Olassss gente! Cómo estamos? Yo más contenta q unas castañuelas. (Evix salta de felicidad) Me habéis dejado muchossss reviews! Y ya sabéis, si vosotros os portáis bien conmigo, yo me porto bien con vosotros y actualizo lo más rápido posible. Bueno, espero q os guste este capi y por favor, no valen amenazas de muerte ¬¬. Jsajajaajaj. Muchos besazos y gracias en serio, sois muy buenos conmigo!
Reviews:
Ellie Bennet: Olasss! Ufff, pues queda tela para q se perdonen, si es q lo hacen. ¬¬.- jajaaja. Pero prometo q pondré momentos en los que parezca q se llevan bien. Lo de Christine...umm, ajajaj, mejor léelo, yo no digo nada, q sino recibiré amenazas de muerte, ajajaj. Y sí, me gusta mucho Sergio Dalma, pero no es de los más preferidos. Besazos!
D.Alatriste: Olasss! Me alegro q te haya gustado y también lo de Emy, es un personaje q me gusta mucho, porque tiene la magia del personaje del fict de mi amiga, pero yo le he añadido sus virtudes. Y sí, el fénix se llama Ares, si me he equivocado al poner el nombre, perdón. Respecto a Christine, ella no trata de "calentar" a Lupin, sólo quiere probar su es verdad lo q cree, pero le sale mal la jugada. Muy mal, jajaja. Y lo de matarla...ummm, jaajaj, mejor no me pronuncio a eso. Jajaja. Besos!
Manuel-manny: Olasss! Verdad q es malo? Jaajaja, si ya lo digo yo. Sí, te recuerdo. Gracias por el review y suerte con tu fict!
Ginnyalis: Olasss! No pasa nada, espero q tu ordenador haya sobrevivido a eso, ajajaj. Pues...no sé cada cuanto actualizo, la verdad, jaajaaj. Lo hago cuando puedo, nada más. Me alegro q te guste mi fict, pero seguro q Rowling nos sorprenderá en el sexto libro con algo mucho mejor, jaajaj. Besos!
Virgi: Olasss! Me alegro q te haya gustado. Me gusta Sergio Dalma, pero no es de mis preferidos, jajajaj. Lo mío es Bon Jovi. Aishhh, ese grupo sí q lo adoro, ajajjaja. Quieres q colguemos a Cho de las orejas? Ajajajjaajja, hecho, jajaja, pobre mujer. Bueno, besitos!
Dany-Kanuto: Olasss! No pasa nada y muchas gracias igualmente!
DianaBlack: Olass! Muchísimas gracias, espero q el fict te siga gustando!
Catalina: Olassss! Me alegro q te gustara. A ver...lo de Emy no es muy complicado, si lees bien lo que Harry dice en la Biblioteca, lo entenderás, de todas formas, poco a poco irás entendiéndola mucho mejor. Y lo de Remus y Christine...ufff, no pides imposibles? Ella quiere a su marido, jajajajaaj. Besitos!
Barby-Black: Olasss! Te gustan Chris y Remus? Ummm, ufff, es muy complicado lo suyo, ehh, jajajaaj. Sí, pobre Harry lo pasa mal, pero todavía le queda q pasar y mucho. Siempre he dicho q no me gustaría estar en su pellejo. Espero q te guste el fict de Malala. Es una pasada!
Mariet Malfoy: Olass! Gracias, me alegro q te haya gustado. Gracias por el review!
LoganBlack: Olasss! Me alegra q te haya gustado. Afirmativo, Emy saldrá más veces, pero siempre en contadas ocasiones y para expresar cosas importantes. Lo de Sirius no tiene arreglo, jaja, lo siento. Y sí, también habrá algo más de Harry y Snape y Hagrid aparecerá...pero poco, porq no me gusta ese personaje, lo siento. Besos!
Verónica: Olasss! Me alegra q te guste el fict. Vaya, tu historia es muy triste, lo siento de veras y cuando nos pasan cosas así siempre es más sentido a la hora de leer casos similares. A ver, Harry NUNCA ha dejado de querer a Ginny y no te puedo prometer algo entre ellos, ajajja, sólo animarte a que sigas leyendo y sepas el final. Besos!
Yasumveela: Olasss! Me alegro q te haya gustado. Ummm, no me olvido de Harry y Ginny, jajaj, te vas a hartar de escenas de ellos en el futuro del fict, pero la relación Chris y Remus es muy muy muy importante para el desenlace del, fict. DE ella, depende mucho más de lo que imaginas, ya lo entenderás. Besos!
Martha Potter: Olass! Muchas gracias! Pero estudia y aprueba esos examenes o me sentiré culpable, ajajaj. Besos!
Veruka: Olasss! Claro, puedes llamarme amiga si quieres, ajjaaj, yo encantada. Es verdad, Harry sigue queriendo a Ginny y cuanto más lejos esté ella de él, más la querrá. Te gustó la canción? Aishh, es q la encontré muy apropiada para el momento. Respecto a Emy, ella tiene mucho q aportar y todo muy bueno... es una gran ayuda. Christine y Lupin van avanzando poco a poco, pero claro...ya veremos a ver lo que pasa ahora. Y lo del castigo con Snape...será peor que habitualmente. Bueno wapa, muchos besitos y nos vemos, gracias por ese fantástico review!
Usagi-Chan: Olass! Me alegro q te guste el fict. Sí, sí q te entendí. Yo soy de España. Umm, para q Harry muestre verdaderamente qien es aún falta mucho fict, ajajaj. Chao!
Paola: Olassss! Muchas gracias! Me alegro mucho q te haya gustado el capi y espero q siga así. Ummm, si, claro, me anoto tu email y en cualquier momento q saque te escribo para explicártelo, aunq no lo recuerdo muy bien, ajajajaj, porque también me ayudaron. Dew!
Alucard: Olasss! Pues sí, jajaajaj, sí q me acuerdo. Pobre Zack, aunq...reconozco q me quedé a gusto liquidándole. Sí, Chris se pone sentimental en las 3 casas, pero si supieras toda la historia lo entenderías, ajajaaj. Ella es dura, pero no es de piedra, tiene sus sentimientos. ¿Tan segura de q Ginny y Harry volverán? Umm, yo no podría la mano en el fuego, jajaja. Me alegro q te guste el fict, jajaja, y gracias por esos ánimos. Sí, tengo otro fict, uno compartido con dos grandes escritoras: Pekenyiya y Crisy Weasley. Se llama "Herencia de merodeador" y es un fict distinto a este, de risa y muy muy muy divertido. Además, salen Christine y Alan, su hijo que murió, sólo que allí no muere, ajajajaj. Ummm, q más? Latin? Pues..no sé, jajaajajaj. Sólo te digo q en mi fict en algún momento se hablará latin, claro, sin declinar, jaajajjajaaj. Besos!
Absintheaddict: Olassss! Gracias por el review y por tus palabras! Me han puesto muy contenta. A ver, las preguntas...sí, habrá momentos en los q Christine muestre su verdadera cara, aunque serán muy breves y sobretodo cuando esté Remus de por medio. Lo de Ron...la pregunta es más al contrario. ¿Perdonará Harry a Ron? Evidentemente, algún día Ron se enterará de q Harry sólo hacía lo q hacía por ayudar y entonces se sentirá culpable de haberle juzgado mal. Y de descubrir a Harry...antes del final sí, lo hará una única persona. Así q ahora habrá q pensar en quién será. Hay muchos q se acercan. Venga, muchas gracias de nuevo y nos vemos!
N/A: En este capítulo hay un fragmento de El Regreso de Myrddin, fict de Malala, con consentimiento de la autora.
CAPÍTULO 28: ¡NO TE MUERAS, CHRISTINE!
Harry llamó a la puerta del despacho de Snape, todavía pensando en Emy, pero cuando la desagradable voz de su profesor le dio el permiso, todas las buenas sensaciones se disiparon. ¿Por qué tendría Dumbledore que castigarle con Snape si sabía cuánto se odiaban? ¿Qué había detrás de todo eso?
El profesor estaba de espaldas a él, curiosamente, revisando sus recuerdos en un pensadero.
Tome la Poción que hay sobre la mesa, Potter. ordenó con una voz peligrosa. Harry miró la taza humeante que había sobre el escritorio, cuyo contenido era un líquido espeso de un color amarillento.
¿Qué es eso?
Su castigo. susurró el profesor dándose la vuelta por fin y sentándose detrás del escritorio, a la espera de que el chico se decidiera. Harry miró con recelo el contenido de la taza. ¿Por qué debía tomárselo? ¿Qué clase de castigo podría haberle puesto Snape? ¿Y si era algo peligroso? ¿Cómo sabía él que no se trataba de una trampa? ¿Se puede saber a qué espera Potter? No tengo todo el día.
¿Por qué habría de tomármelo? ¿Cómo sé que no le están controlando con la maldición Imperious? para su sorpresa, Snape sonrió maliciosamente.
Porque...Potter, si me estuvieran controlando con la maldición Imperious, probablemente usted ya no seguiría con vida... ahora fue el turno de Harry para reír.
No esté tan seguro. la sonrisa se borró inmediatamente de la boca de Snape.
¡Estás hartándome Potter! ¡Obedece y punto!
No lo haré. dijo Harry descaradamente y se sentó en la silla cruzándose de brazos. No beberé algo que no sé lo que contiene. Snape lo miró severamente durante unos segundos. Fue hasta el cajón de su escritorio, lo abrió y sacó la varita. Fue en un momento, a Harry no le dio tiempo a reaccionar, el profesor le había apuntado y después de murmurar un encantamiento, se vio como unas cuerdas lo amarraban.
¿Qué hace? gritó Harry enfurecido, luchando por soltarse, pero no podía mover los brazos. La expresión del rostro de Snape seguía siendo muy seria.
Si no lo haces por tu propia iniciativa, tendré que obligarte.
¡Suélteme! ordenó Harry, pero sus palabras no dieron el fruto que esperaba. Con sólo un movimiento habría podido liberarse de las cuerdas que lo maniataban, pero entonces el profesor descubriría su pequeño secreto, no podía arriesgarse. Snape, volvió a apuntar con la varita, esta vez en dirección a la taza con la poción y ésta se transformó en una jeringuilla con el líquido amarillento en su interior. El muchacho la miró con repulsión.
¡No se atreverá! retó a su profesor. ¡El profesor Dumbledore...!
El profesor Dumbledore nunca dijo que su castigo fuese fregar calderos, Potter. respondió Snape en un tono que no admitía réplicas. Parece ser que esos métodos no funcionan con usted, así que estuvo de acuerdo en que tomaríamos una medidas más serias para frenar su mala educación.
¡Es mentira! chilló Harry rojo de ira. No podía llegar a comprender como el director podía permitir que Snape hiciera lo que le diera la gana.
Puedes gritar todo cuanto desees. He puesto un hechizo silenciador a la puerta, nadie podrá oírnos...si te portas bien y me dejas hacer mi trabajo tu castigo se verá reducido a una semana...no necesitaré más tiempo.
¿Tiempo para qué? espetó Harry. Snape volvió a sonreír, pero no respondió. Se acercó lentamente a su brazo y lo cogió para inyectarle la poción. Harry se revolvió, pero no podía hacer nada. ¿Qué debía hacer? ¿Mostrar su poder ante Snape? Pero en el caso que éste fuera un mortífago enviado por Voldemort se descubriría ante él. Por otro lado, no sabía qué efecto tendría sobre él el contenido de aquella jeringa.
¡Noooo! gritó Harry cuando vio que el profesor iba a inyectarle, pero no pudo hacer nada por evitarlo. Snape revisó tranquilamente la venas que corrían por su brazo y cuando encontró la que buscaba pinchó la piel con la jeringuilla y fue introduciendo el líquido poco a poco. ¡Basta! protestó Harry revolviéndose como un loco. El poco color que tenía en la cara le estaba desapareciendo, tenía apretados los puños con tanta fuerza que los nudillos se habían amoratado y un dolor incandescente se le estaba acumulando partícula a partícula.
¡Estate quieto, Potter! ordenó el profesor. Si te mueves y falló de vena podría causarte un coma irreversible. Pero ni aquellas palabras lograron tranquilizar al muchacho. Había comenzado a temblar a convulsiones y los ojos se le aguaban.
Snape retiró la aguja de su brazo y masajeó con el pulgar la zona donde había inyectado, que se había amoratado bastante. Luego, usando por tercera vez su varita, soltó las cuerdas que amarraban al chico y éste cayó al suelo con una expresión de miedo en el cuerpo.
¿Qué...qué me ocurre? tartamudeó sujetándose los costados y tratando de no desmayarse. Las gafas le resbalaron de sus ojos y cayeron al suelo de la fría mazmorra, pero eso no impidió que Harry continuara con la vista nublaba. Estaba muy mareado, sin fuerzas, agotado como si hubiera corrido durante un día entero, le fallaban las extremidades y era incapaz de ponerse en pie.
Es la reacción a la Poción. explicó Snape secamente. No se había ablandado en absoluto por el sufrimiento del chico. has perdido tu magia.
¿Qué? consiguió articular Harry, haciendo un esfuerzo tremendo por mirar a Snape a la cara.
Esta Poción anula la magia de un mago durante un espacio de tiempo de aproximadamente dos horas...ahora eres como un muggle.
¿Por qué? gesticuló Harry. ¿Por qué lo ha...hecho? se agarró al respaldo de la silla y logró con mucho esfuerzo ponerse en pie, aunque sus piernas temblaban sin cesar.
Es tu castigo. repitió Snape. vas a tener que cerrar tu mente con voluntad, sin la magia que recorre tu cuerpo. Voy a tratar de introducirme y tú tendrás que expulsarme sin ningún tipo de ayuda. Harry se desplomó en suelo, respirando agitadamente.
No podré...me siento...muy mareado...
Eso es porque tu cuerpo está habituado a vivir con la magia que posees de nacimiento explicó el profesor de mala gana, mientras introducía un nuevo recuerdo dentro del pensadero. No estás habituado a este tipo de esfuerzos, pero te acostumbrarás poco a poco. Tienes una semana para hacerlo...
¡No lo entiende! bramó Harry volviendo a cogerse a la silla. ¡Ahora soy una presa fácil para Voldemort! ¡Si él trata de introducirse en mi mente no podré hacer nada por evitarlo! ¡Tiene que borrar los efectos de la poción o estoy perdido! Snape se acercó sonriéndole maliciosamente. Cogió a Harry por el cuello se la túnica y lo puso en pie con brusquedad.
No sabes la satisfacción que me da verte tan indefenso Potter...donde tu arrogancia no puede llegar...ahora vas a aprender las consecuencias que trae tu falta de respeto...se ve que no te enseñaron buenos modales...
¡No tuve quién lo hiciera! ¿recuerda? bramó Harry. Pese a lo débil que se sentía deseaba con todas sus fuerzas estampar a Snape contra la pared.
No te preocupes por el Señor Oscuro, Potter. Me he asegurado de que en estos momentos no tenga tiempo para pensar en ti. Está ocupado en otros asuntos...he elegido una hora que sabía que él no podría estar pendiente de ti.
¡Lo notará! exclamó Harry. ¡Notará que mi mente está desprotegida!
No, Hogwarts está protegido por una serie de encantamientos que a tanta distancia el Señor Oscuro no puede detectar. a Harry se le acabaron los argumentos para tratar de convencer a Snape, aunque tenía uno muy poderoso. Si los mortifagos realizaban algún ataque en el periodo de las dos horas que él estaba sin magia, no podría acudir a ayudar.
Bien...y ahora, veamos cómo te desenvuelves sin tu magia...
¿Cómo quiere que impida que vea mis recuerdos sin poder usar la Oclumancia? le espetó Harry.
Con fuerza de voluntad. explicó Snape levantando su varita y preparado para lanzar el hechizo. El director y yo tuvimos una charla y acordamos que sería un entrenamiento muy bueno que aprendieras a cerrar tu mente sin necesidad de utilizar la Oclumancia, así como lo hace el Señor Oscuro, por si alguna vez te vieras en una situación parecida a esta. Tienes que concentrarte bien y expulsarme sólo con tu pensamiento.
¿Y por qué no se lo pidió a Christine? preguntó Harry, apoyándose en la pared que tenía detrás para no caer al suelo de nuevo. Snape sonrió una vez más.
Las razones son obvias Potter...está claro que ella ya ha visto todos tus recuerdos cuando te enseñaba Oclumancia y a ti no te importa que los conozca. En cambio... entornó los ojos. estoy seguro de que a mí tienes muchas cosas que esconderme...¿me equivoco? Harry se mordió el labio inferior. Si no lograba cerrar su mente al profesor, él podría descubrir todos sus planes y entonces todo habría sido en vano. Christine siempre había dicho que Dumbledore nunca permitiría una cosa así, que jamás le dejaría ser mitad arcángel porque eso suponía grandes sacrificios y que pensaba que la guerra la tenían que ganar los adultos, no él. Sí, Dumbledore siempre lo había dejado al margen de todo, siempre lo había engañado...con la profecía. Si hubiera sido sincero con él, Sirius seguiría vivo... Comprenderás prosiguió Snape. que para que sea verdaderamente un castigo tenía que ser yo quién tuviera acceso a tu mente...y ahora...¡Legeremens!
Todo fue muy deprisa. El rayo impactó en Harry y entonces la oscuridad lo llenó todo. Imágenes y palabras llegaron a su mente y pasaban a la velocidad de la luz, como si no quisieran detenerse.
"-No existen ni el bien ni el mal, sólo existe el poder y aquellos demasiado débiles para buscarlo"
-"Éste es el fin del famoso Harry Potter. Solo en la Cámara de los Secretos, abandonado por sus amigos, derrotado al fin por el Señor Tenebroso al que él tan imprudentemente se enfrentó. Volverás con tu querida madre sangre sucia, Harry...Ella compró con su vida doce años de tiempo para ti...pero al final te ha vencido Lord Voldemort. Sabías que sucedería."
"Harry, la obediencia es una virtud que me gustaría enseñarte antes de matarte. ¿Tal vez con otra pequeña dosis de dolor?"
-"A Harry no. A Harry no. A Harry no, por favor.
-Apártate, estúpida...apártate...
-A Harry no. Te lo ruego, no. Cógeme a mí. Mátame a mí en su lugar..."
-"Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades"
"-¡Sal, pequeño Harry, sal! ¿Para qué me buscabas, si no? ¡Creía que habías venido para vengar a mi querido primo!
-¡Así es!
-¡Aaaaah! ¿Lo querías mucho, pequeño Potter?"
"-Bueno...esperemos que el joven Potter esté aquí...para salvar el mundo...
-Tranquilo. Estaré."
-"¡Mejor morir que traicionar a tus amigos! ¡Todos habríamos preferido la muerte a traicionarte a ti!
-"Temer un nombre sólo incrementa el temor a lo nombrado"
-"Tus padres dieron la vida para salvarte, Harry, y tú les correspondes muy mal, cambiando su sacrificio por una bolsa de artículos de broma."
-"¡Ha sido una estupidez venir esta noche aquí, Tom! ¡Los aurores están en camino, no tardarán en llegar!
-¡Momento en el cuál yo ya me habré ido y tú estarás muerto!"
-"¡Mátame ahora, Dumbledore...Si la muerte no es nada, Dumbledore, mata al chico...
-Que pare este dolor. Que nos mate. Acabe ya, Dumbledore. La muerte no es nada comparado con esto...así volveré a ver a Sirius..."
El corazón de Harry se llenó de emoción. Había perdido el control de su mente y de su cuerpo, no podía seguir escuchando aquellas frases, no podía seguir hurgando en su pasado, lo había estado ocultando mucho tiempo bajo su máscara de frialdad y necesitaba salir. La cabeza le iba a estallar, la cicatriz le ardía y le dolía terriblemente todo el cuerpo. Cerró los ojos, para que las atormentadas imágenes cesaran y gritó, gritó con toda su alma.
Snape salió disparado hacia atrás y chocó contra la estantería. Lo que él no sabía es que únicamente había podido anular la magia como mago que había en el interior de Harry, pero su magia de arcángel no se podía encerrar con una poción y estaba reaccionando.
El profesor abrió los ojos como platos y se quedó sin saber qué hacer. ¿De dónde salía tanto poder? Harry estaba frente a él, levitando unos dos metros sobre el suelo y chillando como si su vida dependiera de ello. Parecía en un trance. Todo el cuerpo le temblaba a convulsiones y una luz intensa se expandía a su alrededor y estaba destrozando todo el despacho. Los libros volaban de un lugar a otro, los tarros de las pociones estallaban en mil pedazos y todo se convertía en un remolino de luz blanca.
Trató de incorporarse pero no pudo, en el mismo momento en que Christine se apareció delante suyo. Sus miradas confusas se encontraron un segundo, pero inmediatamente la mujer se giró hacia Harry. Lo que vio le sorprendió tanto que por un momento parecía que no iba a hacer nada. Miles de cortes estaban apareciendo por todo el cuerpo del chico, la propia energía que sacaba al exterior le estaba dañando, pero él no parecía notarlo. Seguía levitando y chillando como alma al diablo. Un tubo explotó cerca de la cabeza de Christine y ésta dio un paso hacia atrás asustado.
¡Harry! gritó, pero el muchacho no parecía oírle. ¡Basta, por favor! esquivando el vendaval de objetos, se aproximó a él como pudo. Trató de tocar el escudo de luz que lo rodeaba y en cuanto lo hizo, se cortó. ¡Ahhh! dijo retirando la mano y chupándose la sangre con la boca. ¿Qué podía hacer? Si Harry continuaba en ese estado iba acabar muriendo. Toda la energía estaba saliendo de su cuerpo, ¿qué podía haber ocurrido para que se pusiera en ese estado? Haciendo alarde de valor, se introdujo en la columna de luz y se abrazó a él con todas sus fuerzas, cerrando los ojos. Inmediatamente, la velocidad de la luz, fue haciéndole cortes medio profundos por todo el cuerpo, igual que a Harry. ¡Basta, detente! ¡Harry, detente, te lo ruego! ¡VAS A HACERTE DAÑO! ¡PARA! ¡PARA!
La calidez que emitía el abrazo suplicante y desesperado de Christine, hizo a Harry abrir los ojos. Vio la oleada de energía que estaba provocando y se sintió desfallecer. Se sentía muy débil, pero a la vez tranquilo en el abrazo de su profesora, se quería quedar así para siempre.
El revuelo se detuvo. Las palabras de Christine habían tenido el efecto esperado. La luz cesó y la energía desapareció. Christine abrió los ojos justo a tiempo para ver como Harry se desplomaba sobre ella.
Lo...lo siento...mucho...Chris...perdóname... susurró antes de quedar totalmente inconsciente.
Christine apretó los puños de ira y lo abrazó contra su pecho, sintiendo como sus ojos se humedecían. Por un momento había pensado que lo iba a perder de nuevo. Se agacho y le colocó en el suelo, revisando las heridas.
Sanpe se levantó del suelo y miró ceñudo el estado deplorable de su despacho, pero había algo que le preocupaba mucho más que eso. Se acercó a ellos.
¿Se ha desmayado? preguntó secamente. Christine giró el rostro y Snape retrocedió asustado. Nunca había contemplado una mirada como esa, tan cargada de ira, de odio...de desprecio. Helaba. Los ojos de Christine parecían a punto de estallar, estaban oscurecidos.
Dame un sólo motivo para no matarte... respondió apretando los puños. ¿QUÉ HA PASADO? pero Snape no se iba a amilanar y menos por alguien como ella. Podría ser todo lo poderosa que quisiera, pero para él seguía siendo la vulgar amiga de la pandilla de Potter.
No lo sé exactamente... siseó. esperaba que tú me lo explicaras.
¿Yo? ¿Y por qué yo? ¿sabes lo que ha pasado, Severus? Estaba tranquilamente revisando los trabajos de mis alumnos de quinto cuando he sentido el peor dolor que hasta ahora había notado en Harry. ¿Me puedes decir a qué se debe? Nunca en mi vida había percibido esa sensación, ¿entiendes? NUNCA. Lo más parecido fue cuando murió Sirius y muy mal se tienen que haber puesto las cosas para que él entrara en ese trance.
De eso no tengo nada que ver... aseguró Snape enseñando los dientes. Christine se puso en pie y como era algo más alta, se notó bastante la diferencia. Potter estaba cumpliendo su castigo. Ahora quiero que me aclares mis dudas...¿cómo es posible que haya soltado esa tal cantidad de magia cuando le di una Poción para anular sus poderes?
¿QUÉ HICISTE QUÉ? bramó Christine. Los ojos se le encendían. ¿Le diste a Harry una Poción para eliminar su magia sin consultarme?
Momentáneamente. aclaró el profesor. Y no tenía porqué consultarte a ti. El director me dio permiso. esto último lo dijo muy orgulloso y sacando pecho hacia fuera. Parece...que ya no confía tanto en ti...
¡No me creo que Dumbledore te haya dado permiso para atormentar a Harry! ¡Dime! ¿Para qué querías dejarle sin magia?
El director me encargó que tratara de entrar en su mente sin que él pudiera valerse de la Oclumancia... explicó molesto Snape. Deseaba que aprendiera a cerrarla usando su fuerza de voluntad...tal y como hace el Señor Oscuro.
¡Mierda! rugió Christine. ¿Te has vuelto loco o qué te pasa? ¿No te das cuenta de que vais a acabar por destruirle? ¡No deberías haberle puesto en ese estado, podría haber muerto!
¡Yo sólo penetré en su mente!
¿Y que creías que ibas a ver en ella, eh? le espetó Christine. ¿Creías a caso que sus recuerdos iba a ser de su padre montando en bicicleta con él o de su madre haciendo pastel de chocolate? ¿No te diste cuenta de que lo que pudieras ver podría afectarle en demasía? ¡Pero que va! ¿Cómo ibas tú a pensar en eso? ¡Si le detestas, le detestas sin motivo como detestabas a James! Christine, furiosa, le dio una patada a una silla y una pata se rompió. ¡Eres un completo capullo! ¡Te juro que si le pasa algo te vas a retorcer como un gusano!
¡No me interesan tus reproches! exclamó Snape. No se podía diferenciar en cuál de los dos había más odio. ¡Quiero una respuesta! ¿Por qué si anulé la magia de Potter ha podido soltar toda esa cantidad de energía? por un momento, pareció que Christine se había quedado sin habla, pero se agachó a comprobar el pulso de Harry y con una fuerza insospechable, lo cogió en brazos.
Deberías saberlo. respondió mucho más calmada. Perdió el control de su cuerpo y de sus acciones. Es muy probable que rompiera los efectos de la poción al desbordarse de aquel modo... y sin decir una palabra más, desapareció en una columna de luz blanca, muy similar a la que Harry había creado minutos atrás.
Ya veremos... siseó Snape sin estar del todo de acuerdo y apuntando a los objetos que tenía esparcidos por el suelo, se dispuso a ordenar el despacho.
Aparecieron en la Sala de los Menesteres. Christine se acercó hasta la cama y depositó el cuerpo inerte del muchacho sobre ella. Lo miró un instante. La cicatriz de la frente de Harry estaba más enrojecida que de costumbre. Le pasó una mano por ella y notó el sudor frío que la recorría.
Apretó los puños contra el colchón. Se sentía muy impotente viendo a Harry en aquel estado, jamás lo había encontrado tan indefenso. Después de todo lo que habían sufrido, luchado y trabajado para conseguir llegar tan lejos y el director y Snape se encargaban de echarlo todo por tierra en un minuto.
Estaba verdaderamente asustada. El dolor que había sentido procedente de Harry era inmenso, demasiado como para que un adolescente de dieciséis años lo soportara. ¿Cómo estaría la mente del chico cuando despertara? Cualquiera habría enloquecido porque ella también había visto pasar esos recuerdos a la velocidad de la luz y era precisamente, en el que Harry había reaccionado tan mal, el que más le preocupaba. No había visto esa porción de su mente. Sabía, que Voldemort lo había poseído, pero no que él rogara a Dumbledore que lo matara.
¡Cómo deseaba ahora tener a alguien a su lado para que comprendiera lo que ambos estaban pasando! Si Emy hubiera estado allí, todo sería mucho más fácil. Ella tenía la capacidad de levantar a un muerto, tenía esa fuerza que en esos instantes flaqueaba en ella. Seguro que, donde quisiera que estuviera La Unión, habría notado ese inmenso derroche de magia.
Christine se arrodilló enfrente de la cama y posó sus manos sobre el cuerpo de Harry. No podía curarle emocionalmente, pero sí físicamente. Sabía que cometía una imprudencia, no quedaba mucho de su poder, pero no podía permitir que sufriera de ese modo. La sangre le resbalaba por la cara y los brazos, había cientos de cortes por todo su cuerpo.
Cerró los ojos y apretó los dientes dispuesta a soportar todo el dolor. Una luz blanquecina salió de sus manos y envolvió el cuerpo del chico. Poco a poco, las heridas se iban curando, los cortes y la sangre desaparecían y Harry se removía inquieto en la cama. Christine cesó y estuvo a punto de caer desmayada, pero se contuvo porque él había abierto los ojos.
Su cara seguía pálida y demacrada, sus ojos ojerosos y la expresión de su rostro totalmente oscurecida y sombría.
Chris... susurró. Christine hizo un esfuerzo sobrehumano para sonreírle, pese a que el dolor la estaba cegando. Lo...siento...
Tú no tienes la culpa de nada... le aseguró la mujer pasándole una mano por la frente. Una sacudida les recorrió a ambos. Christine estaba mostrando un gesto de cariño y él se estaba dejando. ¿Por qué? ¿No la odiaba? ¿No se había prometido ella no sentir? Pero pese a sus pensamientos, ninguno hizo ningún comentario.
Harry cerró los ojos con una expresión de sufrimiento en el rostro. Tenía sus recuerdos demasiado recientes, demasiado reales y vividos...Sentía como el estómago le daba vueltas y súbitamente, se incorporó y vomitó a un lado del suelo. Christine le presionó levemente el estómago, como siempre hacía, para que no le costara tanto esfuerzo. Comprendía muy bien porqué unas simples visiones afectaban tanto a Harry. Recordaba que ella se levantaba a vomitar muchas veces cuando tenía pesadillas sobre Dani o Alan.
Ya ha pasado...tranquilo... le susurró suavemente. Se dio cuenta de que su voz no sonaba tan áspera como siempre. ¿Tendría algo que ver la conversación que había tenido con Lupin?
No quiero volver...por favor...no quiero volver a tener ese castigo... suplicó secándose la boca con la manga. Christine sintió como si el mundo se le viniera encima. Harry temblaba como un niño pequeño en sus brazos, como cuando era un bebé y lloraba porque le dolía la barriga. Tenía lágrimas mezcladas con sudor y estaba claro que no podría soportar de nuevo ese padecimiento. En otras circunstancias, ella le habría reñido. Le habría respondido cruelmente, se habría enfadado porque él no había sido capaz de controlar sus emociones, pero sabía que el miedo que había pasado Harry al verse indefenso, sin magia y frente a un Snape con varita hurgando en sus recuerdos, podía más que cualquier entrenamiento. Sí, ella había logrado ponerlo en pie, levantarlo, llevarlo a la pelea y cumplir con su destino, pero otra cosa muy distinta era martirizarlo, hacerle sufrir por el mero hecho de hacerlo. No, esas clases eran inútiles, ella lo sabía y no comprendía cómo el director las había permitido. ¿Por qué? ¿Qué pretendía con ello?
Harry no habría suplicado de aquel modo si no se encontrara realmente desesperado y por una vez, ella estaba de acuerdo en quitarle esa carga pesada.
No te preocupes... murmuró ayudándole a tumbarse en la cama. hablaré con Dumbledore...no tendrás que volver... Harry cerró los ojos agradecido, pero la expresión de dolor no cambiaba en su rostro. Debía de sentirse muy mal.
Perdóname...no quise soltar...ese poder...no sé qué me paso...
No fue culpa tuya. repitió Christine. Quiero que descanses. No te preocupes...en una hora recuperarás tu magia de mago...pero eso no te hará sentir mejor. Será mejor que guardes cama al menos dos días...has perdido demasiada energía. Harry asintió sin saber que aquello no iba a ser posible.
Christine se levantó del suelo, lo miró unos instantes y extendió las manos hacia su cuerpo. Cerró los ojos y una luz blanca volvió a inundar el cuerpo del chico. Segundos después, Harry dormía plácidamente, sin ningún tipo de pesadillas.
Cansada y algo mareada, Christine cogió su capa negra de la silla y se la echó por encima. Pensando en que era mejor ahorrar fuerzas y no aparecerse, salió por la puerta de la sala, la selló para que nadie entrara en ella y se encaminó hacia el despacho del director.
Dumbledore se estaba comunicando con Amelia Bones en el momento en que Christine abrió la puerta. La ministra estaba claramente preocupada con los múltiples ataques que se estaban produciendo, pero el verdadero motivo de la conversación hacía referencia al extraño individuo que había aparecido la última vez.
Cuando el director comprobó quién era la persona que acababa de entrar, se despidió de la mujer y extrajo la cabeza de la chimenea. Sin ninguna demora, revisó el contenido de polvos Flu que le quedaban y se sentó detrás de su escritorio.
Tengo que ir al Callejón Diagon uno de estos días...se me están acabando los polvos Flu... dijo risueñamente. Christine ignoró por completo el comentario y se dirigió a la repisa de la ventana, para mirar como siempre hacía, hacia los terrenos. ¿Y bien? ¿A qué debo tu visita?
Noto cierta ironía en esa pregunta...Dumbledore. respondió fríamente la mujer. El director sonrió complacido, esa era exactamente la actitud que esperaba.
Bueno, últimamente no hemos hablado mucho...así que supongo que traes un buen motivo para presentarte a estas horas en mi despacho. Christine miró de reojo su reloj de plata y comprobó que eran más de la una de la madrugada, aún así, no le importó.
Sí, en efecto. confirmó y se dio la vuelta para encarar al director. He estado muy ocupada y lo sabes...ha habido mucho ataques, pero nunca he dejado de venir...siempre y cuando fuese necesario...
Entiendo...Dumbledore entornó los ojos. ¿Qué es lo que ocurre?
Deberías saberlo... respondió Christine mordazmente. Se trata de Harry. Dumbledore se colocó bien sus gafas de media luna, sin dejar en ningún momento de observar el rostro crispado de enfado de la mujer. Sabía perfectamente a qué se refería, pero el hecho de que ella perdiera la paciencia no se le ponía por delante en muchas ocasiones y eso atribuía a sus sospechas.
Debo suponer que ha ocurrido algo...
Hasta tú deberías haberlo notado y da gracias a que los muros del colegio protegen muy bien a sus estudiantes porque sino tendríamos a Voldemort aquí plantado en menos que canta un gallo.
Estás perdiendo los nervios. dijo Dumbledore seriamente. Sí, he notado un campo de energía, a decir verdad bastante fuerte, pero no entiendo porqué te pones así.
Sí, tienes razón, estoy perdiendo los nervios. rugió Christine. Y tú tienes la culpa de ello. ¿Por qué pusiste a ese gilipollas a leer la mente de Harry?
¡No seas descarada! le reprendió el director. Nunca he soportado el lenguaje vulgar y no pienso tolerarlo. Si me dejas, podemos tener una conversación civilizada pero...
¡He tenido suficiente, Dumbledore! le interrumpió Christine seriamente. Había bajado el tono de voz, pero seguía muy furiosa. He llegado a un límite...no entiendo tu juego...Primero me llamas para que vuelva a ocuparme de Harry, lo dejas todo en mis manos pero no te gustan mis métodos, me dices que de mí depende su salvación pero desconfías...
Yo jamás he sospechado de ti, Christine. el rostro de Dumbledore estaba sumido entre las sombras de la penumbra de la habitación.
No me mientas... susurró ella. No puedo leerte la mente pero te conozco...¿por qué si no has enviado a ese telele a leerle la mente a Harry? Tú querías averiguar cosas...
Eso no es correcto. respondió el director levantándose de su asiento y caminando hacia la ventana. La noche estaba despejada. En realidad estaba probando a Harry para averiguar hasta donde llega su poder. No pensé que iba a reaccionar así. se dio la vuelta y sonrió amablemente por primera vez. No obstante, considero necesarias estas medidas para que cierre totalmente su mente.
No lo son. a diferencia del director, Christine no sonreía en absoluto.
Voldemort tuvo acceso a la mente de Harry en Navidad, entiende que no podemos correr riesgos. suspiró. Voldemort nos gana terreno y cada vez está más cerca suyo...
¿Es que lo que yo haga no cuenta para nada? ¿Para qué estoy yo aquí? ¿O es que has decidido tomar en cuenta las palabras de Snape cuando te dice que volveré a fallar como la última vez? las palabras de Christine fueron tan duras que el director se giró bruscamente hacia ella.
Eres tú y no yo la que crees que fallaste... dijo en un susurro apenas audible. Lo hago por su bien...
Estar cerca de Snape nunca le hará ningún bien. le reprochó la mujer.
Te estás dejando llevar por los rencores del pasado. Te pido por favor que tú y Severus arregléis vuestras diferencias...la unión ahora es más importante que nunca. Christine se dio la vuelta y caminó hasta el centro de la habitación, con el rostro sumido en la seriedad.
Lo lamento...pero cada vez que manche la memoria de James, de Lily o de Sirius yo estaré allí para defenderlos, yo estaré allí para luchar por ellos si es necesario. Ninguno se merece su desprecio y creo que este asunto ha llegado demasiado lejos. Te estás equivocando, Dumbledore. levantó la cabeza y clavó sus ojos en los diminutos del director. ya fallaste una vez con Sirius...no dejes que más vidas inocentes se pierdan...aleja a Snape de Harry...deja de hacerle daño... Dumbledore se quedó muy sorprendido por las últimas palabras de la mujer. Nunca pensó que le echara en cara la muerte de Sirius, pese a que él sabía que había tenido gran parte de culpa.
¿Desde cuándo te importa tanto que Harry sufra? preguntó seriamente.
¿Desde cuándo a ti dejó de importarte? Christine se acercó a la puerta y cogió el pomo. Antes de salir, añadió: Harry no irá más a esas clases...espero que haya quedado claro que soy yo la única responsable de su seguridad...lo lamento, Dumbledore, pero él nunca te necesitó y ahora menos... Christine cerró dando un portazo. El director se quedó parado, apoyado en el alfeizar de la ventana y con las últimas palabras recorriendo cada parte de su interior.
Christine regresó a la Sala de los Menesteres a comprobar cómo seguía Harry. Al parecer, no había tenido ningún problema y seguía durmiendo plácidamente. Sonrió por ello. Menos mal que con su energía había podido anular las pesadillas. Aún así, el rostro del muchacho seguía tan pálido como antes y la expresión de sufrimiento muy patente.
Se agachó para arroparle bien cuando sintió una sacudida en su interior. Gritos de auxilio y mucho mucho dolor llegaron hasta su interior.
Ahora no... suplicó sosteniéndose la cabeza. Se sentía muy débil, pero en esos instantes se estaba produciendo un ataque, un ataque al Hospital San Mungo...con el propósito de destruirlo...
Christine miró a Harry y se mordió el labio inferior. Hubiera deseado que él se encontrara en posición de ayudar porque ella no se sentía con fuerzas para hacerlo, pero despertarlo habría sido un suicidio para el chico, pues había desgastado prácticamente toda su energía.
Maldita sea... murmuró apretando los puños y tras asegurarse de que Harry se quedaba suficientemente abrigado, desapareció en un remolino de luz blanca, decidida a avisar a la Alianza.
Cuando ella y otro grupo de personas, todas vestidas con túnicas rojas, se aparecieron en el hospital, los gritos resonaron en sus cabezas. La batalla había comenzado y los hechizos corrían de un extremo a otro. Aquella vez, había más miembros del ministerio, se notaba que mantener a salvo el único lugar para alojar a los heridos, era un objetivo primordial.
La Orden del Fénix también estaba allí. Se habían colocado en línea a las puertas de San Mungo y cerraban el paso al avance mortifago.
Christine se quedó parada, respirando con dificultad. Haber realizado dos apariciones en su estado la había desgastado en exceso. Notaba su cuerpo mucho más pesado y como sus piernas temblaban, tratando en vano de sostenerla firmemente.
Dirigió la mirada a la batalla y por primera vez, se dio cuenta de que habían personas inocentes inmiscuidas en ella. La gente que entraba y salía del hospital o simplemente que paseaba tranquilamente por el parque cercano, se había dado de bruces con el sobresalto.
Familias enteras trataban de huir sin mayor resultado y otras optaban por defenderse para salvar sus vidas y las de sus seres queridos.
Entonces, vio un rayo verde dirigirse a un hombre de unos cuarenta años. El haz de luz, se estrelló contra él y segundos después, su cuerpo sin vida se desplomó sobre la tierra.
¡Padre, padre! la voz de una niña de unos diez años le perforó los oídos. La pequeña, cayó sobre el cuerpo inerte de su padre y lloró desconsoladamente.
A Christine se le revolvió el alma. "Padre, padre, padre..." Esas palabras se le clavaban en las entrañas, eran las mismas que ella había pronunciado en la muerte de su padre, una muerte, igualmente injusta.
La niña levantó los ojos hacia el mortifago y lo miró con tanta dureza y tanto odio que a Christine le recordó a ella misma.
¡Tú, tú lo has matado! rugió. ¡NO TENÍAS NINGÚN DERECHO! ¡NO LO TENÍAS! una fuerza procedente de la ira que sentía la pequeña, llegó hasta el corazón de Christine. Notaba energía correr a la velocidad de la luz. La pequeña, cogió la varita de su padre y apuntó al mortifago con ella...
¡Avada...! Christine bajó los brazos. No, se iba a producir la misma situación que cuando murió su padre. Ella lo hizo, ella mató al hombre que acabó con la vida de su padre. Sin darse cuenta, utilizó por primera vez la magia que poseía por ser arcángel. Ahora, viendo la escena, consideraba que la niña tenía todo el derecho del mundo a cobrarse venganza...venganza, venganza...
No lo permitas... susurró una voz detrás de ella. El tiempo se detuvo por un instante. Christine abrió los ojos muy sorprendida. Allí se encontraba Emy. Iba vestida con un vestido largo y blanco, el pelo suelto y sus ojos brillaban con más intensidad que de costumbre. Su mirada era de pura tristeza, girando de un lado a otro el rostro y viendo como más y más muertes se producían.
Entonces la escena cambió. Christine ya no veía el hospital ni a la gente, la niña y el mortífago habían desaparecido. La sangre, las maldiciones...nada...
Se encontraba enfrente de una casa, a los pies de un acantilado, en una fría y tormentosa noche. El ambiente que se respiraba era un ambiente de muerte, de dolor, de sufrimiento. Vio a una adolescente de aproximadamente la edad de Harry, hincada de rodillas en el suelo, arrancando la hierva, las flores y todo lo que sus manos alcanzaban a tocar. Christine sintió como si conociese a esa persona y era tal el sufrimiento que poseía que deseó desaparecer de allí, no ver como alzaba las manos y gritaba de dolor.
"- ME HAS DEJADO SOLA ¿YA NO TIENES A NADIE MAS A QUIEN QUITARME? MATA A HARRY AL FIN Y AL CABO QUÉ VA A HACER UN NIÑO SIN FAMILIA EN ESTE MUNDO... mátame a mí... que me parta un rayo aquí mismo... para qué quiero este cuerpo cuando ya has destrozado mi alma... ¡Oh Dios mío! ¡Por favor! Arrebátame la vida para que pueda dejar de sentir este horrible dolor en mis entrañas... señor ya no quiero seguir aquí, déjame ir con mis padres, déjame volver con Lily y con James... Señor te lo ruego, arráncame este dolor... termina conmigo
La chica cayó de rodillas allí mismo, al pie del acantilado. Esperó a que algo pasara pero nada sucedió. Entonces alzó los brazos al cielo.
- FUERZAS DE LA NATURALEZA ESCUCHADME, PROTEGED ESTA CASA PARA QUE NADIE ENTRE EN ELLA Y QUE CUANDO LA VEAN LO ÚNICO QUE QUIERAN SEA MARCHARSE DE AQUÍ. ALEJAD A TODAS LAS PERSONAS QUE NO SEAN DE BUEN CORAZON Y QUE NO PUEDAN ENTENDER EL DOLOR, EL SUFRIMIENTO Y LA DESESPERACIÓN DE QUIEN VIVIÓ EN ELLA – lloraba con la misma fuerza con la que estaba gritando al cielo – QUE EL CIELO ESTALLE EN TRUENOS Y RELAMPAGOS, QUE EL MAR ADVIERTA A SUS HABITANTES DE MI FURIA, QUE LA TIERRA TIEMBLE BAJO MIS PIES, QUE EL BOSQUE LLORE RIOS DE SAVIA Y QUE EL VIENTO LLEVE MI LAMENTO. QUIERO QUE EL MUNDO ENTERO SEPA QUE ESTA NOCHE SE ESTÁ DE LUTO POR LA MUERTE DE MI FAMILIA"
Cuando la chica cayó al suelo y un rayo al caer cercano suyo iluminó su rostro, Christine comprendió quién era. Era Emy, la Unión, y estaba claro que estaba rememorando un hecho de su pasado, un hecho donde un dolor angustioso se apoderaba de ella. Recordó las conversaciones que había tenido con ella, siempre breves y escasamente informativas acerca de su vida en su otra realidad, pero sí sabía que Harry había sido parte de su vida, si sabía que esa adolescente que tenía enfrente, estaba llorando por la muerte de Lily y James, de igual modo que había llorado ella por ellos y por su propia familia.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo, se sentía ahora mucho más unida a Emy, mucho más de lo que ya había estado.
La escena volvió a cambiar y pronto Christine se topó con la dura realidad. La niña levantaba la varita, dispuesta a matar al mortífago.
La mujer se dio la vuelta y miró a una Emy adulta y que le sonreía amargamente.
No lo permitas... repitió dulcemente. No dejes que arruine su futuro...lucha Christine, lucha porque nadie pase nunca más por lo que tú y yo tuvimos que soportar...mantén el equilibrio...sálvales...
Emy despareció en un remolino de viento, dejando una fragancia de lavanda a su paso. Christine desapareció en un instante y reapareció al lado de la pequeña, poniéndole una mano en el hombro y sonriendo sinceramente.
La niña la miró y sin saber porqué bajó la varita.
Este no es modo...algún día lo entenderás... y tras emitir un destello de luz sobre su cuerpo, la niña cayó desmayada, pero completamente a salvo, al lado de su padre muerto.
¡Vas a lamentarlo! rugió el mortífago y alzó la varita para contraatacar. Pero Christine había comprendido el mensaje y no temía lo que iba a hacer. Había llegado su hora, el momento que había estado esperando y Emy lo sabía, por eso había acudido a infundirle valor. Alzó los brazos al cielo y las estrellas parecieron brillar más, bajo su poder. Miró a Lupin, que luchaba cercano a ella y le sonrió, para después cerrar los ojos. El cielo, el aire, las estrellas y la luna se juntaron para acontecer a la gran muestra de poder de un arcángel. Un disparo de luz verde a su derecha, le indicó que se había producido otra baja, pero sería la última de aquella noche. No, no iba a permitir que el tiempo jugará con ella, que Voldemort volviera a hacerse con el control, con el poder, no iba a dejar que ninguna familia más sufriera, sabía que había enseñado todo cuanto sabía a Harry y que ahora era su relevo, pero no se iba a marchar sin restablecer el equilibrio, esa batalla era muy importante y estaba escrito en el destino que se cumpliera así. ¿Cómo sino había coincidido que Harry cayera inconsciente justo entonces? No, ahora era el momento...
Una oleada de luz blanca la envolvió. Algunos mortífagos retrocedieron asustados, nunca había visto una demostración tan grande de poder, ni siquiera en el ataque anterior con el extraño individuo.
Lupin vio la concentración de Christine y trató de esquivar cadáveres y peleas personales para llegar hasta ella. Sabía lo que se proponía y no podía permitirlo.
¡DETENTE CHRISTINE! gritó con toda su alma. ¡PARA POR FAVOR! ¡No lo hagas, no lo hagas! Lupin tropezó y calló al suelo indefenso. Ella abrió los ojos y le sonrió, musitándole un "gracias" y dirigiendo la mirada hacia el cielo.
¡Oídme elementos que representáis la tierra, venid a mi ruego fuerzas que hicieron posible el milagro de mi existencia, escuchad mi llamada, acudid a mi ruego, que mi energía proteja a los que quiero y acabe con aquellos que se propusieron destruirnos, que el poder de mi cuerpo emane la fuerza de la esperanza, que restablezca el equilibrio!
¡Nooooo! gritó Lupin extendiendo una mano al cielo, pero no pudo evitar que la gran cantidad de energía surgiera del cuerpo de Christine y se disipara para alcanzar a todos los mortífagos y criaturas mágicas, rodeando sin hacerles el menor daño a los aurores y miembros de la Orden, así como a los civiles.
La luz fue de tal calibre que eliminó casi en el acto a prácticamente la mitad de los mortífagos, dejando gravemente heridos o inconscientes al resto. Malfoy, Crabbe y Goyle que estaban a cargo de aquel ataque y que tan bien conocían el poder de Christine, habían desaparecido un segundo antes de la explosión, justo a tiempo para salvarse.
Todos los que pudieron apreciar esta gran muestra de magia se quedaron muy sorprendidos. Nadie supo jamás que la Unión había ayudado a su amiga, nadie supo que Christine había agotado su poder al máximo por una visión de otra realidad y que con su sacrificio había salvado no sólo el hospital, sino las esperanzas de cuántos estaban allí.
Christine se desplomó en el suelo sin sentido. Sus constantes vitales iban desaparecieron y su rostro perdió todo atisbo de color. Lupin se levantó corriendo y fue hasta ella. Le cogió la muñeca y sorprendentemente, comprobó que estaba viva. Rápidamente, cogió una piedra del suelo y creó un traslador sin autorización. Sabía que el tiempo era primordial y que lo único que podría hacerle reaccionar eran una de las pociones que Snape guardaba en su despacho. Sin darse cuenta del extraño olor a lavanda que emitía el cuerpo de Christine, desaparecieron con la sensación de un gancho en el ombligo.
Harry se despertó súbitamente y no supo porqué. Sentía una gran opresión en el pecho y un mal presentimiento le embargaba el corazón. Temblorosamente, apartó las mantas que lo arropaban y buscó con la mirada a Christine, pero ella ya no estaba allí.
Se calzó con las zapatillas y a trompicones, consiguió llegar hasta la puerta. Respiraba entrecortadamente, su cuerpo estaba muy débil, aún así, algo le decía que tenía que salir, que estaba ocurriendo una desgracia. Sacó la varita del bolsillo de su túnica y abrió la puerta.
En el pasillo no había nadie, debía de ser muy tarde, pero no tenía tiempo de mirar su reloj. Debía encontrar a Christine, ella le diría qué había sucedido, juntos buscarían una solución, porque aquella noche parecía destinada a los malos acontecimientos.
Por suerte o por desgracia, no se topó con ningún profesor ni prefecto haciendo la guardia, ni siquiera con la señora Norris, así que logró llegar hasta el tercer piso, donde estaba el despacho del profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras, sin sobresaltos. Sabía que recibiría una reprimenda por estar levantado, así que procuró que no se notara el estado deplorable en el que se encontraba. Como solía hacer, entró sin llamar y se quedó boquiabierto.
Christine no estaba allí, pero sí un número considerable de personas. Entre ellos, Dumbledore, Snape, McGonagall y algunos miembros de la Orden.
Todos miraron hacia la puerta y al ver el rostro pálido y ojeroso de Harry, intercambiaron miradas.
¿Qué...? ¿Qué sucede aquí? logró preguntar el muchacho. Las piernas le temblaban, pero ahora no podía flaquear.
Nadie le respondió. Todos tenían el rostro marcado de dolor y en el caso de algunos, cubierto de lágrimas.
¡Oh, Harry! sollozó la señora Weasley y se acercó para abrazarle. Él no opuso resistencia, pero no correspondió, su mal presentimiento iba en aumento. Miró el rostro abatido de su director y se dirigió a él.
Profesor...¿qué ha pasado? un susurró apenas audible salió de su garganta. ¿Dónde está Christine? el director giró su rostro hacia la ventana, claramente afectado. El chico miró una a una las caras de los miembros de la Orden, pero ninguno parecía querer hablar. ¿DÓNDE ESTÁ CHRISTINE? repitió elevando la voz. Su corazón había comenzado a bombear mucho más deprisa y un sudor frío le recorría el cuerpo. ¿Por qué nadie le respondía?
Harry... Dumbledore se acercó a él y le puso las manos sobre los hombros. Lo siento mucho...ha habido un ataque y... Harry se zafó del hombre y se llevó las manos a la cabeza.
No puede ser... murmuró. Él tenía que haber estado presente.
Atacaron San Mungo... gruñó Moody. Su piel estaba mucho más pálida que de costumbre. Estábamos perdidos...se produjeron muchas bajas, nosotros esperábamos a aquel hombre... a Harry le dio un vuelco el corazón y una angustia comenzó a posarse en su estómago...pero no apareció...sólo vino La Alianza...y los aurores del ministerio, pero no fue suficiente. Entonces Christine se quedó como en estado de shock durante unos segundos y acto seguido alzó las manos al cielo y descargó todo su poder...
¿POR QUÉ? rugió Harry fuera de sí, mirando hacia el director. ¡Usted sabía que ella estaba débil, lo sabia! ¿POR QUÉ LO PERMITIÓ?
Ella no estaba conmigo en aquel momento, Harry... se justificó Dumbledore. el profesor Lupin trató de detenerla pero no llegó a tiempo. Sigue viva... una esperanza inundó el corazón de Harry...él está ahora dentro con ella... Harry se dirigió hacia la puerta, pero una mano lo sostuvo.
¿A dónde crees que vas, Potter? Harry fulminó a Snape con la mirada y se soltó de un manotazo, girándose después hacia el director. Antes de entrar, susurró:
No sabe lo que ha hecho... sólo él podía entender el significado de aquella frase, porque si Dumbledore no lo hubiera castigado de aquel modo con Snape, él habría acudido al ataque y Christine ahora no se encontraría así. No obstante, cuando Harry cerró la puerta tras de sí, el rostro del director palideció.
La habitación de Christine estaba llena de libros y cuadros de pintura. No era muy grande, pero sí muy reconfortante. La mujer estaba en la cama, con los ojos cerrados y el rostro más pálido que él había visto hasta la fecha.
A su lado, sentado en una silla y tomándole la mano, estaba Lupin. Parecía herido en un brazo, aún así estaba allí. Su rostro estaba desencajado de dolor, pero valientemente contenía las lágrimas. Al ver a Harry, abrió la boca sorprendido y se levantó de la silla.
¿Cómo está? preguntó el muchacho muy sereno. El profesor se removió incómodo y bajó la mirada.
Se pondrá bien...ya lo verás...sí, ella...
¡No me mienta! bramó Harry apretando los puños. Sus ojos y rostro estaban ensombrecidos, parecía a punto de querer atacar a alguien. Lupin levantó la mirada avergonzado.
Está bien...yo...Harry, no sobrevivirá. el chico sintió como si una losa pesada cayera sobre su cabeza. Le dimos lo único que podría haberle hecho reaccionar, la Poción para arcángeles que fabrica Snape...pero no ha reaccionado. Desplegó toda su energía y se muere...su cuerpo se ha quedado vacío. Lupin escondió el rostro entre sus manos y Harry comprendió por primera vez la gravedad de la situación. Vio al hombre fuerte y valiente que lo había alejado del arco cuando Sirius murió, pese a que él mismo se moría por llegar, vio la entereza con la que había afrontado esa situación y esta y se dio cuenta por primera vez en serio, que Lupin amaba a Christine por encima de todo y que llevar esa carga dentro de él le hacía daño.
¿Podrías...podrías dejarme un momento a solas con ella? la garganta de Harry no le permitía articular con normalidad. Se estaba obstaculizando por una agonía que le llenaba por segunda vez en su vida.
Lupin caminó hasta él y tras ponerle una mano en el hombro, salió de la habitación cerrando la puerta.
El atormentador silencio se hizo en la estancia. Se clavaba como mil cuchillos candentes sobre cada partícula de su cuerpo, no le dejaba pensar, ni moverse, sólo sentía un terrible vacío, el mismo que había sentido tras la muerte de Sirius y que Christine había suplido con palabras de venganza. Pero ahora ni la venganza tenía sentido, ¿por qué no se había dado cuenta de que la energía de Christine disminuía, que ella se iba a sacrificar? ¿Por qué lo había hecho?
La odiaba, sí, Harry la odiaba todavía más que antes porque lo había dejado solo de nuevo. Se había acostumbrado a su presencia, a su indiferencia, pero a la vez, a su abrazo de consuelo cuando se despertaba de una pesadilla o a su tolerancia y constancia en prepararlo para salvarle la vida.
Se acercó más a la cama y al poner su mano sobre la de ella, la notó fría, helada, mucho más de lo que ya solía estar. Apoyó la cabeza sobre su pecho y notó un débil latido, un latido que se iba apagando. No quedaba nada de la entereza de Christine, se había derrumbado como un castillo de naipes, había caído por su propio peso, su máscara era inexistente. Sus ojos se habían apagado, su elegancia se había difuminado. Ahora sólo quedaba una enferma, una mujer trabada por la tragedia, por el dolor y por primera vez, Harry no la encontró culpable de la muerte de sus padres.
Pese a que la voz del odio, del ángel negro, trataba de oírse en su interior, diciéndole que ella no había acudido a la llamada desesperada de su padrino, que ella no había ido a salvar a sus padres, a salvarle a él; no podía culparla. Christine había sufrido mucho, la prueba de ello era que le faltaba a su lado su hijo y su marido, ¿dónde estaban? Si él pudiera traerlos, si el pudiera llegar a tiempo para convencerlos de que regresaran, de que la ayudaran a despertar...
Pero algo en su interior le decía que aquello, por desgracia, no era posible. Primero porque las constantes de Christine estaban desapareciendo y segundo porque él no sabía donde estaban Dani ni su hijo ni cómo encontrarlos.
Se arrodilló al pie de su cama y bajó la cabeza abatido. ¿Por qué sentía dolor? ¿Por qué deseaba con todo su corazón salvarla? Christine le había traído la desgracia, le había separado de Ginny, era mala...
¡No! gritó desesperado, abrazándose a ella. ¡No es verdad! ¡No me vas a corromperme con tus malos pensamientos! ¡Ella me devolvió la luz, ella me enseñó a luchar y ahora me maldigo a mí mismo por no haber podido usar ese poder para ayudarla! ¿Por qué nunca puedo salvar a los que me importan? ¡De qué sirve la magia si no he podido ayudarles! ¡CHRISTINE! ¡CHRISTINE ABRE LOS OJOS, DESPIERTA, DESPIERTA! ¡Tengo que decirte tantas cosas, tenemos que luchar juntos, no puedes dejarme, no puedes! ¡VOLDEMORT! ¡Voldemort no puede ganar! y por muy valiente que fuera y se sintiera, una lágrima resbaló por la mejilla de Harry. Se aferró más al cuerpo de su profesora, a la mejor amiga de sus padres y entonces notó un suave olor a lavanda.
Levantó la cabeza y se enjugó la lágrimas, aún muy sorprendido. El cuerpo de Christine olía a lavanda...ese olor que...¡Emy! Olía igual que olía Emy, ¿pero por qué? Y entonces las palabras de la Unión resonaron más fuertes y claras en su cabeza.
"-¿Se puede cambiar el destino? preguntó esperanzado. Emy sonrió de nuevo y le miró con dulzura.
-Muy pocas personas lo consiguen mi niño...sin embargo, se puede...con esperanza..."
Se puede cambiar el destino...con esperanza... susurró Harry poniéndose en pie y mirando como Christine iba perdiendo más y más sus fuerzas. No, no te mueras Christine...¡NO VOY A PERMITIR QUE MUERAS!
Podría, él podía cambiar las cosas, iba a darle una oportunidad al mundo y dársela a sí mismo. No se lo habían enseñado, pero él lo había aprendido porque consideraba que alguna vez podría necesitarlo y esa era aquella vez. Emy tenía razón, las cosas podían ser diferentes, las cosas se podían cambiar con un solo gesto o acción y él estaba dispuesto a intentarlo.
Puso sus manos sobre el cuerpo de Christine y cerró los ojos. Ya no se sentía cansado, el hecho de recordar a Emy le daba fuerzas y no sabía porqué. Concentró todo su poder, un poder inmenso, como el que había derrochado en la mazmorra de Snape, pero un poder tan puro y tan limpio que podría devolverle la vida a Christine. Sólo tenía esa oportunidad.
"No voy a morir, no voy a morir" se repetía una y otra vez y así ocurriría. Se sentía débil, pero capaz de otorgar un poco de su fuerza, un poco de su alma para salvar a la profesora.
La luz inundó su cuerpo y el de Christine. "Dame fuerzas Emy", pensó, y cuando ese pensamiento llegó a su cabeza, la energía recorrió el cuerpo de la mujer mucho más rápido, y súbitamente el corazón de su pecho dio una sacudida y comenzó a latir con mucha fuerza. Harry sonrió y se cogió a la silla para no caer. Su rostro se contrajo por el dolor, pero lo había logrado.
Christine se removió en la cama y entonces Harry, sin pensarlo dos veces, abrió la puerta de la habitación, gritando como si se hubiera producido un milagro.
¡Ha despertado, ha despertado! ¡Se está moviendo! ¡Profesor Lupin, está viva!
Todos entraron en estampida en la estancia y Harry se fue retirando paso a paso, hasta llegar a la puerta del despacho, sin que nadie notara su ausencia. Abrió la puerta y salió al pasillo.
Sólo un poco más... susurró. Cerró los ojos, se concentró y logró desparecer para volver a hacerlo en Sala de los Menesteres. Tambaleándose, con las piernas temblorosas y apretando los dientes de dolor, llegó hasta el escritorio de Christine y abrió el cajón, que milagrosamente no estaba cerrado con llave. Cogió una Poción, se la bebió de un trago y dejando caer el tarro al suelo, que estalló en mil pedazos, se apoyó en la pared, respirando entrecortadamente.
Después de desplomarse en el suelo, gateó hasta la cama y con gran esfuerzo se estiró en ella, quedándose dormido al instante y pensando que el olor a lavanda que se percibía por toda la sala, no era sino producto del mal estado en que se encontraba.
