Reviews!!!!!!!!!!

DValle: Olassss!!!! Me alegro q te guste. Sí, es verdad, Harry tiene q salir de esa depresión en la q está y poco a poco va a ir haciéndolo. Ya lo verás. Gracias por tu review!!!!! Besazos!!!

Lamia-Somniorum: Olassss!!! Muchas gracias por animarme, de verdad q me siento mucho mejor cuando recibo vustro apoyo!!!!! Leer q os gusta mi fict es algo estupnedo de verdad. Por cierto, el otro día me leí el tuyo de Un lugar, un camino y ahora estoy con la 2º parte. Mi enhorabuena, es un fict estupendo!!!! Cuando acabe de leer te dejaré un review!!!! Respecto al fict...jejej, Chris se pasa un poco, pero verás como luego es razonable su propuesta y Harry....la prepotencia es la única forma de sobrellevar su dolor sin q ella se de enteramente cuanta. Aunq no siempre será así. Pero es evidente q está enfadado con Dumbledore y q ahora q va teniendo más poder siente q se puede tomar el lujo de burlarse. Pero no te preocupes q la mayoría de veces no será así, únicamente en algun comentario, jeje. En cuanto al empeño de Chris...la verdad es q ella tiene mucha razón en como expone las cosas. Otra cosa muy distinta es como salgan al final. Bueno xica, te dejo, q veo q te voy a aburrir antes de q leas el capi, jeje. Besos!!!!!!

Gandulfo: Olass, me alegra mucho q te guste tanto mi fict, de verdad. Oír esas palabras ayudan mucho a la hora de continuar. A ver...los capis sí, son tristes, pero la verdad es q deben ser así porq sino no concordarían....Harry en este curso está bastante desquiciado por la muerte de Sirius. En cuanto a tu propuesta...sé q hay gente q no le gusta Ginny, pero hay otra q la adora, jeje, así q es complicado. Por mi parte, pienso q sí q pegan y creo q acabaran juntos, por eso lo hago de ella. Besos!!!

yo misma: Olasss!!!! Ummm...jejje, Chris te parece mala? pero la juzgas muy pronto...aún no sabes nada de ella, no puedes saber porqué es así, jejej. Sí, ella es la única q puede ayudar a harry, otra cosa es q lo logre, jjeje. En cuanto a tu pregunta...Harry comenzará a actuar a partir de Navidad y tanto q mostrará su poder, y mucho, ya lo verás. jeje. Besazos!!!!!

Gran Patronus: Wenas!!!!!! Muchas gracias!!!!!!! Sí, en el capi pasado rebélé muchas cosas, pero cada vez iré rebelando más, poquito a poco, jeje. como tú dices, en esencia. El entrenamiento de Christine cambiará a Harry, obviamente tiene q hacerlo, pero él siempre conservará una parte de sí mismo, así q no te preocupes. Y en cuanto a lo de la comida...jeje, sí, comerá más, Chris se encargará de ello. Me alegro mcuho q te guste ella, hay gustos para todo, jeje. hay a gente q no le gusta. Y muchas gracias por tu apoyo. Besazos!!!! Igualmente deseo q tú también estés bien.

¡Muchas gracias!!!!!!!!

Marla: Olasss!!!! Me alegro mucho de q alguien se de cuenta de q Christine debe ser así de dura con Harry!!!!!! Pasando a Snape...jejej, lo siento, pero ese personaje no es muy bueno con Harry y se seguirá portando mal. Por ahora...jejej, Harry no podrá hacer nada para evitarlo, pero sí, alguna vez lo pondrá en su sitio, igual q hizo Lupin. jeje. Te aseguro q Harry es muy poderoso, pero todavía lo será mucho más, le queda mucho por recibir por parte de Chris y te aseguro q lo demostrará. Espero q te siga gustando el fict, y no te preocupes q no lo dejaré a medias. Besazos!!!!!

CAPÍTULO 14: UN MOMENTO DE DEBILIDAD.

-...es por eso que son realmente fuertes, la mayoría de los hechizos lanzados contra su piel no sirven de mucho, a no ser que haya una congregación de magos numerosa o un gran poder mágico.- Christine se paseaba de un lado para otro señalando la pizarra, donde había el dibujo de un gigante. Hermione tragó saliva, ella y Harry habían sufrido en sus propias carnes la experiencia de ver a un gigante desafiando a una bandada de centauros. Parvati levantó la mano.- ¿Sí, señorita Patil?

-¿Por qué se han unido a Voldemort?- la clase se sumió en el más profundo de los silencios. Los estudiantes de Slytherin, se giraron sobresaltados hacia la chica y le enseñaron los dientes con odio, ella, sin embargo, no se amilanó. Pero no fue la única. Christine también se quedó parada sin poder reaccionar. Acababa de escuchar a una alumna, y una alumna normal y corriente, que procedía de una familia de magos, nombrar a Voldemort sin aparente temor. Dirigió la mirada hacia Harry y vio que el chico le sonreía con complicidad, entendió lo que pasaba y le devolvió la mirada, para luego dirigirla a Parvati. Algunos miembros del ED parecían muy satisfechos con el sobresalto que se habían llevado los demás.

-Generalmente, las criaturas del mundo mágico no tienen unas leyes fijas.- explicó Christine como si no hubiese sucedido nada.- Algunos, como podrían ser los vampiros, tienen instintos asesinos por naturaleza y eso ha provocado durante siglos el rechazo de los magos. Los hemos tratado de apartar de nuestro camino, los hemos ocultado y olvidado de nuestras vidas y hemos creado leyes que les dificultan la existencia. No podemos esperar, que ahora que necesitamos su ayuda, se unan a nosotros sin más. No, Voldemort conoce muy bien que ese tipo de criaturas se mueven por los instintos y les ha proporcionado las libertades, las presas y los derechos que nosotros los magos les hemos robado.- Christine sonrió y miró a la clase esperando alguna pregunta. Como nadie dijo nada más, miró su reloj de pulsera y añadió.- Bien, eso es todo por hoy, de deberes...un pergamino entero sobre las maldiciones más convenientes para realizar contra los gigantes y sus puntos flacos.

Hubo un murmullo de protestas, pero la gélida mirada de la profesora bastó para que todo el mundo dejará de hablar y comenzara a recoger sus cosas en silencio. Christine se acercó a donde estaba Harry y le susurró muy bajito para que Ron y Hermione, que estaban más preocupados de meter los libros en la mochila, no escucharan.

-Harry...ya sabes que tú no hace falta que me lo entregues, nos vemos esta noche.

-De acuerdo.- murmuró Harry inexpresivo, pero cuando levantó la cabeza para mirar a Christine vio como la profesora se llevaba una mano a la cabeza y cerraba los ojos. Harry abrió ligeramente la boca, en el momento en que la mujer abría de nuevo los ojos y miraba a ambos lados con gesto preocupado, mordiéndose ligeramente el labio inferior.

-¿Qué ocurre?- le preguntó Harry en un susurro apenas inaudible, pero Ron y Hermione, que acababan de levantar la cabeza de sus mochilas, también notaron el extraño comportamiento de la profesora.

-¿Se encuentra bien, profesora Byrne?- titubeó Hermione algo confusa, mirando a Ron de soslayo. Christine hizo un gesto brusco, como si estuviera enfadada de que la hubieran visto.

-Sí, no se preocupe, señorita Granger. Vayan a la siguiente clase.- Ron y Hermione volvieron a mirarse nerviosamente y comenzaron a salir, pero Harry se quedó y observó a Christine atentamente, con el rostro muy serio. Ella lo perforó con la mirada.

-¿Qué es lo qué ocurre?

-Márchese, Potter.- respondió duramente la profesora, lo suficientemente alto para que Ron y Hermione se fijaran en su amigo. Harry no tuvo más remedio que seguirlos. Cuando los vio desaparecer por la puerta, Christine golpeó con violencia el escritorio.

-¡Maldita sea!-murmuró.- ¿Y ahora qué ocurre?

Lo que no se imaginaba la profesora es que Hermione no se iba a rendir tan fácilmente. Y nada más salir por la puerta, cogió a sus dos amigos por la túnica y los tres se asomaron por el marco para ver lo que ocurría. Un grito ahogado les recorrió a los tres cuando descubrieron que su profesora, rodeada de una luz blanca, desaparecía de la habitación.

Hermione se incorporó y se giró para ver las reacciones de los dos chicos. Harry parecía estar muy sumido en sus pensamientos y Ron se rascaba la cabeza confusamente.

-No puede ser...- susurró la chica.- Simplemente es imposible...

-¿Qué no puede ser?- preguntó Ron, que parecía ser el único que no se había percatado de la situación real.- Vale, tiene una desaparición un poco singular, eso de la luz mola, pero por lo demás, no hay nada de raro.- Hermione soltó un bufido de exasperación.

-¡Ay Ron! ¿Todavía, después de todos estos años conmigo, no se te ha gravado en la cabezota que es imposible aparecerse y desaparecerse en Hogwarts?- Ron abrió mucho la boca, medio atontado.

-Pero....pero...- señaló al aula de Defensa Contra Las Artes Oscuras, ahora vacía.

-Sí, sí, sí,- se inquietó Hermione.- ¿Cómo ha hecho eso la profesora? Es imposible...nadie, estoy segura, es...

-Quizás haya encontrado la forma de hacerlo, Hermione.- razonó Ron temiendo que su amiga entrara en un ataque de histeria.

-¡Ni siquiera Voldemort podría!- gritó Hermione. Y se giró para mirar a Harry, que seguía absorto en sus pensamientos.- Díselo tú, Harry, dile que es imposible... -Harry no respondió de inmediato. Estaba recapacitando. Herrmine tenía razón, era imposible hacer lo que acaba de hacer Chris, él lo sabía, y sin embargo...Pero sin duda, era mejor ocultárselo a sus amigos, decir cualquier estupidez que pudiera delatar a Christine, no debía buscarle problemas, ya se lo preguntaría más tarde en las clases.

-La verdad Hermione.- dijo fingiendo indiferencia. Tal vez haya habido un error o ella encontró la forma de hacerlo...no sé, lo mejor es olvidarlo.- Hermione abrió los ojos como platos sin comprender la actitud de su amigo.

-Está bien- suspiró y comenzó a correr por los pasillos.

-¿A dónde vas?- le gritó Ron.

-¡A la biblioteca!

-¡Pero si tenemos clase con Binns!- pero Hermione no contestó y siguió corriendo hasta perderse de vista.- ¡No quiero copiar apuntes!- Ron miró a Harry desesperado.- Debe de tener muchísima curiosidad si se salta una clase.- Harry se encogió de hombros.

-Creo que vamos a tener que tomar apuntes.

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-¿Recuerdas nuestra primera conversación, cuándo te convencí para que dieras clases en Hogwarts?- preguntó el director del colegio, que aquella noche se encontraba en su despacho, acompañado de una de sus profesoras. Llevaban mucho tiempo callados, pensando, y ya habían pasado varios días en que no hablaban detenidamente, como solían hacerlo antes.

-La recuerdo.- contestó Christine, mirando a través de la ventana y observando, como siempre hacía, el campo de quiddich. Dumbledore meditó unos segundos y luego contestó.

-Has cambiado mucho desde aquella ocasión, y no creí que lo hicieras de esta forma.

-¿A qué te refieres?- preguntó la profesora distraídamente, sus ojos parecían perdidos en la oscuridad de la noche.

-Dijiste que no podrías soportar hacerle daño a Harry, pero veo...que ese problema está solucionado. ¿No sientes ninguna compasión hacia él, verdad?- los pequeños y penetrantes ojos de Dumbledore se clavaron en la espalda de la mujer, que una vez más, se mostró ausente.

-Es necesario y lo sabes.

-Sí, lo sé.- aseguró el director.- He visto a los alumnos, observó detenidamente a Harry y me estoy dando cuenta de que tu labor aquí, es muy importante.

-¿Sin embargo...?- recitó Christine, y Dumbledore volvió a sonreír.

-Sin embargo, creo que te estás equivocando de la forma en la que tratas a Harry.- ahora fue Christine la que sonrió.

-¿En serio? Pues yo creo que vamos avanzando. Está comenzando a cerrar su mente mucho más rápido, te recuerdo que estamos a finales de Octubre, en dos meses ni siquiera Lord Voldemort podrá penetrar en ella. Y he descubierto muchísimas cosas acerca suyo...

-... cosas que él no te ha contado.- terminó el director.- Cosas que viste en sus recuerdos y que seguro fueron especialmente dolorosas.

-Y a pesar de todo...él mismo me habló acerca de Sirius.- le recordó Christine.- Es cierto que sigo sin agradarle pero sabe que soy la única baza que tiene.

-¡Christine!- le reprendió Dumbledore severamente y se acercó hasta la ventana para obligarla a que le mirara a los ojos.- Te dije que le ayudaras a superar la muerte de Sirius Black y que trataras de sobreponerlo con una máscara, pero bien sabes que no me refería a que lo volvieras como tú...

-Ser como yo, como tú dices, es lo que me ha mantenido con vida hasta ahora.- replicó Christine, mirando por primera vez a los ojos de Dumbledore.

-Así no era como tenían que salir las cosas.- suspiró el anciano.- Se trataba de que le tomaras cariño, de que él viera en ti a una persona de tanta confianza como veía a Sirius, de que él te cambiara a ti y tú lo ayudaras a sobreponerse..., pero sólo he visto mucha más frialdad por tu parte y un Harry que no es el que conocimos...

-No habrá otra persona que pueda reemplazar la confianza que Harry le tenía a Sirius.- dijo Christine apretando los dientes, sus ojos brillaban inusualmente.- Lo he visto en su corazón. Vives en un cuento de hadas, Dumbledore, ¿pensaste que todo iba a ser bonito y maravilloso? ¿qué él iba a quererme como a una madre? ¡Pues te equivocaste! Si alguna vez quedó algún atisbo en mí de mi antigua personalidad, murió la noche en la que murieron los Potter, murió con...- no pudo terminar la frase, porque aquellos recuerdos se le hacían vagamente familiares, comparando la luna que brillaba intensamente a través del gran ventanal del despacho del director.- Él no siente ningún afecto hacia mí, ni pretendo que lo sienta... -giró el rostro de nuevo hacia los ojos del director e hizo una mueca de desagrado.- mira donde nos ha llevado a amar tanto, Dumbledore...mira como estamos ahora, no. Me juré no volver a sentir ese dolor tan grande jamás y no caeré de nuevo en su trampa, voy a ser fuerte, yo voy a resistir.

-¡No puedo creerme que no te importe Harry, que no te haya importado contemplar en sus recuerdos la muerte de Sirius, no me lo creo...!- Christine le rehuyó la mirada.- Por supuesto que te importa, darías tu vida por él y lo sabes...

-Es mi trabajo hacerlo. Únicamente por eso. No tengo compasión de Potter, no, miento, sí la tengo, tengo compasión del niño que habéis hecho que sea, lo habéis condenado, lo habéis llevado al camino del sufrimiento...bien sabes que su destino requiere una personalidad tan fría como la mía, y es mi trabajo proporcionársela y no puedes detenerme..., no es algo que esté a tu alcance.

-La única carta a su favor que tiene Harry en esta guerra- le advirtió Dumbledore.- es que todavía puede sentir, que todavía es humano...

-Tal vez ya no lo sea.- soltó Christine.

-Entonces tú misma lo has condenado.- hizo una pausa, en la que ambos se miraron profundamente y luego regresó a su sillón y se dejó caer sobre él, entrelazando las manos de dedos largos.- ¿Sabes qué es lo que le salvó de ser poseído por Voldemort en el Departamento de Misterios?- Christine negó con la cabeza.- Yo pude oír su voz, pidiéndome que le matara...y Voldemort esperaba que lo hiciera. Cuando estaba pensando un modo de salvarlo, él mismo lo hizo. El dolor por la muerte de Sirius le ayudó, quiso que yo lo matara para poder estar con Sirius...y Voldemort no pudo soportar estar en un cuerpo lleno de un poder tan grande que desconocía...el amor...

-Una buena jugada, sin duda.- aseguró Christine. pero yo también tengo un as en la manga.

-¿A qué te refieres?- ella sonrió al ver que el director se mostraba interesado.

-A que bajo la frialdad y la inhumanidad que esconde Harry, hay un sentimiento que siempre le hará conservar ese poder, y son sus amigos. Mientras Harry siga teniendo ese instinto de protección hacia ellos, mientras siga teniendo ese impulso que lo llevó a ir a salvar a Sirius al Departamento de Misterios, conservará ese poder, bajo la máscara que le he impuesto.

-Espero que no te equivoques, Christine, espero que tu gran as bajo la manga no se gire en tu contra.

-No lo hará. Porque esta vez no cometeré los mismos errores que la última vez, y que me condenaron a ser lo que soy ahora...

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Había llegado el otoño, el castillo ya no era el lugar cálido y reconfortable de aquellos primeros días de Septiembre, la fecha esperada por todos, Halloween, se acercaba y con ella el primer partido de quidditch de la temporada: Gryffindor contra Ravencraw.

El equipo de Gryffindor, capitaneado por Harry, se había entrenado muy duramente durante el último mes y estaban sumamente nerviosos por jugar el primer partido. Ron se solía pasear por la sala común en aquellos días, repitiéndose a sí mismo, "Weasley eres el rey, Weasley eres el rey", actitud que ponía de los nervios a Hermione.

Euan había bajado a la biblioteca y había cogido "Quidditch a través de los tiempos", libro que le había recomendado Harry, y también se pasaba horas y horas revisando estrategias y realizando ejercicios de relajación.

Ginny había adoptado la postura de Harry y ambos se mantenían muy tranquilos, junto con Alicia, eran la estabilidad del equipo. Ginny confiaba tanto en Harry y en su escoba que no dejaba lado al miedo, Alicia tenía demasiada experiencia como para preocuparse y Harry tenía toda la seguridad y frialdad que durante semanas le había estado inculcando Christine. Las clases con la profesora habían variado totalmente su forma de ser, parecía incapaz de sentir ningún sentimiento que no fuera la propia y dulce venganza, que le visitaba en sus sueños.

En el fondo de su ser, habían dos cosas que todavía le atormentaban el alma: la preocupación por sus amigos, que era su parte humana, y el sentimiento de culpabilidad por no poder sacarse de la cabeza a Sirius. Lo había intentado por todos los medios, pero sus sueños no le dejaban márgenes y aquello había acarreado más de una discusión con Christine.

Pero para cuando llegó el viernes de Halloween, día del partido, Harry no tenía nada más en mente que ganar, había adoptado esa postura competitiva también a raíz de las clases con su profesora.

-Mañana hay salida a Hogsmade.- les informó Hermione emocionada, que acababa de llegar de ver el tablón de anuncios. Harry, Ron y Ginny estaban sentados en las butacas de la Sala Común repasando estrategias y apunto de dirigirse a los vestuarios.

-¿En serio?-preguntó Ron contentísimo.- ¡Perfecto! ¡tengo muchas cosas que comprar en Honeydukes!.

Poco después, Hermione se había dirigido a las gradas de Gryffindor y sentado al lado de Parvati y Lavander y ellos al vestuario para cambiarse.

La profesora McGonagall, como premio por haber ganado la copa el año pasado había encargado comprar túnicas nuevas, a medida de los nuevos jugadores, y además, llevaban el nombre grabado en la espalda.

Ron ayudó a su hermana a atarse bien la túnica, pero él estaba tan nervioso que temblaba.

-Bien.- dijo Harry con determinación cuando estaban a punto de salir al campo.- Ya sabéis lo que tenemos que hacer. Hemos ensayado estas jugadas durante los entrenamientos y conocemos a los jugadores de Ravencraw, así que solo tenemos que hacerlo como siempre, ¿de acuerdo?- hubo un murmullo de asentimiento.- Euan, quiero que entre tú y Ginny os ocupéis de marcar, Alicia se va a encargar de Davies, es el mejor del equipo. Ron, sólo controla tus nervios y podrás pararlas todas, eres un gran guardián.

-Gracias- dijo Ron algo cohibido.- Entonces...¡a ganar!

-¡A ganar!- respondieron los demás levantando los puños.

Cuando el equipo de Gryffindor saltó al terreno de juego, Ravencraw acababa de ser presentado. Ahora que no estaba Lee, el puesto de comentarista se lo habían dado a Dean Thomas, vigilado muy de cerca por la profesora McGonagall.

Harry rodeó el campo con su Saeta de Fuego mientras Dean los presentaba y observó que estaba completamente lleno. Las gradas de Slytherin los abucheaban y comenzaban a cantar la dichosa canción de humillación a Ron. Harry miró a su amigo y le hizo un gesto de confianza, que éste devolvió con una sonrisa.

La señora Hooch los llamó y Harry y Davies se dieron la mano, el chico de Ravencraw apretaba algo más fuerte de lo normal. Entonces los dos se separaron y tomaron posiciones en el campo. La señora Hooch abrió la caja de las pelotas y las dos bludgers y la snitch dorada salieron disparadas. La pequeña pelota alada, revoloteó durante unos instantes cerca de donde estaba Harry y en seguida se perdió de vista. Entonces, con el silbido inicial y el atrape de la quaffle por parte de Alicia, dio comienzo el partido.

Harry observó como Alicia le pasaba la pelota a Ginny y ella se iba a obstaculizar a Davies, antes de comenzar a fijarse en la snitch.

-Hola Harry.- le saludó una chica de una larga melena negra y una sonrisa preciosa. Era Cho. Harry no pudo evitar sonrojarse.- ¡Que gane el mejor!

-¡Lo mismo digo!- dijo Harry y comenzó a dar vueltas por el campo buscando a la snitch. Los comentarios de Dean hacían eco en las gradas.

-...Weasley se la pasa a Abercrombie, éste a su vez se la devuelve, parece que la función de Spinnet es obstaculizar a Davies porque no lo deja ni a sol ni a sombra, Weasley hace un quiebro...se acerca a la meta, esquiva la bludger lanzada por uno de los golpeadores del equipo de Ravencraw...está muy cerca...va a lanzar y...¡GOL! ¡PRIMER TANTO PARA GRYFFINDOR!

-¡No es gol, Dean!- protestó Seamus.- Eso es en el deporte muggle.

Pasaron unos minutos y Gryffindor había anotado tres veces más, parecía que el marcaje dirigido hacia Davies había puesto muy nerviosos a los demás jugadores de Ravencraw, y la combinación entre Ginny y Euan era perfecta. Harry no encontraba la snitch y deseaba acabar el partido lo antes posible, Cho le pisaba los talones muy de cerca...

-¡Y SÍ, SEÑOR! ¡ESO ES UNA ESCOBA; MIRAD COMO VUELA LA FLECHA PLATEADA! ¡WEASLEY SE ANOTA OTRO TANTO PARTICULAR! ¡DIOS SANTO! ¿DE DÓNDE HABRÁ SACADO ESA ESCOBA?

Harry dejó de buscar la snitch unos segundos para ver el tanto de Ginny y se rió por el comentario de Lee. Desde las gradas, ni siquiera Malfoy podía seguir cantando la canción de "A Weasley vamos a coronar", porque Gryffindor estaba haciendo un buen papel y estaba boquiabierto de que Ginny tuviera una escoba así.

Tuvo que apartarse rápido porque una bludger casi le golpea en la cabeza.

-¡Chambers se acerca a la meta, se la pasa a Bradley, Bradley busca con la vista a Davies pero éste sigue totalmente marcado por Spinnet, menuda labor está haciendo el equipo de Gryffindor, Bradley se la devuelve a Chambers, que esquiva a Abercrombie y...¡Marca Ravencraw! ¡El guardián no ha podido hacer nada, y el marcador refleja ciento veinte a treinta a favor de Gryffindor!

Harry comenzó a buscar con más ahínco. Si él no encontraba pronto la snitch el partido duraría eternamente. Cho iba detrás y cuando aceleró la saeta para bajar en picado y buscarla por otra parte, la vio. La snitch revoloteaba muy cerca de los aros de Ravencraw. Cho también la había visto. Ambos aceleraron al máximo sus escobas y se pusieron a la par a ras de suelo para perseguir a la snitch. Iban hombro con hombro, en una lucha encarnizada, rozaban el césped con los pies y ambos alargaron la mano a la vez, pero Harry había logrado acelerar más su escoba y alcanzó a la snitch antes que Cho. Entonces la chica perdió el equilibrio de su escoba y se cogió a la túnica de Harry y ambos cayeron rodando por el césped a la vez que sus escobas golpeaban contra el suelo y se desperdigaban por la hierva.

Cho se agarró bien a Harry y abrazados e impulsados por la caída rodaron por el césped hasta detenerse, donde Cho quedó encima de Harry, con sus caras muy cerca.

Ambos se rieron por la caída y entonces Cho apartó el pelo sudado de la cara de Harry, mientras sus corazones se aceleraban y fue acercándose lentamente hacia sus labios. Estaba a punto de rozarlos cuando Harry la apartó con delicadeza y se puso en pie.

Cho se quedó muy confundida y miró al muchacho con tristeza, otra vez estaba empezando a llorar.

-Harry...¿qué...?

-Lo siento, Cho- se disculpó él con el rostro serio. Pero no me gustas.-La chica se fue corriendo y secándose las lágrimas en los ojos, seguida por Davies y alguno de sus compañeros de equipo. Harry la vio alejarse y suspiró, pero no tuvo tiempo de pensar en nada más porque unos bultos se le lanzaron encima.

-¡Hemos ganado, hemos ganado!- decía Ron emocionado. La gente salía de las gradas para felicitarlos.

Kirke y Sloper chocaban sus manos con Euan y Alicia estaba también abrazada a ellos.

-¡Menudo corte le diste a Cho!- le gritó Ron entre la gente que se arremolinaba en torno a él. Harry sólo sonrió y buscó con la mirada a Ginny, pero no estaba entre la multitud. Hermione, como adivinando sus pensamientos le señaló hacia los vestuarios. Ginny, solitaria, corría hacia ellos. Harry miró a su amiga confusamente.

Pero, zafándose como pudo de los abrazos de la gente, se escabulló y también salió corriendo hacia los vestuarios.

El barullo de gente le gritaba, elogiándolo por su actuación, pero Harry sólo tenía en mente llegar hasta donde estaba Ginny y preguntarle porque no estaba celebrando el triunfo con ellos, si había hecho un partido extraordinario.

Entró en el túnel de vestuarios, las paredes hacían eco con los gritos de victoria que se escuchaban desde el campo de quidditch.

Torció a la derecha y entró directamente en los vestuarios del equipo de Gryffindor. Estaban vacíos. Decepcionado, y pensando que Ginny ya estaría dentro del castillo, se dio la vuelta para marcharse cuando escuchó un sollozo que provenía de una de las duchas. Con el corazón en un puño se acercó hacia allí y con mucho cuidado abrió la puerta de la ducha.

Ginny estaba allí. Estaba apoyada en la pared y le caían lagrimones por la cara. Cuando vio a Harry se asustó y casi se da con la cabeza en los grifos.

-¿Qué haces aquí?- le preguntó con la voz ronca y tratando de disimular que estaba llorando. Harry estaba totalmente asombrado con el comportamiento de la chica.

-Te estaba buscando. ¿Por qué no estás celebrando el triunfo con nosotros?

-Márchate Harry.- le cortó Ginny sin poder contener las lágrimas.

-No me iré hasta saber lo que te ocurre.- respondió él tozudamente.

-Por favor vete, quiero estar sola.- Harry negó con la cabeza.- ¡Vete!- el chico volvió a negar, y entonces Ginny abrió el grifo de agua fría y el agua comenzó a empaparlos a los dos. Ella había esperado que Harry se enfadara mucho y saliera de allí pitando, pero en cambio, el muchacho ni se inmutó, se quedó allí plantado, con los brazos cruzados y como si el agua fría no estuviese cayendo a presión.

-¿Somos amigos, verdad?- preguntó Harry entrecerrando un poco los ojos para vislumbrarla a través del agua. Era como si no se hubiese dado cuenta de que se estaba mojando.- Mira, últimamente hemos hablado mucho y nos hemos contado cosas, así que, ¿por qué no confías en mí?- Ginny comenzó a sollozar con más fuerza, mientras negaba con la cabeza. Harry se acercó a ella y le cogió la barbilla con una mano para obligarla a que le mirase. Cuando sus ojos conectaron, ambos sintieron como una descarga en el cuerpo, una sensación que nunca habían sentido.- Ginny...

-¿La quieres?- preguntó la chica con pesar.- ¿Quieres a Cho?- Harry se tranquilizó tanto de que Ginny le estuviera preguntando eso y de que no fuera algo mucho más grave, que dejó entrever una sonrisa.

-No, no la quiero.

-Pero...ella...se acercó y...

-Intentó besarme, sí, es verdad.- confirmó Harry.- Pero yo la rechacé.- Ginny abrió la boca sorprendida.- Ahora debe de estar siendo consolada por Davies.

-Pero yo creí que...que ella y tú... -Harry volvió a sonreír y negar con la cabeza.

-Escúchame,- acercó su cara un poco más a la de ella.- Es cierto que el año pasado me gustaba y que salimos una vez juntos, pero ahora todo es diferente. Creo que en realidad no la quería porque me di cuenta que no significaba nada para mí, tras la muerte de Sirius.- A Harry se le contrajo el estómago y Ginny lo miró con pesar, sin saber que hacer o qué decir.- Es como si mi vida se hubiera dividido en dos partes, una antes de la muerte de Sirius y otra después. Todo mi pasado no existe, pertenecen a otra realidad que prefiero ignorar o enterrar, no lo sé, pero te aseguro que Cho está dentro de ese pasado. Para mí, nada antes de Sirius existe.

-Harry...no creo que deban ser así las cosas.- Ginny bajó la mirada arrepentida de lo que iba a decir.- Cada vez que ves a Cho te sonrojas, te he visto, a ti te gusta ella, es muy guapa y sólo por lo que...por lo que ocurrió, no debes dejar de olvidarla, si es verdad que te gusta.- Para extrañeza de Ginny, Harry volvió a sonreír, esta vez, un poco inquieto. Y si no hubiera estado cayendo agua sin parar, la chica se hubiera dado cuenta, que Harry también estaba rojo en aquel momento.

-Bueno...verás, es que suelo sonrojarme cada vez que una chica me mira, o me sonríe, no he sido capaz de aguantarle la mirada nunca...me da vergüenza.- Harry también había bajado la cabeza y ahora era el turno de reír de Ginny.

-¿En serio? No sabía que...-El muchacho levantó la cabeza contento de haberla hecho reír y la miró a los ojos penetrantemente.

-Creo que mi padre se avergonzaría de mí si me viese.- explicó Harry encogiéndose de hombros, sin dejar de sonreír.- Sirius me contó que era muy popular entre las chicas y muy...gallito. Está claro que no lo he heredado.- ambos rieron con fuerza, hasta que Harry volvió a adoptar su semblante serio.- Sólo hay una chica a la que puedo mirar a los ojos.- Ginny también paró de reír.- Y esa eres tú.

El agua seguía cayendo con fuerza, pero para ninguno de los dos tenía importancia. Harry observó como el labio inferior de Ginny temblaba de frío o de miedo y sintió como todo su mundo se derrumbaba. Todo lo que le había dicho Christine, todo lo que había sucedido, todas las cosas que debía hacer, las batallas que pelear, eran cosas insignificantes comparadas con ese mágico momento, nada tenía sentido más que seguir acercándose a los labios de Ginny. ¿Qué importaba si tenía el destino de proteger a sus amigos y acabar con Voldemort? ¿Qué importaba si estaba rompiendo las reglas que le había impuesto Christine, al privarle de amar, de sentir? Nada tenía sentido entonces, había olvidado ponerse la máscara cuando entró en el vestuario, había olvidado por completo que estaba siendo débil, que algún día, ese error garrafal que estaba a punto de cometer le iba a costar caro, que iba a poner en peligro todo lo que tenía y en todo lo que creía, que era un amor prohibido, y que él, Harry Potter, no podía ser humano. Pero estaba vivo, podía sentir como el latido de su corazón se aceleraba, podía notar una fuerza que lo impulsaba a acercarse a ella, a tenerla entre sus brazos, a tocar al borde del delirio cada milímetro de sus labios, de esos labios carmesí, que ahora temblaban. Ella estaba indefensa y él había roto cualquier promesa que hiciera a Christine o que se hiciera a sí mismo.

Ginny sentía como si todo su mundo y su vida cobraran sentido en aquel momento. ¿Cómo habían vuelto a surgir esos sentimientos? ¿Cómo había logrado que él se fijara en ella? ¿Por qué estaba allí, con ella, y había dejado escapar la ocasión de besar a Cho? Sus motivos, explicados segundos atrás se le revolvían en la cabeza, no podía creer que fueran ciertos, pero esa forma en la que él se estaba acercando, en la que ella temblaba bajo el agua, en la que los dos iban a ser uno, le hacían confirmar las palabras del chico. Si aquello era un sueño, mejor no despertar nunca de él.

Harry se acercó lentamente hasta los labios de Ginny y ambos cerraron los ojos. Se podían formar chispas en el ambiente, porque ambos temblaban. Rozó con sus labios los de ella, que estaban empapados de agua y dejó que se deslizaran suavemente, con un contacto muy leve, pero muy sentido, los mordisqueó dulcemente y dejó que temblaran sobre los suyos. Entonces Ginny abrió lo suficiente la boca como para que Harry introdujera su lengua en ella y comenzara a juguetear con la de ella. Un beso, que había comenzado simplemente con el roce de los labios, se convirtió apasionado, sin abandonar la dulzura y la calidez con la que ambos habían explorado al otro. Y entonces, Harry acercó su cuerpo al de ella, sujetándola por la cintura y Ginny le colocó las manos alrededor del cuello y sus cuerpos se fusionaron en uno.

Las respiraciones eran agitadas y los latidos del corazón de ambos bombeaban con violencia. Cuando sus pechos se juntaron, ambos pudieron notar el palpitar del corazón del otro, como si fuera su propio músculo y se separaron bruscamente, asombrados por la velocidad a la que su cuerpo reaccionaba. Ginny se puso la mano en el corazón para tratar de suavizar los latidos, mientras escuchaba jadear a Harry.

Entonces se escucharon lejanos los gritos de celebración entrando por el túnel de vestuarios. Harry y Ginny se quedaron mirándose como si fueran estatuas, dejando chorrear el agua sobre su pelo y ropa. Fue un momento mágico, que sólo se rompió con el sobresalto de los gritos mucho más fuertes y las canciones de alegría de los componentes del equipo de Gryffindor.

Harry fue el primero en reaccionar y apagó el grifo de agua, abrió la puerta de la ducha, se acercó a uno de los armarios, cogió una toalla y cubrió a Ginny, que temblaba de frío, con ella.

Ginny se quedó parada, entonces Harry se llevó el dedo a la boca, indicándole que no hiciera ruido y él cogió sus cosas y salió a hurtadillas por la puerta que daba directa al castillo, ya se ducharía en la Torre de Gryffindor.

Ginny hizo caso y cerró la puerta de su ducha para comenzarse a desvestir y tomar su ducha.

-Empecé a mirarte con deseo y hoy lo haré con esperanza...- susurró con una sonrisa en los labios.

Cuando Ron y los demás componentes del equipo entraron, no se percataron de nada.

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Aquello era sin duda el peor ataque que estaba sufriendo el Callejón Diagon hasta la fecha. Un centenar de Mortífagos se había presentado para destruir todo a sus paso y matar cuanto más magos mejor. Ya no importaba si eran de sangre limpia o no, simplemente, Voldemort tenía un objetivo y cuantos se pusieran en su camino iban a ser aniquilados. Por eso, muchos magos, temiendo por sus vidas o por las de sus familias, se habían alistado a sus filas, lo que provocaba constantemente temores entre la gente, que no sabía quiénes eran sus amigos o con quiénes se rodeaban.

Mientras los aurores del ministerio se enfrentaban con mucha desventaja a los mortífagos, la Alianza se presentó allí para tratar de ayudar, y fue una suerte, porque muchos cadáveres se encontraban desperdigados por el suelo.

Christine cerró los puños con fuerza al ver muerta a una madre, protegiendo a su hija. Cuando cinco mortífagos dirigieron sus hechizos contra ella, con las manos creó un escudo protector que los repelió y luego se dirigió hacia ellos para atacar.

-¡Hestia!- un miembro de la Orden del Fénix acababa de recibir la maldición cruciatus. Tonks se acercó hacia donde estaba la mujer tendida y retorciéndose y apuntó al Mortífago con su varita.

-¡Imperio!- la maldición imperdonable dio en su blanco y Tonks le ordenó que fuera a encargarse de uno de sus compañeros.- ¿Estás bien?- Hestia asintió y se reincorporó tambaleándose con la ayuda de su amiga.

-Tenemos que detenerlos. No pueden continuar destrozando todo a su paso y matando gente.

-Son muchos.- se lamentó Tonks.- ¿Cómo puede ser que cada vez sean más?-Hestia no tuvo tiempo de responder porque tuvieron que esquivar un haz de luz roja que se dirigía hacia ellas, y ponerse a cubierto detrás de un montón de escombros.

Un rayo verde se dirigió hacia ella y dando un giro sobre sí misma, hondeando su capa roja que le llegaba a cubrir el rostro, desapareció para volver a aparecer detrás del mortífago que le había lanzado la maldición Avada Kedavra. Sacó de su túnica una varita muy fina y gritó:

-¡Incarcelous!- inmediatamente, unas cuerdas amarraron al hombre, que cayó al suelo tratando de soltarse.- Ni intentes desaparecerte, te lancé antes un hechizo antidesaparición.

-¡Maldita!- Christine le sonrió burlonamente.

Le duró poco la sonrisa porque tuvo que esquivar otro haz de luz verde. Se dio la vuelta para ver quién se lo había lanzado y vislumbró a través de la capucha del mortífago unos gélidos ojos grises.

-Volvemos a encontrarnos...Christine.- susurró el mortífago arrastrando las palabras.

-Lucius...por fin muestras tu verdadera cara...- la sonrisa irónica de Christine volvió a asomarse por su rostro cubierto.- Así que me has reconocido...

-¿Quién si no podría pelear del mismo modo que tú?- había algo extraño en el sarcasmo que mostraba Malfoy y su tono de voz enfureció mucho a la mujer.

-Ve y dile a tu señor que aquí le espero, que va a pagar bien caro todo lo que hizo, que le tengo una sorpresita guardada que ni siquiera él imagina...

-¿Y por qué no me lo dices a la cara?- a Christine se le paralizó el corazón. Estaba de frente, mirando a los ojos grises de Lucius Malfoy, quién se mostraba ahora muy satisfecho y con mucha prudencia, se dio la vuelta. Alto, con los ojos rojos de mirada congelante y nariz sin a penas orificios, como de serpiente, Lord Voldemort había hecho su segunda aparición en público. Un auror del ministerio que estaba cerca, lo apuntó con el dedo tembloroso y gritó:

-¡Es el Innombrable! ¡Es el Innombrable!- muchos de los que estaban cerca comenzaron a huir y otros se habían quedado paralizados sin saber qué hacer o qué decir.

Hestia, Tonks y ahora Lupin que se habían unido a ellas, salieron de detrás de los escombros y comenzaron a lanzar maldiciones a los mortífagos, que habían aprovechado la llegada de su señor para matar o herir a los aurores que se habían despistado.

Christine estaba de pie mirándole. Sus ojos azules brillaban en intensidad a través de su capucha y la energía estaba rodeando su cuerpo. Apretaba con fuerza los puños, deseando atacar al hombre que estaba frente así, buscando venganza, sabiendo que esa pelea podía costarle la vida y quebrar por segunda vez su misión. Sí, era poderosa, mucho más de lo que había sido en el pasado, sus años de soledad le habían servido para alimentar su odio y hacer crecer su poder, había visitado el infierno mismo, había vivido una vida maldita desde el mismo momento en que Voldemort se había cruzado en su camino, desde el mismo momento en que había desafiado las leyes de su naturaleza y había roto las reglas. Las reglas, que tan despreocupadamente había pasado por alto. El destino le había devuelto la moneda y ahora que tenía la oportunidad de vengarse, no la iba a desaprovechar.

-Así que...has vuelto.- siseó Voldemort sonriendo maliciosamente y comenzó a pasear alrededor suyo, analizándola.- ¿Sabes? Estás muy cambiada...no eres la misma persona...me gustas más...ahora...

-Tú me obligaste a cambiar y quizás algún día te arrepientas de haberlo hecho.- respondió Christine bruscamente. Voldemort soltó una carcajada.

-Pero sigues teniendo el mismo carácter de siempre...sí, en el fondo Christine, siempre conservaras ese desdén...por las normas...

-Eso es algo que no te incumbe.

-Y sin embargo yo creo que sí.- gruñó Voldemort, comenzando a abandonar su tono amable, por el desprecio de la chica.- Me culpas de lo ocurrido pero...¿acaso fui yo quién rompió las reglas? No, tú sabes que no, yo te ofrecí el poder, yo te avisé que de aquella forma no conseguirías nada...el destino se encargó de ponerme en medio y lo sabes...pero fue culpa tuya...tú desobedeciste y renegaste de tu naturaleza... -Christine cerró los ojos tratando de sacarse el dolor que la invadía. No, no podía flaquear ahora, no después de que había logrado ser fuerte, no podía dejar que las engañosas palabras de Voldemort la confundieran.- Y aún te atreves a acercarte a Harry...¿sabe ya él lo que hiciste? ¿ya sabe quién eres? Porque cuando lo averigüe, quizás...ya no desee tu protección...

-Eso es algo que ni tú ni él podéis impedir. Es mi trabajo.- susurró Christine en tono cortante. Voldemort volvió a sonreír.

-Quizás...pero cuando te convino dejaste atrás tu trabajo...¿no es cierto Christine?

-He aprendido muy bien la lección.- los ojos de la mujer cada vez brillaban con más odio, estaban tornándose de un azul oscuro, como si la mismísima oscuridad los absorbiera.- No vas a engañarme de nuevo, no vas a poder convencerme, ya está en el pasado, un pasado que he olvidado...

-Bien,- siseó Voldemort. -Entonces quizás, deba volver a recordártelo...hallaré la manera, Christine, te aseguró que lo haré, me conoces...y lo sabes...

-Para cuando lo hagas, será demasiado tarde.- replicó la chica y se dio media vuelta para comenzar a caminar hacia donde un grupo de la Orden del Fénix estaba en apuros. Voldemort sonrió cuando la vio ondear su capa.

-Es una lástima...estuve bien cerca de lograrlo...algún día vendrás a mí, Christine...y ese día, será el final de Potter.- y tras emitir otra sonora carcajada, desapareció del lugar, dejando que sus mortífagos se encargaran de concluir el ataque.

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El sábado por la mañana eran claras las ojerosas caras de los alumnos de Gryffindor. Se habían acostado muy tarde celebrando el triunfo de su equipo después del habitual banquete de Hallowen y pese a que estaban ilusionados con la primera visita a Hogsmade, sus rostros estaban mucho más apagados que los del resto del alumnado.

Tampoco los alumnos de Ravencraw parecían muy animados. Estaban convencidos de que su equipo podía haber ganado al de Gryffindor, pero reconocían que la estrategia de Harry, de dejar fuera de combate a Davies, la estrella del equipo, había sido muy inteligente, y que la labor de Alicia para cumplir el trabajo, excepcional.

-¡Tengo unas ganas enormes de tomarme una cerveza de mantequilla!- susurró Hermione mientras esperaban en la cola para que Filch comprobara que estaban en la lista. La muchacha estaba mucho más despierta que sus dos amigos. Ron emitió un sonoro bostezo.

-Sí, puede que yo me tome un Whisky de Fuego para despejarme.

-¡Ron!- le reprendió Hermione.- No deberías ser tan irresponsable, eres prefecto, ¿recuerdas?

-Sí, sí, estás tú para hacerlo cada día.- Harry sonrió ante la ironía de su amigo. Hermione podía pensar lo que quisiera, pero si Ron no hubiese tenido miedo de que ella se chivara a sus padres, seguramente habría tomado la bebida alcohólica como muchos de sus compañeros hacían en Cabeza de Puerco. Teóricamente no eran mayores de edad hasta el curso venidero y en las Tres Escobas, Madam Rosmerta jamás servía bebidas fuertes a los menores, pero ese evidentemente no era el caso de el otro pub. Desde que Hermione los citara el año pasado allí para organizar el ED, los alumnos habían acudido para probar toda clase de bebidas alcohólicas, pero evidentemente, ni Harry ni Ron serían los que informarían a Hermione de ello.

-¡Ginny, Ginny!- Ron acababa de ver a su hermana entre los alumnos. La chica se acercó y su mirada y la de Harry se cruzaron, provocando que ambos se pusieran algo tensos.- ¿Vienes con nosotros?

-Lo...lo siento.- titubeó Ginny tratando de devolver la mirada a Ron.- Pero he quedado en verme con Luna. Ya nos encontraremos por allí.

-Está bien.- le dijeron los tres y Ginny fue en busca de su amiga de Ravencraw.

Cuando ya quedaban pocos alumnos en la cola, Christine se acercó hacia el vestíbulo y cogió un momento del brazo a Harry y lo apartó del grupo de estudiantes. Algunos miraron interesados y Ron y Hermione intercambiaron miradas de desconcierto.

Harry miró a su profesora cuando estaban lo suficientemente lejos para no ser oídos y se dio cuenta que tenía un corte algo profundo en la cara.

-¿Estás bien? ¿Qué te ha ocurrido?- le preguntó algo alarmado.

-No te preocupes, no es nada.- respondió ella secamente.

-Pero...

-Harry, ya sabes que no quiero que estés enterado de nada, ¿de acuerdo?

-Está bien- cedió el chico algo molesto.- ¿pero no te ha pasado nada, verdad?- Christine sonrió.

-¿Desde cuándo te importa lo que me pase? -rápidamente, los ojos de Harry cobraron una mirada distante y su voz sonó mucho más fría.

-No me importa, era curiosidad.

-Ya veo- dijo Christine sin parar de sonreír.- Dumbledore me contó el gran partido que hiciste, me alegro mucho de que ganaréis ayer.

-Gracias. ¿Pero sólo has venido a felicitarme?

-No, por supuesto que no. He venido a decirte que Remus irá a verte hoy a Hogsmade.

-¿Lupin vendrá?- preguntó extrañado Harry.- ¿Por qué?

-Creía que no necesitaba una excusa para que viniera a visitarte. ¿O me vas a decir que no te importa?

-¿No es eso lo que quieres que haga? ¿Qué no me importe nadie?

-No me tomes la palabra, Harry- cortó Christine exasperada.- Ya sabes a lo que me refiero.

-Sí, lo sé.- contestó con aburrimiento.

-Bien, entonces sé un buen chico y pórtate bien con él ¿de acuerdo? No puede sospechar nada, así que debes de fingir bien, por eso he venido a decírtelo personalmente.

-Descuida, lo haré.- Christine se mostró satisfecha.

-Anda, vete con tus amigos y disfruta un poco, esta noche ya sabes lo que toca.- Harry asintió con pesar y luego volvió a la cola, no sin antes observar como su profesora se perdía escaleras arriba.

-¿Qué quería?- preguntó en seguida Hermione.

-Sólo decirme que Lupin va a venir a hablar conmigo.- Harry se encogió de hombros.

-¡Qué bien!- exclamaron Ron y Hermione al unísono. Harry simuló que también le alegraba pero no estaba seguro del todo. Ya había olvidado por completo su discusión con Lupin, y se le revolvía el estómago al recordar las palabras que le había dicho: "¡Le odio profesor Lupin, le odio! ¡Os odio a todos!"Y más saber que eran mentira, él jamás había odiado al profesor Lupin, es más, lo apreciaba muchísimo y le tenía total confianza, pero desde la muerte de Sirius había estado muy susceptible con todo el mundo y quizás, las únicas personas que lo habían conseguido amansar eran Christine y Ginny. No sabía como iba a afrontar el volver a encontrarse con Lupin después de la última conversación, seguramente él querría saber como le iban las clases con Christine y Harry tenía que inventar una buena excusa y ser muy buen actor para que Lupin no sospechara. No podía decir que de repente le habían comenzado a gustar porque era mentira, y tampoco podía decir que las seguía odiando o Lupin lo sacaría de Hogwarts, era mejor esperar y dejar hablar al profesor, para ver como se desarrollaban las cosas.

Tal y como estaba previsto, llegaron a Hogsmade una hora más tarde. No tardaron en darse cuanta de que no era el mismo lugar que habían visitado el curso anterior. Para empezar, había mucha menos gente, aunque los locales y las tiendas estaban igual de repletos, pero por las calles rondaban extraños individuos, casi todos tapados con capas y con capuchas. Harry adivinó que debían de ser aurores vigilando el pueblo y no le extrañó en absoluto cuando un mago menudo, fumando una vieja pipa les saludó discretamente. Era Mundungus Fletcher.

-La Orden sigue vigilándote, Harry.- le dijo Ron a su amigo poniéndole una mano en el hombro para reconfortarle. Sabía que al chico le molestaba estar vigilado.

-Después de lo que ocurrió en Junio no me extraña. -Harry lo dijo tan despreocupadamente que Ron y Hermione se miraron extrañados.

Después de que algunos de sus compañeros de Gryffindor se excusaran alegando que tenían que comprar unas cosas, se marcharon, los chicos se dirigieron a Zonko a comprar algunas artículos de broma ya que el correo en el que Fred y George les mandaban bombas fétidas, había sido confiscado por Filch. Después fueron a Honeydukes y allí Ron se atiborró a comprar dulces, Hermione prefirió comprarlos sin azúcar, sus padres eran dentistas. Y una vez acabado el recorrido, se marcharon hasta Las Tres Escobas a tomar una cerveza de mantequilla. No fue hasta que vio aparecer a Lupin, todo apresurado por la puerta, que Harry no recordó lo que le había dicho Christine.

-¡Aquí, aquí, profesor Lupin!- le gritó Hermione alzando la mano para llamar su atención. Lupin se dirigió hacia ellos.

-Te estaba buscando, Harry. -dijo una vez logró recuperar el aliento.- Llevo todo el rato recorriendo el pueblo.

-Lo sé, Chri..., la profesora Byrne me lo dijo.- rectificó Harry a tiempo.- Pero me olvidé.

-¿Chrsitine te dijo que iba a venir?

-Er...sí,- Harry mostró la sonrisa más falsa hasta el momento.- Supongo que quería asegurarse de que nos encontrábamos.- Lupin miró ceñudo al chico, pero no hizo ningún comentario.

-Bueno, ¿te importaría venir conmigo a un lugar privado? Me gustaría que habláramos.

-¿No pueden venir Ron y Hermione?- suplicó Harry. Sabía que si sus amigos estaban con él, Lupin no podría hacerle ninguna pregunta sobre Chris, porque ellos no estaban enterados de las clases.

-No os enfadéis, chicos.- se disculpó Lupin, su mirada ahora era más seria.- Pero me gustaría hablar en privado con Harry.

-No se preocupe profesor Lupin. -dijo Hermione restándole importancia.- Nosotros nos quedaremos aquí a terminar nuestra cerveza de mantequilla.- Harry lanzó a Hermione una mirada asesina de la que la chica no se percató y se dejó arrastrar por Lupin hacia la salida, mirando con aprensión su jarra de bebida casi llena.

Lupin no habló durante el trayecto que recorrieron. Fue esquivando a gente por las calles y mirando a ambos lados nerviosamente, hasta que llegaron al final del pueblo, donde estaba la colina en la que Sirius los había ido a esperar, en su forma animaga de perro. Tal vez Lupin pensara que aquel era el lugar más tranquilo para hablar pero a Harry se le contraían las tripas. Le hizo un gesto para que se sentara y luego él también se dejó caer en la hierva. El viento silbaba con algo más de fuerza de lo habitual y hacía algo de frío. Harry se envolvió un poco más en su capa negra, regalo de su padrino.

-¿Cómo estás?- le preguntó Lupin directamente una vez que vio que Harry no iba a ser quién diera el primer paso.

-Bien.- contestó el chico secamente, odiaba esa pregunta. Sin embargo, Lupin no se iba a contentar tan fácilmente.

-Escúchame, Harry, siento mucho lo que ocurrió la última vez que hablamos. Quizás debí entenderte mejor y...

-No tiene importancia- le interrumpió Harry bruscamente. Ni siquiera le miraba a los ojos, tenía la vista puesta en el pueblo, recordando aquella colina.- Yo no le odio, profesor Lupin, simplemente fue un mal día. Snape me puso de los nervios y supongo que tuve un momento de debilidad, no volverá a pasar.

-Lo dices como si fuera una obligación.- replicó Lupin, extrañado de la frialdad con la que Harry estaba hablando y algo molesto de que el chico no le dirigiera la mirada.- Que estés sufriendo no significa que seas débil, es lógico Harry, todos tenemos...

-¿Y quién le ha dicho que esté sufriendo?- preguntó Harry despectivamente, mirando por primera vez a los ojos del profesor. Lupin observó una oscuridad en la mirada del muchacho que solo había visto en otra persona. Eso hizo que se estremeciera.

-No tienes porqué disimular conmigo. Te di clase durante un año, Harry, te he tratado después y Sirius me ha hablado continuamente de ti. Fui uno de los mejores amigos de tu padre y sé que tú te pareces mucho a él, así que, quieras reconocerlo o no, te conozco y sé que lo estás pasando mal.- Harry sonrió irónicamente y aquello desconcertó totalmente a Lupin, la persona que estaba frente suyo, no era la que había conocido durante todo ese tiempo.

-Profesor Lupin, escuche, usted no me conoce tan bien como cree. Si de verdad lo hiciera, se habría dado cuenta hace mucho de que ya no me afecta la muerte de Sirius.- Lupin se quedó tan boquiabierto que le costó mucho trabajo reaccionar.

-¿Qué has dicho?

-Pues eso.- dijo Harry sonriendo fríamente.- que lo de Sirius ya está olvidado, ya no significa nada para mí.- Lupin lo agarró fuertemente de los hombros y lo obligó a mirarle, sus ojos centelleaban de la rabia.

-¿Pero qué estás diciendo? ¿Te has vuelto loco, acaso? Es imposible, no me lo creo, no es posible que no te importe Sirius, es una barbaridad.

-Mire,- contestó Harry tranquilamente y sin inmutarse, aunque ya no sonreía.- Aprecio el esfuerzo que hizo conmigo, su sacrifico igual que el de mis padres, pero ya no le necesito. No necesito seguir pensando en él, ya soy mayor y si pude crecer tantos años sin ellos podré ahora.

-¡Imbécil!- Lupin le soltó un guantazo en la cara, pero Harry siguió sin inmutarse, aunque la piel se le puso roja. Se tocó el rostro dolorido y miró a Lupin con mucho rencor, sus ojos volvían a oscurecerse, pero Lupin no se intimidó.- ¿Te estás dando cuenta de lo que has dicho? ¿es qué no valoras nada de lo que ellos hicieron, de lo que fueron? ¿Has olvidado cuanto gritabas su nombre para que saliera del arco, para que volviera? ¡Maldita sea Harry! ¿Qué es lo qué te ocurre?-Harry se puso en pie y miró a Lupin con desagrado.

-Usted no lo entiende. No puede entenderlo...usted siempre tan entero, tan distante...ni siquiera lo llamó para que saliera del arco- un brote de rabia estaba surgiendo del interior de Harry.- ni siquiera tuvo el valor de acercarse...y ahora, viene aquí y se cree con derecho a juzgarme, a ser dios conmigo a reprocharme mi actitud, ¿cuándo usted ha demostrado que le importaba Sirius, cuándo me ha hablado de mis padres para que pudiera conocerlos, para que realmente pudiera apreciar ese sacrificio? No lo hizo, ni siquiera cuando fue mi profesor y yo le pregunté, ni siquiera entonces fue capaz de darme su apoyo, y ahora...yo no lo necesito. He aprendido a vivir sin sentir ese dolor y porque usted venga a recriminármelo no va a lograr que me pese. Ya no me importa nada en absoluto, sólo tengo un objetivo en la vida y le aseguro que lo culminaré.

-¿Qué te ha hecho, Harry?- preguntó Lupin con los ojos muy abiertos.- Esto es obra de Christine...ella te ha cambiado...- el profesor se puso en pie y volvió a coger a Harry por los hombros.- Escúchame, debes alejarte de ella, voy a hablar con Dumbledore inmediatamente, pero no debes seguir las clases de Oclumancia, ¿has entendido?- una energía se apoderó del cuerpo de Harry y de sus manos salieron chispas. Lupin se apartó inmediatamente.

-No pienso alejarme de ella. Si he dejado de sufrir es gracias a sus clases y tengo un trato que voy a cumplir.

-¡No lo entiendes! ¡Harry, tú no la conoces, no sabes....no sabes quién es! ¡Vas a sufrir, habéis llegado demasiado lejos! ¡A ella le ocurrió algo y por eso es así, si no encuentras dentro de ti a la verdadera Christine puede ser peligroso! ¡Por favor, aléjate de ella, se está equivocando, no va a poder ayudarte convirtiéndote en lo que ella es...en...en...un monstruo!

-¡Basta!- gritó Harry.- No me importa lo que ella sea o quién sea mientras pueda ayudarme. No se acerque a mí, profesor Lupin, ya no tenemos nada más que hablar.- Harry se dio media vuelta y salió corriendo colina abajo.

Lupin lo llamó, pero Harry no se dio la vuelta. El corazón se le había llenado de emoción, de rabia, de toda clase de sentimientos mezclados que lo invadían ahora, que se apoderaban de él. No importaba lo cansado que estaba ni a donde se dirigía, lo único que le interesaba era volver a recuperar esa sensación de vacío que había creado gracias a Christine, la nada...

Se alejó del pueblo más de lo que habría querido y de dejó caer en la hierva, abatido. Agarró con fuerza el césped, lo arrancó y lo lanzó por los aires, dejando que el viento se lo llevara.

-¡Maldita sea! ¿Por qué no me llevasteis con vosotros? ¿Por qué me condenasteis a este sufrimiento, por qué? ¡Dijiste que nos volveríamos a ver! ¡Lo prometiste Sirius, lo prometiste! ¡Me has engañado, me has mentido, yo tenía que haber muerto y tú no, y tú no!- Harry abandonó las pocas fuerzas que le quedaban y dejó brotar de sus ojos las lágrimas, aquellas lágrimas que había tenido que reprimir durante sus clases, enfrente de sus amigos, enfrente de todos. Estaba desahogándose, gritando a los cuatro vientos lo que sentía, esperando, que fuese donde fuese que estuviese su padrino, pudiera escucharle, porque él quería recriminarle, a él, a sus padres, a Voldemort y a todos...- ¡Ya no me quedan fuerzas, ya no puedo más! ¡Si puedes oírme, llévame contigo, os equivocasteis todos, no es mi guerra, yo no puedo ganar!

Pero sólo se oía el silencio. Los pájaros habían dejado de cantar, el viento había dejado de silbar, todo ser de la naturaleza había escuchado el lamento como si fuera el suyo propio y aunque Harry esperó y esperó paciente a recibir respuesta, ésta nunca llegó. Aunque Sirius lo hubiese podido oír, no le contestó y él lo odio más por eso. Se sentía vacío, perdido, sentir todo ese dolor de nuevo no era lo que había pretendido.

Había mentido a Lupin, no era verdad que ya no le importase Sirius, por mucho que se lo hubiera hecho creer a Christine, seguía fingiendo, había logrado que no le afectasen muchas cosas, pero desgraciadamente, Sirius parecía anclado en el fondo de su alma, era una batalla perdida. Y Harry estaba furioso con él, no podía perdonarle que no se hubiese quedado en Grimmauld Place aquella noche, que no le hubiese contestado cuando él lo llamaba con la voz en grito, como si su vida dependiera de ello, que lo hubiera dejado solo, y que no le dejara olvidarlo.

Estaba furioso también con Christine por obligarle a no sentir, a no soltar ese dolor que lo estaba consumiendo por dentro y a la vez se lo agradecía. Si había llegado tan lejos, si había conseguido levantar la cabeza y hablar sin que el dolor fuese demasiado pronunciado, había sido gracias a ella. Su profesora le estaba brindando la oportunidad de vengarse, el único sentimiento que le dejaba almacenar en su interior, el único que realmente Harry deseaba sentir. Eso y la posibilidad de salvar a sus amigos, después de todo, Christine le estaba dando mucho más de lo que nadie le había dado jamás.

Y ahora Lupin quería alejarle de ella, quería que se apartara de esa oportunidad y pese a lo mucho que Harry apreciaba al profesor y lamentaba lo ocurrido, no podía permitírselo, aunque sabía que sus palabras eran ciertas. Él había cambiado, un cambio que no beneficiaba para nada a los demás, sin embargo, un cambio que lo ayudaba a levantarse cada mañana con esperanza. Esperanza, eso era, las palabras de la adivina comenzaban a cobrar sentido y pese a que Harry no creía en la adivinación, estaba dispuesto a hacer una excepción y aceptar lo que le deparaba el futuro, confiando en Christine. Ni siquiera, aunque eso doliese a Lupin, ya no le importaba nada.

Y luego estaba Dumbledore, quizás el odio y el rencor hacia el director que habían sido acumulados durante el curso pasado estaban volviendo a florecer en él. Sentía que si el mundo mágico sufría era por culpa de Dumbledore, si él se sentía así, también era por culpa de Dumbledore, todo era culpa del director, era un sentimiento que le hacía sentir mejor. Si confiar en el director le había llevado a aquel sufrimiento, entonces prefería de todas todas sufrir con Christine y aceptar los beneficios que ella le otorgaba.

Y estaba enfadado con Voldemort, enfadado era poco. Detestaba la forma en la que había trazado su plan, en la que había funcionado. Detestaba pensar que había ido una noche a matar a un niño inocente y a sus padres por una estúpida profecía de la que ni siquiera sabía todo el contenido. Le parecía algo tan bajo, tan mezquino que repudiaba cualquier semejanza que pudiera tener con él. Deseaba matarle, hacerle sentir un poco del horror que él sentía ahora, destruirle y vengar todo y a todos. Deseaba ver el miedo en aquellos ojos rojos de serpiente y algo le decía que estaba muy cerca de lograr su propósito.

No, ahora no podía ser débil, no podía llorar ni dejarse derrumbar. Tenía un cometido que cumplir, ni siquiera lo hacía ya por Ron o Hermione, ni por Sirius o sus padres, lo hacía por él. Quería enseñarle al mago tenebroso lo que había sufrido por su causa, quería mostrarle la crueldad con la misma moneda. Y todo eso costaba un alto precio, precio que estaba dispuesto a pagar por sí mismo, precio que no le importaba. Si vivía para algo, era para eso y ni Lupin, ni Dios ni nadie iba a impedírselo.

Armándose de una fuerza renovada, de venganza, se levantó del suelo y se enjugó las lágrimas, dirigiéndose tranquilamente hacia el pueblo, para encontrarse con Ron y Hermione.

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N/A: Olassss a todos/as, ya me tenéis de vuelta con un nuevo capi!!! Ha sido el más difícil de escribir hasta la fecha pero al fin lo he logrado y creo q os gustará porque revela mucha información secreta.

Otra vez agradeceros vuestros reviews, de verdad, me hacen muy feliz y me ayudan a continuar, sobretodo cuando las cosas no siempre son como esperas. Espero que os guste mucho y otra vez capi dedicado exclusivamente a vosotros q me apoyáis. Muchos besos!!!!!