Olasssss gente! Q tal estamos? Yo aquí corriendo para subir rápido este nuevo capi, porq soy consciente de q el otro lo dejé en un momento delicado. Muchísimas gracias por todos esos reviews, de esa forma, es imposible retrasarse porq me siento mal. Jajajja. Bueno, como siempre espero q este nuevo capi os guste, besitos!

Reviews:

Gandulfo: Gracias!

JuliaSakura: Muchas gracias! Me alegro q te haya gustado!

Manuel-Manny: Olass! Me allegro q t haya gustado. Espero q no hayas sufrido muxo, jajaj. Muchas gracias por t apoyo y ts palabras, de verdad, eres muy amable. Espero q los próximos capis sean iguales a este y t gusten tamb muxo. Besos!

D.Alatriste: Olass! Umm, es tentador eso de ls reviews, jaaaj, pero la verdad+ rápido no podría. Jaaj. A ver, Snape...q mala persona verdad? Pero a mí me gusta q sea cruel, un Snape bueno no tendría fgracia, jajaj. Christine ha estado muy cerca y sí, se salvará, pero sólo por ahora..., cada día está más débil. Y el ángel negro no dejará de tentar a Harry y mucho menos mientras él siga siendo el salvador. En fin, wapa, gracias por tu apoyo y muchos besazos, espero q te siga gustando el fict.

Laura P.E: Olasss! No, al final Christine no muere, jajaja. A ver, te explico. Emy era la chica adolescente q lloraba. Y tiene q ver porque en su realidad, Emy era la hermana de Lily, con lo cual, ella sufre mucho con la muerte de los Potter. Espero haberte aclarado algo. Si tienes más dudas, ya sabes, sólo pregunta, Besazos!

Barby-Black: Olasss! Me alegra mucho q te guste. A ver...Dumbledore es muy muy listo, pero claro esta, las excusas q montan Christine y Harry también lo son, así q va a ser difícil q alguien los descubra. Piensa una cosa. Teóricamente, es imposible q un mago q no nazca arcángel se vuelva uno, con Harry se hizo una excepción y nadie conoce la existencia de esa excepción. Besos!

DianaBlack: Olass! Gracias! Tienes razón, no es justo, jaaajj, pero la vida es injusta!

Kaily: Olasss! Me alegro q te guste el ficts. Aishh, cuando me decís estas cosas se me pone una carita de felicidad, jaajajj. Es verdad, el pobre Harry sufre mucho y mira, Dumbledore no pone las cosas fáciles. Juntarlo con Ginny? Ummm, y qién te dice q estarán vivos para entonces? Jaajajaj, Era una broma, o no? Christine y Lupin hacen buena pareja, y Lupin sí, la quiere muchísimo a ella, pero ella está enamorada de su marido. Así q hay un problemón...besazos!

Ellie Bennet: Olasss! Sí, Christine se ha salvado…y sí, sabrá q es gracias a Harry. Ella siempre lo sabe todo, jajaja. No te puedo decir qién descubrirá a Harry, sólo te diré q antes del final, sólo lo hará una persona. Besos!

Maigu: Olasss! Jajajajaj, Gracias! Si, en eso estaba pensando, sim me tuviera q ganar la vida como scritora...uffff. tengo 18 años, gracias por tu apoyo!

Aidee: Olasss! Siii, ya me habías dejado algún reviws, gracias, me alegro q te guste mi fict. A ver...Dumbledore no tiene intención de hacer daño a Harry, esom dalo por seguro. Sí, lo estoy haciendo sufrir...digamos, q tendrá momentos de recompensa, aunq ya los tuvo cuando estuvo junto a Ginny, jaaja. Y sí, has captado bien la esencia, emy está con Harry al final del todo. Besos!

Dany-Kanuto: Olass! Gracias!

Veruka: Olass! Jjaja, sí, tendré q tomarme tus palabras más en serio. A ver...Snape solo cumple las órdenes de Dumbledore y por supuesto, él encantado. Dumbledore tienes sus motivos para hacerlo, como ya explica a Christine. Y no, ella no va a morir, por ahora...aushhh, no, no me asustes, q todavía la dejaré un tiempo por ahí feliz, jaajja. Y sí, has acertado en la última parte, está emy con Harry, ya sabrás porqué. Como ves, no he tardado mucho en actualizar. Besitos!

(-): Gracias!

Paola Carrera: Olasss! Jajajajjaaj. Bueno...pues, Pola, supongo q lo único q puedo decir, es lo siento, jaajajaj. Espero q no te riñeran por mi culpa.. Me alegro q te guste mi fict y espero q te siga gustando. Un besazo!

Absintheaddict: Olasss! Muchas gracias, me alegro q te guste la forma en la q escribo. Ufff, de verdad, no sé si merezco tanto. A ver, hay muy buenos escritores en esta página...te podría nombrar muchos, pero yo creo q sin duda, me quedo con los ficts de Crisy Weasley y Pekenyita. Son muy muym muy buenos, además ellas son grandes amigas mías. Por no decir, claro está, los de Malala. Un besaz!

Hermi567: Olasss! Jajajaj, vaya, espero q no me denuncies, sí, no eres la primera q me dice q mi fict es malo para la salud, porq sera? Ummm, jaajaja. Espero q te guste el capi. Besos y mejórate!

Slow Death 182: Olasss! Disculpado! Me alegra q te guste mi fict!

Ginnyalis: Olass! Gracias, me alegro mucho!

Jan Black: Olassss! Gracias, me allegro mucho q te guste mi fict. No he tardado mucho en actualizar, verdad? Jajaja. Bueno, no sé, yo no veo tanto talento, ojalá lo tuviera. Y lo de la novia cibernética, jaja, bueno, la verdad es q me halaga muchísimo, pero a no me van esos rollos, de todas formas gracias, eres un encanto. Besos!

Catalina: Olassss! Gracias! Me alegro q te haya gustado, la verdad, es q a mí ese capi tamb me gusta mucho. Respecto a tu pregunta...dejémoslo en que Dumbledore sabe q se ha equivocado, jajaja. Besos!

Paula: Olasss! Jajaja, esta peke, siempre recomendando mi fict. Si es q es un sol. Umm, me alegro mucho q te haya gustado, ajajaj, espero q no sea adicción, jajaja. A mí me pasa con algunos ficts. Bueno, Harry y Chris no se van a llevar mejor, pese a lo q ha pasado, jajaja, me gusta verlos enfadados. Un besito!

Usagi-Chan: Olass! Gracias! Jaja, confieso, cuando lo escribo pienso q es como una peli, jajaj, visualizo la imagen y todo. Besos!

Magusai: Olasss! Gracias por dejarme el review! Me alegro q te guste el fict y prometo q voy a intentar subir antes los capítulos. Jajajajj, el 6º libro? Umm, ya me gustaria, ya, ajajajjaajja, pero eso mejor se lo dejamos a Rowling q seguro q nos sorprende con algo increíble. Besos!

Alucard: Olassss! Jajaaj, Muchas gracias, tú siempre tan amable. Hubiera sido muy tempranero matar a Christine, queda mucho fict y...lo reconozco, la necesito,jajajaj. No, no he leído Drácula ni Frankenstein ni nada así, jaja, pero tendré q hacerlo si me dices q están genial. Y sí, jajajaj, sé que llamarlo el Salvador es muy simple, pero me gustaba q se recalcara la tontería q tienen todos con "el héroe". ¿Harry y Ginny juntos? Ummm, jaajaja, no sé, no sé, ya veremos...a ver, tema Dumbledore. Este hombre, indudablemente, tiene la habilidad de hacer daño sin querer, jaajaj, como lo de Sirius, así q q esperabas? Tenía q salir su pequeña incompetencia. Pero...sigo pensando q Dumbledore es el mejor y q el mundo mágico sin él estaría poco más q perdido. Lo de Ron...ufff, jajaaj, ya veremos, Harry no es rencoroso, pero es q las circunstancias no van a ser las más dadas para q haya perdón. Por sergio Dalma? Jajajaj, ummm, buena pregunta, jaajjaajaj, no sé, creo q la canción pegaba, mis inclinaciones no van mucho hacia él, me gusta como canta y tal y me gusta la canción, pero a mí la música q me ha quitado el sueño es la de Bon Jovi. El fict donde sale Emy es de la autora Malala. Y se llama "Harry Potter y la unión de las cuatro sangres", tiene a parte, dos continuaciones, porq es una trilogía, pero no está publicada en esta página todavía más q la primera parte. Y nada, creo q nada más, jajaja, q gracias por este gran review( son los q me encantan responder) y muchos besos!

Mariet Malfoy: Olassss! Gracias or tu review! Ya veremos q pasa con ella...tiempo al tiempo!

Kotte Lupin: Olasss! Sips, la verdad es q Harry parece destinado a sufrir...pero tendrá sus buenos momentos. Y no, Ginny no sospecha nada, por ahora...Besos!

Virgi: Olassss! Jjaajaj, me alegro q te haya gustado. Ummm, sí, Lupin está muy enamorado de Christine, pero ella de él no, jaajajja. Christine es el arcángel de Harry y por tanto, tiene la obligación moral de sacrificarse por él si hiciera falta, así q ya se verá lo q pasa. Daría pena, lo sé, pero es lo que toca. Si ella muriera Harry estaría como antes de q ella apareciera, así q bueno, sobreviviría. Sí, tengo msn, es Besos!

LoganBlack: Olasss! Jajaj, vaya, el primero q me dice q quería q muriera Christine, ajajjaj. Lo tendré en cuenta en el futuro. Pero todavía la necesitaba un poquito, jaajaj. ¡Ah! Y la moto de Sirius saldrá más veces, sí, muchasssss ,más, me encantan las motos y esa es una pasada.

CAPÍTULO 29: UNA BATALLA ENTRISTECEDORA.

Nadie recordaba ya el último ataque que se había producido. Unos minutos, esa había sido la angustia, sólo unos minutos y todo volvía a la normalidad. La profesora de Defensa Contra Las Artes Oscuras estaba recuperada, estaba a salvo y ya nadie se acordaba de que su vida había pendido de un hilo.
Así había amanecido el día, rojo fuego, con el sol mostrando su mejor cara, anunciando a todos que la pesadilla se había acabado para unos y que, desgraciadamente, continuaba para otros.
Christine se despertó algo debilitada, pero mucho más en forma de lo que creía. Se sentó en la cama y observó a Lupin, que dormía como un niño en el sofá. Se había quedado toda la noche durmiendo, pese a que debería haber ido al hospital, o al menos a la enfermería, a curarse la herida en el brazo.
La mujer se quedó observándole mucho rato, no sabía porqué, pero verle tan plácidamente durmiendo le transmitía paz.
Algo rompió el silencio. Christine podía notarlo. Una fuerza mucho más grande de lo normal se estaba materializando en forma de remolino. Cuando la fragancia de la lavando llegó hasta su olfato, comprendió de quién se trataba.
La Unión se acababa de aparecer en medio de la habitación, sonriendo como siempre hacía. Ambas se miraron durante un instante, hasta que Emy sopló unos polvos en dirección a Lupin, para impedir que éste despertara de su merecido descanso.
-Buenos días, Chris... susurró alegremente. Tienes mucho mejor aspecto... O Christine había vuelto a ser la misma de siempre o no encontraba divertida la escena, porque su rostro mostraba la mayor seriedad de todas.
-¿Fuiste tú, verdad Emy?
-No comprendo a qué te refieres. respondió la mujer revisando enérgicamente los libros de la estantería. Le encantaba leer. Se le iluminó el rostro al ver que entre ellos se encontraba "Veinte poemas de amor y una canción desesperada". Era un libro que le traía muchos recuerdos. Christine trató de levantarse de la cama, pero el dolor todavía era muy grande y no pudo.
-¿Por qué lo hiciste? preguntó al fin, con una expresión de tristeza en el rostro. Toda la frialdad caía sobre su peso cuando estaba frente a la Unión, era la única persona que la había visto tal y como ella era.
-Esa no es la pregunta correcta. respondió Emy sin prestarle atención a otra cosa que no fueran los libros.
-¿Y cuál es? quiso saber Christine irritada. ¡Tú volviste por un motivo y no encuentro una explicación a lo que hiciste! ¿Por qué me salvaste la vida después de todo aquel numerito? en el rostro de Emy se apagó la sonrisa. Dejó de tocar los libros y se dio la vuelta hacia la profesora.
-No fue ningún numerito, Chris. El equilibrio estaba en peligro en aquel momento y me vi con el deber de actuar. Hiciste lo que debías y comprendiste muy bien mi mensaje. Te agradezco de todo corazón tu sacrificio. sus miradas quedaron conectadas durante un instante. Christine, con el rostro apagado, bajó la mirada y dijo:
-Debí morir y tú cambiaste las cosas para que eso no ocurriera...me gustaría que me dieras un motivo.
-Tienes muchas ganas de morir, al parecer. respondió Emy elevando el tono se voz y hablando con ironía. No te das cuenta de lo que tienes a tu alrededor y te lo estás perdiendo, Chris. ¿No recuerdas lo que me dijiste aquella vez? Emy bajó la mirada hacia su barriga y la acarició. Pobre ilusa, algún día te darás cuenta de las cosas y entonces puede que sea demasiado tarde. Cuando te encontré tu vida pendía de un hilo y no me refiero a físicamente, estabas destrozada y el destino se había encargado de ponerte las cosas cuesta arriba, pero reaccionaste. E incluso me enseñaste más cosas de las que yo podía imaginar. No te dejes morir, Chris...no ahora...
-Eso no responde a mi pregunta, Emy. la profesora sabía muy bien lo que quería decir la Unión con todo aquello, pero necesitaba saber los motivos que habían hecho posible el milagro de que ella no estuviera muerta. Emy suspiró y su expresión volvió a sustituir la sonrisa por la seriedad.
-Si estás viva no es gracias a mí... susurró. Alguien encontró la manera de cambiar el destino, al parecer ha encontrado mucho antes que tú las respuestas. Yo sólo le di la oportunidad de hacerlo. Te mantuve con vida hasta llegar a Hogwarts, el resto del mérito, no es mío. Christine abrió mucho los ojos y trató en vano de volver a levantarse.
-No es posible...Emy...¿estás diciendo que Harry...Harry hizo esto?
-Eso parece. sonrió la Unión y volvió a centrar su atención en los libros.
-Pero yo...yo no le enseñé a hacerlo, es más, le prohibí que lo intentara. una sonrisa imperceptible apareció dibujada en el rostro de Emy. Además él...él me odia...nunca me perdonará que...
-Juzgas muy mal al hijo de tu mejor amiga. respondió Emy secamente. ¿Crees que si ha podido aprender todo lo que le has enseñado iba a marcarse un límite? Aún aunque no hubiera sabido como hacerlo, lo habría logrado. Porque deseaba con todas sus fuerzas salvarte la vida.
-¡Eso no debe pasar! exclamó Christine cerrando los ojos. Él debe odiarme. Esta vez me he librado, pero ¿cuánto más podré resistir? Sabes muy bien que Voldemort no parará hasta quitarme del medio.
-Las cosas siempre ocurren con un fin. explicó Emy ojeando otro de los libros. Si la suerte o el destino ha querido que Harry y tú os llevéis bien, entonces sería un desplante por tu parte ignorar este hecho.
-Sabes muy bien que esto sólo empeoraría las cosas. Mi destino es morir protegiendo a Harry, tú misma pudiste verlo...he encontrado la forma de derrotar a Voldemort y entregar mi vida es un sacrificio del que no se puede prescindir si queremos destruirle. Emy se quedó en silencio unos segundos. Su mirada había perdido la luz inicial. Sabía que las palabras de Christine eran ciertas, pero ni siendo la Unión las aceptaba. No después de lo que había visto y sentido.
-Sí, lo sé. respondió firmemente. Pero también sé que Harry está dispuesto a cambiar el destino y que ayer lo logró.
-Sólo compró mi tiempo...
-Entonces aprovéchalo. ordenó Emy tajantemente. No dejes que su sacrificio sea en vano...
-¿Qué quieres decir cuando hablas de sacrificio? de pronto Christine se había asustado. La manera en la que Emy lo había dicho no le agradaba en absoluto.
-Estar a tu lado sin conocer del todo la verdad ya es un sacrificio para él. rectificó Emy. No sabía si su repuesta había convencido a Christine del todo.
-Es mejor así...porque mi muerte no será tan dolorosa...
-Date una nueva oportunidad, Chris... susurró Emy dejando el libro en la mesa y sentándose en la cama, mirándola con dulzura. No temes a la muerte... añadió tristemente, acariciándole con mucho cariño el rostro. Por primera vez, Christine no se apartó, dejó que la Unión le mostrara su amistad...créeme, cariño, aún te quedan muchas cosas por vivir...tus ojos han cambiado...
-¿A qué te refieres?
-No puedes mentirme... explicó Emy mirando hacia donde Lupin dormía plácidamente. Tienes a tu lado más de lo que crees, pero aún no te has dado cuenta.
-No sigas por ahí. masculló Christine entre dientes, bajando la mirada. ¡Nada reemplazará a Dani! ¡Lo amo, lo amo con todas mis fuerzas!
-Tú estas enamorada de un recuerdo..., Chris, de un recuerdo muy bonito, pero que ya no existe. las palabras de Emy se parecían tanto a las de Lupin, que Christine se sintió desprotegida y sin argumentos suficientes para luchar contra eso. La Unión era y siempre lo había sido, la única persona que podía ganarle en palabras. Tu corazón late distinto, tus ojos son distintos...todo ha cambiado y da gracias a que lo ha hecho.
-Pero...
-Pronto entenderás. Muy pronto. Emy se levantó y cogió el libro de la mesa. Sonrió a la profesora y le dijo: ¿Me lo prestas? Christine que aún pensaba en las últimas palabras, asintió.
-Ehrrr...claro.
-¡Estupendo! exclamó la mujer con brío. Y se dispuso a desaparecer.
-¡Emy! la Unión se detuvo y miró muy sonriente a la profesora. ¿Cómo sabes todo eso?
-Olvidas que uno de mis poderes son las premoniciones... y tras sonreír por última vez, desapareció dejando a su paso el ya habitual olor a lavanda.

Harry se despertó muy tarde aquella mañana. Como era domingo no corría el riesgo de que lo castigaran, aún así, tenía mucha prisa por hacer una visita.
Extrañamente, no se sentía ni cansado ni dolorido. Seguía pensando en los últimos acontecimientos con gran temor en su cuerpo, jamás pensaba que el hecho de ver morir a Christine le pudiera producir el desamparo que había sentido.
Alguien le había puesto el pijama y quitado los zapatos. Decidió que se vestiría al modo muggle. Se puso unos pantalones de pana y un jersey de lana blanco y con cuello alto. Se mojó el pelo con agua y trató en vano de peinarse, pero los mechones negros caían desordenadamente por su frente, tapándole así la cicatriz en forma de rayo.
Cogió una de las capas que había sobre la silla y se la echó por encima, saliendo después en dirección al tercer piso.
Caminaba muy despacio, observándose los pies. Parecía de nuevo aquel muchacho tímido e inocente de los primeros años de Hogwarts. Su rostro había cambiado ante el hecho de haberle salvado la vida a Christine. No entendía porqué. Debería odiarla e incluso deseaba hacerlo, pensaba que se merecía un castigo por haber traicionado sus sentimientos, por haber fracasado en su ideología, cuando se prometió a sí mismo, a Sirius, que castigaría duramente a todos aquellos que se habían burlado de él, a ella, que había ignorado la imploración de su padrino, que había llevado a sus padres a la muerte. ¿Por qué había flaqueado? ¿Por qué por más que trataba no lograba odiar a Christine?
Algo había cambiado en todos esos meses que habían pasado juntos, en esas sesiones de entrenamiento, en los momentos de sufrimiento...
Se plantó enfrente del despacho y entró sin llamar. No había nadie allí, así que se dirigió hacia la puerta trasera, que daba a las habitaciones de la profesora. Nervioso como un flan, se plantó en frente y tocó con los nudillos. Se escucharon unos pasos y la puerta se abrió, dando paso a Lupin.
-Buenos días, Harry. saludó el profesor alegremente. El chico le sonrió y entró. Remus Lupin tenía mucho mejor aspecto. Se había dado una ducha y cambiado la túnica de la batalla por otra que pertenecía a Sirius. Su rostro ya no estaba sumido en la angustia y las ojeras habían desaparecido.
La habitación estaba inmaculada. Por los grandes ventanales se filtraban los rayos del sol y dejaban ver lo ordenada que era la mujer. Christine estaba en la cama, pero el hecho que estuviera sentada, recostada sobre dos grandes almohadones, reflejaba su mejor estado. Vestía un camisón blanco de seda y llevaba su larga melena negra, suelta.
Harry fijó sus ojos en los azules penetrantes de ella y sonrió tímidamente.
-¿Cómo...te sientes? preguntó apartando la vista en dirección al suelo.
Christine no respondió de inmediato. Se quedó observándole y después, mirando hacia Lupin, dijo:
-Remus...¿te importaría ir a buscarme un café a las cocinas? Me sentará bien para despejarme...
-En absoluto. respondió Lupin de inmediato, comprendiendo la situación. Sonrió abiertamente a Harry y luego salió por la puerta, sin ninguna prisa.
El silencio cayó sobre la habitación. Harry no sabía qué decir. Se sentí distinto, después de haber llorado sobre el cuerpo de Christine, que ahora mismo tenía la expresión más fría que hasta ahora él le había visto.
-Acércate. ordenó tajantemente, con una voz peligrosa. Harry obedeció y se aproximó hasta la cama, pero cuando estuvo al lado de su profesora, se arrepintió de inmediato. Acababa de recibir una bofetada en toda la cara y eso sin haber dicho nada fuera de lugar.
Dio dos pasos hacia atrás, sin comprender en absoluto. ¿Por qué Christine tenía el rostro crispado de rabia?
-¿Qué he hecho? preguntó ofendido. Toda la timidez o todos los sentimientos que habían florecido en él durante el trayecto hasta el despacho se habían esfumado rápidamente.
-Siéntate aquí. volvió a ordenar la profesora señalando la cama. Harry dudó, no quería que le volvieran a atizar, pero acabó por obedecer, como siempre hacía. Christine lo observó sin ninguna prisa. ¿Todavía me preguntas?
-Chris yo...es que no comprendo qué te pasa. Sólo he venido para ver como estabas, pero si te molesto...si he interrumpido...
-¡No digas estupideces! se irritó la mujer. Lupin lleva aquí toda la noche si quisiera haber hablado algún tema importante con él ya lo habría hecho. miró el rostro de incredulidad de Harry, suspiró y añadió: Sabes muy bien a lo que me refiero. ¿Se puede saber porqué aprendiste a utilizar la curación sin mi permiso? Harry, que había esperado cualquier cosa menos eso, se mordió el labio inferior. Sabía perfectamente que Christine le había prohibido tajantemente aprenderla, que era muy peligrosa como había podido comprobar la noche anterior, pero aún así él consideraba oportuno saber hacerlo. Después de todo, había resultado útil. Estoy esperando una respuesta.
-¡No la tengo! gruñó Harry con cara de pocos amigos. Está bien, te desobedecí pero...
-¿Por qué me salvaste la vida, Harry? quiso saber la mujer. El chico la miró y vio que tras esa máscara de frialdad, había un deje de preocupación en sus ojos. Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. Vio a Hagrid regando las calabazas de su huerto.
-Si quieres que te diga la verdad...no lo sé. pese a lo sorprendida que estaba, Christine no dijo nada.Yo...te vi ahí...y...Harry se odió a sí mismo por estar mostrándose tan débil. Se dio la vuelta bruscamente y añadió. Aún te necesito. Me haces falta y no podía permitir que murieras. Esperó una respuesta sarcástica de su profesora, incluso un reproche, pero ella simplemente cerró los ojos, ordenando las ideas en su cabeza.
-Debiste dejarme morir. susurró. Las cosas no tenían que haber salido así.
-¿Para qué, eh? se irritó Harry. ¿Por qué siempre tienes que decir que vas a morir? ¿Por qué debías morir en ese ataque? Christine abrió los ojos y le perforó con la mirada, pero Harry no se amilanó.
-Para mantener el equilibrio...yo hice un sacrificio, gasté toda mi energía para evitar que ocurriera un gran mal y el precio por ello era la muerte.
-¿Para reunirte con mis padres? chilló Harry fuera de sí y le pegó una patada a la silla más próxima. ¡Estoy harto de que siempre pase lo mismo, harto de tantas muertes! ¡Pues no, esto no tenía que ser así! ¿Por qué debías ser tú quién se sacrificara, por qué tú?
-Te ruego que te calmes. suplicó Christine sin apartar la seriedad de la expresión de su cara. Escúchame...yo...bajó la mirada. tengo unos motivos muy fuertes para marcharme...
-Te equivocas. replicó Harry. Sus ojos brillaron inusualmente. Yo los tengo aún más. Es mi profecía, es mi destino y son mi familia la que ha muerto, no tienes derecho a privarme de la paz cuando esto acabe, no tienes derecho a protegerme siempre...¿y sabes qué? ¡No quiero morir! ¡No quiero! ¡Quiero que te levantes de esa cama, quiero que juntos vayamos a patearle el trasero a ese gilipollas y quiero que cuando esto termine ambos vivamos una vida! ¡Pero una vida de verdad, no el tablero de lo que ahora padecemos!
-Eso no es posible...al menos para mí. murmuró Christine con la voz apagada. Ojalá pudiera creer en las palabras de Harry, ojalá fueran verdad, pero ella sabía que nada podría volver a ser como antes. Lo que me arrebató la vida es un daño irreparable...yo ya tuve la oportunidad de cambiar mi destino, tuve en mis manos la opción de esa vida maravillosa de la que hablas y la perdí...No existe una segunda oportunidad para mí...
-Se puede cambiar el destino. opinó Harry mirando hacia el hermoso cielo azul claro. Yo sé que se puede...Emy me lo dijo...
-Por eso me salvaste la vida...por lo que Emy te dijo...
-No. negó Harry con rotundidad. Lo hice porque me daba miedo volver a estar solo...porque no puedo llevar esto sin ti...
-Tendrás que hacerlo. respondió Christine tajantemente y su rostro se contrajo en una mueca de angustia. He encontrado la manera de acabar con Voldemort... Harry se dio la vuelta rápidamente y la miró muy sorprendido. te dije que el tiempo nos daría la respuesta y lo ha hecho...he estado dándole vueltas a la cabeza a todo esto y he hallado la respuesta...pero para lograrlo, mi muerte es imprescindible. sus ojos y los de Harry se conectaron. voy a sacrificarme para que puedas matar a Voldemort, para que puedas vivir esa vida maravillosa de la que hablas...
-No. negó Harry. Su voz se apagó. Por favor Chris...no lo hagas...
-Deberías estar orgulloso. sonrió la mujer, mirando melancólicamente hacia la ventana. Vas a cumplir la promesa que le hiciste a Sirius...vas a obtener tu venganza.
-¡Pero yo no la quiero! gritó el muchacho desesperado. ¡Después de lo que me has ayudado ya no quiero que mueras! ¡Es cierto que guardo rencor en mi interior, que no puedo olvidar lo que hiciste, pero puedo perdonarte! el hecho de que esas palabras procedieran de Harry hizo que Christine se sintiera en paz consigo misma, que la carga pesada que caía como una losa sobre su alma se disipara. ¡Chris no voy a permitir que mueras!
-Lo siento. Ya no hay marcha atrás. He tomado una decisión. pese a la cruda realidad, logró esbozar una sonrisa al chico. Compraste mi tiempo para cambiar tu destino...lo has logrado, Harry Potter, ahora sé que el no morir anoche logró concederte la oportunidad de matar a Voldemort, de que lo hiciéramos juntos...como tu arcángel...será un honor morir por alguien como tú.Harry se abrochó bien la capa y se dirigió muy enfadado hacia la puerta. Christine no lo retuvo. Sabía que tenía todo el derecho a no querer hablarle, pero también sabía que algún día él aprobaría ese sacrificio, cuando viera que las vidas de sus amigos estaban a salvo.
-Sea como sea, Chris...yo también tengo un papel a jugar...y no voy a dejarte morir. No de nuevo, esta vez moveré las fichas de forma distinta. Harry salió por la puerta como un rayo y casi derribó a Lupin que llevaba la taza de café en una pequeña bandeja.
-Llegado el momento...ni siquiera tú podrás impedirlo... susurró la mujer y para cuando entró Lupin en la habitación, mostraba su más sincera sonrisa.

La semana pasó sin contratiempos. Harry y Christine no volvieron a dirigirse la palabra porque ella aún no había regresado a las clases.
Snape se ocupaba de sustituirla en la asignatura, lo cuál no mejoraba para nada el humor del chico. No sabía cómo, pero el caso es que tal y como su profesora le había prometido, no tuvo que volver a ejercer ningún castigo con el profesor de Pociones, pero eso no le libró de su presencia.
Snape se pasó la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras acribillando al chico sobre complicadas preguntas que nada tenían que ver con el temario impuesto por Christine y que Harry logró responder a la perfección. Como el profesor no encontró nada que reprocharle se cebó quitándole puntos por la cara de aburrimiento que ponía, por sentarse de manera incorrecta o supuestamente por tratar de comunicarse con Ron, que estaba sentado tres filas más atrás y con el que no se hablaba.
Y para la desgracia de los demás estudiantes, también desaprobó la manera de dar clase de Christine. Únicamente Hermione y Ginny parecían muy contentas con que la mujer no fuera la profesora y aunque detestaban a Snape, consideraban que poco a poco la profesora se estaba desenmascarando y que su ausencia no era otra cosa que un excusa para llevar a cabo sus planes.
Pero Defensa no fue la única clase que Harry tuvo que soportar. La doble hora de Pociones del martes se convirtió en todo un suplicio.
Tuvieron que realizar la poción más complicada que habían visto hasta la fecha y que, como no, entraría en el examen final. Se trataba de un brebaje capaz de recrear las peores pesadillas de la vida de un mago y que, según Snape, era muy utilizado por los mortífagos, a la hora de torturar a sus víctimas.
Aquel pedacito de información no agradó en absoluto a Harry. Sus compañeros estaban muy emocionados al aprender los nuevos métodos de tortura de los seguidores de Voldemort, pero a Harry sólo le recordaba la gente que aún no había salvado y que podrían sufrir las consecuencias.
Así que, tratando de enfocar la atención en su caldero y no en las miradas furtivas que Hermione seguía lanzándole, se pasó las dos horas removiendo en el sentido inverso a las agujas del reloj, mientras echaba en orden los ingredientes que exponía la pizarra, dando gracias de que Ron no había aprobado la asignatura y no compartía con él aquella hora.
Pronto los alumnos se desmoralizaron y fueron pasando uno a uno a dejar la muestra de sus pociones, aunque sin grandes éxitos. Snape chilló tanto a una chica cuya muestra se había pegado al frasco de cristal, que la pobre casi coge un colapso nervioso.
Harry se quedó el último en la clase, junto con Hermione. Se había propuesto realizar una poción perfecta para ver la cara de idiota que ponía su profesor y lo estaba logrando. Cuando su amiga dejó la muestra del perfecto color lila que debía tener, Harry se levantó y llenó el tarro con el contenido de su caldero, bajo la mirada atenta de Snape.
-Por su bien espero que haya realizado correctamente la Poción, Potter. el profesor entornó los ojos, mientras el chico limpiaba su caldero con el encantamiento desvanecedor.
-No lo dude. respondió fanfarronamente, colgándose la mochila al hombro y dirigiéndose hacia la puerta de salida.
-Más le vale que esto se le de mejor que la Oclumancia, Potter, porque no me gustaría que lloriqueara igual que el otro día, cuando le entregue su cero. Harry se frenó en seco y miró a Snape con tanto odio que lo hubiera matado allí mismo. Una vez más, ha logrado que otro profesor entre en su club de fans, pero eso no evitará que yo averigüe porqué le afectaron tanto los recuerdos que pudo desprender una cantidad de energía tan grande...Harry estaba a punto de soltar una barbaridad, pero sabía que debía contenerse. Recordó que aquel día en Londres, hablando con Emy, la mujer le había dicho que cuando estuviera en medio de una discusión, debía hablar cada vez más bajo y que aquello solía irritar al que realmente deseaba discutir.
-Puede pensar lo que quiera...profesor.
-Es curioso, Potter. continuó Snape, levantándose de su asiento y caminando hasta él. Lo mucho que te pavoneas en el colegio y lo que temes a los recuerdos...
-Son malos recuerdos. Comprenderá que no es agradable. contestó Harry de mal talante. No acababa de entender por donde iban los tiros. ¿Snape sólo trataba de atormentarle o había algo detrás de todo aquel interrogatorio?
-Y por supuesto allí estaba Christine para salvarte... la mirada de Snape le perforaba los ojos. Sabía que el profesor trataba una vez más de introducirse en su mente, pero sin la poción, le era completamente imposible.parece que ignoraste mis advertencias, Potter y os lleváis muy bien...tanto, que me estaba preguntando qué pasaría si usara el Veritaserum contigo...quizás podrías hablarme de la relación que existe entre el hombre que salvó a la Orden del Fénix en el Callejón Diagon y ella...
-¿Qué hombre? preguntó Harry inocentemente.
-No te hagas el tonto conmigo, Potter. gruñó el profesor. Sé perfectamente que hay una relación entre ambos y que ella te ha puesto al corriente...
-¿Y por qué iba yo a saber que un hombre salvó a la Orden de un ataque? Harry no estaba dispuesto a dejar que Snape averiguara algo. Primero porque era un espía, un mortífago y no las tenías todas consigo de que no fuera a traicionar a la Orden y segundo porque el conocimiento de tan gran verdad habría arruinado sus planes conjuntos con Chris.
-Potter, Potter...eres igual a tu padre. El Profeta llega cada día al colegio y como todos tus compañeros, tú habrás leído la noticia...
-Disculpe, profesor. Harry trató de sonar educado, cosa que le resultaba muy complicada. Pero desde que esa basura de periódico comenzó a decir cosas de mí, no suelo leerlo...así que...
-¡Tú estás al tanto, Potter! ¡Si no lo has leído, de seguro alguien te lo habrá contado! ¡Y si ese alguien es Christine...!
-¡No tengo porqué escuchar sus especulaciones! replicó el muchacho y avanzó dos pasos hacia la puerta. Snape estuvo a punto de detenerlo, pero en ese momento llegó Cho.
-¡Ah, disculpe, profesor Snape! se excusó la chica sonrojándose levemente. ¡No sabía que aún estaban en clase!
-Y no lo estamos. respondió Harry de inmediato. Se sentía tremendamente agradecido con Cho por haberle librado de ese mal trago. Se apresuró a correr hacia la puerta.
-¿Qué hace aquí tan pronto, Chan? preguntó Snape. Los ojos se le salían de las órbitas del enfado evidente. Lo habían interrumpido cuando estaba seguro que podría obtener información de Potter. ¡No tenemos clase hasta dentro de veinte minutos!
-Esto...yo...lo lamento, señor. dijo Cho algo avergonzada por haber interrumpido. Es que...venía a buscar a Harry...
-¡Como no! rugió Snape. ¡Potter y sus amoríos! pero para cuando iba a castigarles y restarles puntos, Harry ya había tomado a Cho por el brazo y ambos corrían apresuradamente por los pasillos, en dirección al vestíbulo.
Cuando Harry notó que Snape no los seguía, frenó en seco, tratando de que el ritmo cardiaco y la respiración se acompasaran.
Salieron a los terrenos, donde Harry tenía clase de Cuidado de Criaturas Mágicas con Hagrid y se dedicaron a pasear, esperando a que el recreo terminara.
-No sabes de la que me has librado. dijo Harry sonriendo feliz de que Cho hubiese llegado en el momento oportuno. Snape iba a castigarme...
-¿Por qué? Cho no se lo podía creer. Harry le hacía caso, hablaba con ella, la cogía de la mano, todo volvía a ser como el curso pasado, pero con un Harry mucho más decidido, como a ella le gustaba.
-No hace falta que Snape tenga un motivo para hacerlo. el chico se encogió de hombros. Así que te agradezco enormemente que aparecieras. se apoyaron en la sombra de un árbol y él le dio un beso en la mejilla, produciendo que la chica se sonrojara. No era la primera vez que lo hacía. De todos modos...¿para qué me buscabas?
-¡Ah, sí! Cho soltó una risita, se había olvidado por completo del motivo por el cuál había bajado a la clase de Pociones. Es que...dentro de poco es San Valentín y...
-¡Es verdad! exclamó Harry más para sí mismo que para ella. Había soñado muchas veces con pasar un día de los enamorados con Ginny, con regalarle algo bonito, pero estaba claro que Christine se había interpuesto en su relación y no tenía más remedio que seguir fingiendo. De hecho, Chris estaba muy contenta con que Harry no se deprimiera y comenzara a hacerle caso a Cho, pero eso era porque sabía que él no sentía nada hacia la Ravencraw. En cuanto la mujer notara unos sentimientos más fuertes fluir en su interior, volvería a interponerse en esa relación y en cuantas hiciera falta. Así funcionaba todo. Mientras los sentimientos no se pudieran por medio, Harry podía salir con quién quisiera. ¡Me había olvidado por completo! miró a Cho que estaba expectante y formuló la pregunta que sabía que ella esperaba.¿Quieres que vayamos juntos a Hogsmade? Creo recordar que hay una salida ese día...
-¿Lo dices en serio, Harry? preguntó anonadada la chica. Estaba increíblemente contenta.
-¡Por supuesto que sí! Yo nunca hablo en vano. Era evidente que Harry no poseía el mismo entusiasmo, pero lo disimuló muy bien. Después de todo, si se lo montaba bien, podría pasar un buen rato. Hacía días que no se iba de fiesta. Eso sí, prométeme que no hablaremos de temas tristes y yo te prometo que no seré un completo imbécil a la hora de comprenderte... aquella sinceridad provocó la risa de Cho. Harry parecía otra persona distinta, mucho más madura, mucho más adulto y que la entendía como si ella fuera un libro abierto. De hecho, Harry parecía sentir lo que había dentro del corazón de cada persona.
-¡Prometido! Tal sólo hay una cosa que me gustaría que me respondieras...
-Está bien. cedió Harry que sabía perfectamente lo que le venía ahora. Pero he de pedirte una favor antes de que lo hagas.
-Dime.
-No me gusta que me hagan muchas preguntas y estoy seguro que a ti tampoco te gustaría oír algunas de las respuestas, así que mejor divirtámonos estando juntos y no compliquemos las cosas. ¿De acuerdo? Es mejor que mantengamos nuestras libertades y que no nos tomemos esto muy a pecho...
-Me parece perfecto. Te pareces mucho a mí. sonrió Cho. Lo único que quería saber es lo que ha pasado con Ginny Weasley. Porque durante el partido de quidditch no quisiste corresponderme y sin embargo ahora...Cho sabía que aquel era un tema delicado, pero necesitaba respuestas. No quisiera que jugaras conmigo para tratar de darle celos, me gustaría que me dijeras si lo vuestro se ha terminado... en el clavo. Harry ya sabía que Cho le preguntaría aquello y que él tenía que ser muy buen actor para demostrarle que ya no sentía nada por ella. Sabía que Cho, tarde o temprano se lo diría a algunas de sus amigas y que los rumores en Hogwarts se extendían con mucha rapidez.
-Vale, esa es una pregunta comprensible. dijo seriamente. Mira, entre Ginny y yo han pasado muchas cosas y lo nuestro no puede ser. Nunca volverá a haber algo entre ella y yo, terminamos definitivamente. a Cho se le iluminó la cara. Es cierto que no te correspondí en el partido, porque una parte de mí aún seguía resentida por lo del año pasado y otra creía querer a Ginny. Pero siempre me has gustado Cho, eres una chica muy guapa y es imposible que no me gustes...
-¿Entonces ya no la quieres? Harry sonrió la cogió de la mano y juntos caminaron hacia el vestíbulo para que la chica fuera a clase de Pociones.
-Venga, vamos a llegar tarde. Cho también sonrió y no dijo nada. Pero una duda surgía en su interior...Harry no le había contestado. No obstante, a él le gustaba y eso era una ventaja clara. Iba a conseguir reconquistarlo definitivamente, al menos sabía una cosa, entre Harry y Ginny era imposible una reconciliación.

Un nuevo ataque asolaba las calles del Londres muggle. Aquella vez, no había un motivo justificado para producirse, sino que causar el mayor terror posible a los no mágicos y muchos quebraderos de cabeza al ministerio de magia, que al acabar la tragedia tendría un trabajo concienzudo en desmemorizar a cada uno de ellos.
Aunque sí había un objetivo secundario detrás de todo eso. Voldemort quería comprobar si el extraño individuo volvía a aparecer. En el ataque a San Mungo no había acudido y eso le hacía pensar que quizás se encontrara débil o herido.
Los Lestrange estaban detrás de aquel ataque como cabecillas. Por órdenes de su señor, el principal responsable era Rodolphus, relegando así a un segundo plano a la única mujer que figuraba entre las filas mortífagas.
Había más de un centenar de encapuchados y como acompañantes, en aquella ocasión, habían optado por cinco gigantes que debían medir más de ocho o nueve metros.
La gente corría despavorida, ni en sus peores pesadillas habrían logrado visualizar una masacre tan horrenda. Los monstruosos gigantes cogían a los muggles de las piernas, como si se trataran de muñecos y les rompían las extremidades con suma facilidad, como si fueran de goma. También los pisaban o simplemente los lanzaban muchos metros por los aires.
Los mortífagos reían a carcajadas. Se lo estaban pasando muy bien, hacía mucho que no se divertían tanto. Al parecer, al no ser ninguna zona céntrica, los miembros del ministerio habían tardado mucho más en darse cuenta del ataque y ahora, los pocos aurores que se habían aparecido no tenían muchas intenciones de enfrentarse en desventaja contra tales seres.
Christine Byrne, acompañada del resto de la Orden del Fénix y habiendo puesto sobre aviso a los miembros de la Alianza, se apareció en la ciudad. Se notaba que estaba muy desmejorada. Las apariciones que había tenido que realizar la habían agotado en exceso y ahora se veía sola ante el peligro. No tenía la seguridad de que fuera a recibir ayuda. Después de todo, era ella la que siempre notaba los ataques, Harry no había desarrollado todavía al completo la capacidad de sentir el sufrimiento ajeno, siempre y cuando se tratara de algo masivo.
-¿Qué haces aquí? Remus Lupin acababa de aparecer a su lado. Tenía las cejas alzadas y una expresión de enfado en el rostro. Chris no estás recuperada, podrías morir...
-Eso ahora no importa. replicó la mujer y se soltó de mala gana. Era una tarde-noche muy fría y de sus bocas salía vaho. Mira. señaló todos los cadáveres de muggles esparcidos por el suelo y a los gigantes que seguían causando estragos. Lupin se mordió el labio inferior, pero no le dio tiempo a reaccionar porque Christine ya se había lanzado al ataque.
La mujer levantó la varita y lanzó un encantamiento de conjuntivitis al más próximo de los gigantes, que soltó al muggle que tenía cogido por las piernas y gritó de dolor, cubriéndose los ojos. La mujer se apresuró a crear una colchoneta donde el pobre hombre cayó inconsciente.
Sabía que era muy arriesgado usar su poder de arcángel, así que no le quedaba más remedio que usar la varita, aunque todavía tenía más de un recurso. Se llevó la mano a la espalda y desenvainó una reluciente espada, mucho más larga de lo normal.
Lupin la vio y sonrió. Hacía mucho que ella no peleaba así, desde la primera guerra y recordaba lo maravillados que se quedaban Sirius y James cuando la veían cortar cabezas. Sin demora, él también se lanzó al ataque.
Pero ni con la llegada de la Orden, ni de la Alianza, se equilibró la balanza. Los mortífagos era muchos y tener de su lado a los gigantes era de gran ayuda. Los funcionarios del ministerio habían logrado sacar a la mayor parte de los muggles del camino y ahora trataban de petrificarlos y mantenerlos ocultos, fuera de peligro, hasta el final de la batalla, para poder desmemorizarlos.
Dos figuras se aparecieron en la noche. Una de ellas era tan alta como la mitad de las criaturas a las que se enfrentaban en esos instantes los miembros de la Orden. Llevaba puesto un abrigo de piel y empuñaba en su mano derecha una ballesta y en la izquierda un paraguas.
La otra figura era un anciano bastante alto, de pelo y barba plateados. Llevaba una larga túnica escarlata y su rostro estaba crispado de rabia. La mano llena de arrugas que empuñaba su varita, temblaba de ira en aquellos instantes.
-¡DUMBLEDORE! los mortífagos que estaban cerca de ellos y los habían visto aparecer no tardaron en alertar a sus compañeros. Era evidente que la presencia del director de Hogwarts les imponía a todos.
El hecho de que el mejor mago de los tiempos se hubiera presentado a ayudar, no quedó inadvertido para el bando de la luz, e infundó un espíritu de lucha y unas ganas de ganar mucho mayores.
El anciano avanzó unos pasos y con una facilidad envidiable fue lanzando hechizos a diestra y siniestra, acorralando a cuantos mortífagos salieran a su paso.
-¡DETENEOS! EL gritó de Hagrid inundó por completo la oscuridad que ahora bañaba el lugar. Había caído la noche y su voz ronca fue dirigida a los gigantes que luchaban sin cesar contra los magos. ¡ASÍ NO VAIS A CONSEGUIR NADA! ¡ÉL NO OS DARÁ LAS LIBERTADES QUE ESPERÁIS! el guardabosques y también profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, vio en vano como su intento era refutado por sus semihermanos. El más alto de todos y seguramente líder de la tribu fue a darle un manotazo, pero una cuerda de luz había salido de la varita del director y se había enroscado en la muñeca de la criatura.
Hagrid se apresuró a apartarse y dejar a Dumbledore que tratara de razonar con ellos.
El sonido de un derrape, parecido al rugido de un perro se dejó oír por el escenario de la batalla. Muchos de los presentes miraron hacia arriba y se encontraron una moto voladora surcando los cielos.
El vehículo giró bruscamente en el aire y bajó en picado, cayendo al asfalto en golpe seco y atropellando a dos mortífagos.
El hombre que la pilotaba, pisó el freno, bajó de ella y la hizo desaparecer con un encantamiento desvanecedor. Después, se retocó bien la capucha para estar seguro que nadie le veía más que la boca y empuñó una espada de rubíes.
-¡ES ÉL! gritó uno de los encapuchados y en seguida, más de cinco hombres se dirigieron a su encuentro.
La luna rebeló su sonrisa, antes de que esquivara dos haces de luz roja y con rápidos movimientos saltara sobre sus oponentes, clavando su arma en los puntos cardinales de sus enemigos, causándoles la muerte instantánea.
Dumbledore giró el rostro y vio como hacía girar su espada en una rueda y todos los encantamientos que le enviaban eran desviados por los aires. Si se hubiera encontrado en posición de ello, habría aplaudido la maestría que mostraba aquel desconocido.
-¡Asesino! Rookwood había llegado hasta él empuñando su varita y temiendo las represalias de su señor, estaba dispuesto a acabar el trabajo. Dices que vienes a luchar por una buena causa, pero eres igual a nosotros, matas a tus enemigos. para su sorpresa, el hombre sonrió. Lo había reconocido.
-Primero, querido Rookwood. el mortífago no daba crédito a lo que oía. ¿Cómo podía saber quién era aquel hombre si llevaba puesta su máscara? Pero no sabía que Harry se lo había encontrado demasiadas ocasiones como para olvidar su voz y su forma de pelear. yo jamás he dicho que luche por una buena causa...y segundo, lo que me diferencia de vosotros es que vosotros matáis por placer...y yo con un único objetivo.
-¿Y cuál es ese objetivo? preguntó el mortífago escupiendo en el suelo.
-Venganza... antes de que Rookwood pudiera decir nada más, yacía en el suelo retorciéndose de dolor a causa de la maldición cruciatus.
El hombre levantó la varita y se detuvo, mirando con repulsión al mortífago que gimoteaba y se arrastraba por el suelo. Esto, por haber intentando matar a Buckbeak murmuró y acto seguido volvió a lanzar la misma maldición.
Algunos miembros del ministerio se giraron para ver el espectáculo. Era bien sabido que Amelia Bones había sacado hacía unos meses, un decreto que permitía el uso de las maldiciones imperdonables, pero si podían evitarlo, nunca las utilizaban, sin embargo aquel hombre, quién quiera que fuese, había aplicado la maldición cruciatus en dos ocasiones y no parecía arrepentido. Y esto por haber tratado de matar a mis amigos en el Departamento de Misterios. Rookwood apenas podía hablar. Miraba con pavor a su atacante y por mucho que su cabeza le diera vueltas a lo mismo, no era capaz de creer lo que era evidente. Segundos después, la maldición asesina impactaba en su cuerpo y el mortífago moría en el acto, con la expresión de terror palpada en el cuerpo.
Christine, que lo había visto todo, se quedó mirando a Harry fijamente, pero no hizo ningún comentario. Sabía los motivos que había tenido para hacerlo y los comprendía, pero muy dentro de su ser temía que toda esa ira que recorría al muchacho pudiera volverse en su contra, por eso mismo, debían actuar con rapidez. Su última carta debía desvelarse con primicia, pero para ello primero tenían que sacar a Voldemort de su escondite y aquello no iba a resultar una labor fácil.
Estaba tan pendiente de sus pensamientos que recibió un violento empujón por detrás y rodó unos metros por el suelo, desarmándola. Uno de los gigantes estaba frente a ella. La mujer abrió mucho los ojos sorprendida, no tenía defensa posible. Alzó las manos para disponer de su energía, pero se dio cuenta con horror que la magia no era suficiente para propinar una ola de energía. Se había desgastado en la batalla y al no estar recuperada del todo, se había quedado sin fuerzas. El gigante levantó la pierna, dispuesto a aplastarla.
-¡CHRISTINE! Lupin salió como un rayo y se abrazó a la mujer para ser él quién recibiera el impacto. Ambos cerraron los ojos, pero al cabo de unos instantes, al ver que nada sucedía, los volvieron a abrir. Un escudo de fuerza los había protegido. Miraron en ambas direcciones y vieron al hombre extraño con las manos alzadas, los había protegido.
Harry sacó de nuevo la espada y con una sola mano la lanzó por los aires y ésta impactó en la frente del gigante, dándole muerte al instante. Cesó el escudo de energía que protegía a sus profesores y sin decir nada, corrió hasta la criatura, extrajo la espada de la frente y siguió la pelea como si nada.
Lupin respiró hondo y vio que estaba completamente pegado al cuerpo de Christine, que parecía muy aliviada. En un acto reflejo se abrazó más a ella.
-Creí que te perdía...susurró. La mujer temblaba bajo sus brazos. Al darse cuenta, Lupin se separó y la cogió de la mano para ayudarla a levantarse. ¿Estás bien? la profesora lo miró unos instantes y bajó la mirada. No podía mentirle, se encontraba en un estado lamentable, sin apenas fuerzas.
-Sobreviviré. sonrió y tras apretarle brevemente la mano, cogió su espada y su varita del suelo y corrió a seguir luchando.
La batalla se estaba tornando mucho más violenta. Únicamente quedaban dos gigantes en pie, pero todavía había muchos mortífagos. El extraño individuo había salvado a los aurores y a los miembros de la Orden un centenar de ocasiones y no parecía para nada cansado, aunque cada vez tenía más adversarios.
-¡LE MATARÉ! gruñó Bellatrix viendo desde la lejanía como uno a uno sus hombres iban cayendo. Pero su esposo la cogió del brazo y la retuvo.
-Deja que ellos se ocupen. No puede vencerlos a todos, acabará agotándose...
-¡Pero ha matado a Rookwood! ¡Si no hacemos algo el amo nos castigará! Rodolphus maldijo su suerte. Por un lado no quería arriesgarse, pero por el otro estaba el hecho de que su señor podía ser mucho más cruel que la punta de la espada de ese hombre. Si el ataque no salía bien, tendrían muchos problemas.
Como si el encapuchado los hubiera escuchado, se deshizo de dos de sus oponentes y se apareció rodeado de una luz blanquecina, delante de ellos.
-Un placer encontrarnos... saludó a modo de reverencia. Bellatrix no pudo soportar más su ironía y levantó la varita.
-¡CRUCIO! el hombre esquivó la maldición sin ningún tipo de problema y luego volvió a desaparecer. Los dos Lestrange miraron de un lado a otro, pero no lo encontraban. Acto seguido, el hombre reapareció detrás de la mujer y la cogió de las solapas, colocándose muy cerca de ella, haciendo que sus respiraciones se cruzaran.
-Eres muy temperamental...Bella... sonrió el hombre. No deberías empezar un duelo que no puedes ganar.
-¡Expelliarmus! el otro Lestrange había tratado de desarmar al hombre, pero éste, con un rápido movimiento había vuelto a desaparecer y se había colocado a unos metros de distancia, manteniendo la prudencia.
-¡Te mataremos! aseguró Bellatrix. A diferencia de en Junio, no utilizaba aquella estúpida voz infantil, sino que su tono era áspero y cargado de rabia. El hombre soltó una carcajada y negó con el dedo índice.
-No tendrías que hacer promesas que sabes que no puedes cumplir...
-¿Quién eres, bastardo? Rodolphus comenzaba a perder la paciencia. Esa simple frase propició que el hombre volviera a reír a pierna suelta.
-¿Bastardo yo? No, creo que no...quizás deberíais preguntar a vuestro señor...su origen no es...¿cómo lo llama él? Ah, sí,...limpio...sangre limpia...
-¡Cierra tu asquerosa bocaza! bramó Bellatrix y lanzó una nueva maldición que fue desviada por un escudo de fuerza.
-Decidle a vuestro amo que espero con impaciencia que me haga una visita... bajo la mirada boquiabierta de los mortífagos, el hombre se dio la vuelta y alzó los brazos, concentrando energía. Igual que la última vez, una energía blanquecina comenzó a inundar su cuerpo, pero era de menor calibre, seguramente porque ahora habían muchos menos obstáculos por el medio. La luz salió de su cuerpo disparada como una bala y rodeó a los enmascarados y a los gigantes, pasando de largo por los demás. En pocos segundos, las dos criaturas cayeron al suelo sin vida alguna y los demás mortífagos quedaron inconscientes.
En cuanto eso ocurrió, los aurores se apresuraron a atarlos con cuerdas, para impedir su huída.
El hombre y Christine intercambiaron una mirada y la profesora despareció del lugar. Entonces Harry se giró hacia los únicos dos mortífagos que no se habían desplomado y les sonrió maliciosamente.
-¿Por qué nos dejas con vida? preguntó de mal talante Rodolphus. ¿Por qué has impedido que la luz llegue a nosotros?
-Creo recordar que tenéis un mensaje que transmitir a vuestro señor...¿no es cierto? En realidad creo que es mejor dejaros con vida y que él mismo se encargue de castigaros, ¿no crees? Los Lestrange le miraron con odio, pero no encontraron palabras paras decir, así que, antes de que los aurores se acercaran a apresarlos, desaparecieron con un chasquido.
El hombre se quedó observando al vacío durante unos segundos y luego se colgó la espada en la espalda, observando con un gesto de total seriedad los cadáveres que había por el suelo.
Albus Dumbledore se aproximó hasta él y se detuvo a unos dos metros, observándole detenidamente.
-Ha sido una gran pelea, te felicito. el anciano se mostró cordial y el hombre, que se había puesto a la defensiva, relajó su rostro. Dumbledore le tendió la mano y él se la estrechó.
-Muchas gracias, Dumbledore. el director no preguntó cómo le conocía porque la obviedad habría contestado por él. No había muchas personas en el mundo mágico que no supieran quién era.
-¿Puedo preguntar a quién tengo el honor de reconocer el mérito de la victoria? el hombre sonrió y el director pudo captar esa muestra de amabilidad, pero la boca era lo único que distinguía de su rostro.
-Como comprenderá, no llevo la capucha por un motivo de comodidad. Me gustaría mantener mi identidad en las sombras.
-Supongo que tendrás tus motivos.
-Así es. confirmó el hombre, que había vuelto a ponerse serio.
-¿Puedo preguntar al menos la edad que tienes? No pareces muy mayor.
-No lo soy. confirmó el encapuchado. Tengo veinticuatro años.
-Eres muy joven para pelear de esa manera...además posees extrañas habilidades... Dumbledore pretendía obtener información sin parecer demasiado evidente y molesto. La prudencia siempre había sido su fuerte.
-Soy mitad arcángel explicó el muchacho sin expresión alguna. pero estoy seguro que ya lo sabía...¿me equivoco? También soy mitad mago. Tuve buenos maestros...
-Entiendo. susurró el director. Es extraño que un hombre con tu poder no se haya dejado ver hasta ahora... Harry volvió a sonreír. Estaba seguro que Dumbledore se había tragado el tema de la edad por la seriedad como estaba llevando la conversación, pero lo que trataba de averiguar era si tenía alguna relación con Christine.
-Nací en Londres, pero digamos que he estado apartado de aquí mucho tiempo...he regresado porque consideré necesario hacerlo y si ustedes me lo permiten pelearé al lado de la Orden del Fénix para tratar de derrotar a Voldemort. Dumbledore se quedó sin palabras durante unos segundos. No sólo conocía la existencia de la Orden del Fénix sino que además había pronunciado el nombre del mago tenebroso sin ningún temor.
-Parece sorprendido.
-Si te soy sincero, lo estoy. confesó el director. No esperaba tal valentía por tu parte...no muchos son los que pronuncian el nombre de Voldemort sin temor alguno y en cuanto a la Orden...
-Ya le he dicho que tuve buenos maestros. explicó el hombre jugueteando con su varita, pero siempre manteniéndola en la penumbra. Dumbledore la había visto más de una vez y el hecho que fuera la hermana gemela de la de Voldemort facilitaba su identificación. No hay nada que yo no sepa. Mis características...especiales me permiten tener acceso a un sinfín de datos...
-Entonces será un placer que te unas a nosotros. accedió el director con una gran sonrisa en el rostro.
-Se lo agradezco.
-Hay una cosa que me intriga...por como hablas y por como tratabas a los mortífagos me ha dado la sensación que conocías a Voldemort...¿estoy en un error? el hombre no contestó de inmediato y no porque no tuviera respuesta. Medía las palabras con sumo cuidado, pero recordar el motivo por el que conocía a Voldemort no le resultaba fácil de exponer.
-Está en lo cierto. confirmó. Digamos que...nos hemos visto alguna que otra vez...
-¿Sabes? Me estaba preguntando porqué has decidido regresar...porqué no te manifestaste antes... Dumbledore entornó los ojos. No tenía campo visual libre para tratar de entrar en la mente de aquel hombre, pero estaba completamente seguro que no hubiera podido acceder. Aquel desconocido poseía una gran magia en su interior.
-Necesité tiempo para comprender las cosas... susurró el hombre simplemente.
-Ya veo. el director sabía que estaba alargando en exceso la conversación pero durante la batalla se había dado cuenta de una cosa y necesitaba confirmación.
-Como buen arcángel, posees un dominio envidiable de la espada...¿te importaría dejarme verla un instante? el hombre carraspeó y trató de que su voz sonara amable.
-No quisiera ser grosero, pero mi tiempo es muy limitado y debo irme...espero tener el gusto de volver a hablar con usted en otro momento...
-Bien, entonces, gracias de nuevo y ya nos veremos...¨ el hombre realizó un movimiento tosco con la cabeza y después de hacer aparecer su moto con un movimiento de varita, se montó en ella y sobrevoló los cielos, tal y como había llegado.
Albus Dumbledore se quedó unos minutos observando la oscuridad de la noche, tratando de entrelazar cabos sueltos. No había obtenido mucha información de aquel hombre, pero al menos sabía su edad. Escuchó sirenas de ambulancias lejanas...los muggles se acercaban al lugar y tendrían que darse prisa en simular un accidente y desmemorizar a los que estaban allí.
Vio como los medimagos llegaban y atendían a los heridos, comprobando también los cadáveres.
El viejo director, reconoció con pesar a más de un auror del ministerio que había fallecido. Y de no ser por aquel extraño individuo, ninguno habría quedado con vida. ¿Pero quién era? ¿Por qué no habría acudido al ataque de San Mungo? Lo que había visto aquella noche le hacían tener una ligera idea de lo que ocurría, pero tendría que ser muy cauto a la hora de actuar.
-Director... Remus Lupin se acercó a él con el rostro visiblemente afectado, por todas las bajas que se habían efectuado.
-Esto aún no ha acabado... señaló el anciano con la voz queda y se apresuró a dirigirse al jefe se los aurores para entablar conversación con él.
Lupin miró todos los cadáveres de los mortífagos y se preguntó una vez más quién podría ser aquel individuo, que los había salvado a él y a Christine. ¿Por qué se le hacía tan familiar? Lo conocía, estaba seguro, lo conocía...

Harry se despertó aquella mañana muy temprano. Faltaban todavía dos horas para el comienzo de las clases y el sol aún no había salido del todo por el horizonte.
Una nueva pesadilla se había encargado de martirizarlo. Suspirando con resignación, se duchó, se vistió y con cuidado de no despertar a nadie, bajó a desayunar al Gran Comedor.
Como había esperado, no había nadie allí, ni alumnos ni profesores. En cuanto se sentó en la silla, leche, tostadas, mermelada, gachas y todo tipo de alimentos comenzaron a aparecer.
Harry cogió una jarra y se rellenó la taza con café con leche y después, con mucha parsimonia, tomó una tostada para untarla con mermelada. No tenía ninguna prisa, después de todo, no tenía nada que hacer antes de su clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.
De pronto, se escuchó un estallido en el recinto y miles de lechuzas negras comenzaron a entrar disparadas, dejando caer sobre los asientos el diario el Profeta.
-¡Vaya juego de niños! exclamó Harry indignado y tranquilamente, levantó la mano derecha, mientras con la izquierda daba un mordisco a su tostada y cerró el puño con furia, provocando así, que todas las estrafalarias aves, estallaran en mil pedazos, provocando graznidos de dolor y dejando caer alguna que otra pluma. ¿Esto ha sido todo? ironizó Harry cogiendo su ejemplar del Profeta y mirando la primera plana. Y Dumbledore no ha encontrado la forma de deshacerse de ellas...patético...
Media hora después, sus compañeros comenzaron a llegar para desayunar, así como algunos profesores.
-¡Eh, yo no tengo hoy mi periódico! exclamó indignado Seamus Finnigan.
-¡Yo tampoco! corroboró Parvati y quitó con asco una pluma negra de su asiento. ¿Habrá fallado la magia de Quién-tú-sabes? Harry dejó de leer la crónica y soltó un bufido de desesperación.
-¿Desde cuando vuelve a ser "Quién-tú-sabes"? preguntó con sorna.
-Perdona, respondió Parvati haciendo una mueca de desagrado. Pero yo no hablo con cerdos.
-¡Basta ya! Ginny acababa de llegar y se había sentado justo en frente de Harry con cara de pocos amigos. ¿Siempre tienen que haber discusiones? Así no vamos a solucionar nada.
-Lo siento Ginny. se disculpó Parvati mirando a Harry como si fuera un parásito. Pero es que no soporto su prepotencia.
-¿Prepotente yo? ironizó Harry.
-Pues sí, mira, ahora que lo mencionas, lo eres. Lavander había salido en defensa de su amiga. Ahora que eres el empollón de la clase gracias a que te has convertido en un marginado te das muchos aires de grandeza...
-Si no te importa, querida. respondió Harry mordazmente. Yo ya era el mejor estudiante de la clase antes de que me convirtiera en un marginado...como tú dices. Y no me doy aires...aunque es evidente que podría hacerlo.
-¿Podéis dejarlo ya? suplicó Hermione. Tenía mala cara aquella mañana, seguramente porque acababa de terminar de leer el periódico. Mira esto y preocúpate por cosas así... Parvati y Lavander cogieron el periódico a la vez y comenzaron a leer horrorizadas las bajas que se habían efectuado en el último ataque, producido la noche anterior.
-Es horrible... susurró Neville que también lo estaba leyendo. ¡Eh, mirad! ¡Aquí vuelven a hablar de ese extraño hombre! el rostro de Harry se había ensombrecido al escuchar el número de bajas y ese detalle no pasó inadvertido para Hermione.
Instintivamente, miró a la mesa de profesores y vio que Christine se encontraba bastante recuperada, aunque parecía muy preocupada. Apretó los puños contra las rodillas. Había llegado demasiado tarde, no había podido evitar las bajas de un sinfín de muggles y por no desplegar todo su poder también habían muerto magos. Ojoloco Moody estaba ingresado en San Mungo pese a que su estado era estable, dentro del peligro, pero al menos, nadie de la Orden había muerto.
-¿Has leído esto, Potter? Harry se dio la vuelta furioso de ser llamado por su apellido por el que antes era su mejor amigo. Ron tenía el rostro crispado de rabia y balanceaba el diario el Profeta con su mano derecha. ¿Hasta cuando vas a dejar que sigan ocurriendo estas cosas?
-¡Es suficiente, Ron! Hermione se había puesto de pie y trataba de frenar una evidente discusión. ¡Harry no puede hacer nada y tú lo sabes!
-¡Claro que puede! exclamó Ron. ¿No lo dice esa Profecía? ¿Por qué te quedas callado? ¿Por qué no vas a sacar tu arrogancia contra esos mortífagos? Harry también se levantó, pero la expresión de su rostro, pese a ser fría, no era de enfado. Más bien parecía decepcionado.
-¡Sí, yo estoy con Ron! exclamó Seamus. ¿Por qué no haces nada con tu extraordinario poder, Potter? Durante años te han tenido protegido en una cajita de cristal, no has expuesto a peligros, si eres Harry Potter para recibir protección también lo eres para luchar en la guerra.
-¿Pero estáis locos? gritó Neville haciéndose escuchar por encima de sus compañeros. ¿Cómo queréis que un chico de dieciséis años se enfrente a Vol...Voldemort?
-¡Cierra la boca, Longbotton! ¡A ti nadie te ha dado velo en este entierro! replicó Ron y Neville, que nunca era violento apretó los puños dispuesto a abalanzarse contra él.
-¡Parad, parad! rogó Ginny. ¡Estáis haciendo lo que Voldemort desea! ¡Enfrentándonos entre nosotros, creando disturbios sólo empeorará las cosas! y entonces, Harry, que no había intervenido para nada en la conversación, se colgó la mochila al hombro y salió en silencio por el Gran Comedor. Dos personas sonrieron desde la mesa de profesores, antes de que el gritó de Ron se escuchara por todo el Gran Comedor.
-¡Sí, corre, huye como un cobarde! Harry simplemente, lo ignoró.