CAPÍTULO 4: REGRESO A GRIMMAULD PLACE.

Lupin le ayudó a ponerse en pie. Christine y Tonks inspeccionaban el lugar sin hacer el menor ruido. Harry reconoció la explanada en la que había aterrizado el año pasado. Observó que todo seguía igual que siempre, las casas medio en ruinas, los contenedores repletos de basura y el sonido de una radio en alguna casa muggle cercana. Todo estaba igual salvo una cosa, el dueño del número doce de esa misma calle nunca se hallaría en la casa.

-Toma, léelo dijo Lupin mostrándole a Harry un trozo de papel con la caligrafía de Dumbledore. En cuanto Harry lo vio y recordó lo que había leído, una casa medio aplastada se apareció entre los números once y trece. Lupin repitió la acción que había hecho Moody el curso anterior y quemó el trozo de papel con la varita.

-Venga, vamos ordenó Christine mirando nerviosa de un lugar a otro.

Todos se acercaron hasta la puerta y Tonks dio unos golpecitos con la varita. Se hizo el silencio durante unos instantes y entonces una mujer regordeta y con cara de amabilidad, les abrió la puerta y los dejó pasar. Una vez entraron todos, Lupin encendió los candelabros que pendían de las paredes, y Harry reconoció a la señora Weasley. La mujer se abalanzó sobre él, en cuanto lo vislumbró.

-¡Harry! ¡Me alegro de verte, cariño! lo abrazó durante un rato. Déjame verte bien. Cuando la señora Weasley lo arrastró hacia la luz y lo miró detenidamente se quedó más blanca que el papel. Se limitó a mirar pasmada a Lupin y a Tonks. Y es que Harry presentaba un aspecto lamentable. No solo llevaba todavía la ropa vieja de Dudley que le quedaba mucho más grande y unos pantalones andrajosos, sino que unas horribles bolsas le caían sobre los ojos, antaño alegres y la cara la tenía totalmente consumida. Una vez ese rostro había mostrado felicidad, pero ahora se veía apagado y sin un ápice de alegría. Bien...no os quedéis ahí, pasad hacia delante.

Harry no se hizo de rogar y siguió a la señora Weasley por el pasillo, hasta que oyeron un ruido sordo, de algo pesado cayendo y unos gritos despavoridos.

-¡Maldita sea, que torpe soy!- se quejó Tonks. Había tirado al pasar, el paragüero con forma de serpiente con el que siempre solía tropezar y los gritos del retrato de la madre de Sirius comenzaron a oírse por toda la casa.

-¡HIJOS DE LA MESTINDAD! ¡TRAIDORES, SANGRE SUCIAS! ¡CORROMPEDORES DE MI ESTIRPE! ¡LARGAOS DE LA CASA DE MIS PADRES!

Harry se giró bruscamente para observar el retrato. Casi estaba esperando una cosa así. Recordaba la casa a la perfección y sin los gritos de la madre de Sirius la habría encontrado diferente. Por un momento vio llegar a Sirius corriendo, insultando a su madre y tapando su retrato, pero esa escena, que había contemplado en tantas ocasiones el año anterior, nunca llegó. Harry dio un respingo de repente, como si hubiese despertado de un largo letargo, para encontrarse con Lupin y Tonks tratando de tapar las cortinas de la señora Black. Una horrible opresión le recorrió el cuerpo, al recordar que Sirius nunca iba poder acudir a tapar el retrato de su madre, porque había muerto. Notó como los ojos azules de Christine volvían a observarlo, mientras, finalmente, Lupin y Tonks conseguían cerrar las cortinas.

-No hagáis ruido- rogó la señora Weasley y los condujo hasta el comedor, que estaba desierto.- No hay nadie de la Orden- explicó.- Vendrán más tarde. Harry querido, Ron y Hermione están arriba si...

La señora Weasley no terminó la frase, porque Harry no le estaba atendiendo. Mientras los otros se habían acomodado en los sillones nada más entrar, Harry se había paseado por la habitación observando detenidamente la casa. Se le representó la imagen de su padrino subido en las escaleras colocando muérdago de un lado a otro, hasta que se acercó al tapiz de la familia Black y se quedó observándolo detenidamente. Pasó un dedo por la zona quemada en donde debería figurar el nombre de Sirius, y su familia se había encargado de eliminar. Los recuerdos se arremolinaron en la mente...

-¡Tú no sales aquí!- exclamó Harry tras recorrer con la mirada la parte inferior del árbol.

-Antes estaba- comentó Sirius señalando un pequeño y redondo agujero con los bordes chamuscados, que parecía una quemadura de cigarrillo.- Mi dulce y anciana madre me borró cuando me escapé de casa. A Kreacher le encanta relatar esa historia entre dientes.

-¿Te escapaste de casa?

-Cuando tenía dieciséis años. Estaba harto.

-¿A dónde fuiste?- preguntó Harry mirándole fijamente.

-A casa de tu padre. Tus abuelos se portaron muy bien conmigo; me adoptaron por así decirlo.

-¿Pero por qué...?

-¿Por qué me marché? Porque los odiaba a todos: a mis padres, con su manía de sangre limpia, convencidos de que ser un Black te convertía en un miembro de la realeza...El idiota de mi hermano, que fue lo bastante estúpido para creérselo...

Harry siguió observando el tapiz, y pasó el dedo por los nombres de Bellatrix y Narcisa Black. El de Bellatrix se unía al de Lestrange, y el de Narcisa a la familia Malfoy. Un odio indescriptible atravesó todas las partes del cuerpo de Harry. Bellatrix había estado a punto de matarlo otra vez, y de nuevo él había tenido suerte. Se sujetó con fuerza la pulsera de Sirius, que colgaba en su muñeca derecha y pensó que su padrino, estuviera donde estuviera, lo había protegido de nuevo. Recordó su reacción cuando Harry le nombró a los Malfoy...

-¡Estás emparentado con los Malfoy!

-Todas las familias de sangre limpia están relacionadas entre sí.- explicó Sirius.- Si solo dejas que tus hijos e hijas se casen con gente de sangre limpia las posibilidades son limitadas, ya no quedan muchos.

-Lestrange...- pronunció Harry en voz alta.

-Están en Azkaban- le dijo Sirius con aspereza.- Bellatrix y su marido, Rodolphus, entraron con Barty Crouch hijo.

-Nunca me dijiste que era tu...

-¿Qué más da que sea mi prima? -le espetó Sirius.- Por lo que a mi respecta, ya no son familia mía. Ella desde luego, no lo es. No la veo desde que tenía tu edad, exceptuando el día de su llegada a Azkaban. ¿Crees que estoy orgullosos de tener una pariente como ella?

-Lo siento- dijo Harry.- No quería...Es que me ha sorprendido, nada más.

-No importa, no tienes que disculparte- masculló Sirius entre dientes.- No me hace ninguna gracia estar aquí añadió contemplando el salón. Nunca pensé que volvería a estar encerrado en esta casa...

Harry se dio la vuelta y contempló el salón tal y como había hecho su padrino un año atrás. Un escalofrío recorrió su cuerpo al estar de nuevo en esa misma posición. Miró a su izquierda, pero tal y como había ocurrido con el retrato, Sirius no estaba allí. Tonks se acercó a su lado y también observó el tapiz con nostalgia.

-Yo también le echo mucho de menos- confesó.- Pero respecto a lo que ocurrió...

-No quiero hablar de eso -cortó Harry bruscamente y fue a sentarse cerca de donde estaba Lupin, que lo observó detenidamente. Hubo un incómodo silencio, que fue interrumpido por la señora Weasley.

-Voy a preparar la cena, debes de estar hambriento, Harry- y se encaminó hacia la cocina. Harry la vio alejarse y pensó que no tenía hambre en absoluto, pese que a que no había comido en todo el día. Habían ocurrido demasiadas cosas como para pensar en la comida.

-Yo me marcho, Remus. Dumbledore me está esperando- dijo Christine poniéndose en pie.

-Está bien, no te preocupes. Ya ha pasado el peligro.

-Nos vemos, Harry -se despidió la mujer y desapareció en un resplandor de luz.

Lupin, Tonks y Harry se quedaron solos en la habitación. Tonks seguía observando el tapiz, como si buscara una solución a su quemadura y no lo hubiera observado nunca. Lupin y Harry intercambiaron miradas, hasta que el chico preguntó algo que le rondaba la cabeza.

-Profesor...¿sabe por qué no ha funcionado mi varita? Tonks se dio la vuelta interesada.

-¿Te refieres a cuando trataste de atacar a ese Mortífago?- Harry asintió. -¿Dominabas el hechizo perfectamente?

-Era un hechizo aturdidor, lo había hecho desde cuarto. Antes de que llegaran traté de realizar todo tipo de hechizos y de mi varita no salían más que chispas.

-Déjame observarla- le pidió Lupin y Harry se extrajo la varita del bolsillo de los vaqueros y se la entregó. El profesor la observó detenidamente durante un buen rato y entonces la agitó.- ¡Avis!- un grupo de pajarillos salieron de la varita.- No está rota -dijo y se la devolvió.

-Entonces...¿por qué no funciona?

-Querrás decir, ¿por qué no te funciona a ti? -corrigió Lupin mirando a Harry severamente.

-¿Qué quiere decir? No creo que de repente pueda dejar de ser mago- Harry dio un respingo y se tapó la boca. Acababa de comprender. Lupin sonrió dándole a entender que sus sospechas eran ciertas.

-Tú no querías saber nada de la magia, Harry. Cuando un mago deja de creer en la magia el poder que emana su cuerpo se reduce y en ocasiones pierde la capacidad de usar los hechizos...

-¿Significa eso que he perdido mis poderes?- preguntó Harry horrorizado.

-En absoluto- lo contradijo Lupin moviendo la mano negativamente.- No es posible que dejes de ser un mago. El poder reside en tu cuerpo, pero es tu mente la que hace funcionar ese poder...hasta que no recuperes la confianza en ti mismo y aceptes lo que eres, tendrás problemas.- Harry bajó la cabeza arrepentido.- No te preocupes- añadió Lupin mirándole.- Estoy seguro de que te alegras de ser un mago y de que pronto volverás a ser el de antes. A ver...probemos, trata de hacer lo que yo he hecho- le entregó la varita.

-Pero si hago magia...me expulsarán.

-Dentro de esta casa la magia no se detecta. Esa es otra de sus sorpresas.- Harry cogió su varita.

-¡Avis!- susurró y otros tantos pajarillos salieron de ella. El chico sonrió. -¡Lo he conseguido!

-Bien- lo animó Lupin riendo. -Parece ser que empiezas a volver a entrar en contacto con lo que eres...poco a poco todo será más fácil. Y ahora, ¿por qué no subes a ver a Ron y a Hermione? Deben estar impacientes por verte. Os avisaremos cuando la cena esté lista.- Harry le dio las gracias a Lupin y algo más contento, subió las escaleras hacia el primer piso.

Tuvo que sujetarse bien a la barandilla, donde estaban las cabezas de los elfos, domésticos para no tropezar, porque todo estaba en absoluta oscuridad. Pese a que ya conocía la casa, sentía escalofríos al estar de nuevo en ella, era como estar de nuevo en la guarida de unos magos tenebrosos...

Harry llegó hasta la puerta y entró sin tocar. Segundos después, se encontró envuelto por el abrazo de su amiga Hermione.

-¡Harry! ¡Qué bien qué estés aquí! ¡Oh, Harry! ¡Te he hemos echado tanto de menos! ¿Cómo estás? -Harry se soltó de Hermione y vio como detrás de ella, Ron le mostraba una gran sonrisa, y hacía un gesto como diciendo "nunca cambiará".

-Estoy bien- aseguró Harry estrechando la mano a Ron. Pero por la reacción de sus amigos, supo que ellos no lo creían en absoluto. Al igual que los demás, Ron y Hermione no paraban de mirarse el uno al otro, tratando de encontrar una explicación coherente al aspecto de su amigo. Harry pensó que era mejor hacer ver que no había notado nada del comportamiento de sus amigos y se sentó en una de las camas. Ron y Hermione se quedaron de pie, sin saber que decir.

-Y que tal habéis estado.- Hermione miró a Ron como reprochándole que no dijera nada y luego dio un paso al frente.

-¿Qué te contemos cómo hemos estado? Harry, ¿pero qué...? ¿qué diablos te ha ocurrido?

-¿Qué me ha ocurrido de qué?- contestó Harry comenzando a enfadarse por el comportamiento de todos al verle.

-Estás...tan...tan...cambiado... -titubeó Ron. -No pareces el mismo.

-Pues os aseguro que soy el mismo de siempre- suspiró Harry y comenzó a inspeccionar la habitación con la mirada. El retrato de Phineas estaba en blanco, sin ningún sonido dentro de él, que advirtiera su presencia.

-¿Qué te han hecho los Dursley?- inquirió Hermione. Su cara estaba al borde de las lágrimas.

-Mirad- dijo poniéndose en pie.- No me han hecho nada en absoluto, estoy perfectamente y quisiera por favor cambiar de tema. Detesto hablar de mi mismo, ya de por sí lo hacen los demás.- Sus amigos volvieron a mirarse y Ron se encogió de hombros, dando a entender a Hermione que era mejor no enfadar a Harry, por si se ponía a gritarles como el año anterior.

-Hemos oído que te atacaron...

-Sí -bufó Harry.- Bellatrix Lestrange y otros cuatro Mortífagos... -apretó los puños de la rabia.

-¿Bellatrix?-preguntó Hermione horrorizada.- ¿La que mató a...? -Ron le dio una patada por lo bajo que Harry percibió perfectamente, y sintió una gratitud enorme hacia Ron. Bastante era estar en esa casa, donde el recuerdo de Sirius impregnaba hasta el último rincón, como para que además Hermione tratara de recordarle su muerte.

-Pero no os preocupéis, Lupin y los demás llegaron a tiempo para salvarme.

-Todo esto ha sido horrible, Harry -explicó Hermione sentándose ahora ella en la cama.- Por lo que hemos oído gracias a las Orejas Extensibles, ha habido muchos ataques...

-Lo sé, vi en la televisión el ataque al centro comercial...y el apresamiento de Karkarov.

-¿Así que tú también adivinaste que al hombre que apresaron era a Karkarov?- inquirió Hermione.

-Por supuesto- dijo Harry muy serio. -La descripción de la televisión coincidía, además los Mortífagos hablaron de un traidor....y yo escuché decir a Voldemort que lo mataría...

-No solo a él, ¿verdad?- preguntó Ron pensativo.- Todavía queda un traidor...Snape- su mirada se iluminó.- No me importaría cambiar de profesor de Pociones.

-¡Ron!- le recriminó Hermione. -No puedes jugar con algo tan serio.

-Está bien, está bien- cedió el muchacho moviendo la mano negativamente. -Solo era una broma.

-No creo que la vida de Snape peligre por el momento -dijo Harry muy pensativo.

-¿A qué te refieres?

-Es algo que dijo el año pasado...en mis clases de Oclumancia...y también por lo que le dijo Dumbledore en cuarto curso mientras estábamos en la enfermería...¿y si Snape está haciendo de espía para la orden?

-¿Eso crees?- preguntó Ron como si descartara la idea. -Bueno...es posible, la verdad, es lo bastante miserable como para serlo...pero si así fuera, tendría que fingir muy bien para que quién-tú-sabes no lo descubriera.- los tres se quedaron meditando durante unos segundos, hasta que Hermione rompió el silencio.

-Y hablando de pociones, Harry, ¿has recibido las notas de los TIMOS? ¿Vas a poder ser auror?

-¡Ah!- dijo Harry volviendo a la realidad, y pensando por primera vez en sus TIMOS.- lo cierto Hermione es que saqué siete TIMOS. Y aprobé Pociones con "Supera las Expectativas", pero no es suficiente. McGonagall me dijo que Snape no aceptaba en sus clases a ningún alumno que no hubiese sacado en su TIMO un "Extraordinario", así que ya ves.

-¿No tienes ninguna esperanza? -preguntó Hermione entristecida.

-Bueno... en la hoja de mis TIMOS decía algo de que dejaban la decisión a cargo del colegio, pero no creo que...

-¡Déjame ver tus TIMOS!- ordenó Hermione.

-Están en mi baúl, lo debe tener Lupin abajo... -se oyeron unos golpecitos en la puerta y Lupin apareció con las cosas de Harry, flotando- ¡Oh! ¡Gracias, profesor! Justo ahora me estaba preguntando dónde estaría mi baúl.

-Lo he quitado de en medio porque han empezado a llegar algunos miembros de la Orden para la cena- explicó Lupin.- Bajad en unos minutos, ¿de acuerdo?

-De acuerdo- contestaron los chicos al unísono. Lupin les dedicó una amable sonrisa y desapareció por la puerta. Harry entonces, abrió su baúl y rebuscó entre sus cosas el pergamino con los TIMOS.

-¡Aquí están!- dijo, y se los entregó a Hermione. La muchacha comenzó a inspeccionarlos y Ron también se acercó a curiosear.

-¡Vaya, Harry!- se impresionó su amigo. -Has sacado muy buenas notas.

-Por lo que dice aquí -dijo Hermione cerrando el pergamino y devolviéndoselo a Harry.- Aún existe la posibilidad de que puedas cursar la carrera de auror. Supongo que Dumbledore y Snape lo hablaran y decidirán si te admiten o no en pociones. Has logrado todas las calificaciones necesarias, no sería justo que por no haber sacado nota máxima en Pociones te priven de hacer lo que tú quieres. Además, has aprobado la asignatura, y con "Supera las Expectativas", tienen que dejarte ir a las clases.

-Si la decisión depende de Snape, lo dudo. -apuntó Harry perdiendo las esperanzas.- Él nunca permitirá que yo vaya a sus clases...

-Estoy seguro de que Dumbledore le convencerá- dijo Ron firmemente, tratando de animar a su amigo. -No sería justo.

-Ya veremos. Bueno, decidme, ¿qué tal os fue a vosotros los TIMOS?

-Hermione sacó nueve TIMOS- dijo Ron como si aquello fuera un insulto.- Aprobó todo con Extraordinario, salvo en Astronomía y Aritmacia que sacó "Supera las Expectativas".

-Felicidades, Hermione- dijo Harry sinceramente. -Me alegro mucho por ti. ¿Sabes ya lo que harás cuando salgas de Hogwarts?

-En realidad, aún no.- confesó Hermione dubitativa.- Con las calificaciones que tengo podría hacer cualquier cosa, pero quisiera que fuera algo grande.

-¿Cómo la PEDDO? -se burló Ron.

-Bueno, había pensado en eso- dijo Hermione indignada. -Quizás haga oposiciones para entrar en el Ministerio de Magia, en el Departamento de Regulación y de Control de Las Criaturas Mágicas. Desde allí dentro todo será más fácil.

-Si a eso lo llamas hacer algo provechoso -suspiró Ron. Hermione iba a abrir la boca para contestar, pero Harry se lo impidió.

-Por favor, no discutáis otra vez, ¿de acuerdo? -rogó. -Venga, a ver Ron...¿y tú podrás ser auror?- a Ron se le pusieron rojas las orejas.

-No,- suspiró.- Saqué Extraordinario en Defensa Contra Las Artes Oscuras, y Supera Las Expectativas en Encantamientos, pero suspendí Pociones y no pasé del Aceptable en Transformaciones. -Harry lo miró apenado.

-Vaya, lo siento.

-No te preocupes, tampoco tenía muchas esperanzas. Saqué seis TIMOS. Suspendí: pociones, adivinación y historia de la magia.

-¿Y qué harás ahora?

-Pues he pensado, y debo decir que Hermione está de acuerdo conmigo, que como lo que mejor se me da es la Defensa Contra Las Artes Oscuras, pues voy a especializarme en la asignatura. Tal vez pueda ser profesor en alguna academia, o examinador, ya se verá.

-Aún no está todo perdido, Ron.- le recordó Hermione.- Mira, si en tus EXTASIS sacas Extraordinario en Defensa Contra Las Artes Oscuras, y apruebas Encantamientos, Pociones y Transformaciones, puedes hacer un examen de admisión a la academia de aurores; si lo pasas, podrás ser auror.

-Sí, pero eso es muy difícil.

-Ron, tanto tú como Harry poseéis las habilidades adecuadas para ser aurores y tenéis capacidad para hacerlo. Lo único que ocurre es que no habéis madurado lo suficiente y no tenéis en cuenta vuestras obligaciones. Además, hemos tenido demasiadas cosas en la cabeza, ¿verdad? Han ocurrido y ocurren muchas cosas que nos afectan directamente, pero tenemos que aprender a separarlas. Si me prometéis que este curso vais a intentar ser más responsables, os ayudaré a pasar ese examen.

-¿De veras lo harás, Hermione? -preguntó Ron emocionado. La chica suspiró.

-Por supuesto que sí. Sois mis amigos.

-Y nosotros te lo agradecemos enormemente, Hermione- dijo Harry.

-Bueno, bueno, ahora bajemos a cenar. Tengo un hambre que me muero.

-Oye, -dijo Harry mirándola extraño.- No deberías pasar tanto tiempo con Ron, se te están pegando sus costumbres. -Los tres rieron durante un rato, y después se dirigieron hacia la cocina para cenar.

-¿Qué es lo qué ha ocurrido?- preguntó Dumbledore muy preocupado. Christine acababa de llegar a Hogwarts y el director la estaba abarcando a preguntas. Moody y Kingsley se habían puesto en contacto con él desde el ministerio de magia.

-Lo que nos temíamos- respondió Christine, estaba de pie tras la mesa de Dumbledore con cara de preocupación.- Parece ser que los muggles echaron a Harry de la casa durante toda la tarde y él se alejó demasiado de allí. Los Mortífagos no desaprovecharon su ocasión.

-¿No se suponía qué vosotros lo vigilabais?- preguntó el director poniéndose en pie, en señal de reproche. Christine se mordió el labio inferior arrepentida.

-Lo siento, pero nos llegaron informes de otro ataque.

-¿Un ataque más?- preguntó Dumbledore lívido.- ¿Dónde?

-Nos avisaron del Ministerio de Magia de Francia. Han muerto quinientas personas.

-¡¿Quinientas?!

-Ha sido un ataque a gran escala, era una zona comercial. Tenemos que ponernos de acuerdo con la Confederación Internacional de Magos, sino montamos defensas rápidamente, Voldemort no tardará en tomar el poder en todas las partes del mundo.

-Lo sé -suspiró el director. Su cara anciana estaba más llena de arrugas que nunca.- Advertí a Cornelious que debía avisar a los demás Ministerios, pero no me hizo caso. Les ocultó el regreso de Voldemort y ahora ellos están disgustados. No sé si será fácil la unión.- Christine apoyó las dos manos violentamente sobre la mesa del director. Un tintero calló al suelo y se rompió, pero Dumbledore no le prestó atención.

-Si no nos unimos, pereceremos. Según los informes de Snape, Voldemort tiene Mortífagos colocados estratégicamente por los países más influyentes, si dejamos que su número de seguidores crezca, estaremos perdidos. Ningún Ministerio de Magia está preparado para acoger unos ataques a tan gran escala como el de hoy, por eso se pusieron en contacto en seguida.

-Tienes toda la razón, Christine, ha llegado la hora del comienzo de la segunda guerra- dijo Dumbledore con gravedad. -Voy a ponerme en contacto con una organización secreta internacional que se iba a formal para luchar contra Voldemort la última vez, y no se ejecutó gracias a su caída. Es hora de volver a instaurarlo.- la chica asintió.-Respecto al ataque en Privet Drive...

-Únicamente habían cinco Mortífagos, cuatro de ellos parecían principiantes, porque no los hemos reconocido. Iban liderados por Bellatrix Lestrange.

-¿Bellatrix?- preguntó Dumbledore preocupado.

-Sí, ella... -susurró Christine asombrada.- ¿Por qué es tan importan...?

-Eso- cortó el director- lo tendrás que averiguar por ti misma.

-¿Es algo relacionado con Harry, verdad? -Dumbledore cabeceó en señal de asentimiento.- ¿Por qué te sigues empeñando en no contarme nada de él?

-Porque es de vital importancia que lo conozcas por como es él, y no por como te decimos los demás que es.- respondió Dumbledore simplemente. -Y porque que te ganes su confianza se ha convertido en un asunto primordial, ¿entiendes? -Christine respiró hondo, se dejó caer en la silla y luego miró al director con una mano en la frente.

-Me sorprendió mucho verlo, ¿sabes?. Es tan parecido a James y sin embargo...- Christine miró al techo. tiene una mirada tan triste...-No sé, lo encontré tan apagado, si lo hubieras visto Dumbledore, está tan delgado, llegamos justo a tiempo de que le mataran...

-No esperé que presentara un aspecto tan lamentable- confesó Dumbledore mirando por la ventana.- Ha sufrido mucho, quizás no te des cuenta hasta qué punto jamás, y te diré una cosa -se giró para mirar a la muchacha a la cara.- hubo una vez que los ojos de Harry brillaban tanto como brillaron los tuyos antaño, ojalá conociéndoos, logréis que vuelvan a ser los mismos.- Christine cabeceó.

-Quizás -susurró nostálgicamente. Dumbledore la observó durante unos instantes, y pese a la frialdad que presentaba la mujer, pudo entrever una nota de debilidad en sus ojos, al nombrarle el pasado.

-Será mejor que vayamos a cenar al cuartel. Después tengo que hablar con Harry.

-¡Nos alegra verte, Harry!- Fred le tendió la mano. Habían bajado a la cocina para la cena y un grupo de miembros de la Orden estaban dando la bienvenida a Harry. También estaban los gemelos, Fred y George, que habían acabado Hogwarts(por así decirlo), el curso anterior, y habían abierto una tienda de artículos de broma.

-¿Cómo estás, Harry?- Ginny acababa de bajar las escaleras y Harry se quedó mirándola boquiabierto. En unas semanas, la menor de los Weasley había crecido unos centímetros y estaba muy cambiada. Su voz ya no sonaba para nada infantil, al contrario, había cobrado un tono maduro que Harry no había percibido todavía en ninguna de sus compañeras de curso, o quizás es que nunca se había fijado lo suficiente. Pero lo más sorprendente, es que el aspecto de Ginny también había variado. Llevaba el pelo mucho más largo y también más rizado, y lo llevaba recogido con un lazo verde, del mismo color de sus ojos; sus facciones también se habían desarrollado mucho más y su cuerpo había dejado atrás a la niña que Harry conoció en el andén nueve y tres cuartos. En definitiva, Ginny estaba mucho más hermosa.

Harry se acercó a ella y le sonrió abiertamente. No sabía lo que era, pero al verla, se sentía seguro por primera vez desde que había llegado a esa casa.

-No he estado mal, ¿y tú?- Ginny se encogió de hombros, dando a entender que la situación en el mundo mágico no había permitido disfrutar mucho de las vacaciones. Luego del saludo, ambos se fueron a sentar a la mesa donde la señora Weasley servía generosamente grandes cantidades de comida.

Llenó el plato de Harry con patatas, menestra y pollo en salsa. El muchacho miró los exquisitos manjares con pesar, sabía que la señora Weasley se había esforzado mucho en hacerlos y no había comida que le gustase más que la de la mujer, pero no tenía demasiada hambre. De hecho Harry, desde que había comenzado el verano, nunca tenía hambre, y sabía que su motivo era la persona que faltaba a la mesa, para que todo fuera como siempre.

A su lado, Ron y Hermione comían alegremente y muy deprisa, como si no hubieran probado bocado en una semana. Harry cogió el tenedor y comenzó a revolver la comida con el, desganadamente.

-Ya se han averiguado las identidades de los Mortífagos que fueron a Privet Drive- comentó Kingsley. Él y Moody ya habían regresado del Ministerio de Magia, Harry levantó la cabeza interesado, mientras se metía una patata en la boca para disimular. -No son más que unos críos, apenas tenían más de veinte años.

-La gente joven es más fácil de corromper- gruñó Moody.- Por eso él los busca, para meterles ideas en la cabeza.

-Jóvenes o no, demuestran que no son buenas personas- protestó la señora Weasley, mientras se sentaba a cenar. -Ya eran lo bastante mayorcitos para decidir que hacer con sus vidas.

-Estoy de acuerdo con Molly, Alastor- opinó Lupin, mirando de reojo a Harry. La señora Weasley sonrió satisfecha. -Muchos de nosotros todavía éramos unos críos, por así decirlo, cuando él subió al poder la primera vez, y eso no influyó en nuestra moral.

-Bueno, -dijo Kingsley con cara de cansancio.- Sea lo que sean ya están entre rejas.

-¿Quién vigila ahora Azkaban?- preguntó Harry.

-Las Fairies.- respondió Lupin con una sonrisa. -De hecho, fue una propuesta que Dumbledore hizo en el consejo y se la aceptaron. A él nunca le han gustado los dementores.

-¿Qué son las fairies?- preguntó Ron atontado.

-¡Ay Ron!- dijo Hermione exasperada, dejando el tenedor sobre el plato. -¡La profesora Grubbly-Plank las nombró el año pasado a principio de curso!

-¡No me interesaba lo que dijera la profesora Grubbly-Plank!- se burló Ron imitando la voz de Hermione. Fred y George se rieron.- ¡Por si no lo recuerdas ella estaba sustituyendo a Hagrid!

-¡Qué sustituya a Hagrid no quiere decir que tú no tengas por qué escucharla! Para tú información, las fairies son hadas, Ron.

-Muy bien, Hermione- felicitó Lupin como si acabara de otorgarle a Gryffindor cinco puntos, y acabando así con la discusión de los dos.- Como bien has dicho las fairies son hadas, el poder que emanan se basa en pensamientos positivos, son todo lo contrario a los dementores. Tratan de convertirlo todo en algo bueno, así que, generalmente los presos que están allí, no lo soportan. Quién va a Azkaban normalmente ha cometido una falta muy grave y no pueden aguantar una felicidad tan grande. La mayoría acaba por dejar de comer y morir.- Harry había estado a punto de decir que no todo el mundo que había ido a Azkaban tenía que ser malo. Sirius había estado doce años encarcelado por un crimen que no había cometido. Nuevamente, un sentimiento de horrorosa nostalgia le recubrió todo el cuerpo.

En ese momento, se oyeron dos CRACKS y Dumbledore y Christine se aparecieron en la cocina, ambos rodeados de un luz blanca cegadora.

-Buenas noches- saludó el director amablemente.- Molly, lamentamos el retraso, pero teníamos asuntos pendientes.

-No te preocupes, Albus- dijo amablemente la señora Wealsey, hizo un gesto con su varita y aparecieron dos sillas de la nada y se colocaron en la mesa, cuyo espacio era infinito.

Christine tomó asiento de inmediato y se enfrascó en una conversación con Moody, y Dumbledore se acercó a Harry para saludarlo.

-¿Te encuentras bien, Harry? Christine me ha contado lo del ataque... -Harry se puso en pie para saludar a Dumbledore, pero clavó sus ojos en la mujer. En cuanto el director lo vio, lo escudriñó de arriba abajo y pese a que Harry sabía que se estaba preguntando lo mismo que los demás al verle, disimuló muy bien y no hizo ningún comentario.

-Estoy bien, director, gracias- contestó el muchacho tajantemente, y apartó la vista de la mujer. Sin embargo, Harry seguía sin poder mirar a la cara los profundos ojos azules del director, como si acabara de llegar del Departamento de Misterios, y Dumbledore volviera a relatarle el término de la Profecía, cuyo contenido, Harry había tratado de olvidar. Dumbledore le echó una última mirada, y luego se fue a sentarse al lado de Christine.

Harry también se sentó y volvió a meterse en la boca otra patata para disimular, mientras preguntaba.

-¿Qué hay de Bellatrix?- preguntó mirando hacia Lupin. -¿Escapó, no es cierto?- Hubo unos segundos de silencio, Christine levantó la cabeza muy interesa y como Harry, observó la reacción de los presentes, que se habían quedado sin palabras. Algunos como Ron, Hermione y Ginny se miraron sin saber que hacer y Lupin palideció tal y como había ocurrido en Privet Drive.

-La próxima vez no tendrá tanta suerte -aseguró Lupin a Harry tratando de hacerle sentir mejor. Pero Harry estaba experimentado otro sentimiento en su interior: el odio.

-No lo creo- afirmó con rotundidad. No miraba a nadie en especial y hablaba más para sí mismo, mientras apretaba los puños contra las rodillas.- Es demasiado buena...

-Solo es otra Mortífaga del montón- aseguró Christine.- Es cierto que es una excelente seguidora, pero todos los Mortífagos que escaparon de Azkaban lo son.

-Ella no es otra Mortífaga del montón- dijo Harry con furia. Y salvo Christine, los demás entendieron a la perfección la indirecta.

-¿A qué te refieres?- para Harry aquel silencio estaba comenzando a resultar molesto. No conocía de nada a esa mujer y ella ya pretendía que él le revelara cosas de su intimidad.

-A nada en especial -dijo y se puso a remover más su comida.

Al cabo de media hora, más de la mitad de los miembros de la Orden se habían marchado de la mesa, entre ellos Dumbledore y Moody que tenían cosas de que hablar en el despacho que el director tenía en la mansión Black. A diferencia de los demás, el plato de Harry seguía igual de repleto de comida que al principio, y el chico trataba de disimularlo, removiendo más su comida.

-Cariño,- dijo la señora Weasley fijándose por primera vez.- ¿Es qué no te vas a comer lo que te queda? Si no te gusta, puedo prepararte otra cosa...

-No es eso señora Weasley -dijo Harry, se sentía incómodo.- Es que...verá, no tengo hambre. -la señora Weasley palideció.

-¿Qué no tienes hambre? Pero si no has probado bocado en todo el día...y además, estás tan delgado... -Harry se mordió el labio inferior tratando de encontrar una buena excusa.

-Vamos, Harry- le animó Lupin con seriedad. Debes comer un poco, sino te vas a poner enfermo...- Ron y Hermione contemplaban la escena asombrados, sin saber que decir. Y Christine parecía muy sorprendida.

-Por favor -rogó Harry dejando el tenedor en el plato y cerrando los ojos.- dejadme ir a dormir, estoy muy cansado.- Lupin lo miró muy serio.

-Está bien- cedió el profesor.- Márchate a dormir y mañana ya comerás más. Harry se levantó contento de haber logrado su propósito, pero en aquel instante en que se giró hacia la puerta, se quedó helado. Su corazón dejó de palpitar durante unos instantes y la sangre se le heló en el cuerpo. Por allí, todo sucio y mugroso, vestido únicamente con un taparrabos viejo, entraba Kreacher, el elfo doméstico. Si Harry se hubiera imaginado los problemas que Kreacher iba a ocasionar, jamás habría tomado sus insultos tan desapercibidos, cuando se lo presentaron hacía una año. Kreacher había sido uno de los responsables de la muerte de Sirius, el elfo, había estado sirviendo a más de un amo y le había revelado a Narcisa Malfoy, cierta información muy valiosa para atraerlo a él hasta el Departamento de Misterios.

Voldemort le había enviado una visión falsa, y Harry se había comunicado con el cuartel para ver si Sirius estaba a salvo. Kreacher había advertido su cabeza en la chimenea y le había mentido, diciéndole que Sirius estaba en el Departamento de Misterios, tal y como Voldemort trataba de hacerle creer. Harry recordaba perfectamente como se había introducido en la chimenea de Dolores Umbridge, para tratar de comunicarse con Sirius.

-La cabeza de Potter ha aparecido en la chimenea- informó Freacher a la vacía cocina al tiempo que lanzaba furtivas miradas de triunfo a Harry. -¿A qué habrá venido, se pregunta Kreacher?

-¿Dónde Está Sirius, Kreacher?- inquirió Harry.

-El amo ha salido, Harry Potter.

-¿A dónde ha ido? ¡A dónde ha ido, Freacher!- por toda respuesta el elfo soltó una risotada que pareció un cacareo.- ¡Te lo advierto!- gritó Harry consciente de que desde su posición no podía castigar a Kreacher. -¿Dónde está Lupin? ¿Y Ojoloco? ¿Dónde están todos?

-¡Kreacher se ha quedado solo en la casa!- informó el elfo con regocijo; a continuación, le dio la espalda a Harry y echó a andar lentamente hacia la puerta que había al fondo de la cocina.- Kreacher cree que ahora irá a charlar un rato con su dueña, sí, hace mucho tiempo que no puede hacerlo, el amo de Kreacher se lo impedía....

-¿A dónde ha ido Sirius?- le gritó Harry.- ¿Ha ido al Departamento de Misterios, Kreacher?

-El amo nunca dice al pobre Kreacher adónde va. -contestó el elfo.

-¡Pero tú lo sabes! ¿Verdad? ¡Tú sabes dónde está!

Se produjo un breve silencio; entonces el elfo rió socarronamente.

-¡El amo nunca regresará del Departamento de Misterios! -afirmó alegremente- ¡Kreacher y su dueña se han quedado solos otra vez! exclamó y siguió andando y se escabulló por la puerta que conducía al vestíbulo.

Harry cerró los puños con rabia. Hermione lo miró asustada y se levantó para tratar de sujetarlo por si se lanzaba en contra del elfo. Lupin y Christine también se levantaron, pero ésta última no sabía porqué. Los demás, Ginny, los gemelos, los señores Weasley, Bill, Charly, Tonks y Ron, se quedaron sentados a la expectativa. Harry miró a Kreacher con rabia, unas chispas se iban formando a través de sus ojos y las últimas palabras que había escuchado en la chimenea, de boca del elfo, le taladraban la cabeza, torturándole con el recuerdo, sabiendo que, a pesar de que Sirius nunca había ido al Departamento de Misterios, tal y como Kraacher había predicho, su padrino nunca volvió de allí. A su vez, el elfo también se quedó mirando a Harry, y su sonrisa se pronunció. Fue eso, y no el hiriente recuerdo, lo que más enfureció a Harry.

-¿Qué haces aquí, Kreacher? -le espetó el chico tratando de contenerse, sabiendo que su amiga Hermione le cogía el brazo fuertemente.

-Kreacher oyó a su ama maldecir a un nuevo visitante- dijo el elfo con voz melosa y haciendo una enorme reverencia.- Kreacher quería saber de quién se trataba. -y hablando en voz más baja y mucho más grave, pero que se oyó perfectamente añadió. -Ya ha regresado el mocoso que venció al Señor Tenebroso, Kreacher creía que después de la muerte de su amo, no iba a verlo jamás. -Harry apretó los puños, sentía un odio indescriptible, mucho mayor que el que hubiera podido sentir jamás al lado de los Dursley. Lupin, más pálido que la pared, trató de decir algo, pero de su boca no salió ningún sonido.

-¡No te acerques a mí, te lo advierto!- amenazó Harry sacando su varita, Hermione trató de sujetarle más fuerte.

-¡No, Harry, no! ¡Por favor! ¡No sabe lo que dice, ni lo que hace, Harry!- sollozó Hermione. Harry apartó la vista de Kreacher y miró a Hermione con rabia.

-¡Él sabe muy bien lo que hace, Hermione! ¡Estuvo bien cuerdo el día que se marchó de la casa a hablar con Narcisa Malfoy!- Christine se llevó un sobresalto enorme, y observó a Harry como si no pudiera creer lo que estaba diciendo. -¡Él...Él...!- pero Harry ya no podía hablar, se le había colocado un nudo a la altura de la garganta que le impedía incluso respirar, necesitaba desaparecer del lugar, cerrar los ojos y despertar sin recordar nada, olvidar todo lo que esa casa y los habitantes de ella le recordaban.

-¡Lo sé, Harry, lo sé!- sollozó Hermione con más fuerza y lo abrazó, tratando de calmarlo. Harry se sentó en la silla, respirando entrecortadamente. Los demás, salvo Lupin y Christine que estaban de pie, permanecían sentados en silencio, como intrusos de una conversación donde no podían hablar ni opinar, y tampoco calmar a Harry. Sin embargo Kreacher no se asustó por la reacción de Harry, ni tampoco se marchó. Por el contrario comenzó a reír a carcajada limpia y a señalarle.

-Kreacher no puede creer que Potter acabara con el Señor Tenebroso, Kreacher y su ama se preguntan cómo lo hizo... -Harry apartó a Hermione y encaró la mirada perversa del elfo.

-¡El cómo me libré es algo que ni tú ni todos los Mortífagos del mundo entenderéis nunca!- Harry temblaba incontrolablemente.- ¡No puedes entender lo que es el amor de alguien que se sacrifica por ti, que está dispuesto a morir para salvarte! ¡Tú no puedes entender que mi madre muriera para salvarme! -Kreacher volvió a reír a carcajadas. Lupin se acercó a Harry y le puso una mano en el hombro.

-Cálmate, Harry.- luego miró al elfo severamente.- ¡Márchate de esta habitación, Kreacher! pero él no se marchó. Lupin no era su amo, y no tenía porqué obedecerle.

-¡Fuera alimaña asquerosa! -dijo Fred levantándose también. Harry nunca lo había visto tan enfadado. Kracher hizo una gran reverencia y miró a Harry maliciosamente.

-Kreacher le dijo a Harry Potter que el amo nunca regresaría del Departamento de Misterios. Harry Potter vuelve a estar solo- hizo una pausa saboreando el daño de sus palabras y luego añadió en voz más baja.- Es una lástima que el Señor Tenebroso no lo matara...pero Kreacher sabe que la próxima vez no fallará...el amo ya no está aquí para salvarlo...

-¡Fuera!- ordenaron Lupin, Fred, George, Ginny y Ron. Y Kreacher esta vez sí obedeció, mientras se marchaba riendo.

Durante una pausa, todos fijaron los ojos en Harry, que se había quedado muy pálido. Lupin trató de ponerle una mano sobre el brazo para ayudarle a levantarle, pero Harry de un movimiento brusco lo apartó.

-¡Déjeme!- gritó furioso y se levantó de golpe, temblando cada vez más. -¡Odio a ese maldito elfo, lo odio!

-Harry -dijo Lupin comprensivamente ignorando las malas formas con las que el muchacho lo había tratado.- Sé que no te gusta Kreacher pero no tienes más remedio que aguantarlo. Trata de que no te hieran las cosas que dice... -pero bastó la mirada fulminante que Harry le echó para que se callara. El chico apoyó las dos mano sobre la mesa y cerró los ojos con furia.

-¡Él tiene razón! ¡Ojalá Voldemort hubiera acabado conmigo aquella noche!

-¡Pero qué dices Harry! -dijo Hermione muy afectada. Le caían las lágrimas a chorros.

-¡Sí!- chilló Harry apretando aún más fuerte los ojos y los puños.- ¡Ojalá mi madre se hubiera apartado, ojalá hubiera dejado que me matara! ¡Así ya estaría muerto, así ya no tendría que estar aquí! golpeó con los puños la mesa. ¡Maldita sea! ¿Por qué tuve que ser yo y no él? -el sentido de aquella frase solo la entendió Harry, en aquella habitación. Se estaba refiriendo a la profecía, a cuando Dumbledore le había dicho que la profecía se podía referir a dos niños, pero que Voldemort lo había elegido a él.- ¡Todo fue culpa mía! ¡Si yo no....!- pero no pudo acabar la frase, dolido consigo mismo, con Kreacher, y el recuerdo de la culpa bombeándole cada parte de su cuerpo, se marchó corriendo de la cocina, y siguió corriendo hasta llegar a su habitación, donde se echó en la cama, y se enjugó los ojos, sintiendo un pinchazo de odio en su cicatriz, Voldemort estaba muy enfadado.

Una copa de vino estalló en mil pedazos en la habitación en la que se encontraban. Colagusano, encorvado y muerto de miedo, estaba tendido en el suelo recibiendo la maldición Cruciatus por parte de su señor. Acaba de darle malas noticias, el ataque a Privet Drive había sido todo un fracaso y cuatro de sus hombres habían sido apresados.

-¿Dónde está Bella?- preguntó con su voz siseante, cargada de hielo.

-Está....fu....fuera, mi señor- titubeó Colagusano.

-¡Hazla pasar!- ordenó el hombre.- Y dile a Avery que me traiga el informe del último ataque.

-Sí, señor... -dicho esto, el hombre se marchó.

Harry llevaba una rato bastante considerable tumbado en la cama, tratando de olvidar los recuerdos que se le arremolinaban en la mente, cuando se oyeron unos golpecitos en la puerta, y sin esperar respuesta, Lupin entró. Harry ni se molestó en levantarse de la cama, estaba boca arriba, con Hedwid a su lado, mientras le acariciaba el plumaje al animal y miraba hacia el techo.

Lupin no dijo nada hasta que no se acercó y se sentó a la cama de Harry y suspiró abiertamente. Se veía serio.

-Siento mucho lo que ha ocurrido con Kreacher, Harry. -el chico no le contestó, ni tampoco apartó la vista del techo. No le importaba ser maleducado, estaba ya harto de la situación. Lupin bajó la cabeza tratando de encontrar las palabras.- Sé que le echas de menos.

-Usted no sabe nada --dijo Harry bruscamente. Usted ahí...usted...ni siquiera me dejó acercarme al arco...- Harry acababa de soltar algo que le rondaba por la cabeza desde principios de verano. Algo que estaba en esa parte de la su cabeza que todavía estaba convencida dw que Sirius reaparecería de nuevo. Lupin se limitó a seguir clavando la mirada en Harry, él nunca había visto al profesor en un estado tan serio.

-¿Te hubieras sentido mejor si te hubiera dejado acercarte al arco, Harry?- él se reincorporó de repente y miró al profesor extrañado.- Contéstame, ¿crees que te hubieras sentido mejor si hubieras visto el cadáver de Sirius?- a Harry le recorrió el cuerpo un escalofrío. Bajó la mirada de nuevo, para posarla en la cama y sintió como sus ojos se humedecían. Lupin seguía sin apartar la mirada de él.

-Yo...oí voces...la primera vez que entré en esa sala... -confesó Harry tratando de hablar con normalidad, pero las palabras se le atragantaban.

-Esa sala, se llama, "La Cámara de la Muerte", y ese arco, dicen que es una espacio que comunica el mundo de los vivos y el de los muertos. -Harry lo miró sorprendido por la información. -Si yo te hubiera dejado acercarte Harry, tú hubieras visto el cadáver de la última persona que hubiera caído en él.

-¿Cómo sabe que Sirius murió?- le espetó Harry bruscamente. -Usted no lo sabe, no lo sabe...¿Y si sólo cayó al otro lado del arco? ¿Y sí...? -Lupin tomó a Harry de los dos hombres y le obligó a encontrarse con su mirada.

-Escúchame Harry, ese agujero es un abismo, nadie puede sobrevivir, porque pasó directamente al otro mundo, ¿entiendes? Sirius murió y... -la voz de Lupin se quebró y se perdió en el aire, cuando Harry le rehusó la mirada y apretó los dientes con rabia. Sentía que podía atacar ahora a cualquiera, y si no le tuviera tanta confianza a Lupin, bien le podría haber dañado por sus palabras tan duras. -Discúlpame- dijo Lupin mirando de nuevo al suelo. No quise hacerte daño, pero me duelen las palabras que has dicho en la cocina. ¿ De verdad preferirías estar muerto, Harry? ¿Tan poco valoras el sacrificio que tus padres...?

-No se trata de valorar- interrumpió Harry. Su tono de voz se había suavizado.- Quiero estar con ellos -miró a Lupin directamente, escudriñando sus pensamientos.- Quiero...estar con Sirius.

-Lo sé -dijo Lupin levantándose lentamente.- Créeme que lo sé, pero yo no puedo devolvértelos, ni Ron, ni Hermione, ni todas las personas a las que le importas, solo podemos estar a tu lado y tratar de apoyarnos los unos a los otros. Harry, detrás de Voldemort hay una vida maravillosa que te espera, y creo que mereces vivirla.- Lupin se marchó lentamente de la habitación y dejó solo a Harry.

-Para mí detrás de Voldemort no hay nada -susurró. -Porque no puedo vivir mientras él esté vivo y viceversa, y yo jamás podré derrotarle.

Harry volvió a recostarse sobre la cama y cerró los ojos esperando que al abrirlos de nuevo, todo lo que había ocurrido desde el regreso de Voldemort, se desvaneciera de su recuerdo.

"¡Harry, sujeta bien la profecía, coge a Neville y corre! esas habían sido las últimas palabras que Sirius le había dicho, después de irse a luchar contra Bellatrix. Y eran las que se metían en los sueños de Harry, las que una y otra vez su cabeza trataba de recordarle y no le dejaba escapar de aquel círculo vicioso.

Y hasta aquí el 4º capi. Espero q os haya gustado, ahora contestaré a los reviews:

Sophie grint: Muchas gracias, no tardaré en actualizar. Espero q te siga gustando!!!!

Arwenej: Muchas gracias, allí ya he actualizado, así q podrás saber que ocurre. Besos!!!!

TheHard: Ola!!!! Claro q la continuaré y además muy pronto!!!! Sí q tendrá romances!!!! pronto empezarás a notarlos.