El amanecer llegó demasiado pronto para unos y para otros parecía que la noche oscura seria eterna, sor Gray y el resto de las hermanas estaban agotadas, no descansaron mucho al estar lidiando con las consecuencias de actuar apresuradamente guiada solo por la furia, de hecho la severa directora aplico a sí misma sus palabras, rezando varios Rosarios en penitencia por dejar que el enojo nublara su juicio, permitiendo que ideas preconcebidas y las palabras venenosas de una jovencita que creía era un buen ejemplo de una dama guiaran sus acciones.
Que caro le hubiera salido todo si… No, no podía ni pensar en eso, ahora que su mente estaba más clara y veía todo con frialdad, comprendió que aun cuando las acusaciones fueran ciertas, cosa que no era así, el actuar que tuvo no era el correcto, porque al final, no era la moral o el buen nombre de los involucrados el único en quedar marcado, no, el verdadero afectado sería el colegio, quien siempre quedaría manchado por semejante acto vergonzoso.
Lo correcto habría sido ir a investigar con las monjas, no permitir que los rumores circularan, castigar a los culpables sí, pero sin necesidad de hacer escándalo, porque a final de cuenta eso no ayudaba a nadie, el Duque tenía razón, no siguió el procedimiento adecuado.
Oh el Duque, quien sabe que resoluciones tomaría ahora, ella sabía lo estricto que era, incluso Terrence, el joven que, pese a su usual rebeldía, no podía negar que hacia un tiempo a la fecha su conducta había mejorado enormemente, asistía a clases, también a misa, ella no pudo más que temblar de preocupación cuando lo vio llegar la primera vez, pero él se comportó, estuvo sin distraerse ni distraer a nadie, asistiendo puntualmente desde entonces, todos los domingos.
Ante el cumulo de carga que sentía sobre sus hombros la monja siguió rezando, esperando pacientemente lo que el día trajera, incluso resignada a lo que fuera.
Su pecosa estaría satisfecha si lo hubiera visto la noche anterior conversando con su padre, Candy… De solo pensar en ella se llenaba de angustia, esa sucia trampa en la que cayeron tan tontamente, como fueron tan ilusos, maldita zanahoria desabrida estuvo a punto de dañar de forma irreversible a su amada pecosa.
No lo dudaba, la hermana Gray hubiera aplicado todo el peso del castigo sobre ella, incluso admitió que la enviaría a las mazmorras, no dudaba que a esta hora Candy ya habría sido expulsada, el solo imaginarlo le provocaba un nudo en el estómago y un temor nunca experimentado, no quería que fuera dañada, pero tampoco perderla y seguía preguntándose si no lo haría.
Porque sin importar lo que sucedió la noche anterior, el no confiaba en su padre, estaba aterrado de lo que el hiciera, de sus verdaderas intenciones, trataba de estar alerta, se levantó de la silla en la que había estado y se acercó a la ventana metiendo su mano en el bolsillo, allí sintió la nota que lo había engañado como a un tonto y su furia volvió.
Recordó entonces lo que sucedió después que las monjas lo dejaron solo con su padre.
El Duque se quedó en silencio un momento, luego salió a asegurarse de que estaban solos antes de preguntar a su hijo.
― ¿logro irse?
―sí, había una tabla suelta en la parte de atrás.
―necesito saber para comprender, ¿Qué hacías aquí con esa jovencita?, quiero la verdad.
―nos tendieron una trampa.
―por favor, Terrence, no creerás que soy tan estúpido, busca una excusa más creíble.
―es la verdad, tanto a ella como a mi nos hicieron llegar unas notas con el nombre del otro, en las que nos citaban aquí, apenas estábamos descubriéndolo cuando entraste.
―digamos que eso es cierto, algo que me parece absurdo la verdad, pero suponiendo que fue así, eso no explica su presencia aquí, sabes que es totalmente fuera de discusión, la hermana Gray tenía razón de estar furiosa al pensar que podía ser cierto, que una pareja de estudiantes se encuentre en medio de la noche es totalmente escandaloso, porque es algo clandestino que se presta para la inmoralidad, por lo que ninguna dama que se digne llamarse así lo haría.
―no ofenda a Candy.
―así la llamas, tanta confianza se tienen acaso.
―se llama Candice, ella no es como las otras chicas, ella es autentica, generosa, si vino a mi encuentro es solo porque se preocupó por mí, pensó que la había citado porque la necesitaba con urgencia, ―expreso molesto el castaño, ―yo mismo me comporte de la misma manera, corriendo para saber que le sucedía, ―dijo esto último casi para sí mismo.
―insisto, parecen tenerse mucha confianza, pero dejemos eso de lado, por ahora, tienes la nota que dices te enviaron y si es así, ¿de quién sospechas? O es que ya sabes quien la envió.
―aquí esta, ―dijo el castaño extendiendo la nota a su padre, ―y claro que se quien la envió, no fue otra más que Eliza Leagan y su hermano Neal Leagan.
El Duque reviso la nota, se quedó en silencio un momento como pensando, luego devolvió la nota a su hijo.
―es acaso esa misma joven pelirroja que estaba acusándolos, la que llevaron castigada.
―sí, ella misma.
―que razones puede tener ella para armar semejante embrollo.
―ella pertenece a la familia de Candy, la odia por ser adoptada y no me perdona que la prefiera por sobre ella.
―una huérfana, me estás diciendo que es…
―cuidado con sus palabras…
―tanto te importa.
―acaso su origen la define, ella no escogió no tener padres, ha sido adoptada por el patriarca de la familia Andrew.
―aun así, eso no significa nada, Terrence, tú eres mi hijo, un Grandchester.
―y que, acaso yo pedí serlo, no soy tan distinto a ella.
― ¿Cómo puedes decir eso?
―solo soy el recuerdo de su error, una mancha en su ilustre apellido.
―basta Terrence, no te permito decir tantas sandeces, es suficiente por ahora, es tarde y debo estar de regreso temprano en la mañana.
― ¿que planea hacer?
―impedir que esos muchachitos caprichosos ensucien nuestro apellido y honor, para lo que es necesario pedir que llamen a sus familiares.
―lo único que conseguirá es que se ensañen contra Candice, no es la primera jugarreta que Eliza y su hermano realizan en su contra y que solo es aplaudida por sus familiares, en especial por la tía abuela, quien es la que suele tomar las decisiones.
―pero has dicho que el patriarca de la familia es su padre adoptivo, ¿porque dices que esa señora es quien toma las decisiones?
―ella es la que suele visitarlos y siempre la excluye.
― ¿y su encargado? O su padre adoptivo, lógicamente ella sola no se ha inscrito en el colegio.
―puedo preguntar a sus primos los hermanos Cornwell, ellos son los únicos que creo que se preocupan por ella.
―puedes averiguar eso antes de que me valla, no quiero perder más tiempo.
―en seguida lo hare.
Terry tenía aun el corazón en la boca, estaba enormemente aliviado de que su pecosa no se viera involucrada en esa sucia trampa y lograr sacarla a tiempo, pero se preguntaba a qué costo, no es que le inquietara, él estaba dispuesto a cualquier sacrificio por ella, sin embargo, su mayor preocupación era por lo que su padre quisiera hacerle.
Al llegar a los dormitorios masculinos se apresuró a buscar el de Stear y Archie, nadie lo detuvo, las monjas estaban demasiado ocupadas para notarlo, hubo una breve discusión en la que él les preguntó todo acerca del encargado de Candy en lugar del señor William, ellos le hablaron de George, recordándole el problema que seria que la tía abuela fuese notificada, debido a lo mucho que ella despreciaba a la pecosa.
Con la información que necesitaba se despidió de los hermanos Cornwell, asegurándoles que volvería para explicarles lo sucedido, dio a su padre el nombre de George y la dirección que le proporcionaron para ubicarlo, con eso el Duque se despidió, recordándole que estaría muy temprano al día siguiente para reunirse con la hermana Gray.
Cuando finalmente logro volver al dormitorio de los Cornwell, Terry estaba sumamente agotado, más que física, emocionalmente, sentía que hasta su alma le dolía, pero eso no evito que les relatara a los primos de Candy todo lo que paso esa noche, comprendiendo estos la gravedad de lo sucedido, el enorme peligro en el que estuvo su querida prima, ellos le explicaron que la adopción de Candy era algo que la tía abuela nunca aprobó, por lo que seguramente ella buscaría sacarla de la familia si tuviera la posibilidad.
―nosotros solo queremos que ella sea feliz Terry, ella es una buena chica que ha sufrido mucho.
―la protegeré, de eso no tengan duda, ―dijo esto último mientras se marchaba a su habitación, pero ellos escucharon perfectamente lo que él dijo en voz baja como para sí mismo, ―yo seré quien la haga feliz.
―el Duque ya está aquí hermana Gray, pidió ver a Terrence antes de la reunión, además requirió se llamará a la señorita Andrew.
―gracias, hermana Beatriz, hermana Margaret valla por la señorita Andrew para que esté presente.
―hermana Gray, el Duque quiere verla antes de la reunión, ―explico la hermana Beatriz.
Resignada la directora solo asintió por lo que la hermana Margaret salió a cumplir su orden.
Candy apenas y logro dormir, no podía creer tal audacia de Eliza, atreverse a tanto, peor aún, se regañaba por ser tan descuidada y caer en un truco tan sucio, sentía aun como si un valde de agua helada la hubiera bañado, dejándole un nudo en el estómago que no la abandonaba.
Era tan doloroso el solo imaginar lo que pudo sucederle si no la hubieran ayudado a escapar, estaba preocupada por Terry, también desesperada por hablar con él, pero con todo lo sucedido no se atrevió a arriesgarse, no quería provocar más problemas de los que pudo tener.
Pese a no haber descansado casi nada, se encontraba levantada desde muy temprano, vestida y preparada para afrontar el día, encontrándose por lo mismo en posición de oración, elevando unas plegarias pidiendo por Terry, agradeciendo ser librada de semejante trampa y sorprendentemente pidió también por Eliza y Luisa, sabiendo que ellas seguramente estaban sufriendo por ser encerradas en semejante lugar, entendía que ellas merecían un castigo por su mala acción, pero no creía que soportarían estar en las mazmorras en las que escuchó las tenían.
En medio de sus oraciones la hermana Margaret tocó la puerta e ingresó a su habitación encontrándola aun arrodillada, eso provocó que la monja quedara muy agradada con la joven, porque pese a ser un colegio dirigido por religiosas, la mayoría de estudiantes no tenían esa actitud.
―buenos días, Candy, debes acompañarme, el Duque de Grandchester pide hablar contigo.
― ¿conmigo?
―si Candy, vamos, no debemos hacerlo esperar.
―sí, vamos hermana Margaret.
Sin saber que le esperaba la joven acompaño a la monja, deseaba al menos poder tener la oportunidad de explicarle al Duque su presencia en el establo la noche anterior, llegaron a las oficinas principales, la hermana Margaret le pidió esperara un momento en el pasillo mientras la anunciaba y luego le permitió la entrada.
Candy se encontró frente a la imponente figura del Duque de Grandchester, tratando de controlar sus nervios lo saludo siguiendo el protocolo, haciendo una reverencia tal como le enseñaron, vio entonces a Terry, quien estaba cerca de la ventana, volteando de inmediato al verla, los jóvenes se saludaron formalmente, sintiéndose aun inseguros de lo que sucedería.
El Duque no se perdió la silenciosa interacción de su hijo y la señorita Andrew, recordó entonces que la había conocido hacía unos días atrás, cuando chocaron en un pasillo, a simple vista podía notar por qué su vástago estaba interesado en ella, no era fea, claramente era notoria su belleza natural, su abierta mirada mostraba su transparencia.
Lo que logro averiguar sobre ella en las pocas horas que habían pasado lo dejaron un poco preocupado, su origen podía ser un problema muy serio, y aunque le ayudaba el que fuera adoptada por el patriarca de los Andrew, pero sabía que eso poco o nada servía en su entorno.
―anoche he conversado con Terrence, ahora me gustaría saber de usted, ¿qué sucedió?, explíqueme ¿Qué hacia allí?, ―aunque pareciera severo el tono de su voz era tranquilo.
―al regresar a mi habitación después de la cena, me encontré una nota al abrir la puerta, ahora comprendo que fue imprudente de mi parte, que Terry jamás dejaría una nota de esa manera, pero en ese momento me preocupe tanto, temí que algo malo le hubiera pasado y solo pensé en acudir en su ayuda.
El Duque la observo, ella era sincera, una rareza en su mundo, en donde desde muy pequeñas, las féminas aprendían a engañar, pero la joven frente a él, al contrario, se mostraba directa, hablaba de frente, se preocupó por su hijo, así como este lo hizo por ella, su dolor de cabeza iniciaba, pensando en lo que le esperaba.
― ¿tiene usted esa nota?, ―preguntó a la señorita Andrew.
―sí, a pesar de que la nota decía que debía destruirse, con la prisa no lo hice y la guardé, aquí esta.
El la tomo y al igual que hizo con la de Terrence la noche anterior la observo un momento, pidió a su vástago que le prestara la que le enviaron a él, luego devolvió ambas notas.
Unos golpes en la puerta los interrumpieron, ingreso una monja avisándole que había llegado el señor George Johnson, el entonces la acompañó, no antes de pedir a los jóvenes que esperaran allí un momento.
― ¿estas bien?, ―ambos jóvenes rieron ante la coincidencia de haber preguntado al mismo tiempo.
―si Candy, estoy bien, anoche conversé brevemente con el Duque.
―es tu padre Terry, debes tratarlo como tal, ―le retaba la pecosa apuntándolo con un dedo.
―Candy… ―el joven casi rodó los ojos, pero sabía que no podía llevarle la contraria a su pecosa, ―bien, conversé un poco con mi padre, bueno más que conversar, respondí a sus preguntas.
―debes ser cortés y agradecido Terry, él te ama, pese a lo severo que sea.
El Duque estaba escuchando la breve conversación de los jóvenes, la monja se había retirado, extrañada de que el la despachara, pero lo dejo hacer, estaba tratando de comprender, la joven estaba regañando a su hijo, a su rebelde y arrogante hijo, el que no aceptaba eso de nadie, pero con ella… con ella estaba cediendo tan tranquilamente que en realidad su cabeza se ponía a trabajar.
Sabiendo que debía ver al señor Johnson, se alejó finalmente de los jóvenes y dirigió sus pasos en su búsqueda.
Continuará…
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Hola, acá tienen un nuevo capítulo, espero les guste, muchas gracias por el apoyo a esta historia, y por sus comentarios, son invaluables para mí, les deseo un feliz día, bendiciones.
