Olasss! He vuelto! Rápido verdad? Jajajaja. Bueno, agradeceros vuestros reviews y vuestro apoyo y espero q disfrutéis de este capítulo. Es un capítulo muy importante en la historia, así q os dejo leer!
Reviews:
Ginnyalis: Gracias! Me alegro q te haya gustado, y sí, me fue genial!
Fweasley: Olass! A ver, siempre he dicho q un fict con críticas en un fict donde la gente se interesa por él, así q te lo agradezco, aunque no comparto tu opinión. Para empezar, no creo q se vean muchos arcángeles por los demás ficts, con lo cual la dinámica del mío y del de los demás ya cambia, porque sólo yo sé lo q pueden llegar a hacer y creeme q es mucho. Y la trama, precisamente ahora, está mucho más rápida q anteriormente, antes de Navidad, porque ahora es cuando viene toda la acción. Si recuerdas los primeros capis, lo entenderás. Besos!
D.Alatriste: Olass! Me alegro q te haya gustado. Umm, a ver, Harry no está tirando su vida por la borda inútilmente, lucha por algo y si lo consigue, sabe q volverá a ser feliz. Es cierto q es un Harry más frío y duro y q sí, el ángel negro lo ronda continuamente, pero ya veremos como Harry, tarde o temprano, va a sentir remordimientos. Causa número uno, q Ginny sigue estando ahí para recordarle q es humano. Y bueno, no te preocupes, q ya verás como se van a arrepentir de haber dicho tantas necedades sobre él. Besos!
(-): Gracias!
Verónica: Muchas gracias! Me alegro q me hayas dejado un review!
Hermiwg: Gracias a ti por tu review!
Aidee: Olass! Me alegro q t haya gustado. Yo atreverme a dejar a Harry solo? Como puedes pensar eso de mí? Ajajajajajajaj. Queda todavía bastante para el final, así q poco a poco habrá q ir esperando, pero vamos q solo solo tampoco. Besos!
RebelleBlack: Me alegro q te guste! Harry tiene a Christine y a Emy para hablar, no está solo. Y bueno, Dumbledore también es uno de los candidatos a enterarse de qien es, pero ya dije q solo una persona lo descubriría antes del final. Dew!
Slow Death 182: Muchas gracias! Me allegro q te haya gustado, como ves, he intentado no tardar mucho. Besos!
Scorpia: Olasssss! Ves como no han sido dos semanas? Solo una y un poquito, jaja, me he dado prisa para escribir. Ummm, me alegro q te guste el fict. Y bueno, quizás es algo más adulto, pero es q no tengo 13 años, ajjajaaj. Mi edad ya no permite escribir tan infantil. Dew!
Kaily: Olasssss! Siiiiiiii, me lo he pasado genial en Cordoba, es una ciudad preciosa y la gente es estupenda. Y BUENO, no he tardado en escribir en cuanto he llegado, jajajja. A ver, Harry ha estado a un pelo, jajaj, eso demuestra q sigue siendo humano, lo cual es bueno. Y umm, nops, no contestare a si mataré a alguno de los dos, ajajjajaj, ni tampoco a si quedarán juntos, sorry! A ver, q se comporten asi c on harry tiene su logica puesto q no saben nada, jajaj, y hay muchos candidatos para enterarse. Lo siento, pero sí, todavía queda un poqillo para q se entere esa persona y para el final...umm, unos 17 o 18 capis, supongo. Besos!
Usagi-Chan: Olass! Me alegro q te haya gustado. Me lo pasé genial en Cordoba con mi amiga, ajajaj, así q vengo con ganas. Y bueno, no, no suelo jugar a videojuegos, jaja, pero espero q disfrutes ese nuevo q han casado. Dew!
Catalina: Tiempo al tiempo, ajajjajaj, la intriga a veces es buena...besos!
Magusai: Olass! Mas rapido?' Ufffff, q no soy una maquina de escribir, jajajajjjaja. Piensa q son muy largos y escribir tanto en poco tiempo es casi imposible, no obstante, lo intentaré. Me alegro q te guste. Besos!
Manuel.Manny: Olasssssss! Jaja, yo sufrir? Jajaaj, q va, si eso no sé hacerlo, ajajajaajajaj. Espero q no me demandes por daños, aaaajajjajajaj. Sí, ya ves q estoy actualizando rápido, jaajjajaj y sí, no te preocupes, q batallas qedan como pelos en la cabeza. Dew!
Paola: Olas! Vaya por dios, espero de verdad q te mejores. Y no te preocupes por los reviews, tu a cuidarte. Besazos!
ATH: Olasss! Muchas gracias! Me alegro q te guste mi fict. Perdona again por lo de Ravenclaw, jajaj, si lo pongo es porq no me doy cuenta. Por el quidditch no te preocupes, todavía queda, pero tampoco qiero poner algo excesivo, es lo q menos me gusta de todo y hay demasiadas cosas pendientes por pasar como para entrenerme y bueno, las batallas, jaajajaj, ufff, yo ya creo q las detallo demasiado, pero lo tendré en cuenta. Dew!
Mariet malfoy: Olassss, jajaja, sí, yo me uno a ese club, creo q son un poco estupidos, no? Jajajajj. Bueno, a ver, pues al fict le quedan unos 15 o 16 capis, no sé exactamente. Besos!
Alucard: Olassssss! Me alegro q fuera bien. A ver, dudas, jajajajajaj. El pub, por supuesto q lo dejan entrar. El portero es muy amigo de Harry, bueno, del salvador, ya ha estado muchas veces ahí y claro, ya lo conoce de sobra. Ya ha estado tantas veces q es un cliente habitual y saben q no es un mortifago. Te gusta lo de Cho? Ajajaj, bueno, algo tenía q poner. A ver, el angel negro seguira rondando a Harry y puede q hasta a Chris, creeme. Y bueno, siento decirte q el trio estara separado el resto del fict, lo siento. Bueno, me lo pasé genial, la verdad, jaajaaj. Besos!
P-Potter: Gracias!1 Hago lo q pudo, pero tampoco tardo tanto, ajajajaj.
Skuld Potter: Olass! Gracias! Ya ves q no he tardado mucho!
CAPÍTULO 32: LA SALA DE LAS ALMAS.
El cielo
lloraba. La inminente aparición de la primavera asomaba la
cabeza para recordar que Febrero ya caía y que Marzo traería
las flores. Gotas de lluvia mojaban los cristales de los grandes
ventanales del castillo. No soplaba un excesivo viento, así
que el rasgueo del agua era lento, suave y melodioso.
Las nubes
cubrían el cielo, pero no era una tormenta de rayos y truenos,
únicamente, alguna que otra luz se mostraba al final del
horizonte, iluminando con brevedad el comienzo del bosque prohibido y
reflejándose en el lago, como si de un espejo se
tratase.
Christine estaba en su habitación. No hablaba
mucho. De hecho, hacía un tiempo que se había acomodado
a un claro silencio, donde las palabras que decía era pocas y
precisas, para que no tuviera necesidad de repetirlas.
Harry
intuía que su comportamiento tenía mucho que ver con la
última conversación seria que habían mantenido,
pero sobretodo, por algo relacionado con el profesor Lupin.
Como
cada vez sentía más las emociones ajenas, podía
advertir como un remolino de chispas en las ocasiones que ellos
estaban cerca, como si fueran a quemarse si se aproximaban demasiado
el uno al otro, como si hubiera pasado algo...y algo muy dentro de
él, le decía que así había sido.
Pero
aquel último fin de semana del mes estaba siendo un tanto
aburrido. No se habían producido más ataques desde el
comienzo del mes de Febrero y al parecer Voldemort tenía la
cabeza en otra parte, puesto que no habían habido noticias de
que se fuera a producir otro.
Poco sabían ellos de los
planes del Señor Tenebroso. Porque si Harry hubiera previsto
los acontecimientos que iban a suceder unos días después,
hubiera removido cielo y tierra para encontrarlo y darle muerte,
aunque eso significara enfrentarse a todo el ejército de
mortífagos que poseía.
Se llevó la mano a la
cicatriz una vez más. Ésta, llevaba toda la semana
emitiendo un leve tintineo, Voldemort estaba furioso y eso a él,
le proporcionaba una enorme satisfacción.
-¿Te
duele? Christine, que estaba mirando por la ventana como otras
tantas veces, no pasó por alto la mueca de dolor del
muchacho.
-Está furioso. respondió Harry frotándose
la cicatriz con la palma de la mano.
-¿Y qué
esperabas? ¿Qué te mandara flores después de lo
que hiciste? Christine sonrió sinceramente como hacía
mucho que no sonreía. Estaba muy orgullosa y satisfecha por
como se estaban desarrollando los hechos. Su plan iba a las mil
maravillas y eso, en ocasiones, le producía un gran temor.
Sabía que el final estaba cerca.
-Lo entiendo. aseguró
Harry con una sonrisa maliciosa en el rostro. Y esto...sólo
el es el principio.
-Tienes muchas ganas de acabar con él.
-No
sólo con él. rectificó el muchacho. Antes
quiero venganza. Quiero que todos paguen por lo que le hicieron a
Sirius...primero fue Kreacher y luego serán otros... la
profesora se dio la vuelta bruscamente y lo miró con
seriedad.
-Cuidado... replicó...porque te estás
dejando arrastrar por un sentimiento demasiado profundo
y...peligroso. Harry suspiró, se frotó los ojos con
las palmas de las manos y la miró sin expresión en el
rostro.
-Lo sé. A veces no sé lo que me ocurre. Es
sólo que...aún siento tanto dolor en mi interior...
-Lo
lamento. aseguró Christine. Pero me preocupas. ¿Sabes?
En todo este tiempo únicamente viví pensando en la
venganza...en que hallaría la manera de matar al asesino de
mis amigos... y sin embargo ahora... Harry se puso en pie y se
acercó a ella.
-Lo he notado. Ya no hay ningún
sentimiento de venganza en tu interior...sólo el deseo de
salvar a otros tantos del dolor que sientes por dentro... La
profesora, que había ocultado el rostro entre sus manos, le
miró algo molesta.
-No me gusta que utilices tu capacidad
conmigo...detesto que los demás sepan como me siento...
-¿Y
cómo me siento yo? ¿Eso lo sabes?
-Sabes
perfectamente que sí. Christine parecía enfadada. Y
también has perdido ese deseo de venganza...¿me
equivoco? Harry soltó una expresión vehemente y se dio
la vuelta enfadado.
-¡Joder, no! ¡Esto no tiene que
ser así! apretó los puños con rabia, sino se
tranquilizaba los tarros de pociones que la mujer guardaba en las
estanterías, comenzarían a reventar. ¡No puedes
hacerme esto! No extraigas los pocos sentimientos que afloran en mí
al exterior...no hagas que me sienta culpable por la muerte de ese
asqueroso elfo doméstico porque entonces no podré
continuar... Christine avanzó hasta él y le puso las
manos sobre los hombros, obligándole a que sus miradas se
conectaran.
-Lo hizo Emy...y tú lo sabes...ella te habló
de otra cosa, te hizo ver la realidad de otro modo...eso no cambiará
tu forma de luchar ni hará que tu espada tiemble a la hora de
apuntar a tu enemigo...
-Tienes razón. confesó
Harry con la voz queda. Emy me enseñó a que la mejor
forma no estaba siempre en la punta de... se detuvo. Acababa de
comprender algo, de recordar algo. ¡Chris! ¡Es lo mismo
que me dijo tu madre en el Callejón Diagon! Me dijo...que la
solución no estaba siempre en la punta de una varita...
Christine lo soltó y regresó a su posición, al
lado de la ventana.
-Mi madre es un arcángel muy
poderoso...de los más poderosos que existen y tiene más
habilidades de las que comparte. Si ella te dijo eso, es porque ha
hurgado en tu interior...ha hallado la respuesta mucho antes que
nosotros. Chirs se sentó en el alfeizar de la ventana y le
sonrió. Emy puede ver el pasado, presente y futuro...lo cual,
quiere decir, Harry, que ella ha podido ver algo que nosotros no
sepamos...Pero el tiempo lo dirá todo. Estoy segura de que las
cosas ya están marcadas, ya están escritas y que
saldremos adelante...¿sientes la muerte de Kreacher?
-No.
Harry cerró los ojos. Durante el verano lo detesté, a
él, a Bellatrix, a Snape, a Colagusano...incluso a Dumbledore.
Sólo sentía odio en mi interior y llegué a la
conclusión de que existen las personas malas y las personas
malas a la fuerza. Matar a Kreacher me resultó un tremendo
placer, porque sé que actuaba a través de Sirius, sé
que lo hacía por él y no por mi dolor. Kreacher era
malvado de naturaleza, lo que dijo Dumbledore es verdad, era lo que
los magos habían hecho de él, pero ya no había
ninguna solución. Por eso lo maté. Lo mismo, para
Bellatrix Lestrange. Una persona que disfruta torturando a otra,
burlándose del sufrimiento de los demás, matando vidas
por el simple placer de hacerlo...esa persona no merece mi piedad, no
flaquearé al apuntar, no lo haré.
-Te entiendo.
aseguró Christine. Y créeme, que sientas eso...no te
convierte en un asesino.
-Pero lo soy. Harry giró el
rostro hacia un lado, no deseaba ver ningún gesto en la cara
de su profesora que le confirmara aquello. Y lo llevaré
siempre conmigo...
-A veces hay que hacer sacrificios, Harry, es
injusto, pero nosotros no provocamos esta guerra. Si no luchamos,
perderemos y entonces más gente inocente morirá. Todas
las guerras son inútiles.
-Voy a matar a ese cabrón,
Chris, te lo juro. Y voy a hacerlo porque nos ha arrebatado la
oportunidad de tener una vida maravillosa y la sigue arrebatando...
Christine no respondió. Sabía muy bien lo que corría
por las venas de Harry, ese sentimiento tan fuerte que ella misma
había experimentado al ver como aquella niña del ataque
levantaba la varita para vengar a su padre. Ahí es donde Emy
le enseñó el verdadero camino, ahí es donde
decidió realizar su sacrificio. La Unión siempre sabía
qué decir o lo que hacer. Se notaba que había vivido
experiencias muy duras que la habían hecho crecer, madurar,
ser una mujer mucho más fuerte. No había nadie que
pudiera ocupar su lugar mejor que ella, porque ella era
sencillamente, muy especial.
-Sabías palabras... ambos se
dieron la vuelta hacia una pared de la habitación. Allí,
apoyada sobre un hombro, con el rostro ensombrecido, se encontraba
Emy, como si los pensamientos de Christine hubieran llegado hasta
ella.
Los dos se quedaron sin habla. La profesora porque no
esperaba una irrupción tan brusca y porque no había
sentido su presencia y Harry por volver a verla, no creyó que
lo volvería a hacer.
Al parecer, la Unión encontró
muy divertido la incredulidad que mostraban sus rostros, porque
avanzó un par de pasos para que la luz de la habitación
la bañara.
Iba preciosa. Llevaba puesto un vestido largo y
blanco de tirantes. Le cubría una capa negra y el pelo le caía
sobre los hombros. Sonreía, ella siempre sonreía.
-¿Sorprendidos? preguntó graciosamente.
-¿Ha
pasado algo? Christine fue la primera en reaccionar y se mostraba
muy nerviosa. Emy no solía aparecer sino se requería de
su presencia.
-En realidad...no. soltó una carcajada y se
acercó hasta donde estaba Harry, que tenía la misma
sensación que siempre: que la conocía de antes. ¿Cómo
estás, mi niño? le preguntó acariciándole
el pelo.
-Bien...Emy...yo... la mujer le cogió ambas
manos con la cara y ensanchó su sonrisa.
-Lo sé. Sé
lo que sientes y ya sabes mi respuesta. Te la di aquel día en
Londres. le soltó la cara y se dirigió hacia la
ventana, caminando con mucha gracia. La abrió de par en par y
respiró el olor a tierra mojada. Había cesado de
llover, ahora parecía que el sol no tardaría en
aparecer. Se quedó contemplando unos instantes el arco iris
que asomaba por el horizonte.
Harry y Christine se miraron el uno
al otro. Se sentían incómodos en aquella situación,
era como si estuvieran en clara desventaja en torno a Emy, ella
siempre parecía saber más de lo que decía. Por
supuesto, Harry habría deseado con todas sus fuerzas que su
profesora se esfumara de la habitación y así poder
quedarse a solas con la Unión. Tenía muchas preguntas
que hacerle, pero sobretodo, necesitaba disfrutar de su presencia.
Por su parte, Christine realmente temía cada encuentro con
ella. El último había propiciado su rendición al
amor de Lupin y estaba aterrada ante la posibilidad de que la mujer
la atormentara mucho más y que terminara por quebrar lo poco
que ya quedaba de su máscara.
Emy pareció notar la
tensión en el ambiente, así que se apoyó de
forma grácil en el alfeizar de la ventana y se les quedó
mirando, evaluando sus pensamientos. Sentir sus emociones, la hizo
sonreír de nuevo. O quizás era que Emy siempre sonreía.
-Veo que no pasaremos mucho timpo hablando. ¡Os habéis
quedado mudos!
-Perdona que te lo recuerde... empezó
Christine. ...pero tus apariciones siempre han venido presididas de
algo...¿vuelve a estar en peligro el equilibrio? Realmente,
la profesora no entendía el porqué la Unión
estaba tan contenta cuando el mundo amenazaba una terrible tragedia,
a causa de la guerra. Pero nada parecía poder quebrar el nuevo
mundo de Emy, en el que, obviamente era feliz. Envidió
terriblemente la forma en la que se acariciaba su barriga, recordaba
haberlo hecho numerosas veces, cuando esperaba a Alan y cuando
compartía sus nervios con Lily. Lily...ahora que lo
pensaba...Emy se asemejaba mucho a ella...
-El equilibrio, está
en continuo peligro en este mundo. respondió la Unión.
Así que tendré que seguir rondando por aquí
durante un tiempo... Christine se dirigió a una silla y se
sentó, sin dejar de observar como su amiga masajeaba la
barriga, tan apaciguadoramente, que se habría quedado dormida
allí mismo. Harry, por el contrario, se acercó más
a ella y se sentó a su lado en la ventana.
Emy quizás
notó algo, porque dejó de prestar atención a su
barriga y le pasó una mano por los hombros, tal y como Sirius
solía hacerlo. Igual que había pasado con Lupin, Harry
se sobresaltó y en un acto reflejo se levantó
bruscamente, pero Emy no lo dejó ir.
-Tranquilo...no pasará
nada.
-Yo... el chico la miró avergonzado por su conducta,
pero no fue capaz de explicar el porqué. Lo...siento.
-Lo
sé. ella lo abrazó con un solo brazo y Harry no opuso
resistencia, apoyó la cabeza sobre el pecho cálido de
la mujer y cerró los ojos un instante, saboreando el olor a
lavanda que ella transmitía y sintiendo como si su propia
madre le estuviera acariciando el pelo de la misma manera.
Christine
se mordió el labio inferior y se levantó de la silla
bruscamente. Se acercó a zancadas hasta el muchacho y lo cogió
de un brazo, apartándole de ella.
-¡Ya es
suficiente! Emy no dijo nada, pero aquella vez, no sonrió.
Harry miró a su profesora cargado de ira.
-¿Qué
es lo qué ocurre?
-¿Quieres que volvamos a empezar
de cero? gritó Christine enfurecida. Porque te recuerdo que
sigo teniendo el maravilloso poder de viajar por tus recuerdos, así
que no me calientes, Harry, porque podrías volver a
encontrarte en una situación desesperada y lo sabes. Fui
benevolente contigo cuando el profesor Dumbledore te impuso el
castigo y te ayudé, pero otra cosa es que vuelvas a
convertirte en el niño débil que eras.
-¡Basta!
¡Cállate, no quiero seguir escuchándote! Harry
se tapó los oídos con las manos y cerró los
ojos, pero eso no impidió que las palabras atormentadoras de
Christine llegaran a su interior.
-¿Quieres abrazos,
cariño, comprensión? ¡Porque si es así
tómalos y muere! ¡Porque eso es lo que ocurrirá!
¿Me oyes? ¡No empecemos con sentimentalismos absurdos!
¡Si tanto te atormenta el convertirte en un asesino, jódete,
porque esto así! ¡Tú eres el único y
repito, el único que puede acabar con Voldemort, falla y todos
morirán! le cogió de un brazo fuertemente, obligándole
a dejar de taparse los oídos y añadió: ¿Quieres
ver lo que les puede pasar a Ron, a Hermione o a Ginny? ¿Quieres
que te muestre su muerte tan dolorosa si no los salvas? ¡Basta
de gilipolleces! ¡Estoy cansada de que juegues a ser un niño
pequeño que está asustado y quiere refugiarse en los
brazos de su madre! ¡Aunque te pese Harry, tus padres están
muertos! ¿Entiendes? ¡MUERTOS! ¡Y no van a volver!
¡Sustituirlos es absurdo!
-¡BASTA! Harry sintió
como la garganta se le desgarraba de dolor, pero no quería
abrir los ojos, no quería que Christine le llevara a ver la
muerte de sus amigos, no podía.
Una mano sujetó el
brazo de la profesora y la miró con reprobación. Al
instante, el rostro de Christine palideció y soltó el
brazo de Harry, tapándose la cara con las manos.
-¡Oh,
Dios! murmuró angustiada.
Emy cogió las manos de
Harry y le destapó los oídos. El chico, que temblaba a
convulsiones, abrió los ojos y la miró asustado. Ahora
se sentía pequeño, no parecía la misma persona
que estaba salvando el mundo mágico, pero a veces, sus
debilidades de ser humano podían con él. "Ese es el
problema, que todavía soy humano" Se recordaba a sí
mismo las palabras de Christine, si quería vencer a su enemigo
no podía quedar nada de humano en él.
-Está
bien, es suficiente los dos. Emy habló con una voz fría,
calculada, que poco se asemejaba a la que Harry había
escuchado minutos antes. Estáis muy nerviosos y decís
o hacéis cosas que no queréis.
-¡Mentira!
exclamó Harry enfurecido. ¡Ella tiene razón!
señaló a Christine pero como quién señala
a un parásito al que no se desea ni ver. Y ella lo notó.
¡Es verdad, quiero tener a mi familia, quiero que esto termine,
estoy HARTO! estaba tan furioso que la cicatriz de su frente saltaba
en leves tintineos. Le escocía tanto que hacía
terribles esfuerzos por mantener el ojo abierto.
De pronto, Emy se
llevó una mano a la frente, justo en el mismo sitio donde
Harry tenía su cicatriz y se la restregó.
La mujer
se acercó a él y le puso ambas manos sobre la frente.
Las manos frías de la Unión le aliviaban el sofoco que
sentía en la cabeza y segundos más tarde, todo el dolor
desapareció.
-¿Cómo...? Harry no entendía
lo que había pasado.
-No tiene importancia. ahora la voz
de Emy volvía a sonar dulce.
-Siento haberme puesto así.
se excusó Christine. Su voz, en cambio, seguía
resultando áspera y helada. Me he dejado llevar por las ganas
de que esto termine.
-Quiero que tratéis de sobrellevar la
situación lo mejor posible. Emy habló mirando a los
dos. El camino hasta el final es muy largo y laborioso...lo sé
por experiencia y también sé, como os sentís
ambos. Lo peor que podéis hacer ahora es renegar de vuestro
corazón. Tú, Christine, deja de luchar contra tus
sentimientos, te has dado cuenta de que no puedes seguir frenándolos,
no ahora, no en este momento. la profesora miró a su amiga,
pero no le contestó. Sabía de lo que hablaba, pero
prefería hacer como si no lo hubiera escuchado. Y tú,
Harry, deja de vivir en el pasado...esto te ha tocado y esto debes
afrontar. No hay marcha atrás. Si lo haces, quizás
algún día encuentres aquello que más deseas.
Tanto Harry como Christine asintieron. En ese momento, un gorrión
entro volando como un rayo por la ventana.
-¡Maldita sea!
masculló Christine y cogió una escoba que tenía
cercana al armario y la levantó.
-¡No, por favor!
Emy alzó un brazo y una ola de energía impactó
en la escoba, que salió disparada por los aires y se estrelló
en la estantería, propiciando que un número
considerable de libros, cayera al suelo. El gorrión, asustado
por el escándalo, volvió a salir volando por la
ventana.
-No...no iba a hacerle daño. titubeó
Christine mirando todo el desorden, sin comprender porqué la
Unión se había comportado así. Harry,
simplemente abrió la boca, anonadado del poder de la
mujer.
-Disculpad. susurró Emy sentándose
avergonzada en una silla. ¿Conocéis...la historia del
niño recién nacido y el canto de los gorriones?Harry y
Christine negaron con la cabeza interesados y ambos tomaron asiento
en diversas sillas, al lado de la Unión. Es una historia muy
antigua...de los Hebreos... Harry estaba deseoso por oír
hablar a Emy, se notaba que ella sabía muchas cosas y le
encantaba sentarse a oírlas. Christine sabía que a su
amiga le encantaba leer y que había leído infinidad de
libros. Ellos creen, que en el cielo, la mansión de Dios
tiene muchas salas...y una de esas salas, es la Sala de las Almas. Se
llama, El Gaf. Dicen, que cuando nace un niño, su alma procede
de aquel lugar y cuando el alma desciende del cielo, sólo los
gorriones pueden verla...y por eso cantan.
-¿Si se oye
cantar a un gorrión se sabe que un niño está a
punto de nacer? preguntó Harry anonadado. Emy sonrió y
asintió.
-Quiere decir, que su alma está
descendiendo del Gaf y que viene a este mundo... Emy y Christine
intercambiaron miradas. Cada una pensaba una cosa diferente y las
dos, tenían su parte de razón en ella.
-El Gaf...
susurró Harry sonriendo. Me gusta. Seguro que ha venido a
cantar por tu bebé, Emy. la Unión no respondió,
siguió mirando a Christine como si supiera mucho más de
lo que pensaba. La profesora se llevó una mano a la barriga,
como si quisiera imaginar que el alma de un bebé acabara de
entrar en ella, pero sabía que eso era imposible.
Sin
embargo, cuando el sol se hizo camino definitivamente entre las
nubes, ella miró la luz tan potente que irradiaba y fue como
si tuviera el presentimiento de que aquello no era una idea tan
descabellada como creía.
El silencio se apoderó de
ellos. Todos tenían algo en lo que pensar y cada uno lo asumía
de distinta manera. El Gaf, la Sala de las Almas, sin duda era una
leyenda preciosa, algo impactante.
Emy traía siempre la
luz, la paz en los peores instantes, pero pese a que se sentía
a gusto, Harry no pudo evitar preguntarse para qué había
venido. La miró fijamente. Era una mujer tan fuerte a su
parecer, tenía unos ojos preciosos...unos ojos...como los
suyos...
Una idea surcó su cabeza. Una idea absurda...se
habían visto, en otra vida...eso era lo que Emy le había
dicho.
-Estás muy pensativo...Harry. le dijo la Unión.
Christine clavó sus profundos ojos en él. ¿Por
qué era que Emy siempre averiguaba las cosas antes que ella?
Sentía que su presencia podía echar a perder sus
planes, podía lanzar todo su esfuerzo por la borda y sin
embargo...no podía enfadarse por ello. ¿Lo deseaba?
¿Deseaba que el hecho de ella estuviese allí alterara
el destino que le había tocado y que ella misma se había
marcado? Negó con la cabeza, no podía flaquear, no
ahora, no volvería a hacerlo...
-¿Eres...mi madre?
esa simple pregunta alteró totalmente el ambiente. Harry
miraba a Emy como si fuera la primera vez que la viera y el rostro de
ella se había ensombrecido. Christine se asustó mucho
de que los sentimientos que afloraban en Harry pudieran estar
perturbándole. No, Emy no era su madre, pero era algo muy
parecido...
-Lo lamento...pero no lo soy. ella sonrió
tímidamente, con nostalgia, con melancolía.
-Entonces,
¿quién eres? Harry deseaba respuestas y las deseaba
ya. ¿Por qué sabes tanto de mí?
-No puedo
responder a eso. No ahora. Emy se levantó y cerró la
ventana, de pronto, tenía frío. Y estoy convencida de
que ese tipo de preguntas no son las que quieres que te responda.
¿Estoy en un error? Christine se puso en pie
bruscamente.
-Por favor. No sigas, cállate. No debes
intervenir, Emy, no debes. Deja que sea yo quien haga mi trabajo. La
Unión se dio la vuelta y la miró seriamente. Realmente,
Christine había cambiado mucho desde la primera vez que la
había visto.
-¿Por qué me mientes, Chris?
Harry, que se había dado cuenta de la situación, no
estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad. Sin embargo, cuando su
profesora lo miró, lo hizo tan severamente que creyó
que lo mataría con la mirada.
-Ella es la Unión de
las Cuatro Sangres y no debe intervenir en nuestro mundo. Sólo
está aquí para dar consejos, para ayudar a mantener el
equilibrio, pero no alterarlo. Si no haces lo que te digo, morirás.
-Que así sea entonces. replicó Harry.
-¡No
sabes lo que dices! el tono de conversación de ambos estaba
subiendo, sin embargo, Emy no parecía dispuesta a intervenir,
era como si ya lo hubiera presagiado. ¡Maldita sea, aún
no lo entiendes!
-¿Sabes qué? le espetó
Harry de malas formas. ¡Lo único que entiendo es que te
pareces a Snape más de lo que creía! Christine
palideció. ¡Cometiste un error en el pasado, muy grave
diría yo, pero eres incapaz de sobreponerte! ¡Es mentira
que seas fuerte, es mentira que seas fría, eres incluso la más
débil de todos! ¡Voldemort acabará contigo con
absurda facilidad! ¡Te rendiste, Chris, lo hiciste y
seguramente por eso Dani te dejó, se marchó y te apartó
de tu hijo! ¡Y lo hizo porque no supiste afrontar la situación,
porque te quedaste quieta! ¡Tu podías haberlos salvado,
maldita sea!
-¡CÁLLATE! una bola de energía
salió de la mano de Christine. Su rostro de había
ensombrecido, todo su ser temblaba a convulsiones de ira, las
palabras de Harry le martilleaban la cabeza, condenándola,
haciendo su culpa aún mayor.
La bola impactó en el
cuerpo del muchacho y éste cayó tres metros hacia
atrás. Sorprendido, se levantó y se sacó de la
espalda su espada de rubíes.
-¡Accio espada! gritó
Chris. Y del cajón de su escritorio salió volando hacia
sus manos una alargada espada.
Harry fue el primero en atacar,
estaba muy furioso, demasiado. Estaba cansado de todo esto, la muerte
de Kreacher, las insinuaciones de Ginny, los desprecios de sus
amigos, todo eso había llegado a un punto en el que debía
estallar. Todo caía por su propio peso.
Christine estaba
desquiciada, todas sus barreras se habían esparcido, se habían
quebrado. Su perfecto mundo a base de máscaras había
sido derrumbado. Sentía un dolor muy fuerte en el pecho, el
dolor por la traición a Dani, el dolor por no ser capaz de
cumplir la promesa que se hizo de no volver a sentir, el dolor por
tener que escuchar las palabras acusadoras de Harry sin hallar
defensa posible. Emy tenía la culpa de todo eso. Sí,
ella que le había abierto el corazón, ella que le había
hecho darse cuenta de algo que llevaba negando mucho tiempo. ¿Por
qué ese tormento? ¿Por qué no la habían
dejado morir en paz para no tener que sufrir todo aquello?
La
fuerza de dos arcángeles resonó por las cuatro paredes.
Ambos eran igual de hábiles en el manejo de la espada, ambos
se defendían y atacaban muy bien, pero el poder de Christine
no se podía comparar al de Harry. Ella hacía mucho que
había perdido su fuerza y lanzar con tanta intensidad las
bolas de energía que iban de un lado a otro, la desgastó
por completo.
Harry se separó para atacar y levantó
un brazo concentrando energía y lo mismo hizo la mujer. Pero,
al levantar la mano, la fuerza se le terminó. La luz no salió
de su interior y cayó al suelo respirando entrecortadamente y
sujetándose el lado izquierdo del pecho. Su corazón no
resistía el haberse quedado sin poder.
Harry la vio caer,
pero no le dio ninguna lástima. Era una de esas ocasiones en
las que el Ángel Negro lograba apoderarse de su cuerpo. Él,
que había arriesgado su propia vida por salvar la de ella y
así se lo pagaba. Quitándole lo único que en
estos momentos deseaba: respuestas.
Desapareció y apareció
frente a ella, apuntándole al cuello con la espada.
Christine
levantó la mirada y vio la oscuridad en esos ojos que ahora se
habían tornado negros. El chico apretó el arma contra
su garganta y le produjo un leve corte. Un hilo de sangre resbaló
por el cuello de la mujer.
-Podría acabar ahora mismo con
tu vida...
-Hazlo. le retó ella. Sabía que ese
momento podía llegar algún día y ahora lo había
hecho. Dejaría el destino en las manos de la única
persona que podía cambiarlo, que podía dar un atisbo de
luz, de esperanza, de salvación.
Harry presionó
todavía más la espada y el corte se hizo más
profundo. Christine cerró los ojos y ahogó un grito de
dolor. Pero él no tenía la intención de cesar.
De hecho, enseñó los dientes en señal de
odio.
Una mano le cogió el mango de la espada. Harry la
miró. Emy estaba frente a él, deteniendo lo que podría
haber roto para siempre el equilibrio, deteniendo lo que hubiera sido
un error garrafal.
-Es suficiente. dijo con una voz fría y
severa.
-¿Por qué? le espetó el muchacho.
¿Tu también quieres probar mi poder? Emy cerró
los ojos entristecida. ¿Cómo se había llegado a
esa situación? ¿Cómo había podido Harry
ser tan distinto? Pero lo entendía y mucho. Porque la única
persona que mantenía su equilibrio, su personalidad, en este
mundo no existía. En cambio, en el suyo, era la persona más
importante para ella, junto con su sobrino. Sabía que jugar
esa carta iba a doler, pero era lo único que podía
hacer.
-Porque Sirius no lo habría querido. Él
apreciaba mucho a Christine, ¿sabes? ¿Cómo crees
que se sentiría si te viera en estos momentos? el rostro de
Harry palideció. Se miró las manos y miró luego
la sangre que chorreaba por la piel de su profesora y se sintió
la peor persona del mundo. Sus ojos, volvieron a tornarse del verde
esmeralda habitual.
Apartó la espada de Christine y la
guardó detrás de su capa. Se había arrepentido,
pero seguía siendo aquel hombre frío y distante de
siempre, ni siquiera el nombrar a Sirius suponía ya un gran
cambio.
-Te perdono la vida. le susurró a la mujer. Vive
con eso.
Christine se levantó ayudada por Emy. Su ropa
estaba cubierta de sangre...un poco más y...pero su orgullo,
su conciencia, todo estaba dolido. Mirando avergonzada a la Unión,
desapareció, dejando a su paso una luz blanquecina.
Harry
se maldijo a si mismo. ¿Por qué Christine siempre tenía
que buscar un motivo para que la odiase? ¿Por qué no
dejaba que sus vidas se unieran, se acercaran, se ayudaran...?
Sabía
que había hecho mucho daño, pero siempre le forzaban a
ello. El sudor le recorría por el rostro. Deseaba con todas
sus fuerzas que Emy se marchara de allí para flaquear. No
quería perderse en esos ojos, tan parecidos a los suyos, que
sabían más de lo que decían. ¿Pero el
qué? ¿Qué podría saber Emy que perturbara
tanto a Christine y a él mismo?
Se frotó los ojos
cansado. Sin darse cuenta, había soltado mucho poder. No podía
malgastarlo, lo necesitaba y lo necesitaba pronto. Había
llegado la hora de actuar en serio. Iba a hacer salir a Voldemort de
su escondite, muy pronto, todo se vería cumplido.
-Harry...
la voz dulce y melodiosa de Emy lo sacó de sus pensamientos.
Él, se dio la vuelta, mostrando así su personalidad
dura, luchadora, la que siempre utilizaba cuando se enfrentaba a una
batalla.
-¿Por qué está pasando? Emy lo miró
y sintió un vacío enorme por dentro. Deseaba con todas
sus fuerzas aliviarle, pero no podía. Las respuestas llegarían
solas a su interior, como ya estaban empezando a llegar. Pero para
que eso ocurriera, tenía que encontrar al verdadero Harry,
hondar dentro de él. Y lo conocía bien para hacerlo. No
serían las mismas personalidades, pero eran las mismas
personas. Y si ella conocía a un Harry Potter, estaba seguro
que lo hallaría dentro del otro.
-Se ha agotado el
espíritu de los hombres. respondió seriamente. Se
acabó. Nadie puede luchar más, nadie. Por eso él
vence...porque no existe la fe...y no hay nada que yo pueda hacer.
-¿Entonces porqué estás aquí? quiso
saber Harry a la desesperada.
-Sólo soy un mensajero...un
testigo...de la magia. Vine para mantener el equilibrio... por la
forma en la que hablaba Emy no parecía que en un pasado le
hubiera gustado ese puesto. Más bien parecía querer
rehuir esa responsabilidad, pero se veía una mujer luchadora,
ganadora. Sí, quizás siempre sonreía por eso,
porque ella había ganado, había logrado abrir las
puertas de su mundo.
-¿Qué pasaría...qué
pasaría si se cambiara el destino, si la
profecía...?
-Harry...
-¡No, dímelo! gritó
él enfadado. ¿Qué pasaría si yo lograra
reunir el suficiente poder para acabar con esto? ¡Por favor,
dímelo! ¡Dime que yo puedo ganar si lo deseo, dime que
puedo llegar un día a sonreír como tú lo haces!
Emy vio la determinación en su rostro, pero sabía que
para que eso sucediera, muchas cosas tendrían que cambiar,
para empezar, desaparecer ese deseo de venganza. ¿Qué
pasaría?
-Que se rompería la cadena.respondió
firmemente. Que el equilibrio se restablecería, porque ya no
habría un gran mal...la gente volvería a recobrar las
ganas de luchar, de vivir... Emy se acercó más a él
y sus miradas se conectaron firmemente. Pero para que eso ocurra se
necesita algo que tú no tienes... sus ojos brillaron
intensamente...esperanza... le cogió ambos brazos y miró
el dorso de sus muñecas. Allí, claramente visible se
encontraba la cicatriz...la marca clara de su debilidad como hombre.
¿Cómo es posible que alguien a quién le importa
tan poco la vida...dé su vida por el mundo? Pero no había
acusación en las palabras de Emy, sino verdad, la más
cruel y profunda de las verdades. Y Harry se derrumbó, no
importaba que debiera ser fuerte, Christine había desaparecido
del todo de su pensamiento, las lágrimas recorrían su
rostro y esa era la prueba irrefutable que Emy necesitaba, que había
estado buscando...su humanidad.
-A mí me importa. sollozó
Harry. Voy a intentarlo...voy a intentarlo... y Emy lo abrazó.
Como una madre abraza a su hijo, diciéndole de todo corazón
que está ahí, que no lo dejará sólo, y él
jurando que lucharía con toda su alma por cumplir la promesa
que le había hecho a Sirius, que se había hecho a sí
mismo. Emy lo había encandilado con sus palabras, curiosamente
tan parecidas a las de la madre de Christine. Ahora lo sabía,
Chris le había entregado la manera de acabar con su enemigo,
los medios, el poder...pero Emy le había regalado el alma para
hacerlo. Y por una vez en su vida supo lo que tenía que hacer,
pero aún no sabía como. Todo sentimiento de venganza se
disipó, ya no existía, no había crueldad en su
mente, únicamente un deseo: salvar a aquellos a los que
quería, aunque éstos, hubieran decidido ponerse en su
contra.
Unas semanas después, hallaría la forma y
curiosamente, de la persona que menos esperaba.
Emy le revolvió
el pelo y le dio un beso en la frente, muy cerca de su cicatriz.
-Volveremos a vernos...cuídate mucho, cariño.cuando
la Unión estaba a punto de desaparecer, Harry le dijo:
-¡Emy!
ella le sonrió. Dile a Sirius...que lo
extraño.
-¿Cómo...?
-Simplemente, lo sé.
Harry se encogió de hombros y por primera vez, Emy lo vio tal
y como siempre lo había conocido.
La
Sala común de Gryffindor estaba abarrotada de estudiantes.
Muchos de ellos, comentaban las próximas vacaciones de semana
santa, que no tardarían en llegar.
Los prefectos habían
colgado las listas para que quién fuera a casa, se apuntará
de inmediato y los alumnos no habían tardado en hacerlo. Les
aliviaba enormemente tener una excusa para ver a los suyos y alejarse
del castillo donde el peligro acechaba, por estar cercanos a Harry
Potter.
Ginny y Ron entraron por el retrato de la Dama Gorda. Iban
manchados de barro, con las túnicas de quidditch arrugadas y
gestos contrariados en el rostro. Hermione, que como siempre, estaba
sentada en uno de los sillones junto al fuego, apartada del bullicio
de los demás y haciendo sus deberes, levantó la cabeza
y les indicó con un gesto que se sentaran.
-Veo que no ha
ido muy bien. comentó indiferentemente anotando en un
pergamino los gramos exactos de una poción que Snape les había
mandado en la última clase.
-Pues no. respondió
Ginny mirando con evidente cara de enfado a su hermano. Y no porque
no seamos buenos. Hermione, que había notado la ironía
en la frase de Ginny, bajó un poco el pergamino, olvidándose
por primera vez de los deberes.
-¡Ron! exclamó. ¡No
me digas que te has vuelto a pelear con Harry! el aludido bufó
indignado, mirando a su hermana con claro reproche.
-¡Pues
mira sí! Me jode mucho que se quede callado todo el tiempo
mientras yo trato de que se sienta como una mierda.
-¡Eres
muy injusto con Harry y un poco gillipoyas! ¿Lo sabías?
Ginny parecía a punto de estallar. Llevaba mucho tiempo
acumulando sentimientos en su interior, al borde del abismo.
-¿Por
qué siempre tienes que defenderle? ¡Precisamente tú!
¡Con todo lo que te hizo!
-Ese,respondió Ginny
bastante más relajada que su hermano. es un problema entre él
y yo. Pero arruinar el entrenamiento de quidditch con algo personal y
meter en esto a los demás, poniendo en juego el campeonato me
parece una estupidez. La chica se levantó bruscamente del
asiento, cogió su escoba y se encaminó escaleras
arriba.
Ron ahogo un grito de desesperación y luego miró
a Hermione, que parecía volver a estar enfrascada en sus
deberes.
-Opinas que ella tiene razón, ¿verdad?
-Yo
no he dicho nada. contestó la chica contando con los dedos
para no equivocarse en los cálculos.
-¡Pero lo
piensas! gritó Ron. Hermione suspiró, dejó el
pergamino y la pluma encima de la mesa y se acomodó en su
asiento para responder.
-Ahora que lo mencionas, sí, lo
pienso. Primeramente, te estás comportando como un niño,
segundo, estás poniendo en peligro la copa de quidditch,
tercero, buscas cualquier motivo para discutir con Harry sin
preocuparte por preguntar el porqué está así y
último y principal, tu comportamiento de "me cae mal este
capullo" está afectando al resto del colegio, cuando se
supone que estamos en guerra, aunque a ti a veces se te pase por
alto, y deberíamos mantener la unidad.Ron no respondió
de inmediato. Muy en el fondo sabía que las palabras de su
amiga eran ciertas, ¿cuándo se equivocaba ella, pero
estaba muy resentido con Harry y eso le hacía comportarse como
un estúpido.
-Lo siento. se lamentó algo abatido y
en voz baja. pero es que no soporto ese aire de prepotente
que...
-Ron, Hermione parecía exasperada. Harry no es
prepotente, hace ver que lo es, ¿no te das cuenta? Mira, por
mucho que haya cambiado, jamás y escúchame bien lo que
te digo, jamás te habría hecho daño sin tener
una razón muy justificada.
-¿Y cuál crees que
puede ser esa razón? Porque mira que le he dado vueltas al
asunto, pero te juro que no encuentro nada que justifique la manera
en la que se comportó.
-Eso es porque no quieres verlo...
susurró Hermione con cautela. Sabía que tenía
que plantear el tema con mucha prudencia o haría enfadar a su
amigo y eso en un día lluvioso y con un entrenamiento de
quidditch pésimo, no podía traer nada bueno.
Mira...sólo tienes que fijarte en los detalles. Estás
comparando a Harry como si fuera Malfoy y te estás olvidando
de pequeñas muestras de evidencia.
-Como por ejemplo...
quiso saber Ron.
-Como por ejemplo el hecho de que dejara que le
dieras una paliza monumental o que nunca te conteste para evitar un
enfrentamiento. Analiza, Ron, usa la cabeza, ¿crees que Malfoy
dejaría que supuestamente lo dejaras en ridículo
delante de todo el colegio? Ron abrió la boca para contestar,
pero como siempre, Hermione no le dejó decir nada, porque
hablaba atropelladamente. No, él hubiera soltado el típico
comentario sobre tu familia o habría inventado cualquier
excusa para justificar los golpes en la cara. En cambio, Harry, ¿qué
ha hecho? Absolutamente nada. Se ha limitado a subsistir con tus
provocaciones y tus palabras fuera de lugar.
-Eso es porque tiene
a la zorrita de Cho besando por donde pisa. a Ron le hervía
la sangre.
-¡Por Dios, esto sí que es bueno! A ver
Ron, piensa un poco. Si a Harry no le gustaba Cho a principio de
curso, ¿crees que ahora va a volver a estar locamente
enamorado de ella?
-Disculpa que llegue a corregirte, pero yo no
digo que la quiera, sino que la utiliza como hizo con mi
hermana.
-Nadie es tan buen actor. repuso Hermione. Harry sólo
está con ella para alejar a Ginny, estoy convencida y eso es
porque sabe que tu hermana es su debilidad. Hay algo que lo obliga a
alejarla de él y yo voy a averiguar el qué. Pero si tú
sigues provocándole, incitándole para que vaya a
enfrentarse a Voldemort, al final irá, ya sabes como es Harry
y si va...morirá. esas palabras parecieron abrir una brecha
en Ron, porque se mordió el labio inferior y se quedó
callado. Por favor, rogó la chica. No sigas, no le digas
nada más, mira, si no quieres hacer las paces, simplemente
ignórale...pero no le obligues a cometer una
locura...
-Yo...es que esto me supera, Hermione. Me gustaría
creer que lo que dices es cierto...pero no puedo.
-Porque estás
cegado en algo que te culpas y de lo que no tienes motivos para
hacerlo. murmuró la chica. Es tu hermana pequeña y
crees que no la has protegido bien, que le metiste a Harry por los
ojos y ahora lo que ha pasado es por tu causa. ¡Mentira! Ginny
tenía muy claros sus sentimientos hace mucho tiempo y lo que
ha pasado no es más que otro producto de esta guerra. Ayúdame
a encontrar al verdadero Harry, ayúdame a salvarlo...
-Ya
lo salvé una vez...¿por qué habría de
hacerlo más?
-Porque yo te lo pido. Hermione había
colocado una de sus manos en las de Ron y éste se quedó
en blanco. Sintió como algo recorría su interior a la
velocidad de la luz y se acomodaba en su estómago, un molesto
cosquilleo y a la vez placentero. Como un gusanillo, que había
salido a flote siempre que Victor Krum estaba cerca de su
amiga...¿pero quería que sólo fuese eso?
-Lo
intentaré. titubeó. Una sonrisa sincera asomó
el rostro de la chica y acto seguido le dio un beso en la mejilla,
para volver a coger sus deberes y escribir atropelladamente.
-Gracias.
-¿Vas a casa por Semana Santa? Ron rompió
el silencio de la mejor manera que pudo. Hermione levantó la
cabeza una vez más y miró a la lista que había
colgada en el tablón y donde muchos estudiantes estaban
arremolinados, esperando cola para apuntarse.
-Ummm...no sé
si deba.
-Le envié una lechuza a mi madre y me contestó
hace dos días. Cree que iremos a Grimmauld Place, también
Harry. Me pidió que te dijera que Dumbledore opina que sería
mejor que vinieras con nosotros.
-Estoy de acuerdo. afirmó
Hermione. Los ataques a hijos de muggles cada vez son más
comunes...no me fío de Malfoy. ¿Y si me siguiera hasta
mi casa y tratara de hacerle algo a mis padres? Estoy seguro de que
sus amenazas cada vez cobran más fundamento...acuérdate
cuando le dijo a Harry eso de Lupin...
-Pobre de él como se
le ocurra hacerte algo... Ron lo soltó sin pensar y después
se arrepintió de ello, porque un rubor había crecido en
las mejillas de la chica. Lo que me incomoda, prosiguió el
muchacho. es que Harry también estará allí y
los adultos pueden notar algo.
-¿Crees que no lo habrán
notado ya? En clase no nos sentamos juntos y tanto la profesora
McGonagall como el profesor Snape pertenecen a la Orden...
-¿Y?
Ron no entendía a donde quería llegar su amiga.
-Pues
que después del incidente del año pasado. explicó
Hermione. seguro que nos tienen mucho más vigilados y
cualquier cambio informan a Dumbledore...no creo que tu madre esté
enterada de lo que pasó entre Harry y Ginny, pero de que la
profesora McGonagall lo sabía no me cabe duda.
-¿Cómo
lo sabes?
-Porque Parvati y Lavander lo comentaron por todo el
colegio y una de las veces en pleno pasillo y sin bajar la voz. Yo vi
como la profesora se paraba y las escuchaba y luego se tapaba la boca
escandalizada...
-De ser así... Ron estaba muy pensativo.
no entiendo porqué no le han dicho nada a mi madre...si se lo
hubieran dicho seguro que ella se habría presentado en el
colegio para hablar con Ginny o por lo menos habría enviado
una lechuza urgente, pero no lo ha hecho.
-Deben tener sus
motivos para no decir nada. razonó Hermione. De hecho, creo
que es mucho mejor así. Ya sabes mi opinión, Harry lo
hace con algún motivo que no sabemos y de ser así,
nosotros no tenemos derecho a que los demás lo odien y eso
implica a tus padres.
-Porque sé como son no se lo he
dicho. explicó el chico. pero de buen gusto hubiese mirado
como mi madre le daba una patada en el culo. Aunque tenga
motivos...se la merece.
-En definitiva. suspiró Hermione.
Que el tiempo que pasemos allí tendremos que disimular un
poco...tal vez sea un buen momento para que tú y Harry hagáis
las paces.
-Una cosa es que te haya prometido no meter más
cizaña y otra muy distinta que le perdone. aclaró
Ron.
-El tiempo aclarará las
cosas...
Era
la última noche de invierno del año. Y se notaba. El
viento soplaba tibio, las nubes se disipaban, el ambiente olía
claramente a flores primaverales...Hogwarts renacía, después
de haberle hecho frente a un crudo invierno, muy largo y muy frío.
Para algunos, la llegada de la estación significaba
fuerzas renovadas para afrontar las adversidades de la guerra, para
otros, recordar que algunos de sus seres queridos no podrían
ver el ocaso, no olerían el jazmín y no se tostarían
con el sol dorándoles la piel.
Todo eso estaba
escribiéndolo un chico de dieciséis años,
apoyado sobre la pared fría de la torre más alta del
castillo, viendo como la luna bañaba los terrenos del colegio.
Lo escribía pensando en la persona que lo leería
algún día, cuando la guerra hubiese terminado, aunque
sabía que jamás podrían volver a estar juntos,
demasiados baches entre ellos, demasiadas promesas incumplidas y
sobretodo, la incertidumbre de no saber si seguiría con vida
para entonces.
Esa idea le rondaba por la cabeza desde la última
conversación con Emy, sabía lo que tenía que
hacer, lo había entendido, y eso, buscando dentro de su
corazón. Por eso ahora lo escribía en verde esmeralda,
alto y claro, para que un día, la persona a la que más
quería en este mundo, entendiera por el dolor que estaba
pasando y los motivos por los cuales...se marchaba.
"Esperanza...Emy siempre habla de eso, ¿te acuerdas
de cuándo la adivina nos lo confesó en el Callejón
Diagon? Sí, eso eres tú Ginny, siempre lo fuiste...una
luz al final del túnel, una compañera para toda la
vida, una amiga, una amante...una llama que resurge de las cenizas,
algo tan grande que me faltan palabras para describirlo.
Pero tú
no pierdes la fe, tuve que realizar un gran esfuerzo para no besarte
el otro día, me moría por tus labios, por confesarte
todo esto que me está arrancando las entrañas, que me
consume cada día más.
Insistías Ginny, a
pesar de que deberías odiarme, sigues fiel a mi recuerdo, a
nuestro amor y por eso te admiro cada día más. Ojalá
algún día logres perdonarme, ojalá no quede
rencor en ti, si hago todo esto es porque me importas, porque estoy
dispuesto a levantarme ante el mundo y decirte "que te quiero"
sí, ahora estoy seguro de lo que esas palabras significan.
Quiero que lo recuerdes, que no quede dolor en tu interior, yo os
entrego mi vida, mil veces mi vida, no me arrepiento.
Quizás
el conocer a Emy, a Christine...me ha cambiado. No sé si para
bien o para mal, pero lo ha hecho. Ya no soy ningún niño,
ahora cargo con todo el peso del mundo mágico, quiero gritar,
patalear, correr, chillar a los cuatro vientos que no quiero ser
quién lleve esto solo, que no quiero acarrear con la
responsabilidad de libraros de este monstruo, pero callo...el
silencio me inunda...no grito, no pataleo...porque lo he comprendido.
Voy a cambiar el destino de aquellos que más me importan,
así que...¿qué más da? Al final me
sentiré satisfecho.
Ojalá pudieras conocer a
Emy...dos visitas...eso es lo que ella ha tardado en cautivarme, en
enseñarme, en incitarme a hacer lo correcto. Te encantaría,
Ginny, lo sé, en el fondo, parecéis ambas dos
ángeles...dos ángeles que han caído del cielo y
se sienten perdidos entre tanto bullicio, entre un mundo distinto al
que ellos imaginaron...así sois vosotras.
Un espíritu
muy fuerte...diría yo. Es curioso que hable de ángeles
siendo yo uno de ellos, bueno, casi siéndolo...un
arcángel...si me lo hubieran dicho, te juro que jamás
los habría creído. Pero aquí estoy, enseñándole
a ese cabrón mi fuerza, mi poder y es tanta Ginny...no lo
puedes imaginar.
Eso sí que lo ha hecho bien
Christine...sí, me ha entrenado a la perfección, somos
como dos robots, sin alma...sin sentimientos...pero yo sé que
no por mucho tiempo.
Me costó entenderlo, pero al fin, lo
he hecho. Me verás hacer cosas terribles, aunque no sabrás
que fui yo hasta el final. Confío en que el mundo mágico
lo entienda alguna vez, pero sé que muy pocos podrán
hacerlo, buscarán un motivo para manchar mis métodos,
aunque tienen razón...a fin de cuentas, siempre estuve de
acuerdo con la frase de: "El fin no justifica los medios", seré
precisamente yo mismo quién rompa mi ideología.
Pero
se lo debo a Sirius y a mí mismo, a mis padres...no puedo
dejar que las personas que hicieron sus vidas una desgracia queden
impunes...el mundo será un lugar mejor sin ellos, cuando los
borre del mapa.
Primero fue Kreacher...y luego serán los
demás. Sólo espero llegar a tiempo a todos, antes de
enfrentarme al definitivo.
Imaginaré que estás a mi
lado cuando lo haga, imaginaré que me coges fuerte de la mano
y apoyas la cabeza en mi pecho, diciéndome sin cesar que no
tema, que estás a mi lado. ¡Me das tanta fuerza!
¡Qué
tonto fui, Ginny! ¡Qué tarde me di cuenta de las cosas,
de lo que tenía! Busqué siempre en mi interior aquello
a lo que no podía aspirar, compadeciéndome de mí
mismo, añorando una familia, envidiando a la
vuestra...infundiéndome sin querer la notoriedad que tanto
detestaba.
Es una pena que no cogiera antes tu mano, es una pena
que mi obstinación por mirar alrededor y encontrar sólo
problemas y más problemas que siempre llevaban el mismo
nombre, me impidieran frenarme en seco y voltear el rostro, ahí
te hubiera encontrado.
Siempre estaré a tu lado, en las
alegrías, en las tristezas, en cada foto, en cada recuerdo, en
cada suspiro de aire, piénsame y me encontrarás...suena
a despedida, pero no lo es, es un simple hasta luego.
Nos
reencontraremos, créeme, quizás...en otra vida, cuando
los dos seamos gatos.
Entonces te llevaré a volar en mi
moto surcando las estrellas, para que puedas alcanzar una de ellas.
No pierdas nunca la esperanza, no apagues tu luz..."
Harry dejó
de escribir. El alma se le agarrotaba y era incapaz de seguir
fingiendo que todo iba a salir bien cuando sentía una opresión
en el pecho. ¡Qué sencillo había resultado
prometerse una cosa así y que duro era ahora golpearse con la
realidad!
Se levantó del suelo y se sacudió el polvo
de su siempre impecable capa negra. Arropado con la ropa de Sirius
nunca sentía un frío excesivo, le proporcionaba calor y
bienestar. Llevar esa capa para la pelea y sentir como la pulsera de
su padrino bailaba en su muñeca le daban unas terribles ganas
de continuar, de seguir adelante y no flaquear.
Se apuntó a
la cabeza y murmurando un hechizo se tornó invisible.
Se
sentía muy poderoso teniendo el castillo a su merced. Con sus
poderes podía ir a cualquier sitio y tener acceso a las
infinitas salas de todo Hogwarts, incluso, el despacho del director.
Se sonrió a sí mismo. Había tenido el mismo
pensamiento cuando en navidad le regalaron la capa de invisibilidad
de su padre, lástima que la niñez y la inocencia de
aquellos días se hubieran perdido.
Bajó por la
trampilla y caminó por los oscuros corredores en dirección
a la Sala Común.
Por el camino se encontró a la
Señora Norris, la gata del conserje y tuvo deseos de patearla
por todos lo años que le había molestado, pero se
contuvo por no armar un escándalo.
Miró hacia los
ventanales mientras paseaba tranquilamente y al reconocer una figura,
se detuvo y se acercó a la ventana. Miró su reloj de
pulsera y comprobó que eran más de las cuatro de la
mañana y sin embargo...
Christine estaba mirando por la
ventana de su habitación, desde aquel pasaje de Hogwarts se
veía claramente. Harry se preguntó en qué
estaría pensando, pues parecía muy perdida en sus
recuerdos, en la visión de la tranquilidad del silencio que
otorgaba la noche.
Ahora sentía mucho más las
palabras que le había dicho. ¿Por qué siempre su
mal carácter tenía que salir a flote con las personas
que más le importaban? Un momento...¿desde cuándo
Christine le importaba de verdad? Suspiró resignado, tratar de
ignorar que había sentido mucho temor de perderla en aquel
ataque no sería otra cosa que hipocresía.
Siguió
caminando y se encontró con algunos profesores haciendo la
ronda. Desde el comienzo de curso las nuevas medidas de seguridad del
castillo se habían incrementado, todo obra de
Dumbledore.
Realmente, Harry sabía que aquello era una
sublime tontería. Porque no existía un lugar más
seguro que Hogwarts, precisamente por la presencia de Christine y de
la suya propia.
Si Voldemort se presentaba allí, cosa que
estaba seguro que no haría, se las vería con él.
Pero
no, él sabía a la perfección que el mago
Tenebroso hallaría la manera de hacerlo salir, antes de entrar
él mismo. Desgraciadamente para él, no tendría
tiempo de idear un plan porque para entonces ya estaría
muerto.
Giró la esquina y vio como Snape y McGonagall
paseaban por los corredores del último piso, donde estaba
ubicada el aula de Adivinación.
Se había parado a
charlar. Harry, interesado, se aproximó hacia ellos sin que su
presencia pudiera ser detectada.
-El director sospecha de
ella...pero el Señor Oscuro está completamente seguro
de que no está detrás de esto la voz susurrante y
áspera de Snape se escuchó con mucha dificultad.
Hablaban muy bajito.
-Si Dumbledore tiene alguna sospecha de ella,
Severus, no cabe la menor duda de que no se equivoca.
-De eso,
estoy seguro. corroboró Snape. Ella sabe de que va todo esto
pero de ahí a que...
-Y yo te digo que sí es
posible. De hecho, muchos de la Orden lo piensan, pero eso no quita
que sea una buena persona y que tú se la tengas jugada.
-Si
llamas a engañarnos arriesgando vidas y poniendo en juego las
nuestras propias ser buena persona entonces sí, puede que lo
sea...una mueca de desprecio salió del rostro del cetrino
profesor.
-La conozco desde hace muchos años...yo misma le
di clases y sé lo que ha sufrido. repuso McGonagall. En este
tema no eres objetivo.
-¿Y qué me dices de lo que
se trae entre manos con Potter, profesora? inquirió Snape y
Harry se esforzó por aguzar aún más el oído.
-Dumbledore muestra su preocupación...y yo también.
Han pasado muchas cosas este año con Potter y gran parte de
ellas muy extrañas. Su comportamiento con Ginny Weasley...con
sus amigos...incluso con Remus Lupin...
-Ese crío sabe
algo, estoy seguro.
-¡No digas tonterías, Severus!
exclamó McGonagall bruscamente.
-Y yo te digo que tengo mis
motivos para pensarlo. Es igual a su padre y... se detuvieron en
seco porque escucharon los pasos de otros profesores vigilando el
recinto. Rápidamente, se dispersaron. Harry, aún
conmocionado por lo que acababa de oír, se dirigió
hasta el retrato de la dama Gorda y tras pronunciar la contraseña
y subir a las habitaciones, se recostó en la cama.
Se
sentía muy confuso...¿qué había querido
decir sus profesores? ¿Acaso sospechaban de Christine, de él
mismo? No...era imposible...podían tener una ligera idea, pero
jamás acercase a la realidad si Dumbledore pensaba que era
Christine quien ayudaba en los ataques es que el plan estaba saliendo
a la perfección.
El
castillo estaba en calma. No había ninguna preocupación
por la seguridad de los estudiantes que aflorara los ánimos
del director.
Parecía que las nuevas medidas de seguridad
llevadas a cabo habían alejado a Voldemort del interés
que mantenía por el colegio.
Pero bien sabía que su
peor enemigo si no podía entrar, haría salir a su
objetivo. Y era un objetivo que en esos momentos, él no podía
controlar.
Había tratado por todos los medios de dialogar
con él, de descubrir lo que le pasaba por sus cabeza, pero sus
esfuerzos habían resultado en vano. La rebeldía del
adolescente llamaba a gritos y precisamente había sido su
error garrafal del curso anterior, lo que la había provocado.
Colocó bien escondido entre sus cachivaches, el pensadero
que había estado revisando. Siempre que tenía un
momento de soledad revisaba sus recuerdos, en ellos podía
encontrar la clave, bien oculta, sí, bien confusa sí,
pero seguro que estaba.
Una presencia se hizo notar en la
habitación. Una fuerza fuera de la naturaleza de los magos.
El director se dio la vuelta y dirigió la mirada hacia el
alfeizar de la ventana. Allí estaba sentada, con su habitual
postura informal y su sonrisa siempre abierta.
-Estaba esperando
una visita tuya...desde hace mucho tiempo... ella sonrió
ampliamente y se levantó para saludarle.
-Cuanto tiempo
sin verte...abuelo...
