Olasss! He vuelto! Rápido verdad? Jajajaja. Bueno, agradeceros vuestros reviews y vuestro apoyo y espero q disfrutéis de este capítulo. Es un capítulo muy importante en la historia, así q os dejo leer!

Reviews:

Ginnyalis: Gracias! Me alegro q te haya gustado, y sí, me fue genial!

Fweasley: Olass! A ver, siempre he dicho q un fict con críticas en un fict donde la gente se interesa por él, así q te lo agradezco, aunque no comparto tu opinión. Para empezar, no creo q se vean muchos arcángeles por los demás ficts, con lo cual la dinámica del mío y del de los demás ya cambia, porque sólo yo sé lo q pueden llegar a hacer y creeme q es mucho. Y la trama, precisamente ahora, está mucho más rápida q anteriormente, antes de Navidad, porque ahora es cuando viene toda la acción. Si recuerdas los primeros capis, lo entenderás. Besos!

D.Alatriste: Olass! Me alegro q te haya gustado. Umm, a ver, Harry no está tirando su vida por la borda inútilmente, lucha por algo y si lo consigue, sabe q volverá a ser feliz. Es cierto q es un Harry más frío y duro y q sí, el ángel negro lo ronda continuamente, pero ya veremos como Harry, tarde o temprano, va a sentir remordimientos. Causa número uno, q Ginny sigue estando ahí para recordarle q es humano. Y bueno, no te preocupes, q ya verás como se van a arrepentir de haber dicho tantas necedades sobre él. Besos!

(-): Gracias!

Verónica: Muchas gracias! Me alegro q me hayas dejado un review!

Hermiwg: Gracias a ti por tu review!

Aidee: Olass! Me alegro q t haya gustado. Yo atreverme a dejar a Harry solo? Como puedes pensar eso de mí? Ajajajajajajaj. Queda todavía bastante para el final, así q poco a poco habrá q ir esperando, pero vamos q solo solo tampoco. Besos!

RebelleBlack: Me alegro q te guste! Harry tiene a Christine y a Emy para hablar, no está solo. Y bueno, Dumbledore también es uno de los candidatos a enterarse de qien es, pero ya dije q solo una persona lo descubriría antes del final. Dew!

Slow Death 182: Muchas gracias! Me allegro q te haya gustado, como ves, he intentado no tardar mucho. Besos!

Scorpia: Olasssss! Ves como no han sido dos semanas? Solo una y un poquito, jaja, me he dado prisa para escribir. Ummm, me alegro q te guste el fict. Y bueno, quizás es algo más adulto, pero es q no tengo 13 años, ajjajaaj. Mi edad ya no permite escribir tan infantil. Dew!

Kaily: Olasssss! Siiiiiiii, me lo he pasado genial en Cordoba, es una ciudad preciosa y la gente es estupenda. Y BUENO, no he tardado en escribir en cuanto he llegado, jajajja. A ver, Harry ha estado a un pelo, jajaj, eso demuestra q sigue siendo humano, lo cual es bueno. Y umm, nops, no contestare a si mataré a alguno de los dos, ajajjajaj, ni tampoco a si quedarán juntos, sorry! A ver, q se comporten asi c on harry tiene su logica puesto q no saben nada, jajaj, y hay muchos candidatos para enterarse. Lo siento, pero sí, todavía queda un poqillo para q se entere esa persona y para el final...umm, unos 17 o 18 capis, supongo. Besos!

Usagi-Chan: Olass! Me alegro q te haya gustado. Me lo pasé genial en Cordoba con mi amiga, ajajaj, así q vengo con ganas. Y bueno, no, no suelo jugar a videojuegos, jaja, pero espero q disfrutes ese nuevo q han casado. Dew!

Catalina: Tiempo al tiempo, ajajjajaj, la intriga a veces es buena...besos!

Magusai: Olass! Mas rapido?' Ufffff, q no soy una maquina de escribir, jajajajjjaja. Piensa q son muy largos y escribir tanto en poco tiempo es casi imposible, no obstante, lo intentaré. Me alegro q te guste. Besos!

Manuel.Manny: Olasssssss! Jaja, yo sufrir? Jajaaj, q va, si eso no sé hacerlo, ajajajaajajaj. Espero q no me demandes por daños, aaaajajjajajaj. Sí, ya ves q estoy actualizando rápido, jaajjajaj y sí, no te preocupes, q batallas qedan como pelos en la cabeza. Dew!

Paola: Olas! Vaya por dios, espero de verdad q te mejores. Y no te preocupes por los reviews, tu a cuidarte. Besazos!

ATH: Olasss! Muchas gracias! Me alegro q te guste mi fict. Perdona again por lo de Ravenclaw, jajaj, si lo pongo es porq no me doy cuenta. Por el quidditch no te preocupes, todavía queda, pero tampoco qiero poner algo excesivo, es lo q menos me gusta de todo y hay demasiadas cosas pendientes por pasar como para entrenerme y bueno, las batallas, jaajajaj, ufff, yo ya creo q las detallo demasiado, pero lo tendré en cuenta. Dew!

Mariet malfoy: Olassss, jajaja, sí, yo me uno a ese club, creo q son un poco estupidos, no? Jajajajj. Bueno, a ver, pues al fict le quedan unos 15 o 16 capis, no sé exactamente. Besos!

Alucard: Olassssss! Me alegro q fuera bien. A ver, dudas, jajajajajaj. El pub, por supuesto q lo dejan entrar. El portero es muy amigo de Harry, bueno, del salvador, ya ha estado muchas veces ahí y claro, ya lo conoce de sobra. Ya ha estado tantas veces q es un cliente habitual y saben q no es un mortifago. Te gusta lo de Cho? Ajajaj, bueno, algo tenía q poner. A ver, el angel negro seguira rondando a Harry y puede q hasta a Chris, creeme. Y bueno, siento decirte q el trio estara separado el resto del fict, lo siento. Bueno, me lo pasé genial, la verdad, jaajaaj. Besos!

P-Potter: Gracias!1 Hago lo q pudo, pero tampoco tardo tanto, ajajajaj.

Skuld Potter: Olass! Gracias! Ya ves q no he tardado mucho!

CAPÍTULO 32: LA SALA DE LAS ALMAS.

El cielo lloraba. La inminente aparición de la primavera asomaba la cabeza para recordar que Febrero ya caía y que Marzo traería las flores. Gotas de lluvia mojaban los cristales de los grandes ventanales del castillo. No soplaba un excesivo viento, así que el rasgueo del agua era lento, suave y melodioso.
Las nubes cubrían el cielo, pero no era una tormenta de rayos y truenos, únicamente, alguna que otra luz se mostraba al final del horizonte, iluminando con brevedad el comienzo del bosque prohibido y reflejándose en el lago, como si de un espejo se tratase.
Christine estaba en su habitación. No hablaba mucho. De hecho, hacía un tiempo que se había acomodado a un claro silencio, donde las palabras que decía era pocas y precisas, para que no tuviera necesidad de repetirlas.
Harry intuía que su comportamiento tenía mucho que ver con la última conversación seria que habían mantenido, pero sobretodo, por algo relacionado con el profesor Lupin.
Como cada vez sentía más las emociones ajenas, podía advertir como un remolino de chispas en las ocasiones que ellos estaban cerca, como si fueran a quemarse si se aproximaban demasiado el uno al otro, como si hubiera pasado algo...y algo muy dentro de él, le decía que así había sido.
Pero aquel último fin de semana del mes estaba siendo un tanto aburrido. No se habían producido más ataques desde el comienzo del mes de Febrero y al parecer Voldemort tenía la cabeza en otra parte, puesto que no habían habido noticias de que se fuera a producir otro.
Poco sabían ellos de los planes del Señor Tenebroso. Porque si Harry hubiera previsto los acontecimientos que iban a suceder unos días después, hubiera removido cielo y tierra para encontrarlo y darle muerte, aunque eso significara enfrentarse a todo el ejército de mortífagos que poseía.
Se llevó la mano a la cicatriz una vez más. Ésta, llevaba toda la semana emitiendo un leve tintineo, Voldemort estaba furioso y eso a él, le proporcionaba una enorme satisfacción.
-¿Te duele? Christine, que estaba mirando por la ventana como otras tantas veces, no pasó por alto la mueca de dolor del muchacho.
-Está furioso. respondió Harry frotándose la cicatriz con la palma de la mano.
-¿Y qué esperabas? ¿Qué te mandara flores después de lo que hiciste? Christine sonrió sinceramente como hacía mucho que no sonreía. Estaba muy orgullosa y satisfecha por como se estaban desarrollando los hechos. Su plan iba a las mil maravillas y eso, en ocasiones, le producía un gran temor. Sabía que el final estaba cerca.
-Lo entiendo. aseguró Harry con una sonrisa maliciosa en el rostro. Y esto...sólo el es el principio.
-Tienes muchas ganas de acabar con él.
-No sólo con él. rectificó el muchacho. Antes quiero venganza. Quiero que todos paguen por lo que le hicieron a Sirius...primero fue Kreacher y luego serán otros... la profesora se dio la vuelta bruscamente y lo miró con seriedad.
-Cuidado... replicó...porque te estás dejando arrastrar por un sentimiento demasiado profundo y...peligroso. Harry suspiró, se frotó los ojos con las palmas de las manos y la miró sin expresión en el rostro.
-Lo sé. A veces no sé lo que me ocurre. Es sólo que...aún siento tanto dolor en mi interior...
-Lo lamento. aseguró Christine. Pero me preocupas. ¿Sabes? En todo este tiempo únicamente viví pensando en la venganza...en que hallaría la manera de matar al asesino de mis amigos... y sin embargo ahora... Harry se puso en pie y se acercó a ella.
-Lo he notado. Ya no hay ningún sentimiento de venganza en tu interior...sólo el deseo de salvar a otros tantos del dolor que sientes por dentro... La profesora, que había ocultado el rostro entre sus manos, le miró algo molesta.
-No me gusta que utilices tu capacidad conmigo...detesto que los demás sepan como me siento...
-¿Y cómo me siento yo? ¿Eso lo sabes?
-Sabes perfectamente que sí. Christine parecía enfadada. Y también has perdido ese deseo de venganza...¿me equivoco? Harry soltó una expresión vehemente y se dio la vuelta enfadado.
-¡Joder, no! ¡Esto no tiene que ser así! apretó los puños con rabia, sino se tranquilizaba los tarros de pociones que la mujer guardaba en las estanterías, comenzarían a reventar. ¡No puedes hacerme esto! No extraigas los pocos sentimientos que afloran en mí al exterior...no hagas que me sienta culpable por la muerte de ese asqueroso elfo doméstico porque entonces no podré continuar... Christine avanzó hasta él y le puso las manos sobre los hombros, obligándole a que sus miradas se conectaran.
-Lo hizo Emy...y tú lo sabes...ella te habló de otra cosa, te hizo ver la realidad de otro modo...eso no cambiará tu forma de luchar ni hará que tu espada tiemble a la hora de apuntar a tu enemigo...
-Tienes razón. confesó Harry con la voz queda. Emy me enseñó a que la mejor forma no estaba siempre en la punta de... se detuvo. Acababa de comprender algo, de recordar algo. ¡Chris! ¡Es lo mismo que me dijo tu madre en el Callejón Diagon! Me dijo...que la solución no estaba siempre en la punta de una varita... Christine lo soltó y regresó a su posición, al lado de la ventana.
-Mi madre es un arcángel muy poderoso...de los más poderosos que existen y tiene más habilidades de las que comparte. Si ella te dijo eso, es porque ha hurgado en tu interior...ha hallado la respuesta mucho antes que nosotros. Chirs se sentó en el alfeizar de la ventana y le sonrió. Emy puede ver el pasado, presente y futuro...lo cual, quiere decir, Harry, que ella ha podido ver algo que nosotros no sepamos...Pero el tiempo lo dirá todo. Estoy segura de que las cosas ya están marcadas, ya están escritas y que saldremos adelante...¿sientes la muerte de Kreacher?
-No. Harry cerró los ojos. Durante el verano lo detesté, a él, a Bellatrix, a Snape, a Colagusano...incluso a Dumbledore. Sólo sentía odio en mi interior y llegué a la conclusión de que existen las personas malas y las personas malas a la fuerza. Matar a Kreacher me resultó un tremendo placer, porque sé que actuaba a través de Sirius, sé que lo hacía por él y no por mi dolor. Kreacher era malvado de naturaleza, lo que dijo Dumbledore es verdad, era lo que los magos habían hecho de él, pero ya no había ninguna solución. Por eso lo maté. Lo mismo, para Bellatrix Lestrange. Una persona que disfruta torturando a otra, burlándose del sufrimiento de los demás, matando vidas por el simple placer de hacerlo...esa persona no merece mi piedad, no flaquearé al apuntar, no lo haré.
-Te entiendo. aseguró Christine. Y créeme, que sientas eso...no te convierte en un asesino.
-Pero lo soy. Harry giró el rostro hacia un lado, no deseaba ver ningún gesto en la cara de su profesora que le confirmara aquello. Y lo llevaré siempre conmigo...
-A veces hay que hacer sacrificios, Harry, es injusto, pero nosotros no provocamos esta guerra. Si no luchamos, perderemos y entonces más gente inocente morirá. Todas las guerras son inútiles.
-Voy a matar a ese cabrón, Chris, te lo juro. Y voy a hacerlo porque nos ha arrebatado la oportunidad de tener una vida maravillosa y la sigue arrebatando... Christine no respondió. Sabía muy bien lo que corría por las venas de Harry, ese sentimiento tan fuerte que ella misma había experimentado al ver como aquella niña del ataque levantaba la varita para vengar a su padre. Ahí es donde Emy le enseñó el verdadero camino, ahí es donde decidió realizar su sacrificio. La Unión siempre sabía qué decir o lo que hacer. Se notaba que había vivido experiencias muy duras que la habían hecho crecer, madurar, ser una mujer mucho más fuerte. No había nadie que pudiera ocupar su lugar mejor que ella, porque ella era sencillamente, muy especial.
-Sabías palabras... ambos se dieron la vuelta hacia una pared de la habitación. Allí, apoyada sobre un hombro, con el rostro ensombrecido, se encontraba Emy, como si los pensamientos de Christine hubieran llegado hasta ella.
Los dos se quedaron sin habla. La profesora porque no esperaba una irrupción tan brusca y porque no había sentido su presencia y Harry por volver a verla, no creyó que lo volvería a hacer.
Al parecer, la Unión encontró muy divertido la incredulidad que mostraban sus rostros, porque avanzó un par de pasos para que la luz de la habitación la bañara.
Iba preciosa. Llevaba puesto un vestido largo y blanco de tirantes. Le cubría una capa negra y el pelo le caía sobre los hombros. Sonreía, ella siempre sonreía.
-¿Sorprendidos? preguntó graciosamente.
-¿Ha pasado algo? Christine fue la primera en reaccionar y se mostraba muy nerviosa. Emy no solía aparecer sino se requería de su presencia.
-En realidad...no. soltó una carcajada y se acercó hasta donde estaba Harry, que tenía la misma sensación que siempre: que la conocía de antes. ¿Cómo estás, mi niño? le preguntó acariciándole el pelo.
-Bien...Emy...yo... la mujer le cogió ambas manos con la cara y ensanchó su sonrisa.
-Lo sé. Sé lo que sientes y ya sabes mi respuesta. Te la di aquel día en Londres. le soltó la cara y se dirigió hacia la ventana, caminando con mucha gracia. La abrió de par en par y respiró el olor a tierra mojada. Había cesado de llover, ahora parecía que el sol no tardaría en aparecer. Se quedó contemplando unos instantes el arco iris que asomaba por el horizonte.
Harry y Christine se miraron el uno al otro. Se sentían incómodos en aquella situación, era como si estuvieran en clara desventaja en torno a Emy, ella siempre parecía saber más de lo que decía. Por supuesto, Harry habría deseado con todas sus fuerzas que su profesora se esfumara de la habitación y así poder quedarse a solas con la Unión. Tenía muchas preguntas que hacerle, pero sobretodo, necesitaba disfrutar de su presencia.
Por su parte, Christine realmente temía cada encuentro con ella. El último había propiciado su rendición al amor de Lupin y estaba aterrada ante la posibilidad de que la mujer la atormentara mucho más y que terminara por quebrar lo poco que ya quedaba de su máscara.
Emy pareció notar la tensión en el ambiente, así que se apoyó de forma grácil en el alfeizar de la ventana y se les quedó mirando, evaluando sus pensamientos. Sentir sus emociones, la hizo sonreír de nuevo. O quizás era que Emy siempre sonreía.
-Veo que no pasaremos mucho timpo hablando. ¡Os habéis quedado mudos!
-Perdona que te lo recuerde... empezó Christine. ...pero tus apariciones siempre han venido presididas de algo...¿vuelve a estar en peligro el equilibrio? Realmente, la profesora no entendía el porqué la Unión estaba tan contenta cuando el mundo amenazaba una terrible tragedia, a causa de la guerra. Pero nada parecía poder quebrar el nuevo mundo de Emy, en el que, obviamente era feliz. Envidió terriblemente la forma en la que se acariciaba su barriga, recordaba haberlo hecho numerosas veces, cuando esperaba a Alan y cuando compartía sus nervios con Lily. Lily...ahora que lo pensaba...Emy se asemejaba mucho a ella...
-El equilibrio, está en continuo peligro en este mundo. respondió la Unión. Así que tendré que seguir rondando por aquí durante un tiempo... Christine se dirigió a una silla y se sentó, sin dejar de observar como su amiga masajeaba la barriga, tan apaciguadoramente, que se habría quedado dormida allí mismo. Harry, por el contrario, se acercó más a ella y se sentó a su lado en la ventana.
Emy quizás notó algo, porque dejó de prestar atención a su barriga y le pasó una mano por los hombros, tal y como Sirius solía hacerlo. Igual que había pasado con Lupin, Harry se sobresaltó y en un acto reflejo se levantó bruscamente, pero Emy no lo dejó ir.
-Tranquilo...no pasará nada.
-Yo... el chico la miró avergonzado por su conducta, pero no fue capaz de explicar el porqué. Lo...siento.
-Lo sé. ella lo abrazó con un solo brazo y Harry no opuso resistencia, apoyó la cabeza sobre el pecho cálido de la mujer y cerró los ojos un instante, saboreando el olor a lavanda que ella transmitía y sintiendo como si su propia madre le estuviera acariciando el pelo de la misma manera.
Christine se mordió el labio inferior y se levantó de la silla bruscamente. Se acercó a zancadas hasta el muchacho y lo cogió de un brazo, apartándole de ella.
-¡Ya es suficiente! Emy no dijo nada, pero aquella vez, no sonrió. Harry miró a su profesora cargado de ira.
-¿Qué es lo qué ocurre?
-¿Quieres que volvamos a empezar de cero? gritó Christine enfurecida. Porque te recuerdo que sigo teniendo el maravilloso poder de viajar por tus recuerdos, así que no me calientes, Harry, porque podrías volver a encontrarte en una situación desesperada y lo sabes. Fui benevolente contigo cuando el profesor Dumbledore te impuso el castigo y te ayudé, pero otra cosa es que vuelvas a convertirte en el niño débil que eras.
-¡Basta! ¡Cállate, no quiero seguir escuchándote! Harry se tapó los oídos con las manos y cerró los ojos, pero eso no impidió que las palabras atormentadoras de Christine llegaran a su interior.
-¿Quieres abrazos, cariño, comprensión? ¡Porque si es así tómalos y muere! ¡Porque eso es lo que ocurrirá! ¿Me oyes? ¡No empecemos con sentimentalismos absurdos! ¡Si tanto te atormenta el convertirte en un asesino, jódete, porque esto así! ¡Tú eres el único y repito, el único que puede acabar con Voldemort, falla y todos morirán! le cogió de un brazo fuertemente, obligándole a dejar de taparse los oídos y añadió: ¿Quieres ver lo que les puede pasar a Ron, a Hermione o a Ginny? ¿Quieres que te muestre su muerte tan dolorosa si no los salvas? ¡Basta de gilipolleces! ¡Estoy cansada de que juegues a ser un niño pequeño que está asustado y quiere refugiarse en los brazos de su madre! ¡Aunque te pese Harry, tus padres están muertos! ¿Entiendes? ¡MUERTOS! ¡Y no van a volver! ¡Sustituirlos es absurdo!
-¡BASTA! Harry sintió como la garganta se le desgarraba de dolor, pero no quería abrir los ojos, no quería que Christine le llevara a ver la muerte de sus amigos, no podía.
Una mano sujetó el brazo de la profesora y la miró con reprobación. Al instante, el rostro de Christine palideció y soltó el brazo de Harry, tapándose la cara con las manos.
-¡Oh, Dios! murmuró angustiada.
Emy cogió las manos de Harry y le destapó los oídos. El chico, que temblaba a convulsiones, abrió los ojos y la miró asustado. Ahora se sentía pequeño, no parecía la misma persona que estaba salvando el mundo mágico, pero a veces, sus debilidades de ser humano podían con él. "Ese es el problema, que todavía soy humano" Se recordaba a sí mismo las palabras de Christine, si quería vencer a su enemigo no podía quedar nada de humano en él.
-Está bien, es suficiente los dos. Emy habló con una voz fría, calculada, que poco se asemejaba a la que Harry había escuchado minutos antes. Estáis muy nerviosos y decís o hacéis cosas que no queréis.
-¡Mentira! exclamó Harry enfurecido. ¡Ella tiene razón! señaló a Christine pero como quién señala a un parásito al que no se desea ni ver. Y ella lo notó. ¡Es verdad, quiero tener a mi familia, quiero que esto termine, estoy HARTO! estaba tan furioso que la cicatriz de su frente saltaba en leves tintineos. Le escocía tanto que hacía terribles esfuerzos por mantener el ojo abierto.
De pronto, Emy se llevó una mano a la frente, justo en el mismo sitio donde Harry tenía su cicatriz y se la restregó.
La mujer se acercó a él y le puso ambas manos sobre la frente. Las manos frías de la Unión le aliviaban el sofoco que sentía en la cabeza y segundos más tarde, todo el dolor desapareció.
-¿Cómo...? Harry no entendía lo que había pasado.
-No tiene importancia. ahora la voz de Emy volvía a sonar dulce.
-Siento haberme puesto así. se excusó Christine. Su voz, en cambio, seguía resultando áspera y helada. Me he dejado llevar por las ganas de que esto termine.
-Quiero que tratéis de sobrellevar la situación lo mejor posible. Emy habló mirando a los dos. El camino hasta el final es muy largo y laborioso...lo sé por experiencia y también sé, como os sentís ambos. Lo peor que podéis hacer ahora es renegar de vuestro corazón. Tú, Christine, deja de luchar contra tus sentimientos, te has dado cuenta de que no puedes seguir frenándolos, no ahora, no en este momento. la profesora miró a su amiga, pero no le contestó. Sabía de lo que hablaba, pero prefería hacer como si no lo hubiera escuchado. Y tú, Harry, deja de vivir en el pasado...esto te ha tocado y esto debes afrontar. No hay marcha atrás. Si lo haces, quizás algún día encuentres aquello que más deseas.
Tanto Harry como Christine asintieron. En ese momento, un gorrión entro volando como un rayo por la ventana.
-¡Maldita sea! masculló Christine y cogió una escoba que tenía cercana al armario y la levantó.
-¡No, por favor! Emy alzó un brazo y una ola de energía impactó en la escoba, que salió disparada por los aires y se estrelló en la estantería, propiciando que un número considerable de libros, cayera al suelo. El gorrión, asustado por el escándalo, volvió a salir volando por la ventana.
-No...no iba a hacerle daño. titubeó Christine mirando todo el desorden, sin comprender porqué la Unión se había comportado así. Harry, simplemente abrió la boca, anonadado del poder de la mujer.
-Disculpad. susurró Emy sentándose avergonzada en una silla. ¿Conocéis...la historia del niño recién nacido y el canto de los gorriones?Harry y Christine negaron con la cabeza interesados y ambos tomaron asiento en diversas sillas, al lado de la Unión. Es una historia muy antigua...de los Hebreos... Harry estaba deseoso por oír hablar a Emy, se notaba que ella sabía muchas cosas y le encantaba sentarse a oírlas. Christine sabía que a su amiga le encantaba leer y que había leído infinidad de libros. Ellos creen, que en el cielo, la mansión de Dios tiene muchas salas...y una de esas salas, es la Sala de las Almas. Se llama, El Gaf. Dicen, que cuando nace un niño, su alma procede de aquel lugar y cuando el alma desciende del cielo, sólo los gorriones pueden verla...y por eso cantan.
-¿Si se oye cantar a un gorrión se sabe que un niño está a punto de nacer? preguntó Harry anonadado. Emy sonrió y asintió.
-Quiere decir, que su alma está descendiendo del Gaf y que viene a este mundo... Emy y Christine intercambiaron miradas. Cada una pensaba una cosa diferente y las dos, tenían su parte de razón en ella.
-El Gaf... susurró Harry sonriendo. Me gusta. Seguro que ha venido a cantar por tu bebé, Emy. la Unión no respondió, siguió mirando a Christine como si supiera mucho más de lo que pensaba. La profesora se llevó una mano a la barriga, como si quisiera imaginar que el alma de un bebé acabara de entrar en ella, pero sabía que eso era imposible.
Sin embargo, cuando el sol se hizo camino definitivamente entre las nubes, ella miró la luz tan potente que irradiaba y fue como si tuviera el presentimiento de que aquello no era una idea tan descabellada como creía.
El silencio se apoderó de ellos. Todos tenían algo en lo que pensar y cada uno lo asumía de distinta manera. El Gaf, la Sala de las Almas, sin duda era una leyenda preciosa, algo impactante.
Emy traía siempre la luz, la paz en los peores instantes, pero pese a que se sentía a gusto, Harry no pudo evitar preguntarse para qué había venido. La miró fijamente. Era una mujer tan fuerte a su parecer, tenía unos ojos preciosos...unos ojos...como los suyos...
Una idea surcó su cabeza. Una idea absurda...se habían visto, en otra vida...eso era lo que Emy le había dicho.
-Estás muy pensativo...Harry. le dijo la Unión. Christine clavó sus profundos ojos en él. ¿Por qué era que Emy siempre averiguaba las cosas antes que ella? Sentía que su presencia podía echar a perder sus planes, podía lanzar todo su esfuerzo por la borda y sin embargo...no podía enfadarse por ello. ¿Lo deseaba? ¿Deseaba que el hecho de ella estuviese allí alterara el destino que le había tocado y que ella misma se había marcado? Negó con la cabeza, no podía flaquear, no ahora, no volvería a hacerlo...
-¿Eres...mi madre? esa simple pregunta alteró totalmente el ambiente. Harry miraba a Emy como si fuera la primera vez que la viera y el rostro de ella se había ensombrecido. Christine se asustó mucho de que los sentimientos que afloraban en Harry pudieran estar perturbándole. No, Emy no era su madre, pero era algo muy parecido...
-Lo lamento...pero no lo soy. ella sonrió tímidamente, con nostalgia, con melancolía.
-Entonces, ¿quién eres? Harry deseaba respuestas y las deseaba ya. ¿Por qué sabes tanto de mí?
-No puedo responder a eso. No ahora. Emy se levantó y cerró la ventana, de pronto, tenía frío. Y estoy convencida de que ese tipo de preguntas no son las que quieres que te responda. ¿Estoy en un error? Christine se puso en pie bruscamente.
-Por favor. No sigas, cállate. No debes intervenir, Emy, no debes. Deja que sea yo quien haga mi trabajo. La Unión se dio la vuelta y la miró seriamente. Realmente, Christine había cambiado mucho desde la primera vez que la había visto.
-¿Por qué me mientes, Chris? Harry, que se había dado cuenta de la situación, no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad. Sin embargo, cuando su profesora lo miró, lo hizo tan severamente que creyó que lo mataría con la mirada.
-Ella es la Unión de las Cuatro Sangres y no debe intervenir en nuestro mundo. Sólo está aquí para dar consejos, para ayudar a mantener el equilibrio, pero no alterarlo. Si no haces lo que te digo, morirás.
-Que así sea entonces. replicó Harry.
-¡No sabes lo que dices! el tono de conversación de ambos estaba subiendo, sin embargo, Emy no parecía dispuesta a intervenir, era como si ya lo hubiera presagiado. ¡Maldita sea, aún no lo entiendes!
-¿Sabes qué? le espetó Harry de malas formas. ¡Lo único que entiendo es que te pareces a Snape más de lo que creía! Christine palideció. ¡Cometiste un error en el pasado, muy grave diría yo, pero eres incapaz de sobreponerte! ¡Es mentira que seas fuerte, es mentira que seas fría, eres incluso la más débil de todos! ¡Voldemort acabará contigo con absurda facilidad! ¡Te rendiste, Chris, lo hiciste y seguramente por eso Dani te dejó, se marchó y te apartó de tu hijo! ¡Y lo hizo porque no supiste afrontar la situación, porque te quedaste quieta! ¡Tu podías haberlos salvado, maldita sea!
-¡CÁLLATE! una bola de energía salió de la mano de Christine. Su rostro de había ensombrecido, todo su ser temblaba a convulsiones de ira, las palabras de Harry le martilleaban la cabeza, condenándola, haciendo su culpa aún mayor.
La bola impactó en el cuerpo del muchacho y éste cayó tres metros hacia atrás. Sorprendido, se levantó y se sacó de la espalda su espada de rubíes.
-¡Accio espada! gritó Chris. Y del cajón de su escritorio salió volando hacia sus manos una alargada espada.
Harry fue el primero en atacar, estaba muy furioso, demasiado. Estaba cansado de todo esto, la muerte de Kreacher, las insinuaciones de Ginny, los desprecios de sus amigos, todo eso había llegado a un punto en el que debía estallar. Todo caía por su propio peso.
Christine estaba desquiciada, todas sus barreras se habían esparcido, se habían quebrado. Su perfecto mundo a base de máscaras había sido derrumbado. Sentía un dolor muy fuerte en el pecho, el dolor por la traición a Dani, el dolor por no ser capaz de cumplir la promesa que se hizo de no volver a sentir, el dolor por tener que escuchar las palabras acusadoras de Harry sin hallar defensa posible. Emy tenía la culpa de todo eso. Sí, ella que le había abierto el corazón, ella que le había hecho darse cuenta de algo que llevaba negando mucho tiempo. ¿Por qué ese tormento? ¿Por qué no la habían dejado morir en paz para no tener que sufrir todo aquello?
La fuerza de dos arcángeles resonó por las cuatro paredes. Ambos eran igual de hábiles en el manejo de la espada, ambos se defendían y atacaban muy bien, pero el poder de Christine no se podía comparar al de Harry. Ella hacía mucho que había perdido su fuerza y lanzar con tanta intensidad las bolas de energía que iban de un lado a otro, la desgastó por completo.
Harry se separó para atacar y levantó un brazo concentrando energía y lo mismo hizo la mujer. Pero, al levantar la mano, la fuerza se le terminó. La luz no salió de su interior y cayó al suelo respirando entrecortadamente y sujetándose el lado izquierdo del pecho. Su corazón no resistía el haberse quedado sin poder.
Harry la vio caer, pero no le dio ninguna lástima. Era una de esas ocasiones en las que el Ángel Negro lograba apoderarse de su cuerpo. Él, que había arriesgado su propia vida por salvar la de ella y así se lo pagaba. Quitándole lo único que en estos momentos deseaba: respuestas.
Desapareció y apareció frente a ella, apuntándole al cuello con la espada.
Christine levantó la mirada y vio la oscuridad en esos ojos que ahora se habían tornado negros. El chico apretó el arma contra su garganta y le produjo un leve corte. Un hilo de sangre resbaló por el cuello de la mujer.
-Podría acabar ahora mismo con tu vida...
-Hazlo. le retó ella. Sabía que ese momento podía llegar algún día y ahora lo había hecho. Dejaría el destino en las manos de la única persona que podía cambiarlo, que podía dar un atisbo de luz, de esperanza, de salvación.
Harry presionó todavía más la espada y el corte se hizo más profundo. Christine cerró los ojos y ahogó un grito de dolor. Pero él no tenía la intención de cesar. De hecho, enseñó los dientes en señal de odio.
Una mano le cogió el mango de la espada. Harry la miró. Emy estaba frente a él, deteniendo lo que podría haber roto para siempre el equilibrio, deteniendo lo que hubiera sido un error garrafal.
-Es suficiente. dijo con una voz fría y severa.
-¿Por qué? le espetó el muchacho. ¿Tu también quieres probar mi poder? Emy cerró los ojos entristecida. ¿Cómo se había llegado a esa situación? ¿Cómo había podido Harry ser tan distinto? Pero lo entendía y mucho. Porque la única persona que mantenía su equilibrio, su personalidad, en este mundo no existía. En cambio, en el suyo, era la persona más importante para ella, junto con su sobrino. Sabía que jugar esa carta iba a doler, pero era lo único que podía hacer.
-Porque Sirius no lo habría querido. Él apreciaba mucho a Christine, ¿sabes? ¿Cómo crees que se sentiría si te viera en estos momentos? el rostro de Harry palideció. Se miró las manos y miró luego la sangre que chorreaba por la piel de su profesora y se sintió la peor persona del mundo. Sus ojos, volvieron a tornarse del verde esmeralda habitual.
Apartó la espada de Christine y la guardó detrás de su capa. Se había arrepentido, pero seguía siendo aquel hombre frío y distante de siempre, ni siquiera el nombrar a Sirius suponía ya un gran cambio.
-Te perdono la vida. le susurró a la mujer. Vive con eso.
Christine se levantó ayudada por Emy. Su ropa estaba cubierta de sangre...un poco más y...pero su orgullo, su conciencia, todo estaba dolido. Mirando avergonzada a la Unión, desapareció, dejando a su paso una luz blanquecina.
Harry se maldijo a si mismo. ¿Por qué Christine siempre tenía que buscar un motivo para que la odiase? ¿Por qué no dejaba que sus vidas se unieran, se acercaran, se ayudaran...?
Sabía que había hecho mucho daño, pero siempre le forzaban a ello. El sudor le recorría por el rostro. Deseaba con todas sus fuerzas que Emy se marchara de allí para flaquear. No quería perderse en esos ojos, tan parecidos a los suyos, que sabían más de lo que decían. ¿Pero el qué? ¿Qué podría saber Emy que perturbara tanto a Christine y a él mismo?
Se frotó los ojos cansado. Sin darse cuenta, había soltado mucho poder. No podía malgastarlo, lo necesitaba y lo necesitaba pronto. Había llegado la hora de actuar en serio. Iba a hacer salir a Voldemort de su escondite, muy pronto, todo se vería cumplido.
-Harry... la voz dulce y melodiosa de Emy lo sacó de sus pensamientos. Él, se dio la vuelta, mostrando así su personalidad dura, luchadora, la que siempre utilizaba cuando se enfrentaba a una batalla.
-¿Por qué está pasando? Emy lo miró y sintió un vacío enorme por dentro. Deseaba con todas sus fuerzas aliviarle, pero no podía. Las respuestas llegarían solas a su interior, como ya estaban empezando a llegar. Pero para que eso ocurriera, tenía que encontrar al verdadero Harry, hondar dentro de él. Y lo conocía bien para hacerlo. No serían las mismas personalidades, pero eran las mismas personas. Y si ella conocía a un Harry Potter, estaba seguro que lo hallaría dentro del otro.
-Se ha agotado el espíritu de los hombres. respondió seriamente. Se acabó. Nadie puede luchar más, nadie. Por eso él vence...porque no existe la fe...y no hay nada que yo pueda hacer.
-¿Entonces porqué estás aquí? quiso saber Harry a la desesperada.
-Sólo soy un mensajero...un testigo...de la magia. Vine para mantener el equilibrio... por la forma en la que hablaba Emy no parecía que en un pasado le hubiera gustado ese puesto. Más bien parecía querer rehuir esa responsabilidad, pero se veía una mujer luchadora, ganadora. Sí, quizás siempre sonreía por eso, porque ella había ganado, había logrado abrir las puertas de su mundo.
-¿Qué pasaría...qué pasaría si se cambiara el destino, si la profecía...?
-Harry...
-¡No, dímelo! gritó él enfadado. ¿Qué pasaría si yo lograra reunir el suficiente poder para acabar con esto? ¡Por favor, dímelo! ¡Dime que yo puedo ganar si lo deseo, dime que puedo llegar un día a sonreír como tú lo haces! Emy vio la determinación en su rostro, pero sabía que para que eso sucediera, muchas cosas tendrían que cambiar, para empezar, desaparecer ese deseo de venganza. ¿Qué pasaría?
-Que se rompería la cadena.respondió firmemente. Que el equilibrio se restablecería, porque ya no habría un gran mal...la gente volvería a recobrar las ganas de luchar, de vivir... Emy se acercó más a él y sus miradas se conectaron firmemente. Pero para que eso ocurra se necesita algo que tú no tienes... sus ojos brillaron intensamente...esperanza... le cogió ambos brazos y miró el dorso de sus muñecas. Allí, claramente visible se encontraba la cicatriz...la marca clara de su debilidad como hombre. ¿Cómo es posible que alguien a quién le importa tan poco la vida...dé su vida por el mundo? Pero no había acusación en las palabras de Emy, sino verdad, la más cruel y profunda de las verdades. Y Harry se derrumbó, no importaba que debiera ser fuerte, Christine había desaparecido del todo de su pensamiento, las lágrimas recorrían su rostro y esa era la prueba irrefutable que Emy necesitaba, que había estado buscando...su humanidad.
-A mí me importa. sollozó Harry. Voy a intentarlo...voy a intentarlo... y Emy lo abrazó. Como una madre abraza a su hijo, diciéndole de todo corazón que está ahí, que no lo dejará sólo, y él jurando que lucharía con toda su alma por cumplir la promesa que le había hecho a Sirius, que se había hecho a sí mismo. Emy lo había encandilado con sus palabras, curiosamente tan parecidas a las de la madre de Christine. Ahora lo sabía, Chris le había entregado la manera de acabar con su enemigo, los medios, el poder...pero Emy le había regalado el alma para hacerlo. Y por una vez en su vida supo lo que tenía que hacer, pero aún no sabía como. Todo sentimiento de venganza se disipó, ya no existía, no había crueldad en su mente, únicamente un deseo: salvar a aquellos a los que quería, aunque éstos, hubieran decidido ponerse en su contra.
Unas semanas después, hallaría la forma y curiosamente, de la persona que menos esperaba.
Emy le revolvió el pelo y le dio un beso en la frente, muy cerca de su cicatriz.
-Volveremos a vernos...cuídate mucho, cariño.cuando la Unión estaba a punto de desaparecer, Harry le dijo:
-¡Emy! ella le sonrió. Dile a Sirius...que lo extraño.
-¿Cómo...?
-Simplemente, lo sé. Harry se encogió de hombros y por primera vez, Emy lo vio tal y como siempre lo había conocido.

La Sala común de Gryffindor estaba abarrotada de estudiantes. Muchos de ellos, comentaban las próximas vacaciones de semana santa, que no tardarían en llegar.
Los prefectos habían colgado las listas para que quién fuera a casa, se apuntará de inmediato y los alumnos no habían tardado en hacerlo. Les aliviaba enormemente tener una excusa para ver a los suyos y alejarse del castillo donde el peligro acechaba, por estar cercanos a Harry Potter.
Ginny y Ron entraron por el retrato de la Dama Gorda. Iban manchados de barro, con las túnicas de quidditch arrugadas y gestos contrariados en el rostro. Hermione, que como siempre, estaba sentada en uno de los sillones junto al fuego, apartada del bullicio de los demás y haciendo sus deberes, levantó la cabeza y les indicó con un gesto que se sentaran.
-Veo que no ha ido muy bien. comentó indiferentemente anotando en un pergamino los gramos exactos de una poción que Snape les había mandado en la última clase.
-Pues no. respondió Ginny mirando con evidente cara de enfado a su hermano. Y no porque no seamos buenos. Hermione, que había notado la ironía en la frase de Ginny, bajó un poco el pergamino, olvidándose por primera vez de los deberes.
-¡Ron! exclamó. ¡No me digas que te has vuelto a pelear con Harry! el aludido bufó indignado, mirando a su hermana con claro reproche.
-¡Pues mira sí! Me jode mucho que se quede callado todo el tiempo mientras yo trato de que se sienta como una mierda.
-¡Eres muy injusto con Harry y un poco gillipoyas! ¿Lo sabías? Ginny parecía a punto de estallar. Llevaba mucho tiempo acumulando sentimientos en su interior, al borde del abismo.
-¿Por qué siempre tienes que defenderle? ¡Precisamente tú! ¡Con todo lo que te hizo!
-Ese,respondió Ginny bastante más relajada que su hermano. es un problema entre él y yo. Pero arruinar el entrenamiento de quidditch con algo personal y meter en esto a los demás, poniendo en juego el campeonato me parece una estupidez. La chica se levantó bruscamente del asiento, cogió su escoba y se encaminó escaleras arriba.
Ron ahogo un grito de desesperación y luego miró a Hermione, que parecía volver a estar enfrascada en sus deberes.
-Opinas que ella tiene razón, ¿verdad?
-Yo no he dicho nada. contestó la chica contando con los dedos para no equivocarse en los cálculos.
-¡Pero lo piensas! gritó Ron. Hermione suspiró, dejó el pergamino y la pluma encima de la mesa y se acomodó en su asiento para responder.
-Ahora que lo mencionas, sí, lo pienso. Primeramente, te estás comportando como un niño, segundo, estás poniendo en peligro la copa de quidditch, tercero, buscas cualquier motivo para discutir con Harry sin preocuparte por preguntar el porqué está así y último y principal, tu comportamiento de "me cae mal este capullo" está afectando al resto del colegio, cuando se supone que estamos en guerra, aunque a ti a veces se te pase por alto, y deberíamos mantener la unidad.Ron no respondió de inmediato. Muy en el fondo sabía que las palabras de su amiga eran ciertas, ¿cuándo se equivocaba ella, pero estaba muy resentido con Harry y eso le hacía comportarse como un estúpido.
-Lo siento. se lamentó algo abatido y en voz baja. pero es que no soporto ese aire de prepotente que...
-Ron, Hermione parecía exasperada. Harry no es prepotente, hace ver que lo es, ¿no te das cuenta? Mira, por mucho que haya cambiado, jamás y escúchame bien lo que te digo, jamás te habría hecho daño sin tener una razón muy justificada.
-¿Y cuál crees que puede ser esa razón? Porque mira que le he dado vueltas al asunto, pero te juro que no encuentro nada que justifique la manera en la que se comportó.
-Eso es porque no quieres verlo... susurró Hermione con cautela. Sabía que tenía que plantear el tema con mucha prudencia o haría enfadar a su amigo y eso en un día lluvioso y con un entrenamiento de quidditch pésimo, no podía traer nada bueno. Mira...sólo tienes que fijarte en los detalles. Estás comparando a Harry como si fuera Malfoy y te estás olvidando de pequeñas muestras de evidencia.
-Como por ejemplo... quiso saber Ron.
-Como por ejemplo el hecho de que dejara que le dieras una paliza monumental o que nunca te conteste para evitar un enfrentamiento. Analiza, Ron, usa la cabeza, ¿crees que Malfoy dejaría que supuestamente lo dejaras en ridículo delante de todo el colegio? Ron abrió la boca para contestar, pero como siempre, Hermione no le dejó decir nada, porque hablaba atropelladamente. No, él hubiera soltado el típico comentario sobre tu familia o habría inventado cualquier excusa para justificar los golpes en la cara. En cambio, Harry, ¿qué ha hecho? Absolutamente nada. Se ha limitado a subsistir con tus provocaciones y tus palabras fuera de lugar.
-Eso es porque tiene a la zorrita de Cho besando por donde pisa. a Ron le hervía la sangre.
-¡Por Dios, esto sí que es bueno! A ver Ron, piensa un poco. Si a Harry no le gustaba Cho a principio de curso, ¿crees que ahora va a volver a estar locamente enamorado de ella?
-Disculpa que llegue a corregirte, pero yo no digo que la quiera, sino que la utiliza como hizo con mi hermana.
-Nadie es tan buen actor. repuso Hermione. Harry sólo está con ella para alejar a Ginny, estoy convencida y eso es porque sabe que tu hermana es su debilidad. Hay algo que lo obliga a alejarla de él y yo voy a averiguar el qué. Pero si tú sigues provocándole, incitándole para que vaya a enfrentarse a Voldemort, al final irá, ya sabes como es Harry y si va...morirá. esas palabras parecieron abrir una brecha en Ron, porque se mordió el labio inferior y se quedó callado. Por favor, rogó la chica. No sigas, no le digas nada más, mira, si no quieres hacer las paces, simplemente ignórale...pero no le obligues a cometer una locura...
-Yo...es que esto me supera, Hermione. Me gustaría creer que lo que dices es cierto...pero no puedo.
-Porque estás cegado en algo que te culpas y de lo que no tienes motivos para hacerlo. murmuró la chica. Es tu hermana pequeña y crees que no la has protegido bien, que le metiste a Harry por los ojos y ahora lo que ha pasado es por tu causa. ¡Mentira! Ginny tenía muy claros sus sentimientos hace mucho tiempo y lo que ha pasado no es más que otro producto de esta guerra. Ayúdame a encontrar al verdadero Harry, ayúdame a salvarlo...
-Ya lo salvé una vez...¿por qué habría de hacerlo más?
-Porque yo te lo pido. Hermione había colocado una de sus manos en las de Ron y éste se quedó en blanco. Sintió como algo recorría su interior a la velocidad de la luz y se acomodaba en su estómago, un molesto cosquilleo y a la vez placentero. Como un gusanillo, que había salido a flote siempre que Victor Krum estaba cerca de su amiga...¿pero quería que sólo fuese eso?
-Lo intentaré. titubeó. Una sonrisa sincera asomó el rostro de la chica y acto seguido le dio un beso en la mejilla, para volver a coger sus deberes y escribir atropelladamente.
-Gracias.
-¿Vas a casa por Semana Santa? Ron rompió el silencio de la mejor manera que pudo. Hermione levantó la cabeza una vez más y miró a la lista que había colgada en el tablón y donde muchos estudiantes estaban arremolinados, esperando cola para apuntarse.
-Ummm...no sé si deba.
-Le envié una lechuza a mi madre y me contestó hace dos días. Cree que iremos a Grimmauld Place, también Harry. Me pidió que te dijera que Dumbledore opina que sería mejor que vinieras con nosotros.
-Estoy de acuerdo. afirmó Hermione. Los ataques a hijos de muggles cada vez son más comunes...no me fío de Malfoy. ¿Y si me siguiera hasta mi casa y tratara de hacerle algo a mis padres? Estoy seguro de que sus amenazas cada vez cobran más fundamento...acuérdate cuando le dijo a Harry eso de Lupin...
-Pobre de él como se le ocurra hacerte algo... Ron lo soltó sin pensar y después se arrepintió de ello, porque un rubor había crecido en las mejillas de la chica. Lo que me incomoda, prosiguió el muchacho. es que Harry también estará allí y los adultos pueden notar algo.
-¿Crees que no lo habrán notado ya? En clase no nos sentamos juntos y tanto la profesora McGonagall como el profesor Snape pertenecen a la Orden...
-¿Y? Ron no entendía a donde quería llegar su amiga.
-Pues que después del incidente del año pasado. explicó Hermione. seguro que nos tienen mucho más vigilados y cualquier cambio informan a Dumbledore...no creo que tu madre esté enterada de lo que pasó entre Harry y Ginny, pero de que la profesora McGonagall lo sabía no me cabe duda.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque Parvati y Lavander lo comentaron por todo el colegio y una de las veces en pleno pasillo y sin bajar la voz. Yo vi como la profesora se paraba y las escuchaba y luego se tapaba la boca escandalizada...
-De ser así... Ron estaba muy pensativo. no entiendo porqué no le han dicho nada a mi madre...si se lo hubieran dicho seguro que ella se habría presentado en el colegio para hablar con Ginny o por lo menos habría enviado una lechuza urgente, pero no lo ha hecho.
-Deben tener sus motivos para no decir nada. razonó Hermione. De hecho, creo que es mucho mejor así. Ya sabes mi opinión, Harry lo hace con algún motivo que no sabemos y de ser así, nosotros no tenemos derecho a que los demás lo odien y eso implica a tus padres.
-Porque sé como son no se lo he dicho. explicó el chico. pero de buen gusto hubiese mirado como mi madre le daba una patada en el culo. Aunque tenga motivos...se la merece.
-En definitiva. suspiró Hermione. Que el tiempo que pasemos allí tendremos que disimular un poco...tal vez sea un buen momento para que tú y Harry hagáis las paces.
-Una cosa es que te haya prometido no meter más cizaña y otra muy distinta que le perdone. aclaró Ron.
-El tiempo aclarará las cosas...

Era la última noche de invierno del año. Y se notaba. El viento soplaba tibio, las nubes se disipaban, el ambiente olía claramente a flores primaverales...Hogwarts renacía, después de haberle hecho frente a un crudo invierno, muy largo y muy frío.
Para algunos, la llegada de la estación significaba fuerzas renovadas para afrontar las adversidades de la guerra, para otros, recordar que algunos de sus seres queridos no podrían ver el ocaso, no olerían el jazmín y no se tostarían con el sol dorándoles la piel.
Todo eso estaba escribiéndolo un chico de dieciséis años, apoyado sobre la pared fría de la torre más alta del castillo, viendo como la luna bañaba los terrenos del colegio.
Lo escribía pensando en la persona que lo leería algún día, cuando la guerra hubiese terminado, aunque sabía que jamás podrían volver a estar juntos, demasiados baches entre ellos, demasiadas promesas incumplidas y sobretodo, la incertidumbre de no saber si seguiría con vida para entonces.
Esa idea le rondaba por la cabeza desde la última conversación con Emy, sabía lo que tenía que hacer, lo había entendido, y eso, buscando dentro de su corazón. Por eso ahora lo escribía en verde esmeralda, alto y claro, para que un día, la persona a la que más quería en este mundo, entendiera por el dolor que estaba pasando y los motivos por los cuales...se marchaba.

"Esperanza...Emy siempre habla de eso, ¿te acuerdas de cuándo la adivina nos lo confesó en el Callejón Diagon? Sí, eso eres tú Ginny, siempre lo fuiste...una luz al final del túnel, una compañera para toda la vida, una amiga, una amante...una llama que resurge de las cenizas, algo tan grande que me faltan palabras para describirlo.
Pero tú no pierdes la fe, tuve que realizar un gran esfuerzo para no besarte el otro día, me moría por tus labios, por confesarte todo esto que me está arrancando las entrañas, que me consume cada día más.
Insistías Ginny, a pesar de que deberías odiarme, sigues fiel a mi recuerdo, a nuestro amor y por eso te admiro cada día más. Ojalá algún día logres perdonarme, ojalá no quede rencor en ti, si hago todo esto es porque me importas, porque estoy dispuesto a levantarme ante el mundo y decirte "que te quiero" sí, ahora estoy seguro de lo que esas palabras significan.
Quiero que lo recuerdes, que no quede dolor en tu interior, yo os entrego mi vida, mil veces mi vida, no me arrepiento.
Quizás el conocer a Emy, a Christine...me ha cambiado. No sé si para bien o para mal, pero lo ha hecho. Ya no soy ningún niño, ahora cargo con todo el peso del mundo mágico, quiero gritar, patalear, correr, chillar a los cuatro vientos que no quiero ser quién lleve esto solo, que no quiero acarrear con la responsabilidad de libraros de este monstruo, pero callo...el silencio me inunda...no grito, no pataleo...porque lo he comprendido.
Voy a cambiar el destino de aquellos que más me importan, así que...¿qué más da? Al final me sentiré satisfecho.
Ojalá pudieras conocer a Emy...dos visitas...eso es lo que ella ha tardado en cautivarme, en enseñarme, en incitarme a hacer lo correcto. Te encantaría, Ginny, lo sé, en el fondo, parecéis ambas dos ángeles...dos ángeles que han caído del cielo y se sienten perdidos entre tanto bullicio, entre un mundo distinto al que ellos imaginaron...así sois vosotras.
Un espíritu muy fuerte...diría yo. Es curioso que hable de ángeles siendo yo uno de ellos, bueno, casi siéndolo...un arcángel...si me lo hubieran dicho, te juro que jamás los habría creído. Pero aquí estoy, enseñándole a ese cabrón mi fuerza, mi poder y es tanta Ginny...no lo puedes imaginar.
Eso sí que lo ha hecho bien Christine...sí, me ha entrenado a la perfección, somos como dos robots, sin alma...sin sentimientos...pero yo sé que no por mucho tiempo.
Me costó entenderlo, pero al fin, lo he hecho. Me verás hacer cosas terribles, aunque no sabrás que fui yo hasta el final. Confío en que el mundo mágico lo entienda alguna vez, pero sé que muy pocos podrán hacerlo, buscarán un motivo para manchar mis métodos, aunque tienen razón...a fin de cuentas, siempre estuve de acuerdo con la frase de: "El fin no justifica los medios", seré precisamente yo mismo quién rompa mi ideología.
Pero se lo debo a Sirius y a mí mismo, a mis padres...no puedo dejar que las personas que hicieron sus vidas una desgracia queden impunes...el mundo será un lugar mejor sin ellos, cuando los borre del mapa.
Primero fue Kreacher...y luego serán los demás. Sólo espero llegar a tiempo a todos, antes de enfrentarme al definitivo.
Imaginaré que estás a mi lado cuando lo haga, imaginaré que me coges fuerte de la mano y apoyas la cabeza en mi pecho, diciéndome sin cesar que no tema, que estás a mi lado. ¡Me das tanta fuerza!
¡Qué tonto fui, Ginny! ¡Qué tarde me di cuenta de las cosas, de lo que tenía! Busqué siempre en mi interior aquello a lo que no podía aspirar, compadeciéndome de mí mismo, añorando una familia, envidiando a la vuestra...infundiéndome sin querer la notoriedad que tanto detestaba.
Es una pena que no cogiera antes tu mano, es una pena que mi obstinación por mirar alrededor y encontrar sólo problemas y más problemas que siempre llevaban el mismo nombre, me impidieran frenarme en seco y voltear el rostro, ahí te hubiera encontrado.
Siempre estaré a tu lado, en las alegrías, en las tristezas, en cada foto, en cada recuerdo, en cada suspiro de aire, piénsame y me encontrarás...suena a despedida, pero no lo es, es un simple hasta luego.
Nos reencontraremos, créeme, quizás...en otra vida, cuando los dos seamos gatos.
Entonces te llevaré a volar en mi moto surcando las estrellas, para que puedas alcanzar una de ellas. No pierdas nunca la esperanza, no apagues tu luz..."
Harry dejó de escribir. El alma se le agarrotaba y era incapaz de seguir fingiendo que todo iba a salir bien cuando sentía una opresión en el pecho. ¡Qué sencillo había resultado prometerse una cosa así y que duro era ahora golpearse con la realidad!
Se levantó del suelo y se sacudió el polvo de su siempre impecable capa negra. Arropado con la ropa de Sirius nunca sentía un frío excesivo, le proporcionaba calor y bienestar. Llevar esa capa para la pelea y sentir como la pulsera de su padrino bailaba en su muñeca le daban unas terribles ganas de continuar, de seguir adelante y no flaquear.
Se apuntó a la cabeza y murmurando un hechizo se tornó invisible.
Se sentía muy poderoso teniendo el castillo a su merced. Con sus poderes podía ir a cualquier sitio y tener acceso a las infinitas salas de todo Hogwarts, incluso, el despacho del director.
Se sonrió a sí mismo. Había tenido el mismo pensamiento cuando en navidad le regalaron la capa de invisibilidad de su padre, lástima que la niñez y la inocencia de aquellos días se hubieran perdido.
Bajó por la trampilla y caminó por los oscuros corredores en dirección a la Sala Común.
Por el camino se encontró a la Señora Norris, la gata del conserje y tuvo deseos de patearla por todos lo años que le había molestado, pero se contuvo por no armar un escándalo.
Miró hacia los ventanales mientras paseaba tranquilamente y al reconocer una figura, se detuvo y se acercó a la ventana. Miró su reloj de pulsera y comprobó que eran más de las cuatro de la mañana y sin embargo...
Christine estaba mirando por la ventana de su habitación, desde aquel pasaje de Hogwarts se veía claramente. Harry se preguntó en qué estaría pensando, pues parecía muy perdida en sus recuerdos, en la visión de la tranquilidad del silencio que otorgaba la noche.
Ahora sentía mucho más las palabras que le había dicho. ¿Por qué siempre su mal carácter tenía que salir a flote con las personas que más le importaban? Un momento...¿desde cuándo Christine le importaba de verdad? Suspiró resignado, tratar de ignorar que había sentido mucho temor de perderla en aquel ataque no sería otra cosa que hipocresía.
Siguió caminando y se encontró con algunos profesores haciendo la ronda. Desde el comienzo de curso las nuevas medidas de seguridad del castillo se habían incrementado, todo obra de Dumbledore.
Realmente, Harry sabía que aquello era una sublime tontería. Porque no existía un lugar más seguro que Hogwarts, precisamente por la presencia de Christine y de la suya propia.
Si Voldemort se presentaba allí, cosa que estaba seguro que no haría, se las vería con él.
Pero no, él sabía a la perfección que el mago Tenebroso hallaría la manera de hacerlo salir, antes de entrar él mismo. Desgraciadamente para él, no tendría tiempo de idear un plan porque para entonces ya estaría muerto.
Giró la esquina y vio como Snape y McGonagall paseaban por los corredores del último piso, donde estaba ubicada el aula de Adivinación.
Se había parado a charlar. Harry, interesado, se aproximó hacia ellos sin que su presencia pudiera ser detectada.
-El director sospecha de ella...pero el Señor Oscuro está completamente seguro de que no está detrás de esto la voz susurrante y áspera de Snape se escuchó con mucha dificultad. Hablaban muy bajito.
-Si Dumbledore tiene alguna sospecha de ella, Severus, no cabe la menor duda de que no se equivoca.
-De eso, estoy seguro. corroboró Snape. Ella sabe de que va todo esto pero de ahí a que...
-Y yo te digo que sí es posible. De hecho, muchos de la Orden lo piensan, pero eso no quita que sea una buena persona y que tú se la tengas jugada.
-Si llamas a engañarnos arriesgando vidas y poniendo en juego las nuestras propias ser buena persona entonces sí, puede que lo sea...una mueca de desprecio salió del rostro del cetrino profesor.
-La conozco desde hace muchos años...yo misma le di clases y sé lo que ha sufrido. repuso McGonagall. En este tema no eres objetivo.
-¿Y qué me dices de lo que se trae entre manos con Potter, profesora? inquirió Snape y Harry se esforzó por aguzar aún más el oído.
-Dumbledore muestra su preocupación...y yo también. Han pasado muchas cosas este año con Potter y gran parte de ellas muy extrañas. Su comportamiento con Ginny Weasley...con sus amigos...incluso con Remus Lupin...
-Ese crío sabe algo, estoy seguro.
-¡No digas tonterías, Severus! exclamó McGonagall bruscamente.
-Y yo te digo que tengo mis motivos para pensarlo. Es igual a su padre y... se detuvieron en seco porque escucharon los pasos de otros profesores vigilando el recinto. Rápidamente, se dispersaron. Harry, aún conmocionado por lo que acababa de oír, se dirigió hasta el retrato de la dama Gorda y tras pronunciar la contraseña y subir a las habitaciones, se recostó en la cama.
Se sentía muy confuso...¿qué había querido decir sus profesores? ¿Acaso sospechaban de Christine, de él mismo? No...era imposible...podían tener una ligera idea, pero jamás acercase a la realidad si Dumbledore pensaba que era Christine quien ayudaba en los ataques es que el plan estaba saliendo a la perfección.

El castillo estaba en calma. No había ninguna preocupación por la seguridad de los estudiantes que aflorara los ánimos del director.
Parecía que las nuevas medidas de seguridad llevadas a cabo habían alejado a Voldemort del interés que mantenía por el colegio.
Pero bien sabía que su peor enemigo si no podía entrar, haría salir a su objetivo. Y era un objetivo que en esos momentos, él no podía controlar.
Había tratado por todos los medios de dialogar con él, de descubrir lo que le pasaba por sus cabeza, pero sus esfuerzos habían resultado en vano. La rebeldía del adolescente llamaba a gritos y precisamente había sido su error garrafal del curso anterior, lo que la había provocado.
Colocó bien escondido entre sus cachivaches, el pensadero que había estado revisando. Siempre que tenía un momento de soledad revisaba sus recuerdos, en ellos podía encontrar la clave, bien oculta, sí, bien confusa sí, pero seguro que estaba.
Una presencia se hizo notar en la habitación. Una fuerza fuera de la naturaleza de los magos.
El director se dio la vuelta y dirigió la mirada hacia el alfeizar de la ventana. Allí estaba sentada, con su habitual postura informal y su sonrisa siempre abierta.
-Estaba esperando una visita tuya...desde hace mucho tiempo... ella sonrió ampliamente y se levantó para saludarle.
-Cuanto tiempo sin verte...abuelo...