CAPITULO 3: NO VOY A VOLVER.
En una habitación en penumbra, iluminada únicamente por el calor de las llamas de una chimenea, se encontraban dos hombres hablando. Uno estaba sentado en un mullido sillón y dibujaba en el aire con sus largos dedos, formas imposibles; mientras escuchaba interesado al otro hombre.
-Han pasado ya unos días desde el último ataque señor, y la Orden no parece haber mejorado sus defensas. Siguen rondando al chico.
-Estad atentos- dijo Voldemort sin dejar de juguetear con sus dedos.- En algún momento saldrá de la casa y la vigilancia menguará. No puede estar encerrado todo el día. Le conozco muy bien y no se ocultaría como un cobarde mientras el resto del mundo está en peligro.- bajó ambas manos con las que estaba jugueteando y dirigió su atención por primera vez al otro hombre.- ¿Quiéns tenemos acechando?
-Cuatro de los nuevos liderados por Bellatrix.
-¿Bellatrix?- preguntó Voldemort rondándole a la cabeza. -No sé si es la más indicada para estar allí.
-Se ofreció ella misma, señor.- Voldemort sonrió.
-Supongo que espera divertirse un poco más de nuestro joven amigo... -se detuvo unos instantes y luego cambió de tema.- ¿Qué me dices de lo qué te ordené?- Malfoy tragó saliva y procuró no mirar los rojos ojos de su señor.
-Señor...discúlpeme, pero no he podido averiguar nada todavía. Sea quién sea el que está pasando información, es muy inteligente y no deja rastro...
-¿Insinúas que es más inteligente qué yo?- rugió Voldemort taladrando a Malfoy con la mirada.
-No señor,- se apresuró a corregir el hombre.- Por supuesto que no, nadie es más inteligente que usted, solo me limitaba a apuntar...
-¡Basta!- le espetó Voldemort de mala gana.- Ya he oído suficiente, limítate a cumplir con tu obligación, Lucius.
-Señor...¿usted no tiene ni una ligera idea de quién puede ser?- Voldemort se mordió el labio inferior.
-¿Cómo quieres que lo sepa, estúpido? En mis filas, militan cientos de Mortífagos actualmente, y cualquiera de ellos...
-Estoy seguro de que es alguien más cercano, señor- aseguró Malfoy. -Alguien del grupo interno. Nos guardamos de dar información a los principiantes...
-Sí, yo también pienso que tiene que ser alguien muy bien situado. Pero cuando lo atrape va a lamentar mucho lo que está haciendo...
-Señor me daré prisa.
-Hazlo, Lucius, no quisiera tener que prescindir de ti -Malfoy asintió y salió de la sala, dejando a su señor sumido en sus pensamientos. Los ataques estaban siendo planificados a la perfección, pero salvo el último, en el que se logró capturar al traidor, los tres anteriores habían sido frustrados por la anticipación de la Orden de Fénix y el Ministerio de Magia. Voldemort maldijo su suerte, si no hubiera sido por la incompetencia de sus Mortífagos, él no habría tenido la necesidad de aparecerse en el Ministerio de Magia, y ahora sabría el contenido de esa maldita profecía...
-Harry Potter, te hubiera destruido hace mucho si supiera el final de la Profecía -murmuró Voldemort en voz alta.- Si tan solo pudiera hallar la manera de averiguarla en boca de Dumbledore...- cerró los puños con rabia. -Pero me vas a servir mucho este curso, Harry Potter, voy a saber como utilizarte para destruir primero a ese viejo estúpido...después de todo, sí que sirvió algo mi visita al ministerio, y Black sin darse cuenta ha sido el mejor de mis aliados para destruirte- soltó una sonora carcajada que pudo oírse en todos los alrededores de la vieja mansión, donde habitaba.
¡POTTER!
La voz de tío Vernon lo hizo despertar abruptamente. Se pasó una mano por la frente y se secó el sudor frío que la invadía. El corazón todavía le latía a mil por hora y respiraba entrecortadamente. Acaba de presenciar de nuevo la muerte de su padrino, y luego se había hallado en un cementerio. Pasase por donde pasase, solo había víctimas que él reconocía, desde sus padres a Ron y Hermione, pasando por Cedric, Sirius y Lupin. Afortunadamente el grito de su tío Vernon para que bajase a comer, había servido de algo por primera vez.
Todavía tembloroso, se levantó de la cama que estaba empapada de sudor y bajó las escaleras hasta la cocina.
Nada más pisarla, se dio cuenta de que su tío se encontraba de muy mal humor. Dudley estaba en el último rincón de la mesa, enfrascado en su Game Boy Advance y tía Petunia servía la comida.
-...a punto de salir de vacaciones y no he podido cerrar este último negocio -refunfuñaba tío Vernon mientras se aflojaba el nudo de la corbata y se secaba el sudor de la frente. Harry, pensando que era mejor ni saludar, se sentó en silencio y comenzó a comer la sopa de fideos que tenía delante.
-No te preocupes querido, -le dijo Petunia pasándole una mano por la espalda.- No ha sido un mal año de negocios.
-Sí, pero ese contrato era sumamente importante porque... -Harry solo escuchaba a medias. Se sentía asqueado rodeado de aquellas personas. Era extraño, había vivido durante once años de su vida en aquella casa pensando que siempre sería así, y a pesar de que había estado mucho más tiempo que en el mundo mágico, su presencia parecía estar en otro lado. Nunca se había sentido unido a una familia, quizás lo más cercano a una, habían sido las visitas a la Madriguera, donde la señora Weasley lo había tratado igual que si fuera cualquier otro de sus hijos. Por supuesto sin mencionar, la vez que habló con Sirius sobre irse a vivir con él, si lo declaraban inocente. Acción que nunca llegaría ya que Colagusano había escapado aquella misma noche... Por otro lado, pensó que aunque Sirius hubiera sido declarado inocente, Dumbledore jamás le habría permitido abandonar la casa de los Dursley, porque era el único lugar donde estaba a salvo, gracias a que la sangre de su madre residía en su tía.
La sensación de angustia ante la comida había vuelto aparecer al recordar a su padrino. Desganado, dejó la cuchara sobre el plato y estaba tan despistado que hizo un movimiento demasiado brusco y el plato cayó al suelo.
Harry dio un respingo como si acabase de despertar de un sueño. Tía Petunia gruñó, puesto que era una maniática de la limpieza y se había manchado su inmaculada cocina, pero la reacción de tío Vernon fue mucho peor. Se levantó bruscamente y empezó a ponerse colorado.
-¡No es bastante con que tenga ya un mal día que además tengo que aguantar tus torpezas, chico! ¡Porqué no llamas a los raros de tus amigos y te largas de una vez! ¡Es más, fuera ahora mismo, vete a dar una vuelta y no vuelvas hasta esta noche! ¡No tengo moral para aguantarte!- Harry se levantó furioso y encaró en miradas a su tío.
-No tengo porqué irme- replicó.- No he acabado de comer y...
-¡Pues hoy no comerás más hasta que llegue la noche! ¡Vamos, fuera!
Harry se dio la vuelta bruscamente y la silla cayó al suelo dando un estrepitoso golpe. Rápidamente, Petunia miró por las ventanas por si algún vecino había escuchado el ruido en su casa. Harry, tan enfadado como lo había estado el año anterior, abrió la puerta de la calle y se marchó dando un portazo. No soportaba esa casa, no soportaba a esas personas, y no soportaba ser quién era. ¡Qué poco sabían de su vida aquella gente que lo alababa por ser quién era! ¡Qué poco conocían la vida tan triste y mezquina que sufría el muchacho!
-Si no existiera la magia, yo jamás habría sido famoso- murmuró mientras caminaba sin rumbo fijo calle arriba. Surrey era un lugar bastante grande, con calles muy largas y tenía todo el tiempo del mundo hasta que anocheciera para recorrerlo. Poco a poco, se fue alejando, caminando con las manos en los bolsillos y muy despacio, golpeando con el pie todo lo que salía a su paso.
Cuando pasó por el parque donde el año anterior había visto a Dudley con sus amigos despidiéndose y donde los atacaron los dementores, se sentó de nuevo en el único columpio que su primo y su pandilla no había destrozado aún.
Las calles estaban desiertas, el sofocante calor no invitaba a salir de las casas y sin embargo él, se encontraba como un vagabundo sin casa, sentado en un sucio columpio, tratando de imaginar como habría sido su vida si sus padres continuaran con vida.
pensó amargamente.
Harry permaneció sentado mucho rato, las horas iban pasando inadvertidas para el muchacho, que tenía tantos pensamientos en la cabeza, que no se percató de que el sol comenzaba a ponerse. Miró el reloj de pulsera que tenía en la muñeca y comprobó que eran las ocho de la tarde. Pronto empezaría a oscurecer, así que, seguramente su tío lo dejaría entrar en casa. Se levantó del asiento y se desperezó ruidosamente. El parque seguía desierto. No había avanzado ni tres pasos, cuando escuchó un ruido de pisadas, seguidos de algo ondeando al viento. Harry se frenó en seco. Lo había olvidado por completo, se había alejado considerablemente de Privet Drive, donde estaba su protección y ahora era un blanco fácil. Lentamente, se dio la vuelta y observó el solitario parque, al tiempo que sacaba su varita del bolsillo trasero de sus pantalones. Era lo único que había sacado del baúl. Pasaron unos instantes y nada ocurrió, así que, pensando que se lo había imaginado todo, y que parecía algo paranoico, avanzó tres pasos más hasta detenerse al oír unas risas.
Volvió a darse la vuelta, esta vez más bruscamente y vio a unos individuos salir de detrás de unos arbustos. Iban totalmente vestidos de negro, con unas máscaras blancas cubriéndoles la cara: Mortífagos. Harry se quedó helado, sin poder dar crédito a lo que estaba viendo. Eran cinco y él solamente era uno, había cometido otra estupidez al salir de Privet Drive.
El más alto de los individuos, dio un paso al frente, acercándose más que el resto a Harry.
-¿Qué tenemos aquí? -se burló un terrible voz infantil.- Pero si es el pequeño bebé Potter. ¿Qué haces aquí y tan...solito?
A Harry le hirvió la sangre. Reconocería esa voz hasta en el infierno, a pesar de que la mujer que había hablado iba enmascarada. Era Bellatrix Lestrange, la Mortífaga que había sido encarcelada en Azkaban por haber torturado hasta la locura a los padres Neville, y la misma mujer que había acabado con la vida de su padrino. A Harry se le contrajeron las tripas, había soñado con esa escena durante todo el verano y había vivido repudiando a ese ser, que tenía enfrente suyo. Un odio parecido al veneno le recorrió todas las partes de su cuerpo, deseaba correr hacia la mujer, arañarla, herirla, hacerle pagar cada una de las pesadillas que lo habían atormentado.
-¡Tú! -dijo furioso apuntando con la varita hacia Bellatrix.
-Sí, Potter- rió la Mortífaga. Le producía un enorme placer ver a Harry tan enfadado.-Como ves, has vuelto a caer en la trampa del Señor Oscuro. Él ha esperado paciente y sabía que acabarías saliendo de tu escondite...Dime, ¿cómo has andado? ¿Cómo llevas la pérdida de mi querido primo? -Harry apretó los dientes y empuñó mejor la varita, mientras Bellatrix se desternillaba junto con los otros Mortífagos.
-Me las pagarás- aseguró Harry, sus ojos resplandecían de odio, pero la mujer seguía riendo.- ¡Desmaious!- gritó al fin sin poder contenerse.
Pero no ocurrió nada. Bellatrix y los demás Mortífagos habían dejado de reírse y observaban a Harry con una nota de asombro. Harry por su parte, estaba totalmente asombrado con lo que acababa de suceder. ¿Por qué no había funcionado el hechizo? Acercó su varita a la cara y comprobó que no tuviera ninguna grieta, pero la varita parecía encontrarse en perfecto estado.
-¿Es qué has olvidado como hacer magia, Potter?- rió Bellatrix.
-¡Desmaious! ¡Impedimenta! ¡Expelliarmus! -Harry agitó su varita de forma incontrolada. Unas chispas salían de ella cada vez que formulaba un hechizo, pero no sucedía nada más. ¿Qué ocurre? -dijo desesperado.
-Me parece que tienes demasiadas cosas en la cabeza, Potter. Déjame ayudarte a despejarte. ¡CRUCIO!
El rayo rojo impactó en Harry que cayó al suelo y comenzó a retorcerse de dolor. Sentía como si mil cuchillos candentes le horadaran cada partícula de su piel y los huesos le ardieran. Los Mortífagos rieron todavía más, y Harry observó el contorno borroso de Bellatrix acercándose a él y propinándole un puntapié en el costado. Harry se cogió la parte dolorida y dio un grito. Estaba tirado en el suelo sin ninguna opción de levantarse. Su varita había caído de sus manos y se encontraba a un metro suyo, pero aunque la alcanzara, Harry no estaba seguro de que pudiera hacerla funcionar.
-El juego se ha acabado, Potter- dijo Bellatrix, adoptando su voz melosa de nuevo.- Mi señor me recompensará por tu muerte. Despídete de tus últimos segundos de vida. -Bellatrix levantó la varita y apuntó a Harry. El muchacho cerró los ojos, sabiendo lo que le esperaba, pero cuando ya escuchaba el comienzo de la maldición asesina de los labios de la mujer, se escucharon tres rayos aturdidos que impactaron en ella y en algún otro Mortífago que Harry no alcanzó a ver. El muchacho, confundido, abrió los ojos y se topó con que Tonks, Lupin y una mujer que no conocía, se enfrentaban a tres de los Mortífagos que quedaban en pie.
Bellatrix estaba tendida al lado de Harry y comenzaba a removerse, se levantó y en el momento en que iba a apuntar a Lupin, Harry gritó.
-¡Cuídado!
Lupin esquivó el rayo rojo por muy pocos centímetros y apuntó a Bellatrix, que a su vez, también esquivó la maldición. Harry se dio la vuelta y apoyó las manos sobre el suelo, tratando de incorporarse. Lo logró al cabo de unos segundos y se tambaleó hasta su varita. La cogió del suelo y apuntó a uno de los enmascarados, pero el resultado fue el mismo de antes. Lupin, que estaba muy cerca de Harry, se quedó mirando extrañado este hecho, pero en seguida se volvió para continuar con la lucha. Sintiéndose algo mareado, quizás de los dolores de la maldición cruciatus o quizás del hecho que no había comido nada desde el desayuno, Harry cayó al suelo de rodillas y apoyó ambas manos obre el suelo. Cerró los ojos para tranquilizarse y hallar una explicación coherente a lo que acababa de ocurrir, pero no la encontró. Permaneció así durante un rato más, escuchando el sonido de las maldiciones que se dirigían de un lado a otro.
Levantó la cabeza a tiempo para ver como Bellatrix, rodeada de la mujer que Harry no conocía y de Tonks, huía, dejando a los cuatro Mortífagos restantes desmayados en el suelo.
Al comprobar que no había peligro, Lupin y Tonks corrieron hacia Harry para ver como se encontraba.
La otra mujer seguía en pie inspeccionando con la mirada cualquier signo visible de peligro.
-¡Harry! -dijeron Tonks y Lupin ayudándolo a levantarse.- ¿Te encuentras bien? -El muchacho miró unos segundos los rostros preocupados de los miembros de la Orden y asintió. Pero luego volvió a fijar su atención a la extraña mujer de pelo negro y largo.
Se escuchó un CRACK y Moody y Kingsley se aparecieron al lado de ellos.
-¿Estáis todos bien? ¿Ha habido muertos?- preguntó Moody con gravedad. Harry vio que no había cambiado nada en absoluto.
-Estamos todos bien -aseguró Tonks tranquilizando a Moody. -No te preocupes Ojoloco, Harry está perfectamente.
-Sabía que algo iba a salir mal -gruñó Moody mirando los cuerpos inertes de los Mortífagos que Kingsley se estaba encargando de atar. Luego se giró hacia Harry. -¿Por qué diablos saliste de tu casa a éstas horas, Potter? Creía que habrías aprendido la lección después de lo que ocurrió el año anterior con los dementores.- Aquella bienvenida tan hueca no agradó nada a Harry.
-Mi tío me echó de casa -explicó y Moody arqueó las cejas y chasqueó la lengua. -Los negocios no le habían salido bien hoy y me gritó que me largara hasta que anocheciera porque no deseaba aguantarme.
-Bien, creo que es hora de que vayamos a hacerle otra visita amistosa a ese muggle, ¿no te parece Remus? -gruñó Moody. Lupin palideció.
-Sí, creo que será lo mejor. Aunque Dumbledore nos ha pedido que saquemos a Harry de la casa esta misma noche. -Harry no respondió. Por supuesto no pensaba para nada regresar al mundo mágico, pero no vio oportuno comentar nada con tanta gente allí delante, después de lo que acaba de ocurrir.
-Creo que el peligro ya ha pasado- anunció una voz fría, gélida. Era la mujer de cabellos largos y negros que Harry no conocía.
-Bien, -dijo Moody observando de una lado a otro inquieto. -En ese caso...Kingsley y yo iremos a llevar al Ministerio a los cuatro Mortífagos éstos -señaló a los cuerpos de los enmascarados. -A Fudge le encantará juzgadlos y desviar su frustración hacia ellos. Vosotros tres encargaos que Potter llegue a salvo. -los tres aludidos asintieron y esperaron a que Moody y Kingsley desaparecieran en un traslador con los cuatro Mortífagos, para volver a hablar.
Harry sintió como alguien le ponía la mano en el hombro y dio un respingo. Sirius solía hacer eso. Giró la cara, deseando con todas sus fuerzas encontrar la sonrisa de su padrino, cuando se topó con los ojos de Lupin mirándole preocupado.
-¿Ocurre algo, Harry?- le preguntó el hombre y retiró la mano del hombro del muchacho.- Siento si te he sobresaltado.
-Estoy bien, -mintió Harry.
-¡Entonces me alegró de verte! -dijo Tonks muy efusiva y le dio un fuerte abrazo. Harry se quedó en la misma posición que estaba sin mover un músculo. Se dio cuenta de que los ojos de un azul profundo de la mujer desconocida lo estaban observando. Cuando ella vio que el chico se había dado cuenta, los apartó y continuó inspeccionando el parque. Pero ella no era la única que miraba a Harry de forma extraña, el chico se dio cuenta de que a pesar de que disimulaban, Tonks y Lupin también parecían asombrados con el aspecto que mostraba.
-¿Seguro qué estás bien? -repitió Lupin. A Harry comenzaba a cansarle su mirada inquisitiva.
-Llegasteis a tiempo de que Bellatrix me hiciera algo serio respondió cortante.
-No me refería a eso. -contestó Lupin, pero al menos apartó la mirada de los ojos de Harry. Él sabía muy bien a lo que se refería el profesor. Por una parte le preguntaba por Sirius, y por la otra por lo que acababa de ver con su varita.
-Harry... -susurró Tonks con prudencia.- ¿No crees que estás muy delgado? -Los ojos de la mujer volvieron a fijarse en él, tras la pregunta de la aurora. Harry también la miró.
-Es la ropa de Dudley lo que me hace parecer más delgado- mintió Harry intentado que su voz sonara despreocupada. Lupin abrió la boca para añadir algo más, pero debió pensarlo mejor porque se calló. Tonks se encogió de hombros e hizo una negativa con la cabeza, pero tampoco insistió, y Harry se lo agradeció muchísimo porque no estaba con ánimos para seguir discutiendo.
-Remus, Tonks, id vosotros a preparar las cosas de Potter. Yo echaré un vistazo por los alrededores y cuando compruebe que todo está en orden, me apareceré en la habitación para que partamos.-los otros dos asintieron y comenzaron a caminar muy pegados a Harry con rumbo a Privet Drive. Harry giró la cabeza para seguir observando a la mujer, y vio como ella miraba de un extremo a otro y tras comprobar que no había nadie, desaparecía en un brillo de luz blanca.
-¿Quién es ella? -preguntó Harry a Lupin mientras caminaban hacia la casa de sus tíos.
-Se llama Christine Byrne- respondió Lupin mirando de un lado a otro.- Es una nueva incorporación en la Orden.- esto último lo dijo casi en un susurro.
Harry no lo comentó, pero sentía hacia esa mujer una sensación extraña. Estaba seguro de que nunca antes la había visto, y tal vez, pensó, era su forma de ser y su mirada tan fría y penetrante lo que hacía que Harry la encontrara...inquietante.
El resto del camino lo hicieron andando muy deprisa y en silencio. Harry notó que Tonks parecía mirarlo como si no lo hubiese visto en la vida, y que deseaba comentar algo, pero no se atrevía. Harry trataba de seguirles el ritmo, pero respiraba entrecortadamente. Estaba muy cansado y tenía mucha sed, pero sobretodo le dolía el golpe en el costado que había recibido.
Llegaron al número cuatro y Lupin los hizo detenerse para ser él quién tocara al timbre. Al cabo de unos segundos, se vislumbró una sombra a través de los gruesos cristales de la puerta y a tío Vernon murmurar.
-...ya está aquí el niño éste. Se podía haber quedado a dormir en un banco. Con la pinta que tiene últimamente no me extrañaría nada que lo confundieran por vagabun... -tío Vernon no terminó la frase. Acababa de abrir la puerta y se había topado con el rostro serio de Lupin. Tardó unos segundos en recuperarse. -¿Qué...qué hace usted aquí? obviamente no había olvidado a Lupin, después de que éste fue uno de los hombres que semanas atrás lo había amenazado en la estación.
-¿Podemos pasar, señor Dursley? -preguntó Lupin amablemente, retirándose un poco y señalando hacia donde estaban Tonks y Harry. Tío Vernon observó detenidamente el pelo rosa chicle de Tonks y la túnica raída de Lupin y luego se apartó de la puerta dando un gruñido.
-Gracias -dijo Lupin y entró seguido de Tonks y de Harry. Caminaron hasta el borde de las escaleras y luego el profesor se giró para mirar a Harry, sonriendo ligeramente. -Harry, tenemos que hablar un momento con tus tíos, por favor, sube y empieza a recoger tus cosas, en seguida vamos Tonks y yo. Harry vio como su tía y Dudley, que habían asomado la cabeza para ver quién entraba en su casa, se encogían de miedo y que su tío estaba más pálido si cabe, que Snape. Sin embargo, aún sabiendo que no se iría de ésa casa, asintió y subió hasta su habitación.
Una vez Lupin escuchó que la puerta de la habitación se cerraba, miró a Vernon y sonrió.
-¿Podemos hablar con ustedes un momento?
-Yo no tengo nada que hablar con ustedes- rugió tío Vernon descortésmente, sin embargo, Lupin no perdió los nervios.
-Me temo, señor Dursley, que nosotros sí que tenemos algo que decirle.
-Por su bien, entre ahí- añadió Tonks con una sonrisa apuntando con la varita a la sala donde estaban Petunia y Dudley. Éste, se apresuró a correr por el pasillo hacia su habitación y encerrarse con pasador. Tiene un hijo muy educado dijo Tonks con sarcasmo mientras seguía a Vernon.
Una vez entraron, sin ningún reparo, Tonks y Lupin tomaron asiento. Tío Vernon, pensando que era mejor hacer las cosas por las buenas, los imitó, mientras que su mujer se quedó a su lado, de pie.
-Ha habido un pequeño incidente esta tarde, señor Dursley.- comentó Lupin. Su voz sonaba amable, pero adoptaba una expresión de total seriedad.
-¿Qué incidente? -soltó tío Vernon, apretaba los puños como si quisiese tener la cabeza de Lupin bajo ellos.
-Su sobrino ha sido atacado -dijo Tonks de mala gana. -Usted lo echó de casa y su estupidez le ha podido costar la vida. los Dursley intercambiaron miradas nerviosas.
-No es culpa nuestra que se marchara lejos de aquí.- se defendió tío Vernon.- Yo solo le dije que saliera de la casa. Podía haberse quedado en el jardín. -Lupin se levantó de golpe, pero esta vez miró a tía Petunia.
-Le recuerdo que es el hijo de su hermana -dijo alzando el tono de voz.- Usted hizo una promesa cuando Dumbledore lo dejó en su portal y de que la cumpla depende la vida de Harry. Si se aleja demasiado de donde está usted, corre un grave peligro. -tía Petunia abría y cerraba la boca sin poder contestar.
-¡Deje a mi mujer tranquila!- rugió tío Vernon y también se puso de pie. -¡Le exijo que se largue de mi propiedad, de lo contrario...!
-No nos amenace, Dursley -dijo Tonks apuntando a tío Vernon con su varita, lo que hizo que éste retrocediera. -Aquí nadie puede ayudarle, y tampoco puede echarnos. Le exigimos que nos digan qué demonios han hecho con Harry.
-¿A qué se refiere? -espetó Vernon,.
-Nos referimos al aspecto que presenta- intervino Lupin con una mirada inquisitiva. ¿Es qué no lo alimentan bien? Está muy delgado, demasiado delgado de lo normal, diría yo, parece al borde...
-No es culpa nuestra- aseguró tía Petunia hablando por primera vez, aunque el labio inferior le temblaba.- Nosotros le ponemos mucha comida, más que otros años...- añadió.- Es él el qué se niega a comer. Desde que llegó del colegio apenas a probado bocado y nunca sale de su habitación... -Lupin suspiró y se tapó la cara con las manos. Tonks le puso una mano en la espalda para reconfortarlo. -¿le...le ha pasado algo en...en...en ese sitio?- preguntó con timidez. Lupin se destapó la cara y examinó a tía Petunia, juzgando si responderle o no.
-Ha sufrido mucho- respondió Lupin mirándola penetrantemente. -Eso es todo lo que tienen que saber.- Petunia desvió la mirada de Lupin y la clavó en el suelo, pero no comentó nada más.
-Bien, está advertido Dursley. -finalizó Tonks.- Ahora nos lo llevábamos, pero la próxima vez no seremos tan complacientes.
Tonks y Lupin se giraron y se marcharon hacia la habitación de Harry, dejando a sus tíos con la boca abierta.
Harry, por su parte, se encontraba tumbado en la cama, mirando al techo. En realidad, no necesitaba preparar el equipaje, primero porque no pensaba moverse de allí, y segundo porque no había sacado sus cosas desde que había llegado de Hogwarts. Era cierto que tenía que extraer algunos de sus antiguos libros y algunas túnicas que se le habían quedado pequeñas, pero aparte de eso, sus cosas más preciadas como la capa de invisibilidad de su padre o el mapa del merodeador, estaban bien guardados en el interior de su baúl. Mientras escuchaba unos toquecitos en la puerta, y veía entrar a Lupin y a Tonks, se preguntaba el porqué su varita no había funcionado.
-¿Por qué no has recogido tus cosas?- preguntó Tonks mirando el baúl semiabierto en el suelo y todo el desastre de habitación que Harry tenía. Ni siquiera se había molestado en limpiar la jaula de Hedwig, que en esos momentos se encontraba durmiendo. Harry apartó la vista del techo y vio que los adultos lo miraban preocupados.
-Porque no me marcho, no quiero volver.- Harry dejó que los dos magos asimilaran las palabras que acaban de escuchar.
-¿Qué es lo que has dicho?- preguntó Lupin, que fue el primero en recuperarse.
-Que no voy a volver al mundo mágico.- contestó Harry con sencillez.- No quiero volver.
-Mira Harry -dijo Tonks mirando a Lupin preocupada y tratando de hacerle entrar en razón.- Si es por quién-tú-sabes no te preocupes...Dumbledore ha puesto muchas medidas de seguridad para qué...
-No le tengo miedo a Voldemort- Tonks se estremeció al escuchar ese nombre.- El motivo por el que no quiero volver es porque la magia no sirve para nada. -dijo esto muy rápido, tratando de aminorar el peso que sentía en el estómago. Ninguno habló durante unos segundos. Lupin se limitó a observar a Harry atentamente como si éste tratara de contarles una broma, como vio que el chico no se reía, se decidió a hablar.
-¿Por qué dices eso? Tú sabes mejor que nadie...
-Yo lo único que sé es que a mí, la magia no me a servido para nada -le cortó Harry bruscamente, y dejó de mirar al profesor, no quería observar esos ojos que lo taladraban.- Si yo no hubiera sido una mago mis padres aún seguirían con vida -se sorprendió a sí mismo de estar abriendo tanto sus sentimientos, pero una llama había prendido en su interior con la intención de justificarse y aminorar el peso de la culpa que sentía por dentro.- Si la magia no existiera él no estaría aquí, no habría ido a matarlos y Sirius tampoco, Sirius tampoco... -no podía convertir la muerte de su padrino en un hecho verídico diciéndolo en voz alta. Todavía parte de él creía que Sirius simplemente estaba oculto para que la justicia no lo atrapara y que aparecería en cualquier momento con su pelo largo y su sonrisa abierta. Lupin y Tonks intercambiaron miradas, y el profesor cerró los ojos durante unos instantes tratando de encontrar las palabras precisas para aliviar al muchacho.
-Harry, tú no piensas eso en realidad, y lo sabes. Estás dolido con los hechos y...
-¡Sí que lo pienso! -le contradijo Harry levantando la voz.- Si no pude salvarlos, entonces no quiero ser un mago, no quiero. La magia no me ha servido para nada, porque no ha podido conservar lo que yo más quería continuó hablando más despacio. Solo me las ha arrebatado...- Lupin se sentó en la cama sin apartar la mirada del muchacho.
-¿Entonces vas a rendirte? ¿Vas a dejar que aquellos que lucharon por esa causa que tú consideras inútil y que murieron por ella queden en el olvido?- Harry fijó sus ojos en él, sorprendido.- No, Harry, tú no eres así, tú no vas a quedarte alejado de tus amigos y de las personas que te quieren porque pienses que la magia no ha servido para nada. ¿Has olvidado que gracias a ella conociste a Ron y a Hermione? ¿Has olvidado que James conoció a Sirius, me conoció a mi, gracias a ella? Sirius jamás habría sido tu padrino si la magia no existiera y gracias a ella, hoy, podemos salvar vidas humanas.
-Si regreso...Voldemort tratará de engañarme de nuevo- susurró Harry abatido.- Y entonces pondré en peligro las vidas de Ron, de Hermione... de todos. -levantó la cabeza. -Yo nunca debí haber ido al Departamento de Misterios.- Lupin rehusó la mirada de Harry, y a él le dio la sensación de que el profesor hacía enormes esfuerzo con permanecer allí. Se levantó y se dirigió hacia la puerta. Tonks los observaba consternada sin saber que decir.
-Bien, si ésa es tu decisión, la acepto. Puedes quedarte si lo deseas, puedes vivir como un muggle si estás pensando en eso. Pero...- se dio la vuelta.- a Sirius no le hubiera gustado que dejaras de luchar. Estaba muy orgulloso de ti cuando formaste el Ejército de Dumbledore para combatir a Dolores Umbridge, para no quedarte sin hacer nada. Pensó que fuiste muy valiente contando públicamente lo que había sucedido en Junio. Adiós, Harry.- Lupin se dio la vuelta y tomó el picaporte de la puerta.
-¡Espere!- gritó Harry y se levantó de la cama. Respiraba agitadamente como si acabara de correr una carrera.- No se vaya... -Tonks se agachó a su altura y lo tomó por los hombros.
-Escucha, Harry. Todos comprendemos lo duro que es para ti todo esto, pero no estás solo. Ron y Hermione han estado todo los días preguntando por ti, acosándonos para ver cuando te íbamos a llevar con ellos. Están muy preocupados y no les gustaría que no volvieras.- Harry asintió muy despacio y trató de tranquilizarse. Todo lo que le había dicho Lupin era cierto, él nunca habría conocido a Sirius de no ser por la magia, ni a Ron, ni a Hermione...Ellos lo estaban esperando, ¿cómo podía haber pensado en abandonarlos? ¿Cómo podía haber olvidado el sacrifico de sus padres, de Sirius? Aunque le reconcomiera por dentro el dolor, tenía que ser fuerte y tenía que regresar, tenía que hacer honor a las palabras que su padrino le había dicho a la señora Weasley: que él era un hombre. Sí, y los hombres no se quedaban escondidos como unos cobardes, ¿verdad?. La magia después de todo le había dado tanto...le había alejado de su vida con los Dursley, y pese a que la culpa era su mayor enemiga, Harry podía recordar el día que le habían dicho que era un mago, como el mejor de su vida.
-Volveré... -dijo en un susurro.- Tiene razón, profesor Lupin. Yo...voy a volver.
-Así me gusta- dijo Lupin sonriendo amargamente. -Hay cosas por las que merece la pena morir, Harry. Y parar esta guerra es una de ellas.
"Mi guerra" pensó Harry mientras se acercaba a su baúl y extraía las cosas del año anterior. Creía saber que el único que a parte de si mismo que conocía el contenido de la profecía era Dumbledore, y no deseaba que nadie más se enterara. Esperaba que ni Lupin, ni Tonks, ni nadie, supiesen que su destino era acabar como víctima o...asesino.
-¡Fregotego!-susurró Tonks y la jaula de Hedwig quedó totalmente limpia. La lechuza ululó en señal de reproche y se apresuró a salir de la jaula y volar hasta arriba del armario.
-Lo siento- rió Tonks.- La delicadeza nunca ha sido mi fuerte.
-No te preocupes, -dijo Harry mientras guardaba sus libros de quinto curso en el armario, junto con los de años anteriores. -Es muy orgullosa, pero se le pasará el enfado. -Lupin se acercó al baúl de Harry para ayudarle.
Harry sacó todo el contenido y lo que no utilizaría lo fue metiendo en el armario. Dejó el mapa del merodeador, la capa de invisibilidad y su saeta de fuego encima de la cama, para introducirlas después en el baúl, una vez éste estuviera vacío. Tengo que comprarme túnicas nuevas le dijo a Lupin. éstas se me han quedado pequeñas.
Metió la mano al ya casi vacío baúl y extrajo lo último que quedaba. De un leve grito de dolor lo dejo caer al suelo, y el objeto se rompió más de lo que estaba. Lupin dejó lo que estaba haciendo y le cogió la mano a Harry.
-¿Qué te ha sucedido?
-Me he cortado- dijo Harry chupándose la sangre con la boca. -Es el...- lo recogió del suelo, pero no hizo falta que explicara que era. Lupin se había quedado mirando la nota, con la caligrafía de Sirius, que había caído junto al espejo y lo había reconocido. Era uno de los espejos de doble sentido, que Sirius y James utilizaban para hablar en sus castigos.
-¿Sirius te dio esto, Harry?- le preguntó Lupin. Sus ojos brillaron inusualmente.
-Sí -Harry se había puesto nervioso, no quería hablar sobre su padrino así que dejó el espejo roto otra vez en el suelo. -Pero nunca lo abrí. Me lo dio después de navidad para que pudiéramos comunicarnos si Snape me lo hacía pasar mal en mis clases de Oclumacia. Pero yo lo dejé guardado en mi baúl y lo abrí a final de curso, no sabía lo que era.- un extraño pensamiento pasó por la mente de Harry. Si no hubiera sido tan oscilado y hubiera abierto el regalo de Sirius, se hubiera podido comunicar con él a través de él, sin recurrir a la chimenea de Umbridge, y entonces su padrino le habría podido decir que él se encontraba perfectamente en Grimmauld Place. Una vez más, un sentimiento de culpa le recorrió el cuerpo.
-¡Reparo!- murmuró Lupin y el espejo se recompuso al instante.- La pareja debe de estar en Grimmauld Place. Nos servirá para que te puedas comunicar este año con el cuartel general.
-No a menos que Dumbledore haya contratado de nuevo a Dolores Umbridge- dijo Harry irónicamente. Lupin le sonrió amargamente, mientras le inspeccionaba el corte de la mano.
-No, este año la profesora Umbridge no dará clases. Dumbledore ya ha encontrado a la persona indicada...
Harry estaba a punto de preguntar la identidad de esa persona cuando hubo un resplandor de luz blanca y una mujer se apareció en medio de la habitación. Harry nunca había visto una aparición donde hubiese una luz tan reveladora, pero le reconfortó. La mujer de antes, estaba allí.
-Todo despejado, ¿nos vamos? -preguntócon su habitual tono glacial.
-Estamos terminando de hacer el equipaje- respondió Lupin. -En seguida estamos. -La mujer se limitó a recorrer con la vista la habitación, sin hacer ningún comentario. Lupin apuntó con la varita a la mano ensangrentada de Harry y ésta se cubrió de unas vendas. -Esto te aliviará.- Harry simplemente asintió.
Una vez cogió algo de ropa del armario, metió la capa, el mapa, sus objetos personales y lo que necesitaba para el año en Hogwarts, se dirigió a su mesita de noche y sacó la caja que Lupin le había regalado por su cumpleaños.
-¿Te gustó?- preguntó el profesor con una sonrisa.
-Es el mejor regalo que nadie me ha hecho jamás.- respondió Harry sinceramente.
-Veo que llevas puesta la pulsera de Sirius.... -dijo Lupin con voz queda. Harry observó la pulsera perfectamente atada de su muñeca.- Fue el primer hechizo que realizó- explicó Lupin. Se hizo la pulsera tejiéndola con la varita, le tenía mucho cariño. Siempre la llevaba puesta, desde que le recuerdo.
-Es preciosa- se limitó a decir Harry acariciando la tela azul oscura. Se hizo el silencio mientras colocaba la caja de madera en el interior del baúl. Cuando solo quedó la Saeta por colocar Harry miró a los demás.- ¿Vamos a ir volando?
-No -anunció Tonks.- Después del ataque, es algo arriesgado. Dumbledore nos proporcionó un traslador.- y sacó del bolsillo de su túnica un viejo encendedor roto.
-¿Ya estás listo? preguntó Lupin cuando Harry hubo cerrado su baúl después de meter la Saeta de Fuego. El chico asintió.
-Bueno Harry- dijo Tonks alegremente.- No te hemos presentado, ella es Christine Byrne...Chris....él es Harry Potter.- La mujer se acercó a él y le tendió la mano, por primera vez algo parecido a una sonrisa apareció en su rostro.
-Encantada de conocerte.
-Mucho gusto- dijo Harry, y en el momento en que su mano hizo contacto con la de Christine, el corazón le dio un vuelco. Tenía una extraña sensación al tocar a esa mujer, como si ya hubiera tocado a alguien así, alguna vez.
-Bien, Harry, toca el traslador. -aún recuperándose de aquella sensación, se colocó al lado de Tonks y de Lupin y todos tocaron con el índice el pequeño encendedor.
-Uno, dos, tres... -enumeró Tonks y la habitación en la que estaban comenzó a dar vueltas, sintiendo como si un gancho a la altura del ombligo los arrastrase. Segundos después, chocaron contra el suelo en un lugar de oscuridad total.
N/A: Olassss, bueno aqi os traigo el 3er capi, espero q os guste. No tardaré mucho en actualizar. Ahora respondo a los reviews:
Ithae: Olasss, me alegro de q te guste y espero q me sigas dejando tu opinión. Ya he desactivado la opción de los reviews, no lo hice antes porque estaba de viaje. Chaooo.
Gasty-el-elfo: Gracias, espero q te siga gustando. Byeee.
CBM Lupin: Olas, muchas gracias eres muy amable. Creo q es así como se siente Harry después de la muerte de Sirius, aunq es verdad q es muy triste. Besos!!!!
Hanna-Wesley: A mí también me da mucha pena Harry, pero q se sienta así es fundamental para lo q ocurrirá después. Besos.!!!!!
Gandulfo: Muchas gracias!!!!!
Pekenyita: Eiii nena, ya ves q lo hice todo bien, jejeej, te debo una, bueno te debo muchas, jejeje. Espero q actualices muy pronto y ya hablaremos por el mesenger. Muchos Besos!!!!
