Gracias por leer esta historia, especialmente si ponéis algún comentario. De momento Frapper es la única que se anima, probablemente para vengarse de los comentarios que pongo yo en sus historias. En cualquier caso siempre es una alegría leerlos, preferiblemente cuando estoy sola o rodeada de conocidos que no me miran raro si me río.
Este capítulo es corto, pero intenso.
Capítulo 4. Acusaciones.
Don Alejandro se volvió hacia la puerta cuando oyó los golpes. "¿Quién es?" preguntó con algo de brusquedad.
Victoria abrió la puerta una rendija. "Soy yo, necesito hablar con Diego un momento."
"Está bien, pasa." dijo don Alejandro sin saber cómo pedirle que se fuera para poder seguir hablando con su hijo, o más bien gritándole, aunque él mismo se daba cuenta de que no estaba consiguiendo nada.
Victoria entró y cerró la puerta tras ella. Diego se levantó de la mesa al verla, y ella se acercó y lo miró fijamente, luego avanzó un poco más para observarlo. Su mandíbula, sus ojos, y al ver la marca que tenía en el cuello lo supo. Intentó hablar, pero tenía la garganta agarrotada así que carraspeó. Al ver su cara, Diego sospechó lo que se le venía encima, pero no se le ocurrió ninguna manera de impedir la inminente explosión. Se quedó mirándola como un conejo a una serpiente de cascabel a punto de atacar.
"¿Victoria, estás bien? ¿Quieres un vaso de agua?" le ofreció don Alejandro sirviéndole uno y dándoselo.
Victoria lo miró sin saber qué decir, así que don Alejandro le dio el vaso de agua, y ella lo cogió mecánicamente. Luego se volvió hacia Diego. "Tú… tú." tartamudeó señalando su cuello con la otra mano.
Don Alejandro empezó a sospechar que pasaba algo raro, y lo primero que recordó fue lo que había estado diciendo el alcalde. "Diego. ¿Has seducido a Victoria?" gritó.
"No la he seducido." afirmó él con mucha convicción.
"¡Qué!" Exclamó Victoria indignada, para a continuación tirarle el agua a Diego en la cara. "¿Cómo que no? ¿Y lo de anoche? ¡Canalla, mentiroso, sinvergüenza! No me lo puedo creer. ¿Cómo he podido estar tan ciega?"
"Victoria, por favor cálmate. No es eso lo que quería decir. Déjame que te lo explique." dijo Diego mientras el agua le escurría por la cara y el pecho.
"¿Ahora quieres hablar? ¿Después de todo este tiempo? ¿Y todas esas veces que me has dicho lo preciosa que soy y has besado mi mano? ¿Y qué me dices de las veces que te has colado en la taberna para besarme?"
"¿Cuándo ha hecho todo eso?" dijo don Alejandro confuso. "Diego. ¿Tienes una aventura con Victoria o no?"
"No es una aventura" dijo Diego mirando a su padre a los ojos, "ella es la mujer con la que quiero casarme, y no la he seducido, ha sido algo mutuo." Se giró otra vez hacia Victoria, con una mirada retadora "¿Anoche quién quería seducir a quién, eh?" le dijo a ella.
Don Alejandro se quedó mirándola también con los ojos muy abiertos.
"Bueno, sí, pero…" dijo ella algo avergonzada.
"Os tenéis que casar inmediatamente." dijo don Alejandro tajante. No entendía bien lo que estaba pasando, pero al menos eso lo veía con claridad, además si de ese lío podía acabar casando a Diego de una vez, pues mejor que mejor.
"No tengo inconveniente, padre, si es que ella aún quiere." respondió Diego desafiando a Victoria a responder.
"¿Qué quieres decir con que si aún quiere? ¿Se lo has pedido?"
"Sí, lo hice."
"¿Entonces por qué no me habíais dicho nada?"
"¿Decírselo a usted? Si yo ni siquiera sabía que era él." se quejó Victoria señalando a Diego.
Don Alejandro se estaba poniendo muy rojo y a Diego le empezaba a preocupar que le diera un ataque al corazón."¡Eso no tiene sentido! ¡Cómo vas a estar prometida y no saber con quién!"
"¡Porque llevaba la máscara cuando me lo pidió!" contestó Victoria con voz ultrajada, casi gritando.
Don Alejandro miró a Victoria y luego a Diego, intentando encontrar el sentido a todo aquello.
"La máscara… ¿Qué máscara? ¿La de el Zorro?" Otra idea se hizo paso en su mente, y volvió a gritarle a Diego. "¿Te has hecho pasar por el Zorro para seducirla?" dijo volviendo a fallar en su deducción.
Diego y Victoria se quedaron un momento atónitos mirando a don Alejandro, preguntándose cómo podía ser tan obtuso.
Victoria fue la primera en reaccionar. "No se ha hecho pasar por el Zorro, él ES el Zorro." dijo al fin señalando a Diego.
"Eso es. Y si queremos casarnos habrá que resolver antes un pequeño inconveniente." dijo Diego, intentando aparentar más calma de la que sentía en realidad.
"¿Cuál?" preguntó don Alejandro completamente anonadado.
"Tenemos que encontrar la manera de que alcalde no nos ahorque a los tres cuando se entere. Bueno, probablemente a los cuatro si decide acusar también a Felipe." Diego se sacudió algo de agua del pelo peinándose con las manos. Luego miró a su padre. "No puedo casarme con Victoria sin que el alcalde sospeche y me ahorque a mí por ser el Zorro y a vosotros por cómplices." dijo él con el tono que se utiliza para explicar algo obvio y que ocultaba su agitación y frustración.
Don Alejandro se quedó mirando fijamente a Diego, luego se volvió hacia Victoria, sin saber qué decir. Ella decidió llenar otra vez de agua el vaso que tenía en la mano y dárselo a don Alejandro.
"Gracias." dijo don Alejandro mecánicamente.
Diego miró el vaso en la mano de su padre con desconfianza, esperando no recibir una segunda ducha.
