Por enésima vez... perdón por mi demora... pero aca les dejo un nuevo episodio...
Capítulo anterior...
Entornando sus ojos, concentro su atención en ver a los mensajeros del otro mundo, que intentaban arrebatarle lo que más quería en el mundo... Agitó su espada, en busca del milagro de la vida... evaporando los seres profanos, del cuerpo de su amada...
Sin embargo, ellos continuaban apareciendo... Los eliminó una y otra y otra vez... Pero el anhelado milagro... no se manifestó...
Sesshomaru, que sólo conoció innumerables victorias... cayo de rodillas... cargando con la más dolorosa y amarga derrota...
- Por primera vez... todo mi ser anhela arrancar de la muerte... la vida más valiosa... – murmuró con un profundo sufrimiento, derramando una lágrima, la primera, en toda su vida... Luego... todo permaneció en silencio...
Capítulo 17: Los planes de Naraku ...
Finalmente Sesshomaru se puso de pie, y los chicos notaron con extrañeza que su rostro volvió a ser una máscara de granito, su mirada, quizás más fría que nunca... no rebelaba el menor sentimiento... Les dio la espalda y comenzó a alejarse, dejando su espada Tenseiga, junto al cuerpo de Ryutzuki...
- Sesshomaru!... – lo llamó Inuyasha tomando a Colmillo Sagrado y corriendo hacia su hermano... Se posicionó frente a él evitando que se marchara – Acaso ya te diste por vencido...?... Ni siquiera volverás a intentarlo? – preguntó con rudeza, ofreciéndole la espada... Sesshomaru sólo le dirigió una mirada asesina, y continuó avanzando, pero nuevamente Inuyasha le impidió continuar...
- Quítate... – ordenó con voz grave y amenazante...
- No lo haré... Se supone que amas a esa mujer!... Cómo puedes dejarla morir tan fácilmente... Nuestro padre te legó una grandiosa espada capaz de devolver la vida... – reclamó con terquedad... Sesshomaru repentinamente le arrebató la espada con violencia...
- Esta espada no sirve para nada! – rugió lanzándola con furia... Luego tomó a Inuyasha por el cuello, quitándolo de su camino con una fuerza brutal...
- Inuyasha! – gritó Ahome corriendo hacia el hanyou, que se encontraba tirado en el suelo...
- Ese idiota... – murmuró con decepción y rabia – Acaso no le importa!
- Si le importa Inuyasha... – contradijo Ahome con suavidad, viendo la figura del youkai que se perdía en el horizonte... – En este momento nadie podría sufrir más que él...
- No comprendo... por que ha muerto, a pesar de no haber sufrido una herida de importancia... – comentó Miroku apenado y confundido... observando el cuerpo de la joven...
- Tal vez él le inyectó veneno... – contestó Sango secando sus lágrimas
- No estoy segura, pero no creo que sea eso... – dijo Ahome
- Inuyasha... puedes intentarlo?... – preguntó Shippo, trayendo consigo a Colmillo Sagrado, ofreciéndoselo al hanyou...
- Por favor, joven Inuyasha, tal vez usted si lo logre... – suplicó Keiko...
- Sí... tal vez usted si pueda... – agregó Rin... Ah y Uhn, pareció sumarse a la súplica al emitir un lastimero rugido...
- Yo?... – murmuró Inuyasha dudoso... – Supongo que nada perdemos con intentarlo...
- No lo conseguirás... – murmuró una voz grave...
Todos miraron a su alrededor sin saber de quien o de donde provenía esa voz... Repentinamente una intensa luz se reveló ante todos, mitigó su intensidad dejando ver la silueta a un imponente dragón, cuya apariencia inspiraba respeto, emanando sabiduría y poder...
- Esa espada no logrará traerla a la vida... – informó el dragón
- Y se puede saber quién demonios eres tú para decir eso! – preguntó Inuyasha con su acostumbrada rudeza... Recibiendo un codazo de advertencia por parte de Ahome...
- Perdón... quién es usted..? – preguntó Miroku con cuidado...
- Soy Ryuujouten... el patriarca del Clan del Dragón Adalid... – contestó el dragón – Ryutzuki lleva mi sangre... Ella es la última descendiente de nuestra milenaria estirpe...
- Y usted podría revivirla?... – preguntó Keiko con timidez
- No... – contestó dureza... – Su muerte era algo inevitable... y ella siempre estuvo consiente de ello...
- Quiere decir... que ella sabia que moriría? – preguntó Ahome sorprendida
- Así es... – contestó – El precio de invocar Batsu-Eien Tenjin... es sacrificar toda la energía del alma... y morir...
- Pero... por qué?... Es que acaso no había otra forma de derrotar a Ryukutzen? – preguntó Ahome desconcertada
- La muerte instantánea jamás podría llamarse castigo!... – contestó con severidad... – Él debía ser condenado a pagar sus culpas... por siempre... Y Ryutzuki decidió juzgarlo, pagando el precio de convertirse en verdugo...
- Que cruel... – musito Ahome – Ella no merecía morir... y mucho menos después de saber que Sesshomaru no era el culpable de lo que sucedió en el pasado... No es justo! – añadió con rabia, apretando los puños y llorando al ver a su amiga...
- Conoció la verdad demasiado tarde... – comentó Sango acercándose a Ahome...
- Pero ella siempre supo que moriría... aún así... no acabó con Sesshomaru – comentó Inuyasha...
- Nunca lo habría ello... – dijo Ahome...
- Eh?... Y por qué no... si no sabia la verdad...? – preguntó alzando una ceja confundido
- Ah... – suspiró Miroku... con desgano – Olvídalo...
- Pero díganos... Porqué Colmillo Sagrado no pudo revivirla...? – preguntó Ahome
- Por que su alma ya no posee energía vital... Su alma esta seca y envuelta en oscuridad, a un paso de emprender un viaje sin retorno... hacia el infierno... – informó
- Qué? – exclamaron todos...
- No es posible... ella no puede sufrir un destino tan cruel! – negó Ahome
- Cual es el sentido de padecer el mismo destino que el pecador...? – agregó Miroku molesto...
- Pero en qué estaba pensando esa mujer al aceptar un trato tan estúpido? – gruñó Inuyasha, con un inconfundible rastro de tristeza...
- Sólo hay una oportunidad... no es así?... – murmuró Keiko... llamando la atención del grupo... quienes la observaron con sorpresa y sumamente extrañados por sus palabras, más aún cuando Ryuujouten, asintió mirando a la niña fijamente...
- Así es... – murmuró el dragón...
En otro lugar, Kagura hacía entrega del fragmento a Naraku, quien lo vio con plena satisfacción...
- Jajaja – rió con perversidad... – Muy buen trabajo... Sólo dos más... y mis deseos serán concedidos... Debo admitir que sin la inocente ayuda de Ryukutzen... esto no habría sido tan divertido...
- Ese idiota de Inuyasha... Supongo que te habrás dado cuenta de que ha incrementado sus poderes... – comentó Hakudoshi, desde dentro de su esfera de energía, mientras se regeneraba su cuerpo... – Crees que podrá causarte algún problema?...
- Inuyasha? – preguntó Naraku con ironía... – Por supuesto que no... Además... le tengo preparada una sorpresa... muy especial... como en los viejos tiempo... Jajajajaja
- De qué demonios hablas niña! – preguntó Inuyasha molesto...
Keiko, ignoró la pregunta de Inuyasha, y se dirigió hacia Ahome, quien la miraba parpadeando constantemente, sin comprender su actitud...
- Señorita Ahome... – dijo la pequeña mirándola con seriedad – Sólo usted puede ayudar a la Señorita Ryutzuki...
- Qué? – exclamó Ahome abriendo los ojos con incredulidad... – Pe..pe..pe..ro.. commo?
- Con tu gran Poder Sagrado... Ese poder que descansa en tu interior... – contestó el dragón observando la cara asombrada de Ahome... – Algún día emergerá desde lo profundo de tu alma... cuando realmente lo necesites... Ese es tu destino... Tu decidirás cuando... y de qué forma utilizarlo... – informó el dragón... – Abraza el alma de Ryutzuki... envuélvela con tu pureza y energía vital... Eres la única que puede ayudarle...
- Pero cómo puedo hacer eso? – preguntó la sacerdotisa
- Señorita Ahome, tome la mano de la Señorita Ryutzuki – indicó la niña, arrodillándose junto a la youkai sujetando su mano izquierda. Ahome la imitó y tomo la mano derecha – Cierre los ojos y concéntrese...
- Sí... – asintió Ahome
Sus almas parecieron desprenderse del interior de cada una se sumergieron en el interior de la conciencia de Ryutzuki... Sus cuerpos aparecieron en un lugar oscuro, resplandecían, contrarrestando la negrura de lo que parecía ser una cueva...
- En dónde estamos?... – preguntó Ahome con nerviosismo
- En el límite del infierno... – contestó la pequeña adentrándose en la cueva...
A medida que avanzaban una tenue luz comenzaba a divisarse al final del camino, Ahome sentía escalofríos, soltó una ligera exclamación al notar unas tétricas figuras, sombras que deambulaban por las paredes de la cueva, parecían querer salir de allí para tocarlas...
- Mire, Señorita Ahome – dijo la niña indicando la figura de la youkai
Ryutzuki que se encontraba con el cuerpo completamente envuelto en gruesas cadenas, además con los de pies y brazos atados... Las figuras demoniacas, danzaban a su alrededor, como si invocaran un poder infernal, como preludio de un viaje sin retorno hacia el infierno...
Keiko tomó la mano de Ahome, y continuó avanzando... Las figuras al darse cuenta de la presencia de las jóvenes, intentaron atacarlas...
- Qué demonios esta pasando? – preguntó Inuyasha al escuchar la exclamación de temor de Ahome, intentó acercarse a ella, pero fue detenido por Miroku...
- Espera Inuyasha... – le pidió Miroku tomándolo del brazo para impedirle interrumpirlas... – Creo que es mejor esperar un poco más...
- Maldición... – masculló con molestia, pero se mantuvo en su lugar...
Dos de los espectros se desintegraron al intentar acercarse a ellas... Ahome miró sorprendida la extraña reacción, pero rápidamente se percató de que ambas estaban siendo envueltas por una poderosa energía... No estaba segura de donde provenía, pero estaba casi segura que la pequeña Keiko era la responsable...
El resto de las sombras, optaron por mantenerse a una distancia segura del campo sagrado que las protegía, por lo que Ahome y Keiko, avanzaron sin dificultad hacia la joven youkai...
La sacerdotisa lanzó una exclamación al percatarse de que el cuerpo de Ryutzuki estaba completamente oscurecido... Tanto que casi parecía una de las sombras diabólicas que la rodeaban...
- Porqué su cuerpo tiene ese aspecto..? – preguntó Ahome
- Ese no es su cuerpo físico... Es su alma... – explicó Keiko... – Se encuentra capturada por la maldad y la oscuridad, a punto de ser llevada al infierno...
- Qué?... Pero ahora que haremos, de qué forma podremos evitarlo? – preguntó Ahome...
- Debe acercarse a ella, y brindarle la calidez y pureza de su alma, Señorita Ahome... Comparta su energía vital con ella...
- Entiendo... – murmuró Ahome... "Al menos eso creo..." penso vacilante...
Keiko permaneció tras ella evitando que las sombras se acerquen, mientras Ahome se dirigía a Ryutzuki... Era algo más difícil de lo que imaginó, ya que una poderosa energía maligna que rodeaba a la youkai, le impedía avanzar, e intentaba rodearla a ella también...
"No me voy a dejar vencer...!... Ayudaré a Ryutzuki!", pensó con determinación, emanando una grandiosa esencia sagrada, escudándola de las energías malignas...
Ya frente a frente con la youkai, cerró los ojos concentrando su energía espiritual, unió sus manos dejándola fluir a través de ellas... Se acercó aún más a Ryutzuki, notando que las cadenas poco a poco cedían a su poder espiritual... y se desintegraban con su contacto... Al ser liberada de ellas Ryutzuki cayó arrodillada, Ahome se apresuró a acercarse a ella y se inclinó, aún no recuperaba el conocimiento y su cuerpo todavía se encontraba envuelto por la oscuridad... "Y ahora que hago...", pensó Ahome... Sintiéndose impotente, una lágrima se deslizó por su mejilla, y se abrazó al cuerpo de la joven youkai...
- Por favor Ryutzuki... No debes darte por vencida... Aún tienes mucho porque vivir... Tu vida es demasiado valiosa... Sobre todo para Sesshomaru... – le suplicó, mientras ambas eran envueltas por la luz sagrada...
"Es tan cálido...", pensó Ryutzuki sintiéndose transportada desde el fondo de un frío y obscuro abismo hacia un lugar lleno de luz, que le brindaba paz y calidez a su corazón...
- Se...ssho..maru... – musitó Ryutzuki con debilidad, abriendo sus ojos con lentitud...
Ahome se sintió feliz al escucharla... y la estrechó con más fuerza... La luz sagrada se intensificó... Y luego se desvaneció en un segundo... Ahome abrió los ojos con brusquedad, encontrándose nuevamente en el suelo sosteniendo la mano de Ryutzuki y rodeada de sus amigos...
- Qué sucedió Ahome...? – indagó Inuyasha, preocupado por la desorientación de Ahome...
- No estoy segura... – contestó con dificultad...
- La señorita Ryutzuki, sigue inconsciente... – comentó Miroku con decepción...
- Pero, nosotras logramos llegar con ella y yo... yo la sentí... Sentí la calidez de su alma al llenarse de luz y de vida... – murmuró Ahome confundida, mirando sus manos...
- El alma de Ryutzuki esta curada... – dijo Ryuujouten
- Entonces porqué no parece estar viva...? – preguntó Inuyasha
- Que tal si ahora utilizas a Colmillo Sagrado..? – preguntó Shippo, ofreciéndole la espada al hanyou
- Qué?... Yo?... Acaso estas loco enano? – exclamó Inuyasha
- Shippo tiene razón... – dijo Miroku...
- Deberías intentarlo Inuyasha – agregó Sango...
- Hazlo Inuyasha... – pidió Ahome con dulzura...
- Sí... tu puedes Inuyasha! – lo animaron todos...
- Agghhh!... – gruñó molesto... – Como molestan!... Dame eso... – ordenó arrebatándole la espada a Shippo... – Luego si no resulta... no me culpen.. Quedó claro?
"Y ahora... cómo demonios se supone que se usa esta espada...?...", pensó el hanyou, rascándose la cabeza y mirando confundido a Colmillo Sagrado... Desenvainó la espada, esgrimiéndola con determinación...
Poco a poco comenzaron a verse unos pequeños demonios, quienes apoyados sobre el cuerpo, intentaban apoderarse del alma de la joven...
- Qué diablos son esas cosas...? – se preguntó Inuyasha, entornando los ojos... sin notar la extrañada mirada de sus amigos... – Bueno pues sean lo que sean... no me agradan... así que acabaré con todos ellos! ... Aaaahhh! – gritó atacándolos con Colmillo Sagrado, y desintegrándolos completamente...
Todos permanecieron expectantes a la reacción de Ryutzuki... pasaron interminables segundos de tensión... Una suave brisa agitó los cabellos de la youkai, como si deseara traer consigo un aliento de vida...
Sesshomaru se encontraba junto a un árbol, en lo alto de un acantilado... Observaba el azulino horizonte, con total indiferencia ante su belleza... La expresión de sus dorados bien podría congelar en un instante el extenso mar con su frialdad... Denotaban una profunda rabia, dolor, frustración... Apretó su puño, cerrando los ojos, no deseaba ver nada, sentir nada... sólo quería acabar con todo lo que lo rodeaba... exterminar al mundo entero...
Su aroma... aún podía sentirlo... estaba impregnado en su piel, formando parte de él, torturándolo constantemente y a cada segundo perecía intensificarse...
Fue rodeado por sus delicados brazos, quienes lo aprisionaron, posando sus delicadas manos sobre su pecho... Casi podía sentir la calidez de su femenino cuerpo descansar contra su espalda... Abrió nuevamente los ojos, tomando con suavidad la pequeña mano... completamente seguro de que ante su contacto se desvanecería... Se equivocó... sus pupilas de oro se dilataron con incredulidad...
Se dio la vuelta, encontrándose con los ojos esmeralda de Ryutzuki, quienes reflejaban un profundo amor y ternura... Era aquella mirada que jamás creyó volvería a ver... la misma que la joven le había regalado hacia tantos años... a él... sólo a él...
Por un instante pensó que se encontraba en aquella época, en la cual disfrutaba del cariño y dulzura de Ryutzuki... de la inocencia de su juventud y la intensidad de su amor...
Pero esto era real... dolorosamente real...
- Ryutzuki... – murmuró con voz grave...
Ella no contestó, simplemente lo acalló con su dedo índice, su sonrisa se amplió al ver la turbación de Sesshomaru... Acarició con delicadeza los labios del youkai... Se acercó a él lentamente, con ambas manos acercó el rostro de Sesshomaru hacia el suyo, y lo besó, con ternura y pasión, depositando en él todo el amor que guardara durante esos largos años y que ahora podía demostrar sin temor ni remordimientos...
- Cómo...? – logró articular Sesshomaru, pero fue silenciado nuevamente...
Comprendió que ese no era el momento de preguntas... Ella estaba allí a su lado, entre sus brazos, no importaba porqué, ni cómo... solamente importaba que podía sentirla, podía abrazarla y demostrarle todo el amor que él también guardaba para ella...
Asió la cintura de la joven con posesibidad, estrechándola contra su cuerpo, quería demostrarle cuanto la necesitaba, y sobretodo cuanto la amaba...
- Crees que lo halla encontrado? – preguntó Ahome
- Por supuesto que sí... – contestó Inuyasha con un gruñido – Lo que aún no entiendo es... adonde demonios se metió ese extraño dragón... – se preguntaba mientras se rascaba la cabeza confundido...
- Es verdad... Desapareció justo antes de que Ryutzuki reviviera... – dijo Miroku
- Muchachos, los niños divisaron la ciudad de Ryumajin... esta cruzando la montaña... – anunció Sango llegando hasta ellos...
- Perfecto! – exclamó Inuyasha mirando a los niños que observaban la ciudad en lo alto del cerro... – Al fin nos desharemos de esa chiquilla...
- Inu... yasha... – murmuró Ahome como advertencia...
- Al aldea Ryumajin... – murmuró Miroku pensativo... – Espero que en ese lugar podamos resolver los misterios que rodean a la pequeña Keiko...
- Esa mocosa no me da buena espina... será mejor tenerla bien vigilada... – dijo Inuyasha con desconfianza
- No seas tonto Inuyasha... la pequeña Keiko no es ningún monstruo... – lo reprendió Ahome..
- Más parece una... – agregó Miroku
- Ahome!.. Sango... Miroku... Inuyasha! – gritó Shippo, interrumpiendo al monje... – Apresúrense, la aldea se encuentra muy cerca!
- Ya vamos! – contestó Ahome agitando la mano y todos marcharon hacia los niños...
- Tu aldea es muy bonita Keiko... – comentó Shippo,
- Sí.. aunque yo tampoco la conocía... – comentó la niña mirando a su alrededor algo perturbada
- Miren que bonito! – exclamó Rin señalando el río, que a lo lejos, se fusionaba con sorprendente violencia contra las olas marinas, tan contrastante a su sereno caudal...
- Ten cuidado... – dijo Kohaku, tomándola del brazo, justo a tiempo de evitar que Rin cayera a una zanja...
- Gracias Kohaku.. – dijo Rin regalándole una tierna sonrisa al niño
- Porqué tengo que estar aquí con estos mocosos... Yo debería estar acompañando al amo Sesshomaru – murmuraba Yaquen con pesar tirando de Ah y Uhm
- No este triste señor Yaquen, el amo Sesshomaru no esta solo... él esta con la señorita Ryutzuki... – contestó Rin sonriéndole al demonio
- Es el colmo... porqué diablos tenemos que cuidar a esos tres!... – gruñó Inuyasha... – No tengo por que ser niñero de esos mocosos...
- Ya! Inuysaha... deja de quejarte.. – ordenó Ahome...
- Y ahora adonde nos dirigimos... Con quién debemos dejar a Keiko? – preguntó Sango
- Pues creo que ella tiene muy claro adonde ir... – dijo Mirolku – Si no se han dado cuenta... somos nosotros quienes la estamos siguiendo desde que pisamos esta aldea...
- Tiene razón... pero creí que era la primera vez que ella venía a esta aldea – comentó Ahome
- Así es.. – contestó Sango
- Atención todos!...Toquen las campanas de alarma!.. Los monstruos... Los monstruos vienen camino a la aldea! – vociferaba un hombre que venia cabalgando a toda velocidad frente a los chicos...
- Qué demonios sucede!... Dónde están los monstruos? – preguntó Inuyasha, deteniéndose frente al jinete, en busca de una respuesta...
- Monstruos... Es un gran ejército de monstruos!... – respondió el hombre aterrado
- Eso ya no sabemos! – gruñó Inuyasha de mala gana... – Lo que quiero saber es donde están!
- Están cerca de las montañas del este, son demasiados, la sacerdotisa no podrá con todos ellos, y la anciana Yoriko, está mal herida.. Yo he venido por ayuda! – balbuceaba el hombre descontrolado...
- Una sacerdotisa? – preguntó Inuyasha, sin percatarse de la mirada de Ahome
- Una anciana?... De quién se trata? – preguntó Miroku
- La anciana Yoriko es la sacerdotisa de nuestro templo, la otra más joven, llegó hace algunos días, persiguiendo una presencia maligna, que según ella, se encuentra en lo profundo de las montañas del fuego... – contestó un poco más calmado...
- "Es probable que se trate de Kikyo...", pensó Ahome observando con suspicacia el rostro tenso y nervioso de Inuyasha... – Inuyasha, crees que se trate de Kikyo?.. – preguntó directamente...
- Cómo quieres que yo lo sepa! – contestó con brusquedad, revelando su preocupación... De inmediato miró a la joven con arrepentimiento... – Lo siento, pero es normal que este preocupado o no..? – preguntó con inseguridad
- Por supuesto que es normal Inuyasha... – respondió la joven con calma... – De todas formas, este no es mejor momento para hablar... Debes adelantarte, averigua qué esta pasando, nosotros iremos tras de ti...
- Pero... Ahome... – balbuceó Inuyasha
- La señorita Ahome tiene razón Inuyasha... – añadió Miroku al ver dudar al hanyou... – Lo mejor es actuar rápidamente... – "ya que tengo un mal presentimiento...", añadió para sus adentros...
- Está bien, pero apresúrense... y.. cuiden de Ahome – pidió antes de dirigir una intensa mirada a la joven y alejarse a toda velocidad...
- Kohaku, Shippo, ustedes deben quedarse en la aldea, y proteger a las niñas - ordenó Sango
- Confía en nosotros... – aseguró Shippo...
- Sí... – añadió Kohaku – Cuídate mucho, hermana...
- Por supuesto... también tu... – contestó, subiendo a Kirara, junto a Ahome, mientras Miroku corría junto a ellas
- No tienen de qué preocuparse... yo me encargaré de protegerlos – fanfarroneaba Shippo, caminando con gestos exagerados, delante de los demás... – Ya verás Keiko, lo fuerte que soy.. Así que no tengas miedo... – añadió dándose la vuelta para encontrarse con Rin...
- A quién le hablas Shippo, Keiko se encuentra allá arriba – dijo Rin, señalando que en la sima de una larga escalinata, se encontraba la niña...
- Aaahhhy! – exclamó Shippo... – Pero en qué momento subió hasta allá? – preguntó restregándose la cabeza – Keiko, se supone que debo protegerte! – gritó corriendo hacia la escala de piedra..., seguido por los demás...
- No me importa lo que hagan esos mocosos, yo me quedo aquí... – gruño Yaquen sentándose a la sombra de un árbol, imitado por el dragón de dos cabezas.
La figura de un solitario hombre lobo corría a toda velocidad por un sendero pedroso... Había detectado recientemente un detestable olor, pero su búsqueda fue interrumpida por una mujer demonio que se dejó caer en su camino, impidiéndole continuar...
- Kagura... maldita mujer...! – gruño Kouga
- Ja!... pero que irrespetuoso eres Kouga, después de todo este tiempo, al menos debieras ser un poco más cordial – comentó la mujer con ironía
- No tengo tiempo para tus estupideces, más vale que te apartes de mi camino... – advirtió el joven lobo
- No seas estúpido, Kouga... es obvio que estoy aquí para detenerte... – contestó Kagura – Y como yo tampoco tengo tiempo que perder contigo... Terminemos de una vez con esto! – grito lanzando su ataque de cuchillas contra Kouga, el cual por muy poco logró esquivar... – Es mejor que no te resistas Kouga, de cualquier forma ... morirás!... Danza de las cuchillas! – atacó nuevamente, logrando herir el brazo del joven lobo
- Maldita... – gruño Kouga, tocando su herida para detener la hemorragia... Luego corrió a toda velocidad hacia la mujer en un intento desesperado por atacarla...
- Jajaja... pero que tonto, estas corriendo directamente a la boca del lobo! – se mofó - Remolino!
Kouga logró esquivar el remolino de Kagura, llegando junto a la mujer golpeándola violentamente... Sin embargo no pudo continuar atacándola, ya que otro ataque llegó por detrás, lastimándolo aún más...
- Kagura... porqué pierdes el tiempo,... No me digas que este débil hombre lobo, te está causando problemas... – se burlo Hakudoshi
- No molestes! – gritó Kagura, agitando su abanico, para enviar sus cuchillas contra el casi inconsciente Kouga...
- Kouga! – gritaron, Ginta y Hakaku, quienes llegaban a ayudar a su comandante, seguidos por sus lobos...
- No vengan! – ordenó Kouga con debilidad...
- Pero que conmovedor... tus amigos al rescate... – se mofó Kagura... – Quiero ver tu expresión en el momento en que los mate!... Jajaja
- No... te atrevas... Maldita! – advirtió Kouga, recuperando un poco sus energías al ver a sus camaradas en peligro...
Corrió a toda velocidad, justo antes de que Kagura lanzara sus cuchillas, la golpeó nuevamente con una poderosa patada, utilizando la energía del fragmento que llevaba en su pierna... Pero fue atacado por la cuchilla de Hakudoshi, la cual lo atravesó en el lado derecho de su pecho... Kagura volvió a lanzar sus cuchillas contra Hakaku y Ginta, pero ellos ya prevenidos, las esquivaron con un poco de dificultad, sufriendo pequeños cortes en sus extremidades, pero algunos de sus lobos cayeron muertos al intentar protegerlos...
- Muy bien... Creo que ya no necesitas esto... – dijo Hakudoshi al desmayado Kouga,.. Alzó su cuchilla, cortando sin piedad la carne de Kouga, en el lugar exacto donde estaban incrustados los fragmentos de la perla... Atrapó los fragmentos den el aire, mientras escurría de su mano la sangre del hombre lobo, una media sonrisa apareció en los labios del niño albino... – Muchas gracias Kouga... Es hora de irnos Kagura...
- No piensas acabar con ellos?... – preguntó la mujer extrañada
- Para qué... Son sólo basura... – contestó ampliando su sonrisa... – Además... es más divertido verlos revolcarse en su derrota y acabarlos después... cuando supliquen por morir...
- Posees la misma mente enferma de Naraku... – comentó con asco la mujer demonio, escuchando la burlona risa del niño que se alejaba... Miró los cuerpos de los hombres lobos y después siguió a Hakudoshi...
Una flecha sagrada brilló en el cielo, pulverizando una gran cantidad de monstruos, quienes esperaban una oportunidad de acercarse y devorar a una anciana sacerdotisa herida, y a otra que se negaba a darse por vencida y luchaba por eliminar a los cientos de monstruos...
- Ya casi no me quedan flechas... – murmuró Kikyo con preocupación...
- Huye.. por favor... no te preocupes por mi... – suplicó la anciana con debilidad...
- No lo haré... no puedo abandonarla... No voy a permitir que esos demonios nos devoren! – sentenció con determinación lanzando otra flecha sagrada... – No puede ser! – exclamó... – Ya no me quedan... – su voz se apagó al ver que algunos monstruos notaron que ya no luchaba...
Sin embargo, cuando se encontraban sobre ellas, Kikyo utilizó su poder sagrado para formar un campo de energía... Al chocar contra éste casi todos los demonios fueron eliminados, pero uno de ellos logró sobrevivir, atacando a la agotada joven, causándole una herida en el brazo, aún así pudo tocarlo y purificarlo, acabando con él... Pero al mirar hacia arriba vio con horror que muchos otros se abalanzaron hacia ellas...
- Garras de Acero! – gritó una conocida voz, eliminando a algunos de los monstruos,... Luego desenfundó su espada, agitándola para crear el viento cortante, hasta acabar con casi todos de una vez... – Kikyo... Te encuentras bien? – preguntó con ansiedad, preocupándose aún más al ver la herida de la joven...
- Inuyasha... – musitó con suavidad... recuperando en un segundo el control de sus emociones... – Sí... no es nada...Pero la anciana Yuriko esta mal herida...
- Qué demonios pretendías al venir sola hasta aquí Kikyo! – la reprendió con furia,...
- No tengo que darte explicaciones Inuyasha... – contestó con frialdad...
- No... supongo que no... De todas maneras fue algo estúpido! – rezongó, antes de alejarse para exterminar al resto de los demonios...
Inuyasha atacó una y otra vez a los monstruos, repentinamente se detuvo al detectar un aroma familiar... "No puede ser... ese aroma es de...", pensó con turbación...
- Naraku!... – exclamó, justo en el instante que su peor enemigo se hacia presente frente a él...
- Inuyasha... que gusto verte... – comentó Naraku mordaz... – No pudiste llegar en mejor momento...
- Infeliz... De qué demonios hablas? – preguntó el hanyou con desagrado, escuchando la risa burlona de Naraku...
En ese instante junto a Naraku, apareció la figura de Hakudoshi, quien sonrió malignamente a Inuyasha, disfrutando plenamente el momento... Después dejó caer en la mano de Naralu los dos fragmentos que le acababa de arrebatar a Kouga...
"Esos fragmentos son de...", pensó Inuyasha con temor...
- Asi es Inuyasha... son los fragmentos de Kouga... – contestó Hakudoshi, respondiendo a los pensamientos del hanyou ...
- Enano del mal!... Qué le hiciste a Kouga? – preguntó Inuyasha con furia...
- No creo que debas preocuparte por cosas tan insignificantes en este momento... mi querido Inuyasha... – comentó Naraku burlón... – Eres afortunado al presenciar la fusión de los últimos fragmentos... Más bien... el renacimiento de la Perla de Shikón! – anunció, dejando que la perla levitara frente a él, al igual que los dos fragmentos, los cuales brillaron con intensidad... fusionándose con el resto de la perla... provocando un brillo aún más intenso, el cual Ahome y los demás lograron distinguir, pese a la distancia que los separaba de Inuyasha...
- Es la Perla de Shikón! – exclamó Ahome – Démonos prisa!
La perla se mostró completa frente a los ojos del hanyou... Estaba oscurecida, impregnada de poder maligno... Lucia muy diferente a aquella perla que custodiaba Kikyo hace cincuenta años...
Naraku rió con fuerza, disfrutando de la impactada mirada de su enemigo, y sobre todo de la de Kikyo, quien se había acercado a Inuyasha con dificultad por su herida...
- Mi querida Kikyo... Aquí la tienes... La perla de Shikón, tal y como la había soñado por más de cincuenta años... rodeada de maldad, oscurecida gracias al más profundo odio... Y con un poder aún más grandioso! – dijo Naraku alzando la perla entre sus manos con solemnidad... riendo con satisfacción...
- Ya veo... – comentó Kikyo con frialdad... avanzó lentamente hacia Naraku... – Supongo que ahora podrás dejar de ser un simple híbrido... – dijo, notando como Naraku apretaba ligeramente los labios ante su comentario
- Qué demonios haces Kikyo!... No te acerques a ese infeliz! – ordenó Inuyasha intentando detenerla al asirla por el brazo...
- No me toques! – ordenó Kikyo con brusquedad, liberándose de la mano del hanyou – No intervengas Inuyasha... – agregó con severidad, ignorando la expresión incrédula y dolida del joven
- Inuyasha! – gritó Ahome, tan pronto como Kirara descendió, saltó de su lomo, corriendo hacia el hanyou... – Qué ocurre?... Sentí la presencia de la perla... y... – lanzó una exclamación al ver la perla completa entre las manos de Naraku...
- Ese miserable, tiene la perla de Shikón! – murmuró Inuyasha furioso
- No puede ser! – exclamó Miroku... llegando junto a sus amigos, seguido por Sango
- Kikyo también esta aquí... – dijo Sango, mirando de reojo la reacción de su amiga...
- Y la anciana que estaba con ella? – preguntó Miroku...
- Allá esta! – dijo Ahome señalando el lugar... – Vamos a ver como se encuentra... – dijo, pero Miroku, la detuvo...
- Iremos Sango y yo... Usted permanezca junto a Inuyasha, señorita Ahome – dijo Miroku, y sin esperar respuesta corrió hacia ella...
- Kikyo esta herida... – comentó Ahome, observando la mirada preocupada de Inuyasha, quien se mantuvo en silencio...
- Kikyo... Puedes sentirlo?... – preguntó Naraku... – Puedes sentir su poder maligno?
- Y piensas que eso logrará intimidarme? – contestó Kikyo
- Por supuesto que no... Tu no conoces el miedo... Por lo menos... No lo has conocido... hasta ahora... – comentó Naraku enigmático, mirando a la joven fijamente...
- Y qué significa eso?... Jajaja... Naraku... – dijo Kikyo burlonamente... – Tu y tus absurdas ideas... Qué planeas esta vez?... Matarme definitivamente?...
- Matarte?... No... por supuesto que no... – contestó con una sonrisa... – La vez anterior me di cuenta de que eso no era divertido... Conozco tus planes Kikyo... Se que has estado esperando este momento, en que la perla este completa.. para purificarla... junto conmigo – dijo Naraku, observando satisfecho la sorpresa reflejada en la fría expresión de la sacerdotisa...
- Que astuto.. – comentó Kikyo burlonamente – E imagino que por eso la has contaminado con todo ese poder maligno – añadió entornando los ojos, acercándose aún más a Naraku... – Pues en este instante veremos quien de los dos morirá primero!
- Jajaja... Te repito mi querida Kikyo, matarte no será nada divertido... – rió Naraku, desplegando sus tentáculos, atrapando a Kikyo con ellos...
- Aahh! – exclamó la sacerdotisa al ser estrujada por los poderosos tentáculos...
- Kikyo!... Kikyo! – gritaba Inuyasha corriendo hacia ella...
- Detente... Inuyasha... – ordenó Naraku con calma... El hanyou obedeció de inmediato, temeroso de que al negarse, lastimara a Kikyo... Pero notó que Naraku dirigía la mirada tras él... sus ojos se abrieron con horror y volteó la cabeza en dirección a Ahome... justo en el instante que la oía gritar...
- Ahome! – exclamó Inuyasha, viendo que Hakudoshi lastimaba a la joven con su cuchilla, para luego capturarla...
- Señorita Ahome! – gritó Miroku
- Ahome! – exclamó Sango... Ambos intentaron correr para ayudarla, pero se detuvieron ante el sorpresivo ataque de las cuchillas de kagura...
- Bastardo!... Lo tenias todo muy bien planeado! – murmuró Inuyasha con voz ronca por la furia...
- No deja de sorprenderme tu estúpida inocencia... Inuyasha... – comentó Naraku mordaz...
- Maldito... – escupió el hanyou mirándolo con odio
- Jajajaja... – rió con ganas... acercando hacia él a Kikyo, quien emitió otro quejido de dolor...
- Kikyo! – exclamó Inuyasha, intentó moverse, pero quedó inmóvil al escuchar otro grito, pero esta vez de Ahome, miró con impotencia a Hakudoshi , acercar la cuchilla al cuello de la joven...
- Qué harás Inuyasha..? – preguntó Naraku, esbozando una sonrisa perversa... – A quien sacrificarás... será a Ahome... o a tu querida Kikyo...
- Ese maldito! – murmura Miroku con rabia, viendo como el hanyou miraba a la una y a la otra, sabía que era imposible salvarlas a ambas, y él no podía ayudarle, ya que Kagura los mantenía ocupados con sus continuos ataques y los insectos de Naraku también los mantenían rodeados para sellar su agujero negro...
- Suéltame! – gritó Ahome a Hakudoshi, luchando por liberarse, pero sólo consiguió que el malvado niño la hiriera aún más...
- Será mejor que dejes de moverte, porque sino te mataré... Y eso arruinará la diversión... – murmuró el niño amenazante...
Naraku continuó arrastrando a Kikyo hacia su cuerpo, sin dejar de sonreír, demostrando cuanto disfrutaba del momento...
"No puedo liberarme... Tenía razón, el poder maligno de la perla es increíble... No conseguiré purificarla!", pensaba la sacerdotisa,... Consiguió reunir la suficiente energía desintegrando los tentáculos de Naraku, intentó escapar, pero fue atrapada por una cantidad aún mayor...
- Es inútil Kikyo... – advirtió Naraku... – Tu absurdo cuerpo hecho de barro y huesos será absorbido por mí... Acéptalo de una vez!... Puedo decir que si aún queda algún vestigio de la repugnante esencia del bandido Onigumo, se sentirá realmente feliz de reencontrarse con amada Kikyo...
- Suéltame! – ordenó la sacerdotisa...
- Kikyo! – gritó Inuyasha corriendo hacia ella... – Déjala maldito infeliz! – ordenó atacándolo con colmillo de acero... Pudo deshacer los tentáculos con su ataque, sin embargo Naraku lo atacó a su vez, con las puntas filosas de docenas de tentáculos que aparecieron desde su cuerpo, las que se incrustaron y atravesaron al hanyou lastimándolo gravemente...
- Hakudoshi... Tal parece que Inuyasha ya tomó una decisión... – dijo Naraku con gravedad... – Mata... a Ahome – ordenó
- Como tú ordenes... – aceptó el niño albino... mirando con una media sonrisa a la aterrorizada joven... – Ya lo escuchaste... Pero yo te lo había advertido... Tú no significas nada para Inuyasha... – comentó con implacable burla... Expandió su cruel sonrisa al notar que la joven no podía hablar ni moverse producto del shock... y sobre todo de sus palabras... – Muere... Ahome... – Estaba a punto de matarla con su cuchilla cuando otra espada corto su brazo...
- No vas a lastimarla! – gritó Inuyasha, interponiéndose para protegerla... – Enano del demonio... te mataré... – advirtió con los ojos entornados por la ira... – Viento Cortante! – gritó, acabando con la mayor parte del cuerpo del niño
- Estúpido, aún no comprendes que yo soy inmortal? – se burló Hakudoshi...
- Ahh! – gritó Kikyo, llamando la atención del hanyou...
- Ve a ayudarla! – le pidió Ahome...
- Y dejar que este desgraciado te mate... No Ahome! – contradijo angustiado... Sin despegar su mirada del niño, se agachó junto a Ahome... – Sube a mi espalda... – ordenó .. Ella obedeció de inmediato...
- No! – gritó Kikyo, luchando por liberarse... Abrió los ojos horrorizada al ver como el cuerpo de Naraku se abría frente a ella, listo para introducirla dentro de él...
- No sirve de nada que te resistas Kikyo... – advirtió con calma...
- NO... Suéltame! – suplicó, gritando con desesperación - Nooo! – volvió a gritar... La mitad de su cuerpo estaba dentro de Naraku, y éste reía con fuerza, disfrutando los inútiles esfuerzos de la joven sacerdotisa...
- Este es tu destino... mi querida Kikyo... – declaró Naraku...
- No... Noooo! – gritaba
- Kikyo!... – la llamó Inuyasha con voz ahogada al darse cuenta que no podría impedir que Naraku la absorviera...
- Inu... yasha... – susurró Kikyo
- Kikyo! – gritó... Vio como la sacerdotisa le dirigió una triste mirada, justo antes de desaparecer dentro del cuerpo de su peor enemigo... – Kikyooo!... KIKYOOOO!
- Jajajaja... – rió Naraku... cerrando los ojos y aspirando profundamente... – Kikyo ahora me pertenece...
- Maldito bastardo! – gritó Inuyasha, hizo que Ahome bajara de su espalda, y se volteó hacia Naraku, su rostro estaba desfigurado por la ira y empuño con fuerza a colmillo de acero, dispuesto a matarlo...
- Hazlo... Atácame con tu patética espada! – lo retó Naraku riendo... – Pero recuerda... que Kikyo ahora es parte de mi... Serás capaz de acabar también con su vida?... Estas dispuesto a matarme... junto con tu querida Kikyo?... Inuyasha?... – preguntó sonriendo con perversidad, disfrutando del conflicto al cual se enfrentaba el hanyou...
- Que ser tan detestable... – murmuró Ahome, sintiendo mayor odio por Naraku...
- "Kikyo... Aún sigue con vida dentro de ese maldito...", se preguntaba Inuyasha con desesperación, apretando con todas sus fuerzas a colmillo... "Si lo destruyo... también destruiré a Kikyo..."
- Qué sucede... Inuyasha... Te estoy dando la oportunidad de acabar conmigo... Acaso vas a desaprovecharla? – preguntó con ironía...
- Maldito... – murmuró Inuyasha... – Viento...! – comenzó a invocar, pero sus manos temblaron... A su mente llegó la imagen de la mirada llena de tristeza de Kikyo, al ser absorbida por Naraku... – No puedo hacerlo... – murmuró con voz quebrada, cayendo de rodillas...
- Inuyasha... – exclamó Ahome, corrió hacia él, pero no se atrevió a tocarlo...
- Mjmjmj jajajaja! – rió malévolamente... – Nunca dejarás de ser un débil y ridículo híbrido, Inuyasha... te dejaré tranquilo para que disfrutes tu derrota... Después acabaré de una vez por todas contigo... – advirtió desapareciendo... siendo imitado por Kagura y Hakudoshi... – Hasta muy pronto.. Inuyasha...
- Maldición... Maldición... Maldición! – gritaba el hanyou golpeando la tierra con frustración
Había anochecido, y todos se encontraban en un salón del Templo de la aldea Ryumajin, acompañados de la sacerdotisa del lugar, la anciana Yoriko... A pesar de sus heridas, ya se encontraba bastante recuperada, y con la suficiente fuerza para relatar a los chicos, los acontecimientos, antes de su llegada... Del ataque que había sufrido la aldea, por parte de un gran ejército de monstruos, de la llegada de Kikyo a la aldea, y como decidieron ir juntas a investigar, encontrándose con una enorme cantidad de demonios, muchos más de los que sus poderes pudieron controlar...
Ahome no podía disimular su preocupación, Inuyasha, había salido hace mucho rato de la habitación, desde lo ocurrido, apenas y había pronunciado palabra, se mostraba frío y distante con todos, en especial con ella... Se puso de pie, y caminó hacia la puerta, mirando con inquietud hacia la nada...
- Porqué no vas a buscarlo? – preguntó Sango detrás de ella...
- Tal vez desea estar solo... – contestó Ahome insegura...
- Pues yo creo que él preferiría estar contigo... Ahora te necesita más que nunca Ahome... – le aconsejó Sango, presionando con suavidad el hombro de su amiga...
- Tienes razón... Iré a buscarlo.. – decidió sonriéndole agradecida, sin embargo en su interior, sentía una inexplicable aprensión
Lo buscó durante algunos minutos, durante los cuales, lejos de tranquilizarse, su nerviosismo aumentó considerablemente...
"Miedo... Tengo miedo...", pensaba apretaba sus manos descontroladamente... "Siento temor de que Inuyasha este molesto... o peor aún... que me crea culpable de lo sucedido...", movió la cabeza con molestia... "Aaahh!... Ahome, no pienses tonterías... Inuyasha.. no..."...
De pronto lo vio, se encontraba sentado entre la hierba, a orillas del río... Estaba sumido en sus pensamientos... y su expresión era de... tristeza...
Su corazón se contrajo... no soportaba verlo en ese estado... quería consolarlo, borrar esa dolorosa expresión de su rostro... y reemplazarla por una llena de alegría... pero en el fondo sabía que eso era imposible... "Por lo menos voy a estar a su lado..."
Ahome se detuvo delante de él y se arrodilló... Inuyasha primero la miró sorprendido, luego su mirada se opaco levemente, y frunció el ceño para verla con fijeza...
- No te sientas mal Inuyasha... Ya veras que lograremos ayudar a Kikyo... – aseguró la joven, acariciando con ternura el rostro del hanyou... luego se acercó a él y lo abrazó con fuerza... – No soporto verte triste... Inuyasha... – dijo con voz temblorosa...
- Ahome... quiero que regreses a tu época... – anunció Inuyasha con frialdad, sin corresponder el abrazo... – No te quiero aquí...
Ahome ahogó una exclamación al escucharlo... y sus pupilas se dilataron ante el dolor que le provocaban esas crueles palabras... Lentamente se separó de él, temblando ante el repentino escalofríos que la recorrió en su interior... Se puso de pie, mirándolo a través de sus lágrimas, pero Inuyasha, mantenía la cabeza agachada...
- Quiero que te vallas! – agregó con dureza, sin la más mínima compasión...
La joven negó con la cabeza, abriendo la boca sin pronunciar palabra... Retrocedió algunos pasos, herida y decepcionada... "Al menos deberías verme a los ojos...", pensó decirle, pero las palabras se negaban a salir...
Se echó a correr, regresaría al templo por sus cosas y luego se marcharía... Si eso era lo que Inuyasha deseaba... si ya no la necesitaba a su lado... no había nada que ella pudiera hacer para cambiarlo...
"Pero... no puedo... no quiero abandonarlo... No lo haré... Ese idiota de Inuyasha!... Es un tonto... Tonto!", pensaba con algo más que rabia que tristeza... De pronto chocó contra algo, más bien... contra alguien...
- Inu..ya...! – logró exclamar, antes de volver a chocar contra su pecho, a la vez que era envuelta por sus brazos...
- Eres una tonta! – la reprendió, luego la separó para verla a los ojos... – Quien te dijo que nuestra conversación había terminado...!
- Qué... qué dices?... – balbuceó confundida... – Pero tu... tu me dijiste... que...
- Que quería que te fueras... sí... Pero no de esta forma tonta! – la volvió a reprender... después su expresión se suavizó y la miró con ternura... Tomó el rostro de la joven con delicadeza, mirándola con intensidad... – Tengo miedo Ahome... Hasta ahora no he cumplido mi promesa de protegerte... Como tampoco pude proteger la vida de Kikyo... Ese infeliz siempre logra lastimarlas, sin que yo pueda hacer nada para evitarlo...
- No digas eso... Tú siempre cuidas de mí... – contradijo Ahome
- Noooo eso no es cierto! – negó con desesperación... – Hoy estuvo a punto de matarte... Y consiguió que Kikyo... – se detuvo sin poder terminar la frase...
- Ya te dije que la recuperaremos,... Ya veras que sí... – lo consoló...
- Es que no lo comprendes... No soportaría perderte Ahome... – interrumpió volviendo a abrazarla con fuerza... – Consiguió apartarte de mi lado una vez, y si ...
- No volverá a suceder... – interrumpió... mirándolo intensamente...
- Pero... – dijo Inuyasha... pero volvió a ser interrumpido, esta vez por un arrebato apasionado de Ahome, quien se lanzó a sus brazos acallándolo con un beso...El cual correspondió con todo su amor...
Horas mas tarde, los chicos terminaban de explicar el motivo de su llegada a la aldea, de cómo ayudaron a Keiko y la llevaron a la aldea... Sin embargo la niña no estaba presente, ni tampoco Shippo, Kohaku y Rin..., justo en ese instante llegó Shippo gritando...
- Muchachos! – gritaba el zorrito, corriendo hacia Ahome...
- Qué ocurre Shippo... Dónde han estado?.. Y los demás?... – preguntó Ahome preocupada
- Cuando ustedes se fueron, Keiko subió por una larga escalera y entró a una extraña Pagoda... Nosotros la esperamos afuera, pero como tardó en regresar, intentamos entrar, pero no lo conseguimos... – explicó el zorrito
- Qué dices?... A la pagoda sagrada? – exclamó la anciana Yoriko sumamente impresionada...
Continuará...
Gracias...
