Hola hermosas, una disculpa por no haber actualizado el miércoles pasado, no tengo una excusa.
Espero les guste este capítulo.
A TRAVÉS DE MIS OJOS
XLIII
ANTHONY
Mi tío y yo caminamos en dirección a mi habitación una vez que había dejado a Candy en la de ella, el cansancio estaba adueñándose de mí y me obligaba a buscar descanso. Me disculpé con él diciéndole que por ese día para mí era suficiente de emociones, él comprendió y me sonrió completamente de acuerdo que también para él habían sido muchas emociones para un solo día.
-Te entiendo, Anthony. – Dijo con una sonrisa mientras caminaba a mi lado para acompañarme a la puerta de la habitación.
Nos despedimos con una gran sonrisa, seguros de que ya había llegado la hora de ir a descansar. Entré a mi habitación y un profundo suspiro abandonó mis labios, suspiro que era generado no solo por el cansancio sino también por el sentimiento que se alojaba en mí al saber que Candy estaba a solo unos cuantos pasos de mí. Sentía la necesidad de estar a su lado, de no separarme de ella, pero entendía que no era correcto permanecer en su habitación a pesar de las ganas que tuviese de hacerlo.
Caminé hasta la cama y me preparé para dormir, necesitado de poner mi cuerpo en reposo, sentía el cansancio apoderarse de mi espalda y con ello un llamado de atención que yo mismo me hacía por haber abusado de mi movilidad, algo que era precisamente lo que el Dr. Reynolds me había pedido no hacer.
La noche pasó rápidamente y como ya era costumbre pronto sentí que mi cuerpo había tenido suficiente descanso. Abrí los ojos y pronto los recuerdos del día anterior llegaron a mi mente, llenándome de alegría y bienestar, sentía que mi pecho se ensanchaba de alegría deseando volver a ver a mi dulce Candy a mi lado, necesitaba tenerla cerca, necesitaba escuchar su voz una vez más, sentir el calor de sus manos. A pesar que aún era demasiado temprano para verla yo no podía seguir en la recostado así que me levanté y acomodé mi cama antes de dirigirme al cuarto del baño para tomar una refrescante ducha, sabía que era muy temprano para tener agua caliente así que me convencí que esta vez tendría un baño con agua fría.
-¡Anthony! – Me pareció escuchar la voz de mi pecosa a lo lejos, sin embargo el saber que era imposible por la hora que era me hizo en pensar calmar mi ansiedad. Comencé a vestirme pero en ese momento escuché nuevamente la voz de mi prometida que me llamaba con una tristeza infinita. – Anthony… - Escuché de sus labios. Abrí la puerta para salir del cuarto de baño y pude verla parada en el centro de la habitación con los ojos muy abiertos como si estuviera buscando algo que al parecer había perdido.
-¿Qué sucede mi amor? – Pregunté casi de inmediato para saber el motivo de su angustia, era imposible que escondiera la manera tan angustiada cómo me había llamado. - ¿Estás bien Candy? – Pregunté aún más angustiado al ver que cuando sus ojos se encontraron con los míos ella comenzó a llorar frente a mí.
-¡Estás aquí! – Dijo escuchándose aliviada de que yo estuviera frente a ella, acarició mi rostro y sus lágrimas continuaban saliendo de sus esmeraldas una tras de otra impidiéndome ver bien su limpia mirada.
-Claro que estoy aquí amor ¿Dónde más podría estar? – Pregunté un poco confundido, ella me sonrió tímidamente por mi pregunta no entendía su comportamiento mucho menos el por qué se había sonrojado cuando la cuestioné al respecto. - ¿Estás bien? – Pregunté de nuevo al pensar que tal vez ella pensó que todo había sido un sueño o tal vez hubiese tenido una pesadilla. Acaricié su rostro mientras esperaba que me respondiera para que fuese ella misma la que me sacara de mi confusión. - ¿Dormiste mal? Anoche te llevamos a tu habitación porque te quedaste dormida en el salón de té. – Le recordé lo que había sucedido para que comprendiera el motivo por el cual no me había despedido de ella como yo hubiese querido.
- ¿En el salón del té? – Preguntó un tanto confundida por lo que yo le decía, era como si algo hubiera empañado sus recuerdos y le impidiera pensar con claridad.
-¿No lo recuerdas? – Pregunté con una sonrisa. – Albert me ayudó a llevarte a la habitación. – Dije una vez más, explicándole de esa forma que no tenía qué preocuparse ya que yo aún no podía cargarla entre mis brazos y no quería una reprimenda de su parte.
-¿Te quedaste a mi lado? – Preguntó aún con la confusión en su mente, era como si ella recordara algo más de lo que yo recordaba había pasado la noche anterior.
-Me quedé un momento nada más. – Aclaré con tranquilidad lo que había pasado momentos después de que Albert había salido de la habitación. – Después intentaste despertar, pero estabas tan cansada que no fue así, así que te quité las botas para que descansaras mejor. – Me atreví a revelarle que yo había sido el atrevido que se había aventurado a quitar las botas que llevaba puestas y que adivinaba la estaban molestando después de llevarlas todo el día. – Después salí de la habitación donde me esperaba Albert. – Dije recordando lo que había sucedido cuando la dejé en la habitación, era como si ella buscara otro tipo de respuesta, una respuesta que yo no tenía. Ella me sonrió una vez más tímida y su cuerpo se estremeció un poco, sintiendo como temblaba en mis brazos. -¿Qué sucede mi amor? – Pregunté de nuevo sintiendo aún la angustia que había sentido al verla ahí en medio de la habitación totalmente desorientada
-Nada… - Me dijo abrazándose a mí, se puso de puntillas para entrelazar sus manos detrás de mi cuello y yo la abracé por la cintura. – Creí que todo había sido un sueño. – Me dijo revelando por fin que ella creía que todo había sido un sueño y que mi llegada había sido producto de las ganas que tenía de tenerme a su lado una vez más.
-Tal vez si sea un sueño pecosa… - Le dije con mi voz apenas audible en sus oídos, como si alguien más pudiera escuchar lo que yo tenía que decirle. – Un hermoso sueño del cual no quiero despertar nunca más. – Le dije sin dejar de abrazarla. La tenía rodeada por su cintura y ella seguía aferrada a mi cuello con el corazón acelerado y su delicado y frágil cuerpo temblando entre mis manos.
-Yo tampoco quiero despertar Anthony… te amo… - Me dijo de la misma manera que yo le hablaba con un susurro apenas audible para nosotros mismos, sintiendo como nuestras voces golpeaban nuestros oídos con un susurro que nos calentaba el alma.
-Y yo te amo a ti hermosa… - Le dije separándome un poco de ella para después buscar sus labios, necesitaba besarla una vez más, necesitaba llenarme de su boca, necesitaba volver a probar sus labios para sentirme pleno, para convencerme a mí mismo de que no era un sueño como ella lo creía y necesitaba convencerla a ella principalmente que realmente estábamos juntos ahora sí para siempre.
Comencé a besar sus labios con ternura, con delicadeza, mientras ella se dejaba guiar por mis caricias cerrando sus ojos para abandonarse a la tierna caricia que yo le ofrecía y que sabía ella demandaba. Poco a poco el contacto fue aumentando y el beso se profundizó mucho más al ella abrir los labios para permitirme que los invadiera con mi legua, podía sentir el calor de su boca mezclarse con la mía, se sentía tan bien besar sus labios de nueva cuenta. Ella acarició mis cabellos y yo sentí que las fuerzas me abandonaban al sentir como un estremecimiento se apoderaba de mi cuerpo y me hacía temblar de la emoción.
Acaricié sus mejillas con mis manos, liberando su cintura de mi agarre permitiendo que ella se aferrara más a mí en un intento por que no la abandonara.
-No… no me dejes… - Me dijo aún aferrada a mi cuerpo. Yo la observé con ternura y le dediqué una tierna sonrisa.
-No… no voy a ningún lado. – Le dije para que confiara en que yo estaría aún ahí con ella, besándola con todas las ganas que tenía contenidas en mi cuerpo.
Me acerqué de nuevo hacia ella y volví a besar sus labios con mayor pasión, quería demostrarle que la había extrañado mucho más de lo que ella pudiera haberse imaginado, quería dejar en sus labios la huella de mi pasión y mi necesidad por ella.
-Te extrañé tanto. – Me dijo ladeando un poco su rostro para ofrecerme el camino a su cuello, camino que se abría ante mí y que yo observaba deseoso por recorrerlo. Continué con mis besos a lo largo de la blanca torre que ella poseía como sostén de su cabeza, parecía estaba necesitada de mis caricias.
-Y yo a ti mi vida… - Le dije sin pensar más, dejándome llevar por las sensaciones que despertaban en mi cuerpo. Besé su cuello una y otra vez con mucho cuidado, evitando dejar alguna marca como había pasado la tarde de mi accidente, sin embargo no podía parar de hacerlo era como si un embrujo se hubiera apoderado de mí y me mantuviera acariciando aquella parte de su cuerpo.
Mi cuerpo comenzó a reaccionar y pronto mis manos viajaban acariciando su espalda, deteniéndose en el nacimiento de su espalda para no continuar más al sur y llegar a ofenderla.
-Candy… - Dije con el aire escaso que me quedaba en los pulmones.
-Anthony… - Dijo abriendo sus bellos ojos para posarse en los míos, los cuales parecía habían cambiado de color al ver que un par de hogueras los habían reemplazado, era como si el mismo calor que comenzaba a desprenderse del cuerpo de mi pecosa hubiera subido a sus ojos y se hubiera alojado ahí.
-¡Dios! ¡Te necesito para mí Candy! – Dije un tanto frustrado y desesperado al darme cuenta de lo que estaba punto de pasar en aquella habitación, podía sentir en el ambiente que se estaba calentando, podía sentir en nuestra respiración que se mantenía agitada, podía sentirlo en mi cuerpo que comenzaba a ponerse firme y dispuesto para robarle su inocencia, podía sentirlo en el cuerpo de mi pecosa el cual parecía se incendiaria de un momento a otro si yo no le daba el remedio que necesitaba en ese momento.
- Y yo a ti Anthony… - Dijo una vez más sin dejar de acariciar mis cabellos, aquella sutil e inocente caricia provocaba en mí un deseo incontrolable dentro de mi cuerpo.
La puerta de la habitación sonó en ese preciso momento y para mi desgracia provocó un sobresalto repentino en ambos obligándonos a separarnos con rapidez.
-¿Sí? – Pregunté intentando respirar con tranquilidad, una tranquilidad que estaba muy lejos de sentir y que en esos precisos momentos yo tenía extraviada en algún lugar de la habitación.
-Joven Anthony… su baño… - Dijo la voz de Dorothy quien estaba del otro lado de la puerta avisándome que me llevaban el agua para prepararme el baño de ese día. Candy me miraba de pronto dándonos cuenta que yo continuaba con la bata de baño que apenas había colocado cuando la escuché hablarme cuando entró a mi habitación. Su rostro se puso aún más colorado de lo que ya estaba.
-Muchas gracias Dorothy, acabo de salir del baño. – Dije para que comprendiera que ya no era necesario el agua que me había preparado. El silencio se hizo presente al otro lado de la puerta y asumimos que era porque Dorothy se había retirado.
-Creo que te dejaré para que termines de cambiarte. – Dijo Candy apenas audible, como si con ello evitara que Dorothy nos escuchara que estábamos solos en mi habitación.
-Puedo cambiarme en el baño. – Le hice ver para que no se fuera de mi lado, quería tenerla cerca y prefería vestirme en el baño a que me dejara solo.
-También necesito darme un baño. – Dijo visiblemente apenada porque aún vestía la ropa del día anterior y hasta ese momento me percataba que estaba completamente descalza. La miré una vez más con mayor ternura al recordar que había ido a cerciorarse de que yo no era uno más de los sueños que había tenido conmigo.
-Muy bien princesa. - Le dije para dejarla ir a su habitación y pudiera asearse. – Te veo en el desayuno. – Le dije de nuevo mientras ella caminaba hacia la salida de la habitación.
La vi caminar hacia el marco de la puerta para después atravesarlo, mi corazón latía acelerado por la manera en la que nos habíamos besado. Las palabras de la tía abuela volvieron a resonar en mi cabeza.
– Espero sea pronto la boda. – Resonó la voz cansada de la tía abuela en mi mente y una sonrisa apareció en mi rostro al recordar que ya le había dado el anillo de compromiso.
Llegué al comedor impaciente por volverla a ver, buscando entre los presentes a la mujer que me robaba el aliento, sin embargo por lo que podía advertir, ella aún no bajaba.
-Buenos días. – Fue el saludo que di a los presentes mientras mis ojos buscaban a Candy. Los demás respondieron al unísono al saludo que yo les había dirigido.
-Tranquilo un momento más la verás. – Me dijo la voz de Archie, parecía que había leído mis pensamientos. – Annie está con ella. – Agregó más para explicar el por qué tampoco su novia estaba presente en el comedor. – Annie quiso saber cómo había amanecido ya que creyó que Candy podría pensar que todo se había tratado de un sueño. – Explicó una vez más mi primo, momentos después tal y como lo había dicho Archie, Candy y Annie bajaban las escaleras, ambas con una gran sonrisa reflejada en su rostro.
-Buenos días. – Saludó Candy con una dulce sonrisa plasmada en su rostro.
-Buenos días hermosa. – Respondí sin dejar de sonreír, la sola presencia de mi amada iluminaba mi día como si fuese el mismo sol el que hubiese bajado a saludarme. Ella me miró con sus lindos ojos verdes y un brillo intenso se reflejó en ellos una vez que me ubicó frente a ella.
-Buenos días Candy. – Saludó mi tío y Archie casi al mismo tiempo, solo faltaba la presencia de mi novia y la de Annie para comenzar a desayunar.
El desayuno fue muy ameno, sin embargo todos podíamos sentir que necesitábamos un tiempo a solas con nuestras respectivas parejas y después de terminar nuestros alimentos platicar un momento, fui el primero en hacer notar mi impaciencia por hablar a solas con Candy. Pude ver en los ojos de Archie y mi tío el agradecimiento que sintieron al no tener que ser ellos los más impacientes por hacerlo.
-Bien, si me disculpan creo que ha llegado la hora de dar un paseo por el jardín. – Dije aclarando que me refería única y exclusivamente a Candy. Archie asintió y mi tío nos sonrió. Candy se sintió apenada, sin embargo simplemente sonrió y tomó mi mano una vez que yo la extendí hacia ella para que me acompañara a pasear por los jardines de la mansión.
Caminamos en silencio por los caminos que se abrían paso entre los rosedales, admirando simplemente nuestra presencia, observándonos con timidez mientras nuestros pasos nos llevaban por inercia al lugar en el que ella me había confesado que me amaba por primera vez.
-Veo que este lugar nos llama. – Dije como si hubiese sido simple casualidad que estuviéramos ahí.
-Creo que sabe lo especial que es para nosotros. – Dijo ella con timidez, intentando ocultar su rostro entre la mano que tenía libre. Sonreí por su gesto y por la inocencia que mostraba en ese momento.
-¿De verdad? – Pregunté acercándola hacia mí, rodeando con mi mano su cintura para atraerla a mí, un movimiento que yo hubiese querido hacer aquella primavera. Ella me miró con sorpresa, perdiéndose con sus bellos ojos en los míos, quienes la miraban embelesado por la belleza que poseía. Jamás la había visto tan bella como en esos momentos, sus labios se abrieron en señal de sorpresa y su respiración se detuvo por unos segundos. Me acerqué lentamente a ella, cerrando los ojos una vez que vi que ella también los comenzaba a cerrar para dejarse llevar por mí.
La besé con ternura, como si temiera ofenderla, mi boca se movía despacio sobre sus labios en un claro intento por disfrutar lentamente su boca, necesitaba llenarme poco a poco de ella, quería saborear con detenimiento su sabor y retomar lo que habíamos comenzado en la habitación. Ella se acercó más a mí y presionó su labios delicadamente contra los míos, dando a entender que necesitaba un poco más de mí, y quién era yo para negarme a sus deseos, sino alguien que lo único que quería era complacerla, así que me apoderé de ellos con mayor intensidad y comencé a degustar su dulce sabor. Mi boca se movía igual de lento pero con mayor pasión, buscando obtener más de ella, mientras Candy seguía mi ritmo de la misma manera.
Abrió su boca para permitir la entrada de mi lengua la cual se apresuró a invadirla y comenzar a explorar aquella cálida cavidad que me invitaba a seducirla, ella se encontró con la mía y pronto nos acariciábamos entrelazándonos dentro de nuestras bocas. Ella atrapó mi lengua entre sus labios y parecía como si quisiera quedarse con ella. Me sonrió tímida intentando pedir perdón por su movimiento. Yo sonreí demostrándole que me gustaba la manera tan intensa que respondía a mis besos.
-Te amo preciosa. – Le dije acariciando su hermoso rostro, despejando de él los rizos que se habían aventurado a estorbar en nuestra demostración de amor.
-Te extrañé mucho. – Me dijo con una sonrisa, mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas de emoción.
-Y yo a ti princesa. – Dije acariciando con mi nariz su nariz, intentando animarla. – Fue una tortura no tenerte a mi lado, no poder verte, no poder besarte… - Le decía muy cerca de su boca, desando volver a besarla pero ahora con mayor intensidad. Ella me sonrió adivinando mi pensamiento y volvió a cerrar sus ojos para ofrecerme sus labios. Sonreí por la manera en la que me demostraba las ganas que tenía por volver a besarme.
Tomé su boca con mayor ímpetu y anhelo, cubriendo con mis labios los suyos en su totalidad, dejando ella que me apropiara de su boca y la hiciera mía de nuevo. Nuestro beso se convirtió pronto en uno muy apasionado, en uno muy necesitado, uno que demostraba que tanto ella como yo estábamos ansiosos por darnos aquella caricia que era la única permitida que podían hacerse nuestros cuerpos. La besé una y otra vez, me adueñé de sus labios, me adueñé de su boca, la hice mía una y otra vez invadiendo con mi lengua aquel lugar tan cálido que me invitaba a explorarlo.
Nuestros labios se separaron exhaustos, agitados, buscando un poco del preciado oxígeno que nos permitía seguir viviendo, sintiendo un poco de molestia de hacerlo ya que yo quería continuar con mis besos sobre su boca. Ella me sonrió con una mirada intensa, sus ojos estaban oscurecidos y el verde que poseía se veía más intenso. Besó la comisura de mi boca con lentitud y se pasó a mi mejilla, entreabrí los labios al sentir una emoción recorrer mi columna, ella se aferró a mi cuello y yo a su cintura, acercándola más a mí, dejándome llevar ahora yo por la caricia que ella había iniciado. Su boca fue avanzando poco a poco y pronto la tenía sobre el lóbulo de mi oreja, provocando que mi corazón se acelerara y un calor intenso se apoderara de mi cuerpo. La temperatura comenzaba a subir en mi cabeza y Candy seguía avanzando con lentitud con sus caricias. Sentí su lengua juguetear con mi oreja y después recorrer mi cuello, ¡Dios! Era alucinante sentir su pequeña boca en aquella zona que ahora comprendía no solo era erógena para ella, sino que para mí también lo era, lo que me permitía comprender el placer que ella sentía al estarme estimulando.
-¡Candy! – Dije apenas en un murmullo, susurrando mientras intentaba respirar con normalidad, sin embargo no podía hacerlo, mis labios servían en ese momento como conducto para llenar mis pulmones. Ella no respondía a mis llamados, continuaba besando mi cuello y yo no quería que parara, sin embargo la reacción natural de mi cuerpo comenzaba a salirse de mi control total y estaba a punto de erguirse con fuerza. - ¡Pecosa! – Volví a decir intentando que ella se diera cuenta de lo que estaba provocando, sin embargo estaba tan entretenida en su cometido y yo tan deseoso de que continuara que me sentía incapaz de contenerla, comprendiendo perfectamente el placer que ella estaba sintiendo en ese momento con su caricia.
Mis manos comenzaron a temblar en su agarre y pude controlarme en la dirección que querían tomar, y en lugar de viajar al sur como me había pasado por un segundo por mi cabeza las llevé a su espalda para acercarla más a mí con desespero. Me solté de su caricia y la volví a besar con mayor intensidad para después hacer los mismos movimientos que ella me había regalado, saboreando entre mi boca el lóbulo de su oreja para después terminar besando su cuello con delicadeza, queriendo evitar dejar una marca.
-¡Anthony! – Fue la súplica que salió ahora de sus labios y sus manos se aferraron a mi espalda, intentando imprimir con ellas la pasión que se estaba desbordando de nuestros cuerpos. Dejé de torturarla con mis besos y me dirigí de nuevo a su boca, con mayor ansiedad, con mayor desespero, buscando besarla con verdadera pasión. Ella correspondió de la misma manera intensa con la que yo la besaba, mis manos se posicionaron a los costados y con mis pulgares rocé el nacimiento de sus senos, ella gimió abriendo su boca y yo me dirigí hacia el sur directo por el centro de su cuello, llegando pronto al nacimiento de su escote. Hasta ese momento pude controlarme, mis manos en el nacimiento de sus senos y mis labios a punto de explorar su escote. La sentí respirar ansiosa, su pecho se movía de una manera seductora y mis ojos no podían apartarse de aquel espectáculo tan placentero que ella me obsequiaba sin proponérselo.
Cerré mis ojos para que la conciencia y el control volvieran a mí y ella se mantenía quieta esperando mis movimientos.
-Lo siento. – Le dije apenado por mi comportamiento, controlando mi agitada respiración, mientras cerraba mis ojos para buscar apaciguar mi cuerpo.
-Yo lo siento… - Dijo como comprendiendo lo que había ocasionado con sus caricias, sin embargo yo no tenía nada que reprocharle por el contrario, debía agradecerle que me hubiese mostrado lo que ella sentía cuando yo era el que tomaba la iniciativa. – No debí… - Dijo aún sin moverse.
-No… yo no debí… - Dije ante el asombro de ella, quien tal vez por un momento pensó que lo decía por arrepentimiento. – Candy… no puedo más… - Dije nuevamente para su sorpresa. – Necesito hacerte mi esposa. – Le dije confesando de una vez lo que venía rondando por mi cabeza los últimos meses. – Te necesito a mi lado Candy, y creo que ya estoy listo para hacerte mi esposa por todas las leyes. – Le dije ante la mirada sorprendida que ella me dirigía al escuchar las palabras tan decididas que habían salido de mis labios.
-Yo también quiero ser tu esposa. – Me dijo con una sonrisa tímida. Enderecé mi cuerpo y me enfoqué en sus ojos, los cuales seguían igual de oscuros. Mis manos seguían en el mismo lugar y ella no había impedido que las dejara ahí. Las moví con sutileza permitiéndome acariciarla con delicadeza, sintiendo un poco de la suavidad de sus senos, ella gimió sutilmente y la abracé a mi cuerpo para terminar de calmarme.
-Casémonos cuanto antes, Candy. – Le dije repentinamente y ella me miró aún más sorprendida que antes. – No creo que sea necesario seguir esperando. – Le dije seguro de lo que yo quería, ahora solo faltaba ver si ella estaba segura de querer lo mismo que yo.
-Tampoco creo que sea necesario hacerlo. – Me dijo con una sonrisa animada, comprendiendo que ambos estábamos en la misma sintonía y que ambos necesitábamos el uno del otro. – Quiero casarme contigo cuanto antes… - Me dijo de nuevo, sonriendo con felicidad mientras mi corazón saltaba de gozo por sus palabras.
-Entonces ¿Para qué esperar más? – Pregunté de nuevo. Ella me sonrió asintiendo para confirmarme que estaba decidida a hacerlo. – Comencemos a preparar todo para nuestra boda. – Le dije entusiasmado, mientras sus lindos ojos me veían con el mismo entusiasmo que yo sentía.
-Tendremos que esperar a que regrese tu papá. – Dijo con una sonrisa, pensando con ternura en mí padre.
-Por supuesto, no creas que se me ha olvidado. – Dije también sonriendo, aunque la verdad por un segundo se me había olvidado que mi padre había ido a llevar de nuevo al Dr. Lombardo de regreso a Europa. – Hablaré con mi tío Albert y la tía abuela para informarles nuestra decisión. – Dije tomando su mano para continuar con nuestro paseo, el cual habíamos interrumpido para demostrarnos nuestro amor.
Caminamos por el sendero que poco a poco nos alejaba de la mansión, terminando repentinamente en el lago.
-Candy, tengo algo que decirte. – Dije después de haber permanecido en silencio por unos minutos. Ella me miró y un brillo intenso se reflejó en sus ojos.
-¿Sí? – Me preguntó con una sonrisa, descubriendo que la había sacado un poco de sus pensamientos. Sonreí al ver que se apenaba al haber sido descubierta.
-¿Sucede algo? – Pregunté al ver que su rostro comenzaba a colorearse de nuevo con ese intenso tono carmín que se apoderaba de ella cuando se sentía apenada. Negó con su cabeza casi de inmediato.
-¡No! – Dijo sorprendida, nerviosa y un poco impaciente. Sonreí al pensar que era por la emoción que yo mismo sentía por planear nuestra boda. - ¿Qué tienes qué decirme? – Preguntó con su linda sonrisa, tomando mis manos mientras yo la dirigía para sentarnos sobre el pasto frente al río para así disfrutar un poco de la frescura matutina que aún quedaba en el ambiente.
-Terry estuvo visitándome todos estos meses. – Dije de pronto para que ella estuviera enterada de la preocupación que mostró el actor hacía mi persona. Ella abrió los ojos sorprendida por mis palabras y yo asentí con mi cabeza.
-No esperé que lo siguiera haciendo. – Comentó revelando que él ya se había presentado antes de que yo tuviera consciencia de nuevo. – Quería saber de tú salud y yo lo corrí porque no quería verlo cerca de ti. – Reveló apenada por su reacción. - ¿Te molestó? ¿Dijo algo que pudiera ofenderte? – Preguntó un tanto inquieta por pensar que él pudiera haberme ofendido con su actitud o sus palabras. Le sonreí con dulzura acariciando su hermoso rostro que de pronto mostraba aflicción.
-No hermosa, al contrario. – Dije para su asombro. Candy levantó su rostro y me miró sorprendida mientras yo la miraba con ternura. – Creo que ha comenzado a madurar. – Dije sin revelar las pláticas que habíamos mantenido en el cuarto del hospital. Ella me miró sin comprender lo que decía. – Cuando veníamos de regreso, lo encontramos en la estación de Nueva York. – Ella seguía prestándome atención a cada palabra que yo decía. – Y me pidió que te dijera algo. – Candy abrió los ojos sorprendida. – Me pidió que te dijera que te desea tengas toda la felicidad del mundo. – Le dije recordando las palabras del actor, quien había comprendido que la felicidad de Candy ahora estaba en mis manos y que yo haría hasta lo imposible por siempre verla sonreír.
-¿De verdad? – Preguntó no muy convencida de lo que yo le decía. Yo asentí para confirmar lo que decía, no ganaba nada con mentir con los deseos que él tenía para ella.
-De verdad. – Dije sin dejar de mirarla, llenándome de sus expresiones.
-No esperaba eso… - Dijo un tanto confundida. La miré esperando que continuara. – Sé que es una persona buena y noble… muy en el fondo. – Aclaró con una sonrisa. – Es un ser que necesita mucho amor. – Dijo un tanto afligida, sintiendo tal vez pena por la situación que vivía y de la cual no era capaz de salir por sí mismo. – Yo también espero que un día alcance la felicidad que merece. – Dijo sonriendo más animada. Sonreí por la manera que tenía siempre en desear lo mejor a las personas.
-Yo también espero que sea muy feliz, o que por lo menos encuentre en el teatro esa fuerza que necesita para alejarse de Susana. – Dije externando lo que yo pensaba. Candy me miró un poco confundida. – Ninguno de los dos será feliz si siguen juntos. – Aclaré pensando también en la joven que se desvivía por él y que no era correspondida como lo deseaba. Candy sonrió nuevamente y se acercó a mí para acurrucarse en mi pecho.
ALBERT
La noche había sido interminable para mí, a pesar del cansancio estaba desesperado por volver a ver a Josephine. Me parecía increíble el haber sido recibido de esa manera por ella, jamás pensé que las cartas que le había enviado hubieran causado tal cambio en sus sentimientos. Mi corazón latía acelerado y el sueño no acudió a mí por más que lo intentaba, no lograba sacar de mi mente las miradas que ella me dedicaba cuando estábamos con los demás, queriendo creer que estaba buscando un momento a solas a mi lado.
Me levanté con el ánimo muy diferente al que tenía en Nueva York, me sentía reanimado y con una felicidad que latía en mi pecho de manera intensa.
-Buenos días. – Saludé a Anthony quien había sido el primero en bajar al desayuno. – ¿Tampoco pudiste dormir? – Pregunté imaginando que él tampoco había podido descansar.
-Al contrario, caí rendido, sin embargo las ganas de volver a ver a Candy me hicieron despertarme muy temprano. – Me aclaró a pesar de que yo sabía que él siempre se levantaba primero. - ¿No pudiste dormir? – Me preguntó con una sonrisa en sus labios que reflejaba la burla que tenía por mi impaciencia. Le sonreí de la misma manera.
-Necesito volver a verla, hablar con ella. – Le dije sin pena de descubrir el motivo de ansiedad.
-Lo sé, ayer no te dimos la oportunidad de hacerlo. – Mencionó como si hubiese sido su culpa.
-No te preocupes, yo tampoco me atreví a pedirle que lo hiciera. – Dije para que se diera cuenta que ellos no eran culpables del temor que yo sentía por volver hablarle de mis sentimientos.
-¿Hablarás con ella? – Me preguntó con una gran sonrisa, animándome a hacerlo.
-¿Crees que será pertinente que lo haga? – Pregunté un poco indeciso a hacerlo, sabía de la negativa de la tía abuela y con ello tal vez ella se negaría también a aceptarme. – La tía abuela…
-La tía abuela no tiene nada que decir… si Josephine es tu felicidad no la dejes escapar tío. – Dijo animándome a hacerlo. Sonreí agradecido por sus palabras y sobre todo por su apoyo, sabía que podía contar con él para todo y en ese momento comprendí que tenía la razón. Josephine era mi felicidad y la tía abuela le gustara o no tenía que aprender respetar mis decisiones.
-Tienes razón Anthony, Josephine es mi felicidad y no voy a dejarla escapar ni por la tía abuela ni por nadie. – Dije seguro que así sería. En ese preciso momento la joven de la que hablábamos se hizo presente ante nosotros y con una sonrisa tímida puso su mirada en Anthony y después en mí y un intenso color rojo se asentó en su rostro.
-Buenos días. – Expresó su saludo un tanto nerviosa. Anthony sonrió en respuesta y ambos saludamos casi al mismo tiempo respondiendo a su saludo.
-Los veo en un momento. – Dijo Anthony dejándonos un momento a solas. Josephine me sonrió y aceptó mi mano para acompañarla hasta el comedor.
Los demás integrantes fueron llegando y por último llegó Candy en compañía de Annie, quien la había ido a buscar para ver cómo había dormido.
El desayuno comenzó entre una plática que no llevaba a nada, todos hablábamos de todo y de nada, del clima y de lo delicioso que estaba el desayuno, sin embargo podíamos ver que todos estábamos ansiosos por estar un momento a solas con nuestras respectivas damas. Anthony fue el primero en levantarse para invitar a Candy a pasear por el jardín y yo agradecí que así lo hiciera, así que después de que Archie se levantó con Annie, yo tomé la mano de Josephine y la llevé al salón de música.
Entramos al salón y me dirigí hasta el piano que estaba cerca de la ventana que daba hacia el jardín lateral.
-¿Sabes tocar? – Me preguntó con una sonrisa.
-Desde chico tomé clases junto a mi hermana. – Recordé que de pequeño siempre tomaba clases con Rosemary, a pesar de que ella era una experta pianista seguía practicando diariamente ayudándome a mí a perfeccionar mi manera de tocar.
-¿Eres bueno? – Me preguntó entusiasmada, como si pudiera escuchar la música que yo interpretara.
-Mi hermana era mejor pianista que yo, sin embargo no lo hago tan mal. – Expresé de nuevo con mis manos.
-¿Tocarías para mí? – Me preguntó verdaderamente ilusionada, yo la miré un tanto confundido porque sabía que ella no podría apreciar lo hermoso de la melodía, sin embargo no podía negarme a tocar un poco para ella si así lo quería. – Tal vez no pueda escuchar la música, pero puedo sentirla. - Me dijo después para aclarar mi confusión. Sonreí con su explicación y me senté frente a las teclas para comenzar a tocar una melodía al azar. Una melodía que Rosemary tocaba cuando yo quería escucharla.
Josephine se acomodó frente al piano y cerró sus ojos para dejarse llevar por la música como si realmente las vibraciones de aquella melodía pudieran traspasar sus sentidos. Cuando terminé de interpretar aquella melodía ella abrió los ojos realmente emocionada.
-Fue hermosa. – Me dijo con ilusión. – Anthony también tocaba esa melodía. – Expresó para mi sorpresa. Mi corazón sintió una punzada al escuchar aquella comparación que ella hacía y a pesar de no querer hacerlo necesitaba preguntar directamente qué era lo que sucedía en su corazón.
-Josephine, dime la verdad. – Dije expresando con mis manos aquella duda que me había calado el alma con su comentario. Ella me miraba expectante por mis palabras. - ¿Tú aún sigues enamorada de Anthony? – Pregunté directo. Sus ojos se abrieron realmente sorprendidos y sus labios se entreabrieron por la reacción que había manejado su rostro para hacerme ver que no esperaba aquella pregunta tan definitiva que yo le hacía, pero necesitaba saber cuáles eran realmente sus sentimientos para poder retirarme a tiempo, si con todo lo que había hecho por ella no había logrado borrar a Anthony de su corazón no habría poder humano que lo hiciera y yo no estaba dispuesto a perder más el tiempo si ella no me correspondía sinceramente.
-¿Enamorada de Anthony? – Me preguntó con sus manos, cambiando su semblante por una sonrisa llena de ternura. - ¿No te has dado cuenta que mis sentimientos ahora son otros? – Volvió a preguntarme con una sonrisa tímida, intentando esconder su mirada y el color de sus mejillas.
-Necesito saberlo de ti. – Le dije acercándome a ella para tenerla lo más cerca posible de mí. Ella me miró sorprendida por mi atrevimiento. La abracé por la cintura y me acerqué a su rostro impidiendo con ello que continuara expresando su sentir. Cerró los ojos y me ofreció sus labios para que yo los tomara, mientras mi corazón daba un vuelco por la manera en la que me respondía.
No lo pensé más y me acerqué a ella para tomar su boca con delicadeza, sabía que era el primero que la besa quería que aquel beso fuese inolvidable para ella, quería tomar su inocencia y enseñarlo con mis besos el amor y la pasión que ella despertaba en mí corazón y en mi cuerpo. Josephine se aferró de mi cuello y se puso de puntillas para poder alcanzar a la perfección mi boca y yo la abracé con mayor fuerza para sostenerla y evitar se cansara por su posición, porque yo tenía la intención de besarla hasta que no tuviéramos aliento ninguno de los dos, deseaba llenarme de su dulce sabor, deseaba impregnarla de mis besos y de mis caricias para que sintiera lo que era un hombre enamorado, quería que recordara mis besos y que sintiera la necesidad de volver a besarme cuando no estuviera a mi lado, quería dejarla con ganas de más y necesitada de mis besos.
-Te amo. – Le dije lentamente para que pudiera advertir el movimiento de mis labios. Ella sonrió tímida y asintió con una sonrisa. No fue necesario que usara sus manos para decirme lo mismo, pude ver en sus ojos el amor que ella me tenía, ya no era la misma mirada que me dedicaba antes de irme a Nueva York, ahora sus ojos se dilataban cuando me tenían de frente, sus labios temblaban ansiosos de más y yo sonreía porque había logrado mi propósito.
ARCHIE
Anthony fue el encargado de anunciar primero las ganas que tenía de estar a solas con Candy y yo agradecí al igual que mi tío que así fuera, ya que faltaba muy poco para que la visita de Annie en la mansión de las rosas terminara. Había estado tantos meses acompañando a Candy y a pesar de que su familia la veía regularmente, ella sabía y yo también que ya era necesario volver a su hogar.
Caminé de la mano con ella y decidí llevarla al lado contrario al que había salido Candy y Anthony, también quería hablar con ella un momento a solas antes de tener que llevarla junto a su familia.
-¿Por qué tan callada? – Pregunté una vez que llegamos al jardín. Ella me miró sorprendida, sus ojos se agrandaron al verse descubierta.
-Solo pensaba. – Me dijo con una sonrisa tímida.
-¿Se puede saber en qué? – Le pregunté acercándome a su rostro para hacerle una tierna caricia. Ella retuvo el aliento y yo sonreí feliz por las reacciones que provocaba en mi tímida novia. Me miró con sus hermosos ojos azules y un brillo intenso y profundo se iluminó en ellos.
-Eres tan hermosa Annie. – Le dije realmente enamorado de sus ojos, amaba todo de ella sin embargo sus ojos eran mi debilidad, me gustaba admirarlos y perderme en ellos. Me gustaba la manera en la que brillaban cuando me tenía de frente justo como en ese momento lo hacía. Su rostro se sonrojó al escuchar mi halago.
-¿De verdad lo crees? – Preguntó dudosa de mis palabras.
-¿Dudas de mí? – Pregunté como si estuviera convencido de que así era, pero yo sabía que era la inseguridad que ella aún no terminaba de vencer la que la hacía hacer ese tipo de preguntas, sin embargo yo debía ayudarla a reforzar la seguridad que comenzaba a mostrar cuando estábamos a solas.
-¡No! – Respondió casi de inmediato. Yo le sonreí para demostrarle que mis palabras eran reales y no un reclamo. – Lo que pasa es que aún me parece estar soñando. – Dijo un tanto nerviosa, jugando con sus manos mientras yo me acercaba más y la tomaba por la cintura para después acomodar sus manos sobre mi pecho.
-No es un sueño Annie… estoy aquí junto a ti, soy real y el Archie real te está confesando lo loco que me tienes damita. – Le dije acercando mis labios a su rostro, susurrando con delicadeza aquellas palabras que me moría por decirle una y otra vez. – Te amo Annie, me vuelves loco y ya no puedo soportar no tenerte a mi lado todos los días de mi vida. – Le dije ya sin poder contenerme, necesitaba liberar también mi alma de los sentimientos que ella me provocaba, había logrado enamorarme y no solo eso, sino que había logrado que su presencia estuviera siempre a mi lado. Llevaba su recuerdo en mi mente cuando no estábamos juntos y los besos que habíamos compartido los podía contar también haciéndome dar cuenta que no habían sido suficientes para mí. Me miró sorprendida y ansiosa una vez más, entreabriendo sus labios en respuesta a lo que yo decía.
No pude resistir más y me acerqué a ella para besarla con lentitud, con pequeñas pausas que la ayudaban a reaccionar para después corresponderme de manera plena, abandonándose a mi beso para después colocar ambas manos sobre mi cuello y acercarse más a mí. Sentí como su pecho se apretaba con el mío y como su lindo cuerpo se estremecía al contacto con el mío, ambos disfrutábamos aquel calor que emanaba de nuestros cuerpos y se sentía a través de nuestras elegantes ropas.
-Te amo Archie… - Me dijo en un susurro apenas audible, la respiración aún no la dejaba hablar sin embargo se esforzaba por hacerlo.
La llevé lentamente hacia una de las paredes de la mansión, cerciorándome que nadie nos viera, quería aprovechar aquellos minutos que nos habían regalado y no podía desperdiciar ni un solo segundo. Ella caminó hacia atrás dejándose guiar por mí hasta que topamos con la pared acorralándola entre mis brazos.
-Te voy a demostrar cuanto te amo Annie, quiero que sepas que te amo de verdad y que en ningún momento te he considerado como un premio de consolación, por el contrario, creo que tú eres el premio principal que la vida me otorgó. – Le dije una vez más muy cerca de su boca, mientras ella me miraba con aquella mirada azulada que yo tanto admiraba.
Recorrí su espalda con lentitud y ella me esperaba ansiosa, respirando con un poco de dificultad sin saber mis movimientos, esperando que actuara de una vez o me detuviera. La acerqué más a mí y tomé de nuevo sus labios, pero esta vez de manera más ansiosa, buscando me diera acceso a su interior para explorar con fervor. Ella comprendió mi pedido y tímidamente comenzó a separar sus labios para que yo me introdujera dentro de ella y comenzara a invadirla. Se sintió tan bien que ella me permitiera aquella confianza.
La tomé con fuerza y acaricié su espalda con anhelo, buscando convencerla de mi amor mientras ella se aferraba a mis cabellos y los movía de manera sensual, provocando que mis labios buscaran alivio a lo que estaba provocando en mi cuerpo. Recorrí cada rincón de su boca con mi lengua y pronto atrapé la de ella quien tímidamente se atrevía a acariciar la mía mientras yo la obligaba a enredarse sobre la mía. Annie gimió de pronto y se apegó más a mi cuerpo, aquella reacción me animó a continuar con mi faena.
Sentir su pecho apegado al mío me impedía concentrarme en otra cosa, me gustaba sentir aquella sensación de suavidad y textura que podía advertir sobre la ropa, aumentando el calor que despedía con el aumento de mis caricias.
-Annie… damita… - Le dije separándome un poco de ella. – Sé que ya te dije que no puedo estar más tiempo lejos de ti. – Le dije mientras ella abría los ojos para ponerme mayor atención.
-Yo también quiero estar a tu lado siempre, Archie. – Me dijo con timidez, sin embargo con sus ojos me incitaba a hablar con mayor confianza y seguridad.
Me hinqué frente a ella y sus ojos se abrieron de golpe. Saqué una pequeña caja que llevaba en el bolsillo interior del saco y la abrí frente a ella, mostrando la sortija de compromiso que había adquirido para ella.
-¿Quieres casarte conmigo? – Pregunté un tanto ansioso por escuchar su respuesta. Ella calló por unos segundos, segundos que me parecieron eternos, sin embargo podía advertir que estaba realmente sorprendida por mi sorpresiva declaración. Me miró como preguntándome si estaba seguro y yo asentí con un movimiento simple, con una sonrisa que le suplicaba me aceptara sin dudarlo.
-… Sí… - Dijo temblorosa, con la voz débil por la emoción que yo suponía la estaba consumiendo. – Sí quiero… Archie… - Dijo intentando hablar de manera fluida. Las lágrimas comenzaron a asomarse por sus lindos zafiros y yo sonreí emocionado por su respuesta, que no era como si temiera no me aceptara porque yo estaba seguro que ella me amaba tanto como la amaba yo a ella.
Me levanté con la sonrisa plasmada en mi rostro, colocando en su mano la sortija que la anunciaba desde este momento hasta que llegáramos al altar como mi prometida. La besé de nueva cuenta, pero esta vez de manera más intensa y apasionada, demostrándole mi agradecimiento por hacerme tan pero tan feliz, ella seguía con menos timidez mis caricias y pronto se adecuó a mi ritmo, mientras yo me contenía de seguir explorando más allá de lo que podía ver y tocar.
Tal vez no era la manera en la que ella hubiese esperado mi declaración de amor, sabía que no era la manera adecuada de hacerlo, sin embargo yo no podía soportar más estar lejos de ella y quería que regresara a su casa con la seguridad de que yo no me separaría nunca de ella.
-Pronto iré a pedir tu mano con tus padres. – Le dije mientras volvíamos a la mansión para dar la noticia a mi tío y pedirle que fuera él el encargado de solicitar la mano de mi ahora prometida.
Cuando llegamos a la entrada de la mansión, Anthony y Candy llegaban también tomados de la mano. Ambos se detuvieron frente a nosotros y pude ver en ellos un brillo muy particular que me hizo suponer que algo había ocurrido en aquella plática que habían mantenido a solas. Él me asintió con la mirada y sin necesidad de palabras nos comunicamos comprendiendo lo que cada uno había hecho, él entendió que Annie era ahora mi prometida y yo comprendí que Candy por fin pronto sería la esposa de Anthony Brower.
Continuará…
Muchas gracias a cada una de ustedes por estar al pendiente de la lectura, espero que este capítulo haya sido de su grado muchas gracias por leer y sobre todo por comentar.
TeamColombia. Hola hermosas, espero que les haya gustado el capítulo anterior, aquí ya vimos la realidad que están viviendo. Espero ya estén más recuperadas del otro. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Cla1969. Ciao bella, mi dispiace averti emozionato. Spero che questo capitolo vi sia piaciuto. No, non avrai un matrimonio doppio o triplo. Grazie per aver letto, ti mando un grande abbraccio bello.
Julie-Andley-00. Hola hermosa, ¿Cómo estás? Así es Candy como toda chica normal y enamorada comenzó a tener sueños extraños con su enamorado, y este fue tan real que ella lo vivió así. Anthony está igual y creo que como dices ese será el motivo para acelerar la boda. Muchas gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo.
lemh2001. Hola hermosa! Siento mucho la decepción hermosa, la verdad no podía evitar hacerlo así, querían una noche de pasión y pues la vivieron en sueños antes de que se desesperaran más de que no había acción entre ellos. Una pequeña probadita de lo que ellos vivirán en su luna de miel. Hermosa así es, el 14 pasado fue mi cumpleaños, que buena memoria tienes la verdad! Muchas gracias por recordar ese pequeño detalle, gracias por tus lindos deseos. Fue un día emotivo, con mi esposo, mis hijos mi papá y mis hermanos, en fin pura familia, no estuvo completo pero disfruté lo que tengo. Gracias por tu recomendación, entonces seguiré pasando la historia tal y como está, espero no aburrirlas. Te mando un fuerte abrazo hermosa.
Mayely León. Hola hermosa, muchas gracias por tus felicitaciones, las recibo con mucho cariño. El capítulo anterior fue una pequeña probadita de la luna de miel, vimos ya la perspectiva de Candy ;). Te mando un fuerte abrazo amiga.
Silandrew. Hermosa! fue una probadita nada más de lo que les espera la luna de miel, ya vimos en sueños la perspectiva de Candy antes de que suceda, falta la perspectiva del rubio nada más jejejeje. Muchas gracias por leer amiga y por comentar. Te mando un fuerte abrazo.
Rose1404. Hola hermosa, no te preocupes me alegra que estés bien y que hayas tenido tiempo de leer el capítulo justo para agradecerte el hacerlo. Me alegra que te haya gustado y sobre todo me alegra saber que falta menos para la llegada de tu pequeño Anthony. Te mando un fuerte abrazo hermosa, y muchas bendiciones para ambos.
María José M. Hola hermosa, no me di tiempo de actualizar, me absorbieron los tiempos, de hecho no revisé este capítulo, espero que no haya algún error. Muchas gracias por tus lindas palabras, gracias por tus lindos deseos. Me alegra que te haya gustado la manera en la que Candy relató su bello sueño. Te mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todas las personas que están al pendiente de la historia, muchas gracias por leer y por comentar. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes. Dios las bendiga.
GeoMtzR
20/11/2022
