Olasss!!!!! Ya estoy de nuevo aquí. Madre mía, cuantos reviews en este último capi. Q contenta estoy!!! Por eso, me he dado prisa en actualizar. Espero que me sigáis mandando vuestras opiniones, que me animan mucho.

En fin, sin más dilaciones, os contesto a los reviews:

Alpha X: Olasss!!! Hago lo que puedo, jejej, es mi primera historia. Christine me gusta mucho y quizás sí q me dejo llevar mucho por ella, pero la considero un personaje clave para lo q resta del fict.

Alucard: Olassss!!!! Vale, ya sé que lo dejé en un momento interesante. Me declaro culpable, jeje, pero para que veas, actualizo rápido. Trato de actualizar una vez a la semana o así. A mí también me gusta Snape, jejej, pero me gusta como es, desagradable. Jeje. Muchas gracias por tu apoyo y claro que te contesto a los review, jeje, después de lo amable que eres, como no iba a hacerlo? Bien...recomendar...umm...déjame pensar, ahí una que se llama Girahistoria, no recuerdo ahora mismo de quién es. También hay otra q a mi me gusta mucho, que es un Harry Potter mezclado con el Señor de los Anillos, la verdad es q está muy estructurada y tiene sentido. Se llama Harry Potter en la Tierra Media y...no sé si me equivoco, pero creo que es de Circe. Pero no me hagas mucho caso, porque para recordar autores soy muy mala.

Aidee: Olasss!!! Mil gracias!!!!! Espero que te siga gustando, ya ves q no tardo mucho en actualizar, me motiváis mucho con esos reviews. Besos!!!!

D.Alatriste: Olasss!!!! Bueno, creo que esta vez no me he demorado tanto. Jejej. Ten en cuenta q los capis son muy largos y escribir más deprisa no puedo, jeje. Pero trataré de actualizar lo antes posible. No, Snape no se ha llegado a dar cuenta de nada, pero poco a faltado, jeje. Ya veremos cuáles son las intenciones de Voldemort, pero te aseguro que Harry sí q se enfadara con él, aunque para eso aún queda bastante. Besos!!!

kotelupin: Olasss!!! Gracias por continuar mandándome reviews!!!!!! Bien, sí que habrá más escenas Harry y Ginny, pero no basaré el fict en ellas, jejej, ya sé que hay a muchos que le gustan, pero sería demasiado cargante, aunque sí prometo que pondré las máximas posibles. Ah! Soy de España, más concretamente de la ciudad levantina de Valencia. Chaoo!!!

Elanor Blackriver:Olasss!!! Lo confieso, jeje, a mí también me encanta esa actitud de Harry y sí, estará todo el fict así. Por supuesto q habrá escenas con Voldemort en las que se pase de listo con él, jeej, a ver si Voldie se lleva su merecido. El fict sí que es bastante largo. Quedan muchísimos capis, tendrá alrededor de 50 o así. Lo que me queda todavía, jejej!

Lamia-Somniorum: Olasss wapa!!!!! Aquí estoy de nuevo. Me tengo que pasar por tu fict que tenía dos avisos de actualizaciones tuyas y todavía no he podido leerlos. Snifffff, q poco tiempo tengo. Claro que habrá escenas en las q Harry demuestre de que es capaz y muchas!!!!! Pero eso no será hasta después de Navidad, cuando esté listo de verdad. Y lo de las espadas....jajajajaj, me hizo mucha gracia porque la verdad no tengo ni pajatera idea de cuál puede utilizar y de si pesa o no. Jejej. Pero sí sé cuál será la que utilice más adelante. Si es espada o sable no lo sé. Jeje. Besazos y por favor, sigue actualizando, jeje, así tengo muchos capis pa leer!!!!!

FLEUR20: Olasss!!!! Muchas gracias, vale, te haré caso, jeje, habrá mas escenas H/G!!!!

Lyra Potter: Wenas!!!!! Muchísimas gracias!!!!! No te gusta Harry y Ginny? Aisshh, jejeje, lástima. Bueno, a mí no me apasionan, jeje, pero sí que me gustan como quedan juntos. En fin, yo creo que sí que Sirius sí que está muerto...y no te preocupes que no trataré mal a Lupin, jejej, o bueno, quizás un poco sí, pero lo recompensaré con creces. Si lo adoro!!!!! Besos!!!!

Fweasley: Muchas gracias!!!!! Sí, jejej, la verdad es que soy muy melodramática escribiendo, jejej, pero pondré también escenas distintas, no tan tristes, jeje. Besos!!!

Ann Magus: Olass Daga, ummm, ¿me lees la mente? Jejej, Sí, el animal en el que se transforma es una serpiente. Lo acertaste!!!!

Kaloa: Muchas gracias!!!! Aissh, q me emociono. Realmente me has llegado dentro!!!! ¿En serio te gusta? Ufff, vaya, no creí nunca que me dijeran estas cosas cuando me puse a escribir. Espero que te continúe gustando la historia. Besos!!!

Nat: Muchas gracias!!!! Vaya, espero que no suspendas por mi culpa, que te quité de estudiar. Jejej.

CAPÍTULO 20: ENTRE PROFECÍAS Y LECHUZAS.

Se acercaba la Navidad, los alumnos del colegio Hogwarts esperaban su llegada con ansiedad. No sólo deseaban enormemente ver a sus padres y familiares, sino enterarse de todo lo que había estado ocurriendo en el mundo mágico durante su estancia en la escuela.

Las medidas impuestas por Dumbledore a principio de curso no habían sido recibidas con entusiasmo por varios sectores estudiantiles, y ahora que se acercaban las vacaciones, tendrían un idea generalizada de lo que había estado ocurriendo en el mundo mágico.

Algunos de los alumnos ya habían sufrido pérdidas de familiares, y por supuesto, abundaban los que procedían de familias muggles. Voldemort había iniciado una campaña de exterminación de los que consideraba de sangre impura, pero no tenía miramientos al exterminar a magos de sangre limpia, por muy pura que fuera su familia, siempre que éstos se interponían en su camino.

La única casa que parecía estar totalmente tranquila era la de Slytherin. No había un solo sangre sucia entre ellos y muchos de sus padres, aunque no todos eran mortífagos, apoyaban la campaña de limpieza de sangre que estaba llevando a cabo el mago tenebroso.

Los alumnos de las demás casas procuraban no acercarse mucho a ellos, o no encontrarse por los pasillos, puesto que los primeros días de curso se habían producido muchas disputas y el profesor Snape parecía tener un don mágico para encontrarse siempre en medio de ellas y quitar a los alumnos de las demás casas que no fueran la suya, un número considerable de puntos.

Pero aquella mañana las cosas iban a cambiar radicalmente. Como cada jueves o día de la semana, los estudiantes habían bajado a desayunar. En el caso de algunos de los de Gryffindor, muy rápidamente, puesto que la clase que tenían después era Pociones. Había otros que esa hora la tenían libre, puesto que no habían superado sus TIMOS en la asignatura y cursaban Remedios Curativos, también con Snape como profesor, pero en diferente horario.

Ron discutía con Hermione, porque ésta le había obligado a levantarse temprano, aún sin tener clase, para que fuera a la biblioteca a terminar su trabajo de Estudios Muggles sobre la electricidad.

-Te digo que no hacía falta que me despertaras tan pronto.- gruñó Ron por enésima vez. -¿Por qué no despertaste también a Harry? ¡Él tiene Pociones ahora contigo!

-Porque Harry necesita descansar.- replicó Hermione exasperada.- Volvía a tener mala cara esta mañana cuando me acerqué a su cama.

-¡Harry tiene mala cara cada mañana, Hermione! -contestó Ron visiblemente enfadado, pero dándole vueltas a algo que le rondaba por la cabeza.- Aunque...a decir verdad, después, cuando baja a desayunar parece que no esté nada cansado e incluso tiene mejor color de cara...

-Sí, yo también lo he notado- murmuró Hermione mirando a ambos lados, por si alguien los estaba escuchando y concentrándose por primera vez en las tostadas con mantequilla que tenía en su plato.- Creo que nos oculta algo...no es el mismo, Ron, casi no habla con nosotros...

-Bueno, pero eso es porque se pasa todo el día con Ginny.- argumentó el pelirrojo engullendo sus bollos de chocolate.

-No, no creo que sea por eso. Lo he hablado con Ginny y sí, están mucho tiempo juntos, pero no todo el día...espero que no sea nada grave.

-¿Y por qué iba a ser grave?- inquirió Ron con el rostro ceñudo.

-Porque ha cambiado...desde la muerte de Sirius...- un incómodo silencio se hizo entre los dos. Nombrar a Sirius siempre producía un efecto negativo en las personas que lo conocían.

Cuando Ron iba a abrir la boca para decir algo, un ruido ensordecedor se adueñó del Gran Comedor. Los alumnos miraron hacia el techo, donde una bandada de lechuzas estaban armando un escándalo monumental. Pero no eran las típicas lechuzas que llevaban el correo cada mañana y que últimamente, no superaban la veintena, no. Eran cientos de lechuzas, de un color negro oscuro y unos ojos muy profundos, parecían cuervos. Algunas chicas comenzaron a chillar cuando sobre su regazo empezaron a caer lo que parecían periódicos. Las extrañas lechuzas se aseguraron de que ningún estudiante se quedara sin al menos tres de los diarios que llevaban.

En la mesa de profesores ocurría más de lo mismo. Dumbledore se levantó, alzó su varita y pronunció un hechizo haciendo un complicado movimiento, pero entonces, cuando su rayo rebotó sobre algunas de las lechuzas, un espeso humo negro dejó entrever...la marca tenebrosa.

Algunos profesores, como McGonagall o Siniestra dieron un paso atrás horrorizadas y los estudiantes comenzaron a gritar y taparse la cara con las manos, esperando a que ocurriera algo grave. Pero tal y como habían entrado, las lechuzas desaparecieron después de haber entregado su encargo.

Dumbledore volvió a levantar su varita y apuntó a la Marca Tenebrosa, ésta, tras una pequeña explosión, se evaporó.

Algunos de los alumnos respiraron tranquilos, pero otros, como Padma Patil o Hannah Abott se habían puesto a llorar, abrazadas a sus amigas.

Hermione, después de que se le pasara el susto inicial, cogió uno de los paquetes que le habían caído encima, lo observó con detenimiento y al comprobar lo que era, desató el cordón y desplegó lo que parecía el diario El Profeta, bajó la atenta y asustada mirada de Ron. Algunos de los estudiantes y profesores, también desenvolvieron su ejemplar.

Hermione echó un vistazo a la primera plana, leyó algo por encima y tras plasmar una expresión de angustia en el rostro, susurró:

-No puede ser...

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A Harry se le habían pegado las sábanas aquella mañana. Estaba algo cansado después de su entrenamiento, pero descubrió para su alegría, que no era el único. Neville también parecía muy somnoliento y a pesar de que no tenía clase, explicó a Harry que tenía un trabajo que acabar para el profesor Snape y que se había quedado dormido.

Ambos se vistieron con rapidez para bajar a desayunar e iban alegremente caminando por los corredores, sin darse cuenta de que no parecía haber un solo alumno por el colegio, a pesar de que las clases ya deberían de haber comenzado.

Tan animadamente entraron en el Gran Comedor, que al notar como todas las miradas se ponían sobre ellos, se llevaron un susto de muerte.

Neville abrió mucho la boca al descubrir a muchos de sus compañeros llorando, impresionados o simplemente señalándoles como si hubieran cometido algún delito. Ellos dos intercambiaron miradas de incredulidad y entonces, Ron se levantó de la mesa de Gryffindor llevando consigo algo bajo el brazo, bajo la expectante reacción de sus compañeros, y se dirigió hacia ellos, hasta quedar totalmente enfrente de Harry. Neville retrocedió un par de pasos asustado por la expresión sombría que adoptaba el rostro del chico.

-¿Lo sabías?- masculló Ron, le costaba un enorme trabajo hablar y parecía que temblaba. Harry arrugó la frente, no sabía qué era lo que podía haber puesto tan nervioso a su amigo. Hermione también se acercó a ellos, con signos visibles de haber llorado.

-¿Qué es lo que ocurre?- fue lo único que se le ocurrió preguntar a Harry. Por toda respuesta, Ron le tendió el periódico que llevaba bajo el brazo y Harry leyó por encima el titular:

"APARECE EN UNA PARED PINTADA EL CONTENIDO DE UNA PROFECÍA SOBRE HARRY POTTER Y EL INMOMBRABLE"

Harry abrió rápidamente la plana y comenzó a leer el artículo entero.

"Ayer por la tarde, una bandada de lechuzas de un extraño color negro llegaron a nuestros estudios, superando todos los escudos protectores de las oficinas. Parecían llevar un mensaje. Al principio, y dados nuestros tiempos, nos negamos a abrir los paquetes que llevaban consigo, pero muchos de ellos eran vociferadores y explotaron, dejando entrever la Marca Tenebrosa. Claramente, la magia que hizo posible éste extraño fenómeno, era negra.

Los vociferadores nos contaron que se había efectuado una Profecía sobre Harry Potter, el-niño-qué-vivió y el Innombrable, y que ése fue el motivo de que mortífagos acudieran en Junio al Departamento de Misterios, para robar el registro de dicha Profecía.

Esta información era totalmente una incógnita, puesto que el ministerio de magia se había negado a hacer declaraciones sobre el incidente.

Después de darnos esta pequeña información, se escuchó la alarma por todo el edificio y nuestros corresponsales acudieron a certificar una noticia.

Al parecer, un grupo de aurores que vigilaban las zonas cercanas a Hogsmade se encontraron con una extraña inscripción. Escrito en rojo sangre aparecía el siguiente mensaje:

"El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca...nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes...Y el Señor Tenebroso lo señalará como a su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce...Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras el otro siga con vida..."

Bajo de la inscripción se encontraba plasmada la Marca Tenebrosa junto al cadáver del ex ministro, Cornelious Fudge. A nuestro entender y comparando las cartas, es la misma profecía de la que hablaban los vociferados.

Ahora, la comunidad mágica está en alerta, ¿será esta Profecía el motivo por el cual siempre se ha tenido tan vigilado a Harry Potter? ¿Conocerá el-niño-qué-vivió- su destino? Una vez más, el ministerio se ha negado a confirmarnos si la información portada por las extrañas lechuzas tiene fundamento, nosotros, seguimos a la espera..."

Harry cerró el periódico violentamente, notando como cada partícula de su cuerpo se llenaba de energía, dispuesto a arremeter contra el primero que se pusiera en su camino. El problema, es que el primero era Ron y parecía querer obtener una explicación.

-¿Lo sabías?- repitió su amigo cada vez más enfadado. Harry lo encaró con la mirada. Lo que más había temido por fin se había hecho realidad. Sus amigos, y no sólo sus amigos, sino todo el mundo mágico, se había enterado del contenido de la profecía. ¿Estaba realmente Voldemort detrás de todo aquello? ¿O quizás fuera otro traidor de la Confederación Internacional de Magos que había utilizado la Marca Tenebrosa como tapadera?

-Harry...- esta vez, fue Hermione la que se decidió a intervenir. Las lágrimas se escurrían de sus ojos...- Por favor...dime que no sabías nada, dime que no estás así por...¡dime que tú no sabías que esto era cierto!

Harry cerró los ojos. Habría deseado que todo a su paso desapareciera, encontrarse solo en todo el colegio, que nadie lo mirara como ahora lo hacían. Ginny se abrió paso entre la multitud y se acercó a Harry con los ojos llorosos. Él al sentir su presencia abrió también los ojos y miró su rostro desencajado. ¡Cómo le dolía verla así! Ella se abrazó a él, sin importarle descubrir su amor secreto, sin importarle que todo el mundo estuviera atento a lo que ellos hacían.

Harry le acarició la cabellera pelirroja y le dio unas palmaditas en la espalda para reconfortarla, pero esta vez, los gestos no iban a bastar, Ginny quería respuestas.

-¿No es cierto, verdad? Ha sido todo una broma...tú no podrías saber el contenido de la Profecía...se rompió...- se dirigió a Neville que estaba temblando a su lado. Él sabía que la profecía era verdad.- Tú la rompiste...¿verdad Neville? Tú...- pero el muchacho bajó la cabeza y entonces Ginny se aferró a Harry con más fuerza, llorando desconsoladamente.- ¡NO PUEDE SER CIERTO!

-Lo lamento... -susurró Harry, fue lo único que alcanzó a decir. No podía convertir esa Profecía en algo real, algo sabido, no quería. No deseaba ver en el rostro de sus compañeros los interrogantes, el porqué, si él podía acabar con Voldemort, no lo intentaba, las recriminaciones por todas las vidas que se estaban perdiendo...

Miró a la mesa de Slytherin. Malfoy estaba tan impresionado como los demás, pero por encima de todo, pudo lanzar una sonrisa maléfica al chico, como queriendo decirle, que pronto esa Profecía iba a realizarse, que iba a morir...

Sintió como una mano se ponía sobre su hombro y al girarse, se encontró con el rostro frío y severo de Christine.

-Acompáñame, Potter.- murmuró la profesora. Harry se soltó como pudo de Ginny y se dispuso a seguir a su profesora, pero Ron le cogió de un brazo, temblando de ira.

-¿Por qué no te atreves a decir la verdad? ¿Por qué no afirmas que esto es cierto y que tú lo sabías? ¿Por qué juegas con nosotros, Harry? ¿No somos tus amigos? ¡Dime porqué nos mentiste!

-Yo nunca te mentí, Ron.- aseguró Harry con el rostro alicaído.- A veces el silencio...también responde a tus preguntas...- y tras dirigirle una última mirada de consuelo a su novia, se marchó por las puertas del Gran Comedor, furioso de saber que ahora, todo iba a ser distinto.

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"No está sucediendo, es una pesadilla. Voldemort trata de atormentarme en sueños, no es verdad". Harry se repetía esas palabras mientras seguía el ritmo acelerado de los pasos de Christine, que se dirigían hacia le despacho del director.

Ninguno de los dos hablaba, ambos estaban tremendamente furiosos con los acontecimientos que acababan de suceder y no gozaban dirigirse la palabra, para convertir esa pesadilla en algo real.

Tan sumido en sus pensamientos iba Harry, que no se dio cuenta de que frente a él se encontraba la gárgola que daba lugar al despacho de Dumbledore.

Christine se detuvo, respiró hondo y susurró:

-"Ranas de chocolate"- inmediatamente después, la gárgola de piedra se hizo a un lado, siendo reemplazada por una escalinata.

Harry y Christine se subieron a ella y después entraron sin llamar en el despacho.

Un grupo de gente, de los cuáles destacaban Remus Lupin, Tonks, Ojoloco Moody, Kingsley y el señor Weasley, se encontraban allí. El director estaba sentado detrás de su escritorio con los brazos entrelazados y junto a él, también estaban McGonagall y Snape, éste último con el rostro crispado de rabia.

Todos parecían inquietos, habían estado hablando, pero al oír abrirse la puerta se habían callado de golpe. Lupin se paseaba de un lado a otro con una mano el barbilla.

Christine cerró la puerta después de entrar y caminó hasta el alfeizar de la ventana, para apoyarse en él. Harry se quedó callado, respirando entrecortadamente, sujetando con su mano derecha temblorosa, el diario que le había dado Ron.

-¿Quién lo ha hecho?- fue lo primero que dijo, sin saludar ni extrañarse del grupo de gente que se encontraba allí. Únicamente buscaba respuestas.

Los miembros de la Orden intercambiaron miradas confusas. Era evidente que se acababan de enterar de lo de la Profecía y no entendían su pregunta. Dumbledore carraspeó y separó sus finos y largos dedos, para mirarle directamente a la cara.

-Según lo que el profesor Snape nos ha contado, parece ser que ha sido Voldemort..., Harry.- el intercambio de información sorprendió muchísimo a las personas de la habitación. ¿Desde cuándo Dumbledore informaba a Harry de los movimientos de la Orden? ¿Por qué hablaban cómo si Harry supiera lo que había pasado?

-¿Voldemort?- repitió el muchacho a punto de hacer estallar algo. Las venas de su cuello se recalcaron a causa de la ira.- ¿Voldemort ha hecho esto?- varios de los presentes se estremecieron. -¿Por qué?

-Posiblemente para incomodarte, Harry. Hasta ahora, los ataques que se han producido no han tenido una oposición demasiado grande, si quería causar pavor entre el mundo mágico, lo ha logrado. Lo único que le falta es llegar a ti. Eso es lo que no consigue. Ha pensado, que sería una magnífica idea informar a todo el mundo acerca del contenido de la profecía, para someterte a una fuerte presión y hacerte salir por tus propios medios.

-¿Pero qué es lo que se ha creído?- bramó Harry. Christine le lanzó una mirada de advertencia, puesto que el cristal en el que estaba apoyada había vibrado levemente.- ¿Cómo ha logrado traspasar las barreras del Profeta, cómo han podido entrar todas esas lechuzas en Hogwarts? ¡No lo entiendo! ¡Se supone que el correo está restringido!- los miembros de la Orden miraban a uno y otro como si estuvieran observando un partido de tenis. Dumbledore y Harry actuaban como si estuvieran solos en la habitación.

-Lo lamento. Pero no sólo ha llegado hasta el Profeta y hasta Hogwarts.- informó el director con la voz queda.- Las lechuzas que han invadido hoy el colegio, han llegado a toda la comunidad mágica y parte de la muggle. No hay casa en la que no haya caído un ejemplar del diario, con el contenido de la Profecía...

-¡Mierda!- murmuró Harry golpeando un puño contra otro.

-No hemos podido impedirlo. Ha efectuado magia negra muy avanzada. Se ha encargado de que no quede nadie sin ser informado.

-¡Pero es que no lo entiendo! ¿Qué pretende que haga ahora? ¿Dar una conferencia sobre la Profecía? ¿Qué explique lo ocurrido? ¡Como si yo lo supiera!

-Un momento...- interrumpió Lupin. Era el único que se había atrevido a abrir la boca. Tenía el rostro muy pálido, pero su aspecto era mucho mejor que en el hospital. Llevaba puesta una de las túnicas que había en la cámara de Gringotts de Sirius. -Tú...¿Lo sabías? ¿Sabías el contenido real de la Profecía? Entonces...¿es cierto lo que dice aquí?

-Sí.- confirmó Harry de mala gana. Confesar aquello iba a ser mucho más difícil de lo que había pensado. En realidad, su intención nunca había sido decir la verdad.

-¿Pero cómo podías saberlo? El registro se rompió...yo mismo vi como Neville la rompía involuntariamente. No pudiste oírla...había demasiado ruido en la sala.- Lupin miraba a ambos lados como esperando que los demás supieran algo que él no sabía no conocía, pero todos, excepto Dumbledore, Snape y Christine, parecían tan confusos como él. Harry lanzó una mirada de desesperación a Chris.

-"¿Qué hago?"- le preguntó telepáticamente.

-"Di la verdad. Ya no puedes seguir ocultándolo por más tiempo. Dumbledore se lo dirá a todos"- Harry asintió levemente, aunque sentía un tremendo pavor encima. Lupin lo miraba con los ojos aguados y confesar algo tan serio iba a traer complicaciones.

-Yo sé lo dije.- confesó el director anticipándose.- La noche en la que murió Sirius...yo le confesé la Profecía.

-¿Pero entonces es cierto?- preguntó el señor Weasley.- ¿La Profecía que está puesta en el Profeta, en la pared, es la verdadera?

-Sí,- confirmó Dumbledore, con un leve cabeceo.- Yo la escuché hace más de dieciséis años...en una taberna de Cabeza de Puerco y de boca de la que hoy es profesora de adivinación de este colegio, Sybill Trelawney. -el silencio cayó abruptamente sobre el despacho del director. Lupin abrió la boca, pero no pudo decir nada. Harry se sentía morir. ¿Por qué había ocurrido esto? ¿No le bastaba a Voldemort haber averiguado la verdad que además tenía que propagarla?

-¿Es eso cierto?- gruñó Moody con un claro deje de decepción en la voz.- ¿sabías la Profecía y no la dijiste?

-Lo lamento, Alastor.- se disculpó Dumbledore sin bajar la cabeza.- Pero después de lo que ocurrió con la primera Orden, no podía cometer riesgos. Lily y James fueron a los únicos que les conté la verdad sobre esa Profecía, era la única manera de que accedieran a esconderse, de lo contrario...jamás habrían aceptado dejar de luchar y ocultarse como unos cobardes...únicamente, si la vida de su hijo corría peligro...iban a aceptar la realización del Encantamiento Fidelio.

-No eran ellos...- susurró Lupin.- Voldemort no los buscaba a ellos...buscaba a Harry...- el chico se sintió tremendamente apartado. Acababan de confesar a Lupin el verdadero motivo por el cuál, sus mejores amigos habían muerto.

-Os dije que existía una Profecía en las profundidades del Departamento de Misterios que hablaba sobre Voldemort y Harry, os mentí y fingí no saber que decía, fingí que había averiguado que era una Profecía reciente, algo que Voldemort no tenía la última vez...- explicó Dumbledore. Su voz se iba apagando por momentos. Era evidente que a él también le costaba contar la verdad.

-No lo entiendo...- murmuró Tonks.- Si el registro se rompió...si usted era el único que sabía del contenido real de dicha Profecía...¿cómo es que el-qué-no-debe-ser-nombrado se enteró?

-Él también sabía de la existencia de la Profecía, como ya os dije. La estuvo buscando todo el curso anterior, porque él sabía el principio de ella. Uno de sus espías también escuchó una parte, aquella noche en Cabeza de Puerco...afortunadamente no logró escuchar el final...por eso Voldemort se arriesgó a atacar a Harry cuando era un bebé, porque no sabía, que corría el riesgo de traspasarle ciertos poderes...de marcarlo con la cicatriz... por un momento, todos miraron en dirección a la frente de Harry. El problema, es que en verano yo revelé el contenido de la Profecía a la Confederación Internacional de Magos y el Ministro Francés, fue a Voldemort a contársela.

-¡Por eso era tan importante su muerte!- saltó Kingsley.- ¡Por eso había tal revuelo en el Ministerio!

-Exactamente.- confirmó el director.- Amelia Bones también sabe el contenido de dicha Profecía, como ministra de Magia, creí conveniente informarle, al igual que a la Confederación. Me equivoqué. No conté, con que hasta en las salas de mayor seguridad internacional, existen los traidores...así es como Voldemort se ha enterado del contenido completo de la Profecía.

El silencio inundó la habitación por enésima vez. Algunos como el señor Weasley o McGonagall, miraban a Harry como si se fuera a quebrar de un momento a otro, como si se fuera a lanzar a sus brazos y ponerse a llorar, pero el muchacho, en aquello momentos, lo único que sentía era unas terribles ganas de matar a Voldemort, por incentivar un poco más su fama en aquellos tiempos, por presionarlo a salir, por contar al mundo mágico aquello que lo había atormentado desde su regreso. Pero se iba a arrepentir. Tanto Christine como él lo sabían, el mago tenebroso iba a saber muy pronto lo que era el miedo, si con el pretexto de la Profecía había querido hacer salir a Harry, lo había logrado.

-Por eso estabas así...- murmuró Lupin. Su rostro estaba cada vez más pálido. Tonks lo miraba como si se fuera a desmayar y Harry también temió que ocurriera, Lupin todavía estaba convaleciente y seguro que los disgustos no le hacían ningún bien.- No era por la muerte de Sirius...todos pensamos...yo creí... -se llevó las manos a la cabeza.- era la profecía...tú lo sabías y por eso estabas así...

-No.- negó Harry rotundamente. Su voz era áspera y su mirada congelante, tanto, que algunos incluso retrocedieron. Lupin había puesto el dedo en la yaga, y lo sabía.- ¿Cree de verdad que a mí me importaba la dichosa profecía cuando acababa de ver morir a la única persona que tenía en el mundo?- sus palabras eran duras y demasiado sinceras como para que no calaran hondo en el interior de las personas que habían allí. Harry avanzó unos pasos en dirección a Lupin y lo encaró.- ¿Cómo puede creer que yo iba a anteponer eso a Sirius? ¡A la mierda la Profecía y todo lo que ella significa! ¡Me daba igual! Apenas escuché a Dumbledore, apenas le presté atención a lo que eso significaba o podía significar si Voldemort llegaba a enterarse. -su voz se fue apagando y su mirada se clavó en el suelo.- Yo buscaba otro tipo de información...algo que me diera luz, que me diera esperanza, un pequeño error que hubiera pasado por alto y que me brindara la oportunidad de pensar que Sirius seguía con vida...- se pasó una mano por la cabeza y cerró los ojos. Hacía mucho tiempo que no revivía momentos tan dolorosos.- Durante todo el verano me hice la misma pregunta, trataba de encontrar una respuesta, trataba de hallar un simple detalle de que todo aquello que viví en el Departamento de Misterios no existía realmente...pero no lo logré.- abrió los ojos, para encontrarse con los ojos gélidos de Christine mirando por la ventana, como si le recriminara que recordar aquello iba a hacerle daño, como le estaba haciendo, pero él tenía que explicarse, no podía dejar que los miembros de la Orden se marcharan con una idea equivocada de la realidad.- Para mí la Profecía no tenía ningún sentido...me daba igual...

-¿Y ahora también te da igual, Potter?- gruñó Moody.- ¿Nos vas a decir que no te intimida, que no le tienes miedo?- Harry le devolvió una gélida mirada.

-No tengo miedo.- aseguró.- Y no pecó de arrogancia, sólo estoy siendo sincero. No fui yo quién fue a por él, no fui yo quién por temor a esa Profecía fue a matar a un bebé sin defensa alguna, él es quién tenía miedo, él que no fue lo suficientemente valiente como para esperar a que Neville y yo creciéramos y entonces enfrentarnos en igualdad de condiciones.- soltó una risa irónica, que hizo sonreír a Christine.- ¡Pero claro! ¡Es un Slytherin! ¿Qué podíamos esperar de él? -el rostro de Snape parecía que iba a estallar de un momento a otro. Los demás estaban igual de sorprendidos por la arrogancia e indiferencia que estaba mostrando Harry. Definitivamente, tal y como les habían explicado Lupin y Dumbledore, el muchacho no era el mismo. Christine parecía estar muy satisfecha. Ella pensaba igual, y burlarse de Voldemort le producía un tremendo placer.

-¡No es un juego, Potter!- bramó Snape. Parecía fuera de sus casillas.- ¡Te recuerdo que es un mago tenebroso del que te estás riendo y que tu vida está en juego!- Harry le devolvió la mirada más asesina que pudo.

-¡Para mí es un cobarde igualmente! ¿Por qué habría de tenerle respeto al asesino de mis padres? ¡Únicamente es un vulgar asesino!- el ya de por sí rostro crispado de Snape se arrugó mucho más. Pero a la vez, igual que todos, estaba sorprendido.

Chris y Harry intercambiaron miradas de regocijo. Ver a Snape tan enfadado y alos demás tan sorprendidos les daba a entender que su trabajo comenzaba a dar sus frutos. Muy pronto todo el mundo iba a comprender la verdad, y el propio Voldemort iba a sentir ese miedo recorriendo cada partícula de su cuerpo.

-¿Piensas....qué puedes matarlo, Potter?- insinuó el profesor de Pociones con una voz claramente melosa. Dumbledore estaba impasible sentado detrás de su escritorio, como si no comprendiera nada de lo que pasaba a su alrededor.

-¿Y por qué no?- ironizó Harry.- la Profecía dice que soy el único que puede vencerle, ¿no? Entonces tengo un cincuenta por ciento de posibilidades de hacerlo.

-¡Estás loco!- masculló Snape entre dientes.- Creía que tu arrogancia no podría superar a la de tu padre, pero está visto...- Harry sacó rápidamente la varita de su túnica, con un movimiento tan rápido que muchos se asombraron y apuntó directamente a la garganta de Snape. Dumbledore se inclinó en su escritorio y Chris dejó de apoyarse en la ventana por si era necesario intervenir. Lupin y los demás tenían la boca abierta. Harry apuntaba con mucha ira hacia un profesor y eso no era normal en él.

-Le dije...profesor Snape...que no volviera a hablar de mi padre...- Snape tragó saliva sin dejar de observar anonadado la varita que tenía colocada debajo de su garganta.

-"Harry, ya basta" -la voz telepática de Christine sonó en su cabeza.- "Tu poder se está intensificando, Dumbledore lo va a notar"

-"Estoy harto de él...le mataré"

-"¡Harry!"- le reprendió la profesora y sus ojos inspiraban tanta fuerza que el chico se estremeció y bajó la varita, para guardarla con otro hábil movimiento en el interior de su túnica. Snape hizo una mueca de desagrado, pero por su frente cayeron dos gotas de sudor.

-Hay algo que no entiendo...- murmuró la profesora McGongall, haciendo como si no hubiese ocurrido nada.- Albus, has dicho que la mujer que profetizó todo esto....fue ¿Sybill Trelawney?

-Exactamente.- confirmó el director, que había vuelto a apoyarse en el respaldo de su cómodo sillón. La profesora McGonagall esbozó una sonrisa de incredulidad.

-Albus...entonces...me sorprende que tú...- hizo una pausa aún sin poder creerse lo que oía. -Discúlpame, pero esa mujer no es capaz ni de predecir el tiempo que hará hoy. Esa Profecía tiene que ser una farsa...

-No.- negó Harry volviendo a su seriedad habitual. En este punto la ironía sobraba pese a que él tampoco había creído a su profesora capaz de predecir nada, hasta tercer curso.- le aseguro, profesora McGonagall, que la Profecía es cierta. Si no hubiera visto ya una Profecía verdadera, que se cumplió y que ella predijo, yo tampoco lo habría creído.

-¿Otra Profecía?- preguntó Tonks confusamente. Los demás tampoco sabían de qué hablaba.

-Sí.- explicó Harry con gravedad.- Usted está implicado, profesor Lupin. Veréis, yo estaba en mi examen de adivinación, fui el último en hacerlo y cuando ya me marchaba, la profesora Trelawney se puso muy rara. Estaba rígida, con los ojos en órbita y habló con una voz grave, nada parecida a la suya habitual. el chico recordó como temblaba su profesora y lo sorprendido que estaba él en aquellos momentos. Si hubiera sabido lo que iba a ocurrir...si le hubiera prestado atención. Me dijo que el Señor de las Tinieblas estaba solo, abandonado por sus seguidores, que esa noche, su vasallo iba a escapar para ir a reunirse con él, un vasallo que había estado encadenado doce años. Con su ayuda, el Señor de las Tinieblas se alzaría más grande y más terrible que nunca, antes de la medianoche...el vasallo iba a escapar...

-Peter...- murmuró Lupin con la boca ligeramente abierta y los ojos como platos.

-Sí, Peter Pettrigrew.- confirmó Harry con una mueca de desagrado. Pronunciar ese nombre incentivaba su odio, lo avivaba un poco más.- Fue la noche en la que Colagusano escapó...la noche en la que usted, profesor Lupin, se convirtió en hombre lobo...

-Un momento.- interrumpió la profesora McGonagall con una mano en el pecho. -¿Tú oíste esa Profecía y no lo dijiste? ¿Por qué, Potter?- Harry suspiró resignado. Hacía mucho tiempo que él mismo se hacía esa pregunta, y mucho más, desde la muerte de Sirius.

-No tuve ocasión.- respondió con amargura.- Llegué a la Sala Común después de hacer el examen cuando ya atardecía...iba a contárselo a Ron y a Hermione para ver que opinaban, pero entonces me mostraron una nota de Hagrid, donde nos decía que la apelación de Buckbeak había sido denegada y que lo iban a sacrificar.

-Y ustedes- siseó Snape como si aquello fuera el mayor de los placeres.- En vez de quedarse en el castillo donde estaban seguros, se marcharon bajo la capa de invisibilidad de tu padre, Potter.

-¡Teníamos trece años!- protestó el chico.- Sé que no debimos, pero...¿cómo nos íbamos a imaginar lo que ocurría después? ¡Además, no me arrepiento de ello! ¡Si no hubiéramos salido sin permiso, jamás habría averiguado que Sirius era inocente y que quién traicionó a mis padres fue Pettrigrew!

-Para lo que le sirvió a Black...- murmuró Snape impertinentemente. Lupin y Christine cogieron a Harry por detrás, porque éste estuvo a punto de abalanzarse sobre el profesor.

-Por favor, Severus...te ruego que dejes acabar a Harry.- pidió el director y Snape no tuvo más remedio que cruzarse de brazos. Christine volvió a lanzarle una mirada de advertencia al chico, y Lupin, pese a haberlo sujetado, parecía que él mismo se iba a lazar contra el profesor de Pociones.- Continúa, Harry.- pidió Dumbledore.

-El caso es que...encontramos a Scabbers, la rata de Ron que creíamos muerta, en la cabaña de Hagrid. Ron se la metió en el bolsillo y tuvimos que irnos rápidamente porque los de la comisión de Criaturas Mágicas llegaron para ejecutar a Buckbeak. Íbamos hacia el castillo escondidos bajo la capa de invisibilidad, cuando Scabbers se zafó de las manos de Ron y escapó. Llegamos corriendo hasta el Sauce Boxeador y ahí fue cuando nos encontramos con Sirius, convertido en un perro negro.- Harry se detuvo recordando la imagen con melancolía. Tuvo la tentación de mirar al profesor Lupin, pero no se atrevió. A cambio, dirigió la mirada hacia Christine, que parecía absorta en otro mundo, como si ella también recordara haber estado allí, aunque lo había visto a través de los recuerdos de Harry.- Sirius arrastró a Ron, que había vuelto a atrapar a Scabbers, al interior del Sauce Boxeador y Hermione y yo, después de luchar contra el árbol, también entramos. Llegamos hasta la Casa de los Gritos. El resto de la historia la conocéis. explicó Harry con voz aburrida. Descubrimos la verdad sobre Sirius y Pettrigrew apareció después de doce años.- Harry se apoyó en la pared que tenía detrás con la mirada perdida en el suelo.- Con todas aquellas emociones olvidé la Profecía...no me di cuenta y pude haber evitado muchas cosas...- levantó la cabeza y taladró los ojos color miel del profesor Lupin.- Debí haber dejado que matarais a Pettrigrew...si hubiera pensado en la Profecía, hubiera podido analizar los hechos. Colagusano llevaba doce años convertido en rata, fingiendo su muerte...encadenado...si hubiera muerto esa noche, Voldemort jamás habría regresado y todas las muertes jamás se hubieran producido...

-Tú no tienes la culpa de nada, Harry.- aseguró Lupin con voz queda. Sus pequeños ojos brillaban al contorno de la luz que entraba por las ventanas.- Él debió valorar mucho más que le salvaras la vida, aún habiendo hecho lo que hizo...- Harry no contestó. No se sentía con fuerzas para hacerlo, pero seguía teniendo ese remordimiento por dentro. No lo había dicho, pero la muerte de Sirius tampoco habría llegado jamás si esa noche Pettrigrew hubiera muerto. ¿No era el mundo un lugar mejor sin personas como él? ¿No se hubieran podido evitar todas esas muertes, todo ese sufrimiento?

-Harry, escúchame.- Dumbledore le miró a través de su gafas de media luna.- En Junio te dije que estaba convencido de que Voldemort regresaría alguna vez, ya fuera en uno o dos años, o en veinte, sabía que volvería. No podía morir, porque no tenía realmente un cuerpo, y conociendo la Profecía como la conocía, y conociéndole a él, no me cabía duda.

-No es lo mismo, profesor.- aseguró Harry con pesar.- Si lo hubiésemos detenido aquel día, si no hubiera regresado, habríamos ganado tiempo. La Orden podía haber contado con más miembros, podríamos estar más preparados, yo sería más mayor y mejor mago...- el anciano director, negó con la cabeza, al tiempo que esbozaba una pequeña sonrisa.

-No importa cuándo, Harry. El mundo mágico nunca iba a estar preparado para enfrentarlo de nuevo. Los magos, nos hemos acomodado, ya viste la actitud de Fudge, es más fácil creer que nada malo pueda pasar, que nadie puede quebrar nuestro pequeño mundo perfecto. Un día u otro, habría que afrontar esto.

-Yo hubiera sabido la profecía ya, profesor.- masculló Harry.- Y entonces, ni Sirius, ni nadie estarían muertos, y no tendrían porqué vivir esta guerra absurda, porque es una guerra absurda...

-Todas las guerras son absurdas.- gruñó Moody.- Si nos ha tocado vivir esta...que así sea. -Harry entrecerró los ojos, cansado.

-Me repugna saber que lleva mi sangre por sus venas...que está vivo gracias a mí...que usó la sangre que derramó de mi madre y su protección para ser más fuerte...no, no puedo conformarme, no puedo dejar de pensar que esto se podía haber evitado. A mí no me vale saber que tarde o temprano volvería...¡Hay demasiado por el medio, demasiada tierra como para que la haga a un lado! ¡Son demasiadas cosas y ahora esto! ¿Por qué tenía que decirle a todo el mundo la dichosa Profecía? ¿No le bastaba saberla él? ¡Es que...aún no entiendo qué es lo que quiere!

-Te lo dije aquella noche, Harry.- susurró Dumbledore, que a diferencia de lo demás, estaba muy tranquilo.- Busca el modo de destruirte.

-La profecía no le ayudará a hacerlo.- opinó Tonks.- No dice nada que pueda darle una información valiosa...sólo habla de un poder que tiene Harry y que él desconoce...

-Ese poder no existe.- cortó el chico bruscamente. Jugueteaba con los dedos de las manos. Por alguna razón, Christine sonrió. Nadie lo apreció, pero ella debía saber algo más que los demás desconocían.

-Ese poder, Harry, es el que te impulsó a ir a buscar la piedra filosofal, a rescatar a la señorita Weasley de la cámara de los secretos, a salir del castillo sin permiso la noche que escapó Peter, a aceptar el desafío del torneo de los Tres Magos, a ir al Departamento de Misterios...- Harry cerró los ojos con fuerza y meneó la cabeza de un lado a otro.

-¡No! ¡Eso no es un poder, es una maldición! ¡Se llama imprudencia! ¿De qué me sirvió todo eso?- nuevamente, el cristal de la ventana en el que estaba apoyada Christine, comenzó a vibrar. -¡Arriesgué la vida de mis amigos, causé problemas a todos los que me rodeaban, puse en peligro a la Orden del Fénix y...!- abrió los ojos y sin miedo alguno, con el corazón en un puño, añadió:- propicié la muerte de Sirius...no, eso no puede ser algo bueno, no puede ser un poder...

-Te sigues culpando de algo que es totalmente incierto.- murmuró Lupin, sin dejar de mirar por la ventana, donde también estaba Christine.- ¿Recuerdas quién causó todo aquello? Voldemort ha engañado a magos mucho más experimentados y adultos que tú, ¿cómo no iba a lograr hacerlo con un niño de once años o un adolescente de quince? Culparte de algo así le proporciona armas, te quita parte de esa fuerza.

-Si esa fuerza va a causar un daño a las personas que me importan entonces no la quiero.- gruñó Harry.- Prefiero morir.

-¡Oh, muy bien!- ironizó Lupin, cargado de rabia. Parecía que habían vuelto las discusiones entre ambos, como si el incidente con el vampiro nunca hubiera ocurrido o como si estuvieran solos en el despacho.- ¡Ya estamos con eso de la muerte! ¿Tantas ganas tienes de morir? ¡Muy bien! ¡Entonces ve y bríndale tu muerte a Voldemort en bandeja de plata!- pero para sorpresa de Lupin y de todos, Harry sonrió.

-Todo a su tiempo, profesor Lupin. Todavía no ha llegado mi hora.- cambió su rostro a un semblante serio.- Pero me desquicia lo que ha hecho. No estoy preparado para afrontar las caras de mis compañeros, no soporto que me miren con lástima, o ver rencor en sus ojos. ¿Qué se supone que voy a responder cuándo me pregunten si de verdad puedo acabar con Voldemort? Yo no tengo la solución mágica escondida debajo de la manga. No puedo representar mi teatro y decir: ¡Oh, sí, no os preocupéis voy a acabar con él!

Lupin se mordió el labio inferior. Era cierto, la presión que creaba en Harry encontrarse con sus compañeros de clase, sus amigos, o todos los demás, era mucho más de la que un chico de dieciséis años podía aguantar.

-Lo siento, Harry.- reconoció el director.- Pero no tenemos otra opción. Amelia Bones también va a tener problemas con esto, muchos de los altos cargos del ministerio van a recriminarle el no haberlo dicho, porque están seguros de que ella lo sabía y no va a fingir, no va con su personalidad.

-Bueno, está bien.- Harry se encogió de hombros.- Lo llevaré como pueda...después de todo, solo falta una semana para las vacaciones de Navidad y el castillo quedará vacío.

-Un momento.- la profesora McGonagall arrugó el entrecejo.- ¿Piensas quedarte en vacaciones aquí, Potter?

-¿Tengo familia con la que pasar las estupendas fiestas?- ironizó el chico cruelmente. Le encantaba ver como los demás se miraban nerviosos, como arrepentidos de lo que decían. No soportaba que tomaran las decisiones por él y esa era su forma de castigarles.

-¿Por qué no vas a casa de tus tíos?- preguntó el director sabiendo la respuesta de antemano.- Allí estarías completamente seguro, es el único lugar...

-¡No voy a poner un pie en esa casa nunca más!- bramó Harry.- La sangre le hervía por las venas. El sentimiento de rencor hacia Dumbledore se estaba acreditando.- ¡Me da igual mi seguridad!

-Sí, pero resulta que al resto del mundo mágico no nos da igual, Potter.- siseó Snape con una voz terriblemente infantil, que por algún motivo, le recordaba a Bellatrix Lestrange.

-Oiga,- gruñó Harry de mala gana.- Me da igual lo que usted diga, no pienso ir con los Dursley ni aunque me prometieran como regalo de Navidad un Ferrari, ¿entiende? Detesto esa casa y los detesto a ellos...

-Son tú única familia- le recordó el director amablemente. No estaba tomando en cuenta las palabras de su alumno, pero no le agrada el tono maleducado de su voz. Harry no era así.

-Por lo que a mí respecta no son mi familia.- aseguró Harry.

-¿Por qué no vienes con Ron y con Ginny a pasar las fiestas con nosotros?- le invitó el señor Weasley con una sonrisa de oreja a oreja.- Molly me pidió que te lo dijera. Ya sabes que para nosotros eres como otro de nuestros hijos...- Harry sintió como algo le golpeaba el pecho. Sentía una gratitud enorme hacia los señores Weasley y le emocionaba saber lo que significaba para ellos, pero ya había tomado una decisión.

-Se lo agradezco mucho señor Weasley,- era increíble como cambiaba su tono de voz al referirse a él. Volvía a sonar educado.- Pero no podría ir a la Madriguera y ponerlos a todos en peligro. No, me quedaré en Hogwarts, he mirado las listas y no se queda ningún estudiante, todos desean ver a sus familiares en tiempos como estos, nadie correrá un riesgo por mi causa.

-Pero...

-De verdad que no.- insistió Harry.

-Harry,- Lupin trató de hacerle entrar en razón.- La Orden estará en Grimmauld Place, yo mismo prepararé la comida de Navidad, ¿por qué no vienes con nosotros? Después de todo...esa es tu casa.

-No.- negó Harry con rotundidad.- No quiero pisar esa casa tampoco y menos cruzarme con Kreacher.

-Harry...

-¿Cómo cree que voy a ir allí y acordarme de que el año pasado Sirius iba colgando acebo y cantando villancicos?- Harry imitó la cara más dolida que podía poner hasta la fecha. Lupin se recriminó el no haber pensado una cosa así y Christine tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por no reírse de una forma poco discreta.

-De acuerdo- cedió el director.- Puedes quedarte en Hogwarts si lo deseas. ¿Pero seguro que estarás bien tú solo? No tendrás a tus amigos y quizás eso sea peor en estas fechas...

-Nunca me ha entusiasmado la Navidad. -dijo Harry encogiéndose de hombros.- Ya estoy acostumbrado. Estaré bien.- Dumbledore clavó sus pequeños ojos azules en la mente de Harry, pero de nuevo, se chocó con una pared intraspasable. El chico había dominado a la perfección la Oclumancia.

-La mayoría de los profesores se marchan...tendré que ponerte vigilancia...

-Yo me quedaré con él.- saltó Lupin inmediatamente.

-Como quieras, Remus.- suspiró el director.- Entonces, Christine y tú os ocuparéis de que no le pase nada...

-Genial, tengo niñeras.- masculló Harry entre dientes. Nadie le contestó, sabían que el humor del chico había cambiado radicalmente desde la noche en la que volvió Voldemort, y más aún, desde la muerte de Sirius. Eran dos personas totalmente distintas.

-Bueno, si no hay nada más que decir, mejor que todos volvamos a nuestros quehaceres.- suspiró el director.- Severus, Minerva...por favor, id a impartir vuestras clases. Harry, si no me equivoco, ahora te toca Encantamientos, que Christine te acompañe a clase y procura que no te afecte la reacción de tus compañeros...

-Descuide.- dijo Harry cortésmente e inclinó la cabeza a modo de despedida. Se dio la vuelta, seguido por Christine y ambos salieron del despacho, cerrando la puerta tras de sí.

Caminaron por los pasillos durante tres minutos y cuando se cercioraron de que nadie podía escucharles, se detuvieron en un rincón, ajenos a cualquier mirada. Christine cambió totalmente la actitud que había adoptado en el despacho del profesor y sus ojos se tornaron más fríos si cabe y cuando habló, su voz sonó áspera y grave.

-Lo has hecho muy bien, justo como lo acordamos.- Harry también cambió. Había parecido en el despacho que estaba dolido, resentido y preocupado, pero ahora sus ojos eran tan helados como los de su profesora y su voz indiferente.

-Lo peor fue en el Gran Comedor. Menos mal que me avisaste por telepatía sino podía haber reventado todas la vitrinas.

-Finges muy bien. Por un momento he estado a punto de creerme también el dolor y la desesperación que has mostrado.- la mujer sonrió distantemente.- Has logrado engañar a Dumbledore.

-Es el más fácil de engañar.- Harry también sonrió irónicamente.- Se ha pasado todo el tiempo tratando de entrar en mi mente. Creo que el no se podía creer lo que estaba viendo era Lupin...

-Debemos tener mucho cuidado con él, Harry.- susurró la profesora comprobando que el corredor siguiera vacío.- Nos conoce a ambos muchísimo...y tanto a ti como a mí nos importa...es algo que debemos superar.

-No voy a hacer daño a Lupin.- aseguró Harry con voz solemne.- Pero va a tener que sufrir un poco con todo esto...también con él debo fingir.

-Por un momento me ha parecido que sentías el dolor de Sirius y la angustia por lo que dirían tus compañeros.

-No me interesa lo que piensen ellos.- interrumpió Harry bruscamente.- Pero sí cuando se trata de Ron o Hermione. En verdad estoy preocupado...sus caras, su forma de mirarme...nunca quise que ellos, precisamente ellos supieran lo que dice la profecía. A los demás podré controlarlos...pero con ellos todo es diferente.

-Tranquilo, muy pronto vamos a pasar a la acción.- le aseguró la mujer.- Voldemort se va a arrepentir lo de que ha hecho...Por el momento, nuestro propósito está cumplido. Los miembros de la Orden se han tragado el cuento de que todavía sigues con remordimientos sobre lo ocurrido, el teatro sobre la otra Profecía ha estado muy convincente, y hemos logrado que el director ceda y te deje pasar las Navidades aquí. Necesitamos ese tiempo para empezar a preparar tu estreno...- Harry sonrió cínicamente. No quedaba nada de su sonrisa sincera, de unos meses atrás, cuando su padrino solía ponerle la mano en el hombro.

-Lo espero con ansias...

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-¡NO, RON NO, VIGILA A TU IZQUIERDA, PARVATI A LA DERECHA, CHANG APUNTA BIEN, ¿QUIERES?!- Hacía mucho que llevaba gritando a sus compañeros sin ningún éxito. Había preparado para la clase un pequeño circuito. Cuatro de sus compañeros trataban de coger los collares que habían encima de unos conos, mientras esquivaban los haces de luces de Encantamientos de desarme que les lanzaban otros dos compañeros. Hasta entonces, ninguno había logrado salir del circuito con los cinco collares en la mano, y los que apuntaban tampoco lo hacían excesivamente bien, la clase estaba siendo un auténtico desastre.- ¡BASTA! ¡DETENEOS!- los encantamientos dejaron de correr de un lado para otro y los chicos de esquivarlos y lanzarlos respectivamente.

Harry se dirigió a la izquierda de la sala de los Menesteres, donde ahora se podían ver en el suelo unos cojines y se apoyó en la pared, con los brazos cruzados y los ojos cerrados, esperando a que sus compañeros se acomodaran también. Cuando Neville se sentó en el último cojín, Harry abrió los ojos.

-¿Se puede saber qué es lo que ocurre?- miró en ambas direcciones, tratando de encontrar respuesta, pero sus amigos parecían muy entretenidos en los cordones de los zapatos.- ¿Y bien? No es por nada y no va con todos, pero antes, en el entrenamiento de Quidditch del equipo de Gryffindor también ha ocurrido lo mismo. No dabais pie con bola y ahora parece ser que tú Cho, eres incapaz de realizar correctamente un Encantamiento de desarme, o tú Terry incapaz de esquivarlo. Me gustaría obtener una respuesta...

Harry seguía mirando a ambos lados, nadie era capaz de explicar lo que ocurría, aunque él era lo suficientemente hábil en Legeremancia como para saber lo que les pasaba. Al final, fue Cho la que se decidió a hablar.

-Harry...mira, somos tus amigos, es decir, creamos el grupo de defensa porque queríamos estar preparados contra esta guerra y hasta ahora, has respondido muy bien.- miró en ambas direcciones buscando apoyo, pero como nadie se sumaba al discurso continuó ella.- Nunca nos has mentido, nos has contado todo aunque fuera doloroso, nos has hablado de Voldemort...y por eso, no entendemos porqué nos ocultaste lo de esa profecía, porqué fingiste de ese si la guerra no fuera contigo...

-Sí,- exclamo Michael Corner.- Estamos dolidos y confusos...- Harry sonrió y aquello provocó una confusión mayor en sus compañeros.

-Bien, así que, técnicamente estáis tratando de decirme que yo estoy perdiendo mi tiempo y agotando mis energías estando aquí y que vosotros no movéis un músculo porque estáis dolidos...

-¿Eso es lo que haces con nosotros, Potter?- bramó Smith.- ¿Pierdes el tiempo?- Harry descruzó los brazos y dejó de sonreír. Ron tenía razón desde el principio con ese chico, era un verdadero capullo.

-No soy sólo yo quién pierde el tiempo, sino vosotros también.- explicó. -¿Crees que esta clase ha valido de algo? Tú, personalmente, no has logrado coger más de un collar y cuando te tocaba apuntar tus hechizos estaban más cerca de acertar que yo de encontrar una aguja en un pajar.

-¡Únicamente queremos la verdad!- protestó Anthony. Harry le miró ahora a él y esto provocó que el chico se callara de golpe. La mirada de Harry llegaba a aterrarles últimamente.

-La verdad...la verdad...¿cuál verdad, Anthony? ¿Queréis que os diga algo acerca de la Profecía? ¡Bien! ¡Si a eso habéis venido, acabemos con esto!- avanzó unos pasos y comenzó a pasearse por delante de sus compañeros, con el ceño ligeramente fruncido.- ¿Qué parte deseáis saber exactamente? La versión del Profeta, la versión de Voldemort, la del ministerio, la mía..., me gustaría saber cuál será más convincente.

-¿Entonces es verdad?- titubeó Hannah palideciendo.- la profecía es cierta...y mi tía la sabía...

-Correcto.- confirmó Harry de mala gana. -Sí, técnicamente la profecía es cierta, aunque está claro que todavía no se ha cumplido del todo.

-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó Ginny. Harry la miró fijamente. Su novia estaba muy pálida y no había hablado nada ni en el entrenamiento de quiddicht ni en el ED.

-Os pensáis que esto es un juego...un juego de tú preguntas , yo respondo...pues estáis equivocados...- explicó Harry. Pensaba que no le iba afectar hablar de ello, pero la presencia de Ginny y de sus amigos le perturbaba.- Por culpa de esa Profecía mis padres están muertos...y yo tengo a un loco persiguiéndome allá a donde voy y todavía os creéis con derecho a recriminarme...

-¡No es eso!- interrumpió Ron. Tenía las orejas coloradas, como cada vez que se enfadaba.- ¡Pero pensábamos que nos tendrías confianza!

-¡No es una cuestión de confianza, maldita sea! -Harry golpeó con un puño en la pared. También comenzaba a enfadarse.- ¿Os dais cuenta lo que significaba que esa Profecía se mantuviera en secreto? ¡No sólo mi vida sino la de todos vosotros está en juego! ¡Allá dónde esté yo, los que me rodean corren peligro! El mantener esto en secreto era una cuestión primordial...no era una cosa que yo pudiera estar contándole a mis colegas. ¡Por Dios! ¿No os dais cuenta de lo qué ha ocurrido? ¡Voldemort sabe esa profecía, Voldemort utilizó magia negra para propagarla a los cuatro vientos! ¡Si en un congreso de seguridad internacional hubo un traidor capaz de comprar la paz para su país entregándole a un mago Tenebroso una información confidencial! ¿Cómo iba yo a contar a unos estudiantes algo tan serio?- los miembros del ED intercambiaron miradas arrepentidas. No habían pensado en algo así, no habían entendido los motivos. Harry suspiró aliviado. Parecía que había logrado calmar los aires.

-Pero tuviste que cargar tú solo con esto...-murmuró Ginny con los ojos aguados.- ¿Cómo...?

-No importa ahora, Ginny.- Harry trató de mostrar una sonrisa sincera, de esas que sólo iban dedicadas a ella. -Yo me enteré de la Profecía en Junio. Hasta entonces no lo había sabido. Recordad que el registro, la copia de la Profecía, se rompió en el Departamento de Misterios. Dumbledore había escuchado la versión original, de boca de quién la pronunció y él fue quién me puso al corriente.- dirigió la mirada hacia Susan.- También se lo dijo a tu tía y a la Confederación Internacional de Magos. Un espía de Voldemort, había oído el principio de la Profecía también, por eso él intentó matarme cuando era un bebé, porqué pensó que estaba cumpliendo con los términos que allí decía...no escuchó el final y no pudo saber, que al atacarme corría el riesgo de marcarme como a su igual señaló la cicatriz de la frente y de transferirme algunos es la lengua pársel.

-Entonces...¿esa era el arma qué buscaba?- preguntó Hermione, recapitulando los hechos.

-Sí, -confirmó Harry en un suspiro.- Pero yo no podía decíroslo, comprendedme, Sirius Black murió por guardar esa información, mis padres murieron por ello...yo se lo debía a ellos, yo no podía arriesgar la integridad de mi seguridad y la vuestra propia...

-Te entendemos, Harry.- aseguró Susan y algunos mostraron su conformidad.

-Pero...¿entonces podrás vencer a Vol...Voldemort?- preguntó Smith. Harry le miró con odio. Ya esperaba esa pregunta, pero formulada por él sonaba todavía peor. Aún así, trató de sonreír.

-¡Cállate!- le espetó Ginny.- ¡Harry no puede hacer nada, nada! ¡Sólo es un estudiante!

-¿Y entonces qué esperanzas tenemos?- bufó el chico.- Si él es el único que puede vencerle y no puede...

-Yo no he dicho que no pueda, Zack.- susurró Harry. -Pero comprenderás, que ahora mismo estoy en desventaja. ¿Qué es lo que esperas? ¿Qué te dé una palmadita en la espalda y te diga que todo saldrá bien, qué no te preocupes? No, no puedo. Quizás yo sea el único que tenga una posibilidad real, pero esta guerra nos incumbe a todos. ¿Por qué crees qué os estoy dando clase? Tenemos a una profesora estupenda, que además nos está enseñando a enfrentarnos al ejército de Voldemort, yo no tenía porqué estar aquí... suspiró y dejó de pasear de un extremo a otro. Pero sé que si en parte, todos salimos con vida del Departamento de Misterios, no se debió a la suerte o a la casualidad. Estábamos mejor preparados que cualquier alumno de este colegio y eso nos valió. Jugamos al corre que te pillo con los mortífagos más buscados de Voldemort y sobrevivimos...estupendo, pero os aseguro que no ocurrirá dos veces. Desde que me enteré de la Profecía estuve pensando en la manera de hacer algo, de ayudar de alguna forma y la única que se me ocurre es esta. Os pido que no la desaprovechéis, sois muy afortunados al tener una ventaja sobre los demás estudiantes y eso os puede salvar la vida. Eso es lo que trato de hacer. No hubiera aceptado sino supiera que debo hacer algo para enmendar el agravio que supone convivir conmigo con el riesgo de morir...

-Todo eso está muy bien, Potter. Pero eso no te quita parte de culpa.- saltó Smith. Su cara reflejaba un asco patente.- ¿sabes qué? Mi madre está destrozada, su prima favorita fue asesinada hace poco y resulta que yo tengo delante a la única persona que puede evitarlo.- escupió al suelo.- ¡Me das asco! ¿Por qué tenemos qué esconderte y arriesgar nuestras vidas? ¡Eres un cobarde, Potter! ¡Alardeas de conocer como es enfrentarse a Voldemort y luego te quedas cobijado bajo el brazo de Dumbledore! ¡No sé cómo puedes vivir sabiendo que está en tus manos detener esto! ¿Por qué no sales y te enfrentas a él? ¡Si es cierto que puedes salvarnos, que eres el único, entonces hazlo pronto! ¡Te estás cobrando vidas!

-¡Cierra la boca estúpido!- Ron, Hermione, Ginny, Neville y algunos más se levantaron de golpe para arremeter contra Smith. Aquella vez había ido demasiado lejos. Sin embargo, Harry no buscó ningún argumento en su defensa, cerró los ojos y continuó apoyado en la pared, como si supiera que aquello era cierto. Sentía mucho todas las víctimas que se cobraba Voldemort, pero hasta ahora no había podido hacer nada.

Smith, furioso de que nadie le entendiera, cogió la mochila y se dirigió hacia la puerta.

-Espera Zacharias- lo llamó Harry. El chico se detuvo, pero no dio la cara.- Si sales por esa puerta te estás condenando a morir. Aprovecha la oportunidad que te estoy ofreciendo. No te cierres, no dejes que Voldemort extienda la discordia entre nosotros, que nos separe...juntos somos más fuertes.- Pero Smith abrió la puerta de la sala y tras salir, cerró dando un portazo. Harry suspiró. Esto, no hacía más que empezar.

Después de hablar durante unos quince minutos más, se hizo tarde y todos se fueron también a sus respectivas salas comunes. Si algún profesor los pillaba merodeando a esas horas, tendrían serios problemas. Utilizando el mapa del merodeador, Harry dejó salir a sus compañeros en grupos reducidos de tres personas, como habitualmente hacía. Una vez, Luna, Cho y Michael se marcharon, Harry, Ron, Ginny y Hermione se quedaron solos, terminando de recoger las cosas.

Ginny estaba muy callada, no decía nada mientras se limitaba a ordenar los cojines y agrupar los conos.

-Ahora comprendo cómo te sentías en verano, Harry.- dijo Ron con pesar, mientras guardaba en las estanterías algunos libros. Por eso te aislabas de todos y estabas tan cambiado...- Harry hizo un esfuerzo por sonreírle.

-No, Ron, las cosas no funcionan así. ¿Sabes? Yo apenas presté atención a la profecía, de hecho, hasta que no sufrimos el ataque en el Callejón Diagon no fui consciente de lo que esto significaba.

-¿Quieres decir que entonces estabas así por Sirius, verdad?- inquirió Hermione.- Ahora entiendo porqué era tan importante esa profecía para los mortífagos, fue un plan brillante, nos engañaron a todos...un arma, sí, sin duda...y ahora Voldemort lo sabe. Tendrás que tener mucho cuidado...

-Siempre he tenido que tener mucho cuidado, Hermione- sonrió el chico, mientras se acercaban a donde estaba Ginny, que en esos momentos guardaba el último cono.

-Por cierto,- dijo Ron.- ¿Dónde te hará la Orden pasar las Navidades? ¿En Grimmauld Place? Porque sino podrías venirte a la Madriguera…

-No,- cortó Harry con un semblante serio.- Me quedaré en Hogwarts, donde nadie corra peligro por mi causa..., te lo agradezco de verdad Ron, tu padre ya me invitó, pero es preferible que me quede en el colegio.

-¡Pero nadie se quedará aquí!- protestó Hermione muy afectada. -¡Estarás solo! Yo me marcho con mis padres y Ron y Ginny también y no hay un solo alumno que se quede...

-Ya lo he decidido. He hablado con Dumbledore esta mañana. -explicó Harry.- Lupin y Christine se quedarán aquí para hacer la guardia.- Sus amigos ya no insistieron más, pero no creían que fuera una buena idea que Harry se quedara sin compañía en unas fechas tan señaladas, y en las que el fantasma de Sirius pesaría por encima de todo. Harry y Ginny se miraron y quedaron conectados por sus ojos. Algo había cambiado en sus expresiones, eran distintas, más profundas, más maduras, pero a la vez, más melancólicas.

-Bueno, nosotros vamos tirando- susurró Hermione, dándose cuenta de que sobraban, mientras echaba una ojeada al mapa del merodeador. -Venga Ron. Chicos, os esperamos en la sala común.

-De acuerdo.- contestó Harry distraídamente.

La puerta se cerró, pero ellos no hicieron ningún gesto que certificara que lo habían notado. Los ojos de Ginny estaban hinchados y rojos, posiblemente de haber llorado.

Harry se acercó lentamente hacia ella, le cogió de la cintura y le besó en la frente dulcemente. Ella apoyó la cabeza sobre su regazo, y el silencio los invadió.

-¿Quieres bailar?- le preguntó Harry sin dejar de estrecharla. Ginny abrió la boca para responder...