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Erick Arthuro: Olassss! Muchas gracias, más vale tarde q nunca. Ten por descontado que lo continuaré. Dew!

Lammia-Somniorum: Olassss wapísima! Me tienes ansiosa, a ver si actualizas "Camino se hace al andar" que ya estoy de los nervios. A ver, ahora al fict. Lo del vaso, no, estalla porque Harry está furioso, evidentemente no le sienta nada bien q Zack halla muerto y encima cuando él le brindó la oportunidad de aprender a defenderse. Por eso hace estallar el vaso inconscientemente. Ahora bien, Harry está así de mal por lo de Sirius y entonces aprovecha esa excusa para pirarse. Espero que ahora te haya quedado más claro. Lo del pelo, jajajajaja, es divertido sí. La verdad es q Harry siempre me ha gustado con el pelo algo más largo. En fin, q me alegro q te guste el fict. Un besazo!

Ann Magus: Olasss! Jajajjajajaaj. Lo lamento de verdad, pero Harry sí será muy cabrón con Ginny. ¿Crees que si no lo fuera ella se iba a rendir y dejarlo en paz? Q va! Ella lo conoce muy bien y sabe que él no terminaría así como así sin un motivo poderoso, y ese motivo él no puede decirlo. En cambio, si ella piensa q es un cerdo, no pondrá tanto problema. En fin, lo siento, jajaja.

Barby- Black: Olasss! Muchas gracias! A ver, te explico. Lo que le sucede a Harry es q como está triste baja sus defensas mentales. Entra como en depresión y se descuida. Su mente es mucho más vulnerable, sobretodo cuando duerme y así Voldemort logra penetrar en ella. Y lo de separar a Harry y a Ginny, todo tiene su porqué...Besos!

Ginnyalis: Olasss! Muchas gracias por tu opinión. Me alegra saberlo. Dew!

D.Alatriste: Olasss! Ufff, q Christine rompa su frialdad va a llevar trabajo, te lo aseguro. Es cierto q me paso con Harry, pero seamos realistas¿cuándo ha sido Harry realmente feliz? Me limito a seguir los pasos de la Víbora, ajaja, perdón, es mi manera de llamarla tras lo de Sirius. Y lo de Ginny, por supuesto q hay un motivo, nunca hago las cosas sin un porqué. Bien, sí, queda poquísimo para q Harry entre en acción, creo q en el siguiente ya lo verás. El fict será de unos 50 capis. Y secuela...umm, no creo. Besos!

Catalina: Olassss! Para nada! Christine no es mala! Es solo un recurso barato para esconder su dolor y todo lo q hace, aunque parezca mentira, lo hace por Harry. Ya lo verás. Umm, ya veremos ya con Lupin...

Jan Black: Olasss! Muchísimas gracias, de verdad. No sé si me merezco tanto. Eres muy amable. Trataré de actualizar rápido. Besos!

Fweasley: Olasss! Sí, yo creo q Lupin y Chris juntos son muy fuertes y bueno, tienen un pasado estrecho. Respecto a lo de Ginny...no, no sucedera exactamente así. Pero bueno, la verdad es q la personalidad de Harry variará un poco. Dew!

Elanor Blackriver. Olasss! Sí, la verdad es q es fácil q Chris haga daño a Lupin, pero más fácil todavía q él se lo haga a ella rompiendo su frialdad. Y no, no voy a seguir matando alumnos, jajja, pero es q Zack cometió un error. Umm, no, no puede ser lo de Ginny porquq Harry sabe q la pondría en peligro y no hay nada q Chris no sepa de él. Es imposible engañarla. Ya lo verás más adelante. Gracias por tus palabras. Besos!

CAPÍTULO 23: AL SON DE UNA CAJA DE MÚSICA.

Vamos Chris, son las ocho de la mañana¿no podríamos...?

No, tenemos muchas cosas que ver hoy y si no te apresuras no nos dará tiempo.

Harry se levantó de la cama con la frente arrugada. Estaban en vacaciones y para él iban a ser de los últimos momentos que pudiera descansar y no entendía porqué las prisas de su profesora por ir a dónde fuera que irían. Christine no había dado detalles. Ya le había nombrado a Harry que lo llevaría a un lugar uno de los días, pero no se había explicado con claridad. Era la primera vez que la mujer no era completamente sincera con él.

¿Qué hay de Lupin-preguntó entrando en el baño y abriendo los grifos para ducharse.

Ya te dije que no tenías porqué preocuparte. Él está enterado de todo.

¿Y qué se supone qué es todo- la voz de Harry era aplacada por el chorro de agua de la ducha. Christine sonrió interiormente.

Venga, date prisa.- exigió fríamente apoyándose en el marco de la puerta del baño. Harry bufó desesperado mientras notaba caer el agua caliente sobre sus cabellos y su piel.

Media hora después, los dos se dirigían hacia los terrenos de Hogwarts. Harry llevaba el pelo mojado y suelto, que le caía a la altura de los hombros y se había quitado las gafas. Hacía tiempo que no las necesitaba, exactamente desde que era un arcángel, pero delante de los demás, debía llevarlas puestas, para que no notaran nada. Cualquiera que se lo hubiera encontrado aquella mañana, vestido con una elegante túnica negra y arropado con la capa de Sirius, del mismo color, no habría identificado en aquel muchacho de mirada gélida, al Harry Potter de unos meses atrás.

Venga entra.- murmuró Christine apretando con una rama el nudo del Sauce Boxeador. Harry abrió la boca sorprendido.

¿Desde cuándo tú...- la profesora soltó un bufido de exasperación.

Por Dios, Harry, fui amiga de tu padre y tu padrino¿crees que ellos nunca me trajeron aquí?

¿A dónde vamos?

A Hogsmade.- respondió la mujer entrando ella misma por el estrecho agujero del árbol. También iba vestida de negro, como habituaba y llevaba su cabello largo y lacio recogido en una cola de caballo.- Tenemos que coger mi coche.

¿Tú...qué?

Mi coche.- explicó Christine hablando en voz baja y no perdiéndose detalle de cualquier sonido de procedencia del túnel.- No podemos ir al lugar que vamos usando nuestra magia. Voldemort la detectaría.

No sabía que conducías.- Harry se encogió de hombros y continuó caminando.

Hay muchas cosas de mí que todavía no sabes.

Siguieron andando aproximadamente una hora. Iban semi agachados porque los dos eran muy altos y el túnel muy pequeño. Harry iba divagando de la última vez que había entrado allí. Cuando descubrió que su padrino era inocente...salió pensando que se iría a vivir con él...que abandonaría a los Dursley. En aquella ocasión, la cabeza apenas le rozaba el techo. En unos años había crecido muchísimo.

Cuando llegaron a la habitación en la que Lupin se transformaba, en su época estudiantil, en licántropo, Christine golpeó tres veces con su varita una trampilla en el techo y dificultosamente, ambos salieron por ella. Se encontraban en la colina. La misma en la que Harry y Lupin habían hablado semanas atrás y por la que Sirius los había esperado transformado en perro.

Christine se sacudió el polvo de su elegante vestimenta y sacó del bolsillo un coche en miniatura. Hizo un movimiento agraciado con su varita y susurró "Engorgio", después de dejar la miniatura en suelo. Poco a poco, lo que parecía un cochecito de juguete, se fue convirtiendo en un Peugeot 206 descapotable.

Harry abrió la boca sorprendido. Era de un color gris plateado y aunque no era excesivamente grande, estaba muy bien cuidado y brillaba con los tímidos rayos de sol de la mañana.

¡Guau! murmuró.- Recuerdo que un vecino de la calle de mis tíos tiene uno así. Siempre me ha gustado este coche.

Me alegro.- respondió Christine fríamente.- A mí también me gusta mucho. Venga sube, tenemos un largo camino que recorrer.

¿Lo has encantado para que vuele- preguntó el muchacho una vez se hubo acomodado en el asiento del copiloto y se ponía el cinturón de seguridad.

No.- contestó la profesora, mientras metía la llave y arrancaba el motor.- Nos comportaremos como muggles normales, no podemos correr riesgos, todavía no ha llegado la hora. No quiero que te reconozcan.

Aún no me has dicho a dónde vamos.

Paciencia. Lo verás muy pronto.

Pero para Harry, después de llevar tres horas y media de camino, no le parecía que aquello fuera muy pronto. Era cierto que el paisaje era espléndido y para él, montar en coche y recorrer lugares era toda una experiencia. Únicamente subía en el coche de tío Vernon cuando lo recogían de la estación de King Cross y no había tenido la oportunidad de visitar más lugares que el camino desde su escuela primaria hasta Privet Drive, Hosgmade y el Callejón Diagon. Se sentía libre con el aire golpeándole el rostro directamente y observando el mar desde la ventanilla.

Aquellas visiones le hicieron pensar en Ginny. ¿Estaría ella a salvo en la Madriguera¿Se acordaría de él? Mejor hubiera sido que no, pero Harry no quería ni pensar que ella pudiera estar pensando en otras cosas. Seguramente estaría disfrutando con sus hermanos, yendo por el pueblo y jugando a quidditch.

¿Puedo poner la radio- preguntó al cabo de un rato. Christine no había hablado mucho, parecía estar sumida en sus propios pensamientos.

Puedes. ¿Nadie te lo impide no?

¿Te gusta la música?

Me gustaba.- respondió la profesora concentrada en la carretera. Harry se fijó que aunque iban bastante rápido, la mujer conducía con mucha prudencia, como si lo hiciera a diario.

¿Por qué ahora no- preguntó él dándole al botón de encendido.

No tengo con quién escucharla.

Harry ya no preguntó nada más. Sabía que había un momento en que las conversaciones con Christine llegaban a su fin y ese era un claro ejemplo de ello. No estaba puesta la radio, sino un CD. El muchacho se preguntó cuánto tiempo llevaría allí. No reconoció la voz del cantante, lo cierto es que no había escuchado mucha música, pero aquella canción le traía verdaderos recuerdos, como si estuviera hablando de él.

"En mis sueños

sigues siendo

la princesa de mi reino

soledad

en mis sueños...

Cuesta tanto,

El buscar una razón

A este final

Y ayúdame

A encontrarlo..."

El piano acompañaba la canción. Christine redujo la velocidad para pasar cerca de un acantilado, donde las olas del mar rompían violentamente contra las rocas. Harry seguía pensando en Ginny. Sin saber porqué, subió el volumen casi al máximo, pero Christine no se lo impidió. Recordaba aquella canción. Dani se la había puesto en una ocasión, después de que ella estuviera a punto de romper con él, por las advertencias de su madre.

Pero él la convenció. Porque le recordó la ocasión en la que él también quiso marcharse y alguien le abrió los ojos. Dani no le había dicho quién, pero Christine lo sabía. Recordaba perfectamente cómo había salido el tema...

"-Entonces...todo ha vuelto a su cauce.- la voz calmada y amable de Lupin le acompañaba con el silbido del viento.- Él te quiere y no iba a dejar que vuestro amor se torciese...por muy arcángel que seas, Chris...- Christine sonrió y se sentó sobre las piernas del licántropo, abrazándose a él como una niña pequeña, que se acurruca entre los brazos de quién cree su protector.

¿Fuiste tú, verdad Remus? Fuiste a hablar con Dani y le convenciste...- Lupin no contestó, se limitó a seguir acariciando el cabello azabache de la chica. Christine sonrió.- Gracias...

-Yo no hice nada, Chris. Únicamente le dije que si te quería debía luchar por ti, eso es todo. Vosotros habéis llegado muy lejos, habéis afrontado muchos obstáculos y éste será el último paso. Ahora sois mucho más fuertes.

-Remus...- Christine lo abrazó con más fuerza, mientras las lágrimas resbalaban por sus sonrosadas mejillas- Siempre has estado ahí, siempre has cuidado de mí...¿por qué- Lupin sonrió amargamente.

-Anda, no me preguntes y corre a buscarlo. Sino puede que a Sirius y a James les de un colapso nervioso y no puedan calmarlo...- Christine se rió y se levantó del regazo de su amigo, no sin antes darle un beso en la mejilla.¿Algún día me dirás porqué, Remus- Lupin también sonrió irónicamente.

-Tal vez, cuando no lo tenga prohibido..."

Christine dio un volantazo, pero Harry no dejó de mirar por la ventana. El recuerdo de Ginny, de lo que había pasado, se intensificaba a medida que la letra de la canción avanzaba. Podía notar su piel sobre la suya...

"Y ahora te busco sin razón

fui yo quién dijo que no...

¿cómo es posible tanto dolor?

Ahora sé lo que es amor..."

El piano seguía tocando...y Harry se preguntaba a sí mismo lo que decía la melodía. ¿Por qué buscaba ahora a Ginny si sabía que no podía seguir pensando en ella, si era él quién le había dicho a Christine que lo dejaría, que haría que lo olvidara¿Por qué sentía ese dolor tan grande si estaba entrenado para no sentir¿Es qué Ginny era una excepción en ese entrenamiento? Su punto débil...tal y como le había advertido su profesora...¿Era amor lo que sentía? No, no podía ser un sentimiento tan fuerte, él no sabía nada de eso, no sabía lo que era querer...nunca había dicho "te quiero".

Christine había dado un volantazo al recordar las últimas palabras. "Prohibido"¿no era eso lo que Lupin le había dicho la noche en la que Harry estaba enfermo?

"Sí, una vez, pero eso fue hace mucho tiempo...y también era un amor prohibido..."

No, no era posible...Lupin no...se lo estaba imaginando. Si hubiera sido así, él no podría...hubiera sido demasiado doloroso, se hubiera sacrificado por su felicidad, y Chris no quería eso. Nunca había querido que Lupin sufriera por su causa y sabiendo eso, sabiendo que la amaba, había ido a hablar con Dani para pedirle que regresara...había sacrificado todo, había sufrido y ella no se había dado cuenta hasta ahora...¿cómo podía ser tan estúpida?

"Duele tanto

el saber

que nunca más

te volveré a tener

a tener,

en mis labios

Moriré

Pensando que

Nunca supe

Retener

Al ser que más

He amado, he amado..."

Sí, dolía en el alma saber que nunca más iba a probar los labios de Ginny, que no la tendría a su lado, que todo lo que había disfrutado junto a ella se había perdido...se había desvanecido. Moriría, moriría sabiendo que no había podido retener a su lado a la única persona que había querido, iba a morir en esa batalla, por esa profecía y contra el asesino de sus padres, sabiendo que la había perdido...

"Y ahora te busco

sin razón,

fui yo quién dijo que no...

¿cómo es posible tanto dolor?

Ahora sé lo que es amor..."

El piano siguió tocando, haciendo que el latido apresurado del corazón de Harry se intensificará aún más.

Maldita sea..-. murmuró y apagó la radio de golpe. Le dolía escuchar algo así, no tendría que haber puesto la música jamás.

¡Qué distinto era el momento de cuando había bailado con Ginny!

Christine siguió pendiente de la carretera, con el rostro serio. Pasaron unos minutos antes de que preguntara.

¿Por qué has quitado la radio¿Qué te ocurre?

Nada. -Harry había vuelto a optar por mirar a través de la ventana. El paisaje era mucho más interesante que ahogarse en el pasado.

¡Ah, entiendo! No te pasa nada y de repente coges y apagas la radio.- el muchacho se sintió más molesto aún al observar el tono irónico en la voz de su profesora.¿Pensabas en Ginny- Algunas veces, parecía que Christine podía leer la mente, que las barreras de Oclumancia no servían para nada con ella.

¡Qué más da¡Es sólo que estoy cansado¿Cuánto queda para llegar?

Diez minutos.- respondió Christine cortantemente.- Pero eso no me contesta a la pregunta...

Está bien, Chris, sí, lo hacía. ¿Satisfecha?

No, decepcionada. Creía que eso ya estaba superado.- el coche torció a la izquierda y comenzó a subir una cuesta, que llevaba a una carretera principal.

Tú siempre crees que todo está superado. ¿Piensas que puedo hacer el amor con ella y olvidarlo al cabo de dos días?

Sí, eso es exactamente lo que te pedí que hicieras.

¡Aggg¡Déjame en paz- gruñó Harry desganado.- No te preocupes, no me desviaré de la misión, sólo dame tiempo¿vale¿En serio que no puedes leerme la mente?

Está bien. contestó Christine con una sonrisa de satisfacción. Todo estaba saliendo como planeaba. -Y a propósito, hablando de leer la mente...¿cómo fue qué Voldemort logró romper tus barreras de defensa?

Lleva mucho tiempo intentándolo.- el mar se perdía de vista, parecía que se adentraban en las montañas y lo dejaban atrás.- Está furioso porque no lo consigue y la otra noche utilizó todo su poder para acceder. Estaba durmiendo y en baja forma y no pude controlarlo bien, aún así, no vio nada. Cree que todo es obra tuya, Chris y está muy enfadado...- Christine soltó una risita.

Bien, es perfecto que centre la atención en mí y se olvide de ti. Te será más fácil actuar así.

No volvieron a hablar en lo que quedaba de viaje. Tal y como Christine había asegurado, en diez minutos se adentraron en un pequeño pueblo y estacionaron el coche enfrente de una tienda de animales mágicos. Harry se dio cuenta de que el lugar era un pueblo de magos, muy parecido a Hogsmade, pero mucho más bonito.

Las casas eran muy grandes y adineradas, los paisajes estaban llenos de árboles y naturaleza por estar situados en las montañas. Había muchas tiendas, pubs y lugares de ocio, como una discoteca. Todos los vecinos parecían vivir en armonía, tenían los jardines de sus casas tan bien cuidados como el de tío Vernon y caminaban con parsimonia y tranquilidad. Harry no podía creer que estuvieran así de tranquilos cuando se llevaba a cabo una guerra, fuera de su paraíso.

Christine no redujo el coche, lo dejó aparcado y subió la calle principal a pie. Harry la siguió mirando a todas partes, no sabía porqué, pero le sonaba de algo aquel lugar. Caminaron unos quince minutos hasta detenerse al pie de una colina. Christine suspiró con nostalgia y comenzó a subirla. Arriba, aunque algo separadas, habían tres parcelas bastante grandes, con unas casas imponentes. Las tres parecían deshabitadas y algo descuidadas. Harry no sabía porqué, pero el ambiente se oscurecía a medida que se acercaban a ellas y a mitad camino, se detuvo.

¿Qué es lo que ocurre-le preguntó Christine desde la lejanía, al notar el nerviosismo del muchacho.

No me gusta este lugar...volvamos, Chris, tengo un mal presentimiento.

No sucederá nada.- le aseguró la profesora.- Pronto entenderás porqué del presentimiento.

Harry obedeció y siguió subiendo la colina, hasta que llegaron a la casa más cercana de las tres. Ante ellos, habían unos portones con verjas tan altos como Grawp, el hermano pequeñito de Hagrid. Christine sacó del bolsillo de su túnica un juego de llaves, algo oxidadas, e introdujo una de ellas en el candado que impedía el acceso. Entraron, el jardín no estaba como los demás del pueblo. La maleza había llegado a una altura considerable del cuerpo y les impedía caminar con normalidad. Había una piscina, pero estaba sucia y el agua de un verdoso parecido al moho. Los árboles que crecían eran inmensos.

Caminaron hasta llegar a la casa y Chris también abrió la puerta con la llave.

¿Por qué me has traído aquí- preguntó Harry entrando detrás de ella e inspeccionando el abandonado lugar. Había sido una casa preciosa en el pasado, los muebles se veían de un aspecto caro y lujoso y estaban muy bien situados, dando una sensación de mucho espacio. Pero el polvo se había adueñado del lugar y también la carcoma.

Quería darte una sorpresa. explicó Christine con las manos en los bolsillos.- No te lo dijimos antes porque te pusi-ste muy susceptible con el tema de la herencia de Sirius, así que le pedimos a los gnomos de Gringotts que no te nombraran la verdadera casa de tu padrino. La de Grimmauld Place pertenecía a su familia, pero aquí fue donde vivió antes de ir a Azkaban.

¿Está casa es de Sirius?

Ahora es tuya.- A Harry se le contrajo el estómago. Aquí hubiera vivido si aquella noche Pettrigrew no hubiera escapado. Casi podía imaginarse la imagen de él y Sirius manchados de polvo, haciendo habitable el lugar. Una doxi salió de uno de los armarios, asustándoles y se coló por una de las ventanas, haciendo añicos el cristal.- Está muy sucia, pero puedes hacer lo que quieras con ella. Yo sólo me he ofrecido a traerte.

Por eso no hubo problema con Lupin...- murmuró Harry observando las fotos de Sirius que colgaban de los marcos de las paredes. Era mucho más joven que como Harry lo había conocido y no habían marcas visibles de Azkaban en su rostro.- Él ya sabía que íbamos a venir...

El problema es que nadie parecía decidirse a acompañarte por si te ponías a dar gritos. Así que me ofrecí voluntaria.

No voy a ponerme a dar gritos...- susurró Harry. Le entristecía ver lo que podía haber sido su hogar con su padrino.- Ya hace tiempo que superé lo de la herencia...Lupin exagera.

Sí, ya, pero es que Remus no sabe que estás fingiendo y cree que estás un poco paranoico. -Harry amagó una sonrisa al escuchar el último comentario.- Ven, hay algo que quiero enseñarte y sé que te gustará. No por algo eres el hijo de los merodeadores.- Harry arqueó las cejas, no tenía la más remota idea de lo que había querido decir el último comentario de su profesora.

Salieron otra vez al jardín(o bueno, lo que parecía serlo), Christine dio la vuelta a toda la casa esquivando la maleza y cortándola de vez en cuando con la varita. Llegaron hasta un garaje. Chris introdujo por tercera vez la llave y lo abrió. Una oleada de polvo salió al paso, pero la profesora agitó su varita, murmuró "Fregotego" y todo quedó como nuevo. Harry encontró grandes diferencias en el hechizo de Chris con el que vio realizar a Tonks el año pasado. Se notaba que su profesora tenía mucha más maña para realizarlo.

Christine se hizo a un lado para dejar pasar a Harry, que cuando vio lo que estaba dentro casi se cayó para atrás. Una moto, pero una moto increíble, se hallaba ante sus ojos. Lo curioso, era que él había soñado con ella en varias ocasiones y nunca había sabido el porqué. Era un Harley Davison, la mejor moto que hubiera visto en su vida y estaba reluciente ante él.

Hagrid la trajo hasta aquí.

¿Hagrid- preguntó Harry arqueando las cejas.

La moto era de Sirius.- le explicó la profesora. -Él la adoraba, era su mayor tesoro, pero la noche en la que murieron tus padres se la dio a Hagrid para que te llevara junto con Dumbledore.

Sí, oí a Hagrid decirlo, pero no sabía que la había traído aquí. O sea que por eso me acuerdo de ella...yo había volado con Hagrid en la moto...

A Hagrid le pareció una auténtica atrocidad deshacerse así como así de la moto y por eso la guardó en la casa de Sirius, claro que luego cuando creyó que tu padrino era culpable se arrepintió de no haberla arrojado a los leones. Ahora es tuya.

¿Puedo...puedo quedármela- preguntó Harry casi sin voz.

Harry, sabes que no me gustan las preguntas tontas.- refunfuñó Christine.¿Crees que te la he enseñado para exponerla en un museo¡Claro que puedes quedártela! Todo lo que hay aquí es tuyo, es tu herencia. Y confío en que le encontrarás utilidad.- una sonrisa cínica apareció en los labios del muchacho.

Y tanto que se la encontraré. Después de todo...¿qué más da infligir un poquito más la ley? No creo que a Amelia Bones le importe que monté en una moto voladora sin carné de mago siempre y cuando mande a paseo a un centenar de mortífagos...

Vaya, por fin salió el instinto merodeador del chico...- ironizó Christine.

Después de encoger la moto en una miniatura, tal y como la profesora había conservado su coche, salieron del recinto. El rostro de la mujer cambió totalmente de expresión, a medida que se aproximaban a la segunda casa, que estaba a unos quinientos metros de la de Sirius.

Chris- murmuró Harry fastidiado.¿A dónde vamos ahora?

A mi casa.- respondió Christine con el rostro ensombrecido. Harry se detuvo en seco.

A medida que se aproximaban a la segunda casa, el presentimiento de oscuridad se hacía más patente. No quería estar allí, había algo que se lo impedía.

Espera...- susurró. Por primera vez en mucho tiempo, estaba asustado.¿Esto es...? No, no es posible, tú dijiste que...

Sí- confirmó Christine con la mirada muy seria.- Estamos en el Valle de Godric.

Harry se dio la vuelta colina abajo, dispuesto a marcharse de aquel lugar, pero Christine lo sujetó por la muñeca.

¡Espera!

¡Suéltame¡No quiero ir allí, no quiero ver nada!

¿Ves por qué nadie quería acompañarte? Harry, tu casa no quedó totalmente destruida, la parcela sigue siendo tuya y el testamento de tus padres lo dice explícitamente, tienes que quedarte con ella. Dumbledore adelantó los papeles para que no tuvieras que esperar a ser mayor de edad, ya que recibías el testamento de Sirius, pues también recibirías a la vez la propiedad que te corresponde de tus padres.

¡No quiero la casa en la que Voldemort los asesinó¡Me niego rotundamente, Chris¡No pisaré ese lugar, ya lo he hecho bastante durante mis clases¡No la quiero¡Puedes quedártela para ti si lo deseas-Harry trató de zafarse, pero Christine lo sujetaba con mucha fuerza.

Muy bien, si no quieres la casa puedes dejarla donde est�, pero hoy tenemos que entrar. Necesito unos documentos que están dentro.

¿Qué documentos- gruñó Harry mientras seguía forcejeando. Las dos casas restantes parecían cubiertas de una extraña niebla de oscuridad, de maldad, no deseaba toparse con ellas.

Tu partida de nacimiento. -explicó Christine sujetando el brazo de Harry con más fuerza.- No puedes hacer el examen de aparición, ni los EXTASIS sino se presenta en el ministerio de magia una serie de papeles. Uno es el carné de identidad de mago que Lupin tenía y otro es la partida de nacimiento que está en algún lugar de tu casa.- Harry se mordió el labio inferior y dejó de luchar contra su profesora. No podía evitar encontrarse con su pasado alguna vez, si muchos magos habían viajado al pueblo para ver el lugar donde Voldemort había caído por primera vez, él no podía evadirlo.

¿Y por qué vamos también a tu casa- preguntó una vez siguieron avanzando hacia el segundo caserón.

Porque quiero comprobar en qué estado se encuentra. Al volver a Inglaterra, tendré que buscar dónde vivir cuando no de clases en Hogwarts.- No era del todo verdad. Christine ni siquiera tenía la seguridad de que para entonces continuara con vida, pero necesitaba volver a ese lugar y comprobar que su máscara de frialdad podía aguantar un encuentro tan directo con el momento que le robó la felicidad. Por eso se había ofrecido voluntaria, porque se estaba encontrando con ella misma, no tenía intención de morir sin haber superado su trauma.

Harry, por su parte, no entendía porqué Christine quería vivir en el mismo sitio donde había perdido a sus amigos y del que se marchó jurando no volver.

La casa no tenía la verja alta como la de Sirius, sino que tenía una pequeña valla que apenas llegaba a la altura de la cintura y que fácilmente podía haber sido saltada. Chris volvió a sacar el manojo de llaves y en esta ocasión introdujo un juego plateado, pero igualmente desgastado. La puerta se abrió de un estrépito.

Un momento...- murmuró cautelosamente, impidiendo a Harry el paso con un brazo. Después de escuchar el silencio durante unos segundos, la mujer levantó ambas manos y concentró energía como cuando quería curar a alguien. La parcela pareció reconocerla como dueña legítima, puesto que el aura de oscuridad que la envolvía, se fue disipando poco a poco. Sin embargo, Harry siguió teniendo ese mal presentimiento, algo que le impedía estar tranquilo en aquel lugar.

Entraron. El jardín era igual de enorme que el de Sirius, aunque habían más árboles y mucha más maleza. Al lado de la piscina, también había un viejo parque de niños. El aire balanceaba las cuerdas que sujetaban un balancín y le daban sensación de vacío y soledad. Harry se detuvo en seco a observar los desgastados columpios. No recordaba que Chris le hubiera dicho que tuviera un hijo, si no hubiese estado tan enfadado mientras la profesora lo decía, se hubiera dado cuenta de cómo nombraba su embarazo. Pero por entonces, él sólo escuchaba cómo la mujer había dejado morir a sus padres sin mover un dedo.

Christine ya había llegado hasta la puerta y Harry se apresuró en seguirla. Nuevamente, la casa la reconoció como legítima y los dejó entrar sin problemas. La decoración cambiaba muchísimo, respecto a la casa de Sirius. Los muebles también eran caros y lujosos, pero estaban distintamente distribuidos. En la casa de Sirius, se notaba la ausencia de una mujer, era mucho más seria y desordenada, un típico apartamento grande de soltero, pero la casa de Chris variaba mucho respecto a eso. Habían cortinas, tapetes y marcos con flores, mucha más vitalidad y felicidad, una alegría que hoy día no se distinguía en la mujer, vestida de negro azabache, que inspeccionaba con lentitud cada rincón.

Una bonita alfombra roja cubría todo el comedor y los jarrones encima de las mesas tenían flores marchitas, a causa de que nadie se había molestado en cambiarlas.

Tal vez Chris lo notara, porque abrió uno de los ventanales y de las plantas que crecían en el jardín, arrancó unas cuantas flores y las puso en el florero de la sala de estar, tras emitir un suspiró nostálgico.

Harry se sorprendió mucho. No podía creer que a su profesora le interesaran las flores y la decoración, sencillamente no encajaban con su manera de comportarse. Chris era todo lo contrario a las flores, era seria, seca, fría y gris, y las flores inspiraban alegría, paz y colorido.

Harry caminó hasta el salón y se detuvo en la puerta. Su profesora había subido las escaleras al piso de arriba, pero él no tenía intención de romper su momento de intimidad, le interesaba mucho más lo que había en aquella sala. Frente a él, se encontraba una cuna de bebé, en el suelo había una manta y lo que parecía ser una caja de música, cubierta de polvo. Harry se adentró en el lugar, pasó rozando con los dedos la cuna y al notar el tacto, se estremeció. Había algo que lo hacía temblar¿por qué algo tan inocente y bonito como la cuna de un bebé inspiraba tanta oscuridad y tristeza? La bordeó y frente a ella, descubrió una chimenea sucia y cubierta de cenizas.

Se acercó a ella y vio un saquito con polvos flu. No sabía porqué, pero tocó los restos de ceniza que habían y de nuevo sintió una sacudida eléctrica. Lo sabía, no se lo habían dicho, pero podía sentirlo, aquello eran los restos de polvos flu que Sirius había utilizado para comunicarse con Chris la noche en la que murieron sus padres. Las cenizas de aquella llamada...

Se levantó rápidamente, alejando aquellos pensamientos de su mente y centró su atención en lo que había en el suelo. Se agachó y cogió la manchada y estropeada sábana de bebé. Tenía dibujos de una snitch dorada. Se la llevó a la nariz, aún olía a colonia de niño, un olor que le resultaba terriblemente familiar. ¿Cómo era posible que se conservara el aroma después de tanto tiempo? Era como si la magia de Christine lo hubiera logrado, pero no tenía ningún sentido. ¿Cómo estaba él seguro de qué la última persona que había tocado la sábana era su profesora?

La dejó nuevamente en el suelo y abrió la pequeña caja de música. Rápidamente, el sonido de una melodía melancólica llenó la habitación. Era una canción triste, sin letra, que se acompasaba con una media luna que daba vueltas en la caja. Esa canción también le era conocida. Ahora estaba totalmente seguro, en aquella casa debía de haber vivido un bebé. ¿El hijo de Chris y Dani¿Pero dónde estaban ahora? Quizás, después de la muerte de sus padres, Dani se había enfadado con Chris, había cogido a su hijo y ambos se habían marchado. Pero de ser así, Harry no comprendía porqué su profesora no había luchado por recuperar a su hijo, cualquier madre lo habría hecho, habría recorrido el fin del mundo con tal de recuperarlo. Pero Chris era tan fría...no podía concebir que una persona como ella pudiera darle cariño a un bebé, por eso tal vez, nunca lo buscó, por eso Dani se marchó.

Unos pasos le interrumpieron los pensamientos. En el marco de la puerta, apareció Christine con el rostro crispado de rabia. Harry se asustó al verla en aquel estado. Con unas zancadas rápidas, se acercó a la caja de música y la cerró de golpe, haciéndole tropezar hacia atrás.

¿No te han dicho nunca que no se deben tocar las cosas de los demás- bramó enfadada. Los ojos se le salían de la órbitas y temblaba de furia.

Yo...yo... -Harry nunca había tenido tanto miedo. Ni siquiera Lord Voldemort podía inspirar con su mirada, la dureza que profesaba Christine en aquellos momentos.- No era mi intención...lo lamento.- La mujer soltó un aullido de indignación y recogió del suelo la sábana y la caja de música. Las hizo desaparecer debajo de su túnica y se encaminó hacia la salida.

Vamos.- ordenó con una voz que no admitía discusiones. Harry se levantó del suelo rápidamente y corrió para alcanzarla.

La profesora caminaba a una velocidad fugaz, así que una vez salieron de la casa y la cerró mágicamente, comenzó a andar por la colina en dirección a la tercera parcela. A Harry le dolía el costado de caminar a tal velocidad y tenía flato.

¿Podemos ir más despacio- protestó. Como Christine no respondió, Harry corrió hasta alcanzarla.¡Oye, Chris! En serio, no quería tocar nada de tu casa, pero es que me resultaba familiar, eso es todo...

¿Eso es todo- escupió indignada. La ceja emitía una leve tintineo, parecido al que también se le producía a la profesora McGonagall.¿Tienes idea de lo que significan esas cosas para mí¡Aprende a meterte en tus asuntos!

Está bien, lo haré.- prometió Harry algo molesto por la actitud arrogante de la mujer.- Pero sabría mejor las cosas si me explicaras...

¡No hay nada que explicar¡Son cosas que no incumben para nada a tu misión! Y las cosas que estén fuera de eso no tenemos porqué discutirlas tú y yo¿has entendido?

Perfectamente.- respondió Harry fríamente.- Te lo recordaré por si en alguna ocasión eres tú la que...

¡Cállate y camina-ordenó de nuevo.- Soy yo quién tiene que recordarte continuamente las cosas.

Harry arrugó la frente, pero obedeció. No tenía opción cuando se enfrentaba en palabras a Christine. Tal vez se había inmiscuido demasiado en su privacidad, pero ella también lo hacía, después de todo. Aunque las cosas eran distintas, Chris no le preguntaba por un osito de peluche que le gustara o a quién consideraba su mejor amigo, sino cosas sobre sus sentimientos, todo acerca de la misión. Sí, habían hablado de Ginny, pero porque era algo que afectaba a la guerra, no pasaban de una relación meramente profesional, nunca habían llegado a profundizar en una amistad. ¿Pero quería él realmente eso? Todavía dudaba si dejar o no a Christine con vida después de que acabara con Voldemort, en el caso que siguiera vivo para entonces, seguía teniendo un enorme rencor hacia ella por lo ocurrido y no era capaz de olvidar los supuestos gritos de su padrino, rogándole a una Christine arrogante y despreocupada, que fuera a la casa de los Potter. Habían tenido una estrecha relación, pero él seguía sin querer que evolucionara a algo más, la odiaba, sí, la odiaba con toda su alma, pero estaba dispuesto a hacerse a un lado, siempre y cuando, después de que todo aquello acabase, Christine saliera de su vida y no volviera a verla jamás.

Ella era una mujer fría e indiferente, que sólo le había regalado dolor y desprecio, sí, también una oportunidad de salvar a sus seres queridos, pero eso no quitaba lo otro.

Volvió a alejar los pensamientos de su cerebro y se limitó a caminar un poco más rápido hacia la tercera y última casa, la suya propia.

No tenía ninguna gana de entrar allí¿o sí quería? No podía evitar pensar que ese había sido su hogar, que allí había sido feliz, el único lugar donde había tenido amor y cariño, el amor de sus padres.

¿Te gustó la espada que te regalé por Navidad- preguntó de repente Christine. Su voz seguía siendo gélida, pero el tono se había suavizado.

Sí, pero no entiendo aún qué significa. Esta espada la saqué en mi segundo año, para vencer a un basilisco, se supone que es de Dumbledore¿la robaste de su despacho?

Dios me libre.- se alarmó Christine.¿De veras crees que le hubiera robado la espada a Dumbledore? De ninguna de las maneras. Pero él me la regaló hace algún tiempo, como sabe que soy un arcángel y que los arcángeles las usamos, me la dio para luchar. Pero yo ya tengo una espada, la mía fue un regalo de mi padre y llevo usándola tanto que me he acostumbrado a ella, no sabría utilizar otra. Pero esta espada es de un material maravilloso, un tipo de acero que dejaron de fabricar en el siglo XV, así que es una pena desaprovecharla. Necesitas una espada muy buena si quieres cargarte a los mortifagos y todo su ejército, así que por eso te la regalé, además, ya estás habituado a usarla...

Gracias.- contestó Harry simplemente.

Llegaron hasta la tercera casa. Era, sin lugar a dudas, la que más oscuridad desprendía. Como si quisiera recordar que allí, hacía quince años, se había cometido un doble asesinato. No contrastaba para nada con el resto del pueblo, aunque antaño había sido quizás, la más bella y cuidada de todas y también la más grande e imponente.

Christine también pareció dudar cuando llegaron a la verja. Igualmente era alta, tanto como la de la casa de Sirius. Estaba cerrada por una cadena con candado. Repitiendo lo que había hecho en las dos anteriores ocasiones, la mujer sacó el manojo de llaves e introdujo la tercera y última en la cerradura.

Con un estrépito, la cadena resbaló y cayó hasta el suelo. La profesora empujó la pesada verja y ésta se abrió con un crujido desgarrador, que ponía los pelos de punta. Entraron.

Igual que en las dos casas anteriores, el jardín era un lugar grande y hermoso. Los frondosos árboles crecían con naturalidad en la pineda, los pájaros revoloteaban, las ardillas jugaban, de pronto, todo el lugar había dejado de ser tenebroso y oscuro, para convertirse en un paraje que transmitía, aunque melancolía, paz al mismo tiempo. Era como si el regreso de Harry hubiera cambiado las cosas.

También habían columpios al lado de la piscina y en un porche se distinguía una pequeña mesa de madera, con cuatro sillas del mismo material.

La puerta de entrada era blanca. Todavía conservaba el color, aunque estaba oscurecido. Estaba abierta. Nadie se había preocupado de cerrarla después del asesinato de los Potter. Se mantenía tal y como Voldemort la dejó.

Harry se frotó los brazos. Tenía frío. En el Valle de Godric no nevaba, seguramente debido a la proximidad con el mar, aún así, la brisa que provenía del mismo, congelaba.

Christine empujó, ligeramente, la puerta con el pie. También hubo un chirrido, que provocó que los pájaros que estaban en los árboles más cercanos, emprendieran el vuelo, asustados. La entrada estaba llena de hojas, que habrían sido traídas por el viento y todo estaba igual de sucio que en las otras dos viviendas. Harry siguió a su profesora por el recibidor. El espejo de la entrada estaba roto y los pedazos se habían esparcido por el suelo. Llegaron hasta el comedor. Harry se apoyó en el marco de la puerta, respirando con dificultad. Ahí era donde James Potter había muerto, Harry lo había visto en sus propios recuerdos un centenar de veces e incluso había tratado de evitarlo, pero sólo era un asombra invadiendo su propia mente.

Recordaba la mirada de su yo bebé al subir las escaleras en brazos de su madre, que lloraba desesperada. Los restos de la pelea eran palpables en el ambiente. Los muebles estaban rotos y desparramados por el suelo, había grietas en las paredes, y algunas de ellas se habían derrumbado, incluso a través de algunos ladrillos rotos del suelo, la maleza trataba de colarse sin mucho éxito.

Harry miró al techo. Faltaba una parte de la casa, que dejaba entrever el cielo azulado del mediodía. Se sintió impotente. No podía hacer nada por cambiar aquel lugar, eran los últimos restos de sus padres...

Voy a buscar los papeles, Harry. susurró Christine discretamente. Parecía que hacía un tremendo esfuerzo a cada palabra que pronunciaba.

Harry ni siquiera se molestó en asentir. Sintió una sacudida y subió corriendo las escaleras hacia el primer piso, donde estaban las habitaciones. Un tercero constituía el desván y una pequeña terraza.

Recorrió los pasadizos hasta detenerse en la puerta de la que había sido su habitación, durante su primer año de vida. Aquel lugar era, sin duda, el que peor parado había salido. No tenía techo alrededor de donde, justamente, estaba la cuna de un bebé. Era lo único que seguía intacto. No obstante, se podía apreciar lo que había sido una habitación preciosa. Había varios pósteres colgados en las paredes, aunque ninguno de ellos se había librado de las quemaduras producidas por la maldición. Todos eran de quidditch. Seguro que James había sido el causante de ello. Los armarios también estaban destrozados, la ropa de bebé estaba esparcida en lo que quedaba de ellos y en el suelo.

Harry se acercó y cogió unos peucos de color azul. Eran preciosos. Sintió unas terribles ganas de llorar, pero se dio cuenta de hasta donde lo habían llevado sus pensamientos y se contuvo. No era el momento de sentimentalismos.

Las estanterías también se habían estropeado. Estaban descolgadas de las paredes y los peluches u objetos que estaban en ellas, se habían desperdigado por todos lados.

Dejó de mirar por los rincones y se fijó por primera vez, en serio, en la cuna. Era muy parecida a la que había en casa de Christine, únicamente que de uno de los laterales colgaban unas media lunas que al accionar un botón, comenzaban a rotar emitiendo un sonido apacible. Harry no tuvo el valor suficiente como para escuchar de nuevo una canción triste, así que no las tocó. Pero sí pasó una mano por las colchas y la cabecera, donde su madre lo había dejado segundos antes de morir. Su madre...la persona que le había salvado la vida, entregando la suya propia.

¿Muchos recuerdos-una voz áspera sonó desde el umbral de la puerta.

No-contestó Harry con frialdad.- No recuerdo más que flashes y momentos que tú misma me has enseñado...

Mejor así. Eso evitará que sueñes con lo que ocurrió aquella noche...

No obstante, aquella noche la recuerdo perfectamente. Muy amablemente, te has encargado de ello.- Christine se dio la vuelta sin tomar en cuenta las duras palabras del muchacho.

Vamos, no hemos comido nada en todo el día. Iremos a un restaurante.

¿Aquí en el pueblo- se extrañó Harry, alzando una ceja. ¿No me reconocerán?

Te aseguro...que no eres el mismo, Harry Potter.- una sonrisa sarcástica se asomó por el rostro duro de la profesora.

¿Has encontrado los papeles- le preguntó Harry mientras se aseguraban que la verja estuviera bien cerrada.

Sí, estaban en la habitación de tus padres...- Christine le entregó unos pergaminos algo desgastados, que guardaba en la túnica.- Ten.- sacó del juego de llaves la de su casa y le tendió las demás.- Ahora podrás venir cuando lo desees...- Harry se las guardó en el bolsillo y lo mismo hizo con los documentos, ya los revisaría con más calma.

Volvieron colina abajo, en dirección hacia le pueblo. Christine quería ir a comer a un viejo restaurante donde solía ir junto con sus amigos y seguramente ya la habrían olvidado. Según ella, también había cambiado mucho. Harry se percató, mientras hablaba con ella de su cambio, que en la casa de la profesora no había ni una sola fotografía colgada. Habían cuadros y marcos vacíos, pero ningún indicio de que un hombre y un niño pequeño hubieran vivido allí.

Caminaron durante veinte minutos. Harry no estaba cansado, le resultaba agradable la paz que desprendía el Valle de Godric y le era realmente difícil asimilar que, una vez, se convirtió en el blanco de un doble asesinato. ¿Por qué un lugar en el que se había sembrado el pánico podía estar ahora tan calmado? Todas las tiendas estaban abiertas, pese a que era Navidad. Ningún habitante del pueblo parecía querer tomarse vacaciones, eran amables, saludaban cuando ellos pasaban y tenían muchas ganas de trabajar.

Al fin, llegaron al restaurante. Era un lugar acogedor, con mucha luz y abarrotado de gente. Se llamaba "Godric's Hollow".

Comeremos fuera.- anunció Christine al camarero de la barra, un hombre bonachón con un delantal blanco y un gorro en la cabeza, pese a que dentro estaba todo muy iluminado. Quizás era discreción lo que pretendía la profesora, puesto que en la terraza no habían más que un par de mesas ocupadas, aunque no se resguardarían del frío.

Como deseen, Madam- respondió cordialmente el señor. Christine condujo a Harry hasta una de las mesas y ambos se sentaron a esperar. El camarero vino inmediatamente y les trajo la carta.

Puedes pedir lo que quieras...invito yo...- murmuró Christine concentrada en el menú que le había dado el hombre. Harry abrió el suyo y comenzó a leer. La boca se le abrió ligeramente. Aquel debía ser el restaurante más caro de toda Gran Bretaña puesto que los platos eran dignos de la casa real. Los Dursley nunca habían sacado a Harry a cenar y él no estaba acostumbrado a tanto lujo, pero sabía una cosa, dónde mejor había comido había sido en la Madriguera, con los exquisitos platos de la señora Weasley. -Yo quiero...arroz de langosta, escalope con salsa roquefort y el mejor vino de la casa... -susurró Christine cerrando la carta y depositándola a un lado. Al instante, los platos que había pedido aparecieron como de la nada. ¿Qué ocurre, Harry¿Por qué no pides...?

No sabía que íbamos a comer en un lugar tan lujoso.- respondió entre risas, y concentrándose una vez más en su comida, añadió.- Para mí...una pizza cuatro estaciones con salsa boloñesa y una cerveza de mantequilla. -inmediatamente, tal y como había sucedido la vez anterior, los platos se materializaron en la mesa. Christine miró la pizza que Harry había pedido con el entrecejo fruncido.

Harry...te llevo al mejor restaurante de todo el Valle de Godric y tú pides...¿una pizza?

Exactamente.- sonrió el muchacho complacido, mientras cortaba con el cuchillo una porción.- Siempre he querido comer pizza como cualquier otro adolescente de mi edad y he visto la oportunidad...este restaurante tiene toda clase de comidas...- Christine no dijo nada más, se concentró en su arroz de langosta, pero una sonrisa melancólica se había asomado en su rostro, cuánto le habían robado al hijo de su mejor amiga...

Siguieron comiendo en silencio durante un rato más, ambos pensando en lo que acababan de ver y sentir en las respectivas casas. El restaurante se fue llenando más y más, pero tal y como Christine había asegurado, nadie podía reconocerlos.

Ya sabes, cuando vayas a cubrir algún ataque procura lanzarle el encantamiento a la capa de Sirius, para que no se te mueva al pelear. -Christine había comenzado a hablar de la misión.- El aspecto no hará falta que lo varíes porque nadie te reconocer�, ya lo has visto. Tienes el pelo mucho más largo, ya no usas gafas y tu rostro es más maduro, además, también has crecido de estatura...

¿Estás segura de que nadie de la Orden me reconocer�- Harry había repetido nervioso aquella pregunta un centenar de veces.

Ya te he dicho que no.- gruñó Christine exasperada, dando un sorbo a su copa de vino.- Hasta tu forma de hablar es distinta. Hasta ahora has estado fingiendo con ellos, creen que estás traumatizado por la muerte de Sirius y el asunto de la Profecía...si actúas como hemos acordado no habrá ningún problema.

No entiendo porqué hablamos esto aquí, Chris, podrían estar escuchándonos...- Harry miró de un lugar a otro con nerviosismo.

Tranquilízate, me he asegurado de que mis barreras de energía impidan que nos escuchen...como ves, tienes que aprender a tomar ciertas precauciones...

Vale¿y con la moto? Sabes que prefiero usarla a aparecerme siempre. Si lo hiciera a menudo podrían detectar la magia, aún estando en Hogwarts. Los espías siguen sueltos...

Entonces cámbiale el color...- propuso Christine.- Modérala a tu gusto...

¡Es la moto de Sirius, no pienso causarle ningún daño- protestó Harry enfadado. Pese a todo, era muy susceptible cuando se trataba de las pertenencias de su padrino.

No la dañará...volverá a la normalidad cuando invoques el contra hechizo...- la voz de Christine sonaba aburrida y monótona.

Está bien- cedió Harry.

Otra cosa...- murmuró la profesora dando un nuevo sorbo a la copa de vino.- Podrías enviar a Ares tras la pista de algunos reconocidos mortífagos...únicamente para que los siga y los inspeccione...sabes que el poder de Ares se sale de las limitaciones de los de su especie. Es cauto y sigiloso, nadie notará su presencia...- una cínica sonrisa cubrió el rostro de Harry.

Ya me he adelantado a tu propuesta. Envié a Ares, pero a seguir los pasos de Draco Malfoy.,

�-Harry...-Christine lo miraba con desaprobación.

Tranquila, no voy a hacerle daño...por ahora...- esto último lo dijo en un susurró apenas audible.- pero necesitaba saber si estaba informando a Voldemort...

¿Y qué has averiguado?

Tuvo una reunión con su padre en la que le dio cierta información...algo muy importante...el problema... -continuó con el rostro ensombrecido y dejando de lado su pizza.- es que no he podido averiguar cuál era esa información...

Ve con cuidado, Harry.- le advirtió Christine.- Malfoy es un mortífago muy peligroso y si la información era de sumo interés, seguro que Voldemort está enterado...

Sí, estoy de acuerdo.- confirmó el muchacho, balanceando su jarra de cerveza de mantequilla. -Me preocupa que pueda saber algo acerca de lo nuestro...

No- negó Christine con rotundidad. -De eso me he encargado personalmente. He tenido que utilizar una gran cantidad de mis poderes para evitar que pudieran haber sospechas, pero he logrado mi propósito.

Sea como sea, ahora podré vigilar mejor a Malfoy...- musitó Harry, mordiendo un trozo de pizza.

Bien...yo no te acompañaré a las misiones, pero me presentaré allí siempre que note un ataque. Si fuéramos juntos nos relacionarían...no, prefiero que Voldemort dude acerca de que tú y yo nos conozcamos, aunque seamos ambos arcángeles. Él sabe que nunca me han gustado los de mi especie y que no tengo relación con ellos...pero seguro que acabará descubriendo que esto es obra mía, lo que no debe saber jamás, es quién eres tú.

Me encargaré de ello.- aseguró Harry con convicción.- Ni él ni nadie lo sabrán nunca.

Volvió a reinar el silencio durante unos minutos más. Harry ya había devorado tres cuartas partes de su pizza y pedido su segunda cerveza de mantequilla. Chris comía con mucha más parsimonia, como si quisiera aprovechar ese paréntesis que habían tomado, antes de empezar con la verdadera batalla.

Harry se había quedado muy callado. Tenía una mirada muy diferente a cuando ella lo conoció, era una mirada adulta, dura, era simplemente...distinta.

¿Qué es lo que piensas- le preguntó repentinamente. Harry apartó la vista de la calle mayor del pueblo para centrarla de nuevo en su profesora.

Se me hace extraño estar en este lugar...eso es todo.- respondió escuetamente.- Hay momentos en los que recuerdo algo, sin embargo, no puedo materializar ninguna imagen nítida. No sabía que habíais vivido aquí todos juntos. Sirius nunca me lo dijo.

James y Sirius habrían sido incapaces de separarse.-explicó Christine distante. También ahora observaba el pueblo con un deje de nostalgia.- Prácticamente, tu padrino se pasaba el día en tu casa, y he de reconocer...que yo también. Queríamos estar juntos para siempre, así que decidimos venirnos a este lugar, al Valle de Godric. Ahora es mucho más grande y popular, pero antaño era una pequeña aldea...con muy pocos habitantes aunque todos muy amables.

¿Y por qué Lupin no vivió también aquí- Harry se extrañó de que el ex profesor no quisiera estar con sus amigos. Christine sonrió amargamente.

Parece mentira que no conozcas a Lupin todavía, Harry.- Harry arqueó las cejas.- Lupin proviene de una familia humilde, muy distinta a lo que fueron las de tu padre y tu padrino. Él no tenía suficiente dinero como para comprarse una casa aquí en el valle de Godric, he de decir, que por entonces eran bastante caras...porque era un lugar enteramente de magos, tal y como lo es Hogsmade. Sirius insistió en que se fuera a vivir con él, que no había problemas, que él no quería estar tan solo, pero Lupin se negó. Ya sabes como es, sobretodo respecto a su enfermedad y consideró que sería muy peligroso. Por entonces, no existía todavía la poción matalobos y en su casa, sus padres tenían habilitado un lugar para sus transformaciones. Así que continuó viviendo con ellos.

¿Lupin es un mago de sangre limpia- quiso saber Harry.

No, su padre era muggle.- informó Christine. Había vuelto a coger la carta para revisar los postres. Harry la imitó, pero no desvió la conversación.

¿Y vivían en un barrio muggle?

Sí, la casa de Lupin está en el centro de Londres, muy cerca del ministerio de magia, pero un barrio totalmente muggle y bastante humilde.

¿Entonces cómo le pudo morder un hombre lobo-quiso saber Harry.

Eso-respondió Christine mordazmente.- tendrás que preguntárselo a él.¿Por qué esa curiosidad repentina acerca de Lupin- Harry se encogió de hombros.

Me vino a la cabeza. -Harry cerró la carta y con voz clara pronunció¡Profiteroles con chocolate caliente- un plato con cuatro pasteles rellenos de nata y cubiertos con un finísimo chocolate aparecieron ante sus ojos. Harry dejó la carta sobre la mesa y cogió la cuchara para comenzar a devorar su exquisito majar.

¡Contesa- exclamó Christine. y una tarta helada de nata y chocolate se materializó en la mesa.

Comieron el postre sin entablar mucha conversación, disfrutando de las delicias del restaurante. Cuando terminaron, Christine pidió la cuenta y el camarero bonachón se acercó a cobrarles. La profesora pagó todo y dejó una excelente propina, a pesar de que Harry protestó porque quería ayudar con los gastos, pero al parecer, Christine también venía de una familia muy adinerada. La túnica que vestía era un claro ejemplo de ello.

¿Qué te parece si vamos de compras- preguntó la mujer mientras dejaban atrás el restaurante.

¿De compras- Harry estaba muy extrañado con su actitud. ¿Qué te pasa hoy- Chris lo miró seriamente, antes de detenerse en medio de la calle.

Mira...hemos tenido muy poco que disfrutar, Harry, y tú mucho menos. Ahora que es cuando empieza la batalla de verdad lo único que quería es que te lo pasaras bien por un día...

¿Por si muero-inquirió él bruscamente. Christine realizó un gesto de incomodidad.

Eso no pasará. Soy tu arcángel y mi deber es proteger tu vida...aún a costa de la mía...

¿Entonces eres tú la que vas a morir-la mujer cerró los ojos y respiró hondo.

Venga, vayamos a comprar algo decente para que te pongas. Llevas la ropa de Sirius de cuando tenía tu edad, creo que los Dursley nunca te han comprado ropa propia, así que es hora de hacer un cambio en el vestuario. ¿Y qué tal unas gafas de sol?

De acuerdo.- aceptó Harry un poco pensativo por lo que acababa de ocurrir. Christine no le había dado una respuesta.

No obstante, cuando se perdieron entre las tiendas de ropa y de complementos, Harry coincidió con su profesora en que había sido una idea genial. Nunca había vivido la experiencia de comprarse ropa que le gustara realmente, salvo las túnicas de Hogwarts, así que no tenía idea cuáles estilos le agraciaban o los que estaban más de moda. Eso no parecía ser un problema para Christine, ella también se probaba ropa y le preguntaba a Harry si le gustaba como le quedaba, por un momento, se habían olvidado de quiénes eran y por lo que estaban viviendo, eran como madre e hijo en un día normal de fiesta. La profesora había dejado atrás su máscara de frialdad y había mostrado alguna que otra sonrisa e incluso bromeaba y Harry había olvidado que la persona que tenía delante había sido la única que habría tenido una oportunidad de salvar a sus padres.

Harry compró como nunca antes había comprado. Tanto ropa muggle como de mago: túnicas, vaqueros, jerséis, camisetas, abrigos, capas, gorras, zapatillas...de todo. También se compró unas gafas de sol negras, que estrenó mientras subían la calle mayor y se sentaban en un banco a tomar unos helados. Ya atardecía para entonces.

No parece que haya una guerra detrás de esta utopía... -comentó Harry mientras relamía la menta de su bola de cucurucho.¿Cómo puede ser que la gente de este pueblo esté tan tranquila cuando hay personas que mueren todos los días¿No tienen miedo de ser los próximos- Christine se pensó la respuesta detenidamente. Desde los bancos donde estaban sentados se podía ver el acantilado del mar y sentir la brisa helada que subía hasta el rinconcito de la montaña.

No, aquí nadie tiene miedo, Harry.

¿Por qué?

Porque este es un lugar seguro.-ç Voldemort se juró no volver a poner un pie aquí cuando ocurrió aquella fatídica noche. Siempre que oye el nombre del Valle de Godric se estremece, no quiere saber nada de este lugar, no quiere encontrarse con su pasado...evidentemente, sólo los aldeanos de este pueblo saben que es un lugar seguro, en el que jamás pondrá un pie de nuevo. Si la gente del mundo mágico descubriera su secreto, todos querrían venir aquí y entonces esto dejaría de ser un lugar de paz y estabilidad. Aquí no existen las guerras ni el dolor, todo el mundo ríe y ayuda al prójimo...es, como tú lo has dicho, una utopía...Mantienen viva la llama de esperanza que les brindaste aquella noche, Harry, en sus corazones, el apellido Potter siempre estará presente y así, de padres a hijos se irá transmitiendo...tú creaste este lugar de armonía, tú les regalaste este pedacito de alegría, este siempre será por eso, un lugar seguro. De hecho, si un día vas a la plaza, verás como hay tres estatuas en el centro, una en honor a tu madre, otra a tu padre y otra a ti.

Suena precioso...- susurró Harry con sarcasmo.- Pero a costa de mi infelicidad...tampoco es justo que otros lugares sufran muertes y dolor...

No, no lo es- confirmó Christine.- Por eso estamos aquí...por eso estás tú aquí, Harry, para devolver esa esperanza al resto del mundo...

Terminaron el helado en silencio. Cuando el sol estaba a punto de ponerse por completo, llegaron hasta el coche, que habían estacionado frente a la tienda de animales mágicos y antes de subirse, Harry echó una última mirada al pueblo y más concretamente a la discoteca que había enfrente. Pensó en Ginny, en lo mucho que le gustaría aquel lugar y en que le hubiera encantado llevarla alguna vez a esa discoteca, aunque no bailara bien, únicamente para experimentar en su piel, lo que era ser un adolescente normal, algo muy parecido a lo que había sido aquel día.

Christine arrancó el coche y bajaron por la estrecha carretera hacia el acantilado. No hablaron mucho durante el viaje, ambos recordaban lo bien que se lo habían pasado, y el cambio de actitud el uno con el otro en ese día. Tampoco escucharon música, ni siquiera el recuerdo de que dos días después llegaría Ginny y Harry tendría que romper con ella, pudo enturbiar la paz del momento, en el que el aire le golpeaba directamente en la cara y lo llevaba a un mar de sentimientos, que creía perdidos...

N/A: Olasss! Lo prometido es deuda y debido la gran suma de reviews recibidos, mi inspiración crece y también mis ganas de superarme con otro capi más! Como veis me ha dado últimamente por poner canciones, jejej, pero es sólo porque esta me gustaba mucho y creía q concordaba bien con la historia. Para los interesados, se llama "La princesa de mis sueños" y es de OBK.

Bueno, os he regalado un poco de alegría en este capi, como veis, Christine y Harry logran llevarse bien aunque sea un única tarde!

En el siguiente capi veremos por fin como Harry y Ginny rompen, ocurriendo algo con lo q ni siquiera Christine contaba. Hermione tratara de consolar a su amiga y juntas llegarán a una conclusión muy interesante...Veremos también la reacción de Malfoy y el resto del colegio a la ruptura de Harry y Ginny y puede q llegue a oídos del mismísimo Dumbledore...!

Bueno, me he ido mucho de la lengua, espero q os haya gustado y como siempre mi más sincero agradecimiento por vuestra dedicación a mi fict.

Ah! Casi se me olvida, agradecer a todos los q me respondieron la pregunta sobre Chris y Lupin y formularon teorías muy muy interesantes, cuidaos mucho y nos vemos en el próximo capi!