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Ginnyalis: A la orden! Jajaj.
Kaloa: Olasss! No te preocupes, me alegro q de vez en cuando me te acuerdes de mí. Umm, a ver, Harry parece muy frío y todo eso, pero no lo es tanto como crees. Igual q finge con los demás, también lo hace con Christine, ella no puede sospechar que todavía le quedan sentimientos. Ya veremos ya que pasa con él y con sus amigos en el futuro, pero no tengas miedo que también les daré cosas buenas, jeje. Respecto al final...bueno, a mí me gustan tristes, jaaj.
FWeasley: Olasss! Segurooooo que escribo muchos capis malos, jajjaj, te lo aseguro. Umm, sí, Ginny sabía algunas de las consecuencias de estar con Harry, pero no todas, por ejemplo la Profecía. Es necesario que ellos corten drásticamente por una razón que entenderéis solo al final del fict, no es la que ha dado Chrisitine, ella ha mentido a Harry. Bueno, espero haber actualizado rápido, besos!
Aidee: Olasss! Valeeeee, sí, lo reconozco, jajaja, soy muy mala. Siempre he creído que Harry las iba a pasar canutas en el sexto libro, así que trato de seguir la historia lo más parecido posible. Y yo creo que Harry no tendrá felicidad en ningún momento, no obstante, yo se la daré en casos especiales. Besos!
Alucard: Wenas¿Me preguntáis a mí porqué soy tan mala? Eee, q yo no he matado a Sirius, todo esto es consecuencia de la arpía de Rowling(ups, perdón, se nota q todavía no he superado el trauma, verdad?). Por supuesto que Harry le hará caso a Christine¡Chris ha puesto el dedo en la yaga y lo sabe y Harry no va a dejar que nada malo le pase a Ginny! Umm, vale, porq no se tranforman los arcángeles? Jajajaaj, porque no tienen necesidad. No son ángeles, los ángeles son personas que murieron y ellos están bien vivitos. Y no, Harry no puede usar la magia sin varita, pero puede canalizar su energía de arcángel a través de las manos, lo cual quiere decir que puede lanzar bolas de energía o soltar su poder como lo hace Chris. Y la gran batalla es al final de todo el fict. El fict tiene unos 50 capis, osea q aún te queda. No obstante, Harry y Voldemort se las verán antes. Besos!
Dany-kanuto: Olassss! Precisamente por salvarla Harry rompe con ella. O eso cree él, jajaja. En realidad, Chris tiene mucho que ver en esto, pero para saber el verdadero motivo tendrás que esperar al final. Sí, veo embrujadas, pero técnicamente, jajaja, el fict no acabará igual, te lo aseguro.
Barby-Black: Olasss! Me alegro que te haya gustado. Ummm, Harry no es tan frío como parece, finge serlo. ¿Crees que si es tan buen actor con Dumbledore y la Orden no puede serlo con Chris? Por supuesto que sí. Es cierto, lo pasará mal, pero quizás, en el futuro me lo agradezcas, jajaaj.
Seraphimon Potter: Olasss! He tratado de no tardar mucho en actualizar. Umm, vale sí, soy mala con Harry, jajja, pero también me he portado bien con él. Le he dejado una bonita relación con Ginny y en un futuro tendrá más cosas.
D. Alatriste: Olassss! Sips, lo reconozco he separado a la parejita, pero solo físicamente, no mentalmente y eso, a veces es bueno. Porque, por mucho que les pese, los dos se van a seguir queriendo y tarde o temprano...Tienes razón, a Harry no le sirve de nada separarse de Ginny, pero él no sabe que Voldemort tiene datos sobre ella y además, ese no es el verdadero motivo por el que Chris le obliga. Ella sabe mucho más, tiene un motivo mucho más poderoso, pero no se lo puede decir. Respecto a la acción...sí, ya quedan..pues dos o tres capis para que Harry salga a pelear, jajaj, ya veremos como se quedan todos al verle, aunque claro, no lo reconocerán. Bsos!
Jan Black: Olasss! Muchísimas gracias, eres muy amable. He tratado de no tardar mucho en actualizar. Espero que mi fict te siga gustando. Un beso!
Ginnyalis: Olassss! Yo nunca he dicho que los vaya a separar para siempre! Jajajaj. El fict es un H/G y por supuesto, en algún momento tendrán que descubrir la verdad.
Elanor Blackriver: Olasss! Tienes razón, ninguno de los dos se lo va a tomar bien el estar separados y menos ahora que les une un lazo mucho más fuerte. Pero de verdad, que tengo un buen motivo para hacerlo, bueno, jajaaj, lo tiene Christine. De todas formas, no van a estar siempre separados. Espero q te siga gustando el fict. Besos!
CAPÍTULO 22: NAVIDAD SIN SIRIUS BLACK.
La sala común de Gryffindor estaba irreconocible. Era la primera vez en quince años, que permanecía casi desierta durante las Navidades. La chimenea emanaba un tibio calor que encandilaba el ambiente de la estancia, tornándolo más empalagoso, mucho más apaciguador.
El tiempo había empeorado. Los copos de nieve se habían pronunciado en las últimas horas, ocasionando una feroz tormenta de invierno. El aire golpeaba violentamente los ventanales de la estancia, eso, sin embargo, no enturbiaba la paz que se respiraba allí.
El retrato de la señora gorda se abrió y dio pasó a un muchacho de unos dieciséis años. Llevaba el pelo mojado, con algunos restos de nieve todavía visibles y le caía alborotado hasta la altura de los hombros. La camisa blanca que vestía estaba arrugada y los primeros botones desabrochados, dejando entrever un poco del pecho.
La corbata escarlata, los colores de la casa Gryffindor, llevaba el nudo mal hecho y resbalaba un poco hacia abajo, a punto de caerse. Por encima, le cubría una túnica azabache, también mojada y arrugada.
El muchacho se dirigió hacia los sillones junto al fuego y se dejó caer pesadamente en uno de ellos, dejando la capa negra que llevaba en la mano, en otro de los sillones. Suspiró resignado y cerró los ojos, le dolía terriblemente la cabeza. Aún sin abrirlos, rebuscó entre los bolsillos del pantalón y encontró lo que buscaba: una pequeña cajetilla plateada. La abrió, sacó un cigarrillo de ella y luego la lanzó despreocupadamente junto a la capa negra.
Se colocó el cigarro en la boca y puso su mano derecha enfrente de él, concentrando energía hasta que éste prendió. Una sonrisa se dibujó en su cara, le encantaba tener el poder para realizar cualquier cosa. Dio una calada prolongada y exhaló el humo por la boca.
-Bonita manera de malgastar la energía...encendiendo cigarrillos.- Harry giró el rostro despreocupadamente. A su izquierda, en el último de los sillones, se había materializado el cuerpo de su profesora. Era como si siempre hubiera estado allí, escondida invisiblemente.
-No noté tu presencia...- respondió el muchacho concentrado en las caladas del cigarro.
-No lo harás si yo no quiero que lo hagas.- la voz de Christine era fría y recriminatoria, parecida muy enfadada. Harry sonrió irónicamente, pero no comentó nada. La mujer se levantó de un brinco del sillón y se acercó al muchacho, pronunciando una mueca de desagrado.- Apestas a alcohol...y mira que pinta traes...Lupin llegará en diez minutos.
-Sí, lo sé- aseguró Harry sin desvanecer su sonrisa irónica.- iré a arreglarme entonces.
-No tienes remedio...- murmuró la mujer mientras el muchacho lanzaba lo que le restaba del cigarrillo al crepitar de las llamas.
-No me culpes, eres tú quién me ha convertido en lo que soy. ¿Acaso también vas a prohibirme que salga y me divierta?
-O sea que técnicamente me estás confesando que te has ido de caza...¿y quién ha sido la víctima esta vez? Espero que hayas variado tu aspecto al menos, podrían reconocerte.- Harry se detuvo al pie de las escaleras y su rostro se ensombreció.
-No me he ido con nadie. su voz era dura como la piedra. Ginny no se merece que le haga eso...al menos tendré respeto y hasta que no haya terminado con ella...
¡Oh por favor- ironizó cruelmente su profesora.- No te estoy castrando¿sabes? Y tú tampoco deberías hacerlo, hay cosas que ayudan a olvidar otras...
¿En serio- ahora la ironía se dibujó en el rostro del muchacho. Si Christine había decido jugar a ese juego, bien, iban a jugar.- Pues no veo que tú salgas mucho de fiesta para olvidar a Dani...- un momento después de haberlo dicho, se arrepintió de ello. Los ojos fríos de Christine se nublaron de negro y podía sentir la energía fluyendo a través de su cuerpo. Sintió miedo.
-Eres un descarado.- soltó la mujer duramente.- Mientras no conozcas de qué hablas mejor que no lo hagas¿has entendido? Estás aquí para cumplir mis órdenes y me importa un carajo si estás conforme o no. No me interesan tus arrebatos adolescentes, ni tus amoríos insignificantes...si quieres jugar a ser Dios conmigo y juzgarme hazlo, adelante, pero atente a las consecuencias Harry, porque podría cansarme. Podría cansarme y dejarlo todo y entonces la vida de tus amigos estaría más que contada. Si quieres vivir y quieres que ellos vivan procura no volver a meter la pata porque esto te interesa a ti mucho más que a mí. Yo ya no tengo nada porqué luchar pero tú aún tienes mucho porqué hacerlo...si te molesta mi presencia o mis condiciones entonces podemos terminar aquí mismo.- la mujer se dio la vuelta y se dirigió con paso ligero hacia la puerta del retrato.
¡Chris- Harry la llamó, pero no desesperado como podría estarlo. También su voz era severa y acusatoria.- Voy a hacerte caso, te lo aseguro. Pero no lo hago porque entienda o comparta lo que me has dicho, lo hago porque te necesito. Sin tu ayuda no podré acabar con Voldemort...pero...- en sus ojos también se dibujó una oscura sombra.- Yo tampoco voy a tolerar tus arrebatos conmigo...no juegues tú tampoco a ser Dios...no eres mi madre y nunca lo serás, así que mientras no ponga en peligro la misión puedo hacer lo que me venga en gana. No vuelvas a decirme lo que tengo o no tengo que hacer...me da igual si nombrar a Dani o no te hace daño, me da absolutamente igual...- Christine se dio la vuelta lentamente y por la expresión indiferente de Harry supo que era verdad lo que le decía.- No me interesan tus problemas y nada tuyo...yo perdono pero no olvido...recuérdalo, por si alguna vez tienes la tentación de jugar a mamá y a papá conmigo...no te equivoques, ellos están muertos...y por muy arcángel mío que seas...la culpa sigue residiendo en ti...- aquella vez fue Harry quién se dio la vuelta y se encaminó escaleras arriba, sin que la voz fría de su profesora se opusiera a ello.
-
Faltaban tres días para la noche de Navidad. Remus Lupin se había hospedado en el castillo, más concretamente y por órdenes de Dumbledore, en la misma habitación que Harry. El director opinaba que así el muchacho estaría más vigilado y él estaba de acuerdo.
No obstante, al chico no le había hecho tanta gracia la idea. Seguía sintiéndose presionado por el director y esa falta de confianza le irritaba tanto como al principio. El tener a Lupin con él no facilitaba en absoluto las cosas. Por una parte estaba muy contento de su compañía, le negaba a su corazón el sentimiento de cariño que el profesor inspiraba en él, pero en pequeñas ocasiones, fallaba deliberadamente en su intento.
Tenerlo allí era como volver a tener a Sirius, puesto que mirarlo a los ojos, significaba recordar cómo conoció a su padrino y todos los momentos vividos con él. Era imposible, por más que había tratado, no lograba borrar de su memoria la imagen de Sirius colgando acebo y adornos por la mansión de Grimmauld Place.
Le era terriblemente sencillo disimularlo con Christine, se había acostumbrado a ello, creía firmemente que su profesora había logrado el propósito de que su recuerdo ya no doliese lo que había dolido en el pasado y que fuera apagándose como una vela, dejando a su paso la cera derretida, que abrasaba su corazón.
A veces no lograba dibujar en su mente la cara de su padrino y aquello lo asustaba enormemente. La idea de olvidar a Sirius, su pelo largo, sus ojos grisáceos y su risa inconfundible le provocaba un agujero negro en el interior de su alma. Y, a escondidas, corría a su baúl y abría el álbum de fotografías, donde su padrino aparecía al lado de sus padres. Una vez su mente volvía a memorizar las facciones del hombre, lo cerraba y la paz interior regresaba a su ser.
Desafortunadamente, Lupin se transformaba en hombre lobo la noche antes del veinticuatro de diciembre y el ex profesor parecía muy cansado y ojeroso aquellos últimos días. Se había tomado varios brebajes de la poción matalobos de Snape, que lo hacían mantener las fuerzas brevemente y que convertiría su transformación en un lobo indefenso y mucho menos sufrida.
Aquel día, Harry y Lupin estaban sentados en la sala común de Gryffindor, jugando al ajedrez mágico. Christine debía estar en su despacho corrigiendo los trabajos atrasados de sus alumnos, por eso no se había presentado. Así que estaban solos y en silencio. Harry movió su reina estratégicamente y el licántropo arrugó el rostro, rumiando su siguiente jugada. El muchacho iba en clara ventaja.
-Juegas muy bien al ajedrez ¿lo sabías- le dijo amablemente. Harry sonrió sinceramente. Sonrisa que hasta el momento únicamente había mostrado con Ginny. El recuerdo de la chica le contrajo el estómago.
-Eso es porque no has visto jugar a Ron. Él sí que es un auténtico maestro...
-Entonces aprendiste del mejor- Lupin no le miraba a la cara, seguía teniendo la mano por encima del tablero y jugueteaba con los dedos, eligiendo cuál iba a ser la próxima ficha a mover.¿Sabes? James también era un gran jugador...Sirius solía enfadarse con él porque nunca lograba ganarle. Tu padre le decía que tenía muy mal perder, pero cuando empezó a salir con Lily y descubrió que ella era mejor todavía, comprendió a tu padrino.- Harry no dijo nada en unos segundos...también fingía estar concentrado en el tablero, pero trataba de imaginarse en su cabeza la escena de Sirius y James corriendo por toda la sala común, peleándose por la partida de ajedrez.
-Te agradezco que me hables de mi padre...- susurró al cabo de un rato. Lupin parecía no escuchar, seguía pendiente del próximo movimiento.- Sirius tampoco hablaba mucho de él...creo que le hacía daño recordarlo.- entonces Lupin comprendió que ya no podía seguir fingiendo que le interesaba la partida y clavó sus ojos claros en los de Harry.
¿Te gustaría saber más de él, verdad? Lo lamento, quizás los que estamos a tu alrededor...
-No es eso, profesor Lupin.- Harry miró por la ventana. La nieve seguía cayendo con avidez.- Crecí acostumbrado a no hacer preguntas...viví en una mentira durante once años...y a veces me parece que sigo viviendo en ella...hay tantas cosas que no conozco de mí mismo ni de mi pasado que me asusta saber que hay algo que podría volver a quebrar mi mundo...
¿Algo cómo la profecía- inquirió Lupin amargamente.
-No sólo eso, sino muchas otras cosas...- Harry se levantó y se acercó a la ventana. Ver el horizonte solía tranquilizarle, pero la densidad de la tormenta no lo permitía. Ni él mismo entendía porqué estaba hablando de aquello, porque ponía en peligro la integridad de su misión con sentimentalismos. Siempre había deseado preguntar por todo aquello, pero nunca había reunido el valor suficiente para hacerlo o no había encontrado el momento propicio.- Es desconcertante levantarte cada mañana y encontrarte con que podría suceder cualquier cosa...Llegué al mundo mágico y me tropecé con todo lo que ser Harry Potter significaba. ¿Por qué debía ser famoso por algo que no recordaba, por un mérito que ni siquiera fue mío? Primero fue descubrir el asesinato de mis padres...descubrir que existía alguien que se llamaba Voldemort y que estaba vivo, que podría volver en cualquier momento...- esos recuerdos le hicieron sonreír. Lupin escuchaba atento.- entonces Ron, Hermione y yo teníamos once años...éramos muy pequeños y descubrir qué había tras la piedra filosofal fue todo un reto...una aventura. Pero cuando me encontré con Voldemort cara a cara, todos aquellos conceptos cambiaron en mi interior...supe que nada iba a ser lo mismo, que había algo detrás de todo aquello, algo que no comprendí. Pero para Ron, para Hermione...para el resto del colegio siguió siendo un juego y cuando en la enfermería le pregunté a Dumbledore porqué Voldemort había querido matarme antes que a mis padres y no me respondió, una extraña sensación se creó en mí a raíz de aquello. No volví a pensar en ello, quise olvidarlo y lo logré, pero siguió estando presente en mi vida...- se dio la vuelta y se sentó en el alfeizar de la ventana, Lupin seguía observándole con una expresión indefinible en el rostro.
-La profecía...Dumbledore no te lo quiso decir cuando eras tan pequeño...¿me equivoco?
-No se equivoca.- confirmó Harry.- Por eso creo que todo seguía siendo una farsa, muy bien interpretada por sus protagonistas. El profesor Dumbledore siguió alimentando mis dudas poco a poco, como si quisiera restar importancia a ellas, como si el tiempo pudiera curarlas con mayor facilidad...debió haberlo dicho todo de golpe. Seguí descubriendo cosas de mí mismo...¿por qué hablaba pársel¿Por qué el sombrero seleccionador había querido ponerme en Slytherin¿Y si era verdad lo que todo el colegio pensaba y yo tenía sangre del fundador? Creo que ahí fue cuando me sentí más confuso...no sabía quién era y no tenía a quién preguntar. Así que Dumbledore se encargó de seguir envenenando mi mente...resultó que Voldemort me había transferido poderes a través de la cicatriz...¿pero qué significaba tener la cicatriz en mi frente¿Por qué habían pasado ciertos poderes a mi interior? Las dudas seguían atormentándome...
-Estoy seguro de que Dumbledore no pretendía hacerte daño, Harry.-razonó Lupin.
-No. -confirmó Harry con un deje de rencor en la voz.- Su respuesta fue...que le importaba demasiado. Yo...importarle demasiado a Dumbledore...pero para entonces sus palabras llegaron demasiado tarde. Lo único que siento es un terrible vacío, porque presiento que aún pueden suceder más cosas...que aún podría haber algo...No es justo, no es justo que yo no supiera quién era Sirius Black, no es justo que no conociera que uno de los mejores amigos de mi padre lo había traicionado...- Lupin bajó la cabeza y se frotó los ojos con las manos. Parecía mucho más cansado que antes.
-Dumbledore creyó que era mejor que crecieras sin ese rencor por dentro, Harry y debo decir que estuve totalmente de acuerdo con él. No sabía porqué, pero si Dumbledore decía que estarías mejor con los Dursley y que no supieras ciertos temas relacionados con la muerte de tus padres, debía ser totalmente cierto. Yo confío mucho en Dumbledore, siempre ha sabido como llevar las cosas y si se salvaron muchas vidas en el pasado, fue principalmente gracias a él. Por eso ninguno nos acercamos a ti hasta que regresaste al mundo mágico, por eso no te visitamos ni te perturbamos...- Harry sonrió amargamente. Comprendía lo que Lupin quería decir, pero no compartía su opinión.
-Entonces...¿considera que creer durante once que mis padres había muerto en un accidente de coche era lo apropiado para mí- sabía que Lupin no iba a poder decir que sí a aquella pregunta. No era justo que se manchara la memoria de los Potter convirtiendo su asesinato en un accidente, eso le hizo recordar una cosa.- Cuando...cuando Cedric Diggori murió, Dumbledore dio un discurso delante de todo el colegio. Dijo que iba a decir la verdad sobre su muerte porque cualquier hecho que pasara por alto aquello e intentara hacerlo ver como un accidente era un insulto a su memoria...¿Y bien¿Entonces porqué dejó que yo creyera aquello? Se contradice con sus propias palabras...
-Dumbledore nunca supo que los Dursley te habían mentido, Harry.- aseguró Lupin.
-No estoy tratando de culpar a Dumbledore por ello, profesor Lupin.- dijo el muchacho rápidamente.- jamás haría eso porque yo también confío mucho en él y siempre creeré que es el mago más poderoso de nuestro tiempo, pese a lo que Voldemort diga. Sólo estoy haciéndole entender cómo me siento...- apartó los ojos de los de Lupin para dirigirlos esta vez hacia la chimenea.- Tampoco sabía nada de Christine...de lo que ella era y de la relación que había tenido conmigo y con mis padres...
-Ella lo quiso así, Harry. Sentía un gran dolor por dentro cuando abandonó el mundo mágico...ella...
-No- cortó Harry bruscamente.- No quiero saber nada que ella misma no me cuente. Sé que todavía hay preguntas sueltas, pero quiero que sea ella quién me diga la verdad...
-Tal vez nunca lo haga.
-Nunca es mucho tiempo, profesor.- Harry sonrió y se levantó de la ventana para acercarse otra vez al sillón y reanudar la partida. Movió el alfil y sonrió triunfalmente.- jaque mate.- pero Lupin no había prestado atención.
-Por eso hiciste testamento aquel día en el callejón Diagon...- murmuró.- Por la profecía...- Harry le devolvió la mirada, esta vez con seriedad. Contestó tras suspirar hondo.
-Sí, por la profecía. No queda mucho tiempo para ese momento...para saber cuál de los dos debe quedarse...- Lupin se levantó tan bruscamente que el tablero de ajedrez se cayó al suelo y agarró al muchacho de los hombros.
¿Cómo puedes saberlo? No quiero ni siquiera que pienses en la idea de...
-Lo sé y basta.- a diferencia del tenso profesor, Harry estaba muy tranquilo.- Algún día tiene que pasar y habrá que hacerle frente...
¿No tienes miedo a la muerte, verdad-Lupin se había vuelto a sentar correctamente y miraba a Harry extrañado.
¿Habría de tenerlo- había tal apaciguamiento en su voz que el profesor se sorprendió muchísimo. -Todos tenemos que morir tarde o temprano.
-Christine te protegerá y la Orden y Dumbledore...todos lo haremos, no tienes porqué cargar con esto solo. La adivinación es una ciencia inexacta y...
-Y la profecía ya empezó a cumplirse hace quince años...profesor. No hay nada que pueda cambiarla.
-Que le eches de menos no quiere decir que tengas que morir, Harry.
-No es por Sirius por lo que quiero luchar.- aseguró el muchacho mirando hacia el vacío.- Existen otras razones...pero antes hay algo que quiero hacer.
¿Qué?
-Quiero que se atrape a Peter Pettrigrew...voy a conseguir la inocencia de Sirius aunque tenga que remover cielo y tierra...es lo menos que podemos hacer. Nadie manchará más su memoria por un crimen que no cometió...no puedo dejar que Colagusano siga teniendo la Orden de Merlín mientras la tumba de Sirius continué vacía...
-Te ayudaré- aseguró Lupin.-Te prometo que si lo encuentro en el campo de batalla...le mataré...- Harry negó seriamente con la cabeza.
-No quiero que se manche las manos de sangre, profesor Lupin. No lo quise una vez y no será ese mi deseo, por mucho rencor que sienta...
¿Entonces...?
-Le quiero vivo. Si alguien que puede matarlo...soy yo...
Lupin se levantó del sillón y caminó hasta la chimenea, donde el fuego bailaba una danza.
-Sé que...que eres tú quién más derecho tienes a hacerlo pero...Harry, un crimen no aliviará tu dolor...
-Mi dolor desapareció hace mucho tiempo, profesor.- aseguró el muchacho poniéndose en pie también. Lupin le dio la espalda.
-Entonces...lo que me dijiste aquella vez en Hogsmade es verdad...Sirius ha dejado de importante.
-Está muerto.- argumentó Harry. Seguir sintiendo el dolor de su pérdida no lo traerá de vuelta. Y usted también debería de olvidarlo. No sólo a él sino también a mi padres.- Lupin se giró bruscamente, su rostro se había tensado.
¿Cómo puedes decir eso, cómo eres capaz de ser tan frío, tan indiferente? No es posible que desees...Harry, hace unos meses eras incapaz de reconocer la muerte de Sirius y sin embargo ahora...
-He logrado que incluso usted pueda hablar de ello sin que se le caiga el maletín de las manos o sin que la voz se le quiebre... -Lupin abrió la boca para responder, pero la aparición de Christine en la habitación los interrumpió. No obstante, ninguno cesó en el juego de miradas.
¿Ocurre algo- preguntó indiferentemente la mujer.
-Nada.- aseguró Lupin. Se dirigió hacia ella y le dijo:
¿Podrías...podrías cuidar a Harry esta noche por mí, por favor? No me encuentro bien...- el profesor se llevó las manos a la cara y se restregó los ojos.
-Por supuesto. Es lógico que te encuentres así, se acerca la transformación...
-Sí, claro...- el rostro ojeroso y demacrado de Lupin no pasó desapercibido para la mujer. El profesor, le dio un beso en la mejilla y subió las escaleras hacia el dormitorio. Cuando Christine escuchó como la puerta de la habitación se cerraba, se dirigió hacia Harry.
¿Se puede saber qué le has dicho?
-Que Sirius no me importaba y que debería olvidarle él también...- Harry se encogió de hombros.- No sé porqué se ha puesto así...
¿No lo sabes? Bueno es bastante obvio...
¿Querías que fingiera, no? Pues eso es lo que he hecho.
-Baja la voz, por favor. Si nos oye estamos apañados... -Harry soltó una expresión vehemente y se fue a tumbar en los sillones donde minutos antes estaba jugando al ajedrez con Lupin.
¿Desde cuándo te da besos en la mejilla- preguntó el muchacho intencionadamente. Christine quería recriminarle y él se estaba vengando.
-Desde que nos conocemos¿acaso tengo que pedirte cuentas?
-Hacéis buena pareja.- rió Harry. El rostro de Christine se ensombreció y de un manotazo envió una ráfaga de viento contra Harry y lo derribó del sillón.
¡Eh¿Por qué has hecho eso?
-Lo merecías.- gruñó Christine de mal talante.- Ya hemos hablado de...
-Sí, sí, sí, no me vengas ahora con charlas. ¿A qué has venido?
-A cuidarte¿no lo ves?
-No necesito que me cuides, ya lo hago yo solo.- Christine suspiró y se sentó al lado de Harry, en el suelo.
-He venido a hablar de las estrategias.
-Ya era hora de que hiciéramos algo interesante. Comenzaba a aburrirme.
-No es un juego.
-Lo sé.- aseguró Harry, esta vez, con madurez.
-Dentro de unos días iremos a un lugar que quiero enseñarte.
¿A dónde?
-No puedo decírtelo. No por ahora.
¿Y qué haremos con Lupin- quiso saber Harry.- Se enterará.
-No te preocupes, ya me apañaré con él. Y ahora... -Christine hizo un movimiento de varita y en la mesa que tenían enfrente aparecieron unos pergaminos.- Acércate, quiero que veas una cosa...
-
El viento de la tormenta de nieve, golpeaba violentamente las ventanas de la habitación. Dentro, se respiraba un ambiente cargado, a causa del calor que profesaba el tintineo de las llamas de la chimenea de la sala común.
Lupin se despertó abruptamente. Escuchaba gritos de dolor y no sabía de donde procedían. Con algo de esfuerzo, se puso en pie. Estaba muy cansadoúnicamente faltaba un día para su transformación en licántropo y el cuerpo no le respondía tan bien. La habitación estaba a oscuras. Tomó su varita de la mesita de noche y susurró "Lumos", acto seguido, una luz salió de la punta de ésta.
Lupin apuntó hacia el fondo y la silueta de un muchacho estremeciéndose en su cama, apareció ante él. El ex profesor corrió en dirección al lugar y se arrodilló al lado del chico.
Harry Potter debía tener un mal sueño. Sudaba por todas las partes de su cuerpo y se retorcía de dolor. Musitaba palabras sin sentido.
Lupin le puso una mano en la frente y la retiró rápidamente.
-Dios mío...- susurró con el rostro visiblemente asustado.- Harry, despierta...- lo zarandeó suavemente, pero el muchacho no parecía poder despertar de la pesadilla en la que se hallaba sumido.
Una nueva luz, mucho más brillante y traslúcida dio su aparición en la habitación. La figura de una mujer alta, de cabellos negros azabache sueltos, ojos profundamente fríos y de un azul marino penetrante, se materializó al lado del asustado profesor.
¡Christine- la llamó Lupin.¡Es Harry¡No sé que le pasa, he intentado despertarle pero no lo logro-la mujer no hizo ningún comentario, se acercó corriendo al muchacho y le cogió una mano. Al sentir el tacto casi pegó un bote hacia atrás. Harry tenía las manos frías como el hielo.
-Harry...¡Harry despierta¡Vamos Harry, tienes que luchar contra él- Christine también trató de despertarle zarandeándolo, pero era inútil.
Harry se retorcía en su cama, haciendo muecas de verdadero dolor y bañado en fiebre. Temblaba a convulsiones y no había nada que se pudiera hacer.
¿Qué le ocurre- preguntó Lupin tratando de no perder la cabeza. Christine seguía concentrada en su trabajo.
-Voldemort está tratando de introducirse en su mente- explicó.- Harry debe de estar muy cansado y por eso no ha logrado mantener el escudo de la Oclumancia...sino logramos despertarlo...
¿Qué¿Qué ocurrir�- Christine se dio la vuelta para mirar a Lupin. El hombre estaba consternado y parecía la borde de la histeria, pese a su habitual tranquilidad.
-Morirá...
¡No¡Chris tienes que hacer algo- Lupin la cogió de las manos y le produjo un estremecimiento.
-Ginny...quédate...conmigo...¡No¡Sirius está vivo! No encontramos su cuerpo...tiene que estarlo...¡Tenemos que ir a buscarlo¿No lo ve? Sólo está detrás del arco...iré le daré la mano y...¡Bellatrix¡No, no, noooooo¡Voldemort, no, la profecía...Voldemort...- Harry deliraba. Cada vez estaba más nervioso y la fiebre iba aumentando rápidamente.- Ginny...Ginny...no me dejes...- una lágrima resbaló por la mejilla del muchacho.
Christine se mordió el labio inferior. Todo esto era culpa suya. Si no hubiera obligado a Harry a sufrir tantas emociones de golpe, Voldemort no habría podido tratar de acceder a su mente. El muchacho corría un riesgo tremendo y viéndolo, ahí tirando en la cama, sufriendo, ardiendo en fiebre, se recordó a sí misma, cuando su madre le había prohibido ver a Danni y ella le necesitaba...tanto, que se había puesto enferma. A Harry le estaba sucediendo lo mismo, sin Ginny, se sentía morir. Sabía que era peligroso lo que iba a hacer, pero no tenía más remedio que hacerlo.
Había enseñado a Harry todo lo que sabía, poner su vida en peligro ya no era un riesgo innecesario. Estaba muy cansada y débil, pero valía la pena probarlo, si tenía que reunir toda su energía...lo haría.
Cerró los ojos, bajo la mirada expectante de Remus Lupin y colocó ambas manos sobre el cuerpo del muchacho. Sentía muy poca energía en su interior, pero debía ser fuerte, aún le quedaban reservas guardadas, tenía que soportar ese dolor al extraer las fuerzas de su cuerpo. Poco a poco, sus manos quedaron impregnadas de una potente luz blanquecida, que se fue extendiendo por el cuerpo de Harry a una rapidez sorprenderte. Christine profirió un grito de dolor, no soportaba esa falta de energía, se estaba consumiendo...faltaba muy poco...sólo un poco más y Harry despertaría...
¡Chris detente- Lupin la abrazó y ambos cayeron al suelo, respirando entrecortadamente. Christine abrió los ojos y sintió como la vista se le nublaba.- Por Merlín, Chris...¿qué es lo que has hecho? Podrías morir...
-Harry...- murmuró la mujer, antes de caer desmayada.
-
Le dolía terriblemente la cabeza. Sentía un vacío en su interior que no había sentido nunca antes. Todo el cuerpo le pesaba, pero el dolor estaba disminuyendo. Abrió lentamente los ojos y miró hacia la cama que tenía enfrente. Harry dormía plácidamente, como si el incidente anterior nunca hubiera ocurrido. No soñaba.
¿Ya te encuentras mejor- una voz suave y cálida sonó junto a su cabeza. Chris dirigió la mirada hacia ella y se encontró a Lupin aplicándole una poción en el brazo, por medio de una jeringuilla.
¿Qué ha ocurrido- preguntó desconcertada. Lo último que recordaba era haber sentido un dolor terrible por todo el cuerpo, tras concentrar una suma importante de energía.
-Te desmayaste.- explicó Lupin. Estaba mucho más sonriente que minutos antes. Christine miró alrededor. Estaban sentados en unos sillones de aspecto cómodo. Lupin retiró la jeringuilla de su brazo y la hizo desparecer con un golpe de varita.- Me has dado un buen susto¿sabes? No vuelvas a hacer eso.
¿Cómo está Harry?
-Bien, gracias a ti. Lograste que dejara de soñar y la fiebre le ha bajado. Parece muy tranquilo.
Christine miró a Lupin agradecida. Él la había cuidado, como siempre había hecho cuando eran pequeños y una vez más se sentía arropada. El hombre sonrió, posiblemente adivinando los pensamientos que le rondaban por la cabeza y luego se sentó a su lado, le dio la vuelta despacio y le colocó las manos sobre los hombros. Suavemente, los masajeó. Christine se estremeció, cerró los ojos y dejó que la tensión acumulada durante tantos años, se disipara. Ningún hombre la había tocado desde hacía quince años.
Dani solía acariciarla de aquel modo, la trataba como a una princesa, la cuidaba, la acariciaba...Dani...su recuerdo provocó que Christine hiciera un gesto de incomodidad y se asustara de estar en esa posición. Lupin debió notarlo, porque se levantó y se puso de cuclillas enfrente de ella. Le sonrió.
-Te he incomodado...lo lamento...- la mujer negó con la cabeza. Sentía una fuerte opresión en el cuerpo. Lupin volvió a sonreír tiernamente y le acarició la mejilla con el dorso de la mano.
-No...- susurró Christine estremeciéndose de nuevo. Tenía los ojos cerrados, para evitar llorar.- Por favor...no quiero sentir nada...no me atormentes...
Lupin apartó la mano de la cara de la mujer y se levantó hasta dirigirse a la ventana. La luna era casi llena, le faltaban milímetros, milímetros que atrasaban su transformación.
-Pensabas en Dani¿verdad? Chris yo...yo no quiero confundirte. Pero el hecho de que te niegues a que alguien te toque, por no sentir, por no ser humana...es algo que...
-Estoy asustada, Remus.- confesó ella. La frialdad volvía hacerse patente en su rostro.- Ningún hombre me ha tocado en quince años...ni un hombre, ni nadie...no quiero que me abracen, que me hagan un masaje...no quiero que nadie me toque...no lo merezco...merezco un castigo por lo que le ocurrió a Dani, a Alan...se lo debo...
-No le estás traicionando a él, sino a tu corazón, Chris.- aseguró Lupin.- Perdona, pero yo ya no sé cómo hacer que lo entiendas...me siento demasiado consternado. Quisiera recuperar tu amistad, pero no me dejas acercarme, me hieres cuando endureces el corazón de Harry...
-No era mi intención herirte, Remus.- susurró Christine agachando la cabeza.- No quiero hacerte daño.
Lupin desvió la mirada hacia la ventana. Le traía tantos recuerdos momentos como el de ahora...únicamente habían pequeñas diferencias: ya no eran adolescentes, ya no estaban todos juntos y Harry estaba allí con ellos. Pero eso no cambiaba los sentimientos ni las cosas.
Christine miró con tristeza el rostro consumido de su amigo. Se puso en pie y se acercó unos pasos para colocarse a su lado, guardando prudentemente las distancias.
-Has cambiado tanto...Remus... -susurró mirando también hacia la ventana. La tormenta le revolvía los recuerdos, la perturbaba.
-Las circunstancias me hicieron cambiar, Chris, pero no soy el único...todos hemos cambiado.- una sonrisa amarga se asomó por su rostro joven.
-Te has vuelto mucho más reservado...lo he visto en la manera en la que hablas con Harry, en la que hablas con los demás, conmigo...
-Chris tú no sabes cómo me sentí después de aquello...- una mueca de dolor había cubierto a la tímida sonrisa del profesor. Recordar el pasado siempre era un mal que no podía evitar.- Sé que también sufriste mucho, quizás más que nadie, pero no fuiste la única...Yo me encontré de repente con que dos de mis mejores amigos habían muerto, y uno de ellos asesinado a manos de un tercero...únicamente que nos equivocamos de culpable...y tú te marchaste sin despedirte...no volví a saber de ti.
-Tenía que hacerlo.- se justificó Christine.- No podía cargar con el peso de la culpa, con encontrarme de repente en una realidad que no había planeado. Yo, siempre controlando las situaciones, no supe afrontar aquella.
-Lo entiendo-aseguró Lupin con voz queda.- pero si me hubieras llamado, Chris, juntos habríamos superado mejor las cosas.
-Creí que no querrías saber nada de mí.- una nota de amargura estaba brotando en el interior de la mujer. No, no podía flaquear, tenía que seguir siendo fría, no iba a dejar que los estúpidos sentimentalismos acabasen con la barrera infranqueable que había creado.
¿Cómo iba a no querer saber nada de ti? Chris, te sigues culpando, pero yo nunca lo he hecho...si aquí hay un verdadero culpable es Voldemort y frente a eso, no podemos hacer nada sino ayudar a acabar con esta guerra...por los que no están... -Lupin comenzó a pasearse de un extremos a otro de la habitación, con una mano en la barbilla.- Cuando sucedió todo aquello, yo me distancié de los demás. La Orden se difuminó, Harry estaba a salvo y no debía saber nada de nuestro mundo, las cosas regresaban a su cauce normal, pero yo no podía fingir que no había sucedido nada...- suspiró resignado.- Estuve viajando por toda Inglaterra, por Francia y por Italia...pero no encontré trabajo. Nadie deseaba tener a un licántropo cerca, me cerraron las puertas...al final, en España encontré un pequeño empleo como profesor en una escuela de magia pequeña, situada en una aldea, al Norte del país. Tan pequeña era que los alumnos optaron por trasladarse a la de la ciudad y poco a poco el colegio desapareció...Fue entonces cuando decidí regresar a Inglaterra con mis padres. Un año después, ellos murieron y yo me quedé solo. Fue cuando recibí la llamada de Dumbledore e ingresé a trabajar en Hogwarts. Por primera vez, me sentí arropado de verdad y conocí a Harry. Pero el pasado volvía a perseguirme, era tan parecido a James que me dolía incluso mirarle a la cara, pero al irlo conociendo, fue como tenerlo de vuelta. Y no sólo eso, no me devolvió una parte de James y de Lily, sino que también descubrió la verdad sobre Sirius y lo trajo de vuelta a nuestras vidas. Con la vuelta de Sirius, Chris, yo volví a abrirme un poco más, volví a ser el que era antes y ahora...ahora que no est�, creo que he vuelto a perecer, que he vuelto a convertirme en alguien reservado y distante. Y eso hace daño a Harry. Él querría que yo le hablara de sus padres, de Sirius, que le contara cosas del pasado y no he sabido responder.
-No tienes porqué ser tan fuerte siempre¿sabes- susurró Christine, ella no había dejado de mirar por la ventana durante el relato.- Estoy convencida de que Harry te comprende, Remus, que nos comprende a todos mucho más de lo que creemos, pero hay veces que olvidamos también su dolor...Nos cerramos en el nuestro propio y no nos paramos a pensar que si hay alguien que realmente ha perdido en esta historia, es él.
-Por eso lo has convertido en lo que es ahora...- le recriminó Lupin.- Por eso lo has vuelto frío e insensible...
-Sí, porque quiero evitarle un dolor mayor, porque pueden suceder muchas cosas y es mejor así, que esté listo...
-Hubiera recuperado su alegría si lo hubieras querido más, Chris...-murmuró el hombre.- Está deseoso de demostrar su cariño hacia alguien y te habría querido como una madre...
¡Ya hemos hablado de eso, Remus- protestó Christine con una furia renovada.- nada podrá sustituir a Alan...nada...ya te he dicho que no quiero sentir, que no quiero que me importe nada...
-Haces mal, Chris, porque el uno en el otro os hubierais apoyado mejor...
-No, Remus, las cosas no funcionan así. Yo...- un nudo se le formó en la garganta.- Yo no podía hacer que me quisiera...no podía sustituir a Sirius para luego...para que luego volviera a pasar por lo mismo...
¿A qué te refieres- Lupin paró de caminar y se acercó a Christine, que tenía el rostro sumido en la impotencia.- Chris tú no...
-Mis fuerzas se agotan…Remus, él está ganando la partida otra vez. He dedicado demasiada energía para salvar cuantas más vidas mejor...pero mis reservas están al límite. Ya has visto lo que ha sucedido antes...
-Se lo comunicaré a Dumbledore, no irás a más misiones hasta que estés totalmente recuperada.- Christine negó con la cabeza y sonrió amargamente. Realmente Lupin se preocupaba muchísimo por ella.
¿Y para qué? No, Remus, es demasiado tarde, ya he tomado mi decisión. No puedo permitir que mueran vidas inocentes... -Lupin la agarró fuertemente de los brazos y la obligó a mirarle directamente a los ojos.
-No puedes dejarte morir, Chris...tú bien sabes como de dolorosa es la muerte de un arcángel por pérdida de energía...no puedes dejar a Harry, no puedes dejarme...a mí...te necesitamos...- una lágrima resbaló por la mejilla de Christine. Lupin la soltó de inmediato. No recordaba haberla visto llorar desde que era una adolescente. No pegaba con la dureza del corazón de la mujer.
-Te aseguro que cuando ocurra, Harry ya no me necesitará...me encargaré de ello, Remus. No puedo soportar la carga de que personas inocentes, que no tienen nada que ver en esta guerra sufran, mueran...no, yo no le temo a la muerte, no me queda nada por lo que luchar aquí. Resignaos...
¿Y por qué no luchas por mí, por nuestra amistad¿No significa nada para ti¿Y Harry?
-Ya te he dicho que Harry estará bien. ¿Por qué crees que dejo que me siga odiando, que incentivo ese rencor? Porque no quiero que le ocurra lo mismo que le ocurrió con Sirius...En cuanto a ti...encontrarás tu camino, Remus, te prometo que cuando llegue le momento os dejaré un mundo mucho mejor, sin Voldemort, sin mortifagos, sólo libertad...será mi regalo...Podrás encontrar a alguien que te quiera, que valore como eres y no lo que eres, tú vales mucho y sabrán encontrarlo...- Lupin dejó de sujetar los brazos de Christine y caminó hasta los sillones donde antes estaban sentados y se dejó caer pesadamente en uno de ellos, pasándose una mano por la cabeza, como quien no quiere creer algo que tiene delante de las narices.
-Yo no podría darles la felicidad, Chris...ya sabes que no puedo tener hijos, serían lo mismo que yo...podría hacer daño a las personas que quiero...
-Las cosas han cambiado, Remus.- respondió la mujer con rotundidad.- Con la poción matalobos tu transformación ya no es peligrosa y existe el Encantamiento Homorphus...
-...que muy pocos magos sabes realizar.- acabó por ella el profesor.
-Todos los alumnos de mi clase lo realizan. Yo se lo he enseñado y Harry también en el ED. Precisamente porque una parte del ejército de Voldemort se constituye de licántropos...
-La sociedad nos rechaza y él ha aprovechado la oportunidad.- Lupin suspiró.- Aquello sólo empeoraba los malos pensamientos sobre su raza que tenía la gente.
-Eso no es un problema para muchos, Remus. Ya te he dicho que las cosas cambian, además, no necesariamente tus hijos nacerían licántropos si te casaras por ejemplo con...- Christine se detuvo, con la cara ligeramente pálida. Lupin, sin embargo, sonrió. Sabía del porqué del silencio de la mujer y lo comprendía.
-...si me casara con un...arcángel...Chris, sí, lo sé, la magia curativa que poseen en su cuerpo, ofrecería una protección al bebé..., aún así, el caso para mí es el mismo. A mí no se me permite amar, es una regla que comprendí desde que era pequeño, rompí muchas reglas durante mi vida, reglas que podían haber afectado a los demás, y despreocupadamente, James, Sirius...y Peter...- Christine hizo una mueca de desagrado.- ...me ayudaron a romperlas todas. Se hicieron amigos de alguien como yo y convirtieron mis transformaciones en algo menos doloroso, divertido...
-Entonces sigue rompiendo las reglas, no puedes jurarme que nunca has querido a nadie porque no me lo creo.- el rostro de Christine inspiraba pura determinación, pero el de Lupin estaba oculto entre las sombras.
-Sí, una vez, pero eso fue hace mucho tiempo...y también era un amor prohibido...
Christine abrió la boca para decir algo, pero se calló abruptamente. Los primeros rayos de luz del amanecer entraban a bocanadas por la ventana. Harry se removió inquietamente en su cama y ambos adultos se aproximaron hacia él, lanzando al olvido, la última conversación.
-
La mañana de Navidad había amanecido como todas las demás: fría y tormentosa. Cuando el calor del sol trataba de asomarse por algún roncón del horizonte, era rápidamente aplacado por la densidad de la nieve, tan típica en esa parte del país.
Como Ron no estaba con él, Harry no se levantó temprano, al no tener quién le despertara. Pero cuando el reloj marcó las doce y media de la mañana, el muchacho se vio con la obligación de dejar atrás su gandulería y acercarse al baúl, al pie de la cama, donde también estaban sus regalos.
Con algo de incomodidad posó los pies descalzos sobre el suelo y una oleada de frío inundó su cuerpo. Se dirigió al baño, haciendo caso omiso de los paquetes perfectamente bien envueltos y entró. Se lavó la cara y observó unas claras ojeras en su rostro, que lo habían acompañado desde el mes de Junio y que se negaban a desaparecer de sus ojos. Sabía que existían motivos poderosos: uno, no había descansado bien desde entonces y dos, seguía resistiéndose a alimentarse correctamente, algo de lo que Lupin se estaba encargando durante las vacaciones. Bostezó ruidosamente y se acordó de que el ex profesor debía sentirse igual de cansado aquella mañana, consecuencia de su transformación, pero que de seguro no se perdería la comida de Navidad, se lo había repetido a Harry hasta la saciedad.
Una vez se secó la cara y con la punta de la varita se afeitó unos pocos pelos de la cara, prestó verdadera atención a sus regalos. Pero verlos perfectamente colocados a los pies de su camaúnicamente aumentó su malestar. Recordaba a Sirius cantar "Hacia Belén va un Hipopogrifo...", miró la habitación, que Lupin se había encargado de decorar porque decía que los elfos domésticos no se habían esmerado en demasía, a causa de la gran falta del alumnado, y su corazón todavía se desesperó más. Volviendo a olvidar sus regalos, rebuscó entre su baúl y extrajo algunos libros de aspecto nuevo. Abrió uno de ellos, y pasó las yemas de los dedos por la caligrafía curvada. Había una dedicatoria:
"Harry, Lupin y yo hemos pensado en regalarte esta guía de Defensa para ver si te ayuda con las clases del ED y humillas a la arpía de la profesora Umbridge cuando todos juntos saquéis un EXTRAORDINARIO en vuestros TIMOS. Espero que te sea de utilidad, con mucho cariño:
Sirius y Remus"
Harry cerró el libro lentamente. Ese había sido el regalo de su padrino la Navidad pasada. Guardó la colección entera en el interior de su baúl y se aproximó por segunda vez a los regalos de aquel año. Cogió el primero que se le antojó, de tamaño de una caja de cartón y envuelto en un bonito papel rojo.
Leyó la tarjeta y vio que era de Ron. Lo desenvolvió tranquilamente y en sus manos cayeron un montón de tabletas del mejor chocolate de Honeydukes. Harry sonrió amargamente, su mejor amigo nunca cambiaría, guerra o no, su apetito estaría por las nubes.
El segundo paquete que cogió pertenecía a Hermione. Era rectangular, así que Harry supuso que era un libro. Lo abrió con parsimonia y cuando cayó un objeto pesado a su regazo, abrió la boca sorprendido. No era un libro. Era un marco de fotos, un marco muggle con hologramas parecidos a las estrellas. Había puesta una foto y Harry no tuvo muchos problemas en reconocer cuál. Era la foto que se habían hecho poco después de empezar el ED. Estaban todos juntos, Colin la había sacado con una cámara mágica, para que pudiera funcionar dentro de Hogwarts. Pasó los dedos por las caras de sus amigos, estaban todos muy contentos...Cho, Hannah, Parvati, Dean, Ginny, Neville, Ron...todos estaban allí. Parecía la foto que tenía Moody sobre la Orden del Fénix, con una pequeña diferencia, en la del ED todos estaban vivos. Se preguntó cuántos lo estarían cuando la volviese a mirar pasados unos años. Negó con rotundidad la cabeza, tratando de alejar los pensamientos oscuros de su cabeza, el regalo de Hermione era todo un detalle.
Después descubrió un montón de pastelitos caseros y un jersey de lana, cortesía de la señora Weasley, un libro de Quiddicht de Tonks, (también ese año se había acordado de él), un lote de artículos de broma de los gemelos Weasley, unos calcetines de Dobby (Harry también le había enviado unos), unos guantes de piel de dragón de Hagrid y otro libro de aspecto antiguo de Lupin, que ponía en la portada "Cómo ser un merodeador"
Harry se divirtió mucho imaginando su contenido.
Rebuscó entre los papeles de los regalos desenvueltos y halló el que buscaba, el regalo de Ginny. Estaba envuelto muy cuidadosamente con un papel verde esmeralda, como sus ojos. En el interior, había un diario. Harry arqueó las cejas, creía que Ginny había quedado harta de los diarios a raíz del incidente en su primer año. Pero parecía un diario normal, lo abrió y con letras verde esmeralda también, decía:
"Te escribo con verde esmeralda, el color de la esperanza, esperando que te guste mi humilde regalo. Pensarás que es extraño que te regale algo así, pero quisiera explicarme. Éste es un diario normal, sin mentiras, sin máscaras, que no contesta al que le pregunta, pero las hojas de papel en blanco pueden ser las mejores aliadas. Compartir contigo estos últimos meses ha sido lo más bonito que me ha pasado en la vida, así que¿por qué no alimentar nuestras almas en él? Te quiere:
Ginny.
PD¿Lo escribimos juntos?"
Harry cerró los ojos tratando de que el latido acelerado del corazón se normalizara. ¿Qué iba a hacer ahora? Hubiera escrito el diario junto a Ginny hasta que las páginas quedaran impregnadas en tintas esmeralda, sin secretos, sin mentiras, tal y como ella decía; desafortunadamente, aquello no era posible. Dentro de unos días las vacaciones concluirían, y él tendría que decirle la verdad. No había pasado una sola noche sin que hubiera ido a visitarla, cuando estaba dormida y podía acariciarle su piel blanquecina. Se levantaba de la cama, le echaba un encantamiento de sueño profundo a Lupin y se marchaba a visitarla, como un ángel en la noche, como lo que realmente era, un arcángel. Él le había regalado un hermoso colgante de plata, con las iniciales "H y G", para que a pesar de lo que ocurriera, siempre estuvieran juntos.
Dejó el diario encima de la cama, con tanto cuidado como si se tratara de su objeto más preciado y descubrió un último regalo. Era alargado y Harry habría jurado, de no ser por la imposibilidad de la situación, de que se trababa de una escoba. ¿Pero quién iba a regalarle una escoba sabiendo que ya tenía una estupenda Saeta de Fuego? No, todo el mundo conocía la estima que le tenía Harry a su escoba, precisamente por ser regalo de Sirius y que no aceptaría otra que reemplazara a la de su padrino. El corazón se le detuvo de golpe. ¿Y si la escoba era...? No, no era posible, Sirius estaba muerto, Sirius había caído a través del velo, nunca podría regalarle algo...se estaba haciendo ilusiones de una utopía, algo irreal.
Aunque la pregunta seguía en el aire, vagando a través de su mente, nadie la había logrado responder, pese a que se habían acercado. Si Sirius estaba muerto¿por qué no se había hallado su cuerpo¿Habrían celebrado un entierro? Instintivamente miró hacia la puerta, tuvo la certeza de que de un instante a otro, su padrino se iba a aparecer por la puerta, cantando villancicos, colgando muérdago, sonriendo a Harry y dándole unas palmaditas en la espalda.
Se encontró el rostro mojado y se apresuró a enjugarse las lágrimas. ¿Por qué era débil ahora? Si Christine entraba en la habitación y lo veía así lo sometería una vez más al duro entrenamiento. No, no podía retroceder ahora que ya estaba listo, ahora que faltaba muy poco para el momento propicio de su enfrentamiento, de la batalla final...
Sirius no volvería, Sirius no comería pavo aquella Navidad, sería, después de dos años, una Navidad sin su padrino.
Se decidió a desenvolver el último regalo, aún con el corazón en un puño. Lo hizo lentamente, como si temiera que se rompiera y al dar el último estirón al papel, dejó caer lo que acababa de desempaquetar. No era posible. Aquello no tenía ningún sentido.
Se trataba de una espada plateada y brillante, con la empuñadura llena de fulgurantes rubíes del tamaño de huevos. La cogió con delicadeza y pasó un dedo de refilón por el nombre de Godric Gryffindor. Era una espada que sólo había visto en una ocasión anterior. Harry la dejó en suelo y buscó entre el envoltorio alguna nota que identificara a la persona que se la había enviado. Únicamente se le ocurría una que pudiera hacerlo, puesto que la espada estaba en su despacho. ¿Pero por qué Dumbledore iba a enviarle la espada de Godric Gryffindor si no sabía que era un arcángel? Había una nota, muy corta, pero estaba firmada.
"Espero que esto te ayude para cumplir tu misión. Con cariño. Christine"
Harry abrió mucho la boca, pero nada salió de su interior. No tenía palabras para describir aquello. ¿Chris le había regalado la espada¿Desde cuándo la tenía? Era una espada muy especial y él iba a poder usarla...Desde luego, aquella Navidad había sido muy peculiar.
Se levantó del suelo y con un golpe de varita hizo desaparecer todos los papeles de los regalos. Un sentimiento de vacío se apoderó de su persona. Miró en todas las direcciones, en el interior del baúl, debajo de su cama...pero en ningún sitio estaba el regalo de su padrino. El regalo, que nunca llegaría...y Harry se negaba a creerlo. ¿Era posible que Sirius se hubiera olvidado de él? No, su padrino tenía que estar realmente muerto si no le había enviado un regalo. Harry se habría conformado con una tarjeta que le dijera que estaba vivo, ese hubiera sido el mejor regalo, pero no había ningún signo de que Sirius hubiera mandado un regalo. Ya no estaban esos pájaros tan exóticos que enviaba desde el sur, ni tampoco lechuzas pequeñas como Pig, Sirius había desaparecido...tras el velo.
-
-Creíamos que no te ibas a dignar a bajar, Potter.- la voz de la profesora McGonagall sonaba a reprimenda. No había mucha gente en la mesa de Navidad, todos los profesores se habían marchado a sus respectivas casas, todos excepto la propia McGonagall y Snape. Ellos, junto con Lupin, Christine y Dumbledore, eran los únicos que ocupaban la mesa. Venga, siéntate, el pavo se enfría. Harry asintió desganado. Se había mojado el pelo y le había dado forma con gomina, para que pareciera un poco menos rebelde.
-No tienes buena cara.- le dijo Lupin una vez el chico tomó asiento a su lado.¿Ocurre algo¿Has dormido mal?
-No, únicamente que me he despertado muy tarde.- Harry notó los ojos de Christine fijos en él, tratando de interrogarle mentalmente, pero él se apresuró a desviarlos, no quería que notara que el motivo por el que estaba así era Sirius. Aunque no era muy difícil de adivinar.
¿Muchos regalos este año, Harry- preguntó Dumbledore alegremente mientras se servía un poco del pavo que habían cocinado los elfos domésticos.
-Ya sabe, los normales...- Harry se encogió de hombros.¿Por qué Dumbledore tenía que preguntar aquello? Era como si quisiera recordarle que el regalo de su padrino no había llegado, tal y como él esperaba.-Por lo menos los Dursley se han abstenido de enviarme calcetines viejos...- el director sonrió alegremente. Había captado a la perfección la indirecta de su alumno.
-Tu amigo Dobby estaba muy contento esta mañana cuando he ido a visitarle a las cocinas. Me ha dicho que le han encantado tus calcetines y que haber si vas a verle de vez en cuando.
-Me alegro.- Harry simuló una sonrisa. Era cierto que había descuidado mucho a Dobby, pero en realidad, había descuidado a la mayoría de sus amigos.- Luego me pasaré a visitarlo.
-Se alegrará.- aseguró el director concentrado en su plato.¿No quieres salsa roquefort, Severus- añadió amablemente ofreciendo un cuenco con una salsa de aspecto riquísimo. Snape lo cogió con una expresión indefinible en el rostro, antes de enviarle a Harry una de esas miradas que sólo guardaba para él.
-A propósito Albus- interrumpió McGonagall.- Creo que Tonks debería tomarse un descanso, acudió a los últimos ataques y pienso que...- la profesora tuvo que interrumpirse, porque en ese momento una bandada de lechuzas negras irrumpió en el Gran Comedor. Harry miró a Dumbledore para ver si hacía algo, pero el anciano se dedicó a suspirar y actuar como si no sucediese nada. Una de las lechuzas dejó caer sobre Harry un ejemplar del Profeta.
¿Qué significa esto- preguntó el chico una vez las aves se marcharon.
-Voldemort.- explicó el director.- Seguimos sin hallar el modo de contra restar la magia negra que utiliza para que el Profeta llegué a todas las partes de Gran Bretaña.
-La única forma de hacerlo es usar magia negra también.- siseó Snape.- Si el Señor Oscuro se propone...
¿Y por qué no lo hacen¿Por qué no utilizan la Magia Negra para librarse de esos pajarracos- Snape tenía cara de querer asesinar a Harry en aquel momento por haberle interrumpido, pero era obvio que delante de Lupin (que ya le había amenazado una vez) y de Dumbledore, no se atrevía.
-Eso sería ponernos a su altura.- le recriminó Lupin- Y nosotros nunca nos pondremos a su altura.- Harry mostró su descontento.
-Bueno, si seguimos sin ponernos a su...altura como lo llaman, entonces está claro quién ganará esta guerra.
¡Potter- exclamó McGonagall.- Por todos los santos no hables así.
-Era sólo un punto de vista.- se justificó el muchacho y sin prestar atención a su plato lleno de comida, abrió el periódico, sabiendo que era de muy mala educación leer mientras estaba comiendo y más en una comida de Navidad. Christine sonrió, todo aquello era parte del plan, si seguían teniendo esa imagen de un Harry rebelde, jamás sospecharían.
-Así que...anoche atacaron el Este de España, un pequeño estado de Rusia y...un pueblo del Sur de Inglaterra.- Harry se paró a leer las listas de muertos del pueblo y de pronto el mundo se le vino encima. Los demás notaron que algo malo había ocurrido, porque todos dejaron de comer y sus expresiones se ensombrecieron. No era normal que Harry adoptara un semblante de tanta preocupación, incluso Christine notó que algo malo sucedía y esta vez no era nada fingido.
¿Qué ocurre, Harry- preguntó Lupin de inmediato. Harry bajó el periódico y una oleada de furia se apoderó de él. Lo había pensado, pero jamás creyó que fuera tan pronto, creía que lo que había enseñado serviría lo suficiente como para defenderse medianamente bien. El vaso de zumo de calabaza que tenía enfrente estalló en mil pedazos. La profesora McGonagall pegó un grito y se levantó de la mesa, Lupin también se apartó y Snape se sorprendió tanto que derramó su copa de vino sobre el pavo. Christine le lanzó una mirada de advertencia. Una cosa que es hiciera magia accidental y otra muy distinta es que la energía comenzara a fluir por su cuerpo, a una velocidad vertiginosa. Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se relajó un poco.
-Zacharias Smith ha muerto...- susurró muy despacio, para que los demás asimilaran sus palabras. El rostro de Dumbledore se contrajo también de ira, Snape se quedó sin habla, Christine observó a Harry con más detenimiento, ella sabía lo que había ocurrido en la reunión del ED y la profesora McGonagall murmuró "Por Merlín". Lupin también se mostró afectado, había conocido a Smith cuando fue profesor de Defensa. Era alumno de Hufflepuff, sexto curso, estuvo en el ED...
¿Por qué dices estuvo-logró preguntar McGonagall.
-Porque dejó de venir cuando se enteró de la Profecía. Le advertí que...- Harry se pasó una mano por la cara.- Lo siento pero estoy muy cansado, creo que me iré a la sala común...-se levantó de la mesa y se dirigió hacia la salida. Ninguno le retuvo pese a que su plato seguía intacto. Christine suspiró aliviada. Por un momento había pensado que la muerte del alumno había afectado en demasía a Harry, pero un contacto mental con ella le hizo saber que, una vez más, Harry Potter había logrado engañarlos a todos y que su excusa tenía mucho más que ver con la ausencia de Sirius Black.
-
N/A: Olasssss gente! Debido a la gran cantidad de reviews recibidos en el último capi, me he dado mucha prisa en terminar este nuevo. No sé como agradeceros vuestra confianza y vuestras palabras de ánimo, sobretodo a la gente q está al pie del cañón desde un principio!
En fin, en este capi se muestra un poco más la relación de amistas entre Chris y Lupin. Quiero hacer una pregunta, a ver qué me respondéis, ya se lo he preguntado a mucha gente, pero me gustaría saberlo porq me interesa ver si estoy describiendo bien las cosas, a ver¿vosotros creéis q Lupin y Chris pueden tener algo serio? Pensadlo, en la relación q tienen ahora y en la forma de tratarse y me lo decís, ok?
Bueno, esto es todo, como siempre, Susanita, Crisy y Emy, q os quiero un montón vale? Y gracias por ese apoyo!
Nos vemos en el próximo capi! Besos!
