguno de los dos dijo nada. El simple hecho de mirarnos a los ojos fue suficiente.
¡Esmeralda!.- gritó el Hombre, en ese momento.- ¿Qué estás haciendo con ese hombre?
Taro y yo volteamos, sorprendidos. Mi padre nos miraba a ambos con severidad.
Taro.
Esmeralda. Ojalá puedas perdonarme por lo idiota que he sido...
Cuando la vi venir hacia mí, corriendo tras de su bufanda con su cabello rizado y negro ondulando al viento, supe que ella sería la mujer con quien yo pasaría el resto de mi vida...
Por supuesto, las cosas no resultarían así de fáciles. Pero no me importaba, mientras ella me diera una oportunidad, los demás podían decir misa.
Aléjate de ese hombre, Esmeralda.- exigió el Hombre.- Bien sabes que no es digno de ti.
Esmeralda miró a su padre y después a mí. Y vi que me haría las cosas difíciles, por lo menos al principio.
Gracias por agarrar mi bufanda.- dijo Esmeralda.- Adiós.
Yo sé que tú no te quieres ir.- le dije, deteniéndola por el brazo.- Sé que tú me quieres...
Eso era antes, cuando creí que confiabas en mí.- replicó Esmeralda, con la misma terquedad que yo había visto tantas veces en Lily.- Pero ahora... Ya no estoy segura.
Y lo vi. A un lado de el Hombre, había otro muchacho que miraba a Esmeralda con una extraña mezcla de desilusión y esperanza en los ojos.
- Vámonos Francois.- dijo Esmeralda, tomando al joven por el brazo.- No perdamos más el tiempo.
Me di cuenta de que Esmeralda y Lily habían sido cortadas más o menos con el mismo patrón. Yo no sé cómo rayos le hizo Wakabayashi para hacer que la segunda cayera a sus pies... Y de pronto me di cuenta: tendría que actuar como él si quería recuperar a Esmeralda. Aunque al mismo tiempo, tendría que seguir siendo yo mismo.
Les rois du monde vivent au sommet
Ils ont la plus belle vue mais y´a un mais
Ils ne savent pas ce qu´on pense d´eux en bas
Ils ne savent pas qui´ici c´est nous les rois.
Comencé a cantar la canción favorita de Esmeralda, Les Rois du Monde, de Romeo y Julieta (obra de William Shakespeare), el espectáculo musical producido hacía varios años por Gerard Presgurvic.
Y por supuesto, Esmeralda se detuvo.
Les rois du monde font tout ce qui´ils veulent
Ils ont du monde autour d´eux mais ils sont seuls
Dans leurs chateaux lá-haut, ils s´ennuient
Pendant qu´en bas nous on danse toute la nuit.
El Hombre y Francois me miraron sin comprender. Pero Esmeralda sí que lo hizo.
Te amo, Esmeralda la Salle.- dije.- Soy un idiota por haber dudado de ti. Lo que dice tu padre es cierto: no soy digno de tu amor, pero si me das otra oportunidad juro que pasaré el resto de mi vida demostrándote que nadie te podrá amar más que yo.
Esmeralda, ya vámonos.- exigió el Hombre.- Ese muchacho está loco.
Lo siento, padre.- Esmeralda sonrió con beatitud.- Pero yo amo a ese joven, con todo y lo loco que es.
Esmeralda corrió, mejor dicho, saltó a mis brazos. Yo la atrapé. Y como era de esperarse, nos besamos.
¿Cómo supiste que el Hombre es mi padre?.- inquirió Esmeralda, cuando nos separamos.
Lily me lo dijo.- respondí.
Ya lo sabía.- murmuró Esmeralda.- Vieja chismosa...
Nous on fait l´amour on vit la vie
Jour après jour niut après nuit…
Se los dije. La vida sí nos da la oportunidad de encontrar al amor verdadero. Solo es cuestión que uno mismo no le ponga tantos peros al asunto.
Saki.
Mi destino: La Eterna Soledad...
Pero... ¿Será cierto eso?
Para variar y como toda la vida, yo era la única que permanecía soltera. Lily-chan y Wakabayashi-kun corrían el riesgo de volverse diabéticos de tanta miel que derramaban. Tsubasa-kun y Sanae por fin habían encontrado la estabilidad en su matrimonio. Misaki-kun al fin había dejado atrás su temor a enamorarse y ahora estaba más que dispuesto a encontrar la felicidad al lado de Esmeralda La Salle. Azumi... Bueno, ella ya había encontrado quien estuviera dispuesto a darlo todo por ella. Y yo... Pues yo iba a recibir una sorpresa...
No entendía el por qué Shinji se quedó conmigo en Francia. Yo tenía entendido que él estaba por escribir un nuevo libro y que había ido a Barcelona para conocer ciertos detalles sobre la ciudad. Pero el tiempo pasaba y él seguía a mi lado, en París.
¿Cuándo piensas regresar a Barcelona?.- le pregunté a Shinji, una tarde.- No es que te esté corriendo de París, pero creí que tenías un libro pendiente.
Todo depende.- respondió Shinji, encogiéndose de hombros.
¿De qué depende?
De cuando quieras tú regresar.
¿Y si yo decido no regresar?.- inquirí.
¿No lo harás?.- Shinji se sorprendió.
Quizás no. Estaba planeando el volver a Colombia.- respondí.
Y era verdad. Había pasado mucho tiempo alejada del país que me vio nacer.
Entonces... Creo que nunca más volveré a Barcelona... .- susurró Shinji.
¿Y tu libro?.- ahora era yo la sorprendida.
Quizás ya no lo escriba... .- Shinji se puso más callado que de costumbre.
¿Pero por qué? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
La verdad es que... Saki-chan, yo fui a Barcelona con el único propósito de encontrarte. Lo del libro fue mi pretexto.
¿Qué dices? ¿A buscarme?
Sí. Es que... Últimamente he sentido que la inspiración amenaza con abandonarme y recordé cuando estábamos juntos y yo podía escribir con mucha facilidad. Fue por eso que decidí buscarte, para tratar de comprender qué era lo que había perdido... Y entonces me di cuenta...
Shinji me miró de una manera en como nunca antes lo había hecho. Yo me puse roja como la granada, muy en contra de mis deseos.
Me di cuenta de que tú eres mi fuente de inspiración, Saki-chan.- continuó mi querido Shinji.- Desde que nos separamos mi vida no ha sido la misma... Y nunca más lo volverá a ser si no vuelvo a estar contigo... Te amo, Saki Aiza...
¡Amor! ¡No es tan difícil encontrarlo! Solo es cuestión de tener esperanza... Y de no ser tan ciego...
Shinji y yo nos fundimos en un abrazo que culminó en un beso que selló nuestra promesa de amor eterno. Y supe que esta vez no sería una mentira...
Azumi.
Y soy la última en hablar. Pero no por eso soy la menos feliz. Después de estar suspirando sin sentido por un idiota que no vale la pena, pude darme cuenta de que a mi lado estaba un chico que, si bien me fastidiaba a cada rato, lo hacía por llamar mi atención... Porque me ama...
Maurice fue despedido. El entrenador dijo que no quería tener en el equipo a nadie como él e incluso me ofreció disculpas por no haberse dado cuenta antes de que Maurice se estaba comportando como un patán conmigo. Por supuesto, a mí no me importó, ya que el simple hecho de que alguien hubiese puesto en su sitio a Maurice había sido un gran logro en mi favor...
Y por supuesto, no podía dejar de pensar en ese alguien... Jean... Ni en el beso que me dio...
Quizás hay un momento en nuestras vidas en el cual, por buscar algo que perdimos casi terminamos por perder algo que encontramos. Y eso estuvo por pasarme a mí...
Jean prácticamente me ignoró a partir de ese beso. Cada vez que yo intentaba acercármele a él, Jean se marchaba con cualquier pretexto idiota. Y eso me estaba desesperando.
Pero un día, mi buena amiga Esmeralda La Salle arregló las cosas... (Jeje, ahora somos grandes amigas, así como Sanae y Lily también lo son).
Azumi, ¿vienes con nosotros a tomar un café?.- me preguntó Taro al final de un entrenamiento, al tiempo que tomaba a Esmeralda de la mano.
No, gracias.- repuse.- Tres son multitud.
Pero no me gustaría que te fueras sola... .- murmuró Taro.- Se está haciendo de noche...
No te preocupes, no creo que me pase nada.- me encogí de hombros.- Además, conozco tan bien esta ciudad como tú.
De todas maneras no es prudente que te vayas sola.- Tarito le dirigió una mirada acusadora a Jean.- Oye, Lacoste, ¿no puedes acompañarla?
No creo que ella quiera mi compañía.- repuso Jean, secamente.
Ya deja de comportarte como un baboso cualquiera, Lacoste.- lo regañó Esmeralda, en ese momento.- Bien que te mueres por estar con Azumi (la primera vez que ella me llamó por mi nombre) pero eres tan mula engreído como todos los hombres que no lo quieres reconocer.
No te metas en donde... .- protestó Jean, pero Esmeralda no lo dejó acabar.
Ya cállate y deja de ser tan zopenco. Acompaña a Azumi y no pongas más peros.
Y dicho esto, Esmeralda se marchó, llevándose a un sorprendido Taro con ella.
Vámonos pues, que se hace tarde.- refunfuñó Jean, mirándome de reojo.
No quiero que me acompañes por obligación.- protesté.
Mira, tú también deja de hacerle al cuento, si bien que sabes que en realidad sí me muero por estar contigo.
No respondí. Jean tomó mi mochila y comenzó a caminar. Yo lo seguí.
Lo único que quisiera es saber si algún día me podrás mirar a mí de la misma manera en como mirabas a Evans.- murmuró Jean, después de un rato.
Jean, tengo que ser sincera contigo.- dije, respirando hondo.- Debo reconocer que sí estuve enamorada de Maurice, hace mucho tiempo, pero hace mucho tiempo también que dejé de quererlo. Lo de ahora era solo... Obsesión...
Uhm... .- gruñó Jean.
Y no me hubiera dado cuenta si tú... Si tú no me hubieras defendido como lo hiciste...
Uhm...
Jean, debo ser sincera contigo, y te mentiría si te dijera que estoy enamorada de ti... Porque no lo estoy.
Ya lo sabía... .- repuso Jean, con tristeza.
Pero... La verdad es que me gustas mucho... Y sí podría llegar a enamorarme de ti... .- susurré.
Ante esta declaración, Jean se detuvo y me miró fijamente.
¿Estás segura?.- me preguntó, esperanzado.
Completamente.- sonreí.
Y comenzó a llover. Pero ni a Jean ni a mí nos importó.
Porque bien sabíamos que detrás de la tormenta... Siempre viene la calma...
Y ahora, después de tanto tiempo...
Tsubasa y Sanae.
De tanto dolor y sufrimiento...
Saki y Shinji.
De tanto esperar...
Taro y Esmeralda.
De tantas dudas y secretos...
Lily y Genzo.
De tantos celos y rencores...
Azumi y Jean.
Podemos decir que siempre hay que tener...
Todos.
Cuidado con el Amor...
Porque no sabes en qué momento te atrapará...
Fin.
Notas:
Bueno, pues nada más comentaré que no me nació hacer que Azumi se enamorara de Jean de la noche a la mañana, más cuando se supone que ella estaba enamorada de Maurice. Y por cierto... La historia de Azumi va dedicada a mi amiga y compañera de trabajo Loneliness... Sinceramente, espero que algún día encuentres a Jean -
