Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Cazadores de Sombras, pertenece a Cassandra Clare.
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55.
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La Legión de la Estrella se reunió detrás de la estatua del quinto piso, encontrando un pasadizo secreto, que permitía descender unas escaleras, hasta una antesala de ladrillos verdes y pilares que iban del suelo al techo, con serpientes enroscadas. ― ¡Bienvenidos, mis alumnos...! ―saludó Janeth, antes de enseñarles una sonrisa malvada. ―A la Cámara de los Secretos. ―Más de uno gritó asustado, ante esto, mientras que ella les daba una sonrisa burlona. ― ¿Bien? ―dijo Janeth, cuándo ella se había sentado de nuevo. ―Expelliarmus, y Protego, ya están en nuestra lista. Ahora: Vamos practicar el Encantamiento Sonoro, con él podremos aturdir a nuestros rivales y escapar. O.… contraatacar. El Lumos, no solo nos permitirá alumbrar el camino ante nosotros, pues al usar el Lumos Solem, podremos cegar a nuestros enemigos. Entonces: Sonoro y Lumos Solem. ¡Es momento de practicar!
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El martes, bien abrigados contra el frío y con cierta aprehensión, Janeth, Daphne y Tracy se dirigieron a clase con Hagrid. Harry estaba preocupado, no solo acerca de lo que Hagrid habría decidido enseñarles, sino también por cómo el resto de la clase, particularmente Malfoy y compañía, se comportarían si Umbridge estaba observándolos. Sin embargo, la mujer no fue vista por ningún lado mientras luchaban por caminar a través de la nieve hacia Hagrid, quien estaba de pie esperándolos en los límites del bosque. No presentaba una imagen alentadora; los hematomas que habían sido púrpura la noche del sábado estaban ahora teñidos de verde y amarillo y algunas de sus heridas todavía parecían sangrar. Y como para completar la nefasta escena, Hagrid estaba cargando sobre su hombro lo que parecía ser la mitad de una vaca muerta. ― ¡Hoy trabajaremos aquí! ―gritó Hagrid feliz a los primeros estudiantes que se acercaban, sacudiendo con fuerza su cabeza hacia atrás, hacia los árboles oscuros detrás de él― ¡Un poco más abrigado! De cualquier manera, prefieren la oscuridad... ¿Listos? ―preguntó Hagrid animadamente, mirando a la clase. ―Correcto, bien, he estado reservando una excursión al interior del bosque para su quinto año. Pensé que podríamos ir a ver estas criaturas en su hábitat natural. Ahora, lo que vamos a estudiar hoy es bastante raro. Creo que probablemente soy la única persona en Inglaterra que ha podido entrenarlos. ―Un par de vacíos ojos, blancos y brillantes, se agrandaban en la oscuridad y un momento después una cabeza como de dragón, con el cuello y el cuerpo esquelético de un gran caballo, negro y alado, salió de la oscuridad.
Varios alumnos estaban mirando fijamente alrededor de los árboles y luego de algunos segundos, Ron Weasley murmuró: ― ¿Por qué Hagrid no llama otra vez? ―La mayoría de sus compañeros de clase tenían expresiones tan llenas de nerviosismo y confusa expectación como la de Ron y continuaban mirando a todas partes excepto al caballo parado cerca de ellos. Sólo había otras dos personas que parecían ser capaces de verlos: un greñudo muchacho de Slytherin parado justo detrás de Goyle quien miraba al caballo comer con una expresión de disgusto en su cara, y Neville, cuyos ojos seguían el movimiento de la larga cola negra.
Janeth se tapó la cara. Sintió a Daphne y a Alex a su lado. ―Hagrid ―el semi-gigante la miró ― ¿Es en serio? Conoces muy bien la fama de estas criaturas. Y con Umbridge en el colegio, casi que, cazando maestros, para así poderlos expulsar y demás... casi, casi prefiero a los Gusarajos.
―Pero no son peligrosos, Janeth ―dijo Hagrid sonriendo tiernamente a uno de los Thestrals, y acariciando su largo cuello. ―Son solo criaturas incomprendidas.
―Es la fama del Thestral, lo que es molesto para más de uno, Hagrid ―gruñó ella enfadada con Hagrid. Era un grandioso maestro, pero ahora mismo con Umbridge allí, rondando el colegio y viendo a qué maestro despedía, era mejor para los maestros, agachar la cabeza. ―Para esto, pues invoco a alguno de los Príncipes del Infierno, y vemos a Umbridge expulsarte.
Hagrid señaló la carcasa de la res muerta en el suelo. La clase entera la miro por algunos segundos, luego varias personas murmuraron y Parvati lanzo un chillido. Ahora Alex entendía por qué: trozos de carne arrancándose a sí mismos de los huesos y desvaneciéndose en el aire tenía que verse muy extraños en realidad.
― ¿Dices que un animal invisible, ―comenzó Parvati con voz aterrorizada, ocultándose detrás del árbol más próximo― está comiéndoselo?
Janeth gruñó y se cruzó de brazos, enfadada. ―Pues ya desearía yo, que el Thestral fuera solamente invisible, Parvati ―los demás la miraron, sorprendidos por su enfado. ―El Thestral es un caballo volador, así como los Abraxan que tiraban del carruaje de Beauxbatons, el año pasado ―todos agradecieron por esa explicación ―solo quienes hemos visto a alguien morir, podemos ver a los Thestrals.
―No se preocupen, no los lastimarán ―los tranquilizó Hagrid pacientemente.
―Hem, hem. ―La Profesora Umbridge había llegado. Estaba parada a algunos pies de Harry, vistiendo nuevamente su sombrero y capa verdes, su portapapeles listo. Hagrid, quien nunca había escuchado la fingida tos de Umbridge antes, estaba mirando con cierta preocupación al Thestral más cercano, evidentemente bajo la impresión de que había hecho ese sonido. ―Hem, hem.
― ¡Oh, hola! ―saludó Hagrid sonriendo, una vez localizado el origen del molesto ruido.
― ¿Recibió la nota que le envié esta mañana a su cabaña ―preguntó Umbridge, en la misma voz alta y pausada que había empleado previamente, como si se dirigiera a alguien extranjero y muy lento― diciéndole que iba a inspeccionar su clase?
―Oh. Sí ―respondió Hagrid radiante. ― ¡Me alegra que haya encontrado el lugar correcto! Bueno, como puede ver... o, no sé… hoy estamos estudiando los Thestrals.
― ¿Disculpe? ―exclamó Umbridge fuertemente, ahuecando su mano sobre su oído y frunciendo el ceño. ― ¿Qué dijo?
Hagrid lucía un tanto confundido, y acercándose a ella. ―Eh... ¡Thestrals! Caballos con alas de murciélagos. La historia cuenta, que sería el director Armando Dippet, quien conseguiría a la primera camada: un macho y cinco hembras. Pero se les arrojan ciertos hechizos, para que no sean totalmente fértiles. Casi nadie desea tener estos caballos a su lado.
― ¿Está consciente ―dijo Umbridge en voz alta, interrumpiéndolo ―de que el Ministerio de Magia ha clasificado a los Thestrals como "peligrosos"?
―Confiaría yo, en que el director Dippet, tuvo un buen motivo para traerlos ―dijo Hagrid firmemente, para sorpresa de los alumnos y de la propia Umbridge, quien no sabía muy bien qué pensar ahora, de Rubeus Hagrid. Ni de cómo sacarlo del plantel académico ― ¿No está usted de acuerdo? Una de las cualidades del Thestral ―Hagrid ignoró la tosecilla de Umbridge, y Janeth "tocio" muy sonora y grotescamente, estando parada casi sobre Umbridge, quien retrocedió de un salto. La mujer la miró a los ojos, con el ceño fruncido, pero tan pronto como vio que los ojos de Fairblue eran totalmente negros, como pozos sin fondo excavados en los ojos de la alumna, palideció, retrocedió y se tropezó ―es que puede conocer el lugar al cual su jinete desea ir, sin siquiera ser necesario decírselo en voz alta. Son estas criaturas, las que los llevan a ustedes, en los carruajes hasta las puertas del castillo. No están encantados, como se suele pensar.
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Janeth realizó tres reuniones, a lo largo de las dos semanas, anteriores a que todos se fueran por las vacaciones Decembrinas, asegurándose de que supieran los hechizos indicados y que se estuvieron repasando, para que absolutamente nadie, estuviera por fuera, cuando volvieran al colegio.
Por su parte, ella estaba muy emocionada porque James le había pedido que les ayudara a llegar a Idris y ella ya sabía cómo llevarlos a la Ciudad de Cristal. Decidió que reconstruiría el interior de la casa solariega de los Fairchild o en la casa de los Wayland.
Serían unas vacaciones deliciosas. Le pidió a su hermano que dijera, que viajarían a Alemania y él así lo hizo.
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Dumbledore se encontraba preocupado, ahora que sabía que los Potter saldrían del país a unas vacaciones en el extranjero y que no podría continuar monitoreando a Alex y Janeth, en busca de posibles Horrocruxes en sus cicatrices.
Intentó por todos los medios, que James y Lily, no abandonaran el país. Que Alex y Janeth, no abandonaran el colegio, para mantenerlos vigilados, por si alguno de los dos, recibía una conexión de mentes, con la de Voldemort, para así poder conocer sus planes.
Pero fue completamente inútil.
Eso le hizo golpear su escritorio con frustración. ¡Nada estaba saliendo de acuerdo a sus planes! ¡Y sin los Potter en el colegio, no podría espiar a Voldemort, así que tendría que improvisar!
