Capítulo seis

Las noticias de la adopción de Candy fueron recibidas con una infinita dicha de parte de las directoras, quienes amaban profundamente a la pequeña, pero también con tristeza, al saber que ya no volvería al hogar, al menos eso es lo que ellas creían, lo que no esperaban era la promesa del señor William Andrew de que la niña iría más adelante de visita a su amado hogar de Pony.

Tampoco esperaban el generoso donativo de alimentos, ropa y artículos que el buen hombre sabía que eran de suma necesidad en dicho lugar, no conforme con eso les envió una carta en donde les informó que estaba negociando con el señor Cartright para la compra del terreno en donde estaba el hogar y la propuesta para ampliación y mejoras en el mismo.

La gratitud de William Andrew no terminaba allí, pues eso era apenas el inicio, el también escribió al doctor Martin, a quien le propuso estar al frente de la clínica que pensaba construir en el pueblo, ya que el medico atendía desde su humilde hogar y muchas veces no contaba con todo el material y medicamentos necesarios para atender a sus pacientes.

Dicha clínica sería sufragada por las donaciones de la familia Andrew, estando mas equipada para una mejor atención médica, el doctor Martin estaba sorprendido, nunca imagino que podría contar con tal ayuda, por lo que eso facilitaría su tarea.

William recordó lo mucho que el doctor Martín quería a su pequeña Candy, no era para menos, pues también le debía, no su vida, pero si la de su amada esposa, quien se extravío en un viaje en el que ella visitaría a sus parientes.

La esposa del doctor realizó un viaje que sería feliz, este se tornó doloroso al descubrir que ya no tenía familia, pues sus padres habían muerto hacia poco y ella no logro despedirse, pero en su pena equivocó el camino y termino lastimada, fue nuevamente la niña quien la encontró y ayudo hasta que pudieron enviar una carta para que su esposo fuera a buscarla.

El doctor Martín quien pensaba había perdido para siempre a su esposa, se encontraba a poco de convertirse en alcohólico, pero al recibir la carta de inmediato fue por su esposa y al ver la necesidad de un médico en el pueblo no dudo en quedarse a vivir allí y atender a las humildes personas que en el lugar habitaban.

El y su esposa estuvieron muy cerca de adoptar a Candy, pero al poco tiempo llego el señor William y fue evidente para todos la conexión entre ellos y no quisieron romper ese lazo, eso sí, hablaron con las directoras, dejando muy claro que, si llegaba el momento en que el señor William se recuperara y se fuera sin la niña, ellos estarían listos para ser sus padres.

El regreso de Rosemary causo un festejo sin precedentes, la bella dama estaba radiante de felicidad de por fin estar con los suyos, de poder volver a abrazar a su hijo, su querido hermano Bert, a su padre y su tía Elroy quien pese a su severo carácter sabía que la amaba sinceramente.

Vicent llego pocos días después, lloro junto a su esposa de pura alegría de poder tenerla entre sus brazos nuevamente, decidiendo no volver a separarse de ella nunca más, no le importaba lo que opinara la señora Elroy, el estaría junto a su familia de ahora en adelante, la pareja quedo enamorada de la pequeña rubia pecosa que ahora era la nueva hermanita de Albert y Rosemary, tanto que, si no hubiese sido ya adoptada por el señor William, ellos no habrían dudado en hacerlo.

No era para menos, Candy se desvivía atendiendo y cuidando a la señora Rosemary, quien, aunque se encontraba mejorando, aun tenia una salud precaria, debiendo permanecer en cama o en una silla de ruedas casi la mayor parte del tiempo, lastimosamente el daño causado por Hilda durante tantos años, mermaron de manera permanente su salud, pero según les indicó el médico, ella podría tener una vida larga y poco a poco podría volver a caminar por periodos de tiempo más largos.

Por lo pronto se conformaba con cuidar de su amado jardín de rosas sentada en su silla de ruedas, Anthony junto a Candy se esmeraban por atenderla, por lo que eran los mejores ayudantes que ella podía tener para cuidar de sus rosedales, William se sintió muy dichoso de poder estar con su familia y compartir la felicidad de haber recuperado sus vidas.

Ni una semana tenía Rosemary de haber regresado, cuando llegaron Janice y su esposo Alistear Conrwell, acompañados de sus dos hijos Stear y Archie, ellos estaban casualmente en New York, cuando fueron avisados por un telegrama, acerca de las afortunadas noticias.

La mansión de las rosas no había tenido en muchos años una época tan feliz, ahora corrían por todos lados jugando cuatro niños, Anthony, Stear y Archie parecían estar siempre disputándose la atención de la pequeña Candy, quien se encariño rápidamente de sus tres nuevos sobrinos, aunque para ella eran mas como primos, debido a sus edades.

William se encargo de contratar nuevos profesores particulares para que los pequeños no perdieran clases, eso si se aseguró de que estos trataran de manera respetuosa a su pequeña Candy, él se encargaría de que nadie volviera a maltratarla, le recordaría a cualquiera que se atreviera a olvidarlo, que ella era su hija y como tal debían respetarla.

Candy no podía creer tanta felicidad, ahora tenia un papá, hermanos, primos, además de una buena amiga, si, porque su nueva doncella Dorothy se había convertido en su amiga, muy temprano en las mañanas, ayudaba a Anthony a cuidar el jardín de Rosemary, después de desayunar todos en familia, ella junto a sus primos tenían clases y por las tardes se dedicaban a jugar.

Su padre le mando a hacer un taller a Stear, para incentivar su ingenio inventor, alabando sus intentos, aunque estos terminaran en pequeñas explosiones, sin dudarlo Candy siempre estaba ayudándolo en todos ellos, al igual que Anthony y Archie, también les prometió que si obtenían buenas notas en los exámenes que les hicieran sus maestros, él les mandaría a hacer un portal a cada uno.

Los niños se emocionaron con la idea, comenzando cada uno a diseñar el suyo, por lo que dedicaban gran parte de la tarde en el diseño de estos, tomándoselo con tanta seriedad que enternecía a los adultos.

Fue difícil hacer que Hilda confesara el porque de su odio acérrimo hacia la señora Rosemary Brown, pero finalmente fue su cómplice el que explico que de niña recibió mucho maltrato por parte de su madrastra, la cual era una mujer joven, de ojos verdes y para rematar rubia, compartiendo tanto Rosemary como Candy dichos rasgos, ella simplemente dejo salir todo el veneno que guardaba.

Lo que no dijo su cómplice, puesto que ni él lo sabía, era que todo ese odio era también alimentado y recompensado por otra persona, la cual no fue mencionada y seguiría en las sombras esperando una nueva oportunidad para atacar.

―no comprendo Albert, ¿Por qué no pueden verte los demás?, no es justo, ―se quejaba Candy.

―dímelo a mí, claro que no es justo Candy, yo tampoco quisiera ocultarme, así lo decidieron los mayores, pero al menos ahora te tengo para acompañarme en algunas horas del día, bueno, eso cuando te dan tiempo los chicos y hablando de ellos, no se supone que a esta hora siempre están jugando, ¿Por qué no estas con ellos?

―porque prefiero estar contigo.

― ¿Candy?, no sabes mentir, dime la verdad, ¿Qué ha pasado?

―bueno… es que han llegado Eliza y Neal a pasar la tarde con los chicos.

―pero ellos ya se disculparon contigo, al menos esa fue la condición de papá para que ellos pudieran venir.

―sí lo hicieron, pero…

― ¿pero?, ―Albert ya estaba preocupado.

―pues… bueno es que cuando ya están solos conmigo me dicen cosas feas.

―y los chicos ¿no hacen nada?, ¿no te defienden?

―claro que sí, ellos me defienden y terminan peleando con ellos y después son retados por tía Elroy porque Eliza y Neal siempre ponen queja de que fueron groseros y no me gusta, por eso preferí no estar, así ellos pueden jugar y no tendrán motivo para pelear y no serán retados.

―Candy, escúchame, tú no tienes que hacer eso, ya no eres solo Candice White, recuerdas, no estas de visita, ni mucho menos eres nuestra empleada, ahora eres mi hermana, eres miembro de la familia Andrew y no cualquier miembro, eres hija de el patriarca William C. Andrew, por lo que debes comportarte como tal.

― ¿eso que significa Albert?

―eso quiere decir hija, ―dijo William quien había entrado y escucho la conversación, ―que debes tener siempre la frente en alto y no bajarla ante nadie, no permitas que te traten como si fueras una intrusa o como si fueras menos que los demás, ¿comprendes?

― ¡papá!, ―la pequeña corrió a abrazar a su William, dejando un sonoro beso en su mejilla.

―ahora pequeña ve a buscar a los chicos y si esos niños no te tratan con respeto diles que se vallan a su casa, porque esta es tu casa y nadie puede venir a tratarte como menos.

―de verdad ¿puedo hacer eso?, ―pregunto admirada la niña, ―iré con ellos, pero no creo sea necesario, con una advertencia bastara, pero podrías por favor evitar que los chicos sean castigados por defenderme.

―claro que si pequeña, ve.

Candy salió corriendo muy feliz de ir a reunirse con sus paladines, como ella había comenzado a llamar a Anthony, Stear y Archie.

Padre e hijo compartieron una mirada y William salió detrás de la niña, llamo a su hermana y ambos se fueron sin ser vistos hasta donde estaban jugando los chicos con los hermanos del infierno, digo con los hermanos Leagan, al acercarse escucharon una pequeña discusión, la señora Elroy estaba a punto de intervenir, pero William la detuvo, indicándole que observara.

― ¿porque hiciste eso?, ―reclamo Anthony a Neal.

―no he hecho nada, ―se defendió el pelirrojo.

―claro que sí, le pusiste el pie para hacerla caer, te hemos visto, ―apoyo Archie.

―por supuesto que no, estas confundido Anthony, lo que pasa es que esa niña es muy torpe y le gusta hacerse la víctima, ―Eliza con voz chillona y dulzona defendió a su hermano.

―ella ni siquiera se ha quejado Eliza, no traten de justificar lo que es evidente, ya se les reto en una ocasión por atacarla, pero siguen comportándose mal con ella, ―regaño Stear.

―ya chicos, no discutan, ahora Neal te sugiero que tengas mas cuidado en donde pones tu pie, porque de lo contrario no seré responsable de donde pongo mi puño, ―advirtió Candy, haciendo que sus primos sonrieran.

―eres una salvaje, no sé cómo es que te ha adoptado el tío abuelo William, no conoces ni el más mínimo de los modales, tu no deberías estar con nosotros.

―estoy de acuerdo, ―concordó Candy, ―ustedes no deberían venir a jugar con nosotros si no saben como comportarse, por lo que les pido de la forma mas amena que dejen de hacerme groserías o no regresen.

―tu no eres nadie para decirnos eso, ―respondió altanera Eliza.

―soy la hija del dueño de esta casa y no voy a permitir que sigan retando a mis primos por causa de su mal comportamiento.

―vamos Neal hay que acusar a esta recogida con la tía abuela, ―dijo la pelirroja tomando a su hermano.

―y ¿de que se supone que van a acusar a mi hija?, ―preguntó William saliendo a la vista de los niños.

―tío abuelo William, nosotros, bueno lo que sucede es que Candy se ha comportado de manera muy grosera con nosotros y se ha atrevido a corrernos y eso es una falta de educación, ya que hemos sido invitados por la tía abuela, debería regañarla por no saber comportarse con las visitas, aunque claro es normal que todavía no sepa como hacerlo si hasta hace poco vivía en un mugroso orfanato sin educación alguna.

―realmente no tengo tanta paciencia Elroy, ahora que has presenciado lo que pasó, espero que comprendas que no voy a tolerar que estos muchachitos malcriados sigan comportándose de esta manera.

Eliza sonreía triunfal, creyendo que castigarían a Candy y los chicos.

―no quiero que vuelvas a castigar o regañar a Anthony, Stear y Archie por cumplir con su deber de caballeros al defender a Candy como se les ha enseñado, porque ellos han estado actuando con nobleza y rectitud, a diferencia de estos malcriados que por lo que parece no toman escarmiento, si quieres que sigan visitando esta casa deben hacerlo respetando a la dueña, mi hija Candy.

―de acuerdo William, debo darte la razón en esto y me encargare que no vuelva a pasar.

―ahora ustedes muchachos insolentes, ―reto William a Eliza y Neal, ―estoy esperando que pidan disculpas a mi hija, la cual por cierto no es ninguna recogida y no ha estado en un mugroso orfanato sin educación, porque de hecho el Hogar de Pony es un lugar muy limpio y sus directoras educan muy bien a los niños que reciben, lo hacen mucho mejor que sus padres por lo que veo.

Los hermanos del infierno se quedaron congelados, incapaces de comprender, voltearon a mirar a la tía abuela Elroy, esperando que ella los librara de tener que disculparse con Candy, pero ella los miro muy severa.

―el tío abuelo William les ha dado una orden, ¿Qué están esperando para cumplirla?, ―ordenó ya molesta la señora Elroy.

―nosotros lo sentimos, no volverá a suceder, ―dijeron ambos hermanitos infernales, digo, Eliza y Neal.

Esa misma tarde cuando ya se habían retirado los hermanos Leagan, William reunió a los niños en la habitación de Rosemary, con la presencia de Janice, Alistear y Vicent presento a Albert a los más pequeños, indicándoles la importancia de mantener en secreto su existencia para proteger su vida y el futuro de la familia Andrew, Elroy tenia sus dudas, pero su hermano considero que era injusto mantener el secreto cuando los niños habían demostrado que se podía confiar en ellos y que estos no revelarían su existencia a nadie.

Albert y Candy estaban pletóricos, pues ahora podían pasar mas tiempo juntos, siempre se cuidaría la identidad de Albert, pero ya no con tanta rigidez que lo mantenga como prisionero, desde ese día se reunían para compartir tiempo juntos, incluso Albert ya compartía la mesa con todos ellos.

Los inventos de Stear tuvieron un nuevo ayudante en manos de su joven tío, participando todos los niños en los experimentos, era increíble lo rápido que aprendían de física, mecánica, química, incluso matemáticas más avanzadas cuando la creación y funcionamiento de un invento estaba presente.

William no podía permanecer mas tiempo en la mansión de Lakewood, aunque el fiel George se encargaba muy bien de que todo marchara perfectamente en los negocios, él no podía seguir postergando el viajar para encargarse de algunas cosas personalmente, por otro lado, Albert también debía presentarse pronto en la universidad.

Por lo que aprovechando que Janice y Alistear viajarían pronto con sus hijos, el decidió enviar unos días a Candy al hogar de Pony, para que pudiera compartir y se despidiera de todos antes de llevársela con él, envió a Albert y Dorothy con ella para que la cuidaran y acompañaran, pero no solo eso, también permitió que Anthony viajara con ellos, para que conociera el lugar en que había crecido Candy.

La tía Elroy no estaba de acuerdo, pero al final comprendió que debía ser mas flexible, solo se aseguro de que fueran con ellos personas de confianza que los cuidaran desde lejos, porque no se confiaba aun de posibles ataques a cualquier miembro de la familia.

William se había asegurado antes de que hubiera alojamiento para ellos, no quería poner en apuro a las directoras, esos días serian recordados con mucho cariño por todos, Candy era finalmente parte de una familia que la quería y lo más importante, no la alejaban del hogar en el que fue criada con tanto amor.

Estando en el Hogar de Pony le entregaron la primera carta enviada por Annie, eso completo su dicha, pero decidió esperar hasta estar nuevamente con su padre para enviarle la carta que le escribió en respuesta, ya que ella no sabía que dirección ponerle para que le respondiera.

La niña cuya inocencia era infinita, poco podía saber todo lo que le esperaba cuando iniciara su viaje con su padre, el cual tendría como primera parada New York.

Continuará…

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Hola, un capítulo más listo para ustedes, espero les guste, muchas gracias por sus comentarios y por seguir mi historia, que tengan un lindo día, bendiciones.