CAPITULO 2

EL SELLO DEL FENIX

Los ténues rallos del sol, saboteados por las espesas y grisaceas nubes negras que gobernaban en cielo desde que empezó el mes de agosto, luchaban por entrar a través de la ventana de una casa cualquiera, en un barrio nuevo de Londres, exactamente en la calle Privet Dirve. La casa en cuestión pertenecía a la familia Dursley, dueños de un importante y floreciente negocio de taladros, del que el señor Vernon Dursley era presidente. Su flamante y elegante esposa, Petunia Dursley-Evans ya estaba en la cocina, preparando un sustancioso desayuno para deleitar el paladar de su queridisimo y adorado único hijo Dudley Dursley.

Mirándolo desde este punto de vista, la famlia Dursley podía definirse en una palabra: perfecta. Pero si un día cualquiera, como hoy mismo, pasaráis a integraros en su selecta y honrada familia, entonces os dariáis cuenta de que esas personas distaban mucho de la perfección... quizás mucho más que sus vecinos de Privet Drive. Eran arrogantes, y despreciaban lo diferente, mientras que alababan la monotonía y la pulcritud; eran injustos, déspotas y mentirosos... incluso podría decir que llegan a ser unos tiranos. Si, los Dursey dejaban mucho que desear y quizás la única persona que descubrió todo aquello, quien se llevó todas sus maldades, y recibio sus castigos fue un niño, pequeño y asustado de grandes y profundos ojos verdes esmeralda que brillaban de sabiduria y poder y con un alborotado pelo negro como el azabache. Ese niño llegó una noche llena de estrellas que le rendían homenaje, una noche que a pesar de la tranquilidad reinante, había sucedido un catástrrofe que afectó de manera sobrenatural al mundo... una noche en la que ese niño, ese bebe de tan solo un año, había perdido lo único que tenía aparte de su vida: sus padres. Los Dursley, sin poder hacer otra cosa, le aceptaron en su casa... ¿ que otra cosa podían hacer sus tíos por su sobrino Harry Potter? Ellos tal vez pensaron que su deber había acabado al acogerle, dandole un lecho y una comida para poder sobrevivir... pero ¿ que puede hacer un niño sin amor? ¿ y sin comprensión? La respuesta es: nada... sobrevivir día tras día... sin esperar nada de la vida.

Pero esta dio un giro radical al recibir una carta que le hablaba de un colegio Howgarts de Magia y Hechicería, al conocer a un semigigante llamado Rubeus Hagrid y al descubrir que con una varita mágica él también podía hacer maravillas. En aquel entonces ese bebe ya había crecido y tenía 11 jóvenes e inocentes años. A esa temprana edad descubrió quien era realmente él acudiendo a aquel prestigioso colegio mágico: un héroe... el niño que vivió, que sobrevivió a la maldición prohibida de un temible brujo asesino que pretendía acabar con su corta vida como ya lo había hecho con sus padres. Él, al sobrevivir había librado al mundo mágico de aquel ser despiadado, a aquel brujo corrompido de maldad, aquel que se había hecho llamar Lord Voldemort.

En hogwarts había conseguido lo que en el mundo perfecto de sus malvados tíos no lo había hecho: tener amigos. Conoció a Ronal Weasley, un pelirrojo con sentido del humor, y a Hermione Granger una niña malumorada y sabelotodo, pero de gran corazón. De esta forma, cada vez que tenía que regresar a Privet Drive, Harry Potter se entristecía... pues era volver a un lugar donde nadie le quería... un lugar en el que residían sus peores temores y recuerdos. Y asi, verano tras verano se alejaba del mundo mágico y volvia al mundo muggle para pasar una temporada en la casa de sus tíos, donde nunca había sido bien recibido y por lo tanto ahora tampoco lo era.

Había pasado mucho tiempo desde que Harry Potter había recibido aquella primera carta de Howgarts, ahora él acababa de cumplir 16 años y pronto comenzaría su 6º curso en el colegio, pero hasta entonces debía permancer alejado de su mundo, recluido en una casa que odiaba.

Y era en aquella ventana, la cual el sol pretendía iluminar, en la que dormía aquel joven tan especial... aquel joven que tenía su destino prefijado.

Su pelo siempre alborotado le caía sobre los párpados cerrados con suavidad, su respiración era tranquila y pausada... diferente a la de anoche, cuando ( como siempre) había sufrido aquella pesadilla, en la que una voz tétricamente perfecta cantaba los acordes de una danza macabra... mientras unos preciosos y malvados ojos color rojo sangre le observavan atentamente... muy atentamente, como un cazador que pretende capturar a su presa. Siempre el mismo sueño... siempre la misma canción... siempre los mismos ojos... siempre la misma voz... siempre en el mismo escenario... siempre con la muerte de EL para atormentar su culpa, la muerte de Black, de su padrino Sirius Black, asesinado dos meses antes.

- Mi señora?- llamó la atención el ama de llaves a la joven que distraidamente miraba por la ventana.

- Pasa, Edith- contestó la chica con su melodiosa y perfecta voz, sin volver el rostro.

- En que puedo ayudarla?

- Me marcho Edith- comenzó a explicar ella- me marcho y no volveré en muchos meses.

- Si, mi señora- dijo la mujer- le preparo el baúl?

- Si. Mete en él toda mi ropa... sin ninguna excepción y cuando digo ropa me refiero a todos los enseres necesarios para mi estancia en Hogwarts.

- Esta bien, se hará como usted mande- respondio cortesmente la anciana mujer- algo más señora?

- Si. haz que este dispuesto para esta noche el coche. Marcharé hacia Londres lo antes posible.

- Se me permitiría saber donde se establecerá hasta dentro de dos semanas, cuando empiece el nuevo curso?

- En casa de los Malfoy. Una familia adinerada, amigos de mi padre. El señor Malfoy fue detenido en Junio y enviado a Azkaban, pero la señora Malfoy ha tenido la amabilidad de permitirme alojarme en su casa, expresando mi buena elección elijiendo a su familia como mi protectora temporal.

- Me alegro que este en buenas manos.

- Lo estaré, Edith- dijo ella con firmeza- espero que cumpla con sus deberes con esta casa y la mantenga en condiciones para mi regreso. Sepa que mi querido padre podra presentarse aqui en cualquier momento y se enojara si su residencia esta descuidada.

- Entendido señora. Esta todo listo para su marcha.

- Eso espero. Buenos días, Edith.

- Buenos dias, señora.

En cuanto la anciana ama de llaves abandonó la habitación, la joven muchacha chasqueó la lengua con fastidio y se alejó de la ventana. Odiaba tener que ir a casa de unos desconocidos. No le gustaba depender de la gente pero aquella ocasión era especial y haría cualquier cosa por hacer ver a su padre su valía.

Estaba bastante cansada de que él la tratara como una muñeca tan valiosa que no podía ser sacada de su cajita de plástico. Él conocía sus poderes, él la había visto progresar, él sabia que manejaba la magia negra a la perfección, él sabía cual era su procedencia y el su potencial magico.

Con aire apesumbrado se sentó en la silla de su tocador con elegancia y cuidado, dirigó su mirada al espejo y miró su propio rostro que a veces le resultaba desconocido. Entonces, sin poderlo evitar, sus recuerdos simiolvidados volvieron a sacudir su mente y su corazón... haciendola cerrar los ojos, para contener las lágrimas: agua... agua... la espuma salada de unas olas turbulentas... el viento helado chocando embravecidamente contra aquellas serpenteantes costas que durante su tierna infancia había recorrido... y el mar azul verdoso, con sus traiciones y tradiciones... con sus maldad y arrogancia... su mar. Peces bailando a su alrededor... su lecho de algas y su palacio de coral y crístal... y ella, ella... largos cabellos azules verdosos... ondulantes... sedosos... una mirada penetrante y cariñosa del color del sol... un canto melodioso, tierno, maravilloso... el murmullo de la perfección... ella... cantandole al viento sentada en una roca azotada por el turbulento mar de Escocia... ella... ella...

- Mamá... - lloró la joven cubriéndose el rostro con sus delicadas manos- vuelve mamá...

- Harry- llamó la tía Petunia mientras cogía el paraguas- Nos marchamos a Londres. Duddley necesita ropa nueva y debemos ir a las tiendas de marca que el quiere.

- De acuerdo, tía.

- Cuida de hacer tonterias de las tuyas, de acuerdo chico?- exclamó tio Vernon moviendo un dedo cerca de la cara de Harry.

- Si, tío.

- Y no toques mis cosas, Harry!- amenazó Duddley desde el porche.

- No tenía intención de hacerlo- contestó el joven cansinamente, alegrandose por tener un poco de paz.

Y sin decir otra palabra, los muggles cerraron la puerta de golpe y se marcharon en aquel coche de lujo que poseían. Entonces todo quedó en silencio... no se oía absolutamente nada. El chico, decidió que lo mejor que podía hacer durante la ausencia de sus tíos era los deberes impuestos por el colegio para no pensar en nada más.

Subió las escaleras de dos en dos y suavemente, para no despertar a Hedwig, cerró la puerta. Rapidamente sacó su libro de Historia de la magia y comenzó a escribir una redacción sobre la revolución de los gigantes en 1675. Harry se metió tanto en sus deberes que no se dio cuenta de la oscuridad que reinaba en la habitación, debido a las excesivas nubes antinaturales que se amontonaban en el cielo... hasta que de pronto un relampago iluminó todo Privet Drive mientras un estruendoso trueno se oía hasta en la lejanía.

Soprendio, Harry, lavantó la vista de su libro y miró por la ventana. Aquel tiempo no era acorde con el mes en que estaban... Agosto. Tenía que estar pasando algo... y fervientemente creía que ese algo era malo.

Se encogió de hombros y encendió la luz de la mesilla dispuesto a concentrarse otra vez en sus estudios, pero un nuevo relámpago se lo impidió haciendole volver la cabeza de nuevo hacia la ventana.

- Qué demonios está pasando aqui?- se preguntó él molesto.

- La oscuridad se cierne sobre nosotros, Harry- le contestó una voz a su espalda sobresaltándolo.

Al volverse, el chico supo enseguida quien era y una sonrió, algo que no hacía desde la muerte de EL.

- Lupin!- exclamó- que haces aqui?

- He venido a buscarte- sonrió él- asi que coge tus cosas nos vamos ya.

- Como has entrado?- pregunto Harry curioso, mientras organizaba su baúl.

- Secreto profesional- le respondió mientras con un movimiento de varita hacía que se cerrara dicho baúl- no preguntes... anda, vamos!

- A donde?- inquirió mientras bajaban juntos la escalera, seguidos por la pesada arca.

- A Grimmauld Place...

Harry cayó, y sus ojos se velaron de nuevo... recuerdos! malditos recuerdos!

- Harry... estas bien?

- Odio esa casa- musitó él con rabia- y Sirius también la odiaba.

- Ya lo sé...

- No quiero recordar más, Lupin... no quiero más- susurró el joven conteniendo un torrénte de lágrimas.

- Debes enfrentarte a la realidad.

- La realidad es una mierda- dijo con furia- odio esa casa... en ella sucedió todo... en ella están los recuerdos dolorosos de Sirius... y también los mios.

- Tambien era mi amigo Harry... yo siento la misma pena que tu- respondio Remus duramente- pero debo ser fuerte, y concentrar mis energías en que la muerte de Sirius no haya sido en vano; Lo entiendes?

- Si yo no...

- Tu no tienes la culpa de nada- exclamó él mirandole a la cara.

- Mientes. Tengo la culpa de todo... si yo no hubiera ido allí... el ahora estaría en la casa de sus padres... esperándome con los brazos abiertos... él...él ...

- Te diré yo de quien es la verdadera culpa, Harry- susurró con una voz nuevamente suave- de Beatrix Lestrange... y de Lord Voldemort. Ellos tienen la culpa... no tu.

Con un nudo en la gargante y los ojos velados por las lágrimas que luchaban por salir, el joven asintió con la cabeza y siguió a Lupin.

- Todo listo, señora.

- Esta bien, Edith.

- Desea algo antes de irse?

- Nada.

- Muy bien, la acompañaré hasta el coche.

El ama de llaves se dio la vuelta con la seguridad de que la joven señora vestida con una túnica azul añil aterciopelada con bordados plateados, cubierta por una larga capa negra del mismo tejido y la capucha que impedía que se vieran la mayoría de sus facciones, la siguía a través de la laberíntica mamsión hasta la puerta de entrada, que estaba abierta de par en par, como recibiendo calurosamente al viento y a la lluvia torrencia tan poco acorde con el tiempo, pero si acorde con los pensamientos de la señora de la casa.

- Que tenga buen viaje, señora- le deseó Edith mientras cerraba la puerta del coche negro.

Ella, de forma de despedida, agitó la mano y esbozó una sonrisa que la anciana pude ver a pesar de la capucha.

- Y que los dioses la acompañen en su misión, mi niña- musitó sabiendo que nadie la oía- que las fuerzas mágicas impidan que se convierta en un ser desalmado como ellos...

Dandose la vuelta, como si se tratase de un fantasma, entro de nuevo en aquella mansión tan tétrica y las puertas se cerraron mágicamente tras ella, chirriando lastimeras.

- Ya hemos llegado- dijo Lupin zarandeando a Harry para despertarlo, tras el largo viaje en coche.

- Mm...

- Vamos- animó Remus mientras salía del coche.

Ante ellos apareció aquella casa... vieja... donde ahora residía el cuartel general de la órden del fénix. La lluvia seguía azotando con fuerza, asique no perdieron ni un instante en correr hacia la puerta y llamar al timbre con insistencia. La señora Weasley les recibió con una triste sonrisa.

- Hola Remus- saludó ella con una voz afligida- Bienvenido Harry.

Con fuerza, le abrazó más largamente de lo normal y al separarse pudo ver en sus ojos huellas de recientes lágrimas.

- Hola Molly.

- Me alegro de verla señora Weasley.

- Si, si... os están esperando en la cocina- dijo ella suspirando- la orden esta completa con vosotros.

- Voy a asistir a una reunión de la órden?- pregunto el chico incrédulo.

- Algo más que eso- respondió Remus mientras caminaban hasta el lugar de la reunión, seguidos por Molly

Al entrar el chico se sorprendió de la gente sentada alrededor de aquella mesa ampliada mágicamente, al igual que la cocina... era mucho más grande de lo que le recordaba. Aquello debía ser obra del mismisimo Albus Dumbledore.

Todos los integrantes de la Orden del Fenix reunidos allí inclinaron la cabeza en señal de respeto y saludo.

- Bienvenidos- saludó una voz que el chico conocia muy bien. Un hombre anciano, pero cuyos ojos azules y penetrantes brillaban de juventud y vitalidad, las daba la bienvenida entendiendo los brazos como abrazandolos desde la distacia. Aquel hombre de larga barba blanca, vestido con una túnica color morada con estrellitas doradas y con gafas de media luna, cuyo rosotro irradiaba de bondad y poder, era el mago más poderoso en el momento y también el más sabio. Era conocido por todos como Albus Dumbledore, miembro de Wizargamont, Mago de primera clase de la orden de Merlin y direcctor de la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería- confío que no haya habido ningún problema, Remus.

- Ninguno- respondió sonriente, mientras se sentaba en uno de los 7 sitios vacios.

- Excelente. Bueno Harry... sabes porque estas aqui?

- No.

- Pues bien, yo te lo explicaré- dijo Albus mientras se levantaba dirigiendose hacia el chico bajo la atenta mirada de todos los miembros de la Orden del Fenix, entre los que se encontraban Alastor Moody, los 4 Weasley ( Arthur, Molly, Bill y Charlie) Severus Snape, Nynphadora Tonks, Mundungus Flecher, Kingsley Shacklebolt, Elphias Doge, Dedalus Diggle, Emmeline Vance, Sturgis Podmore, Hestia Jones, Minerva Mc Gonagal, Rubeus Hagrid... y un hombre extremandamente parecido a Dumbledore; Harry supuso que era Aberforth, el hermano de Albus- mira los sitios vacios... llevan años sin ser ocupados. El año pasado, cuando se volvio a reunir la orden quedaban vacantes 13 sillas... vacantes de las personas asesinadas por órdenes de Lord Voldemort: Marlene Mc Kinnon cuyo lugar ocupó Nynphadora... Los Longbottom... Benjy Fenwick... Edagar Bones donde ahora ves a Severus... Caradoc Dearborn sustituido por Rubeus Hagrid... los hermanos Prewet cuyos luagres ocupan los hermanos Weasley... Hestia ha sustituido a la asesinada Dorcas Meadowes... Kingsley en lugar de Peter Pettigrew... tus padres... Nuestro más ansiado deseo, después de derrotar al Señor Oscuro es ocupar estos lugares que nuestros amigos y compañeros han dejado vacios... aunque todo hay que decirlo: aun siendo sustituidos, jamás les olvidaremos.

- No se que me está queriendo decir con esto, profesor- dijo él atónito.

- No he terminado, Harry- dijo con una sonrisa triste- tras la muerte de Sirius Black quedó un nuevo puesto vacante. Esta silla que ves junto a mi, era su lugar.

- No esta ocupado por nadie- susurró Harry maldiciendo de nuevo el nudo que se le había vuelto a formar en la garganta.

- No- responió el director de forma absoluta- porque tu lo vas a hacer. Tu Harry Potter, ocuparás el lugar de tu padrino... lo que espero que te de fuerza para vengar su muerte, una muerte que no debería haber ocurrido, como las demás... una muerte que te está torturando cada noche... tu tienes el poder para vengarte y yo no te lo voy a impedir, como impedi que supieras toda la verdad sobre lo que pasaba a tu alrededor. Ahora he aprendido mi leccion y te ayudare a derrotar al mal... te ayudare a aliviar tu culpa imerecida... tu dolor... y las heridas que aun siguen sangrando a pesar del tiempo y los años... De esta maneras llevarás la misma marca que Sirius llevaba... como todos los aqui presentes... llevarás el sello del fénix.

N/A: Hola! Bueno, que os ha parecido? - espero que os vaya gustando y que los que empeceis con la historia tengais paciencia y la continueis hasta el final. Espero no decepcionaron

Solo escribo para deciros que me gustaria mucho que los que leyeráis mi ff dejaráis vuestra valiosa opinion en mi libro de visitas - sea buena o mala, acepto alabanzas y tomatazos!

En fin, por ultimo advertiros que quizas entre un capi y otro tarde un poco en actualizar pero supongo que todos aqui tenemos que atender deberes y problemas muggles... x lo que ruego paciencia y comprensión

Muchos besos!

IranBlack