Olassss gente! Veis q poquito he tardado? El motivo? Me voy a Córdoba! Síii, jaajaj, estoy muy contenta, me marcho por fiestas a casa de una amiga y estaré allí una semana más o menos, así q disculpad si el próximo capítulo tarda mucho, pero prometo q después iré muchoooo más rápido. En fin, este capítulo me gusta mucho, sobretodo por la forma en la que actúa Harry, así que espero recibir muchossss reviews. Besazos gente, pasároslo bien, estudiad mucho y sobretodo, cuidaros!
Reviews:
Slow Death 182: Olasss! Sips, Dumbledore no es nada tonto, jajajaj. Ya imagino q la escenita con Cho no os habrá gustado, jajaja, pero bueno así tenía que ser. Besos!
Manuel-Manny: Olasss! Me alegro q te haya gustado. Sí, es verdad el capi era una página o así más corto de lo normal, pero vamos, jaajaj, q tampoco mucho más. Espero q te siga gustando el fict. Besos!
D.Alatriste: Olasss! Jajajaj, nada es irreparable en este mundo, la relación Harry/Cho, como ya dije, está condenada al fracaso, ni siquiera es relación, es un juego de nuños. Harry siempre querrá a Ginny, de eso no hay porqué dudar. Dumbledore. El director no es nada tonto y poco a poco...veremos lo q pasa. Y das muy por hcho q será Hermione la q descubra a Harry, ya se verá. Besos!
Catalina: Gracias! Sí, la verdad es q el capi era Chris/remus más q H/Cho, jajaj. Todavía falta bastante para saber con quien hablaba Dumbledore tal, pero poco a poco. Besos!
Kaily: Olasss! Jajajajajjaajjaj. Aishhh, como estáis con la acción. Madre mía, si ponga casi batalla diaria, hay q poner también algún capi tranquilo q se me acaban las ideas con las piruetas de las espaditas, jaajajaj. Harry está enamorado de Ginny, jajajaj, por mucho q esté Cho, así q bueno, al menos ni no esta con ella, tampoco estara con Cho mucho tiempo. Lo de Chris y Remus...ummm, sí, se va a dando cuenta pero muy a trompicones, muyyyyy lentamente y ya veremos si acaba por sucumbir o no. Chris quiso mucho a Dani. Demasiado. Y respecto a tu pregunta tiene una buena respuesta, jajaaj. Cuando Chris le da la moto de Sirius le pide a harry q la camufle. Q le cambie el color o algo la forma para q nadie la reconozca y por eso nadie la relaciona con la de Sirius. Besos!
Paula: Olasssssss! Aishh, sí, culpable, sé q lo dejo en un momento crítico. Pero no he tardado mucho. Besos!
Mariet Malfoy: Gracias! Si, vale, fui mala con Harry/Cho, pero he sido buena con Chris y Remus. Todo en la vida no se puede tener...jajaajj. Besos!
Aidee: Olasss! Me alegro q te guste tanto mi fict. . Harry se merece sus escapaditas como tu dices, etoy de acuerdo. Cho no es tan mala...jajaja, aunq sé q cae muy mal. Respecto a Chris, lo de no sufrir es muyyyy complicado, pero bueno, tamaré nota. Besos!
Absintheaddict: Olasss! Gracias por el apoyo. Es verdad, romper la máscara de frialdad de Christine es mi mayor reto, es fascinante como este personaje vuela en mis manos cobrando vida propia. Hasta tengo una lucha personal con ella para q sienta, pero como bien dices, es humana. Así q no será la última vez q flaquee. Besos!
Usagi Chan: Olass! Muchas gracias! Sí, vi el trailer de la peli, la fotos…todo, jajajajja, habrá q seguir esperando un poquito más. Dew!
Veruka: Olasss! Espero q te mejores de esa gripe, a ver, jajajaja, yo ya lo advertí, q podía herir la sensibilidad este capi, jajajaj, sabía q a la mitad del mundo no le gustaría, pero, como siempre digo, era necesario. Harry y Cho, como ya he dicho muchas veces, no tienen futuro juntos, pero q esten liados durante estos capitulos tiene su razón de ser y su papel en la historia. Lo de q harry vuelva con Ginny estará difícil, todavía no te puedo decir porqué, pero lo averiguarás poco a poco. Y bien, Chris y Lupin han dado un pasito hacia delante, pero las cosas son muy muy muy complicadas, así q no te hagas ilusiones, ajaj, sí, ya sé q soy muy mala. Pero c'est la vie! Besazos!
CAPÍTULO 31: ENEMIGOS INVISIBLES.
Las clases de
aquel día habían resultado agotadoras. Los profesores
seguían empeñados en forzar al máximo las
capacidades de sus alumnos y tenían especial interés en
Harry.
Le exigían mucho más que al resto de sus
compañeros, le corregían los trabajos con mayor
rigurosidad y no aceptaban ninguna falta por su parte.
Sino
hubiera sido por las clases de Christine, el muchacho no habría
podido controlar la situación. Pero fingía
extremadamente bien, parecía cansado, pero no lo estaba, cada
vez, su poder era mayor y él lo notaba.
Aquella tarde-noche
se dirigía hacia la sala común. Había tenido
como última hora Defensa Contra Las Artes Oscuras, pero se
había rezagado hablando con su profesora sobre las novedades
de la Orden del Fénix y los ataques.
El colegio estaba
desierto. Faltaba poco más de una hora para la cena y los
alumnos estaban en sus casas aprovechando ese momento para hacer los
deberes.
Ni siquiera profesores o fantasmas merodeaban por los
pasillos. Harry iba pensando en Christine. La notaba diferente de un
tiempo atrás y si mucho no se equivocaba habían dos
motivos poderosos para ello. Uno era la relación tan estrecha
que parecía tener con Lupin y segundo el hecho de que iba a
morir.
Por más que intentaba hacerse a la idea, no podía.
Su corazón se le había ablandado. Había pensado
que endurecerlo era la mejor opción, pero era como si tuviera
doble personalidad. Una personalidad oscura, fría e insensible
dentro de la guerra, de la batalla y otra en su vida como Harry
Potter.
Sentía una angustia terrible de pensar que iba a
dejar morir a Christine, pero no tenía ni una sola idea de
cómo impedirlo. Su profesora era tozuda, mucho más que
él.
Y paseando por los pasillos, viendo como caía
el sol a través de los grandes ventanales del colegio, no
podía creer que la vida fuese tan injusta. Christine lo había
entregado todo por él, tarde sí, a costa de la vida de
sus padres sí, pero al fin y al cabo se había desvivido
por ayudarle, por salvar a cada una de las personas en los ataques,
aun a riesgo de su vida, aun estando enferma. ¿Cómo
podía acabar así? Ni siquiera sabía el final de
la historia, ni siquiera sabía qué habría pasado
para que el ángel negro acechará así a la mujer,
para que sus ojos inspiraran tanta dureza, para que no saliese de
ella ni siquiera una sonrisa sincera. Tenía en corazón
duro como una piedra, pero él la había visto frágil,
indefensa y esa Christine le asustaba.
Le gustaba que ella fuera
fuerte, que llevara las riendas, que lo sujetara por si se caía,
por si llegado el momento, no pudiera afrontar la situación.
Después de todo, detrás de cada desengaño, de
cada desilusión, de cada golpe, allí había
estado ella. Con palabras más o menos ásperas, más
o menos crudas, pero siempre sinceras, siempre reales y verdaderas.
Y ahora era su turno. Debía luchar y debía hallar
una manera de ayudarla. Se lo dictaba el corazón. Él no
temía a la muerte, de hecho, siempre y cuando acabara con
Voldemort y salvara la vida de sus antes amigos, no le importaba
padecer. Por fin podría descansar, por fin podría estar
con sus padres, con Sirius...Sirius..., sí, eso era lo que
deseaba, volver a ver a su padrino.
Había llegado la hora
de actuar deprisa. Debía comenzar a desatar cabos, a decirle
claramente a Voldemort que él estaba ahí, que saliera
de su escondite porque la guerra quedaba declarada abierta, porque
había llegado el momento de demostrar quién era el
mejor de los dos, de cumplir la Profecía.
Y para ello
primero se iba a encargar de un espía, un espía que
había entre las filas del Innombrable y que únicamente
Christine y él sabían que existía.
Era hora
de que ese traidor pagara por sus pecados, había hecho
demasiado daño.
Iba tan sumido en sus pensamientos que al
doblar la esquina se topó de frente con alguien y ambos
cayeron al suelo. Los libros que la muchacha llevaba en los brazos se
desparramaron por el suelo.
-Disculpa, yo...
-No, fue mi
culpa... sus miradas se conectaron al agacharse. Era Ginny. Llevaba
la túnica del colegio y una medias hasta las rodillas. Calzaba
zapatos de charol y llevaba su larga melena rojo fuego, suelta.
-Harry... el chico dejó de recoger los libros y se
levantó igual que ella.
-Hola Ginny... saludó lo
más frío posible, pero la garganta se le había
resecado. Desde la vez que rompieron no habían vuelto a
encontrarse cara a cara y esa situación sonaba a peligrosa.
Debía escapar rápidamente. Esto...lo siento, venía
de la clase de Defensa e iba despistado, no te vi.
-No pasa nada.
ella parecía tan nerviosa o incluso más que él.
Iba a la biblioteca a estudiar...por eso llevaba tantos libros en los
brazos. Pero ninguno se fijaban en los libros del suelo, de hecho,
estaban tan conectados por las miradas que si alguien hubiera pasado
por allí delante y hubiese observado la escena, habría
pensado que les pasaba algo grave.
-Bueno... Harry rompió
la magia del momento y bajó la mirada para coger su mochila
del suelo. Yo...tengo que irme... se dio la vuelta, pero no dio más
de dos pasos, porque Ginny lo llamó.
-¡Espera, Harry!
¡Por favor, no te vayas! la chica dejó los libros
esparcidos y se acercó a él. Harry pudo ver que llevaba
en el cuello el colgante con las iniciales que le había
regalado por Navidad. Por primera vez, se fijó que Ginny tenía
mal aspecto. Seguía igual de preciosa que antes o quizás
mucho más porque cada día se hacía más
mujer, pero unas grandes bolsas le colgaban de las pupilas y sus ojos
estaban marcados por la tristeza.
-Esto...verás...es mejor
que no hablemos.
-Sólo quería saber cómo has
estado. Ginny bajó la mirada porque se encontraban muy cerca.
Los separaban centímetros el uno del otro. Ron no debió
portarse así contigo...lo que ocurriera entre nosotros no era
motivo para... su voz se quebró, pero se repuso. Todo el
colegio te está tratando injustamente. Harry la miró y
sus ojos brillaron de emoción. Ella debería odiarlo,
debería reprocharle. Casi deseaba que le diera una torta, que
le gritara que era un cabrón y que no quería volver a
verle, en cambio, allí estaba, defendiéndole,
entendiéndole como nadie.
-Me lo merecía.
reconoció Harry seriamente. Ron tiene derecho a decirme todo
lo que quiera. Ginny levantó la cabeza esperanzada.
Perdóname, me porté mal contigo y lo siento.
-¿Por
qué? ¿Por qué dejaste que te pegara? había
clara angustia en la manera de expresarse de la chica. Harry sintió
una fuerte opresión en el pecho. No estaba haciendo lo
correcto, no podía poner la integridad su misión en
peligro, tenía que separarse de ella, no soportaba tenerla tan
cerca sin poder acariciarla, sin poder besarla.
-De verdad, tengo
que irme. aseguró fríamente y se dio la vuelta, pero
Ginny le cogió de un brazo y lo arrimó hasta la pared
de forma que Harry no pudiera escaparse.
-¡No te creo! ¡No
creo todo aquello que me dijiste! ¡Es mentira! ¡Tú
me quieres! Harry cerró los ojos un instante. Tenía el
cuerpo de Ginny pegado al suyo, no había separación.
Los alientos chocaban y las bocas estaban separadas por milímetros.
Podía notar el palpitar acelerado del corazón de la
chica y no sabía si podría resistirse más. Sus
labios tan finos, tan perfectos, su olor corporal...toda ella se
estaba poniendo en bandeja ante sus ojos, ¿por qué no
flaquear? Pero igual que sus besos y sus caricias pasaban por su
mente, también lo hacían los llantos de los niños
de los ataques, los cadáveres en el suelo de las múltiples
víctimas, el rostro burlón de Bellatrix Lestrange al
presenciar las masacres y sobretodo, su risa estruendosa en aquel
velo, del Departamento de Misterios. Si flaqueaba, la mortífaga
tendría una razón más para reír, la
muerte de Ginny. Abrió mucho los ojos y su personalidad áspera
y ruda salió al exterior. Trató de apartarse, pero ella
lo tenía fuertemente apretado contra la pared.
-No, Ginny.
Una cosa es que yo esté arrepentido por haber sido un cerdo y
otra muy distinta es que te quiera. Nada ha cambiado. No voy a
mentirte...yo lo hice por las razones que te expliqué, pero
eras mi amiga y la hermana de Ron y debí elegir a otra
persona. Eso es lo que lamento, pero yo no estoy enamorado de ti.
-¿Y
de Cho sí? el rostro de Ginny estaba encendido de furia, de
rabia y de celos. Deseaba con todas sus fuerzas besar a Harry,
decirle lo mucho que lo quería, pero él no se
dejaba.
-Cho es otro pasatiempo en mi vida. aseguró el
chico rotundamente. Yo no creo en el amor, no sé lo que es
eso...tan sólo disfruto de la vida al cien por cien sin
importarme nada. Eso aprendí en Junio, que no se pueden dejar
escapar las oportunidades. Ginny soltó las muñecas de
Harry, que tenía fuertemente sujetas, pero no se separó.
Se notaba decepción en su rostro y muy interiormente, Harry se
alegró. Debía ser fuerte. Pero ella no se iba a rendir
tan fácilmente sin luchar. Para su sorpresa, le puso ambas
manos en el pecho y como Harry llevaba sólo dos botones de la
camisa abrochados, introdujo sus cálidas manos sobre su pecho,
haciendo que él se estremeciera. Sentía que podía
temblar allí mismo, pero trataba con toda su alma que su mente
fuera más fuerte que su corazón. Ginny estaba
masajeando su piel y él estaba a punto de
explotar.
-Entonces... susurró seductoramente ella...no
sientes nada cuando te toco... Harry cerró los ojos para
evitar ver esos ojos que tanto amaba...si me acerco así...
los labios de Ginny le soplaron en el oído provocándole
un estado máximo de placer, quería seguir, quería
rendirse, pero estaba maldito por la frialdad que Christine había
impuesto en él. Su racionalidad no se lo permitía.
...y por supuesto...si rozo tus labios no tienes ganas de besarme...
Ginny le dio un pequeño pico en la boca y abrió sus
labios para introducirlos en los de él, pero Harry abrió
los ojos y apartó la cara. Ginny se quedó un poco
despagada, pero siguió acariciándole el pecho y le dio
pequeños besitos por la cara y el cuello.
-Por favor...no
sigas. más que una orden, era un ruego. Harry estaba al
límite, sabía que en cualquier momento podía
confesar, podía asegurar que todo lo que le había dicho
aquella vez no eran más que una sarta de mentiras porque
Christine le había obligado. Podía probar el pecado de
sus labios y fundirse en ellos.
-¿Qué pasa? ¿No
me has dicho que no sientes nada? parecía que Ginny tenía
la situación bajo control. Ella sabía que estaba cerca
de que Harry flaqueara, sabía que lo estaba logrando. Y él
también lo sabía, en su cabeza sólo pasaban
imágenes que ahora no poseían sentido, ¿qué
podía importarle el mundo que le daba la espalda si estaba
entre los brazos de Ginny? ¿Qué podía importarle
la vida de Christine si tenía ese amor que tanto había
buscado? "¿Y te importa ella, Harry, preguntó una
voz dentro de su cabeza. "Porque si te importa no deberías
dejar que esto ocurriera, deberías salvarla" Debería
salvarla, pensó, sí, se estaba dejando llevar por la
pasión, por la frustración que sentía, por su
perturbación, pero debía mantener la cabeza fría.
Las palabras de la madre de Christine cobraron sentido por primera en
su cabeza.
"Recuerda...que habrá más muertes...¿te sacrificarías tú, Harry Potter?...Porque si no haces un gran sacrifico pronto...el mundo acabará por darte la espalda...eres tú y no otros el que tiene que luchar por su vida..."
-Un gran
sacrificio...debo sacrificarme... murmuró, pero lo hizo tan
bajo que Ginny no le escuchó.
Esas palabras dieron su
fruto, hicieron mella en su interior. Pese a las ganas locas que
tenía por flaquear, separó a Ginny de su cuerpo y se
puso a dos metros de distancia.
-Harry...
-No,
Ginny. Una cosa es que me provoques de esa manera, como hombre
siento, como ser humano…no te quiero. Eres muy guapa, preciosa,
diría yo y me gustas para eso, únicamente para eso.
Pero no puedo quererte. De hecho, eres demasiado niña para
mí. Ginny abrió la boca y sus ojos se aguaron, pero ni
aquella escena pudo conmoverlo.
-Niña...¿de verdad
te parezco una niña? Ginny elevó la voz y se dejó
caer al suelo, mientras las lágrimas surcaban sus ojos.
-Lo
siento. Pero por tu bien...será mejor que no te acerques a
mí. Harry se colgó bien la mochila al hombro y se fue
andando a paso ligero, en dirección a la sala común.
Ginny se quedó allí, tirada en el suelo, maldiciendo su
suerte y creyendo, por primera vez desde aquel día, que Harry
le había dicho la verdad, pese a lo que Hermione tratara de
convencerla. Él tenía razón, había muerto
con Sirius en el Departamento de Misterios, ya no quedaba nada de su
antigua personalidad.
Una vez se alejó lo suficiente, Harry
echó a correr por los pasillos, hasta que se cansó y se
sentó en una de las escaleras, sintiéndose el peor de
los hombres.
-Estuvo cerca... una sombra salió a su
izquierda y se puso delante.
-Déjame en paz. Quiero estar
solo.
-Sé que no te importa... murmuró Christine.
Pero estoy orgullosa de ti. Has sabido afrontar la situación
de una manera admirable.
Harry la miró y se mordió
el labio inferior. ¿Cómo sentirse orgulloso del dolor
de otros? No, definitivamente, las cosas nunca volverían a ser
como antes.
La
noche caía pesadamente sobre el Londres muggle. No había
una sola nube que enturbiara la danza del brillo de las estrellas. La
luna brillaba por encima de la ciudad, dejando ver su majestuosidad.
Una pequeña criatura caminaba sobre los oscuros
callejones, mientras murmuraba entre dientes. Nadie que se hubiera
asomado por la ventana, la habría distinguido, puesto que no
había ni un atisbo de luz que dejara entrever lo que pasaba.
De eso se había encargado ella. Eran muy pocas las ocasiones
en las que utilizaba sus dotes mágicos, pero su reunión
siempre lo requería.
Se detuvo cerca de una vieja tienda
abandonada y entró por la puerta, que estaba destrozada.
Segundos más tarde, el paisaje que vio era totalmente
distinto. Sonrió maliciosamente, tenía una información
preciada en su poder y la iba a utilizar debidamente.
Ahora se
encontraba en un largo y tenebroso callejón. Mucho más
estrecho y oscuro que el anterior. Allí no había
farolas muggles, de hecho, ni siquiera las tiendas se asemejaban a
nada relacionado con los no mágicos.
Miró a su
alrededor expectante, asegurándose bien de que no lo habían
seguido y escuchando el sonido de la noche. Caminó torpemente,
mirando de izquierda a derecha y se detuvo sobresaltado al escuchar
un graznido procedente de uno de los locales. Se asomó al
escaparate y vio a una lechuza de color negro, que lo miraba con sus
ojos ambarinos y una expresión maligna.
La criatura, se
separó de la tienda y soltó una carcajada demente. Se
sentía enormemente feliz, y se reía de haberse dejado
asustar por un simple animalejo.
Aquel callejón, sin lugar
a dudas, no podía guardar nada bueno. Las tiendas estaban tan
pegadas unas de otras, que a penas dejaban ver el cielo y la luna
parecía privarlo de su esplendorosa luz, como si el lugar no
fuera digno de ella. Las tiendas se veían destartaladas y las
paredes sucias. Los techos parecían sujetos por arte de magia
y algún toldo amenazaba con descolgarse. El suelo era de
piedra dura, produciendo desnivel en la tierra y dificultando un buen
equilibrio.
Ya faltaba poco. Pasó al lado de una tienda
que contenía unos tarros con cosas viscosas y supo que no
tendría que caminar más que un poco más, para
llegar al lugar exacto de su encuentro, sin embargo, esa cita jamás
se produciría.
Volvió a detenerse. Definitivamente,
el estar tanto dentro de aquella casa lo había vuelto
paranoico, porque no cesaba de escuchar ruidos sin sentido, que le
provocaban sobresaltos. Se dio la vuelta y al comprobar que no le
seguían, se dispuso a continuar su rumbo.
Pero no caminó
más que un par de pasos. Entornó bien los ojos y
distinguió entre las sombras a una figura. Estaba apoyada en
la pared, con los brazos cruzados. Vestía toda negra y le
colgaba una capa con capucha que le ocultaba el rostro, sin embargo,
pudo distinguir que sonreía.
Se había quedado
inmóvil, sin saber qué hacer. No podía ser su
encuentro, no era el lugar previsto y tampoco reconocía en
aquel individuo a sus amos.
Como no hizo ningún signo
visible de querer moverse, la figura dejó de apoyarse en la
pared y avanzó unos pasos hacia él.
-Volvemos a
encontrarnos... susurró. El elfo abrió mucho los ojos,
pero pese a que forzó su memoria no pudo encontrar nada que se
le hiciera familiar con aquel hombre, que había utilizado un
tono frío e irónico.
-¿Quién es
usted? preguntó con una vocecilla claramente falsa y melosa.
Una mueca de desagrado se dibujó en el rostro del hombre.
Detestaba escuchar esa voz, le producía un terrible asco.
-Te
dije que nos volveríamos a ver muy pronto...Kreacher... el
elfo retrocedió dos pasos, sin duda asustado de aquella
presencia que tanto lo perturbaba, pero seguía siendo incapaz
de identificarlo. El hombre dio un paso al frente y entonces la luna
iluminó su figura. Kreacher ató cabos, se parecía
a...sí, era la misma descripción que le habían
dado de aquel extraño hombre que luchaba al lado de la Orden
del Fénix y que tanto odiaba su señor.
-Usted
es...Kreacher le conoce...oh, sí, Kreacher sabe que usted
lucha contra el Señor Tenebroso...
-Has acertado, sin
embargo... el hombre sacó de su túnica una larga y
esplendorosa espada...deberías recordar a tu amo...
-¿Amo?
¡Kreacher no tiene más amos que su ama Black!
-Sí...
el individuo soltó una fría carcajada al tiempo que se
iba a acercando un poco más al elfo, que a su vez,
retrocedía. Eso es lo que te han dicho que digas...pero estás
sirviendo a más de un amo, ¿me equivoco?
-El Señor
Tenebroso acabará con usted... una nueva sonrisa demente
surcó el rostro del maléfico elfo, al tiempo que se
encogía en la fría pared con la que acababa de toparse.
-Sí, ese cuento ya lo conozco. murmuró aburrido el
hombre y rozó con los dedos la punta afilada de su espada.
¿Sabes? No puedo perder más tiempo contigo. se dio la
vuelto y levantó un brazo al tiempo que daba un silbido seco,
que se escuchó por todo el callejón. Kreacher aprovechó
el momento para dar un chasquido con los dedos y tratar de
desaparecer, pero nada ocurrió.
Con expresión
asustada miró al hombre que ahora acariciaba a un majestuoso
fénix blanco que se había posado en su brazo. Ni lo
intentes Kreacher...sin que te dieras cuenta te he lanzado un hechizo
anti-desaparición. siguió acariciando las plumas del
animal y le susurró. Buen trabajo...Ares... después,
volvió a darse la vuelta y clavó su mirada penetrante
en la aterrorizada del elfo. Mi viejo amigo lleva vigilándote
mucho tiempo, Kreacher. explicó con profunda frialdad.
También lo ha hecho con más personas, entre
ellas...Draco Malfoy. la expresión del elfo cambió a
total asombro. No entendía como los seguidores de su señor
podían haber cometido el fallo imprudente de que un simple
fénix los vigilara. Adivinando sus pensamientos, el hombre
añadió: Ares no es un fénix corriente. Tiene
dotes mágicas mucho mayores de lo que crees y su magia no es
identificada. Al parecer, has sido muy estúpido en continuar
en la casa de los Black tratando de conseguir información de
la Orden del Fénix. el hombre soltó una nueva
carcajada. ¿Creías que no se iban a dar cuenta?
Christine Byrne ha estado vigilándote muy de cerca, Kreacher,
ella me pidió que enviara a Ares a seguirte y lo hice. Tal fue
mi sorpresa cuando mi astuto amigo me comunicó que seguías
en contacto con Narcisa Black, hermana de Bellatrix Lestrange y
esposa de Lucius Malfoy. Sí...con la hermana que mató a
tu auténtico amo, Kreacher, ¿lo recuerdas? ¡Sirius
Black! la manera tan dura con la que el hombre pronunció las
últimas palabras rompió toda la arrogancia que quedaba
en el elfo. Ahora Kreacher temblaba como un niño pequeño,
pero la expresión de dureza del rostro del individuo no
presentaba ni un atisbo de compasión.
-Miente,
miente...Kreacher no sabe de lo que está hablando...Kreacher
es un buen elfo doméstico...sirve a su ama y...
-¡Mentira!
bramó el hombre enfurecido. Mentira...aprovechaste la ocasión
el año pasado por Navidad cuando Sirius Black te ordenó
que te largaras para tomarle la palabra y marcharte de la casa,
cuando sabes que lo tenías totalmente prohibido. Fuiste a casa
de los Malfoy y le otorgaste a Voldemort la información
necesaria para enviar a Harry Potter una visión lo
suficientemente convincente para que arriesgara su vida yendo al
Departamento de Misterios...una visión, donde Sirius Black era
torturado...
-¡No, no, no! el elfo negaba con rotundidad
sujetándose la cabeza con ambas manos y gimiendo.
-Y cuando
Harry Potter se comunicó contigo. prosiguió el hombre
sin escuchar los lamentos de Kreacher...le mentiste. Le hiciste
creer que Sirius Black estaba allí, cuando se encontraba en el
piso de arriba curando al hipogrifo que tú heriste.
Traicionaste a tu amo y lo hiciste riéndote de toda la Orden
del Fénix. el hombre soltó una expresión
vehemente y comenzó a caminar de un lado a otro sin dejar de
mirar a la criatura con repulsión. Y este año has
intentado lo mismo...has estado reuniéndote aquí con
los Malfoy para pasarles información de las reuniones, para
vigilar a Severus Snape. el hombre se detuvo y empuñó
su espada con ambas manos, colocando el filo muy cerca de la garganta
del elfo. Pero has cometido un grave error. Yo he sido más
listo esta vez, he sido yo quién te ha engañado...quién
os ha engañado a todos...vigilé a Draco Malfoy a través
de Ares y comprobé la información que te acabo de
decir...y ahora estoy aquí para vengarme...
-¿Vengarse?
Kreacher no ha hecho nada malo. ¡Kreacher sólo reconoce
como amos a los Black!
-Acabas de marcar tu propio destino...
siseó cruelmente el hombre, acercando un poco más la
espada al cuello de la criatura. Acabas de confesar...como único
heredero vivo de los Black te correspondía obedecer a Sirius,
pero lo traicionaste...y te burlaste de nuestro dolor...ahora estoy
aquí para hacer justicia.
-¿Quién es usted?
gimoteó el elfo.
-Yo soy...el que va a vengar a Sirius
Black...me conoces Kreacher... el hombre se llevó una mano a
la capucha y dejó ver su rostro. El elfo abrió los ojos
como platos, con una expresión de terror en el rostro. Unos
profundos y oscuros ojos verde esmeralda, lo miraban con odio,
mientras que la luz de la luna bañaba una cicatriz en forma de
rayo. Soy tu amo...soy Harry Potter...
-No...no es posible...un
niño...un niño no puede perturbar al Señor
Tenebroso...no...
-Te dije que volvería. Y que la próxima
vez que nos encontráramos no tendrías la oportunidad de
hablar más...
-Un mocoso nunca será el amo de
Kreacher, Kreacher nunca le obedecerá...
-No tendrás
oportunidad de ello. Harry sonrió y acercó la espada
hasta rozar la escamosa y desgastada piel del elfo. Has
perdido...todos lo habéis hecho. Me arrebataste lo que más
me importaba en este mundo, pero no importa. A cambio fluye por mí
este sentimiento de venganza que me proporcionará la
oportunidad de acabar con Voldemort. Jugaste mal tus cartas, Kreacher
y ahora voy a hacer realidad tu deseo...
-A...amo...no le hará
daño a Kreacher...Harry Potter siempre ha sido bondadoso, sí,
Kreacher le oía decir al antiguo amo que Harry Potter era
especial...que lo quería mucho... Harry apretó los
dientes y acercó tanto la espada al cuello que le hizo un leve
corte. Kreacher gimió y se puso a llorar como un niño
pequeño, dejándose caer al suelo y suplicando
perdón.
-Amo, no...se lo ruego, no...piedad, piedad de
Kreacher...Kreacher no sabe lo que dice amo, Kreacher está
enfermo...
-¡Mientes! los ojos del hombre irradiaban una
tremenda furia. Tus remordimientos llegan tarde. Pudiste enmendar tu
error la vez que me comuniqué contigo en la chimenea...pero me
mentiste... Harry levantó la espada y gritó: ¡Vas
a cumplir tu sueño de que te corten la cabeza como a tus
ancestros, lástima que tu cementerio sea un contenedor de
basura y no la barandilla de los Black! ¡MATASTE A SIRIUS BLACK
Y AHORA PAGARÁS POR ELLO! ¡Morirás solo! ¿Dónde
está ahora tu adorado amo? ¿Por qué no viene a
salvarte? ¡Has sido un estúpido! lo último que
puso apreciar Harry fue la expresión de pavor del rostro del
elfo y un grito ahogado que se cortó con el sonido de un golpe
seco y preciso.
-¡NOOOO!
La cabeza de Kreacher rodó
por el pavimento, con los ojos abiertos como platos y bañando
el suelo de sangre. Harry se volvió a cubrir el rostro con la
capucha, hizo aparecer con su varita una espada más corta que
la suya y le lanzó un encantamiento, para luego dejarla
cubierta de sangre, en el suelo. Después, limpió su
varita del líquido rojizo y tras echarle una última
mirada de repulsión al elfo, desapareció en un
resplandor de luz blanca, junto con su majestuoso fénix.
Un
muchacho de dieciséis años se encontraba mirando al
vacío, sin atender para nada a las explicaciones de su
profesora. Tenía muchas cosas en la cabeza y la mayoría
de ellas hacían referencia a su pasado. No podía dejar
de pensar en lo que había hecho la noche anterior y pese a que
debería haber sentido remordimientos, su conciencia estaba
tranquila.
Le parecía que no había sido él
quién levantara la espada, sino la mano de su padrino.
La
profesora de Estudios Muggles se paseaba de un lado a otro explicando
el sistema monetario de los no mágicos, con un libro en la
mano y la varita levantada para hacer esquemas en la pizarra, a la
vez que leía.
Pero no había muchas personas en la
clase que atendieran. Ni siquiera Hermione parecía prestar
atención.
Ron se había escondido un ejemplar del
Profeta entre los libros y cuchicheaba sobre la primera plana. Dean,
Neville, Seamus y Hermione, que estaban en la misma mesa que él,
se habían arremolinado a su alrededor.
Harry suspiró
por enésima vez y se concentró en exceso en la
telepatía que había aprendido de su profesora, de
manera que pudiera captar las palabras exactas de lo que decían
sus compañeros.
La voz de Ron sonó en su cabeza
amplificada unas diez veces.
-...sí, no paran de sacar
artículos sobre él. La gente dice que es quién
nos librará de quién-vosotros-sabéis.
-Siento
decepcionarte, Ron. Hermione frunció el ceño. pero la
Profecía dice claramente que es Harry el único que
puede matar a Voldemort. los demás se estremecieron al
escuchar ese nombre.
-¡Pues si tenemos que esperar a que
Potter venga a salvarnos, estamos listos! exclamó Seamus
claramente enojado con la chica.
-Yo estoy contigo. prosiguió
Ron. ¡Sólo es una estúpida Profecía,
Hermione!
-¡Y profetizada por Trelawney! corroboró
Dean.
-Te recuerdo Ron, que por esa estúpida profecía,
como tú la llamas, Sirius está muerto. ¡Por dios
era el arma que Voldemort estaba buscando! Ron pareció
reflexionar sobre lo que su amiga le decía, era cierto, Sirius
había muerto por esa Profecía, pero eso no quería
decir que fuera a cumplirse.
-Pues yo insisto en que si ese
hombre puede patear a cien mortífagos en capaz de acabar con
quién-tú-sabes.
-Aquí lo ponen como un
héroe... Neville seguía mirando el Profeta. ¡Pero
ni siquiera sacan una foto suya!
-¿Crees que él iba
a posar, Neville? preguntó con sorna Seamus. ¡No seas
estúpido! Dicen que desaparece en seguida de los ataques,
ningún reportero del Profeta se iba a arriesgar a presenciar
un ataque por hacerle una foto.
-¡Parece un vampiro por
como lo describen! el entusiasmo de Dean era evidente. Mirad, aquí
dice que va vestido siempre de negro con una capucha que le cubre el
rostro y que maneja a la perfección una espada. ¡Es
increíble!
-Ese tío sí que es un héroe,
te lo digo yo. afirmó Seamus. No como Potter.
-¡No
decíais eso cuando Harry salvó la Piedra Filosofal!
Hermione no estaba dispuesta a dejar que se burlaran de su amigo,
puesto que estaba convencida de que algo muy grave tenía que
pasarle a Harry para que se comportara de esa forma. ¡Ni tú,
Ron, cuando rescató a Ginny de la cámara de los
secretos! ¡Ni cuando trajo el cadáver de Cedric!
¡Entonces todos lo catalogaban de héroe!
-¡Eso
fue antes de que se convirtiera en un cabrón de mierda!
exclamó Ron furioso.
-No sé porqué lo
defiendes, Hermione. el tono de Seamus era de absoluto reproche. A
mí me parece que tú estás coladita por él,
igual que la mayoría de las chicas. Hermione se puso tan roja
de ira que estuvo a punto de saltar sobre Seamus y arrearle un
guantazo, pero no fue nada para como se puso Ron. Sin embargo, en ese
momento, la profesora les llamó la atención.
-¿Se
puede saber porqué no atienden? preguntó dirigiéndose
a la mesa y viendo claramente el diario el Profeta que estaba
abierto. ¡Santo cielo! ¿Leyendo el periódico en
clase? ¡Cinco puntos menos para Gryffindor por cada uno de
ustedes! cogió el diario de la mesa de Neville y lo
confiscó. ¡Les recuerdo que la explicación de
hoy saldrá en el examen final! Hermione miró a sus
compañeros reprochándoles su conducta y se dedicó
el resto de la clase a tomar apuntes.
Harry detuvo la conexión
telepática, sonriendo irónicamente. Le parecía
muy gracioso que todos adoraran al hombre que los estaba salvando y a
él, que era la misma persona, lo detestaran. Pero por dentro,
sentía el gusanillo de la ira. Él se estaba
sacrificando por ellos, estaba arrojando literalmente su vida por la
borda y ellos lo despreciaban y lo insultaban.
Su otra
personalidad se estaba convirtiendo en un nuevo mito. Durante las
últimas semanas, parecía que a la gente le gustara
vestir de negro y con capucha y Dean Thomas había dibujado
muchas poses distintas de un hombre con una larga capa negra,
llevando la espada al vuelo y saltando contra los mortífagos.
Los dibujos habrían tenido mucho éxito si Dean no se
hubiera dedicado a pintar un chorreón de sangre saliendo de la
boca del hombre. Aún así, había vendido a dos
Knuts alguno de ellos.
A nadie le quedaba la menor duda de que
ese hombre los iba a sacar del problema y algunos se habían
dedicado a insultar a Harry por los pasillos, diciéndole que
ya no le necesitaban, que ya tenían nuevo salvador y que éste
no requería de una cicatriz para llamar la atención.
Pero,
a Harry, simplemente aquellos comentarios le resbalaban. Se había
vuelto aún más frío desde que había
comenzado a aplacar los ataques y verse las caras con mortífagos,
ni siquiera mostraba su carácter más sincero con
Christine. Estaba bastante enfadado con ella por no haberle
agradecido que le salvara la vida, cuando él se había
encontrado desesperado, pero en el fondo, lo que le molestaba era que
ella parecía también mucho más fría con
él y se mostraba diferente con Lupin.
En un rinconcito de
su corazón, algo le decía que se alegrara por ese
cambio de actitud de su profesora, pero le atormentaba que pasara el
tiempo tan rápido, sabía, que no estaba muy lejano el
momento en que Christine decidiera sacrificarse y entregarle su
poder, para poder derrotar a Voldemort y él no había
hallado una solución para impedirlo.
Pese
a que era de día, ni un atisbo de luz se filtraba por los
ventanales de aquella mansión. Los aldeanos de Pequeño
Hangleton no gozaban acercarse a sus alrededores. Corría el
rumor de que quién pisara esas tierras se vería maldito
por una terrible maldición que acechaba a la casa.
Y no
era para menos, era cierto que los habitantes del pueblo eran
considerados chismosos y catalogados de exagerados, pero todas las
versiones coincidían en una cosa: se habían producido
cuatro asesinatos en aquella mansión, a lo alto de la colina y
solían oírse gritos de dolor muy a menudo.
Muchos
de los aldeanos habían huido a la ciudad, no querían
verse envueltos en nada que los relacionara con ese lugar y deseaban
darles a sus hijos la oportunidad de vivir sin temor.
Una sombra
negra envolvía el caserón e impedía que la luz
del sol llegara hasta ella.
Un hombre estaba sentado en una
butaca, contemplando a su fiel mascota dormir plácidamente.
Estaba terriblemente perturbado. Nunca se había enfrentado a
situaciones como esta y el mensaje que le habían dado dos de
sus vasallos rondaba continuamente en su cabeza. ¿Quién
era ese hombre y qué quería? Si era tan poderoso, ¿por
qué no se había manifestado antes? Tenía el
presentimiento de que Christine Byrne estaba detrás de todo
aquello, pero no había logrado atraparla. Pese a las órdenes
explícitas a sus seguidores, ninguno se la había traído
ni viva ni muerta.
Estaba seguro de que la clave se encontraba en
ella...sí...deseaba con todas sus fuerzas verla retorcerse de
dolor, suplicando la muerte, como una única vez en su vida, la
había visto. Tenía que apartarla de su camino y centrar
su atención en Potter, pero aquel hombre había
retrasado sus planes y lo había complicado todo. No le
preocupaba, sabía que tenía un gran poder, pero la
Profecía decía claramente que el único capaz de
derrotarlo era Harry Potter.
Pero tenerlo de enemigo no le
interesaba en absoluto. Primero porque había derrotado él
solito a un tercio de su ejército y segundo porque había
convencido a criaturas mágicas como los hombres lobo, a
cambiar de parecer y retirarse del bando de la oscuridad.
-El
salvador... murmuró entre dientes, mirando por enésima
vez la portada del diario. Menuda gilipollez.
Tenía que
encontrar rápido la manera de quitarlo de en medio, pero para
eso necesitaba información acerca de él, necesitaba
saber sus debilidades. Su plan estaba casi listo, faltaba muy poco
para llevarlo a cabo y Potter sería suyo, pero antes debía
dejar un espacio abierto y ese espacio requería de la
exterminación de aquel parásito que había osado
desafiarle.
Si lo conociera...si pudiera saber quién
era...entonces hallaría la manera de apartarlo al menos, de su
camino, tal y como había logrado con Christine.
Ese era
otro asunto que tenía en mente, volver a herirla
emocionalmente, hundirla para siempre, pero todavía no había
encontrado una solución.
Llamaron a la puerta. Voldemort
levantó la varita y en unos instantes, ésta quedó
totalmente abierta.
Un hombre pequeño y encorvado ingresó
en la habitación. Se veía insignificante al lado del
rostro frío y áspero de su señor. Era gordo y
temblaba a convulsiones, nunca había podido mantener la mirada
fija en esos ojos rojos a los cuales siempre había temido,
tanto, que había llegado a entregar a sus mejores amigos.
-A...amo...¿llamaba? Voldemort arrojó el diario al
suelo y tímidamente, Colagusano echó una mirada a la
portada. Ya comprendía porqué su señor estaba de
tan mal humor.
-Por última vez, Colagusano, necesito que
centres tu estúpida cabezota y trates de recordar algún
dato que me permita llegar a Christine. el pequeño individuo
se removió inquieto al tiempo que jugueteaba con sus pulgares,
claro signo de que estaba nervioso.
-Yo...señor, estuve
pensando.
-¿Pensando tú? una mueca de incredulidad
asomó el rostro del Señor Oscuro. ¡Qué
novedad! ¿Y bien?
-No había recordado...es decir, en
realidad amo, nunca estuve seguro.
-¿Podrías hablar
con claridad de una vez? escupió Voldemort. Sus ojos
brillaban de pura ira.
-Sí, sí, amo. Una vez,
estando en casa de James...escuché una conversación
entre él y Remus. Yo estaba en el salón, algo alejado
jugando con Harry... un momento después de haberlo dicho,
Colagusano se arrepintió de ello, pues el rostro de su señor
estaba crispado de rabia, sin embargo, le dejó continuar. Me
asomé un poco y escuché algo acerca de Christine...algo
de que Remus debía ocultar...me pareció oír como
James casi le suplicaba que no se metiera por medio de algo y Remus
le negaba, diciéndole que él jamás haría
algo así, que únicamente quería la felicidad de
ella y que Dani se la proporcionaría... Voldemort se rascó
la barbilla atando cabos.
-Interesante... murmuró
distraídamente.
-Yo no le di importancia en ese momento
porque Lily ingresó en el comedor y tuve que fingir
inmediatamente, pero ahora me he dado cuenta de que siempre que
Christine estaba delante...Remus la miraba distinto...nunca había
mirado a nadie así, ya sabe amo, él es un licántropo
y...
-Sí, sí. Voldemort levantó la mano para
decirle que se detuviera. Es decir, que tú crees que tu amigo
del alma Remus Lupin siente algo por Christine.
-Sí...eso
mismo, amo.
-Sin embargo... el hombre entornó los ojos.
ella siempre estuvo muy enamorada de su esposo...no creo que
corresponda a ese imbecil...
-Pero ella lo quería mucho.
insistió Pettrigrew, sabiendo que se vería recompensado
si aportaba una buena información. Era su mejor amigo...
-Lo
cual quiere decir que le importa bastante. Además...ese elfo
doméstico nos dijo que los había visto hablar muchas
veces...sí... Voldemort soltó una carcajada tan fría
que heló la sangre de Colagusano...podría haber
encontrado la manera de quitarla por fin del medio. Y tú vas a
hacerlo...
-¿Qué? los ojos de Pettrigrew se habían
abierto por completo. Amo...
-Sí, recuerda que los demás
están muy ocupados con los ataques. Pero tú podrás
pasar inadvertido con tus...facultades.
-Pero amo...yo...
-¡Lo
harás! insistió Voldemort de mal talante. Eso...si no
quieres morir. Pettrigrew temblaba como una magdalena. Sabía
que podía ocultarse del extraño hombre, pero tendría
que enfrentarse de nuevo con su pasado, con otro de sus ex-amigos y
que además había intentado matarle. Se arrodilló
en el suelo y besó el bajo de su señor.
-Está
bien, amo...soy su más leal servidor...
-Y más te
vale no fallar, Colagusano. Porque puedo hacer que tu muerte sea muy
muy dolorosa.
Cuando Pettrigrew se puso en pie, llamaron a la
puerta por segunda vez. Un hombre alto, de larga cabellera rubia y
unos profundos y marcados ojos grises, entró algo sulfurado.
Lord Voldemort se fijó en él y comprendió que no
traía buenas noticias, así que ordenó a
Colagusano que los dejara solos y que ya terminarían de
ultimar detalles.
En cuanto éste se fue, Malfoy se
arrodilló en el suelo con una expresión de terror en el
rostro.
-No sé porqué, pero me parece que no me
traes buenas noticias, Lucius... el hombre simplemente se
estremeció. Llevo mucho tiempo esperando que capturéis
a Christine Byrne, que averigüéis la identidad del espía
que hay dentro de mis filas y que matéis a ese hombre y ¿sabes
qué? ¡Empiezo a hartarme! ¡Crucio! desde el
pueblo pudieron escuchar los gritos de dolor que el mortífago
profesaba. Un estremecimiento recorrió a cada uno de sus
habitantes, preguntándose porqué alguien sufriría
tanto para gritar de esa manera. ¿Sabes cómo lo
llaman? continuó Voldemort, levantándose por primera
vez de su butaca y mirando con asco cada rincón de la
estancia. ¡El Salvador! ¡El Salvador que han estado
esperando para acabar conmigo! ¡Menuda sarta de sandeces!
escupió en el suelo y centró la mirada en su vasallo.
Y vosotros, habéis sido entrenados en las mejores condiciones
con un tesoro como lo son las Artes Oscuras, os he proporcionado
poder, súbditos y un ejército de Criaturas Mágicas
y sois incapaces de acabar con un único hombre. ¡Crucio!
volvieron a escucharse los gritos de angustia y de dolor. ¡Mi
paciencia tiene un límite! ¡Lo quiero muerto! ¿Me
has oído? ¡Muerto! Malfoy no podía
levantarse del suelo. Sabía que iba a recibir la ira de su
señor, pero no esperara que su castigo fuese de tal calibre,
después de que era uno de los seguidores más
importantes dentro del círculo. Reúnete con ese
maldito elfo doméstico y dile que averigüe todo lo que la
Orden del Fénix sepa de ese impostor de mago, quiero todos los
detalles. Estoy convencido de que el viejo loco habrá
investigado a ese individuo para permitirle luchar al lado de la
Orden.
-Me temo amo... habló Malfoy por primera vez.
...que eso no será posible. Voldemort dejó de pasearse
y aguardó el golpe. Kreacher ha muerto... un rugido de furia
salió de la boca del hombre, maldiciendo su suerte a los
cuatro vientos. Y si no hubiera sabido que si continuaba torturando a
su vasallo le iba a producir una locura irreversible, se habría
desahogado con él.
-¿CÓMO HA OCURRIDO? bramó
llenó de furia. Malfoy tembló mucho más de lo
que ya hacía. Nunca antes en su vida había sentido
tanto miedo, de hecho, normalmente quién inspiraba temor era
él.
-Amo...yo...mi esposa y yo teníamos una reunión
con él anoche...pero no se presentó. Estuvimos
esperando un buen rato y decidimos dar una vuelta por el Callejón
Knockturn por si se había perdido. Era un elfo doméstico
viejo y estaba algo trastocado. No tardamos en dar con él...se
encontraba a unos metros de donde habíamos quedado. Le habían
cortado la cabeza. Y lo habían preparado todo perfecto. Habían
dejado una espada con un encantamiento que se dirigía hacia la
misma persona que lo invocaba para que pareciera un suicidio. Había
sangre por todas partes...
-¡Estúpidos, sois unos
estúpidos! ¡Alguien debió haber descubierto que
era un espía!
-Amo...quizás haya sido un miembro de
la Orden...y por eso... Voldemort lo fulminó con la mirada y
Malfoy se detuvo en seco.
-Sois unos verdaderos ineptos...¡Parece
mentira que no conozcáis a Albus Dumbledore! ¡Él
jamás dejaría que se cometiera un crimen así por
ninguno de sus miembros! Sólo tiene palabras de unión,
fraternidad y amor...¡Me pone enfermo! ¡No ha sido él,
no ha sido nadie de la Orden del Fénix! ¡Quiero que
averigües quién lo ha hecho y que me traigáis al
culpable! ¡Añade eso a tu lista de cosas
pendientes!
-Sí, señor...como usted diga...
-No
vuelvas a fallar Lucius...porque la próxima vez, no habrá
piedad...
Volvía
a estar perturbado. ¿Cómo entrelazar todos los
acontecimientos que se llevaban a cabo? Tenía sus sospechas en
varios campos, pero ni siquiera podía jurar que fueran
correctas, de hecho, cada vez se le escapaban más de las
manos. ¿Eran la misma persona? ¿Podrían serlo
siendo a la vez tan distintos? ¿Y cuánto de culpa tenía
ella?
Albus Dumbledore repasaba las imágenes en su
pensadero. Llevaba más de una hora dándole vueltas a la
cabeza. Tenía información por todos lados, pero no era
capaz de unirla, de averiguar quién era el que mentía y
si lo hacía, el porqué.
No sabía que pensar
al respecto de lo que estaba ocurriendo. ¿Y si se estaba
equivocando? ¿Y si había puesto demasiada confianza en
algo que sabía que era su última carta? ¿Cómo
podía estar seguro del poder mental de esa persona? La
confianza...ese sentimiento había sido a la vez bendición
y maldición, su mayor virtud y su peor defecto...si fallaba,
no sólo el mundo mágico estaría en peligro, sino
todo aquello en lo que había creído. ¿Era el
poder de la oscuridad tan fuerte? La única persona que podría
responder a ello todavía no se había manifestado ante
él, pero sabía que no tardaría en hacerlo.
Si
pudiera hurgar en el pasado, presente y futuro...si pudiera hallar
sus respuestas. Pero no, el destino, el maldito destino estaba
escrito y existían las contadas personas que lo podían
llegar a cambiar. Muy pocas...y quizás, él había
puesto su fe en las equivocadas. No tenía ningún motivo
para confiar en ellas, no tenía ninguna seguridad de haber
llegado a sus corazones, de acariciarlos, de tocarles el alma, y sin
embargo, había creído en ello.
No podía
cometer más errores, casi había logrado la muerte para
Christine y con ello, hubiera causado más dolor del que
pretendía empequeñecer.
¿Pero de qué
otra forma podía haber hecho las cosas? No existían más
soluciones, más medidas drásticas de las que ya
proponía. ¡Qué injusta llegaba a ser la vida para
algunos! ¿Por qué condenar a esos pocos...elegidos, por
un bien mayor? ¿Les devolvería la vida lo que les
arrebató? No todo, eso, lo sabía.
Llamaron a la
puerta tres veces. Su visita había llegado, justo cuando sus
pensamientos fluían con mayor claridad. Lentamente, guardó
la vasija de piedra en la estantería de detrás del
escritorio y permitió el paso.
-Adelante. un muchacho de
dieciséis años, de pelo negro azabache y muy revuelto,
ingresó en el despacho. Llevaba la túnica del colegio y
con ella puesta habría parecido un niño, de no ser por
los ojos tan marcados que se descubrían detrás de unas
redondas gafas de montura.
-¿Llamaba, señor? su
voz era educada, pero fría.
-Sí, pasa Harry, por
favor, siéntate. el director indicó la silla que tenía
justo en frente, donde hacía menos de un año le había
rogado la misma petición, aquella vez, para tratar un tema muy
distinto.
-Usted dirá. dijo el joven adoptando una
postura despreocupada, pero correcta. Dumbledore se levantó de
la silla y paseó, replanteándose la situación,
hasta la ventana. Igual que a Christine, le gustaba mirar el paisaje,
le proporcionaba paz y bienestar.
-He creído oportuno
informarte de algo. Harry aguardó interesado. Anoche ocurrió
un suceso inesperado... el anciano cerró los ojos
visualizando la escena con la que se había encontrado esa
misma mañana, cuando los aurores del ministerio le habían
llamado.
-¿De qué se trata? Dumbledore se dio la
vuelta y perforó a Harry con la mirada, sin embargo, se
encontró con un muro de piedra, su mente era imposible de
atravesar.
-Kreacher ha muerto. aguardó el golpe. No sabía
exactamente como se lo tomaría el muchacho. Había
tantas posturas que podía adoptar y lo había encontrado
tan cambiado en las últimas fechas que podía esperar
desde que se quedara mudo hasta que comenzara a destrozar el despacho
como un loco. Pero lo que jamás se esperó fue que una
leve sonrisa apareciera en su rostro, para luego desaparecer
inmediatamente, ¿lo habría imaginado? Porque cuando
volvió a mirarle, el rostro de Harry no emitía ni un
atisbo de satisfacción, sino la más inquietante de las
seriedades.
-¿Cómo ocurrió?
-En
realidad...todo apunta a un suicidio. Dumbledore carraspeó y
continuó hablando. Lo encontraron fuera de Grimmauld Place,
en el Callejón Knockturn y parece que hechizó con sus
dotes mágicas una espada, para cortarse la cabeza.
-Bueno...siempre quiso morir así. Harry se encogió
de hombros indiferentemente. Era como si no le importara, como si no
le conmocionara en absoluto, como si no fuera capaz de sentir... Sus
ancestros estarán orgullosos...murió como un auténtico
elfo doméstico de los Black. el director no respondió
inmediatamente. Volvió a girarse en dirección a la
ventana y perdió sus ojos en el cielo azulado. El clima había
vuelto a ser cálido y la primavera llamaba a las puertas.
-Dime una cosa Harry...¿te alegras de la muerte de
Kreacher? el muchacho, que ya se esperaba una pregunta como aquella,
sonrió interiormente.
-¿Quiere que sea
sincero?
-Completamente.
-Está bien, lo seré.
el director esperó. Sí, me alegro
mucho...
-Entiendo... un dolor interior en el pecho comenzaba a
adueñarse del anciano. ¿Sus sospechas se estaría
confirmando? ¿Se habría dejado el chico engatusar por
el ángel negro? Después de todo...¿cómo
podía estar seguro de que un muchacho de dieciséis
años, sometido a tantas presiones no se dejaría
arrastrar a la oscuridad? Pero se parecía tanto a James...era
imposible que eso ocurriera, no Harry, no, pese a la muerte de
Sirius. Harry...¿le pediste a Christine que asesinara a
Kreacher? el chico que esa pregunta sí que no se la esperaba,
abrió ligeramente la boca sorprendido.
-No. respondió
inmediatamente y más rápido de lo que habría
deseado, no había parecido nada convincente.
-¿Estás
seguro?
-Completamente. Dumbledore oscureció sus ojos,
Harry nunca lo había visto tan serio, se parecía mucho
al hombre del Departamento de Misterios, como cuando se había
enfrentado a Voldemort, irradiaba una fuerza inimaginable.
-¿Cómo
puedes estar tan seguro?
-Porque... siseó Harry y pese a
como vestía, su voz no se asemejaba para nada a la de un
estudiante...si hubiera deseado que Kreacher muriera...lo habría
matado con mis propias manos. Era un confesión, pero,
evidentemente, Dumbledore no sabía nada de aquello. Era
matemáticamente imposible que un alumno del colegio se
presentara en el callejón Knockturn, a altas horas de la
madrugada, cometiera un asesinato, preparara un suicidio y regresara
a su cama sin que nadie se diese cuenta de su ausencia y burlando
todas las medidas de seguridad impuestas en el castillo.
Pero
para el director aquella noticia suponía un shock muy grande.
Harry le estaba diciendo que si tuviera la oportunidad, él
mismo habría acabado con el elfo.
-Quisiera hacerte una
pregunta. Es un tanto personal. aclaró el anciano. ¿Sabes
utilizar las maldiciones imperdonables? Harry le miró
fijamente, pero no mostró ningún signo anormal en su
rostro, que denotara preocupación por el interrogatorio.
-Las
estudiaremos este trimestre en clase de Defensa Contra Las Artes
Oscuras. respondió. La profesora Byrne nos lo dijo a
principio de curso. No obstante, Barty Crouch nos las mostró
cuando cursábamos cuarto.
-¿Christine no te las ha
enseñado en sus clases?
-Todavía no. explicó
Harry. Hemos estado con la Oclumancia y la Legeremancia. Aún
no soy capaz de introducirme en la mente de alguien, aunque me he
acercado bastante. Y también me ha ayudado en todas las
asignaturas, sobretodo, Pociones.
-¿No has ejecutado nunca
una maldición imperdonable? el director le miró a
través de sus gafas de media luna, tan inquisitivamente, que a
Harry le pareció que lo perforaban con rayos X. No obstante,
la pregunta era un tanto comprometedora, pero decidió ser
sincero. Su yo, Harry Potter, sí había ejecutado una
maldición imperdonable, en una única ocasión.
Evidentemente, su otro yo las ejecutaba en cada ataque.
-Una
vez. el director pareció muy sorprendido con aquella muestra
de sinceridad. Contra Bellatrix Lestrange...pero no
funcionó.
-¿Sabes porqué?
-Ella me lo
explicó. confirmó el muchacho. Tenía que
desear hacer daño y yo sólo estaba
enrabietado...por...la muerte de Sirius.
-Harry, Dumbledore
adoptó un tono solemne. tal vez te parezca una
interrogatorio, pero créeme que tengo mis razones. Me gustaría
que fueses sincero...¿serías capaz de realizar una
maldición imperdonable ahora?
-¿Por qué lo
pregunta? quiso saber el muchacho. Dumbledore ya sabía que su
curiosidad sería más fuerte que sus respuestas.
-Porque
después de conocer el contenido de la Profecía...debes
pensar que necesitarás aprenderlas...
-Tiene razón.
corroboró Harry. Lo pienso. Aún así...
-¿Aún
así?
-Aún así creo que estará de
acuerdo conmigo que en que no podré utilizarlas contra
Voldemort...
-¿No te ves con el suficiente valor para
realizar la maldición Avada Kedavra con nadie? Entiendo...
Dumbledore suspiró, pero antes de que pudiera continuar, Harry
le interrumpió.
-No se trata de eso...pero usted sabe que
no se puede matar a Voldemort con esa maldición. por un
momento, pareció que el rostro del director asomaba una
expresión de miedo.
-¿Por qué piensas
eso?
-Porque...no funcionó una vez. aclaró el
chico. Voldemort recibió el impacto de la maldición
cuando trató de matarme, pero no murió...
-Porque él
ha tomado muchas precauciones contra la muerte. explicó el
director. Tienes razón, no se le puede matar de esa manera.
De hecho, Harry, aún no he encontrado la forma de hacerlo.
-La
encontrará. la voz del chico sonaba tan segura que el
director pensó que tenía exceso de confianza en él.
No obstante, todavía no entiendo porqué ha sacado este
tema. Ha dicho que Kreacher se suicidó, así que...
-Eso
es lo que piensan en el ministerio, no obstante, yo no lo creo.
Dumbledore caminó de un lado a otro del despacho, con la
cabeza gacha, recapacitando. Harry, los aurores del ministerio no
saben de la existencia de la Orden del Fénix, únicamente
Amelia Bones está al tanto y ella está de acuerdo
conmigo en el que Kreacher no se arrebató la vida por si
mismo. Ellos no saben la identidad del elfo, así que el
Departamento De Regulación y Control De Las Criaturas Mágicas
se está encargando de averiguar porqué un elfo
doméstico se quitaría la vida. Sospechan de que alguna
familia de magos le dio la prenda y éste, al verse
desesperado, se suicidó. Evidentemente, han aparcado el tema.
Con la guerra todo esto parece algo secundario, sin embargo, tanto tú
como yo sabemos que no lo es. el director se detuvo y se apoyó
en la mesa del escritorio. Kreacher pasó información
al Lado Oscuro, pero no pudimos acusarle porque la información
no era confidencial. No era ningún secreto que la persona más
importante para Sirius Black eras tú y que tú lo
querías en una mezcla de padre y hermano. Así que sólo
la Orden puede indagar sospechas acerca de él. De hecho,
algunos miembros teníamos recelo de que continuara con sus
malos hábitos y siguiera en contacto con Narcisa Black. Harry
sonrió interiormente ante este comentario, él y
Christine lo sabían desde mucho antes. Lo cual nos lleva a
tres hipótesis: o fue castigado por los propios seguidores de
Voldemort por no haber conseguido información, o realmente se
suicidó o alguien tomó venganza... esto último
lo dijo en un tono misterioso, que a Harry no le agradó un
pelo.
-Bueno...yo me decantaría más porque lo
asesinaron los mortífagos. Era un elfo estúpido y poco
útil, así que se deshicieron de él... Harry
trató de que su voz sonara como la de un adolescente normal,
pero no lo logró. Se había puesto a la defensiva.
-Quiero que me digas una cosa, Harry... susurró el
director. Si tuvieras poder para matar a Voldemort...¿Lo
harías? ¿Irías a buscarlo tú en vez de
esperar a que él viniera? el muchacho ensombreció el
rostro, pero el director también se había puesto muy
serio.
-¿Lo haría usted? Si pudiera...¿mataría
a Voldemort?
-Sí. respondió Dumbledore con total
sinceridad.
-Entonces usted mismo ha respondido por mí. el
anciano tenía el rostro desencajado, pero no dio muestra
alguna de ello. Su porte siempre estaba ahí para ayudarle.
-¿Por qué? Harry, que no se esperaba aquella
pregunta, se levantó de la silla y apoyó ambas manos en
la mesa, con una expresión de determinación en el
rostro.
-Porque él mismo llama a gritos que lo detengan,
porque se la está buscando, jugando el todo por el todo,
porque su soberbia no le deja ver más allá de lo que
podría haber sido, sin necesidad de destruir familias y
familias. Porque ha desafiado a la muerte y no se da cuenta de que
está ante las puertas de ella, porque me ha buscado y me ha
encontrado. ¿Venganza? Sí, puede llamarse así,
pero no era justo que matara a mi familia, no tenía derecho a
ir aquella noche a mi casa, no tenía derecho a lanzar la
maldición contra mi padre y a reírse de las súplicas
de mi madre, no tenía derecho a arrebatarnos tantos momentos
de vida. se dio cuenta de que respiraba entrecortadamente, pero no
le importó. Me dejó vacío...fue su ego, su
arrogancia lo que le llevó hasta mi casa, porque de no haber
asesinado a mi familia yo jamás habría tratado de
destruirle, me habría olvidado de esa Profecía, él
mismo la creó y él mismo la está cumpliendo. Por
Sirius, por mis padres, por mis amigos, por mí...y por todas
aquellas familias a las que destroza, a las que deshace, si tuviera
el poder para destruirle, lo haría, lo mataría.
-El
ojo por ojo nunca ha sido la mejor manera...Harry.
-No me ha
entendido. replicó el muchacho. Yo no lo mato por el mero
hecho de matar...yo no busco tener un nombre inscrito entre las
páginas de un libro...yo no le temo a la muerte. Pero no
podría permitir, teniendo un poder que pudiera acabar con todo
esto, que él siguiera extendiendo su horda de terror, que
siguiera cobrándose vidas...vidas inocentes...vidas humanas,
¿QUIÉN ES ÉL PARA JUGAR A SER DIOS CON NADIE?
Jamás, si hay algo que esté en mi mano para detenerle,
lo haré...aún asumiendo las consecuencias.
-Lo
hay. aseguró el director. Sólo tienes que buscar
dentro de tu corazón. Cuando lo encuentres...ese día
será el elegido...ese día, Voldemort perecerá.
Harry y Dumbledore se quedaron unidos por sus miradas de
determinación. Ambos sujetos por una causa que
mayoritariamente les incumbía a ellos: el destino del mundo
mágico.
