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Fweasley: Olasss! Sí, trato de actualizar lo antes posible, jejej. Harry se enfrentará a los mortífagos en batallas y al final, Voldemort saldrá en alguna de ellas. Chaooo
D.Alatriste: Olasss! Me gusta hacer los capis largos, así q siempre serán de esta extensión más o menos. No, Ginny no se quedará en Hogwarts y Harry tendrá un poco de tranquilidad en navidades ya q nadie le podrá atosigar con lo de la Profecía. Además, Lupin y Chris lo van a cuidar bien, jejeej.
Aidee: Muchas gracias! Trataré de seguir actualizando así de rápida. Besos!
Sakumino: Olasss! Muchas gracias! Pues venga, a coger la tuya con ganas, q es muy bonito escribir un fict!
Alucard: Olasss! Sí, muy bonito como lo dejé, jaja, pero no es el final, es la continuación. Aquí puedes averiguar lo mucho q le gusta bailar a Harry, jajajaj. Respecto a Chris, jajaj, no, no cantará villancicos, jajaj, demasiado para ella. Sí tiene un lado algo...,más amable por decirlo, jaja, pero aún queda un poquillo para q deje entreverlo. Más cosas, jajaja, Harry ya es un arcángel y no los arcángeles no tienen alas, jajaaj, chris no se transforma ni nada parecido, eso sí, es una maestra de la espada. Harry comenzará a actuar después de navidad pero no matara a Zack, jajaja. Bueno...creo a nada más, ah sí, gracias por recomendarme los ficts, chaoooo
Seraphimon Potter: Olasss! Mala yo? Noooo, jajaja, Algún día Harry se verá recompensado, lo prometo, jaaaj. Chris...buenooooo, sí, algún día se mostrará algo más...simpática, jajaja. Muchas gracias por el apoyo!
Elanor Blackriver: Olasss! No te preocupes, la personalidad buena de Harry saldrá a la luz y ya verás como él y Remus van a hablar sinceramente. Lo de Ginny peligra...jajaj, ya aviso, jeejje. Y buenoél confía realmente en Christine no es solo por el interés, pero se quiere creer a sí mismo q sí. Es q nos ha salido orgulloso el chico, jejeje. Besitos!
Barby-black: Olasss! Muchísimas gracias. Estás perdonadísima, jejeje. Espero q te siga gustando., Besos!
CAPÍTULO 21: EL ÚLTIMO MOMENTO JUNTOS.
¿Quieres bailar- le preguntó Harry sin dejar de estrecharla. Ginny abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir nada, su novio la arrastró hacia el centro de la sala, ahora desierta.
Colocó una mano sobre su cintura y con la otra buscó su mano. La encontró fría y temblorosa, pero la acarició con suavidad y la levantó para que seguir sintiendo el contacto del uno en el otro. Jugueteaban con los roces, sintiendo como en cada pequeño movimiento el corazón palpitaba un poco más rápido.
Pasaron unos minutos abrazados y balanceándose al compás del silencio. Ginny apoyó la cabeza en el pecho de Harry y cerró los ojos, disfrutando del movimiento que forzaba su cuerpo al inspirar y expirar el aire.
¿Seguro que no te sientes muy estúpido bailando sin música- le preguntó sin abrir los ojos. A ella no le importaba, pero siempre había notado una timidez por parte de su novio a la hora de dar un paso más en su relación, timidez que de un tiempo a ahora, se había desvanecido.
-Umm...contigo nunca me siento estúpido...no obstante, olvidas en el sitio en que nos encontramos... -Harry también cerró los ojos, pero esta vez concentrado en sus propios pensamientos. Segundos después de esa acción, un equipo de música apareció a unos metros de donde estaban. Ginny, al notar el cambio, abrió los ojos y miró anonadada el magnífico aparato.
-Es asombroso...-murmuró.¿No ves increíble que esta sala pueda darte todo lo que deseas?
-No exactamente.- sonrió Harry separándose un poco de ella y caminando hacia el equipo.- Proporciona lo que necesitamos...y en estos momentos, yo necesito bailar contigo...- Ginny también sonrió. No podía creer lo que estaba oyendo. Si era un sueño, deseaba no despertar. No hacía más de unos minutos que se había sentido morir, que el miedo la había dominado por completo, miedo al encontrarse que un día podría perder a la persona que más amaba en esos momentos, la persona que le hacía sentir como nadie le había hecho sentir jamás, a pesar de lo jóvenes que eran aún, ambos sentían que habían nacido para estar juntos. Por eso ahora el miedo era el mayor enemigo, no quería perderle, no podía, necesitaba el calor de su cuerpo, la pasión de sus besos, sus ojos mirándola, diciéndole sin palabras, que la quería...
-Harry...es un aparato muggle, y los aparatos muggles no funcionan aquí en Hogwarts.- le explicó sonriendo. Su novio seguía sin hacer caso a Hermione y no había leído Historia de Hogwarts. Pero lo que ella no sabía es que el muchacho había aprendido mucho más de lo que se imaginaba y que había pensado en ello.
-Está hechizada mágicamente. Funcionará.- el corazón de Ginny se llenó de emoción. Harry pulsó el botón de apertura y observó que dentro había un CD. Sin mirar el título, pulsó el PLAY y se dio la vuelta para mirar a la chica que estaba de pie en el centro de la habitación. Podía escuchar el rasgar del disco girando, mientras caminaba hacía ella. Su corazón también latía acelerado, todo su cuerpo se había agarrotado, se había puesto tenso. Llegó a hasta ella y la cogió por la cintura de nuevo, esta vez con ambas manos, al tiempo que la canción sonaba en sus oídos. No sabía de quién era, los Dursley nunca le habían regalado una mini cadena o un discman y como mucho podía reconocer alguna canción de las que oía en la radio durante el trayecto de regreso de la estación a la casa, después del final de cada curso en Hogwarts. Sin embargo, cuando la melodía sonó, ambos supieron que la sala había acertado con la canción. Aparte de pegadiza, se amoldaba a la perfección con la situación.
"Bailar de lejos no es bailar, es como estar bailando soloTú bailando en tu volcán y a dos metros de ti, bailando yo en el polo...oh...
Probemos una sola vez, bailar pegados como a juego
Abrazados al compás, sin separar jamás, tu cuerpo de mi cuerpo..."
Ginny se abrazó todavía más fuerte al pecho de Harry, mientras se balanceaban siguiendo el ritmo pausado de la melodía. Ya no existía la distancia entre los dos, eran uno, lo que siempre habían deseado ser...por primera vez, nada cruzaba sus mentes, excepto el deseo de seguir atados a ese amor que se desbordaba. Christine había desaparecido de todo recuerdo o sentimiento, el calor que emitía el cuerpo de Ginny había derretido la frialdad de Harry, ni Voldemort, ni los mortifagos, ni la guerra ni el mundo entero podía quebrar ese instante de intimidad, de paz, de amor...
"Bailar pegados es bailar, igual que baila el mar,
con los delfines...corazón con corazón, en un solo salón,
dos bailarines, abrazadísimos los dos, acariciándonos,
sintiéndonos la piel, nuestra balada va a sonar...
vamos a probar, probar el arte de volar...
Bailar pegados es bailar, bailar pegados es bailar, es bailar..."
Entonces las bocas empezaron a buscarse con desesperación, como si el tiempo se les estuviese acabando, como si supieran que la canción iba a terminar y que no podrían hacerla retroceder. No eran besos pequeños, el suave roce de los labios del principio había terminado por doblegarse ante el juego de las lenguas, un juego que al principio únicamente exploraba las bocas y luego pasaba al rostro y seguía descendiendo hasta llegar al cuello.
Ginny dejó que fuera Harry quién jugara a aquel juego, se soltó de sus brazos y los dejó caer inertes, aunque él seguía sujetándola por la cintura, sin nunca dejar distancia entre sus cuerpos, porque sino, corría el riesgo de perderse aquel momento.
Harry tomó el relevo sin dudar. Ginny se estremecía en sus caricias, temblaba con una niña pequeña y eso le hacía sentirse importante, le animaba a continuar. Él era quién mandaba, quién estaba dirigiendo aquel intercambio de pasiones, ya no como un adolescente, sino como un adulto. Se dio cuenta de que no hacía falta experiencia, no importaba no haber tenido un padre que le explicara cómo debía comportarse con las chicas, como debía llevar a cabo ese momento, los instintos lo hacían por él, las emociones lo arrastraban, se estaban inclinando ante el abismo de los adultos y lo mejor de todo, es que no tenían miedo.
La melodía seguía sonando y ellos bailaban y bailaban en ella, podían hacer muchas cosas a la vez que recibían caricias, ellos tenían el poder ahora, ellos decidían...
Entre beso y beso Harry llegó hasta el oído de Ginny y lo acarició suavemente con sus labios y dejó que el aliento entrara en él, haciendo que Ginny se estremeciera y llegara a un punto extremo de placer. Fue entonces cuando ambos se soltaron de golpe, y sus respiraciones se mezclaron con la música de la canción. Únicamente los separaba un metro, pero era suficiente para comprobar que necesitaban seguir unidos, seguir...bailando. Fue el paso definitivo.
Con desesperación, ambos se unieron de nuevo y sus bocas esta vez recorrieron con más demora y más ahínco todo lo que estuviera a su alcance. Las manos temblorosas de Harry acariciaron los brazos de Ginny y siguieron subiendo hasta llegar a los hombros, donde volvieron a descender hasta los botones de la blusa blanca que ella vestía. Jadeandoél la miró y ella le devolvió la mirada.
Ginny sonrió y colocó una de sus manos junto a la de su novio, que seguía anclada a los botones de la vestimenta. Juntos, desabrocharon el primero, luego el segundo, el tercero...y el cuarto lo hicieron con ansiedad. La camisa se abrió y Harry contempló la figura perfecta de la que hacía unos meses era una niña, la hermanita pequeña de su mejor amigo. Pero ni siquiera el saber que estaba con una parte de la sangre de Ron, pudo hacer volver la racionalidad a su cerebro. Estaba loco de amor, desbordado por la pasión y lo único que pudo hacer fue tomar la blusa abierta y deslizarla por la piel blanca de los brazos de Ginny, hasta extraerla por completo.
La preciosa camisa blanca cayó al suelo en un movimiento casi de danza, muy apropiado para el momento. Nunca supieron porqué, tal vez fue la necesidad que los envolvía en aquellos instantes, pero una cama surgió de la nada y se materializó a unos pocos metros de distancia. Ninguno le prestó atención, seguían embobados el uno en el otro, hipnotizados por esa magia que era tenerse el uno al otro y perderse en sus ojos.
Ginny no se sintió avergonzada al verse indefensa frente a su novio. Al contrario, parecía mucho más segura que él, como si siempre hubiera necesitado aquello, pero no se hubiera atrevido tan siquiera a planteárselo. Pero aunque todavía pura y niña, se sentía mujer.
Fue su turno. Posó ambas manos sobre el pecho musculoso del muchacho y lo acarició, como si quisiera adivinar lo que iba a encontrarse detrás de la camisa negra que él vestía. Después de inspeccionarlo un poco más y saborear lo que vendría a continuación, bajó ambas manos hasta la cintura y cogió la camisa con menos suavidad que cuando la había acariciado, ahora el deseo de sentir lo que había debajo era más fuerte. La subió y con ayuda de Harry se la extrajo por la cabeza, provocando que el pelo negro azabache del chico se desordenara mucho más de lo que solía estar ya de por sí. Pero aquella imagen fue la que más placer generó en ella y no pudo sino que acariciar la cabellera, que llegaba casi hasta los hombros del chico y notar el suave contacto del pelo limpio.
El juego de respiraciones se intensificó. Ginny siguió explorando el pecho, ahora desnudo, de su novio y lo llenó de pequeños y suaves besos. Siguió pasando las manos, dibujando con el dedo índice figuras sin sentido, provocando el aumento del placer de Harry. Llegó hasta la cintura y cogió el borde de los vaqueros que él vestía. Volvieron a mirarse y se dieron permiso. Ginny desabrochó el botón del pantalón y respiró profundamente.
Tras sentir como la respiración del muchacho llegaba a niveles insospechables, fue bajando la cremallera con mucha suavidad. Un movimiento brusco del vientre de su novio le hizo saber que había llegado hasta el final, el placer estaba extasiado.
"Verás la música después, te va pidiendo un beso a gritosy te sube por los pies con algo que no ves...
lo que nunca se ha escrito...oh..."
Ginny cogió a Harry de la mano y lo arrastró hacia la cama. Él miró el colchón suave y la tela de finísima calidad y respiró para serenarse.
Su novia se sentó en el borde y fijó sus preciosos ojos en los verde esmeralda de él. Las sonrisas es sus rostros mostraban lo que iba a acontecer a continuación. Estaban listos, lo sabían, desde aquel momento en el Callejón Diagon, donde sus respiraciones habían chocado y donde sus corazones habían empezado a necesitar el palpitar del otro. Sus almas estaban unidas desde aquel día, pero hoy se iban a materializar.
Ginny se recostó sobre la cama de matrimonio y esperó a que Harry se colocará sobre ella, animándole a hacerlo con una nueva sonrisa, mucho más adulta.
Quizás fue la serenidad, la madurez de esa sonrisa o la seguridad con la que Ginny lo invitaba lo que provocó que Harry disipara cualquier duda que pudiera enturbiar la paz de aquel momento juntos. No tendrían otro más para recordar.
Harry se lanzó a seguir explorando aquellas partes del cuerpo de su novia que todavía no le habían sido reveladas. Siguieron así mientras la melodía los acompañaba y los alimentaba de placer, los provocaba con su letra, incentivaba su deseo...
Y cuando sus cuerpos quedaron totalmente desnudos para el otro, es cuando los temores y las dudas comenzaron a hacerse patentes. No dudas de su amor, no dudas a lo que sentían ni a que eran lo suficientemente maduros como para dar ese paso, sino el miedo a lo que significaba darlo.
Estaba Ron por el medio, la imagen de su amigo, que hasta entonces había sido apagada por el deslumbramiento que Ginny provocaba en él, por fin surgió al exterior, hondando dentro de él. La responsabilidad de tener a una mujer entre sus brazos y no saber si mañana iba a poder protegerla.
-No puedo hacerlo- susurró Harry sentándose al borde de la cama y cesando en su recorrido por el cuello de su novia.- Eres sólo una niña.- Fue a levantarse de la cama, pero Ginny lo abrazó por detrás y le obligó permanecer sentado, mientras ella le besaba dulcemente el hombro y lo humedecía con una lágrima.
-Quiero estar contigo, Harry. Quiero ser tuya esta noche. No sabemos lo que ocurrirá mañana, ni si seguiremos vivos, ni si seguiremos juntos...no quiero morir sin haber sentido tus besos en mi piel.- Harry se dio la vuelta para mirarla a los ojos directamente. De ellos, seguían resbalando tímidas lágrimas, soltando todo lo que la había estado carcomiendo el alma durante todo el día.
"Bailar pegados es bailar, igual que baila el mar,
con los delfines...corazón con corazón, en un solo salón
dos bailarines, abrazadísimos los dos...acariciándonos,
sintiéndonos la piel, nuestra balada va a sonar...vamos a probar...
probar el arte de volar...
bailar pegados es bailar, bailar pegados es bailar...es bailar..."
La canción dejó de sonar. Se había roto el momento de magia, pero el silencio también era un buen amigo de ambos, un amigo que deseaba ser roto para poder dar una nueva oportunidad...
-Es absurdo, Ginny. Todavía somos muy jóvenes...
-No me importa.- el ver los ojos de Ginny cubiertos de tal seguridad y a la vez de desesperación, conmovió tanto el corazón de Harry que sintió como si un puñal lo atravesara.- Hazme sentir tu amor...no con palabras, sólo con hechos, con gestos, con besos, con caricias... -ella bajó la mirada para evitar sentirse avergonzada por su arrebato de lágrimas, no quería que él la viera flaquear, que la viera débil, quería ser fuerte, como siempre lo había sido, inspirar ese amor que tanto le había costado ganarse.- Por favor...sé que estamos listos, que puedes sentirlo...- levantó la mirada para clavarla una vez más en aquellos ojos que la hacían perderse en un mar de sentimientos.- Tengo miedo, desde que oí la profecía, tengo miedo Harry...no quiero perderte...no quiero que me pierdas sin que sepas cuanto te quiero, sin que notes que puedo entregártelo todo...no quiero morir sin haber estado en tus brazos...
-No vas a morir.- dijo él repentinamente abrazándola.- Yo no voy a permitir que eso ocurra. ¿Me oyes? Daré mi vida antes que dejar que pierdas la tuya...yo voy a protegerte siempre, voy a estar a tu lado...
Los besos apasionados resurgieron de sus cenizas como el ave fénix, volvieron a ser tan provocativos y cubiertos de ternura que el placer llegó a su punto más alto. Los dos "adultos" se recostaron de nuevo en la cama y dejaron que los gestos funcionaran solos. No hicieron falta más palabras, los gemidos y las caricias lo dijeron todo, ambos, se amaron como si fuera la última vez, como si de verdad mañana Voldemort regresaría para irrumpir en sus vidas, para alejarlos de ese sentimiento tan bello que se había anidado en sus corazones.
Lo que ellos no sabían es que habían hecho muy bien en probar los besos y abrazos del otro antes de que fuera demasiado tarde, y que, realmente, aquella iba a ser...la última vez.
-
El crepitar de las llamas era el signo de mayor movimiento de la habitación. Era un lugar poco acogedor, demasiado tenebroso y oscuro como para que alguien pudiera disfrutar de la paz y la tranquilidad.
Eso no era un problema para el hombre que se encontraba sentado en el sillón, el único mueble de la pequeña estancia.
El lugar, sin embargo, no estaba abandonado ni descuidado. Las piedras de las paredes estaban talladas en un material desconocido, pero aparentemente caro. Todo estaba muy limpio y ordenador y lo único que podía enturbiar el inmaculado espacio eran las cenizas de las llamas, que transmitían un tibio calor.
El hombre tenía una expresión de suma concentración en el rostro. Hacía días que había pedido no ser molestado por ninguno de sus vasallos, para lo que trataba de hacer, necesitaba un silencio absoluto.
Hacía unas semanas que la conexión entre Harry Potter y él se había establecido de nuevo. Lo podía notar, su presencia habitaba, sobretodo, cuando estaba dormido. Sin embargoél no había podido introducirse en la mente del muchacho para manipularla. Eso era lo que trataba de hacer en esos momentos y había tratado los últimos días, sin éxito aparente.
No sabía cómo, pero de alguna forma, Harry Potter había logrado cerrar su mente. Lo único que compartían en ciertos momentos, eran las sensaciones. El muchacho había sentido cuando el mago tenebroso estaba especialmente enfadado o contento y los dolores de cicatriz eran cada vez más comunes.
En cambioél no había sentido nada. Era como si el chico no tuviera emociones, como si se hubiera cerrado a ellas y sospechaba que Christine tenía algo que ver en aquello. Sí, seguro que ella había utilizado su poder para cerrar todo tipo de comunicación...la otra posibilidad ni se la planteaba. No, Potter era un buen mago, pero no lo suficiente como para dominar la Oclumancia en tan poco tiempo.
Apretó los puños con fiereza. Estaba comenzando a enfadarse. Ahora que por fin conocía el contenido de la Profecía y que su plan había dado resultado, no tenía acceso al muchacho. ¿Pero cómo era posible que no pudiera captar cómo se sentía? Tenía que haberse puesto muy furioso cuando todo el mundo se enteró de la profecía, cuando él mismo se enterara. Un niño de dieciséis años tenía que haber sentido miedo al descubrir que iba a morir a manos del mago más poderoso de todos los tiempos. Algo no encajaba. Por mucho que Christine se hubiera esforzado en cerrar las conexiones, ni siquiera ella tenía tanto poder como para que algo tan grande no fuera sentido por los demás. Potter debía de estar aterrorizado y muy enfadado. No podía quedarse impune ante el hecho de que todos sus compañeros conociesen el contenido de la Profecía, tenía que estar perturbado, ese había sido el propósito.
Conocía muy bien al muchacho, y había creído que al hacer una cosa de tal calibre, Harry acabaría dando a cara. No era ningún cobarde y la presión que ejercerían sobre él los alumnos del colegio Hogwarts sería demasiado para que un chico de dieciséis años, desquiciado, después de la muerte de su padrino y habiendo crecido con muggles que lo despreciaban, aguantara.
Tocaron a la puerta y rompieron el mágico momento del silencio. Cuando un hombre de larga cabellera rubia y gélidos ojos grises entró, Voldemort se giró enfadado.
¡Creía haber dicho que no quería que se me molestara!
-Lo sé, señor.- balbuceó Malfoy y se arrodilló en el suelo, sin osar levantar la mirada. -Pero le traigo noticias interesantes.
¿De veras- preguntó Voldemort relajando la voz. En su rostro se dibujó una sonrisa cínica.¿De qué se trata?
-He tenido noticias de mi hijo, amo. Noticias de Hogwarts.- explicó Malfoy. Estaba orgulloso, sabía que la información que iba a entregar a su señor le iba a ser reconocida.
¿Y bien-inquirió Voldemort, balanceándose sobre su sillón.
-Draco me ha traído los informes sobre los mejores amigos de Potter.- el mortífago se levantó y se sacó de debajo de la capa unos pergaminos, se aclaró la garganta y comenzó a informar.- Su mejor amigo se llama Ronald Weasley, señor, ya los conoce. Toda esa familia está metida en la Orden del Fénix, son una vergüenza para el mundo de la magia, no parecen sangre limpia...están muy cercanos a Dumbledore...aquí tengo unos datos de interés que me dio mi hijo y otros que he añadido yo, después de unas averiguaciones...- le entregó uno de los pergaminos a su señor, que lo cogió encantado y comenzó a revisarlo, al tiempo que le daba permiso a su vasallo para continuar.- La otra mejor amiga se llama Hermione Granger...es una sangre sucia...
¿Nacida de muggles- preguntó Voldemort con una gran sonrisa en el rostro. Malfoy asintió igual de contento.- Será muy divertido...las compañías de Potter me gustan mucho...
-Yo la conocí personalmente cuando tenía doce años... -siguió explicando Malfoy- al parecer sus padres y los Weasley son muy amigos, típico de Arthur...es un rastrero pobretón...sin embargo, puede causarnos problemas. Draco me ha contado que es la mejor alumna del colegio, es inteligente, prefecta...sacó todos sus TIMOS...y va camino de ser Premio Anual...
-Vaya¿quién lo diría- se burló Voldemort.- Así que la sangre sucia es inteligente...
-Señor, ya nos causó problemas en el Departamento de Misterios.- comentó el mortífago.- Y al parecer...ayudó a Potter a llegar a la piedra filosofal cuando usted estuvo a punto de hacerse con ella...entonces sólo tenía once años...
-La trataremos apropiadamente para su rango, Lucius.- aseguró Voldemort, cogiendo otro pergamino que le entregaba su vasallo.
-Hay algo más.- una sonrisa apareció en el rostro de Malfoy.- parece ser que Potter tiene novia...- Voldemort soltó una carcajada.- Por eso Draco se demoró, mi señor, no quería dar una información equívoca, pero ya está confirmado.- le entregó el último pergamino que portaba.- también es una Weasley...Ginny Weasley, amo, la del diario...
-Bien...- susurró Voldemort.- Esto no podía estar más interesante. Haremos buen uso de esa información, al fin y al cabo, la pequeña Weasley es una vieja amiga...tiene muchas cosas que contarme...Un buen trabajo, Lucius, felicita a tu hijo de mi parte, ambos seréis recompensados.- Malfoy realizó una inclinación. -Y ahora...hay otro tema que quiero tratar contigo.
¿De qué se trata amo?
-Del espía.- Malfoy se estremeció. Sabía que ese tema lo llevaba muy atrasado.- Llevas dándome largas desde que te lo pedí...es una información primordial...necesito que ese traidor sea descubierto inmediatamente...por su culpa, se han frustrado muchos de mis planes y no quiero que desperdiciemos la información que me has otorgado por parte de los amigos de Potter...
-Me daré prisa, amo.- aseguró Malfoy, temblando de pies a cabeza.- Hago todo lo que puedo...pero sea quién sea, toma muchas precauciones.
¡Encuéntralo- bramó Voldemort.- No es una petición, es una orden.
-Sí...amo...
-Y una cosa más.- Malfoy levantó la cabeza interesado. -Quiero que le deis muerte a Christine Byrne.
-Pero señor...
-No quiero excusas.- gruñó Voldemort girando su sillón de nuevo hacia el crepitar de las llamas y arrugando la frente.- Sospecho que está interfiriendo en la conexión que hay entre Potter y yo. No podemos permitir que siga haciéndolo.
-Estamos cerca, amo.- susurró Malfoy.-Pero cada vez que se produce un ataque, ella viene y desata todo su poder...no podemos hacer nada...
¿No te has dado cuenta imbécil- bramó Voldemort furioso.- Su poder...ha disminuido. Puedo sentirlo, cada vez se debilita más, cada vez le escasean más las fuerzas...es ahora cuando debemos actuar. No podrá seguir protegiendo a Potter y al resto del mundo por mucho tiempo...de hecho, ahora mismo ya no es rival para mí. Si continúa así, morirá...y eso es fundamental para poder acercarnos a Potter. Se ha convertido en un objetivo principal.
-Me pondré a ello, amo.- aseguró Malfoy poniéndose en pie, y tras una leve inclinación más, abandonó la estancia, dejando a su señor, sumido en los más profundos pensamientos, mientras revisaba los pergaminos con la información de sus futuras víctimas...
-
Hogwarts entero era un caos. Los copos de nieve caían incansablemente sobre la hierva helada de los terrenos. Los thestrals, criaturas, para la gran mayoría de estudiantes, invisibles, relinchaban algo nerviosos a la espera de que los alumnos montaran en los carruajes que los llevarían a la estación de Hogsmade, para coger un tren de regreso a casa, debido a las próximas vacaciones de Navidad.
Afortunadamente, las elegantes criaturas estaban muy bien domesticadas por Hagrid, y el guardabosques y profesor del colegio, no se movía un instante de su lado.
En uno de los carruajes era exactamente donde estaban Ron, Ginny, Hermione y Harry despidiéndose de éste último, que a diferencia del resto de sus compañeros, se quedaría a pasar las fiestas allí en el castillo.
Dos chicas de Ravencraw pasaron muy cerca de ellos y se le quedaron mirando, mientras murmuraban en secretismo. Harry soltó una expresión vehemente, mientras seguía sujetando la cintura de su novia. Se había cerciorado de que ni Christine y ningún profesor excepto Hagrid estuviera cerca y pudiera descubrir su relación con Ginny. Cuando los primeros chicos de Slytherin comenzaron a salir por las puertas del vestíbulo, Harry cambió su posición y se apoyó disimuladamente sobre el hombre de la chica en una postura totalmente amigable y nada comprometedora. Ginny suspiró resignada.
-Déjalo ya, Harry, no pienses más en lo que dice la gente...es lógico que después de enterarse de una cosa así comiencen otra vez los rumores...
-Lo malo es que no cesan, Hermione.- protestó el muchacho. Aunque en el fondo estaba disimulando totalmente. Le importaba un comino si la gente murmuraba sobre él, Christine le había enseñado a no sentir esa rabia acerca de la fama que lo había perseguido desde que descubrió que era famoso pero, obviamente, delante de sus amigos no podía actuar como si no le importase, cuando hasta ahora sí lo había hecho.
¡TODOS ADENTRO¡NOS VAMOS- la voz ronca y potente de Hagrid se escuchó por todos los terrenos de Hogwarts. Los estudiantes subieron sin ninguna demora, no tenían a nadie que despedir. Harry se subió también al carruaje y allí le dio un beso en la mejilla a Hermione, estrechó la mano de Ron y luego besó apasionadamente a su novia. Gesto que sorprendió mucho a su mejor amigo. Hasta ahora no los había visto tan acaramelados, normalmente procuraban evadirse de su presencia. Aunque a él, no le importó. Comprendía que para Harry fuera muy duro separarse de ella durante las vacaciones y quedarse completamente solo en el colegio.
Por eso, para dejarlos un poco en la intimidad, propuso a Hermione ir a despedirse de Hagrid.
La chica asintió y Harry y Ginny quedaron a solas. Durante unos segundos ninguno de los dos habló, parecían sumidos en los sentimientos que habían florecido la pasada noche, como si aquello sólo alargara un poco más su unión. Se iba a separar y ninguno de los dos quería. Lo que Ginny no sabía, era que Harry no iba a dejar de verla.
Iría cuando ella estuviera dormida, se aparecería como arcángel y velaría por sus sueños. Le acariciaría la cara y recordaría los momentos que la había besado, que la había tenido para él.
-Te echaré de menos... -murmuró Ginny bajando la mirada, para que él no la viera llorar.
-Siempre estaré contigo, te lo prometo.- Harry sonrió y le levantó la barbilla con la una mano, mientras le colocaba otra en el pecho, a la altura del corazón.- Aquí.
-Te quiero... -Ginny lo besó sin esperar contestación, ya la sabía. Él nunca lo iba a repetir, aún así, había sentido la otra noche todo su amor, lo veía en sus ojos.
-Lo sé.- aseguró el muchacho cuando se separaron.- Quiero que tengas mucho cuidado¿de acuerdo? No te separes de tus hermanos o de tus padres si sales a la calle. -ella sonrió dulcemente. Le encantaba que se preocupara de su protección.
-Esta bien, pero sé cuidar de mí misma.
-También lo sé, pero aún así...eres una gran bruja Ginny, me he encargado de eso en el ED- la besó fugazmente en los labios.- y confío en tu racionalidad. Pero los mortifagos son peligrosos y astutos...
¿Nos vamos- la voz de Hermione entrando de nuevo en el carruaje los interrumpió. Harry y Ginny seguían conectados en miradas y no le prestaron atención hasta que Ron le puso a su amigo una mano en el hombro y le susurró:
-La cuidaré bien, no te preocupes.
-Eso confío.- le advirtió Harry dándole una palmadita en la espalda y luego se bajó del carruaje.- Os echaré de menos chicos. Pasadlo muy bien.
-Cuídate Harry- dijeron Ginny y Hermione al unísono.
- Y utiliza la red Flu de Dumbledore si necesitas algo.- le aconsejó Ron.
-Nos vemos en unas semanas.
Las puertas de los carruajes se cerraron de golpe, dejando paso a una brisa helada. Desde que habían salido, Harry no se había percatado de que la nieve le estaba empapando, hasta ese momento. La despedida sin duda lo había dejado helado. No sabía porqué, pero tenía la impresión que la próxima vez que viera a Ginny, nada sería lo mismo.
Y desde la ventana de una de las torres más altas, una silueta observaba como los thestrals, que veía perfectamente, alejaban a los alumnos en dirección a Hogsmade, mientras pensaba lo mismo que el muchacho que se había quedado parado bajo la nieve, que esa relación, no tenía futuro.
Una mano pesada se posó sobre el hombro del joven. Sabiendo quién era el responsable, Harry no miró hacia arriba.
-Los verás pronto, sólo son unos días...
-Lo sé, Hagrid.-aseguró.- Aún así, se me hace raro no pasar la Navidad con ellos, será la primera vez...- el semigigante suspiró.
-Sí, yo tampoco estaré estas Navidades. Misiones para la Orden- se encogió de hombros resignado, esperando que Harry le preguntara cuáles eran esas misiones, pero éste no lo hizo. Ya estaba enterado por medio de Chris y no necesitaba más información que la que tenía en sus manos.
Lanzando una última mirada hacia el horizonte, donde apenas se divisaban los últimos carruajes, ambos siguieron sus propias huellas, hacia el interior de Hogwarts, que ahora que los estudiantes se habían marchado, parecía mucho más tétrico y silencioso de lo que normalmente era.
-
Hacía una noche clara y magnífica. A pesar del mal clima de los últimos días, no había una sola nube que enturbiara la paz del despajado cielo estrellado.
Una mujer se encontraba sentada tras un escritorio, corrigiendo los trabajos de los alumnos de tercer curso. Se encontraba muy agotada y débil. Deseaba poder contar pronto con ayuda de su alumno, de lo contrario, no podría continuar salvando vidas.
Se restregó los ojos, inclinó la silla hacia atrás y suspiró resignada. Habría querido tomarse una poción para el dolor que sentía en el cuerpo, pero ya lo había hecho aquella mañana y una sobredosis podría causarle la muerte. No, debía ser muy prudente, todavía no había llegado la hora, no sin antes completar su trabajo.
Mientras esperaba la llegada de un muchacho, dirigió la mirada hacia la ventana. Siempre le había gustado contemplar las estrellas, desde que era una niña, las encontraba mágicas, mucho más fantásticas que la magia real de su mundo. Tenía algo importante que hacer, dar el último paso del cambio del chico, pero temía ese encuentro. Sabía que tendría que mostrarse más dura y más cruel que nunca, que en esa ocasión, los sentimientos no podían pesar, si aquello salía mal, el destino del mundo mágico estaría perdido.
Sonrió al observar la constelación de "Canis Major", le traía viejos recuerdos. Su estrella más brillante, Sirio, también denominada Sirius, destacaba por encima de todas. Sabía mucho de aquella estrella gracias a un antiguo amigo. Sirius era la estrella más brillante del firmamento y solía llamar la atención en las noches frías de invierno, en el hemisferio norte. Era de un color blanco y adoptaba la forma de un perro.
Esa información siempre la contaba orgullosamente su amigo. Sacaba pecho para presumir, guiñaba un ojo a la chica con la que estuviera, enseñaba sus finísimos dientes blancos y soltaba la historia. Después siempre decía que de lo único que estaba orgulloso de su familia, era del nombre que le habían dado. Lo hacía sentirse grande e importante, siempre decía, que una persona que tenía un nombre poderoso, tenía un destino importante que cumplir en el mundo. Él solía pensar que ese destino lo acabaría atrapando y que hasta no haberse cumplido, perseguiría a la persona, durante toda su vida.
Cuanta razón tenía, el destino no se podía cambiar, era algo que ella también había aprendido a base de golpes.
Sintió una punzada en el corazón al notar como la estrella emitía unos leves salpullidos. Era preciosa. Estaba ahí, como una marca que no se puede borrar, recordando el daño que le habían hecho durante su vida, como si quisiera decirles, a las personas que lo conocieron, que seguía patente en sus vidas, que no podrían borrar su intachable memoria, ni a los buenos, ni a los malos.
Ella se sentía tan culpable...podía escuchar las últimas palabras de su amigo corrompiéndole el alma...
"Chris, corre, tienes que ir a la casa de Lily y James, él va hacia allí, ve, por favor, Peter nos ha traicionado, les matar�, yo no llegaré a tiempo...- Christine dirigió una mirada melancólica hacia la chimenea. La cabeza de Sirius Black llevaba unos segundos flotando sobre el crepitar de las llamas. Se le veía pálido y nervioso.- Iré lo más rápido posible a ayudarte, no te demores Chris...ellos no pueden morir... -con un ligero "plim" el hombre desapareció. Christine ni siquiera dio muestras de haber escuchado a Sirius Black. Giró nuevamente la cabeza y se abrazó a una sábana de bebé con el dibujo de una snitch dorada, mientras escuchaba la melodía de una caja de música..."
-Perdóname Sirius...- murmuró la mujer regresando a la realidad.- Cuanto sufriste por mi culpa...cuanto...debió ser terrible para ti encontrar los cuerpos de tus mejores amigos, sin vida...y estabas solo, Sirius...cumplir doce años de condena por un crimen que no cometiste, y morir a manos de un mortifago, tratando de salvar a la única persona que te había devuelto las ganas de vivir...
Christine cerró los ojos, todavía sintiendo el dolor de esa pérdida y pudiendo escuchar claramente la melodía que emitía la pequeña caja de música.
Si ella no se hubiera marchado aquella noche...si no se hubiera alejado de todo y de todos, tal vez, Sirius no hubiera ido a Azkaban. Ella podría haber declarado que sabía que Peter era el guardián secreto. Ojalá pudiera hacer algo por compensar todo el daño que había hecho a sus mejores amigos...pero no existía en el mundo nada que pudiera enmendar el mal afligido y lo único que le quedaba por realizar era otorgarle a Harry la oportunidad de vivir.
La estrella Sirius volvió a centellear. Parecía poder entender los pensamientos de la mujer, sin embargoéstos se vieron interrumpidos por la intensidad de una luz y la aparición de un muchacho, portando consigo una capa negra que le cubría el rostro con una capucha.
El chico se retiró para atrás lo que le cubría el rostro y dejó entrever unos ojos verde esmeralda, brillando intensamente, escondidos bajo una capa de frialdad.
El muchacho avanzó unos pasos, se quitó por completo la capa negra y la dejó sobre una silla, pasándose después una mano por su cabellera azabache y revuelta.
-Te ha crecido mucho el pelo.- susurró la mujer, con una actitud igualmente fría.- deberías cortártelo.
-Me gusta así.- respondió con indiferencia el chico y se sacó de la túnica una goma de pelo, de color negro también y se recogió los cabellos en una coleta baja. Después, se retiró unas gafas redondas de sus ojos y las guardó en uno de los bolsillos.
¿Y eso?
-Ya no las necesito.- contestó Harry explorando el estado de la habitación. Christine siempre la mantenía muy ordenada.- Desde que me convertí en arcángel, parece ser que la miopía de mis ojos ha ido disminuyendo. Se me ha curado y las gafas me molestan, pero no puedo quitármelas en clase o podrían sospechar...
-Entiendo.- susurró la mujer.- Eso facilitará tu disfraz cuando tengas que salir. Si las llevaras, se te entreverían aún con la capucha. Mejor así, en cuanto a tus gafas... -alargó la mano y el muchacho se las entregó. Christine sacó de la túnica su varita y tras pronunciar un conjuro, se las devolvió.- Puedes llevarlas en clase. No están graduadas, ya no te molestarán.
-Gracias.- dijo Harry cortésmente y se dirigió hacia la silla enfrente del escritorio en el que su profesora había estado trabajando minutos antes, y tomó asiento.¿Qué haremos hoy? Yo creo que ya estoy listo... -Christine sonrió y con paso firme, imitó al muchacho y también se sentó.
-Mágicamente lo estas, pero no de temperamento. Tengo algunas cosas que comentarte y enseñarte, antes de que des la cara.
-No me gusta esta espera.- interrumpió Harry bruscamente.
-A mí tampoco, pero no tenemos a qué atenernos. Hasta después de navidad no harás nada, Harry.- No había un ápice de emoción en la conversación que ambos llevaban a cabo, parecían dos robots, entrenados para eso, era imposible definir qué pasaba por la cabeza de ninguno de ellos.- De todas formas-prosiguió la mujer.- hoy no vamos a tratar de eso.
¿Y entonces para qué me has llamado- preguntó molesto el muchacho. Odiaba perder el tiempo en vano.
-Porque hay algo que debo exigirte...antes de darte permiso para salir.- Harry soltó una expresión irónica.- Es importante, es más, diría que es imprescindible...un requisito que deberás llevar a cabo, si deseas completar tu misión.
¿Y qué es eso tan especial? Si se puede saber... -gruñó Harry, mirando con algo de desprecio a su profesora. Christine suspiró resignada, se levantó de la silla y se dirigió a la ventana. "Perdonadme Sirius, Lily, James..."; pensó mientras observaba de nuevo la constelación de Canis Major.
-Quiero que rompas con Ginny.- Harry se descruzó de brazos y abrió la boca sorprendido, mientras observaba atónito la espalda de su profesora. No podía creer lo que estaba escuchando, era una broma sin duda, si no hubiera sabido que Christine era de esas personas que nunca hablaban por hablar, lo habría pensado.
¿Qué? Pero...¿Cómo...-La mujer soltó una expresión irónica y dejó de observar las estrellas para fijar la vista en su alumno.
-Después del tiempo que llevamos juntos y aún no te has dado cuenta...por favor, Harry, soy tu arcángel y puedo sentir todas tus emociones. Te sigo a todas partes, que no me veas, no significa que no esté y sé que Ginny y tú lleváis juntos un tiempo.- Harry se levantó de la silla, todavía con la boca ligeramente abierta e hizo un intento de decir algo, pero no sabía cómo. Christine tenía esa capacidad de hacer patente el silencio en los peores momentosúnicamente con su presencia.
-Me has estado siguiendo...cuando estaba con Ginny...- había un claro deje de decepción en su voz. La mujer suspiró una vez más y adoptó un semblante todavía más serio.
-No en todo momento, pero sí lo suficiente para entender. No quería irrumpir en tu intimidad, Harry, pero entiende que nos jugamos demasiado y yo no podía dejar que un ligero fallo lo estropeara todo...- Harry la miró pensativo y en sus ojos se dibujó una sombra de incredulidad.
-Todavía hay algo que no entiendo Chris...si lo sabías¿por qué dejaste que estuviéramos juntos hasta el momento¿Por qué no me obligaste a dejarla cuando no existían lazos tan fuertes que nos ataran? Permitiste que creáramos ilusiones para luego romperlas...no lo entiendo... -Christine volvió a darle la espalda. Había temido esa pregunta desde que pensaba hablar con Harry. Ella sabía que él no iba a dar su brazo a torcer tan fácilmente, quería respuestas, por eso se había preparado aquella. Odiaba mentir, pero era lo único que podía hacer en aquellos instantes. Era demasiado importante guardar en silencio lo que sabía, hasta que llegara el momento.
-Porque todavía no sabías la verdad sobre mí, Harry.- respondió secamente.- Eran demasiadas cosas para que las pudieras soportar. No estabas cien por cien listo, pero ahora sí lo estás. No me habrías hecho caso, mi negativa, habría incentivado mucho más tus ganas de estar con ella, habría hecho florecer los sentimientos con más ahínco...
-La quiero.- respondió Harry simplemente y tan sincero que Christine se estremeció. Aquello le traía viejos recuerdos.
-Me da igual que la quieras. -aseguró la mujer. Su tono fue tan frío que desesperó al muchacho. ¿Es qué no había nada que pudiera tocarle el alma? Desde el encuentro con su madre, algo había cambiado en la profesora, se había comportado más distante, más helada. Seguía transmitiendo la misma confianza, pero la relación entre ambos se había congelado completamente. Se trataban como máquinas de combate, sin mirar ni pensar ni notar los sentimientos del otro, como si éstos se hubieran evaporado.- Te advertí hace mucho tiempo, que aceptar mis condiciones te privaba de querer o sentir. Ya no eres un ser humano, Harry, ahora eres simplemente un hombre, un hombre que debe cumplir un trabajo hasta convertirse otra vez en humano.
-No lo entiendes Chris...- susurró Harry negando levemente con la cabeza. Había entrado en una especie de shock. No era posible que lo separaran de Ginny, de lo único que lo mantenía en pie, vivo, la única persona que tenía en este mundo.- No puedo dejarla...no ahora...no después de lo que pasó entre nosotros.
¿Qué pasó- preguntó Christine girándose bruscamente para mirar a Harry a los ojos. Por primera vez, sus ojos habían cambiado.
-Hicimos el amor...- murmuró el muchacho cabizbajo. En otro tiempo, ni se hubiera planteado una cosa así, ni hubiera sido capaz de contarlo. Parecía mentira, pero era la misma persona que un año atrás había tenido serios problemas para entender a Cho, para acercarse a ella, para dejar que le besaran...ni siquiera se había atrevido a cogerle la mano en aquel pub de Hogsmade, y ahora, había dado un paso mucho mayor en su relación con Ginny. Pero eran cosas tan distintas. El niño adolescente había muerto con Sirius Black, ya no existía, se había dejado arrastrar hacia aquel arco que tan deseoso estaba de alcanzar. Y la Ginny niña había dejado de serlo a raíz del ataque al Callejón Diagon, a raíz de ver a esa mujer abrazando el cuerpo sin vida de su hija, suplicando que se la devolvieran, rogando a dios y a los hombres, que existiera una sola persona en el mundo, capaz de parar aquello. Y esa persona, era Harry.
Por eso habían crecido, por eso se habían transformado en lo que eran. Habían crecido abruptamente, la guerra y Voldemort los habían cambiado, eran adultos y no podían negarlo. Ya no había marcha atrás, era demasiado tarde.
-Harry...- susurró Christine con los ojos abiertos como platos.- Tú no...es decir, ella y tú...- el muchacho asintió. Christine volvió una vez a darse la vuelta violentamente, apoyó las manos en el alfeizar de la ventana y soltó una expresión vehemente.- Te has vuelto loco...no comprendes las represalias que esto puede tener...¿Por qué¿Por qué lo hiciste?
-Porque la quiero.- repitió Harry seriamente.- Yo...yo no quise, pensé...- cerró los ojos un instante.- yo...le dije que éramos todavía jóvenes, pero no era así como me sentía. Yo también quería estar con ella, quería sentir que nada podía arrebatármela, aferrarme a algo, sostenerme en algo...
¿Y no te basta con sostenerte a la idea de venganza que yo te ofrecí- soltó Christine bruscamente. Estaba muy enfadada.¿Has pensado en lo que acarrea esto, Harry¿Qué pasaría si ella se quedara embarazada?
-Por eso no te preocupes- murmuró Harry abatido.- Tomamos precauciones.
-Bien, me alegro de que al menos en algo hayas pensado. ¿Dónde tenías la cabeza, Harry¿Cómo es posible que se te olvidara tan rápido lo que te enseñé?
¿Quién te crees que eres para reprenderme- bramó el muchacho temblando de ira. Ya estaba cansado de todas aquellas recriminaciones. ¿Con qué derecho vienes a hacerlo¡Ni eres mi madre, ni eres mi padre, ni eres mi padrino ni nadie¡Yo puedo hacer lo que me venga la real gana- Christine se acercó dos pasos a él y lo abofeteó. También ella temblaba de rabia. Harry se flotó la rojez que le había salido en la cara, y sus ojos se ensombrecieron.
-Estúpido...- murmuró la profesora.- Eres un completo estúpido...no sabes lo que has hecho...¿crees que te estoy riñendo únicamente porque crea que eres menor edad y no puedas acostarte con ella? Puedes hacerlo si lo deseas, con ella y con veinte más, pero siempre dejando los sentimientos a un lado. No se trata de una riña de madre sobre protectora, sino de que estás arriesgando mucho más que eso.
-No puedes recriminarme algo que tú hiciste primero...- le recordó Harry con dureza.¿O ya lo has olvidado¿Has olvidado lo que me contaste acerca de Dani¿No lo dejaste todo por él sin importante nadie ni nada?
-Sí- confirmó ella con más dureza todavía.- Y gracias a eso tus padres están muertos.- esas palabras resonaron por la mente de Harry como campanadas, agujereándole el alma, punzándole fuertemente, haciendo sangrar su interior.¿No tengo que recordarte cómo fueron los hechos, verdad¿Todavía recuerdas los gritos de tu madre suplicándole a Voldemort o la desesperación de tu padre...?
¡Basta- rugió Harry apretando los puños. Estaba tan enfadado como el día en que Christine le había revelado la verdad.
-Veo que todavía conservas la memoria...- siguió la profesora.- En ese caso...piensa las cosas...aceptaste convertirte en arcángel con todas sus consecuencias, y sabes, que la primordial es no enamorarse...
-Lo sé.- aseguró Harry con rudeza.- Pero eso no cambia las cosas. No puedo abandonarla ahora que la he abrazo y besado, ahora que me ha entregado todo lo que ella es. Ha confiado en mí, me ha permitido estar a su lado sin saber nada, me ha dado todo su cariño y comprensión en los peores momentos...no puedo hacerle daño, no puedo dejarla...ella no lo merece.
-El mundo es un lugar injusto, Harry- dijo Christine mirando de refilón las estrellas. Se iba paseando de un extremo a otro, con su capa negra ondeando al aire.- Vas a hacerle un daño, pero vas a evitarle otro.
¡No- Harry gritó desesperado, por nada en el mundo iba a permitir que alguien estropeara la relación tan bonita que había creado con Ginny.¡No quiero apartarme de ella, no tengo ni fuerzas ni valor para decirle a la cara algo que no siento!
-Lo harás.- aseguró Christine duramente. -Porque tú no vas a permitir que ella muera¿verdad Harry? Lo harás y de la manera más cruel posible. Me da igual como rompas con ella, pero quiero que no quede ni un atisbo de esperanza en su interior. Hiérela, búrlate de ella, insúltala, no importa cómo, pero consigue que ella te desprecie...- No era posible que alguien como Christine hubiera amado alguna vez. No existía en el mundo alguien tan insensible tan diferente a lo que ser persona significaba. ¿Cómo podía haber sido esa mujer amiga de sus padres? Por mucho que lo intentara, no podía encontrar una buena razón. Ni siquiera Sirius había logrado soportar el dolor que conllevaba haber revelado a Harry la verdad sobre el día de la muerte de sus padresél lo había visto flaquear, había oído su voz quebrar...y su padrino era una de las personas más fuertes que había conocido. No, Christine no podía haber querido, cuán poco debía haber amado a Dani para hablar ahora así...
-Por favor...- susurró desesperado.- Te lo ruego...no me obligues a eso...haré...haré lo que sea, pero no me pidas que le haga daño. Es el ser más puro que he conocido en mi vida, es una persona demasiado maravillosa como para estropearla...- Christine respiró hondamente. Aquello se le escapaba de las manos. Trataba con gran esfuerzo de mantener la entereza, pero le resultaba terriblemente difícil. Ella había vivido esa situación, y sabía lo que era pasar por ella. Con una ligera diferencia, ella no permitió que su amor con Dani se acabara y Harry iba a acceder, sabía qué argumentos utilizar para convencerle, para rozar su vena sensible...
-Está bien...¿quieres seguir con Ginny? Adelante...- Harry la miró sorprendido. No podía creer que su profesora cediera.- Puedes seguir sintiendo, puedes seguir siendo débil...y puedes observar desde la distancia, sin poder hacer nada, como muere...
-No va a morir...
¿En serio? Yo creo que sí.- le contradijo la mujer adoptando una postura todavía más severa. -Voldemort acabará descubriendo que es tu novia, y no sólo tu novia, Harry, sino tu punto débil...siempre lo has sabido. Te he observado...cuando estabas enfadado conmigo o querías expresar el dolor por la pérdida de Sirius o acababas de tener una pesadilla...siempre te refugiabas en sus besos, en sus abrazos...ella era capaz de hacerte caer en la tentación, de hacerte sentir...justo lo que yo trataba de hacerte olvidar...es tu debilidad...y acabará siendo tu perdición. Pero no te preocupes- siguió ella. -ve, corre a sus brazos, deja que Malfoy averigüe que estáis juntos sino lo sabe ya, deja que Voldemort se entere que ella es la única que ha hondado en tu interior...¿qué crees que pasará entonces, Harry? La secuestrar�, la utilizará para atraerte hacia él...la matará...
¡No- gritó Harry. La sangre le hervía por las venas. Christine sólo trataba de atormentarlo, noél no iba a permitir que a Ginny le pasara nada.- Yo soy muy fuerte ahora...yo la protegeré...- Christine soltó una carcajada irónica y provocó que a Harry se le helara la sangre.
-El Harry arcángel puede protegerla...pero no Harry Potter...y ella será utilizada para atraer a Harry Potter, dime¿cómo vas a protegerla entonces?
Harry bajó la mirada. Christine tenía razón. ¿Cómo había podido ser tan estúpido¿Cómo había dejado que todo aquello llegara a esos extremosÉl que alardeaba de su poder, que se creía intraspasable...había permitido que los sentimientos se anidaran en su corazón, cuando debían haberle resbalado...
"-Imbécil...no te has dado cuenta aún de lo que supone tener a Weasley a tu lado...el Señor Oscuro acabará por enterarse, Potter, descubrirá todo acerca de ti y entonces...la matará...- Harry se descruzó de brazos y encaró a Snape con la mirada. Estaba furioso. Podía aguantar los insultos de Snape hacia él, pero no iba a permitir que jugara con sus sentimientos hacia Ginny.
-No lo permitiré...- masculló Harry.- Ya puede ir diciéndole...que si le toca un pelo...le mataré...- La mirada de Snape estaba envenenada de odio, y aún en ese estado, pudo soltar un gruñido de incredulidad.
-Arrogante...¿crees que esto es un juego¿Crees que basta con apuntar con la varita y disparar? No puedes imaginar lo fuerte que es el Señor Oscuro, no sabes lo que es estar enfrente suyo y sentir todo su poder...que haga temblar al más valiente de los hombres...estás perdido, Potter, si piensas que vas a ganar, es que tu ego supera al de tu padre..."
Las amenazas de Snape sonaron más altas y más fuertes...¿cómo no se había dado cuenta? Si Ron y Hermione corrían peligro¿no correría más peligro aún Ginny por ser su novia? Había dejado que su amor pesara más que la racionalidad. No...ahora no podía fallar, ahora no podía permitir que todo aquello por lo que había luchado se quebrara...tenía que terminar con Ginny, tenía que ser muy malo y comportarse con ella como un estúpido para evitarle un sufrimiento mayor...sí, si Harry la hería profundamente ella jamás se lo perdonaría, su orgullo no le permitiría perdonar...debía hacerlo, tenía que salvarle la vida, no podía cargar con el peso de otra muerte sobre sus espaldas...
-Está bien...- cedió cabizbajo.- Te haré caso...Chris...-una punzada cruzó el corazón de la mujer. Nadie sabía hasta que punto le dolía aquello...pero era una carta que debía jugar. -Yo...terminaré con Ginny...-Christine se dio la vuelta y observó el profundo dolor recorrer cada partícula del muchacho. Fingió indiferencia.
-Bien...veo que has comprendido...Lo lamento, pero estás luchando por sus vidas y por las de todos...no puedes dejar que una pequeñez como esta lo arruine.
-No es una pequeñez.- masculló Harry lleno de rabia. La energía recorría su cuerpo a la velocidad de la luz.
-Contrólate.- ordenó la profesora con una voz hiriente.- Sólo es un capricho de adolescente...se te pasará pronto. Ya te he dicho que no me importa que te acuestes con quién quieras mientras no haya sentimiento por medio.- Harry soltó una risa incrédula. Christine tenía una extraña forma de decir las cosas.
-Creo que me voy a tomar a algo a Hogsmade...-murmuró pasándose una mano por la cabeza.
-No tardes en volver, Remus Lupin vendrá enseguida y... -le cogió por los hombros y le obligó a mirarla a los ojos.- Procura no volver borracho...
-Olvídame.- gruñó Harry apartándola de un empujón. Cerró los ojos hasta que la luz lo iluminó por completo.- Descuida...estaré aquí para interpretar el papel a la perfección...- y cuando la luz blanca llegó a su punto máximo de poder, desapareció.
Christine se quedó mirando unos segundos el lugar donde había estado Harry. Se tapó la cara con ambas manos y se arrodilló en el suelo...nuevamente los malos recuerdos la consumían por dentro...
"¡Tienes que terminar con él¡Es una orden!
-Eso jamás, madre.- una Christine de dieciocho años gritaba a la mujer que se encontraba enfrente de ella, la cual estaba rodeada de una especie de aura de energía blanca.- Le quiero...le quiero demasiado y no voy a dejar que acabéis con lo que siento.
¡No me interesan tus argumentos, Christine-la voz de la mujer madura era tan fría y potente, que provocó un estremecimiento de la casa en la que se encontraban. -Termina con Dani o las consecuencias serán irreparables...por favor, hija mía, lo presiento, presiento que algo malo sucederá...no huyas de lo que eres, resígnate, cumple con tu misión...
¿Resignarme, madre- ironizó la adolescente. Su voz era muy distinta a la que actualmente utilizaba. Era dulce y calmada, llena de pasión, de sentimientos, de un amor muy grande...¿Cómo¿Cómo tú lo hiciste? No puedes reprocharme algo que tú hiciste primero...
-Y que acabó con la vida de tu padre. No debí creer en sus palabras cuando me decía que juntos solucionaríamos cualquier adversidad...
¡No manches la memoria de mi padre-bramó Christine.- Era un gran mago y una gran persona...si no hubierais estado juntos yo jamás habría nacido. ¿Es eso, madre¿Te arrepientes de mi nacimiento- la mujer se enfureció tanto que los cuadros que habían en las paredes se descolgaron y algunos objetos salieron por los aires.
-Sabes que no es eso...hija mía...te lo ruego, entiéndelo...no hay un lugar feliz para vosotros, no mientras exista ese cometido por el cual naciste...
-No quiero ser un arcángel. Yo quiero ser bruja, soy mitad y mitad, yo decido...puedes decirles que manden a la mierda todas sus convicciones...yo sólo quiero estar con Dani y no voy a dejarlo... -Christine se dirigió hacia la puerta y la abrió.
-No entiendes...Christine, no entiendes...vas a cometer una locura, déjalo antes de que sea demasiado tarde, antes de que el vínculo sea demasiado grande...no condenes a las personas que quieres...busca tu cometido y cúmplelo...hazme caso, hija...- la adolescente no se había girado, y antes de cruzar el umbral de la puerta, sonrió y dijo:
-No...eres tú la que no entiende, madre...ya es demasiado tarde, ya hemos creado un vínculo muy fuerte...pero no te preocupes, nuestro amor podrá con todo, no te imaginas lo equivocada que estás, yo lucharé para que nada ni nadie pueda separarnos..."
Una lágrima resbaló por la mejilla de una Christine ya adulta. Haciendo alarde de sus fuerzas, se apoyó en el suelo para levantarse y se dirigió de nuevo hacia el alfeizar de la ventana. Canis Major brillaba aquella noche mucho más que cualquier estrella y cuando la mujer alargó la mano como si quisiera acariciarla y se topó con el frío y duro cristal, el dolor que sentía por dentro, disminuyó.
-Gracias, Sirius...
-
N/A: Olassss a todos/as de nuevo! Aquí un nuevo capi. Espero q os haya gustado y me sigáis dejando esos reviews tan fantásticos! Bueno, saludar como siempre a Emy y a Susanita, q ellas saben q son las mejores y las quiero un montón, y como no, hacer publicidad de sus maravillosos ficts, "Harry Potter y la última noche" y "Volví" o su segunda parte, "always on my mind" Bueno, muchos besos a todos/as Cuidaos!
