Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto
—Twinkle ... twinkle ... little ...star ...How.. I ...—empezó a tararear débilmente Bakugo la canción de cuna favorita de su madre. Por cada palabra que pronunciaba, con menos fuerza se sentía. La mano extendida al cielo caía poco a poco hasta quedarse pegada a su cuerpo.—...wonder ... what... you ... are...—Los párpados le parecía que le pesaban toneladas y los cerró poco a poco.— Up ... above ... the ... world ...so ... h...—
No pudo acabar la canción de nana ya que el cansancio acumulado hizo que se durmiera. Pumpum ... pumpum ... Los latidos en su corazón eran cada vez más débiles. 50 pulsaciones por minuto ... 40 ... 20 ... 10 ... 5 ...
Pum ... pum. Ese fue el último latido hasta que su corazón dijo basta.
.
.
.
Bakugo abrió los ojos de golpe. Aunque no podía saber a ciencia cierta si seguía con los ojos cerrados, ya que una oscuridad más intensa que una noche sin estrellas le envolvía completamente. Volteó el rostro en todas direcciones sin hallar rastro de luz por ningún lado. Además el único sonido existente en ese lugar era el que él mismo producía al girarse.
Pero que estuviera rodeado de oscuridad no era lo que más le extrañaba de su nueva situación. Se encontraba de pie cuando apenas unos instantes antes no podía mover un músculo. Pero eso no era todo, no sentía dolor alguno. Y sus brazos que habían quedado completamente inutilizados ahora se movían con completa libertad. Era como si el combate contra Gaara nunca hubiera sucedido.
—¿Estoy en un sueño?—pensó en voz alta Bakugo. Se palpó el rostro con sus manos libres de heridas. Estaba por golpearse fuertemente en el rostro para comprobar dicha hipótesis cuando divisó a lo lejos un pequeñísimo halo de luz que parecía provenir a decenas de kilómetros de dónde él se hallaba. Un recuerdo que creía haber enterrado su mente surgió en ese preciso momento.—No. —se contestó a sí mismo. —No estoy soñando. Yo ya he estado aquí antes. Estoy ...—
—En el purgatorio.—respondió una voz detrás de él. A Bakugo no le hacía falta voltearse para reconocer el dueño de aquella voz. Se trataba del emisario sin rostro de Kami-sama que trató de convencerlo después que su cuerpo sufriera una muerte temporal en el bosque de la muerte para llevarlo a la luz donde la paz infinita aguarda a los que se merecen ese honor. —Nos volvemos a encontrar, Katsuki Bakugo.—
—¡Otra vez tú, bastardo sin rostro!—replicó molesto Bakugo, chasqueando la lengua.
—¿Así es como te refieres a un ser divino? —preguntó el emisario caminando lentamente hasta la pequeña luz. —Al menos pareces recordarme.
—¿Es que he herido tu corazoncito, mensajerito?—dijo Bakugo con tono burlón y cruzándose de btazos.
—Los emisarios de Kami-sama no poseemos de dicho órgano central que permite la circulación de la sangre en los humanos y otras especies inferiores.—contestó el sin rostro caminando lentamente en dirección a la luz que había divisado Bakugo. Se detuvo a escasos centímetros del rubio ceniza—Sigues siendo tan maleducado como en nuestro primer encuentro. Supongo que no podía esperar otra cosa.—
—Y tú sigues siendo igual de tocapelotas que la otra vez. Supongo que no podía esperar otra cosa.—contraatacó Bakugo tratando de imitar el tono neutro del emisario. Ambos se quedaron en silencio unos segundos. Luego Bakugo recuperó su habitual tono de voz arisco.—Espero que no me vuelvas a dar el sermón con lo de la paz. Ya te dije que aún tengo muchas cosas que hacer y en este tiempo no he conseguido cumplir ninguno de mis objetivos. Itachi y posiblemente la jodida serpiente siguen vivitos y coleando. Debo regresar con Uraraka y superar a Deku. Así que haznos un favor tanto a ti como a mí y dime como vuelvo al mundo de los vivos. Supongo que tendrás a muchas almas que llevar al paraíso con tu Dios y no sería muy recomendable que perdieras tu valioso tiempo conmigo. —volteó la cabeza en todas direcciones, pero a parte del halo de luz donde se hallaba el paraíso el paisaje de completa oscuridad no había cambiado.—Así que vuelvo a insistir, ¿que dirección debo tomar, mensajero sin rostro?—El emisario se quedó callado por respuesta.—¿Y bien?—añadió empezando a impacientarse.
—¿Sabes una cosa, Katsuki Bakugo?—dijo el emisario dando vueltas a paso lento sobre el cuerpo de Bakugo. —Como bien has dicho, mi tiempo es valioso y debería estar guiando a otras almas a la paz eterna. Esa luz ...—continuó, señalando la dirección donde se hallaba el resplandor. —... nodebería estar aquí. Hay muy pocas almas del purgatorio que se han negado al regalo de Kami-sama de una vida eterna en paz. Esas pocas almas que decidieron regresar al mundo de los vivos a pesar de mis advertencias han regresado aquí cuando sus cuerpos perecieron. Todas esas almas están vagando perdidas en este plano. Y seguirán vagando sin encontrar el camino que les lleve a hallar la paz durante la toda la eternidad. —el emisario acercó su cabeza sin rostro a la oreja izquierda de Bakugo.—Y créeme cuando te digo que no le deseo ni al peor de los criminales un destino tan funesto. Al fin y al cabo la eternidad es mucho tiempo. Algunas almas se acaban rompiendo después de permanecer aquí 10 años. Otras almas aguantan 1.000 años. Alguna con el espíritu muy fuerte podría aguantar un millón de años. Pero, todas se acaban rompiendo. Sin excepción. Porque pasar toda tu existencia en completa oscuridad y soledad no es un plato de buen gusto para nadie...—
—¿A dónde quieres llegar con todo esto?—preguntó Bakugo entrecerrando los ojos.
—A dónde quiero llegar es que ninguna de esas almas tuvieron una segunda oportunidad para cambiar su destino. Todas ellas sellaron su destino al negar el regalo de Kami-sama a pesar de mis advertencias sobre no aceptar el camino de la paz. Y ahora llevan lamentándose de esa decisión cada segundo de sus eternas y miserables vidas en este plano existencial llamado purgatorio.—explicó el emisario sin rostro.—Pero, tú ...—le señaló con el índice.— ... tú eres el primero que tiene una segunda oportunidad para elegir bien. Para elegir el camino de la paz eterna en vez del sufrimiento eterno. —
—¿Por qué? —preguntó Bakugo, reflexionando sobre las palabras del emisario.— ¿Qué me hace a mí tan especial para ser el primero en poder cambiar de opinión?—quiso saber.
—Cómo te he dicho antes, hay muy pocas almas que se niegan al regalo de Kami-sama. Me gusta observar a esas almas cuando regresan a sus vidas mortales. Me siento en parte responsable por no haberles podido convencer de elegir el mejor camino. No soy del todo omnisciente (N/A: significa que conoce todas las cosas reales y posibles) como Kami-sama, pero sí que poseo parte de su saber. Así que sé el momento de sus vidas cuando ya es irreversible que vuelvan al purgatorio y sus almas no puedan hallar la paz. Les intento prevenir de nuevo, pero de manera sutil para que no les quite su libre albedrío. Pero muy pocas me hacen caso y pasan sus vidas mortales con el alma en paz. El resto sigue el camino funesto que yo preveía y cuando mueren regresan aquí. Sin embargo, a pesar de que tú tampoco seguiste mis consejos. Te las arreglaste para en el último momento sacrificar tu vida por tu enemigo, ese tal Sabaku no Gaara. Te he dicho que conozco la mayoría de cosas que van a suceder, pero el único que lo sabe todo es Kami-sama. Sinceramente, tu heroica acción me cogió por sorpresa. Rompiste las cadenas del destino que visualicé para ti. Me dejaste tan impresionado que le pedí a Kami-sama que te diera una segunda oportunidad—
—Túuuu ...—dijo Bakugo, abriendo los ojos como platos. — Eras esa voz ...—Bakugo recordó las palabras en su cabeza instantes antes de encontrarse con Uraraka en el mundo ninja.
—¡HAZME CASO, KATSUKI BAKUGO! ¡NO VAYAS!—
—Es tu última oportunidad, Katsuki Bakugo. Da media vuelta.—
—Cuando volvamos a vernos, no podrás reprocharme que no te lo advertí, Katsuki Bakugo.—
—Sí era yo. —asintió el emisario.— Supongo que te estás preguntando como es que no reconociste esa voz como la mía. Como te he dicho antes mi intervención tenía que ser sutil para no condicionar demasiado tu libre albedrío. Todo recuerdo mío o del purgatorio debía ser borrado de tu memoria para tal fin.—
—Lo sabías ...—murmuró Bakugo apretando los dientes con fuerza. —Todo este tiempo lo sabías ...—esta vez apretó también los puños.
—¿Saber el qué? —preguntó el emisario. Bakugo le lanzó un puñetazo en dirección a su cabeza sin rostro, pero el emisario se teletransportó instantáneamente a su espalda esquivando el golpe.— ¿Qué crees que estás haciendo, Katsuki Bakugo?—cuestionó molesto.
—¡TODO ESTE TIEMPO LO SABÍAS!—repitió Bakugo, ignorando la queja del emisario. Lanzó una patada atrás para tratar de golpear el torso del emisario, pero de nuevo éste se teletransportó evadiendo el impacto.
—¡Soy un ser divino! ¡Uno de los emisarios de Kami-sama! —alzó la voz el sin rostro.—¡Creado con parte de su infinito poder! ¡Tú, Katsuki Bakugo! ¡Estás completamente loco si crees que un alma humana es capaz si quiera de rozarme! ¡Por muy fuerte que seas entre los humanos, sigues siendo un mosquito en comparación conmigo! ¡Estamos en ligas completamente diferentes en términos de poder! ¡Así que cesa tus acciones inmediatamente sino quieres perder tu oportunidad de alcanzar la paz!—
—¡QUE TE JODAN, BASTARDO SIN ROSTRO! ¡SABÍAS LO QUE LE ESTABAN HACIENDO URARAKA Y NO HICISTE NADA! ¡SI ERES TAN JODIDAMENTE FUERTE COMO DICES, PODRÍAS HABER DETENIDO A ESOS CABRONES SIN DIFICULTAD ALGUNA! ¿POR QUÉ TE QUEDASTE SIN HACER NADA, DESGRACIADO?—rugió Bakugo, conteniéndose para no abalanzarse sobre el emisario.
—Voy a dejar pasar esta vez tus faltas de respeto porque estás enfadado. Pero no tienes a la suerte, Katsuki Bakugo.—dijo el sin rostro cruzándose de brazos.—Respondiendo a tu pregunta, el libre albedrío es la facultad que os concedió Kami-sama a los seres humanos para obrar según consideréis y elijáis. Para lo bueno y para lo malo, sois dueños de vuestros actos. No soy quién para quitaros algo que os ha concedido Kami-sama.
—Pero en cambio sí que te tomaste la libertad de tratar de persuadirme para que no fuera a ayudarla. Podrías haberla aconsejado a ella para que no viniera a buscarme y nada de esto hubiera pasado.—dijo Bakugo, haciendo todo el esfuerzo para calmarse.
—En primer lugar, el encargado de guiar el alma de tu amiga cuando muera no soy yo, sino uno de mis compañeros. En el multiverso habitáis billones de almas. Es imposible para alguien como yo el conseguir la tarea de guiar a tantas almas. Por suerte, Kami-sama el único ser omnisciente y omnipotente previó tal cosa y creó a cientos de miles de emisarios para ayudarle en su tarea. Así que las explicaciones deberías pedírselas al emisario designado—explicó el sin rostro.— Y en segundo lugar, aunque por casualidad también se me hubiera concedido la orden de guiar el alma de tu amiga. No habría hecho nada por ella. Y mis hermanos tampoco hubieran hecho nada. La importancia del libre albedrío que adquirís en vuestros cuerpos mortales es que dependiendo de vuestros actos os podemos llevar a la luz donde reside la paz eterna o informaros que debéis permanecer aquí —haciendo un aspaviento con sus manos para abarcar parte de la oscuridad del purgatorio.—La única razón del por qué traté de ayudarte a ti ya te lo he dicho antes. Me sentía culpable por no haber conseguido que eligieras el camino correcto y quería remediarlo en la medida de los posible. Considérate un caso especial.—el emisario se acercó a Bakugo viendo que estaba más tranquilo.— Para decírtelo de manera que lo puedas entender mejor, vuestra estancia en el mundo de los humanos es solo una especie de examen que debéis superar para poder alcanzar la luz. En caso de no superarlo ...—extendió los brazos...—... Bueno, ya lo estás viendo con tus ojos, Katsuki Bakugo. La eterna oscuridad.—
—...—Bakugo bajó la cabeza escondiendo su rostro.—Así que todo lo que ha pasado Uraraka es parte de un examen...—
—¡En efecto!—dijo el sin rostro apoyando sus manos en los hombros de Bakugo.—
—Un examen ...—repitió Bakugo.
—Sí.—asintió el sin rostro.—Y si te sirve de consuelo. Y por lo poco que sé de tu amiga creo que lo está superando con creces. Ya te he dicho que yo no soy el encargado de guiar su alma, pero estoy convencido de que a no ser que descarrile mucho en un futuro no tendrá problema alguno para encontrar la paz eterna. Lo que sí te puedo garantizar es que aquellos que le hicieron daño y que tú enviaste a este mundo permanecerán toda su eternidad aquí. Arrepintiéndose de sus pecados. Así que puedes estar tranquilo y venirte conmi ...—el emisario se calló de golpe al notar como sus dos manos que estaban apoyadas en los hombros del rubio ceniza eran fuertemente agarradas por las manos del chico.
—Un ...—Bakugo alzó el rostro mostrando tal fiereza en sus ojos carmesíes que dejó un instante perplejo al emisario. — ... jodido ...—apartó ambas manos del sin rostro con brusquedad.—...examen ...—
—¿Qué ...?—trató de preguntar el emisario pero fue interrumpido por Bakugo.
—¡UN JODIDO EXAMEN! ¿¡DEBES DE ESTAR DE PUTA BROMA, PAYASO DE MIERDA!?—dijo Bakugo, perdiendo toda compostura que había tratado de reunir. —¡¿ME ESTÁS REALMENTE DICIENDO ... QUÉ TÚ Y TU JODIDO DIOS ...?!—
—¡Cuidado mortal!—le advirtió el emisario que a pesar de no tener rostro era fácilmente reconocible el enfado en sus gestos.— ¡Cómo se te ocurra volver a blasfemar de NUESTRO Dios ...!—le rectificó el sin rostro remarcando la palabra ''nuestro''.
—¡¿DE VERDAD QUE TÚ Y TU JODIDO DIOS ... —repitió Bakugo ignorando la advertencia/amenaza del emisario.—... HABÉIS PERMITIDO QUE URARAKA SUFRIERA TODAS LAS TORTURAS, VIOLACIONES, VEJACIONES Y ABUSOS PORQUE ERA PARTE DE UN PUTO EXAMEN QUE DEBÍA SUPERAR?!—
—Como sigas blasfemando sobre NUESTRO DIOS olvídate de la paz eterna, Katsuki Bakugo ...—el emisario apretó los puños con tal fuerza que salió un líquido blanco parecido a la luz del fondo del túnel.—Más te vale arrepentirte ahora mismo, Katsuki Bakugo.—
—Me niego a considerar a tu Dios como el mío si es capaz de consentir lo que le sucedió a Cara Redonda solo para no alterar su ''examen''—Bakugo hizo el gesto de comillas con los dedos.—Así que que te jodan a ti y a tu jodida paz de mierda. Y cuando vuelvas con tu Dios, dile de mi parte que también le jodan a él.—
—...—el emisario se quedó callado, reprimiendo la ira. Aunque no pudo evitar que parte de su poder saliera provocando un pequeño seísmo en el purgatorio.—Te has pasado de la raya, Katsuki Bakugo. Ni aunque supliques clemencia ahora mismo por las blasfemias a NUESTRO DIOS permitiré que atravieses el portal al paraíso. Ni ahora ni nunca. Ya puedes comportarte como un santo en lo que te queda de tu miserable vida humana que me encargaré PERSONALMENTE de que te quedes aquí pudriéndote para toda la eternidad. Y créeme cuando te digo que te espera una miserable vida mortal. Lo que presenciaste con esa chica no es nada con lo que te espera. Y eso a su vez no es nada de lo que te esperará aquí cuando mueras definitivamente. Y no será dentro de mucho —una puerta apareció a la espalda de Bakugo. —Vuelve a tu miserable vida humana, hereje.—
—Je. Al fin sale a la luz tu verdadera cara. La falsa amabilidad no pega con un desgraciado como tú.—Bakugo abrió la puerta.
—Te estaré esperando, Katsuki Bakugo. A ver si eres tan gallito cuando estés aquí completamente solo y a oscuras durante miles y miles de años.—dijo el emisario.—Soy un ser muy paciente, atesoraré el momento exacto en el que tu alma diga basta.—
—Normalmente soy un tipo impaciente. Pero cuando quiero también puedo ser muy pero que muy paciente. Eres increíblemente fuerte y tu Dios debe serlo aún más. Eres tan fuerte que no soy capaz de medir tu fuerza así que no quiero imaginarme cuan poderoso puede llegar a ser tu Dios. Tú mismo dijiste que soy un mosquito en comparación tuya. Pues verás, los mosquitos son, con mucha diferencia, la especie animal que más humanos ha matado. Confío en que verdaderamente llegue a convertirme igual de mortífero que un mosquito .—Bakugo y el emisario se quedaron mirando durante segundos que por la tensión parecían horas.—Ah, y una cosa más. No me quebraré. No sé cuántos años me llevará. Si 1.000, 10.000, 1 millón o 100 millones de años. Tampoco sé como lo lograré, pero sé que al final lo lograré. Y os haré pagar tanto a ti como a tu Dios el tormento que le habéis hecho pasar tanto a Uraraka como a toda la gente inocente como ella. Sólo entonces mi alma dirá basta. La eternidad juega a mi favor, jodido bastardo sin rostro.—
Bakugo traspasó la puerta al mundo de los vivos y cerró de un fuerte portazo quedando los recuerdos cerrados bajo llave hasta su regreso al más allá.
Katsuki Bakugo abrió lentamente los ojos. Estaba completamente desorientado. Solo veía una luz que le dañaba las retinas de los ojos así que optó por cerrarlos.
—Al fin despiertas, Bakugo.—oyó Bakugo que seguía con los ojos cerrados. Le sonaba haber escuchado esa voz en algún sitio pero estaba demasiado desorientado para ubicarla. Intentó abrir los ojos, pero la luz era demasiado intensa para hacerlo. —Mmmm ... Sé que no estás en tu mejor momento para hablar, pero no tengo mucho tiempo hasta que vengan a visitarte. A decir verdad, no sé como sigues vivo. Pero ya hablaremos de eso más tranquilamente más tarde. Ahora lo importante es que necesito que me hagas un favor.—
—¿Uihh ... eees?—Bakugo intentó preguntar quién era, pero no le salían sonidos inteligibles de su boca.
—¿Eh? No entiendo lo que dices. Aunque lo raro sería que pudieras hablar sin problemas nada más despertar. Al fin y al cabo has pasado en coma casi tres meses.—explicó el desconocido.
—¿Eee eess?—Bakugo intentó decir ¿Tres meses? pero eso fue lo que salió de su boca. Abrió débilmente su ojo izquierdo tratando de aguantar el dolor de la luz cegadora para averiguar la identidad del sujeto que le hablaba. Solo veía una silueta borrosa.
—Mmmm ... —murmuró el chico desconocido.—De nuevo no te entiendo, pero diría que tú sí me estás entendiendo. Espero que así sea. Soy el chico de cabello blanco que vino a hacerte una visita en la enfermería cuando derrotaste a la chica del abanico. En ese entonces no me presenté. Me llamo Killua Zoldyck y necesito que me ayudes. Ayúdame y yo te ayudaré a regresar a tu mundo.—
