.:PAR DE GEMELOS Y UNA DONCELLA:.
Capitulo último .:UN ENCUENTRO A LA LUZ DE LA LUNA:.
Si muriera en este mismo momento.
No temería.
Pues nunca había experimentado,
esta sensación de plenitud al estar aquí contigo,
envuelta en tu calidez,
amando el dulzor de tu aliento.
Intentaba concentrarse dentro de su encierro, el frío del metal la rodeaba como un capullo, las espinas se clavaban incesantemente en su piel pero después de estar tanto tiempo conviviendo con ellas era un dolor que podía soportar. Su cuerpo estaba estable, sin en cambio sus pensamientos iban y venían como un barco a la deriva. Tenía que mantener la mente despejada, disciplinada. Elevó un cántico bélico para purificar su alma, su poder espiritista se incrementó tanto o más de lo que se necesitaba para crear, por ejemplo, la Torre de Babilonia. Dentro de ella todo era una madeja de hilo que formaba un nudo y en un segundo se tensó en un solo nombre: Hao. Su tan preciado equilibrio se desmoronó y cayó al silencio nuevamente.
-¿Doncella Jeanne? – inquirió una voz preocupada al otro lado del hierro. Salió de su cárcel y contempló de frente a Marco. Hubiera querido correr hacía él y contarle los extraños sucesos en su entorno, sobre viajar a la lejana aldea de los apaches, sobre conocer gente que se suponía odiaba, sobre enamorarse. Pero no lo hizo, Marco la miró dudativo. El tiempo de paz tocaba a su fin en medio de la apatía de los días y el insomnio de las noches en las cuales se mantenía despierta escuchando el ulular del pequeño búho mientras la luz de la luna, tan fresca, se colaba entre las ramas desnudas de los árboles en una ancestral imagen de tristeza. Pronto terminaría. Los soldados X avanzarían hacía la guerra y ella los encabezaría
-estoy bien, Marco – dijo al fin para calmarlo –sólo quiero caminar un poco – y se alejó a paso lento hacía el lago. Sabía que estaba preocupando a sus compañeros de lucha pero debía enfrentar sus anhelos o no podría seguir adelante con la misión que tenía encomendada.
No se asustó al encontrarse con Hao sentado en una piedra cerca de la acumulación de agua, parecía que la estuvo esperando. Pero mientras más se acercaba su carácter se rebeló contra ella. Estaba prendada de él, necesitaba verlo para estar tranquila, tocarlo para saberse viva pero pensar que para él sólo podría ser una aventura pasajera, una de sus tantas vidas, hizo que su orgullo se sublevara, antes se arrojaría al lago que dejar que un hombre como Hao la utilizase para después abandonarla. Se quedó viéndolo de lejos. De fondo tenía a los grandes espíritus, el apacible ir y venir del lago reconfortaba el alma, el manto de estrellas cubriéndolos, un paisaje bello sin duda alguna
-¿por qué no te acercas? – preguntó él pero la doncella no se movió ni un centímetro –no planeo causarte algún mal – ante el sonido de su voz y aquellas palabras, avanzó y olvidó sus anteriores divagaciones. Hao era real y no lo era, un completo extraño sería una mejor descripción, tanto así que no sabía como entender sus sentimientos hacía él. Hao descendió de la piedra, la tomó de una mano y juntos se adentraron por las sombras. Todo rastro de color había quedado enterrado bajo aquella recóndita blancura, que adoptaba innumerables tonos de gris fuera de los relucientes charcos de la luz de la luna, que bautizaba la superficie. Allí estaban los dos, caminando solos. Jeanne acababa de descubrir que la realidad podía ser más irreal que nada de lo que uno pudiera imaginar en una ficción. Ella creía que ser capaz de estar con otra persona en silencio era prueba de una conexión profunda. Apretó los dedos de Hao con fuerza y siguieron avanzando sin decir nada por un rato. Bajó la mirada
-¿qué me hiciste, no he dejado de pensar en ti – preguntó Jeanne, y su voz reverberó el silencio
-eso es lo que me gustaría que tú me dijeras.
Hao se sabía enfermo, enfermo por culpa de esa mujer a la que adoraba, de esa bruja que lo envenenó con su presencia, de esa enemiga que no podía despreciar, de esa guerrera que admiraba, de esa niña... a la que sentía le pertenecía. Eran tan diferentes y a la vez tan idénticos. Él era sociable, ella una solitaria. Él siempre estaba entre multitudes, ella en la quietud. Él era un demonio y ella un ángel. Él era insensible, ella cálida. Y los dos ponían la vida por lograr sus metas. Pero a últimas fechas y debido a los últimos acontecimientos en los que pasaron tiempo juntos, las corrientes de mal entendimiento que habían surgido a causa de sus desiguales naturalezas fueron menguando para dar paso a una cierta armonía.
-No lo sé, no lo entiendo – contestó Jeanne. Llegaron hasta un grupito de cerezos, había tantas flores que cuando se tumbaron en el suelo desaparecieron entre la hierba. Cuando Jeanne estaba despierta su vida era como un sueño. Sólo cuando estaba sola por la noche la asaltaban las voces de culpabilidad de su conciencia por estar pensando en él, por imaginarse diversas situaciones para no enfrentarlo, por desear perderse en él. Era una doncella de lo más indigna. En cualquier caso no podía evitar tales anhelos y se abandonó a la fuerza que la impulsaba hacía Hao. Mientras contemplaban los pétalos de las flores de cerezo, que comenzaban ya a caer uno a uno, eran plenamente conscientes de que aquél sueño era breve.
Hao la haló a su lado y la oprimió contra su pecho, las manos de Jeanne lo rodearon buscando cobijo, tocando la piel apiñonada debajo de la capa. Se burló de él diciéndole que ciertamente muy insensible tenía que ser para soportar sus manos heladas contra su piel pero él negó con la cabeza. Jeanne sintió un cálido aliento en su cuello, sus cabellos se extendieron por la tierra, miles de hebras de pelo azul pálido, pelo enredado, enredado como sus pensamientos. Un búho ululó. Los suaves sonidos de la noche acentuaban la insondable quietud. Las palabras parecían innecesarias.
Al final comenzó a darles frío. Hao se puso en pie y ayudó a Jeanne a levantarse. Volvían hacía el lago. Aún no había amanecido y una luna pálida y amarillenta pendía en el cielo, por el oeste. No se encontraron con nadie, salvo un shaman que salió corriendo al verlos, pensando seguramente que había visto a un par de apariciones.
Se detuvieron para ver el lago, el bosque y el torrente de ánimas que los hicieron conocerse
-el paisaje es exquisito – dijo ella
-pues espera a que llegue el verano – comentó Hao – los árboles se tiñen de verde, el lago se refleja en dorado y las primeras luciérnagas aparecen – Jeanne lo miró de soslayó, él ya debió haberlo visto así, supuso que aquélla era su forma de indicarle que esperaba que entonces ella estuviera ahí
-¿y tú lo veras conmigo? – se atrevió a preguntar, la respuesta tardó pero Hao asintió –entonces estoy deseando que llegue – pero esas palabras, estaba segura caerían en el olvido por que aquello no era más que una tenue ilusión. ¿Lo era?. ¿Dejaría que lo fuera?
-Jeanne – la llamó como nunca pensó que lo haría. La piel de ella ardía, sus cabellos habían atrapado el frío de la noche y su corazón saltó desbocado
-renuncia a los grandes espíritus – le pidió de pronto –yo lo haré con mi Orden de soldados X – Hao la miró indescifrablemente -renunciemos al paraíso, comamos la manzana de la carne y caminemos hacía la felicidad, no dejes que esto sea un sueño – Hao se quedó callado, retrocedió y la miró como si tratara de saber si eran ciertas sus palabras. Negó una vez, dio media vuelta y comenzó a alejarse.
Fui una tonta en creer,
una tonta por creer.
Todo termina hoy.
Si, todo termina hoy.
Hoy es el día en que los sueños terminan.
-Hoy es el día en que los sueños terminan – repitió Jeanne
-No – dijo sorpresivamente Hao dándose la vuelta –hoy comienzan, ven conmigo – le tendió la mano y ella la tomó. Sintió que iba hacía el camino al cielo, tal vez no en una forma de ángeles y santos más bien envuelta en el pecado pero al final y al cabo, era un camino que ella escogió junto al hombre que ama.
FIN
Notas de la autora: Bueno aquí termina: Par de Gemelos y una Doncella. Esté último capítulo pues si tiene un enlace pero es un poco más aparte de lo que aconteció. La idea principal me la dio Barbara con aquello de que se vieran a escondidas. Trabajé en la idea y al final recurrí a una imagen que leí en "Historia de Murasaki" acerca de que no siempre las palabras son necesarias para decir lo que sientes. Espero que les haya gustado y les agradesco mucho a las personas que leyeron el fic que escribí. Gracias por su apoyo!
Afroditacoral: Gracias por dejarme un review en cada capítulo y me alegraque te haya gustado tanto.
Zria: Que bueno que la batalla te haya gustado, temí que no se entendiera (a veces yo sola me revuelvo). Nunca pensé que cuando Hao le daba la charola a Jeanne evocara una imagen tan linda. Gracias por escrrbirme, no importa que no hayas dejado review n.n
Lady Girl : Bueno ahora si acabo!. Lo de su esposa, creo que es lo más factible. No es por despreciar a Anna (pero ella ya tiene a Yoh, que se conforme con un solo Asakura) pero creo que como cónyuge sería mejor Jeanne.
BelaKirinu-chan: Ya lo habias leido, bueno. Si la verdad a veces a mi también me sacan de casillas los dos. Bueno esta breve continuación no la encontraras en otro lugar n.n (jijijii). Ahh, eso de arder en las llamas del infierno si fue un poco drástico pero convincente. Ciao. Gracias por el review n.n
Ariel: Gracias por tus felicitaciones. Ahora si ya termino y pues el final fue de ellos dos solos, ya no inmiscuí a Yoh o a Anna. Gracias por tu apoyo!
Barbara: Gracias por las felicitaciones y por tu review (me chiveas), que bueno que te haya gustado tanto. Bueno seguí tu consejo y los dejé que se vieran a escondidas aunque ellos no lo planearon. Gracias por todo y con respecto a tu pregunta, soy de México, para ser más exactas de Tlaxcala. n.n
