Olassss gente! Cómo estamos? Espero que muy bien. Yo muy muy ocupada, mil perdones por haber tardado tanto, ya lo sé soy una desconsiderada y más después de tan buenos reviews y tanto. Pero prometo q el próximo capi lo subo muy rápido. En fin, nada más, q contesto los reviews y os dejo. Besazos!
Jan Black: Olasss! Muchas gracias, eres muy amable conmigo, jajaja. Aquí tienes el nuevo capi, vale, he tardado un poquillo más, pero voy a tratar de ir más rápido. Besos!
Derichbin: Olasss! Muchísimas gracias! Jajajaj. Me salió sin pensar esos toquecillos de humor, la verdad. Me encanta un Harry irónico, ajaja y más con Snape. Venga, un beso!
Manuel: Gracias, hombre! Soy de España, concretamente de la ciudad levantina de Valencia.
Gandulfo: Muchas gracias, lo intentaré!
Dany-Kanuto: Graciass! Trato de contestarlos siempre, pero el poco tiempo q tengo me mata y prefería q tuvierais capi sin reviews a no tenerlo.
Catalina: Muchas graciasss! Sí, se porta fatal, pero lo hace sólo para que Ginny lo odie y no sufra, pobrecillo. Gracias por el apoyo!
Veruka: Olasss! Sí, subí un nuevo capi. Hay q entenderlos a todos desde su posición, porque en el fondo, todos tienen su parte de razón. Pero verás como lo q ha hecho Christine tiene mucho sentido al final. Y bueno, madre mía, esperas un final muy pasteloso, jaajja, no sé yo si será tan bonito. Besos!
Barby-Black: Olasss! Sí, pobre Harry, la verdad. Todo le sale mal y encima el castigo con Snape, jajaj. Lo tendrá difícil el chico, pero bueno, en este capi ya empieza la acción. Me alegro q te guste el otro fict. Besazos!
Deathforc: Olass! Muchas gracias. Jajaja, A una amiga mía tampoco le gustan los H/G y también la pobre siempre acaba leyendo ficts sobre ellos. Besos!
Paola Carrera: Muchas graciasss! Eso sí q es un halago. Hago lo q puedo, jaajja. Tomo nota de tu correo. Besos!
RowenaMalfoy: Gracias! Es genial oír estas cosas, de verdad, sois muy buenos conmigo, jajaa. Voy a tratar de actualizar mucho más rápido, lo prometo. Dew!
Coranamenta: Olasss! Me alegro q te guste! Para poner un nuevo capitulo tienes q ir a log in y luego a document manager, poner el número del capi y luego darle a examinar y subirlo. Espero haberte ayudado!
Virgi: Olasss! Me alegro q te haya gustado tanto! Gracias por el review! A ver, Harry cambia, pero pasa tiempo desde eso, lo que pasa q no pongo día a día en tiempo real. Pero ten en cuenta q desde principio de curso hasta Navidad Harry está haciendo unas clases intensísimas con Christine y lo q le ha pasado es para cambiar. Lo del animal lo has acertado, es una serpiente, ajajaj. Y bueno, madre mía debes de ser vidente, jajaja, sí, también acertaste el motivo por el cual no acude, aunque de eso no se hablará claramente hasta el final. Besazos!
Maga y Angls: Olass! Ufff, cuanta imaginación, jajajaaj. Va a ser q no, lo siento, pero no has acertado en nada de lo que dijiste. Dale tiempo al tiempo y veremos como actua Harry, eso sí, en este capi tienes una muestra importante de ello. Besos!
Fweasley: Olas! Jajaj, sí, pobre Harry, pero los demás no van a saber que todo esto lo ha causado Christine, así q no se encararán con ella. En fin, no te preocupes q Harry no saldrá montado en escoba, quizás en otra cosa mejor,..jajaaj, besos!
D.Alatriste: Olasss! Aquí por fin tienes algo de acción, jajaj, es el comienzo de todo. No te preocupes q ahora será Harry qien de las estocadas. Y el castigo con Snape, jajaja, ya lo verás.
Tagasuki: Olass! Muchas gracias! Me alegro q te haya gustado. En efecto, tengo un fict con Pekenyita y con Crisy Weasley, se llama Herencia de Merodeador, espero q te guste. Besos!
Aleblackmoon: Hello! Muchas gracias, me alegro q te haya gustado. Espero q no dejes de dormir por mi culpa, jajaja. Trato de hacerlo lo mejor posible, espero seguir así. Besos!
CAPÍTULO 25: ESCRITO EN VERDE ESPERANZA.
El sonido del rugido de una moto voladora surcaba los cielos del centro de Londres. Su dueño, volaba a una velocidad no permitida y bastante arriesgada, pero parecía que disfrutaba enormemente del paseo.
Cuando encontró el punto que buscaba, viró hacia abajo y aterrizó derrapando en una estrecha calle, sumida en la oscuridad. Hizo un caballito en el aire y la moto se detuvo bajo una oleada de chispas.
Un extraño individuo bajó de ella. Era alto y delgado, vestía todo de negro y tenía el rostro sumido en las sombras gracias a una capa con capucha que le cubría la cabeza, también de color oscuro.
Sacó una fina varita del bolsillo y tras musitar unas palabras inteligibles, la moto se redujo a una miniatura, que el hombre guardó en uno de sus bolsillos.
Miró hacia el cielo. Era una noche fría, pero despejada. Las estrellas centelleaban y la luna era redonda y brillante.
El hombre caminó, produciendo un leve taconeo y un frufrú con su capa, hacia el interior de la penumbrosa calle. Cuando llegó a un local, en apariencia abandonado, abrió la puerta y entró. El chirrido de ésta al cerrarse, alertó al tabernero, que saltó de la barra y apuntó temblorosamente al individuo encapuchado.
¿Quién...quién es usted? Le advierto que aquí no hay nada que llevarse...- el dueño vio como una sonrisa se esbozaba en el rostro oculto del extraño individuo. Era lo único que alcanzaba a ver.
Cálmese, sólo vengo a tomar una copa...
Disculpe...señor,- se excusó rápidamente el tabernero y se colocó nuevamente, detrás de la barra.- Pero en los tiempo que corren toda precaución es poca.
Estoy de acuerdo...- se limitó a decir el hombre y se sentó en una de los altos taburetes de la barra, observando todo a su alrededor.- ¿Por qué está este lugar tan vacío? Siempre lo he recordado bastante lleno...
¿Ya ha estado alguna vez aquí?- inquirió el tabernero.- Dígame¿qué va a tomar?
Un Whisky de fuego por favor...sí, Tom, estuve aquí hace algún tiempo...
Lo lamento, pero no lo recuerdo.- el dueño se encogió de hombros mientras depositaba un vaso vacío y limpio en la barra y lo rellenaba de un líquido amarillento.
Bueno...se puede decir que entonces no era la misma persona.- Una nueva sonrisa se asomó por el encapuchado. Tom escudriñó los ojos, pero no logró encontrar un parecido con nadie que conociese. Ni siquiera por la voz del hombre, que era fría e indiferente.
¿Es usted extranjero?
No, he nacido en Londres.
Es extraño...- murmuró Tom.- Porque si ha estado aquí debería saber lo que ocurre desde que el-qué-no-debe-ser nombrado retornó...
He oído algo... -murmuró el hombre.- pero no me imaginaba que encontraría este lugar así...¿también el Callejón Diagon está tan deshabitado?
En efecto..- confirmó el tabernero con una voz ronca.- Los negocios van de mal en peor...la gente no se atreve a aparecerse por aquí si no es una necesidad...compran mensualmente y la mayoría vía lechuza...si esto continúa así tendré que cerrar...
No me gustaría que lo hiciera...- susurró el hombre dando un sorbo a su vaso de Whisky. -Tal vez las cosas cambien muy pronto...
¿A qué se refiere?
Pronto lo averiguará. Tenga fe, quizás caiga una estrella...- fríamente, el encapuchado soltó una carcajada que congeló al tabernero. Apuró el último trago y tras dejar unas monedas sobre la barra se levantó, dispuesto a entrar en el Callejón Diagon.
¡Un momento, señor!- lo detuvo Tom anonadado.- ¡Se deja el cambio!
Quédeselo...- murmuró el hombre.
Pero...¡aquí hay dinero para comprar veinte botellas de Whisky!
Considérelo un regalo...por los servicios del pasado...- el hombre llegó hasta la pared de ladrillos y tocó los correspondientes con su varita, haciendo que el muro se abriese por el medio y dejara ver una entrada al codiciado callejón.
¿Quién es usted?- preguntó Tom antes de que el encapuchado entrara. El hombre se dio la vuelta y tras sonreír sinceramente una última vez, dijo:
Muy pronto...lo sabrá...
El hombre cruzó el umbral del muro y desapareció entre las sombras de la noche. Tom se quedó mirando como las piedras se cerraban detrás de él, pensando en las últimas palabras de aquel individuo, pero por mucho que se comió la cabeza, no logró asociar su voz, su sonrisa y su aspecto a nada que hubiera conocido.
El encapuchado siguió caminando únicamente observado por las estrellas de la noche, observando cada rincón con la boca ligeramente abierta. Toda la calle estaba desierta y sucia, varias bolsas de basura estaban extendidas por los rincones, visiblemente abiertas. La negruzca había consumido las paredes de los antes inmaculados edificios. El hombre apretó los puños con rabia y detestó el haber estado ausente tanto tiempo y alejado de la información. Al parecer, los ataques habían sido masivos y casi a diario y obviamente, aquel lugar nunca volvería a ser el mismo.
Las tiendas estaban cerradas, lo único que permanecía abierto eran las tabernas y el banco de Gringotts. Era allí donde se dirigía. Si sus fuentes no se equivocaban, aquel iba a ser el punto elegido por las actividades de los mortifagos. Dejó que la oscuridad se lo tragara y se agazapó como un espíritu en la noche entre las paredes y los rincones del siniestro callejón. Divisó las figuras escondidas de los miembros de la Orden y sonrió interiormente.
Se mantuvo oculto durante aproximadamente veinte minutos y fue entonces cuando escuchó los primeros sonidos. Miró al cielo y vislumbró la Marca Tenebrosa.
Unas sombras empezaron a aparecerse en el callejón. Iban vestidas con túnicas elegantes, todas caras pero distintas, lo único que los entrelazaba eran las máscaras blancas que portaban sobre las cabezas. Los mortifagos habían llegado.
Los miembros de la Orden salieron inmediatamente de sus escondites y se colocaron cubriendo la puerta del banco de los magos. Pero se quedaron insignificantes al lado de sus enemigos. No se habían esperado un ataque a gran escala. Voldemort debía tener mucho interés en deshacerse de Gringotts para habar mandado a tal cantidad de seguidores. El número superaba los cien con creces. A su lado, una veintena de licántropos y otros pocos vampiros hicieron su aparición.
¿Qué vamos a hacer ahora?- preguntó Kingsley a la chica que tenía al lado. Se trababa de Tonks.
¡Maldita sea, Snape no nos avisó de que vendrían tantos!- gruñó ella y levantó la varita lanzando chispas al cielo. -¡Esto tiene que alertar a los aurores del ministerio!
Moody fue el primero de la pequeña avanzadilla de la Orden en adelantarse y cubrir bien las filas. Muchos de los otros se habían quedado paralizados ante la clara desventaja.
Los mortifagos lo miraron y saltaron en carcajadas y burlas. Dieron la primera orden para que los vampiros y licántropos atacaran. Se escuchó gritos aterradores y la batalla dio comienzo...
Lupin se mantenía dentro del banco, tratando de tranquilizar a los gnomos, pero lo cierto era que él estaba muy nervioso también. No podía salir del edificio o la luna lo transformaría como había hecho con los de su especie. Mientras se mantuviera bajo la escasa luz del edificio estaría a salvo...únicamente hasta media noche, donde su transformación sería irremediable. Dio un fuerte puñetazo a la pared, maldiciendo su suerte.
Hestia Jones cayó al suelo adolorida, a causa de la maldición cruciatus que estaba recibiendo de uno de sus atacantes. El hombre, soltó una carcajada y levantó la varita dispuesto a acabar el trabajo. La mujer cerró los ojos esperando su final, pero eso no llegó a ocurrir.
Volvió a abrirlos y se quedó paralizada por el asombro.
Yo que tú no haría eso... -la voz fría, gélida de un hombre encapuchado se escuchó como un susurro en la noche. Tenía cogido por la muñeca al mortifago que había levantado la varita dispuesto a matarla. En la boca, un cigarrillo se iba consumiendo.
¿Quién te crees que eres para impedírmelo, gusano?- preguntó con descaro el mortifago e hizo un intento de zafarse de la mano del hombre, pero no lo logró. Por el forcejeo, el cigarro se cayó al suelo. El encapuchado lo miró con rabia y luego volvió a poner atención sobre su opresor.
Muy mal hecho...acabas de hacer que desperdicie un cigarro del mejor tabaco de Gran Bretaña...empiezo a cansarme... -el hombre apretó con fuerza la muñeca del mortifago y éste comenzó a gritar de dolor. Hestia abrió mucho los ojos, sorprendida. Salía humo por donde el hombre apretaba, la muñeca se estaba abrasando.
El mortifago cayó al suelo de rodillas y comenzó a gemir lastimeramente. El encapuchado sonrió y tras conjurar unas cuerdas, lo dejó a buen resguardo de los aurores.
¿Se encuentra bien, señorita...?
Jones, Hestia Jones.- dijo la mujer aceptando la mano que el extraño individuo le ofrecía y recuperándose de la maldición.- Sí, gracias, ahora me encuentro mejor...¿quién...?- pero no pudo acabar la frase porque se escucharon varios "cracks" y los aurores del ministerio comenzaron a aparecerse en la zona. No eran más de veinte.
Moody y el señor Weasley, que estaban cerca de ellos, se mordieron los labios. ¿Únicamente habían veinte aurores disponibles para venir a ayudar? Si era así, estaban completamente perdidos.
La masacre comenzó. Los vampiros, deseosos de sed de sangre, se lanzaron relamiéndose a por sus nuevas víctimas y lo mismo hicieron los licántropos. Varios mortifagos se mantenían a parte en la pelea. Se reían y se burlaban de los miembros de la Orden, parecían los cabecillas del ataque y su presencia no era requerida por el momento.
Remus Lupin seguía mirando por las ventanas lo que acontecía en el exterior. Vio como varios de sus compañeros caían al suelo gravemente heridos y no pudo contenerse más. Haciendo alarde de valor, tomó el manillar de la puerta...
¿A dónde te crees que vas, Remus?- Christine había aparecido de la nada, con su habitual túnica negra, dejando a su paso un resplandor de luz blanca. Lupin se dio la vuelta y la miró con los ojos húmedos.
¡No puedo quedarme aquí y ver lo que les sucede¡No pasamos de los cuarenta y ellos son más de cien, eso sin contar los licántropos y los vampiros!
¡Si sales a fuera te transformarás!- le recordó Christine con una voz terriblemente gélida.- ¡Quédate aquí¡Yo me ocuparé de esto!
¡No pienso dejar que vayas tú sola¿Qué no te acuerdas de lo débil que estás?- bramó Lupin y sin hacer caso de los impedimentos de la mujer, se dio la vuelta y salió al exterior, donde el frío manto de la noche, lo inundó por completo.
¡Remus podrías dañar a alguien!- gritó Christine, pero era demasiado tarde. Con una última mirada a los temblorosos gnomos del banco, desapareció en un nuevo resplandor.
La luna llena brilló con intensidad. Lupin sintió un terrible dolor por todo el cuerpo y miró hacia el cielo. Sus manos y todo su ser comenzaban a cambiar.
¡NOOOO! -quiso gritar, pero el único sonido que salió de su garganta fue un aullido desgarrador. Dejó de tener control sobre su mente y sobre su cuerpo y se dirigió a atacar tanto a amigos como a enemigos, pero una sombra, salida de la nada, se interpuso en su camino.
Los ojos claros del licántropo la escudriñaron. Pero su parte animal era irracional y con una furia renovada se lanzó hacia la figura.
El hombre lo esquivó con suma facilidad y extrajo del bolsillo de su túnica la varita mágica.
¡Homorphus!- pronunció fríamente. Una luz plateada salió de la punta y envolvió por completo al despavorido hombre lobo, que gritó de dolor con toda su alma y cayó al suelo, retorciéndose. Segundos después, volvía a ser un hombre, que respiraba entrecortadamente.- Lo lamento...- susurró la voz del extraño individuo.- ...pero era por su bien.
Se lo agradezco.-aseguró Lupin y haciendo alarde de sus pocas fuerzas, se puso en pie. No tuvo tiempo de preguntar nada más porque sus compañeros de raza se acercaban a toda velocidad hacia ellos.
El encapuchado suspiró resignado y levantó una vez más la varita, pronunciando el hechizo. Lupin lo creyó loco, puesto que hacia ellos se dirigía toda una manada de hombres lobo, pero el hombre, extendiendo su brazo izquierdo, consigo que el hechizo se difuminara por todo el campo de batalla.
Los licántropos se detuvieron, muy sorprendidos. Y tal y como había sucedido con Lupin, fueron recuperando dolorosamente, su forma humana. Una vez lo hicieron, el hombre hizo aparecer cuerdas y los amarró unos a otros, pronunciando un hechizo anti-desaparición.
Deberías elegir mucho mejor vuestras lealtades...- susurró con desprecio.
¿Qué sabrás tú sobre nuestra raza? -uno de los ya transformados hombres, le habló con desprecio, escupiendo al suelo.- El Señor Oscuro nos ofrece libertades...mientras que los magos como tú nos desprecian...
¿Libertades dices?- sonrió con ironía el hombre.- ¿Qué clase de libertades¿Azkaban, por ejemplo¿Crees que se molestará en ir a buscaros? Es cierto que la sociedad debe cambiar su forma de pensar, pero en todos los aspectos...no sois los únicos marginados¿sabéis? Uno de mis mejores amigos es un semi gigante...y él está arriesgando su vida por esta guerra que os ofrece...libertades, como las llamáis. Veo que valoráis muy poco las vidas humanas...- el hombre comenzó a caminar en dirección contraria, pero la voz de otro de los licántropos lo detuvo.
¿Quién eres? Hay muy pocos que logran realizar el encantamiento que has llevado a cabo...- el hombre se dio la vuelta y sonrió.
Tienes razón...hay muy pocos...
Christine lanzó una ola de energía y consiguió derrumbar a cinco de los mortifagos. Se detuvo un instante a recuperar la respiración, las piernas comenzaban a fallarle. Extrajo su varita y se dedicó a amarrar a los prisioneros que iba capturando, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Él había llegado.
¡Son demasiados, salgamos de aquí!- bramó desesperado uno de los aurores, mientras cogía del brazo a uno de sus compañeros inconsciente y lo arrastraba detrás de unos escombros donde había cinco de sus compañeros resguardados.
¿Te has vuelto loco? -le gritó Thomas Grint, el jefe del cuartel general de aurores.- ¡No podemos huir y dejar que consigan su propósito!
Pero...pero...- titubeó acobardado el auror. El sudor le resbalaba por la cara. -¡Nos matarán!
Entonces moriremos con honor... -susurró Grint poniéndose en pie y saliendo de su escondite para atacar.
´
El hombre divisó la gran batalla entrecerrando los ojos. Había llegado el momento de actuar. No podía permitir que más vidas inocentes cayeran aquella noche. Se puso la mano en el pecho y sintió el latido acelerado de la emoción. Por fin iba a demostrar lo que valía, por fin iba a poder aprovechar todas sus horas de sufrimiento, de agotamiento...
Se sacó de la espalda una reluciente espada, atada por una cuerda. La observó unos momento, era larga y preciosa, brillaba al contorno de la luz de la luna. La agitó haciendo unos gráciles movimientos y luego salió corriendo hacia donde los vampiros atacaban a los miembros de la Orden.
Ojoloco Moody estaba en graves aprietos, podía sentir el aliento cargado y caliente de ese ser monstruoso, en su piel. Un tajo cruzó el cielo y un alarido desesperado junto con el salpicar de la sangre desgarró sus oídos. El vampiro que, segundos antes había estado al borde de morder su cuello, había caído al suelo sujetándose desesperado su corazón, donde tenía clavada una reluciente espada.
Moody abrió la boca sorprendido y miró a la persona que sujetaba el mango del majestuoso elemento. No pudo más que percibir un frío penetrante en la piel y el contorno de una sonrisa de desprecio.
El hombre extrajo la espada del cuerpo ya sin vida del vampiro y le pasó la mano por los restos de sangre, para limpiarla. Tras encontrarse con la mirada anonadada de Moody, el encapuchado se dio la vuelta y uno a uno, como si fueran mariposas, fue matando a la veintena de vampiros que amenazaba con consumir la vida del bando de la luz. Fue tan rápido que los presentes tuvieron serios aprietos para concordar cada movimiento utilizado por aquel desconocido, que poseía un inmenso poder.
Una vez cayeron los seres maléficos, el hombre se dirigió al centenar de mortifagos que luchaban contra los aurores. Guardó, con un hábil movimiento, la espada detrás de su espalda y levantó ambos brazos, concentrándose en su labor. Varios hechizos se dirigieron hacia él, pero rebotaron sin éxito en una columna de luz blanca, que había envuelto al individuo.
Lucius Malfoy, uno de los jefes de la operación, retrocedió. Reconocía esa energía, pero no era posible que proviniera de aquel hombre. No había ningún otro personaje como Christine, ella era la única mitad arcángel, mitad mago. Y por otra parte, ese hombre era el doble de poderoso que ella lo había sido, no, no podía ser un simple arcángel.
La luz salió como un vendaval y alcanzó a prácticamente todos los mortífagos, dejándolos inconscientes y en algún caso, sin vida.
Bellatrix Lestrange se quitó la máscara y avanzó dos pasos hacia sus aprendices, enseñando los dientes. Se habían quedado sin hombres y sin ejército, no podían hacer nada y el Señor Oscuro iba a castigarlos.
¡Bastardo!- murmuró para sí misma, mientras se daba la vuelta y desaparecía junto con los otros cinco mortífagos que seguían en pie.
Nos veremos...muy pronto...-susurró el hombre, que no se había perdido detalle. Y alzando nuevamente su varita, volvió a pronunciar el hechizo anti-desaparición, para que ninguno de los heridos escapara.
Contento por su proeza, rebuscó entre su capa una cajetilla de madera y extrajo el único cigarro que quedaba. Prendiéndolo con un dedo, exhaló una calada y se dio la vuelta dispuesto a marcharse, pero una mano en el hombro, lo hizo detenerse.
¿Christi...ne?- el hombre lo miró y sonrió, negando con la cabeza.
Lo lamento...pero me temo que se equivoca de persona.
¿Quién es usted?- preguntó Lupin, todavía sin poder contener los nervios. No era Christine, era sin lugar a dudas un hombre, aunque ella podía haberse disfrazado con Poción Multijugos, pero había hallado en él algo diferente, algo que le inquietaba. A parte de que era remotamente mucho más poderoso que la mujer.
Un amigo... -respondió sinceramente.- Sólo, un amigo... -y tras decir esto, siguió caminando calle arriba, hasta doblar una esquina y desaparecer de la mirada de los demás.
La profesora McGonagall tenía el don maravilloso de mantener su clase en un absoluto silencio, únicamente con su presencia.
No obstante, aquella mañana los murmullos se dejaban oír por los cuatro rincones del aula. La causa, un artículo publicado en el Profeta en primera plana.
Pese a la interesantísima clase (por fin iban a empezar con las transformaciones humanas), muy pocos prestaban verdadera atención. Harry Potter estaba entre ellos. No le interesaba para nada el pequeño zumbido de las voces de sus compañeros. Estaba situado en una molesta primera fila, solo, lanzando furibundas miradas a sus amigos, o mejor dicho, ex amigos. Ron había obligado a Hermione a sentarse lo más atrás posible, (la chica no había accedido más lejos de la tercera fila) y ni siquiera se dignaba a observar a su compañero, hacía ver que no existía. Harry estaba demasiado acostumbrado a llevar situaciones difíciles como para molestarse.
La profesora McGonagall llevaba casi toda la hora resistiéndose a dar gritos. Tenía la frente ligeramente arrugada y si ella misma no hubiese encontrado interesante lo que decía el Profeta, habría comenzado a quitar puntos y repartir castigos, tanto a los Gryffindor como a los Ravencraw que compartían la clase.
Bien...una vez explicada la teoría, de la que supongo habrán tomado apuntes...- al escuchar a su profesora cesar en la explicación y ante el nombramiento de los apuntes, los estudiantes se pusieron en guardia. Algunos con la cara ligeramente morada, no habían tomado ni una sola nota. Muchos de ellos miraron a Hermione esperanzados, pero increíblemente, la chica tampoco parecía haber prestado mucha atención. Tenía un ejemplar del diario debajo de sus pergaminos y ella y Ron hablaban en secretismo, comentando los nuevos acontecimientos. Defraudados, los más valientes miraron a Harry, el único que parecía tener unos apuntes decentes, aunque ninguno se atrevería a pedírselos...-pasemos a la práctica. Imagino que habrán escuchado los dotes mágicos que se requieren para la transformación humana momentáneamente. Los animagos... -Harry prestó todavía más atención...-tienen que pasar por estas fases de experimentación antes de alcanzar una mutación completa del organismo, pero como podéis comprobar, en ellos el animal siempre reside en el cuerpo del mago y no se requiere el uso de varita. Ahora, uno a uno iremos probando el sencillo encantamiento que os he enseñado. Empezaremos transformándonos en un perro. Umm...¿qué os parece algo así como el Grim? Sé que muchos no lograrán adoptar el tamaño, la piel o el color, pero es para que lo tengamos de referencia...
Profesora,- Hermione levantó la mano y McGonagall le cedió la palabra.- ¿Por qué empezamos con un animal tan grande¿No sería más prudente transformarnos en un invertebrado? Cuando convertíamos los objetos en animales usted dijo que los vertebrados son más difíciles...
Eso es correcto, señorita Granger. -respondió la profesora con el rostro crispado de los nervios, ya que muchos de sus alumnos seguían con el diario sobre la mesa. ¿No se darían cuenta de que los estaba viendo?- Pero con las personas ocurre al revés. Ver�, nuestro cuerpo tiene columna vertebral¿no es así? Si tratáramos de cambiarlo a un animal tan pequeño e invertebrado, como por ejemplo una mariposa, nos sería extremadamente complicado. Es mejor comenzar con un animal más o menos grande, que se adapte mejor a nuestro tamaño y que posea unas características similares a las nuestras. Pasarán un par de años antes de que consigan transformarse en un invertebrado...
¡Ja!- musitó Harry. Nadie se dio cuenta de la ironía que había en su rostro. Él era un animago y además invertebrado.
Bien...comencemos con la práctica...err...señor Weasley¿le gustaría ser el primero?- Ron palideció de golpe. Ni siquiera recordaba el nombre del Encantamiento que la profesora McGonagall había estado mencionando la primera media hora.
Afortunadamente para todos, la profesora fue paciente y volvió a mencionar los pasos, aún así, ninguno de los estudiantes que pasaba por la pizarra lograba transformar su cuerpo. Algunos como Hermione o Padma lograron adquirir alguna extremidad del animal, pero sin mayor resultado.
Cansada de tanto fracaso, la profesora dirigió la varita hacia la pizarra y un dibujo de un perro negro y lanudo apareció en ella. Era el turno de Harry cuando lo hizo.
Bien...Potter, -gruñó la profesora, molesta del poco acierto aquel día en sus clases.- Mira bien el dibujo... -Harry lo miró y se quedó petrificado. Era el Grim, sin lugar a dudas, pero se parecía tanto a Sirius...era el mismo perro que Harry había visto y acariciado en contadas ocasiones. La última vez que había visto la transformación de su padrino había sido en la estación de King Cross, donde también Lucius Malfoy lo había reconocido. Sirius aleteaba la cola de aquella manera que el dibujo parecía reflejar y abría la boca para lanzar un ladrido potente.
De acuerdo...Potter, ahora... -la profesora se quedó callada de repente. Harry ni siquiera la miraba. Se había quedado mirando la pizarra como hipnotizado y no atendía por más que se le llamaba.- ¡Potter¡Potter!- Nada. Harry no escuchaba la voz de la mujer. Únicamente se le recalcaban en la mente las palabras de Ron...
"-¡Ron¿te encuentras bien?
-¿Dónde está el perro?
-No hay perro- gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes. -Harry, esto es una trampa...
-¿Qué...?
-Él es el perro. Es un animago...
Harry se dio la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos. Una masa de pelo sucio y revuelto le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cuencas profundas y oscuras, habría creído que se trataba de un cadáver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una calavera. Una mueca dejaba al descubierto sus dientes amarillos. Era Sirius Black."
La profesora McGonagall miró preocupada la pizarra y entonces cayó en la cuenta. Se maldijo por lo bajo por su error. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Sirius se transformaba en perro y no en un perro cualquiera, sino uno idéntico al que había dibujado en la pizarra, por eso Harry estaba tan conmocionado. Se había acordado de su padrino.
¿Qué pasa Potter, asustado del Grim?- rió Terry Bott. Hacía sólo unas semanas que había apoyado a Harry incondicionalmente en el ED y ahora se estaba burlando de él. Tanto la profecía como los rumores sobre Ginny habían convertido a Harry en un marginado social y el epicentro de todas las burlas de Hogwarts.
¡Silencio!- bramó la profesora McGonagall. Estaba muy enfadada. -¡Cinco puntos menos para Ravencraw!- a Terry se le borró la estúpida sonrisa de la cara. Ron y Hermione se quedaron mirando el rostro crispado de la profesora. Hacía leguas que ellos también se habían dado cuenta de lo que ocurría. Hermione tenía la boca tapada y miraba a Harry con compasión. Ron en cambio, lo miraba con desprecio, como si considerara que su amigo estaba buscando una forma más de llamar la atención, pero en el fondo, el dibujo de aquel perro también le había impactado.
Harry pareció reaccionar ante las palabras de Terry. Se dio la vuelta y lo miró tan fríamente y con tanto resentimiento que el chico casi se cae para atrás al retroceder dos pasos. McGonagall también se quedó estupefacta al comprobar la mirada penetrante del muchacho. Nunca lo había visto así, no podía creer que el hijo de James y Lily Potter pudiera mirar a la cara a alguien con tanta frialdad y odio.
Harry se dio la vuelta de nuevo hacia la pizarra y miró una vez más la imagen que le recordaba a su padrino. Concentrándose en su fortaleza, levantó la varita, pronunció el encantamiento y roció la luz celeste sobre su cabeza. Poco a poco, la transformación se fue produciendo y un perro negro, lanudo y produciendo con la cola un leve frufrú en el aire, apareció ante el asombro de todos.
´-No puede ser...-murmuró Hermione. ¿Cómo era posible que lo lograse a la primera?
Harry sintió una calidez en su cuerpo que no había notado en mucho tiempo. Se sentía arropado por el abrazo de aquella criatura, de la imagen viva de su padrino. Ser un perro te proporcionaba sentimientos y sentidos que no había experimentado nunca. La serpiente, el animal que llevaba dentro de su cuerpo, siempre era fría y distante, astuta, vivaz y el elemento perfecto para su misión, pero demasiado gélida.
La profesora McGonagall lo apuntó con su propia varita y pronunció el contra hechizo. Estaba tan sorprendida como los demás, pero, puesto que era profesora, trató de disimularlo.
Muy bien...Potter, veinte puntos para Gryffindor...la clase ha terminado, podéis marcharos.
Los alumnos no se hicieron de rogar. Recogieron sus mochilas rápidamente y salieron comentando la magnífica transformación de su compañero, olvidando brevemente sus inquietudes anteriores. Harry fue el último en recoger, pues era el que más pergaminos había usado en toda la hora. Cuando estaba a punto de salir por la puerta, la profesora lo retuvo.
Potter...lamento lo ocurrido...yo... -hizo un gesto tosco con la cabeza. Trataba de no ser muy ruda, pero la situación le era incomodísima y Harry lo notó.- Sé que el perro te ha recordado a Sirius Black...lo siento, lo olvidé...- Harry esbozó una sonrisa irónica, muy poco cálida que enrareció aún más la situación.
Discúlpeme, profesora, pero yo no conozco a ningún Sirius Black...
¿Qué has dicho Potter?- la mujer estaba llegando a temer por la cordura de su alumno.
Que ese nombre no existe...es una persona muerta¿no? Yo no lo recuerdo, no sé de quién me está hablando... -ante la expresión de estupefacción de su profesora, añadió:- Sólo contemplaba lo bien que le ha quedado el dibujo...el arte nunca ha sido mi fuerte.- soltó una carcajada muy falsa.- Si me permite...tengo clase de Estudios Muggles. Hasta luego.- Y se marchó.
McGonagall abrió ligeramente la boca sin poderse creer lo que estaba oyendo. Pero para cuando reaccionó, el chico había desaparecido del aula.
Harry se había apresurado a andar por los pasillos. Había estado muy cerca de revelar su auténtico estado. Se había quedado mudo ante el dibujo del Grim y era consciente de lo que eso acarreaba. Tendría que haber previsto situaciones embarazosas como esa, y sin embargo se había dejado llevar por las emociones.
No había ningún estudiante por los corredores. Se suponía que era la hora del descanso, pero igualmente, él se dirigió hacia el segundo piso donde se efectuaban las clases de Estudios Muggles. Como ya no tenía a Ron y a Hermione a su lado, dedicaría el tiempo a estudiar antes de entrar en el aula. Acababa de pensar en ello, cuando se detuvo en seco y se apresuró a esconderse en el hueco de una columna. Cuando estuvo seguro de que toda estaba vacío, volvió a mirar a un punto muerto y dijo:
Deja de aparecerte así.- segundos después, la figura alta, seria y estirada de su profesora de Defensa se materializó enfrente suyo. -Van a descubrirnos algún día...
No sentí ninguna presencia.- se excusó la mujer con una expresión indefinible en el rostro.- He venido a felicitarte...hiciste un buen trabajo. -una sonrisa cínica se asomó por el rostro de Harry.
Lo sé. Esos imbéciles estaban muy sorprendidos...
No obstante,- repuso Christine.- He de advertirte sobre la gran cantidad de energía que desperdiciaste...
¿Perdona? -fanfarroneó Harry. Jugueteaba con el mango de su varita. -¿Has dicho desperdiciar? Chris, eran más de cien mortifagos, eso sin contar a los bichos que se trajeron¿cómo quieres que los detuviera?
Lo sé.-aseguró ella con rotundidad. Una nota de preocupación se asomaba por su rostro.- Pero ya sabes que puedes desgastarte en exceso...
No te preocupes...¿recuerdas que fuiste tú la que me entrenaste? Estoy preparado para resistir ese bajón y mucho más.
A la larga podría ser perjudicial-. le recriminó Christine.
Sólo quería hacer una entrada triunfal... -se excusó Harry. Seguía sonriendo estúpidamente. La mujer soltó una expresión vehemente.
¡Tenía que salir la vena de arrogancia por algún lado!- Harry dejó de fijar su atención en la varita y la miró seriamente.
¿Qué has querido decir¿Te parece que estaba presumiendo cuando luché?
No.- rectificó Christine de mala gana.- Y si estás pensando en que te comparaba con tu padre o tu padrino puedes ir eliminando esa idea de la cabeza. Jamás encontré a James Potter más arrogante de lo que debía ser un niño de quince años. Tanto él como Sirius crecieron y maduraron. Tú eres responsable de lo que haces.
¿Me estás llamando engreído?- preguntó Harry algo molesto.
No, sólo actúas así cuando estás conmigo...- Christine acertó tanto que Harry se mordió el labio inferior.- Está bien, me lo merezco, pero no hablábamos de eso.
Tuve que hacerlo así. -explicó el muchacho algo más calmado. -Varios miembros de la Orden estuvieron contra las cuerdas...
Sí, lo vi. -aseguró la profesora mirándole fijamente a los ojos. -Eres tan distinto cuando peleas...al menos lo tomas en serio.
Para mí no es ningún juego.
Lo sé.-susurró Christine rebuscando entre su túnica algo. Cuando lo encontró, se lo tendió. Harry lo cogió y vio que se trataba de un ejemplar del Profeta que no había cogido durante el desayuno, pese a la insistente lechuza negra de que lo hiciera. Leyó el titular de la primera plana: "Un extraño individuo vestido con una capa negra salva a los aurores del ministerio de un asalto masivo a Gringotts"
Suponía que algo había salido en los periódicos...- murmuró Harry.- Por eso mis compañeros estaban agitados esta mañana...
No serán los únicos.-. aseguró Christine. -Estoy convencida de que la Orden y el Ministerio tendrán verdaderos problemas para averiguar tu identidad...- Harry sonrió.
Me encantaría ver la cara de Bellatrix Lestrange cuando le tenga que decir a Voldemort que el ataque en la que ella era uno de los principales cabecillas, ha sido un completo fracaso...
Pronto te acercarás a ella...- susurró Christine guardándose de nuevo el diario debajo de su túnica.
Antes de lo que imaginas...
Había sido un día agitado y agotador. La mayoría de los estudiantes habían caído rendidos en sus camas mucho antes de lo que solían hacerlo. Algunos incluso, habían dejado de lado sus deberes y el gran motivo que lo justificaba era el misterioso salvador del último ataque mortífago.
No obstante, no todo el mundo dormía a placer. Un muchacho de dieciséis años daba vueltas en la cama, incapaz de conciliar el sueño. Nunca le era sencillo dormir con tranquilidad, pero aquella noche en especial, los amargos pensamientos lo atormentaban más de la cuenta.
Se levantó bruscamente y se acercó a su baúl, siendo cuidadoso de no hacer mucho ruido para no alertar a sus compañeros de curso. Rebuscó durante un rato y al final encontró lo que buscaba: una capa completamente oscura y lo que se asemejaba a un diario con un bolígrafo.
Cerró mágicamente el baúl y se lanzó por encima la capa, de modo que el rostro le quedó totalmente tapado por la capucha. Miró una última vez alrededor y tras concentrar una gran cantidad de energía, desapareció debajo de un resplandor de luz blanca.
Emitiendo un leve tintineo, reapareció, esta vez, en una habitación totalmente distinta. Estaba mucho más ordenada que la suya y adornada con unas cortinas rosadas. Olía a perfume de mujer. Miró a la puerta y sonrió complacido al leer el letrero de "Quinto año". Revisó una por una las cuatro camas que había allí hasta encontrar la que buscaba, que curiosamente, igual que la suya, estaba próxima a la ventana, desde donde se podían observar las estrellas y la luz inquietante de la luna, semi-llena.
Se sentó con mucho cuidado en una esquina, procurando no hacer movimientos bruscos para no despertar a su ocupante, y la miró atentamente.
Una chica pelirroja dormía plácidamente. Estaba un poco destapada y vestía un camisón de seda fina y casi transparente.
Harry sonrió ante el rostro tranquilo y la respiración acompasada de la chica y le acarició el rostro con mucha dulzura. Ginny ni siquiera se inmutó. Estuvo así durante mucho tiempo hasta que decidió que era hora de dejar la habitación.
Le dio a la chica un leve beso en la mejilla y tras arroparla bien, desapareció nuevamente, bajo otro resplandor de luz blanquecino.
Su segunda aparición fue en la torre más alta de Hogwarts. Recordaba haber estado allí para salvar a su padrino. Sirius había escapado montado en Buckbeak, prometiéndole que se volverían a ver y recalcando el parecido que tenía con su padre. Sonrió ante este recuerdo y se dejó escurrir en la fría pared de la torre. Se abrigó más con su capa negra, también perteneciente a su padrino y sacó del interior de la túnica el diario y el bolígrafo muggle.
Suspiró resignado y lo abrió. Habían muchas páginas escritas en un verde esmeralda, el color de la esperanza tal y como Ginny le había dicho.
Tras releer las últimas hojas que él mismo había escrito, abrió la tapa del bolígrafo con la boca y pasando a una página en blanco, comenzó a anotar:
"Fue impactante ver como había quedado el Callejón Diagón. Si lo hubieras podido ver, tal vez comprenderías un poco del horror que yo sentí y el porqué nuestra relación tuvo que posponerse. Sé que ahora mismo pedir perdón no aliviaría el dolor que produjeron mis palabras, pero escribirlo aquí, en nuestro diario, que me regalaste con todo tu cariño, alivia un poco la soledad de mi corazón.
Pero prometo enmendar todo el mal que he hecho, tal vez por eso me esforcé tanto en romper el avance mortífago. Los miraba a los ojos y podía sentir todo el dolor de la gente que vimos aquel día, que murieron en esta guerra absurda y también el tuyo y el de Ron. Había licántropos y vampiros, como ves, todo lo que os enseñé en el ED y nos enseña Christine en las clases hubieran sido de utilidad para salvar nuestras vidas.
Pero llegué a tiempo, pude cocorrer a nuestros seres queridos, pude ver la decepción y por primera vez el miedo en los individuos que portan la máscara en nombre de su señor, que luchan por esta causa inútil...y me alegré. No sé quién soy y como soy ahora, pero lo que sé es que salvar aquellas cosas que más me importan me hacen sentir bien, redimen un poco más el dolor por la culpa que produce en mí la muerte de Sirius.
Vi a Bellatrix, Ginny, la vi y sentí mucho odio, algún día me vengaré...
Ojalá pudieras leer estas letras...ojalá pudiera hablarte como lo hago al papel, decirte cuánto me haces falta, pero el destino se empeña en girar mi camino hacia otro sentido, algún día quizás, en otra vida, podamos estar juntos, mientras tanto...sigo esperando..."
Harry dejó de escribir. El vaho salía de su boca a causa del inmenso frío que hacía allí arriba. Le picaban los ojos del cansancio, no obstante, sabía que le sería imposible conciliar el suelo.
Se levantó del muro de piedra y guardó el diario y el bolígrafo en el interior de su atuendo. Miró el reloj de pulsera que llevaba en la muñeca izquierda y comprobó que las manecillas marcaban las cuatro y treinta y dos de la mañana.
Suspiró desesperado. Deseaba poder entrar en el despacho de Christine y adquirir una poción para dormir sin soñar, pero desde el último incidente con ellas, su profesora las guardaba bajo encantamientos que sólo ella podía desactivar.
Resignado, decidió irse a Hogsmade a tomar una copa. Sin duda el alcohol le ayudaría un poco más a que sus fantasmas interiores se nublaran. Y con el pensamiento de que pronto las copas lo aliviarían, desapareció en la noche, siendo observado por una oscura sombra que él no había notado.
La nieve había dejado de caer sobre los terrenos de Hogwarts. Todavía hacía mucho frío y silbaba un fuerte viento, pero al menos las molestas tormentas habían apaciguado su furia y permitían un más cómodo entrenamiento de quidditch.
Eso era exactamente lo que trataba de realizar el equipo de Gryffindor, un decente entrenamiento, aunque tenían verdaderos problemas. Faltaban únicamente unos días para el segundo partido de la temporada, en el que se enfrentarían a Hufflepuff y el ambiente era tenso y poco alentador.
Los jugadores del equipo rival habían estado yendo al campo durante las dos últimas semanas y quizás era eso lo que más nerviosos ponía a los jugadores, aunque el capitán tenía una ligera duda acerca de ello. El equipo de Slytherin, liderados por Draco Malfoy, también había acudido a principio de la temporada, pero Gryffindor nunca se había dejado influenciar por ellos, tal vez porque se sentían superiores, en cambio, con los de Hufflepuff que permanecían callados y únicamente observando atentamente las jugadas, no lograban cuajar esa afinidad que habían mantenido todo el año.
Harry ya no sabía que hacer. Él sabía perfectamente que el ambiente se había tensado a raíz del incidente con Ginny y con Ron. Su ex amigo no le obedecía en absoluto, es más, no le dirigía la palabra y cuando él trataba de corregirle o enseñarle alguna estrategia, Ron no prestaba atención y continuaba ignorándole. Con Ginny las cosas eran ligeramente distintas, pero tampoco mucho mejor. Ella sí que hacía caso a Harry y dejaba los temas personales fuera del quidditch, el problema es que estaba apagada y desalentada a causa del rompimiento entre ellos y se ponía muy nerviosa cuando Harry estaba cerca o le hablaba. Para él tampoco era fácil actuar con Ginny como si las cosas nunca hubiesen sucedido.
Con el resto del equipo tampoco había una gran diferencia. Jack Sloper y Andrew Kirke, los golpeadores, se habían puesto de parte de Ron y solían cuchichear acerca de lo mal capitán que era Harry o de que no pensaban obedecer a un imbécil. Una cierta mejoría se ejercía en Alicia y Euan. La chica porque tenía mucha experiencia y por muy de acuerdo que estuviera con unos o con otros, consideraba que aquello no debía de afectar al quidditch y Euan había adoptado su ejemplo. De hecho, el muchacho era de los pocos junto con Neville, que consideraban que el hecho de abandonar el ED no mejoraría las cosas, aunque ninguno había tenido el valor suficiente como para pedirle a Harry continuar con las clases especiales.
No obstante, el intento de Euan y Alicia por hacer funcionar al equipo no había ejercido una clara influencia sobre sus compañeros y por eso las cosas seguían sin funcionar.
Hermione estaba en la grada del estadio mordiéndose las pocas uñas que le quedaban y con un tic en su pierna derecha. Estaba harta de la situación y también deseaba que las cosas volvieran a su cauce normal, pero sabía que aquello no era posible. Recordaba claramente su conversación con Ron, un par de días atrás...
" -Te digo que Harry no es así, Ron, y tú deberías notar su cambio.- Hermione discutía con su amigo en la sala común de Gryffindor, que estaba vacía a la hora de la comida.
-Sí, ya he notado que se ha convertido en un gilipollas. -contestó Ron de mala gana, dejándose caer pesadamente en uno de los mullidos sillones, junto al fuego de la chimenea.
-Por favor, -Hermione trataba de hacerle entrar en razón. Caminó hacia él y se sentó a su lado, suplicándole con la mirada.- Analiza las cosas calmadamente...ni siquiera Ginny cree las cosas que le dijo aquel día...Harry no haría algo así.
-Sí, si lo haría. -la contradijo su amigo. Sus ojos inspiraban mucha furia. -Está así de raro desde la muerte de Sirius y yo lo siento mucho, pero lo ha pagado con quién no debía. ¡Ya lo oíste¡Se acostó también con Cho! Jugó con las dos y todo porque ha decidido convertirse en un engreído estúpido y ahogar sus penas siendo un cabrón. Muy bien, pues que se busque a otros con quién jugar, lo que le ha hecho a mi hermana no se lo pienso perdonar jamás y si me hubieras dejado el otro día, le habría partido la cara lejos de la mirada de la profesora Byrne.
-¡Esa es la clave! -protestó Hermione, empeñada en que Ron se diera cuenta de las cosas.- ¿No te das cuenta? Desde que Christine apareció en la vida de Harry él ya no es el mismo. ¿No recuerdas cómo lo miraba, cómo él la odiaba¿Por qué han cambiado las cosas tan rápidamente¡Te digo que Harry no tiene la culpa¿Qué pasaría si te dieras cuenta de que todo es un grave error y que has sido nuevamente injusto con él¡Ya dudaste de él en el Torneo de los Tres Magos, por favor, recapacita!
-¿Es qué a ti también te ha comido la cabeza? -bramó Ron enfadado.- ¡Ese imbécil ha hecho mucho daño a Ginny y todavía tratáis de justificarlo! -unas lágrimas resbalaron por el rostro del muchacho. Hermione al verlas, sintió como el corazón se le llenaba de emoción. -¿Sabes¡Estuve tres noches desvelado, tratando de encontrar un motivo por el cuál Harry debiera hacer eso, por el cuál mintiera a Ginny...pero no lo encontré. Porque si él hubiera querido romper con ella me lo hubiera dicho a mí, hubiéramos hallado la mejor forma de no hacerle daño, se habría explicado! Pero no... -la voz de Ron se fue apagando por momentos.- Yo...le golpeé y le golpeé y él se dejó...ni siquiera trató de defenderse...porque sabía que se lo merecía, que no había una explicación posible. No puedo perdonarle, porque no me lo ha hecho a mí, se lo ha hecho a mi hermana y por su culpa Ginny se ha pasado toda la semana llorando y ha bajado sus calificaciones... -Hermione se abrazó a su amigo para consolarlo e increíblemente, Ron se aferró a ella, descargando todo su dolor, sobre el hombro de su amiga."
Hermione suspiró hondo y giró la cabeza para mirar al equipo de Hufflepuff. No eran los únicos. También el equipo de Ravencraw se había acercado los últimos días para ver los entrenamientos de Gryffindor. Estaban deseosos de saber quién ganaría la copa este año y los leones parecían claros candidatos a ello, sólo unas días atrás. Cho Chan estaba allí, con la mirada triunfante, observando únicamente volar a Harry y sin prestar atención a las estrategias que éste proponía. ¿Realmente Harry y ella habrían llegado tan lejos¿Por qué tenía esa mirada de triunfo en el rostro? Hermione no podía creer que siguiera enamorada de su amigo después de todo lo que había sucedido el curso anterior. Siempre había creído, que tras la muerte de Sirius, Harry nunca volvería a estar interesado en ella, porque simplemente, no le interesaba nada.
Y sin embargo, la mirada de Cho Chan era de pura soberbia, estaba muy contenta por algo...
¡BASTA, HE DICHO BASTA!- tanto Jack como Andrew dejaron de golpear las bludgers y miraron a su capitán que se dirigía hacia ellos muy enfadado. -�¡PERO QUÉ ESTÁIS HACIENDO?
¿No nos dijiste que golpeáramos las bludgers en dirección a los cazadores?- rió Kirke, muy contento por la cara de frustración de Harry.
¡No¡Os llevo diciendo durante las últimas dos horas que controléis las bludgers de los cazadores que están a la espera y las dirijáis hacia Ron y hacia el que esté con la quaffle en ese momento!
Disculpa, no te escuchamos- sonrió estúpidamente Sloper y chocó las palmas de las manos con su amigo.
De todas formas, capitán...yo creo que este entrenamiento no sirve de nada. Además, tenemos demasiado talento como para que nos ganen los Hufflepuff...
¡No juegues conmigo Andrew¡Podría comenzar a enfadarme!- gritó Harry con los ojos inyectados en sangre.- ¡AHORA A VER SI LOGRAMOS MANTENER EL RITMO AL MENOS DURANTE CINCO MINUTOS!- Jack y Andrew se encogieron de hombros y se dirigieron de nuevo a sus respectivas posiciones.
Harry sobrevoló, con gran maestría, el estadio y siguió dando indicaciones a sus compañeros.
¡Muy bien Alicia, eso es, ahora vira a la derecha...muy bien, no, no, pasa a tu izquierda...¡Ginny pon más atención!- Harry había llegado volando hasta los aros donde Ron estaba colocado de guardián y no se dio cuenta de que éste se acercaba como una flecha hacia él y le arreaba un puñetazo en la cara, hasta que se vio cayendo de la escoba y escuchó los gritos del muchacho.
¡No vuelvas a hablar con desprecio a mi hermana!
Harry no pudo recuperar el equilibrio a tiempo y cayó al suelo rodando hacia la izquierda, pero logró controlar el golpe y no hacerse más que un par de rasguños. Inmediatamente, Hermione saltó de las gradas y Alicia y Ginny bajaron de sus escobas para ver cómo se encontraba.
¡Harry!- Hermione lo ayudó a ponerse en pie.- ¿Te encuentras bien? -Harry se limpió la sangre que le caía por la boca y asintió con los ojos fijos en Ron, que junto con los demás, también bajaba de la escoba, sin ninguna prisa.
¿Qué te pasa, Ron?- gruñó Alicia.- ¡Casi lo matas¡Si seguimos así no vamos a ganar el partido!
¡Me importa una mierda el partido, pero no voy a permitir que...!
¡Puedo cuidarme yo sola!- le cortó Ginny muy furiosa.- Alicia tiene razón, no había un motivo justificado para tu comportamiento. Harry sólo me estaba corrigiendo.
¡No hace falta que lo haga! -escupió Ron. Se había puesto rojo de ira.- ¡Vuelas el doble de mejor que él!
¡Basta ya! suplicó Hermione.- Así sólo vais a lograr fastidiar al equipo. Ron se encaró con ella en aquella ocasión y los demás intervinieron dando su punto de vista. Cuando Harry creyó que los gritos amenazaban con llegar a las manos, hizo sonar el silbato que llevaba colgado al cuello y todos se detuvieron de mala gana a escucharle.
Es suficiente...- susurró visiblemente afectado. Se cruzó de brazos y comenzó a caminar de un lado a otro. -Esto ya se pasa de castaño oscuro...bien, hemos llegado a un límite. Ron, me importa un comino si estás o no resentido conmigo o si tienes infinidad de problemas. Aquí o trabajas como uno más y te acatas a mis órdenes o pediré a McGonagall que te eche del equipo¿has entendido? Si el quidditch no te gusta lo suficiente o no has aceptado la responsabilidad que conlleva representar a la nuestra casa como jugador, entonces puedes largarte. No pienso tolerar una más de tus impertinencias. Deja fuera tus problemas personales y arréglalos donde no afecten a tu rendimiento o ya sabes por donde está el despacho de dirección.- Ron abrió la boca, a punto de protestar, pero la cerró sin encontrar nada nuevo que decir. No quería ser expulsado del equipo.
En cuanto a vosotros dos...- prosiguió Harry señalando a Andrew y a Jack. -Lo mismo os digo. Jugadores, hay miles y con muchas más ganas que vosotros, u os comprometéis a dejar de hacer el capullo durante los entrenamientos o estáis fuera. No podemos continuar así o perderemos la copa y es algo que no estoy dispuesto a tolerar. A partir de ahora las normas son estas, o las seguís al pie de la letra o se acabó de ir de estrellitas por el mundo...- Harry recogió su Saeta de Fuego del suelo y avanzó unos pasos por la hierva. -Ginny...buen trabajo, hoy has realizado un entrenamiento excelente...sigue así...- la chica se sonrojó y asintió sorprendida con la cabeza, ante el bufido de desesperación de su hermano. Harry continuó caminando hacia los vestuarios, y se perdió de vista, cuando la oscuridad del atardecer se lo tragó.
El resto del equipo no tardó en seguir su ejemplo y marcharse también. Ginny y Hermione se dirigían a los vestuarios, opinando sobre las últimas palabras de Harry, cuando una voz empalagosa de mujer los detuvo.
¡Eh, Weasley¿Podemos hablar a solas un minuto?- las dos chicas se dieron la vuelta asombradas. Cho Chan se había separado de sus compañeros de equipo y bajado hasta el campo para seguirlas.
¿Qué es lo que ocurre?- preguntó Ginny intrigada.
Nada malo... -sonrió Cho y movió las manos para tranquilizarla.- Pero me gustaría que charláramos...si no te importa, a solas. -Ginny y Hermione intercambiaron miradas de asombro, pero al final Hermione asintió con la cabeza y se despidió.
¡Nos vemos en la sala común!- Cho y Ginny se quedaron unos segundos contemplando como el cuerpo de la chica era literalmente tragado por la oscuridad que comenzaba a caer por el campo de quidditch. Pasados esos instantes, fue Ginny quién rompió el hielo.
¿Y bien?
Parece que habéis tenido problemas últimamente en los entrenamientos...¿no es así?- Ginny no entendía porqué Cho se había puesto a hablar de quidditch cuando eso también lo podía haber hecho delante de Hermione. Sabiendo, que detrás de todo aquello había algo más, le siguió el juego.
A partir de ahora todo irá mejor...- aseguró. -Harry es un gran capitán y podrá arreglarlo todo...
Sí, lo es.- confirmó Cho.- Aunque no todo el mundo lo piensa...¿me equivoco, Weasley? -Ginny frunció el ceño y observó detenidamente a la chica. Tenía una sonrisa de suficiencia en el rostro que no le gustaba para nada.
¿A qué viene todo esto, Chan¿Qué es exactamente lo que quieres?
Bueno, es bastante obvio...- continuó Cho entornando los ojos. Se le hacía cada vez más difícil distinguir bien el rostro de la otra chica en la oscuridad que se estaba apoderando del campo.- Da la casualidad de que todo el mundo parece despreciar a Harry desde que estaba contigo...y digo estaba...¿por qué ya no lo est�, verdad? -Ginny se mordió el labio inferior. Se lo tendría que haber imaginado. Cho sólo quería averiguar algo sobre lo ocurrido en la relación con Harry.
Es correcto.- contestó de mala gana.- Harry y yo ya no estamos saliendo. -una sonrisa se asomó por el rostro de Cho, pero a causa de la oscuridad, Ginny no pudo distinguirla.
Entonces...los rumores son ciertos. Hubo una ruptura entre vosotros y tu hermano la presenció. Es por eso que se peleó con Harry.
No entiendo a dónde quieres llegar, Chan- gruñó Ginny.- Lo que pasara aquel día no es asunto ni tuyo ni de nadie del colegio...
Te equivocas. -cortó Chan hablando peligrosamente.- Lo que pase entre Harry y tú sí es asunto mío...Harry me gusta mucho y quería saber si lo vuestro estaba totalmente descartado, para hacerme esperanzas... -Ginny cerró los ojos, tratando de evitar que las lágrimas saliesen de sus ojos. Tenía que ser fuerte, no podía dejar que Cho la viera flaquear ante ella, no quería que su "rival" se lo dijera a Harry.
Puedes hacer lo que te plazca...yo no soy un impedimento en tu camino...
Entonces¿ya no sientes nada por él?- quiso saber la Ravencraw.
Eso no es asunto tuyo...
Eso me confirma mis sospechas... -se burló Cho. -Harry te dejó...supongo que no le gustaste cuando...
¡Cállate!- bramó Ginny llena de rabia.- ¡Tú no sabes nada!
Sí lo sé- la contradijo Cho.- Sólo estaba tanteando para ver si los rumores eran ciertos...en ningún momento trataba de herirte...pero ya veo que sí que pasó algo más grande entre vosotros...- Ginny giró la cabeza hacia un lado. Estaba avergonzada de haber caído en un truco tan barato. Se sentía muy pequeña al lado de la belleza de Cho y la soberbia con la que la chica se movía y hablaba. Tal vez era normal que Harry la prefiriera a ella. Se le pasó una cosa por la cabeza, quería saber la verdad...
¿Y entre vosotros?- preguntó con la voz ronca.- ¿Pasó algo entre vosotros?- Cho abrió un poco la boca, sorprendida, sin embargo Ginny no notó aquel gesto. ¿De dónde se sacaba Weasley aquello? Harry y ella no habían pasado de un simple beso y ahora le preguntaba aquello. Podía ver la luz en los ojos de la pelirroja, si la desilusionaba, mintiendo sobre lo que le estaba preguntando, tal vez se hiciera a un lado definitivamente y ella pudiera tener el campo abierto hacia Harry.
No sé cómo lo has sabido...pero sí, es cierto...- mintió maliciosamente. A Ginny se le vino el mundo a los pies. Entonces Harry no estaba fingiendo con ella cuando rompieron. No le había mentido, todo lo que había dicho era cierto, él había estado con Cho antes que con ella y había estado jugando todo el rato. Todas las absurdas teorías sobre Christine se le vinieron abajo, ya no había nada que hacer. Harry había jugado con ella como Ron le había dicho un sinfín de veces, no había un error...
Yo...está bien, sólo preguntaba por casualidad...mira, tengo que estudiar, los TIMOS están muy cerca y...tengo que marcharme.
Está bien.- Cho observó como Ginny se marchaba a paso lento y taciturno en dirección a los vestuarios y se mordió el labio, ligeramente preocupada. Tenía que darse prisa en reconquistar a Harry y quizás entregarle todo lo que Ginny le había entregado para ganárselo. Harry le gustaba mucho, muchísimo, tanto o más como le había gustado Cedric y no iba a dejar que por tontas confusiones como las del año pasado enturbiaran su posible acercamiento.
Pero debía ser muy rápida o tal vez Weasley le rindiera cuentas por la mentira que se acababa de montar, pero no...Ginny nunca diría nada, porque ella se había encargado de arrebatarle sus últimas esperanzas. Sabía que no estaba bien lo que había hecho, pero no podía evitarlo, el niño-qué-vivió la atraía muchísimo...
