Olassss gente! Veis q poquito he tardado? El motivo? Me voy a Córdoba! Síii, jaajaj, estoy muy contenta, me marcho por fiestas a casa de una amiga y estaré allí una semana más o menos, así q disculpad si el próximo capítulo tarda mucho, pero prometo q después iré muchoooo más rápido. En fin, este capítulo me gusta mucho, sobretodo por la forma en la que actúa Harry, así que espero recibir muchossss reviews. Besazos gente, pasároslo bien, estudiad mucho y sobretodo, cuidaros!

Reviews:

Slow Death 182: Olasss! Sips, Dumbledore no es nada tonto, jajajaj. Ya imagino q la escenita con Cho no os habrá gustado, jajaja, pero bueno así tenía que ser. Besos!

Manuel-Manny: Olasss! Me alegro q te haya gustado. Sí, es verdad el capi era una página o así más corto de lo normal, pero vamos, jaajaj, q tampoco mucho más. Espero q te siga gustando el fict. Besos!

D.Alatriste: Olasss! Jajajaj, nada es irreparable en este mundo, la relación Harry/Cho, como ya dije, está condenada al fracaso, ni siquiera es relación, es un juego de nuños. Harry siempre querrá a Ginny, de eso no hay porqué dudar. Dumbledore. El director no es nada tonto y poco a poco...veremos lo q pasa. Y das muy por hcho q será Hermione la q descubra a Harry, ya se verá. Besos!

Catalina: Gracias! Sí, la verdad es q el capi era Chris/remus más q H/Cho, jajaj. Todavía falta bastante para saber con quien hablaba Dumbledore tal, pero poco a poco. Besos!

Kaily: Olasss! Jajajajajjaajjaj. Aishhh, como estáis con la acción. Madre mía, si ponga casi batalla diaria, hay q poner también algún capi tranquilo q se me acaban las ideas con las piruetas de las espaditas, jaajajaj. Harry está enamorado de Ginny, jajajaj, por mucho q esté Cho, así q bueno, al menos ni no esta con ella, tampoco estara con Cho mucho tiempo. Lo de Chris y Remus...ummm, sí, se va a dando cuenta pero muy a trompicones, muyyyyy lentamente y ya veremos si acaba por sucumbir o no. Chris quiso mucho a Dani. Demasiado. Y respecto a tu pregunta tiene una buena respuesta, jajaaj. Cuando Chris le da la moto de Sirius le pide a harry q la camufle. Q le cambie el color o algo la forma para q nadie la reconozca y por eso nadie la relaciona con la de Sirius. Besos!

Paula: Olasssssss! Aishh, sí, culpable, sé q lo dejo en un momento crítico. Pero no he tardado mucho. Besos!

Mariet Malfoy: Gracias! Si, vale, fui mala con Harry/Cho, pero he sido buena con Chris y Remus. Todo en la vida no se puede tener...jajaajj. Besos!

Aidee: Olasss! Me alegro q te guste tanto mi fict. . Harry se merece sus escapaditas como tu dices, etoy de acuerdo. Cho no es tan mala...jajaja, aunq sé q cae muy mal. Respecto a Chris, lo de no sufrir es muyyyy complicado, pero bueno, tamaré nota. Besos!

Absintheaddict: Olasss! Gracias por el apoyo. Es verdad, romper la máscara de frialdad de Christine es mi mayor reto, es fascinante como este personaje vuela en mis manos cobrando vida propia. Hasta tengo una lucha personal con ella para q sienta, pero como bien dices, es humana. Así q no será la última vez q flaquee. Besos!

Usagi Chan: Olass! Muchas gracias! Sí, vi el trailer de la peli, la fotos…todo, jajajajja, habrá q seguir esperando un poquito más. Dew!

Veruka: Olasss! Espero q te mejores de esa gripe, a ver, jajajaja, yo ya lo advertí, q podía herir la sensibilidad este capi, jajajaj, sabía q a la mitad del mundo no le gustaría, pero, como siempre digo, era necesario. Harry y Cho, como ya he dicho muchas veces, no tienen futuro juntos, pero q esten liados durante estos capitulos tiene su razón de ser y su papel en la historia. Lo de q harry vuelva con Ginny estará difícil, todavía no te puedo decir porqué, pero lo averiguarás poco a poco. Y bien, Chris y Lupin han dado un pasito hacia delante, pero las cosas son muy muy muy complicadas, así q no te hagas ilusiones, ajaj, sí, ya sé q soy muy mala. Pero c'est la vie! Besazos!

CAPÍTULO 31: ENEMIGOS INVISIBLES.

Las clases de aquel día habían resultado agotadoras. Los profesores seguían empeñados en forzar al máximo las capacidades de sus alumnos y tenían especial interés en Harry.
Le exigían mucho más que al resto de sus compañeros, le corregían los trabajos con mayor rigurosidad y no aceptaban ninguna falta por su parte.
Sino hubiera sido por las clases de Christine, el muchacho no habría podido controlar la situación. Pero fingía extremadamente bien, parecía cansado, pero no lo estaba, cada vez, su poder era mayor y él lo notaba.
Aquella tarde-noche se dirigía hacia la sala común. Había tenido como última hora Defensa Contra Las Artes Oscuras, pero se había rezagado hablando con su profesora sobre las novedades de la Orden del Fénix y los ataques.
El colegio estaba desierto. Faltaba poco más de una hora para la cena y los alumnos estaban en sus casas aprovechando ese momento para hacer los deberes.
Ni siquiera profesores o fantasmas merodeaban por los pasillos. Harry iba pensando en Christine. La notaba diferente de un tiempo atrás y si mucho no se equivocaba habían dos motivos poderosos para ello. Uno era la relación tan estrecha que parecía tener con Lupin y segundo el hecho de que iba a morir.
Por más que intentaba hacerse a la idea, no podía. Su corazón se le había ablandado. Había pensado que endurecerlo era la mejor opción, pero era como si tuviera doble personalidad. Una personalidad oscura, fría e insensible dentro de la guerra, de la batalla y otra en su vida como Harry Potter.
Sentía una angustia terrible de pensar que iba a dejar morir a Christine, pero no tenía ni una sola idea de cómo impedirlo. Su profesora era tozuda, mucho más que él.
Y paseando por los pasillos, viendo como caía el sol a través de los grandes ventanales del colegio, no podía creer que la vida fuese tan injusta. Christine lo había entregado todo por él, tarde sí, a costa de la vida de sus padres sí, pero al fin y al cabo se había desvivido por ayudarle, por salvar a cada una de las personas en los ataques, aun a riesgo de su vida, aun estando enferma. ¿Cómo podía acabar así? Ni siquiera sabía el final de la historia, ni siquiera sabía qué habría pasado para que el ángel negro acechará así a la mujer, para que sus ojos inspiraran tanta dureza, para que no saliese de ella ni siquiera una sonrisa sincera. Tenía en corazón duro como una piedra, pero él la había visto frágil, indefensa y esa Christine le asustaba.
Le gustaba que ella fuera fuerte, que llevara las riendas, que lo sujetara por si se caía, por si llegado el momento, no pudiera afrontar la situación. Después de todo, detrás de cada desengaño, de cada desilusión, de cada golpe, allí había estado ella. Con palabras más o menos ásperas, más o menos crudas, pero siempre sinceras, siempre reales y verdaderas.
Y ahora era su turno. Debía luchar y debía hallar una manera de ayudarla. Se lo dictaba el corazón. Él no temía a la muerte, de hecho, siempre y cuando acabara con Voldemort y salvara la vida de sus antes amigos, no le importaba padecer. Por fin podría descansar, por fin podría estar con sus padres, con Sirius...Sirius..., sí, eso era lo que deseaba, volver a ver a su padrino.
Había llegado la hora de actuar deprisa. Debía comenzar a desatar cabos, a decirle claramente a Voldemort que él estaba ahí, que saliera de su escondite porque la guerra quedaba declarada abierta, porque había llegado el momento de demostrar quién era el mejor de los dos, de cumplir la Profecía.
Y para ello primero se iba a encargar de un espía, un espía que había entre las filas del Innombrable y que únicamente Christine y él sabían que existía.
Era hora de que ese traidor pagara por sus pecados, había hecho demasiado daño.
Iba tan sumido en sus pensamientos que al doblar la esquina se topó de frente con alguien y ambos cayeron al suelo. Los libros que la muchacha llevaba en los brazos se desparramaron por el suelo.
-Disculpa, yo...
-No, fue mi culpa... sus miradas se conectaron al agacharse. Era Ginny. Llevaba la túnica del colegio y una medias hasta las rodillas. Calzaba zapatos de charol y llevaba su larga melena rojo fuego, suelta.
-Harry... el chico dejó de recoger los libros y se levantó igual que ella.
-Hola Ginny... saludó lo más frío posible, pero la garganta se le había resecado. Desde la vez que rompieron no habían vuelto a encontrarse cara a cara y esa situación sonaba a peligrosa. Debía escapar rápidamente. Esto...lo siento, venía de la clase de Defensa e iba despistado, no te vi.
-No pasa nada. ella parecía tan nerviosa o incluso más que él. Iba a la biblioteca a estudiar...por eso llevaba tantos libros en los brazos. Pero ninguno se fijaban en los libros del suelo, de hecho, estaban tan conectados por las miradas que si alguien hubiera pasado por allí delante y hubiese observado la escena, habría pensado que les pasaba algo grave.
-Bueno... Harry rompió la magia del momento y bajó la mirada para coger su mochila del suelo. Yo...tengo que irme... se dio la vuelta, pero no dio más de dos pasos, porque Ginny lo llamó.
-¡Espera, Harry! ¡Por favor, no te vayas! la chica dejó los libros esparcidos y se acercó a él. Harry pudo ver que llevaba en el cuello el colgante con las iniciales que le había regalado por Navidad. Por primera vez, se fijó que Ginny tenía mal aspecto. Seguía igual de preciosa que antes o quizás mucho más porque cada día se hacía más mujer, pero unas grandes bolsas le colgaban de las pupilas y sus ojos estaban marcados por la tristeza.
-Esto...verás...es mejor que no hablemos.
-Sólo quería saber cómo has estado. Ginny bajó la mirada porque se encontraban muy cerca. Los separaban centímetros el uno del otro. Ron no debió portarse así contigo...lo que ocurriera entre nosotros no era motivo para... su voz se quebró, pero se repuso. Todo el colegio te está tratando injustamente. Harry la miró y sus ojos brillaron de emoción. Ella debería odiarlo, debería reprocharle. Casi deseaba que le diera una torta, que le gritara que era un cabrón y que no quería volver a verle, en cambio, allí estaba, defendiéndole, entendiéndole como nadie.
-Me lo merecía. reconoció Harry seriamente. Ron tiene derecho a decirme todo lo que quiera. Ginny levantó la cabeza esperanzada. Perdóname, me porté mal contigo y lo siento.
-¿Por qué? ¿Por qué dejaste que te pegara? había clara angustia en la manera de expresarse de la chica. Harry sintió una fuerte opresión en el pecho. No estaba haciendo lo correcto, no podía poner la integridad su misión en peligro, tenía que separarse de ella, no soportaba tenerla tan cerca sin poder acariciarla, sin poder besarla.
-De verdad, tengo que irme. aseguró fríamente y se dio la vuelta, pero Ginny le cogió de un brazo y lo arrimó hasta la pared de forma que Harry no pudiera escaparse.
-¡No te creo! ¡No creo todo aquello que me dijiste! ¡Es mentira! ¡Tú me quieres! Harry cerró los ojos un instante. Tenía el cuerpo de Ginny pegado al suyo, no había separación. Los alientos chocaban y las bocas estaban separadas por milímetros. Podía notar el palpitar acelerado del corazón de la chica y no sabía si podría resistirse más. Sus labios tan finos, tan perfectos, su olor corporal...toda ella se estaba poniendo en bandeja ante sus ojos, ¿por qué no flaquear? Pero igual que sus besos y sus caricias pasaban por su mente, también lo hacían los llantos de los niños de los ataques, los cadáveres en el suelo de las múltiples víctimas, el rostro burlón de Bellatrix Lestrange al presenciar las masacres y sobretodo, su risa estruendosa en aquel velo, del Departamento de Misterios. Si flaqueaba, la mortífaga tendría una razón más para reír, la muerte de Ginny. Abrió mucho los ojos y su personalidad áspera y ruda salió al exterior. Trató de apartarse, pero ella lo tenía fuertemente apretado contra la pared.
-No, Ginny. Una cosa es que yo esté arrepentido por haber sido un cerdo y otra muy distinta es que te quiera. Nada ha cambiado. No voy a mentirte...yo lo hice por las razones que te expliqué, pero eras mi amiga y la hermana de Ron y debí elegir a otra persona. Eso es lo que lamento, pero yo no estoy enamorado de ti.
-¿Y de Cho sí? el rostro de Ginny estaba encendido de furia, de rabia y de celos. Deseaba con todas sus fuerzas besar a Harry, decirle lo mucho que lo quería, pero él no se dejaba.
-Cho es otro pasatiempo en mi vida. aseguró el chico rotundamente. Yo no creo en el amor, no sé lo que es eso...tan sólo disfruto de la vida al cien por cien sin importarme nada. Eso aprendí en Junio, que no se pueden dejar escapar las oportunidades. Ginny soltó las muñecas de Harry, que tenía fuertemente sujetas, pero no se separó. Se notaba decepción en su rostro y muy interiormente, Harry se alegró. Debía ser fuerte. Pero ella no se iba a rendir tan fácilmente sin luchar. Para su sorpresa, le puso ambas manos en el pecho y como Harry llevaba sólo dos botones de la camisa abrochados, introdujo sus cálidas manos sobre su pecho, haciendo que él se estremeciera. Sentía que podía temblar allí mismo, pero trataba con toda su alma que su mente fuera más fuerte que su corazón. Ginny estaba masajeando su piel y él estaba a punto de explotar.
-Entonces... susurró seductoramente ella...no sientes nada cuando te toco... Harry cerró los ojos para evitar ver esos ojos que tanto amaba...si me acerco así... los labios de Ginny le soplaron en el oído provocándole un estado máximo de placer, quería seguir, quería rendirse, pero estaba maldito por la frialdad que Christine había impuesto en él. Su racionalidad no se lo permitía. ...y por supuesto...si rozo tus labios no tienes ganas de besarme... Ginny le dio un pequeño pico en la boca y abrió sus labios para introducirlos en los de él, pero Harry abrió los ojos y apartó la cara. Ginny se quedó un poco despagada, pero siguió acariciándole el pecho y le dio pequeños besitos por la cara y el cuello.
-Por favor...no sigas. más que una orden, era un ruego. Harry estaba al límite, sabía que en cualquier momento podía confesar, podía asegurar que todo lo que le había dicho aquella vez no eran más que una sarta de mentiras porque Christine le había obligado. Podía probar el pecado de sus labios y fundirse en ellos.
-¿Qué pasa? ¿No me has dicho que no sientes nada? parecía que Ginny tenía la situación bajo control. Ella sabía que estaba cerca de que Harry flaqueara, sabía que lo estaba logrando. Y él también lo sabía, en su cabeza sólo pasaban imágenes que ahora no poseían sentido, ¿qué podía importarle el mundo que le daba la espalda si estaba entre los brazos de Ginny? ¿Qué podía importarle la vida de Christine si tenía ese amor que tanto había buscado? "¿Y te importa ella, Harry, preguntó una voz dentro de su cabeza. "Porque si te importa no deberías dejar que esto ocurriera, deberías salvarla" Debería salvarla, pensó, sí, se estaba dejando llevar por la pasión, por la frustración que sentía, por su perturbación, pero debía mantener la cabeza fría. Las palabras de la madre de Christine cobraron sentido por primera en su cabeza.

"Recuerda...que habrá más muertes...¿te sacrificarías tú, Harry Potter?...Porque si no haces un gran sacrifico pronto...el mundo acabará por darte la espalda...eres tú y no otros el que tiene que luchar por su vida..."

-Un gran sacrificio...debo sacrificarme... murmuró, pero lo hizo tan bajo que Ginny no le escuchó.
Esas palabras dieron su fruto, hicieron mella en su interior. Pese a las ganas locas que tenía por flaquear, separó a Ginny de su cuerpo y se puso a dos metros de distancia.
-Harry...
-No, Ginny. Una cosa es que me provoques de esa manera, como hombre siento, como ser humano…no te quiero. Eres muy guapa, preciosa, diría yo y me gustas para eso, únicamente para eso. Pero no puedo quererte. De hecho, eres demasiado niña para mí. Ginny abrió la boca y sus ojos se aguaron, pero ni aquella escena pudo conmoverlo.
-Niña...¿de verdad te parezco una niña? Ginny elevó la voz y se dejó caer al suelo, mientras las lágrimas surcaban sus ojos.
-Lo siento. Pero por tu bien...será mejor que no te acerques a mí. Harry se colgó bien la mochila al hombro y se fue andando a paso ligero, en dirección a la sala común. Ginny se quedó allí, tirada en el suelo, maldiciendo su suerte y creyendo, por primera vez desde aquel día, que Harry le había dicho la verdad, pese a lo que Hermione tratara de convencerla. Él tenía razón, había muerto con Sirius en el Departamento de Misterios, ya no quedaba nada de su antigua personalidad.
Una vez se alejó lo suficiente, Harry echó a correr por los pasillos, hasta que se cansó y se sentó en una de las escaleras, sintiéndose el peor de los hombres.
-Estuvo cerca... una sombra salió a su izquierda y se puso delante.
-Déjame en paz. Quiero estar solo.
-Sé que no te importa... murmuró Christine. Pero estoy orgullosa de ti. Has sabido afrontar la situación de una manera admirable.
Harry la miró y se mordió el labio inferior. ¿Cómo sentirse orgulloso del dolor de otros? No, definitivamente, las cosas nunca volverían a ser como antes.

La noche caía pesadamente sobre el Londres muggle. No había una sola nube que enturbiara la danza del brillo de las estrellas. La luna brillaba por encima de la ciudad, dejando ver su majestuosidad.
Una pequeña criatura caminaba sobre los oscuros callejones, mientras murmuraba entre dientes. Nadie que se hubiera asomado por la ventana, la habría distinguido, puesto que no había ni un atisbo de luz que dejara entrever lo que pasaba. De eso se había encargado ella. Eran muy pocas las ocasiones en las que utilizaba sus dotes mágicos, pero su reunión siempre lo requería.
Se detuvo cerca de una vieja tienda abandonada y entró por la puerta, que estaba destrozada. Segundos más tarde, el paisaje que vio era totalmente distinto. Sonrió maliciosamente, tenía una información preciada en su poder y la iba a utilizar debidamente.
Ahora se encontraba en un largo y tenebroso callejón. Mucho más estrecho y oscuro que el anterior. Allí no había farolas muggles, de hecho, ni siquiera las tiendas se asemejaban a nada relacionado con los no mágicos.
Miró a su alrededor expectante, asegurándose bien de que no lo habían seguido y escuchando el sonido de la noche. Caminó torpemente, mirando de izquierda a derecha y se detuvo sobresaltado al escuchar un graznido procedente de uno de los locales. Se asomó al escaparate y vio a una lechuza de color negro, que lo miraba con sus ojos ambarinos y una expresión maligna.
La criatura, se separó de la tienda y soltó una carcajada demente. Se sentía enormemente feliz, y se reía de haberse dejado asustar por un simple animalejo.
Aquel callejón, sin lugar a dudas, no podía guardar nada bueno. Las tiendas estaban tan pegadas unas de otras, que a penas dejaban ver el cielo y la luna parecía privarlo de su esplendorosa luz, como si el lugar no fuera digno de ella. Las tiendas se veían destartaladas y las paredes sucias. Los techos parecían sujetos por arte de magia y algún toldo amenazaba con descolgarse. El suelo era de piedra dura, produciendo desnivel en la tierra y dificultando un buen equilibrio.
Ya faltaba poco. Pasó al lado de una tienda que contenía unos tarros con cosas viscosas y supo que no tendría que caminar más que un poco más, para llegar al lugar exacto de su encuentro, sin embargo, esa cita jamás se produciría.
Volvió a detenerse. Definitivamente, el estar tanto dentro de aquella casa lo había vuelto paranoico, porque no cesaba de escuchar ruidos sin sentido, que le provocaban sobresaltos. Se dio la vuelta y al comprobar que no le seguían, se dispuso a continuar su rumbo.
Pero no caminó más que un par de pasos. Entornó bien los ojos y distinguió entre las sombras a una figura. Estaba apoyada en la pared, con los brazos cruzados. Vestía toda negra y le colgaba una capa con capucha que le ocultaba el rostro, sin embargo, pudo distinguir que sonreía.
Se había quedado inmóvil, sin saber qué hacer. No podía ser su encuentro, no era el lugar previsto y tampoco reconocía en aquel individuo a sus amos.
Como no hizo ningún signo visible de querer moverse, la figura dejó de apoyarse en la pared y avanzó unos pasos hacia él.
-Volvemos a encontrarnos... susurró. El elfo abrió mucho los ojos, pero pese a que forzó su memoria no pudo encontrar nada que se le hiciera familiar con aquel hombre, que había utilizado un tono frío e irónico.
-¿Quién es usted? preguntó con una vocecilla claramente falsa y melosa. Una mueca de desagrado se dibujó en el rostro del hombre. Detestaba escuchar esa voz, le producía un terrible asco.
-Te dije que nos volveríamos a ver muy pronto...Kreacher... el elfo retrocedió dos pasos, sin duda asustado de aquella presencia que tanto lo perturbaba, pero seguía siendo incapaz de identificarlo. El hombre dio un paso al frente y entonces la luna iluminó su figura. Kreacher ató cabos, se parecía a...sí, era la misma descripción que le habían dado de aquel extraño hombre que luchaba al lado de la Orden del Fénix y que tanto odiaba su señor.
-Usted es...Kreacher le conoce...oh, sí, Kreacher sabe que usted lucha contra el Señor Tenebroso...
-Has acertado, sin embargo... el hombre sacó de su túnica una larga y esplendorosa espada...deberías recordar a tu amo...
-¿Amo? ¡Kreacher no tiene más amos que su ama Black!
-Sí... el individuo soltó una fría carcajada al tiempo que se iba a acercando un poco más al elfo, que a su vez, retrocedía. Eso es lo que te han dicho que digas...pero estás sirviendo a más de un amo, ¿me equivoco?
-El Señor Tenebroso acabará con usted... una nueva sonrisa demente surcó el rostro del maléfico elfo, al tiempo que se encogía en la fría pared con la que acababa de toparse.
-Sí, ese cuento ya lo conozco. murmuró aburrido el hombre y rozó con los dedos la punta afilada de su espada. ¿Sabes? No puedo perder más tiempo contigo. se dio la vuelto y levantó un brazo al tiempo que daba un silbido seco, que se escuchó por todo el callejón. Kreacher aprovechó el momento para dar un chasquido con los dedos y tratar de desaparecer, pero nada ocurrió.
Con expresión asustada miró al hombre que ahora acariciaba a un majestuoso fénix blanco que se había posado en su brazo. Ni lo intentes Kreacher...sin que te dieras cuenta te he lanzado un hechizo anti-desaparición. siguió acariciando las plumas del animal y le susurró. Buen trabajo...Ares... después, volvió a darse la vuelta y clavó su mirada penetrante en la aterrorizada del elfo. Mi viejo amigo lleva vigilándote mucho tiempo, Kreacher. explicó con profunda frialdad. También lo ha hecho con más personas, entre ellas...Draco Malfoy. la expresión del elfo cambió a total asombro. No entendía como los seguidores de su señor podían haber cometido el fallo imprudente de que un simple fénix los vigilara. Adivinando sus pensamientos, el hombre añadió: Ares no es un fénix corriente. Tiene dotes mágicas mucho mayores de lo que crees y su magia no es identificada. Al parecer, has sido muy estúpido en continuar en la casa de los Black tratando de conseguir información de la Orden del Fénix. el hombre soltó una nueva carcajada. ¿Creías que no se iban a dar cuenta? Christine Byrne ha estado vigilándote muy de cerca, Kreacher, ella me pidió que enviara a Ares a seguirte y lo hice. Tal fue mi sorpresa cuando mi astuto amigo me comunicó que seguías en contacto con Narcisa Black, hermana de Bellatrix Lestrange y esposa de Lucius Malfoy. Sí...con la hermana que mató a tu auténtico amo, Kreacher, ¿lo recuerdas? ¡Sirius Black! la manera tan dura con la que el hombre pronunció las últimas palabras rompió toda la arrogancia que quedaba en el elfo. Ahora Kreacher temblaba como un niño pequeño, pero la expresión de dureza del rostro del individuo no presentaba ni un atisbo de compasión.
-Miente, miente...Kreacher no sabe de lo que está hablando...Kreacher es un buen elfo doméstico...sirve a su ama y...
-¡Mentira! bramó el hombre enfurecido. Mentira...aprovechaste la ocasión el año pasado por Navidad cuando Sirius Black te ordenó que te largaras para tomarle la palabra y marcharte de la casa, cuando sabes que lo tenías totalmente prohibido. Fuiste a casa de los Malfoy y le otorgaste a Voldemort la información necesaria para enviar a Harry Potter una visión lo suficientemente convincente para que arriesgara su vida yendo al Departamento de Misterios...una visión, donde Sirius Black era torturado...
-¡No, no, no! el elfo negaba con rotundidad sujetándose la cabeza con ambas manos y gimiendo.
-Y cuando Harry Potter se comunicó contigo. prosiguió el hombre sin escuchar los lamentos de Kreacher...le mentiste. Le hiciste creer que Sirius Black estaba allí, cuando se encontraba en el piso de arriba curando al hipogrifo que tú heriste. Traicionaste a tu amo y lo hiciste riéndote de toda la Orden del Fénix. el hombre soltó una expresión vehemente y comenzó a caminar de un lado a otro sin dejar de mirar a la criatura con repulsión. Y este año has intentado lo mismo...has estado reuniéndote aquí con los Malfoy para pasarles información de las reuniones, para vigilar a Severus Snape. el hombre se detuvo y empuñó su espada con ambas manos, colocando el filo muy cerca de la garganta del elfo. Pero has cometido un grave error. Yo he sido más listo esta vez, he sido yo quién te ha engañado...quién os ha engañado a todos...vigilé a Draco Malfoy a través de Ares y comprobé la información que te acabo de decir...y ahora estoy aquí para vengarme...
-¿Vengarse? Kreacher no ha hecho nada malo. ¡Kreacher sólo reconoce como amos a los Black!
-Acabas de marcar tu propio destino... siseó cruelmente el hombre, acercando un poco más la espada al cuello de la criatura. Acabas de confesar...como único heredero vivo de los Black te correspondía obedecer a Sirius, pero lo traicionaste...y te burlaste de nuestro dolor...ahora estoy aquí para hacer justicia.
-¿Quién es usted? gimoteó el elfo.
-Yo soy...el que va a vengar a Sirius Black...me conoces Kreacher... el hombre se llevó una mano a la capucha y dejó ver su rostro. El elfo abrió los ojos como platos, con una expresión de terror en el rostro. Unos profundos y oscuros ojos verde esmeralda, lo miraban con odio, mientras que la luz de la luna bañaba una cicatriz en forma de rayo. Soy tu amo...soy Harry Potter...
-No...no es posible...un niño...un niño no puede perturbar al Señor Tenebroso...no...
-Te dije que volvería. Y que la próxima vez que nos encontráramos no tendrías la oportunidad de hablar más...
-Un mocoso nunca será el amo de Kreacher, Kreacher nunca le obedecerá...
-No tendrás oportunidad de ello. Harry sonrió y acercó la espada hasta rozar la escamosa y desgastada piel del elfo. Has perdido...todos lo habéis hecho. Me arrebataste lo que más me importaba en este mundo, pero no importa. A cambio fluye por mí este sentimiento de venganza que me proporcionará la oportunidad de acabar con Voldemort. Jugaste mal tus cartas, Kreacher y ahora voy a hacer realidad tu deseo...
-A...amo...no le hará daño a Kreacher...Harry Potter siempre ha sido bondadoso, sí, Kreacher le oía decir al antiguo amo que Harry Potter era especial...que lo quería mucho... Harry apretó los dientes y acercó tanto la espada al cuello que le hizo un leve corte. Kreacher gimió y se puso a llorar como un niño pequeño, dejándose caer al suelo y suplicando perdón.
-Amo, no...se lo ruego, no...piedad, piedad de Kreacher...Kreacher no sabe lo que dice amo, Kreacher está enfermo...
-¡Mientes! los ojos del hombre irradiaban una tremenda furia. Tus remordimientos llegan tarde. Pudiste enmendar tu error la vez que me comuniqué contigo en la chimenea...pero me mentiste... Harry levantó la espada y gritó: ¡Vas a cumplir tu sueño de que te corten la cabeza como a tus ancestros, lástima que tu cementerio sea un contenedor de basura y no la barandilla de los Black! ¡MATASTE A SIRIUS BLACK Y AHORA PAGARÁS POR ELLO! ¡Morirás solo! ¿Dónde está ahora tu adorado amo? ¿Por qué no viene a salvarte? ¡Has sido un estúpido! lo último que puso apreciar Harry fue la expresión de pavor del rostro del elfo y un grito ahogado que se cortó con el sonido de un golpe seco y preciso.
-¡NOOOO!
La cabeza de Kreacher rodó por el pavimento, con los ojos abiertos como platos y bañando el suelo de sangre. Harry se volvió a cubrir el rostro con la capucha, hizo aparecer con su varita una espada más corta que la suya y le lanzó un encantamiento, para luego dejarla cubierta de sangre, en el suelo. Después, limpió su varita del líquido rojizo y tras echarle una última mirada de repulsión al elfo, desapareció en un resplandor de luz blanca, junto con su majestuoso fénix.

Un muchacho de dieciséis años se encontraba mirando al vacío, sin atender para nada a las explicaciones de su profesora. Tenía muchas cosas en la cabeza y la mayoría de ellas hacían referencia a su pasado. No podía dejar de pensar en lo que había hecho la noche anterior y pese a que debería haber sentido remordimientos, su conciencia estaba tranquila.
Le parecía que no había sido él quién levantara la espada, sino la mano de su padrino.
La profesora de Estudios Muggles se paseaba de un lado a otro explicando el sistema monetario de los no mágicos, con un libro en la mano y la varita levantada para hacer esquemas en la pizarra, a la vez que leía.
Pero no había muchas personas en la clase que atendieran. Ni siquiera Hermione parecía prestar atención.
Ron se había escondido un ejemplar del Profeta entre los libros y cuchicheaba sobre la primera plana. Dean, Neville, Seamus y Hermione, que estaban en la misma mesa que él, se habían arremolinado a su alrededor.
Harry suspiró por enésima vez y se concentró en exceso en la telepatía que había aprendido de su profesora, de manera que pudiera captar las palabras exactas de lo que decían sus compañeros.
La voz de Ron sonó en su cabeza amplificada unas diez veces.
-...sí, no paran de sacar artículos sobre él. La gente dice que es quién nos librará de quién-vosotros-sabéis.
-Siento decepcionarte, Ron. Hermione frunció el ceño. pero la Profecía dice claramente que es Harry el único que puede matar a Voldemort. los demás se estremecieron al escuchar ese nombre.
-¡Pues si tenemos que esperar a que Potter venga a salvarnos, estamos listos! exclamó Seamus claramente enojado con la chica.
-Yo estoy contigo. prosiguió Ron. ¡Sólo es una estúpida Profecía, Hermione!
-¡Y profetizada por Trelawney! corroboró Dean.
-Te recuerdo Ron, que por esa estúpida profecía, como tú la llamas, Sirius está muerto. ¡Por dios era el arma que Voldemort estaba buscando! Ron pareció reflexionar sobre lo que su amiga le decía, era cierto, Sirius había muerto por esa Profecía, pero eso no quería decir que fuera a cumplirse.
-Pues yo insisto en que si ese hombre puede patear a cien mortífagos en capaz de acabar con quién-tú-sabes.
-Aquí lo ponen como un héroe... Neville seguía mirando el Profeta. ¡Pero ni siquiera sacan una foto suya!
-¿Crees que él iba a posar, Neville? preguntó con sorna Seamus. ¡No seas estúpido! Dicen que desaparece en seguida de los ataques, ningún reportero del Profeta se iba a arriesgar a presenciar un ataque por hacerle una foto.
-¡Parece un vampiro por como lo describen! el entusiasmo de Dean era evidente. Mirad, aquí dice que va vestido siempre de negro con una capucha que le cubre el rostro y que maneja a la perfección una espada. ¡Es increíble!
-Ese tío sí que es un héroe, te lo digo yo. afirmó Seamus. No como Potter.
-¡No decíais eso cuando Harry salvó la Piedra Filosofal! Hermione no estaba dispuesta a dejar que se burlaran de su amigo, puesto que estaba convencida de que algo muy grave tenía que pasarle a Harry para que se comportara de esa forma. ¡Ni tú, Ron, cuando rescató a Ginny de la cámara de los secretos! ¡Ni cuando trajo el cadáver de Cedric! ¡Entonces todos lo catalogaban de héroe!
-¡Eso fue antes de que se convirtiera en un cabrón de mierda! exclamó Ron furioso.
-No sé porqué lo defiendes, Hermione. el tono de Seamus era de absoluto reproche. A mí me parece que tú estás coladita por él, igual que la mayoría de las chicas. Hermione se puso tan roja de ira que estuvo a punto de saltar sobre Seamus y arrearle un guantazo, pero no fue nada para como se puso Ron. Sin embargo, en ese momento, la profesora les llamó la atención.
-¿Se puede saber porqué no atienden? preguntó dirigiéndose a la mesa y viendo claramente el diario el Profeta que estaba abierto. ¡Santo cielo! ¿Leyendo el periódico en clase? ¡Cinco puntos menos para Gryffindor por cada uno de ustedes! cogió el diario de la mesa de Neville y lo confiscó. ¡Les recuerdo que la explicación de hoy saldrá en el examen final! Hermione miró a sus compañeros reprochándoles su conducta y se dedicó el resto de la clase a tomar apuntes.
Harry detuvo la conexión telepática, sonriendo irónicamente. Le parecía muy gracioso que todos adoraran al hombre que los estaba salvando y a él, que era la misma persona, lo detestaran. Pero por dentro, sentía el gusanillo de la ira. Él se estaba sacrificando por ellos, estaba arrojando literalmente su vida por la borda y ellos lo despreciaban y lo insultaban.
Su otra personalidad se estaba convirtiendo en un nuevo mito. Durante las últimas semanas, parecía que a la gente le gustara vestir de negro y con capucha y Dean Thomas había dibujado muchas poses distintas de un hombre con una larga capa negra, llevando la espada al vuelo y saltando contra los mortífagos. Los dibujos habrían tenido mucho éxito si Dean no se hubiera dedicado a pintar un chorreón de sangre saliendo de la boca del hombre. Aún así, había vendido a dos Knuts alguno de ellos.
A nadie le quedaba la menor duda de que ese hombre los iba a sacar del problema y algunos se habían dedicado a insultar a Harry por los pasillos, diciéndole que ya no le necesitaban, que ya tenían nuevo salvador y que éste no requería de una cicatriz para llamar la atención.
Pero, a Harry, simplemente aquellos comentarios le resbalaban. Se había vuelto aún más frío desde que había comenzado a aplacar los ataques y verse las caras con mortífagos, ni siquiera mostraba su carácter más sincero con Christine. Estaba bastante enfadado con ella por no haberle agradecido que le salvara la vida, cuando él se había encontrado desesperado, pero en el fondo, lo que le molestaba era que ella parecía también mucho más fría con él y se mostraba diferente con Lupin.
En un rinconcito de su corazón, algo le decía que se alegrara por ese cambio de actitud de su profesora, pero le atormentaba que pasara el tiempo tan rápido, sabía, que no estaba muy lejano el momento en que Christine decidiera sacrificarse y entregarle su poder, para poder derrotar a Voldemort y él no había hallado una solución para impedirlo.

Pese a que era de día, ni un atisbo de luz se filtraba por los ventanales de aquella mansión. Los aldeanos de Pequeño Hangleton no gozaban acercarse a sus alrededores. Corría el rumor de que quién pisara esas tierras se vería maldito por una terrible maldición que acechaba a la casa.
Y no era para menos, era cierto que los habitantes del pueblo eran considerados chismosos y catalogados de exagerados, pero todas las versiones coincidían en una cosa: se habían producido cuatro asesinatos en aquella mansión, a lo alto de la colina y solían oírse gritos de dolor muy a menudo.
Muchos de los aldeanos habían huido a la ciudad, no querían verse envueltos en nada que los relacionara con ese lugar y deseaban darles a sus hijos la oportunidad de vivir sin temor.
Una sombra negra envolvía el caserón e impedía que la luz del sol llegara hasta ella.
Un hombre estaba sentado en una butaca, contemplando a su fiel mascota dormir plácidamente. Estaba terriblemente perturbado. Nunca se había enfrentado a situaciones como esta y el mensaje que le habían dado dos de sus vasallos rondaba continuamente en su cabeza. ¿Quién era ese hombre y qué quería? Si era tan poderoso, ¿por qué no se había manifestado antes? Tenía el presentimiento de que Christine Byrne estaba detrás de todo aquello, pero no había logrado atraparla. Pese a las órdenes explícitas a sus seguidores, ninguno se la había traído ni viva ni muerta.
Estaba seguro de que la clave se encontraba en ella...sí...deseaba con todas sus fuerzas verla retorcerse de dolor, suplicando la muerte, como una única vez en su vida, la había visto. Tenía que apartarla de su camino y centrar su atención en Potter, pero aquel hombre había retrasado sus planes y lo había complicado todo. No le preocupaba, sabía que tenía un gran poder, pero la Profecía decía claramente que el único capaz de derrotarlo era Harry Potter.
Pero tenerlo de enemigo no le interesaba en absoluto. Primero porque había derrotado él solito a un tercio de su ejército y segundo porque había convencido a criaturas mágicas como los hombres lobo, a cambiar de parecer y retirarse del bando de la oscuridad.
-El salvador... murmuró entre dientes, mirando por enésima vez la portada del diario. Menuda gilipollez.
Tenía que encontrar rápido la manera de quitarlo de en medio, pero para eso necesitaba información acerca de él, necesitaba saber sus debilidades. Su plan estaba casi listo, faltaba muy poco para llevarlo a cabo y Potter sería suyo, pero antes debía dejar un espacio abierto y ese espacio requería de la exterminación de aquel parásito que había osado desafiarle.
Si lo conociera...si pudiera saber quién era...entonces hallaría la manera de apartarlo al menos, de su camino, tal y como había logrado con Christine.
Ese era otro asunto que tenía en mente, volver a herirla emocionalmente, hundirla para siempre, pero todavía no había encontrado una solución.
Llamaron a la puerta. Voldemort levantó la varita y en unos instantes, ésta quedó totalmente abierta.
Un hombre pequeño y encorvado ingresó en la habitación. Se veía insignificante al lado del rostro frío y áspero de su señor. Era gordo y temblaba a convulsiones, nunca había podido mantener la mirada fija en esos ojos rojos a los cuales siempre había temido, tanto, que había llegado a entregar a sus mejores amigos.
-A...amo...¿llamaba? Voldemort arrojó el diario al suelo y tímidamente, Colagusano echó una mirada a la portada. Ya comprendía porqué su señor estaba de tan mal humor.
-Por última vez, Colagusano, necesito que centres tu estúpida cabezota y trates de recordar algún dato que me permita llegar a Christine. el pequeño individuo se removió inquieto al tiempo que jugueteaba con sus pulgares, claro signo de que estaba nervioso.
-Yo...señor, estuve pensando.
-¿Pensando tú? una mueca de incredulidad asomó el rostro del Señor Oscuro. ¡Qué novedad! ¿Y bien?
-No había recordado...es decir, en realidad amo, nunca estuve seguro.
-¿Podrías hablar con claridad de una vez? escupió Voldemort. Sus ojos brillaban de pura ira.
-Sí, sí, amo. Una vez, estando en casa de James...escuché una conversación entre él y Remus. Yo estaba en el salón, algo alejado jugando con Harry... un momento después de haberlo dicho, Colagusano se arrepintió de ello, pues el rostro de su señor estaba crispado de rabia, sin embargo, le dejó continuar. Me asomé un poco y escuché algo acerca de Christine...algo de que Remus debía ocultar...me pareció oír como James casi le suplicaba que no se metiera por medio de algo y Remus le negaba, diciéndole que él jamás haría algo así, que únicamente quería la felicidad de ella y que Dani se la proporcionaría... Voldemort se rascó la barbilla atando cabos.
-Interesante... murmuró distraídamente.
-Yo no le di importancia en ese momento porque Lily ingresó en el comedor y tuve que fingir inmediatamente, pero ahora me he dado cuenta de que siempre que Christine estaba delante...Remus la miraba distinto...nunca había mirado a nadie así, ya sabe amo, él es un licántropo y...
-Sí, sí. Voldemort levantó la mano para decirle que se detuviera. Es decir, que tú crees que tu amigo del alma Remus Lupin siente algo por Christine.
-Sí...eso mismo, amo.
-Sin embargo... el hombre entornó los ojos. ella siempre estuvo muy enamorada de su esposo...no creo que corresponda a ese imbecil...
-Pero ella lo quería mucho. insistió Pettrigrew, sabiendo que se vería recompensado si aportaba una buena información. Era su mejor amigo...
-Lo cual quiere decir que le importa bastante. Además...ese elfo doméstico nos dijo que los había visto hablar muchas veces...sí... Voldemort soltó una carcajada tan fría que heló la sangre de Colagusano...podría haber encontrado la manera de quitarla por fin del medio. Y tú vas a hacerlo...
-¿Qué? los ojos de Pettrigrew se habían abierto por completo. Amo...
-Sí, recuerda que los demás están muy ocupados con los ataques. Pero tú podrás pasar inadvertido con tus...facultades.
-Pero amo...yo...
-¡Lo harás! insistió Voldemort de mal talante. Eso...si no quieres morir. Pettrigrew temblaba como una magdalena. Sabía que podía ocultarse del extraño hombre, pero tendría que enfrentarse de nuevo con su pasado, con otro de sus ex-amigos y que además había intentado matarle. Se arrodilló en el suelo y besó el bajo de su señor.
-Está bien, amo...soy su más leal servidor...
-Y más te vale no fallar, Colagusano. Porque puedo hacer que tu muerte sea muy muy dolorosa.
Cuando Pettrigrew se puso en pie, llamaron a la puerta por segunda vez. Un hombre alto, de larga cabellera rubia y unos profundos y marcados ojos grises, entró algo sulfurado. Lord Voldemort se fijó en él y comprendió que no traía buenas noticias, así que ordenó a Colagusano que los dejara solos y que ya terminarían de ultimar detalles.
En cuanto éste se fue, Malfoy se arrodilló en el suelo con una expresión de terror en el rostro.
-No sé porqué, pero me parece que no me traes buenas noticias, Lucius... el hombre simplemente se estremeció. Llevo mucho tiempo esperando que capturéis a Christine Byrne, que averigüéis la identidad del espía que hay dentro de mis filas y que matéis a ese hombre y ¿sabes qué? ¡Empiezo a hartarme! ¡Crucio! desde el pueblo pudieron escuchar los gritos de dolor que el mortífago profesaba. Un estremecimiento recorrió a cada uno de sus habitantes, preguntándose porqué alguien sufriría tanto para gritar de esa manera. ¿Sabes cómo lo llaman? continuó Voldemort, levantándose por primera vez de su butaca y mirando con asco cada rincón de la estancia. ¡El Salvador! ¡El Salvador que han estado esperando para acabar conmigo! ¡Menuda sarta de sandeces! escupió en el suelo y centró la mirada en su vasallo. Y vosotros, habéis sido entrenados en las mejores condiciones con un tesoro como lo son las Artes Oscuras, os he proporcionado poder, súbditos y un ejército de Criaturas Mágicas y sois incapaces de acabar con un único hombre. ¡Crucio! volvieron a escucharse los gritos de angustia y de dolor. ¡Mi paciencia tiene un límite! ¡Lo quiero muerto! ¿Me has oído? ¡Muerto! Malfoy no podía levantarse del suelo. Sabía que iba a recibir la ira de su señor, pero no esperara que su castigo fuese de tal calibre, después de que era uno de los seguidores más importantes dentro del círculo. Reúnete con ese maldito elfo doméstico y dile que averigüe todo lo que la Orden del Fénix sepa de ese impostor de mago, quiero todos los detalles. Estoy convencido de que el viejo loco habrá investigado a ese individuo para permitirle luchar al lado de la Orden.
-Me temo amo... habló Malfoy por primera vez. ...que eso no será posible. Voldemort dejó de pasearse y aguardó el golpe. Kreacher ha muerto... un rugido de furia salió de la boca del hombre, maldiciendo su suerte a los cuatro vientos. Y si no hubiera sabido que si continuaba torturando a su vasallo le iba a producir una locura irreversible, se habría desahogado con él.
-¿CÓMO HA OCURRIDO? bramó llenó de furia. Malfoy tembló mucho más de lo que ya hacía. Nunca antes en su vida había sentido tanto miedo, de hecho, normalmente quién inspiraba temor era él.
-Amo...yo...mi esposa y yo teníamos una reunión con él anoche...pero no se presentó. Estuvimos esperando un buen rato y decidimos dar una vuelta por el Callejón Knockturn por si se había perdido. Era un elfo doméstico viejo y estaba algo trastocado. No tardamos en dar con él...se encontraba a unos metros de donde habíamos quedado. Le habían cortado la cabeza. Y lo habían preparado todo perfecto. Habían dejado una espada con un encantamiento que se dirigía hacia la misma persona que lo invocaba para que pareciera un suicidio. Había sangre por todas partes...
-¡Estúpidos, sois unos estúpidos! ¡Alguien debió haber descubierto que era un espía!
-Amo...quizás haya sido un miembro de la Orden...y por eso... Voldemort lo fulminó con la mirada y Malfoy se detuvo en seco.
-Sois unos verdaderos ineptos...¡Parece mentira que no conozcáis a Albus Dumbledore! ¡Él jamás dejaría que se cometiera un crimen así por ninguno de sus miembros! Sólo tiene palabras de unión, fraternidad y amor...¡Me pone enfermo! ¡No ha sido él, no ha sido nadie de la Orden del Fénix! ¡Quiero que averigües quién lo ha hecho y que me traigáis al culpable! ¡Añade eso a tu lista de cosas pendientes!
-Sí, señor...como usted diga...
-No vuelvas a fallar Lucius...porque la próxima vez, no habrá piedad...

Volvía a estar perturbado. ¿Cómo entrelazar todos los acontecimientos que se llevaban a cabo? Tenía sus sospechas en varios campos, pero ni siquiera podía jurar que fueran correctas, de hecho, cada vez se le escapaban más de las manos. ¿Eran la misma persona? ¿Podrían serlo siendo a la vez tan distintos? ¿Y cuánto de culpa tenía ella?
Albus Dumbledore repasaba las imágenes en su pensadero. Llevaba más de una hora dándole vueltas a la cabeza. Tenía información por todos lados, pero no era capaz de unirla, de averiguar quién era el que mentía y si lo hacía, el porqué.
No sabía que pensar al respecto de lo que estaba ocurriendo. ¿Y si se estaba equivocando? ¿Y si había puesto demasiada confianza en algo que sabía que era su última carta? ¿Cómo podía estar seguro del poder mental de esa persona? La confianza...ese sentimiento había sido a la vez bendición y maldición, su mayor virtud y su peor defecto...si fallaba, no sólo el mundo mágico estaría en peligro, sino todo aquello en lo que había creído. ¿Era el poder de la oscuridad tan fuerte? La única persona que podría responder a ello todavía no se había manifestado ante él, pero sabía que no tardaría en hacerlo.
Si pudiera hurgar en el pasado, presente y futuro...si pudiera hallar sus respuestas. Pero no, el destino, el maldito destino estaba escrito y existían las contadas personas que lo podían llegar a cambiar. Muy pocas...y quizás, él había puesto su fe en las equivocadas. No tenía ningún motivo para confiar en ellas, no tenía ninguna seguridad de haber llegado a sus corazones, de acariciarlos, de tocarles el alma, y sin embargo, había creído en ello.
No podía cometer más errores, casi había logrado la muerte para Christine y con ello, hubiera causado más dolor del que pretendía empequeñecer.
¿Pero de qué otra forma podía haber hecho las cosas? No existían más soluciones, más medidas drásticas de las que ya proponía. ¡Qué injusta llegaba a ser la vida para algunos! ¿Por qué condenar a esos pocos...elegidos, por un bien mayor? ¿Les devolvería la vida lo que les arrebató? No todo, eso, lo sabía.
Llamaron a la puerta tres veces. Su visita había llegado, justo cuando sus pensamientos fluían con mayor claridad. Lentamente, guardó la vasija de piedra en la estantería de detrás del escritorio y permitió el paso.
-Adelante. un muchacho de dieciséis años, de pelo negro azabache y muy revuelto, ingresó en el despacho. Llevaba la túnica del colegio y con ella puesta habría parecido un niño, de no ser por los ojos tan marcados que se descubrían detrás de unas redondas gafas de montura.
-¿Llamaba, señor? su voz era educada, pero fría.
-Sí, pasa Harry, por favor, siéntate. el director indicó la silla que tenía justo en frente, donde hacía menos de un año le había rogado la misma petición, aquella vez, para tratar un tema muy distinto.
-Usted dirá. dijo el joven adoptando una postura despreocupada, pero correcta. Dumbledore se levantó de la silla y paseó, replanteándose la situación, hasta la ventana. Igual que a Christine, le gustaba mirar el paisaje, le proporcionaba paz y bienestar.
-He creído oportuno informarte de algo. Harry aguardó interesado. Anoche ocurrió un suceso inesperado... el anciano cerró los ojos visualizando la escena con la que se había encontrado esa misma mañana, cuando los aurores del ministerio le habían llamado.
-¿De qué se trata? Dumbledore se dio la vuelta y perforó a Harry con la mirada, sin embargo, se encontró con un muro de piedra, su mente era imposible de atravesar.
-Kreacher ha muerto. aguardó el golpe. No sabía exactamente como se lo tomaría el muchacho. Había tantas posturas que podía adoptar y lo había encontrado tan cambiado en las últimas fechas que podía esperar desde que se quedara mudo hasta que comenzara a destrozar el despacho como un loco. Pero lo que jamás se esperó fue que una leve sonrisa apareciera en su rostro, para luego desaparecer inmediatamente, ¿lo habría imaginado? Porque cuando volvió a mirarle, el rostro de Harry no emitía ni un atisbo de satisfacción, sino la más inquietante de las seriedades.
-¿Cómo ocurrió?
-En realidad...todo apunta a un suicidio. Dumbledore carraspeó y continuó hablando. Lo encontraron fuera de Grimmauld Place, en el Callejón Knockturn y parece que hechizó con sus dotes mágicas una espada, para cortarse la cabeza.
-Bueno...siempre quiso morir así. Harry se encogió de hombros indiferentemente. Era como si no le importara, como si no le conmocionara en absoluto, como si no fuera capaz de sentir... Sus ancestros estarán orgullosos...murió como un auténtico elfo doméstico de los Black. el director no respondió inmediatamente. Volvió a girarse en dirección a la ventana y perdió sus ojos en el cielo azulado. El clima había vuelto a ser cálido y la primavera llamaba a las puertas.
-Dime una cosa Harry...¿te alegras de la muerte de Kreacher? el muchacho, que ya se esperaba una pregunta como aquella, sonrió interiormente.
-¿Quiere que sea sincero?
-Completamente.
-Está bien, lo seré. el director esperó. Sí, me alegro mucho...
-Entiendo... un dolor interior en el pecho comenzaba a adueñarse del anciano. ¿Sus sospechas se estaría confirmando? ¿Se habría dejado el chico engatusar por el ángel negro? Después de todo...¿cómo podía estar seguro de que un muchacho de dieciséis años, sometido a tantas presiones no se dejaría arrastrar a la oscuridad? Pero se parecía tanto a James...era imposible que eso ocurriera, no Harry, no, pese a la muerte de Sirius. Harry...¿le pediste a Christine que asesinara a Kreacher? el chico que esa pregunta sí que no se la esperaba, abrió ligeramente la boca sorprendido.
-No. respondió inmediatamente y más rápido de lo que habría deseado, no había parecido nada convincente.
-¿Estás seguro?
-Completamente. Dumbledore oscureció sus ojos, Harry nunca lo había visto tan serio, se parecía mucho al hombre del Departamento de Misterios, como cuando se había enfrentado a Voldemort, irradiaba una fuerza inimaginable.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?
-Porque... siseó Harry y pese a como vestía, su voz no se asemejaba para nada a la de un estudiante...si hubiera deseado que Kreacher muriera...lo habría matado con mis propias manos. Era un confesión, pero, evidentemente, Dumbledore no sabía nada de aquello. Era matemáticamente imposible que un alumno del colegio se presentara en el callejón Knockturn, a altas horas de la madrugada, cometiera un asesinato, preparara un suicidio y regresara a su cama sin que nadie se diese cuenta de su ausencia y burlando todas las medidas de seguridad impuestas en el castillo.
Pero para el director aquella noticia suponía un shock muy grande. Harry le estaba diciendo que si tuviera la oportunidad, él mismo habría acabado con el elfo.
-Quisiera hacerte una pregunta. Es un tanto personal. aclaró el anciano. ¿Sabes utilizar las maldiciones imperdonables? Harry le miró fijamente, pero no mostró ningún signo anormal en su rostro, que denotara preocupación por el interrogatorio.
-Las estudiaremos este trimestre en clase de Defensa Contra Las Artes Oscuras. respondió. La profesora Byrne nos lo dijo a principio de curso. No obstante, Barty Crouch nos las mostró cuando cursábamos cuarto.
-¿Christine no te las ha enseñado en sus clases?
-Todavía no. explicó Harry. Hemos estado con la Oclumancia y la Legeremancia. Aún no soy capaz de introducirme en la mente de alguien, aunque me he acercado bastante. Y también me ha ayudado en todas las asignaturas, sobretodo, Pociones.
-¿No has ejecutado nunca una maldición imperdonable? el director le miró a través de sus gafas de media luna, tan inquisitivamente, que a Harry le pareció que lo perforaban con rayos X. No obstante, la pregunta era un tanto comprometedora, pero decidió ser sincero. Su yo, Harry Potter, sí había ejecutado una maldición imperdonable, en una única ocasión. Evidentemente, su otro yo las ejecutaba en cada ataque.
-Una vez. el director pareció muy sorprendido con aquella muestra de sinceridad. Contra Bellatrix Lestrange...pero no funcionó.
-¿Sabes porqué?
-Ella me lo explicó. confirmó el muchacho. Tenía que desear hacer daño y yo sólo estaba enrabietado...por...la muerte de Sirius.
-Harry, Dumbledore adoptó un tono solemne. tal vez te parezca una interrogatorio, pero créeme que tengo mis razones. Me gustaría que fueses sincero...¿serías capaz de realizar una maldición imperdonable ahora?
-¿Por qué lo pregunta? quiso saber el muchacho. Dumbledore ya sabía que su curiosidad sería más fuerte que sus respuestas.
-Porque después de conocer el contenido de la Profecía...debes pensar que necesitarás aprenderlas...
-Tiene razón. corroboró Harry. Lo pienso. Aún así...
-¿Aún así?
-Aún así creo que estará de acuerdo conmigo que en que no podré utilizarlas contra Voldemort...
-¿No te ves con el suficiente valor para realizar la maldición Avada Kedavra con nadie? Entiendo... Dumbledore suspiró, pero antes de que pudiera continuar, Harry le interrumpió.
-No se trata de eso...pero usted sabe que no se puede matar a Voldemort con esa maldición. por un momento, pareció que el rostro del director asomaba una expresión de miedo.
-¿Por qué piensas eso?
-Porque...no funcionó una vez. aclaró el chico. Voldemort recibió el impacto de la maldición cuando trató de matarme, pero no murió...
-Porque él ha tomado muchas precauciones contra la muerte. explicó el director. Tienes razón, no se le puede matar de esa manera. De hecho, Harry, aún no he encontrado la forma de hacerlo.
-La encontrará. la voz del chico sonaba tan segura que el director pensó que tenía exceso de confianza en él. No obstante, todavía no entiendo porqué ha sacado este tema. Ha dicho que Kreacher se suicidó, así que...
-Eso es lo que piensan en el ministerio, no obstante, yo no lo creo. Dumbledore caminó de un lado a otro del despacho, con la cabeza gacha, recapacitando. Harry, los aurores del ministerio no saben de la existencia de la Orden del Fénix, únicamente Amelia Bones está al tanto y ella está de acuerdo conmigo en el que Kreacher no se arrebató la vida por si mismo. Ellos no saben la identidad del elfo, así que el Departamento De Regulación y Control De Las Criaturas Mágicas se está encargando de averiguar porqué un elfo doméstico se quitaría la vida. Sospechan de que alguna familia de magos le dio la prenda y éste, al verse desesperado, se suicidó. Evidentemente, han aparcado el tema. Con la guerra todo esto parece algo secundario, sin embargo, tanto tú como yo sabemos que no lo es. el director se detuvo y se apoyó en la mesa del escritorio. Kreacher pasó información al Lado Oscuro, pero no pudimos acusarle porque la información no era confidencial. No era ningún secreto que la persona más importante para Sirius Black eras tú y que tú lo querías en una mezcla de padre y hermano. Así que sólo la Orden puede indagar sospechas acerca de él. De hecho, algunos miembros teníamos recelo de que continuara con sus malos hábitos y siguiera en contacto con Narcisa Black. Harry sonrió interiormente ante este comentario, él y Christine lo sabían desde mucho antes. Lo cual nos lleva a tres hipótesis: o fue castigado por los propios seguidores de Voldemort por no haber conseguido información, o realmente se suicidó o alguien tomó venganza... esto último lo dijo en un tono misterioso, que a Harry no le agradó un pelo.
-Bueno...yo me decantaría más porque lo asesinaron los mortífagos. Era un elfo estúpido y poco útil, así que se deshicieron de él... Harry trató de que su voz sonara como la de un adolescente normal, pero no lo logró. Se había puesto a la defensiva.
-Quiero que me digas una cosa, Harry... susurró el director. Si tuvieras poder para matar a Voldemort...¿Lo harías? ¿Irías a buscarlo tú en vez de esperar a que él viniera? el muchacho ensombreció el rostro, pero el director también se había puesto muy serio.
-¿Lo haría usted? Si pudiera...¿mataría a Voldemort?
-Sí. respondió Dumbledore con total sinceridad.
-Entonces usted mismo ha respondido por mí. el anciano tenía el rostro desencajado, pero no dio muestra alguna de ello. Su porte siempre estaba ahí para ayudarle.
-¿Por qué? Harry, que no se esperaba aquella pregunta, se levantó de la silla y apoyó ambas manos en la mesa, con una expresión de determinación en el rostro.
-Porque él mismo llama a gritos que lo detengan, porque se la está buscando, jugando el todo por el todo, porque su soberbia no le deja ver más allá de lo que podría haber sido, sin necesidad de destruir familias y familias. Porque ha desafiado a la muerte y no se da cuenta de que está ante las puertas de ella, porque me ha buscado y me ha encontrado. ¿Venganza? Sí, puede llamarse así, pero no era justo que matara a mi familia, no tenía derecho a ir aquella noche a mi casa, no tenía derecho a lanzar la maldición contra mi padre y a reírse de las súplicas de mi madre, no tenía derecho a arrebatarnos tantos momentos de vida. se dio cuenta de que respiraba entrecortadamente, pero no le importó. Me dejó vacío...fue su ego, su arrogancia lo que le llevó hasta mi casa, porque de no haber asesinado a mi familia yo jamás habría tratado de destruirle, me habría olvidado de esa Profecía, él mismo la creó y él mismo la está cumpliendo. Por Sirius, por mis padres, por mis amigos, por mí...y por todas aquellas familias a las que destroza, a las que deshace, si tuviera el poder para destruirle, lo haría, lo mataría.
-El ojo por ojo nunca ha sido la mejor manera...Harry.
-No me ha entendido. replicó el muchacho. Yo no lo mato por el mero hecho de matar...yo no busco tener un nombre inscrito entre las páginas de un libro...yo no le temo a la muerte. Pero no podría permitir, teniendo un poder que pudiera acabar con todo esto, que él siguiera extendiendo su horda de terror, que siguiera cobrándose vidas...vidas inocentes...vidas humanas, ¿QUIÉN ES ÉL PARA JUGAR A SER DIOS CON NADIE? Jamás, si hay algo que esté en mi mano para detenerle, lo haré...aún asumiendo las consecuencias.
-Lo hay. aseguró el director. Sólo tienes que buscar dentro de tu corazón. Cuando lo encuentres...ese día será el elegido...ese día, Voldemort perecerá.
Harry y Dumbledore se quedaron unidos por sus miradas de determinación. Ambos sujetos por una causa que mayoritariamente les incumbía a ellos: el destino del mundo mágico.