Olassss, aquí os traigo un nuevo capi, espero q lo disfrutéis!!!! Besos!!!!

Reviews:

Pauly-fanatica-0808: Olassss!!! Claro que continuo, jejej, no lo voy a dejar ahora. Aquí verás tus deseos hechos realidad con Harry y Ginny, serán novios al fin!!!! Si te da pena Lupin, espera a leer esto..jejej, q mala soy. Poco a poco se van descubriendo cosas de Christine, no falta mucho para saber quién es ella en realidad. Besos!!!!

Galadriel: Olasss, es correcto, allí también tengo mi fict, pero lo alcanzaré en esta página. No te preocupes q voy a actualizar muy de seguido, una vez por semana seguro y si puedo más. Besos!!!!

Mary: Olasss, parece q me hayas leído la mente, jejej, sí, Ginny cobrará un papel importantísimo en el fict, ya lo verás con tiempo. Y Harry irá poco a poco, pero se recuperará de su dolor. Besazos!!!!

yo misma: Muchas gracias, espero q te siga gustando como escribo. No te preocupes lo q dijo Harry, lo hizo en un momento bastante crítico, pero su verdadero motivo siempre serán sus amigos, ya lo verás. Christine no se ha equivocado con él, el tiempo rebelará las cosas. Chaooo!!!

Marla: Olasss me alegro q te guste!!!!! No las llevo igual porq la primera página q encontré fue esa y cuando ya llevaba el fict adelantado pues me dijeron q porque no ponía el fict aquí también, así q lo hice. Eso explica el retraso q hay de una a otra. Pero tengo intención de actualizar aquí mucho más rápido e igualarlo. Sí, estoy nominada al premio anual y no sabes lo contenta q estoy, jejej, como en una nube, la verdad, no me lo esperaba. Besos!!!

CAPÍTULO 15: SI ALGUNA VEZ LO HAS QUERIDO...

-¿Llamaba amo?- un pequeño hombre encorvado, gordo y de nariz puntiaguda se había inclinado ante su señor, en la misma habitación en penumbras donde había entrado un sinfín de veces, de las cuáles, ninguna de ellas había salido bien parado, quizás era por eso que temblaba de pies a cabeza.

-Sí,- le respondió una áspera y fría voz desde detrás de una butaca.- ¿qué has averiguado?- Pettrigrew se removió nerviosamente las manos, sin atreverse a levantar la mirada.

-Nuestros espías en la estación nos lo confirmaron, amo. Parece ser que...estuvo casi todo el verano con sus tíos hasta el ataque... y luego fue recogido por una escolta.

-Eso ya lo sé imbécil.- gruñó Voldemort algo molesto por la poca información que hasta ahora había recibido.- Lo que quiero saber es con quién...tiene que haber alguien en quién confíe...me refiero por supuesto a aparte de Black...

-A eso...iba, señor.- titubeó Colagusano, aquel tema lo estaba poniendo realmente inquieto.- Lo vimos en la estación...parece que guarda en gran estima a Remus Lupin, señor, ya sabe, otro de mis amigos...- Voldemort soltó una sonora carcajada y luego penetró con la mirada el rostro pálido de Pettrigrew.

-¿Amigos? Tienes un concepto un poco extraño de la amistad, Colagusano, no obstante, sí, alguna vez fueron tus amigos...hasta que tú los traicionaste...y no me refiero sólo a los Potter y a Black...ella no debe de estar muy contenta contigo...¿no es cierto?- Pettrigrew se estremeció.

-Amo...mi lealtad es para usted...sólo para usted...

-Sí, lo sé, más te vale- comentó divertido Voldemort.- Sólo estás aquí porque eres un cobarde y sin embargo...estás logrando serme útil.- quizás aquello alivió un poco a Pettrigrew porque cuando habló su voz sonó mucho más fuerte.

-Amo, estoy aquí para servirle.

-Bien- sonrió maliciosamente Voldemort.- ¿Qué puedes decirme sobre Remus Lupin?

-Enseñó Defensa Contra Las Artes Oscuras en tercer año de Hogwarts, amo.- explicó Colagusano.- Parece que allí el muchacho le tomó cariño...yo oí como decía que confiaba en él...Lupin es un licántropo señor, pero al muchacho parece no importarle...

-Sí...a Potter siempre le han gustado los sangre sucias y la gente un tanto...peculiar..., ¿y dices qué es un licántropo?

-Sí, amo.- confirmó Pettrigrew.

-Y ni siquiera con las libertades que les he ofrecido se ha interesado...vaya....es asombroso...

-Está muy cercano a Dumbledore señor, demasiado. El director fue el único que lo aceptó en Hogwarts y después le dio trabajo...

-Comprendo- siseó Voldemort con un tono de voz peligroso.- ¿y estás seguro de que es importante para Potter?

-Completamente, amo. Hasta que recibamos más información de los espías en Hogwarts es nuestra mejor baza para con el muchacho... -por alguna razón Voldemort se había puesto furioso cuando Pettrigrew había nombrado a los espías en Hogwarts.

-Espero que no se demoren en darme la información que deseo...empiezo a impacientarme. Esa mujer me crispa la paciencia...pero...- sonrió.- voy a hallar la forma de quitarla de en medio...y quizás, de la misma manera....hay heridas tan profundas que no se llegan a cerrar nunca, yo sé que ella es fuerte y que ha cambiado pero...¿seguirá sin sentir el dolor tan grande que la atormentó durante años? Me pregunto porqué ha vuelto...no puedo entender....los motivos...

-Entonces...- preguntó tímidamente Pettrigrew.- ¿Qué hacemos, amo?

-Matadlo.- ordenó Voldemort sin ninguna piedad en los ojos. El rostro de Pettrigrew palideció.

-Pero...

-Ha luchado en todos los ataques junto a la Orden del Fénix, tengo información que me lo confirma. Preparar otro ataque...a Hogsmade...y matadle...

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Aquella era la primera en mucho tiempo que Harry no prestaba atención en una clase. Se veía algo más pálido de lo acostumbrado y eso que ya se había tomado dos pociones estimulantes aquel día y que la clase era muy interesante, pero él seguía sumido en sus pensamientos.

-Hoy empezaremos las clases de aparición.- la voz de pito del pequeño profesor Flitwitch resonaba por toda el aula de Encantamientos. Estaba subido en un montón de libros encima de su mesa, para que todo el mundo pudiera observarle con claridad. Hermione estaba tan metida en las palabras del profesor que ni se daba cuanta del estado de su amigo. Seamus levantó la mano.- ¿Sí, señor Finnigan?

-Me preguntaba, profesor, cómo haremos para practicar. Tengo entendido que ni en Hogwarts ni en sus terrenos se puede aparecer o desaparecer.- algunos soltaron caras de verdadero asombro, era evidente que no todos, como había hecho Hermione, se habían leído Historia de Hogwarts.

-Buena apreciación, señor Finnigan.- felicitó el profesor.- Eso es correcto, pero por ahora no es un problema. Hasta después de navidades las clases serán teóricas, tomaréis apuntes y haremos explicaciones detalladas. Cuando llegue la hora de ponerlo en práctica, iremos al comienzo del bosque prohibido, allí no hay ningún problema para aparecer o desaparecer. Aunque quizás estemos atentamente vigilados por algún auror....debido a...las circunstancias. ¿Alguna pregunta más?- Como nadie dijo nada, la clase sacó sus apuntes y el profesor comenzó a dictar.

-A ti te pasa algo y no me vas a negar que no.- gruñó Ron algo malhumorado. Acababan de salir de la clase de encantamiento, la última de la mañana de aquel día y ahora paseaban por los terrenos del castillo, muy cerca del lago, esperando a que fuera la hora de comer e ir al Gran Comedor.

-Te lo repito, Ron.- dijo Harry exasperado, odiaba la actitud de sus amigos últimamente. Siempre hacían demasiadas preguntas.- No me pasa nada. Estoy cansado, eso es todo.

-Ni que lo digas.- gritó Ron.- Tienes una cara de cómo si vinieras del reino de los muertos.

-¡Ron!- le reprendió Hermione severamente.- Con ese tema no se juega.

-Ya lo sé, pero mírale. Tiene unas ojeras muy pronunciadas, apenas come y encima siempre parece muy cansado y no me negarás que descansas porque muchas noches me despierto y estás tan tranquilo en tu cama.- Harry se mordió el labio inferior. Menos mal que había aprendido muy rápido el hechizo de duplicado, porque si no sus amigos ya habrían descubierto hace mucho su pequeño secreto.

-¿Es por Lupin, verdad?- inquirió Hermione.- Estás así desde el sábado. ¿Discutisteis?- Harry suspiró. Había cosas que ni siquiera él podía ocultar.

-Está bien, sí, discutimos pero eso no significa que no esté perfectamente. Estáis exagerando las cosas.- Harry apresuró el paso, quería llegar hasta el gran comedor y mezclarse con el bullicio de la gente.

-¿Qué ocurrió?

-Lo mismo de siempre.- contestó el chico de mala gana imitando una voz estúpida.- "¿Estás bien, Harry?, ¿Seguro Harry? Ya sé que te afecta la muerte de Sirius, Harry..." ¡Oh, por favor! ¡Estoy harto de tanta monserga! Estoy bien y lo que quiero sino es mucha molestia es que todo el mundo deje de preguntarme chorradas.- Hizo un gesto brusco con la mochila que casi le da a Ron en la cabeza y comenzó a caminar con más ahínco cuando una voz que arrastraba las palabras lo llamó.

-¡Eh, Potter!- "Genial", pensó Harry, justo lo que necesitaba, encontrarse con Draco Malfoy. Se giró con mucha violencia pero al ver lo que Malfoy tenía en las manos, palideció.- Se te ha caído esto, Potter. ¿Es qué ahora te dedicas a mirarte al espejo?- Malfoy tenía en sus manos el espejo de doble sentido que le había regalado Sirius y que ahora utilizaba para comunicarse con Lupin. Se le debía de haber caído de la mochila cuando se había movido tan bruscamente. Lo llevaba consigo porque tenía planeado hablar con Lupin para arreglar un poco las cosas y que Christine no tuviera problemas. Una furia enorme lo envolvió.

-¡Dame eso inmediatamente, Malfoy!- Draco se rió con fuerza y comenzó a mirar con más detenimiento el espejo.

-¿Qué es esto, Potter? ¿No será algún tipo de forma para comunicarte con tus amiguitos?- Harry se lanzó directo a por Malfoy pero Ron y Hermione lo sujetaron para evitar la pelea.

-¡Maldito imbécil, dame el espejo ahora mismo!

-¡Malfoy haz lo que te dice o le suelto y no respondo!- gritó también Ron, pero Malfoy estaba muy entretenido revisando cada parte del espejo. Le dio la vuelta y observó las inscripciones que decían "Propiedad de James Potter y Sirius Black" Malfoy volvió a reír con fuerza y les mostró la letra del padre y el padrino de Harry.

-¿Así que era de tu papaíto y del criminal de tu padrino, no es cierto? -las risas de Malfoy estaban perforando los oídos de Harry, sentía que en cualquier momento podía zafarse de sus amigos y matar al chico allí mismo.

-¡Ya vale, Malfoy!- gritó Hermione, que también parecía muy enfadada.- Dale el espejo o ahora mismo voy a llamar a la profesora McGonagall, te aseguro que me encantará verte limpiar las mazmorras.

-¡Tú no eres digna para hablarme, sangre sucia!- siseó Malfoy despectivamente y luego miró a Harry.- ¿No te importará que lo lance al lago, verdad?- añadió alargando la mano para hacer ver como que lo tiraba al agua.- No es más que un espejo sin sentido...no tiene ningún valor para ti...

-Si te atreves...te juro que...Malfoy... -Harry no podía hablar. Ron también parecía al borde de un colapso nervioso. Crabbe y Goyle que estaban acompañando a Malfoy como de costumbre rieron tontamente.

-Bueno, Potter, está visto que no tiene ninguna utilidad para ti...despídete del obsequio de tu papaíto y tu padrino...- Malfoy lanzó el espejo al agua y antes incluso de que Harry pudiera reaccionar e ir a buscarlo, el calamar gigante salió del agua y lo engulló como si fuera los bocadillos que solían lanzarle los alumnos.

-¡¡¡Nooooo!!!- gritó Harry, pero ya no podía hacer nada. Se agachó a la orilla del lago y golpeó con los puños el suelo. Hermione se había tapado la boca por la impresión y miraba horrorizada a Harry y Ron estaba tan rojo que parecía que iba a estallar. Harry se quedó inmóvil, sin ninguna fuerza que lo impulsara a reaccionar, escuchando las risas atormentadoras de Malfoy y sus amigos.

"-Quiero que te lleves esto- dijo Sirius con voz queda, y le puso en las manos un paquete mal envuelto del tamaño de un libro de bolsillo.

-¿Qué es? preguntó- Harry.

-Una forma de que yo sepa si Snape te lo hace pasar mal. ¡No, no lo habrás aquí!- añadió Sirius mirando cauteloso a la señora Weasley, que intentaba convencer a los gemelos de que se pusieran unos mitones tejidos a mano.- Dudo mucho que Molly lo aprobara...Pero quiero que lo utilices si lo necesitas, ¿de acuerdo?

-Vale.- dijo Harry guardándose el paquete en el bolsillo interior de la chaqueta, aunque sabía que nunca utilizaría aquello, fuera lo que fuese. No iba a ser él quién hiciera salir a su padrino de Grimmauld Place, donde estaba seguro, por muy mal que lo tratara Snape en las futuras clases de Oclumancia."

"Harry se sentó en la cama y desenvolvió el paquete. Dentro había un espejo cuadrado que parecía viejo y estaba muy sucio. Harry se lo acercó a la cara y vio su reflejo, que le devolvía la mirada. Luego le dio la vuelta, en el dorso había una nota de Sirius:

Esto es un espejo de doble sentido; yo tengo la pareja. Si necesitas hablar conmigo, sólo tienes que pronunciar mi nombre; tú aparecerás en mi espejo y yo podré hablar en el tuyo. James y yo lo usábamos cuando cumplíamos un castigo separados."

"-¿Tienes el espejo de doble sentido?- le preguntó Lupin. El chico asintió.- No olvides ponerte en contacto conmigo siempre que lo necesites, ¿de acuerdo?

-Lo haré- aseguró Harry con rotundidad.

-Ten mucho cuidado y no te separes de Dumbledore. Si tienes dolores en la cicatriz o sueños no dudes en ir a verle antes de...bueno, tú ya me entiendes. Trabaja muy duro Harry, y evita problemas con Snape, ¿entendido?"

"-Sirius no lo hubiera permitido.- susurró Harry seriamente. Y Lupin sintió una punzada de dolor en el pecho.- Sirius hubiera comprendido...ojalá estuviera aquí...ojalá...- pero no pudo acabar la frase porque su voz terminó de quebrarse.

-Harry...

-¡No! ¡Le odio profesor Lupin, le odio!- apretó los puños con violencia.- ¡Os odio a todos!- y entonces rompió la comunicación lanzando el espejo contra el sillón. Le hubiera gustado que se hubiera roto, escuchar el sonido del cristal quebrado, pero a la vez, temió por él. Era lo último que Sirius le había dado."

Harry se puso en pie temblando de ira y tal vez Malfoy debió notarla porque dejó de reírse y lo mismo hicieron Crabbe y Goyle. Hermione tenía los ojos empapados de lágrimas, Harry les había explicado lo que significaba para él ese espejo, era lo último que Sirius había puesto en sus manos...y también perteneció a su padre. Y lo peor de todo, era lo único que los mantenía unidos con la Orden del Fénix en caso de que ocurriera una emergencia y necesitaran comunicarse con Grimmauld Place.

Ron le puso una mano en el hombro a su amigo para tranquilizarlo, pero Harry la apartó y se fue directo hacia Malfoy y con todas sus fuerzas le propino un puñetazo en la nariz. Malfoy, que no había tenido tiempo para reaccionar, se cayó de culo al suelo y se restregó alarmado la sangre que le caía por la cara.

-¡Eres un asqueroso capullo!- gritó Harry fuera de sí y sacó su varita, para apuntar al corazón de Malfoy. Su mano temblaba pero no de miedo, sino de ira.

-¡Harry no!- Hermione trató de sujetarle del brazo, pero él la apartó. Ron tenía la boca abierta por la impresión. -¡Te mataré!

Malfoy se había quedado paralizado en el suelo y Crabbe y Goyle retrocedían ante la varita del chico sin pensar en utilizar la suya.

-Potter, te lo advierto...si...

-¡Tú no me vas a advertir nada! ¡Ahora soy libre para matarte! ¡No me importa nada! ¿Lo sabías? No me importa ir a Azkaban con tal de ver tu asquerosa cara siendo pasto de los gusanos.

-¡Por favor Harry!- Hermione comenzó a llorar muy asustada.- ¡Para, para, tú no eres así!- pero un brillo negro se había apoderado de los ojos de Harry, oscureciéndolos.

Se escuchó un tibio viento y una luz blanca emanó de una fuente de energía, segundos después, Christine se apareció allí. Malfoy se quedó tan boquiabierto como se habían quedado Hermione y los chicos la primera vez que habían visto a Christine desaparecer del castillo cuando se supone que eso no era posible.

La profesora, con toda la calma del mundo se acercó a Harry y le bajó la varita con la mano.

-Vamos.

-¡No!- gritó Harry.- Va a pagar muy caro lo que ha hecho.

-¡No merece la pena que te manches las manos de sangre todavía! ¡las cosas deben ocurrir a su tiempo, Potter!- era tan penetrante y tan segura la mirada de Christine que los ojos de Harry recuperaron el color habitual y dejó caer la varita al suelo, abatido, sin saber muy bien lo que acababa de ocurrir. Después, Christine dirigió la mirada hacia Malfoy y sus amigos.- Más le vale, señor Malfoy que mantenga la boca cerrada ante este...incidente, le aseguro que al director no le gustaría nada saber lo que ha hecho.- y dirigió la vista hacia el lago para que Malfoy comprendiera que lo sabía.

El muchacho estaba tan asustado de haber visto esa mirada en los ojos de Harry que se levantó y salió corriendo sin decir ni una palabra, seguido de cerca por Crabbe y Goyle. Una vez que se marcharon, Christine ordenó a Ron y Hermione que se marchasen a comer al Gran Comedor y cogiendo a Harry por un brazo, ambos desaparecieron, para aparecer segundos después, en la Sala de los Menesteres.

La chica lo soltó y se fue a sentar en su sillón, detrás del escritorio, observándole fijamente, Harry estaba totalmente ausente.

-Veo que tienes muchas cosas que contarme.- suspiró Christine, su rostro era muy severo.- Para empezar eso de "No, Chris, no pasó nada entre Lupin y yo, sólo fue una pequeña charla subida de tono, se le pasará Chris". ¿Con qué se le pasara, eh? Remus Lupin viene hacia aquí mañana, quiere hablar conmigo y no digas que no pasó nada porque sentí una gran fuerza en tu interior y que necesitabas ayuda.

-¿Sí?- gritó Harry harto de todo lo que estaba ocurriendo. Y pese a lo enfadado que estaba, se daba cuenta por primera vez que su profesora no tenía ya ningún corte en la cara, había desaparecido por completo.- ¡Pues podrías empezar a explicarme como es eso de que sientes mis cosas!

-No es el momento y tú lo sabes.- replicó la chica.- Pronto, muy pronto vamos a poder compartir más cosas pero si sigues actuando así, Harry, lo vamos a tener muy difícil. Has avanzado muchísimo e incluso puedo llegar a afirmar que Sirius Black ha dejado de importante tanto, obviamente no ha desaparecido de tu recuerdo, como le dijiste a Remus y como he podido comprobar hoy en el lago, pero creía que íbamos avanzando...y resulta que el poder que está creciendo en ti y la magia que estás aprendiendo la utilizas para tratar de matar a un alumno y no a uno cualquiera sino a Draco Malfoy, el espía más importante de entre los hijos de los mortífagos.- Harry levantó la cabeza.

-¿Cómo sabes tú eso?

-Porque pertenezco a la Orden del Fénix como ya sabes y porque tengo muchas fuentes de información.

-No sé lo que me pasó.- trató de justificarse Harry.- Perdí el control, no era yo...sentí como una fuerza apoderándose de mi interior, ordenándome que lo matara....yo...- Christine suspiró y se tapó la cara con las manos.

-Sabía que sucedería.- susurró.- A mí también me pasó cuando me convertí en lo que soy. Todo tiene un precio, Harry y hasta huir del dolor se paga.- Harry la miró sin comprender.- Cuando un mago se torna insensible, duro y frío y oculta lo que siente, una fuerza maligna se apodera de él. No ocurre con todos los magos, evidentemente, sólo con los más poderosos, los que tienen destinos a cumplir o los que podrían haber hecho grandes cosas. Esa fuerza oscura se llama, "El ángel negro". Llámalo oscuridad, llámalo diablo, como quieras, pero simplemente es el mal, convertido en persona para arrastrarte al Lado Oscuro.

-Eso fue lo que me ocurrió a mí. Estaba enfadada con el mundo, con todos, conmigo misma y supe que la única manera de sobrevivir a mi carga era dejando que me consumiera esa sed de venganza y que se llevaría totalmente el dolor. Pasé por un infierno, créeme, creí que el Ángel Negro se apoderaría de mi alma, que me transformaría en un ser maligno, pero lo superé, porque tenía en mente una misión y había algo que todavía podía hacerme reaccionar. Por eso fue que volví, Dumbledore supo hondar en mí y enseñarme lo que era aquello que me incitaba a volver, mi asunto pendiente.

-¿Y cuál era?- preguntó Harry asombrado. Christine sonrió.

-Algún día te lo contaré, ahora no puedo, no aún, cuando estés listo...y yo lo esté, lo sabrás. Pero no es fácil escapar del Ángel Negro, son muy pocos los que lo consiguen, sólo he conocido a una persona, a parte de mí que lo haya logrado y es Snape.

-¿El profesor Snape también cayó en lo que tú?

-Sí,- confirmó Christine muy seria.- Él tuvo un pasado muy difícil e infeliz y juró vengarse del mundo entero, se pasó al Lado Oscuro y comenzó a matar y matar sólo por el placer de vengarse, pero aún había algo de humano en él y Dumbledore lo encontró. Por eso Snape siempre le guarda lealtad, por eso arriesga su vida por la Orden, porque se lo debe a Dumbledore, porque él sabe, que si Dumbledore no lo hubiera salvado, habría llegado a un punto extremo en el que la oscuridad ya no es posible de dominar. Pero Dumbledore tenía un corazón de oro, se compadeció de él, lo conocía desde que había entrado en Hogwarts y sabía que era un muchacho solitario y triste, con un pasado horrible, pero que podía ser salvado pues en su interior no corría el verdadero deseo de hacer daño sino de aliviar el dolor que sentía.- Harry tragó saliva, algo estaba rondando por su cabeza.

-Por eso Voldemort es así, ¿verdad? Él se dejó consumir por el Ángel Negro.

-Sí.- afirmó Christine con un nudo en la garganta.- Voldemort odiaba a los muggles por su pasado, como tú bien sabes, los odiaba y por eso se fue a preparar en Artes Oscuras, se dejó consumir, malograr, él era inteligente y sabía lo que le esperaba, pero aún así no hizo ni un esfuerzo por alejarse del mal, él era maldad en sí y buscaba un fin. Eso es lo que diferencia a las personas, Harry, el saber elegir lo que es bueno o no para ellas. Esa oscuridad te visitará en más de una ocasión, mientras lleves puesta esa máscara de frialdad, tratará de absorberte como lo ha intentado antes en el lago y cuando lo haga, yo estaré allí para tenderte una mano, para recordarte por qué luchas y por quién, para salvarte una y otra vez. Pero eres tú el que tiene que saber que este es un camino difícil y que para convertirte en Luz, has de querer serlo.

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-Así que estás aquí...- Ginny se sentó en el suelo, justo al lado de Harry, donde el matorral los ocultaba.

-¿Cómo me has encontrado?- preguntó el chico anonadado. Llevaba mucho tiempo solo, pensando en las palabras de Christine y no había ido a comer con todos los demás. Era muy difícil ver a alguien tras el matorral que estaba cerca del lago, a no ser que se supiera que la persona estaba allí. Ginny sonrió.

-Porque el año pasado también te refugiaste aquí, cuando querías evadirte de todo el mundo.- y antes de que Harry abriera la boca para contestar, añadió.- Te seguí desde la enfermería cuando viniste a hablar con Hagrid, estabas tardando y me preocupé. Y vi como te ocultabas aquí, es buen lugar de reflexión...yo lo utilicé muchas veces en primero...cuando estaba poseída por Voldemort.- Harry la miró asombrado. Era increíble que con sólo la presencia de Ginny notara como esa oscuridad que trataba de arrastrarlo, desapareciese.- Ron y Hermione me han contado lo del espejo, lo siento.

-Era lo último que me dio Sirius...- Harry soltó lo que llevaba dentro.- Si lo hubiera abierto...si hubiera sabido lo que era Ginny, ahora él estaría vivo...

-Las cosas nunca pasan porque sí, Harry.- respondió Ginny mirando la calma con la que el viento movía el agua del lago. Siempre he creído que si ha ocurrido algo tenía un porqué, tenía un fin...no era algo en vano...

-La muerte de Sirius lo fue...- titubeó Harry.

-Tiempo al tiempo.- respondió Ginny mirándole a los ojos por primera vez desde que había llegado y perdiéndose en ese verde esmeralda que los caracterizaba.- Estoy segura de que algún día comprenderás el porqué de las cosas...por muy doloroso que sea...- Harry también la miró hipnotizado.- Yo por ejemplo me alegro enormemente de haber sido poseída por Voldemort en primero...porque así tú viniste a salvarme y nació este sentimiento en mi interior...- Ginny había sido tan sincera que las lágrimas recorrían sus mejillas. Harry no se sorprendió está vez, ni siquiera sabía porque se dejaba arrastrar por sus sentimientos cuando lo tenía estrictamente prohibido. Lo único que podía entender es que la oscuridad había desaparecido de su cuerpo y también el dolor y eso sin tener que soportar duras jornadas de entrenamiento, realmente aquello, era magia, de la más real que podía existir.

Cuando la mano de Harry rozó los dedos de la de Ginny, ambos se estremecieron y comenzaron a temblar como niños pequeños. No sabían qué era aquel sentimiento tan profundo, tan vivo, pero se estaban perdiendo dentro de el. Sus ojos quedaron conectados como si estuvieran pegados y sus rostros se fueron acercando lentamente. Cerraron los ojos y cuando Harry tocó los labios de Ginny notó su calor, el calor producido por las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Fue un beso corto, dulce, mucho menos intenso y apasionado que el que habían vivido en el vestuario, pero lo suficiente para llenarles, para alimentar sus corazones de una energía inexplicable en palabras.

Harry se separó de Ginny y le secó las lagrimas con la mano, acariciando su blanquecida y suave piel.

-¿Quieres ser mi novia, Ginny?- le preguntó abandonando todo sentimiento de temor, de vergüenza, de timidez...Ginny lo había borrado, ya no se acordaba de Sirius, ya no se acordaba de Christine, del Ángel Negro ni del espejo...y no sería hasta unas semanas después que volvería a recordar los sucesos de aquel día y lamentarse de ellos.

-Sí.- respondió Ginny sonriendo tiernamente y lo volvió a besar, para después tirar de él y levantarlo del suelo, y caminar hacia el castillo cogidos de la mano.

-Tenemos que decírselo a Ron.- suspiró Harry.

-No es problema, mi hermano ha estado todo el verano insistiéndome para que tratara de conquistarte.

-¿Eso ha hecho?. preguntó Harry divertido.- Y dime, ¿cómo lo has hecho?

-Con esperanza.- respondió Ginny y una sonrisa, se asomó por el rostro de ambos.

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Estaba mirando por la ventana. Era una costumbre que tenía desde niña, por algo cuando estaba en Hogwarts convenció a sus amigas de que su cama tenía que ser la que daba vista hacia los jardines.

Le encantaba esa paz que sentía su interior cuando observaba los jardines de colegio y sonrió amargamente, al observar a una pareja que iban cogidos de la mano.

Sabía que aquello iba traer muchas complicaciones a su plan, pero también sabía que tarde o temprano iba a ocurrir. Era lo que debía pasar, ella ya lo había previsto y había comprobado cuán necesaria iba a ser esa escena para los enlaces del futuro. Era un lazo de afecto, siempre lo había sabido, era lo que iba a mantener el equilibrio, lo único que podía alejar al Ángel Negro, pero tenía que tener cuidado de que no se le escapara de las manos, era a la vez, peligroso.

Tocaron a la puerta de su despacho y sin apartar la vista de la ventana, dio la autorización para entrar. Sabía quién era, el director se lo había dicho, aunque esperaba que esa visita no se produjese hasta el día siguiente, parecía que la persona que acababa de entrar por el umbral de la puerta, no podía esperar.

-Buenas tardes, Remus.- saludó sin mirar hacia atrás. Lupin se sorprendió mucho de que ella supiera quién era, aunque ya nada podía sorprenderle de esa mujer. Cerró tras de sí la puerta y avanzó unos pasos para mirar con nostalgia el despacho del profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras.

-Perdona por la visita tan repentina, Chris, quizás no hayas comido.

-No, no he comido, pero sabes que eso no un problema.- sonrió la profesora y le indicó amablemente que se sentara. Supongo que vienes a hablarme de Harry.

-Supones bien- contestó Lupin un poco más borde de lo que habría pretendido, pero Christine ni se inmutó.- He estado hablando con Dumbledore...

-Lo sé, me dijo que ibas a venir, pero no te esperaba hasta mañana.

-Lo siento, pero es importante.

-También lo sé.- por alguna razón, a Christine le parecía divertido el rumbo que estaba tomando la conversación, pese a que el rostro de Lupin, nunca había estado tan serio.

-Bueno si lo sabes, entonces nos entenderemos bien. Siempre lo hemos hecho Chris y ahora no tiene porqué ser una excepción.- dijo Lupin observando con mucho detenimiento cada reacción de la chica.-Vengo a pedirte que dejes de darle las clases a Harry. No me importa si tengo que venir cada día a dárselas yo, ni siquiera si es Snape el que lo hace, pero te ruego que te apartes.

-No pareces recordar como son las cosas, Remus.- gruñó Christine y volvió a mirar por la ventana. Ya no se reía.- Tuve la misma conversación con Dumbledore y mi respuesta es la misma, es mi trabajo y no podéis hacer nada.

-No he venido a detenerte.- dijo Lupin levantándose de su asiento.- he venido a pedírtelo. No lo hagas por mí sino quieres, ni siquiera por Lily y James, hazlo por Harry.

-No lo entiendes, Remus.- suspiró Christine con nostalgia. Sus ojos seguían siendo un témpano de hielo, pero Lupin la conocía muy bien y sabía que esa mirada era de tristeza.- Estoy tratando de que no sufra. Voldemort no tardará en atacarle, lo sé, lo he notado, lo vi en el último ataque y me advirtió. Es mi trabajo protegerlo y lo sabes y si va a tener que afrontar más muertes y luchar por su vida, mi modo es el correcto.

-¡Le estás haciendo daño!- gritó Lupin desesperado por no poder hacerla entrar en razón.- ¡Tu trabajo es protegerle, Dumbledore nunca te pidió que lo convirtieras en...en...!

-¡Puedes decirlo, Remus!- replicó Christine, sus ojos brillaban de rabia.- ¡En un monstruo, puedes y debes decirlo, sí, es lo que soy! ¿Por qué? ¿Por qué no siento, por qué es la única manera de levantarme cada mañana, por qué sino no podría mirarle a los ojos, o quizás por qué sino ya estaría muerta de impotencia como mi madre?

-No quise decir eso... -se disculpó Lupin cerrando los ojos para mantener la calma.- Sé lo que has sufrido...lo siento mucho...

-No quiero tu compasión.- bufó Chrsitine mirando con asco la cara de lástima de su amigo.- Pero yo no podría tenerme en pie sino hubiera dejado que la venganza me consumiera.

-Y no te tienes, Chris.- susurró Lupin con la voz queda.- No te tienes...sigues sufriendo...lo veo en tus ojos...te conozco...- le acarició la cara, pero Christine la apartó de un manotazo.

-No me toques...no quiero sentir nada...el vacío es una bendición...y tú mejor que nadie deberías saberlo...

-Él puede recuperarse si le das tu cariño, si todos se lo damos.

-¡Pamplinas!- replicó Christine.- ¿Pudiste ayudarle en Grimmauld Place con tu cariño? ¡No y lo sabes! ¡Ni siquiera fuiste lo suficientemente valiente para mostrárselo, Remus! ¡Eres un cobarde y vienes a recriminarme cosas que no entiendes! ¡Ve, corre y muéstrale a Harry todo tu amor, porque creo que él no sabe que lo sientes! ¡Está dolido contigo, y pudiste verlo cuando te habló en Hogsmade, te estaba pidiendo a gritos ese cariño del que hablas y tú se lo negaste! ¡Le recriminaste e hiciste que su dolor volviera a resurgir! ¿Qué hubiera pasado si yo no hubiese estado ahí para volver a entrenarlo, para volver a cambiarlo? ¡Quizás ahora ni siquiera estuviese vivo! ¡Si has venido a decirme lo que ya me dijo Dumbledore, márchate Remus, porque no tengo el tiempo que me estás haciendo perder ni quiero escucharte!-el rostro de Lupin palideció, pero Chrsitine no tenía ninguna compasión de él.- ¡No vengas a decirme lo que tengo que hacer cuando tú mismo no lo sabes! ¿Crees que sabes cómo tratar a Harry? ¡Mentira, te equivocaste! ¡Pude ver en sus recuerdos sus ojos pidiéndote que te quedaras a su lado en tercero, cuando se descubrió la inocencia de Sirius! ¿Y tú lo hiciste? ¡No, porque eres un cobarde! ¡le diste la excusa barata de que no querías poner en un aprieto a Dumbledore pero en realidad tenías miedo, tenías miedo de que los alumnos te rechazaran por tu condición, de que te odiaran, tenías miedo de la reacción de Harry, de todos!- Christine respiraba agitadamente.

-Es posible que yo sea un cobarde, pero eso no me echará atrás si tengo que remover cielo y tierra para que no le hagas daño a Harry. Se lo debo a Lily y a James...a Sirius...

-¡No me vengas con sentimentalismo, Remus!- replicó la profesora.- ¡No vas a poder detenerme, mis fuerzas están fuera de tu alcance! ¿Qué vas a hacer? Porque te recuerdo que lo que yo soy o lo que hago está muy lejos de tu comprensión.

-¿Es qué no te das cuenta de que el Ángel Negro lo está rondando?- gritó Lupin fuera de sus casillas.- ¡Lo está consumiendo la oscuridad, lo vi en sus ojos, vas a perderlo y puede que acabe siendo como Voldemort!

-¡Eso no ocurrirá! ¡tengo un as metido debajo de la manga y sé que puedo jugarlo! ¡Es la única solución!

-¡Christine estás cansándome! ¡Aléjate de Harry, aléjate de él y deja de hacerle daño, tu presencia le afecta! ¡No sé porque confíe en ti desde el primer momento, no sé porqué pensé que podías ser lo que fuiste una vez! ¡Vas a matar a Harry! ¡déjale mientras haya tiempo, mientras haya esperanza, aún no es tarde! ¡Si te importa, ayúdale, no lo condenes como a Alan!- Christine sintió como su corazón daba un vuelco horrible y un gritó ahogado y aterrador le rompió el corazón en pedazos. Levantó la mano y golpeó a Lupin en la cara, con los ojos aguados.

Respiraba agitadamente y Lupin la mirada perplejo y a la vez arrepentido. Ella había sido débil, había dejado que los más profundos sentimientos que había guardado en un cajón reapareciesen, surgiesen al exterior como si todo hubiera pasado unas horas atrás, como si aquella noche fuera la anterior.

-¡Vete!- susurró Christine con voz queda.- Vete...

-Chris yo...lo siento, no debí mencionarle...

-¡Márchate Remus! Ya hemos terminado.

-Por favor...- Lupin cerró los ojos.- Por favor no le hagas daño...piénsalo Chris...si le quieres...piénsalo...- la profesora no contestó y Lupin, tras cerrar un instante los ojos arrepentido, salió por la puerta, y la cerró tras de sí.

Un silencio se apoderó de la habitación y el reflejo del cristal de la ventana, pudo mostrar una lágrima, recorriendo el rostro frío y áspero de Christine.

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-¡Señor Potter, señor Weasley! ¡Hagan el favor de atender!- Harry le lanzó una mirada recriminatoria a su amigo. Desde que se enterara una semana atrás, de que él y Ginny estaban saliendo juntos, Ron no paraba de atosigarle y hacerle advertencias de cómo tenía que tratar a su hermana y eso le había acarreado perder una veintena de puntos.

Hermione puso los ojos en blanco porque sabía que Ron lo había vuelto a hacer. Y hablar en clase de la profesora McGonagall era como ponerse una pistola en la boca y apretar el gatillo.

-Antes de que sus compañeros nos interrumpiesen.- gruñó la profesora.- Estaba a punto de mostrarles la primera transformación de objetos en animales que realizaremos. Será algo sencillo. El señor Thomas os está repartiendo unas piedras y tendréis que tratar de convertirlas en arañas.- Ron se estremeció.- Es un proceso muy simple, porque el animal es invertebrado, así que abrir el libro por la página ciento dos y comenzar...

-¡Vieja arpía!- protestó Ron una vez se sentaron a comer.- ¡Nos a puesto un montón de deberes adrede! ¡Y sabe que estamos muy ocupados con los entrenamientos de quidditch!

-No nos habría puesto ni la mitad si te hubieses callado, Ron y dejaras un poco tranquilo a Harry.- gruñó Hermione sirviéndose ensalada en el plato.

-Tengo que darle consejos sobre como tratar a Ginny...- Hermione soltó un bufido de exasperación.

-¡Ron! ¡Por si no te has fijado, a Harry a Ginny les va de maravilla sin que tú tengas que estar todo el día encima!- Ron miró ceñudo el lugar vacío al lado de su amigo, en el que se había sentado su hermana. Ambos hablaban animadamente, aunque no parecía que fuesen novios, de hecho, llevaban una semana juntos y Ron nunca los había visto besarse, a no ser que no quisieran hacerlo delante suyo, aunque él les había dado permiso. Estaba muy contento de que su hermana saliera con alguien como Harry y se le había quitado un gran peso de encima.

-¿Seguro qué estás bien?- le preguntó Ginny por enésima vez a su novio.

-Sabes que no me gusta que me hagan esa pregunta.- protestó Harry removiendo la comida de su plato.

-Lo sé, pero estoy preocupada. Sigues sin comer demasiado y...estás tan pálido...

-Se me pasará, no te preocupes.- aseguró Harry y sonriendo a la chica. Fue a acariciarle la cara, pero al comprobar que Christine los miraba desde la mesa de profesores, apartó la mano en un movimiento brusco. Ginny suspiró.

-¿Qué tiene de malo qué nos vean?

-Ya te lo he dicho, no quiero discutir más con Lupin y sé que Dumbledore le diría que estamos juntos. No soportaría más charlas sobre lo que debo o no debo hacer.

-Está bien- cedió Ginny.- Pero extraño tus besos.- Harry abandonó toda frialdad de su rostro y le sonrió.

-¿Qué tal si hacemos una escapadita a nuestro rincón detrás del lago?- el rostro de Ginny se iluminó.- Esta tarde...después de las clases. Ya haré los deberes en otro momento.

-No sabes cuanto lo deseo. Detesto estar escondiéndome.

-No lo haría sino fuese necesario, Ginny, te lo aseguró.- le explicó Harry muy serio.

-Presiento que tiene algo que ver con Christine, ¿me equivoco?

-Eres la única que sabe que doy clases con ella de Oclumancia y te pido que seas prudente. Sí, Christine tiene algo que ver, no quiero que lo vea en mis recuerdos...

-Todavía no entiendo porqué no se lo has dicho a Ron y Hermione, pero respeto tu decisión y me alegra que confiaras en mí.- Harry le sonrió y continuaron comiendo como dos amigos más.

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-¡MORSMORDRE!

Un grito desgarrador se escuchó por todos los alrededores de Hogsmade. Inmediatamente después, una enorme calavera verde, a la cuál le salía una serpiente por la boca, se dibujó en el cielo estrellado del pueblo.

Los gritos de terror se sumaron a las risas de una veintena de encapuchados y acto seguido, una bandada de murciélagos que revoleteaban por encima de las cabezas de la gente, fueron cobrando forma humana, si a eso se le podía llamar humano.

-¡VAMPIROS, SON VAMPIROS! -gritó un hombre viejo que trataba de huir apoyándose en una garrota. No tuvo tiempo porque una de las criaturas lo alcanzó y clavó los afiladísimos colmillos en su cuello. El anciano abrió muchísimo los ojos y ahogó un gritó. La sangre chorreaba por la dentadura de aquel monstruoso ser de ojos rojos y resbalaba por la piel ahora pálida del pobre hombre.

Esperó a sentir un cambio en su organismo, sabía que la mordedura de vampiro te transforma en uno de ellos, pero lo único que sintió fue como las fuerzas le fallaban y un estopor, llamado sudor de muerte, se apoderaba de cada parte de su cuerpo. Segundos después, el anciano cayó muerto, sin una gota de sangre.

El vampiro no había podido dejar con vida tan apetitoso bocado y le había llevado claramente a la muerte. La transformación en uno de ellos solo se producía si a la persona en cuestión le quedaba suficiente sangre como para sobrevivir. Éste, no había sido el caso.

Christine se apareció en cuanto sintió el dolor de la gente. Hacía solo un par de horas que había acabado sus clases con Harry y únicamente quedaban unas pocas horas para el amanecer, momento en el que los vampiros tendrían que desaparecer sino querían ser consumidos por el sol, a no ser que tuvieran una poción especial que les permitía quedar con vida.

La gente se había refugiado en sus hogares, pero no era suficiente. Los mortífagos tenían órdenes de destruir todo a su paso y no se privaban de derribar las puertas, entrar a los hogares y matar a todo el que se le antojara.

Pero esta vez habían cometido un error, pensaba Christine. Hogsmade era, después del ministerio de magia y Hogwarts, el lugar más protegido, por ser el único pueblo enteramente mágico de Gran Bretaña.

Los aurores estaban preparados para un ataque allí y estaban aplacando el ataque mortífago con bastante más facilidad de la habitual. Parecía que la nueva ley, puesta en rigor por Amelia Bones, estaba dando más libertades a los castigados aurores.

Algo fallaba. No era posible que Voldemort no hubiese planeado esto. ¿Por qué sólo había traído a una veintena de mortífagos y unos cuantos vampiros? Hogsmade era uno de sus objetivos prioritarios, por lo que les había informado Snape, era la manera de causar pánico en el mundo mágico, no era posible que se hubiese confiado de aquella forma. Había algo más.

-¡Lo hemos encontrado, señor!- Christine escuchó atenta como un mortífago con la voz muy jovial trataba de informar al que parecía el cabecilla del ataque.

-¿Dónde está?

-Risko y Theonovic han ido detrás suyo y también cinco de los vampiros. En el callejón.

-Aseguraos de matadle. Es el objetivo del ataque.

Christine se puso tremendamente pálida. El objetivo del ataque era alguien, una persona, ¿pero quién? Dejó de luchar contra los vampiros y salió corriendo tras el informador, arrollando todo o a todo el que se le ponía por delante.

En efecto, el mortífago se dirigía a un pequeño callejón que había detrás de las Las Tres Escobas. Corrió cuanto pudo y vio desde la lejanía la figura de Remus Lupin luchando sin descanso contra muchos adversarios al mismo tiempo. Una ola de frío se apoderó de ella, Lupin era el objetivo del ataque y si su instinto no le fallaba, la causa era sin duda herir más emocionalmente a Harry.

Corrió cuanto pudo, pero cuando estaba a unos metros, dos vampiros salieron de la nada para obstaculizarle.

-¿A dónde crees que vas?- rió irónicamente uno de ellos. Era muy alto y con el rostro muy pálido, y vestía una capa negra con túnica negra también. Si no hubiera sido por los colmillos y por aquellos horribles ojos rojos, se parecía bastante a Snape.

-¡Fuera de mi vista!- gritó la mujer enfadada. Le estaban haciendo perder un valioso tiempo, sino se apresuraba en ayudar a Lupin sería demasiado tarde.

El otro vampiro se lanzó hacia su cuello, pero ella lo esquivó y creó un fuerte escudo a su alrededor. Notando como la energía llenaba su cuerpo soltó una ráfaga de viento con las manos que arrollaron literalmente a los dos vampiros y los lanzaron contra unos contenedores.

Christine sonrió complacida, pero su sonrisa se borró inmediatamente de la cara al ver la imagen enfrente de ella. Otro vampiro estaba mordiendo el cuello de Lupin sin que el hombre pudiera hacer nada más que desmayarse.

-¡Remus!- gritó Christine con todas sus fuerzas. Sentía una rabia en su interior que no era propia en ella. Normalmente era una persona tranquila y que mantenía la calma, pero el ver así a su compañero le trastocó emocionalmente. Mientras corría, en dirección hacia él estirando un brazo como si quisiera alcanzarlo, su mente volaba a la última conversación que habían tenido.

Como se arrepentía ahora de haberle llamado cobarde, como sentía no poder estar cuidándole como se había prometido a si misma, si algo malo le ocurría a Lupin, Harry jamás se repondría y ella tenía que evitarlo a toda costa. Estaba naciendo un nuevo sentimiento en su interior, algo que sólo había sentido una vez y como si la misma noche se le representara se acordó de Alan, de James, de Lily, de Sirius...si ellos le dieran fuerzas, si pudiera llegar a tiempo...

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Harry dio un brinco en su cama y se despertó jadeando. Le dolía el corazón, no sabía porqué pero tenía un extraño presentimiento.

Se colocó una mano en el pecho y notó el latido acelerado en él y un sentimiento de angustia que lo invadía. ¿Por qué ese dolor? Sin poder remediarlo, una lágrima resbaló por su mejilla. Se levantó de la cama y fue directo a mirar por la ventana. La luna brillaba con intensidad, no era llena y al mirarla, el dolor del pecho se intensificó. A su lado, había una estrella roja que brillaba intensamente, Marte, dios de la guerra, se podía ver con claridad.

Trató de llegar a su mesita con la respiración agitada y se llenó el vaso de agua de la jarra, cuando apenas sus labios lo rozaban, con el tembleque de su mano se le cayó al suelo y se hizo añicos.

Ron y Neville, los que más cerca estaban de su cama, se despertaron abruptamente. Seamus y Dean debían de tener el sueño más profundo, porque solo se removieron en sus camas.

-¿Qué ocurre? preguntó Ron sobresaltado yendo hacia donde estaba su amigo. Harry seguía mirando los pedazos de cristal esparcidos por el suelo, pero su cara era de auténtico terror.

-¡Harry!- lo llamó Neville muy preocupado. Y por alguna razón, también miró a la ventana. Debían de quedar unos minutos para que amaneciera.

-¿Ha habido un ataque, Harry, es eso?- Ron lo zarandeaba tratando de que volviera en sí. Harry levantó la cabeza.

-Tengo un mal presentimiento...algo ha pasado...no sé que es pero...no me gusta nada...he notado un pinchazo en el pecho.

-¡Llamaremos a McGonagall!- aseguró Ron sentándolo en la cama.

-¡No!- negó Harry y se pudo en pie pese a los esfuerzos de su amigo.- Tengo que encontrar a Dumbledore...o a Christine...ellos lo deben de saber...

-Está bien, Harry, Neville y yo iremos a buscarlos, pero quédate aquí, estás muy pálido...

-¡No! ¡Tengo que ir inmediatamente, no lo entendéis es algo grave!- Harry se zafó de Ron y de Neville y salió corriendo escaleras abajo, vestido en pijama. Sus amigos salieron detrás de él muy nerviosos y sin entender que era lo que ocurría.

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Una oleada inmensa de energía envió a todos los de un metro a la redonda por los aires. El rostro de la mujer que lo había emitido estaba tapado por una capucha, aún así, sus ojos azules eléctricos brillaban como linternas.

-¡Vayámonos, va a amanecer!- gritó el cabecilla del ataque mortífago. Lanzó una mirada de repulsión a aquella extraña mujer y dio la señal de desaparecer. Los vampiros se transformaron en murciélagos y salieron volando en bandada. Eran muy pocos, la mayoría habían sido eliminados.

Christine relajó su poder y por poco se cayó desmayada. Había soltado demasiada energía, Dumbledore siempre le advertía, pero la furia que sentía era demasiada. Tambaleándose se acercó al único hombre que no había sido arrollado por su poder y que estaba tendido en el suelo.

Se arrodilló a su lado y le cogió la cabeza, para poyarla en sus rodillas. Un rastro de sangre le caía desde el cuello y seguía saliendo como mucha intensidad. Estaba lleno de cortes y heridas profundas y se había puesto muy pálido.

Chrisitine le puso dos dedos en el cuello y notó su débil pulso. Todavía estaba vivo, pero no por mucho tiempo. La sangre que perdía era muchísima, unos segundos más y...

-Aguanta Remus, aguanta.- susurró Christine y puso las dos manos sobre la herida de los colmillos. Cerró los ojos y en seguida la energía rodeó su cuerpo. Mientras se iba concentrado hacía verdaderos esfuerzos por no gritar, sentía un dolor muy por encima de lo habitual.

-¡Detente, Christine, detente!- ordenó una voz poderosa que corría hacia donde estaban ellos.- ¡Basta, si sigues vas a morir!

Pero la mujer no parecía escucharle, seguía concentrando energía con las manos puestas sobre la herida. Cuando ya no pudo resistir más lo soltó y si no llega a ser por el anciano que la sujetó en el último instante, se hubiera golpeado la cabeza con el suelo.

-No puedo curarle...- susurró apenada. Casi no tenía aliento.- Es una herida demasiado profunda, sólo he logrado que deje de sangrar...va a morir... -Dumbledore pudo sentir la angustia de la mujer.

-Descansa Christine, no hables, podrías no resistirlo.

-Estoy , cought- tosió y ayudada por Dumbledore se puso en pie.- Harry está despierto, se encuentra mal, lo he sentido...tengo que volver a Hogwarts.

-Los medimagos acaban de llegar. Que se lleven a Remus al hospital y luego iremos con Harry, no creo que podamos evitar que vaya...- Christine asintió. -Dumbledore apuntó al cuerpo inerte de Lupin y lo elevó con una camilla. La mujer se apoyó en el anciano y juntos caminaron apresuradamente hacia donde estaban los trasladores, que llevarían al ex profesor directamente a San Mungo.

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Harry corría por los pasillos de Hogwarts desesperado. Acababa de amanecer pero ni Dumbledore ni Christine estaban en sus respectivos despachos. Debía encontrarlos a ellos, no valía a otros, tenían que ser ellos.

Poco le importaba que la profesora McGonagall o Snape, que también eran miembros de la Orden, estuvieran allí, ninguno podría ayudarle en su caso. Sabía que Snape le ignoraría y le tomaría por loco y McGonagall lo enviaría con la señora Pomfrey, los únicos que le creerían serían Dumbledore y Christine, pero ninguno de ellos parecía encontrarse en el castillo.

Iba tan distraído que se dio de bruces con Draco Malfoy y ambos cayeron al suelo.

-¡Harry, Harry!- Ron y Neville llegaban jadeando detrás de él.

Harry se levantó adolorido y lo mismo hizo Malfoy, por alguna razón, tenía una sonrisa de satisfacción en sus labios.

-Mira por donde vas, Potter.- y tras soltar una carcajada, añadió.- Te veo un poco nervioso. Harry lo miró con tal odio y desprecio que por un momento comenzó a sentir que la rabia se apoderaba de él, cuando se repitió las palabras de Christine en la mente:

"Cuando un mago se torna insensible, duro y frío y oculta lo que siente, una fuerza maligna se apodera de él. Esa fuerza oscura se llama, "El ángel negro". Llámalo oscuridad, llámalo diablo, como quieras, pero simplemente es el mal, convertido en persona para arrastrarte al Lado Oscuro." Se sintió más aliviado de ver como al recordar eso se podía controlar.

-Tengo prisa Malfoy, así que apártate de mi camino.- la sonrisa del rostro pálido de Malfoy se pronunció todavía más.

-Es una lástima que ya llegues tarde, Potter. Te lo advertí, el Señor Oscuro no va a dejar que seas feliz. -y dirigió una mirada analizadora hacia Ron y Neville.- Y ya ha empezado.

-¿Qué quieres decir?- le gritó Harry tomándole por las solapas.- ¡Habla! ¿Qué es lo que sabes, por qué dices eso, qué ha ocurrido?- en ese momento, la cicatriz le dio un terrible pinchazo y el presentimiento que tenía se hizo más patente. Le dolía literalmente el corazón.- No...algo malo...algo malo ha ocurrido...- susurró sintiendo una terrible angustia. Malfoy volvió a reír.

-Es una pena Potter, una verdadera pena. El licántropo llegó a enseñarnos cosas interesantes...pero ya no podrá hacerlo de nuevo...

Harry no supo porqué lo hizo, ni siquiera fue consciente de ello, pero sus ojosverdes se nublaron por una cortina negra y comenzó a temblar a convulsiones. Soltó un puñetazo a Malfoy y sino hubiera sido por Ron y Neville que lo sujetaron, hubiera seguido hasta matarlo.

-¿Qué le has hecho? ¡Maldito hijo de puta, si le ha pasado algo, si le ha pasado algo...! ¡Te juro que te mato! ¡Te mato! ¿Me oyes? ¡Eres un cerdo, dime dónde está! ¿Qué le ha pasado?

-¡Harry no, deja de moverte, por favor, Harry!- Ron ya no sabía cómo detener a su amigo. Malfoy seguía sonriendo, le encantaba ver el sufrimiento en los ojos de Potter.- ¡Harry, no te pongas así!

-¡Algo le ha pasado a Lupin, Ron!- gritó Harry fuera de sí, seguía forcejeando para alcanzar a Malfoy.- ¡Y ellos le informaron para que fueran a por él! ¡le informaron de mi relación con él! ¡Cobarde! -Tanto el rostro de Ron como el de Neville palidecieron de golpe. Ron estuvo a punto de soltar a Harry e ir a matar él mismo a Malfoy.

-Esto acaba de empezar Potter, te lo advertí y no quisiste hacerme caso. No será el primero, créeme.

En ese momento, la gárgola del despacho de Dumbledore se apartó y de él salieron el director y Christine. La mujer, al ver la escena sujetó a Harry de los brazos y lo apartó rápidamente de Malfoy. Dumbledore fue hasta Draco y le ordenó inmediatamente que volviera a su sala común, que era muy temprano para ir merodeando por el castillo.

Malfoy obedeció como un corderito, mientras observaba la escena divertida de Harry forcejeando con la profesora.

Una vez se marchó, Christine soltó a Harry y éste se giró directamente hacia ella y la cogió de la túnica.

-¿Qué le ha pasado a Lupin? ¿Qué le ha pasado? ¿Dónde está? ¡Quiero verlo! -el rostro de Christine estaba oculto entre las sombras. El sol de la ventana todavía no había salido del todo y hacía contraluz. Dumbledore le puso una mano a Harry en el hombro y trató de tranquilizarlo.

-Ha habido un ataque...Lupin fue gravemente herido...está en San Mungo- explicó el director con voz queda.

Harry se derrumbó en el suelo. No podía creerlo, no quería. Hacía solo unos días que había estado hablando con Lupin en Hogsmade, que había visto su túnica raída, su pelo entrecano y su sonrisa amable. Lupin estaba bien, estaba sano y salvo, ¿a caso la Orden no era lo suficientemente poderosa como para que ningún Mortífago acabara con sus miembros? El ex profesor era muy poderoso, un mago muy bueno, él había visto su poder en el Departamento de Misterios, pero su mayor magia, sin duda, y la que Harry siempre había aprovechado habían sido las palabras.

Esas palabras que él se negó a escuchar, que no quiso atender, que burló. Esa conciencia que quería hacerle entrar en razón y que él había despreciado. Lupin le había ofrecido su apoyo en todo momento, pero él no se había dado cuenta.

Había encontrado huecas sus palabras, no había visto ningún signo que le indicara que a Lupin le importaba tanto como le había importado a Sirius.

Sirius...¿qué le diría Sirius si estuviese allí? ¿Qué pensaría su padrino si supiese que él había traicionado la confianza de Lupin, qué le había mentido, qué había dejado que Lupin se marchara con la idea de que a Harry ya no le importaba nada, que sintiera que los odiaba? Era el último merodeador de confianza, la última persona más allegada a sus padres...

Y siempre había escuchado su consejo, siempre había tomado sus palabras como verdades, siempre había confiado en él. Había dejado que el odio y la venganza lo cejaran, había dejado que el dolor lo consumiera, había dejado que otra persona a la que no conocía de nada le robara su corazón, sus sentimientos, sus recuerdos, ¿y todo para qué?

Lupin no iba a morir, no iba a morir...no sin antes escuchar de boca de Harry que lo sentía, no sin antes escuchar que lo quería...querer...esa palabra resonaba tan lejos en su corazón...Jamás le había dicho a nadie "te quiero", jamás. Ni siquiera a Ginny que era su novia. Había dejado morir a sus padres sin decirles que les quería, había dejado que Sirius se escapara de sus manos sin mostrarle ese cariño, esas palabras y estaba dejando que Lupin fuera arrastrado por la muerte sin decírselo tampoco.

-¿Está vivo?- titubeó con los ojos mirando hacia el suelo.- ¿Está vivo?

-Sí,- respondió Christine fríamente.- Pero su vida pende de un hilo...ha perdido mucha sangre...es muy probable que...

-¡No lo digas!- gritó Harry y se levantó para encararla. No fue hasta que la miró a los ojos que vio que el cansancio y la debilidad patente en ella. Parecía que hacía enormes esfuerzos por sostenerse en pie, porque sus piernas temblaban ligeramente.- ¡No quiero oírlo, él no va a morir!- Dumbledore le colocó una mano en el hombro.

-Los medimagos están haciendo todo lo posible por él, pero no es fácil. Fue atacado gravemente por muchos hombres y un vampiro le mordió en el cuello.

-¿Significa eso que...que ahora es un vampiro?- titubeó Ron asustado.

-Lupin es un licántropo, eso lo hace inmune a las demás criaturas mágicas, pero no a sus heridas. Si no han conseguido ponerle sangre a tiempo... -Dumbledore no acabó la frase, pero la dejó en el aire. Neville lloriqueaba detrás de Ron y éste se cubrió la cara con las manos.

-¡Malfoy lo sabía!- gruñó Harry apretando los puños de la rabia.- ¡Voldemort lo buscó para matarlo, él quería matarlo!

-Eso es exactamente lo que ocurrió.- explicó Christine. Estaba tremendamente pálida. -El ataque fue un farol, todo estaba preparado para que él acudiera. Sabían que era de la Orden del Fénix y que había luchado en todos los ataques. -¡Le mataré!- bramó Harry, sus ojos estaban ennegrecidos y una energía inexplicable recorría cada partícula de su cuerpo.- ¡Voy a matarle ahora mismo! ¡Ya estoy harto, estoy harto de él!- comenzó a caminar por el pasillo, pero Christine lo cogió duramente del brazo. -¡Suéltame! ¡Voy a matarlo, es mi guerra, eso es lo que quiere, pues lo tendrá!

-¡Deja de comportante como un niño pequeño y estate quieto! ¡Si vas ahora te matará y lo sabes! ¡No es la hora!

-¡Me importa una mierda que no lo sea!- gritó Harry. Christine retrocedió ante esa mirada.- ¡Me da igual que me mate, me da igual lo que me haga, ya no me importa, ya no...! ¡Quiero matarle!

-¡Estás dejando que el odio te consuma, Harry! -bramó Christine. Ron y Neville estaban tan aterrorizados que no se daban cuenta de la información que llevaba esa conversación. Dumbledore también se había quedado parado con la actitud de Harry.- ¡recuerda nuestra última conversación, recuerda que no debes dejar que esto ocurra!

-¡Todo al diablo!- gritó Harry.- ¡Si esto me hace más poderoso adelante, porque voy a destrozarle con mis propias manos!- Christine le soltó una bofetada. Era la segunda que recibía en poco tiempo.

-¡Eres un estúpido! ¡Reacciona de una vez! ¿Quieres vengarte? ¡Bien! ¡Porqué si vas ahora no habrá ninguna venganza! ¡Ten paciencia, te lo ruego, muy pronto Harry, muy pronto estarás preparado!- y tras lanzar una mirada de soslayo a Dumbledore añadió.- Tienes que esforzarte para dominar la Oclumancia.- lo dijo lo suficientemente alto para que el director lo escuchara, pero ni Ron ni Neville se enteraron.- Por favor, te lo estoy suplicando, no dejes que te venza este odio, lucha Harry, lucha...Remus te está esperando, tenemos que ir al hospital, tienes que verlo. ¿Lo has olvidado?

Aquello hizo reaccionar a Harry. Dio un respingo y sus ojos volvieron a cobrar el verde que los caracterizaba.

-Remus... -susurró.

-Eso es, Harry,- murmuró Christine dándole unas palmaditas en la espalda.- Tenemos que ir a ver a Remus.

Harry la miró y asintió. Dumbledore y la profesora respiraron hondo.

-Vosotros regresad a la sala común y no le digáis a nadie que ha habido un ataque, ¿entendido? Recordad las medidas del colegio.

-¡Pero queremos ir a verlo!- protestó Ron.

-Aquello es un caos, señor Weasley, no puedo sacaros del colegio. Si los alumnos preguntan por Harry decidle que estaba indispuesto y se ha tenido que ir a la enfermería, donde no se reciben visitas.

Ni Ron ni Neville estuvieron muy de acuerdo, pero accedieron al fin, después de que Harry les prometiera que les contaría más tarde. Dumbledore sacó de su bolsillo un pequeño guante roto y ajado y lo ofreció a Harry y a Christine para que también lo tocaran, y así, aparecerse en San Mungo.

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