Reviews:
(-): Muchas gracias!
D.Alatriste: Olass! Jajajaj, valeeeeee, me has pillado, jajaaja, Christine está algo xunga. ¬¬. Sí, he actualizado antes y espero poder hacerlo más a menudo, q no me gusta haceros esperar. Hermione es muy lista y no se va a quedar sin hacer nada, ya lo verás. Tiempo al tiempo. En fin, que espero q te haya gustado el capi y gracias otra vez por tus reviews. Besos!
Jan Black: Olassss! Pues te equivocas! Jajaja, no pasará nada malo malo en este capi. Al contrario, jajaaj. A mí me gusta mucho. Me alegro mucho que te guste mi fict y mi manera de escribir, jajaaj, aunque dudo mucho q gane ningún premio escribiendo. No tengo tanto talento, eso mejor se lo dejamos a Rowling! Y no, porq iba a estar enfadada contigo? No sé si se me ha pasado alguna pregunta si se me ha pasado lo siento, vuélvemela a hacer y te la contestaré. Besos!
Manuel: Olasss! Siiiii, actualicé muy rápido! Jaaaj, es q de verdad, odio hacer esperar a la gente. Para que Harry y Voldie se encuentren cara a cara todavía falta un poquito, pero bueno, mientras tanto Harry tendrá muchas más batallas. Nada, q gracias de nuevo y espero q te guste este capi. Besos!
Dvalle: Olasss! Muchas gracias, me alegra q me historia haya servido para algo. Dew!
Ellie Bennet: Olasss! Muchas gracias! Pues para q alguien descubra la verdad todavía quedan unos cuantos capis. Solo habrá una persona q lo haga antes q todos los demás, pero no diré quién. Jaaja. Respecto a lo de Ginny...jajajaj, lo pensaré. Besazos!
Mariet Malfoy: Olasss! Te equivocas con Harry! Es más el de siempre de lo q crees, dale tiempo al tiempo y lo descubrirás por ti misma. Hermione, por supuesto, no se va a rendir, ya conoces lo cabezota q es. Gracias por el truco, trataré de probarlo. Besazos!
Barby-Black: Ollassss! Muchas gracias, me alegro q te guste. Ummm, paciencia please, ajajja, todavía queda mucho fict y muchas cosas ha ocurrir antes de q se enteren de la verdad. Besazos!
Usagi-chan: Olasss! Muchas gracias, me alegro q te guste mi fict. Umm, no tengo un matiz para actualizar, lo hago en cuanto puedo, jaajajaja. Y respecto a cuantos capis tendrá el fict, serán 50, creo. Y sí, ya vi las imágines de la 4 peli, gracias por informarme de todas formas. Besos!
RebelleBlack: Muchas gracias! Espero q este capi también te guste!
DianaBlack: Olasss! Muchas gracias, sí, es verdad, tardo un poquitín, pero voy a tratar de tardar menos.
Virgi: Olassss! Sí, es mala Cho, verdad? Jajaaj-. Pobreta, es una mujer enamorada. A ver, tus teorías son buenas, pero quizás demasiado fantásticas para mí, la madre de Chris no tiene nada q ver en esto. Otra cosa, Harry sólo se convertirá en serpiente una vez, el resto del fict no será necesario q utilice su poder de animago, pero me parecía importante q lo lograse. Y claro, para ti es muy fácil saber la verdad q eres la q lees, pero al pobre Ron les cuesta mucho más, él no sabe todos los datos, de hecho, no sabe ninguno. Tienes razón, para la reconciliación Harry y Ginny queda mucho, de hecho, yo nunca dije q lo fuera a hacer, ajaajaj. Y lo de Snape...¬¬, mejor me callo. Jajaaja. En fin, q para todo lo q pides, lo de Christine, lo de malfoy Junior...ufff, aun queda tela, dale tiempo al tiempo. Besos!
Catalina: Gracias!
Paola: Olasss! No pasa nada, sé lo que es no tener tiempo, jajaja. Por supuesto q no me ofendo, yo trato de hacer las cosas siempre lo mejor posible, pero ya ves, no siempre salen como una espera. Dew!
Laura P.E. : Olassss! Tienes razón, me ha hecho mucha más ilusión q me lo digas en un review para mí, jajaaj. Me alegro mucho q te guste mi fict y espero q este capi no te defraude. Besazos!
Burner: Olasss! Muchas gracias y no, jejeje, no se me ha ocurrido hacer eso.
Wiggin: Olass! Muchas gracias por dejarme un review, me alegro q te guste el fict. Besazos!
Veruka: Olasss! Yes! I remember you, jaajajajajaj. Aishhh, me estás asustando, si es q este fict me está dando unos disgustos...todo el mundo quiere matarme! Ajajajajaajaj. Valeeee, le haré saber a Cho q Harry es mío, digo de Ginny y un poqito de nosotras ¬¬. Aishh, si el chico tuviera unos añitos más, pero es muy pequeñín para mí, jaajjaajaj. Pero sí, he visto las fotos y está muy wapo, me gusta ese nuevo aspecto. Sale Cho? Y hay beso como decían? Jajaajaja. Madre mía, yo sé de muchas q como ocurra eso se meriendan a la pobre actriz. En fin wapa, te voy dejando, espero q te guste este capi. Besitos!
CAPÍTULO 27: GIRA LA RUEDA DEL DESTINO.
Silenciosa era la única palabra que podía definir bien la oscura noche que se cernía sobre el Ministerio de Magia. No había muggles a la vista, el lugar no era precisamente "seguro" como para que personas normales tomaran un paseo a las dos de la madrugada.
El sonido del ladrido de un perro rompió la parsimonia que se reflejaba. La vieja cabina telefónica esta sucia, rota y desértica. El viento balanceaba el teléfono mal colgado y arrastraba los papeles a ras de suelo.
También el interior de dicho edificio perfectamente encubierto se mantenía en calma. Los empleados estaban durmiendo, había guardias rondando los diferentes departamentos, pero ninguno de ellos se esperaba llevar sobresaltos.
El Atrio estaba desértico en esos momentos. Se escuchó un fogonazo y sujeto de un majestuoso fénix blanco, cuyas plumas parecían polvos de estrella, apareció un individuo encapuchado, cubierto con una larga capa negra.
Te lo agradezco Argo... susurró mirando de un lado a otro, atento de no ser descubierto. No hubiera podido aparecerme aquí sin ti, detectarían mi magia... el fénix sobrevoló la cabeza del joven y volvió a desaparecer, emitiendo un canto apacible, imperceptible para las demás personas que vigilaban el lugar.
Pasaron unos segundos, en los que el hombre escudriñó con la mirada el ya conocido edificio. Se le hacía tan familiar que le dolía. La estatua de la "Hermandad" había sido restaurada. Miró el hermoso rostro del mago, que volvía a parecer estúpido, la bruja adoptaba una postura orgullosa, fanfarrona, que le recordaba enormemente a la soberbia de Umbridge, contemplada embelesadamente por el duende y el centauro, quién había sido su guardián en la lucha contra Voldemort. El elfo doméstico estaba agachado, con expresión temerosa y sonriendo tímidamente. Por un momento, la sonrisa le pareció tan falsa como la que Kreacher adoptaba cada vez que se encontraba frente a Sirius. Un sentimiento de repulsión le llenó el cuerpo.
Sin dejarse dominar por el deseo que tenía de destrozar aquella mentira, caminó unos pasos y pasó enfrente del vacío mostrador. Miró nuevamente a ambos lados y cerró los ojos. Necesitaba concentrarse en exceso para la proeza que iba a realizar, pero no le fue extremadamente complicado. Había hablado y visto serpientes en numerosas ocasiones e experimentado el sentimiento de creer estar en el cuerpo de una. Su forma animaga surgió de él como las cenizas de un fénix. Cuando volvió a abrir los ojos todo era de un tamaño mucho más grande. Sentía el frío de la superficie del suelo en su barriga y se movía únicamente por instintos, poco quedaba de su racionalidad humana. La visión era mucho más clara, pese a la oscuridad y su olfato se había desarrollado cien veces más. Se deslizó a través del suelo de piedra, siendo consciente de que aquella era la única forma de pasar inadvertido. Su piel pronto adoptó el tono grisáceo y tenebroso de las paredes. Se había camuflado gracias a la habilidad de la serpiente, era como un camaleón humano, muy pocas razas de estos reptiles tenían la capacidad de hacerlo, sin embargo y por muy extraño que le resultara, tenía la ligera sensación de que aquello se debía mucho más a los poderes que Lord Voldemort le había transmitido la noche de la muerte de sus padres y que hasta ahora tan poco se habían manifestado.
Cruzó las verjas doradas que conducían al vestíbulo de los ascensores e inclinando su cuerpo hacia arriba logró pulsar el botón del número nueve con la punta de su cabeza. La reja se cerró con un estrépito y el ascensor comenzó a descender traqueteando y tintineando. El aparato se detuvo, la voz de una mujer anunció: "Departamento de Misterios", y la reja se abrió. La serpiente salió al pasillo, donde sólo se veían las luces de las antorchas, con las llamas oscilando a causa de la corriente que había producido el ascensor al abrirse.
Se acercó hasta la puerta negra, con la que había soñado en numerosas ocasiones y la que aún le atormentaba en sus pesadillas. Entornó los ojos y se quedó mirándola peligrosamente. Como si la puerta pudiera oír sus cavilaciones, se abrió dando paso a una sala circular. Todo era de color negro, incluidos el techo y el suelo, lo que produjo que la serpiente adoptara su mismo tono y textura. Como las últimas veces, las puertas comenzaron a girar para desorientar al visitante, pero el individuo lo tenía todo previsto. Por eso se había convertido en animago, porque sabía que sus instintos animales no le fallarían. Las marcas en las puertas que había hecho Hermione en Junio se habían borrado. Una vez más, el silencio cayó abruptamente sobre el lugar. Siseando y sacando la lengua, la serpiente se dirigió a una de las puertas, que inmediatamente, se abrió. Entró en una habitación grande, rectangular y débilmente iluminada, cuyo centro estaba hundido y formaba un enorme foso de piedra de unos seis metros de profundidad. El reptil se asomó al pie del banco más alto de lo que parecían unas gradas de piedra que discurrían alrededor de la sala y descendían como un anfiteatro. En el centro del foso había una tarima del mismo material sobre la que se alzaba un arco antiguo y resquebrajado. De el colgaba una andrajosa cortina, un velo negro que pese a la quietud del ambiente, ondeaba un poco, como si alguien acabara de tocarlo.
La serpiente se estremeció. Sus ojos brillaban al contorno de la poca iluminación. Deslizándose por la piedra bajó uno a uno los bancos de la grada y llegó hasta el suelo, donde, tras unos breves instantes, reapareció en su lugar un hombre con el rostro ensombrecido a causa de la capucha de su capa negra.
Pasaron segundos, minutos...y el hombre seguía contemplando el viejo arco, hipnotizado por el frufrú del andrajoso velo. Miró una última vez a las gradas y las palabras resonaron tan fuertes en su cabeza que creyó que ésta se rompería.
"-Harry, sujeta bien la profecía, coge a Neville y corre gritó Sirius y fue al encuentro de Bellatrix."
El hombre cerró los ojos momentáneamente. Si no los hubiera tenido estrictamente tapados por la capa se hubiera reflejado la humedad en ellos. ¿De qué había servido la muerte de Sirius si al final Voldemort se había acabado enterando de la profecía? El pequeño triunfo que habían logrado al romper la copia del Departamento de Misterios no servía para nada, para nada...
Aquel pensamiento rondaba en la cabeza del hombre, punzándolo, agrietando aún más sus heridas, haciendo que los fantasmas del pasado acabaran por atormentar su alma, sacando a relucir su pasado.
Volvió a posar su atención en el arco. Dio un par de pasos y éstos resonaron por la habitación vacía como si de intrusos se trataran. Hacían eco en las paredes de piedra. El nombre de aquella sala, "La Cámara de la Muerte", describía muy bien los sentimientos que se experimentaban al entrar en ella. Era siniestra.
Se dio cuenta de que respiraba entrecortadamente. Volvía a tener la extraña sensación de que había alguien de pie detrás del velo, al otro lado del arco. Volviendo a repetir la acción que había llevado a cabo en Junio, fue rodeando lentamente la tarima, pero detrás no había nadie; lo único que se veía era la otra cara del raído velo negro. Ya no encontraba esa belleza que había admirado en la escultura. Nuevamente, la tentación de querer rozar el velo le pasó por la mente y si no hubiera mantenido la frialdad en su cabeza, lo habría hecho. ¿Qué era lo que atraía el misterioso arco?
Subió hasta la tarima, sintiendo una sacudida en el cuerpo. ¿Por qué Sirius tenía que haber llegado peleando hasta allí¿Por qué no había encontrado peligroso subirse en la tarima como su amiga Hermione?
Los susurros se dejaban escuchar, murmullos que provenían del otro lado del velo. Una idea se le cruzó por la mente. Recordaba haber preguntado a sus amigos si oían las lejanas voces que emitía el arco y ninguno, excepto Luna, parecía oírlas. ¿Por qué los demás no podían? Luna...ella parecía siempre tan extraña, tan fantástica, pero la había encontrado sincera, después de todo, no había mentido sobre los thestrals. ¡Un momento¡Era lo mismo que sucedía con los thestrals! Luna podía verlos como Harry porque había contemplado la muerte de su madre...oía voces detrás del velo porque su madre estaba muerta...había perdido a un ser querido y Harry también. Sus padres estaban muertos como la de Luna y sólo ellos podían oír las voces. ¿Qué significaba aquello? Si tan sólo hubiera una manera de relacionar eso con la caída de Sirius...
La cámara de la muerte... susurró Harry. El arco debe ser algo que conecte el mundo de los vivos...y el de los muertos... pese a la estupidez de sus palabras, tenía algo de sentido.
Se aproximó mucho más a la tarima, ahora podía incluso tocar el velo, al arco de piedra, aquello que había anegado hacer cuando Sirius estaba cayendo, aquello que le habían impedido...
"-¡Vamos, tú puedes sabes mejor! gritó Sirius, y su voz resonó por la enorme y tenebrosa habitación. El segundo haz de luz le acertó de lleno en el pecho. Él no había dejado de reír del todo, pero abrió mucho los ojos sorprendido.
Harry soltó a Neville, aunque sin darse cuenta de que lo hacía. Volvió a bajar por las gradas y sacó su varita mágica, al tiempo que Dumbledore también se volvía hacia la tarima.
Dio la impresión de que Sirius tardaba una eternidad en caer: su cuerpo se curvó describiendo un majestuoso círculo, y en su caída hacia atrás atravesó el raído velo que colgaba del arco.
Harry vio la expresión de miedo y sorpresa del consumido rostro de su padrino, antes apuesto, mientras caía por el viejo arco y desaparecía detrás del velo, que se agitó un momento como si lo hubiera golpeado una fuerte ráfaga de viento y luego quedó como al principio.
Entonces Harry oyó el grito de triunfo de Bellatrix Lestrange, pero comprendió que aquello no podía significar nada: Sirius sólo había caído a través del arco y aparecería al otro lado en cuestión de segundos.
Sin embargo, Sirius no reapareció.
-¡Sirius¡Sirius! Había llegado al fondo del foso respirando entrecortadamente. Sirius debía de estar tras el velo; Harry iría y lo ayudaría a levantarse...
Pero cuando llegó al suelo y corrió hacia la tarima, Lupin lo rodeó con los brazos y lo retuvo.
-No puedes hacer nada, Harry...
-¡Vamos a buscarlo, tenemos que ayudarlo, sólo ha caído al otro lado del arco!
-Es demasiado tarde, Harry.
-No, todavía podemos alcanzarlo... Harry luchó con todas sus fuerzas pero Lupin no lo soltaba.
-No puedes hacer nada, Harry, nada. Se ha ido.
-¡No se ha ido! bramó Harry. No lo creía; no quería creerlo. Harry seguía forcejeando con Lupin con toda la fuerza que le quedaba, pero Lupin no lo entendía: había gente escondida detrás de aquella especie de cortina. Harry la había oído susurrar la primera vez que había entrado en la habitación. Sirius estaba escondido, sencillamente, estaba oculto detrás del velo.
-¡SIRIUS! Gritó Harry. ¡SIRIUS!
-No puede volver, Harry. insistió Lupin; la voz se le quebraba mientras intentaba retener al chico. No puede volver, porque está m...
-¡NO ESTÁ MUERTO! rugió Harry. ¡SIRIUS!
Alrededor de Harry reinaba una gran agitación y surgían destellos de nuevos hechizos; pero era un bullicio sin sentido. Aquel ruido no tenía ningún significado para él porque ya no le importaban las maldiciones desviadas que pasaban volando a su lado, no le importaba nada; lo único que le interesaba era que Lupin dejara de fingir que Sirius, que estaba al otro lado del viejo velo tan sólo a unos palmos de ellos, no saldría de allí en cualquier momento, echándose hacia atrás el pelo negro, deseoso de volver a entrar en combate.
Lupin alejó a Harry de la tarima, pero él, que no apartaba los ojos del arco, no entendía porqué Sirius lo hacía esperar tanto, y comenzaba a enfadarse...
Sin embargo, mientras seguía intentando soltarse de Lupin, a Harry se le ocurrió pensar que hasta entonces su padrino nunca lo había hecho esperar. Su padrino siempre lo había arriesgado todo para verlo, para ayudarlo. La única explicación posible a que Sirius no saliese de detrás del arco cuando Harry lo llamaba a voz en grito, como si su vida dependiera de ello, era que no podía regresar, que realmente estaba..."
El hombre se dejó caer al suelo de rodillas, apoyando las manos sobre la tarima de piedra. La voz de Lupin lo atormentaba, la risa estridente de Bellatrix burlándose de su padrino le destripaba el alma...todo por una profecía, todas aquellas vidas perdidas, la de Sirius, la de sus padres...todas por esa estúpida profecía. Tanto habían luchado para ocultar el contenido a Voldemort y ahora todo era en vano. No valían de nada esos sacrificios, su estupidez había logrado la muerte de la única persona que realmente le importaba. Culpa, culpa, culpa...de nuevo esa palabra tan pequeña y a la vez tan fuerte le mermaba por dentro. ¿Por qué diablos no habría escuchado a Hermione¿Por qué no había sido él quién estuviera luchando en aquel arco en vez de su padrino¿Por qué Sirius tenía que haber salido de Grimmauld Place cuando podía haberse quedado con Dumbledore?
Harry se puso en pie y miró por enésima vez la sala que lo había atormentado en sus sueños. Por fin iba a poder acercarse al arco, por fin iba a hacer lo que había deseado la noche que murió su padrino: comprobar realmente que él estaba muerto, que no cabía ninguna posibilidad de que reapareciera detrás del velo. Tocó la piedra fría de la construcción y sintió como la piel se le helaba. De su boca salía vaho. Lentamente, como si aquello le causara un profundo dolor, se asomó a la tarima...
"-¿Te hubieras sentido mejor si te hubiera dejado acercarte al arco, Harry? él se reincorporó de repente y miró al profesor extrañado. Contéstame¿crees que te hubieras sentido mejor si hubieras visto el cadáver de Sirius? a Harry le recorrió el cuerpo un escalofrío. Bajó la mirada de nuevo, para posarla en la cama y sintió como sus ojos se humedecían. Lupin seguía sin apartar la mirada de él.
-Yo...oí voces...la primera vez que entré en esa sala... confesó Harry tratando de hablar con normalidad, pero las palabras se le atragantaban.
-Esa sala, se llama "La Cámara de la Muerte", y ese arco, dicen que es una espacio que comunica el mundo de los vivos y el de los muertos. Harry lo miró sorprendido por la información. Si yo te hubiera dejado acercarte Harry, tú hubieras visto el cadáver de la última persona que hubiera caído en él.
-¿Cómo sabe que Sirius murió? le espetó Harry bruscamente. Usted no lo sabe, no lo sabe...¿Y si sólo cayó al otro lado del arco¿Y sí...? Lupin tomó a Harry de los dos hombres y le obligó a encontrarse con su mirada.
Escúchame Harry, ese agujero es un abismo, nadie puede sobrevivir, porque pasó directamente al otro mundo¿entiendes? Sirius murió y... la voz de Lupin se quebró y se perdió en el aire, cuando Harry le rehusó la mirada y apretó los dientes con rabia. Sentía que podía atacar ahora a cualquiera, y si no le tuviera tanta confianza a Lupin, bien le podría haber dañado por sus palabras tan duras."
Duras...esa era sin duda la palabra. La dura y cruda realidad. Porque por mucho que Harry se asomó al agujero que había bajo el raído velo, sólo encontró oscuridad, una terrible oscuridad...; la misma que le arrastraba a lanzarse a través del velo, a comprobar realmente la información que Lupin le había dado.
Sacó de su túnica la varita mágica y susurró "Lumos". Apuntó al agujero negro, pero no encontró fondo.
¿Por qué? gritó cayendo de nuevo al suelo, dejando rodar la varita por las manos y golpeando con los puños la fría superficie. ¿Por qué no puedo verte?
En el fondo, y aunque aquello hubiera supuesto un terrible trauma para él, quería ver el cadáver de Sirius. Quería escuchar que el latido de su corazón no se oía, quería pegarle tortas para ver si despertaba, quería gritarle que lo odiaba por haberle abandonado cuando más lo necesitaba.
Sin que nada pudiera hacer para evitarlo, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y resbalaron a través de sus mejillas. Lloró y lloró como nunca antes lo había hecho, sobre lo único que podía llorar, el último lugar en el que su padrino había estado, su tumba, un pequeño y amargo consuelo para aquel que lo conociera. Todo el poder que tenía, toda la magia que ahora brotaba de su interior mientras seguía golpeando la dura piedra y no podía hacer nada para traer de vuelta a Sirius, no había podido salvar a aquellos que quería.
Estuvo así, temblando, gritando y sollozando durante aproximadamente una hora, sin que el silencio gozara a irrumpir en su dolor, sin que el extraño pasaje a la otra vida le diera una respuesta, le consolara en la soledad que sentía su alma.
Poco a poco, se levantó del suelo y no se dejó vencer por la presión que ejercía el encanto del velo al balancearse, por las voces que susurraban o las sombras que parecían moverse. Se enjugó valientemente las lágrimas, jurando ante la tumba de su padrino que no permitiría que nadie más sufriera por su culpa, que nadie sintiera su dolor...su maldición...
Perdóname... susurró mirando al vacío. No supe...no quise escuchar...no lo entendí...perdóname...
Cogió su varita del suelo y bajó de la tenebrosa tarima, que le recordaba terriblemente a los sucesos que se habían acontecido. No sabía cómo, pero se sentía en paz después de haber comprobado que, pese a lo que su corazón trataba de creer, no existía ninguna esperanza de que su padrino hubiera sobrevivido. Se había quitado el espantoso peso de encima que le había dejado Lupin al no permitirle acercarse al arco, a alejarle para siempre de su padrino, a no entender, que quería matar su dolor, llorando como lo había hecho ahora, rogándole una vez más que le concediera el perdón.
Feliz cumpleaños...Sirius... susurró mirando por última al viejo arco. Acto seguido, Argo apareció ante él y ambos desaparecieron en un fogonazo.
La lluvia caía con fuerza en el centro de Londres. Harry y un majestuoso fénix blanco aparecieron en medio de la nada. El muchacho entornó sus ojos y dejó que la lluvia lo mojara, pese a que tiritaba de frío. No supo cuánto tiempo estuvo allí, hasta que decidió reemprender el regreso a Hogwarts, donde una desagradable sorpresa le esperaba.
El retrato de la Dama Gorda se abrió y dejó paso a un muchacho adolescente. Se había quitado la capa que lo cubría y llevaba el pelo suelto y mojado, a la altura de los hombros. Toda su ropa estaba empapada y chorreaba gotas de agua hasta el suelo. Tenía la nariz roja a causa del frío, pero su rostro estaba completamente pálido. Avanzó unos pasos y abrió la boca al dirigir la mirada a un punto muerto, al lado de la chimenea.
¿Qué haces aquí? preguntó sorprendido de encontrar a Christine sentada en uno de sus sillones favoritos. Tenía una expresión crispada en el rostro, pero nada tensa. Lograba mantener su habitual calma, que tanto desesperaba al chico.
Esperarte. respondió la mujer seriamente. ¿Dónde has estado?
Tenía cosas que hacer. dijo Harry y se encaminó escaleras arriba, pero Christine lo sujetó del brazo y se lo impidió.
¿Qué haces?
¿Y esos asuntos...tenían que ver con Sirius Black? preguntó la profesora fríamente. Harry trató de soltarse, pero no lo logró.
¡Suéltame!
¿Tengo que recordarte cuál es tu misión? gritó ella enfadada, agarrando el brazo del chico más fuerte. Para vencer a Voldemort no puede quedar nada de humano en ti.
Lo sé afirmó Harry. Los ojos le brillaban con gran brío.
Bien, me alegro que lo sepas porque por un momento pensé que Sirius Black volvía a importante. Christine estaba muy lejos de amilanarse por las miradas de odio que le lanzaba el muchacho. Estaba muy acostumbrada a los reproches. Parecía haber recobrado la entereza de los primeros meses de curso.
En absoluto. negó Harry rápidamente. El latido del corazón se le aceleraba por momentos.
Me alegro, porque te recuerdo que de ti depende salvarnos. Si fallas, estamos perdidos. Harry cerró los ojos recordándose mentalmente la promesa que acababa de hacer.
No lo he olvidado. contestó soltándose del brazo bruscamente.
Perfecto. corroboró Christine antes de que el chico se perdiera por las escaleras. Cuando todo esto acabe te dejaré en paz con tu dolor, pero hasta entonces debes ocultar lo que sientes. Si es que quieres vivir...
Harry fingió que no había escuchado esto último y cerró la puerta de la habitación de los de Sexto curso. Se desplomó en su cama y agotado, miró la hora. Eran más de las cuatro de la mañana. Suspiró y se tapó los ojos con las palmas de las manos, tratando de aliviar su terrible jaqueca. Estaba claro que no había sido nada bueno para su cuerpo permanecer a la intemperie, en medio de una tormenta. El frío le había penetrado demasiado. Pero no le preocupaba. Sabía que su cuerpo tenía la capacidad de curarse solo las enfermedades internas. Sanaría mucho antes de lo previsto.
Un rayo cayó cerca del lago y el cielo se iluminó a causa de un relámpago. Hacía mucho que una tormenta eléctrica de ese calibre no caía en Hogwarts. El cielo lloraba, como queriendo reflejar su angustia, como queriendo recordar a la persona que injustamente había nacido, treinta y seis años atrás...
Harry se puso el pijama y se acurrucó entre las sábanas de su mullida cama. Aquella noche no tuvo pesadillas, por fin, se sentía tranquilo con su alma, le había otorgado a su corazón una prueba para poder continuar adelante, había descargado todo su dolor y estaba en paz.
Aquella mañana, Harry fue el primero en levantarse. Como no tenían clase, no había necesidad de madrugar, así que sus compañeros continuaban tranquilamente durmiendo y él lo agradeció enormemente.
Se sentía libre ahora que no debía dar cuentas a Ron o a Hermione de lo que hacía, todo en la vida tiene su parte buena y estar enfadado con ellos le proporcionaba una comodidad mucho mayor para realizar sus planes.
Se desperezó y vio como las nubes cubrían el cielo, amenazando tormenta. Fue directamente al baño, se lavó la cara y los dientes y se desvistió para ducharse. Estuvo bajo el agua al menos veinte minutos, se sentía mucho mejor que cualquier otro día y sabía cuál era el motivo.
Se vistió con unos vaqueros y un polo de manga larga, azul marino y con cuello blanco. Se dejó el pelo mojado suelto y revuelto, resaltando mucho más sus ojos verde esmeralda. Se puso unas bambas deportivas y se echó al cuello una cazadora. También se perfumó debidamente como si tuviera una cita importante y en cierto modo, iba a resultar así.
Cogió las llaves de la moto, se ocultó la varita en el bolsillo trasero de los pantalones y salió en dirección a la sala común.
El castillo estaba igual de desierto. Harry comprobó la hora, eran las ocho de la mañana de un día festivo, lógicamente nadie tenía intención de levantarse.
Llegó hasta los terrenos y cerciorándose de que nadie lo vigilaba, sacó una miniatura perfecta de una moto y con la varita la agrandó, dándole su tamaño habitual. Pese a que no hacía sol, se sacó del bolsillo de la cazadora unas gafas oscuras y se las colocó en los ojos.
Sonriendo ante tal libertad, arrancó el vehículo e hizo resonar el tubo de escape, segundos antes de elevarse en el cielo y hacerse invisible con el botón.
Después de llevar media hora sobrevolando, encontró una carretera principal y bajó hasta ella, volviendo a aparecer, como si fuera una moto normal.
Tardó más de dos horas en llegar a la ciudad y eso que iba a una velocidad extrema. Tan mala fue su suerte, que nada más entrar en Londres, la policía muggle comenzó a perseguirle, ordenándole que detuviera el vehículo. Harry alzó las cejas¿qué había hecho? En cuanto se había aproximado a los primeros edificios había bajado la velocidad. En seguida se dio cuenta de lo que ocurría. ¡No llevaba casco¿Pero desde cuando había volado con casco? Seguro que Sirius tampoco lo había hecho jamás. Sintiéndose rebelde como su padrino, aceleró la velocidad y comenzó a esquivar los pocos coches que circulaban por la carretera, siendo perseguido por la policía.
Se sentía mucho más feliz de lo que lo había estado en mucho tiempo, le encantaba burlar a las autoridades desde que el Ministerio de Magia se había comportando tan cochinamente con él y ahora tenía la oportunidad de demostrar cuánto había cambiado.
Iba tan sumido en esos pensamientos que casi se come a una ancianita que cruzaba el semáforo en verde, girando brutalmente la moto, viró a la derecha y se metió por un estrecho callejón, dejando algo rezagados a sus perseguidores, cuando se cercioró de que éstos no podían verle, apretó una vez más el mando de invisibilidad y derrapando, la moto se elevó surcando los cielos y saliendo así del aprieto.
¡Guau! murmuró Harry cuando vio desde lejos las caras de incredulidad de la policía muggle, no comprendían cómo se había escapado el motorista.
Respiró hondo. Si se hubiera parado como se lo ordenaban habría tenido ciertos problemas, puesto que no tenía carné de conducir, ni mágico ni muggle.
Después de volver a encontrar la pista de su camino, bajó a toda velocidad a otro callejón más pequeño y encogió la moto, para guardársela después en el bolsillo. Ahora su jornada de diversión daba comienzo. Ante sus ojos, tenía el centro comercial más grande de todo Londres.
Se mezcló con el tumulto de gente y entró. Aquello era una auténtica pasada. Jamás había estado en un sitio así, su primo Dudley no exageraba cuando hablaba de aquel lugar. Los muggles se arremolinaban en todas direcciones y cargaban sus carros con multitud de compras, pero él sabía muy bien donde debía ir.
Caminó hasta el ascensor y pulsó el número tres, siendo empujando levemente por una señora de rostro severo que iba acompañada de sus cuatro hijos.
Disculpa, hijo. murmuró distraídamente, mientras reñía al más pequeño de ellos, que no debía tener más de tres años.
No hay problema. refunfuñó Harry. No le gustaba que gritaran a los niños y aquella mujer le estaba comenzando a sacar de quicio.
¡Por favor, mami, cómprame la piruleta!
¡Te he dicho que no! rugió la mujer. ¡Gastar dinero en porquerías, faltaría más! el niño comenzó a hacer pucheros, pero su madre no se compadeció de él. Harry, pensando en que la señora era extremadamente severa, se sacó del pantalón la varita, murmuró algo que nadie más escuchó y en su mano apareció una pequeña piruleta de fresa. Cuando la señora bajó del ascensor, Harry, chistando y guiñándole un ojo al pequeño, le entregó la chuchería que el niño cogió encantado y la escondió rápidamente entre su abrigo.
¡Gracias!
La puerta del ascensor volvió a cerrarse y en el siguiente piso, Harry bajó. Contento, escuchó en seguida la música que le indicaba en qué planta estaba, la de la música.
Era enorme y quizás estaba más abarrotada de gente que ninguna otra. Caminó absorto en los discos durante quince minutos, hasta comenzar a buscar el que había venido a comprar. Miró en las zonas de los más vendidos, de novedades..., pero en ningún lado le pareció encontrarlo. Aburrido, se decidió a preguntar a una cajera.
Disculpe... la mujer se giró hacia él. Era muy guapa, con el pelo rubio y lacio y perfectamente maquillada. Miró de arriba abajo a Harry e hizo una mueca desagradable con la boca, como si no le apeteciera atender a nadie. Por un momento, le recordó tremendamente a la madre de Draco Malfoy.
¿Si? preguntó descortésmente. Aquel sin duda no era el día de Harry. Ya se había encontrado con dos personas que le parecieron tremendamente idiotas.
Mire...es que he escuchado una canción y me gustaría comprar el disco donde sale. El problema es que no sé quién la canta. explicó atropelladamente.
Lo siento chico, pero si no me dices el nombre del cantante o al menos el título del disco, no te puedo ayudar... respondió ella secamente. Harry alzó una ceja.
¿Y no le vale con que le diga el título de la canción?
No. El ordenador no está clasificado así. en el rostro de Harry se dibujó la decepción. Deseaba encontrar el disco ese costara lo que costara y le iba a ser muy complicado. La cajera lo debió notar porque le preguntó:
¿En qué idioma era la canción?
En español. respondió Harry. La mujer lo cogió del hombro y lo giró, señalando una de las estanterías.
Busca por allí...son artistas internacionales, tal vez, con un poco de suerte, en alguna carátula encuentres el título de la canción si es reciente...
Muchas gracias. contestó Harry mucho más entusiasmado y se dirigió rápidamente al lugar donde le habían indicado. Aunque conforme fue pasando el tiempo, su felicidad se fue esfumando poco a poco. Revisó una y otra vez todos los discos de aquella sección, pero en ninguno aparecía la canción que buscaba. Una hora después, salía por los portones del centro comercial, con aire taciturno.
Pero no se rindió. Cogió de nuevo la moto y se pasó toda la mañana yendo de un centro comercial a otro y por todas las tiendas de discos que le indicaron y que él mismo miró en una guía telefónica. Recorrió Londres entero, pero el disco parecía haberse esfumado de las tiendas, debía de ser antiguo o simplemente no se podía comprar en Londres. Tal vez, la sala había creado la canción ella misma, aunque aquello le parecía descabellado.
Se sentó abatido en un banco, cercano a un parque y observó como las nubes se iban cerrando todavía más, no tardaría nada en comenzar a llover. Miró la hora...la una del mediodía. Si no regresaba pronto a Hogwarts iban a notar su ausencia y tendría problemas, principalmente con Christine.
Pero necesitaba ese disco, se había jurado encontrarlo y si tenía que ir a España ahora mismo, lo haría, aunque aparecerse allí constituiría una pérdida de energía muy grande y se jugaba el tipo si por casualidad se producía algún ataque. Resignado, suspiró y se apoyó sobre el respaldo del banco, para descansar ante su inminente regreso a Hogwarts.
¿Un mal día, eh? Harry se reincorporó algo sobresaltado. Miró al frente y vio a una mujer que le sonreía abiertamente. Se quedó mirándola algo sorprendido. La chica, sin ninguna vergüenza, se sentó a su lado y sacó una cajetilla de tabaco. Encendió uno y le ofreció al chico. ¿Quieres? Me da la impresión de que lo necesitas...
La verdad es que sí. respondió Harry devolviéndole la sonrisa. Tomó un cigarrillo, se lo puso en la boca y ya iba a encenderlo con la mano, cuando la mujer le lanzó un mechero. Menos mal que no había cometido el error de hacer magia frente a ella. Gracias.
No hay porqué darlas. Harry la miró detenidamente de nuevo y nunca supo porqué, pero sus ojos le transmitían una paz interior espectacular. Tenía una cara preciosa, con el pelo largo y lacio y esos ojos que lo miraban como dos soles. Más o menos rondaría los treinta años.
Por cierto, dijo de repente y le extendió la mano. no me he presentado, me llamo Emy. A Harry le dio un vuelco el corazón al oír ese nombre. ¿Podía sonarle?
Harry, Harry Potter. dijo al fin, estrechándola. Por la poca reacción que hubo ante la mención de su nombre, Harry dedujo que ella era una muggle.
¿Por qué estás tan triste, Harry? le preguntó Emy, sin dejar de sonreír, como si le hubiera tocado la lotería. Él no entendió esa muestra de felicidad, hasta que estuvo hablando un rato más con ella.
He tenido una mañana horrible. confesó sin saber porqué. Le estaba contando sus cosas a una extraña¿y si era alguien enviado por Voldemort? En cuanto esa idea cruzó su mente, ella sonrió todavía más. No, algo tan limpio como su rostro mostrando esa felicidad, no podía pertenecer a Voldemort, lo sabía, pero no tenía un motivo para creerlo, simplemente, confiaba. He venido a Londres con el propósito de no perder la poca parte de mí mismo que queda en mi interior y ya ves...parece que el destino se encarga de trazar mis líneas...sí...siempre es así.
El destino... por primera vez, los ojos de Emy reflejaron verdadera expresión de tristeza, pero muy pronto dejaron de hacerlo. Yo logré cambiar mi destino... susurró y se acarició tiernamente la barriga. Harry miró hacia allí y se dio cuenta de que estaba embarazada.
¿Se puede cambiar el destino? preguntó esperanzado. Emy sonrió de nuevo y le miró con dulzura.
Muy pocas personas lo consiguen mi niño...sin embargo, se puede...con esperanza...
"Esperanza, esperanza, esperanza..."Esas palabras que había nombrado la madre de Christine en el Callejón Diagon y que tanto habían resonado en su mente últimamente.
No sé si el destino se puede cambiar sólo creyendo eso, Emy... pronunciar su nombre por primera vez le provocó como una sacudida eléctrica. Era como si lo hubiera hecho muchas veces más. Mi destino no, al menos...está escrito desde antes de mi nacimiento...
Entonces lucha por cumplirlo... murmuró ella, sin apartar su sonriente rostro del de el muchacho.
Así era Emy. Siempre mostrando su mejor cara, siempre con una sonrisa en los labios, fuerte, valiente y luchadora. Esas cualidades que Harry envidiaba y que le harían falta para no flaquear en su camino. Estuvieron hablando alrededor de una hora y en ese tiempo algo floreció en el corazón del chico, una sensación de estabilidad, de consuelo, de que por fin alguien le comprendía en todo, como si se tratase de una madre, de una hermana mayor y eso que no la conocía. Pudo admirar lo sabias que eran sus palabras, lo cargadas de sentido que iban, lo ciertas que eran.
Cuando un relámpago surcó el cielo, amenazando claramente el comienzo de una tormenta, Emy se puso en pie y se despidió.
Ha sido un placer hablar contigo, Harry Potter. susurró. Sé fuerte, resiste y cumple con tu destino, no sabes cuántas cosas te esperan por vivir...No dejes de creer nunca en la magia... aquellas palabras lo confundieron enormemente.
¡Emy! la llamó antes de que la mujer se alejara lo suficiente. ¿Eres una bruja? ella se dio la vuelta y sonrió.
No, no lo soy.
¿Entonces eres muggle? lanzó la pregunta al aire, con una deje de decepción en la voz.
Tampoco lo soy. respondió la mujer, sin perder su sonrisa. Harry abrió la boca, sin comprender lo que aquello significaba.
Entonces...¿quién o qué...?
Yo sólo soy magia, Harry. Magia en estado puro...mi deber es mantener el equilibrio...con ayuda de mis guardianes...
¿Tus guardianes? Emy no respondió aquella vez. Se dio la vuelta y continuó caminando a paso ligero, con mucho brío y una elegancia que la caracterizaba.
¡Emy¿Tú y yo...nos hemos visto alguna vez? con una mirada de nostalgia, la mujer se dio la vuelta por última vez y se encogió de hombros.
Tal vez...en otra vida...
Harry se dejó caer en el banco cuando la vio seguir caminando. Tenía muchas cosas que preguntarle, pero aquello de los guardianes le había dejado intrigado. ¿Por qué se le hacía tan familiar? Y todo lo que ella le había dicho, el valor que le había transmitido...
Miró hacia el banco, donde segundos antes había estado ella y vio un CD que seguramente se le había caído del bolso. Ella le había confesado su devoción por la música. Lo cogió y se puso en pie para devolvérselo, pero al mirar al frente, ella ya no estaba, únicamente, el viento transmitía un agradable olor a lavanda.
Alzó las cejas confundido, pensando que quizás todo aquello lo había soñado y se fijó en la cara del artista que salía en el disco. Se llamaba Sergio Dalma. Interesado, le dio la vuelta a la carátula, leyendo los títulos de las canciones. Se detuvo en la primera, con una expresión de asombro en el rostro.
No puede ser... murmuró y mirando de un lado a otro, comprobando que ningún muggle se encontrara muy cerca, desapareció envuelto en una luz blanca, murmurando: "Bailar Pegados"...
Volvía a ser un día lluvioso y tormentoso. La oscuridad se había cernido sobre el colegio, a pesar de que el reloj no marcaba más de las cuatro de la tarde. Era sábado y los estudiantes descansaban en sus salas comunes, leyendo el ejemplar del Profeta que habían recibido aquella mañana y que continuaba especulando quién podría ser el hombre que los había salvado en el último ataque.
En el despacho del profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras se encontraba Christine. Estaba de pie mirando a la ventana, como acostumbraba, pero no estaba sola. Sentado en un mullido sofá, cercano a la chimenea, se encontraba Remus Lupin, con un taza de café en la mano, mirando al vacío.
¿Cómo está Harry? preguntó para romper el silencio. Christine sonrió interiormente. Ella estaba segura de que Lupin intuía algo de su comportamiento tan esquivo hacia él, pero necesitaba cerciorarse bien de las cosas.
¿Lo dices porque ayer fue el cumpleaños de Sirius?
Sí, confirmó Lupin con la voz queda. No había pasado una buena noche pensando en su amigo y dudaba que a Harry se le hubiera olvidado la fecha.
Bueno, no veo porque debieras preocuparte...ya sabes que él ya lo ha olvidado...
Deja de hablar con ese sarcasmo, por favor. le recriminó el hombre. Se levantó del sofá y depositó la taza, medio llena, sobre una esquina de la mesa de escritorio, para no manchar los ordenados pergaminos que tenía la profesora sobre ellos. Christine cerró los ojos maldiciéndose por bajo. No debía de haber sido tan brusca. En ocasiones, su frialdad le asustaba a ella misma, pero ahora debía comprobar bien cuáles eran los sentimientos del hombre.
¿No te gusta que lo haga? sonrió con ironía y se dio la vuelta, mirándole provocativamente. Lupin estaba muy serio y había bajado la mirada. Creía que no había nada de mí que te desagradara...
Hay muchas cosas que haces que no me gustan Chris y lo sabes... susurró el profesor. Había un claro deje de rencor en sus palabras...
Comprendo que no puedas perdonarme... por un momento, parecía que toda la entereza de Christine iba a irse por la borda, pero Lupin negó con la cabeza.
No estaba hablando del pasado. Eres la única que te sigues culpando por ello...ya hemos hablado de eso. Yo me refería a Harry. la profesora recuperó su pose. Por un momento, había tenido la sensación de que su amigo quería reclamarle, pero él nunca lo había hecho y seguía sin hacerlo y eso hacía que ella aún lo admirara más.
Algún día lo entenderás... dijo y caminó unos pasos hacia el licántropo. Lupin bajó todavía más la mirada. ¿Qué ocurre Remus? Te noto un poco tenso...
En absoluto se justificó Lupin.
Entonces... continuó Christine mordazmente. No te importará que me aproxime un poco más... la mujer avanzó hasta colocarse justo a medio metro del hombre, pero pese a sus sospechas, Lupin no le rehusó la mirada aquella vez, ni siquiera se puso nervioso. ¿Qué te ocurre? Pareces un poco nervioso...hace unas semanas me dabas un masaje y ahora en cambio...
Es distinto. le interrumpió Lupin bruscamente. Estás diferente... Christine sonrió ante aquel simple comentario y dio el último paso. Chocó su frente contra la del hombre y sus narices se rozaron. Su corazón dio un terrible vuelco al colocar ambas manos sobre el pecho del profesor. Pero contrariamente a todas sus especulaciones, Lupin no se sorprendió, ni se apartó. Parecía tremendamente tranquilo y eso la inquietaba. No le caía el sudor por la frente ni la respiración se le agitaba, únicamente miraba a sus profundos ojos, como buscando una explicación coherente. No le agradó en absoluto esa calma y parsimonia.
¿Qué pasa, Remus? preguntó entrecortadamente. No podía aguantar la mirada inquisitiva que él le lanzaba. ¿No vas a besarme? ni siquiera esas palabras pudieron sacar al licántropo de su quietud.
No. respondió tranquilamente observando de refilón los labios carmesí de la mujer. Estaban muy cerca...
¿Por qué? Christine no entendía nada. Acababa de descubrir una gran verdad que no había notado en muchos años y ahora la reacción que buscaba no la encontraba. Para su mayor incredulidad, Lupin sonrió, le retiró ambas manos de su pecho y se quedó sujetándola por las muñecas, aunque no separó sus rostros.
Porque tú no lo deseas...y yo de esta forma tampoco. Christine abrió la boca para decir algo, pero Lupin prosiguió. Mírate...estás temblando...nunca te he visto tan indefensa. Christine se dio cuenta por primera vez que lo que le decía era cierto. Sus piernas prácticamente no se sujetaban, su voz se quebraba y su respiración agitada la delataba. Estaban tan cerca que Lupin veía como el pecho de ella se movía velozmente...hace mucho que no te acercas a un hombre...no pienso aprovecharme de esta situación...¿tanto temes sentir? Christine se zafó de las muñecas y se apartó con brusquedad, regresando a la ventana, muy nerviosa y enfadada.
¿Por qué¿Por qué nunca me lo dijiste¿Por qué me mentiste, Remus?
Yo nunca te mentí. aseguró él igualmente tranquilo. Yo te dije que sólo había tenido un amor...y era prohibido...precisamente porque tú estabas con otro hombre. Yo apreciaba y respetaba lo suficiente a Dani como para no entrometerme en vuestra relación y te quería demasiado como para no dejarte ser feliz. Tú estabas destinada a estar con él, lo amabas...y haber revelado mis sentimientos sólo habría empeorado las cosas... Christine se dio la vuelta y miró la amarga sonrisa en el rostro de Lupin.
Me dejaste el camino libre... susurró con pesar. Pero...Remus...tú...fuiste a hablar con Dani para que volviéramos...hiciste todo cuanto estuvo en tu mano para que nuestro amor prosperara...
Sí. aceptó el hombre. Había vuelto a bajar los ojos. Porque te quería...y deseaba tu felicidad por encima de todo...
Sufriste todo eso...y yo fui tan estúpida que no me di cuenta... Lupin sonrió sinceramente y la miró dulcemente a la cara.
Ahora eso no importa. Dime...¿cómo lo supiste? la mujer se encogió de hombros, mordiéndose el labio inferior por la información que acababa de obtener.
Simplemente...me di cuenta...no sé exactamente porqué...pero recordé cosas, conversaciones...
Y por eso has motado todo este numerito...
No quería hacerte daño, Remus. aseguró rápidamente. Se sentía avergonzada por lo que acababa de ocurrir.
Sólo te lo haces a ti, Chris...sólo a ti...
¿Por qué¿Por qué no me has besado? quiso saber ella. No entendía como su amigo podía ser tan fuerte de corazón y resistir tanto dolor.
Ya te lo he dicho...tú no lo deseabas y yo de este modo...tampoco. al ver la cara que ponía ella, Lupin se acercó a la ventana y apoyándose en el alfeizar, le levantó la barbilla con un dedo. Me has conmovido...tu forma de temblar...el miedo a sentir...
¡Basta! gritó Christine tapándose los oídos.¡No quiero tu compasión¡No quiero que me veas así! la mujer seguía temblando de arriba abajo. Lupin sabía que ese era de aquellos momentos en los que las personas necesitaban un abrazo amigo, pero no se atrevió a dar el paso. Primero porque estaba asustado de no poder mantener su entereza y segundo porque no sabía como iba a actuar la mujer.
No te estoy compadeciendo. aseguró. Trato de hacer que abras los ojos. Te estás castigando demasiado...
No puedo tocar a ningún otro hombre, entiéndelo Remus, siento que traiciono a Dani. explicó tapándose los ojos con una mano y con la otra sujetándose el pecho, comprobando su ritmo cardiaco.
Tú no estás enamorada de él, Chris... susurró el profesor y Christine se destapó la cara asombrada, sin entender como después de lo que había pasado, Remus podía creer aquello.
¿Qué?
Lo estuviste y mucho... explicó Lupin. Dani fue tu primer amor...tu único amor...pero el tiempo acaba por enfriar las cosas, tú sigues cegada por su recuerdo, le quieres, pero no puedes seguir amando a algo que ya no existe.
¡Dani sigue vivo en mi recuerdo!
Pero tú no puedes besar ni acariciar un recuerdo, Chris le recordó duramente el profesor. Puedes ayudarte de él, puedes seguir manteniéndolo vivo, pero jamás podrás amarlo.
¿Insinúas que yo no amé a Dani? gritó la mujer fuera de sí.
Por supuesto que no. respondió Lupin seriamente. Yo sé que lo quisiste por encima de lo que eras, de tu vida, que de vuestro amor nació Alan...sé que rompisteis todas las barreras...pero también sé lo que logra hacer el tiempo. No sé si por suerte o por desgracia, pero arranca nuestros más profundos sentimientos y los aleja de nosotros, haciendo crecer nuevos. Christine bajó la cabeza y sus ojos se ensombrecieron. ¿Era cierto lo que acababa de decir Lupin¿Estaba únicamente amarrada a un recuerdo que no podía tocar, ni tener?
Si eso es así... susurró fríamente. Entonces tú tampoco estás enamorado de mí...el tiempo nos alejó y no es posible que tus sentimiento sigan vivos, sigan fluyendo... para su estupefacción, Lupin volvió a sonreír.
Sí, tienes razón, el tiempo fue mi mayor aliado, mi mejor amigo. Pero eso está en el pasado...ahora te he vuelto a encontrar y mis sentimientos han renacido...pero hasta que no entiendas Chris, que estás sujeta a algo inexistente y que debes superarlo para dejar sentir a tu corazón...no podrás ni siquiera mirar a tu alrededor y comprender que te espera una vida maravillosa lejos de los fantasmas que te rondaban y que vivirla...aunque no lo creas, vale la pena. Christine le dio la espalda, haciendo un tremendo esfuerzo por no desfallecer. Tener tan cerca a cualquiera siempre le ponía muy nerviosa.
Lo que me pides no estaría tan descabellado si no existiera el mismo problema de siempre murmuró más para sí que para el hombre. Que se haya hecho mayor y tenga dieciséis años no me aparta de la misión y es lo único que me importa ahora mismo. Cargar con mi responsabilidad se ha convertido en una deuda pendiente que no puedo perder, se lo debo...a todos.
No pretendo alejarte de Harry. aseguró Lupin y la abrazó por detrás, haciéndole sentir su calor. Christine volvió a comenzar a temblar a convulsiones. Pero tampoco voy a cruzarme de brazos y dejar que mueras...no es algo que esté en mis planes y tú no estás intentando evitarlo...¿quieres morir? Christine abrió mucho los ojos y asintió, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.¡Pues no te voy a dejar! gritó Lupin apretándola más contra sí mismo. Ya verás como logro salvarte del mismo modo que tú me salvaste a mí...y no me refiero a hechizos...las palabras son las mejores aliadas en los malos momentos, voy a enseñarte que tienes muchos motivos para vivir...
No puedo alcanzarlos, Remus... susurró apenada. Mi tiempo se está agotando...Snape me lo dijo...¿recuerdas? Voldemort se ha dado cuenta...es un precio que sabía que debía de pagar si deseaba salvar vidas...si deseaba crear un futuro que mi hijo y mi marido no pudieron tener...
Tú puedes detenerlo. aseguró Lupin, dándole la vuelta y reflejando en sus ojos la determinación. Si quieres...puedes hacerlo. volvió a acercar su rostro tanto como antes, produciendo el choque de sus respiraciones y el tembleque de la piel de la mujer. Puedo ayudarte a vencer tu miedo...puedo mostrarte que tengo razón al decir que estás enamorada de un recuerdo...pero... acercó sus labios a los de ella, pero no llegó más que a rozarlos. sólo lo haré cuando estés lista y me lo pidas... la soltó, caminó hasta la silla y cogió su gabardina, echándosela por encima. Sujetando el pomo de la puerta y sonriendo antes de salir, añadió: que no ames a Dani no quiere decir que tengas que quererme a mí...siempre respetaré tu decisión.
Llevaba toda la tarde enfrascado en la biblioteca. Era consciente de que después de la cena tendría su primer castigo con Snape, pero aquello no le importaba lo más mínimo. Estaba seguro de haber escuchado algo sobre lo que ella le había dicho y si no se equivocaba era en la asignatura de Historia de la Magia, en el reparto de Leyendas.
Sí, seguro que lo había oído, pero eso era antes de que empezara a atender de verdad en clase, así que por eso tenía tantas dificultades. Era ahora cuando se arrepentía de no tener a Hermione a su lado. Su amiga le habría resuelto la duda en un "plis", pero sospecharía si le comentara algo, después de todo, Hermione llevaba algún tiempo muy susceptible y la conversación que había escuchado la otra noche, le aclaraba sus dudas.
Cerró un libro muy pesado y una ola de polvo inundó dos metros a la redonda. Harry tosió enfurecido y dio manotazos al aire para esparcirlo.
¿Qué haces todavía aquí, Potter? preguntó la señora Pince, la bibliotecaria. Deberías estar descansando un poco, ya trabajarás mañana un poco más. Desde que Harry se pasaba mucho más por la biblioteca la mujer era el doble de amable con él que lo había sido en otros muchos años, aunque su carácter refunfuñante, le delataba muchísimo.
No es para nada de clase...es un tema que me interesa... respondió ojeando otro pesado volumen. La señora se acercó interesada a él.
¿Qué buscas exactamente? Quizás pueda ayudarte... Harry dudó. ¿Qué pasaría si la bibliotecaria se lo contaba a Dumbledore o a Christine? De todas formas no era probable que lo hiciera, la mujer solía ser bastante prudente y además, él no estaba haciendo nada malo, simplemente buscaba información sobre algo.
Quisiera leer la leyenda de la Unión de las Cuatro Sangres y sus guardianes...¿sabe dónde puedo encontrarlo?
¡Ah! exclamó la mujer entusiasmada y se acercó a una estantería que estaba cerrada con un candado. Metió un juego de llaves y sacó un libro mucho más pesado que los que Harry estaba consultando. Sí, sí, una leyenda fascinante...lástima que no sea cierta, sí... puso sobre la mesa de madera el pesado volumen y comenzó a ojearlo, colocándose mejor las gafas. Veamos..., sí, aquí está... le enseñó a Harry una lámina en blanco y negro de una mujer que se estaba transformando en nube en un remolino de viento.
¡Señora Pince! una alumna de primer año se asomó a la mesa en donde estaban Harry y la bibliotecaria. Disculpe...pero es que mi amiga y yo queríamos que nos ayudara a encontrar un libro de Pociones. La mujer se levantó de la silla refunfuñando y Harry agradeció enormemente aquel momento de soledad, porque no deseaba compartir la leyenda con nadie. Se acercó más el libro y comenzó a leer.
La leyenda hacía referencia a una mujer muy fuerte, con un carácter extremadamente marcado e independiente, que se decía, había existido miles de años atrás y que poseía la sangre de los cuatro fundadores de Hogwarts: Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Rowena Ravencraw y Salazar Slytherin.
Tal era su poder que manejaba los elementos: tierra, agua, fuego y aire. Su deber, era mantener el equilibrio, puesto que ella no era una persona, simplemente era la magia pura en estado. Constaba de cuatro guardianes que la protegían y tenían unas misiones a cumplir. Su leyenda, era sin duda la más inquietante e interesante de todas las que Harry había leído. Se decía, que la Unión tenía un destino fatídico en el amor y estaba condenada por una fuerza invisible que la mantenía separada del hombre al que amaba. Contaba la leyenda, que regresaría cuando su presencia fuera requerida para mantener el equilibrio entre el bien y el mal.
Harry cerró el pesado volumen, recordando las palabras de Emy: "Yo sólo soy magia, Harry. Magia en estado puro...mi deber es mantener el equilibrio...con ayuda de mis guardianes...
-¡Emy¿Tú y yo...nos hemos visto alguna vez? con una mirada de nostalgia, la mujer se dio la vuelta por última vez y se encogió de hombros.
Tal vez...en otra vida..."
En otra vida...¿es qué él la conocía de otra vida? Su rostro tan familiar, su mágica compenetración, sus ojos que le miraban con tanta ternura, ese sentimiento de creer que ya la había visto antes...
¿Era posible que Emy fuera la Unión de las cuatro Sangres? Y si lo era¿a qué había venido? "Su deber es mantener el equilibrio", dijo una voz en su cabeza. Y era cierto que Harry se sentía mucho mejor que en otras ocasiones.
Cogió la mochila y se la colgó al hombro, dando las gracias a la señora Pince, antes de salir de la Biblioteca. Le gustaba pensar en todo lo que Emy le había dicho, soñar despierto que alguna vez, en otra vida, él había sido uno de esos cuatro guardianes que protegían a la unión y si no se equivocaba mucho...un vínculo muy especial los había unido¿pero cuál?. Y ahora que lo pensaba, Emy le había dicho que ella había logrado romper su destino...¿se referiría al bebé que esperaba? Si aquello era cierto, entonces quizás él también pudiera romper su destino, aquel que se le había trazado con la Profecía y aquel que lo alejaba de Ginny por ser arcángel...sí, tal vez, él pudiera llegar a lograrlo.
¿Cuál era ese destino cruel que rompiste, Emy? preguntó en voz alta, caminando por los pasillos,
Era muy difícil que llegara a tener hijos. explicó una voz, detrás suyo. Harry se dio la vuelta y se topó con Christine.
¿Cómo sabes tú eso? preguntó anonadado.
Mi padre me contó la historia de la Unión de las Cuatro Sangres. explicó seriamente. Él decía que no era una leyenda y yo siempre le creí...pero por detrás de su forma de magia, por encima de todo eso, existe una gran mujer, Harry. Emy luchó con todas sus fuerzas para romper su destino, para aparcar tan duro pasado y el amor, la convirtió en lo que ahora es. Parece que su deseo se ha cumplido...
¿No podía tener hijos?
Ella creyó que no... explicó Christine.
¿La conocías, verdad? inquirió Harry. Christine suspiró, cerró los ojos y asintió.
Sí. Ella me convenció para que regresara al mundo mágico con Dumbledore. Vino a verme muchas veces, en mi estado de soledad y nos hicimos muy amigas. Tampoco sé como es que llegamos a encontrarnos, todo lo que encierra a Emy es un misterio. Pero cuando me contó con lágrimas en los ojos que su mayor deseo era tener un niño y que le era imposible, yo presentí que aquello no era cierto. Y se lo dije. Parece ser, que tuve razón.
¿Cómo lo supiste? preguntó Harry anonadado. Christine miró al vacío y volvió a encogerse de hombros.
Me lo decía el corazón. contestó si pensar. "Me decía que algún día ella y yo íbamos a disfrutar de nuestros hijos, pero aquello sólo fue un sueño, porque Alan había muerto" aquello último no lo dijo en voz alta.
¿Por qué ha vuelto? Harry no acababa de entender el papel que cumplía Emy en el mundo mágico.
Ya te lo he dicho...su misión es mantener el equilibrio y cuando éste se ve amenazado, ella tiene la obligación de volver a poner las cosas en su sitio. los ojos de Harry decían claramente que Emy lo había marcado de una forma u otra. Christine sonrió al sentir en su cuerpo lo que sentía el chico. A ella le había pasado algo parecido, no había nadie que no cambiara al conocer a Emy, ella era muy especial. Me hizo entrar en razón cuando vino, me cogió de las manos y me rogó que estuviera a tu lado, era como si fuera algo que le afectara directamente. Ahora sé que si yo no hubiera regresado al mundo mágico, el equilibrio se hubiera desmantelado fácilmente, la fuerza del mal y la discordia se habrían extendido en demasía.
¿Estás diciendo que vino a hablar conmigo por algo parecido?
Quizás su visita fuera esencial para el futuro de las cosas. Estoy segura, de que si ha aparecido es porque tenía una función muy importante que cumplir. Harry recordó el CD que le había dado, pero no le comentó nada de eso a Christine. Vino a abrirte los ojos.
Siento que la conociera desde siempre... murmuró el muchacho, pegando su espalda a la pared, estaba cansado. No sé de qué forma, pero es como si algo nos uniera...como si...
¿Hubieras sido un guardián? Harry miró a Christine y ella sonrió. Emy es la Unión, Harry, existe y existirá en todas las realidades, presentes, pasados o futuros posibles. En todas las vidas...
¿Es posible que la haya conocido en...otra vida? preguntó el chico que no podía creer que aquello fuera real.
Ya te lo he dicho...ella siempre existirá.
Pero estuve leyendo un libro...un libro que hablaba de su leyenda y decía que había existido hacía miles de años...¿cómo es posible que siga aquí?
Eso no es correcto. corrigió Christine, pensando muy bien sus palabras. Es sólo un mito que se escribió. La Unión tiene su propia realidad, vive en ella como cualquier ser humano, pero es cierto que por ser magia, no se le puede matar. Aún así, Emy tiene alrededor de treinta años y una vida fuera de nuestro mundo. Pero para mantener el equilibrio debe saltar de una dimensión a otra y cuidar que las cosas salgan como están previstas. Si consideró oportuno presentarse ante ti quizás es porque tenía un mensaje que darte...abrirte los ojos de alguna forma.
¿Cómo sabes tú todo eso? preguntó Harry ceñudo. ¿Has estado siguiéndome?
Hoy sí. respondió Christine sinceramente. tenía el presentimiento que algo iba a ocurrir y no me equivoqué.
Ya sabes que no me gusta que cierres mi espacio, necesito intimidad para hacer según que cosas.
Lo sé. aseguró Christine. Y te lo dejo, sabes que no siempre te estoy vigilando, ahora que sé que puedes cuidarte...pero hoy era distinto.
Harry miró con algo de rencor el rostro de su profesora y se encaminó hacia las mazmorras. No le gustaba que ella estuviera tan encima y menos que lo espiara, pero le agradaba lo que le había contado acerca de Emy. Tenía el presentimiento que su visita había tenido un significado muy especial y su mente voló al CD de música que guardaba en su baúl. ¿Significaría eso un rayo de luz para su relación con Ginny¿Qué trataba de decirle Emy¿Su destino se podía cambiar? Pero todos sus pensamientos se fueron disipados cuando se encontró en frente de la puerta del despacho de Snape y deseó estar en cualquier otra parte.
N/A: Olassss de nuevo gente¿Qué os ha parecido el capi? Antes de seguir, sólo decir un par de cositas. El personaje de "Emy" no es mío, es del fict de Malala y ella me lo prestó. ¿Las razones por las cuáles sale en mi fict? Pues sencillas. Ella es una gran amiga mía y una persona muy muy especial, así que su personaje(que la representa a ella misma) merecía estar en mi fict. Es un regalo que le he hecho para recordarle cuánto la quiero y es como sabéis el que la haya leído, un personaje muy querido dentro de su fict. Pero para entender lo que representa aquí, no es necesario haber leído "La Unión de las Cuatro sangres", aunque os lo recomiendo porque es un fict genial.
Bueno, eso es todo en cuanto a aclaraciones sobre ella.
¿Qué más, qué más? Ah, sí! Un avance del próximo capi.
Vale, Harry por fin tendrá que ir a cumplir su castigo con Snape y veremos qué consecuencias trae todo eso. Será un capi movidito, en el que habrá una nueva batalla y en la que Christine será protagonista. Y además, en regalo a los reviews, os revelo el título. Se llamará: "¡No te mueras, Christine!" ¿Revelador? Jejej, sí, sí, ya sé que soy muy mala.
Bueno gente, me despido ya con un abrazo muy fuerte para todos y un saludo especial para Malala y para Pekenyita y Crisy. Y como no, cuidaos mucho y espero que os siga gustando el fict! Besazos!
