Olassssss gente! Q tal? Bien? Asqueados de tantos exámenes? Sí, lo entiendo, jajaj. Espero no haber tardado demasiado en subir este capi, pero he de decir que me encanta, es uno de mis capítulos preferidos aunque sé que la mitad del mundo no estará de acuerdo conmigo, porq? No tardaréis en averiguarlo. En fin, agradeceros vuestros reviews porq sois estupendos y esperar q os guste lo máximo posible este capi. Un besazos para Pekenyita y Crisy Weasley, gente, pasaros por sus ficts "Always on my mind" y "james vs Harry" porq son estupendos y nada más. Nos vemos en el próximo capi!
Reviews:
D.Alatriste: Olasss! Jaajja, sips, la acción es lo más costoso de escribir, pero da mucho juego. A ver, lo de los poderes, te cuento. Depende también del tipo de arcángel y lo poderoso q sea, la curiosidad de Harry y de Christine es q ambos son brujos y arcángeles al mismo tiempo, lo cual es algo q no es común, a decir verdad, sólo están ellos dos y alan si estuviera vivo. Así q su cuerpo, tiene la capacidad de generar más energía porq tiene mucha más magia acumulado, pero sí, son limitados. Es decir, si el arcángel en sí ha gastado mucha energía se va deteriorando y más durante una guerra, q por muchas pociones q tomes, al cuerpo no le da tiempo a recomponerse. Pueden aguantar mientras haya energía en su cuerpo, pero conforme se va vaciando, ellos van perdiendo fuerzas, eso es lo q le pasa a christine. A luchado durante muchas batallas seguidas y mucho tiempo y su cuerpo no ha descansado lo suficiente para recomponerse, así q digamos, q está muriendo poco a poco. Es verdad, tenía un poco abandonados a los demás, por eso decidí ponerlos porq ya tocaba. Respecto a Dumbledore, la verdad es q esto ya lo expliqué. Teóricamente, un arcángel solo puede serlo por nacimiento, con Harry sen hizo una excepcion y para ello se alteraron las leyes de la naturaleza, lo cual tendrá consecucias, así q nadie puede imaginar q Harry sea ese hombre cuando nunca antes ha sido un arcángel, entiendes? Bueno, ahora sí me despido. Besazos!
(-): Gracias!
Virgi: Olasss! Me alegro q te guste! Noooo, Harry no se enamorará de Chol, por dios, tan mala no soy, su amor es para Ginny, jaaa. Siento q por mi culpa te dejaran sin internet, ajajaj, pero es q hija hasa las 5 de la mañana...uffff, ajaaj. No, no te has saltado nada, Chris no le ha explicado aún a Harry porqué no fue a la casa de los Potter y respecto a qien mata a Dani y a Alan, lo sabrás más adelante...un poqito de paciencia, ajaja. Estoy de acuerdo en lo de Ron, Ron es Ron, jajaaj, y bueno se está equivocando...pero ya veremos lo q pasa con él. Y bueno, ya he dicho q una unica persona será la q descubra el pastel de Harry antes de tiempo y Hermione está entre las calificadas para hacerlo. Bueno es todo, q sepas q me encantan los reviews largos y q me motivan mucho a la hora de escribir, ajajaj, así q te lo agradeazco. Besos!
Veruka: Olasss! Siii, no he tardado casi, jajaja. A ver...Cho, jaajjaaj, no es tan mala como piensas, ya lo verás, sólo está enamorada. Segundo, en la batalla, sí, Harry se muestra más fuerte, más frío, mas poderoso, ese es el cambio q andaba buscando chris. Dumbledore es un mago poderoso, pero no es imaginable q Harry sea el encapuchado, porq es un arcángel y se supone, q un arcángel no puede serlo sino ha nacido así, pero con Harry se hizo una excepción. Lo de Ron, piensa q harry le ha hecho mucho daño y él no sabe porqué lo ha hecho, es logica su reaccion. Bueno, eso es todo, un besazo muy fuerte!
Gandulfo: Muchas gracias!
Amnydic1991:Olassss! Me alegro q te guste este fict, así como el de Herencia. No, Emy se refería a todo en sí cuando hablaba del destino, eso por supuesto, incluye a Ginny. Besos!
Manuel-manny: Graciasss! Mira q sois majos en los reviews. Para q se den cuenta todavía fslta un poqito, así q paciencia y tranquilo, q habrá muchas más batallas. Besos!
Sacru: Olass! Jajaaj, ahora ya estás a gusto sí, jajaj, lamento informarte q todavía queda un poqito para q todos sepan la verdad, tanto como...unos 18 capítulos más o menos(o eso espero) ajajaja. Besos!
Alpha X: Olasss! Tienes razón, hay un error ahí en lo de las serpientes, fallo mío por no corregirlo. Respecto a lo de impredecible, jajajajaj, sí, supongo q soy muy difícil, pero es q no me gustan las cosas sencillas, cuanto más rebuscado, más feliz soy yo. Jaja. Christine. A ver, no la juzgues por lo q dice, ella ha sufrido muchísimo y más de una vez se ha planteado el dejar de vivir, pero no lo ha hecho porque en el fondo, sabía q Harry la necesitaba. Así q es normal q ella quiera sacrificarse ahora, piensa q no tiene a nadie en este mundo. Besos!
Absintheaddict: Olasss! Cómo es eso q no tenéis talento? Recuerda una cosa, todo el mundo puede hacer algo bien siempre q se lo proponga, yo no tengo talento, pero para mí escribir algo muy importante en mi vida y me ha dado muchas satisfacciones así q pongo el alma en cada palabra. Ui, q cursi me estoy volviendo, jaajja. Siento no poder actualizar antes, pero hago lo q puedo de verdad, voy a tratar de hacerlo más deprisa. Y respecto al libro, no, no lo he leído pero tomaré nota de él para hacerlo. Besos!
Catalina: Olasss! No entendéis a Chris no es q ella quiera morir, es q ella piensa q debe hacerlo, q es su obligación y se siente culpable por lo q pasó. Respecto a Dumbledore, jajajajaj, sí, lo de la espada ha sido un fallo de Harry, pero ya veremos. Besos!
Ginnyalis: Gracias! Espero q te sigan gustando!
Miyuki: Olasss! Muchas gracias, eres muy amable. Me alegro q te guste mi fict. Para q se descubra lo de Harry faltan todavía muchoossss capis. Paciencia! Chao!
Kaily: Olasss! Sí, es q el entretenimiento preferido de los profes es jodernos la vida, jajaja. A ver, exactamente, exactamente, no será christine la q le cuente a Harry porq no pudo ir a rescatar a los potter. Y bueno, siendo el salvador, alguna vez harry y voldie tendran q luchar. Lo de H/G,...paciencia, ya veremos q pasa con ellos. Besazos!
Ellie Bennet: Olasss! Uffff, el sentimiento de culpabilidad no le deja de repetir a Christine q ella debe sacrificarse por harry, de ahí lo de la muerte. Ron no tiene ni idea de lo de harry, así q es lógico q lo trate así. E estos momentos, quedan unos 20 capis más o menos, ajajaj, todavía son muchos. Besos!
Dany-kanuto: Entiende a Ron, el pobre no tiene ni idea de nada, jajaja.
Paola: Hola Paola! Yo estoy bien ,que faena lo de la universidad, es verdad que la universidad mata, totalmente de acuerdo. Muchas gracias por todo, a partir de ahora la trama cada vez se agilizará más y la historia cojera más ritmo. Te gusta Chris? Gracias! Porque de hecho, Chris tiene muchas cosas de mi, como dices cada personaje que uno crea es como un hijo y es imposible no agregarle cosas de ti, rasgos de tu propio carácter. Muchas gracias de nuevo y espero vernos pronto. Besos!
Usagi-Chan: Gracias! UHF, para q ron se entere...aun queda tela. Bueno, espero q te diga gustando,. Muaks!
Alucard: Olasss! Pegar yo a Ron? Nooooo, pobre niño, si es q es muy tonto y no se entera. Umm, tema Chris. Ella no se va a llegar a recuperar del todo hasta el final de la Guerra, porq irá descargando energía, pero sí q peleará como siempre. Sí, me gusta mucho tus reviews, jajaaj, me encanta q preguntes y q opines sobre todo, la verdad es q te ayuda a analizar mejor tu historia y así tirar hacia delante. A mí Neruda me gusta mucho, en especial ese libro, pero tampoco soy dada a la poesía lo q pasa q neruda es un genio y me impactó su forma de escribir. La segunda y tercera parte del fict de Malala están en otra página de ficts, por eso yo los he leído, pero sé q ella publicará sus partes también aquí. A ver, lo de Chris y remus. Remus siempre ha estado enamorado de Christine, pero ella, siento decirlo, está enamorada de Dani todavíao al menos eso cree, con lo qual es bastante difícil q acepte algo con Remus. Cho. Jajajjaj, Cho no es tan mala como pensáis, aunq entiendo q no te caiga bien, pero en mi fict no será tan mala, ya lo verás. El engaño de Harry a Dumbledore cuela, sí, jaaj, Harry cuando adopta la personalidad del salvador hasta cambia la forma de hablar, la voz se le hace más ronca, se vuelve más frío...es decir, q sí, aparenta ser mucho más mayor. Bien, respecto a lo q hará Rowling he de confesar q no tengo ni la más remota idea, ajaja, esa mujer es demasiado lista para mío. Bueno, suerte en el cole y besos!
Mariet Malfoy: Graciaas! Me allegro q te haya gustado. Sí, hay muchas muertes, pero es una guerra. Dumbledore no sacará nada en claro de Harry, la verdad, jaajja. Y sí, los de Gryffindor la tienen tomada con él, pero ya se darán cuenta. Besos!
ATH: Olasss! Gracias! Me alegro q te guste mi fict. Umm, tienes razón, es Ravenclaw, una amiga mía siempre me lo está recordando y yo siempre caigo en el mismo fallo. Jajaj, y respecto a lo de Cho, me has hecho dudar, jaaja, lo miraré bien. Besos!
Slow Death 182: Olasss! Me alegra q te haya gustado el capi. A Ron hay q entenderlo no es q sea tonto es q se deja llevar por las emociones más q los demás. Si Harry es capaz de engañar a Dumbledore es lógico q sea capaz de hacerlo con Ron. Y bueno, Neville siempre me ha parecido muy justo, así q me gusta q vaya adquiriendo valentía poco a poco, ya lo hace en el 5 libro. Besos!MayeEvans: Muchas gracias! Me alegra oír eso. A mí también me gusta esa personalidad fría de Harry. Besos!
Aidee: Olass! Bueno, ahora estoy tardando mucho menos en actualizar, jajaja. Me alegro q te guste el fict. Si, Harry lo esta pasando un poquito mal, pero es normal en él, no? Jaaja. Y Ron...hay q darle tiempo. Besos!
Loganblack: Olasss! Gracias! Pero no, jajajaj, el capítulo es igual de largo q siempre, unas palabras más menos, pero igual. Se te habrá hecho corto a ti. Besos!
CAPÍTULO 30: SAN VALENTÍN Y...ALGO MÁS.
El catorce de Febrero llegó mucho antes de lo que todos esperaban. Las clases se habían intensificado, los profesores no hacían más que recordar que faltaba poco para los exámenes y que Sexto era un curso difícil.
Ginny y Luna no parecían mucho más desahogadas. Aquel año realizarían sus TIMOS y a causa de la guerra, los profesores se habían puesto mucho más severos y rigurosos.
La inminente salida a Hogsmade no se había tomado con gran ilusión entre el profesorado. Más de la mitad de ellos tendrían que acompañar a los alumnos al pueblo y estar haciendo guardia junto a los aurores del ministerio, mientras que la otra mitad se quedaba en Hogwarts para no abandonar a los estudiantes de cursos inferiores y que no tenían permiso para la salida.
Pero ninguno de ellos estaba preocupado por su protección. Todo el mundo sabía que si Harry Potter no estaba en el colegio, no habría nada que enfocara la atención del mago tenebroso.
En otras circunstancias, hasta los alumnos habrían recelado de la salida a Hogsmade, pero en un día tan señalado y habiendo tenido tan poco que celebrar en tanto tiempo, se habían propuesto pasarlo en grande.
Algunos profesores habían insistido bastante al director para que anulara la salida, no deseaban correr ningún riesgo, pero Dumbledore era de la opinión de que no se debía cambiar el modo de vida por culpa de Voldemort, que era eso precisamente lo que él y sus mortífagos deseaban.
Así que, el sábado día catorce, un grupo bastante numeroso de estudiantes, se agrupaba en el vestíbulo, esperando a que Filch pasara lista y poder montar en los carruajes que los llevarían directos a Hogsmade.
Harry y Cho se encontraron entre la aglomeración de gente y se juntaron para hablar.
La chica se había puesto unos piratas y llevaba una camisa blanca sin mangas y por encima un abrigo muy bonito. Harry también vestía al modo muggle. Se había engominado el pelo, pero la rebeldía de éste producía que hubiese quedado algo desordenado y suelto a la altura de los hombros. Llevaba unos vaqueros bajos y una camisa negra de manga larga. Llevaba de la mano a Cho y con su otra mano libre, sujetaba una cazadora oscura. Ambos conversaban alegremente, de hecho, hacía mucho que Harry no sonreía tanto.
-Creo que voy a vomitar. dijo Ginny alzándose de puntillas y viendo la escenita de la pareja.
-Lo hace porque sabe que le estás mirando. opinó Hermione distraídamente, mientras observaba la gran cantidad de estudiantes que había arremolinados. No me trago el cuento de que a Harry le guste Cho, Ginny, de verdad...
-Si quieres voy y le parto la cara. aseguró Ron frotándose los nudillos. Estaba rojo de rabia.
-¡No, por favor! suplicó Ginny angustiada. ¿No te basta con el numerito que montasteis el otro día en el Gran Comedor?
-Se lo buscó. replicó Ron. También estaba muy guapo. Llevaba unos pantalones negros y una sudadera blanca de marca.
-No hiciste más que repetir necedades. suspiró Hermione abrochándose el último botón de su abrigo. Todavía hacía mucho frío. Primero, tú no querías que Harry fuera a pelear, lo dijiste para hacerle daño. Si estuviera en peligro correrías detrás de él como siempre hemos hecho. Y segundo, sabes muy bien que por mucho que lo diga una Profecía, Harry no puede hacer nada contra Voldemort y menos ahora.
-Pues déjame decirte que estás en un error. le espetó Ron utilizando una voz hiriente y burlona. Por mí como si lo matan, me da igual...
-¡Sí claro y los burros vuelan! canturreó Hermione. Ni en tus más adorables sueños podrías jurarme eso...
-¿Podéis parar de discutir? gruñó Ginny pasando al lado del conserje y dando los nombres para que les permitieran salir. ¡Me ponéis enferma y eso que es San Valentín!
-¿Y eso que tiene que ver? preguntó Ron resentido.
-Pues que deberías invitar a Hermione a tomar algo en vez de ser un capullo integral con ella. Ron vio como su hermana se unía a Luna y ambas subían en uno de los carruajes. Se quedó tan anonadado que no vio la cara de perplejidad que Hermione había adoptado. Hubo un silencio incómodo entre ellos hasta que llegó Seamus por detrás y los arrastró hasta uno de los transportes, que volvían a ser arrastrados por thestrals.
Cho y Harry se montaron con Neville y con Euan, pero ninguno tuvo mucho tema de conversación. Así que cuando llegaron a Hogsmade, Neville se marchó a buscar a Dean y a Seamus y Euan con sus compañeros de curso.
Cho y Harry se quedaron solos, lo cual fue un alivio.
-¿Dónde quieres que vayamos? preguntó Cho mientras paseaban y miraban los escaparates de las tiendas.
-¡Ah, no! replicó Harry haciéndose el dolido. Señorita, es San Valentín y las damas eligen. Cho se tapó la boca para no reírse y Harry aprovechó el momento para parar a un vendedor de flores y comprar una rosa roja preciosa. Una rosa para una belleza... recitó, haciendo una reverencia y dándole la flor a Cho, que no pudo aguantar la carcajada.
-Gracias. Mira que haces el payaso...
-¿Yo? rió Harry. ¡Qué va! Y bueno...como nuestra última cita no salió bien, pues mejor que enmendemos el error...¿quieres ir donde la otra vez?
-La verdad, es el local más indicado para estas fechas.
-No se hable más. dijo Harry y cogiendo a Cho de la mano, se encaminaron hacia el salón de té de Madam Pudipié.
Entrar fue un alivio porque en la calle hacía bastante frío. Era un sitio pequeño y caluroso, donde todo parecía estar decorado con flecos y lazos. Estaba adornado por San Valentín con querubines dorados, suspendidos sobre cada una de las mesitas redondas, que de vez en cuando soltaban confeti de color de rosa. A Harry le siguió pareciendo una cursilería, pero como le apetecía estar con Cho y se sentía a gusto con ella, no comentó nada. Pero estaba claro que cuando uno estaba enamorado, aquellas cursilerías acababan por hacer gracia. Harry se imaginó viniendo allí con Ginny y esa idea prendió fuego en su cabeza, le hubiese encantado. Ni siquiera hubiera visto el horrible cupido que colgaba del pecho y lanzaba flechas de papel a todo aquel que pasaba por debajo suyo. Se hubiera dedicado a perderse en los ojos de Ginny, en sus labios...
-¿Nos ponemos allí? Cho rompió la magia del momento. Harry se encogió de hombros y se dirigió a una mesa algo apartada de las demás. El local estaba lleno de alumnos de Hogwarts, pero también de algunas parejas de adultos. A Harry no le sorprendió ver a Davies, el capitán de quidditch del equipo de Ravencraw, sentado con su nueva conquista. Padma Patil también estaba allí, llevaba unas semanas saliendo con Terry Bott, para celos de su hermana, quién también había puesto los ojos en él.
Pero lo que más le sorprendió fue encontrar allí a Ernie MacMillan acompañado de una chica de Hufflepuff que cursaba tercero. Parecía que todo el colegio se había puesto de acuerdo para empezar a despertar las hormonas.
Harry y Cho se sentaron bajo la atenta mirada de algunos estudiantes, pero ellos los ignoraron.
-¿Qué vais a tomar, queridos? Madam Pundipié se había acercado a ellos para tomar nota. Era una mujer robusta, peinada con un negro y reluciente moño. Harry tuvo la repulsión de acordarse de tía Marge, pero la voz amable de la mujer le hizo cambiar de parecer.
-Yo quiero un té con limón, por favor. pidió Cho. La mujer anotó en la libreta y miró a Harry esperando. El chico pensó que era mejor no ser descortés y comportándose como un caballero y pidió lo mismo.
Harry miró a su alrededor y comprobó con alegría que Ernie parecía tener serios problemas para declararse a la chica. Se había puesto muy colorado y parecía estar tartamudeando. Sin darse cuanta, una sonrisa se dibujó en su rostro.
-¿De qué te ríes? preguntó Cho que no había parado de observarle.
-De Ernie. Parece estar en un aprieto... Cho giró la cabeza disimuladamente y también sonrió. Era verdad, había muchos chicos que tardaban años en declararse a una chica.
-Pareces disfrutar de su problema.
-Y lo hago. aseguró Harry centrando la mirada en la chica. Realmente, Cho era muy guapa. Ellos me odian ¿no¿Por qué tendría que ser amable?
-Sí, supongo que tienes razón. Todavía no entiendo los motivos que tienen para detestarte tanto... Cho se retorció las manos un poco preocupada. Harry sonrió. La chica se preocupaba mucho por él y de hecho, era la única que lo apoyaba en estos momentos, junto con Neville.
-Bueno, digamos que el incidente con Ginny no me dio mucha popularidad...¿verdad?
-Pero eso no es motivo para que todo el colegio se ponga en tu contra.
-Lo sé, y menos sin saber lo que realmente ocurrió. explicó Harry. Algunos vieron la discusión con Ron, pero los rumores se alejan bastante de la realidad.
-Eso mismo pienso yo...aunque no sé exactamente lo que pasó...
-Cho yo...
-¡No! la chica levantó la mano y sonrió sinceramente. No quiero que me expliques nada. Sé que te incomoda hablar de ello, prefiero que disfrutemos juntos...
-Me parece perfecto. Harry la cogió de las manos y le sonrió agradecido. Cho se sonrojó, pero ambos se separaron cuando Madam Pundipié regresó trayendo los dos té.
-Oh, muchacha. Se podría freír un huevo en tu cara. comentó divertida la mujer mientras se alejaba riéndose por la cara colorada de la chica. Cho y Harry se miraron y soltaron una carcajada.
Se pasaron el rato hablando acerca del partido de quidditch entre Gryffindor y Slytherin y las posibilidades que tenía Ravencraw de alcanzarlos en la clasificación. Después hablaron de la Profecía y Cho se mostró bastante preocupada por este asunto. Harry le contó lo que habían dicho sus compañeros de casa y la chica le confesó que había escuchado a más alumnos decirlo, pero hizo prometer a Harry que no cometería ninguna locura.
El muchacho encontró esa promesa muy divertida. Si todos supieran la verdad...para empezar deberían ir tragándose las palabras y ofensas en su contra, porque realmente él había hecho un gran sacrificio para tratar de salvar al mundo. Pero prometer que no se iba a exponer a ningún peligro era puro cinismo, sí, una característica que Harry estaba adoptando poco a poco, puesto que debía fingir delante de todos. No tuvo más remedio que jurarlo y perjurarlo, pero sabía que toda su vida era un riesgo y que, en parte, le gustaba.
Mientras seguían hablando, Davies ya había llegado a las manos con su novia, como estaban apartados, en una esquina del local donde no podían verlos muchos, se estaban toqueteando de lo lindo. Ernie parecía haber resuelto su problemilla y ahora acariciaba la cara de su chica.
Harry pagó la cuenta, dejando unas monedas como propina y ambos salieron al exterior. Ya había anochecido. Sabía que a las diez tenían que regresar al punto de encuentro para volver al colegio. Afortunadamente, era sábado y ninguna tienda cerraba hasta las doce, por ser una fecha señalada.
Harry miró su reloj y vio que eran las ocho. Todavía podrían ir de compras o por lo menos echarle un vistazo a las tiendas.
Cho estaba encantada. El chico se había portado a las mil maravillas con ella y encima habían logrado no discutir. Este Harry sí que le gustaba, mucho más que el otro, su misteriosa forma de hablar, su madurez, su delicadeza...era todo lo que había soñado.
Iban hablando y riendo y cogidos de la mano, cuando se dieron de bruces con Christine.
-¡Oh, disculpe, profesora Byrne! se disculpó Cho que era la que casi la había derribado. Íbamos hablando y no nos dimos cuenta.
-Ya lo veo. por alguna razón, la voz de Christine no sonaba ni fría ni dura. Parecía muy contenta de verlos juntos. Harry comprendió los motivos y sintió como la rabia lo consumía. Encima de todo lo que había pasado, recochineo. ¿Os lo estáis pasando bien?
-Muy bien. aseguró Cho hablando enérgicamente.
-Bien, de todas formas, mantened los ojos abiertos¿de acuerdo? los chicos asintieron y se marcharon caminando, no sin que antes Harry maldiciera a su profesora con la mente y ésta sonriera intensamente. ¿Por qué estaba tan contenta de verlos juntos?.
Pero Christine no era la única que hacía guardia por las calles de Hogsmade. También se encontraron a la profesora Siniestra, el profesor Flitwitck y a Snape. Ese encuentro no fue nada grato, el profesor iba a soltar alguno de sus desplantes cuando Harry cogió a Cho del brazo y ambos salieron corriendo, perdiéndose entre la gente.
Tampoco pasaron desapercibidos los aurores del ministerio. Iban camuflados, pero Harry podía reconocerlos. Parecían muy nerviosos, y a la vez enfadados por tener que trabajar en un día festivo.
Ellos caminaron un rato más viendo los escaparates hasta que decidieron entrar en alguna de las tiendas. La primera fue Honeydukes, donde llenaron un saquito de color rojo y en forma de gorro de enano con un montón de nuevos productos. Para Harry las golosinas formaban parte de su pasado, era muy lejano aquel día que había entrado por primera vez con Ron, bajo su capa de invisibilidad y probado toda clase de dulces.
No, ahora todo aquello parecía de otra vida, había crecido demasiado, parecía un sabio encerrado en el cuerpo de un niño, con un montón de responsabilidades a cumplir y un destino marcado. Sin embargo, ese día estaba decidido a disfrutarlo, así que bajó su máscara de frialdad y compró cuantos dulces le apetecía, igual que Cho.
La siguiente parada fue en una tienda de deportes. A Cho le hizo mucha gracia, porque decía que los muggles era muy expertos en hacer deporte y que los magos sólo jugaban a quidditch. Así que ambos se compraron unas deportivas y unos guantes de esquiar, prometiendo que algún día irían a la nieve y se deslizarían por la pista más empinada de todas.
-Eso sí, no respondo si me agarro a ti como una desesperada. rió Cho.
-Lo tendré en cuenta. siguió la broma Harry. Aunque las botas y los esquís mejor los alquilamos, no me apetece tener que encoger todo esto para guardármelo en el bolsillo...
Después de aquello visitaron Zonko, pero fiel a los hermanos Weasley, Harry no compró nada y le dijo a Cho que tenía bromas mucho mejores y que gustosamente las pediría por correo.
Se lo habían pasado de maravilla. Así que, a las diez menos cuarto salieron de la última tienda y se encaminaron hacia donde les esperaban sus profesores. Iban tan juntitos y riéndose tanto, que no se percataron como Ron y Hermione se les quedaban mirando desde la puerta de Las Tres Escobas. Ellos tampoco se lo habían pasado mal. Como ni Harry ni Ginny estaban con ellos, se había resignado a pasar el día juntos y eso teniendo que evitar peleas sin un intermediario. Para su sorpresa, lo lograron sin ninguna dificultad y Ron invitó a Hermione a una cerveza de mantequilla, antes de acabar más rojo que las flechas de cupido.
Pero el ver a Harry tan acaramelado junto con Cho había empañado su felicidad.
Ginny también se los había encontrado un par de veces mientras iban por las tiendas. Pero como tenía a Luna a su lado y era imposible aburrirse con los disparates de su amiga, pues había tratado de pasar un día de San Valentín conformándose. Habría vendido su alma por estar junto a Harry como lo estaba Cho y por haberle regalado algo por el día de los enamorados, pero las cosas no habían salido bien. Después de haber estado luchado tantos años por su amor, cuando lo había tenido y le había entregado todo, entonces él había convertido algo tan bonito en todo lo despreciable posible.
Pero su corazón seguía diciéndole que Harry la quería. ¿Por qué si no se había puesto nervioso cuando se habían encontrado¿Por qué ella tenía la sensación de que él siempre la miraba? Y luego estaba lo que Hermione le decía. Iba a averiguar la verdad, tenía que hacerlo y sólo existía una forma. Si tenía que competir con Cho, lo haría.
Harry y Cho llegaron a la fila algo molestos por tener que irse tan pronto. La tarde se había pasado volando.
-¡Menudo asco! protestó la chica.
-No te preocupes...Harry tenía una sonrisa maliciosa en el rostro, que siempre aventuraba problemas. Dime¿quieres pasar una velada inolvidable y saber lo que es de verdad pasárselo bien? Cho rió a carcajadas.
-¿Qué estás pensando?
-Tú déjame a mí.
Esperaron en la cola para que la profesora McGonagall pasara lista y comprobara que no faltaba ningún alumno. Cuando les tocó el turno a ellos, Harry dio los nombres.
-Potter y Chan. la profesora de Transformaciones se ajustó las gafas, y tachó sus nombres en la lista, para después mirarlos con reprobación.
-No parece encontrarse muy mal, señor Potter. estaba claro que la mujer trataba de reprenderle por estar con una nueva chica, después de lo que había ocurrido con Ginny, pero Harry se iba a mostrar lo más borde posible, sabía que el actuar así tenía su recompensa: nadie sospecharía de él.
-No lo estoy. se encogió de hombros y sonrió.
-En fin. suspiró la profesora. la prudencia nunca fue el fuerte de su padre...supongo que ha heredado mucho más de él de lo que... pero Harry no estaba dispuesto a seguir escuchando recriminaciones así que estiró de Cho y ambos se colaron entre los alumnos que esperaban para subir a los carruajes.
Entonces esperó el momento adecuado en el que nadie los viera y se arrodilló en el suelo como si buscara algo.
-Haz lo mismo... le susurró a la chica y ella, sin comprender se agachó de inmediato y notó como Harry la cubría con algo.
-¿Qué has hecho? preguntó sorprendida.
-Shssss Harry chistó y le murmuró al oído. Estamos cubiertos por una capa de invisibilidad, ahora tenemos campo libre.
-¿Tienes una capa invisible? Cho no daba crédito a lo que oía. El chico cada día la sorprendía más.
-Herencia de mi padre. sonrió Harry. Se levantaron y fueron esquivando a los alumnos para no toparse con nadie y levantar sospechas. Como ya habían pasado la revisión no creía que nadie se preocupara de buscarlos, así que pasaron al lado de la profesora McGonagall y volvieron a introducirse por la calle principal del pueblo.
Cuando se cercioraron de que nadie pudiera verlos, Harry se volvió a guardar la capa invisible en el bolsillo, después de encogerla y caminaron cogidos de la mano.
Pese a que había oscurecido había mucha gente por el pueblo. Se notaba que era un día festivo y que todos deseaban disfrutar a lo grande. Había infinidad de parejas de adultos.
-Llamaremos la atención...creo que somos los únicos estudiantes de colegio... Cho se daba cuenta de que su juventud los delataría y más si había aurores por el pueblo.
-No te preocupes por eso. Harry volvió a sonreír maliciosamente. No es la primera vez que hago una escapadita así, sólo hay que aprovechar nuestros puntos fuertes. arrastró a Cho a una esquina y él se cubrió con una gran capa negra con capucha, que le cubría el rostro. Después, la apoyó contra una pared y le quitó la goma del pelo, para que el largo cabello oscuro de la chica reluciera mucho más y le diera un toque de madurez. Sacó su varita y le apuntó a la cara, maquillándola levemente, pero con un rojo carmesí en los labios.
Cho se dejó arreglar todavía boquiabierta. Era obvio que no era la primera vez que Harry utilizaba trucos así para parecer más mayor.
-¿Qué te parece? preguntó al final entregándole a la chica un espejo que había hecho aparecer con la varita.
-Es...¡increíble!
Como todavía era muy pronto para entrar a ningún pub o discoteca, se fueron a cenar a un restaurante de comida rápida. Tomaron hamburguesas y patatas fritas y de postre dos gigantescos helados de chocolate.
Cho quiso ayudar a Harry a pagar, pero él no se lo permitió de ninguna de las maneras. Después pasearon un rato y se sentaron en unos bancos para hablar, antes de entrar a otro pub, uno mucho más adulto y con música de fondo. Ahí fue donde empezó el repertorio. Harry pidió dos bebidas bastante cargaditas y la chica lo aceptó encantada, confesándole que alguna vez los de su curso habían bebido más de la cuenta en alguna salida.
Aproximadamente sobre las dos de la mañana fue cuando decidieron ir a la discoteca principal del pueblo, que contra pronósticos estaba repleta de gente. Era un música con mucha marcha y el ambiente perfecto.
-¡No van a dejarnos entrar! Cho iba riéndose bastante puesto que el alcohol comenzaba a hacer su efecto. Harry, en cambio, iba bastante sereno, pero sabía que esa noche no acabaría muy bien que digamos. Se lo pensaba pasar en grande, era lo único que le quedaba por hacer, divertirse y estar a las expectativa para cuando llegara el momento definitivo de enfrentarse a Voldemort. La última discusión con Christine retumbaba en sus oídos, ella iba a morir, lo sabía, y ese sentimiento lo atormentaba. No podía permitirlo.
-¡Por supuesto que sí! Ya lo verás. cuando llegaron al final de la cola, Harry levantó la mano en señal de saludo al guardia de seguridad.
-¡Hombre, hacía mucho que no te veía por aquí! el segurata era un musculitos. Pese al frío, llevaba una camiseta negra de manga corta, ajustada al pecho, resaltando todos sus músculos. Cho se quedó muy sorprendida que saludara a Harry con tanta efusividad, como si fueran amigos de toda la vida.
-He estado ocupado, Jason. ¿Qué tal el negocio?
-Bastante mal. confesó el hombre. la verdad es que nadie quiere salir mucho por el miedo que le tienen a la guerra...pero hoy parece que se ha animado el ambiente. Esperemos que ese hombre del que habla el Profeta pueda sacarnos de un apuro...
-Esperemos. Harry le sonrió y le dio la mano, para después presentarle a su acompañante. Esta es Liz, Liz, te presento a Jason es un buen amigo mío...
-Encantada Cho sonrió por cortesía, parecía muy sorprendida de que Harry hubiese ido tanto por allí, oculto bajo una capa y que encima la presentara con otro nombre.
-¡Menuda belleza te has buscado, tío! Jason miró a Cho con cara de querérsela comer, pero al final les dejó pasar gratis.
-¿Liz? preguntó la chica algo molesta cuando entraron el bullicio de la música.
-Entiende que no podía decir tu nombre de verdad. explicó Harry. Podrían sospechar que nos hemos escapado del colegio. Por eso siempre llevo la capa que me tapa el rostro y Jason no sabe mi nombre. Siempre dice que soy un tío misterioso y eso me gusta.
-A mí también. Harry y Cho soltaron una carcajada y se adentraron más en el ambiente.
Fue una noche increíble. Cho descubrió que Harry sabía bailar muy bien y eso le encantaba. No sabía lo que había pasado pero el nuevo Harry era mucho más interesante y le atraía mucho más que el antiguo.
La música era estupenda y la discoteca estaba llena. Una vez dentro, Harry se había deshecho de la capa y Cho del abrigo, dejando ver su bonita silueta. El chico sabía que dentro, sólo con la iluminación de las luces del techo que eran de colores y giratorias, nadie podía reconocerle. Y menos vestido tan impecablemente, con el pelo suelto, largo y sin gafas. Cuando Cho le preguntó qué había hecho con las gafas, él se limitó a decir que cuando salía de fiesta utilizaba lentillas, porque resaltaba más el verde esmeralda de sus ojos.
Bebieron toda clase de bebidas y combinados. Cho cayó borracha en seguida, pero Harry no tardó en hacerlo también, aunque se mantenía más cuerdo por lo que pudiera pasar. Sabía que había desobedecido las órdenes de Dumbledore y tenía la seguridad que Christine podía pillarle, pero esperaba que no fuera así. Había aprendido con sus habilidades a controlar más sus emociones, así que la profesora no tenía porqué sentir nada.
La música cambió y sonó una melodía lenta. Cho se aferró a Harry y bailaron abrazados, pegados...La mente de Harry voló a otro lugar. Pensaba en Ginny, no lo podía evitar, había estado todo el día imaginándose su cara en lugar de la de Cho. La Ravencraw era una chica preciosa, simpática, divertida y le encantaba estar con ella, pero por mucho que lo intentara, jamás se enamoraría de ella, era simplemente un pasatiempo. Claro que él también tenía la certeza que Cho opinaba lo mismo. A la chica le atraía enormemente el misterio de Harry, su comprensión y su rebeldía, probablemente lo mismo que había atraído a tantas chicas para suspirar por su padre y su padrino.
Cho levantó la mirada y la clavó en sus ojos. Harry simplemente miró los labios carnosos de la chica y sintió un ardiente deseo por besarlos. Estaban allí, al alcance de sus manos, podría pasar un rato estupendo, olvidando sus penas, el alcohol de su cuerpo le llamaba a la locura, a la irracionalidad, a la pasión...
La chica se le adelantó. Le puso una mano en el pecho y la otra en la espalda y comenzó a besarle intensamente. No había dulzura ni cariño en ese beso, sólo calor y desesperación, un deseo pasional. Se parecía muy poco a los besos de Ginny, que eran mucho más tiernos, mucho más sensibles, más sentidos.
Sin embargo, Harry se dejó llevar por esa locura, no le importaban las consecuencias, no le importaba nada. La bebida había trastocado su cabeza, convirtiéndola en vacío, lo que él buscaba, un refugio donde no pensar.
Después vinieron las caricias y los besos más violentos, más subidos de tono, las roscas de las lenguas y los picos en el cuello.
Sobre las cinco de la mañana, decidieron que ya era hora de regresar al castillo. Afortunadamente al día siguiente era domingo y no tendrían que preocuparse por madrugar. Iban andando a trompicones por las calles de Hogsmade, después de haberse despedido de Jason, riendo a carcajadas y con una borrachera encima que no se mantenían en pie.
-¿Cómo vamos a llegar a Hogwarts? Cho encontraba muy divertido que no pudieran regresar al colegio a tiempo. Me gustaría ver la cara de McGonagall...no, no, de Snape si nos ve así...jajjaja...
-Harry la cogió por la cintura y la aferró contra su cuerpo para que ella cesara de reír, pero lo cierto es que él también estaba muy feliz y contento. Pero no la veía a ella, su mente le jugaba malas pasadas cada dos por tres y se imaginaba a Ginny, cuando la besaba, percibía los besos de Ginny, ponía su rostro en lugar del de Cho. Cambiaba su cabello pelirrojo por el moreno de la Ravencraw.
-Sí, sí, muy divertido, pero mejor que lleguemos a tiempo...¿podríamos aparecernos en el bosque prohibido?
-Yo...sí Cho se señalaba en señal de orgullo. Pero es obvio cariño que no has alcanzado ni mi edad ni mi categoría...
-¿Eso crees? Harry se hacía el duro. Pues que sepas que soy totalmente capaz de aparecerme...pero creo que es una mala idea, jejej, en este estado fijo que nos vamos...¿a dónde dice siempre el profesor Flitwitck?
-¡Taiwán! respondieron los dos a la vez y se cayeron al suelo abrazados mientras se reían. Pasaron dos señoras acompañadas de sus esposos y los miraron con reprobación.
-¡Qué vergüenza! ésta alusión sólo provocó otra ola de carcajadas. Después de un rato, a Harry se le ocurrió una idea mucho mejor. Sacó del bolsillo su moto en miniatura y le devolvió su tamaño natural.
-¡No sabía que tenías moto! le gritó Cho mientras sobrevolaban las calles de Hogsmade haciendo eses.
-¡Hay muchas cosas que aún no sabes de mí!
Llegaron hasta Hogwarts sin ningún percance, aunque Harry estuvo a punto, en dos ocasiones, de tragarse un árbol. Aterrizaron en la Torre de Astronomía y reduciendo una vez más la moto, se dispusieron a llegar hasta sus respectivas salas comunes. Harry sacó el mapa del merodeador y pese a que los nombres se le aparecían dobles, pudo distinguir que ni Filch, ni la señora Norris, ni ningún profesor estaba cerca de ellos.
Cho no paraba de reír y de abrazarse a él y eso le dificultaba mantener el silencio.
-Venga...te tengo que llevar hasta tu casa. Harry comenzaba a impacientarse. Le había parecido divertido mientras había durado, pero no deseaba que los pillaran porque ambos se jugaban la expulsión.
-¿Tan pronto? Cho se abrazó a su cuello y comenzó a besarle. Entre trompicones se toparon con la puerta de un aula y la chica utilizó su varita para abrirla.
-¿Qué haces? preguntó Harry al ver como ella entraba y cerraba la puerta detrás suyo. Tenemos que llegar hasta los dormitorios, en cualquier momento los profesores...
-Srrrsss Cho le había tapado la boca con un dedo y ahora se estaba insinuando de una manera que a Harry se le antojaba como peligrosa. Podía sentir bajo su piel un deseo incondicional, pero sabía que cualquier acto irreflexivo podía costarle caro en el futuro. Cariño, estás un poco tenso, disfruta...
-Ya basta. Harry trató de zafarse, pero Cho era peor que una lapa. Estás borracha y no pienso aprovecharme de esto... la chica tenía los dos primeros botones de la camisa desabrochados y él estaba tan cerca que podía verle los pechos.
-No estoy borracha. aseguró Cho haciendo la prueba del equilibrio y fallando estrepitosamente en su intento. Harry la cogió en un arrebato de alegría por parte de la chica, antes de que cayera de bruces al suelo. Entonces ambos cayeron al suelo y comenzaron a besarse mucho más apasionadamente, subiendo poco a poco el nivel.
Pero mientras probaba el sabor de sus besos, Harry se dio cuenta de que no sabían como los de Ginny, que nada podría devolverle esa dulzura, esa paz que ella representaba. Se estaba dejando llevar por el deseo, por las copas de más y por la belleza incontrolada de Cho, pero él no quería eso. En el fondo de su alma, sentía que traicionaba a Ginny, no, no podía arrastrarse por la locura de una noche de sexo, tampoco deseaba hacer daño a Cho.
Se apartó bajo la mirada de incredulidad de ella, sacó la varita del bolsillo del pantalón y murmurando algo, hizo que ella quedara dormida. Después cogió la cazadora del suelo, concentró la energía y aparecieron dentro de la sala común de Ravencraw. Subió en silencio, para no despertar a nadie, las escaleras, llevándola en brazos y la dejó dormida en su cama.
Repitió la acción, esta vez apareciendo en su propia sala común y se metió en la cama sin desvestirse, únicamente con la seguridad de que a la mañana siguiente tendría una terrible jaqueca.
El domingo por la mañana el castillo parecía desierto. Ningún estudiante se había levantado temprano ni tampoco la mayoría de profesores.
Una mujer dormía en su habitación. Por las ventanas entraban los rayos matutinos del sol. Abrió los ojos abruptamente y se encontró con la mirada de un hombre.
Tal fue su sobresalto que se reincorporó sobresaltada en la cama.
-Tranquila...no muerdo, al menos no de día. Lupin soltó una carcajada por su ocurrencia. Estaba sentado al lado de la cama de Christine, en una silla. Iba muy elegantemente vestido. Llevaba una túnica marrón que había pertenecido a Sirius.
-Lo siento. se disculpó la mujer fríamente, algo incómoda por la presencia de su amigo. Pero hace mucho tiempo que me despierto sin compañía.
-Lo sé. aseguró Lupin, cambiando su rostro a un semblante serio. he venido para ponerte la poción.
Christine sonrió y bajó de la cama. Llevaba puesto un largo camisón blanco y el pelo suelto. Se acercó al lavabo descalza y cerró la puerta para ducharse.
Dejó que cada gota de agua cayera sobre su piel. Siempre le había gustado la paz y la armonía que se sentía debajo del agua, sin escuchar otro sonido, únicamente esa relajación que proporcionaba.
Lupin esperó durante media hora, hasta que Christine salió vestida con su habitual túnica negra y el pelo recogido por una cola alta de caballo, completamente seco y limpio. Por un momento sus miradas quedaron conectadas, pero en seguida él se repuso y sacó del bolsillo un pequeño frasco con un líquido incoloro en su interior. Dándole un golpe con la varita lo transformó en una jeringuilla.
Christine bufó resignada y se sentó en la cama, levantándose la maga de su brazo izquierdo.
-Remus...de verdad, no es necesario que vengas todos los días. no había reproche en su voz. Parecía simplemente que le pesara que su amigo perdiera el tiempo en una necedad así.
-Por supuesto que lo es. aseguró el hombre revisando bien todas las venas, para no equivocarse. Fue una suerte que los medimagos de San Mungo nos recomendaran esta poción. Es mucho más efectiva que la que preparaba Snape. introdujo la aguja en el brazo y con sumo cuidado fue apretando para el que el líquido entrara. Vio como la mujer amagaba un gesto de dolor y sin embargo, no se había quejado ni un solo momento. Los medimagos ya le habían advertido que el tratamiento era algo doloroso, aún así, ella lo resistía. Ya está. susurró pasándole suavemente una mano por la piel blanquecina. ¿te duele?
-No, estoy bien. Christine había cerrado los ojos unos instantes y al abrirlos se encontró con la mirada preocupada del hombre. ¿Qué?
-Creí que te perdería. el rostro de Lupin se había tensado. Parecía tremendamente angustiado. El otro día en el ataque...creí que no volvería a verte más...así como la última vez. No te vayas Chris, no vuelvas a marcharte nunca más de mi vida. No como hombre, sino como amigo. Te lo suplico. Christine bajó la mirada. El maldito pasado y los recuerdos la atormentaban una vez más, amenazando con salir en forma de lágrimas. Sabía lo que Lupin trataba de decirle¿pero cómo apelar a su promesa sabiendo que no era posible? Ella debía morir, era la única manera de derrotar a Voldemort. Y no era haciendo un sacrificio, simplemente cuando entregara todo su poder nada ni nadie podría salvarla. Harry no estaría cerca de nuevo, Emy no podría volver a cambiar el destino y por mucho que Lupin la quisiera jamás podría variar los hechos.
-Remus...te juro que si hubiera otra solución...
-La hay, maldita sea. gruñó el profesor. Deja de esforzarte tanto en los ataques, deja que ese hombre se ocupe de todo...
-Estás siendo muy egoísta¿lo sabías? Christine estaba empezando a enfadarse con la cabezonería de su amigo. ¿No dices que tienes la sensación de conocerlo¿Y si ese hombre fuera alguien importante en tu vida¿Lo sacrificarías también?
-Un momento. Lupin se levantó de la cama con los ojos en blanco. Me estás diciendo...no es posible, él está muerto...jamás habría sobrevivido al velo y sin embargo...tiene un aire de arrogancia que se asemeja...
-Sirius está muerto, Remus. contestó Christine duramente. Y apelar a tu corazón para auto convencerte de que no lo está, solamente te hace más daño...
-¿Cómo puedes saberlo? gritó Lupin desesperado, porque esa idea había prendido con fuerza en su cabeza. ¡Tú no estabas allí, tú no lo viste¡Oh, Dios¡Yo impedí que Harry se acercara a ese maldito velo! Christine también se puso en pie y olvidando sus temores se acerco mucho al hombre y le puso una mano en el hombro.
-Olvidas quién soy...y de donde vengo...Allí, en aquel espacio, el lugar entre los dos mundos, puedo sentir más cerca sus espíritus...Ni James, ni Lily, ni Sirius, ni Dani, ni Alan volverán...están muertos. Así me lo dijeron y así yo lo sentí. el rostro de Lupin parecía a punto de derrumbarse, sin embargo, cogió de las manos a Christine, que comenzó a temblar a convulsiones y le dijo:
-Entonces no te marches tú también. también Lupin comenzó a temblar. Miraba a la mujer con más deseo que nunca y las respiraciones de ambos se entrecortaban. Sin darse cuenta, la empujó contra la pared y puso su rostro muy cerca del de ella, tanto como la última vez. Christine reaccionó muy mal. Había palidecido y temblaba más que nunca, no se veía capaz de salir intacta de esa situación, toda su entereza había desaparecido, su máscara había perecido y sentía como si sus piernas no fueran a sostenerla.
Sin embargo, el cuerpo de Lupin se pegó tanto al suyo que sus rodillas se entrelazaron y la sujetaron, impidiéndole que escapara, que huyera de esa situación que tanto temía.
Y la llevaba temiendo desde hacía mucho tiempo, pero más aún desde la conversación con Emy. "Tu mirada ha cambiado..." ¿Era cierto¿Habría ella cambiado? Sentía un terrible dolor en el pecho, le faltaba el aire, pero un dolor placentero, un dolor que sólo había sentido una vez, cuando había tenido así de cerca de Dani. Un cosquilleo en el ombligo, la piel erizándose y cada sensación recorriendo sus entrañas a la velocidad de la luz. De pronto parecía desear los labios de Lupin tanto como había deseado una vez los de Dani, pero aquello le parecía un terrible pecado. Un pecado imperdonable. Se estaba dejando llevar por los sentimientos, habían florecido en ella nuevas sensaciones, había renacido de sus propias cenizas.
-No quiero irme... susurró mientras una lágrima caía a través de su mejilla. Ya no...
-Entonces... la voz de Lupin se entrecortaba, se quebraba por momentos. déjame demostrarte cuánto vale la pena seguir luchando...
-Tengo miedo. confesó Christine. Me das miedo...y me doy miedo yo misma...
-No lo tengas. Lupin se acercó todavía más. Ahora sus frentes estaban pegadas, conjuntas. Primero rozó sus labios, muy suavemente, como quién enseña a un niño a probar un exquisito manjar. Como si fueran dos adolescentes adentrándose en el peligroso camino del amor, besándose por primera vez.
Después, frenó el tembleque que los labios de la mujer producían con los suyos propios, los había unido y ahora no había marcha atrás. Ambos cerraron los ojos y se dejaron llevar por el deseo. El último paso fue cuando Christine se dejó explorar, abrió la boca completamente para permitirle entrada a la lengua de su antes amigo y ahora amante. Y Lupin no desaprovechó la única oportunidad que le brindaban. Años y años soñando con esos labios, con ese roce y ahora por fin podía buscarlo, podía encontrarlo, sabía que había logrado abrir el corazón de la mujer, sabía que había roto esa coraza de acero, había calado hondo.
Fue un beso de principiantes al comienzo y de verdaderos expertos al final. La pasión y el deseo eran más grandes. Ninguno había dejado de temblar, pero ahora el tono había subido de nivel. Se tornó apasionado, buscado y encontrado.
Lentamente, Lupin se separó de ella y la miró a los ojos. Christine parecía mucho más enferma que días anteriores. Las lágrimas surcaban sus ojos, la palidez la había consumido y temblaba tanto que el hombre temió que le diera un ataque.
-Chris... susurró tratando de abrazarla, pero ella lo rechazó.
-Déjame. sollozó sujetándose la cabeza con ambas manos y cerrando los ojos. Vete.
-Chris...tranquilízate, es normal que esto haya supuesto un shock muy grande para ti, pero...
-¿Qué he hecho? murmuró sintiendo como ahora que el deseo había desaparecido, la culpa lo reemplazaba. ¿Qué he hecho?... la amargura llenaba su corazón. Se sentía indigna, sucia, rastrera...había traicionado su devoción al amor de Dani, había burlado a su mente que le repetía que aquello no podía ser, que se había jurado castigarse por su error sin volver a sentir nada jamás. Parecía que algo le arrancaba las entrañas, esa angustia por haber sido débil, por volverse a enamorar, por albergar ilusiones en su interior cuando ella sabía que iba a morir. Albergarlas en Lupin. Parecía una mujer casada que acababa de cometer la mayor de las traiciones a su marido, pese a que éste se encontraba muerto.
-¡No has hecho nada! exclamó Lupin severamente y la cogió por los brazos algo brusco.¡Mírame¡Chris, mírame! pero Christine era incapaz de levantar la cabeza, era incapaz de volver a mirar a los ojos al hombre que tenía enfrente, temía volver a flaquear. ¡No debes castigarte por lo que sientes¿No te das cuenta de que acabas de salvarte¡Estabas condenada, condenada por tu propia conciencia y ahora te has liberado¡Has reconocido que no deseas morir, has reconocido abiertamente que no amas a Dani!
-¡Cállate! suplicó la mujer. Seguía teniendo los ojos cerrados y los apretaba como si deseara romperse en mil pedazos. No sigas...te lo suplico...
-Por favor no te castigues... rogó Lupin aflojando su atadura. No te castigues, no puedo soportar que sufras de esa manera...
-Me siento tan sucia, Remus. confesó Christine abriendo por primera vez los ojos, pero aún dirigiéndolos hacia e suelo. Yo me juré a mí misma no volver a amar, no volver a sentir...¡He traicionado a Dani! lo gritó con todas sus fuerzas, como si el retumbar que producía en su cabeza la hiciera estallar, la hiciera desaparecer, eso era lo que deseaba. Deseaba castigarse, sufrir un dolor físico tan grande que pudiera aplacar al de su corazón. La culpa la reconcomía, mientras su cuerpo seguía reaccionando violentamente, temblando con todo su ser sin poder controlar uno sólo de sus movimientos, como si estuviera poseída por esa maldición.
-Está bien, cálmate. Lupin la arrastró como pudo hasta la cama y la acostó. Christine estaba tan nerviosa que no coordinaba sus propios movimientos. Él cerró las cortinas con un golpe de varita y luego la arropó. Sin que se diera cuenta le metió una poción para dormir sin soñar en un vaso de agua y se lo tendió para que ella bebiera. En cuanto el líquido rozó sus labios, Christine cayó rendida en la cama.
Lupin se quedó con ella cuidándola. Le acariciaba el pelo y pese a que ella no despertaría le susurraba palabras de alivio, la trataba con suma ternura. Se quedó todo el día a su lado, ni siquiera se marchó para comer.
Verla tan indefensa, cuando él sabía que había sido una mujer muy fuerte, muy independiente y muy luchadora, le causaba un terrible vacío. Era como estar frente a un niño, un niño que necesitaba protección. Incluso se recriminaba a sí mismo el haberse dejado arrastrar por las emociones, por sus sentimientos, el no haber podido aguantar cuando ella le hablaba de marcharse, de la muerte, de separarse otra vez. Sabía que no era bueno para su salud el haberla atormentado, pero ella le había correspondido, le quería y ese era un sentimiento demasiado guardado en su interior y que no podía ser ignorado.
Christine despertó sobre las cuatro de la tarde. Le dolía el cuerpo de haber estado todo el día en la cama, pero estaba más tranquila.
-¿Me diste una poción para dormir, verdad? susurró en cuanto se sentó sobre la cama. Ahora que estaba seguro que ella no se pondría a gritar, Lupin sintió un gran alivio.
-Sí, estabas muy inquieta. Lo siento.
-Te lo agradezco. Christine se frotó los ojos y miró la bandeja de comida que había en la mesita de noche.
-Le dije a los elfos domésticos que te lo trajeran aquí. explicó Lupin poniéndole la bandeja sobre la cama, para que pudiera comer allí.
-Pero... Christine no daba crédito a lo mucho que el hombre la cuidaba. ¿Habrás comido al menos?
-No, pero no preocupes. Lupin mostró su más sincera sonrisa. No quería dejarte sola y me parecía de mala educación comer aquí en tu habitación y contigo durmiendo.
-No deberías ser tan considerado. los ojos de Christine brillaron. Lupin se dirigió hacia las persianas y las subió de un golpe de varita.
-¿Estás más tranquila?
-Siento haberme puesto así. aseguró la profesora cogiendo una cuchara para tomar la sopa que, milagrosamente, estaba caliente. Yo...ya te dije que ningún hombre...
-Lo entiendo. le interrumpió Lupin sonriendo. Sé como has debido sentirte, pero creo que eres demasiado dura contigo misma. Chris... se acercó y se volvió a sentar en una silla, muy próxima a la cama...libérate, no te afierres más a un sentimiento que hace tiempo que desapareció. Estoy seguro y te lo digo de corazón que si Dani te viera no te culparía de nada. No es pecado enamorarse¿sabes?. A él le gustaría que rehicieras tu vida, que no te quedaras sola y amargada. Christine dejó de comer y cerró los ojos un instante. Ese dolor tan agudo en su alma aparecía de nuevo.
-Es que ni siquiera sé si es amor, Remus. Ya no sé lo que significa esa palabra...Dani y Alan se lo llevaron todo consigo...mi capacidad para amar, mis sueños, mi felicidad...no me dejaron nada...
-Te dejaron una vida y una juventud maravillosa, Chris. Lupin se había puesto muy serio. Y desaprovecharla es un insulto a su memoria. Reconozco que después de tanto tiempo te es muy difícil, incluso que estás confundida y que no sabes exactamente lo que es el amor. De acuerdo, lo entiendo. Y por eso voy a dejarte tiempo. Yo...esperaré. Sólo volveré a besarte cuando tú me lo pidas y si no lo haces, lo comprenderé.
-Tiempo es lo que nos falta, Remus. una tímida sonrisa se asomó por el rostro de la mujer. He tomado mi decisión y no sería justo prometerte algo que no voy a poder cumplir...no sería justo tratar de darte mi amor para luego arrebatártelo...
-No creo que seas tan fuerte para ignorar esto... Lupin se levantó con el rostro sumido en la seriedad y se dirigió hacia la puerta. Siento recordártelo, Chris, pero has fallado estrepitosamente en tu intento por no sentir. Y volverás a fallar en tu intento por no amar. Recuerda que no lo lograste la primera vez. y cerrando con suavidad la puerta detrás suyo, se marchó, dejando a Christine la vaga sensación de que ésta conversación se asemejaba a otras tantas que había tenido en el pasado.
La luz lunar se filtraba a través de los grandes ventanales de la torre. Desde allí, podían verse a la perfección los terrenos del colegio y el principio del bosque prohibido. Era un paisaje agreste, tranquilo y que emitía paz.
Apoyada en el alfeizar de la ventana se encontraba una mujer alta, con el rostro pálido y unos profundos ojos azules.
Antaño esa mirada había reflejado timidez, alegría y mucho sentido del humor, pero ahora no era ni la sombra de lo que había sido. Los años, los inviernos y tal vez los recuerdos habían convertido a la preciosa muñeca de trapo en una de porcelana, tan fría y áspera como el hielo.
En el despacho se encontraba también el director del colegio, Albus Dumbledore. Estaba recostado sobre su sillón, detrás del escritorio y jugueteando con sus largos y finos dedos.
Ambos estaban en silencio. No era de extrañar, todas sus entrevistas resultaban así. Eran de pocas palabras y muchos pensamientos, tratando de analizarse el uno al otro, descubriendo sin poder leer la mente, lo que rondaba por sus cabezas.
El sonido del crepitar de las llamas rompía la monotonía del encuentro. El fuego emitía una astuta danza, otorgando su calor a la acogedora habitación.
-Estás muy callada, Christine. el director había comenzado a hablar, pero su mirada seguía perdida en el vacío. La mujer, pese a haber escuchado perfectamente, no respondió. ¿Puedo saber en qué estás pensando?
-No pensaba...recordaba... contestó escuetamente.
-Oh, entiendo. Dumbledore sabía que había pisado un terreno peligroso. Cuando su profesora de Defensa se adentraba en sus recuerdos, nunca suponía un gran bien, todo lo contrario. Su corazón estaba perturbado por algo y pese a no poseer el don de la empatía, lo sentía. No son muchas las ocasiones en las que te adentras en el pasado...
-No puedo evitarlo. Christine sonrió amargamente y se dio la vuelta para mirar al director. A veces pesa demasiado...como una losa de piedra que te recuerda que debes cargarla, que no puedes prescindir de ella... Dumbledore clavó sus pequeños ojos azules y la miró a través de las gafas de media luna.
-Hacía mucho que no te oía hablar así. Parece como si desviaras el presente, pensando que la solución está en el pasado.
-Siempre la estuvo. aseguró la mujer. Tuve una única oportunidad de cambiar el destino...pero no pude.
-Nunca me has hablado de ello... Dumbledore se inclinó en el escritorio y apoyó la barbilla sobre sus manos. Debió ser muy difícil entrar en casa y encontrarte muerta a tu familia. Christine cerró los ojos durante un instante y asintió con pesar. Le dolía el alma, le hacía demasiado daño pese al paso del tiempo y más ahora que sentía haber traicionado sus convicciones.
-Preferiría no hablar de ello, sino te importa. No me siento con fuerzas suficientes para contarlo. No pude hacerlo cuando le hablé a Harry y no creo que pueda hacerlo ahora...
-Lo entiendo. aseguró el director. Pero mi consejo sigue siendo el mismo, no dejes que Harry continúe con una idea equivocada de lo que ocurrió aquella noche. Podrías arrepentirte.
-Hablas como si no pudiera tener muchas oportunidades. Dumbledore entornó los ojos y Christine sonrió. Sí, olvidaba lo buen mago que eres, tú también lo has notado...
-No soy el único. el director tenía el rostro sumido entre las sombras. No me hace falta ser buen mago para adivinarlo. Estás más delgada, has palidecido, tu poder ya no es el mismo...
-Lo lamento. se disculpó Christine con la voz queda. Sé que ya no soy de gran ayuda para la Orden del Fénix.
-Tú siempre serás de gran ayuda. corrigió Dumbledore. Te has esforzado demasiado, has dado todo de ti en cada ataque, has enseñado a los alumnos a defenderse siendo una magnífica profesora y has ayudado a Harry. De una manera u otra, con tus métodos, aunque yo no los comparta, pero lo has hecho.
-Pero no pude salvar a todos. Christine apretó los puños de rabia. Se perdieron vidas inocentes, murieron mis mejores amigos y mi familia y siguen muriendo personas a costa de esta causa inútil, de ese miserable...una vez creí tener el poder suficiente para vencerle y mi ego me costó caro...no tuve la oportunidad de hacerlo pero ahora sí la tendré. Dumbledore se levantó bruscamente de su butaca y su rostro palideció.
-¿De qué estás hablando? la mujer suspiró y se miró las manos durante unos instantes, antes de responder.
-A que cuando lo tenga delante...soltaré todo mi poder. Ya lo he decidido. Yo... suspiró. voy a autodestruirme. La magia blanca que hay en mi cuerpo lo derrotará. El poder de un arcángel es mucho mayor del que imagina y he podido descubrirlo durante este tiempo. Antes no me importaba, no aprendí pese a que mi madre trató de enseñarme y podía haber sido más poderosa, más fuerte si hubiera prestado atención. Únicamente tengo más poder porque soy bruja. Pero se acabó. He estado muchos meses documentándome y ahora he hallado la solución.
-¡No lo hagas! ordenó Dumbledore. ¡No sabes lo que estás haciendo!
-Sí lo sé. aseguró la profesora. Estuve a punto de morir en el ataque a San Mungo, porque realicé una prueba.
-¿Qué? Pero...aquello... Christine se acercó un poco más al director y sonrió.
-Yo sabía que no iba a morir.
-Espera...Remus dijo...invocaste todo tu poder, todos te vieron soltarlo y...
-Sí, confirmó Christine. Invoqué a las fuerzas de la noche, a mi poder de arcángel, pero guardé un atisbó de energía en mi interior. Seguro que lo notaste, aquella noche había una fuerza externa, un poder supremo mucho mayor que el nuestro y eso me salvó... el rostro de la mujer cambió a seriedad. aunque yo no se lo pedí. Le supliqué que me dejara morir, pero esa fuerza encontró la manera de jugármela. Cambió mi destino.
-Conozco la leyenda de la Unión... murmuró el director pensativo. pero desconocía tu relación con ella...
-¡Oh! Christine sonrió abiertamente. Así que adivinaste que era ella...
-Sí, pero no entiendo porqué...
-No tiene importancia. respondió Christine. No más de la que yo le doy. Lo único que te pido es que estés preparado. Por eso he aceptado en rebelarte mis planes...llegado el momento, tendrás que actuar. Con Harry y con...todos los demás.
-¿Qué me dices de la Profecía? el director había dado en el clavo y Christine lo sabía, pero tenía perfectamente preparada esa pregunta.
-La tengo muy en cuenta. Pero has olvidado que el destino ha cambiado el rumbo de la cosas...
-Vas a luchar por cambiar la Profecía...
-Ya lo he hecho. la mujer sonrió y recorrió el despacho para sentarse enfrente del escritorio de Dumbledore. El director la observó detenidamente y amagó una sonrisa que ella no vio, para después imitarla y sentarse también.
-Hay otra cosa que quería comentarte... susurró lentamente. Christine le miró interesada. Supongo que recuerdas nuestra conversación en la reunión de la Orden...
-Completamente. asintió la mujer.
-Bien. Entonces...¿has averiguado algo de ese hombre? la profesora se removió inquieta. Debió haberlo supuesto. Dumbledore deseaba hablar sobre el individuo que los estaba salvando. Se mordió el labio inferior.
-Ya te dije que no tengo trato con los míos...
-Esa no es excusa. el rostro del director había cambiado a un semblante serio. Te pedí que lo averiguaras y que no me importaba la forma en la que lo hicieras.
-No pienso volver a hablar con ellos. Sabes perfectamente que...
-Lo sé y no me importa. Christine se levantó de golpe, algo inquieta y le dio la espalda. Dumbledore sonrió por segunda vez.
-Lo lamento pero no pienso hacerlo.
-Entiendo... el director se descruzó de dedos y la miró severamente. Me temo...que hay algo que me estás ocultando. Christine se estremeció pero no dio muestras de haberlo hecho.
-No sé de qué me estás hablando. Dumbledore se levantó y se dirigió hacia la estantería. Rebuscó durante unos segundos y cogió una vasija de piedra. La posó sobre la mesa, bajo la atenta mirada de Christine y se sacó con la varita una hebra plateada de la cabeza. La depositó en el pensadero y la removió con la punta de la varita. Unos instantes después, se mostró la imagen de una batalla. El director le indicó a la mujer con un gesto, que se acercara. La profesora vio como un hombre encapuchado desenvainaba una espada y se dirigía hacia los mortifagos. Entonces el director murmuró algo y la imagen se detuvo. Con un gesto de varita, apareció una pantalla de luz ante ellos con la imagen detenida del extraño individuo. Christine se tapó la boca, pero no dijo nada. Esperaba que Dumbledore no se hubiera dado cuenta de lo mismo que ella, pero la obviedad decía lo contrario.
-¿Y bien?
-¿Y bien qué? replicó ella de mal talante. Dumbledore seguía inspirando esa calma y esa quietud que la perturbaban.
-¿No te suena esa espada? Christine se mordió el labio inferior. No pensaba que el director pudiera aparecerse en ningún ataque y pudiera descubrir que la espada que portaba aquel hombre, era la de Godric Gryffindor, que unos meses atrás le había otorgado. La hubiera hechizado, pero la magia que poseía esa preciosa arma, no lo permitía. Era una reliquia, el último objeto valioso del fundador.
-Err...
-Es la espada de Godric Gryffindor. le recordó Dumbledore. la misma, que yo te entregué. Christine lo miró, pero el director se limitó a deshacer el hechizo y guardar pausadamente el pensadero. Una vez se hubo sentado de nuevo y entrelazado sus dedos, dijo: ha sido un plan muy ingenioso, hacerle creer a Voldemort que tú y ese hombre no erais la misma persona.
-No lo somos. aseguró Christine rotundamente. La frialdad había regresado a su rostro, era así como afrontaba los problemas. Y ese era uno muy gordo, porque el director pensaba que era ella quién se disfrazaba de hombre para detener a los mortífagos.
-Entiendo... Dumbledore sonrió. Únicamente he visto a un arcángel pelear de ese modo y ese eras tú. Tiene tu técnica, tu estilo, tu garra y además tiene magia. No existe en el mundo otro como tú, que sea mitad mago y mitad arcángel. Me gustaría saber porqué me lo ocultaste.
-Y yo te digo que no somos la misma persona. ¿Has olvidado lo que hemos hablado antes? Mi poder se está agotando, ese hombre es mucho más poderoso que yo y además, Voldemort me hubiera detectado aún con el disfraz.
-Ambos sabemos que eso no tiene porqué ser así, si tú no lo desearas. Eres muy capaz de ocultarte de Voldemort y lo has demostrado en incontables ocasiones. Christine se quedó callada y se dirigió hacia la puerta. Cogió el pomo para salir y dijo:
-Lo lamento...pero te has equivocado de persona. El tiempo rebelará la verdad.
Una vez cerró la puerta el director sonrió una vez más. Había encontrado muy provechosa esa conversación. Miró al vacío y susurró.
-No es la misma de antes...
-No, no lo es. le respondió una voz salida de las sombras. Sus ojos son distintos...
-Me doy cuenta.
-Nuestras esperanzas han dado su fruto...
