Olassssss, q tal todo?? Espero q estéis muy bien. Bueno, aquí os traigo un nuevo capi con muchas sorpresas, espero q os guste!!!!

Reviews:

NaT: Olassss!!!! Muchas gracias por todo. jjeje, sí, esto es lo q tiene meterte a leer, q al final acabas enganchado a los ficts, jeje, pero bueno, se agradecen. En fin, no Harry no es un adicto ni nada por el estilo, jejej, pero es un adolescente y muchos adolescentes hacen tonterías como fumar o beber, así q él está pasando su época rebelde, digamos, ejej. Bien, perdonará a Chris, sí, ya lo verás como en este capi se llevan mejor y no, no se suicidará al final,jejeje. Eso es lo q cree él, pero na de na. jeje. Besos!!!

Alucard: Olasss!!!!! me alegra q te guste el fict. Sí, Harry tuvo un desliz con eso del suicidio, pero tiene muy presente qién es y lo q debe hacer. Así q no te preocupes. ES cierto, no salió Ginny en el capi pasado, pero en este sí q sale, jeje. Así q disfruta. Lo lamento, pero no conozco a Kandra ni su fict.

Lamia-Somniorum: Olassss wapa!!!! Menos mal q ya actualizaste porq me tenías en ascuas. jejej, Yendo al fict. Bueno, primero aclarar q odio el tabaco y q cuando salgo de fiesta no bebo, jejej, tengo la desgracia de dar con padres fumadores y siempre lo he detestado. Jjeje. pero no, el chico no se desmadra. Pero es un adolescente haciendo tonterías y está en su época rebelde. jejej. Pero bueno, madurará. jjeje. Y sí, es verdad, no le doy mucha felicidad al chico, pero todo a su tiempo, jeje, se la daré. Y ya verás como al final no es todo tan malo como parece. Un besazo enorme!!!!

DValle: Muchas gracias!!!! Un buen año también para ti. Es reconfortante tener tanto apoyo. Besazos!!!

Elanor Blackriver: Olassss!!!Muchas gracias. Madre mía, en dos dias????? Eso sí q es ponerle moral. Te haré caso, jkejej, no mataré a Remus, por el momento. jejejej. Q no, con lo q yto lo qiero a Remsie., jeej. Tardaré poco en actualizar, no te preocuepes. besos!!

Aidee: Olasss, muchas gracias. Me encanta describir sentimientos, creo q es la esencia de los libros. Muchos besos, ya ves q no he tardado mcuho en actualizar.

kotelupin : Muchas gracias!!! Eso espero, q no sea el último review, jeje, buena señal será. Espero q disfrutes el capi!!!!

CAPÍTULO 19: VISITA ENTRE DOS MUNDOS.

-¿A dónde vamos?- Harry se encontraba una vez más en la sala de los Menesteres, el lugar que más frecuentaba últimamente y estaba algo fastidiado. No entendía porqué su profesora lo había llamado antes de la hora de la cena y no se había podido esperar hasta la medianoche, como tenían estipulado. Ahora tendría que inventar una buena excusa frente a sus amigos. La de que estaba en la biblioteca documentándose sobre su trabajo acerca de los licántropos ya no colaba. Hermione se pasaba tanto tiempo allí que era imposible engañarla. Y Ginny tenía esa capacidad especial para saber cuándo Harry le estaba mintiendo. Si hubieran esperado hasta después de la cena, su doble se hubiera quedado en la cama y sus amigos no habrían sospechado.

-Ha llegado la hora de marcharnos.- respondió Christine. Estaba muy serena y parecía que concentraba energía.

-¿Voy a convertirme en arcángel ahora?- todo el enfado que Harry sentía se transformó en emoción y nervios. No pensaba que sería tan pronto.

-Sólo nos quedan unas semanas para prepararte antes de que llegue Navidad.- contestó Christine como si le hubiera leído la mente.- No tenemos tiempo que perder.

-¿Y exactamente qué aprenderé?- Harry no tenía mucha idea de los poderes que tenía un arcángel.

-Aprenderás a usar la espada. Ya te dije que somos guerreros.- explicó la profesora.- También a concentrar energía y saber en qué forma usarla, a aparecerte y desaparecerte en el modo de los arcángeles...lo demás tendrás que ir descubriéndolo tú.

-¿Y a curar?

-No, a curar, no- contestó Christine cortante.- Es algo muy peligroso.

-¿Por qué no? ¡Tú lo haces!- le recriminó Harry.

-Porque te conozco, Harry. Sé que si te enseñara a usar la energía de tu cuerpo para curar a los demás te detendrías en cada persona herida.- la mujer suspiró.- Sé que es algo terrible, pero estamos en guerra y en una guerra hay que hacer ciertos sacrificios.

-Lo sé.- respondió Harry fríamente.- Gracias a esos sacrificios estoy yo aquí...

-Ahora no es momento de lamentaciones. Olvida el pasado de una vez y vive en el presente si deseas tener un futuro y que los demás lo tengan.- las palabras de Christine eran tan frías que congelaban. Harry sentía que a su lado podía ser igual o más distante. La profesora era capaz de transmitir esa indiferencia.- Te conozco y sé perfectamente que malgastarías tu energía con esas personas y eso podría ser tu punto débil. Podrías morir o ser atacado. Es muy doloroso cuando un arcángel pierde energía de su cuerpo. El simple hecho de que te cure un corte o un dolor de cabeza, a mí me produce daño.

-No lo sabía...- susurró Harry.- ¿Por qué no...?

-Porque mi deber es protegerte.

-¿Y a Lupin? ¿Por qué arriesgaste tu vida...?

-Porque él no merecía morir.- respondió Christine con frialdad.- Yo sabía que te afectaría mucho su muerte y no podía permitir que cayeras en un pozo más profundo del que ya te encontrabas.

-Tú no lo hiciste sólo por eso...- inquirió Harry mirando fijamente a su profesora. ¿Era tristeza lo que emitían sus ojos?

-No, tienes razón.- respondió ella sinceramente.- Lo hice porque me importa. Siempre me ha importado. Él me ayudó en los peores momentos de mi vida y si tenía que morir para salvar su vida como si tuviera que hacerlo para salvar la tuya, lo haría. De todas todas, sin dudarlo un instante.

-¿Le quieres?- preguntó Harry seriamente. Christine esbozó una sonrisa amarga.

-Hace mucho tiempo que olvidé el significado de esa palabra. No quiero sentir, no me gusta que el dolor se acumule en mi cuerpo...

-Él no te haría daño, jamás...- murmuró Harry sin acabar de entender el brillo en los ojos de su profesora.

-Lo sé. Pero yo sí podría hacérmelo a mí misma y también a él.- Harry dio por acabada la frase, pero en realidad tenía más preguntas que hacer. ¿Estaba Christine enamora de Lupin? ¿Y qué había pasado con Dani? ¿Dónde estaría? ¿Se habrían separado tras la muerte de sus padres? ¿La culparía Dani de lo ocurrido? ¿Por qué Christine se había vuelto tan fría? Eran demasiadas preguntas y no estaba seguro de que su profesora estuviera dispuesta a contestarlas, así que optó por cambiar de tema.

-¿Y cuándo podré transformarme en animago?

-¿Eh?- Christine volvió abruptamente a la realidad.- ¡Ah! Pues...ya dominas la teoría...también hemos descubierto en qué animal te transformas...tal vez mañana...

-¿Y por qué no esta noche al volver?- inquirió Harry tozudamente.

-Porque transformarte en arcángel te dejará tremendamente agotado. Necesitarás descansar, pasarás la noche aquí, yo iré a dejar el duplicado en tu habitación y te estaré vigilando. Será doloroso, te pido que resistas, no es sencillo dejar que la energía entre en tu cuerpo...- explicó Christine.

-Aguantaré lo que sea.- respondió Harry con decisión.

-Bien...entonces..¿nos vamos?

Harry asintió decidido. Por fin había llegado el momento que había estado esperando desde que conociera a Christine. Pronto, muy pronto, el momento de la venganza llegaría. Iba a convertirse en arcángel, todavía no sabía con exactitud lo que esa decisión conllevaba, pero confiaba en su profesora. Ni siquiera sabía el porqué. Sin motivos, sin argumentos, sólo por el sentimiento que lo empujaba a hacerlo...

Christine se acercó a él y lo cogió por el brazo. Segundos después, la luz los iluminó a ambos, era una luz intensa, mucho más nítida que cuando se había tele transportado con ella en otras ocasiones y entonces, sin previo aviso, el tiempo y espacio comenzaron a correr mucho más rápido, sentía una sensación de emoción en el estómago, no era como un traslador, era distinto. El pulso se le aceleró e involuntariamente y se aferró a la túnica de la profesora. Por primera vez en mucho tiempo sentía miedo y no sabía porqué.

Recordaba haber sentido esa emoción en otra ocasión, aunque estaba casi seguro de que jamás había viajado así. Era algo extraño.

Poco a poco la velocidad se redujo y en un movimiento algo brusco, Harry tocó tierra con los pies y por poco se cae al suelo. Abrió los ojos, los había mantenido cerrados para no marearse y le dio la sensación de que habría sido mejor no abrirlos. La claridad era tan grande que le cegaba, era como encontrarse en una pista de esquí sin llevar puestas unas gafas de sol. Christine estaba a su lado, pero parecía mucho más concentrada.

Por segunda vez, Harry abrió los ojos. En esta ocasión, parpadeo más rápido y poco a poco se fue acostumbrando a la claridad. Era una estancia vacía, infinita, toda rodeada de luz blanca. Era la nada, un vacío que hacía estremecerse, sin embargo, Harry, no sintió miedo.

Era extraño, porque le resultaba vagamente familiar. Dio unos pasos al frente, mirando en ambas direcciones y esperando encontrar algo con que identificarla.

-Este lugar...yo...lo conozco...- murmuró.

-¿Lo recuerdas?- la fría y extrañada voz de Christine lo sacó abruptamente de sus pensamientos. Harry se dio la vuelta para mirarla directamente a los ojos.

-¿He estado aquí?

-Sí, una vez. Yo te traje.- explicó la profesora.- Tus padres estaban en una misión para la Orden y creí que el lugar más seguro para ti era este.

-¿Dónde estamos?- quiso saber Harry. No paraba de mirar en ambas direcciones, pero no había nada que observar. Christine meditó la respuesta.

-En realidad ni yo misma lo sé con seguridad. Se trata de un espacio que hay entre los dos mundos: el de los vivos y el de los muertos. No es un lugar accesible para nadie que no sea un arcángel, así que probablemente, es el lugar más seguro del universo.

Harry caminó otros dos o tres pasos y cerró los ojos. Recordaba sentirse arropado por los brazos de alguien...¿de Christine?...Recordaba a Christine..., recordaba no tener miedo, sentirse seguro y reírse...pero las imágenes eran muy nubladas y le venían como flashes.

-Es extraño que lo recuerdes...acababas de cumplir un año...- murmuró Christine.

-Este lugar, familiariza los recuerdos.- una voz sonó de las profundidades. Era una voz confusa, engañosa y a la vez pausada y serena, que Harry había escuchado una única vez.

Una mujer apareció de entre la luz y caminaba hacia ellos. Llevaba puesta una túnica negra de tela y un pañuelo le cubría la cabeza. Tenía el rostro muy pálido y unos ojos transparentes, cristalinos...era la mujer que había visto en el Callejón Diagon.

Christine abrió mucho los ojos y avanzó hacia ella hasta quedarse a un metro de distancia. La adivina, le sonrió, pero ella no le devolvió la sonrisa. Parecía que se había puesto muy triste de repente.

-Madre...- murmuró en un susurro apenas inaudible. Harry no podía creer que lo estaba oyendo.

-Hola, Christine.- saludó la adivina amablemente.- Hacía mucho tiempo que no nos veíamos.- Christine se arrodilló ante ella y agachó la cabeza, como si le tuviera sumo respeto. No obstante, la extraña mujer ni se inmutó por ello, seguía sonriendo.- Levántate Christine.- ella obedeció, pero no gozó levantar la mirada.

La adivina la ignoró y continuó avanzando hasta llegar frente a Harry, que la observaba como si fuera un fantasma.

-Usted...usted es la adivina...la que...

-No soy ninguna adivina, Harry Potter.- respondió la mujer, sin dejar de sonreír. Era tan inquietante como en su primer encuentro.- Pero como has podido comprobar, alzó los brazos y los dirigió hacia la blanca estancia. yo también soy un arcángel y nuestros poderes son mucho más grandiosos de lo que ni siquiera mi hija, pueda imaginar.

-¿Cómo...?

-Ya te dije una vez, Harry Potter, que el cómo no importa, ni tampoco el cuándo, sino...el porqué...- se dio la vuelta para ahora mirar hacia Christine que seguía con la cabeza gacha. Harry nunca la había visto tan consternada.- Sabía que un día mi hija te traería a este lugar y te revelaría lo que es por nacimiento...y tanto le costó entender...- volvió a mirar a Harry que no salía de su ensimismamiento.- Ha sido un gesto muy bonito por tu parte aceptarla, Harry Potter, perdonar los hechos del pasado no es fácil y tú has respondido bien...por eso, voy a interceder por vosotros...voy a ayudaros...te dije que confiaras en Christine y lo has hecho...mereces todo mi apoyo...

-¿Por qué madre?- Christine habló por primera vez, parecía que después de un primer acercamiento, el valor había retornado a su cuerpo.- No lo merezco...

-Tú misión nos incumbe a todos, hija mía- respondió la mujer.- Este muchacho tiene en sus manos el futuro del mundo mágico y aunque tarde...lo has preparado muy bien...de él, dependen muchas de las criaturas de nuestros mundos y por eso, voy a ayudaros...

Se hizo el silencio. Christine volvió a bajar la cabeza y Harry tuvo la seguridad de que estaba a punto de llorar, pese a que jamás había visto a su profesora flaquear de aquel modo. No sabía porqué, pero se sentía mucho más fuerte ahora.

Entonces, sin previo aviso, otra voz, esta vez desconocida, se hizo oír por toda la sala e iba acompañada de murmullos.

-Hemos escuchado a lo que venís y si uno de nuestros arcángeles está de acuerdo en ofrecer esa ayuda, nosotros no la negaremos...- Harry miró hacia arriba, porque le parecía que la voz procedía de allí, pero el espacio también era infinito y se dio cuenta de que el sonido salía de todas partes.

-Hemos venido a pedir vuestro consejo- se atrevió a decir Christine.- He venido, a traeros a Harry Potter, juzgarlo con vuestros propios medios, analizadlo y decidid si está listo para otorgarle el cargo que os estoy pidiendo...

-¿Por qué piensas que esa es una buena solución, Christine?- otra de las voces, se escuchó. De donde viniesen, Harry estaba seguro de que estaban juntas, y no se perdía un solo detalle de lo que su profesora argumentaba.

-Porque si el destino me llevó a él, fue por algo. Yo no creo en las coincidencias, y menos después de lo que ha ocurrido y si pusisteis esta misión en mí, entonces dejad que sea yo la que elija los medios.- por la forma de hablar de Christine, Harry se percató de que sentía un cierto rencor a quiénes quiera que fuesen esos individuos que hablaban. La adivina seguía sonriendo, al parecer orgullosa de las palabras de su hija, y tampoco se perdía detalle.

-¿Por qué habríamos de fiarnos de tu palabra?- esta nueva voz era de mujer. Mucho más profunda y madura.- Renegaste de lo que eres...nos diste la espalda y fallaste deliberadamente en tu misión...¿por qué no tendríamos nosotros que decidir cuáles son los medios que facilitarán la victoria de este muchacho?- esta vez, Christine meditó mucho mejor sus palabras. Las voces eran muy sabias y sabían de que hablaban y era extremadamente complicado igualarlas a palabras.

-Yo sólo renegué de la oportunidad que me arrebatabais y ya pagué por ello...- la voz de la profesora se quebró, pero eso no le impidió continuar hablando.- Es cierto que fallé, es cierto que no me siento orgullosa de lo que soy ni de lo que he hecho en la vida...pero no me arrepiento de haber luchado contra mi destino. Vosotros no podéis entenderlo...yo soy un arcángel, pero por encima de todo era bruja y persona y tenía unos sentimientos por los que guiarme. Pero el amor que me otorgó Dani vale mucho más que todo lo que ser uno de vosotros significa.

-¿Ese amor que dices tener vale más que el futuro del mundo mágico?- inquirió sabiamente otra de las voces.

-Para mí, lo valía.- Christine agachó una vez más la cabeza. Se notaba que hacía un tremendo esfuerzo por mantenerse serena.- No me enorgullezco de como hice las cosas y sé que como arcángel, dejo mucho que desear, pero...sólo os estoy pidiendo una oportunidad...- se acercó a Harry y lo cogió por un brazo.- No sabéis cómo es este muchacho...darle la oportunidad de salvar a sus amigos...de salvarnos a todos...porque si se la negáis...entonces estaremos todos condenados, y vosotros también...darle el poder que le ayude a acabar con Voldemort y a completar su destino...os estoy pidiendo una última oportunidad...- entonces los murmullos cesaron. Parecía que las sabias palabras de Christine habían hondado en las almas de lo que fueran esas voces. Ahora entendía porqué la adivina le había dicho que Christine era sabía en palabras, se parecía mucho al profesor Lupin, y su recuerdo, le dio valor.

-Harry Potter...- de nuevo una de las voces habló. -Tú eres el elegido...el que nombra la profecía...el único que puede salvar al mundo mágico y no mágico de Lord Voldemort...pero para ello, se necesitan aptitudes en las que tú has flaqueado hasta ahora...- la muñeca izquierda de Harry comenzó a brillar muy intensamente y él tuvo que subirse la manga de la túnica y enseñarla a la vacía sala.- ¿qué puedes decirnos acerca de tu fe, Harry Potter?- Harry se quedó en silencio, observando atentamente el brillo de la cicatriz de su brazo. Era verdad, jamás se había sentido con capacidad para cumplir ese destino escrito y la única persona que lo había concienciado un poco era la propia Christine. Pero entonces se acordó de Ginny, de Ron, de Hermione...se acordó de sus amigos y lo tuvo todo mucho más claro.

-Yo...no sé si soy merecedor o no de ser un arcángel...tampoco sé que esperan de mí..., pero sé una cosa. Yo quiero acabar con Lord Voldemort, yo quiero salvar a mis amigos...y si...- bajó la cabeza y cerró brevemente los ojos. Le costaba enormemente ser sincero.- Es cierto que flaqueé en mi fe...es cierto que no deseé otra cosa más que la muerte...pero fue porque me sentía perdido y solo....traicionado...porque necesitaba la fuerza que me transmitía...Sirius...le necesitaba a él...

-Eres muy sabio para tu edad, Harry Potter.- dijo otra voz de mujer totalmente distinta a la anterior.- Conocemos tu historia, conocemos tus méritos y tu sufrimiento y apreciamos tu valor...Christine ha hecho un buen trabajo contigo, después de todo, y creemos que tú puedes ser el que hemos estado buscando...

-¿Quiere decir...qué van a dejarme ser un arcángel?- preguntó Harry sin ser capaz de acabar de creérselo.

-Sí,- dijo la primera voz de todas. El que parecía estar al mando.- vamos a convertirte en algo parecido a lo que es Christine, mitad brujo, mitad arcángel, pero todo una gran responsabilidad, lo sabes...y por eso, seguirás estando a su cuidado...seguirás teniéndola de guía...si os separáis...nuestras esperanzas se verán rotas...

-Gracias.- susurró Christine, con su habitual voz áspera.

-Os damos una oportunidad. Sabed aprovecharla, porque será la única que tengáis...muchas vidas dependen de vosotros...

-¿Y qué hay de eso de tener un protegido? ¿Yo también tendré que cuidar a alguien alguna vez?- preguntó Harry.

-No exactamente.- respondió la voz.- Tu destino es grande y está escrito...deja que las cosas sigan su curso y tal vez...tú mismo te des cuenta algún día qué es lo que debes proteger...

Harry no respondió. No acababa de entender lo que le decía aquella voz, pero en el fondo de su corazón, creía en ella. Christine le puso una mano en el hombro, tal y como solía hacerlo Sirius y lo llevó hasta el centro de aquel extraño lugar. Se acercó a su oído y le susurró:

-Harry, recibir el poder de ser un arcángel va a ser muy doloroso. Yo voy a estar detrás de ti para sostenerte, trata de resistir, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.- murmuró Harry un poco nervioso. Por primera vez, no veía a su profesora fría y severa, era una sensación extraña, tenía su mano puesta en el hombro y sentía como si su padrino estuviera allí con él, como si viviera a través de Christine. Se sentía protegido, nervioso, pero a la vez seguro, la energía de Sirius lo acompañaba, lo guiaba, y si Sirius estaba con él, ¿qué malo podría ocurrir?

Se escuchó un chasquido, y una corriente invadió toda la estancia, era cálida y melancólica, pero Harry sentía la fuerza que llevaba. Sonaba como el salpicar del agua en un riachuelo y por orden de Christine, cerró los ojos y esperó a que aquel sonido lo invadiera por completo.

Su respiración comenzó a agitarse y su pulso se aceleró y de pronto, como si de un maremoto se tratara, esa fuente de energía entró abruptamente en su cuerpo.

Se sentía muy pesado y mareado, la luz iba recorriendo cada partícula de su interior y lo llenaba como de plomo, lo iba hundiendo ese poder y lo sentía brotar por todas partes, produciéndole un dolor candente.

Quiso gritar, pero unos brazos lo rodearon por el cuello y la cintura y lo obligaron a estarse quieto. Harry abrió los ojos y entonces Christine le colocó su brazo en la boca.

-Muérdelo para evitar gritar y aguanta....pronto pasará...

Harry clavó los dientes en la carne de su profesora, que cerró los ojos para evitar gritar también en ella. Apretó con todas sus fuerzas, no resistía esa energía entrando en su cuerpo, sentía como se removía y pataleaba en los brazos de la mujer, deseando que acabara su tortura.

Era como recibir la maldición cruciatus, como si mil cuchillos candentes se horadaran en su interior y fueran quemándole poco a poco.

-¡AGUANTA, HARRY, YA QUEDA POCO!- le gritó Christine. Apenas podía sostenerle.

-¡NOOO, NOOO!- Harry sentía que iba a estallar de dolor y lo único que podía hacer es continuar mordiendo con más fuerza la piel de su profesora, para aliviar su propio sufrimiento. Pasaron unos segundos y la estancia dejó de brillar, la energía de brotar y el silencio se instaló de nuevo.

Harry no aguantó más y resbaló de los brazos de Christine y cayó al suelo adolorido y jadeando.

La profesora lo soltó y se sujetó el brazo que Harry había mordido y que estaba ensangrentado. El muchacho había apretado tanto que le había producido una herida profunda, de la cual salía un hilo de sangre.

La madre de Christine se acercó a ellos y trató de incorporar a Harry, que tenía los ojos cerrados por el dolor.

-Vamos...Harry Potter....tienes que resistir...no es sencillo aguantar el sufrimiento de la energía invadiendo el cuerpo...lo has hecho muy bien...

Christine también se agachó y vio como el labio inferior de Harry temblaba a convulsiones. Sacó de debajo de su túnica la capa de Sirius y cubrió al chico con ella, pasándole una mano por la cara para secarle el sudor frío que recorría su frente.

-Llévatelo para que descanse.- aconsejó la adivina.- Pasará una noche muy mala, hasta que su cuerpo se habitúe...

-Nos arreglaremos- aseguró Christine cogiendo a Harry de un brazo y levantándolo.- ¿Te encuentras bien?

-Sí...no te preocupes...- susurró el muchacho, aunque seguía sin abrir del todo los ojos.

La adivina sonrió ante la escena y luego le colocó a su hija las manos sobre la herida del brazo y concentrándose, produjo una luz que sanó el mordisco.

-No has debido molestarte...- dijo Christine mirando a la mujer con aprensión.- Yo...

-Tú eres mi hija...y aunque sigas castigándote por el pasado, no puedo culparte por ello.- bajó la mirada y sus ojos cristalinos brillaron con intensidad.- Yo cometí el mismo error al enamorarme de tu padre y de esa unión, naciste tú. Y como ves, tenías un destino que cumplir.- Christine suspiró.

-No sé si estoy haciendo las cosas como debo…- miró a Harry fugazmente.- Sus padres están muertos por mi error y le estoy haciendo sufrir más de lo que debe...no sé cómo...

-Porque es fuerte.- respondió la adivina rápidamente.- No te culpes por un crimen que no cometiste, Christine. Las cosas siempre suceden por algo...por muy doloroso que sea....es posible que este muchacho estuviera destinado a sufrir de ese modo, para cumplir con su destino...

-No es justo...- murmuró la profesora mordiéndose el labio por la rabia.- Ese desgraciado va a pagar por lo que hizo...

-¿Te refieres sólo a la muerte de James y Lily Potter o a la de tu propia familia, Christine?- inquirió con dureza la adivina. La mujer bajó la mirada entristecida, pero su voz sonó convincente.

-Lily era mi mejor amiga y James...James fue mi mayor consuelo...¿crees que no merece morir sólo por eso? Pero sí, también quiero castigarle por la muerte de Dani y de...Alan...ellos no tuvieron opción. Simplemente estuvieron en el lugar equivocado en el momento equivocado...

-Lamento tu sufrimiento, hija mía.- aseguró la adivina.- Sé que tienes razón...pero no se puede jugar con lo que uno es por nacimiento....la sangre que corre por tus venas es de arcángel...y debiste hacerme caso...

-Sí, lo sé. Pero tú misma comprobaste que no se puede luchar contra la fuerza del corazón, es algo mucho más grande que el destino. Yo amaba a Dani por encima de todas las cosas y aún lo quiero...y acepto que merezco un castigo por ese amor prohibido...- apretó los puños y su mirada se oscureció y se tornó fría y gélida.- pero no te permito que me digas que ellos lo merecían...porque no es verdad...el único pecado de Dani fue otorgarme todo su cariño y comprensión y Alan ni siquiera pudo elegir...sus muertes no pueden ser un castigo...no pueden formar parte del destino...son un asesinato y en este caso, el asesino sigue con vida y yo voy a ayudar a acabar con él...

-Hablas con dureza, Christine- susurró la adivina acariciando suavemente los negros cabellos de su hija.- Ojalá esa venganza no se vuelva en tu contra...

-Pasaremos momentos muy malos- reconoció Christine.- Pero voy a lograr mi propósito...se lo debo a ellos y a Lily y a James...voy a salvar a Harry como una vez no pude salvar a Alan...

-Cuidado, Christine. Porque tratas de enseñarle a Harry palabras como venganza y odio y tú misma te estás encariñando de él...sustituyendo todo tu rencor por amor...

-¡No juegues conmigo, madre!- gritó Christine enfadada. -¡Nada puede sustituir a Alan, nada! ¡Y tú lo sabes, tú lo tuviste en tus brazos!

-¡Y tratar de hacer que Harry Potter no significa nada para ti es pura hipocresía, Christine!- la profesora se mordió el labio inferior.- ¡Claro que te importa! ¡A mí no puedes engañarme, soy tu madre! ¡Y sé cómo se siente uno al tener en sus brazos a un bebé, al amar! ¡Harry Potter te importó desde el momento en que estaba en el vientre de Lily Evans! ¡Siempre ha sido así! El recuerdo de tu padre te inculcó en el mundo de la magia y te crió como una bruja olvidando tu parte de arcángel y tú viste en los magos el consuelo que yo no te pude dar en mis brazos!

-¡Olvídalo, madre!- murmuró Christine con los ojos llenos de rabia.- Ya lo he superado...lo comprendo...era tu trabajo y era más importante que yo...

-¡No, Christine, nada era más importante que tú! ¡Pero mi deber era protegerte, como protegí a tu padre!

-¡Corrección! ¡Mi padre está muerto porque tú no lo protegiste bien!- las palabras de Christine fueron tan duras que su madre se detuvo en seco. Pero al igual que su hija, ella también parecía tener ese temple fuerte y seguro y no se desmoronó.

-Tienes razón...no lo protegí como debía. Fallé...si es eso lo que quieres recriminarme...fallé porque introduje demasiados sentimientos a mi trabajo...y cuando murió él, mi única labor era guiarte para que cumplieras tu destino, y también fallé. Estabas demasiado unida a los magos, demasiado sujeta por Lily, James, Remus y Sirius....por Dani...y yo no pude romper esa barrera...pero Lord Voldemort sí pudo.- Christine cerró los ojos, el dolor se acumulaba en su pecho.- Sólo voy a advertirte una cosa más, Christine, si de verdad quieres salvar a Harry Potter, entonces no vuelvas a cometer el mismo error, no mezcles los sentimientos más de lo que ya has hecho...si él se da cuenta de que a ti te importa, entonces Voldemort volverá a matar a Alan...a través...de él...y entonces ni Dumbledore, ni yo, ni nadie...podrá salvarte...piénsalo, hija mía... -y tras acariciarle un mechón de cabello azabache que le caía por la cara, la mujer desapareció dejando tras de sí, un resplandor de luz blanca.

Christine se quedó mirando el lugar donde segundos antes había estado su madre, castigada por el silencio. Harry no había escuchado nada de la conversación, hacía rato que había perdido el conocimiento.

La profesora se armó de valor, suspiró y concentrando su propia energía, desapareció también. La estancia volvió a quedarse vacía, tan vacía como lo había estado antaño y habiendo otorgado un poder, que sería el destino final de todo y de todos...

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Christine y Harry regresaron a la sala de los Menesteres. Era más de medianoche y en el castillo reinaba el silencio. La luz blanca de la luna llena iluminaba cada rincón de la habitación.

La profesora observó la claridad del satélite y respiró con resignación. Un buen amigo suyo lo estaría pasando mal aquella noche, y ella desearía estar junto a él, como lo estaba en el pasado. Después de todo, Remus Lupin significaba mucho en su vida y también en la del muchacho que yacía inconsciente en sus brazos.

Christine sacó la varita de su túnica y apuntó a Harry con ella, haciendo que su cuerpo flotara en el aire. Lo dirigió hasta una cama cercana a la ventana y lo dejó caer en ella. Después de arroparle, le pasó una mano por la cara, recapacitando en las palabras que le había dicho su madre.

Tenían mucho de verdad...Harry Potter siempre significaría mucho para ella, pero si quería que su plan funcionase, debía permanecer dura y fría, como hasta ahora. No podía permitir que Harry se encariñara con ella, no podía permitir que el sentimiento de amor naciera en el interior del muchacho, ella sabía que su muerte podía estar muy cercana, por eso, sólo por eso, había ignorado las palabras de Dumbledore.

No podría instaurarse en el corazón de Harry tal y cómo lo había hecho Sirius. Sabía con seguridad que Voldemort no iba a tardar en ir a por ella, para quitarla de en medio. Se sentía cada vez más débil, estaba empleando un poder considerable en ayudar a la Orden y a la Alianza, y a la vez en entrenar a Harry. Había estado al borde de la muerte muchas veces, pero no podía caer hasta haber enseñado a Harry la manera de acabar con Voldemort.

Tenía que protegerle, tenía que brindarle esa oportunidad y esa oportunidad, estaba muy cerca. Quedaban unas pocas semanas para navidad y aprender a controlar el poder de un arcángel, ocuparía todo ese tiempo, pero sería muy sencillo para Harry, después de los conocimientos que ella había puesto en él.

Harry Potter era un gran mago y si todo salía como lo acordado, muy pronto, Lord Voldemort se iba a arrepentir de lo que había hecho.

No le importaba morir, había estado tan cerca de la muerte tantas veces...y luego siempre se había echado atrás, tal y como lo había hecho Harry también. No le había faltado el valor, pero ella sabía en el fondo, que un día iba a tener que regresar y cumplir con su deber. No podía morir sin darle a Harry la oportunidad de vivir, se lo debía a Lily...

Pero las fuerzas comenzaban a flaquearle. Voldemort cada vez era más poderoso y cada vez propiciaba más ataques con más ejército. Para salvar vidas, tenía que desplegar todo su poder y estaba segura, que si el mago tenebroso trazaba un plan para llegar hasta ella, su muerte sería un hecho...

Moriría protegiendo a Harry, lo sabía, siempre lo había sabido, por eso se había encargado de ser fría y calculadora con él, de que Harry siempre le guardara rencor y la tratara con indiferencia y dureza, de que cuando el momento de morir llamara a su puerta, el muchacho no sufriera por otra pérdida similar a la de Sirius. Después de todo, Harry no se iba a quedar solo, siempre tendría a Remus Lupin con él, por eso ella le había salvado la vida a riesgo de la suya. Y también protegería a los amigos del muchacho, con ellos a salvo, Harry, sería feliz. Se iba a sacrificar por darle una oportunidad, una oportunidad que le robó, la noche en la que murieron los Potter.

Harry estaría bien sin ella, porque tenía un as en la manga que ni siquiera su madre podría adivinar. Y ese as, era Ginny Weasley.

Las cosas estaban saliendo como lo había previsto y se acercaba el momento de romper ese lazo que la unía con Harry. Era demasiado peligroso que alguien más que ella supiera que, Ginny, era el punto flaco de Harry.

Sabía que él no la iba a perdonar por eso y ese odio que nacería en el muchacho la alentaba. Estaba segura, que Harry rompería todo pequeño vínculo que se hubiera creado entre ellos, cuando ella le pidiera que dejara a Ginny. Harry no iba a sufrir, aunque ella se estuviera muriendo por dentro.

Una lágrima recorrió sus mejillas, mientras seguía acariciando la pálida cara del muchacho. Se sentía morir, hubiera deseado que las cosas fueran diferentes. Que él la considerara como a una segunda madre, que la abrazara y que al cerrar los ojos, ella encontrara el cariño que le hubiera otorgado Alan.

Pero las circunstancias habían salido así y no se podían cambiar. Uno de los dos tenía que sufrir, o Harry o ella, y sería ella la que lo haría. El chico ya había sufrido demasiado y no aguantaría otro golpe.

Se lo debía y se lo debía a sus amigos: por Lily, por James, por Sirius...iba a darle a Harry un futuro y sería muy pronto...

Ahogó un bostezo con su mano, estaba cansada, muy cansada. Hacía mucho tiempo que no dormía, y lo único que seguían sosteniéndola eran las pociones que fabricaba el profesor Snape.

Se acercó a su escritorio, abrió uno de los cajones y sacó una pequeña botellita. Se tomó de un trago todo el contenido y las fuerzas regresaron a su desgastado cuerpo. Por fuera, volvía a ser la de siempre, pero por dentro, sus energías se iban deteriorando, consumiendo...

Pasaron las horas en la habitación...las estrellas brillaban más intensamente que nunca. Christine pasó un paño mojado por la frente de Harry, que se removía dolorosamente en la cama. La fiebre era muy alta y se notaba que sufría...

-Tienes que aguantar... -susurró la mujer. -No puedo aliviarte...lo lamento, pero tienes que habituarte a la energía...resiste...

Harry estaba teniendo visiones horribles en sueños. Sus padres entraban y salían de sus sueños. El arco por donde había caído Sirius, lo engullía en un agujero lo apuntaba con la varita...Voldemort se reía de él, mientras lo torturaba con la maldición cruciatus, todo el cuerpo le escocía, le dolía, sentía como si sangrara, y el dolor perduró en él, durante los tres días siguientes...

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-No entiendo porqué si te encontrabas mal, no me lo dijiste.- Harry y Ginny caminaban por los pasillos de Hogwarts, rumbo a las mazmorras. Dentro de veinte minutos, la chica tenía clase de Pociones y para tener un momento de intimidad, habían decidido acudir los primeros, sin que el bullicio del resto del colegio, que se agrupaba en el Gran Comedor, los molestara.

-No quería preocuparte.- Harry trababa de evadirse de las preguntas de su novia, pero le era extremadamente difícil. Parecía que Ginny tuviera el don de la Legeremancia, y que él no dominara la Oclumancia, porqué ella siempre sabía si él le mentía.

-Te quiero y me preocupo por ti.- dijo Ginny seriamente, deteniéndose frente a la puerta de la clase de Pociones y apoyando la espalda contra la pared.- Ya sabes cómo es la señora Pomfrey, no nos dejó entrar a verte...estaba muy angustiada...

-Perdóname.- murmuró Harry acariciándole lentamente la mejilla a la chica. Ginny se estremeció ante la mano fría del muchacho.

-¿Te encuentras mejor, ya?

-Sí. -aseguró Harry sonriendo sinceramente. Y era verdad. Christine se las había apañado para que Madam Pomfrey dijera que Harry estaba en la enfermería y no permitiera las visitas a ningún alumno. Había acudido a Dumbledore para decirle que él había logrado cerrar su mente completamente cuando ella se había introducido violentamente y que por eso, Harry estaba agotado. Dumbledore se había alegrado por el progreso del chico y les había dicho a los demás profesores que Harry estaba enfermo de gripe, y así la excusa había funcionado a la perfección para todos. La verdad era muy distinta. Durante los tres últimos días, Harry había estado en cama, acostumbrándose a la energía que le producía ser un arcángel y adaptarse a ello, había sido especialmente doloroso. Christine le había puesto al corriente de que a partir de ahora debía controlar sus emociones, porque a la mínima pérdida de nervios, la energía se manifestaría en su cuerpo. Lo que más le dolía a Harry de todo aquel asunto, era el no poder ser sincero con sus amigos, pero sobretodo, con Ginny. Había perdido era complicidad con Ron y Hermione desde la muerte de su padrino, pero todo lo que estaba haciendo, lo hacía por ellos, pero ellos no parecían entenderle del todo. En cambio, Ginny era distinta. Nunca hacía preguntas que Harry no pudiera responder, ni recriminaba, ni exigía, esperaba siempre a que él quisiera o no contarle las cosas y ese apoyo moral, se había convertido en esencial para él. Le gustaba estar con Ginny y si podía llamar a algún sentimiento anidado en su cuerpo "querer", sin lugar a dudas, era dirigido hacia ella.

-No era una gripe...¿verdad?- murmuró la chica bajando la mirada. Al comprobar que Harry se había quedado callado un rato.- ¿Te siguen atormentando esos sueños?- el muchacho suspiró y cerró unos segundos los ojos.

-Ya hemos hablado muchas veces de eso...

-Pero siempre evades mi pregunta- el rostro de Ginny estaba angustiado.- Por favor...sabes que siempre trato de no incomodarte, sé lo que te molestan las preguntas...pero...puedo ver tu sufrimiento y me duele, quiero ayudarte y no sé cómo...

-Ya me ayudas.- aseguró Harry acariciándole de nuevo la cara.- Te aseguró que tu mera presencia es una ayuda para levantarme cada mañana.

-¿Cómo puedo hacer qué esas pesadillas desaparezcan? Harry, dime cómo te evito el sufrimiento...-Ginny tenía los ojos muy abiertos. Deseando con todas sus fuerzas que Harry le abriera su corazón, pero hacía mucho tiempo que el corazón de Harry estaba cerrado con candando y ella era de las pocas personas que tenía un breve acceso a él en ocasiones...en contadas ocasiones...

-No puedes, Ginny... -susurró Harry con tristeza. Le dolía en el alma que su novia sufriera por él. Ella no lo merecía.- Nadie puede hacerlo...he sido todo lo sincero que puedo ser contigo...pero no me pidas más...Sirius dejó un enorme vacío en mi interior...se llevó con él mi felicidad, mis sueños...me arrebató la tranquilidad... y la única persona que me la devuelve eres tú...pero- giró la cabeza a un lado para no enfrentar la mirada intensa de la chica.- no puedes salvarme siempre...no puedes liberarme de ellas...nadie puede...

-Hay una manera, ¿verdad?- Harry la volvió a mirar, sorprendido.- Lord Voldemort...

-Tal vez...- suspiró Harry. Ginny estaba muy cerca de la verdad, ¿pero cómo podía insinuarle algo así? Era como si ella sospechara algo de la profecía...- Pero también hay otra.- añadió Harry sonriendo.- Y es besando tus labios...

Ginny sonrió. Había veces en las que Harry la sorprendía de verdad y dejaba escapar atisbos de sinceridad y de cariño. Esas pequeñas muestras eran lo que daban luz a Ginny, lo que la animaban a seguir, lo que hacían, que día a día, lo quisiera más. No sabía cómo, ni tampoco porqué, pero habían logrado una sincronía que pocas parejas llegaban a tener a su edad, eran como dos adultos atrapados en cuerpos de adolescentes, y tal vez, por el hecho de ser adultos, la pasión se levantaba entre ellos cada vez que sus cuerpos estaban unidos, como ahora.

Era increíble ver temblar sus cuerpos, era a la vez infantil...las piernas flaqueaban, la piel se estremecía y el deseo se desbordaba.

Harry colocó una mano por detrás de la cintura de la chica y con la otra no cesó de acariciarle el rostro. Ginny temblaba como una niña pequeña, se dejaba arrastrar por ese sentimiento tan hondo y cuando sus labios rozaron los del muchacho, sintió una descarga eléctrica por todo su cuerpo. Los corazones volvían a jugar malas pasadas y se aceleraban y faltaba la respiración entre beso y beso. Ya no eran besos pequeños y breves, se intensificaban, se exploraban las bocas y se convertían en serios y sentidos, pasionales y adultos. Pero como todo momento mágico, terminó por romperse y por la persona menos esperada en aquel instante.

Una voz congelante y que siseaba, les llamó la atención.

-¡Potter, Weasley! ¿Se puede saber qué es lo que están haciendo?- Harry y Ginny se separaron al instante. Plantando en la puerta del aula de pociones, estaba nada más y nada menos que el profesor Snape. Tenía el rostro ceñudo y una expresión de odio y enfado patente.

Harry se colocó delante de Ginny, como si quisiera protegerla con su cuerpo y le lanzó una mirada furtiva al profesor. Sentía como si el veneno recorriera sus venas, había algo, en la sonrisa irónica de Snape que no le gustaba en absoluto. Se acordó de que debía permanecer tranquilo o podría soltar energía y descubrir a todos lo que ahora era, y trató de suavizar el rostro.

-Veinte puntos menos para Gryffindor- siseó Snape peligrosamente.- Y ahora...señorita Weasley, haga el favor de esperar en el Gran Comedor con sus compañeros hasta que empiece la clase. Está prohibido merodear por los pasillos fuera de las horas estipuladas...- Ginny miró a Harry y éste asintió levemente. La chica suspiró resignada y con cara de preocupación, se encaminó hacia las escaleras. Harry y Snape se quedaron mirándola hasta que desapareció de vista.

Luego, tras un breve instante de silencio, Snape volvió a hablar.

-Entre en mi clase, Potter.- Harry estaba más enfadado de lo que debía. Las palabras de advertencia de Christine, en cuanto a comportamiento con Snape, no bastaban para retener las ganas del muchacho por lanzarle un maleficio. A pesar de sus intentos, Harry no había podido olvidar que el profesor era gran culpable de la muerte de su padrino, ni tampoco las burlas acerca de él, su padre o Lupin en los castigos. Aún así, haciendo alarde de valor, siguió a Snape hasta el interior de la oscura aula, esperando como un acusado espera su veredicto.

-Vaya, vaya... -susurró Snape con una sonrisa burlona en el rostro.- Así que todos tratan de proteger al famoso Harry Potter del Señor Oscuro y el famoso Harry Potter se dedica a andar besuqueándose con las chicas en medio de los pasillos.

-No es asunto suyo a quién bese.- dijo Harry bruscamente. Había cerrado fuertemente su mente, y pese a que Snape hacía verdaderos esfuerzos por penetrar en ella, no obtenía ningún resultado. Y aunque sentía mucha rabia por la situación en la que se encontraba, un sentimiento de regocijo se adueñó de su interior al ver la expresión ceñuda de su profesor de Pociones. No había creído al director, cuando éste le había comunicado que Christine había logrado que Harry dominara la Oclumancia casi a la perfección. Él mismo le había dicho en contables ocasiones que el muchacho era un inepto en la materia, porque su temperamento no le permitía concentrarse.

-No, quizás mío, no- respondió Snape una vez se recuperó del shock de comprobar la información que le había dado Dumbledore.- Pero sí del director...le encantará informar al señor Weasley de que su hija ha encontrado un nuevo amor...y que ese amor es el blanco número uno del Señor Oscuro...- Harry se mordió el labio inferior. Snape había puesto el dedo en la llaga.

-¿Y por qué iba usted a informar al director de mi vida privada? -Harry también tenía algún que otro truco escondido bajo la manga. Christine le había enseñado muchas cosas y desviar con picardía las conversaciones, era una de ellas. Pero Snape no se iba a dejar vencer tan fácilmente. Tenía una sonrisa de suficiencia en el rostro.

-No te hagas el tonto conmigo, Potter.- siseó el profesor, pasando a tutearle.- Sabes muy bien que el director lleva tu vida....privada, como tú la llamas, muy controlada.

-¿A sí?- preguntó Harry fingiendo indiferencia.- Entonces, profesor, quizás debería dejar este asunto entre él y yo...- Snape volvió a sonreír. Disfrutaba teniendo la sartén sujeta por el mago.

-¿Cuántas cosas más ocultas al director, Potter? Sin duda algo ha cambiado en ti...de un tiempo atrás no eres el mismo...me pregunto si Christine Byrne tiene que ver en eso...

-Si eso fuera cierto, profesor Snape.- Harry trató que su voz sonara educada, pero le resultaba muy difícil. Cada vez estaba más molesto.- me temo que no se lo diría.

-Eres un arrogante...Potter, cada día te pareces más a tu padre...y mira cómo acabó él, por confiar en quién no debía...- Snape estaba tocando un tema especialmente doloroso y reciente y Harry sentía como le hervía la sangre en las venas. Sus ojos comenzaban a tornarse de un negro oscuro.- Y tú sigues por el mismo camino..-. el profesor comenzó a pasearse alrededor del muchacho, con la varita en la mano, como si de un momento a otro fuera a atacar.- ¿Has olvidado quién es Christine Byrne, Potter? Estoy al corriente de que conoces su historia, tal vez no te haya terminado de narrar con exactitud los hechos...yo puedo aclarar tus dudas...no me gustaría que salieras con una idea equivocada de tu querida profesora...

-Eso, es un asunto entre ella y yo.- masculló Harry. Miraba al suelo para no tener que ver la sonrisa irónica del rostro de su profesor, buscando la mejor manera de detener el poder que sentía fluir por su interior.

-Bien...sigue confiando en ella, Potter y quizás muy pronto hagamos otra tumba en el panteón de tus padres...no has entendido aún, no has comprendido, que esa mujer fue la causante de su muerte y que su estúpido ego le llevó a fallar...

-Usted está tratando de que retire la confianza en ella...pero no va a lograrlo...- susurró Harry apretando los dientes.- ¿Qué pasa? ¿Ha decidido volver al bando de los mortífagos? Porque si es así, le advierto que no va a lograr nada tratando de confundirme...- una mueca de asco se dibujó en los labios del profesor.

-Eres un idiota, Potter. Conozco a Christine mucho antes que tú y sé cómo actúa...su pellejo le importa más que el tuyo...

-¿Por qué me dice todo esto?- se irritó Harry.

-Porque conozco el contenido de la profecía.- gruñó Snape. Harry palideció. Lo tenía que haber prevenido. Snape era un mortífago allegado a Voldemort, Christine se lo había dicho y él le habría dicho lo que decía la profecía.- Y por mucha fe que tenga el director en vosotros, yo no pondría mi pellejo en manos de ninguno de los dos.

-Tranquilo, no hace falta que lo haga. -ahora era Harry quién sonreía cínicamente. A Snape le preocupaba que ellos fallaran y que no hubiese nadie capaz de derrotar a Voldemort. Tenía miedo.

-Los pensamientos que te rondan por la cabeza son totalmente falsos, Potter.- esta vez, Snape había adivinado lo que cruzaba la mente de Harry sin necesidad de la Legeremancia.- Podría tener miedo de la situación en la que me encuentro...pero no del destino del mundo mágico...pero considero que las cosas no se están haciendo como se deben hacer y que ello provocará más muertes. Yo me juego la vida cada día por protegerte, Potter, y tú andas con jueguecitos en los pasillos, no estoy dispuesto a tolerarlo...informaré al director...

-Haga lo que le de la gana- replicó Harry con desgana.- Ni su opinión, ni la de Dumbledore, me importan una mierda...lo que yo haga no les incumbe...- Snape esbozó una cínica sonrisa.

-Imbécil...no te has dado cuenta aún de lo que supone tener a Weasley a tu lado...el Señor Oscuro acabará por enterarse, Potter, descubrirá todo acerca de ti y entonces...la matará... -Harry se descruzó de brazos y encaró a Snape con la mirada. Estaba furioso. Podía aguantar los insultos de Snape hacia él, pero no iba a permitir que jugara con sus sentimientos hacia Ginny.

-No lo permitiré...- masculló Harry.- Ya puede ir diciéndole...que si le toca un pelo...le mataré...- La mirada de Snape estaba envenenada de odio, y aún en ese estado, pudo soltar un gruñido de incredulidad.

-Arrogante...¿crees que esto es un juego? ¿Crees que basta con apuntar con la varita y disparar? No puedes imaginar lo fuerte que es el Señor Oscuro, no sabes lo que es estar enfrente suyo y sentir todo su poder...que haga temblar al más valiente de los hombres...estás perdido, Potter, si piensas que vas a ganar, es que tu ego supera al de tu padre... -Harry cogió a Snape por las solapas y ambos se enseñaron los dientes. Ya no eran alumno y profesor, eran hombres, dispuestos a saldar las cuentas del pasado. Harry sentía como si el espíritu de su padrino y de su padre se hubieran instaurado en él y como era tan alto como su profesor, la diferencia de edad no se notaba.

-Claro que lo sé...puedo ver cada noche a mi madre gritar y a mi padre caer al suelo...puedo ver a Sirius cayendo a través del velo y a Bellatrix Lestrange, con la que usted comparte la mesa, riendo a carcajadas...puedo ver el cuerpo de Cedric Diggori con una expresión de terror en el rostro, en aquel cementerio...aún siento el dolor de la maldición cruciatus en mi piel...aún huelo el Avada Kedrava cerca de mí...puedo visualizar sus ojos rojos y sus rasgos de serpiente... -soltó a Snape bruscamente y se dio la vuelta.- usted no sabe lo que es eso...usted no puede llegar a entender...ver morir delante de ti a las personas y no poder hacer nada por evitarlo, saber que tú eres el único que puede parar esto y no poseer el poder suficiente para hacerlo...estar solo cuando creías que por una vez podías tener a alguien a tu lado que te quisiera...usted jamás podría comprender...mancha la memoria de mi padre, que luchó y dio su vida por parar esta guerra, mancha la memoria de Sirius, que murió habiendo vivido doce largos años en Akaban por un crimen que no cometió y estando luego fugitivo, preso en una casa que odió y donde lo despreciaron, encerrado con ese maldito elfo doméstico...empaña con sus palabras a Christine, cuando ella trata de ayudar, cuando ella arriesga su vida para salvar la de otros...cuando ella no tiene la culpa del odio que usted siente hacia mi padre y sus amigos...- Snape retrocedió ante el brillo oscuro de los ojos de Harry. Jamás lo había visto así.- Lamento que se burlaran de usted en el colegio y no elogio para nada esa actitud...pero usted no tiene derecho a empañar su recuerdo con insultos y desprecios, no se lo permito, porque ellos me dieron la oportunidad de vivir, la oportunidad de enfrentarme a Voldemort y yo la voy a aprovechar...así que, vaya a dónde quiera, dígale a quién quiera que me vio besando a Ginny, siga insultándome y burlándose de mí...ya no me afecta, hace mucho que dejó de hacerlo...pero si una sola vez, una sola, vuelve a manchar el recuerdo hermoso que yo tengo de mis seres queridos, si castiga con su desprecio a Ginny, a Ron, a Hermione...entonces...le mataré...- Harry apretó los puños y los cristales del aula de pociones saltaron por los aires, desperdigándose en mil pedacitos. Snape abrió la boca asombrado pero no encontró nada que decir. Nunca había sentido tanto odio y tanto pavor en una situación, podía comprobar que las palabras de Harry eran totalmente ciertas y había notado un poder inmenso, un poder que hasta ahora sólo había notado en un persona...el problema, es que no recordaba en quién.

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-¡VAMOS SIGUE, ASÍ, ASÍ, CONTINUA, NO, NO BAJES LA ESPADA EN NINGÚN MOMENTO, NO RETROCEDAS...!- Harry y Christine se encontraban en la sala de los Menesteres, efectuando su habitual entrenamiento diario. Habían pasado un par de semanas desde que Harry recibiera los poderes necesarios para ser mitad arcángel y adaptarse le estaba costando bastante trabajo, aunque, en opinión de su profesora, era un milagro que lo consiguiera con tanta rapidez.

Christine había vuelto a ser esa mujer fría y despiadada de los primeros meses de curso. Desde el momento en que ella le contara la verdad, su actitud había sido mucho más maternal y sensible, lo había cuidado y hablado con cariño, pero ahora había vuelto a la normalidad. Y en parte, a Harry le gustaba. Él no había dejado que los sentimientos le vencieran y su comportamiento con el resto del mundo, exceptuando con Ginny, era severo y reservado. Se había acostumbrado a la rudeza con la que su profesora habituaba a tratarlo y había comprendido que el recordar el pasado había sido un lapsos en el comportamiento de la mujer, pero una vez pasada la primera impresión, su carácter resurgía con más frialdad, si cabía.

-¡No retrocedas, no retrocedas! -la espada de Christine realizó un movimiento rápido y ágil y produjo un corte profundo en el brazo derecho de Harry, que dejó caer su arma al suelo y se sujetó la herida con su otra mano, mirándola con aprensión.- ¡Bien! ¡Un descanso! -anunció la mujer y guardó la espada en el interior de su túnica.

Harry la miró algo disgustado y se dirigió al fondo de la habitación, para coger una venda del armario de las pociones, pero Christine lo detuvo.

-No podemos correr riesgos...nadie debe descubrir tu corte...- y tras colocar sus manos frías sobre el brazo y concentrar su energía, la sangre dejó de resbalar por el codo y la herida cicatrizó.

-No deberías hacerlo...- gruñó Harry. -Te he dicho mil veces que no me hace daño, tendrías que reservar energías...

-¿Tienes mucha experiencia en cuanto a cortes, no es cierto?- replicó la profesora dirigiéndose hacia el centro de la sala y lanzándole al chico una clara indirecta.

-No me vengas con monsergas, sabes muy bien...

-No lo hago por aliviarte el dolor.- repuso Christine de mala gana.- Tú también sabes que no me importa que sufras, mientras superes las expectativas... -Harry bufó consternado. Era imposible aclarar nada con ella. Así que, vencido, se acercó hacia donde estaba y se sentó en el suelo.

-Has avanzado mucho...- Christine cambió de tema radicalmente.- ¿Te sigue doliendo?

-No, cada vez menos.- aseguró Harry, pasándose las manos por la cara en señal de cansancio.- Ya me he acostumbrado a tener que llevar la energía dentro de mí, casi ni me percato de ella...el problema sigue siendo controlar las emociones, y más en clase de Snape...

-Ya sabes mi opinión al respecto.- dijo Christine tranquilamente.

-Sí, sí, la sé.- aseguró Harry frotándose los ojos.- hace unos días tuve una discusión fuerte con él...le dije que si volvía a tratar de persuadirme para que me alejara de ti...le mataría.

-¿Eso le dijiste?- preguntó asombrada la profesora. Tenía claramente una expresión ceñuda en el rostro.- Harry...es peligroso...si se llega a enterar de tu poder...

-Entonces, simplemente le mataré, ya se lo he advertido.- masculló Harry de mala gana. Christine suspiró resignada.

-No puedes matar a Snape.

-¿Por qué no? Le haría un favor...Voldemort no tardará en darse cuenta de que es él quién pasa la información a la Orden del Fénix y entonces...créeme, seguro que Snape preferiría que lo matara yo...

-Lo dudo- sonrió sarcásticamente la mujer.- Aún así, tú no harías una cosa así. Por mucho que lo odies...no cometerías un asesinato sin una causa justificada...

-Tengo causas justificadas con él, de sobra...y también con muchas otras personas...- el rostro de Harry se ensombreció de repente y Christine se puso seria también-. Todos ellos van a pagar el daño que le hicieron a Sirius...y a mis padres...

-¿También yo?- quiso saber Christine, no sonreía para nada.

-¿Por qué estarías ayudándome si piensas que voy a matarte al final?- inquirió Harry.

-Porque no le tengo miedo a la muerte...porque tengo asumido que la merezco...y porque lo que sea que me espere al morir, será mucho mejor que lo que deje aquí...- Harry mantuvo el silencio un momento, mirándose los cordones de las zapatillas.

-No seré yo quién te mate...y no porque me falten ganas de hacerlo, sino porque me has ayudado...y creo, o mejor, quiero creer, que alguna vez te importaron realmente mis padres...

-Dejemos ese tema aparte, no quiero hablar del pasado en estos momentos.- Christine esquivó la mirada inquisitiva de Harry y se levantó del suelo. No estaba preparada para enfrentar otra conversación acerca de lo que ocurrió la noche de la muerte de los Potter.

-Tienes razón,- reconoció Harry poniéndose en pie también. -Es mejor que nos planteemos el futuro...- una sonrisa cínica apareció en su rostro.- Porque estoy seguro de que muy pronto va a llegar el momento de culminar mi venganza...

-Estoy de acuerdo.- afirmó Christine.- Ya dominas la aparición, tanto como mago, como arcángel, has empezado a utilizar la energía de la magia a tu antojo, también dominas a la perfección la telepatía y tú transformación en animago fue ejemplar...- Harry sonrió amargamente.

-Fue una auténtica sorpresa descubrir el animal en que me podía transformar...creo que más de uno se sorprenderá también...

-Tienes razón- Christine también sonrió.- La marca que te dejó Lord Voldemort parece que va descubriendo todas sus caras...

-Bueno, pero no son precisamente caras agradables, ¿no crees? -gruñó Harry.- Por ejemplo...que pueda hablar pársel no es ninguna bendición...

-Pues yo pienso que te otorga mucha ventaja.- opinó la mujer. Si Voldemort decide ordenar algo a alguna serpiente, tú lo entenderás a la perfección...

-Sí, mirándolo así, tiene lógica.

-Otra cosa que te quería comentar. -dijo Christine llevándose un dedo a la frente, como reflexionando.- El otro día, en la sala de profesores, el profesor Flitwitck me comentó que ibais a empezar las clases de aparición prácticas después de las vacaciones de Navidad.

-Sí -confirmó Harry como si aquello fuera un fastidio. -Resultará tremendamente aburrido...

-Bueno, ahí es donde quería llegar. Puedes ser, si lo deseas, el mejor alumno de la clase, el primero en lograrlo, pero hazlo disimuladamente. Sé que te encanta ver la cara de Hermione Granger cuando ve que la has superado con creces y no te voy a arrebatar ese...pedacito de fama, pero recuerda lo que nos jugamos...

-¿Sabes una cosa?- rió Harry.- Pareces Snape. ¿Ahora me acusas de arrogante?

-Sabes que no haría una cosa así.- le contradijo Christine, aunque también sonreía.- Pero hay ciertos alardes de los que te gusta no privarte y eso puede llevarnos complicaciones...

-Descuida. No haré nada que sea demasiado impresionante, pero tampoco voy a permitir que Draco Malfoy consiga realizar la aparición antes que yo, ¿me entiendes, verdad?

-Perfectamente y tan bien que lo hago...te recomiendo que alejes un poco a Malfoy de tus pensamientos...a él no puedes tocarle...

-¿No puedo?

-Corrijo.- murmuró Christine seriamente.- No debes.

-No le pondré una mano encima, si es eso a lo que te refieres.- gruñó Harry cruzándose de brazos.- Pero no me da muy buena espina...hace mucho tiempo que dejó de profesarme amenazas...ese silencio me inquieta...más concretamente desde el ataque a Lupin...- Christine arrugó la frente, visiblemente preocupada.

-Veré que puedo hacer a través de la Orden. Dumbledore sabe que hay espías dentro de Hogwarts, pero no puede hacer más que vigilarlos a través de los profesores...son niños, hijos de mortífagos, pero simples estudiantes...

-Malfoy es uno de los espías.- aseguró Harry.- Él sabía el ataque a Lupin...

-Lo sé, pero no podemos hacer nada...

-A no ser que lo pille in fraganti. -murmuró Harry rascándose la barbilla.

-¿En qué estás pensando, Harry?

-En nada en concreto...sólo que me gustaría verlo tras una reja de Azkaban...llorando y llamando a su papaíto...

-Por el momento, esperar es lo más sensato....por lo menos....hasta que estés listo...

-Que será muy pronto... -susurró Harry con una sonrisa cómplice.- Eso si domino lo de la espada...es algo que no me acaba de entrar...

-Le cogerás el tranquillo rápido...- aseguró Christine. -Recuerda lo que le hiciste a ese basilisco en la cámara de los secretos...es sólo cuestión de práctica...