CAPÍTULO 5: LA UNI"N POR UN BIEN COMÚN.

Media hora después de que Lupin se marchara, se escucharon de nuevo unos golpecitos en la puerta y Ron, Hermione y Ginny, entraron en la habitación. Encontraron a Harry tumbado en la misma posición, y los tres se sentaron en la cama de Ron, la de al lado del muchacho. Ginny llevaba sobre su hombro a Argo, su nueva lechuza negra. Ninguno habló durante un buen rato, se limitaron a observar como Hedwig se acercaba a Argo y ambas revoloteaban por la habitación, al parecer jugando.

-¿Sabes Ginny? dijo Harry sin levantar la vista del techo. Es la primera lechuza a la que Hedwig se acerca. Normalmente es muy celosa. la chica sonrió.

-¿Te gusta Argo? Era la lechuza más rara que había en toda la tienda, me gusto mucho su color negro.

-Es muy bonita contestó Harry sentándose en la cama y sonriendo a su vez a Ginny.- Por cierto, enhorabuena, eres Prefecta.

-Muchas gracias. Mi madre casi se desmaya, los únicos que no han sido Prefectos en la familia son Fred y George, pero ella está muy orgullosa de todos. Dice que al menos Fred y George han logrado que su intelecto sirva para algo más que molestar a los demás, y ha aceptado su tienda, aunque no le agrada en absoluto que no acabaran los estudios.

-Lo de Fred y George siempre fueron las bromas. Y en cuanto a ti, Ginny, desde que te vi luchar el curso pasado no me cupo duda de que serías Prefecta.- dijo Harry sinceramente, y le pareció ver como la chica se sonrojaba.

-Sí, -añadió Ron despeinando a su hermana. -Mi hermanita ha sentado la cabeza, fíjate, incluso ha dejado a Dean Thomas, si yo ya sabía que no dudaríais...

-¿Has roto con Dean? -preguntó Harry asombrado.- ¿por qué? Dean es muy majo...

-Pues yo no lo veo tan majo- protestó Ron.

-¡Ron! -le reprendió Hermione.- A ti no te gustará ninguno de los chicos con los que salga tu hermana. Se te ha despertado la vena protectora de hermano mayor...

-¡Eso no es cierto!- contestó Ron malhumorado.- Pero me gustaría que saliese con chicos que realmente merezcan la pena- y volvió a lanzar una fugaz mirada hacia Harry.

-¡Suficiente!- interrumpió Ginny, se había puesto muy roja, a causa del enfado.- Si corté con Dean fue porque pensé que no era mi tipo, y ya está. Y en cuanto a lo que dices Ron, yo elegiré el chico que me guste, no el que tu pienses que es adecuado, ¿de acuerdo?

-Creo que tienes toda la razón, Ginny.- le apoyó Harry, pese a que sonreía, la chica no pudo dejar de notar que sus ojos habían dejado de brillar. -En el corazón no se manda... -Harry recordó unos instantes el beso que Cho le dio el curso anterior, bajo el muérdago, y se dio cuenta de que sus sentimientos hacia ella se habían desvanecido por completo. Desde la muerte de su padrino, su vida se había dividido en dos mundos, y aquellos amores de adolescente parecían tener un origen muy lejano, demasiado lejano como para ser alcanzados de nuevo. Cuando volvió la realidad, se dio cuenta de que sus amigos estaban enfrascados en una conversación sobre la situación en el mundo mágico.

-...y con éste ya van veinticinco los ataques desde que comenzó el verano. Si seguimos así...- la voz de Hermione sonaba preocupada.

-¿Qué pasa con la Orden?- preguntó Harry. Desde que había llegado a Grimmauld Place no había preguntado nada.- ¿Qué está haciendo para detener a los Mortífagos?

-La situación ha cambiado, Harry- informó Hermione.- Parece ser que en el tiempo en que Voldemort se mantuvo calladito, el curso pasado, no solo ideó un plan para...- se detuvo y respiró hondo antes de continuar.- ...para que fueras al Departamento de Misterios.- el corazón de Harry dio un vuelco, pero se mostró impasible, esto animó a Hermione a continuar.- Además, parece ser que se dedicó a buscar seguidores por todo el mundo y a montar campamentos para instruir a aprendices de Mortífagos y así tener contactos en todas partes.

-Gracias a la actitud de nuestro querido Ministro- prosiguió Ginny irónicamente.- Los Ministerios de Magia de los demás países no fueron advertidos de nada y no pudieron prepararse ante un inminente regreso de Voldemort.- Harry se sorprendió de escucharla nombrar su nombre, pero aquello lo animó. -Por lo que ahora están desprotegidos ante los ataques.

-Como es lógico la Orden del Fénix no puede ir de un lugar a otro a luchar, y menos si se producen más de un ataque a la vez,- explicó Ron.- primero porque no es su principal trabajo, para luchar ya están los aurores de los Ministerios, y segundo porque sus miembros están ocupados en investigar otras vías, tal y como nos contaron el año pasado.

-¿Entonces...?- balbuceó Harry.

-Lo que tratamos de decirte Harry, es que los miembros de la Orden parecen muy preocupados, no solo porque los hayamos escuchado comentándolo, sino porque lo vemos reflejado en sus caras. Si no nos reorganizamos rápido, es posible que perdamos esta guerra.

-¿Cómo que vamos a perder esta guerra, Hermione? -gritó Harry levantándose de un salto.- No, eso no es posible, no podemos perder, no podemos...

-Harry- susurró Ron tratando de tranquilizar a su amigo. -lo sabemos, pero es que...

-Mientras Voldemort exista, habrá guerra, Ron.- gruñó Harry. -Porque mientras existamos los magos decentes, le plantaremos cara.

-Pero nosotros no podemos hacer nada, Harry -le recordó Hermione.- Únicamente podemos confiar en Dumbledore, seguramente es él el único que puede vencer a Voldemort...

Aquellas palabras hicieron que Harry recordara la conversación que había tenido con el director a principios de verano, una vez habían regresado del Departamento de Misterios. Por la ventana, el oscuro manto de la noche había cubierto todas las casas de Grimmauld Place, y las luces estaban apagadas. Harry miró su reloj de pulsera y se dio cuenta de que era muy tarde, con todo lo ocurrido había olvidado lo cansado que se sentía. Y mientras observaba por el rabillo del ojo, el miedo en los rostros de sus amigos, se recordó así mismo el término de la profecía, que únicamente él y el director conocían. ¿Pero qué puedo hacer yo para enfrentar a Voldemort? ¿ Cuál es ese poder del que habla la Profecía que yo poseo? pensó.

-Parece ser que todo el terror que se formó hace quince años ha vuelto- dijo Hermione. -La gente está asustada, y nadie confía en los demás porque temen que estén bajo los efectos de la maldición Imperious.

-El Ministerio tiene que ser muy precavido- respondió Ron. -Acordaos que nos dijeron que seguramente Quién-vosotros-sabéis tendría espías dentro.

-Al menos Azkaban vuelve a ser un lugar seguro.- suspiró Harry volviendo a mirar a sus amigos.

-Sí, pero todos los Mortífagos que capturó la Orden a principios de verano, han escapado -explicó Ginny.- Todos vuelven a estar bajo las órdenes de Voldemort.

-Lo suponía -dijo Harry todavía sumido en sus pensamientos.- Y lo peor es que no los atraparán de nuevo con tanta facilidad. -se sentó en la cama y observó como Pig picoteaba los barrotes de su jaula, deseosa de unirse a las otras dos lechuzas.- Estamos demasiado llenos de corrupción...sabemos por ejemplo, que Draco se unirá a Voldemort en cuanto salga de Hogwarts, y no podemos hacer nada por evitarlo.

-¡Oh! ¡Sí que podemos!- dijo Hermione sonriendo maliciosamente. -Vamos a usar nuestros cargos de Prefectos muy adecuadamente este curso. Tenemos que estar alerta, y procurar vigilar muy de cerca a los hijos de los Mortífagos que haya en Hogwarts, y si los descubro haciendo algo... -Hermione puso cara de ¡pobre de ellos!.

-No harán ni dirán nada comprometedor delante de un profesor- aseguró Ron. -No son estúpidos, si los pillan tratando de apoyar a los Mortífagos podrían ir a Azkaban.

-Sí, pero estaremos atentos por si cometen un error- dijo Hermione impasible. -No podemos hacer nada fuera de Hogwarts, pero sí ayudaremos al mundo mágico desde dentro, vigilándolos. Si tienen contacto con los Mortífagos, como estoy segura que tienen, probablemente sus padres les hayan ordenado que estén atentos a cualquier incidente en Hogwarts, y ahí es donde estaremos nosotros.

-Pues yo lo único que quiero es partirle la cara a Malfoy, por cerdo- gruñó Ron apretando los puños.

-Será mejor que no nos busquemos problemas este curso, Ron.- dijo Hermione muy seria.- Se han acabado nuestros tiempos adolescentes en los que tratábamos de encargarnos nosotros mismos de las cosas, sin pedir la ayuda de un adulto. Esto ya no es un juego.

-Nunca lo fue -cortó Harry bruscamente.- Y ahora menos. Hermione, Ron y Ginny se quedaron observándolo como si fuera a cometer una locura, sin saber que Harry estaba dispuesto ese curso a no dejarse engañar de nuevo. No podía permitir que sus amigos corrieran más de un riesgo y por eso se había propuesto mantenerse al margen. Seguía sin convencerse de que haber regresado al mundo mágico era una buena decisión, porque sentía que tener el poder de la magia en sus manos suponía un peligro demasiado inminente. Pero sus amigos seguían ignorando lo que le rondaba a Harry por la cabeza, y era ese sentimiento de odio tan profundo hacia Bellatrix Lestrange. A pesar de que la mujer era mucho más poderosa que él, deseaba volver a tenerle frente a frente, y hacerle pagar por la muerte de Sirius. Era como si tuviera una cuenta pendiente con ella del duelo que no llegaron a terminar en el Ministerio de Magia y que debían saldar. "Algún día, estaré listo y entonces te arrepentirás de lo que hiciste" susurró Harry para sus adentros, sin saber que ese día, no estaba tan lejano como suponía.

-¿Creéis que Voldemort seguirá buscando la Profecía? -preguntó Ginny. Harry sintió como se le caía el alma a los pies. -No creo que se rinda tan pronto, a lo mejor hay otra manera de averiguar su contenido.

-Ojalá no se hubiera roto- suspiró Hermione. -Me hubiera fascinado conocer su contenido, ¿a ti no Harry?- Harry la miró muy duramente. No podía soportar hablar de aquello delante de sus amigos, sabiendo que les estaba ocultando la verdad, una verdad que él nunca les revelaría.

-No, no me interesa en absoluto.

-¡Pero Harry! -protestó Hermione abriendo los ojos como platos.- ¡Pero si hablaba de ti y de Voldemort! Cuando él la buscaba sería porque se referiría a algo importante...

-¡Ya te he dicho que no me interesa, Hermione! -gritó Harry fuera de sus casillas.- ¡Mejor que se rompiera, porque sino él me la habría arrebatado!

-Lo siento, Harry... -se disculpó Hermione cabizbaja. -Yo solo trataba...

Se escucharon dos CRACKS y repentinamente Fred y George se aparecieron al lado de las dos camas. De sus orejas colgaban unas tiras de color carne y parecían algo inquietos.

-¡Chicos! ¡Ha llegado alguien muy acelerado por la puerta! -explicó Fred. -Parece que ha ocurrido algo importante.- y sin esperar respuesta, les lanzó una Oreja Extensible a cada uno.

Los chicos se las colocaron inmediatamente y se agacharon a la puerta para escuchar mejor. Amplificada unas diez veces, se oyó la voz de Dumbledore.

-"...¿Qué ha ocurrido?- preguntó alarmado. -¿No habrá habido otro ataque como el de Francia, verdad? -los seis se miraron asombrados, no sabían que hubiese habido un ataque en Francia.

-¡Nada de eso, Dumbledore! -aquella era la voz entrecortada de Kingsley, le costaba trabajo respirar con normalidad.- Es que han hallado el cuerpo sin vida de Karkarov. Es....es...horrible...lo han descuartizado, y presenta signos de violencia.- hubo un silencio en la sala de abajo. Arriba, Hermione se tapó la boca para no gritar, sus ojos se estaban empañando de lágrimas. Harry y Ron se quedaron helados, no esperaban que el castigo de Karkarov fuese a ser tan cruel.

-¿Dónde? -preguntó Dumbledore, la voz se le quebraba.

-En un contenedor de basura- informó Kingsley.- en el centro de Londres. Lo ha encontrado un muggle y ha avisado a la policía muggle. Después de cenar me he marchado al Ministerio para acabar de ayudar a desenterrar cuerpos en París, pero entonces ha sonado la alarma y yo y otros tres aurores hemos tenido que acudir. Han llegado los desmemorizadores, los muggles estaban alteradísimos porque habían descubierto que se trataba de la persona que secuestraron en el ataque a Bristol. Afortunadamente les han borrado la memoria antes de que informaran a las televisiones muggles. Imagina si hubiesen tratado de averiguar quién era Karkarov. Nosotros los aurores hemos tenido que reconocer el cadáver y observar los daños. Por supuesto hemos hablado con el testigo antes de desmemorizarlo, bajo el Veritaserum, y no ha visto nada raro. Él solo era un vagabundo que buscaba algo de comida por los contenedores y se lo ha encontrado. No han dejado ni rastro de pistas, nada.

-Ya me temía que ocurriría algo así -suspiró el director. -Pero no pensé que fuera tan pronto, la velocidad con la que avanzan las tragedias está fuera de nuestro alcance.

-Tonks ha llegado al Ministerio poco después que yo. -informó Kingsley.- Ella está en Francia ayudando...se han descubierto sesenta cadáveres más, en total una suma de quinientos setenta y ocho muertos... -Harry, Ron, y Hermione dieron un respingo. El corazón les latía a mil por hora. ¿Cómo era posible que se hubiese producido un ataque similar? Fred y George se quedaron igual de conmocionados.

-Bien... será mejor que descanses esta noche, Kingsley, llevas unos días muy duros. Y aseguraos de que Tonks también descanse cuando llegue. -añadió Dumbledore. -Voy a hablar con Harry y me marcho al Ministerio a hablar con Cornelious. Tenemos que reunir a la Confederación inmediatamente. Christine, ¿podrás hacer la guardia sola?

-Sin ningún problema -aseguró la muchacha con una voz congelante.- No creo que haya problemas.

-De acuerdo...- suspiró Dumbledore.- Remus...acompáñame.

Se escucharon los pasos de Lupin y del director subiendo las escaleras. Rápidamente, Fred y George se desaparecieron y los chicos se quitaron las Orejas Extensibles, las escondieron debajo de la cama de Harry y se tumbaron en las camas como si hubiesen estado charlando despreocupadamente todo el tiempo. Dos segundos después de que Ginny se sentara al lado de Harry, la puerta de la habitación se abrió y Lupin y Dumbledore entraron por ella. Los cuatro chicos los miraron con atención, ambos parecían muy preocupados, sin embargo, sonrieron al encontrarlos hablando tranquilamente en la cama.

-Buenas noches, señores y señoritas.- saludó amablemente el director.- Imaginaba que no os habríais acostado todavía, veo que tenéis muchas cosas que deciros.- ellos se limitaron a sonreír. -Harry, Remus y yo tenemos que decirte algo muy importante.

-Nosotros nos vamos a hablar un rato con Fred y George- dijo Hermione empujando a Ron disimuladamente, quién se dio por aludido.- ¿ Vienes Ginny?

-Er..., claro -dijo la chica mirando a Harry con preocupación.

Una vez Dumbledore los vio salir, él y Lupin se acercaron a la cama donde estaba Harry.

-¿Cómo te encuentras? l-e preguntó el director taladrándole con sus profundos ojos azules, Harry le rehusó la mirada de nuevo.

-Estoy...bien.- dijo sin convicción.

-Ya veo. Harry, sé que es muy duro para ti estar en la casa de Siri...

-No quiero hablar de eso- interrumpió Harry levantándose del asiento y atrapando a Hedwig al vuelo, para introducirla después en la jaula. Argo ululó enfadada, y se metió dentro con Hedwig.- Disculpe profesor, pero estoy muy cansado. Si solo ha venido a hablar de... -hizo una pausa, el nombre de su padrino se le atragantaba en la garganta.- de eso...le ruego que sea otro día.- Lupin y Dumbledore intercambiaron miradas de soslayo.

-Tienes que superarlo- insistió el director.- No puedes seguir así. Remus me ha contado lo que ha pasado con Kreacher y también que no querías regresar, no comes, no quieres hablar...

-Por favor -dijo Harry cerrando los ojos. -No quiero hablar de eso. -Dumbledore suspiró de nuevo.

-Está bien. Te daré tiempo para que logres asimilarlo, pero no voy a permitir que continúes con esa actitud, Harry. Tienes que comer o de lo contrario caerás enfermo y en eso te voy a tener muy vigilado.

-Siempre me tiene muy vigilado, director -dijo Harry bruscamente y miró el retrato vacío de Phineas. Dumbledore guardó silencio unos segundos antes de continuar.

-He venido únicamente para anunciarte una cosa.

-¿Qué cosa?- preguntó Harry sorprendido por el cambio brusco de la conversación.

-Mañana una escolta te llevará a Gringotts para que firmes un documento.

-¿Qué clase de documento? -inquirió Harry interesado por primera vez. Dumbledore y Lupin volvieron a mirarse, como si esperaran que Harry se pusiera a gritar.

-El testamento de Sirius. Eres su único heredero de todos su bienes. -le informó el director. Harry se puso blanco como la pared. De todo lo que se estaba imaginando era lo último que esperaba que el director le dijese. Pensándolo mejor era lógico, Sirius no estaba casado ni tenía hijos, tampoco le quedaba familia reconocida, y Harry era su ahijado. Un punzamiento de dolor le recorrió el cuerpo.

-No quiero la herencia de Sirius -dijo sin pensar.- No quiero ningún papel que afirme que él esté muerto, no la quiero. Pueden quedársela ustedes, seguro que a la Orden le es más útil que a mi. Yo no la necesito.

-Sabemos que no la necesitas, Harry- habló Lupin por primera vez -Pero él quería que te la quedaras porque te consideraba como un hijo y...

-¡No quiero ningún documento que diga que Sirius está muerto!- gritó Harry enfadado, temblaba de arriba abajo.

-¡Pero está muerto, Harry!- le recordó Lupin duramente. Harry nunca había visto al profesor tan nervioso, de todas las personas que conocía, Lupin era la más tranquila de todas, exceptuando Dumbledore. Ambos se miraron a los ojos durante unos instantes, acompasando las respiraciones.- Tienes que aceptarlo- susurró el profesor, su voz se quebraba. -Tienes que aceptar que no volverá. -Harry les dio la espalda y cerró los ojos. Un terrible dolor le adueñaba todo el pecho, le ahogaba, le oprimía.

-Está bien- cedió sin darse la vuelta.- Firmaré ese documento y ahora...márchense....quiero estar solo.

-Tus amigos irán contigo y aprovecharéis para comprar los libros y lo que necesitéis para el nuevo curso, ¿de acuerdo?- preguntó el director. Harry se limitó a asentir, y luego escuchó como la puerta se cerraba detrás suyo. Tratando de expulsar toda su rabia, le pegó una patada a su baúl y éste se abrió, originando que sus pertenencias se disiparan por el suelo. Incapaz de recogerlas, se tumbó en la cama y cuando media hora después Ron entró en la habitación y lo llamó, Harry se hizo el dormido, y no logró pegar ojo en toda la noche.

-¿Cuántos cadáveres van ya? -preguntó una chica del pelo rosa chicle a uno de los funcionarios del Ministerio Francés.

-Cerca de seiscientos- anunció el hombre con voz batida. -Hemos podido detener el incendio completamente, pero el número de víctimas se ha disparado. Es una tragedia.- el hombre se puso a llorar como un niño, y la aurora le puso una mano en el hombro para tratar de consolarlo.

Luego miró a su alrededor, todavía salía un escaso humo de entre los escombros. Lo que antes había sido un gran polígono comercial, ahora estaba totalmente en ruinas. Se escuchaban los llantos de niños, hombres y mujeres y gritos de dolor. Los aurores de los países que habían podido acercarse a ayudar almacenaban los cadáveres en montones y luego un grupo de magos se los llevaban para identificarlos y avisar a las familias muggles, como si se trataran de policías. Entre los fallecidos también se encontraban muchos magos, y muchas familias de magos tenían que ser atendidas por los medimagos porque se habían acercado al lugar y al reconocer los cadáveres de sus familiares, sufrían desmayos.

Se habían acercado muchos medimagos de los hospitales para atender a los heridos más graves y que no daba tiempo a trasladar, y otros tantos aurores todavía se encontraban desenterrando cadáveres o rescatando a heridos que habían quedado atrapados entre los escombros. Por último, los desmemorizadores no daban abasto con los muggles.

Tonks miró su reloj, ya eran las tres de la mañana y estaba exhausta, pero no se podía marchar. Todavía quedaban muchas personas atrapadas y toda la ayuda era poca. Respirando hondo, se marchó a ayudar a los otros aurores.

Un grupo de magos, la mayoría ancianos se encontraban reunidos en una larga mesa, en el Ministerio de Magia inglés. Llevaban un rato hablando, y la disputa por la que había comenzado todo, todavía no había concluido. Entre todos los presentes, se encontraban Albus Dumbledore, que había sido nombrado jefe de la Confederación Internacional de Magos, y el Ministro de Magia inglés, Cornelious Fudge. Normalmente, también habría sido requerida la presencia del director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional de cada Ministerio de Magia de los países, pero esos hombres se encontraban dirigiendo los grupos de rescate en la ciudad de París, después de que se hubiera efectuado un ataque a gran escala, así que en esos momentos, solo se encontraban los respectivos ministros de magia de los diferentes países.

-¡Es un ultraje, Cornelious, un ultraje!- decía el Ministro Francés.- Nuestra comunidad mágica está aterrada, por tu culpa se han perdido cientos de vidas y solo se te ocurre decir que cometiste un error.

-Mira Richard -trataba de excusarse Fudge. Se retorcía los dedos en señal de nerviosismo.-Tienes que comprender...yo no sabía...yo no pensé...¡por dios! ¡no podía creer que el Innombrable hubiese regresado, era absurdo!

-Si había indicios de que había regresado -dijo el ministro Búlgaro.- debiste avisarnos. Por muy falsos que fueran, Cornelious, es un tema delicado y que se debe tratar con sumo cuidado. No nos podíamos permitir hacernos a un lado ante su regreso.

-Os repito que no creí adecuado sembrar el pánico ante la Comunidad Mágica -gruñó Fudge enfadado.

-Lo único que has logrado, son perder vidas humanas -dijo el Ministro Español. -Ahora él nos lleva ventaja, y no será fácil reorganizarnos y cooperar...

-¿Cooperar? -gruñó el señor Richard. -Yo no pienso cooperar con el Ministerio inglés después de lo que ha ocurrido.

-¡Por supuesto que no!- apoyó la ministra de Alemania.

-Nosotros actuaremos por nuestra cuenta- añadió el señor Richard. -Si este hombre se hizo a un lad-o señaló a Fudge.- ahora trabajaremos solos...

-¡Un momento por favor! -dijo Dumbledore alzando la voz por encima de todos.- No podemos dividirnos. Si no trabajamos juntos, no podremos acabar con esta guerra.

-¡Francia no necesita a Fudge! -exclamó enfadado Richard y algunas voces lo apoyaron. Dumbledore suspiró abatido.

-Está bien -gruñó Fudge ofendido, y se levantó de la mesa.

-Cornelious ¿qué...?

-Déjalo, Dumbledore. Está claro que el problema soy yo. Bien, presento mi dimisión, desde ahora ya no soy el Ministro de Magia de Inglaterra. Mañana mismo convocaré elecciones y en una semana habrá un nuevo ministro. Si me disculpáis... -y Fudge desapareció ante el asombro de todos.

-¿Qué significa esto? ¿Y ahora como vamos a continuar sin él?- gruñó el señor Richard.

-Por favor, os pido un poco de paciencia.- dijo Dumbledore restregándose los ojos.- La actitud de Cornelious era muy previsible. Yo me haré cargo del Ministerio hasta que se nombre a un nuevo Ministro, asumiré todas las consecuencias, pero ahora quiero que tratemos de ponernos de acuerdo para afrontar esta guerra. Si nos dividimos, jamás podremos ganar.

-Yo estoy contigo Dumbledore- afirmó la Ministra de Portugal.- Tú advertiste a Cornelious de la vuelta del Innombrable y siempre has ido con la verdad por delante, tienes todo el apoyo de Portugal. -un murmullo por parte de los demás aclaró que los presentes estaban de acuerdo con la ministra portuguesa y que tenían fe ciega en Dumbledore.

-Os lo agradezco -aseguró el director con voz cansada.- Porque la cooperación es la única manera de ganar.

-Dumbledore, dinos, ¿qué es lo que trama él, y como vamos a enfrentarlo? -Dumbledore les explicó todas las teorías que tenía la Orden acerca de Voldemort, sus seguidores y sus planes y les informó de los espías que había colocado para tratar de frustrar sus planes, sin omitir detalles.

-Escuchad -explicó el director.- la Orden del Fénix es una organización totalmente secreta y nos estamos encargando de averiguar el mayor número de cosas posibles, pero no podemos hacer milagros. Si hay ataques, podemos intentar acudir, pero la Orden está dividida en cientos de misiones y solo disponemos de unos cuantos miembros en caso de que haya un ataque.

-¿Y qué sugieres que hagamos?- preguntó el Ministro estadounidense.

-¿Recordáis la "Alianza del poder unido"?

-¿La Alianza del poder unido? -preguntó el señor Richard.- ¿qué es eso?

-Tu no estabas como Ministro entonces, Richard -explicó la ministra portuguesa. -Se pactó constituirla hace quince años, cuando el Innombrable subió al poder la primera vez. Como en esta ocasión y tú bien recordarás, el pánico se sembró por toda la comunidad mágica y no sabíamos que hacer. La Orden del Fénix de entonces, sufrió grandes pérdidas, aunque logró atrapar a Mortífagos muy valiosos. Estábamos desesperados y entonces planificamos constituir una Alianza entre todos los países. Se trataría de una organización secreta, preparada con los mejores hombres en duelo de cada comunidad y que estaría preparada para acudir a luchar contra los Mortífagos en los ataques que se presentaran. Por supuesto, sus miembros tendrían una identidad secreta, que solo nosotros conoceríamos, para garantizar la protección de sus familias y amistades. Ese grupo, se dedicaría exclusivamente a frenar los ataques de los Mortífagos y así ofrecer su protección al mundo mágico.

-Opino que es una excelente idea para combatir y defendernos- apoyó Richard y los demás presentaron sus murmullos de aprobación. -Además así, la Comunidad Mágica estará más tranquila, sabiendo que un ejército lucha por su bienestar.

-Me parece que no nos has entendido, Richard -le interrumpió Dumbledore amablemente. -La Comunidad Mágica no sabrá nada de esta Alianza.

-¿Cómo? ¿Por qué?

-Porque se trata de un grupo sumamente secreto- explicó el ministro Búlgaro. -Dejaremos que los Mortífagos pierdan su tiempo tratando de averiguar quiénes son y qué son nuestros chicos. La gente solo sabrá que son nuestros aliados porque los salvarán de los ataques, pero no se anunciará nada a la prensa respecto a esto, ¿ha quedado claro?. La seguridad de esos magos correría peligro.

-Está bien -cedió Richard frunciendo el entrecejo.- Solo una pregunta, ¿por qué no se llevó a cabo esta Alianza la vez anterior?

-Porque Voldemort sucumbió ante Harry Potter- dijo Dumbledore con parsimonia.

-Y hablando del chico- dijo un mago viejo que no había hablado en todo el tiempo. Era el Ministro Australiano.- ¿Qué hay de él?

-De eso os quería hablar- suspiró Dumbledore. -Harry acaba de cumplir dieciséis años y estudia en Hogwarts.

-¿Crees que él podría...? Dumbledore, me preguntó cómo logró vencer al Innombrable- inquirió la ministra Italiana.

-Fue por su madre- dijo Dumbledore suspirando con nostalgia.- Ella se sacrificó por él y creo un escudo protector hacia su hijo con su sacrificio. Es magia antigua, por eso Voldemort la olvidó.

-Osea que fue suerte lo que ocurrió la última vez...- titubeó decepcionado el ministro Norteamericano.

-No -aseguró Dumbledore y los demás se quedaron perplejos ante esta contestación. -Tengo que mostraros algo muy importante, algo que necesito que quede en absoluto secreto. Si os lo revelo, es porque os conozco de muchos años y confío en vosotros, pero habéis de saber que la seguridad de Harry depende de vuestro silencio.

-¿Por qué tanto misterio, Dumbledore?- preguntó el ministro Ruso.

-Porque es el motivo por el que Voldemort se introdujo en nuestro Ministerio de Magia en Junio, como ya os relaté, y el motivo por el que, aquella noche, los Potter murieron- los presentes se miraron unos a otros expectantes.

-¿Quieres decir que...no fue...no fue coincidencia?

-No- confirmó Dumbledore.- había un motivo muy poderoso por el cuál Voldemort quiso atacar a esa familia.- hizo un movimiento de varita y de la nada apareció el pensadero donde solía almacenar sus recuerdos. Tal y como hizo unas semanas atrás, el director suspiró, se introdujo la varita en la sien, retiró una hebra plateada de ella y la colocó dentro de la vasija de piedra, bajo la mirada intrigante de los demás ministros, que se arremolinaron alrededor suyo.- Lo que vais a observar aquí, es una Profecía que yo mismo escuché hace ahora dieciséis años, la misma Profecía que Voldemort trató de conseguir del Departamento de Misterios.- bajo el silencio espectral de los demás, Dumbledore tocó con la punta de la varita el contenido de la vasija y el líquido grisáceo comenzó a girar y girar hasta que la figura de la profesora Trelawney se proyectó claramente. algunos soltaron un ¡¡¡Ohh!!! y entonces la figura comenzó a hablar con una voz ronca:

"El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca...nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes...Y el Señor Tenebroso lo señalará como a su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce...Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras el otro siga con vida..."

La figura de la profesora Trelawney comenzó a dar vueltas otra vez y se volvió una hebra plateada de nuevo. Dumbledore introdujo la varita en el pensadero y devolvió el recuerdo a su cerebro. Los ministros se quedaron más blancos que el papel, observándole como si Dumbledore fuese a comenzar a reírse y a comentarles que aquello solo era una broma, pero el rostro del director era más serio de lo que nunca lo habían visto.

-¿El...el niño del que habla esa Profecía...es Harry Potter?- logró preguntar la ministra portuguesa.

-Me temo que sí -respondió Dumbledore amargamente.- Yo escuché esta profecía en un pub de Hogsmade, pero otra persona logró escucharla también. Era un seguidor de Voldemort, afortunadamente, no logró oír más que el principio y no pudo advertir a su señor del contenido real de la Profecía. De esta manera, Voldemort nunca supo que, al atacar a Harry, corría el riesgo de transferirle ciertos poderes y de señalarle como a su igual.

-Entonces... -susurró el ministro español. -¿el Innombrable sabía la existencia de dicha Profecía y por eso quiso matar al niño?

-Exacto -confirmó Dumbledore.- Al no lograrlo y sobretodo al ver que Harry había escapado de él cuatro veces, cuando sus padres únicamente lo habían logrado en tres ocasiones, se propuso escuchar el final de la profecía, quería hallar el modo de....destruirle.

-Y no lo logró- finalizó el ministro búlgaro.- la profecía fue destruida como nos contaste, gracias a Harry Potter.

-Sí -afirmó Dumbledore recordando con amargura los sucesos del mes de Junio. -Harry logró frustrar los planes de Voldemort una vez más, pero me temo que a un alto precio.

-¿Qué quieres decir? -preguntó el señor Richard.- Dumbledore esperó a que los fantasmas de su cabeza dejaran de atormentarle antes de continuar. Se levantó de su asiento y comenzó a pasear de un extremo a otro de la habitación.- El Harry Potter que vosotros esperáis encontrar ya no existe.

-¿A qué te refieres con que ya no existe? Estoy seguro de que el muchacho está muy contento con haber escapado del Innombrable y si dices que es el único que puede...

-Harry Potter ha sufrido demasiado como para que sus heridas sanen con tanta facilidad -le cortó Dumbledore. -Aquel día, en el Departamento de Misterios, perdió a su padrino, y con él, la persona a la que más quería en este mundo que se asemejaba a un padre para él. Ahora está herido emocionalmente, ha tenido que soportar cargas que ningún otro niño habría podido arrastrar y ahora además sabe el contenido de la profecía.

-Pero si ha podido llevar esas cargas- opinó la ministra de Portugal.- Entonces quiere decir que de verdad es un niño especial, que quizás sí sea posible el milagro de que acabe con el Innombrable definitivamente.

-Sí, -opinó la ministra alemana.- Es posible que sea especial, pero sigue siendo un niño y si Dumbledore ha dicho que ha sufrido mucho, será muy difícil que logre prepararse para luchar.

-Todavía existe una oportunidad -informó Dumbledore.- hay una persona que podría ayudarle a recuperarse, pero no es seguro que lo logre, porque ella misma ha sufrido mucho.

-¿Quién es?- preguntó el ministro ruso.

-Lo siento -suspiró Dumbledore. -Pero esa persona prefiere que su identidad no sea revelada hasta que esté lista para afrontarla, pero sí os diré que ella será uno de los miembros que luche en la Alianza. De todas maneras, hay una cosa que quiero advertiros. Harry Potter es un niño normal y corriente, quizás tenga ese poder que Voldemort no conoce y que se trata de la fuerza que lo impulsa a actuar arriesgando su propia vida, pero no podemos esperar que él vuelva a hacer un milagro. Nosotros somos los responsables de asumir esta guerra y si el destino pone a Harry en su lugar y le hace cobrar un papel importante lo aceptaremos, pero sino lo hace seremos nosotros quiénes lo hagamos.

-¡Pero olvidas la profecía, Dumbledore! -protestó el ministro norteamericano.- ¡Harry Potter es el único que puede terminar con el Innombrable! -Dumbledore sonrió.

-Yo no creo en un destino fijo, John. Las personas formamos nuestro propio destino y con pequeñas decisiones se pueden cambiar las cosas.

-Estoy de acuerdo con Dumbledore- opinó el ministro italiano.- Estoy seguro de que unidos vamos a ser muy fuertes.

N/A: Olaaaaa!!!!! Bueno, pues aquí tenéis el capítulo 5. Ya he empezado con el seis y no os preocupéis, q actualizare muy rápido, porq ya tengo toda la historia pensada y sé muy bien que función realizará cada personaje. Así q, lo q me cueste en escribirlo, por supuesto no voy a correr y q me salga mal, es lo q tardare en actualizar.

En el siguiente capítulo Harry tendrá un encontronazo con Christine y de nuevo Dumbledore tendrá que preocuparse por él. Y también habrá visita al Callejón Diagon con alguna que otra sorpresa inesperada.

Muchas gracias a todos/as los que leéis mi historia y por favor, por favor, dejadme reviews para q sepa si voy por buen camino y os gusta ¿vale?

De nuevo, mil gracias a los q me dejáis reviews y también a los q leéis mi fict,

Besosssss

Contestación a los reviews:

Cygni: Muchas gracias por tu apoyo, prometo no tardar mucho en actualizar.